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Las pirámides de Egipto




Enviado por chapitex



    A lo largo de las riberas del Nilo la cultura
    faraónica despierta lentamente de

    su letargo milenario. Metro a metro, piedra a piedra,
    los egiptólogos limpian el

    desierto buscando las claves de tan increible cultura. A los
    terremotos y a
    los

    ciclos climáticos hay que sumar la acción
    devastadora del propio ser humano que,

    o bien utilizó los monumentos como cantera
    artificial para nuevas construcciones

    o se limitó a destruirlos porque atentaban contra
    su orgullo. Es el gran reto de

    la egiptología: rescatar, conservar, descifrar y
    dar solución a tantas preguntas

    pendientes de respuesta. Y cuando los trabajos de
    restauración se realizan,

    además, en el monumento más
    enigmático erigido sobre la superficie de
    nuestro

    planeta, la Gran Pirámide, la atención se
    vuelve hacia la reja que guarda su

    entrada, cerrada con dos candados y tras la que se
    adivinan herramientas y
    manos

    capaces de trabajar a pocos centímetros de la
    cuna de los misterios.

    Tras algunos intentos individuales, fueron los sabios y
    científicos que

    acompañaron a Napoleón los que
    aprovecharon su estancia en Egipto para
    iniciar

    un inventario de
    obras de arte y de
    monumentos que aún hoy no ha concluido.

    Desde entonces, en apenas 200 años, los
    egiptólogos han intentado rescatar lo

    que el tiempo ha tardado
    milenios en ocultar.

    Egipto al completo es una enorme zona
    arqueológica donde los amasijos de

    escombros delatan todo tipo de prospecciones. Antes que
    los arqueólogos, los

    saqueadores de todas las épocas, particulares o
    institucionalizadas, se hicieron

    con cuanto objeto de valor pudiera
    encontrarse en templos, pirámides y tumbas.

    Ni siquiera las momias de sus artesanos fueron
    respetadas. Pequeños trozos de

    hueso se mezclan ahora sobre la arena con trozos de
    cerámica imposibles de

    reconstruir, ya que han sido cientos de veces las que
    cientos de personas han

    rebuscado en los mismos sitios, ávidos de
    algún tipo de riqueza. La mayor parte

    de los habitantes del antiguo Egipto
    seguirán siendo tan desconocidos como

    anónimas quedarán sus ofrendas a
    unos dioses prácticamente olvidados.

    Miles de años de cultura se
    esparcen arbitrariamente sobre kilómetros de

    superficie. Lo que un día fue un modelo de
    organización hoy sólo
    puede

    adivinarse por las ciclópeas construcciones que
    emergen a lo largo del Nilo.

    Columnas y sillares reclaman su lugar en la Historia ocupando el sitio
    para el

    que fueron concebidos. Templos que se alzan carentes de
    todo ornamento, siendo

    la única decoración que ofrecen unos
    relieves y unos jeroglíficos que, lejos de

    aportar soluciones,
    realzan aún más la idea que tenemos de enfrentarnos
    a una

    cultura que tuvo contacto con los propios dioses. Dioses
    que aparecen esculpidos

    con su falso atuendo de inmortalidad, reflejo de un
    esplendor pasado, lejanos en

    el tiempo pero a la
    vez cercanos, ya que enseñaron cosas tan nuestras como
    la

    escritura, la construcción, la medicina, la
    astronomía o la magia…
    secuelas

    que siguen presentes en nuestra propia
    civilización. Flecos de la sabiduría

    egipcia calaron en los griegos y de su mano comenzamos a
    deambular por los

    caminos de la ciencia.
    Mirar el Antiguo Egipto es
    contemplarnos un poco a

    nosotros mismos, un pasado imprescindible para entender
    nuestro propio futuro.

    UN MUSEO AL AIRE
    LIBRE

    La arqueología asegura que el complejo de Saquara
    sólo en un veinte por ciento y otras zonas siguen
    idéntica suerte. Es tal la cantidad de ruinas
    arqueológicas pendientes de rehabilitación en
    Egipto, que
    las autoridades se enfrentan más con

    el problema de la conservación que con la
    búsqueda de nuevos hallazgos. Sólo hay

    que contemplar las fotos de
    principio de siglo para tener una idea exacta de la

    enorme labor desarrollada por la
    Organización de Monumentos Egipcios. Pocos

    viajeros actuales que visiten el templo de Karnac saben
    hace sólo unas decenas

    de años que su famosa sala hipóstila
    estuvo completamente derrumbada. Templos

    como el de Kom Ombo o el Rameseum eran asimismo un
    informe
    montón de piedras.

    Otras inmensas construcciones, en cambio,
    quedaron totalmente cubiertas por la

    arena pudiendo hoy comprobar cómo en Esna, en
    Edfú o en Dendera los monumentos

    quedan por debajo de la línea horizontal sobre la
    que se asienta el pueblo que

    los rodea. Ello, en un principio fue una suerte, ya que
    son templos que se han

    conservado en perfectas condiciones al permanecer
    enterrados durante siglos. Sin

    embargo, surgen dudas de cuántos otros templos y
    edificios permanecen no sólo

    sepultados bajo las arenas del desierto, sino bajo las
    casas de pueblos que

    viven hoy su particular bullicio cotidiano. La actual
    Memphis, sin ir más lejos,

    se asienta exactamente sobre la antigua ciudad, capital del
    Imperio Antiguo. Y

    todas las casas del pueblo tebano de Quma cuentan en el
    sótano con su particular

    tumba del Imperio Nuevo.

    La civilización de los faraones es la cultura que
    más restos arquitectónicos ha

    dejado, convirtiendo a Egipto en un
    enorme museo al aire libre, con
    todos los

    cuidados que ello conlleva. El desierto proporciona un
    ambiente
    hostil en el que

    la arena azota sin cesar cualquier construcción, deslizándose entre sus
    rendijas

    hasta cubrirla por completo. Se tienen noticias de que
    la propia Esfinge, en la

    meseta de Giza, quedó ya enterrada en tiempos de
    Tutmosis IV. El faraón se quedó

    dormido y en sueños escuchó los deseos de
    la Esfinge de quedar liberada de la

    tierra que la cubría a cambio de
    convertirle en rey. El joven Tutmosis aceptó

    tal petición y tras dejarla al descubierto
    reinó como faraón.

