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Calidad de la educación universitaria y los retos del siglo XXI




Enviado por latiniando



    RESUMEN

      

    Comprender el término calidad en la
    educación superior universitaria requiere
    una explicación de las diferentes dimensiones y los ejes
    fundamentales, desde donde se puede reconocer la calidad de un
    sistema
    educativo. Esto implica reconocer que en lugar de un problema
    teórico, uno se enfrenta con el paradigma de
    distinguir que la calidad es
    parte de un ineludible compromiso profesional académico,
    de poner a disposición de los tomadores de decisiones un
    marco de acción para lograr la excelencia del proceso
    educativo. La ponencia tiene como objetivo
    explicitar con claridad la serie de opciones ideológicas
    y pedagógicas que enfrenta un tomador de decisiones
    cuando intenta mejorar la calidad de la
    educación, para enfrentar los retos del
    siglo XXI.

    ABSTRACT

    Understanding the term quality when talking
    about higher education requires knowing the different
    dimensions and key roles from which one can recognize the
    quality of an educational system . To recognize that, rather
    than a theoretical problem, we are facing the paradigm of
    recognizing that quality is an inescapable academic and
    professional commitment that gives decision makers an action
    framework to optimize the educational process. The objective of
    this paper is to reveal a series of ideological and pedagogical
    options that a decision – maker faces in improving the quality
    of education to face the challenges of the twenty – first
    century.

    JUSTIFICACIÓN

    La referencia a la calidad se
    utiliza indiscriminadamente para justificar cualquier
    decisión: reformas e innovaciones universitarias, proyectos de
    investigación, conferencias y congresos
    científicos y profesionales. Todas estas actividades y
    otras muchas se colocan bajo el gran paraguas de la calidad,
    porque obviamente nadie puede objetar la calidad como objetivo
    de

    un proyecto, de una
    institución o de un programa de
    acción. Todos desean una Educación
    Universitaria de calidad, nadie quiere una Universidad
    mediocre. La búsqueda de la excelencia, grado
    máximo de la calidad, es un argumento inatacable. Sin
    embargo, se torna en problema cuando intentamos precisar en
    qué consiste la calidad en la educación
    universitaria, puesto que el concepto en
    general representa ambiguo y equívoco.

    El énfasis actual en la calidad, característico en el ámbito general
    de la educación, se manifiesta de forma inequívoca
    en el sector universitario donde se proyectan, además, las
    tendencias que apuntan al control de las
    empresas
    económicas. En efecto, durante la última
    década, la preocupación por la evaluación
    de la calidad de la educación universitaria, constituye un
    rasgo esencial de la educación superior en los
    países más desarrollados. En Europa, la
    evaluación del profesorado universitario
    (calidad de la docencia y productividad
    científica) es una práctica generalizada; y la
    tendencia a converger con las corrientes europeas y americanas en
    su preocupación por la calidad de la educación
    universitaria se refleja nítidamente en América
    Latina, en la multiplicación de congresos y reuniones
    nacionales e internacionales sobre el tema.

    Se está en un mundo cambiante
    vertiginosamente y los dinamismos tienen enormes impactos sobre
    la misión de
    las universidades públicas. La corriente de cambio, para
    enfrentar los retos del Siglo XXI, ha chocado con el muro de la
    autonomía; las universidades no son instituciones
    que usualmente reaccionen con rapidez a cambios en su medio,
    sobre todo si recibe presiones externas (gobierno u
    organismos internacionales). Inducir al consenso entre los
    diferentes actores parece ser el mecanismo que generará el
    cambio, por lo
    tanto, se hace necesaria una comprensión clara del
    ámbito de la calidad de la educación
    universitaria.

