Monografias.com > Anatomía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Cirugía de urgencia en el geronte




Enviado por jterragno



    Colecistitis Aguda en el paciente
    añoso. Pre e Intraoperatorio

    CAPÍTULO 1: Introducción,
    Generalidades

    El paciente geriátrico
    Quirúrgico

    El estado de
    salud
    varía considerablemente entre los individuos.
    Compárese, por ejemplo, un anciano de 85 años
    saludable, alerta, vigoroso y un hombre de 60
    años malnutrido, discapacitado físico y con
    demencia multiinfarto. El médico debe abordar a cada
    paciente sobre la base del estado
    fisiológico y funcional que presenta. Él desarrollo de
    una estrategia de
    manejo realista deberá ser establecido después de
    la evaluación
    integral del paciente y después de consultar con su
    familia o con
    quien lo cuida. Una vez establecidos los objetivos
    generales se desarrolla el plan de
    tratamiento para los problemas
    específicos: médicos, psicosociales y de
    rehabilitación. La planificación del alta de la
    internación debe comenzar ya durante la admisión.
    Por último, el plan de
    tratamiento debe ser flexible y pasible de ser modificado
    según mejore o se deteriore el estado del
    paciente.

    1. Evaluación de riesgos.
      Durante muchos años se negó la cirugía a
      muchos pacientes mayores debido al temor de que la edad los
      pusiera en riesgo de
      muerte
      inaceptablemente alto. Las tasas de mortalidad actuales, sin
      embargo, son significativamente más bajas que las
      comunicadas hace 20 o 30 años, cuando el índice
      de mortalidad era superior al 20% para los procedimientos
      electivos en pacientes de 80 años o más. Una
      revisión de más de 30.000 casos revela que el
      aumento de la mortalidad operatoria con la edad es gradual.
      Así, la mortalidad operatoria promedio
      -independientemente de la gravedad de la enfermedad o de la
      naturaleza
      de la intervención – pasa del 2,3% en los pacientes
      entre 40 y 49 años a 4,4%, 6,8% y 8% para los pacientes
      en sus décadas de vida séptima, octava y novena,
      respectivamente. No se observa mayor aumento de la mortalidad
      sino hasta la edad de 95 años

    A. Factores de riesgo
    relacionados con los cambios fisiológicos en los pacientes
    añosos. A medida que los adultos envejecen, hay una
    declinación fisiológica de los principales sistemas
    orgánicos, relacionada con el envejecimiento mismo y con
    los procesos
    patológicos que se observan en las personas mayores.
    El
    conocimiento del estado
    fisiológico de cada paciente puede servir para determinar
    en el preoperatorio el riesgo que
    implica la cirugía y para disminuir ese riesgo en el
    intraoperatorio.

    1. Modificaciones cardiovasculares. El
      sistema
      cardiovascular sufre grandes modificaciones
      patológicas y fisiológicas con el
      envejecimiento. Con el avance de la edad, se hallarán
      con mayor frecuencia enfermedad coronaria
      aterosclerótica y estenosis aórtíca. El
      grado de isquemia cardíaca y de lesión
      endocárdica preexistente limita la magnitud del
      estrés que el sistema
      cardíaco puede soportar sin descompensación.
      Además de la presencia de enfermedad cardiovascular,
      el envejecimiento produce menor elasticidad aórtíca, deterioro
      de la respuesta cardiovascular e hipertensión
      sistólica que pueden afectar la supervivencia
      perioperatoria del paciente. La hipertensión lleva a
      un aumento de la post carga que puede comprometer aun
      más a un corazón isquémico o insuficiente
      (4). La hipertrofia ventricular izquierda que a menudo se
      desarrolla como mecanismo compensatorio de la
      hipertensión sistólica, puede dar lugar a un
      llenado diastólico incompleto y disminución de
      la elasticidad ventricular. En consecuencia, el
      individuo está menos capacitado para responder con un
      volumen
      sistólico aumentado durante el estrés quirúrgico.

      3. Modificaciones renales. En el
      anciano la función renal se halla deteriorada a causa
      de la pérdida de nefrones y por la reducción de
      la perfusión sanguínea, del 50% a los 90
      años de edad. Las aplicaciones de esta insuficiencia
      renal incluyen: excreción farmacológica
      alterada, reducción de la capacidad para conservar
      el agua y
      menor respuesta a las variaciones del sodio. Deberán
      reducirse las dosis y la frecuencia de administración de fármacos como
      los aminoglucósidos, antihistamínicos,
      digoxina, analgésicos, sedantes e hipnóticos.
      Debido a que los ancianos tienen la capacidad de
      conservación de agua
      reducida, están en mayor riesgo de depleción de
      volumen a
      causa de procesos
      tales como diarrea o vómitos. La
      menor capacidad para responder a modificaciones de
      líquidos da por resultado mayor susceptibilidad a la
      hiponatremia cuando se administra al paciente dieta con
      restricción de sodio o bien el desarrollo
      de hipernatremia por restricción aun leve de
      líquidos.

      4. Alteraciones sensoriales. El deterioro
      visual y auditivo pueden dar temor ante la experiencia
      perioperatoria del paciente y predisponerlo a la
      desorientación y la confusión (5). El manejo de
      estos enfermos se ve complicado además por la
      pérdida de memoria,
      demencia, incontinencia urinaria y fecal y el uso de
      múltiples medicamentos. La demencia se asocia con una
      tasa de mortalidad del 45%. No se sabe si esta elevada tasa
      de mortalidad se debe a la menor colaboración por
      parte del paciente, a mayor sensibilidad a la anestesia o al
      aumento de la susceptibilidad a otras
      complicaciones.

      5. Consideraciones farmacológicas. El
      paciente anciano es sensible a los efectos adversos de los
      fármacos y a las interacciones medicamentosas.
      Además de la menor capacidad renal para excretar
      fármacos, el anciano puede tener también
      disminuida la absorción y el metabolismo hepático de estos agentes.
      Las medicaciones por vía oral pueden ser absorbidas
      con menor efectividad por causa de la menor actividad
      enzimática en las células con borde estriado ("en cepillo
      "), alteración en la motilidad intestinal, menor
      acidez gástrica y disminución en la
      liberación de enzimas
      pancreáticas. De manera similar, la absorción
      de los fármacos administrados por vía
      intramuscular o subcutánea puede estar demorada o
      impedida por la menor irrigación, razón por la
      cual es necesario repetir la administración para alcanzar los
      efectos deseados.

      B. Factores de riesgo relacionados con
      el estado
      físico del paciente

      1. Clasificación de la American Society
      of Anesthesiologists. Aunque es dable esperar que la
      morbilidad operatoria aumente con la duración de la
      intervención quirúrgica, esta
      correlación no ha sido corroborada en los ancianos.
      Los complicados análisis de factores específicos
      tampoco han demostrado su utilidad para
      la determinación de la morbilidad en general. En
      cambio, la
      apreciación clínica del estado de
      salud general
      del paciente aparece como el determinante estadístico
      más simple y más contable del riesgo operatorio
      de un paciente.

      El sistema de
      clasificación del asa correlaciona la morbilidad y la
      mortalidad operatoria con el estado
      clínico del paciente.

      2. Indice de riesgo cardíaco. El riesgo
      de infarto de miocardio intraoperatorio o en el
      período postoperatorio inmediato puede ser de hasta el
      40%, si se realiza una operación dentro del mes
      posterior a un infarto de miocardio. Este riesgo puede ser
      reducido al 4-7% si la cirugía se posterga 6 meses.
      Aunque esta tasa es equivalente a la tasa de reinfarto
      perioperatorio en pacientes con un infarto remoto, la tasa de
      mortalidad sigue siendo de 10 a 20 veces más alta que
      para los pacientes sin infarto de miocardio previo. La
      cirugía para by pass coronario parece reducir la
      posibilidad de complicaciones cardíacas
      perioperatorias en los pacientes con infarto de miocardio
      previo. Otros factores de riesgo importantes, además
      de una historia de
      infarto de miocardio, para los individuos mayores sometidos a
      cirugía no cardíaca son: insuficiencia
      cardíaca congestivo, arritmias y estenosis valvular
      aórtica cínicamente significativa, en
      particular en el paciente mayor de 70 años o en mal
      estado
      clínico general. Mediante la utilización del
      Índice de Riesgo Cardíaco, un paciente de 70
      años con historia de
      infarto de miocardio en los 6 meses precedentes y que tiene
      insuficiencia cardíaca congestivo tendrá un
      puntaje de 26. En el primer mes posterior a la cirugía
      la muerte
      se produce en el 56% de los pacientes con puntaje de 26 o
      mayor en el preoperatorio. Si se puede corregir la
      insuficiencia cardíaca, el puntaje podrá
      decrecer a 15 y la mortalidad al 2%. En consecuencia, la
      corrección de todos los factores de riesgo
      cardíaco reversibles podrá mejorar mucho los
      resultados (6a).

      3. Otros factores de riesgo en los pacientes
      añosos:

      a) Demencia. Se asocia con una alta tasa de
      mortalidad, cercana al 45%. No ha sido bien estudiado si esta
      tasa de mortalidad se debe a menor cooperación por
      parte del paciente, mayor sensibilidad a la anestesia o mayor
      susceptibilidad a otras complicaciones.

      b) Diabetes.
      La diabetes
      es un factor de riesgo, con alteraciones microvasculares que
      predisponen al paciente a áreas locales de hipoxia
      potencial y a mayor susceptibilidad a infecciones por causa
      de la ineficaz migración de macrófagos y
      leucocitos.

      c) Infección y sepsis abrumadora. El
      riesgo quirúrgico aumenta todavía más en
      los pacientes riesgosos por la demora en la
      cicatrización de la herida, mayor susceptibilidad a
      las infecciones postoperatorias y menor capacidad para
      enfrentar el estrés fisiológico de la
      sepsis.

      d) Desnutrición. El riesgo de mala
      cicatrización de la herida y de infección grave
      aumenta en los pacientes añosos malnutridos sometidos
      a cirugía. La función inmunitaria se deteriora
      en el anciano y declina aun más en el anciano con
      deficiencia nutricional. Con la inanición o la
      malnutrición se alteran la cantidad y la
      función de los linfocitos T, se deteriora la
      función "ayudante" en la producción de anticuerpos y se altera
      la función fagocitaria del sistema
      retículoendotelial. Además, se hace más
      lenta y dificultosa la cicatrización de las heridas en
      sí, porque la síntesis de colágeno y la
      proliferación de fibroblastos se reducen por la
      malnutrición.

      C. Factores de riesgo relacionados con los
      procedimientos quirúrgicos. A pesar de
      que puede esperarse que la mortalidad operatoria aumente con
      la duración de la intervención
      quirúrgica, esta correlación no ha sido
      comprobada en los ancianos. No obstante, se hallará
      mayor riesgo entre los pacientes sometidos a cirugía
      de emergencia. Los pacientes sometidos a cirugía
      intratorácica o intraperitoneal parecen estar
      también en mayor riesgo que otros pacientes
      quirúrgicos ancianos. Los procedimientos vasculares, en especial la
      cirugía de la aorta, conllevan un riesgo
      adicional.

      II. Preparación del paciente anciano
      para la cirugía. La evaluación integral y la
      coordinación entre internista, cirujano y
      anestesiólogo sirven para disminuir la probabilidad
      de acontecimientos desfavorables durante el período
      perioperatorio.

      A. Determinación del
      riesgo

      1. Cuantificación y reversibilidad del
      riesgo. La evaluación preoperatoria debe incluir
      una determinación de riesgo según la
      clasificación de la ASA o el índice de Riesgo
      Cardíaco. A veces es recomendable la
      postergación de una cirugía electiva si se
      puede mejorar la clasificación ASA o el IRC del
      paciente mediante intervenciones terapéuticas
      oportunas (6b). Siempre que sea posible se corregirán
      todas las anomalías metabólicas y
      fisiológicas. La determinación de someter o no
      a cirugía a un paciente identificado con riesgo de
      moderado a alto requiere un abordaje individual basado en la
      mejoría que se espera aporte la cirugía en
      comparación con el riesgo estimado.

    2. Modificaciones pulmonares. Con el
      envejecimiento se producen: aumento de la rigidez de la pared
      torácica, leve xifosis, estrechamiento de las
      vías aéreas, pérdida de la capacidad de
      recuperación de las fibras elásticas,
      disminución de la superficie alveolar interna y menor
      ascenso del diafragma, combinados para reducir la
      función pulmonar y la oxigenación
      sistémica. La función pulmonar – inclusive en
      pacientes añosos no fumadores- se halla comprometida aun
      más por la posición supina. Por ejemplo, un no
      fumador de 80 años con un envejecimiento pulmonar
      fisiológico normalmente podrá tener una PO2, de
      80 que se reducirá ulteriormente a 75 cuando se halle
      acostado. A pesar de que este nivel de oxigenación puede
      ser adecuado para un estilo de vida relativamente sedentario,
      deja un margen de seguridad
      muy pequeño durante períodos de estrés
      como el de la cirugía. En los fumadores existe una
      reducción adicional de la VEF, y la P, y con ello se
      hallarán en mayor riesgo de
      insuficiencia respiratoria.
    3. Elección del anestésico. Una
      historia de
      complicaciones con la anestesia debe alertar al equipo acerca
      de potenciales complicaciones en el futuro y sugerir una
      cuidadosa evaluación del anestésico de
      elección. Como existe la posibilidad de
      interacción entre el anestésico y medicamentos,
      será necesario adoptar una
    4. decisión en cuanto a qué
      fármacos deben continuar administrándose en el
      período quirúrgico y la elección del
      anestésico deberá reflejar su modificación
      sobre la base de la medicación
      actualizada.

