Monografias.com > Religión
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Mensajeros del alba. Las sorprendentes enseñanzas de los pleyadianos




Enviado por mg



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Monografía destacada

  1. Prefacio
  2. Prólogo
  3. Embajadores a través del tiempo
  4. Acerca del viaje del creador principal
  5. Quiénes son vuestros dioses
  6. Recuerdos en la zona de libre albedrío
  7. ¿quién lleva la cuerda de luz?
  8. Quitándole el cerrojo a la historia
  9. La fusión multidimensional
  10. Fuera de la ultima tiranía
  11. Las profundas nuevas fronteras
  12. Un nuevo paradigma de luz
  13. El nombre del juego
  14. Llevar la luz es una tarea imponente
  15. ¿Sois el propósito de quién?
  16. Emociones: el secreto de las crónicas del tiempo
  17. La iniciación de la tierra a través de la identidad
  18. Herejes en la delantera del tiempo
  19. El lenguaje de la luz
  20. Sinfonías de la consciencia
  21. Encendiendo la llama interior
  22. La sexualidad: un puente hacia los niveles superiores de consciencia
  23. Tu compromiso de evolucionar en 3D
  24. La ola de marea de luz galáctica

PREFACIO

Cuando Bárbara Marciniak y yo nos conocimos en 1988, acabábamos de comenzar una emocionante etapa en nuestras vidas: yo me acababa de mudar a Michigan para crear una revista, Connecting Link, con los editores Barrie y Susie Konicov, y Bárbara estaba empezando las canalizaciones de las Pléyades. Des pués de años de haber estado realizando muchos y muy variados trabajos, al tiempo que viajábamos, bus cábamos y estudiábamos material para la expansión de la consciencia, finalmente habíamos logrado crear para nosotras un trabajo que abarcaba lo que creíamos y quiénes éramos, y eso nos emocionaba.

Durante los dos años siguientes. Bárbara y yo viajamos a muchas ferias, jugamos mucho con las enseñanzas pleyadianas y, por lo general, nos lo pasamos muy bien. Hablamos de hacer un libro con las enseñanzas de las Pléyades, pero no lo llegamos a poner en marcha. El libro había de llegar cuando fuera el momento.

En el año 1990, llegó el comienzo de la «década sin nombre». Connecting Link empezaba a ir bien, y Bárbara había grabado unas trescientas cintas con los pleyadianos. Sentí que era el momento de regresar a Nueva York, donde podría continuar haciendo la revista en mi ordenador. También sentí que era el momento de hacer el libro.

Cuando pensaba en «el libro», me imaginaba que los pleyadianos me lo dictarían y que yo me limitaría a transcribir las cintas, editar el mat erial, y que eso sería todo. Requeriría poco esfuerzo y no me quitaría mucho del tiempo que le dedicaba a mi revista. De manera que, en mayo, cuando Bárbara y yo nos dispusimos a «canalizar el libro», me sorprendió oír la idea que tenían los Pleyadianos sobre cómo hacer el libro.

Los Pleyadianos me aseguraron que no me dictarían el libro y que yo lo tendría que construir con mi propio proceso. Estaba intrigada. Me dijeron: «Si este libro te fuera entregado sin más, serías una empleada. ¿Cuál sería tu mérito? Será el nacimiento de algo para ti, el nacimiento de un proceso en ti, una manera totalmente nueva de utilizar la creatividad».

¡Vaya! «Está bien; entonces, ¿cómo se supone que voy a llevar a cabo este milagroso proceso?», pregunté.

«¿Por dónde empiezo?» Ésta fue la respuesta que obtuve: «Lo harás utilizando solamente la intuición. Este no es un proyecto para la mente lógica. Al usar la intuición, serás guiada y puesta a prueba para ver si puedes realizar y completar un proyecto sin que tu mente lógica sepa cuál será el próximo paso que se ha de dar. Será un tremendo ejercicio para ti. Te transportará a un plano de consciencia mucho más elevado, a un orden más elevado, a un lugar de confianza más elevado. Cuando esté terminado y tenga mucho éxito, dirás: «No sé cómo lo hice. No tengo ni idea».

»La historia demostrará que si puedes liberar a la gente de su información personal, pueden devenir cós micos. El proceso por el que pasarás durante las próximas lunas será muy intenso para ti. Mientras escribas, pasarás por un proceso de iniciación. Tienes que lograr una cierta maestría en algunas áreas durante las próximas seis lunas, y todo esto está relacionado.» Me dijeron que debía oír las cintas y transcribir sólo las partes que yo sintiera que debían ir en el libro. La hermana de Bárbara, Karen, intuiría qué cintas contenían buena información y me las enviaría. Mi amiga Marsha, a su vez, recibiría impulsos que le señalarían las cintas que debían ser incluidas. Luego me correspondería a mí escoger las partes que utilizaría. Se me indicó que no siguiera ningún orden y que ni siquiera pensara en cómo las haría encajar. Podía utilizar un código de una a cinco palabras y un poco de color en cada página para categorizar la información, y eso era todo.