    Paradigma tradicional > mejorar la calidad de
    la educación para satisfacer la demanda de
    mercado

    Nueva visión > mejorar la calidad de
    la educación para crear nueva oferta de
    mercado
    (innovación, ciencia y
    tecnología)

    LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN
    UNIVERSITARIA

    El movimiento
    actual en pro de la elevación de los niveles de calidad de
    la Educación superior propone, en primer lugar, un
    esfuerzo clarificador del concepto de
    calidad y sus implicaciones. La primera aproximación
    específica a la calidad educativa, además de la
    permanente y tradicional referencia a una "buena
    educación", a un "buen plan de estudios"
    o a una "buena Universidad",
    corresponde históricamente al periodo de euforia
    planificadora y desarrollista, centrado en la década de
    los años sesenta y el concepto es
    utilizado sin claras connotaciones
    teóricas.

    La calidad se atribuye a la acción de los
    factores cualitativos, es decir, aquellos elementos que no pueden
    expresarse cuantitativamente, o presentan serias dificultades a
    la cuantificación. Estos elementos están
    relacionados fundamentalmente con los procesos que
    determinan la llamada Eficacia Interna
    del Sistema o Calidad
    de la Educación (Diez Hochleitner, 1969; Beeby,
    1970).

    Recientemente, y en relación con este tema,
    la calidad como eficacia interna
    de los sistemas e
    instituciones
    de educación universitaria aparece como reacción a
    la insuficiencia de los indicadores
    cuantitativos de eficacia y
    productividad,
    y se vincula con las características, consideradas cualitativas,
    de los procesos y
    productos de
    la Universidad. Sin
    embargo, actualmente la educación superior no sólo
    preocupa a los participantes en el proceso
    educativo (profesores, alumnos, investigadores y rectores
    universitarios) y, a los gobiernos y sus agencias, sino
    también a los empresarios y empleadores que consideran a
    las instituciones
    universitarias como centros de capacitación de profesionales de alto nivel
    y de producción de conocimiento y
    tecnología
    esenciales para mantener el ritmo de desarrollo
    económico. Por esto, se ponen de manifiesto nuevas
    vinculaciones de la calidad universitaria con factores de
    costo-efectividad y costo-beneficio.

    A pesar de la gran masa de literatura sobre calidad de
    la educación en la perspectiva de la gestión
    (control de
    calidad, auditoría, valoración, políticas
    y asignación de fondos, públicos, entre otros.), el
    concepto de
    calidad ha quedado en la penumbra. Partiendo de esto, Harvey y
    Green (1993), analizan cinco diferentes concepciones de calidad y
    su relevancia para la educación superior. Tales
    como:

    – fenómeno excepcional.

    – logro de un propósito.

    – perfección o
    coherencia.

    – relación valor
    costo.

    – transformación (cambio
    cualitativo).

    Calidad como fenómeno
    excepcional

    Esta concepción acepta como
    axiomático que la calidad es algo especial. Y se pueden
    distinguir tres variantes de esta noción: la idea
    tradicional, la calidad como excelencia y la satisfacción
    de un conjunto de requisitos.

    La noción tradicional de calidad implica
    distinción, clase, exclusividad, elitismo y, en gran
    medida, un aspecto inaccesible para la mayoría. La
    calidad, según esta concepción, no puede ser
    juzgada ni medida, y es constrastada con un conjunto de
    criterios. No se intenta definir la calidad así concebida,
    simplemente se reconoce cuando existe.

    La calidad como excelencia implica la
    superación de altos estándares, está muy
    vinculada con la concepción tradicional, pero se
    identifica los componentes de la excelencia. Ésta radica
    en los insumos y los productos o
    resultados. Una Universidad que
    atrae a los mejores estudiantes, los mejores profesores, los
    mejores recursos
    físicos y tecnológicos, por su propia naturaleza, es de
    calidad, es excelente y producirá graduados de alta
    calidad. El énfasis de esta concepción en los
    "niveles" de entrada y salida constituye una medida absoluta de
    la calidad y la noción de "centros de excelencia" se apoya
    en esta concepción.