    B. Estudios de laboratorio

    1. Los estudios de rutina deben incluir
    electrólitos, BUN y creatinina en suero, recuento de
    células
    sanguíneas, TP y TTP, análisis de orina, radiografía de
    tórax y ECG (8).

    2. Otros estudios. A menudo son necesarias
    pruebas de la
    función hepática, determinación de gases en la
    sangre
    arterial y pruebas de
    función pulmonar, por las razones previamente
    discutidas.

    C. Medidas para el sistema
    respiratorio. Para disminuir las secreciones pulmonares y
    mejorar la oxigenación, el paciente deberá dejar de
    fumar por lo menos 2 semanas antes de la operación. La
    espirometría incentivada perioperatoria ayuda a maximizar
    la función pulmonar y a disminuir la retención de
    secreciones.

    D. Monitorización invasora. La
    corrección preoperatoria de la insuficiencia
    cardiovascular puede ayudar a lograr mejoras de hasta el 66% en
    la supervivencia. En consecuencia, se recomienda la
    monitorización invasora con un catéter dotado con
    un balón en su extremo para determinar la presión
    en cuña pulmonar y la saturación de oxígeno
    en la sangre venosa
    mixta para los pacientes de clase 3 o 4 del IRC. Los pacientes
    con hipoxemia acentuada o insuficiencia cardíaca
    congestivo persistente a pesar de la monitorización
    invasora y de una terapéutica agresiva enfrentan un alto
    riesgo de muerte.

    E. Manejo farmacológico.

    1. Estudios bien controlados indican que
    medicaciones como la digoxina y el propranolol, continuadas hasta
    el momento de la cirugía, dan por resultado una
    reducción de la posibilidad de descompensación
    cardíaca y mejoran la tasa de
    supervivencia.

    2. Los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO)
    deben suspenderse, de ser posible, dos semanas antes de la
    cirugía.

    III. Elección de la anestesia y
    consideraciones intraoperatorias. Existe una gran polémica
    en cuanto a establecer si el paciente anciano debe recibir
    anestesia regional o anestesia general para operaciones como
    las de cirugía vascular, reemplazo de cadera o
    prostatectomía transuretral. En general, cuanto mejores
    sean los signos vitales del paciente y cuanto mejor pueda ser
    controlada la oxigenación, mejores serán los
    resultados para el paciente.

    A. Manejo preoperatorio de los medicamentos. Las
    teorías
    acerca de la medicación preoperatoria en el anciano
    varían de programa a
    programa. Sin
    embargo, en general los medicamentos semejantes a la atropina
    deberán usarse con precaución, debido a sus efectos
    colaterales cardiovasculares, urológicos, y
    oftálmicos. Como el anciano puede experimentar efectos
    depresores mayores sobre el sistema nervioso
    central y el sistema
    respiratorio con los sedantes hipnóticos, podrá
    ser necesario ajustar las dosis de acuerdo con el estado
    clínico del paciente.

    B. Anestesia regional. Los anestésicos
    regionales provocan menos depresión
    respiratoria pero pueden estar asociados con hipotensión.
    Si la anestesia regional resulta inadecuada, el dolor puede
    producir taquicardia e hipertensión con la consiguiente
    isquemia del miocardio. La anestesia regional es de utilidad limitada
    en pacientes ancianos poco cooperadores, quienes pueden requerir
    tanta sedación que se estaría ante un riesgo de
    depresión
    cardiorrespiratoria.

    C. Anestesia general. La anestesia general ofrece
    mejor control de las
    vías aéreas y de la relajación muscular.
    Pueden evitarse restricciones físicas y se logra un mejor
    manejo de los signos vitales con intervenciones
    farmacológicas. El mayor grado de depresión
    del miocardio que se atribuye a los anestésicos generales
    al compararlos con la anestesia regional es compensado por menor
    incidencia de taquicardia refleja. Con la anestesia general puede
    existir mayor grado de confusión postoperatoria e hipoxia
    que con la anestesia regional.

    A. Identificación de los pacientes ancianos
    de alto riesgo. En el momento de la admisión es
    imprescindible identificar a los pacientes con riesgo
    particularmente alto de mala recuperación, p. ej., mayores
    de 75 años, individuos con historia de
    institucionalización previa, aquellos que viven solos, los
    que tienen deterioro de la función cognoscitiva, los que
    tienen dificultades sensoriales (visión – audición)
    y aquellos con historia de caídas,
    incontinencia o reposo prolongado en cama.

    B. Cuidado de pacientes ancianos durante una
    hospitalización aguda. Durante una hospitalización
    aguda, los cuidados especiales para los ancianos pueden dividirse
    en: cuidados preventivos y
    rehabilitación.

    1. Los cuidados preventivos incluyen la minuciosa
    atención a la piel,
    intestinos, hidratación, nutrición y apropiada
    farmacoterapia. La constipación suele ser un problema
    importante que llevaría a anorexia,
    diarrea y desequilibrio electrolítico. La
    desorientación y los traumatismos por caídas pueden
    ser prevenidos prestando atención a la medicación,
    iluminación, evitando la falta de estímulos
    sensoriales y eliminación de los peligros potenciales en
    el entorno físico inmediato del paciente. La
    disponibilidad de pasamanos de colores
    contrastantes permitiría a una persona con
    trastornos visuales mantenerse independiente en cuanto al uso del
    baño. Todos los esfuerzos por conservar la movilidad
    aumentan el nivel de actividad del paciente y con ello alejan la
    posibilidad de depresión,
    úlceras por decúbito, tromboflebitis y dependencia.
    La actitud del
    personal del
    hospital al brindar apoyo facilita mucho el cuidado de los
    pacientes ancianos.

    2. Rehabilitación. La rehabilitación
    es difícil en los pacientes con problemas
    clínicos múltiples. La reducción de las
    fuerzas y el vigor y las limitaciones físicas debidas a
    artritis, enfermedad de Parkinson y los resultados o los efectos
    ulteriores de la cirugía son todos factores
    contribuyentes. Estas situaciones pueden requerir que vanas
    necesidades deban ser atendidas simultáneamente para
    lograr máxima funcionalidad (p. ej., anteojos,
    audífonos, terapia física).

    Un concepto de
    importancia en los cuidados quirúrgicos del paciente
    anciano endeble, como sucede con cualquier persona anciana
    potencialmente enferma, es el de los procedimientos
    quirúrgicos planeados o de urgencia. Las cirugías
    de urgencia se vinculan, de manera típica, con tasas de
    morbilidad y mortalidad más altas. En una serie de 795
    pacientes mayores de 90 años de edad, Hosking y
    colaboradores observaron una mortalidad a 30 días de 17.4%
    después de una operación de urgencia, contra una de
    6.8% en caso de cirugía planeada. Fue también
    significativamente más alta la morbilidad perioperatoria
    (infarto del miocardio, embolia pulmonar, problemas
    neurológicos, disfunción renal, disfunción
    biliar o ventilación mecánica prolongada) en el grupo de
    pacientes operados de urgencia, de 20.7 % contra 7.5 por
    ciento.

    Los ancianos clínicamente enfermos
    están en mayor peligro de sufrir complicaciones
    después de las operaciones de
    urgencia, a causa de retraso en la presentación, diagnóstico e iniciación de la
    asistencia apropiada, en comparación con sus contrapartes
    de menor edad. A causa del proceso normal
    de envejecimiento, pueden trastornar con facilidad los sistemas
    orgánicos de importancia crítica después de
    la intervención quirúrgica, y el paciente grave no
    puede luchar contra estas complicaciones con tanta eficacia.

    Dos ejemplos clásicos del efecto del
    prequirúrgico son los datos de
    Apendicitis y Colecistitis Aguda en los ancianos. En ambos casos
    se pone de relieve la
    necesidad de tomar una actitud
    enérgica, y no pasiva, cuando se sospeche una enfermedad
    del abdomen que requiera operación. Es de importancia
    capital el
    envío oportuno para el tratamiento planeado de una
    enfermedad tratable, índice elevado de sospecha en los
    pacientes que sufren dolor abdominal, y operación temprana
    para garantizar los buenos resultados quirúrgicos y la
    conservación de una buena calidad de
    vida. El retraso en el diagnostico, y la demora subsecuente
    del tratamiento en esta población, no hacen más que
    incrementar las tasas de perforación, complicaciones y
    mortalidad. Está empezando a reconocerse el impacto que
    tienen las intervenciones quirúrgicas
    Laparoscópicas en el tratamiento de ancianos con enfermedades
    gastrointestinales, y es un campo promisorio de investigación.

    Uno de los cuadros más graves y
    significativos en los que la vida del paciente "pende de un hilo"
    se presenta en esos Cuadros de Abdomen Agudo por Colecistitis
    Aguda donde el Cirujano debe decidir sobre la Vida y la Muerte del
    Geronte.

    El Abdomen Agudo Quirúrgico es una
    afección aguda originada en las vísceras
    abdominales y que requiere de una intervención
    quirúrgica a fin de evitar un grave daño
    sistémico causado sobre todo por fenómenos
    tóxicos. Se origina por factores exógenos o
    endógenos.

    Algunas afecciones agudas que se presentan en el
    abdomen son quirúrgicas por las alteraciones
    hemodinámicas que se observan y no se deberían
    incluir en la categoría de Abdomen Agudo: Hemorragia
    Digestiva Alta o Hemorragia Digestiva Baja.

    El Abdomen Agudo quirúrgico se asocia a
    infección y sepsis. Hay algunas excepciones como las
    hemorragias peritoneales que si bien participan de las
    alteraciones hemodinámicas que determinan
    hipovolemia.

    Es de nuestro interés
    hacer hincapié en los A.A. de origen inflamatorio en los
    que el componente infeccioso cumple un rol determinante y dentro
    de ellos la Colecistitis Aguda.

    Otros orígenes de A.A.:

    1. Traumático.
    2. Vascular.
    3. Tumoral.
    4. Tocoginecológico.

    Elementos Clínicos del
    A.A.:

    1. Sintomatología
      extraabdominal.
    2. Sintomatología
      General:
    1. Va de un leve a un severo deterioro. Puede
      haber fiebre, taquipnea y/o disnea. Tensión Arterial
      normal o hipotensión, deshidratación,
      alteraciones en la perfusión periférica,
      ictericia, oliguria, etc.
    2. Hay cambios dependientes de trastornos
      abdominales: alteraciones electrolíticas (Na, K, Ca),
      hipovolemia que lleva a alteraciones cardiovasculares,
      alteraciones del sensorio, renales, respiratorias,
      etc.
    1. Signosintomatología
      Abdominal:
    1. Indirecta: Por lo regular de instalación
      brusca. Vómitos
      entéricos, hemáticos, biliosos, porráceos.
      Diarrea o Constipación.
    2. Directa:
    1. Inspección: Tipo de abdomen, presencia o
      no de deformidades, asimetrías y/o tumoraciones,
      color de la
      pared, cicatrices.
    2. Palpación: Se verá la
      tensión abdominal, localización del dolor,
      defensa muscular, vísceromegalias y masas
      palpables.
    3. Percusión: timpanismo o
      matidez.
    4. Tacto rectal: de importancia e imprescindible
      en el examen semiológico o realizado en forma bimanual
      (maniobra de Giodice – Sanmartino). Puede localizar el
      dolor y la presencia o no de defensa muscular en un abdomen
      dudoso. Puede acercarnos a datos que
      determinen el diagnóstico

    Debemos tener en cuenta que el paciente
    añoso, emaciado o en grave estado pueden hallarse ausentes
    algunos o todos los signos que indican compromiso abdominal
    (abdomen ¨vencido¨). Son A.A. silentes, que simulan un
    compromiso menor al real. Inducen a errores diagnósticos,
    terapias erróneas, conductas expectantes que cuestan la
    vida del anciano.

    Todos los elementos anteriores obtenidos en el
    examen del enfermo serán asentados en una H.C. que
    podríamos consignar una ¨Breve reseña del
    estado clínico del paciente¨.

    Utilizaremos todos los Estudios Complementarios de
    que dispongamos y sólo los que sean necesarios para un
    correcto diagnóstico. La falta de aparataje
    sofisticado para realizar estudios complementarios no debe ser
    justificativo de atrasos diagnósticos y/o
    terapéuticos.

    El tiempo urge.
    Omitir un tratamiento quirúrgico puede determinar la muerte. Una
    cirugía oportuna en condiciones mínimas en el
    paciente crítico que debe ser intervenido puede, en manos
    avezadas, solucionar un grave problemas.

    Muchos son los que en aras de "salvar una vida" se
    atreven a intervenir al paciente añoso sin los recaudos
    necesarios y ponen en peligro lo que dicen querer proteger. Y lo
    que es peor no se dan cuenta de los riesgos a los que
    el anciano se halla expuesto.

    La Cirugía como método
    terapéutico ha demostrado su valía. Pero, claro
    está, en manos de Cirujanos expertos, en la circunstancia
    oportuna y con los cuidados Pre y Post Operatorios suficientes
    que intenten por sobre todo preservar la vida. Y no solamente con
    los conocimientos que la Cirugía les da y la manualidad
    adquirida, sino también con conocimientos profundos en
    Geriatría.

    No es lo mismo operar a un adulto que presenta
    todos sus Mecanismos Homeostáticos totalmente activos que
    realizar una Cirugía de Urgencia en un paciente emaciado,
    con desequilibrios electrolíticos marcados y de 75
    años de vida. Los ancianos NO son adultos
    envejecidos.

    Este trabajo no pretende normatizar
    rígidamente las conductas a tener en un Cuadro de
    Colecistitis Aguda pero si hacer notar la importancia de encarar
    con seriedad la constitución de los planteles de la Guardia
    de nuestros Hospitales de Agudos donde en un trabajo
    interdisciplinario trabajarán mancomunadamente Geriatras,
    Cirujanos, Internistas, Anestesiólogos, Laboratoristas,
    Radiólogos y todos aquellos Profesionales y para
    Profesionales que en el Arte de Curar
    tratan, todos los días, de recuperar para los enfermos la
    salud
    perdida.