Empec é a captar la idea. Mi mente lógica tenía una pregunta más. Les pregunté a los pleyadianos: «¿Debemos buscar un editor antes de que el libro esté acabado, o al menos anunciar que lo estamos haciendo?» Los pleyadianos me respondieron: «Idealmente, sí, anunciarás que estás comenzando el libro. La primera vez que te sientes a trabajar en él, despeja tu mesa, y que no haya ningún desorden o desorganización a tu alrededor. Has de tener un espacio limpio, con tus cristales, que te asistirán. Luego puedes hacer una plegaria de intención diciendo: «Anuncio, ahora, que estoy empezando un libro, y estoy enviando este aviso a cualquier persona que sea editor y a cualquiera que esté involucrado en hacer que esta información sea publicada para ayudar a quienes la puedan necesitar. Es mi intención que la persona que haya de publicar este libro me descubra y me sea enviada, y prometo que estaré disponible para ese reconocimiento. Entiendo que tengo muy poco que ver con esto. Esa parte no es mía. Entiendo que debo lanzar el aviso como si anunciara un nacimiento y que se me enviará una respuesta. En esto confío».

«Eso es todo; te será enviado. Recuerda que el proceso por el que pasarás es en cierta medida parte de la historia, porque descubrirás algo de ti misma; luego, la historia será narrada en los términos que tú establezcas. Comprenderás la importancia del libro porque habrás tenido una experiencia al crear para otros un camino hacia la realidad basado en jugar con tu realidad y permitir que diferentes sentencias y contextos pasen a través de ti y se conviertan en una nueva orden. Alguien que no confiara encontraría esto muy difícil. La confianza es la clave absoluta. No hay nada más a lo que puedas recurrir en este proceso. Todo esto trata sobre el compromiso, aprenderás que puedes comprometerte con aquello que eres realmente, que no te echarás a perder, que siempre se te dará lo que necesites y que nunca te faltará nada. Siempre resultará todo tal como lo esperabas.

»Tu parte en esto es proponerte lo que deseas y simplemente dejar que la información fluya. El libro irá creando su propio orden a medida que vayas aprendiendo sobre ti misma durante el proceso y mientras codificas cierta información. Lo que experimentarás expandirá tu consciencia.» Cuando ahora leo las palabras que me dijeron entonces, las comprendo de una manera totalmente diferente a como las comprendí entonces. Ahora me doy cuenta de que ellos mencionaron en más de una ocasión que hacer este libro sería una iniciación para mí, que sería puesta a prueba, y que las personas necesitarían liberarse de su información personal para devenir cósmicos. Ahora sé lo que esas palabras significan; en aquel momento, no tenía ni idea.

Mis conflictos personales comenzaron a aflorar. No tenía confianza en mí misma, no me amaba a mí misma, y, de hecho, realmente no sabía quién era —no podía separar mi yo real de la fachada—. Empecé una serie de sesiones de trabajo con el cuerpo que hicieron aflorar más cosas: recuerdos de la infancia que había bloqueado, traumas y dolor almacenados en mi cuerpo. Estaba hecha un desastre. No me encontraba en condiciones de trabajar en el libro, pues a duras penas lograba sacar la revista a la venta cada dos meses.

En octubre, fui a Egipto con los Pleyadianos. Sabía que aquel viaje provocaría un giro importante en mi vida, y pensé que me proporcionaría la energía necesaria para empezar a trabajar y sacar adelante el libro. Fue un viaje maravilloso, un viaje poderoso, pero me dejó hecha una piltrafa. Abrí mis circuitos y desperté áreas de mi ser que no tenía ni idea de que estaban ahí, algunas de ellas oscuras y feas. Cuando regresé de Nueva York, definitivamente no me veía capaz de empezar el libro y, de hecho, no estaba nada segura de poder hacerlo jamás.

De lo único que estaba segura en ese momento era de que tenía que salir de Nueva York. Ahí no lograba centrarme ni aclararme y me sentía bombardeada de energía. Me sentía desnuda y expuesta cuando iba por la calle, y me veía incapaz de coger el metro. Era hora de salir de ahí.

En diciembre me mudé a Carolina del Norte. Cuando algo está bien, todo sale maravillosamente. Libby, una de las amigas que conocí en Egipto, vivía en una zona rural al sur de Raleight, y yo sabía que era ahí donde deseaba vivir. Me hice el propósito de conseguir una casa donde vivir antes de ir para allá. Me imaginé cómo sería y qué aspecto tendría el campo, y Libby dijo que estaría alerta por si se enteraba de algo. Aproximadamente una semana antes de mudarme, mi actual arrendador entró en la tienda de Libby y se comenzó a quejar de que su inquilino se marchaba sin previo aviso. Libby dijo: «¡Eso se debe a que la casa es de Tera!» A la semana siguiente conduje mi coche desde Nueva York, con todas mis pertenencias dentro, y me instalé.

La casa era exactamente lo que yo quería: espaciosa, con mucha luz y en ciento setenta y cinco acres de terreno. ¡Era perfecta! En cuanto llegué, empecé a sanar. Me tendía en el suelo o me sentaba con la espalda apoyada contra un árbol y simplemente dejaba que la naturaleza me sanara. Me concentré en mi sanación.