    Alexander Astin (1990) señala que la
    excelencia, en este sentido, a menudo es juzgada por la
    reputación de la institución y el nivel de sus
    recursos. Ambos
    elementos se refuerzan, puesto que un alto nivel de recursos respalda
    la buena reputación institucional, y a la vez que
    ésta atrae nuevos bienes. Por
    consiguiente, la excelencia abarca tanto los elementos de entrada
    al sistema como los
    de salida y puede ser definida como "hacer bien las cosas
    adecuadas" donde el nivel de la salida es función del
    nivel de la entrada. De modo que, cuando se habla de "centros de
    excelencia" se está utilizando esta noción de
    calidad excepcional.

    La calidad como satisfacción de un conjunto
    de requisitos se identifica, generalmente, con la de los productos que
    superan el "control de
    calidad". Los contrastes se basan en criterios alcanzables
    destinados a "rechazar" los productos
    defectuosos, es el resultado del "control
    científico de calidad", pues supone la conformación
    de acuerdo con unos estándares, la cual implica que la
    calidad mejora conforme se elevan los
    estándares.

    Esta forma de concebir calidad presupone que los
    estándares son objetivos y
    estáticos; no obstante, éstos son acordados y
    sujetos a nuevas negociaciones, a la luz de cambios en
    las circunstancias. También implica que existen cualidades
    comunes susceptibles de ser medidas y evaluar el grado de
    desempeño. Sin embargo, desde los años 80 los
    estándares se están viendo como un punto de
    preocupación en diversos países, por cuanto parecen
    opacar la creatividad e
    innovación institucional tan importantes en
    un mercado
    interinstitucional altamente competitivo.

    Por otra parte, se ha visto que es posible la
    provisión de estándares no universales para la
    educación superior, pues dan a las instituciones
    una oportunidad de aspirar a tener calidad en la medida que
    distintos conjuntos de
    estándares sean formulados para distintos tipos de
    instituciones
    (Crawford, 1992).

    Sin embargo, la introducción de
    estándares relativos versus absolutos para juzgar las
    instituciones provoca inquietud en relación con grados de
    comparación, además de que muchas veces no se sabe
    mucho respecto de los criterios utilizados para formular dichos
    estándares. De manera que podría no estarse de
    acuerdo respecto de la calidad un producto, aun
    cuando esté conforme con ciertos estándares. Es
    posible que esto se deba al hecho de que calidad, según
    estándares relativos, parece subestimar la noción
    de que ésta implica un aspecto por encima de lo
    común y el cumplimiento de estándares podría
    ser visto como común u ordinario y en ningún caso
    excepcional.

    Calidad como perfección o
    coherencia

    Esta segunda aproximación considera el
    concepto de
    calidad en términos de coherencia o consistencia se
    fundamenta en dos premisas: una implica cero defectos y la otra,
    hacer las cosas bien la primera vez.

    En calidad igual a cero defectos, la excelencia se
    define en términos de conformación con una
    particular especificación. Ésta no es un
    estándar ni es evaluada contra ningún
    estándar. El producto o
    servicio es
    juzgado por su conformidad con la especificación, la cual
    es predefinida y medible, pues perfección consiste en
    asegurar que todo esté correcto, carente de errores;
    aún más, este enfoque exige que dicha
    perfección sea entregada de manera
    consistente.

    El concepto de excelencia involucrado en este
    enfoque también implica una filosofía de
    prevención, en vez de inspección. El énfasis
    está en asegurarse de que en cada etapa del proceso
    productivo no ocurran faltas, aun más que en esperar la
    inspección del producto final
    para identificar defectos. El enfoque "cero defectos"
    está, en opinión de Peters y Waterman (1982),
    intrínsecamente ligado con la noción de "cultura de
    calidad", la cual se da en la
    organización donde la responsabilidad recae sobre todo y no solamente en
    los controladores de calidad (Crosby, 1986). El hacer las cosas
    bien la primera vez implica que, en cada etapa del proceso, las
    personas involucradas se aseguran de que el producto va
    saliendo y entrando libre de defectos. No hay chequeo de productos
    terminados, por el contrario, el énfasis está en
    asegurarse de que todo se hace bien desde el inicio y que la
    calidad es responsabilidad de todos. De cierta manera puede
    hablarse, de una democratización de la
    calidad.

    Calidad como logro de un
    propósito

    Este enfoque va más allá de los
    procesos y los
    productos o servicios. La
    calidad tiene sentido en relación con el propósito
    del producto o
    servicio, lo
    cual implica una definición funcional. De modo que existe
    calidad en la medida en que un producto o un servicio se
    ajustan a las exigencias del cliente, es decir
    la dimensión más importante de la calidad es la
    funcionalidad. Por lo tanto un producto "perfecto" es totalmente
    inútil si no sirve para satisfacer la necesidad para la
    que fue creado.

    En el contexto de la educación superior, el
    concepto de calidad, según los requerimientos del cliente, provoca
    varias interrogantes. Primero, ¿Quién es el
    cliente de la
    educación superior?; ¿Son clientes los
    estudiantes o las agencias que aportan recursos; los
    empleadores o los padres que pagan por la educación de sus
    hijos? ¿Qué son los estudiantes?, ¿Son
    clientes,
    productos o ambos? O quizás se debería hablar de
    los estudiantes como "consumidores" de la educación, pues
    son ellos quienes ingresan al sistema, "sufren"
    el proceso y
    emergen "educados".

    Calidad como relación costo-valor

    Ésta posición es mantenida por
    algunos gobiernos, cuando exigen a las universidades que
    justifiquen los costos (inversiones y
    de operación). La idea de eficiencia
    económica está en la base de esta noción,
    pues incluye como eje central el mecanismo de "accountability"
    (rendición de cuentas) al
    público contribuyente de los sistemas
    públicos.

    La efectividad, desde esta perspectiva, es
    considerada en términos de mecanismos de control
    (auditorías de calidad), resultados cuantificables
    (indicadores de
    desempeño) y evaluaciones de la enseñanza y de la
    investigación. La idea no es utilizar los
    recursos para
    mejorar una calidad mediocre, sino que retirar los recursos del
    desempeño mediocre y estimular la búsqueda de lo
    mejor.

    El individualismo económico, bajo la forma
    de fuerzas de mercado y la
    competencia,
    apuntalan este enfoque, puesto que en una situación de
    competitividad
    la misión de
    las instituciones determinadas por el "nicho" en el mercado conduce,
    inevitablemente, a la noción de "valor por
    dinero".
    Aquellos que creen en esta idea esperan enrolar a más
    gente en educación superior con una mínima inversión disminuyendo así el
    costo –
    efectividad y aumentando la competencia por
    recursos y buenos estudiantes.

    Calidad como
    transformación

    Esta noción se basa en el "cambio
    cualitativo", cuestiona la idea de calidad centrada en el
    producto, pues considera que la calidad radica, por un lado, en
    desarrollar las capacidades del consumidor
    (estudiante) y, por otro, en posibilitarle para influir en su
    propia transformación. En el primer caso, el "valor
    agregado" es una medida de calidad en términos del grado
    en que la experiencia educativa incremente el
    conocimiento, las capacidades y las destrezas de los
    estudiantes. En el segundo, supone una implicación del
    estudiante en la toma de
    decisiones que afectan su transformación que, a la
    vez, proporciona la oportunidad de ampliar sus posibilidades para
    participar en la vida profesional.

    Esta idea de calidad como transformación
    cuestiona la relevancia del enfoque de calidad centrado en el
    producto a la educación superior (Elton, 1992), dado que
    la educación no es un servicio para
    un cliente, sino que
    un proceso continuo de transformación del participante,
    sea estudiante o investigador. Por ende esto lleva a dos
    conceptos de calidad transformacional en educación: el
    enriquecimiento del consumidor y el
    reforzamiento del consumidor.