    Nuestros maestros nos han inculcado el esfuerzo en
    nuestra tarea asistencial pero también nos han dado con su
    ejemplo profundos conceptos de humildad a aplicar en nuestra
    tarea.

    Recomendaremos no olvidar que en Medicina…

    Lo mejor enemigo de lo
    bueno.

    Muchas veces hemos dudado y muchas hemos tenido
    temor. Quizá sea oportuno parafrasear al Sacerdote
    católico Julio Sandoval: "Cuanto más dudo
    más fortifico mi FE¨.

    CAPÍTULO 2:

    ASPECTOS MEDICO-LEGALES DE LAS
    EMERGENCIAS

    En los últimos años la medicina legal
    ha comenzado a ser vista con otros ojos por los médicos.
    De ser una especialidad clásicamente reservada a los
    peritos que desarrollaban su actividad en el ámbito de la
    justicia y por
    lo tanto restringida a un sector muy reducido del cuerpo
    médico, ha pasado a ser de interés
    para el médico en general. Esto se refleja en las
    continuas consultas que llegan a los lugares donde llevamos a
    cabo nuestra actividad y en el creciente desarrollo de
    la especialidad.

    La medicina legal
    ha dejado de ser una especialidad "de biblioteca" para
    convertirse en una práctica viva. El médico
    atraviesa a diario situaciones médico – legales que debe
    conocer para su resolución satisfactoria. El fantasma del
    juicio por "mala praxis" es una amenaza latente y el
    médico hoy ve con frecuencia alarmante el crecimiento de
    las demandas.

    Por ese motivo creemos conveniente llegar a los
    médicos con temas de medicina legal
    relacionados con la urgencia. Urgencia entendida como necesidad
    de conocer, para poder resolver
    adecuadamente, situaciones que se dan en la práctica de
    todos los días en cualquier ambiente
    médico.

    Hemos elegido, entre otros temas el de las
    obligaciones
    de los médicos, ya que estas emanan de disposiciones
    legales específicas y consideramos que no pueden ser
    ignoradas por ningún médico.

    OBLIGACIONES DE LOS MEDICOS

    Las obligaciones
    de los médicos están específicamente
    consagradas en la ley 17.132 y su
    decreto reglamentario 6.216 del año
    1967.

    Esta ley que tiene
    vigencia en la Capital
    Federal, Tierra del
    Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur se
    denomina "Normas para el
    ejercicio de la Medicina,
    Odontología y Actividades de
    colaboración".

    El artículo 19 señala "Los
    profesionales que ejerzan la medicina
    están, sin perjuicio de lo que establezcan las
    demás disposiciones legales vigentes, obligados
    a:

    Es preciso resaltar que la ley habla de "
    … sin perjuicio de lo que establezcan las demás
    disposiciones vigentes…", por lo que debe suponerse que existen
    otras disposiciones que hallaremos en códigos y leyes a los que
    los médicos debemos atenernos. Valgan como ejemplo
    aquellas disposiciones relacionadas con el secreto profesional,
    la responsabilidad médica, el abandono de
    persona, etc.,
    contempladas en el código pena[, la misma ley del ejercicio
    y el código civil.

    Sin embargo es esta ley la que
    específicamente señala y agrupa una serie de
    obligaciones
    que deben ser bien conocidas por el médico, ya que su
    desconocimiento puede originar serios problemas que
    excederán los límites de esta ley, pues
    simultáneamente generarán problemas de
    índole penal y civil.

    Así, un médico que deja de atender
    una urgencia podrá recibir una sanción
    administrativa (por infracción a la ley 17.132) que
    aplicará la autoridad
    sanitaria, una condena de privación de libertad (que
    en general se deja en suspenso pero que se acompaña de
    inhabilitación para ejercer la profesión) que
    aplicará la justicia penal
    y una obligación de resarcimiento económico, a
    determinar por la justicia
    civil.

    Pasaremos entonces a analizar algunos de los
    incisos de este importante artículo, ya que la
    extensión signada a este capítulo no nos permite un
    análisis de su totalidad, y haremos
    comentarios de casos concretos respecto de cada uno de
    ellos.

    2º. "Asistir a los enfermos cuando la
    gravedad de su estado así lo imponga
    y hasta tanto,
    en caso de decidir la no prosecución de la asistencia, sea
    posible delegarla en otro profesional o en el servicio
    público correspondiente.

    Es de fundamental importancia que el médico
    comprenda que nunca puede dejar de atender una situación
    de emergencia.

    Qué situaciones pueden
    presentarse:

    a) El médico de un servicio de
    emergencia público o privado que no tiene servicio
    externo y que es buscado por la autoridad
    policial o un particular para atender a una persona
    accidentada en las inmediaciones del
    establecimiento.

    No es justificativo válido determinar no
    concurrir por carecer de servicio
    externo, así existan disposiciones administrativas
    internas (reglamento de la institución) que prohiban la
    salida, ya que en estas ocasiones se ponen en juego y
    colisionan bienes
    jurídicos como la vida o la salud que son supremos para
    nuestra legislación penal y civil.

    Ante una posible situación de riesgo para
    la vida de una persona, el
    médico debe concurrir a verificar por sus propios medios
    cuál es la situación real de ella y recién
    después de constatar personalmente su estado
    decidirá la prosecución o no de la
    asistencia.

    Si constata un verdadero estado de gravedad
    deberá tomar una decisión médica, si es
    preciso la internación, así se trate de una
    institución privada, deberá internarlo al margen de
    problemas económicos o de afiliación que luego se
    resolverán, pero que son secundarios ante el bien
    jurídico vida o salud.

    b) El médico, que es conocido como tal, y
    es llamado para socorrer a una persona que requiere maniobras de
    resucitación sacado del agua por una
    sumersión.

    No se puede alegar desconocimiento de las
    maniobras de resucitación por ejercer una especialidad
    ajena a esas prácticas, como puede ser la
    oftalmología o la dermatología.

    Se supone que el médico es el sujeto
    idóneo para realizar ese procedimiento al
    margen de su especialidad y negarse a realizarlas
    constituirá un delito previsto
    en el Código Penal, art. 106 "abandono de persona": "El
    que pusiere en peligro la vida o la salud de otro, sea
    colocándolo en situación de desamparo, sea
    abandonado a su suerte a una persona incapaz de valerse y a la
    que deba mantener o cuidar o a la que el mismo autor haya
    incapacitado, será reprimido con prisión de seis
    meses a tres años."

    c) La obligación de asistencia en la
    urgencia se hace más comprometida para aquellos colegas
    que desarrollan sus tareas en servicios de
    emergencia de instituciones
    públicas o privadas, en las cuales se agrega la necesidad
    de responder con celeridad a los requerimientos de
    atención.

    Existen antecedentes de cesantías de
    médicos bajo la forma de "incumplimiento de sus deberes",
    agregando que este incumplimiento debe ser manifiesto, es
    decir tratarse de una falta inexcusable. Entre los casos citados,
    uno ocurrido años atrás en el Sanatorio Municipal
    "Dr. Julio Mendéz", en el cual una profesional
    médica del servicio de
    guardia fue sancionada con cesantía pues dejó de
    prestar "rápido auxilio" a una enferma que luego
    falleció. Se generó una demora (los familiares
    solicitaron el pedido para trasladar a una enferma a terapia
    intensiva a la 14 h y el arribo se produjo a las 16.45) y se
    estableció en el sumario administrativo que el servicio de
    guardia no respondió con la "prontitud y eficiencia que el
    caso requería y en concordancia con la misión y
    responsabilidad encomendada'.

    Es importante reiterar que esta sanción
    tuvo efecto a "nivel administrativo", es decir fue
    aplicada por la institución (Sanatorio Municipal Dr. Julio
    Méndez) por medio de, un "sumario
    administrativo".

    La terminología utilizada en el sumario
    "manifestó incumplimiento de sus deberes", es
    coincidente con la utilizada por el Código Penal en los
    artículos 84 y 94 (muerte y
    lesiones culposas), en las que se menciona por parte del sujeto
    activo de estos delitos (que son
    los delitos
    típicos de responsabilidad médica)…
    "inobservancia de los reglamentos o de los deberes de su cargo"

    Como se mencionó más arriba, una
    sanción administrativa puede ir acompañada de una
    condena en el ámbito penal o civil.

    Es importante resaltar la importante
    función que, dentro de la asistencia médica, cumple
    el médico de los servicios de
    urgencia. La implicancia médico – legal de sus actos
    médicos es muy relevante, por lo que no puede dejar de
    conocer las obligaciones
    que surgen de su actividad.

    3ro.: "respetar la voluntad del paciente en
    cuanto sea negativa a tratarse o internarse, salvo los casos de
    inconsciencia, alienación mental, lesionados graves por
    causa de accidentes,
    tentativas de suicidio o
    delitos. En las
    operaciones
    mutilantes se solicitará la conformidad por escrito del
    enfermo, salvo cuando la inconsciencia o alienación o la
    gravedad del caso no admitiera dilaciones. En los casos de
    íncapacidad, los profesionales requerirán la
    conformidad del representante del incapaz
    ".

    Ese inciso describe varias situaciones que para su
    mejor análisis será necesario
    desglosar.

    3.1. Respetar la voluntad del paciente en
    cuanto sea negativa a tratarse o
    internarse.

    Las personas capaces (entendiendo por tales los
    mayores de 21 años o emancipados que no hayan sido
    declarados incapaces judicialmente) están habilitadas
    para el ejercicio de todos los actos de la vida civil sin
    depender de personalidad
    alguna o autorización de los padres, tutores o jueces

    (la bastardilla corresponde al artículo 1 29 del
    Código Civil).

    Dentro del ejercicio de estos actos está
    comprendida la posibilidad de negarse a tratarse o
    internarse.

    En este punto es digno de señalarse un
    profundo cambio que ha
    comenzado a darse en la relación médico – paciente,
    que tiene sus orígenes alrededor de la década del
    70 en los EE.UU. y que paulatinamente se va introduciendo en
    otras sociedades.

    Este cambio tiene
    que ver con la revolución
    tecnobiológica ocurrida en la medicina, en
    particular con las nuevas formas de concepción,
    nacimiento, vivir y morir; el consejo genético, la
    anticoncepción, los sistemas de
    reanimación en unidades de cuidados intensivos, los
    trasplantes de órganos.

    Por otra parte, simultáneamente, comienza a
    desarrollarse una cultura
    política
    orientada a los derechos civiles y de los
    consumidores, cuestionadora de toda autoridad,
    defensora de las minorías y marginados, entre los cuales
    se cuentan… los pacientes (Maineti, 1991).

    La medicina
    occidental ha aplicado desde la época hipocrática
    un modelo de
    relación médico – paciente basado en el
    naturalismo, donde "lo bueno" responde al orden natural y "lo
    malo" al desorden. Entendidas salud y enfermedad en esos
    términos, se tendió a implantar una relación
    en la que el deber del médico era hacer el bien al
    paciente, principio de beneficencia basado en el
    paternalismo. El paciente debía aceptar esa
    imposición, aun en contra de su voluntad, ya que el
    médico estaba ética y
    técnicamente capacitado para establecer "el orden natural"
    en caso de enfermedad (Gracia, 1 990).

    Estos principios
    comenzaron a cuestionarse con la modernidad en el
    orden político, religioso y moral, y en
    occidente, con el advenimiento de las democracias pluralistas, se
    puso en relieve el
    carácter autónomo y absoluto del individuo.
    Así como se entendió que existía una
    libertad de
    pensamiento
    político y religioso, también se reconoció
    un principio de libertad
    moral. Todo
    ser humano es agente moral
    autónomo y como tal debe ser respetado por los que
    mantienen posiciones morales distintas.

    Estos principios
    tardaron en instalarse en la práctica médica y
    recién empezaron a tomar vigencia en la década del
    70 (tal como fue señalado más arriba). Hasta ese
    momento prevaleció en la relación médico –
    enfermo la forma paternalista.

    A partir de ese momento los enfermos empezaron a
    tener conciencia de su
    condición de agentes morales autónomos, libres y
    responsables; la relación de tipo paternal comenzó
    a ser rechazada. Esta relación interpersonal,
    accidentalmente conflictiva,
    pasó a ser
    esencialmente conflictiva.

    La relación médico – paciente se
    construyó sobre los principios de
    beneficencia y no maleficencia -"primun non nocere"- por parte
    del médico; el de autonomía, del lado del paciente
    y la aparición del principio de justicia,
    encarnado en la sociedad, un
    nuevo sujeto que se manifiesta entre ambos (Sass, 1
    990).

    Este cambio en el
    paradigma
    médico, se manifiesta, como señalamos antes, con el
    desarrollo
    tecnológico de la medicina y la aparición de los
    grandes dilemas aún no resueltos, y tuvieron por parte de
    los pacientes o sus familiares un cuestionamiento que hicieron de
    aquella relación no conflictiva una esencialmente
    conflictiva.

    Es necesario tomar conciencia de
    esta situación, de este gran cambio que se
    desarrolla en nuestra práctica asistencial y cuyo
    desconocimiento es fuente frecuente de juicios a los
    médicos. Hoy es absolutamente necesario que el paciente
    participe en la decisión de asumir o no un tratamiento
    tras una explicación inteligente (para el paciente) por
    parte del médico. Esta información debe basarse en reglas
    presentes en toda relación médico – paciente. Ellas
    son veracidad, confidencialidad y consentimiento
    informado.