En enero, cuando fui a Michigan para tipografiar la decimotercera edición de Connecting Link, me di cuenta de que mi tiempo con la revista había concluido. Había crecido mucho haciéndola, pero ahora era el momento de avanzar hacia otra cosa – qué otra cosa, no lo sabía, pero cuando tengo estas intuiciones debo seguirlas.

Cuando regresé a casa, pasé algunos días preguntándome si no había sido una estúpida al dejar un trabajo cuando ahora vivía en medio del campo y no sabía dónde conseguiría otro. Entonces me di cuenta de que no tener trabajo era perfecto: era el momento de hacer el libro. Empecé a escuchar las cintas y a transcribir algunas partes. El trabajo resultaba fácil y agradable, y las cosas parecían fluir. No me cuestioné el orden ni intenté establecer uno. Simplemente, dejé que todo fluyera a través de mí.

Durante esa época, los Pleyadianos dieron una serie de clases diurnas para unas pocas personas con el fin de hacemos salir de nuestros conflictos personales. Las clases se denominaron «Disparando códigos de consciencia», y eso es exactamente lo que hacían. Profundicé en aspectos que creía que había resuelto en Nueva York. Los que asistimos a las clases nos liberamos de gran parte de nuestro bagaje emocional y desarrollamos un estrecho vínculo entre nosotros. Las series terminaron con un «renacimiento», que resultó ser una de las experiencias más poderosas de mi vida.

Asistí a otra «lectura de libros» con los Pleyadianos en la cual dijeron que los Mensajeros del Alba eran capaces de dar un salto evolutivo en la consciencia, anclando primero la frecuencia en sus propios cuerpos. Repentinamente, fui consciente de algo: no había sido capaz de hacer el libro en 1990, cuando hablamos por primera vez, porque yo no había logrado mantener la frecuencia; aún no estaba lo suficientemente despejada como para hacerlo.

«No confiabas en ti, señorita Tera. Le decías a todo el mundo que sí lo hacías, pero ni siquiera te gustabas a ti misma. Te comparabas con otros y no eras honesta con lo que realmente ocurría dentro de ti, y las personas que te rodeaban eran un espejo para ti. Tenías que profundizar más, pues todo el mundo debe ir profundizando, ya que todo el mundo tiene capas de odio hacia sí mismo y cosas que no le gustan de sí mismo. Tenías que explorar ciertos comportamientos tuyos que no funcionaban y descubrir por qué existían en ti, y gracias a ese descubrimiento ahora eres capaz de mantener la frecuencia. Ésta es la razón por la cual se te dio el libro de esa forma —porque necesitabas experimentar una importante expansión de la cons ciencia—. Al tener que desmenuzar y traducir mucho material que finalmente no utilizarías, viviste un proceso de relación directa con nosotros. Oíste una y otra vez, de una manera neutral, todas las cosas que necesitabas aplicar directamente en ti misma si no querías quedarte atrás. Y lo hiciste.» Luego me dijeron que ya había transcrito suficiente material y que ahora había que montar el libro. No tenía ni idea de cómo hacerlo. ¿Debía leer todas las páginas y ver si encajaban bien? Tenía algunas páginas con unas pocas líneas escritas en ellas y, por otro lado, había partes que ocupaban páginas y páginas. ¿Qué se suponía que debía hacer para poner todo esto en orden?

Los Pleyadianos me dijeron que, cada noche, antes de ir a dormir, debía dedicarles un minuto y visualizar la cubierta del libro. Debía jugar con esto y cambiar la ilustración siempre que lo deseara. Sólo debía mirar la cubierta, abrir el libro y empezar a leer las páginas, y luego dormirme. Recibiría la información mientras dormía. Me dijeron que, al leer un libro que ya existía en el futuro, le daría vida. Me dijeron que yo no debía trabajar — ellos harían todo el trabajo—. Bueno, ¿por qué no?

La primera semana las cosas no fueron muy bien. Visualizaba antes de dormir, pero luego me despertaba presa del pánico mirando todas las páginas, y mi mente lógica intentaba leerlas frenéticamente, con la intención de establecer algún tipo de orden. Era absolutamente frustrante. Finalmente, una tarde, estando sentada en el suelo de mi oficina, rodeada de papeles y a punto de llorar, dije:

—¡Oíd, Pleyadianos! ¡Dijisteis que vosotros haríais todo el trabajo! ¡Yo abandono! ¡Hacedlo vosotros! Comencé a recoger los papeles, uno por uno, como si simplemente los estuviera apilando para guardarlos. Pero cogía uno que estaba a mi izquierda, otro a mi derecha, y luego quizás uno que tenía detrás de mí, y luego volvía a mi izquierda otra vez. No había ritmo ni razón para esto, ningún orden. Ni siquiera pensaba en lo que estaba haciendo, me limitaba a recogerlos. Cuando había recogido unas treinta páginas aproximadamente, me detuve de golpe y observé el montón que tenía en la mano. Me dieron escalofríos y me dije:

«Oh, Dios mío, creo que éste es el primer capítulo». Llevé las hojas a mi escritorio, me senté y comencé a leer. Encajaban a la perfección. ¡Estaba perpleja! Sé que creo en estas cosas, pero, aún así, cuando sucede es realmente sorprendente. El resto del libro se compuso sin esfuerzo, como dijeron los Pleyadianos.

