Con los problemas a
los que nos enfrentamos actualmente, problemas de
tipo político, económico, social y hasta
deportivos, dejamos de lado uno con el que tenemos contacto
más cercano, el problema de la contaminación, un problema que nosotros
creamos e incrementamos de forma gradual todos los
días.
Entre los diferentes tipos de contaminación, existe el de la contaminación atmosférica, un tipo
de contaminación al cual no se le toma el
interés
que requiere, siempre el país (el gobierno o
nosotros mismos) no toman en cuenta las consecuencias que puede
traer hasta que se llegan a niveles altos de IMECAS (Indice
Metropolitano de Calidad del
Aire); es
entonces cuando se toman medidas, y son medidas no para prevenir
a la misma, sino para combatirla por unas horas hasta esperar a
que se repita la situación.
La contaminación: Una bomba que cualquier
día puede terminar con nosotros
Meteorología y efectos sobre la salud
La concentración de los contaminantes se reduce
al dispersarse estos en la atmósfera, proceso que
depende de factores climatológicos como la temperatura,
la velocidad del
viento, el movimiento de
sistemas de altas
y bajas presiones y la interacción de éstos con la
topografía local, por ejemplo las
montañas y valles. La temperatura
suele decrecer con la altitud, pero cuando una capa de aire frío
se asienta bajo una capa de aire caliente
produciendo una inversión térmica, la mezcla
atmosférica se retarda y los contaminantes se acumulan
cerca del suelo.
Las inversiones
pueden ser duraderas bajo un sistema
estacionario de altas presiones unido a una baja velocidad del
viento.
Un periodo de tan sólo tres días de escasa
mezcla atmosférica puede llevar a concentraciones elevadas
de productos
peligrosos en áreas de alta contaminación y, en
casos extremos, producir enfermedades e incluso
la muerte. Los
efectos de la exposición a largo plazo a bajas
concentraciones de contaminantes no están bien definidos;
no obstante, los grupos de
riesgo son los
muy jóvenes, los ancianos, los fumadores, los trabajadores
expuestos al contacto con materiales
tóxicos y quienes padecen enfermedades pulmonares o
cardíacas. Otros efectos adversos de la
contaminación atmosférica son los daños que
pueden sufrir el ganado y las cosechas.
A menudo los primeros efectos perceptibles de la
contaminación son de naturaleza
estética y no son necesariamente peligrosos. Estos efectos
incluyen la disminución de la visibilidad debido a la
presencia de diminutas partículas suspendidas en el
aire, y los malos
olores, como la pestilencia a huevos podridos producida por el
sulfuro de hidrógeno que emana de las fábricas de
papel y
celulosa.
Contaminación
atmosférica
Los vehículos emiten una serie de
contaminantes aéreos que afectan de forma adversa a la
salud de los
animales y
las plantas y a
la composición química de la
atmósfera. Las emisiones de
dióxido de carbono e
hidrocarburos, dos de los principales
contaminantes liberados por los automóviles, contribuyen
al calentamiento global. La presencia de niveles elevados de
estos productos
hacen que la luz reflejada
quede atrapada en la atmósfera, haciendo subir lentamente la
temperatura
de la misma.
Efectos a gran escala
Las altas chimeneas de las industrias no
reducen la cantidad de contaminantes, simplemente los emiten a
mayor altura, reduciendo así su concentración en un
solo lugar. Estos contaminantes pueden ser transportados a gran
distancia y producir sus efectos adversos en áreas muy
alejadas del lugar donde tuvo lugar la emisión. El
pH o acidez
relativa de muchos lagos de agua dulce de
la región se ha visto alterado hasta tal punto que han
quedado destruidas poblaciones enteras de peces. Las
emisiones de dióxido de azufre y la subsiguiente
formación de ácido sulfúrico pueden ser
también responsables del ataque sufrido por las calizas y
el mármol a grandes distancias.
Los contaminantes más usuales que emite el
tráfico son el monóxido de carbono, los
óxidos de nitrógeno, los compuestos
orgánicos volátiles y las macropartículas.
Por lo que se refiere a estas emisiones, los transportes en los
países desarrollados representan entre el 30 y el 90% del
total. También hay compuestos de plomo y una cantidad
menor de dióxido de azufre y de sulfuro de
hidrógeno. El amianto se libera a la atmósfera al frenar.
El tráfico es también una fuente importante de
dióxido de carbono.
El monóxido de carbono es
venenoso. A dosis reducidas produce dolores de cabeza, mareos,
disminución de la concentración y del rendimiento
( Vé al centro a la 1 de la tarde para que veas lo que
es bueno! ) .
Los óxidos de nitrógeno y azufre tienen
graves efectos sobre las personas que padecen asma bronquial,
cuyos ataques empeoran cuanto mayor es la contaminación,
pues además estas sustancias irritan las vías
respiratorias, si bien aún no hay una explicación
médica precisa.
Entre los compuestos orgánicos volátiles
está el benceno, que puede provocar cáncer, al igual que el amianto,
aunque su efecto sólo está claramente establecido a
dosis más altas que las debidas al tráfico. Las
macropartículas son partículas sólidas y
líquidas muy pequeñas que incluyen el humo negro
producido sobre todo por los motores diesel y
se asocian a una amplia gama de patologías, entre ellas
las enfermedades
cardíacas y pulmonares. El plomo dificulta el desarrollo
intelectual de los niños. El dióxido de carbono no
siempre se clasifica como contaminante, pero sí guarda
relación con el calentamiento global.
Los catalizadores limpian parte de las emisiones, pero
no así el plomo, el dióxido de carbono ni las
macropartículas. Hay plomo porque se añade a la
gasolina para mejorar el rendimiento del motor. Es posible
reducir su empleo
aplicando diferenciales de precios. El
dióxido de carbono es inevitable en los combustibles
fósiles; su reducción depende de la
utilización de otros combustibles, de mejorar la eficacia del
combustible o de reducir el volumen de
tráfico. En muchos países, reducir la
contaminación que provoca el tráfico es una de las
grandes prioridades y, en la mayoría de los casos (aunque
no siempre), se reconoce que ello puede pasar por restringir en
cierta medida el aumento del volumen total de
tráfico, ya sea con medidas de urgencia durante algunos
días, cuando la contaminación es demasiado alta, o
mediante políticas
más completas a largo plazo. La calidad del
aire es uno de
los motivos de políticas
como la implantación de zonas peatonales en el centro de
las ciudades, la limitación del tráfico y la
creación de autopistas de peaje.
Conclusiones:
La falta de información NO es el motivo por el cual no
se tomen medidas para el control y la
eliminación de la contaminación atmosférica.
Se tienen aparatos sofisticados que miden hora tras hora los
niveles de contaminación en diferentes puntos de la
ciudad; se conocen los tipos de contaminantes, sus fuentes y sus
cantidades; se sabe de los planes de contingencia que se tienen
que llevar a cabo cuando hay muchos contaminantes; pero todo esto
es independiente de lo que nosotros podemos realizar para
combatir la contaminación.
Actualmente el gobierno realiza
un plan piloto de
recolección de basura, en donde
se divide por días la recolección de los diferentes
tipos de basura, unos
días cartón, papel y
aluminio,
otros días desechos inorgánicos y el resto de los
días desechos orgánicos.
¿ Nosotros contaminamos? Claro, con nuestros
automóviles, al fumar, con la combustión innecesaria de basura… Pero
nosotros tenemos la solución en nuestras manos, debemos
organizarnos y ser responsables y evitar aquellas actividades que
producen contaminación.
Autor:
Pablo Vivanco