    Dentro de ese marco el médico debe
    acompañar a su paciente en la toma de
    decisiones.

    3.2. "salvo los casos de
    inconsciencia, alienación mental, lesionados graves por
    causa de accidentes,
    tentativas de suicidio o
    delitos…
    "

    Podemos observar, que la ley prescinde de la
    decisión del paciente en cualquier situación en que
    aquel se encuentre en un estado de incapacidad para poder decidir
    por sí mismo.

    En estos casos el médico está
    obligado a promover la internación de los pacientes,
    debiendo además comunicar a la autoridad
    competente (policía, justicia), en
    los casos de accidentados o víctimas de delitos.

    Con referencia a estos últimos (los
    delitos) el médico no debe denunciar ciertos
    delitos
    ya que el ejercicio de las acciones
    (quién puede denunciar) está reservado sólo
    a la víctima o sus representantes en ciertas
    circunstancias.

    Tal lo establecido en el artículo 72 del
    Código Penal: " Son acciones
    dependientes de instancia privada las que nacieren de los delitos
    de violación, estupro, rapto y ultrajes al pudor, cuando
    no resultara la muerte de
    la persona ofendida o lesiones de las mencionadas en el
    artículo 91.

    En los casos de este artículo no se
    procederá a formar causa sino por acusación o
    denuncia del agraviado o de su tutor, guardador o representantes
    legales. Sin embargo, se procederá de oficio cuando el
    delito fuere
    cometido contra un menor que no tenga padres, tutor ni guardador,
    o que lo fuere por uno de sus ascendientes, tutor o
    guardador".

    Por lo tanto, un médico de un servicio de
    emergencias que atiende una persona violada, no debe efectuar la
    denuncia de la violación, porque la ley determina que
    corresponde a la víctima realizarla. De hacerlo, el
    médico podría incurrir en un delito, de
    violación del secreto.

    Sin embargo el médico estará en
    condiciones de denunciar si la víctima es un/una menor sin
    representantes o si los victimarios fueren sus ascendientes,
    tutor o guardador.

    En los casos de alienación mental se debe
    proceder de acuerdo con lo dispuesto en la ley 22.914, a la cual
    se remite, que regula en el medio de la Capital
    Federal la internación de los enfermos
    mentales.

    3.3. "En las operaciones
    mutilantes se solicitará la conformidad escrita del
    enfermo, salvo cuando la inconsciencia o alienación o la
    gravedad del caso no admitiera dilaciones. En caso de
    incapacidad, los profesionales requerirán la conformidad
    del representante del incapaz.

    Para concluir con este inciso y
    remitiéndonos a lo señalado respecto de la
    relación médico – enfermo, ante toda
    indicación de terapéutica mutilante o que pueda
    comprometer la vida del paciente, así como la
    utilización de procedimientos de
    diagnóstico cruentos o invasivos
    será necesario e imprescindible contar con el
    consentimiento del paciente siempre y cuando sea capaz
    (tal como antes se definió).

    Cuando por cualquier circunstancia el paciente no
    esté en condiciones de dar consentimiento (incapaz,
    inconsciente, menor), se le requerirá al representante
    legal, y en caso de falta de persona para dar consentimiento y
    necesidad urgente de actuar, el médico deberá
    actuar, con criterio médico, recordando que el
    Código Penal prevé una situación llamada
    estado de necesidad", artículo 34 que
    señala:

    "No son punibles¨.

    3ro. El que causare un mal por evitar otro mayor
    inminente a que ha sido extraño".

    Es decir, un médico puede tener que decidir
    en forma inminente (no admite dilación) una
    amputación (causar un mal) para evitar otro mayor (la
    pérdida de la vida del paciente si no lo hace) a que ha
    sido extraño (el médico no fue el origen del
    mal).

    Qué sucede en situaciones donde la persona
    que necesita asistencia es un incapaz (fundamentalmente los
    menores o los gerontes inhábiles), que requiere asistencia
    inmediata y que sus representantes (padres u otros) se niegan a
    que la reciba por cuestiones de ignorancia o
    creencias.

    Sin duda no podríamos actuar
    compasivamente. En esta circunstancia se debe solicitar la
    participación judicial en lo que se reconoce como
    "Protección de persona", en que el juez asume la potestad
    de ordenar un tratamiento en una persona que a juicio
    médico lo requiere, y al que por algún motivo no se
    obtiene consentimiento.

    Al respecto, como médico forense de la
    Justicia Nacional, debí participar en una
    "protección de persona" ocurrida tiempo
    atrás en el Hospital Durand. Se trataba de un sujeto de
    sexo
    masculino, adulto, en estado de ebriedad, que había
    recibido una herida por arma blanca en abdomen y había
    sido remitido al servicio de emergencia de dicho hospital. El
    cirujano de guardia comprobó que se trataba de una
    lesión complicada que requería tratamiento
    quirúrgico, pero el paciente no autorizó la
    intervención. Dado su estado de ebriedad y el riesgo
    objetivo que
    corría, el médico se comunicó con la
    Comisaría correspondiente al Hospital y la autoridad
    policial comunicó el hecho al juez de turno. Este
    solicitó la concurrencia de dos médicos forenses
    que certificaron la situación médica del paciente y
    que informaron al juez de la correcta decisión
    médica. El juez, entonces, determinó que la
    intervención quirúrgica fuera realizada, aun con la
    oposición del paciente.

    Esta descripción tomada de la realidad es
    el procedimiento
    correcto que cualquier médico debe realizar en
    casos similares donde esté comprometido un paciente y por
    cualquier circunstancia, presión familiar o de otro tipo,
    no pueda efectuarse la indicación
    correcta.

    Por último se debe recordar que los menores
    no deben tratarse sin consentimiento de sus padres, salvo
    situaciones de extrema urgencia donde la demora puede redundar en
    un perjuicio para el menor.

    4to. … 5to. "Promoverla internación en
    establecimientos públicos o privados de las personas que
    por su estado psíquico o por los trastornos de su conducta
    signifiquen peligro para sí mismas o para terceros.
    "

    La internación y egreso de enfermos '
    mentales en la Capital
    Federal está regulada por la Ley 22.914 de octubre de
    1983.

    Esta admite cuatro vías de
    internación:

    l) A instancias del paciente o su representante
    legal.

    2) Por disposición de la autoridad
    policial.

    3) En casos de urgencia.

    4) Por orden judicial.

    Tanto en el primero como en el segundo caso la
    internación exige como requisito un certificado
    médico
    que puede ser extendido por cualquier
    profesional,
    pues la ley no especifica que debe tratarse de
    un médico psiquiatra.

    En el segundo caso, por disposición de la
    autoridad policial, el dictamen médico debe ser realizado
    por "médico oficial" que si bien es realizada
    habitualmente por el médico legista de la policía,
    no descarta la posibilidad de que cualquier médico de un
    servicio de emergencias de un hospital municipal, nacional o
    universitario se vea en la necesidad de tener que
    extenderlo.

    No es tema específico de este
    capítulo el análisis de la ley mencionada, pero
    sí debe ser tenida en cuenta por el médico de un
    servicio de emergencia ya que su participación en la
    internación de un enfermo mental no debe ser descartada al
    margen de su especialidad.

    6to ….. 7mo. …..

    8vo. "extenderlos certificados de
    defunción de los pacientes fallecidos bajo su asistencia,
    debiendo expresar los datos de
    identificación, la causa de muerte, el
    diagnóstico de la última enfermedad
    de acuerdo con la nomenclatura que
    establezca la Secretaría de Estado de Salud Pública
    y los demás datos que con
    fines estadísticos les fueran requeridos por las
    autoridades sanitarias.

    Cuando se pregunta a los alumnos cuándo se
    debe extender un certificado de defunción, la respuesta
    esperada debe ser: siempre.

    Como podemos observar, la ley exige la
    extensión del certificado de defunción y la
    expresión "de los pacientes fallecidos bajo su asistencia"
    incluye aquellos en que comprobamos el fallecimiento cuando somos
    llamados a actuar en la emergencia. En este caso también
    debemos certificar la defunción y extender el
    correspondiente certificado. Lo que la ley pretende es que
    hagamos el diagnóstico de muerte. A los
    fines de la certificación, quien solo puede hacerlo es: un
    médico.

    Podemos tener dudas respecto de la causa de
    la muerte

    o bien podemos sospechar que se trate de una muerte
    violenta
    (reconoce como etiología accidente, suicidio u
    homicidio).
    Estaremos entonces ante la necesidad de certificar la muerte pero
    no su causa y extenderemos un certificado con diagnóstico
    de muerte de causa dudosa. Esto generará una
    denuncia policial, que el médico debe indefectiblemente
    efectuar ante casos de muerte de causa dudosa o violenta. En
    todos estos casos la participación judicial
    promoverá, seguramente, la práctica de la autopsia
    médico – legal por orden judicial (el juez de
    instrucción es la única persona que puede
    ordenar
    la práctica de una
    autopsia).

    Como conclusión, el médico de
    emergencias debe recordar que la ley le impone la
    obligación de extender certificados de defunción en
    todas las circunstancias. No está obligado a certificar
    las causas de defunción cuando a su criterio no son claras
    o sospeche una muerte de etiología violenta o desconoce
    totalmente los antecedentes del sujeto
    fallecido.

    En estos casos procederá de acuerdo con
    cada circunstancia informando como "muerte de causa dudosa" o
    haciendo la correspondiente denuncia policial en caso de sospecha
    de muerte violenta.

    9no. "fiscalizar y controlar el
    cumplimiento de las indicaciones que imparta a su personal auxiliar
    y, así mismo, de que éstos actúen
    estrictamente dentro de los límites de su
    autorización, siendo solidariamente responsables si por
    insuficiente o deficiente control de los
    actos por éstos ejecutados resultara un daño para
    terceras personas."

    la ley impone al médico el deber de
    controlar y verificar el cumplimiento de sus indicaciones y
    órdenes a todo el personal de
    colaboración que depende de él.

    El no cumplimiento de esta norma puede hacerlo
    responsable de los actos perjudiciales para terceros, resultantes
    de sus dependientes.

    Señala Bueres (1979) que el acto
    médico tiende a trastocarse de individual en actividad
    conjunta. Esta actividad de equipo ha dado pie al nacimiento de
    interferencias que son fuente constante de complejas
    responsabilidades.

    Agrega el tratadista de derecho civil que
    el "médico principal", director o jefe del equipo (puede
    ser el jefe de guardia o jefe de residentes o el médico
    interno), al margen de su deber por la actividad propia, responde
    contractualmente por el hecho de los componentes del equipo, en
    tanto los mismos revistan la calidad de
    auxiliares o dependientes. Es posible que en un trabajo de un
    servicio de emergencia la intervención de médicos
    que no forman parte de un equipo origine responsabilidad colectiva cuando no pueda
    individualizarse al causante del daño. En este caso la
    exclusión de la responsabilidad se daría en aquellos que
    puedan probarlo. En todo caso, el responsable de un servicio
    asistencial donde desarrollan tareas asistenciales de emergencia
    distintos profesionales de la medicina y donde se establecen
    relaciones de dependencia jerárquica y científica,
    debe tomar las medidas para controlar el accionar de sus
    dependientes, ya que el incumplimiento de dicha norma es fuente
    de numerosas responsabilidades.

    CAPÍTULO 3: CONDICIONES MINIMAS PARA LA
    CIRUGIA EN

    EL PACIENTE CRITICO

    Denominamos paciente crítico a aquel que
    debe ser intervenido y en el que la no realización de la
    cirugía equivalga muy probablemente a la
    muerte.

    Estos enfermos requieren condiciones
    mínimas que permitan afrontar con cierto optimismo las
    agresiones de la anestesia y de la cirugía. Nos hemos
    referido con amplitud al tema en el capítulo 2 del
    presente pero baste tener en cuenta que los siguientes datos no son
    justificativo para postergar la cirugía de
    urgencia:

    • TAM > de 70 Torr incluso aunque se dependa
      de una (o más) drogas
      vasoactivas.
    • EAB normal o normalizado(en el sentido de
      ausencia de acidosis o alcalosis metabólica en un rango
      de ph arterial
      de 7.40 + – 0.08
    • PO2 > 50 Torr independientemente de la fi02
      y de la aplicación de ARM.
    • FC entre 60 y 150 lat/min (o mayor si el ritmo
      es sinusal.
    • Hb = o > 10 gr% o con sangrado
      incoercible.
    • PVC entre 7 y 15 cm de H2O PCP entre 10 y 15
      Torr o PMAP entre 20 y 30 Torr en ausencia de
      sintomatología de IC anterógrada o
      retrógrada.

    Otros elementos a tener en cuenta
    son:

    • Aumento de la uremia.
    • Aumento de la creatinina.
    • Hipoxemia discreta.
    • Hipercapnia aún con acidosis (el
      paciente será sometido a ARM.
    • Hiperglucemia.
    • Oliguria.
    • Taquipnea, etc.

    Y sobre todo no se pospondrá la terapia
    quirúrgica cuando haya necesidad de eliminar un foco
    séptico o detener un sangrado
    incoercible.

    Posponiendo los tratamientos basándose en
    las alteraciones referidas anteriormente sólo se
    logrará un final: la muerte.

    Nos parece oportuno referirnos al intraoperatorio
    del paciente crítico, ya que el control
    intraoperatorio no se reduce al monitoreo del ritmo
    cardíaco que forma parte de un elemento más en el
    cuidado referido.

    Se debe optimizar la disponibilidad y el volumen de O2 y
    se prevendrán las complicaciones secundarias. Se
    hará control
    hemático, respiratorio, metabólico, técnico
    y de la infección.