Tuve otra «lectura de libro» y dije a los Pleyadianos lo complacida que estaba con el nuevo proceso y lo divertido que era. Ellos dijeron: «Estás empezando a recibir guía directa sobre cómo hacer las cosas. Cuanto más digas: "Renuncio al control, no sé cómo hacer esto", más energía recibirás. A medida que vayas saliendo de tu propio camino, será cada vez más fácil.

Sólo debes tener el propósito. Cuanto más repitas tu propósito, más fácil será. Más adelante, cuando el libro esté listo y muc hos te pregunten cómo lo has hecho, queremos que expliques este proceso. Queremos que verifiques nuestras enseñanzas tal como las recibiste, demostrando que crees en lo que te estamos diciendo. Recuerda el tiempo que has necesitado para entender el proces o. No te estamos dando una lección, te estamos guiando, haciéndote volver, devolviéndote el reflejo una y otra vez para que puedas comprender dónde se encuentra el poder de operación. Se trata de tener una intención clara —de actuar "como si", y de luego simplemente recibir continuamente.»El resto del libro simplemente encajó a la perfec ción y, tal como habían dicho, los Pleyadianos nos encontraron un editor sin que ni yo ni Bárbara hiciéramos nada. Por supuesto, nos pusieron en contacto con Bárbara Hand Clow —¿quién mejor para sacar el material al público?— y su excelente guía me ayudó a reescribir y pulir el texto, transformando un libro más sobre canalización en algo realmente maravilloso. Los Pleyadianos tenían razón. Cuando miro el libro, no sé cómo sucedió. Yo no lo diseñé, ni lo planeé, ni lo concebí, ni lo ordené. Me limité a confiar y dejarlos trabajar a través mío. Fue una experiencia maravillosa que cambió mi vida. He aprendido a trabajar con seres sin existencia física y nunca más empezaré a trabajar en ningún proyecto sola. Actualmente estoy escribiendo un guión original, y he llamado a un grupo de expertos para que colaboren conmigo en la redacción, y a otro grupo de expertos para que me ayuden con las ventas. Es increíble lo bien que está funcionando. Verdaderamente, sin ningún esfuerzo.

Los Pleyadianos me dieron las gracias por mi trabajo y por mi confianza y dijeron que querían compensarme y obsequiarme con muchos cheques del Espíritu (que no son como los cheques en dólares). Me han dado tantos obsequios… El regalo más importante por haber hecho este libro soy yo misma. Ahora confío en mí, me amo, y dependo de mí y he abierto mi corazón. Debido al nuevo amor hacia mí misma, he atraído amigos maravillosos a mi vida, que se han convertido en una familia para mí. He sanado relaciones con mi familia de sangre, y he atraído algo sorprendente: hace veinticuatro años di una hija mía para adopción, y ahora ella me ha encontrado. Vivimos a dos horas de distancia y estamos estableciendo una cálida y estrecha relación. Estoy muy agradecida de que haya vuelto a mi vida.

Otro regalo importante ha sido la confianza. Durante años dije que era escritora. Incluso escribía. Pero, no hace mucho tiempo, desperté una mañana y, mientras repasaba lo que había escrito la noche anterior, repentinamente, recibí este conocimiento —¡soy una escritora! No voy a ser una escritora— ¡soy una escritora!

Aprender a comunicarme con los seres no-físicos ha sido otro valioso obsequio y ha abierto muchas áreas nuevas en mí. Estoy empezando a comunicarme con los animales, tanto domésticos como salvajes. Es una experiencia maravillosa y me doy cuenta que se han abierto avenidas de comunicación de las que todavía no soy consciente. Son ilimitadas.

Ha habido muchos regalos más. Los Pleyadianos me dijeron que el proceso de este libro sería la enseñanza más poderosa de mi vida, y estoy de acuerdo. Me alegro de haberme escogido a mí misma para hacerlo y estoy agradecida por todo el apoyo y el amor que he recibido de mi familia de amigos durante este proceso. Les agradezco muchísimo a los Pleyadianos su amor, su amistad, su apoyo y, sobre todo, por llevarme hacia mi propia evolución.

TERA THOMAS Pittsboro, North Carolina Marzo de 1992 Tera Thomas ha sido editora de Connecting Link y actualmente es una escritora freelance.

