La bibliografía basada en la España del
setecientos ha sido hasta prácticamente nuestros
días escasa, solo hasta el final de la postguerra se han
empezado a vislumbrar los primero trabajos realizados por
historiadores españoles, afortunadamente el interés
que nuestro país ha suscitado en historiadores extranjeros
ha podido suplir la falta de historiografía de la
época que nos ocupa hasta que los españoles
comenzaron a abrir la brecha.
Así, Hamilton y Vilar junto a Herr hacer una de
las primeras incursiones en la materia, por
primera vez aparecía estudios que no estaban
únicamente basados en la historia política y
cronológica, sino que también se ahondaba en los
aspectos económicos y sociales del momento. Con los
años aparecieron seguidores de este modelo
interpretativo, Vicen Vives, Rodriguez Casado, Palacio Atard, los
años setenta consolidaron el estudio del setecientos
español. Todas estas obras tenían un punto en
común, todas seguían el mismo hilo conductor en sus
interpretaciones, de igual planteamiento: En el setecientos
existía una minoría de españoles
europeizados que acusaban la situación decadente de una
España
con siglos de retraso. Apoyándose en una monarquía
absolutista que permitía las reformas, crearon un plan regenerativo
para ese país enfermo. Contaron con éxito en las
reformas sociales, administrativas y económicas pero
chocaron con una gran masa tradicionalista que no permitió
el progreso de España se
edificara a costa de sus privilegios.
Se experimentó un importante crecimiento pero no
se supo o no se pudo desarrollar, al mismo tiempo que
aquellos reformadores ilustrados se fueron enfrentando a una masa
de población rural y urbana, falta de cultura y fe
en la reforma ilustrada, animada por los sectores privilegiados
del país que , temerosos de una revolución
como la francesa, antepusieron sus propios intereses a los del
país. Desde entonces la figura del ilustrado
español ha sido provocadora tanto de odios como de
pasiones.
Para el autor el punto de inflexión más
importante llega con la publicación de una obra de Pierre
Vilar sobre Cataluña en la España
moderna, situándose dentro de la esencia del materialismo
histórico rompe con la tradición
historiográfica, enmarcando la conciencia
nacional de Cataluña en sus bases socioeconómicas y
en su relación con España.
Esto supuso la creación de una línea de estudio
dedicada exclusivamente al setecientos catalán como cabeza
del vanguardismo
de la época , haciendo de esta región la parte
mejor conocida de la historia del s. XVII
español.
Vilar inaugura el tema de la transición del
feudalismo al
capitalismo
siguiendo la tradición de Annales enlazando con el
materialismo
histórico. Es por esto que situar el estudio de las
sociedades
precapitalistas dentro de un marco geográfico determinado,
permite , aplicando el análisis marxista, una posterior globalización de la sociedad.
La historia económica
comienza a tomar fuerza a
partir de los setenta, con la obra de Gonzalo Anes se abren la
investigaciones dedicadas a la vida agraria
española, y más tarde, los de población con las sucesivas reediciones del
libro de Jordi
Nadal. Fue Fontana, quien, con aportaciones posteriores
centró su atención en la transición de la
sociedad a
través del estudio de los problemas
económicos y actitudes
políticas, que nos permite situar a los
ilustrados inmersos en un mundo de dificultades y limitaciones a
la hora de resolver.
Junto a estas aportaciones, se desarrolló
ampliamente la historia regional,, esto
permitía a los historiadores un acceso más
rápido y fácil a las fuentes de
información, el tema de la
transición se convertía en un debate
prioritario, saliendo de paso reforzado el estudio
regional.
Domingo Ortiz y Anes ponían un énfasis
mucho mayor en el desglose provincial para explicar las estructuras
del conjunto en sus subsiguientes obras de
síntesis.
Es el la década de los ochenta es cuando se traza
un guión de estudios basado en la línea anterior,
pero esta vez tratando de situar a España dentro de la
suma del sistema
europeo.
