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La realidad física en el universo conocido (página 2)



Partes: 1, 2

Hasta ahora, la mayoría de los científicos
han estado tan ocupados con el desarrollo de nuevas
teorías que describen lo que es el universo que no se han
planteado la cuestión de por qué. Por el contrario,
las personas cuya ocupación es preguntar por qué
-los filósofos– no han sido capaces de mantenerse al tanto
del avance de las teorías científicas. En el siglo
XVIII, los filósofos consideraban que todo el conocimiento
humano, incluyendo la ciencia, era su campo. Discutían
cuestiones tales como: ¿tuvo el universo un principio? Sin
embargo, en los siglos XIX y XX la ciencia se hizo demasiado
técnica y matemática para los filósofos o
cualesquiera otros, salvo unos pocos especialistas. Los
filósofos redujeron tanto el alcance de sus
investigaciones que Wittgenstein, el más famoso
filósofo de este siglo, dijo: "La única tarea que
queda para la filosofía es el análisis del
lenguaje.» ¡Qué retroceso desde la gran
tradición de la filosofía de Aristóteles a
Kant!

Sin embargo, si descubrimos una teoría completa,
debería en su momento ser comprensible en sus
líneas generales por todos, no solo por unos pocos
científicos. Entonces todos seremos capaces de tomar parte
en la discusión de por qué el universo existe. Si
encontráramos la respuesta a ello, sería el triunfo
definitivo de la razón humana, pues entonces
conoceríamos la mente de Dios.

No obstante, poco después de este escrito, en
marzo del 2003, en su Universidad de Cambridge, dijo:

«Mucha gente, y yo incluido, creíamos que
pronto descubriríamos la teoría definitiva que nos
permitiría predecir cualquier cosa del universo […].
Pero es posible que nunca lleguemos al final de nuestra
búsqueda.»

Unos años después, en 2010, Hawking, en
otro de sus libros de gran reputación -The grand design-
(HAWKING/ MLODINOW 2010), se inclinó a considerar que no
es necesaria la figura de Dios para la Creación, una
opinión que provocó el cataclismo consiguiente. Sin
embargo, el libro de Hawking empieza con una afirmación
que ruborizó la cultura y desautorizaba sus reflexiones;
en la página 5 de su libro -que es la primera
página escrita- dice: «Tradicionalmente, esas son
cuestiones [se refiere a las grandes cuestiones fundamentales de
cualquier persona y cultura] de la filosofía, pero la
filosofía ha muerto.» Es una
lástima que una persona de la categoría de Hawking
haya sido traicionada, esta vez, por el cientificismo.

Del primer comentario de Hawking que acabamos de citar,
Bernard Haisch creía posible hacer alguna
consideración irónica al expresar (2006:
132):

A mí, el Dios de Hawking me parece una especie de
superpresidente de la Royal Society: listísimo, pero sin
dejar de estar vinculado por las leyes de la física, y lo
bastante accesible como para poder mantener algunos debates
francamente interesantes con Hawking. Cabe suponer que el propio
Hawking podría incluso hacer alguna propuesta sobre
cómo mejorar el estado del universo, y señalar
algunos puntos que a Dios podrían habérsele pasado
por alto cuando trazó los planes de la
creación.

Efectivamente, el Dios de Hawking es el conocido
demiurgo de la tradición griega, el personaje que se ocupa
de la ingeniería cósmica. Dicha noción de
Dios es muy reduccionista y no coincide con el Dios trascendente
de las grandes tradiciones religiosas, aunque estas tradiciones
citen a Dios como un creador.