PRÓLOGO

¡Atrapada en Bali! Así es como me sentía mientras me preguntaba la razón por la cual nadie había mencionado la burocrática necesidad de un visado para Australia hasta ese momento. Con el billete y el pasaporte en la mano y con el equipaje en la báscula, me enteré de que sin el mencionado documento no podía abordar el vuelo a Darwin. Mi mente buscaba desesperadamente la lógica de la situación y cómo solucionarla. Este juego no era nuevo para mí, y mi habilidad para transformar y transmutar los obstáculos en mensajes y comprender su significado simbólico había sido puesta a prueba en más de una ocasión. Se enviaron varios fax al consulado en Sidney y, durante la primera hora de espera, tuve la cert eza de que me aclararía, y de que estaba a punto de comenzar un viaje de enseñanzas Pleyadianas en las tierras de ahí abajo. Había dejado Carolina del Norte hacía una semana, había estado unos días en Hawai y ahora, luego de una estadía de tres días en Bali, me sentía descansada y lista para empezar una odisea de dos meses.

Miré de reojo el reloj de la terminal y noté la lentitud con que transcurrían los minutos. Esperaba con impaciencia que los propósitos y los acontecimientos se pusieran en marcha. Mientras el tiempo se arrastraba, se despertó en mí el sentimiento de que quizá, solamente quizá, no subiría al avión. Quizás ésta iba a ser unas de aquellas veces en que, por más propósito que tuviera, no iría a ningún sitio. Podía sentir cómo mi cuerpo se resistía al nuevo plan y a los cambios que potencialmente habría que hacer si no lograba subir al avión y llegar a destino en el tiempo previsto. Me sentía fatal. ¡Maldición!

A las once de la noche, hora de partida de mi avión, y teniendo mi billete, pasaporte en mano, y mi viaje organizado, me dijeron que debía ver al cónsul local de Aus tralia el martes, cuando estábamos a sábado y el domingo y el lunes eran festivos. El próximo vuelo a Darwin estaba previsto para el día después.

Me rendí, encontré un taxi y, con el equipaje dentro, me dirigí a la soledad del hotel balinés que había dejado hacía unas horas. Mi habitación me esperaba. No tenía una solución inmediata para este dilema, con perspectivas de agravarse y, sabiendo esto, abandoné. Me instalé en la cómoda y confiada creación de que, de alguna manera, todo saldría bien y de que, si debía quedarme atrapada en algún lugar, Bali era ciertamente el sitio ideal.

Al día siguiente, estando sentada junto a la ventana de mi habitación, caí en la cuenta de que me había comprometido a escribir el prólogo de Mensajeros del Alba y de que ¡no me movería de allí hasta que hubiera completado la tarea! Mientras bebía café balinés, sentí que mi entorno y la rica vegetación que enmarcaba mi visión me nutrían. Me puse a pensar por dónde comenzar y cómo insertarme yo y ese proceso fenomenal llamado los Pleyadianos, que habían cobrado vida propia a través mío, en el tiempo y el espacio.

Como si estuviera perseguida por un sueño recurrente, me preguntaba una y otra vez, ¿cómo empezó todo?

Al principio me respondía delineando los impulsos y la secuencia de sucesos que me habían conducido a la canalización de los Pleyadianos, y me detenía ahí. Sin embargo, al repetirme interminablemente la pregunta, una energía se agitaba intranquila en mi realidad y, a medida que me repetía la historia, comencé a entrever una imagen mayor, donde los acontecimientos y principios provenían de distintas direcciones y «épocas», y se unían bajo un mismo propósito.

Durante mi niñez, siempre me sentí diferente y marcada por el hecho de haber heredado un hermano mayor retrasado mental. Su presencia representaba todo un reto para mi joven mente, y mi familia tenía mucho que aprender. Hace poco fui impulsada por los P's, como los llamo afectuosamente, a volver a examinar viejas fotografías de mi niñez y a reconsiderar mi interpretación de quién creía que era. Desde esa aproximación, esta vez vi que un amor casi celestial brillaba en el rostro de mi hermano mayor, Donaid, y en una fotografía tras otra, la luz parecía iluminarlo siempre. Nunca antes había considerado el hecho de que quizá yo estaba bendecida por su mera presencia.

Mi familia compartía y exploraba sus fronteras bajo la influencia de mi maternal abuela polaca, Babci, quien encarnaba una dignidad y un orgullo que trascendían su experiencia terrenal. Una pionera y producto de las vastas inmigraciones europeas de principios del siglo veinte, llegó a una tierra donde, según le habían contado, las calles estaban cubiertas de oro. Fue bajo su estabilizadora influencia que mis dos hermanos, mi hermana pequeña y yo jugábamos de niños, explorando las tierras mágicas de sus dominios. Fue gracias a ella como me sentí verdaderamente amada y aprendí a respetar a la Tierra y a amar al planeta. Nos dijo que su nombre significaba «Estrella» en polaco. Aquellas enseñanzas de amor a la Tierra resonaron más tarde en la voz de mi conexión con las estrellas, los Pleyadianos.

En la adolescencia, mi «diferencia», por decirlo de alguna manera, me llevó a una exploración de ideas metafísicas y, por primera vez, comencé a emocionarme con el descubrimiento de que podía escoger entre muy diversas interpretaciones de la realidad. A finales de los setenta, me encontraba explorando el material de Seth, entre otras cosas, y a partir de ahí pasé muchos años grabando mis aventuras imaginarias mientras devoraba páginas y páginas del saber de Seth.