Durante esta treintena se ha pasado de un estudio de
síntesis con poca base a los monográficos
regionales y una vez ahí al desarrollo del
análisis socioeconómico a escala nacional,
para, a la postre, pasar a la interpretación global del
setecientos. El autor reflexiona en este punto sobre los posibles
inconvenientes o limitaciones de la dilatación del estudio
historiográfico.
Primero sería necesario observar que la suma de
los casos regionales no tienen porqué dar como resultado
el compendio a escala nacional,
y segundo, que por inducción, el modelo de
explicación caería en la contradicción
debido a los contraejemplos encontrados en las distintas
comarcas. Se trata de evitar, en resumen, el "acumulacionismo
regional", ya que existían dos realidades distintas y
paralelas en el periodo que nos ocupa: España y las
Españas. Sería recomendable en este caso perfilar
la tesis a medio
camino entre la investigación regional y el conjunto
nacional.
Las investigaciones
se han basado mayoritariamente en el estudio
socioeconómico y en la Ilustración unido a la guerra de
Sucesión y la guerra de la
Independencia,
lo que ha producido dejar un poco de lado el rasgo distintivo de
la ideología de la época, los valores y
la historia personal de
aquellos que quisieron cambiar las cosas.
Por otro lado también se olvida el desarrollo de
estudios, dentro de los socioeconómico, de la industria, o
los temas de sociedad.
subyugando la historia de las personas y su pensamiento a
la historia económica.
LOS LÍMITES DE UN CRECIMIENTO
El siglo XVIII se enmarca traspasando sus propios
limites entre
la guerra de
sucesión y la guerra de la
Independencia.
La guerra de
Sucesión supuso la confrontación entre las
distintas formas de entender el Estado y la
política;
por su parte Cataluña apostó por una determinada
idea de España, unido a un visceral odio contra los
franceses y su absolutismo,
de tal forma que se puso de parte de la otra dinastía
dando lugar a los posteriores "castigos" que sufrió con
los Borbones .
Fueron estos reyes los que impusieron una visión
más centralista del reino, fortaleciendo su poder, dotando
a España de una nueva estructura.
Para lograr esa nueva estructura era
necesario llevar a cabo una serie de reformas y acabar con el
principal problema que azotaba el país y su desarrollo: el
feudalismo
tardío.
Aquellos ilustrados llevabaron la batuta de la
modernización y dieron un repaso a las actividades
socioeconómicas de la nación.
LA POBLACIÓN: Hubo un desarrollo
demográfico importante , con un aumento aproximado del 40%
, pero no supuso la ruptura con las estadísticas típicas del antiguo
Régimen ya que seguía habiendo una alta tasa de
natalidad y otra elevada de mortalidad. Este crecimiento se
diversificó según el área regional. En el
interior el crecimiento fue pausado pero sostenido, en el litoral
mediterráneo contó con una continuidad secular
sólo frenado en Cataluña los últimos
años.
El conjunto nacional pasa de los 15 h/km a los 20 a
finales de siglo.
La población se mantiene diseminada en las
zonas rurales y escasa en las ciudades, salvo en casos como
Madrid.
LA AGRICULTURA:
Nos encontramos ante un mundo rural limitado por sus propias
características, con utillaje arcaico,
expansión por medio de la deforestación, falta de
introducción suficiente de nuevos cultivos y
abonos…así, mientras en la primera mitad del siglo la
expansión demográfica pudo ser asistida por el
aumento de producción agraria, a partir de los
años sesenta se fueron planteando cada vez más
dificultades para mantener a esta población. La España del setecientos
conoció una expansión agrícola en la que se
apoyó el impulso de la demografía, dicha
expansión tuvo sus diferencias según la
región dándose un amalgama de modelos de
explotación dentro de las distintas zonas. Dentro del
mundo agrario comenzaban a darse modelos
capitalistas de explotación. El sector rural no fomentaba
la liberación de mano de obra y sometía a una
situación de autoconsumo a los campesinos, lo que hacia
difícil el despegue del comercio e
industria.