Haisch, por tanto, resitúa la trascendencia
ontológica a propósito de Dios, una trascendencia
que va más allá de las funciones de la
ingeniería de la creación. Se trata de una tarea
que es conveniente reelaborar constantemente porque Dios y Todo
son conceptos emparentados y, como acabamos de ver, son los
físicos quienes hablan de Dios, del Todo y de cómo
la ciencia coquetea con ambos conceptos. Cabe señalar que
todas las opiniones son respetables, pero cada vez es más
urgente recordar y precisar la necesidad de que en un mundo
complejo y carente de rigor se distingan los distintos y
complementarios conocimientos y empresas intelectuales,
necesitados de crítica los unos de los otros. Cada
interlocutor debe saber posicionarse en su campo con modestia y
continencia verbal y conceptual. Es arriesgado que los
teólogos hagan cosmología -lo han hecho durante
años y con poco éxito-, y es arriesgado que ahora
los cosmólogos u otros científicos se pongan a
hacer teología -como Stephen Hawking o Richard Dawkins.
Hoy en día, la ciencia, la filosofía y la
teología conocen bien los propios campos y lenguajes, y
las salidas de tono no favorecen ni a la ciencia, ni a la
filosofía ni a la teología. El lenguaje
correspondiente al trato de la ciencia experimental no es
adecuado para hablar de Dios, y el lenguaje simbólico de
las religiones sirve para hablar de Dios, pero no para determinar
la naturaleza de la vida o de los vivientes.

Acerca de esta cuestión nada banal, Haisch evoca
un texto de Neale Donald Walsch en el cual este autor recoge unas
fingidas «conversaciones con Dios», divertidas y
provocativas, que constituyen un ejercicio imaginativo sobre el
asunto de la relación entre Dios y el Todo, y de
cómo podemos imaginar que el mismo Dios percibe esta
cuestión: la relación Dios-Todo-nosotros. Es Dios
quien habla (HAISCH 2006:140-141)

Al principio, lo que Es (el Dios no manifiesto) es todo
lo que era, y no había nada más. Pero Todo Lo Que
Es no podía conocerse a SÍ mismo, porque Todo Lo
Que Es era todo lo que era, no había nada más. Y
así, Todo Lo Que Es […] no era. Este es el gran Es / No
Es del que han hablado los místicos desde la más
remota antigüedad.

En realidad, Todo Lo Que Es sabía que era todo lo
que era; pero aquello no bastaba, pues solo podía conocer
su absoluta magnificencia por concepto, no por existencia. Pero
lo que anhelaba era la experiencia de SÍ mismo, pues
quería saber qué se sentía al ser tan
magnífico. Pero aquello era imposible, pues el
término mismo magnífico es de valor relativo. Todo
Lo Que Es no podía saber lo que se sentía al ser
magnífico mientras no apareciera lo que no es.

Así pues, Todo Lo Que Es se dividió a
SÍ mismo, convirtiéndose en un momento glorioso en
lo que es esto y en lo que es aquello. Existieron por primera vez
esto y aquello distintos entre sí.

Así surgió de la Nada el Todo; se trata,
por cierto, de un hecho espiritual que concuerda con lo que
vuestros científicos llaman la teoría del Big
Bang.

Al producir el universo como versión dividida de
Sí mismo, Dios produjo, a partir de la energía
pura, todo lo que existe ahora, tanto lo visible como lo
invisible. En otras palabras, no solo se creó así
el universo físico, sino también el universo
metafísico.

Mi propósito divino al dividirme a MÍ
mismo fue crear las partes de MÍ mismo suficientes para
poder conocerme a Mí mismo por experiencia.

Eso es lo que quieren decir todas las religiones del
mundo cuando dicen que fuisteis creados «a imagen y
semejanza de Dios». Estamos compuestos de una misma
sustancia.

Mi propósito al crearos a vosotros, mis hijos
espirituales, fue conocerme a MÍ mismo como Dios. No tengo
otra forma de hacerla que a través de vosotros.

Dentro de este plan, vosotros entraríais como
espíritus puros en el universo físico recién
nacido. Esto es así porque lo físico es la
única manera de conocer por experiencia lo que se conoce
por concepto. Este es el motivo por el que creé en su
momento el cosmos físico.

Como puede verse, es todo un estimulante ejercicio de
dialéctica ficticia que nos recuerda cómo
inevitablemente jugamos con los conceptos cuando tratamos los
términos absolutos.