En agosto de 1987 (el verano de la Convergencia Armónica), y luego otra vez siete meses después, en marzo de 1988, experimenté pequeños colapsos de la realidad en los que acontecimientos segmentados y almacenados de un pasado que parecía insignificante volvieron a mí con una fuerza inesperada, reclamando ansiosamente un lugar de reconocimiento. En estas ocasiones, mi cuerpo ent raba en estado de shock, al tiempo que aquellos que me rodeaban recibían y compartían información sobre raptos perpetrados por ovnis. La primera vez que ocurrió esto, me limité a comentarlo, pero la segunda vez mi cuerpo fue activado más allá de cualquier cosa que hubiera experimentado anteriormente —o casi—. Los recuerdos me abrumaban. La presentación de la información sobre ovnis estaba entrando en mi archivo de sueños, exponiendo una verdad que era difícil de asimilar.

Años antes, a principios de los ochenta, cuando vivía en Taos, Nuevo México, había tenido un encuentro nocturno con tres seres de un azul luminoso en mi habitación. En esa época, la experiencia causó en mí un pánico absoluto, un sentimiento que yo no conocía bien. Con el fin de resolver este conflicto, ya que no tenía ningún punto de referencia a mi alrededor con el que contrastar mi propia relación y experiencia con lo desconocido, almacené el acontecimiento/experiencia en mi diario imaginario, inspirado en Seth y ahí dejé este fragmento inexplicado de la realidad, que sabía que no era un sueño, aunque durante años encontró un lugar seguro en mi mente bajo esa denominación.

Ahora el viejo asunto volvía a resurgir. ¿Bajo qué categoría del archivo de la vida se encontraba mi experiencia? ¿Había sido verdaderamente real? Las imágenes del encuentro volvieron al presente y todas y cada una de las células de mi cuerpo tuvo la repentina certeza de que los extraterrestres eran reales. Mi cuerpo nunca olvidaría el encuentro con los tres seres azules que revolotearon a mi alrededor, consolándome por algún trauma aparentemente olvidado. Se estaba exigiendo a mi intelecto que expandiera su visión del mundo y que comprendiera -. Se me retó a que viviera con esta experiencia y la integrara, lo cual me abriría para lo que había de venir.

Los Pleyadianos y yo intersacamos realidades ofi cialmente unos meses después en Atenas, el 18 de mayo de 1988. Yo había estado viajando con un alegre grupo metafísico por los templos de Egipto y Grecia durante las últimas tres semanas. Empezando por la Gran Pirámide, nos fuimos desplazando por los antiguos vórtices, inocentes como niños, atrapados por el misterio contenido en las silenciosas piedras. El viaje concluyó con visitas a la Acrópolis y a Delfos y, mient ras nos despedíamos en el bar del hotel, sentí el impulso repentino de empezar a canalizar yendo a mi habitación, sentándome en silencio e imaginando que me encontraba en la Alcoba del Rey de la Gran Pirámide. Recuerdo haberme sentido inspirada por esta idea —sentí que era oportuna y que estaba en el espí ritu del viaje.

Me dirigí a mi habitación y, en cuanto me sentí segura y a salvo, me senté con la espalda recta y me trasladé con la mente a la Alcoba del Rey, acompañada del sonido «om». Me dije a mí misma: «Me propongo ser un canal claro ahora». Al poco rato sentí el deseo de hablar y, a medida que este deseo se comenzó a expresar por medio de una voz susurrante diferente a la mía, otra porción de mi mente —la racional, la que «controla»— empezó a cuestionar, a través del pensamiento, ¡a la voz que hablaba! Esta empresa inicial requirió de una gran destreza mental y física por mi parte, ya que estaba hablando por un desconocido, haciéndole preguntas mentalmente y oyendo sus respuestas para poder cont inuar dialogando.

Después de lo que pareció ser media hora, el des conocido anunció su presencia como «los Pleyadianos» y no dijo más. La comunicación duró en total aproximadamente una hora. Las «energías» habían sido claras y abundantes y el contacto había sido, de alguna manera, alegre —las palabras pronunciadas me aliviaban con respuestas — y hoy sólo recuerdo sensaciones de paz y sabiduría. ¡Al abrir los ojos me inundó un profundo sentido de lo mágico! ¿Era esto posible? ¿Había penetrado en algo al seguir los impulsos que me llevaron a unirme a esta expedición en primer lugar, o me había sumergido en las profundidades de un mundo de ilusión y lo había soñado todo? ¿Cuál era la diferencia? ¡Y Pleyadianos! Me sentí abrumada por esto desde un principio. ¿Quién, en su sano juicio, iba a creer que había contactado y hablado con extraterrestres? Esto era demasiado para mí. ¡Qué enorme tumulto interior provocó en mí el hecho de seguir estos impulsos! Desde entonces he aprendido a confiar en las energías que me mueven y honrarlas, y ahora puedo leer la historia de esos impulsos originales en mi carta astral y también en la carta Pleyadiana. Durante los primeros meses de nuestra relación, los Pleyadianos me sugirieron que estudiara astrología. Yo no tenía ni idea de la complejidad y del profundo compromiso que esta antigua ciencia exigía para poder acceder al lenguaje universal y al código de propósito. Los Pleyadianos, en su carta natal para ese día de infusión, tienen un sol en Tauro a 27 grados 57 minutos. La agrupación de estrellas de las Pléyades está situada a 28 grados Tauro. Todo un problema. Cuando empezábamos a conocernos, yo no estaba al tanto de sus trucos ni de los métodos sutiles que empleaban para incidir en mi realidad —estaba demasiado ocupada adaptándome a la idea de haber contactado con extraterrestres —. Al encontrarnos y fundimos, aumentaron la confianza y comprensión entre nosotros. Desde el principio, mi hermana Karen, que me asistía en las sesiones, esperaba ansiosamente el momento en que yo me sentaría y canalizaría. No dejaba entrever ningún tipo de dudas pero yo, en mi interior, continuaba preguntándome si esto era verdaderamente real.