ACTIVIDAD INDUSTRIAL Y COMERCIO:
siguió el camino del corporativismo gremial, se intentaron
racionalizar las contradicciones que planteaba el progresivo
aumento de demanda de una
población en auge. Para los problemas
agrarios destaco el informe de
Jovellanos, y de la misma forma en respuesta a los problemas
industriales surgieron las denuncias de Ward y Campomanes.
Existía una desconfianza respecto a concentraciones
fabriles urbanas y un interés
por mantener dispersa la industria. El
taller artesanal produciendo para un mercado cercano ,
con escaso desarrollo
tecnológico, siguió siendo el eje principal de la
industria en
España, en comunión con las manufacturas reales o
fábricas propiciadas por particulares.
Ante el aumento de la demanda de
productos
textiles la baja de beneficios comerciales y el proteccionismo
estatal de los Borbones, comerciantes catalanes empezaron a
invertir en construcción de fabricas,
constituyéndose importantes concentraciones. La iniciativa
catalana no representó un elemento transformador de la
industria
española, aunque supuso la instauración de las
bases materiales y
empresariales de la industria moderna.
El comercio
experimentó un empuje en la economía setecentista
, se crearon juntas y Consulados como la Junta General de Moneda
y Comercio, para
un desarrollo comercial en alza. Sin embargo es comercio exterior
el que experimentara un auge espectacular relacionado con las
colonias.
La acumulación de capital en
manos privadas se utilizo para reinvertir en compra de tierras y
en negocios
comerciales. El mercado
español se encontraba paralizado y limitado por la gran
cantidad de aduanas, tasas ,
requisas de productos
agrarios, falta de caminos adecuados etc. lo que suponía
una falta de integración por lo que predominaban los
intercambios locales.
El capital
comercial pudo desarrollarse dentro de los limites de un
feudalismo
avanzado que se basaba en un pacto entre el absolutismo
borbónico, la burguesía de la periferia y los
rentistas del interior.
LA SOCIEDAD:
Entramos en un periodo donde comienzan a formarse las estructuras de
una sociedad de
clases, gracias a la especialización del trabajo, que
dotaba al dinero el
papel
decisorio; esta nueva dinámica convivía y se abría
paso en un modelo
estamental propio del Antiguo Régimen.
Se redujo considerablemente a la nobleza, a
través de la política absolutista,
paralizando sus privilegios haciéndoles partícipes
del fisco mediante impuestos
indirectos.
La condición social y su función se
veía vinculado a la posesión de tierras, siendo sus
principales propietarios la alta nobleza y clero, lo que les
otorgaba una conciencia de
clase unida con el único fin de defender sus privilegios.
La burguesía se situaba en la periferia de la
península, lugar de mayor desarrollo
económico, también se ordenó en
Consulados y Juntas de Comercio.
La sociedad española del setecientos presentaba
el siguiente aspecto: alta nobleza y clero como clase dominante,
escasa baja nobleza, nacimiento de la burguesía entre
sectores del campesinado y artesanado junto con el llamado pueblo
llano, esencialmente rural, que representaba a la mayoría
de la población.
Cada grupo fue
adhiriéndose a una determinada ideología
según sus intereses.
El Estado
jugó un papel
arbitrario por encima de las distintas clases
sociales del que salió reforzado, sin embargo el
absolutismo
ilustrado resultó ser la mejor garantía para la
pervivencia del Antiguo Régimen en cuanto a sistemas de
producción que se articulaba en torno al
señorío. La revolución
francesa provocó un auténtico pánico
entre los dirigente y se tomaron medidas como el cordón
sanitario de Floridablanca para evita su expansión al
país vecino; otros por la contra se mostraron partidarios.