El Todo que pretendemos descubrir se encuentra
peligrosamente cerca de la Nada en algunas de nuestras formas
mentales, siendo buena en esta ocasión esa conocida frase
que afirma que los extremos se tocan. No es extraño, pues,
que la Nada haya dispuesto también de su momento de
formulación rigurosa como expresión de lo
trascendente. Probablemente, Laozi es quien de un modo más
fino, elegante, espiritual y filosófico propone el acceso
a lo trascendente a través de la Nada. En su Daodejing,
uno de los libros de la literatura mundial traducidos a
más lenguas, nos muestra -de una forma directa y alejada
de las fórmulas abstractas-la realidad profunda del Todo
en la encrucijada del Yin y del Yang, en el vacío que
esconde celosamente la plenitud. Este es el camino, el Tao.
Recordémoslo con el famoso canto XI del
Daodejing:

Treinta radios convergen en el cubo de una
rueda, mas en su nada radica la utilidad del
carro.

Se labra el barro para hacer vasijas, mas
en su nada radica la utilidad del carro.

Se horadan puertas y ventanas para hacer un
aposento mas en su nada radica la utilidad del
aposento.

El ser es lo práctico, la nada es lo
útil.

Traducción de
Anne-Héléne Suárez Girard

Mucho más cercano a nosotros, un profundo y
místico poeta español contrasta el Todo y la Nada
en una impresionante meditación sobre la muerte (HIERRO
1998):

Después de todo, todo ha sido nada A
pesar que un dia fue todo. Después de nada, o
después de todo Supe que todo no es mas que
nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice
«[Nada!». Grito «¡Nada!», yel eco
dice «¡Todo!». Ahora sé que la nada lo
era todo, y todo era ceniza de la nada

No queda nada de lo que fue nada. (Era
ilusión lo que creía todo y que, en
definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada si
más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

Todos los místicos se han hecho eco de esta
trascendencia que es una forma excelente de conocimiento cuando
ya sabemos que no sabemos. San Juan de la Cruz lo expresaba
así en la copla Entréme donde no supe (1999:
6-7):

Entréme donde no supe y
quedéme no sabiendo, toda ciencia
trascendiendo.

Yo no supe dónde entraba, pero,
cuando allí me vi,

sin saber dónde me estaba grandes
cosas entendí;

no diré lo que
sentí,

que me quedé no sabiendo toda ciencia
trascendiendo. […]

Estaba tan embebido, Tan absorto y ajenado,
Que se quedó mi sentido de todo sentir privado,

y el espíritu dotado

de un entender no entendiendo toda ciencia
trascendiendo.

La fascinación por el Todo y la Nada -dos formas
lingüísticas indicativas- forman parte de la misma
impaciencia que preside la trascendencia, con el convencimiento
de que esta fascinación puede revelamos unas dimensiones
escondidas de la realidad.

III El quinto Milagro de Paul Davies

¿Un universo bioamigable?

En su gran mayoría, los bioquímicos y los
biólogos moleculares ignoran la mecánica
cuántica. Átomos y moléculas son tratados
como pequeños bloques constituyentes que se adhieren en
formas diversas, pero la realidad del micromundo es mucho
más sutil que eso. Para empezar, está la famosa
dualidad onda- partícula: un átomo tiene a la vez
aspectos de onda y aspectos de partícula. De manera
significativa, la onda puede identificarse con información
o software, porque describe lo que se conoce acerca del sistema.
Por otra parte, el átomo tratado como una partícula
corresponde al hardware. Cuando se hace una medida
cuántica, la onda se «colapsa» -sufre un
cambio abrupto- porque cambia el conocimiento del sistema. Pero
esto afecta a su vez al comportamiento posterior de la
partícula. Existe, así, una especie de
enmarañamiento hardware-software en la mecánica
cuántica. La información (o conocimiento) tiene un
poder causativo hacia abajo. De modo que aquí hay una
teoría física fundamental que tiene la
información en su núcleo, y la enreda con la
materia de una forma íntima. Además, las fuerzas
interatómicas que forman moléculas
biológicas tales como proteínas y ácidos
nucleicos son realmente de naturaleza
mecánico-cuántica. ¿Podría ser
precisamente algún tipo de proceso
organizativo-cuántico lo que se necesita para explicar el
origen de las macromoléculas
informáticas?

Evidencia en apoyo de esta conjetura proviene de una
dirección inusual.