Movida por el deseo de cooperar con lo que yo había creado, me ofrecí condicionalmente a usar mi cuerpo y mi voz en momentos convenidos, y además dejé claro que si los Pleyadianos eran verdaderamente reales, no les resultaría difícil lograr lo que querían y hacer la mayor parte del trabajo —mi lógica era que yo no iba a perder el tiempo con nada que no fuese una presencia viable—. Este comportamiento puede parecer el colmo de lo absurdo para algunas personas, aunque aquellos que poseen experiencia en estos mundos comprenden que es muy importante establecer límites. Me tomó casi dos años establecer un vínculo profundo con ellos, y sucedió durante una sesión de terapia corporal, en la que una ola de amor Pleyadiano, incomparable, me envolvió y en mi cuerpo emocional quedó grabada la inestimable valoración que de mí hacían. Me rendí.

Más adelante comprendí que los Pleyadianos habían demostrado su sutil presencia en mi mundo des de el primer día. Se convirtieron en los amigos y maestros que siempre había deseado tener. Parecían tener línea directa con el juego de sincronicidad/impulso que da vida a los acontecimientos y a las personas. Como nunca he invertido mucho tiempo en preocupaciones, me resultó fácil entrar en el momento Pleyadiano del dejarse ir, mientras ellos creaban una vida propia a través de mí. Las personas y las oportunidades llegaban de todas partes. Mi trabajo consistía en manejar y ser una azafata física para sus energías. Yo debía encarnar todas sus enseñanzas —salir a su encuentro y vivirlas.

Actualmente vivimos en armonía y la verdad es que me siento más extraterrestre que humana. Han dado vida a sus enseñanzas a través de mí, y mi vida se ha convertido en una historia de misterio Pleyadiano que me ha llevado al corazón de mi alma multidimensional. Con esto no quiero decir que comprenda totalmente nuestros encuentros, y a veces me pregunto cómo es posible que tantas personas hayan terminado involucradas en mi versión de la ilusión. Me siento profundamente agradecida por esta oportunidad de vi vir una vida que se expresa libremente en estos tiempos de cambios; y el hecho de que esta expresión creativa haya dado sentido a las vidas de tanta gente es, para mí, un precioso regalo —la gracia devuelta.

P. D: ¡Llegué a Darwin a tiempo!

UNO

EMBAJADORES A TRAVÉS DEL TIEMPO

Estamos aquí. Somos los Pleyadianos, una energía colec tiva de las Pléyades. Poseemos una larga historia. Nuestros ancestros llegaron de un universo que había logrado la realización, un universo. Vosotros estáis viviendo simplemente en un planeta que se acerca a la realización, y estamos aquí para ayudaros en esta tarea. Esta realización o transformación ha sido anunciada durante muchos eones. Es un momento importante. Lo que suceda en la Tierra ahora afectará a todo el universo.

La realización consiste en que comprendáis quiénes sois para que podáis ir más allá en el experimento.

Nuestros ancestros provenían de un universo que se había realizado y luego había comprendido universalmente que era el Creador Principal, la Primera Causa, o el viaje del Creador Principal en el tiempo. Venían de un universo que había descubierto su esencia: la creatividad. Al descubrir esa esencia, descubrimos que somos creadores.

Nuestros ancestros pudieron elegir entre regresar al Creador Principal —que es simplemente movimiento— y permanecer dentro de esa vibración, o continuar, como sucede siempre que se ha logrado la realización de la forma. Eligieron venir a este universo como embajadores porque se dieron cuenta de que algún día estaríais preparados para la realización. Vinieron a las Pléyades porque algún día ese sistema solar sería capaz de ayudaros en la época más difícil, la crisis previa a la reconexión con el Creador Principal. Nuestros ancestros fueron algunos de los Planificadores Originales de la Tierra, que plantaron semillas de creatividad y amor en los mundos . Debido a sus cualificaciones, gustaban de orquestar mundos, del mismo modo que los conductores aman conducir. Nuestros ancestros son también vuestros ancestros, y nos gusta llamaros nuestra antigua familia, pues en realidad lo sois. Nuestros ancestros entregaron su ADN a los Planificadores Originales, y este ADN se convirtió en parte del ADN de la especie humana.