    Una educación de calidad es aquella que
    efectúa cambios en el participante y presumiblemente lo
    enriquece. Esta noción de "valor
    agregado" otorga un sentido sumativo a este enriquecimiento
    (Astin, 1985), pues el "valor
    agregado" es una medida de cualidad en tanto la experiencia
    educacional enriquezca el
    conocimiento, las habilidades y destrezas de los estudiantes
    (HM Goverment, 1991). Por lo tanto, una institución de
    alta calidad es aquella que en gran medida, enriquece a sus
    estudiantes (Astin, 1990). De modo que la determinación
    del valor agregado depende de la metodología y lo que se define como
    valor.

    Cuando se mide el "valor agregado", por ejemplo en
    términos de la formación o conocimientos a la
    entrada y salida del proceso, se obtiene un indicador
    cuantificable de "valor agregado", pero se ignora la naturaleza de la
    transformación cualitativa.

    El segundo elemento de la calidad transformativa
    es la entrega de poder que se
    da al alumno (Harvey y Burrows, 1992), lo cual implica otorgar
    poder a los
    estudiantes para influir en su propia transformación. Ello
    permite, por una parte se involucra al estudiante en el proceso
    de toma de
    decisiones que afecta su propia transformación. Tal
    como señala Müller y Funnell (1992), "en cierta
    medida el que aprende debe apropiarse del proceso de aprendizaje y
    adquirir responsabilidad en la determinación del
    estilo y forma de entrega del aprendizaje".
    Además, el proceso de transformación provee la
    oportunidad de autofortalecimiento con consecuencias positivas en
    el propio proceso de toma de
    decisiones (Roper, 1992).

    El trabajo de Arthur Chickering sobre el impacto
    que tiene la educación universitaria en jóvenes
    adultos, avala también esta afirmación (Chickering,
    1978). Algunas maneras de otorgar poder a los
    estudiantes y hacerlos protagonistas de su propia
    transformación son: la evaluación
    de la docencia de los estudiantes, la selección de algunas
    actividades curriculares como cursos de libre
    elección o estudio dirigido, la utilización de
    contratos de
    aprendizaje y
    el desarrollo de
    pensamiento
    creativo. Esto requiere que el joven sea tratado como actor
    intelectual y no como un simple receptor de información.

    El otorgar poder al
    estudiante implica transformar la habilidad conceptual y la
    conciencia del
    alumno, lo cual conlleva un grado de amenaza para el docente,
    puesto que, como señalan Harley y Burrows (1992), provoca
    no sólo la pérdida de control sobre
    la
    organización estructural de la actividad
    académica, sino de los procesos
    intelectuales. El investir de poder a los
    estudiantes equivale a involucrar al consumidor en
    fijar estándares, y la calidad es juzgada en
    términos de la democratización del proceso y no
    solamente del resultado.

    Desde otro ángulo, es posible afirmar que
    el dotar de poder al estudiante, junto con la noción de
    "valor agregado", se acerca a la definición de excelencia
    que se dio antes, es decir hacer las cosas bien, puesto que una
    institución excelente es aquella que tiene el mayor
    impacto o agrega el mayor valor al desarrollo
    personal e intelectual de la estudiantes (Astin,
    1990).

    Síntesis sobre calidad en
    educación superior

    Al final, calidad es un concepto
    filosófico, sus definiciones varían y, en cierta
    forma reflejan, diferentes perspectivas del individuo y la
    sociedad. En
    una sociedad
    democrática, donde debe existir espacio para que mucha
    gente piense distinto, no hay una única y correcta
    definición de calidad y, como es un concepto relativo que
    dependedel individuo que lo utilice. Por eso, es posible que sea
    definido según un abanico de cualidades. No obstante, se
    podría tratar de definir los criterios que cada actor
    interesado utiliza cuando juzga la calidad de una
    institución. Este enfoque pragmático llama a
    establecer un conjunto de criterios que reflejen aspectos de
    calidad de sentido común y busque formas convenientes para
    cuantificar dicha calidad (sin que estas formas se conviertan en
    fines).