En su famoso libro, Erwin Schrodinger propuso que la
unidad de la herencia es «un cristal
aperiódico». Por esto él entendía una
estructura molecular suficientemente estable para conservar su
forma, pero suficientemente compleja para almacenar mucha
información. Un cristal periódico normal tiene
estabilidad pero poco contenido de información
algorítmica. La idea de Schrodinger se reveló
profética. Una molécula de ADN tiene estabilidad
estructural (aunque no es perfecta; la conservación de la
información requiere el uso de procesos de lectura de
pruebas y edición). La aperiodicidad surge debido a que la
secuencia de bases es fundamentalmente aleatoria, y por ello rica
en información; un punto que yo he criticado.

Hace algunos años, los químicos se
sorprendieron por el descubrimiento de un tipo muy diferente de
cristal aperiódico, llamado un cuasi-cristal. Los
cuasi-cristales poseen una curiosa simetría
quíntuple; es decir, tienen la misma apariencia cuando se
les rota setenta y dos grados. Sin embargo, y a diferencia de los
cristales normales, no son periódicos. En realidad, puede
demostrarse que la pauta de átomos nunca se
repite.

La razón de que los cuasi-cristales produjeran
una sorpresa se remite a la geometría simple. Es bien
sabido que se puede embaldosar una pared con triángulos
cuadrados y hexágonos, pero no con pentágonos. Los
pentágonos no embaldosan: dejan huecos. Así, la
simetría quíntuple no permitirá una pauta
repetitiva simple. Sin embargo, en un famoso teorema, Roger
Penrose demostró que una pared infinita puede ser
embaldosada con simetría quíntuple utilizando dos
teselas de formas diferentes: un rombo ancho y uno estrecho. Los
cuasi-cristales son un análogo tridimensional, que se da
de forma natural, de una pauta de embaldosado de Penrose. El
propio Penrose ha sugerido que la misma existencia de
cuasi-cristales plantea un enigma, en vista de su naturaleza
aperiódica. Un cristal periódico normal puede
crecer átomo a átomo, puesto que forma una
estructura repetitiva regular, pero un cuasi- cristal requiere
algún tipo de organización de largo alcance para
asegurar que las piezas correctas ajusten en los lugares
correctos. Penrose opina que algunos aspectos sutiles de la
mecánica cuántica, e incluso la gravedad
cuántica, pueden desempeñar un papel en esta
organización geométrica.

Debido a su simetría quíntuple, un
cuasi-cristal tiene muy poca información almacenada en su
orientación, pero una cantidad ilimitada en su secuencia
aperiódica lineal. Combina así algo de la idea de
Cairns-Smith de cristales impuros y algo de la idea de
Schrodinger de una molécula de cadena aperiódica.
Como el ADN, los cuasi-cristales parecen a primera vista
«objetos imposibles», con una enorme complejidad
algorítmica. Pese a todo, la mecánica
cuántica les permite existir de algún modo. No
estoy sugiriendo que los cuasi-cristales sean genomas posibles
(aunque, ¿quién sabe?), sino sólo que su
estudio puede dilucidar la forma en que la mecánica
cuántica puede organizar la formación de
estructuras físicas complejas con gran capacidad de
almacenamiento de información.

Otro indicio de que la magia cuántica
podría estar presente en la administración de la
información biológica procede del estudio,
actualmente en boga, de la computación cuántica."
Se ha demostrado que un ordenador cuántico puede hacer
tratables algunos problemas computacionalmente intratables, lo
que de nuevo sugiere que un «objeto imposible»
computacionalmente, tal como un genoma algorítmicamente
aleatorio, podría producirse con bastante facilidad
mediante procesos cuánticos, incluso si requiriera una
evolución larga y tortuosa por medios
clásicos.