    Control Hemático:

    Se asegurará la volemia que en general es
    mayor a lo normal. Se controlará la PVC o la PCP
    reponiendo los volúmenes hasta normalizar las cifras. Se
    debe mantener el hematocrito en valores
    mayores al 30%. Un aumento del IC dará mayor
    disponibilidad de O2.

    Control Respiratorio:

    Se verá que el tubo endotraqueal se halle
    correctamente colocado. Se deben evitar los volúmenes
    constantes que favorecen la atelectasia, la hipoxemia y la
    infección respiratoria. Se usarán ventiladores
    volumétricos o ventilación manual.

    La hiperoxigenación deberá ser
    también evitada pues al igual que la hipoxia favorece la
    atelectasia por reabsorción y prolonga el tiempo de
    recuperación POP.

    El control del EAB y
    de los gases se
    evaluará para obtener una correcta oxigenación y
    ventilación.

    Control Metabólico y del Medio
    Interno:

    Hay que tener en cuenta los elementos
    condicionantes de la disponibilidad de O2 y medir su consumo. Los
    niveles de disponibilidad deberán ser superiores a los
    normales. Entre los electrolitos se hará control
    fundamentalmente del K y del Mg. Muchas arritmias ventriculares
    dependen de hipokalemia. No se darán
    antiarrítmicos, se corregirá el
    potasio.

    Control de la
    Infección:

    Los tejidos
    infectados, necróticos y poco vitales deberán ser
    evaluados. Se tomarán muestras para cultivo con
    técnica adecuada. Los ATB profilácticos o en los
    tratamientos se usarán según los casos pero no
    innecesariamente.

    Una técnica quirúrgica adecuada y
    planeada con la mayor antelación posible evitará
    complicaciones infecciosas inoportunas. Todo tratamiento
    quirúrgico agresivo y con mala técnica
    aumentará dichos peligros.

    Control Técnico:

    Se debe combinar el tipo de anestesia y la
    asistencia respiratoria. Los tiempos anestésicos se
    reducirán todo lo posible realizándolos solamente
    lo necesario. El cirujano resolviendo adecuadamente el problema
    que motivó la intervención dará seguridad y
    será relevante en la posibilidad de recuperación
    del enfermo. El ayudante de la intervención hará su
    tarea no comprimiendo el tórax, usando correctamente las
    valvas, etc. Habrá un adecuado control IO del dolor. La
    hemostasia adecuada en el IO es imprescindible. No se
    omitirá el control de SNG, drenajes varios, la TAM y el
    traslado bajo estrictas normas en el POP
    inmediato.

    CAPÍTULO 4: Formas Clínicas de la
    Patología Biliar Litiásica

    Epidemiología

    Esta enfermedad es, sin duda, una de las
    más comunes en nuestro país: estudios
    epidemiológicos en material de autopsias y en población activa demuestran que Argentina tiene
    la frecuencia más alta de cálculos vesiculares, en
    el mundo publicada después de Chile.

    En nuestro país más del 90% de los
    cálculos biliares son de colesterol. Cálculos
    pigmentarios puros (sin colesterol) se observan sólo en un
    7% de los litiásicos.

    Las principales características epidemiológicas de
    la enfermedad en nuestro medio son las
    siguientes:

    1) Su prevalencia es muy superior en mujeres que
    en hombres.

    2) Su frecuencia aumenta con la edad de la
    población, fenómeno que se observa
    en ambos sexos por lo que ancianos no operados son
    porcentualmente portadores de más alto porcentaje de
    litiasis vesicular y sus complicaciones como la Colecistitis
    Aguda.

    3) Su aparición es relativamente precoz,
    especialmente en mujeres. La incidencia de colelitiasis en
    adolescentes y
    jóvenes es extraordinariamente alta si se la compara con
    la observada en otros países.

    4) La gran incidencia de litiasis en mujeres en
    edad fértil está relacionada con el número
    de embarazos. En nulíparas jóvenes, la enfermedad
    tiene una prevalencia semejante a la de los hombres de edad
    comparable. En cambio, la colelitiasis es mucho más
    frecuente en las multíparas. Este fenómeno depende
    del número de partos de la mujer
    más que de su edad.

    El embarazo
    favorece la aparición de los cálculos por varias
    razones:

    a) La motilidad vesicular cambia desde el primer
    trimestre. Aumenta el volumen en
    ayunas y también el volumen
    residual después de la contracción, lo que
    favorece el éstasis de la bilis y

    b) Aumenta la secreción hepática de
    colesterol, lo que se traduce por la secreción de una
    bilis más sobresaturada con colesterol, especialmente
    durante el ayuno. Además, por razones no bien conocidas,
    la colestasis del embarazo se
    asocia con mucho mayor frecuencia a la aparición de
    cálculos. (Esta complicación tiene en Chile la
    mayor prevalencia del mundo, 5-6% de las
    gestaciones).

    En un tercio de los casos, los cálculos
    vesiculares pequeños diagnosticados en el post – parto
    inmediato mediante ecotomografía, pueden desaparecer sin
    dar síntomas dentro de los primeros meses del puerperio.
    Este fenómeno puede explicarse por disolución
    espontánea (debido a que disminuye la saturación
    biliar de colesterol) o por migración
    silenciosa de los cálculos al intestino.

    5) Estudios metabólicos y
    epidemiológicos realizados demuestran que los obesos
    tienen un riesgo mucho mayor de sufrir la enfermedad, pues el
    sobrepeso aumenta notablemente la secreción biliar de
    colesterol. Paradójicamente, la aparición de
    cálculos se incrementa si el paciente obeso baja
    rápidamente de peso.

    Con los datos obtenidos de la anamnesis, del
    examen físico y del apoyo diagnóstico de la
    radiología y del laboratorio,
    se pueden configurar las siguientes formas clínicas de la
    litiasis biliar.

    1. Cólico biliar

    Constituye el síntoma principal de la
    litiasis y se presenta cuando un cálculo
    obstruye alguno de los puntos críticos del sistema biliar:
    el nacimiento del cístico o el extremo distal del
    colédoco. El dolor tiene su origen en la
    hipertensión brusca de la vesícula o de la
    vía biliar, aparecida como consecuencia de la
    oclusión del lumen.

    En nuestra experiencia, ha sido de gran utilidad
    clínica distinguir esquemáticamente dos clases de
    cólicos biliares: "simple" y "complicado". En el primer
    caso, la obstrucción del conducto cístico o de la
    vía biliar es transitoria, y cede espontáneamente o
    por efecto de anticolinérgicos, sin dejar secuelas. En el
    segundo caso, la obstrucción se prolonga y durante su
    curso aparecen complicaciones vasculares, inflamatorias o
    sépticas, que pasan a comprometer la evolución del paciente.

    Habitualmente, el cólico biliar "simple" se
    inicia dos o tres horas después de una comida, con
    sensación de distensión epigástrica o de
    dificultad respiratoria retroxifoidea, que rápidamente se
    transforma en un dolor de intensidad creciente, continuo, de
    ubicación epigástrica y en el hipocondrio derecho.
    Comúnmente se irradia al dorso derecho y se
    acompaña de náuseas; el vómito se
    presenta al comienzo del cólico, es de poca cuantía
    y no alivia al enfermo. Este episodio de cólico simple
    dura de quince minutos a dos horas, y cede gradualmente en forma
    espontánea. También se alivia en forma
    rápida con antiespasmódicos por vía
    parenteral. El paciente puede presentar una febrícula
    fugaz, y dolor a la palpación del hipocondrio derecho, sin
    resistencia
    muscular. La rápida resolución del cólico
    simple indica que la obstrucción que le dio origen ha
    desaparecido espontáneamente o con la ayuda de los
    anticolinérgicos.

    A diferencia del anterior, el cólico biliar
    "complicado" se caracteriza por ser mucho más prolongado
    (varias horas o días); sólo cede parcial y
    transitoriamente a los analgésicos, y recidiva de manera
    precoz. Con frecuencia se acompaña de vómitos intensos
    y rebeldes, escalofríos, fiebre o ictericia. A menudo, el
    dolor ocupa todo el hemiabdomen superior y se irradia en faja al
    dorso. El examen del abdomen puede mostrar defensa muscular
    involuntaria o una masa en la región vesicular. Este dolor
    complicado por uno o más de los signos descritos, indica
    que la obstrucción biliar se ha hecho permanente, y se le
    han agregado fenómenos de necrosis o de
    inflamación. Con este tipo de cólico se presentan
    la colecistitis aguda, la coledocolitiasis con un cálculo
    enclavado en el esfínter de Oddi, la fístula
    biliodigestiva y la pancreatitis aguda asociada a
    patología biliar.

    Comúnmente se piensa que los cólicos
    biliares sólo aparecen después de comidas
    abundantes y muy ricas en grasas, porque se supone que ellas
    constituyen el mejor estímulo para la liberación de
    colecistoquinina. Sin embargo, en la aparición del
    cólico biliar el azar desempeña un papel tanto o
    más importante que el tipo de comidas. En varios protocolos
    experimentales hemos obtenido bilis de la vesícula biliar
    de pacientes litiásicos, provocando su vaciamiento con
    colecistoquinina parenteral o infusión de
    aminoácidos al duodeno. A pesar de estos potentes
    estímulos nunca se ha desencadenado un cólico
    biliar en los pacientes. Para que el dolor aparezca no basta con
    una enérgica contracción vesicular; también
    se requiere un cálculo
    situado en la posición adecuada para ocluir el
    bacinete.

    El comienzo del cólico biliar puede ser
    gradual o brusco. Durante el brote habitualmente el dolor es
    continuo y de intensidad uniforme. Sin embargo, en ocasiones
    puede presentar exacerbaciones cólicas. La
    localización en el epigastrio y el hipocondrio derecho,
    así como la irradiación dorsal, a pesar de ser las
    más comunes, no son exclusivas ni constantes. El
    cólico biliar también puede situarse en el
    hipocondrio izquierdo, región retrosternal baja, flancos o
    región periumbilical.

    2. Colelitiasis
    asintomática

    En los exámenes practicados para investigar
    otras patologías (especialmente en las ecografías)
    comúnmente se detectan cálculos vesiculares que han
    permanecido silentes.

    Algunos estudios, realizados en Estados Unidos y
    en Italia, parecen
    indicar que la mayoría de los litiásicos que nunca
    han tenido síntomas permanecen así durante muchos
    años. En un estudio con ecografía vesicular
    practicado en el pueblecito de Sirmione, al norte de Italia, se
    demostró que el 78 por 100 de los 132 pacientes en que se
    encontró colelitiasis no habían tenido nunca
    síntomas propios de la enfermedad. Una experiencia
    parecida se obtuvo siguiendo la evolución de 123 profesores de la Universidad de
    Michigan, en los que se detectó una colelitiasis
    silenciosa mediante colecistografía. Al cabo de quince
    años de observación, sólo un 18 por 100 de
    ellos había desarrollado síntomas. Este trabajo
    mostró, además, que las complicaciones agudas de la
    enfermedad se presentaron de forma excepcional en pacientes
    previamente asintomáticos.

    Contrastan con estos resultados las observaciones
    realizadas en el Estudio Cooperativo de Colelitiasis, realizado
    hace algunos años en Estados Unidos.
    Este trabajo permitió seguir, durante veinticuatro meses,
    a 305 litiásicos que cumplían con los requisitos
    para ser tratados con
    ácido quenodeoxicólico, pero recibieron placebo. De
    ellos, 193 no habían tenido nunca síntomas biliares
    hasta el momento de entrar en el estudio; 60 (31 por 100) los
    presentaron durante los dos años de observación. La diferencia con los trabajos
    anteriores podría deberse a que durante este estudio los
    enfermos fueron cuidadosamente interrogados cada cuatro meses, lo
    que sin duda favorece el recuerdo de síntomas
    relativamente menos intensos.

    Trabajos epidemiológicos realizados en
    Santiago de Chile para
    investigar la historia natural de la enfermedad, muestran que, a
    mediano plazo, la mayoría de los enfermos chilenos con
    litiasis presentan cólicos biliares o complicaciones de la
    enfermedad. En una población suburbana de Santiago se
    practicaron colecistografías a 625 voluntarios, elegidos
    al azar. En 47 de ellos se detectó una colelitiasis y se
    los observó, sin que conocieran su diagnóstico,
    durante un período de seis a diez años. Sólo
    21 (45 por 100) de estos enfermos permanecieron libres de
    molestias; 26 (55 por 100) presentaron cólicos biliares y
    11 (25 por 100) debieron ser operados durante el período
    de observación. Cuatro de estos últimos
    requirieron cirugía de urgencia por colecistitis aguda o
    ictericia obstructiva.

    Un excelente trabajo sobre la historia natural de
    la litiasis fue publicado por Attili y col en 1995. Estos autores
    siguieron a 151 litiásicos (33 sintomáticos y 118
    asintomáticos) a lo largo de 10 años. La probabilidad de
    cólicos biliares en los inicialmente asintomáticos
    fue de 12% a los 2 años, 16,5% a los 4 años y 25% a
    los 10 años. La probabilidad de
    complicaciones mayores (colecistitis aguda, coledocolitiasis,
    pancreatitis aguda) fue de 3% en los asintomáticos y de
    6,5% en los sintomáticos.

    La llamativa disparidad observada en estos
    trabajos epidemiológicos lleva a pensar que la historia
    natural de la litiasis no es homogénea para todos los
    grupos de
    pacientes. Existen evidencias que en muchas mujeres
    jóvenes la litiasis se hace sintomática en un plazo
    más breve, obligando a una operación más
    precoz. Por otro lado, se ha observado que la litiasis de los
    hombres debuta con mayor frecuencia con complicaciones agudas
    (colecistitis aguda, coledocolitiasis).

    3. Colelitiasis Sintomática
    Simple

    Constituye la forma más común de
    presentación clínica de la enfermedad. Se
    caracteriza por una historia de cólicos biliares simples,
    cuya frecuencia e intensidad tiende a aumentar con el paso del
    tiempo. El
    examen ecográfico verifica la presencia de
    cálculos.

    Como se ha señalado, los síntomas
    "dispépticos" carecen de valor
    diagnóstico; si son muy llamativos obligan a un estudio
    más detenido del paciente y al tratamiento de otras
    patologías digestivas, como el reflujo
    gastroesofágico, el colon espástico o la
    constipación, que a menudo coinciden con la
    litiasis.

    4. Coledocolitiasis

    Entre un 5 y un 10 por 100 de los casos de
    colelitiasis presentan simultáneamente cálculos en
    el colédoco. Estudios en autopsias han demostrado que esta
    asociación va en aumento con la edad.

    Al parecer, la migración
    silenciosa de cálculos de la vesícula al
    colédoco, y de allí al duodeno, es un
    fenómeno relativamente común; se han encontrado
    cálculos biliares en las deposiciones de pacientes con
    colelitiasis asintomática, y no es raro que la
    exploración radiológica o quirúrgica de la
    vía biliar en un enfermo con un cuadro típico de
    coledocolitiasis no demuestre los cálculos, porque
    éstos ya pasaron al tubo digestivo.

    En la mayoría de los pacientes, los
    cálculos coledocianos se originan en la vesícula
    biliar: de hecho, su forma y composición son similares a
    las de los cálculos vesiculares. Los pequeños
    cálculos que migran a través del cístico
    siguen creciendo en el colédoco por aposición de
    colesterol; simultáneamente, se produce una
    dilatación gradual de la vía biliar que, con los
    años, puede llegar a un diámetro de 2 cm. o
    más.

    Con menor frecuencia, los cálculos
    coledocianos se originan en la misma vía biliar: ello se
    observa en casos de estenosis del hepático común o
    del colédoco, en los que se desarrollan cálculos
    pardos de bilirrubinato, o mixtos. Este fenómeno
    desaparece si se corrige la estrechez o se deriva la vía
    biliar dilatada al duodeno. En casos excepcionales, como la
    enfermedad de Caroli (dilataciones saculares de los conductos
    biliares secundarios) se describe la formación de
    cálculos de colesterol en la vía biliar
    intrahepática.

    La forma clásica de presentación de
    la coledocolitiasis es la coexistencia de dolor, ictericia y
    fiebre. Sin embargo, esta tríada sólo se observa en
    un tercio de los pacientes; en la mayoría, la enfermedad
    se manifiesta por sólo uno o dos de estos
    síntomas.

    Habitualmente, el cólico biliar de la
    coledocolitiasis es complicado, de gran intensidad, y se asocia a
    estado nauseoso y vómitos
    rebeldes. Puede prolongarse durante varias horas y, si se alivia
    con antiespasmódicos, tiende a reaparecer precozmente. Se
    le puede confundir con un cólico ureteral derecho: es
    útil tener presente que en este caso, el paciente aparece
    muy inquieto, mientras que, si el dolor es de origen biliar,
    tiende a permanecer postrado en su cama.

    La ictericia puede ser fugaz o subclínica,
    manifestándose sólo por una coluria transitoria. En
    otros casos, el enclavamiento de un cálculo en
    la ampolla de Vater da origen a una ictericia prolongada, que en
    los enfermos ancianos puede complicarse con una enfermedad
    tubular aguda.

    La fiebre aparece en brotes aislados, precedidos
    por escalofríos; durante varios meses, estos episodios
    pueden constituir la única manifestación de la
    enfermedad.

    En los pacientes seniles, la coledocolitiasis
    suele ser causa de anorexia y de
    pérdida de peso, simulando una enfermedad
    neoplásica.

    5. Colangitis supurada

    Constituye la complicación más grave
    de la litiasis biliar. Estudios bacteriológicos han
    demostrado que la coledocolitiasis se asocia, en un 75 por 100 de
    los casos, a contaminación bacteriana de la vía
    biliar. Habitualmente se trata de flora mixta, de origen
    entérico, en la que predominan los gérmenes
    aerobios (E. coli, Klebsiella, Proteus), aunque también
    pueden existir anaerobios (B. fragilis, C. perfringens). Mientras
    que no haya obstrucción, la presencia de estas bacterias no
    tiene consecuencias mayores; al sobrevenir el enclavamiento de un
    cálculo
    en la ampolla, suele desencadenarse una supuración
    coledociana aguda, que asciende por la vía biliar y se
    acompaña de una septicemia.

    Los síntomas más frecuentes de la
    colangitis supurada son el dolor en el hipocondrio derecho, la
    ictericia y la fiebre acompañada por escalofríos. A
    las pocas horas de evolución aparece un compromiso
    hemodinámico que evoluciona hacia el shock séptico,
    y alteraciones de conciencia que
    pueden llevar al coma.

    6. Colecistitis "aguda"

    Podemos definir al cuadro de Colecistitis Aguda
    como la alteración aguda de la vesícula que en su
    curso puede llevar a la necrosis. Comienza con una injuria aguda
    luego de una agresión. Los desencadenantes son variados y
    nunca únicos por lo que toda descripción sirve
    sólo con fines académicos para los menos
    experimentados.

    Antecedentes:

    Quemaduras.

    Politraumatismos.

    Cirugía Mayor.

    Sepsis de diferentes
    orígenes.

    Hipovolemia aguda.

    TEP.

    Otros: a pesar que en las descripciones
    clásicas es habitual su omisión en nuestra
    experiencia como Emergentólogos hemos visto, no raramente,
    que en los embarazos avanzados y en los trabajos de parto
    prolongados puede desencadenarse un cuadro de ¨Colecistis
    Aguda¨ que en algunos casos requiere de tratamiento
    resolutivo en el postparto inmediato.

    No así los casos de ¨Cólico
    Biliar¨ o de ¨Colelitiasis Sintomática Simple¨
    durante el embarazo que
    con reposo y medicación remiten y permiten posponer los
    tratamientos más agresivos para después del
    parto.

    Predisponentes:

    Deshidratación.

    Ayuno.

    Succión por SNG.

    Alimentación parenteral.

    Anestésicos.

    ARM con presión espiratoria
    positiva.

    La fisiopatología de esta
    complicación aún no se halla totalmente aclarada.
    Para que se desencadenen la inflamación aguda y la
    necrosis se requiere el efecto combinado de la ectasia, la
    irritación química de la mucosa
    y la isquemia de la pared vesicular

    El mecanismo más común de ectasia es
    la obstrucción mantenida del conducto cístico por
    un cálculo. Conviene recordar que también puede
    existir ectasia en el ayuno prolongado: se han observado casos de
    colecistitis aguda alitiásica en pacientes mantenidos por
    largo tiempo con
    alimentación parenteral.

    Se acostumbra atribuir la irritación
    química de
    la mucosa a la presencia de sales biliares concentradas, lo que
    parece discutible, porque la simple ligadura del cístico
    en animales de
    experimentación no desencadena el cuadro agudo, aunque la
    vesícula contenga sales biliares. En experimentos
    realizados en el prairie dog, se ha determinado que el factor
    irritativo más importante parece ser la presencia de bilis
    sobresaturada, rica en cristales de colesterol. También se
    ha postulado que fosfolipasas de origen vesicular o
    pancreático podrían atacar a las lecitinas
    biliares, liberando lisolecitinas capaces de destruir membranas
    celulares y desencadenar el fenómeno
    inflamatorio.

    La isquemia es de gran importancia para explicar
    la necrosis de la pared vesicular. Contribuyen a ella la
    trombosis de los vasos císticos, por la compresión
    del bacinete, y la hipertensión que se produce en el lumen
    durante la obstrucción, la que también reduce el
    flujo sanguíneo a la mucosa.

    Se ha descartado que las bacterias
    desempeñen un papel
    fundamental en la patogenia de la colecistitis "aguda", porque en
    un 30 por 100 de estos pacientes los cultivos de bilis y de pared
    vesicular no muestran desarrollo de
    gérmenes. Las bacterias
    encontradas en los casos infectados seguramente corresponden a la
    proliferación, en una cavidad cerrada, de la flora mixta
    de origen entérico que se encuentra en más de un
    tercio de los casos de colecistitis crónica
    litiásica. Como excepción a lo anterior, en
    Chile se ha
    descrito que la Salmonella typhi es cinco veces más
    frecuente en la colecistitis aguda que en la crónica, lo
    que permite suponer que este germen, a diferencia de la flora
    entérica habitual, puede tener un papel
    determinante en la patogenia del cuadro agudo.

    El proceso de
    inflamación y necrosis compromete habitualmente todo el
    espesor de la pared, alcanzando hasta la serosa, en cuya
    superficie se produce un exudado rico en fibrina que aglutina a
    los órganos vecinos en torno de la
    vesícula enferma (plastrón vesicular).
    Generalmente, en este proceso
    adherencial participan el bulbo duodenal, el epiplón
    mayor, el colon y, con menor frecuencia, el colédoco y el
    antro gástrico.

    Si la isquemia es de gran intensidad, la necrosis
    termina por destruir la pared vesicular y sobreviene la
    perforación. En casos excepcionales, este proceso es
    fulminante y lleva a una peritonitis biliar. En cambio, si la
    perforación ocurre con el plastrón ya establecido,
    se constituye un absceso perivesicular, que puede quedar limitado
    al espacio subhepático, migrar al espacio
    subfrénico o buscar camino hacia el tubo digestivo vecino,
    estableciendo una fístula biliodigestiva. De éstas,
    la más común es la colecistoduodenal; más
    raras son las fístulas colecistocoledociana y
    colecistocolónica.

    El paso de un cálculo grande al duodeno
    puede conducir a un íleo biliar por su atascamiento en el
    intestino delgado distal.

    En la mayoría de los casos, la colecistitis
    "aguda" corresponde en realidad a una colecistitis crónica
    reagudizada. Los repetidos episodios de obstrucción
    transitoria del cístico y la presencia de los
    cálculos van produciendo una inflamación
    crónica y fibrosa de la pared vesicular, con atrofia de la
    mucosa. Sólo el 1-2 por 100 de los casos de
    inflamación aguda se presentan en una vesícula
    previamente sana. Ello suele suceder en el curso de una fiebre
    tifoidea (colecistitis tifica), o en pacientes con ectasia
    vesicular prolongada (alimentación
    parenteral).

    Habitualmente, el diagnóstico de
    colecistitis "aguda" es sencillo. Se hace por la presencia o por
    el antecedente reciente de un cólico biliar complicado por
    fiebre persistente de intensidad moderada, defensa muscular
    involuntaria y palpación de una masa en la región
    vesicular. El empeoramiento del estado general es observable
    siempre y el cuadro de ¨Colecistis Aguda¨ puede faltar
    sobre todo en los ancianos. En caso de duda se recurre a la
    ecografía, que muestra la
    litiasis y el engrosamiento de la pared vesicular. También
    puede ser útil la cintigrafía biliar, procedimiento
    simple y rápido que verifica con absoluta certeza la
    obstrucción del conducto cístico.

    Un 25 por 100 de los casos de colecistitis "aguda"
    presentan ictericia durante su evolución: en la mayoría de ellos,
    el fenómeno se debe a una coledocolitiasis, o a la
    compresión del colédoco por un cálculo
    grande enclavado en el bacinete. En los pacientes en que no se
    encuentra una causa mecánica, se supone que la ictericia puede
    ser debida a una colestasia por endotoxinas bacterianas. En todo
    caso, una bilirrubinemia superior a 5 mg., en el curso de una
    colecistitis "aguda", permite asegurar que existe una
    coledocolitiasis asociada.

    CAPITULO 5: A. Tratamiento
    Médico

    Numerosa bibliografía consultada ha puesto
    de manifiesto que los tratamientos intentados a través de
    los tiempos han sido tan variables como
    ineficaces. Su orientación ha sido la de disolver los
    cálculos biliares en los pacientes asintomáticos ya
    que en los cuadros con signos clínicos que evidencien
    litiasis biliar sintomática en alguna de sus formas nadie
    discute el resorte quirúrgico de los
    tratamientos.

    1. Cólico Biliar y 2.
    Colelitiasis asintomática:

    ¿Qué se debe aconsejar a un enfermo
    con colelitiasis asintomática? Durante muchos años,
    esta pregunta ha sido motivo de controversia y, aunque cada vez
    se dispone de mayor información acerca de la evolución espontánea de la
    enfermedad, no es suficiente aún para adoptar normas
    universales y taxativas.

    El tratamiento médico de la colelitiasis
    constituye una alternativa interesante para un pequeño
    grupo de
    pacientes asintomáticos. Como ya se señaló,
    los ácidos biliares desempeñan un papel
    fundamental en la solubilización del colesterol. El
    hígado sintetiza dos ácidos biliares (cólico
    y quenodeoxicólico (QDC)) que, conjugados con glicina o
    taurina, constituyen alrededor del 80% del total de sales
    biliares que se encuentran en la circulación
    enterohepática. En 1971 se propuso intentar la
    disolución de los cálculos vesiculares mediante la
    administración oral de ácidos
    biliares.

    La vasta experiencia acumulada con este tipo de
    tratamiento ha mostrado que, de todos los ácidos biliares,
    sólo el QDC y su isómero, el ursodeoxicólico
    (UDC), son capaces de disolver cálculos de colesterol.
    Ambos son eficientemente absorbidos en el intestino delgado,
    captados por el hígado, conjugados o incorporados a la
    circulación enterohepática. Aunque a dosis
    terapéuticas no modifican el tamaño del pool total
    de ácidos biliares, ambos tienen efectos favorables sobre
    el metabolismo
    hepático e intestinal del colesterol que conducen a una
    reducción de la secreción canalicular y del
    índice de saturación del colesterol, quedando los
    sistemas biliares
    de solubilización con capacidad disponible, lo que les
    permite capturar el colesterol de los cálculos y lograr su
    lenta disolución.

    El ácido QDC presenta ocasionalmente
    evidencias de laboratorio de
    toxicidad hepática y frecuentemente produce diarrea: en
    cambio, el ácido UDC no tiene estos inconvenientes para su
    uso, por lo que prácticamente ha desplazado al anterior.
    Para iniciar un tratamiento con UDC se requieren las siguientes
    condiciones: el paciente debe ser asintomático o haber
    tenido, a lo más, un cólico biliar simple. Si tiene
    exceso de peso, conviene que lo normalice, porque la obesidad
    dificulta la respuesta al tratamiento. Sólo se
    obtendrán resultados positivos si la vesícula
    conserva su capacidad de concentración y si los
    cálculos son radiotransparentes y miden menos de 15 mm.
    Los casos ideales, de más rápida disolución,
    son aquellos que presentan múltiples cálculos
    pequeños.

    La dosis del UDC es de al menos 10
    mg/kg/día. Aunque en la especie humana su toxicidad es
    mínima, se recomienda controlar, cada tres meses, los
    niveles de transaminasas. Los efectos secundarios son de poca
    frecuencia e intensidad. Si durante el tratamiento el enfermo
    presenta cólicos biliares, debe ser
    operado.

    El proceso de
    disolución de los cálculos es lento: a los
    dieciocho meses de iniciada la terapia, han desaparecido en el
    60-70 por 100 de los casos. Si después de un año de
    tratamiento no se consigue respuesta, se debe interrumpir el uso
    de la droga. Se ha
    demostrado que la bilis de los pacientes cuyos cálculos
    han sido disueltos vuelve a sobresaturarse un mes después
    de suspender la terapia y la litiasis reaparece, especialmente en
    los enfermos que han tenido cálculos
    múltiples.

    Otra alternativa es la pulverización de los
    cálculos mediante la aplicación
    extracorpórea de ondas de choque
    de alta energía. La litotricia no requiere anestesia
    general y sorprendentemente ha sido bien tolerada. Se ha
    planteado la posibilidad de combinarla con UDC, aprovechando el
    gran aumento de la superficie de contacto logrado por la
    desintegración de los cálculos. Este tratamiento es
    de alto costo y requiere
    de una vesícula funcionante con sólo 1 ó 2
    cálculos: por tanto es potencialmente útil en una
    pequeña minoría de pacientes.

    CAPITULO 6: B. Tratamiento
    Quirúrgico

    No debemos evitar la mención de nuevos
    instrumentos que si bien han demostrado ser sumamente
    interesantes y de técnicas depuradas, no han conseguido
    disminuir la morbilidad y la mortalidad intraoperatorias en estos
    enfermos. Nos referimos específicamente a la
    Cirugía Laparoscópica o como en algunos lugares del
    mundo denominan Videolaparoscópica.

    La aparición de la colecistectomía
    laparoscópica ha disminuido mucho el uso de todas las
    formas de tratamiento médico de la colelitiasis, puesto
    que ha reducido notablemente las molestias de la
    operación, el tiempo de internación y su costo. Pero
    aún no se ha podido descartar el tratamiento convencional
    ¨a cielo abierto¨.

    La endoscopía moderna se inició en
    el año 1805 cuando un urólogo de Frankfurt,
    Alemania
    usó un espejo de refracción, una vela y un
    catéter uretral de doble lumen. Desde ese momento hasta la
    fecha muchos estudiosos han intentado con diferente suerte
    mejorar esa técnica que no por rudimentaria dejó de
    hacer un pedazo en la historia de la Medicina hasta llegar a
    nuestros días en que describir un nuevo aparato o un
    accesorio novedoso ya a los pocos días se transforma en
    algo viejo y superado.

    1. Colelitiasis
    Asintomática:

    Aunque no existe consenso universal sobre el
    tratamiento de la litiasis asintomática, es recomendable
    que estos pacientes sean operados, porque las molestias y los
    riesgos de la
    cirugía son mucho menores en los enfermos que se
    intervienen en forma electiva (cirugía
    laparoscópica) que en aquellos que son operados de
    urgencia por complicaciones que obligan a una
    laparotomía.

    También se ha señalado en apoyo del
    tratamiento quirúrgico de los enfermos
    asintomáticos la alta (y creciente) frecuencia del
    cáncer vesicular en nuestro medio. Este tumor se asocia
    a cálculos en más del 90% de los casos, y se le
    encuentra in situ en el 2% de las vesículas operadas. La
    tabla siguiente muestra la
    experiencia ya mencionada de Santiago de Chile en el
    servicio de cirugía respecto de este punto. Las cifras
    de mortalidad y morbilidad fueron obtenidas analizando la
    evolución postoperatoria de 2.295 casos:

    Tabla 1. Morbilidad y mortalidad
    operatoria en la cirugía biliar electiva y de
    urgencia

     

    N

    %
    mortalidad

    % morbi

    lidad

    Colecistectomía:

     

     

     

    Electiva………………………………….

    1.485

    0.27

    9.6

    De
    urgencia……………………………..

    446

    1.57

    13.5

    Colecistectomía –
    coledocotomía:

     

     

     

    Electiva………………………………….

    261

    1.53

    20.7

    De
    urgencia……………………………..

    103

    5.80

    27.2

    2. Colelitiasis Sintomática
    Simple:

    El tratamiento de la colelitiasis
    sintomática simple es la colecistectomía,
    único procedimiento
    útil para terminar con los cólicos biliares. El
    régimen liviano y el uso rutinario de
    antiespasmódicos no se han demostrado eficaces para
    prevenirlos. Los pacientes son intervenidos por
    laparoscopía y es conveniente realizarla pronto, pues una
    espera prolongada aumenta la probabilidad de
    complicaciones graves.

    3. Coledocolitiasis:

    Conviene insistir en que muchos enfermos con
    cálculos en el colédoco no tienen ningún
    síntoma que revele su presencia. Por ello es tan
    importante, durante la colecistectomía electiva o de
    urgencia, la cuidadosa exploración radiológica de
    la vía biliar. La incorporación rutinaria de este
    procedimiento
    ha reducido la incidencia de coledocolitiasis residual de un 10
    por 100, a un 1 por 100 menos. Si durante una laparotomía
    se detecta la coledocolitiasis, se procede a la
    coledocotomía y limpieza del conducto, y se deja una sonda
    T de calibre adecuado para el drenaje postoperatorio. Cabe
    señalar que la coledocotomía aumenta
    significativamente la morbilidad y la mortalidad de la
    cirugía biliar.

    Si el paciente esta siendo operado por vía
    laparoscópica, también se puede hacer la
    colangiografía transcística. Si se demuestra una
    coledocolitiasis, la solución puede ser postergada al
    postoperatorio, realizando una colangiografía
    endoscópica retrograda, papilotomía y
    extracción de los cálculos.

    El tratamiento de la coledocolitiasis residual ha
    experimentado grandes progresos en los últimos
    años, y se dispone de alternativas terapéuticas que
    permiten evitar, en la mayoría de los pacientes, una
    laparotomía.

    Si se trata de un enfermo que tiene una
    coledocotomía reciente y una sonda en T, se puede intentar
    la extracción de los cálculos mediante canastillas
    metálicas o pinzas especiales, que se introducen hasta el
    lumen del colédoco a través del trayecto fistuloso
    formado alrededor de la sonda. En manos expertas, este método
    tiene éxito en más del 80 por 100 de los casos, con
    una morbilidad del 5-10 por 100, y prácticamente sin
    mortalidad alguna.

    Si la coledocolitiasis se diagnostica en un
    paciente colecistectomizado meses o años atrás,
    caben dos alternativas terapéuticas principales para
    remover los cálculos: la reoperación o la
    esfinterotomía transendoscópica, seguida por la
    extracción instrumental.

    La reoperación implica los riesgos propios
    de una coledocotomía agravados por la patología
    asociada, tan común en estos enfermos. Por ello la
    esfinterotomía ha significado un gran progreso y se ha
    convertido en la primera opción terapéutica. La
    vasta experiencia acumulada con esta técnica muestra un 85-96
    por 100 de éxito en la remoción de los
    cálculos, con una morbilidad del 7-14 por 100 y una
    mortalidad del 0-3 por 100 en las principales series publicadas.
    Las más importantes complicaciones del procedimiento son
    el sangrado de la papila, la perforación duodenal, la
    colangitis, la pancreatitis y el impacto de un cálculo en
    el extremo distal del colédoco, que pueden obligar a una
    laparotomía de urgencia. La frecuencia de estos accidentes ha
    ido disminuyendo a medida que se acumula experiencia y se
    diseñan instrumentos cada vez más
    apropiados.

    El seguimiento de los enfermos sometidos a
    esfinterotomía ha mostrado que su evolución es
    habitualmente buena. Solo un 7,5 por 100 de ellos presentan
    complicaciones de origen biliar o pancreático, y estos
    accidentes
    aparecen con mucha mayor frecuencia en los pacientes cuya
    vesícula biliar no ha sido operada (colangitis aguda
    asociada a migración
    de cálculos). A pesar que la esfinterotomía
    establece una amplia comunicación del colédoco con el
    lumen del duodeno, la colangitis aguda es excepcional en los
    enfermos previamente colecistectomizados.

    La esfinterotomía transendoscópica
    ha reducido las molestias de los enfermos, la duración y
    costo de la
    hospitalización y, además, ha permitido solucionar
    muchos casos de obstrucción biliar que, por la gravedad de
    su patología asociada, tienen contraindicación
    quirúrgica absoluta.

    4. Colangitis Supurada:

    Si no se procede con urgencia a descomprimir la
    vía biliar esta complicación es rápidamente
    fatal. Si el estado del
    paciente es de extrema gravedad, la operación se
    limitará a colocar una sonda T en el colédoco,
    dejando para otra oportunidad el resto de las maniobras
    quirúrgicas.

    Como alternativa se ha propiciado la
    colocación de un catéter en la vía biliar
    por punción percutánea o nasobiliar, procedimiento
    que se puede ejecutar como complemento de una
    colangiografía transparietohepática o
    retrógrada endoscópica, respectivamente. Este
    drenaje estaría indicado especialmente en los pacientes
    más graves y permitiría ponerlos en mejores
    condiciones para enfrentar la cirugía en forma diferida y
    con menor riesgo. Sin embargo, hasta ahora estos drenajes al
    exterior no han demostrado ventajas sobre la intervención
    quirúrgica inmediata.

    5. Colecistitis Aguda:

    El tratamiento de la colecistitis "aguda" es
    siempre quirúrgico, excepto en los raros casos en que hay
    contraindicación absoluta para la operación. El
    enfermo debe ser intervenido tan pronto como su
    diagnóstico sea seguro y sus
    condiciones generales, satisfactorias. La operación puede
    presentar grandes dificultades técnicas por la
    alteración de la anatomía, la
    fragilidad de los tejidos
    comprometidos y la coexistencia de otras complicaciones, como
    coledocolitiasis, pancreatitis aguda y fístulas
    biliodigestivas. Por ello, la cirugía de la
    ¨colecistitis aguda¨ requiere experiencia y prudencia,
    para evitar operaciones
    incompletas (coledocolitiasis residual, persistencia del
    muñón cístico) o daño
    quirúrgico de la vía biliar. Aun así, la
    morbilidad y mortalidad postoperatorias de este cuadro son
    considerables.

    Las diferentes técnicas y el diverso
    instrumental hacen que las técnicas originales de nuestros
    maestros se hayan dividido en varias decenas de
    "subtécnicas" que dependerán de cada caso, de cada
    cirujano, de cada enfermo, de cada….. Videolaparoscopía,
    cirugía a cielo abierto, cirugía de agresión
    mínima; incisión de Kocher, incisión
    supraumbilical transrectal derecha, incisión mediana
    supraumbilical; apertura roma de
    peritoneo, apertura con corte de peritoneo; con drenaje rubber,
    con drenaje tubo (de poliester, PVC, goma), sin drenaje. Y
    así hasta el infinito.

    En el Servicio de Cirugía, en el que
    participamos, nuestra estadística personal no
    difiere de las de otros Servicios a
    nivel Nacional o Internacional (Cuba,
    Zimnbabwe, Italia).

    En pacientes de urgencia se analizan
    cirugías en un período de 4 años (1994 –
    98).

    De un total de 543 Cirugías de Urgencia
    realizadas, 154 corresponden a pacientes añosos (28.54%)
    (12). De ese total casi un 50% correspondió al
    Departamento de Vías Biliares, lo que nos da una acabada
    idea de la frecuencia de esta patología en los gerontes
    (13).

    No se debe olvidar que el tipo de Colecistitis
    Aguda fue ya complicado (Vesículas necróticas,
    cuadros peritoneales por perforación vesicular, etc.) y
    que a través de estos cuatro años se optó
    por realizar cirugía convencional a cielo abierto dejando
    las nuevas técnicas para otras
    oportunidades.

    En el análisis de la Morbimortalidad se
    comprobó que aumentó el número de
    días en que los pacientes permanecieron internados pero no
    la mortalidad, esto último se atribuyó a la
    capacitación de los cirujanos
    intervinientes cuya experiencia oscila entre los 10 y 22
    años; otro de los factores es la colaboración de
    Fisiatras capacitados durante el postoperatorio, geriatras
    consultados y una constante que se reitera permanentemente:
    Equipos Multidisciplinarios.

    El número de cirugías realizadas en
    los dos últimos años en este tipo de pacientes
    mayores no ha variado; seguramente la demanda por
    parte de nuestros abuelos ha sido similar (13).