    MANOS A LA OBRA

    Las tropas de Napoleón a las ordenes de sus
    científicos, fueron las encargadas

    de liberar a la Gran Pirámide de la
    montaña de escombros que se amontonaban en

    sus laderas. En este caso la arena no sólo
    procedía del desierto sino que el

    monumento había sido utilizado como cantera
    artificial por los mamelucos que

    utilizaron sus bloques para construir el moderno Cairo,
    destruido a causa de los

    terremotos. La pirámide pudo ser entonces medida
    por primera vez en la era

    moderna y los resultados proporcionaron los primeros
    datos
    científicos de su

    increíble geometría.

    Desde entonces se inició en todo el país
    una carrera para salvar los monumentos.

    En 200 años se han sacado a la luz ciudades
    completas. A la acción del tiempo
    y

    del deterioro natural se han sumado otras cuestiones que
    han puesto en peligro

    los monumentos como la construcción de la nueva presa de
    Aswán, que con su

    espectacular trazado elevó el nivel de las aguas
    hasta cotas que sumergirían

    gran número de edificios. El gobierno egipcio
    tuvo que afrontar la
    empresa

    "faraónica" de transportar templos completos a
    lugares que se encontraran a

    salvo de tal catástrofe. Los templos de
    Ramsés II y de Nefertari en Abu Simbel,

    o el templo de Isis de la isla de Philae fueron
    trasladados piedra a piedra. El

    templo de Debod, situado ahora en el Parque del Oeste de
    Madrid, también procede

    de la antigua Nubia y fue rescatado de su
    inundación inminente.

    La conservación de monumentos en Egipto
    está hoy en su apogeo. En los últimos

    cinco años he sido testigo de toda una serie de
    trabajos encaminados a dotar a

    las zonas arqueológicas de una infraestructura
    contra el deterioro que el tiempo

    impone. Toda la base sobre la que se sustentaba la
    segunda sala hipóstila del

    templo de Luxor se ha cambiado. Sólo hace un
    año que se ha abierto la pirámide

    roja de Dashur, la pirámide de Hetepheres en Giza
    o el templo de Sahure en

    Abusyr. El Valle de los Reyes cuenta con un nuevo acceso
    y nuevos servicios.
    Se

    han restaurado tumbas como la de Nefertari en el Valle
    de las Reinas. Y siguen

    los trabajos en prácticamente todas las zonas
    arqueológicas de Egipto. Hace un

    par de meses se concluyeron las obras de
    rehabilitación de la gran Esfinge de

    Giza, tras varios años de trabajo. Y se han
    abierto nuevos museos como el Museo

    Nubio de Aswán.

    Por lo tanto, dentro de ese proyecto general
    de salvar los monumentos de Egipto,

    no debería extrañarnos el que ahora le
    toque su turno a la Gran Pirámide. Sin

    embargo, no es así, ya que ha despertado la
    atención y las sospechas de muchos.

    LA ATENCIÓN PUESTA EN LA GRAN
    PIRÁMIDE

    El día 1 de abril de este año se
    cerró la pirámide al público. El Dr
    Zahi

    Hawass, director de la meseta de Giza, comunicaba en
    rueda de prensa
    el

    propósito de las autoridades arqueológicas
    egipcias de acometer las obras

    necesarias para dotar al monumento de una
    infraestructura capaz de soportar el

    paso del tiempo y, sobre
    todo, de los millones de turistas que la visitan. Con

    ello se culminaría un proyecto global
    de rehabilitación de la meseta. Tras los

    trabajos realizados en el interior de las
    pirámides de Micerinos y de Kefrén,

    que estuvieron cerradas durante casi un año,
    ahora se empezaría con la Gran

    Pirámide, en trabajos que se prolongarían
    durante ocho meses.

    Tal noticia fue acogida con alarma en todo el mundo por
    algunos

    seudoespecialistas y no faltaron las portadas en
    publicaciones sensacionalistas

    que presuponían tal acción como tapadera
    de asuntos más complejos. Evidentemente

    la Gran Pirámide merece una atención
    especial. Particularmente expreso mi

    creencia de que el monumento es anterior a la propia
    cultura
    egipcia y que su

    interior aún guarda cámaras y secretos
    insospechados. El cierre durante tantos

    meses podría alentar las sospechas de trabajos
    encubiertos a la luz
    pública.

    Sería una ocasión única para
    sondear todas las teorías
    y documentación

    propuestas sobre corredores y cámaras aún
    sin descubrir. Y más aún cuando

    estamos en la época en que se profetizaron
    grandes descubrimientos en la meseta

    de Giza.

    LAS PROFECÍAS DE EDGAR CAYCE

    Edgar Cayce nació cerca de Hopkinsville
    (Kentucky, EEUU) en 1877. Siendo aún

    joven ya era capaz, por voluntad propia, de entrar en un
    estado
    hipnótico

    semejante al sueño, método que
    empleó para diagnosticar enfermedades y
    recetar

    remedios a los que lo solicitaban. Cayce no recordaba
    nunca nada de lo que decía

    en sus trances y su obra fue recopilada tomando al
    dictado sus visiones. Su

    libro Misterios de la Atlántida recoge cerca de
    700 "lecturas parapsicológicas"

    que fueron recogidas a lo largo de veintiún
    años. Tal relato empieza por la

    llegada de la Humanidad a la Tierra hace
    unos diez millones de años y termina

    con el hundimiento de la Atlántida hacia el
    año 10.000 a. de C.