Admito que estas ideas que tan sólo he rozado en
esta sección son muy especulativas, pero el propio hecho
de que el problema de la biogénesis haga surgir tales
especulaciones subraya hasta qué punto es tozudo este
misterio. De todas formas, la hipótesis de que la vida es
un fenómeno cósmico fundamental, predestinado a
desarrollarse cuando quiera que las condiciones lo permitan,
sigue estando bastante extendida. Pocos defensores de la tesis de
que «la vida saldrá» aprecian por completo las
amplias implicaciones de lo que están proponiendo. El
pensamiento determinista, incluso en las formas más
débiles de De Duve y Kauffman, representa un reto
fundamental al paradigma científico existente. De hecho,
es suficiente para hacer estremecer a muchos biólogos.
Aunque los deterministas biológicos niegan con fuerza que
en sus propuestas haya implícito algún
diseño real, u objetivo predeterminado, la idea de que las
leyes de la naturaleza pueden estar inclinadas hacia la vida,
incluso si no contradicen la letra del darwinismo, ciertamente
ofende a su espíritu. Desliza un elemento de
teleología en la naturaleza, un siglo y medio
después de que Darwin lo eliminara. Para muchos
científicos, el determinismo biológico equivale a
un milagro revestido de naturaleza. Eso, por supuesto, no lo hace
falso. ¡Aún podría ser verdadero! La vida
podría estar realmente abocada a ocurrir cuando quiera que
se den la condiciones apropiadas. Pero, si es así, las
consecuencias serán realmente profundas.

Durante trescientos años, la ciencia se ha basado
en el reduccionismo el materialismo, lo que conduce
inevitablemente al ateísmo y a una creencia en el
sinsentido de la existencia física. Un universo
bioamigable marcaría un cambio decisivo. Su importancia
trascendental ha sido elocuentemente expresada por De Duve:
«Desde la perspectiva del determinismo… no veo este
universo como una "broma cósmica", sino como una entidad
significativa, hecha de tal modo como para generar vida y mente,
abocada a dar nacimiento a seres pensantes capaces de discernir
la verdad, captar la belleza, sentir amor, anhelar la bondad,
delimitar el mal, experimentar el misterio».

IV El quinto nivel de la evolución de Manuel
Alfonseca

14. ¿Cómo será el
quinto nivel? (resumen)

Resumiendo: el ser de quinto nivel, si ha de ser viable
y coherente con la marcha de la evolución, deberá
tener las siguientes características:

1. Estructura celular. Los seres humanos
individuales serán las células que se unan entre
sí para formar un ente de nivel superior.

2. Diferenciación celular. Cada
miembro ocupará un lugar y desempeñará un
papel único e irreemplazable.

3. Dependencia celular. La vida, fuera del
ser de quinto nivel, será imposible o no valdrá la
pena vivirla.

4. Solidaridad. Las células
harán, libre y voluntariamente, cesión de su propia
voluntad ante el bien superior del conjunto. El altruismo debe
haber vencido definitivamente al egoísmo.

5. Unidad. La fuerza que vinculará a unas
células con otras y asegurará la estabilidad del
conjunto es el amor, entendido como acto de voluntad, origen de
la acción de cada una de las células, y no como
pasión sufrida por ellas.

6. Unicidad. Sólo podrá existir un ser del
quinto nivel.

7. Inmortalidad. El tiempo y el quinto nivel de la vida
son incompatibles.

Terminaremos tratando de ver que todo esto
no es una lucubración mental, que este ser es realmente
posible y que, con otro nombre, la humanidad lo ha conocido desde
hace algunos miles de años.

V Un poco de ciencia para todo el mundo de
Claude Allégre

LA EVOLUCIÓN

No cabe duda de que la teoría de la
evolución de las especies es la teoría
científica más conocida:

«El hombre desciende del mono. Todos
somos descendientes lejanos de la bacteria». También
es la que ha provocado por doquier los debates
más tumultuosos con las autoridades religiosas más
diversas.

Y a la vez, es también la
teoría epónima, el corazón, la espina
dorsal, el marco general último de las ciencias del ser
vivo.

El ADN aporta a esta teoría un
elemento de prueba contundente. Porque todos los seres vivos,
desde la bacteria hasta el elefante, desde el alga azul hasta la
rosa, desde la limnobia hasta el hombre, todos llevan su
patrimonio genético codificado en esos dobles trocitos de
ADN. Es cierto que el ADN no tiene la misma longitud, los dobles
trocitos (cromosomas) son más numerosos y complicados en
el hombre que en la bacteria (el ADN del hombre posee 3.500
millones de nucleótidos, de «letras»,
organizados en 46 cromosomas, y el de la bacteria
tiene dos millones de nucleótidos en un solo cromosoma),
pero se trata siempre del ADN. Cuando se conoce la extraordinaria
complejidad molecular que representa el ADN, cuando se observa la
delicadeza y lo fabuloso de la maquinaria de precisión que
demuestra ser es imposible imaginar que generaciones
espontáneas de linajes diferentes, de secuencias de
reacciones bioquímicas separadas hayan podido desembocar
en una estructura común tan compleja y tan similar.
Además, todo el cálculo de probabilidades, todo el
trabajo de experimentación de los químicos
acumulado desde hace dos siglos concluyen de forma
idéntica: ¡es impensable que la naturaleza haya
podido fabricar por separado a través de muchos procesos
diferentes!

Así pues, a nivel molecular, es decir, a nivel
fundamental, todos hemos salido del mismo molde
básico, el ADN, creado de una sola vez, en un
momento determinado en un solo lugar, hace ya mucho tiempo de
eso…

El ADN es el denominador común, el
guardián, el testigo, el símbolo, el arquitecto, el
motor de lo que hoy en día sigue siendo el mayor misterio
de la ciencia: la Vida, y es a la vez el más sólido
argumento para esta teoría evidente en sus líneas
generales y todavía desconocida en sus modalidades: la
evolución.

Esta teoría' se atribuye
generalmente a Darwin, pero nosotros la haremos remontar hasta
Lamarck.

¿Cómo y hasta dónde se
puede modificar el genoma para sanar, curar o prevenir? Ese es el
programa de la nueva Medicina. Pero todo eso se
apoya en el conocimiento que tenemos del ADN y de la
Mecánica celular. La vida nos ofrece poco a poco la clave
para poder comprender sus mecanismos. Pero
(¿todavía?) no ha entregado SU secreto, el secreto
que permitiría pasar de la materia a la vida, de lo
inorgánico a lo orgánico, del mineral al ser
vivo…

VI Consciencia de Federico Ortiz
Quezada

CONCLUSIÓN

El hombre es un dios caído que
recuerda los cielos.

ALPHONSE DE LAMARTINE

Hoy se acepta que el universo nació
de una gran explosión producto de la energía
condensada que no resistió tanto confinamiento. Algo dio
de sí, tal vez un quanto, y todo estalló con una
brillantez cegadora. De tal resplandor proviene la palabra dios
que hace referencia al fulgor del sol que también era
concebido como una deidad -de ahí también el
término día-, Hoy puede señalarse que dios
es energía, palabra griega que significa actividad,
operación, fuerza, poder.

La propiedad más importante de la
energía, o de dios, es que ésta se conserva, no
desaparece con el tiempo aun cuando cambie de forma y se
convierta en masa. En este sentido tienen razón los que
sostienen la inmutabilidad de dios, su equívoco consiste
en antropomorfizarlo y no percatarse de su permanente
evolución. Por eso Nietzsche se preguntaba si
"¿dios es un error del hombre o el hombre es un error de
dios?". Así, la energía, que algunas personas
llaman dios, nada tiene que ver con el del dios unipersonal y
providente de las religiones. Se debe aceptar que la
energía, el universo, la consciencia, son fenómenos
trascendentes.

La evolución del universo es
innegable, tuvo un principio y tendrá un fin. Antes de la
aparición del universo no había nada porque no
existía el tiempo, pues éste es una
dimensión que trajo el cosmos.

Como resultado de este proceso
surgió el planeta Tierra, lugar donde se dieron las
condiciones adecuadas para el origen de la vida; se trata de
circunstancias tan peculiares y azarosas que son exclusivas de
nuestro planeta. Seguir buscando vida inteligente en otros
planetas significa negar la evolución del universo y la
vida como la conocemos. Por lo tanto, su búsqueda es
inútil y obedece a una corriente ideológica,
religiosa, sin bases científicas. El surgimiento de la
vida en la Tierra representa un fenómeno de imposible
reproducción en otra parte.

A este portento se añade la
aparición del hombre, la cual fue calificada como
milagrosa en la época que se carecía de
información y conocimientos científicos. La
única explicación posible se basaba en poderes
sobrenaturales. Por esto, cuando se supo que guardamos una
semejanza notable con los chimpancés, sentimos
extrañeza, desilusión, más aún cuando
se descubrió que la vida tiene un origen material. Hoy, la
ciencia ha demostrado que somos producto de la evolución
biológica que nos trasciende y continúa de tal
suerte que parece que somos una transición hacia un ser
humano más desarrollado. Por lo mismo, surge la pregunta:
¿qué nos hace humanos?

La respuesta a este interrogante fue
abriéndose paso a partir de la modernidad cuando
emergió el concepto consciencia; este fenómeno
comenzó a estudiarse seriamente en el siglo XXI. Los
filósofos y los científicos orientan
investigaciones de la consciencia: los primeros se basan en la
lógica y la introspección; los segundos en eventos
físicos provenientes del cerebro. De tal manera que las
indagaciones en torno al fenómeno consciente se resumen en
los siguientes apartados: el físico, que la explica por
mecanismos quánticos; el biológico, que la
incorpora al funcionamiento cerebral; el social, que la entiende
con base en la historia y la cultura; el antropológico,
que la revela con base en la evolución; el literario, que
a lo largo de la historia la ha descrito con precisión. Es
evidente que diversas disciplinas -las de la mente
humana- concurran en su análisis y elucidación.
Todas ellas, desde su respectivo terreno, han
aportado al esclarecimiento de lo que consideramos humano y la
forma en que la consciencia brotó en el hombre.

Es importante señalar que la
reflexión puramente filosófica se orientó a
una descripción especulativa: la
física no ha comprobado los mecanismos que
supuestamente intervienen en la creación de la
consciencia, y la literatura se ha contentado con describir lo
humano. Por tal razón, en la actualidad lo más
promisorio para conocer los mecanismos íntimos de la
consciencia está en el terreno de las ciencias cognitivas
y las neurociencias, las cuales investigan su base
biológica sin separarla de la social cultural.

"La consciencia es un fenómeno
natural que representa la cúspide de la evolución
del sistema nervioso [… ] la psicopatología
no es otra cosa que un conjunto de enfermedades de la
consciencia".

La consciencia es un fenómeno
trascendente que se desarrolló a través de
diferentes especies y contribuye a la inmortalidad de lo humano:
es una característica que nos define y evoluciona de
acuerdo con nuestro conocimiento. En lo individual, podemos
perfeccionarla en la medida de nuestras aspiraciones o podemos
destruirla arruinamos nuestro cerebro. Cada ser humano tiene la
opción de elegir. "Solamente hay un
rincón en el universo que puedes mejorar",
señaló Aldous Huxley, "y ése es tu
consciencia".

La consciencia es una experiencia unificada
en el tiempo y el espacio que nos enlaza con el resto del
universo. "Si las puertas de la percepción se limpiaran,
todo aparecería al hombre como es: infinito", nos dice
Aldous Huxley en Las puertas de la percepción, "porque el
hombre se ha cerrado en sí mismo y ve todo a través
de los resquicios de su caverna"." Por ello, para conocer el
mundo que nos rodea, es necesario que acrecentemos nuestra
consciencia. Fenómeno humano que es una respuesta
adaptativa para sobrevivir a un medio hostil que en
la actualidad se manifiesta por las crisis económicas y
sociales que atentan contra el individuo y la sociedad.
Así, frente a la guerra, la pobreza, la enfermedad, la
muerte y más calamidades, el ser humano desarrolla y
acrecenta nuevas formas de consciencia para resolver sus
problemas.

Un buen ejemplo de ello es la respuesta
social a la epidemia de influenza AH 1 N 1 que azotó al
mundo, a partir de Norteamérica, en abril
2009. Fui testigo de la manera como se organizaron los diferentes
países, en particular la ciudad de México. En unas
pocas horas, a partir del anuncio de la epidemia, las personas se
aislaron, las multitudes se suspendieron, todos se cubrieron la
boca, se acataron las medidas propuestas por la autoridad
sanitaria, en síntesis, se recurrió a la
ciencia y no a la religión, lo que demostró una
toma de consciencia nueva respecto a una nueva
enfermedad.

Consciencia que, según el relato
bíblico, es al mismo tiempo nuestra bendición y
maldición. Fortuna, porque gracias a ella advertimos el
mundo; condena, porque al adquirirla nos volvimos mortales.
Cuando Adán y Eva vivían en el paraíso eran
seres inconscientes, no se percataban de la desnudez en que
habitaban. Fue entonces cuando se acercó la serpiente y
les dijo: "¿Es cierto que Dios les ha dicho:

No coman de ninguno de los árboles
del jardín? La mujer respondió: Podemos comer de
los frutos de los árboles del jardín, menos del
fruto del árbol que está en medio del
jardín, pues Dios nos ha dicho: No coman de él, ni
lo toquen siquiera, porque si lo hacen
morirán".

"La serpiente replicó: De ninguna
manera morirán. Es que Dios sabe muy bien que el
día que coman de él, se les
abrirán a ustedes los ojos y serán como dioses y
conocerán el bien del mal". La narración
bíblica cuenta que hombre y mujer se vuelven conscientes
de sí y dios al percatarse de ello, encolerizado, los
maldice. Al final en un acto de aceptación, pues no pudo
evitar lo sucedido, exclama apesadumbrado: "He aquí que el
hombre ha venido a ser como uno de nosotros, pues se hizo juez de
lo que es bueno y malo. No vaya ahora a alargar su mano y tome
también del árbol de la vida. Pues al comer de este
árbol viviría para siempre". Todos sabemos el
resto: el hombre fue expulsado del paraíso.

Mediante ese acto de desobediencia el ser
humano tomó consciencia y se autoconstruyo
convirtiéndose en dios de sí mismo. Como
consecuencia se volvió mortal. Es la consciencia lo que
nos ha hecho humanos al mismo tiempo que mortales. Pero …
valió la pena escuchar a la serpiente pues, a fin de
cuentas, ¿quién quiere ser inmortal?

Literatura
involucrada:

1. Agustín Estrada, Versión
del Popol Vuh.

2. Albert Einstein y otros, La
teoría de la relatividad

3. Albert Einstein, Sobre la teoría
de la relatividad y otras aportaciones
científicas.

4. Anónimos, La Biblia

5. Arthur C. Clarke & Frederik Pohl, El
Ultimo Teorema

6. Bernard Haish, La teoría de
Dios.

7. Carl Sagan, La conexión
cósmica.

8. Carl Sagan, NOVELA Contacto

9. Carlos Ruiz Mejía, Trampas de
luz.

10. Claude Allégre, Un poco de
ciencia para todo el mundo

11. Charles Darwin, El origen del
hombre.

12. David Richo, El poder de la
coincidencia.

13. Federico Ortiz Quezada, Consciencia,
Del origen del universo a la aparición del
hombre

14. Francisco J. Rubia, La conexión
divina

15. Frank Wilczek, La ligereza del
ser.

16. Friedrich Wilhelm Nietzsche, El
anticristo.

17. Gottfried Wilhelm Leibniz,
Monadologia.

18. Guillermo Sahagún; Salvador Cruz
Jiménez; Jorge Flores Valdés, Una ojeada a la
materia.

19. Hermann Hesse, Siddharatha.

20. James S. Trefil, De los átomos a
los quarks.

21. Jorge Lira, La percepción
remota: nuestros ojos desde el espacio.

22. José Rodrigues dos Santos,
NOVELA, El enigma de Einstein.

23. Manuel Alfonseca, El quinto nivel de la
evolucion

24. Mario Livio, ¿Es Dios un
matemático?

25. Noê Alva, Fuera de la
cabeza

26. Paul Davies, El quinto
milagro.

27. Paul Davies, Otros mundos.

28. Ramón María Nogés
Cerebro y Trascendencia.

29. Roger Penrose, El camino a la
realidad.

30. Shahen Hacyan, Los hoyos negros y la
curvatura del espacio- tiempo

31. Stephen W. Hawking, Agujeros negros y
pequeños universos.

32. Stephen W. Hawking, Historia del tiempo
del big bang a los agujeros negros.

 

 

Autor:

Cesar Humberto Valdez
Chapa

2014

Partes: 1, 2
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