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Historia Argentina: Inmigrantes




Enviado por latiniando



    Objetivos: Conocer y
    comprender el arquetipo social de los inmigrantes propio de la
    campaña y su interrrelación entre 1850 y
    1910.

    Contenidos: Mentalidades, costumbres,
    formas de vida, creencias, expresiones políticas,
    manifestaciones artísticas, aportes culturales,
    actividades económicas, conformación social de la
    clase inmigrante que habitó la campaña entre 1850 y
    1910.

    Actividad:

    Elegir uno de los arquetipos propuestos y realizar
    por escrito un análisis.

    Arquetipo elegido: El inmigrante del
    ámbito urbano.

    El siguiente trabajo práctico es una investigación acerca de los inmigrantes que
    habitaron el territorio bonaerense entre 1850 y 1910,
    época cuyas características principales fueron la
    organización y expansión de la Argentina. Hay
    que destacar que fue durante el período de las
    presidencias históricas de Mitre, Sarmiento y Avellaneda
    (1862-1880) cuando se comenzó a establecer una política
    porteña que contenía rasgos europeos, a imponer la
    "civilización" sobre la "barbarie"; y, además, fue
    cuando se produjo la apertura a la inmigración que conformaría una mano
    de obra barata y un gran crecimiento
    demográfico.

    La razón que me llevó a optar por el
    arquetipo social del inmigrante es debido a que es un arquetipo
    que me gustaría conocer y comprender con mayor
    profundidad. Esto se debe principalmente a que, en definitiva, mi
    familia lleva
    como cabeza a un español el cual tuvo la valentía
    de viajar a un lugar casi totalmente despoblado, confiando en
    todo momento que lograría llevar adelante estas tierras
    tan productivas.

    Lo que el lector de las próximas páginas
    encontrará es un trabajo de fondo, analizando las
    mentalidades, las costumbres, las formas de vida, las creencias,
    las manifestaciones artísticas, etc., del inmigrante
    vinculadas claramente con los distintos arquetipos sociales
    propios de la campaña y de la ciudad entre 1850 y 1910,
    tales como el gaucho, el negro, el milico, el estanciero y la
    burguesía.

    ARQUETIPOS
    SOCIALES

    Ámbito
    Rural
    :

    – Gaucho

    – Indio

    – Peón

    – Milico

    – Policía

    – Negro

    – Mulato

    – Comerciante

    – Hacendado

    – Mujer

    – Sacerdote

    – Dirigente político

    Ámbito
    Urbano:

    – Político

    – Inmigrante

    – Obrero

    – Milico

    – Policía

    – Negro

    – Mulato

    – Comerciante

    – Hacendado

    – Mujer

    – Sacerdote

    – Dirigente político

    Cabe señalar que en lo social, la década
    del ochenta argentina
    está marcada por el ingreso intensivo de inmigrantes. Nos
    es raro que de los que se incorporaban a nuestro territorio,
    solamente los trabajadores rurales migratorios o los que
    tenían pactos o decisión, cruzasen a través
    de la ciudad de Buenos Aires para
    encaminarse a la estremecedora y desierta pampa. Igualmente, la
    mayoría recaló en la gran aldea convertida pronto
    en una gran ciudad.

    Los inmigrantes de la campaña vivían en
    poblados de 200 a 500 habitantes que se establecían
    alrededor de fuertes, que aparecían como puntos
    imperceptibles, en medio de los vastos territorios que las
    rodean.

    A diferencia de estos inmigrantes de campaña, los
    inmigrantes de la ciudad habitaban principalmente en conventillos
    que presentaban condiciones de vida infrahumana: servía de
    vivienda a un gran número de familias, cada una con dos o
    tres hijos que vivían, casi siempre, en una sola pieza;
    pero el hambre, la suciedad y la pobreza no
    eran cosa nueva para estos inmigrantes; mientras que la alta
    burguesía habitaba en un barrio colmado de
    "palacios".

    Existían distintos inmigrantes, de acuerdo a los
    orígenes y a las intenciones con que llegaban. La
    intención de los inmigrantes ingleses
    ‘pobladores’ era justamente poblar la tierra,
    asentándose en una propiedad que
    les permitiese asegurar, mediante el trabajo
    duro, una buena renta al capital del
    que disponían, el cual, había de incrementarse
    tanto por la forzosa valorización de la tierra una
    vez trabajada, como por acumulación del producto de
    ese trabajo. Pero no todos los ingleses que llegaban
    tenían hábitos laboriosos. Algunos ingleses
    trashumantes, que habían hallado una cómoda forma de
    subsistencia agregándose en estancias al amparo de la
    generosidad de sus paisanos fueron denunciados por tales
    abusos.