    En los dos últimos años
    aumentó el número de cirugías de urgencia
    realizadas por el método
    Laparoscópico (13); ello fue atribuido a la
    inclusión en nuestro Hospital de Residencia en la
    especialidad y a la compra de equipos de Videolaparoscopía
    con la consiguiente utilización de los
    mismos.

    Debemos ser prudentes. El campo que se abre es
    realmente promisorio y la búsqueda de nuevas
    técnicas permitirá, a través de los tiempos,
    mejorar los resultados y disminuir aún más los
    peligros de complicaciones y mortalidad
    postoperatorias.

     

     

    CAPÍTULO 7:

    Resumen

    El geronte no es un adulto envejecido. Se toma
    como referencia una de las patologías quirúrgicas
    más frecuentes que es la Colecistitis Aguda y sus
    diferentes tipos. Se establece el estudio preoperatorio,
    intraoperatorio, técnicas y aspectos legales. Con el
    advenimiento de la cirugía endoscópica las
    complicaciones en el geronte son menos frecuentes ya que trauma
    quirúrgico y el tiempo postoperatorio es menor. Se
    destaca la intervención de un equipo multidisciplinario
    incluido en todo el tratamiento para el manejo integral de
    estos pacientes de riesgo.

    Abstract

    The surgical, the surgical times techniques and
    legal aspects have been studied. With the arrival endoscopy
    problems in old people are less frequent because the surgical
    trauma and post operatories time are shorter. It is pointed out
    an multi-work team which included during all the treatment so as
    to take care of these patients. Adult person is not an adult who
    became old. The different types of colecistitis acute which are
    of the most common surgical pathologies are taken into
    account.

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

     

    CAPÍTULO 8: Anexo
    Gráfico

    COLECISTITIS AGUDA

    ELEMENTOS
    FISIOPATOLOGICOS

    DIAGNOSTICOS Y
    TERAPEUTICOS DEFINICION

    APARICION Alteración Aguda de la
    vesícula que en su

    Curso natural puede llevar a la
    necrosis

    – En el seno de una injuria aguda La litiasis
    juega un papel
    preponderante

    – Luego del acmé de la
    agresión

    ANTECEDENTES ELEMENTOS
    FISIOPATOLOGICOS

    FISICO-QUIMICOS

    – Cirugía Mayor CIRCULATORIOS
    —> viscosidad
    biliar

    – Politraumatismos, Quemaduras -Caída de
    perfusión vesicular —< estimulación
    biliar

    – Sepsis de cualquier origen y/o
    colédoco-duodenal. —> presión
    intramural.

    – Hipovolemia Aguda, TEP, etc. -Incremento de la
    PVC.

    -Alteración de la
    coagulación

    FACTORES PREDISPONENTES

    – Hipoxia (con o sin
    isquemia)

    – Ayuno, deshidratación,
    succión – Radicales libres de 02.

    por SNG, alimentación
    parenteral. – Acción de otros mediadores de
    la

    – Anestésicos, asistencia respiratoria
    inflamación aguda liberados en la

    mecánica con presión espiratoria
    injuria.

    positiva.

    ELEMENTOS CLINICOS, EXAMENES
    COMPLEMENTARIOS

    Y CONSIDERACIONES
    TERAPEUTICAS

    SIGNOSINTOMATOLOGIA EXAMENES
    COMPLEMENTARIOS

    – Empeoramiento brusco o progresivo del –
    Laboratorio
    convencional

    estado general. – Ecografía:
    dilatación de las

    – Cuadro clínico de colecistitis (puede
    faltar) vesícula y engrosamiento de
    las

    con o sin ictericia.
    Paredes.

    – Cuadro clínico de sepsis. –
    Centellografía: falta de
    captación.

    – Peritonitis biliar. – TAC: habitualmente no
    es

    necesaria.

    TRATAMIENTO

    Quirúrgico y Urgente:
    Colecistectomía o
    Colecistostomía

    La cirugía debe aprovecharse para drenar
    otros focos y/o

    Buscarlos (en especial en el postoperatorio de
    cirugía

    abdominal mayor.

    Tratamiento del cuadro general con medidas
    inespecíficas.

    PREVENCION: Lo contrario a factores
    predisponentes. 1

    PREOPERATORIO

    CIRUGIA DE URGENCIA EN
    ELGERONTE

    1) BREVE RESEÑA DEL ESTADO CLINICO DEL
    PACIENTE.

    2) DIAGNOSTICO PRESUNTIVO
    PRECOZ.

    3) DETERMINACION DEL RIESGO
    PREVIO.

    4) EXAMENES COMPLEMENTARIOS.

    5) DIAGNOSTICO Y DETERMINACION DEL
    PROCEDIMIENTO

    QUIRURGICO.

    6) INTERVENCION QUIRURGICA.

    7) REANIMACION Y EVOLUCION P.O. EN
    QUIROFANO.

    8) REHABILITACION Y EVOLUCION
    P.O.

    9) COMPLICACIONES.

    2

    DETERMINACION DEL RIESGO
    PREVIO

    A) RELACIONADO CON LOS CAMBIOS
    FISIOLOGICOS.

    1) MODIFICACIONES
    CARDIOVASCULARES.

    2) MODIFICACIONES PULMONARES.

    3) MODIFICACIONES RENALES.

    4) MODIFICACIONES SENSORIALES.

    5) MODIFICACIONES
    FARMACOLOGICAS.

    B) RELACIONADO CON LOS CAMBIOS FISICOS DEL
    PACIENTE.

    C) RELACIONADO CON EL PROCEDIMIENTO
    QUIRURGICO.

    D) RELACIONADO CON EL PROCEDIMIENTO
    ANESTESICO.

    3

    RIESGO PREVIO . CAMBIOS
    FISIOLOGICOS

    MODIFICACIONES
    CARDIOVASCULARES:

    1) ENFERMEDAD CORONARIA ATEROESCLEROTICA.
    ISQUEMIA

    LESION MIOCARDICA.

    2) VALVULOPATIA AORTICA. HIPERTROFIA
    VENTRICULAR

    IZQUIERDA. HIPERTENSION
    SISTOLICA.

    MODIFICACIONES
    PULMONARES:

    1) AUMENTO DE LA RIGIDEZ
    TORACICA.

    2) CIFOSIS.

    3) ESTRECHAMIENTO DE LAS VIAS
    AEREAS.

    MODIFICACIONES RENALES:

    1) PERDIDA DE NEFRONES Y REDUCCION DE LA
    PERFUSION

    SANGUINEA. INSUFICIENCIA RENAL.

    2) ALTERACIONES DEL AGUA Y DE LOS
    ELECTROLITOS.

    MODIFICACIONES
    SENSORIALES:

    1) DETERIORO VISUAL Y AUDITIVO.

    2) PERDIDA DE LA
    MEMORIA.

    3) DEMENCIA. INCONTINENCIA DE
    ESFINTERES.

    MODIFICACIONES
    FARMACOLOGICAS:

    1) POLIFARMACIA.

    2) INTERACCIONES.

    3) EFECTOS ADVERSOS.

    4

    RIESGO
    PREVIO

    RELACIONADO CON LOS CAMBIOS en el ESTADO
    FISICO

    1) INDICE DE RIESGO CARDIACO.

    2) MORTALIDAD QUIRURGICA.

    3) OTROS FACTORES. DIABETES.
    DESNUTRICION

    INFECCION Y SEPSIS. DEMENCIA.

    TABAQUISMO Y ALCOHOL.

    H.T.A. – ALERGIAS.

    RIESGO
    PREVIO

    RELACIONADO CON EL PROCEDIMIENTO
    QUIRURGICO

    1) CIRUGIA ABDOMINAL DE
    URGENCIA.

    2) CIRUGIA TORACICA DE URGENCIA.

    3) NEUROCIRUGIA DE URGENCIA.

    4) POLITRAUMATIZADOS.

    RIESGO
    PREVIO

    RELACIONADO CON EL PROCEDIMIENTO
    ANESTESICO

    1) ANESTESIA GENERAL.

    2) ANESTESIA REGIONAL.

    5

    INDICE DE RIESGO CARDIACO

    Puntaje

    HISTORIA Edad SUPERIOR A 70 AÑOS
    5

    I.A.M. dentro de los últimos 6 MESES
    10

    EXAMEN FISICO TURGENCIA VENOSA YUGULAR o
    GALOPE 11

    ESTENOSIS AORTICA SIGNIFICATIVA
    3

    ECG RITMO NO SINUSAL –
    EST.AURICULARES 7

    MAS de 5 EST.VENTRICULARES x MINUTO
    7

    General PO2 < 60 mmHg. – PCO2 > 50 mm
    Hg. 3

    K+ < 3 meq./L – CO3H < 20
    meq./L

    ELEVACION DE AST – ENF. HEPATICA
    CRONICA

    POSTRACION DE CAUSA NO CARDIACA

    Tipo de EMERGENCIA 4

    I.QUIRURGICA Aórtica –
    Intratorácica – Intraperitoneal 3

    Total 53

    6a

    MORTALIDAD
    QUIRURGICA

    Pacientes en su totalidad

    Pacientes

    ancianos (%) ASA (%) IRC (%)

    Clase 1 0 0 0,2

    Clase 2 0-5 1 2

    Clase 3 4-25 2 2

    Clase 4 25-45 5 56

    6b

    Riesgo
    Quirúrgico

    Interrogantes básicos
    desde el punto de vista
    cardiológico:

    1) ¿Hay evidencia de Enfermedad
    Cardíaca?

    2) ¿Hay historia de Angina de pecho o
    IAM?

    3) ¿Hay Agrandamiento
    Cardíaco?

    4) ¿Hay síntomas o signos de
    Insuficiencia Cardíaca Congestiva?

    5) ¿Hay alteraciones significativas del
    Ritmo Cardíaco?

    6) ¿Hay Enfermedad Hipertensiva
    Significativa?

    7) ¿Hay evidencia de síntomas de
    Enfermedad Cardiovascular,
    Hipotensión

    Postural o
    Síncope?

    8) ¿Hay evidencia de Enfermedad
    Renal?

    9) ¿Hay Historia de Flebitis, reciente o
    antigua?

    10) ¿El paciente ha recibido
    Antihipertensivos o Corticoides?

    7

    EXAMENES
    COMPLEMENTARIOS

    1) EXAMENES COMPLEMENTARIOS DE RUTINA EN
    EL

    P.O. de PACIENTES SANOS

    -LABORATORIO: GLUCEMIA – HEMATROCRITO Y
    HE MOGLOBINA

    Rto. de GLOBULOS BLANCOS –
    COAGULOGRAMA

    ANALISIS de ORINA – FUNCION
    RENAL

    MEDIO INTERNO
    (ELECTROLITOS)

    -Rx. DE TORAX: PAR
    RADIOLOGICO

    -ELECTROCARDIOGRAMA Y RIESGO
    QUIRURGICO.

    -EXAMEN DE VIAS RESPIRATORIAS Y
    ESPIROMETRIA.

    2) EXAMENES COMPLEMENTARIOS
    SEGUN

    LA PATOLOGIA

    -GASES EN
    SANGRE

    -FIBROENDOSCOPIA
    DIGESTIVA

    -FIBROBRONCOSCOPIA

    Tórax

    -PUNCION DIAGNOSTICA Abdomen

    Lumbar

    -ESTUDIOS RADILOGICOS
    CONTASTADOS

    8

    9

    10

    11

    SERVICIO DE

    CIRUGIA GENERAL

    Total de Cirugías
    (1994-97)

    1994

    1995

    1996

    1997

    TOTAL

    0 A 10 AÑOS

    12

    4

    10

    10

    36

    11 A 20 AÑOS

    14

    12

    15

    13

    54

    21 A 30 AÑOS

    1

    21

    19

    17

    57

    31 A 40 AÑOS

    20

    21

    18

    17

    76

    41 A 50 AÑOS

    19

    21

    17

    20

    77

    51 A 60 AÑOS

    22

    24

    22

    21

    89

    61 A 70 AÑOS

    24

    20

    25

    23

    92

    MAY 70 AÑOS

    14

    15

    17

    16

    62

    T.PARCIALES

    126

    138

    143

    137

    T.GENERAL

    543

    12

     

     

    13

     

     

    CAPÍTULO 9:
    Abreviaturas

    AA. Abdomen Agudo.

    ARM. Asistencia Respiratoria Mecánica.

    ASA. American Society of
    Anesthesiologists.

    Ca. Calcio.

    EAB. Equilibrio
    Acidobase.

    ECG. Electrocardiograma.

    Fc. Frecuencia Cardíaca.

    Hb. Hemoglobina.

    H.C. Historia Clínica.

    IC. Indice Cardíaco 0 Insuficiencia
    Cardíaca.

    IO. Intraoperatorio.

    IRC. Indice Riego
    Cardíaco.

    1. Potasio.

    Mg. Magnesio.

    Na. Sodio.

    1. Presión.

    PCP. Presión Capilar
    periférico.

    PMAP. Presión Media Arterial
    Periférica.

    PO. Postoperatorio.

    POP. Postoperatorio.

    PVC. Presión Venosa
    Central.

    QDC. Acido
    Quenodeoxicólico.

    SNG. Sonda Nasogástrica.

    Sonda T. Tubo de Kehr.

    TAM. Tensión Arterial
    Media.

    TEP. Tromboembolismo Pulmonar.

    TP. Tromboplastina Parcial.

    TTP. Tiempo de Tromboplastina
    Parcial.

    UDC. Acido
    Ursodeoxicólico.

    VEF. Volumen Espiratorio Final.

    VO2. Volumen Parcial de
    Oxígeno.

    CAPÍTULO
    10: Bibliografía

     

     

    Autor:

    Dr. Jorge Terragno

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter