Nubes de tormenta en el
horizonte
En la Argentina de
fines de siglo ya no sorprende evidenciar, respecto de las
configuraciones de lo social que la influencia sobreprotectora
del Estado de
Bienestar es un hecho del pasado. La influencia emergente es la
de la lógica
de mercado y su
profundización de ésta trastoca todos los roles que
se dan en las relaciones sociales.
Se ha producido un cambio
drástico de significaciones culturales en la Argentina de los
90’s. La Salud pierde las características universalistas que la
caracterizaban anteriormente, por lo que es considerada como un
bien de apropiación privada y su goce y beneficio es
individual y no social. Esto va acompañado de cambios en
la legislación y en la administración de los sistemas de
salud.
Si el hecho de estar inserto en relaciones sociales
implica la posibilidad de no ser inmune a los diferentes aspectos
de la vida cotidiana, es también tener una directa
relación con la economía y con el
movimiento de
al menos un mercado en
particular.
Aparecen nuevas formas de relación social que
afectan la relación médico-paciente, originando la
emergencia de caracteres bien demarcados que denotan un nuevo
tipo de paciente distinto al paciente del médico liberal:
el cliente. Asimismo
se constata el aumento de las demandas por Mala Praxis
Medica.
El avance del gerenciamiento en salud no es más que
la manifestación en el campo de la medicina de los
procesos
macroeconómicos con tiempos diferenciales, que se vienen
produciendo a nivel global en todas las áreas de lo
social.
La relación de este proceso
económico global con la actividad del médico es
clara. Desde el momento en que se inserta en el mercado de
salud, sus
actividades deben adecuarse al marco impuesto por la
economía
de libre competencia. Los
rasgos distintivos de la actividad práctica médica
actual son su alto grado de burocratización y el uso
intensivo de aparatología.
Esta tendencia a la burocratización no se limita
a la actividad médica sino que reproduce desarrollos
ocurridos en otros sectores del sistema social.
No importa cuál sea el sector de la economía o el tipo de
actividad comprometida, la burocratización socava la
actividad competitiva de pequeños empresarios -en este
caso médicos- e impulsa alternativas más rentables
para otros grupos de
productores.
Con relación a la empresa de
atención de la salud, la aparición
del gerenciamiento favorece la introducción de tecnología cada vez
más sofisticada -y más costosa- que hacen
difícil la viabilidad de formas anteriores de
provisión de servicios
médicos (práctica aislada) y lentamente las
canaliza hacia un mercado
médico cada vez más restringido y competitivo
(entre organizaciones).
La sobreoferta debida al grueso número de la
matrícula, la mala distribución espacial de los médicos
y el aumento en el gasto de la práctica
generan:
- Una gran cantidad de médicos buscando
trabajo. - Una disminución -o congelamiento- del ingreso
real. - La posibilidad de que los empleadores aumenten el
control
sobre el desempeño en el
trabajo. - Tendencia a la disminución del prestigio
médico.
La tecnología no es el
único instrumento lograr una mejor atención
médica. La
organización de los servicios de
atención es más importante, ya que atiende a los
aspectos sociales.
La imponente tecnología
médica crea la impresión de que la medicina
contemporánea es sumamente eficaz. Sin embargo, la
mayoría de los enormes gastos
médicos actuales en rápido aumento se destinan a
diagnósticos y tratamientos cuya eficacia es en el
menor de los casos dudosa, pero que sobrecargan el nivel de
prestaciones
de las Obras Sociales, con los posteriores efectos ya conocidos
(sobreprestación, incremento del uso de
aparatología y desvío de fondos para subvencionar
el uso de los aparatos: esta es una de las formas de fundir una
obra social).
No es nuevo afirmar que necesidades de la población en materia de
salud es de una medicina de
atención primaria-preventiva, y no tanto de una medicina de
curación. Desde una perspectiva centrada en la
preocupación por los costos, a largo
plazo el costo de la
atención primaria es netamente inferior al de la medicina
curativa. Genera beneficios sociales y no tanto beneficios
económicos de corto plazo.
El desafío de una empresa de salud
será como combinar la búsqueda de esos 2 tipos de
beneficios. Porque es claro que la salud es gran negocio. Los
médicos lo saben y las empresas
también. Sin embargo existe una diferencia esencial
respecto de otras actividades económicas, ya que
está en juego
directamente la vida de las personas, lo que exige una buena
dosis de responsabilidad y criterio.
Una de las tendencias positivas de la medicina actual es
que el lego (en medicina) y no el médico puede tener la
perspectiva potencial para cuidar de su salud.
Esta tendencia se verifica con la profundización
de la automedicación y la cada vez más grande
variedad de "kits" autotest (hepatitis,
embarazo y
próximamente de sida). Esta
perspectiva se enfrenta a un inconveniente, el negocio de la
salud.
Mariano Fischer
Lic. en Sociología Universidad
Nacional de Cuyo
Argentina