    Los relatos sobre la Atlántida y Egipto aparecen
    entretejidos en las lecturas de

    Cayce. Habló repetidamente de Egipto como de uno
    de los destinos principales de

    los atlantes en su huida. En los textos aparecen
    diversas alusiones e

    indicaciones de que Egipto había sido un lugar de
    depósito de registros

    históricos de la Atlántida. También
    hablan repetidas veces de tumbas y pirámides

    "que todavía no se han descubierto" en la
    nación africana. Lo extraordinario de

    Cayce es haber acertado con datos que
    sólo recientemente se han sabido. Cayce

    remonta la cultura egipcia hasta darle una
    antigüedad de 12.500 años,
    situándola

    hacia el 10.500 a. de C., la misma fecha que Robert
    Bauval y Adrian Gilbert (El

    Misterio de 0rión; El Guardián del
    Génesis) calculan como fecha de erección
    de

    las pirámides de Giza. Exactamente la misma que
    la calculada por el egiptólogo

    John Anthony West, por el profesor de Geología
    de la Universidad de
    Boston, Dr

    Robert Schoch, y por el Jefe de Sismografía de
    Houston, Thomas Dobecki, según

    los análisis efectuados en la Esfinge. Las
    lecturas de Edgar Cayce sitúan

    puntualmente los lugares donde los atlantes colocaron su
    particular

    conocimiento:"…Hubo indicios y profecías de que
    la Atlántida se iba a

    disgregar, y Egipto fue elegido como uno de los lugares
    donde se debían

    depositar los registros de
    aquella actividad… Para los atlantes, una

    preocupación de primer orden en su
    emigración a Egipto fue la conservación
    de

    los registros
    históricos y su depósito seguro tanto en
    la llanura de Gizeh como

    en otros lugares…la Entidad era uno de aquellos que
    fueron enterrados en la

    tumba, en una de aquellas que todavía no se han
    descubierto; pero está frente a

    la Esfínge, y es el más próximo de
    los enterramientos en aquel montículo… Pues

    las pirámides posteriores, las queno se han
    descubierto todavía están entre la

    Esfinge (o el Misterio) y el Nilo… la Entidad era uno
    de aquellos que

    participaron en la construcción de algunos de aquellos
    edificios que todavía

    existen y en la preparación de la que
    todavía no se ha descubierto…"

    En otras lecturas se habla más concretamente de
    cámaras, pirámides y túneles

    subterráneos bajo las patas de la Esfinge, y
    frente a ella. "Estos hallazgos se

    pueden encontrar en la base del antebrazo o pata
    izquierda de la bestia tumbada;

    en la base de los cimientos. No en el canal
    subterráneo (que fue abierto por el

    monarca muchos años, siglos, después),
    sino en la verdadera base. Existe una

    cámara o pasadizo desde la pata delantera derecha
    hasta esta entrada de la

    cámara de los registros…".No
    sólo la Esfinge, sino que también la
    Gran

    Pirámide es mencionada por Edgar Cayce " .. .
    ¿Qué función cumplió la Entidad
    en

    relación con la construcción de la Esfínge? Cuando
    los monumentos se estaban

    construyendo en la llanura de lo que ahora se llama la
    Pirámide de Gizeh, esta

    Entidad construyó y preparó los cimientos;
    es decir, los dirigió, calculó su

    situación geométrica en relación
    con los edificios que se erigieron comunicados

    con la Esfinge. Y los datos
    relacionados con ellos pueden encontrarse en las

    cámaras de la base de la Esfinge…". Entre los
    años 1957 y 1988 la

    Associationfor for Research and Enlightenment, Inc.
    -ARE- (Asociación para la

    Investigación y la Iluminación),
    patrocinó diversos proyectos
    encaminados a la

    comprobación real de las salas ocultas propuestas
    por Cayce, contando para tal

    fin con organismos tan reconocidos como la Universidad de
    Ain Shams del Cairo o

    el Instituto de Investigaciones
    de Stanford, SRI. Las prospecciones y sondeos

    han dado como resultado la localización de
    vacíos en el terreno, en los missmos

    lugares referidos por el vidente.

    DENTRO DE LA GRAN PIRÁMIDE

    "Está sordo, está sordo!" – le
    decía al inspector de la meseta de Giza
    mientras

    perseguíamos a Francisco Contreras por el Canal
    Ascendente de la Gran Pirámide

    gritando que tal acceso estaba prohibido. Efectivamente,
    el permiso conseguido

    sólo nos autorizaba a visitar el pasaje de Al
    Mamún, la primera parte del

    recorrido por el interior del monumento. Cuando
    conseguimos atraparle en la Gran

    Galería, intenté que el arqueólogo
    se tranquilizase sumándome a su enfado y a

    sus recriminaciones mientras que Iker Jiménez,
    casi de puntillas, penetraba a

    través de la Cámara de los Rastrillos
    hasta la Cámara del Rey. Nueva

    persecución, nuevos gritos, nuevos guiños
    de complicidad y nuevas explicaciones

    "¡Es que no saben inglés
    y no se enteran!"- El inspector nos empujaba hacia

    abajo, hacia la salida, controlando cada paso de Iker y
    de Fran y fue cuando me

    metí por el Canal Horizontal hasta la
    Cámara de la Reina. Cuándo salí
    encontré

    al vigilante lívido -"pero bueno, ¿por
    dónde está la salida? Porque por ahí
    no

    es"-. Su dedo indicó el Canal Descendente
    mientras que en su rostro se adivinaba

    su impresión de que yo era un idiota y no
    sabía encontrar el camino de salida.

    Siete minutos, sólo siete minutos, estuvimos en
    el interior de la Gran Pirámide.

    Cuando salimos al exterior ya habíamos cambiado
    los carretes de la cámara por

    temor a que fuesen requisados por la policía. La
    frase No photo, please, it's

    forbidden había sido repetida más de cien
    veces por el inspector, aunque entre

    los tres disparamos más de cien veces nuestras
    cámaras. Pero el grupo que
    nos

    acompañaba y esperaba frente a la
    pirámide, al tanto de nuestro propósito,
    había

    entretenido a unos policías más
    interesados en la calidez humana que en la

    frialdad del monumento. Y sin mostrar la alegría
    que sentíamos, descendimos la

    meseta de Giza dejando atrás la pirámide
    con sus enigmas, los policías con sus

    sonrisas y un aturdido inspector de arqueología
    que, seguro, pensaba
    que

    estábamos locos.

    ¿QUÉ ESTÁN HACIENDO
    DENTRO?

    Justo detrás de la verja que guarda su entrada,
    Iker y yo nos miramos cuando

    descubrimos un martillo neumático, marca Hilti,
    junto a sacos que contenían

    escombros de recientes perforaciones. En ese momento las
    evidencias indicaban

    que el simple lavado de cara del interior de la Gran
    Pirámide propuesto por

    Hawass podría convertirse en algo
    más.

    El suelo estaba
    también salpicado por gran número de bolas de
    algodón cuyo

    empleo ya había visto en otras zonas
    arqueológicas. Como ocurre asimismo en

    España y en otros países, ciertos
    visitantes colocan su nombre con rotulador en

    las paredes de los monumentos y en árabe o en
    castellano la
    gamberrada sigue

    siendo la misma. Los algodones, untados de un producto
    llamado Magic Cleaner

    (solución de sal natural), son empleados para
    eliminar la tinta de la piedra.

    Los algodones de la pirámide eran lógicos,
    pero, ¿la taladradora… y los sacos

    de cemento….?

    Más familiarizado con el interior de la Gran
    Pirámide que mis compañeros de

    aventura, fui recorriendo los lugares donde, a lo largo
    de los ultimos años se

    han situado los accesos a las posibles cámaras
    ocultas. Si los egipcios estaban

    aprovechando el momento para buscar esas posibles
    estancias ¿cuál o cuáles de

    tantas teorías
    estaban siguiendo?

    Los informes de
    Jean Kerysel, sobre una sala junto a la Cámara del caos y
    un

    pasaje bajo el Canal Ascendente, no tuvieron eco en los
    arqueólogos egipcios

    pues tales cavidades, descubiertas por técnicas
    gravimétricas, no estaban siendo

    inspeccionadas.

    Las teorías
    de los arquitectos franceses Guilles Dorrnion y Jean Patrice
    Goidin

    tampoco, ya que la Gran Galería paralela que
    descubrieron y su cámara situada a

    la derecha de la Cámara de la Reina tampoco
    está siendo inspeccionada. Los

    documentos aportados por los científicos de la
    Universidad de
    Waseda, sobre un

    canal aledaño al pasaje horizontal y otras
    estancias junto a la Cámara del Rey,

    tampoco han merecido el interés de
    los arqueólogos ya que sus accesos permanecen

    cerrados sin la más mínima prueba de su
    búsqueda. Se ha prescindido de los

    nuevos robots ofrecidos por el ingeniero Rudolf
    Gantenbrink para investigar lo

    que pudiera existir tras la "puerta" encontrada al fondo
    del canal de

    ventilación. Ni que decir tiene que las
    cámaras propuestas por mí mismo no han

    merecido mayor crédito
    que las mencionadas por los investigadores anteriores
    y

    la cámara mortuoria de Keops, que sitúo
    tras los tapones de granito; y la Cámara

    del Orden, que presumo por encima de las Cámaras
    de Descarga seguirán estando

    allí intactas algunos milenios
    más.

    LA OPORTUNIDAD PERDIDA

    Todo en el interior de la Gran Pirámide obedece a
    un típico plan
    de

    restauración, avalado por la conversación
    que mantuve con el Dr. Hawass,

    Director de la meseta de Giza. Le informé sobre
    nuestra visita dentro de la Gran

    Pirámide y le solicité datos sobre lo
    que habíamos visto. En primer lugar, me

    comentó que los canales de ventilación de
    la Cámara del Rey estaban siendo

    limpiados de la sal que cubría sus paredes. Los
    extractores han sido también

    cambiados por otros más potentes. Los sacos de
    cemento
    expansivo se utilizarían

    para rellenar las fallas del edificio, producto de
    los terremotos,
    grietas que

    se sitúan en el Canal Descendente, en el techo de
    la Gran Galería y en la Cámara

    del Rey La perforadora está siendo utilizada para
    agrandar el tunel de
    Al-Mamún

    y favorecer el tránsito de turistas.
    También para cambiar por nuevos algunos

    bloques de los pasamanos de la Gran Galería
    bastante deteriorados. Se va a dotar

    a todo el monumento de una nueva instalación
    eléctrica y cámaras de televisión

    conectadas a monitores,
    así como de ventilación a la Cámara de la
    Reina y a la

    Cámara del Caos. También se está
    procediendo a una limpieza a fondo del pozo que

    une la Gran Galería con el canal descendente, y
    en las Cámaras de Descarga se

    están retirando todos los excrementos de
    murciélago acumulados durante los

    últimos decenios, responsables del mal olor en el
    edificio. Es decir, un trabajo

    arqueológicamente correcto que será
    concluido e inaugurado el 1 de enero de

    1999. La Gran Pirámide se vestirá
    interiormente con un traje nuevo para recibir

    al próximo milenio engalanada con los mismos
    misterios de siempre, con las

    mismas preguntas sin respuesta, guardando en sus
    entrañas sus más profundos

    secretos. Nuestra visita al interior del monumento no
    corrobora las sospechas de

    que están haciendo prospecciones aprovechando la
    intimidad de las obras de

    restauración, sino que constatamos justo todo lo
    contrario, que no están

    haciendo nada encaminado a nuevos descubrimientos. Por
    lo visto la arqueología,

    carente nuevamente de imaginación, se muestra
    capacitada para dictaminar que lo

    propuesto por numerosos especialistas que han aplicado
    métodos
    científicos de

    prospección no destructiva, como el empleo de la
    microgravimetría y las ondas

    electromagnéticas, no tiene valor alguno.
    Aunque es posible que ello sólo sea

    producto del miedo, del terror que pueda producirles el
    desestabilizar sus

    dogmas y la obligación que tendrían de
    volver a escribir la Historia. La

    Historia mal entendida de un monumento mal
    clasificado.

    ¡LOS BLOQUES DE PIEDRA DE LAS PIRÁMIDES
    EGIPCIAS SON ARTIFICIALES!