    Contrariamente a dicho tipo de inmigrantes, estaban
    también los ‘llamados’. Estos inmigrantes se
    caracterizaban por pasar aprietos en Europa; por lo
    tanto, debido a que eran parientes de inmigrantes que al llegar a
    nuestro territorio habían instalado una casa de comercio, eran
    llamados para que vengan a probar su suerte en la Argentina, y se
    dispersaron por el país estableciendo boliches; dando
    lugar a personajes omnipotentes como el almacenero en el campo
    dueño de un boliche en las inmensidades de La Pampa o
    Río Negro; o al muchachuelo español, que luego de
    desembarcar, caerá tras un mostrador, centenares de leguas
    tierra
    adentro, donde comenzará a servir copas a los parroquianos
    de poncho, chiripá, bota de potro y sonoras espuelas, que
    tal vez saluden a un futuro millonario en el listo galleguito.
    Pero no deberíamos olvidar que también hubieron
    inmigrantes dedicados intensamente a la agricultura, a
    los tambos, a las chacras, etc., dejando completamente de lado a
    la actividad de crear boliches.

    Otro tipo de inmigrantes característico es el
    ‘golondrina’. Estos inmigrantes llegan en la
    época de la recolección de las cosechas, cuando se
    pagan los jornales a precios
    exagerados, y luego, con los ahorros bajo el ala, emprenden el
    viaje de retorno, tomando el trasatlántico como quien toma
    el tranvía. Estos inmigrantes son los que han hecho el
    viaje varias veces. No debemos olvidar que los inmigrantes
    ‘golondrinas’ y los braceros de cualquier
    nacionalidad que vagaban por todas partes en busca de trabajo,
    iban a parar eventualmente y cuando querían darse el lujo
    de acomodar el dolorido cuerpo en algo más blando que
    la tierra en
    las posadas o alojamientos. Similar era la situación por
    la que transitaban los milicos, quienes miraban con placer
    supremo el duro suelo donde les
    era permitido descansar. Por otro lado, muchos de los inmigrantes
    que llegan por primera vez se destacarán por ser colonos,
    peones de campo, al lado de los amigos que les precedieron, o se
    dedicarán bajo su dirección y consejo a todas las faenas
    urbanas.

    En cuanto a los gringos y a los gallegos que se
    establecieron en fincas reducidas nada sabían de las
    tradicionales tareas camperas, ni podían competir con el
    gauchaje en el manejo y dominio del
    ganado, y hasta le temían al caballo. El gringo era, en
    cualquier actividad del campo, un servidor de
    la tierra,
    mientras que el gaucho estaba acostumbrado a gozarla.

    En cambio, las
    actividades económicas de la ciudad eran completamente
    diferentes a las de la campaña, incluso a las del
    inmigrante de allí: entre los negros la elite la formaban
    los peluqueros del teatro y los
    maestros de piano pero en general, tenían como tarea
    cotidiana lavar la ropa al río, vender dulces; la
    minoría de la burguesía se destacaba por tener
    puesta la mirada en las buenas ocasiones de compra y venta de la tierra,
    estar al corriente de la marcha de la Bolsa, saber qué
    grandes empresas van a
    crearse, y los grandes trabajos que han de realizarse; los indios
    traficaban en la frontera con comerciantes, les vendían lo
    robado en los malones; y, por último, los gauchos
    debían trabajar como cualquier otro hombre para
    ganarse el pan, destacándose en las actividades realizadas
    sobre el caballo, ya que la agricultura y
    las actividades que dependían del tiempo no las
    ejecutaban.

    Así como en lo relacionado al campo en un
    principio era un servidor de la
    tierra, con lo
    que respecta a la política, los
    inmigrantes tampoco se hallaban bien parados. Esto se debe a que
    no eran ciudadanos; pero cabe destacar que esto se debía a
    que la Constitución argentina
    otorgaba a los extranjeros la mayoría de los derechos constitucionales de
    los ciudadanos, de modo que había poco incentivo para que
    los inmigrantes se naturalizaran. Hasta los negros los
    aventajaban en la competencia para
    la elección de sus representantes, ya que eran ciudadanos,
    por lo que tenían la ventaja del derecho de
    sufragio.

    En cuanto a la religiosidad de los inmigrantes, debido a
    que existían dos templos, el anglicano y el presbiteriano,
    los inmigrantes de origen sajón podían cumplir con
    el precepto dominical, un derecho que les estaba garantizado por
    un tratado de paz y amistad.

    El nivel educativo de los inmigrantes dejaba realmente
    mucho que desear. La mayoría de los que provenían
    de ultramar se componía, en su mayoría de italianos
    y españoles. Se puede decir que su característica permanente fue el analfabetismo.
    A pesar del escaso nivel educativo que poseían, en los
    momentos de desenvolvimiento argentino con relación a las
    manifestaciones artísticas, la inmigración aportó, no sólo
    mano de obra para el trabajo,
    sino también sensibilidades artísticas; siendo
    destacable el arribo de músicos, pintores, escultores,
    etc., que trajeron una sólida cultura
    artística e intelectual; realizando una importante labor
    enseñando la técnica y la práctica de la
    música,
    del canto o de la representación teatral, y con ello
    formando los elementos que dieron nacimiento a la música nacional o al
    teatro
    popular.

    La igualdad
    etnográfica de cada región con el inmigrante
    limítrofe, nos lleva al problema de la asimilación
    del habitante recién entrado al país, con las
    costumbres tradicionales y la idiosincrasia nacional. El
    limítrofe no tuvo dificultades en formar familia con
    la mujer
    argentina e integrarse completamente al ambiente
    local; es decir, careció de instinto de segregación
    y fue un real agente de incremento de la raza autóctona.
    En cambio, el
    proveniente de ultramar fue la contrapartida, pues tuvo un fuerte
    instinto de segregación y agrupamiento en colectividades,
    que conservaban costumbres, idiomas y fiestas tradicionales;
    incluso en la formación de sociedades de
    socorros mutuos, basados en la común nacionalidad de sus
    componentes.

    Su actitud ante
    otros arquetipos era bastante decepcionante, como se puede
    observar en el pensamiento de
    la mayoría de los extranjeros que vienen a nuestra
    tierra:
    consistía en que no se interesaban lo suficiente si
    estabamos realmente bien o mal gobernados; haya dinero,
    prospere su industria,
    esté bien remunerado su trabajo.

    Un trasfondo religioso profundo y sincero, que suele
    manifestarse en formas supersticiosas, hace que el inmigrante
    acepte la idea de la muerte con
    una gran resignación. Es decir, como un final necesario
    que limita las optimistas esperanzas del porvenir.

    Fundamentalmente la inmigración se asentó en colonias
    agrícolas, formó las granjas, posibilitó los
    tambos, propagó los sembradíos de granos y de
    forrajes, tendió los ferrocarriles y el telégrafo,
    creó poblaciones, estableció boliches y
    enseñó nuevas técnicas para el tratamiento
    del ganado en todas sus variedades.

    En mi opinión, el inmigrante de campaña se
    destacó en gran parte por la cantidad y la calidad de los
    aportes que realizó entre 1850 y 1910, y por la fe que
    tuvo en el porvenir al llegar a nuestro territorio. Por eso, la
    Argentina le debe fundamentalmente a dicho inmigrante la evolución de la campaña, que
    actualmente se puede apreciar en los campos del
    interior.

    La desaparición del gaucho se da en el momento en
    el cual se inicia el verdadero progreso del campo; la
    transformación realizada en la vida rural ha sido intensa,
    extraordinaria, drástica. Cabe recordar que durante el
    período político- económico de las
    presidencias históricas se produce el reemplazo paulatino
    del gaucho por peones y puesteros inmigrantes que, en algunos
    casos de mayor evolución dentro de la sociedad, logran
    acceder a la propiedad de
    la tierra.

    La bibliografía utilizada para la
    elaboración de este trabajo práctico fue la
    siguiente:

    * ANDREWS, G. Los Afroargentinos de Bs.
    As.; Buenos Aires, De
    la Flor, 1989. Cap. X, págs. 213 a 221.

    * Apuntes, análisis y antología de la literatura
    hispanoamericana; Buenos Aires,
    Librería Huemul S.A., 1968. Págs. 446 y
    ss.

    * CARRETERO, Andrés M. Orden, Paz y
    Entrega; Buenos Aires, La
    Bastilla, 1977. Col. Memorial de la Patria (1880-1886). Cap. III,
    págs. 61 a 71, y cap. V, págs. 84, 110 a 135 y
    ss.

    * CONI, Emilio. El Gaucho; Buenos Aires,
    Solar, [s.f.].Cap XII.

    * CHIANELLI, T. D. El gobierno del
    puerto; Buenos Aires, La Bastilla, 1970. Col. Memorial de la
    Patria (1862-1868).

    * IRAZUSTA, Julio. El Tránsito del
    siglo XIX al XX; Buenos Aires, La Bastilla, 1977. Col.
    Memorial de la Patria (1896-1904). Cap. X, págs. 201 a
    215.

    * HERNÁNDEZ, José. Martín
    Fierro; Buenos Aires, Kapelusz, 2ª edición,
    1965.

    * LUNA, Félix. Historia Integral de la
    Argentina; Buenos Aires. Tomo 5: Discordia y dictadura.
    Vida urbana y educación.

    * MERONI, Graciela. La Historia en mis documentos 3:
    Desde el gobierno de
    Rosas hasta el
    año 30; Buenos Aires, Abril S.A., enero de 1987.
    Págs. 67, 183 y ss.

    * PÉREZ AMUCHÁSTEGUI, Antonio.
    Mentalidades Argentinas (1860-1930); Buenos Aires, EUDEBA,
    6ª edición,1984. Págs. CXVIII, 21, 31, 111,
    175, 219 a 233, 239 a 241, 436.

    * PRADO, Manuel. Conquista de La Pampa;
    Buenos Aires, Librería Hachette S.A, marzo de 1970.
    Págs. 9 a 38.

    * ROSA, José María. Historia
    Argentina; Buenos Aires, Granda, 1965. Tomo 9, págs.
    339 a 341.

    * ROSSI, Vicente. Cosas de negros; Buenos
    Aires, Solar S.A., abril de 1971. Págs. 41 y ss., 55 a 61,
    104 a 106, 230.

    * SARMIENTO, D. F. Facundo; Buenos Aires,
    Kapelusz, 1989.

     

     

    Autor:

    Ezequiel D. Masoni

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