La crisis de
hacienda, mortalidad catastrófica , guerras con
Inglaterra y el
creciente conflicto
social que comenzaba a surgir durante el reinado de Carlos IV
sentaba las bases para el fin de un absolutismo
ilustrado que se había mostrado inviable para asegurar el
crecimiento continuado de la economía.
LOS ILUSTRADOS: Fueron hombres concienciados con la
situación precaria de España, intentaron regenerar
al país lanzándolo a la modernización pero
no quisieron cambiar aquellas estructuras
que sustentaban su poder, lo que
culminó en un proceso
reformador con escaso éxito.
El s. XVIII representó para España un
siglo de crecimiento demográfico, agrario, comercial e
industrial abierto a nuevas corrientes ideológicas y
valores
impulsados por aquellos regeneradores .
Sin embargo la estabilidad política significaba
el mantenimiento
una estructura de
clases que no permitía el auge económico necesario
para modernizar el país .
CONTEXTO POLÍTICO-SOCIAL
La paz de Utrech (1713) determinó el nuevo mapa
político de España con la pérdida de grandes
territorios a favor del Emperador e Inglaterra,
Países Bajos, Cerdeña y Milán recayeron en
manos del primero mientras Gibraltar pasó a ser
posesión británica.
La saga Borbónica comenzó con Felipe V ,
casado con Mª Luisa de Saboya, madre de LuisI, y en segundas
nupcias con Isabel de Farnesio , madre de Carlos III a quien
sucedió en el trono su hijo Carlos IV. Hicieron de una
España decadente una nueva potencia dentro
el concierto de las naciones.
EL MOSAICO ESPAÑOL
Durante el siglo XVIII España se
estructuró en posesiones en ultramar divididas en
virreinatos y una organización interior que brillaba por su
ausencia. Los Decretos de Nueva Planta reorganizaron el entramado
administrativo mantenido por los Austrias derogando los fueros de
Valencia y Cataluña aunque si se conservaron en el
País Vasco y Navarra en recompensa a su fidelidad a la
causa Borbónica.
España era un especie de Estado
federalista en cuanto se componía de una
confederación de territorios con distintas organizaciones
pero obedientes ante un mismo rey. De tal forma las Indias se
dividían en Virreinatos dirigidas por Capitanías
Generales y Gobernaciones, en la península nos encontramos
con gobiernos en las ciudades más importantes conducidos
por la oligarquía local, incluso los cargos y empleos
públicos tenían condición de patrimonio en
Castilla.
Así, tenemos una España desunida, dividida
en provincias donde el orgullo vasco, catalán o andaluz se
anteponía al de ser español .
DEMOGRAFÍA
La recuperación demográfica resulta
evidente, a finales de siglo la población española
contaba con unos diez millones de habitantes.
En el norte, el minifundio impedía la
concentración urbana y el progreso social en un lugar
donde el clero poseía la mayor parte de la tierra.
Asturias mantenía una vida rural y contaba con un solo
foco cultural en Oviedo, en Cantabria destacaba la gran actividad
comercial de Santander;
igualmente País Vasco y Navarra eran
eminentemente rurales, estas provincias mantuvieron sus fueros lo
que les permitió cierta autonomía. Aragón
contaba con Audiencia, Arzobispado, Intendencia y Universidad en
Zaragoza.
Cataluña por su parte se vio despojada de sus
universidades pero mantuvo un importante foco comercial en
Barcelona.
En la zona levantina Valencia y Murcia asentaron su
economía
en la huerta, crecieron demográficamente y se
desarrolló su Universidad.
Por último, el sur fue la región de mayor
potencial económico, contaba con un sistema
latifundista que concentraba la riqueza en pocas manos,
alimentando la miseria de los jornaleros. Durante la centuria el
comercio marítimo incrementó en la costa,
permitiendo el desarrollo de estas ciudades al igual que las
empresas
vinícola.
Lo único destacable que cabe decir de Canarias y
Baleares es la creación de una Universidad en
Tenerife y la preservación de otra en Mallorca.
LA VILLA Y CORTE DE MADRID
Es en este siglo que Madrid vio crecer su número
de habitantes y gracias a la labor de Carlos III adquirió
pavimentado, alumbrado, la Puerta de Alcalá, el paseo del
Prado, el Jardín Botánico, nuevos centros
académicos y científicos, conservando el Retiro,
Casa de Campo y el Pardo, dotó a la ciudad de la primera
Biblioteca
pública del país , edificación de la Casa de
Correos, palacios como los de Goyeneche y Liria, la Aduana. El rey
debía dar muestras de la grandiosidad de su
monarquía mediante la construcción de lujosas obras
arquitectónicas que fueran testigo de su
majestuosidad.
La granja de San Ildefonso se convirtió en un
palacio de verano al estilo francés.
Se redactó la Planimetría general de
Madrid con vistas a una reforma fiscal
conocida como la contribución única, que fue la
primera referencia del s. XVIII sobre las propiedades urbanas de
la Corte. Este nuevo Madrid arquitectónico fue
fundamentalmente barroco.
LA CORONA DE ESPAÑA
Legalmente no existió la "Corona de
España" hasta la pragmática sanción de
Felipe V. El absolutismo
requería de una exaltación del poder real y
su persona para
sacralizar la autoridad
civil y espiritual, lo que requería de un aislamiento que
impedía el contacto con el pueblo. Un pueblo que apoyaba
la monarquía absoluta fervientemente.
El carácter prudente de los monarcas
españoles evitó las tensiones sociales que se
dieron en Francia.
El sentimiento monárquico de España fue
leal y fiel a su rey.
Administración – el aparato administrativo
se sostenía en los Consejos y Secretarías del
Despacho, pero el mayor peso recaía sobre el Consejo de
Castilla: órgano legislativo, consejo político y
centro de administración estatal. Con los Borbones se
crearon los distintos Ministerios que trajo consigo la
desaparición de los validos de época de los
Austrias. La administración americana se llevó a
cabo por medio de cuatro virreinatos y cinco Capitanías
Generales, la Ilustración en Sudamérica
sentó las bases de los posteriores movimientos
independentistas del s. XIX.
Ejército- Se reorganizó el
ejército y la guardia real. A pesar de las ordenanzas de
Carlos III se acercaban muy pocos voluntarios por lo que fue
necesario imponer el sistema de sorteo
y alistamiento forzoso.
La Secretaría de Marina e Indias reforzó
la fuerza naval,
redactó el código de Marina y se creó la
escuela de
Guardias Marinas.
LA ESTRUCTURA
SOCIAL
Continuó la estructura
estamental ligada al Antiguo Régimen basada en los
privilegios. La figura del rey podía presumir de contar
con múltiples reinos principados y señoríos
pero se encontraba esclavizado por el yugo del protocolo. Todo
el ceremonial palaciego tenía por finalidad la
exaltación personal del
monarca. Rara vez aparecía en público y su corona
se sustentaba en la doctrina del derecho divino apoyada por la
Iglesia
Católica .
La nobleza perdió poder
decisorio en la alta administración del Estado, ahora
su estatus social dependía de su vinculación o no a
la corte. La política de
ennoblecimiento fue una constante entre los Borbones, los
títulos podían ser otorgados por el rey o comprados
pero siempre se mantenían sobre la cima del estamento los
grandes de España.. Aunque surgía una incipiente
burguesía esto no significó la modificación
de la estructura social. La elección para llamar a
gobernar a los distintos candidatos se hacía en
función de los estudios y preparación
técnica y jurídica.
El estamento eclesiástico aumentó
espectacularmente por los beneficios que pertenecer a este
grupo
suponía.
En 1767 se expulsó de España por motivos
políticos a la Compañía de Jesús lo
que acababa con la tradición de ser la orden preferida de
la elite para educar a sus hijos.
La Inquisición no gozó de la
protección monárquica de antaño . En general
el clero apoyó las reformas ilustradas y de sus filas
aparecieron personajes tan importante como el Padre Feijoo, el P.
Isla o Enrique Florez.
En cuanto a la burguesía y pueblo llano aparece
una división, dentro del primer escalón encontramos
los empresarios agremiados, la sociedad urbana, profesionales
liberales y funcionarios en una época en la que se va
fortaleciendo la burguesía , al segundo nivel pertenecen
los criados, jornaleros y proletariado y por último en el
nivel más inferior aparece el grupo de los
mendigos y parados, sin embarco el más ínfimo
escalón es el de prostitutas y presos agrupadas las
primeras en casas de recogida.
Existía un punto en común en esta sociedad
tan polarizada, todos respetaban la soberanía del rey, la autoridad de
los ministros y el magisterio de la Iglesia
Católica siendo la tranquilidad pública notoria en
el siglo XVIII gracias a la acción sedante de la Iglesia.
Casi todo el mundo pertenecía a alguna hermandad
y honraba al santo de su devoción lo que significaba una
población eminentemente piadosa y respetuosa con los
poderes temporales establecidos apoyados por la Iglesia,
incluso el Santo Oficio fue defendido por intelectuales de la
talla de Jorge Juan.
Contrasta con tanta religiosidad unos valores
morales cada vez más decadentes sobretodo entre las
clases
sociales más altas donde predominaba el juego de la
hipocresía y las apariencias.
LA POLÍTICA DEL FISCAL:
POSIBILIDADES ÉXITOS Y FRACASOS
FORTALECIMIENTO DEL ESTADO,
EDUCACIÓN
DE ÉLITES Y LUCHA POR EL PODER
Los objetivos
políticos de Campomanes eran modernizar el país y
fortalecer el Estado pero
manteniendo el poder del
Consejo de Castilla y sin variar las estructuras
sociales, contradicciones que le valieron un cierto fracaso a sus
reformas.
Frente a la Iglesia
adoptó una política regalista e intentos de
limitación del poder eclesiástico sustituyendo la
jurisdicción de la Nunciatura por la del Tribunal de la
Rota, prohibición de los legados a los confesores de los
moribundos y restricción del derecho de asilo e inmunidad
eclesiástica además de sometimiento de la
Inquisición al poder de la Corona.
Mejoró la administración , redujo las jurisdicciones
privilegiadas y aumentó un complejo burocrático muy
costoso. Quiso mejorar el sistema pero no
destruirlo, su radicalismo se limitó a la política
regalista.
El éxito de Campomanes radicó en su
acierto a la hora de manejar al Consejo para llevar a cabo sus
reformas. Impulsó el Consejo de Castilla contribuyendo al
poder y prestigio de este organismo con el rey.
Los objetivos del
fiscal fueron
modernizar las elites del país y mejorar administración y justicia.
Inició una reforma de las universidades que
consistía básicamente en acabar con la influencia y
presión del grupo
colegial. Suprimió los abusos en la concesión de
grados universitarios, reformó el sistema de
cátedras, e implantó la doctrina regalista
además de la liberación de las universidades de sus
respectivos colegios, reformas que bien le valieron algún
que otro enfrentamiento con los claustros de las distintas
Universidades, en especial la de Salamanca.
Ayudado por Olavide comenzó la
remodelación de planes y programas de
estudio en un esfuerzo por renovar la intelectualidad
española. El plan de reforma
contenía dos partes: una primera dedicada a la distribución de los edificios, proyecto para
educación
y beneficencia de la ciudad, más una segunda parte que
contenía todo lo referente a los nuevos planes de estudio.
Quedó el proyecto aprobado
en 1768 , pero la segunda parte planteó serios problemas para
ser llevado a cabo ya que surgieron denuncias de herejía
contra Olavide que llegaban directamente de la Inquisición
sevillana.
Campomanes intentó hacerles frente a
través del Consejo pero la reforma quedó finalmente
truncada.
En conjunto resultó una reforma moderada que solo
había conseguido paliar algunos defectos que clamaban a
gritos ser corregidos, sólo se modificó lo
más urgente y necesario.
En el campo de la enseñanza religiosa en las
universidades se mantuvo la teología escolástica
con novedades como incluir nuevas tendencias de las Sagradas
Escrituras, Santos Padres y Concilios.
En las facultades de humanidades se diversificó
los contenidos en función de los estudios
posteriores.
En leyes se
introdujo el derecho nacional y el natural en cuanto a los planes
de medicina fueron
los más innovadores pero también los más
caros y difíciles de implantar.
La reforma de los planes de estudio puede considerarse
en resumen, como un éxito moderado con difícil
aplicación, pero existe un hecho innegable que se dio a
consecuencia de estas reformas y es que el Consejo de Castilla
rompió el monopolio
escolástico anteriormente dominante.
¿RACIONALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD
ESTAMENTAL?
Existieron varios proyectos para
intentar ilustrar a un pueblo que necesitaban como
cómplice para poder implantar las reformas. Entre estos
proyectos se
encontraba las Sociedades
Económicas de Amigos del País que reunió a
los tres estamentos para difundir la ideología
ilustrada.
Trataron de mejorar la economía
basándose en la renovación de la agricultura de
los respectivos territorios al igual que para la industria pero
no llevó más que a ciertos logros faltos de
integración, además en Barcelona el
ayuntamiento no permitió la acción de una sociedad
económica.
El motivo fundamental por lo que se hacía tan
difícil el éxito fue por la falta de fondos para
financiar los proyectos. Estas
sociedades
integraron a un grupo
nobiliario que siguió rigiéndose por sus propios
intereses, funcionarios y administradores y una alta
participación del clero.
Las reformas eclesiásticas buscaban la
redistribución de las rentas de beneficios a favor de las
parroquias peor dotadas, mantener a los regulares en sus
claustros y reducir el número de religiosos de las
órdenes mendicantes.
Fracasó estrepitosamente la reforma
agraria porque falló la base de su estructura: la
estabilidad campesina. Estaba dirigido al interior peninsular,
donde predominaba el cereal, contrastando con las zonas
mediterránea , donde sí tuvo éxito. Era
imposible promover semejante proyecto sin
atentar contra la propiedad de
al tierra, sin
desvinculación ni desamortización. Las rentas
crecientes absorbía los beneficios de los pequeños
campesinos haciendo inútil cualquier esfuerzo, teniendo en
cuenta que las condiciones de producción y explotación existentes
alejaban cualquier tipo de inversión lo que conllevaba a una baja
productividad
del suelo. La
deforestación y agricultura
extensiva solo supuso la reaparición del decrecimiento del
rendimiento de la tierra.
Camponanes se vio obligado reducir la Mesta y ganadería
trashumante en pos de un crecimiento agrícola y
consiguiente mejora del nivel de vida campesino.
La política industrial se llevó de la mano
de la política social. Se centró en el sector
textil y se buscaba compatibilizar la manufactura
doméstica con la tarea campesina para así paliar el
paro y elevar el nivel de vida de la familia
campesina, quería una organización a pequeña y media
escala evitando
las concentraciones fabriles que sólo conducían a
problemas de
orden público. De nuevo nos encontramos con los problemas
de siempre: falta de recursos y
fondos, incapacidad de ahorro,
especulación y competencia,
escasez de mercados, falta
de instrucción de la manos de obra…estaba abocado al
fracaso, era imposible en unas condiciones rurales como aquellas,
con economía
de subsistencia y falta de relaciones comerciales.
Al mismo tiempo se
orientó la política social fundamentada en la
educación
y en la regeneración por el trabajo, y
se trató de implantar un nuevo sistema
comercial.
Los políticos ilustrados consolidaron su poder,
pero no fueron un grupo cohesionado ni
homogéneo.
Lograron impulsar la política estatal pero nada
pudieron hacer para desarrollar el país puesto que en
inmerso en un feudalismo
tardío era imposible que sin variar las estructuras
sociales y económicas , que pudieran fomentar la actitud e
ideología de aquellos que se sustentaban en las
mismas.
Fueron apoyados por buena parte del clero y algunos
sectores de la nobleza pero sin contar con la complicidad de la
masa popular, inculta y reticente, no era factible que llegaran
demasiado lejos
La clave del fracaso de la política ilustrada
reside esencialmente en sus propias contradicciones, no se puede
conseguir nada si no se ponen los medios
necesarios.
UNA REFORMA DESDE ARRIBA:
IGLESIA Y RELIGIOSIDAD
Los ilustrados vieron claro desde el primer momento que
Iglesia y Estado
debían caminar de la mano, ambas instituciones
compartían los mismos intereses y ambos representaban un
medio de control social,
la necesidad mutua era evidente. El Estado
necesitaba del apoyo de la Iglesia y la Iglesia precisaba de la
protección del Estado. Sin embargo un poder debía
afirmarse sobre el otro, especialmente en una época en la
que resurgía con fuerza la idea
de un Estado absolutista todopoderoso e ilustrado frente a una
Iglesia con estructuras arcaicas, decadente y falta de cultura.
La Iglesia se encontraba incontrolada siendo una fuente
inmensa de poder y por lo tanto resultaba hasta peligrosa,
además de ser , debido a sus estructuras, perjudicial para
el desarrollo
económico y social que los reformadores
impulsaban.
Sometieron a esta Iglesia cuyas características más notables pasaban
por ser una de las mayores propietarias del suelo patrio,
tenía exceso de clérigos que fomentaban en ciertos
casos la indisciplina social, falta de piedad que se
traducía en una relajación de la moralidad,
deficiente formación cultural, prácticas religiosas
no tan "religiosas" como cabría esperar …a una serie de
reformas de las que andaba necesitada..
Para variar los ilustrados con toda su buena voluntad
cayeron en los mismos errores que les caracterizaba. no atacar el
problema desde su raíz. Efectivamente la política
se orientó al control e
intrumentalización de la Iglesia, se defendieron los
derechos de la
monarquía frente a la Roma entrometida
lo que llevó a ciertas disputas con la Inquisición
y expulsión de los Jesuitas por no ser compatibles con el
papel regio e
incluso se logró un episcopado adepto, pero los problemas
fundamentales no se abordaron, ni siquiera se amortizaron los
bienes
eclesiásticos (reforma que clamaba al cielo) ni se
enfrentaron con las estructuras de la Iglesia. Se criticó
y se analizó mucho pero poco se hizo para paliar la
situación, si realmente creían que con prohibir los
Autos
Sacramentales y algunas procesiones, que en el fondo eran fiestas
populares, iban a conseguir revolucionar a la Iglesia es que
volvían a tropezar con la misma piedra, igual que con la
reforma
agraria, o la de industria o cualquier otra; maquillar los
problemas sin cambiar el fondo empezaba a ser una insana
costumbre que desesperaba a aquellos que habían depositado
sus esperanzas en los ilustrados y supongo que a ellos mismo
también.
La finalidad de conseguir una religiosidad socialmente
útil corría el riesgo, en su
proceso, de
eliminar aquel influjo que la Iglesia tenía sobre la
sociedad que tan bien le venía al Estado. Resulta
comprensible que ante semejante peligro se adoptara una
posición de cautela que poco hacía por remediar el
problema.
Autor:
Belén Suárez de Lezo