    Disponer de un conjunto de criterios desde la
    perspectiva de distintos grupos y no
    sustentar una definición unívoca de calidad puede
    ofrecer una solución práctica a un asunto
    filosófico altamente complejo, no porque se carezca de una
    teoría
    subyacente, sino porque diferentes grupos tienen el
    derecho de ostentar distintas perspectivas. Es decir que, es
    perfectamente legítimo que las agencias gubernamentales
    demanden eficiencia en los
    recursos invertidos, que los padres y estudiantes exijan
    excelencia, que los empleadores esperen un producto con aptitud
    para un propósito y que la comunidad en
    general considere que en la educación superior debe haber
    calidad total.
    Por consiguiente este enfoque involucra las cinco concepciones
    analizadas.

    Los retos a futuro

    La caracterización del concepto de "calidad
    universitaria" requiere superar la tendencia a considerar en
    sí mismas las características específicas de
    acuerdo con el contexto, entrada, proceso, producto y
    propósito de la educación en cada
    institución y tratar de identificar los rasgos comunes en
    todas. Parece evidente que si se consideran de alta calidad dos o
    más instituciones universitarias con culturas y valores
    diferentes, no es posible vincular la calidad de la
    educación con los valores,
    metas y objetivos,
    programas,
    formación del profesorado, entre otros, específicos
    de cada institución. La calidad debe radicar, más
    allá de estos elementos en que difieren, en alguna
    característica común a todos ellos.
    En consecuencia, para conceptualizar la calidad de la
    educación es preciso superar la consideración
    aislada de las características específicas de los
    distintos elementos o componentes y centrar la atención en
    las relaciones entre ellos.

    El esfuerzo de mejoramiento se debe dar en busca
    de una educación integral como proceso que asegure la
    adquisición de conocimientos significativos, y el desarrollo de
    capacidades que permitan al estudiante universitario concebirse
    como inmerso en una realidad social de la que es parte activa y,
    frente a la cual se desempeña no sólo como experto
    del conocimiento
    en un ámbito específico, sino como ciudadano
    competente.

    Es decir, se debe entender como calidad de la
    educación la interrelación entre planes de estudio
    actualizados y contenidos curriculares orientados a la metodología
    participativa.

    La tendencia a nivel mundial a fomentar los
    mecanismos de acreditación dada la
    globalización de mercados, pasa de
    ser "voluntaria" a ser indispensable para la subsistencia de la
    universidad, por
    lo tanto, este tema debe ser de especial interés
    para la comunidad
    académica.

    El proyecto de una
    nueva universidad se está gestando en el marco de las
    políticas y sociales

    en el país, tiene como sus ejes la
    "calidad" y la "excelencia académica", muy ligado con el
    debate tanto
    al interior de la sociedad
    costarricense como en el ámbito de los organismos
    internacionales.

    Es necesario determinar cuáles son los
    temas relevantes sobre la calidad en la educación
    superior, que se discuten actualmente en los organismos
    internacionales. En enero de 1996, en París se
    celebró la reunión del "Grupo Asesor
    en Educación Superior de UNESCO", y allí se
    identificaron grandes temas para el debate
    internacional, tales como los siguientes:

    • La educación superior y sus objetivos en
      el umbral del siglo XXI
    • La integración entre docencia e
      investigación
    • Medidas para asegurar la democratización
      y a la vez promover la calidad de la educación
      superior
    • La diversificación de los sistemas de
      educación superior y su vinculación con el sector
      productivo
    • El impacto de la
      globalización en los planes y programas de
      estudio de las instituciones de educación
      superior

    El documento del Banco Mundial
    "La enseñanza superior: las lecciones derivadas de la
    experiencia" (Washington, D.C., junio 1995), examina la
    situación actual y las perspectivas de la
    educación, haciendo énfasis en su calidad,
    pertinencia y financiamiento.

    Este documento tiene impacto sobre el objeto de
    estudio de esta investigación, dado que las tesis
    formuladas por el Banco Mundial
    influyen directamente en las políticas
    gubernamentales, y se convierten en requisito exigido para el
    otorgamiento de créditos. Algunos temas de interés
    son los siguientes:

    • reconocer la importancia de la educación
      superior para el desarrollo
      económico y social
    • estimular una mayor diversificación de
      las instituciones públicas de educación superior,
      e incluir el desarrollo
      de instituciones privadas
    • proporcionar incentivos a
      las instituciones públicas, con la finalidad de que
      diversifiquen sus fuentes de
      financiamiento, incluyendo el cobro de aranceles a
      los estudiantes y la vinculación del financiamiento del Estado a la
      mejora del rendimiento académico e
      institucional
    • introducir políticas explícitamente
      diseñadas para dar prioridad al mejoramiento de la
      calidad y al fomento de la equidad
    • establecer sistemas de
      competencia o
      concursos sobre la base de la calidad y eficiencia,
      tanto en universidades públicas como privadas, para el
      financiamiento de la
      investigación
    • establecer como objetivos
      prioritarios en la reforma de la educación superior: a).
      incrementar la calidad de la enseñanza y la investigación; b). mejorar la respuesta
      de la educación superior a las demandas del mercado
      laboral y a las
      cambiantes demandas económicas; c). incrementar la
      equidad
    • dirigir el financiamiento del Banco a apoyar
      los esfuerzos para hacer la educación superior
      más eficiente a menor costo
    • orientar los préstamos a la reforma de
      los sistemas de
      educación superior, el desarrollo
      institucional y el mejoramiento de la
      calidad

    Otro documento de la UNESCO "Documento de política para el
    cambio y el
    desarrollo de
    la educación superior" (París, febrero, 1995),
    pretende poner en un lugar prioritario de la agenda nacional el
    tema de la educación y suscitar una renovación del
    apoyo a la educación superior , a nivel mundial, como el
    instrumento por excelencia para alcanzar el desarrollo
    humano sustentable.

    El documento es explícito en solicitar a
    las instituciones de educación superior que elaboren, en
    consulta y coordinación con todos los sectores que tienen
    que ver con ella, "una nueva visión " de sus
    objetivos,
    tareas y funcionamiento, de cara al nuevo siglo. Los temas de
    interés
    para el objeto de estudio son:

    • una de las tendencias que debe ser apoyada por
      todos los medios
      disponibles es la diversificación, pero para obtener el
      apoyo se debe garantizar la calidad de las instituciones y
      programas
    • se deben reexaminar las relaciones entre la
      educación superior y la sociedad civil
      y, de manera particular , entre la educación superior ,
      el universo de
      trabajo y el sector productivo
    • el sistema de
      educación superior debe ser suficientemente flexible
      para hacerle frente a los retos de un mercado de trabajo
      rápidamente cambiante
    • las instituciones de educación superior
      deben resaltar los valores
      éticos y morales en la sociedad,
      procurando despertar un espíritu cívico activo y
      participativo entre los futuros graduados
    • deben existir relaciones constructivas entre
      Estado y
      Universidad, como requisito para el proceso de
      transformación de la educación superior, estas
      relaciones se fundamentan en el respeto a la
      libertad
      académica y a la autonomía
      institucional
    • como tarea relevante se destaca el esfuerzo
      especial para renovar los métodos
      de enseñanza – aprendizaje y
      destacar el lugar de la docencia
    • la universidad debe ser un lugar donde se
      imparta una formación de alta calidad, que prepare a los
      estudiantes para desenvolverse de manera eficiente y efectiva
      en una amplia gama de funciones y
      actividades cívicas y profesionales
    • un ámbito de aprendizaje
      fundamentado solo en la calidad y conocimiento, que le inculque a los futuros
      graduados el compromiso de seguir buscando el
      conocimiento y el sentido de responsabilidad para poner su formación
      al servicio del
      desarrollo social

    Los aportes documentales enfocan tres elementos
    comunes:

    1. La diversificación: la universidad
      deberá flexibilizar sus estructuras
      académicas y métodos
      de enseñanza, además, evolucionar hacia la
      integración de un sistema nacional de
      educación superior universitaria. La educación
      superior como sistema debe ser un centro de educación
      permanente para la formación, actualización y el
      reentrenamiento.
    2. Innovación: el paradigma de
      la educación superior actual responde a la sociedad
      industrial, que está en proceso de profunda
      mutación, pero que aún no da paso a la sociedad
      postmoderna, que Alvin Toffler (1994), denomina "la sociedad
      del conocimiento", otros autores se refieren en este
      sentido a "la sociedad de la información". La innovación implica un sistema de
      educación superior al servicio de la imaginación
      y de la creatividad,
      lo cual representa promover la transformación curricular
      y en los métodos
      de enseñanza – aprendizaje.
    3. Demanda de mercado: respecto de la relevancia y
      competividad de los graduados. La relación con el
      mercado de trabajo se basa en la naturaleza
      cambiante de los empleos, que demandan conocimientos y
      destrezas en constante renovación y evolución. Se requiere un sistema de
      educación superior lo suficientemente flexible para
      hacer frente a un mercado de trabajo rápidamente
      cambiante. El documento de UNESCO sostiene, "nos encontramos en
      una época en que ya no se puede aplicar más la
      ecuación ‘título = trabajo’, se
      espera que la educación superior produzca egresados que
      no sólo puedan ser buscadores
      de trabajo, sino también empresarios de éxito y
      creadores de empleo".

    Esta relación Universidad – Empresa, debe ser
    tratada bajo un nuevo paradigma,
    encontrar fórmulas de entendimiento recíproco para
    beneficio de los futuros graduados. Valdés (1996)
    señala: "la brecha entre los sistemas educativos y las
    necesidades de las empresas es cada
    vez mayor. Nuevas formas de aprendizaje y
    educación……

    • Durante todo este tiempo, las
      empresas y las
      escuelas le han dado peces a la
      gente, pero no los han enseñado a
      pescar.
    • se ha enseñado todo tipo de
      conocimientos, pero no se ha enseñado cómo
      generar nuevos conocimientos.
    • Se ha enseñado inclusive dónde y
      cómo encontrar todo tipo de conocimientos, pero no a
      combinarlos para obtener nuevos
      conocimientos.
    • Se han enseñado las reglas de
      cómo pensar lógicamente, pero no se ha
      enseñado a producir pensamientos
      nuevos.
    • Se ha enseñado todo tipo de
      pensamientos, pero no el proceso y la mecánica para llegar a
      ellos.
    • Se ha enseñado a creer ciegamente en un
      paradigma,
      pero no se ha enseñado a romper con él y a crear
      nuevos.

    La enseñanza ha creado conformes, pero
    el mundo actual es y será de los eternos
    inconformes."
    (p.372)

    Finalmente como conclusión de esta ponencia
    es representativo citar el párrafo del libro "La
    educación superior en el umbral del siglo XXI" del Dr.
    Carlos Tünnermann (1996): "La instalación en el
    futuro y la incorporación de la visión prospectiva,
    harán que la educación superior contribuya a la
    elaboración de los proyectos futuros
    de la sociedad, inspirados en la solidaridad, en
    la equidad y en el respeto del
    ambiente.
    Philip Coombs llega a sostener que las universidades no tienen
    otra opción real sino atender estas nuevas necesidades
    porque, si "dejan de hacerlo, se hallarán otras maneras de
    atender estas demandas y las universidades que funcionen mal y no
    respondan a estas presiones terminarán, como los dinosaurios,
    siendo piezas de museo". No olvidemos que hoy en día las
    universidades no tienen el monopolio de
    la enseñanza superior ni de la investigación". (p.115)

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    México,
    D.F.

    Trabajo realizado por Alexander
    Vega Miranda

    Candidato a Doctorado en
    Educación, Magister en Administración de Negocios,

    Profesor de la Escuela de
    Administración de Negocios,
    U.C.R.

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