Los Pleyadianos venimos de vuestro futuro. En nuestra versión del «ahora», aún existen la tiranía y el tumulto, y hemos vislumbrado probables uf turos de la Tierra que incluyen la misma tiranía y decadencia. El concepto de tiempo no es correctamente comprendido en la realidad de la tercera dimensión: vosotros creéis que el tiempo se mide en minutos o grados. El tiempo es mucho más vasto de lo que creéis. En realidad, el tiempo codifica y juega con la información, pues al estirarse, distorsionarse, curvarse y moverse, os permite penetrar en distintas realidades simultáneamente. Podéis entrar en una curva elíptica del tiempo y experimentar diferentes realidades simplemente desplazándoos por la curva y descubriendo que el tiempo no es «sólido», como tampoco lo es la realidad.

Como todas las realidades no son sólidas y como el futuro no está establecido (es tan sólo un número de probabilidades), vemos que ahora es el momento en que se da la oportunidad para insertar una probabilidad más positiva en la Tierra. Deseamos reinsertar la luz en este planeta y devolverle a la Tierra su propósito original: el convertirse en un magnífico centro de intercambio de información intergaláctica. Así que hemos regresado en una sección de tiempo a un lugar que llamamos una semilla, con el fin de poder producir un cambio. Este cambio no sólo afectará a la Tierra, afectará también a vuestro futuro, a nuestro presente y a todo el universo.

¡Éstas son buenas noticias! Habéis venido a la Tierra en un momento y un lugar en que la evolución está a la mano. Está a punto de producirse un gran salto en el que participaréis, y no estáis solos, ya que muchas energías están llegando a la Tierra en estos momentos para participar en este gran proyecto. Hay naves nodrizas rodeando el planeta. Hay rayos de luz que están llegando a la Tierra desde viejos y antiguos sistemas de estrellas que han estado trabajando para vosotros durante eones. Estos rayos de información están siendo enviados hacia el planeta.

A medida que esta información os sea transmitida, vuestros cuerpos deben ser capaces de recibirla, albergarla, y retransmitirla a otros. Muchos de vosotros estableceréis vínc ulos telepáticos con estas naves nodrizas, lo cual será como tener vuestras propias estaciones de radio, con las cuales podréis sintonizar con una gran riqueza de información siempre que queráis.

Ésta es la evolución de la superconsciencia, la evo lución hacia el aspecto más elevado de vuestro ser. No tenéis que preocuparos por convertiros en ese ser, ya sois ese ser, sólo tenéis que recordarlo. Desde que los velos que rodeaban la Tierra fueron retirados durante la Convergencia Armónica, habéis estado recibiendo constantemente destellos de esta energía del cosmos exterior. Esta energía es elevada y aumentada constantemente, a medida que vais siendo capaces de manejarla. Estáis evolucionando ahora a un ritmo tan acelerado, que cada año de esta década será como diez años o más del siglo pasado. Sentid cuánto habréis logrado en el año 1999 y cómo seréis. Será como si hubierais vivido cien años en una década.

Estaréis inundados de memoria, inundados con muchas otras cosas. Muchos de vosotros viajaréis en las naves hacia varias porciones del sistema solar. Al entrar en la Era de la Luz, se abrirán mundos de cuya existencia no teníais conocimiento. Habéis atravesado las otras eras: la Edad de Bronce, la Edad de Hierro, la Era Industrial, la Era de la Información, y muchas más. En estas eras, de lo que se trataba era de echar semillas, cultivar, y de colocar las potencialidades de la vida en la tercera dimensión.

La transición está a punto de ocurrir, un cambio dimensional que hará disminuir la densidad de la tercera dimensión para que podáis moveros hacia dimensiones más elevadas, en las que el cuerpo no tiene un estado tan sólido. Habéis venido aquí porque queréis dominar el proceso evolutivo y aprender a vivir con él. Esto será muy emocionante, porque significa que podréis funcionar en muchas realidades.

Las respuestas están enterradas en lo más profundo de vuestro ser. Las preguntas llegan a vuestras mentes para que encontréis las respuestas en vuestro interior. Para conseguir esto tenéis que creer que la información está almacenada ahí. La humanidad está aprendiendo una gran lección en estos tiempos. La lección consiste, por supuesto, en que reconozcáis vuestra divinidad, vuestra conexión con el Creador Principal y con todo lo que existe. La lección consiste en que os deis cuenta de que todo está conectado y de que vosotros formáis parte del todo.

Hay multitudes de culturas y sociedades que existen en la inmensidad del espacio, y estas sociedades y culturas han entrado y salido de este planeta desde el principio. Los Pleyadianos no somos los únicos que hemos venido a asistiros; somos sólo un grupo de uno de los tantos sistemas de estrellas. Muchos han viajado aquí por muchas razones. La mayoría de los extraterrestres están aquí para vuestro bien, aunque también hay quienes están aquí por otras razones.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter