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El principio




Enviado por Jesús Castro



  1. El
    principio
  2. Datos
    comparativos del relato del Génesis
  3. El
    estilo del Génesis
  4. El
    Génesis y la ciencia
  5. El
    "Principio" o Comienzo, en sentido literal o
    real

Este artículo pretende contestar lo más
breve y satisfactoriamente posible la siguiente pregunta, basada
en el libro del Génesis: ¿En qué sentido
debería entenderse la palabra PRINCIPIO que aparece en el
capítulo 1 del Génesis, en el versículo
primero?

El
principio.

Génesis es un vocablo de etimología
griega que significa "origen, nacimiento", y el nombre se
tomó de la traducción Septuaginta (o Versión
de los Setenta) griega del libro, que data de unos dos siglos
antes de la era común (antes de Jesucristo). En los
manuscritos hebreos, el título consiste en la palabra
inicial, Bereschith, que se traduce "en el principio"
(griego: "en arkjei").

El versículo 1 del capítulo 1 del
Génesis dice: "En el principio ( bereschith, en
hebreo) Dios creó los cielos y la tierra". Por
consiguiente, un estudio concienzudo de las Santas Escrituras
llevaría a preguntarse: ¿Cómo debería
entenderse aquí la palabra PRINCIPIO? ¿En sentido
figurado, imaginario o simbólico; o en sentido
real?

Sabemos que en el lenguaje coloquial empleamos
frecuentemente palabras con doble sentido. Por ejemplo, cuando
decimos "hoy hace mucho FRÍO" entendemos sin dudar que
FRÍO aquí se refiere a algo real, es decir, a un
estado de temperatura ambiental baja. Pero si decimos "mi
tío me recibió con un saludo FRÍO" entonces
captaremos rápidamente que FRÍO se emplea ahora de
manera figurada o imaginaria, esto es, de forma no real, o
irreal, con objeto de resaltar un recibimiento de carácter
poco entusiasta. Pues bien, aplicando esto al Génesis, y
más concretamente a la palabra PRINCIPIO, cabe, pues,
cuestionarse: ¿Cómo entender su significado: de
manera real o simbólica?

Esto nos lleva a investigar sucintamente el
estilo literario en el que está redactado el
Génesis y no se nos hará difícil darnos
cuenta de que pretende ser una narración intencionalmente
histórica, no mitológica ni fantasiosa. Sin
embargo, contiene partes que muchos críticos califican de
incomprensibles desde el punto de vista real y por eso afirman
que el Génesis debe ser entendido de manera
mitológica o simbólica. Por ende, surge la
pregunta: ¿Es el Génesis un documento plenamente
histórico y objetivo, o tiene algo (o mucho) de
mitológico?

Datos
comparativos del relato del Génesis.

El carácter histórico y objetivo (libre de
fantasías) del Génesis se pone de manifiesto cuando
se compara el contenido del mismo con otras fuentes antiguas que
hablan de la creación. Por ejemplo, la más
destacada "historia" babilónica dice que el dios Marduk
—el dios principal de Babilonia— mató a la
diosa Tiamat, luego tomó su cadáver y "la
partió, como a un marisco, en dos: La mitad erigió
y techó por firmamento". Así llegaron a existir la
tierra y su firmamento. En cuanto a la creación de la vida
humana, esta fuente declara que los dioses capturaron al dios
Kingu y "le impusieron la condena y sajaron sus (vasos) de
sangre. De su sangre formaron la humanidad" (La Sabiduría
del Antiguo Oriente, edición de J.B. Pritchard, año
1966, páginas 40 y 43). Del mismo modo, las
"historias" egipcias de la creación registran las
actividades de varios dioses, y no concuerdan en cuanto al dios
de qué ciudad (Menfis o Tebas) concibió la
creación. Una fuente egipcia relata que Ra —el dios
Sol— creó a la humanidad a partir de sus
lágrimas. Las "historias" griegas son comparables a las de
los babilonios. Los registros chinos antiguos son ante todo
calendarios y cálculos cronológicos, o tratan sobre
asuntos de interés meramente local o temporal. Ninguna de
esas fuentes antiguas contiene un registro histórico,
genealógico y cronológico como el que se encuentra
en el libro del Génesis. Los escritos de los países
de la antigüedad por lo general reflejan incertidumbre y
hasta confusión al intentar explicar quiénes fueron
los padres fundadores de sus respectivos pueblos. La
precisión y el detalle que se aprecia en la
narración de la historia primitiva de Israel, que comienza
en el Génesis, difiere abrumadora y notablemente de otros
escritos del pasado lejano.

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Respondiendo a aquéllos que rechazan muchas
porciones del Génesis como fábulas o folclor,
Wilhelm Möller dice: "No me parece admisible que en alguna
raza las fábulas y los mitos con el transcurso del tiempo
lleguen a tener cada vez más aceptación como hechos
reales, a menos que ahora queramos aceptar como verdades
históricas el Cantar de los Nibelungos o Caperucita Roja.
Pero según los críticos, esto es lo que debe haber
sucedido en Israel" (The International Standard Bible
Encyclopaedia, edición de J. Orr, año 1960, volumen
2, página 1209). Después continúa
señalando que los profetas aceptaron el relato de la
destrucción de Sodoma y Gomorra como verdadero, y que
tomaron a Abrahán, Isaac, Jacob y José como
personas reales. A este respecto, Salo W. Baron menciona lo
siguiente en su libro "Historia social y religiosa del pueblo
judío" (volumen 1, páginas 48 y 49): "Es más
probable que la vívida descripción de las virtudes
y debilidades humanas de Abraham, Isaac, Jacob y José, que
encontramos en el libro del Génesis, refleje
auténticas individualidades históricas y no simples
personificaciones de tribus hebreas posteriores. Pocos
historiadores bíblicos se confesarían turbados por
una afirmación tan extrema como la siguiente: "Ya no se
puede discutir que detrás del Abraham bíblico se
manifiesta una eminente personalidad histórica"". No
sólo eso, sino que en muchos lugares de los Libros
Sagrados posteriores, tanto orientales como occidentales, se hace
referencia a Abrahán, Isaac y Jacob.

El estilo del
Génesis.

La alegoría suele definirse como "ficción
en virtud de la cual una cosa representa o significa otra
diferente". Se afirma que las composiciones literarias que
emplean esta figura retórica encierran símbolos
ocultos de cosas más importantes. Al igual que
Filón de Alejandría, filósofo griego de
origen judío del primer siglo de la era común,
algunos maestros religiosos de la actualidad se valen de la
interpretación alegórica para explicar el
Génesis. Afirman que el estilo del Génesis es
alegórico. Por ejemplo, la Biblia de Jerusalén
(católica) comenta respecto a los primeros
capítulos del Génesis: "Los once primeros
capítulos del Génesis […] exponen en un estilo
sencillo y figurativo, acomodado a la mentalidad de un pueblo
poco culto, las verdades fundamentales […;] si las verdades son
ciertas, presuponen hechos que son reales, aunque no nos sea
posible perfilar su contorno bajo el mítico ropaje que
conforme a la mentalidad del tiempo y del medio ambiente se les
ha puesto". Según esta opinión, pues, los primeros
11 capítulos del Génesis no han de tomarse de forma
literal o real, sino que tal como el ropaje cubre el cuerpo,
así sus palabras esconden un significado más
profundo y diferente de lo que aparece en el texto.

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Muchas iglesias no han querido quedarse
atrás en lo que tiene que ver con apoyar la
hipótesis alegórica en la interpretación del
Génesis, pues esta óptica se ha
impuesto en el ámbito académico y el rechazarla
implica quedar automáticamente al margen de la ciencia
teológica reconocida, y porque, además, hay una
enorme presión procedente de la intelectualidad moderna en
pro de la Teoría de la Evolución, la cual choca
directamente contra el Génesis si se toma éste en
sentido literal o real. Por tal motivo, en 1949, el arzobispo de
Canterbury, a quien se considera el obispo mayor de la Iglesia de
Inglaterra, dijo: "La Iglesia Cristiana en general ha aceptado la
teoría de la evolución como algo que ha sido
científicamente establecido". Y Alexandre Westphal, que
fue profesor honorario de historia religiosa y teología
bíblica en la Escuela Teológica Protestante de
Montauban, Francia, declaró, en su "Dictionnaire
Encyclopédique de la Bible", que el relato del
Génesis respecto a Adán y Eva y sus primeros dos
hijos "no se debería considerar una descripción de
sucesos que realmente tuvieron lugar en la vida de cuatro
personas, sino una narración de los principios de las
relaciones de la humanidad con Dios, en la que se usa un estilo
figurado e imágenes básicas".

Estas opiniones, emitidas por personas que
se consideran entendidas en la materia, han hecho que los
capítulos de apertura del Génesis hayan sido objeto
de burla y de ataques especialmente enconados. En cambio, en
contradicción franca con las aseveraciones de muchos
clérigos de la cristiandad en el sentido de que el
Génesis es simplemente una colección de
poesías y leyendas, el católico Agustín, un
denominado "padre de la iglesia" y erudito del siglo quinto de la
era común, declaró que "el relato [del
Génesis] no tiene la clase de estilo literario en el que
se hable de las cosas figurativamente,… sino que de principio a
fin relata hechos que realmente sucedieron, como se hace en el
libro [sagrado] de los Reyes y otros libros históricos"
(De Genesi ad litteram, VIII, 1, 2).

Frente a esta situación
controversial, nosotros creemos que un examen profundo e
imparcial del primer capítulo del Génesis revela
que el mensaje contenido en el mismo estaba mucho más
adelantado científica y culturalmente que los conceptos
dominantes que imperaban en la sociedad humana de su tiempo, lo
cual nos llevaría lógicamente a decantarnos a favor
de Agustín en este asunto, antes que a admitir
tácitamente el punto de vista
antagónico.

El Génesis
y la
ciencia.

Mucho antes de la época de Aristóteles
(384 a 322 antes de la era común), quien creía que
las estrellas estaban metidas como clavos en el cielo, el
capítulo 1 del Génesis, versículos 6
a 8, describió la bóveda celeste como
una "expansión" (Traducción del Nuevo Mundo), no
como "firmamento" (Versión de Nácar-Colunga). La
palabra "firmamento" viene del latín "firmare", que
significa dar consistencia, hacer firme o sólido.
Jerónimo (342 a 420 de la era común) usó
esta expresión en la Vulgata latina para traducir la
palabra hebrea "raqia", que, por el contrario, significa
"superficie extendida, expansión". Según T. Moreux,
quien fue jefe del observatorio de Bourges, Francia, "esta
expansión, que para nosotros constituye el cielo, se
designa en el texto hebreo con una palabra que la versión
de los Setenta [griega], que recibió influencia de las
ideas cosmológicas que eran comunes en aquel tiempo,
tradujo stereoma, firmamento, dosel sólido.
Moisés no transmite tal idea. La palabra hebrea
raqia sólo comunica la idea de extensión
o, mejor aún, expansión". Por lo
tanto, el Génesis, en su lenguaje original, ha descrito
con gran exactitud la expansión o atmósfera que
está sobre nosotros.

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También el capítulo 1 del Génesis
habla de lumbreras que resplandecen sobre la tierra "para hacer
una división entre el día y la noche"
(versículos 14 a 18). Pues bien, esas palabras fueron
escritas por Moisés en el siglo 16 antes de nuestra era
común. En contraste, he aquí sólo uno de los
conceptos extravagantes que existían entonces sobre este
tema. Paul Couderc, astrónomo del Observatorio de
París, escribió al respecto: "Hasta el siglo quinto
antes de nuestra era común los hombres estaban equivocados
con relación a la cuestión fundamental acerca del
día y la noche. Para ellos, la luz era un vapor claro,
mientras que la oscuridad era un vapor negro que, de noche,
ascendía del suelo". Es clara la diferencia que se observa
entre esto y la declaración breve y científicamente
precisa que se hace en el Génesis con relación a lo
que es la causa del día y la noche en nuestro
planeta.

Por otra parte, los que vivían durante el tiempo
en que se estaba escribiendo el Génesis tenían
ideas extrañas con relación a la forma y el
fundamento de la Tierra. Según la antigua
cosmología egipcia, "el universo es una caja rectangular,
colocada en posición de norte a sur, como Egipto. La
Tierra está situada abajo, como una llanura ligeramente
cóncava que tiene a Egipto en el centro… En los cuatro
puntos cardinales, las cimas de unas montañas muy altas
sostienen el cielo. El cielo es una cubierta metálica,
plana o encorvada hacia el exterior, llena de agujeros. De este
cielo cuelgan estrellas, semejantes a lámparas colgadas de
cables".

¿Habían sido abandonadas
tales teorías pueriles siglos después? No. El
astrónomo y filósofo griego Anaximandro (del siglo
sexto antes de la era común, es decir, aproximadamente un
milenio posterior a la escritura del Génesis) pensaba de
esta manera: "La Tierra es cilíndrica, y su anchura es
tres veces mayor que su profundidad, y sólo la parte
superior está habitada. Pero esta Tierra está
aislada en el espacio, y el cielo es una esfera completa en cuyo
centro está situado, sin apoyo, nuestro cilindro, la
Tierra, a la misma distancia de todos los puntos del cielo." Un
siglo después, Anaxágoras creía que tanto la
Tierra como la Luna eran planas.

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Moisés, escritor del Génesis
y muy probablemente del libro del patriarca Job, del siglo 15
antes de la era común, dijo en el capítulo 26
versículo 7 de este último libro que el Creador
"colgaba la tierra sobre nada"; y en el siglo 8 antes de la era
común el profeta Isaías, en cuyo libro sagrado se
mencionan a Abrahán, Sara y el jardín de
Edén (por ejemplo, en su capítulo 51,
versículos 2 y 3), y que, por lo tanto, creía en la
autenticidad del Génesis, habló del "círculo
[o redondez] de la tierra" (capítulo 40,
versículo 22, de su libro). Son declaraciones, todas
ellas, verdaderamente asombrosas, teniendo en cuenta el ambiente
cultural de la época y la formación
científicamente nula o mediocre de estos escritores de
libros que hoy se consideran sagrados.

El "Principio" o
Comienzo, en sentido literal o real.

Después de haber examinado estos y otros detalles
relativos al Génesis y a las circunstancias que rodearon
su confección, creemos estar justificados para adoptar un
punto de vista agustiniano en cuanto al estilo del libro, esto
es, que el Génesis presenta una narración real de
los hechos.

No obstante, someteremos a un escrutinio
ulterior esta creencia agustiniana y nuestra, buscando su
confirmación en los hallazgos más recientes de la
ciencia. Es decir, partiremos de la hipótesis de que el
Génesis se refiere a un comienzo o principio de "los
cielos y la tierra" (el universo material visible a los primeros
humanos), en sentido real, y trataremos de ver si la ciencia
cosmológica apoya o no dicha idea. Esto lo consideraremos
en un próximo artículo titulado "La creación
del universo".

 

 

Autor:

Jesús Castro

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