    Las explicaciones ortodoxas sobre la construcción
    de las pirámides egipcias,

    especialmente la atribuida al faraón Keops, no
    tienen actualmente ninguna

    consistencia. Estudios e investigaciones
    posteriores, silenciados por los

    arqueólogos más conservadores y
    tradicionales, llegan además a conclusiones

    realmente sorprendentes: los antiguos egipcios
    conocían una técnica que les

    permitía "fabricar" piedras artificiales. Piedras
    que hoy podemos ver

    milimétricamente integradas entre sí en
    las grandes construcciones faraónicas.

    Para muchos el asunto no ofrece la menor duda: el
    faraón Keops reinó durante 23

    años, veinte de los cuales los dedicó a la
    construcción del mayor monumento que

    el hombre
    jamás haya erigido.

    Tal idea proviene de lo narrado en Los Nueve Libros de la
    Historia escritos
    por

    Herodoto: " … En cuanto a la pirámide, se
    gastaron en la construcción veinte

    años…". Veinte años para que, hace 7
    000, aquellos obreros de la Era del Cobre

    elevaran, con precisión asombrosa, cerca de dos
    millones seiscientos mil bloques

    de piedra que, por término medio, pesa cada uno 2
    toneladas. Es decir, que cada

    año se debieron colocar 130.000, lo que suponen
    360 al día. Si hacemos un

    cálculo aproximado para la jornada laboral de los
    obreros de la época de 12

    horas, el resultado es que durante 20 años, sin
    conocer el hierro y la
    rueda, el

    arquitecto de la Gran Pirámide organizó un
    equipo de trabajo capaz de

    seleccionar la piedra en la cantera, cortar el bloque,
    transportarlo varios

    kilómetros, cruzar el Nilo, izarlo a cientos de
    metros y colocarlo

    milimétricamente, todo ello en el tiempo
    récord de ¡120 segundos! por bloque. Es

    decir, que según las explicaciones ortodoxas,
    aquellos artesanos, tan cercanos

    al Paleolítico, encajaron durante veinte
    años un bloque cada dos minutos. Ni más

    ni menos.

    El ingeniero Jomard, de la expedición francesa de
    Bonaparte, en datos

    corroborados posteriormente por el arqueólogo
    Lauer, calculó que durante los

    últimos 1.500 años de la historia clásica
    egipcia, correspondientes al Imperio

    Nuevo, dinastías posteriores y periodo
    ptolemaico, se usaron 4.000.000 de metros

    cúbicos de piedra. Tal cantidad de roca, que
    constituye la colección de

    monumentos más impresionante de la
    antigüedad, parece minúscula al compararse

    con las obras realizadas en el Imperio Antiguo.
    Sólo la Gran Pirámide tiene

    2.000.000 de metros cúbicos de piedra, cantidad
    similar a su vecina pirámide de

    Kefren. Es decir, se nos quiere hacer creer que en 20
    años los obreros de Keops

    edificaron la mitad de lo que hicieron posteriormente
    sus colegas durante 1.500

    años.

    Al problema del peso y del volumen hay que
    añadir el enigma que suponen las

    máquinas empleadas en el transporte y
    en la subida de los bloques desde la

    cantera hasta su emplazamiento. En este caso las
    palabras de Herodoto no son

    tenidas en cuenta ya que afirma que se utilizaron
    mecanismos, así como hierro,

    en la construcción. Los arqueólogos, que
    tanto se basan en sus palabras para

    datar la Gran Pirámide, hacen caso omiso de estas
    otras. Y no les falta razón ya

    que no se han encontrado vestigios de tales
    máquinas. Tampoco en papiros,

    estelas o murales se han encontrado los
    jeroglíficos que expliquen cómo eran

    transportadas e izadas las grandes masas
    pétreas.

    En un relieve de
    EI-Bershe, de la Dinastía XII, se ve cómo un
    grupo de
    172

    personas arrastran la estatua de Djejutijotep, de 60
    toneladas, que descansa

    sobre un trineo. Esto, unido al descubrimiento de varias
    rampas que unen el Nilo

    con la base de algunas pirámides, da pie a la
    arqueología a la única hipótesis

    que acepta: la fuerza
    muscular. Y aunque tal planteamiento pudiera ser
    válido

    para bloques de 2 ó 6 toneladas no es posible
    imaginar a 30.000 hombres tirando

    a la vez de uno de los muchos bloques que existen en
    Egipto de 1.000 toneladas o

    más. Ni mucho menos izándolo por
    pendientes del 30 por ciento.

    Se han barajado innumerables hipótesis. Naves extraterrestres, poder
    mental,

    teleportación, infrasonidos y otras aún
    más pintorescas que intentan explicar

    cómo hicieron en el Antiguo Egipto para
    transportar los monolitos. Pero hay una

    de ellas que, aunque parezca fruto de la
    fantasía, ve avalada su credibilidad

    por constataciones y estudios recientes. Para asombro
    del hombre moderno
    y de su

    tecnología los antiguos egipcios conocían
    técnicas ¡ para ablandar la piedra!

    Existen suficientes elementos de juicio como para pensar
    que los constructores

    del Imperio Antiguo no fueron canteros, sino
    alquimistas.

    En 1988 se editó en Estado Unidos
    el libro titulado
    The Pyramids, An Enigma

    Solved En él se recogían investigaciones
    de un científico nada sospechoso de

    elucubraciones. El doctor Joseph Davidovits, fundador
    del Instituto

    Geopolimérico de París, profesor de la
    Universidad de
    Toronto y director del

    Instituto de Ciencias
    Arqueológicas Aplicadas de la Universidad de
    Barry en

    Florida, junto a la doctora Margie Morris, de la
    Universidad de Minnesota,

    pusieron de manifiesto lo que revelaban los análisis químicos y
    microscópicos

    efectuados en rocas de la
    meseta de Gizéh.

    Junto a los detallados informes
    publicaron varias fotografías en las que puede

    apreciarse la presencia de pelos, uñas, fibras
    textiles y burbujas de aire en
    la

    estructura de las rocas calizas de
    la Gran Pirámide.

    Estos hallazgos sembraron el desconcierto en los
    círculos académicos que, por

    supuesto, intentaron relegarlos al ostracismo. En
    España
    tuvimos la ocasión de

    asistir hace algún tiempo a un debate en La
    Clave, donde José Luis Balbín tuvo

    el acierto de invitar a representantes de ambas
    tendencias. Peter Tompkins

    propuso al entonces director de excavaciones de la
    meseta de Gizéh, Dr. Hawass,

    un experimento público para demostrar o desechar
    de una vez por todas lo

    mantenido por Davidovits, quien se consideraba capaz de
    fabricar piedras

    similares a las de la Gran Pirámide. La respuesta
    de Hawass no fue muy brillante

    "si ya se conocen las canteras de Tura y de Mokhatam…
    ¿para qué investigar

    otros asuntos?". Lo cierto es que este arqueólogo
    jamás podría explicar con sus

    teorías qué hace un pelo de 21
    centímetros en el interior de una roca caliza
    de

    hace 50 millones de años, proveniente de la edad
    geológica del Eoceno, allá por

    el segundo período de la época
    Terciaria.

    Egipto no sólo ha proporcionado grandes
    misterios, sino que, junto a ellos,

    aporta soluciones que
    veces resultan aún más enigmáticas. La pista
    para la

    teoría de Davidovits está en una estela
    conmemorativa en la isla de Sehel, cerca

    de Assuan. Fue descubierta en 1889 por el
    egiptólogo Charles Wilbour y terminada

    de descifrar por el arqueologo francés Barquet en
    1935.

    La estela de Famine, como se denomina, consta de 2.600
    jeroglíficos dispuestos

    en 32 columnas. Aunque se supone que fue esculpida en
    tiempos ptolemaicos ( 300

    a.C) se entiende que debe ser copia de documentos
    más antiguos ya que se refiere

    a asuntos relacionados con personajes de la III
    Dinastía. La estela trata varios

    aspectos distintos, como son: Descripción de la
    Famine, Visita a la Biblioteca

    de Hermópolis, Las Revelaciones de Imhotep, El
    sueño del Faraón Zoser y un

    Decreto Real. Entre las columnas situadas entre la 6 y
    la 22 se habla sobre

    métodos constructivos. De la columna 11 a la 18
    Imhotep enumera las rocas
    y

    minerales de la región de Elefantina. Y las
    columnas 18 a 20 describen el sueño

    del faraón Zoser, en el que el dios Khnum da al
    rey una lista de minerales
    y

    productos químicos para fabricar bloques
    aglomerados con los que construir

    templos.

    Si este conocimiento
    es cierto, es posible que faraones posteriores
    también

    estuvieran enterados de estas "revelaciones" y las
    aplicaran a sus propias

    construcciones.

    Algo con lo que siempre se ha especulado ha sido el
    rodillo. En múltiples

    recreaciones artísticas se han dibujado los
    grandes monolitos sobre rodillos y

    tirados por innumerables hombres. Pero la madera siempre
    escaseó en Egipto y la

    que había era de baja resistencia al
    peso y a la tracción, sin contar con que se

    necesitan, además de los rodillos, carreteras
    adecuadas al transporte que
    aún no

    se han encontrado. Y aún admitiendo la teoría
    de los rodillos, hubieran hecho

    falta millones de ellos.

    La llamada Piedra de Palermo indica que Snefru, padre de
    Keops, asignó una flota

    de barcos para traer cedros, cipreses y coníferas
    del Líbano. Snefru fue el

    mayor constructor de la IV Dinastía. Se le
    atribuyen tres piramides, dos en

    Dashur (que contienen 4.000.000 de metros cúbicos
    de piedra) y otra en Meidum.

    El total de sus construcciones asciende a 9.000.000 de
    toneladas de piedra,

    utilizadas en sus 24 años de reinado. La madera
    importada del Líbano no pudo,

    pues, servir para rodillos, ni por su cantidad ni
    tampoco por su dureza. Aunque

    sí pudo servir para fabricar…
    MOLDES:

    Herodoto así parece confirmarlo: " … La
    pirámide fue edificándose de modo que

    en ella quedasen unas gradas o apoyos que algunos llaman
    escalas y otros

    altares. Hecha así desde el principio la parte
    inferior, iban levantándose y

    subiendo las piedras con cierta máquina formada
    de maderos cortos que,

    alzándolas desde el suelo, las
    ponía en el primer orden de gradas, desde el
    que

    con otra máquina que en él tenían
    prevenida las subían al segundo orden, donde

    las cargaban sobre otra máquina semejante,
    prosiguiendo así en subirlas, pues

    parece que cuantos eran los órdenes de gradas
    tantas eran en número las

    máquinas, o quizás no siendo más
    que una fácilmente transportable, la
    irían

    mudando de grada en grada cada vez que la descargasen de
    la piedra; qué bueno es

    dar de todo diversas explicaciones… ". La palabra
    utilizada por Herodoto y que

    se tradujo por "máquina" es la palabra griega
    "mechane". En griego es un término

    general que indica cosas inventadas, fabricadas. En
    definitiva, cualquier tipo

    de artilugio realizado con un propósito y que,
    por tanto, no debe únicamente

    traducirse por la acepción moderna de
    "máquina". Siguiendo con este

    planteamiento, sustitúyase la palabra
    "máquina" por la palabra "molde" y lean

    ustedes la transcripción anterior de Herodoto. La
    cosa concuerda en extremo ya

    que no quedaron evidencias de ningún otro tipo de
    "máquinas".

    Anterior a la publicación de Davidovits ya se
    especuló con la posibilidad de las

    piedras prefabricadas del Antiguo Egipto. En el Segundo
    Congreso de Egiptología

    celebrado en 1979 en Grenoble (Francia) el
    Dr. Klemm, experto en petrografía,

    avanzó los resultados de sus análisis sobre piedras de la Gran
    Pirámide. De las

    20 muestras estudiadas no encontró dos que
    tuvieran la misma consistencia

    homogénea. Parecía que cada una procediera
    de un lugar distinto, con la

    particularidad de que dicha consistencia era diferente
    en zonas de la misma

    piedra, con mayor densidad en la
    parte superior que en la inferior. También

    constató que las rocas de la
    pirámide contenían un porcentaje de
    humedad

    superior al que presenta la piedra natural. Su
    conclusión fue evidente: los

    bloques no eran naturales, sino artificiales.

    Ello explicaría, por otra parte, lo que
    ocurrió en la pirámide de Kefrén
    en

    Septiembre de 1968. El doctor Luis Alvarez, premio Nobel
    de Física,
    había ideado

    un proceso para
    registrar el paso de rayos cósmicos a través de la
    pirámide, por

    medio de la cual esperaba descubrir cámaras
    ocultas. Intervinieron en el evento

    doce organismos oficiales de Estados Unidos y
    de Egipto. Los científicos, con su

    cuartel general instalado en la cámara central
    del monumento, quisieron saber el

    número de rayos cósmicos que atravesaban
    los muros, instalando una cámara de

    chispas que delataría los rayos que llegaran con
    mayor frecuencia, lo que

    indicaría que habían encontrado a su paso
    los huecos de las hipotéticas cámaras.

    Sería como hacer una radiografía a la
    pirámide. Pero lo cierto es que tras

    numerosos intentos y una enorme cantidad de dinero
    tuvieron que desistir.

    Aparecieron, efectivamente, muchas supuestas
    cámaras desconocidas, pero las

    informaciones de su presunta ubicación variaban
    de un día para otro, de una hora

    a otra. La pirámide pareciera haberse vuelto
    loca. según sus protagonistas,

    "esto desafía a todas las leyes conocidas
    de la Física".
    Lo que el doctor

    Álvarez no podía imaginar era que las
    diferentes mediciones obtenidas se debían

    a los millones de litros de agua incluidos
    en las rocas
    prefabricadas de la

    pirámide.

    Investigaciones personales en la pirámide de
    Kefrén me han pemitido suponer que

    al menos las dos primeras hiladas, claramente visibles
    en la cara oeste, son

    fruto de la tecnología del
    "prefabricado". La falta de junturas en los bloques

    de estos dos pisos fue zanjada hace tiempo por los
    especialistas explicando que

    no era una edificación propiamente dicha, sino
    que se aprovechó un montículo de

    piedra para labrar las primeras filas. Sin embargo, como
    podemos ver en las

    fotografías, son claramente visibles los restos
    del armazón, tanto vertical como

    horizontal, que sostuvo el "hormigón" hasta que
    fraguara. Como toda la base no

    se pudo hacer de una vez, los obreros la fueron
    elaborando en partes. Las juntas

    de cada trabajo son perfectamente visibles e, incluso, a
    veces, parecen

    superponerse las maderas que lo separaban. Desde un
    promontorio que domina la

    meseta de Gizéh he descubierto un lugar que los
    miembros de mi equipo denominan

    "la Guarderia".

    Allí, de forma simpática, nos imaginamos a
    los hijos de los artesanos jugando

    con una "plastilina" especial, similar a la usada por
    sus padres en tareas de

    mayor envergadura. Hemos descubierto más de
    treinta muestras de reblandecimiento

    en pequeñas rocas, algunas de ellas reproducidas
    en fotografías.

    Parecen ser fruto del entretenimiento. Piedras redondas
    o aplanadas por las

    manos que guardan ciertas incisiones realizadas cuando
    la piedra estuvo blanda.

    No pueden ser cantos rodados pues su superficie no es
    plana y se aprecia la

    rugosidad que quedó tras su elaboración.
    En las piedras que están rotas parece

    que la superficie es distinta al interior, fruto de la
    falta de humedad en el

    manipulado, que hace que el ceramista en arcilla tenga
    que mojarse las manos

    constantemente. Las incisiones nunca pudieron realizarse
    por percusión. En el

    caso de la piedra aplastada que se puede ver en la
    fotografía
    inferior a estas

    líneas se ve el rastro dejado por un objeto
    circular que, medido con precisión,

    ha demostrado ser el mismo que dejó su impronta
    en ambas caras de la pieza.

    Precisamente en uno de los planos de esta piedra a
    nuestro anónimo artesano no

    le bastó con una muesca, sino que hizo dos,
    perfectamente visibles y ligeramente

    superpuestas.

    Los geólogos a los que hemos consultado y
    enseñado las piedras no salen de su

    asombro y, por supuesto, eliminan cualquier posibilidad
    de diagnóstico por

    escrito. Las piedras parecen tener una edad de varios
    cientos de millones de

    años. Por consiguiente, durante su
    formación no pudo haber humano que infiriera

    las marcas que
    poseen, y aceptar el reblandecimiento, el pasar del estado
    sólido

    al liquido y viceversa, sin alterar las presiones o
    temperaturas, es el reto de

    la Ciencia.
    Aunque aquellos egipcios, o quienes fueran, parece que
    lo

    consiguieron.

    Si los sacerdotes de las grandes civilizaciones
    asiáticas, africanas y

    americanas coincidieron en la adoración solar, en
    la estructura
    piramidal, en

    las percepciones psíquicas o en el concepto del
    más allá, es posible que también

    coincidieran, o tuvieran los mismos maestros, en las
    técnicas referentes al

    reblandecimiento de la piedra. Recientes estudios de
    Alex Chionetti en

    Marcahuasi ampliando los estudios de Ruzzo, o las
    actuales investigaciones
    de

    Javier Sierra en Perú y en particular en el
    laberinto de túneles que cruzan su

    territorio proponen la desestabilizadora hipótesis de que en el pasado la
    piedra

    era dominada hasta puntos insospechados que hoy tan solo
    llegamos a vislumbrar.

    La tecnología egipcia
    guarda muchas sorpresas. Los miles -o decenas de
    miles-de

    anos de historia hicieron que sobre un mismo territorio
    se superpusieran

    técnicas distintas todas ellas lejanas a nuestros
    elementales conceptos- Las

    canteras de Assuán son un fiel ejemplo.
    Allí se empleó la más alta tecnología
    en

    perforación, corte y pulimento del granito rojo-
    Allí existen orificios

    ejecutados por brocas increíbles que atacaban la
    roca con una potencia
    sesenta

    veces superior a la actual. Allí se ven restos de
    sierras que cortaban el

    granito como si fuera cartón. Allí se
    encuentran restos de prospecciones

    inimaginables para la época del cobre o del
    bronce, pues los resultados son

    comparables con los de nuestra moderna tecnología y, por
    supuesto, también allí

    encontramos el ejemplo más contundente del tema
    que nos ocupa: el

    reblandecimiento.

    En la tumba de Rekhmire existe un fresco sobre una
    aparente escena cotidiana del

    Antiguo Egipto- Varios obreros llevan en sacos un
    producto que
    arrojan en moldes

    y que, posteriormente, fragua haciendo ladrillos o
    bloques- Esta técnica,

    defendida por Davidovits, explicaría la
    construcción de, por ejemplo, la Gran

    Pirámide. Resulta fácil transportar arenas
    y otros compuestos, subirse en

    pequeños sacos y arriba hacer moldes del
    tamaño que se quiera, sin necesidad de

    una maquinaria pesada. Pero el caso de Assuan es
    ligeramente distinto. Allí no

    se ha prefabricado nada pues la cantera original de
    granito rojo ya estaba. Sin

    embargo, utilizando unos métodos
    que nos son desconocidos, conseguían ablandar

    el duro granito hasta la consistencia de la mantequilla,
    para posteriormente

    manipularlo.

    Es el famoso Obelisco inacabado, la admiración de
    todo turista que se precie. A

    mí me 1lamó la atención hace dos
    años cuando veíamos en Madrid las imágenes

    grabadas de Assuán. En un principio, y por el
    poco material visual que poseía,

    me dio la impresión de que lo que observaba era
    fruto de algún tipo de rebote de

    la luz solar. En
    Noviembre de 1993 hice un viaje a Assuán exclusivamente
    para

    comprobarlo. El área se cierra a las cinco de la
    tarde, cuando aún el Sol
    está

    muy alto. Tras las consiguientes propinas pude esperar a
    que el Sol bajara
    al

    horizonte. En ese momento los rayos incidían de
    escorzo, resaltando todos los

    detalles de la superficie del obelisco. Es la foto que
    pueden observar junto a

    estas líneas.

    Los 47 metros de longitud que mide la pieza están
    obtenidos de la cantera madre,

    no por una técnica de percusión. Lo
    más parecido que he visto a esta técnica
    es

    cuando he jugado con una cucharilla en un flan. Lo que
    vi en ese momento no era

    el trabajo de un pico o un martillo, era la labor
    realizada por una pala ¡en

    granito!

    Junto al obelisco existen otras pruebas de
    ablandamiento no menos interesantes.

    En la fotografía
    de la izquierda pueden observar a un miembro de mi
    equipo

    introducido en un agujero, por supuesto artificial, que
    no tiene aparente

    significado. Las paredes, estando lisas, no son
    verticales. Se ha ido rebañando

    su interior hasta llegar a ningún sitio,
    idóneo para demostrar una técnica

    aunque insuficiente para indicar un propósito.
    Hay varios agujeros como éste de

    diferentes proporciones iguales de enigmáticos.
    Era ya casi de noche. Las

    sombras avanzaban ocultando el obelisco. El guía
    parecía no comprender mi

    insistencia. Para él la solución era
    fácil: el obelisco fue abandonado porque

    una grieta apareció haciéndolo inservible.
    Pero la cuestión era otra. Si era

    blando, era imposible moverlo en tal estado. Si se
    endureció ¿qué grúa era
    capaz

    de levantarlo? Posiblemente nunca se pensó en que
    fuera un obelisco, sino que

    fue, simplemente, una broma; la broma más pesada
    que conozco: de 1200 toneladas.

    GINECOLOGÍA AVANZADA EN EL ANTIGUO
    EGIPTO

    En el muro del complejo de Luxor el viajero observador
    tropezará con un detalle

    que la mayoría le pasa desapercibido y que, sin
    embargo, sugiere conocimientos

    sorprendentes: en varias escenas concatenadas se
    representa con todo detalle el

    proceso de extracción de semen del miembro
    fálico del dios Min. A lo largo de la

    pared, aparecen varios personajes que, provistos de unos
    curiosos recipientes,

    recogen el líquido seminal en el que destacan a
    gran tamaño varios

    espermatozoides. Aunque resulte incomprensible, su
    ubicación y forma no permiten

    darles otro nombre. Puesto que la apariencia de los
    espermatozoides no ha sido

    conocida hasta que el neozelandés Jansen
    inventara el microscopio
    compuesto en

    1590, resultaría inevitable admitir que los
    antiguos egipcios dispusieron de

    instrumentos ópticos sumamente eficaces, lo que
    ni la Arqueología ni la Historia

    les concede.

    Los interrogantes se acumulan, complementándose
    con otros no menos curiosos

    hallazgos. En el templo dedicado a la reina Hatseput,
    enclavado en el corazón

    del Valle de las Reinas, el arqueólogo oficial
    Nabil Habkkar compartía con

    nosotros su último y desestabilizador
    descubrimiento: en una pared con

    policromía original de hace 3.000 años
    había descubierto lo que para él era

    indudablemente un "test de embarazo". Tal
    y como nos iba relatando, en un

    recipiente ovalado aparecen varios elementos
    relacionados con la famosa "prueba

    de la rana". Férreo seguidor de las corrientes
    más oficiales y conservadoras,

    Nabil Habkkar no tenía dudas, pese a todo, de que
    en aquella época se sabía lo

    necesario sobre hormonas
    femeninas y masculinas, los mecanismos íntimos de
    la

    procreación y el método
    para un diagnóstico precoz del embarazo.

    Artículo realizado por Iker Jiménez y
    Francisco Contreras, publicado en la

    Revista "ENIGMAS DEL HOMBRE Y DEL
    UNIVERSO " en
    Octubre de 1998.

     

     

    Autor:

    Varilla Flaca

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