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La política Estadounidense hacia América latina en la post-guerra fria




Enviado por gariboldi



    I. La finalización de la Segunda Guerra
    Mundial dio nacimiento a un orden internacional caracterizado
    por el enfrentamiento de las dos superpotencias vencedoras en la
    conflagración. Este sistema bipolar,
    que comenzó a desdibujarse en 1969 a partir de la ruptura
    de la China
    comunista con la Unión de Repúblicas Socialistas
    Soviéticas, encontró su fin definitivo el 25 de
    diciembre de 1991 con el derrumbe y desintegración
    soviéticas.

    Este hecho incitó la mente de los
    políticos y la de los intelectuales. Los primeros
    acuñaron el muy vago concepto de
    nuevo orden mundial, mientras que los últimos
    adoptaron distintas perspectivas sobre el futuro del sistema
    internacional. Al respecto, Bizzozero reconoce tres perspectivas
    fundamentales: la optimista, con Francis Fukuyama como
    principal exponente; la perspectiva pesimista, con Samuel
    Huntington como última expresión; y la
    revisionista, iniciada con el cambio de
    política
    del presidente William Clinton1.

    Más allá de cualquier perspectiva, la
    situación ha variado radicalmente2. El paso de
    un sistema bipolar a
    otro unipolar –en términos de capacidad
    militar– y multipolar –en términos
    económico-tecnológicos– es un hecho innegable
    que acarrea importantes cambios para la política exterior de
    la potencia
    supérstite,3 no estando la región
    latinoamericana exenta de esta nueva situación. Sobre el
    hecho afirma Atkins: "Mientras el sistema
    internacional entró a una nueva era post-Guerra
    Fría a finales de 1980, los Estados Unidos
    han enfrentado el problema fundamental de redefinir sus
    propósito en América
    Latina y de reorientar sus políticas
    hacia ella"
    4 y confirma Pastor cuando se pregunta:
    "Hoy la Guerra
    Fría ha terminado, el comunismo mundial
    ha colapsado y la Unión Soviética se ha fracturado
    ¿Qué implicancias tienen estos cambios en la
    política
    exterior de los Estados Unidos
    hacia latinoamérica y para las relaciones
    interamericanas?"
    5.

    En relación directa a América
    Latina, el derrumbe de la Unión de Repúblicas
    Socialistas Soviéticas produjo, a consideración de
    Pastor, cuatro grandes cambios: el comunismo como
    ideología parece haber sucumbido, lo cual produce una
    influencia desdeñable en la región latinoamericana
    cuyos movimientos de izquierda estaban poco infiltrados de
    elementos soviético-comunistas; el alcance global de la
    Unión Soviética ha desaparecido, lo cual afecta
    principalmente a la isla de Cuba; la
    tercera consecuencia es una mayor acción cooperativa de
    Rusia con los Estados Unidos,
    lo cual posibilitó la solución de conflictos,
    promovió elecciones y facilitó las negociaciones
    entre las guerrillas y los gobiernos de distintos países;
    y, por último, modificó la agenda internacional
    ubicando elementos económico-globales en los lugares
    más importantes.6

    Ejemplos de tal situación cambiante resultan las
    relaciones entre Estados Unidos y
    dos de los países que "están localizados en el
    patio trasero de América"
    7:

    La isla de Granada resulta ser un caso
    paradigmático. A principios de la
    década del ´80 era un país de interés
    estratégico para los Estados Unidos.
    Dos hechos convergieron para que esto fuera así: el
    gobierno de
    izquierda de Maurice Bishop fue derrocado por un movimiento
    aún más izquierdista en el momento preciso que un
    grupo de
    técnicos cubanos asistían al país en la
    construcción de un aeropuerto
    internacional. En 1994, Washington descubrió que Granada
    no representaba ningún interés y
    decidió que sus relaciones diplomáticas
    serían conducidas desde una embajada consolidada en otro
    país caribeño.8

    En el mismo sentido –mutatis mutandi
    puede citarse la experiencia panameña. Manuel Noriega
    desde que se desempeñaba como oficial de inteligencia y
    luego como comandante de las Fuerzas de Defensa Panameñas
    fue sospechado de ser parte de operaciones de
    contrabando ilegal de armas y drogas. A
    pesar de esta situación, los Estados Unidos hubieron de
    apoyar su gobierno por
    considerarlo clave para la contención del comunismo en la
    región, principalmente a través del apoyo a los
    contras nicaragüenses, hasta que en 1989, por primera vez
    desde el final de la Segunda Guerra
    Mundial, decidieron invadir a aquel país por causas
    ajenas a la Guerra
    Fría.9

    Si Granada y Panamá son
    ejemplificativos de la variación en la política exterior
    norteamericana ¿Cómo se explica Haití? Un
    país cuyo destino no afectaría el futuro de otros
    países de América
    Latina, un país en el que los Estados Unidos no
    tenían (de acuerdo a Mandelbaum) interés
    alguno, pero por el que una apelación a valores de
    política internacional logró el apoyo de la
    opinión pública, porque "era cercano, pobre,
    débil, había sido ocupado en algún momento
    por los Estados Unidos y estaba habitado por descendientes de
    esclavos africanos"
    10.

    El fin de la confrontación con los
    soviéticos implica que la posición relativa de
    América
    Latina en la política exterior de los Estados Unidos
    no se referirá ya a cuestiones ideológicas o
    siquiera estratégicas11, sino que
    responderá a nuevos intereses aún no completamente
    delineados.

    II. A comienzos de la actual década, el
    Chicago Council on Foreign Relations expresó que la
    opinión pública y los líderes de
    opinión norteamericanos sentían un alto grado de
    vulnerabilidad económica a la vez que defendían un
    activo rol de su país en las cuestiones internacionales.
    John Rielly formula una respuesta globalizadora de las dos
    opiniones:

    "La preocupación por la interdependencia
    global ha aumentado en la medida que más norteamericanos
    creen que la política exterior produce un impacto
    importante en el funcionamiento global de la economía interna,
    incluyendo los precios de
    los alimentos y de
    los combustibles"
    12.

    En 1992, luego de la exitosísima campaña
    contra Irak las
    encuestas
    mostraban que la imagen positiva
    de George Bush había trepado a poco más del 90% de
    los encuestados (la más elevada en varias décadas),
    apresurando a varios analistas políticos a sentenciar una
    segura reelección del "presidente de la política
    exterior". Sin embargo no fue así, y esto
    porque:

    "No entendió [Bush] que el
    público no deseaba abandonar la política
    exterior, pero sí quería lograr un balance con la
    política interna".
    13

    La opinión pública, y su expresión
    a través del voto favorable al candidato del Partido
    Demócrata, no hacía más que reflejar la
    emergencia de uno de los temas de la agenda política de
    los Estados de la Unión para los años futuros: la
    economía;
    que más allá de resultar un problema de
    política interna se proyecta al ámbito
    internacional. Al respecto, Maynes escribe:

    "El predominio que América ha gozado desde 1945 se ha basado
    fundamentalmente sobre su sistema
    económico, que ha provisto una continua mejora del
    estándar de vida de la mayoría de sus
    ciudadanos".
    14

    Coincidentemente, en 1994 el Secretario de Estado Warren
    Christopher entendiendo que el interés
    nacional norteamericano se concentró en la
    generación de riquezas, en la Cumbre de Miami sostuvo
    que:

    "La Administración Clinton está
    determinada a continuar con la construcción de la Asociación de
    Libre Comercio
    de Norteamérica para fortalecer la cooperación a
    través del hemisferio … La iniciativa comercial que
    estamos lanzando este fin de semana incluye un plan muy
    detallado para lograr una zona de libre comercio
    en las Américas
    –y lo más
    importante– … Nuestra iniciativa de intercambio
    refleja nuestra visión de que la seguridad
    económica es vital a nuestra seguridad
    nacional"
    15.

    Para reafirmar en otro lugar:

    "El poder
    económico norteamericano en casa y en el exterior se
    fortalecen mutuamente. En el fondo, la seguridad de
    Estados Unidos depende de una economía fuerte. Y
    en la economía global de hoy, el bienestar
    económico de América depende de nuestra habilidad de
    abrir mercados
    externos y promover el libre comercio
    y la inversión"
    16.

    La dependencia económica de Norteamérica
    respecto de otros países del globo resultó una
    cuestión visible hacia finales de la década de
    1960. Más profundamente, luego de la guerra de
    Vietnam, el déficit por el que atravesaban los Estados
    Unidos resultó alarmante. Esta situación
    evidenció la creciente dependencia económica
    norteamericana cuando a partir de 1973 el precio del
    petróleo
    comenzó a aumentar (primero como consecuencia del embargo
    por la ayuda de Occidente a Israel en la
    guerra de Yom
    Kippur y luego como instrumento de poder de
    la
    Organización de Países Exportadores de Petróleo
    OPEP–). A
    esto se sumó el crecimiento del déficit exterior
    como correlato de las grandes dificultades de mantener los
    mercados
    extranjeros que experimentaron los sectores de
    electrónicos y manufacturas frente a sus correlatos del
    Japón y de algunos países recientemente
    industrializados como Corea del Sur.

    La década del ´80 evidenció
    también un gran número de interacciones entre el
    sistema internacional y la política
    económica como consecuencia de la política
    global de Ronald Reagan que "en pocas palabras, …
    compró más cañones y más manteca sin
    traer más plata al negocio para pagarlos y, por tanto,
    tuvo que endeudarse mucho para poder pagar la
    cuenta"
    17.

    Al tiempo que esto
    ocurría en el Norte, en América
    Latina estallaba (simbólicamente en el verano de 1982) la
    crisis de la deuda provocada por un recesión
    continuada, tasa de interés
    elevada y alza permanente del dólar (moneda que
    concentraba casi el ciento por cien de la deuda). A mitad de la
    década, la región debía casi 400.000
    millones de dólares (aproximadamente un cincuenta por cien
    del total de la deuda del Tercer Mundo), correspondiendo poco
    menos que el cincuenta por cien a los dos gigantes regionales:
    México y
    Brasil.
    Paradójicamente –o no tanto– América
    Latina se convirtió en una zona exportadora neta de
    capitales: hubo una transferencia masiva de ingresos
    nacionales hacia el mundo industrializado, logrando que los
    deudores financiaran a sus acreedores.18

    Hoy día, a comienzos de la década de los
    noventa, la dependencia económica de los Estados Unidos se
    ha potenciado. Entre otros hechos, la porción del
    intercambio comercial de ese país se ha multiplicado por
    dos y media veces desde 1960; su sector externo representa casi
    un cuarto del total de su Producto Bruto
    Interno; como el más grande deudor del mundo y con una
    balanza
    comercial desequilibrada, confían, lo mismo que otros
    países, de los flujos de capitales extranjeros. Aún
    más, la economía
    norteamericana depende cada día en mayor medida de las
    exportaciones: la
    balanza
    comercial ha mejorado en 120 mil millones en el lustro que
    corre entre 1987 y 1992, proveyendo a la mitad del crecimiento de
    1990 y reduciendo a la mitad la recesión de
    1991.19 Por otro lado, la proporción que el
    Producto Bruto
    Interno de los Estados Unidos representan del total mundial se ha
    reducido en términos relativos.20

    En esos mismo años, América Latina
    observó una mejora continua
    de su economía sufriendo un importante revés por
    Crisis de
    México que
    golpeó desde principios de
    1995 a la región.21

    En esta misma década, las relaciones entre ambas
    regiones, Norte y Sur, se estrecharon más que nunca. Los
    Estados Unidos, luego de ser el primer mayor inversor en la
    región en el primer lustro de la década de 1980,
    perdió su puesto ante Europa en el
    período final de la misma, recuperándolo a partir
    de 1990 y logrando una brecha respecto del segundo mayor inversor
    no vista con anterioridad. En un cuadro:

    Inversiones de la tríada exportadora de
    capitales hacia América Latina

     

    1980-84

    %

    1985-89

    %

    1990-94

    %

    Total

    %

    Europa

    5.881

    40,9

    6.326

    53,7

    10.410

    22,6

    22.617

    31,3

    EE.UU.

    6.314

    43,9

    4.704

    39,9

    33.662

    73,2

    44.680

    61,9

    Japón

    2.173

    15,1

    745

    6,9

    1.929

    4,2

    4.846

    6,7

    Total

    14.367

    100

    11.775

    100

    46.001

    100

    72.143

    100

    Fuente: IDB Information System, Basic Socio-Economic
    Data, Washington D.C
    .22

    Pero los Estados Unidos no son la única
    región exportadora de capitales que, en relación al
    resto de las regiones del mundo, más invierte en
    América Latina. Iguales intereses en la región,
    aunque en menor medida, tiene Europa. En un
    cuadro:

    Porporción de capitales exportados por la
    tríada

    hacia distintas regiones receptoras

    Origen

    Destino

     

     

     

     

     

     

    América Latina y el
    Caribe

    África

    Medio Oriente

    Sur y Este Asiático

    CEEC

    Otros

    EE.UU.

    64,2 %

    1,9 %

    4,8 %

    24,5 %

    3,1 %

    1,6 %

    Europa

    28,5 %

    5,7 %

    4,6 %

    26,2 %

    19,6 %

    15,5 %

    Japón

    28,3 %

    3,6 %

    5,2 %

    60,6 %

    0,7 %

    1,6 %

    Fuente: IDB Information System, Basic
    Socio-Economic Data, Washington
    D.C.23

    En términos de bienes,
    considera Pastor que los "Estados Unidos aumentaron su cuota
    del comercio con
    América Latina de, a grandes rasgos, 30% a
    40%"
    24 debiéndose esta nueva
    situación a, principalmente, la preocupación que
    Europa tiene de
    sí misma.

    Específicamente, los dos países a los que
    se dirigen la mayor cantidad de capitales norteamericanos son
    Brasil (es
    necesario remarcar, sin embargo, que las inversiones
    directas netas han sido menores en 1995 que en el año
    anterior) y México;
    siendo Perú el único país de la
    región en el que se produjo un importante retiro de
    capitales norteamericanos. En un cuadro:

    Capitales recibidos por

    países latinoamericanos

    Total Caribe

    33.662

    Argentina

    3.374

    Brasil

    11.215

    Chile

    2.175

    Colombia

    845

    México

    11.158

    Perú

    -206

    Venezuela

    2.846

    Otros Países

    2.255

    Fuente: IDB Information
    System,

    Basic Socio-Economic Data,

    Washington
    D.C.25

    La preponderante posición de México y
    Brasil
    responde a circunstancias distintas. Según Atkins, los
    Estados Unidos han tenido un interés especial e intenso en
    su vecino al Sur desde el siglo pasado en el que los Estados de
    la Unión obtuvieron grandes territorios y contuvieron una
    invasión francesa a principios de la
    segunda postguerra en la que las relaciones económicas
    forjaron una creciente interdependencia.

    Brasil, por su lado, a partir de su apoyo a los aliados
    durante la Segunda Guerra
    Mundial fue objeto de relaciones amigables siendo considerado
    por la comunidad
    económica internacional como el "gigante durmiente" del
    Cono Sur. No debe sorprender, entonces, que este país sea
    considerado axial en la teoría
    de los Estado-Pivote,
    que luego consideraremos.26

    A consideración de Pastor los tres
    períodos de postguerra en el siglo veinte tuvieron efectos
    similares sobre las relaciones entre Estados Unidos y
    América Latina. Sin embargo, según aclara
    más adelante en su libro, esta
    vez existen elementos que permiten prever un futuro distinto al
    que signó los dos períodos anteriores: tratados
    internacionales sobre diversos aspectos, procesos de
    integración económica, organismos
    internacionales a nivel político (Organización de Estados Americanos) y
    económico (Organización Mundial de Comercio),
    entre otros.27

    Un último aspecto importante de las relaciones
    dinerarias de los Estados Unidos y los países
    latinoamericanos es la ayuda externa que se ha visto reducida de
    un 2% del PBI a principios de la
    década del ´50 a 0,2% en la actualidad28.
    Al respecto, señala Pomerlau:

    "Las prioridades para la ayuda exterior de los
    Estados Unidos fueron reorientadas desde una
    conmisceración por las víctimas de la Guerra y
    consolidación de las instituciones democráticas, a la
    estabilidad de Medio Oriente y la atracción de aliados
    anticomunistas. La ayuda también fue vista como una
    recompensa de lealtades y como instrumento para la
    mantención de la estabilidad regional".

    "El fin de la Guerra
    Fría –continúa– ha incrementado
    el debate
    acerca del impacto de la ayuda externa y de los valores
    que explican y justifican tal ayuda"
    29, que son
    libertad y
    justicia en
    el mundo, en consideración de Patrik J.
    Lehaly30.

    III. Libertad y
    justicia en el
    mundo, como objetivo de la
    ayuda externa de los Estados Unidos, no puede significar otra
    cosa que la promoción de la democracia
    que, según Diamond, implica:

    "[O]frecer apoyo moral,
    político, diplomático y financiero a individuos y
    organizaciones
    que luchan por la apertura de un régimen autoritario
    [y] fomentar economías orientadas por el
    mercado
    [porque] los países que no poseen una
    democracia
    estable se encuentran siempre más propensos a la
    revolución y otras formas de
    desórdenes que amenazan la seguridad de
    los norteamericanos"
    31.

    Esta visión es compartida por buena parte de los
    encargados de la formulación de la política
    exterior norteamericana y sus estudiosos. Desde 1993 ha sido
    tratada, generalmente, como neowilsonianismo, entendiendo
    por tal lo que Anthony Lake (Security Adviser del
    presidente Clinton) explica: "él [Wilson]
    entendió que nuestra propia seguridad
    está contorneada por el carácter de los
    regímenes entrenjeros"
    y en una entrevista
    concedida a Thomas Friedman para The New York Times
    sentenció que la Administración Clinton en materia de
    relaciones exteriores será recordada por su
    "pragmático
    neowilsonianismo".
    32

    Pareciera ser, entonces, que el strategic denial
    que caracterizó el período de la Guerra
    Fría cedió su lugar al enlargement
    dentro de los parámetros del wilsonianism. Tucker
    estima que Woodrow Wilson concebía el orden internacional
    y el liderazgo de
    Estados Unidos como hechos inescindibles y que su
    aceptación del internacionalismo, con su corolario del
    multilateralismo, estaba condicionado a la habilidad de
    América, rayana al derecho, de actuar
    unilateralmente.33

    En otras palabras, el wilsonianismo pareciera ser una
    estrategia que
    busca la imposición de regímenes
    democráticos y economías de mercado combinado
    con el derecho de actuar unilateralmente cuando las
    circunstancias así los aconsejen, al tiempo estar
    caracterizado por el pragmatismo,
    lo que implica una disposición desigual hacia distintos
    países.

    En estos términos se entienden los ejemplos de
    Panamá
    y Haití que volcamos al principio por oposición a
    China.

    No existiendo ya la necesidad de una negación
    estratégica, los norteamericanos decidieron dejar de
    tolerar las acciones de
    Noriega acusado de contrabando de armas y drogas. No
    precisando negar la acción de los comunistas, los
    norteamericanos vieron la necesidad de restablecer el
    régimen democrático en la isla de Haití.
    Hacia China, por el
    contrario, los Estados Unidos han tenido una actitud
    benevolente en ciertos temas (derechos humanos,
    libertades individuales y democratización, por ejemplo)
    con la esperanza de llegar a acuerdos sobre otros temas
    más inmediatos: control de
    producción de armas de
    destrucción masiva y apertura de mercados de
    consumos, entre otros.

    Sin embargo, Diamond estima que el concepto de
    enlargement no representa aún un imperativo de
    acción íntegro en materia de
    política exterior, al respecto escribe:

    "… enlargement es un sucesor lógico
    y atrayente de
    containment. Pero la ausencia de un
    método
    claro de calcular los intereses norteamericanos y los medios y una
    firme proyección de la voluntad norteamericana ha
    fallado en evitar los lamentables espectáculos de la
    confusión de Norteamérica y su retroceso de
    Bosnia, Somalia y Haití".
    34

    Aplicando al caso las ideas de Evangelista, puede
    suponerse que la acción norteamericana caracterizada por
    el strategic denial durante la Guerra
    Fría obligó en muchas situaciones a favorecer la
    instalación de gobiernos autocráticos que otorgan
    poco acceso a actores transnacionales pero que proveen grandes
    ventajas a aquellos actores que se logran hacer escuchar; por el
    contrario, no existiendo ya un actor transnacional (y una
    ideología alternativa de pretensiones hegemónicas)
    que haga peligrar la existencia de los Estados Unidos,
    éstos prefirieron apoyar gobiernos no autocráticos,
    más permeables a la acción de actores y organismos
    internacionales y más estables en lo referente al mantenimiento
    de las decisiones adoptadas.35

    La importancia de la existencia de regímenes
    democráticos para la seguridad y los intereses
    norteamericanos se explica, a consideración de Tucker
    por:

    "la experiencia de este siglo [que] provee
    de importantes lecciones. Los países democráticos
    no hacen la guerra unos
    con otros. Las democracias no esponsorean el terrorismo
    contra otras. No construyen armas de
    destrucción masiva para usar contra otras democracias o
    amenazarlas. Los países democráticos son
    más confiables, abiertos y mejores socios comerciales. A
    largo plazo ofrecen un clima
    más estable y durable para la inversión. Son ecológicamente
    más responsables porque deben responder frente a sus
    propios ciudadanos que se organizan para protestar por la
    destrucción del medio
    ambiente. Son más honorables en el cumplimiento de
    los tratados
    internacionales porque valoran las obligaciones
    legales y porque su apertura les hace más difícil
    mentenerlos en secreto"
    36.

    Probablemente Diamond peque de optimismo y buena
    voluntad. Un orden internacional caracterizado por
    regímenes democráticos y hegemonía de
    potencias occidentales puede ser encontrado setenta años
    atrás en la historia. Al respecto
    escribe Calle:

    "La existencia de una hegemonía
    estratégica-militar de las potencias occidentales y
    democráticas (Estados Unidos, Gran Bretaña y
    Francia), la
    presencia de un Japón conducido por una élite
    probritánica y seudodemocrática, una Unión
    Soviética deteriorada aplicando prácticas de
    mercado con
    la ´nueva política
    económica´ de Lenín, un fascismo
    italiano no plenamente consolidado y una Alemania
    democrática y aún alejada del derrumbe
    económico de 1929, podrían llevar a un fin de la
    historia
    setenta años atrás. … Todos estos hechos nos
    alertan sobre la capacidad desestabilizadora del mercado
    internacional –crisis de
    1929-39–, la presencia de rivalidades interestatales
    entre los Estados centrales y la histórica presencia de
    tensiones étnicas y culturales. Sin olvidar las
    mutaciones y conflictividades ideológicas,
    económicas y
    sociales"
    37.

    IV. Además de los temas económicos y de la
    promoción de la democracia,
    existen otros que atraen la atención de los estudiosos de
    las relaciones entre los Estados Unidos y los países
    latinoamericanos.

    Estas cuestiones son mayormente definidas por el
    tráfico de drogas y el
    terrorismo,
    caracterizadas con el nombre de intermestic issues (mezcla
    de international y domestic), y un buen ejemplo lo
    otorga Pastor, diciendo:

    "[H]istóricamente, los Estados Unidos
    han sido más generosos en ayuda y concesiones
    comerciales cuando existía una amenaza a su seguridad.
    … La misma conducta
    parece estar trabajando nuevamente. El Congreso se ha mostrado
    remiso a obligar fondos para consolidar la democracia
    en Nicaragua, El Salvador, Honduras y Panamá,
    como se obligó para luchar la Guerra Fría en esos
    países. … En 1990, Colombia
    recibió más ayuda militar de los Estados Unidos
    para luchar contra el narcotráfico que El Salvador para luchar
    la guerrilla marxista"
    38.

    La importancia de esta intermestic issue es mayor
    en las relaciones entre Norteamérica y América
    Latina, que en cualquier otro orden de relaciones que
    aquélla tenga con otra región del mundo. Desde
    1982, la producción de opio se ha duplicado mientras
    que la de cocaína aumentó en más del 300%.
    Colombia produce
    entre el 70% y el 80% de la cocaína refinada del mundo a
    más de ser el tercer productor mundial de opio con algo
    más de 20.000 hectáreas dedicadas a su cultivo.
    Además, la heroína colombiana está ganando
    espacio en el mercado
    norteamericano, siendo su participación superior a la
    proveniente del Sudeste Asiático. Igual tendencia hacia la
    diversificación de la industria se
    verifica en Perú, el mayor productor mundial de la hoja de
    coca.39

    Pero la cuestión del narcotráfico no se limita únicamente
    a sus consecuencias en la sociedad
    norteamericana. Igualmente importantes son las consecuencias que
    el tráfico ilegal de drogas tiene
    sobre la consolidación de los regímenes
    democráticos en el continente. La industria del
    narcotráfico posee una gran capacidad de
    influenciar la conducta de
    oficiales de la administración civil y militar (para
    Colombia se
    calculan entre cuatro y cinco mil millones de dólares
    disponibles para sobornos), pero es el proceso de
    legitimación de las ganancias el que mayor impacto reviste
    en la estructura
    productiva de los países latinoamericanos.

    A pesar de estos datos, los
    efectos deben ser considerados, como lo hacen buena parte de los
    estudiosos del tema, como desestabilizantes y no como disruptivos
    del régimen político, pues los líderes de la
    droga "no
    buscan impulsar iniciativas propias sino coexistir y manipular la
    autoridad
    estatal"
    40.

    Esta situación ha sido ampliamente percibida por
    la opinión pública norteamericana como por sus
    líderes de opinión. Al respecto, en la Cumbre de
    Miami, Warren Christopher consideró como axial en la
    política exterior norteamericana el "frenar el
    tráfico de drogas
    ilegales a través de las fronteras
    nacionales"
    41.

    Otra intermestic issue de creciente relevancia en
    los Estados Unidos es el terrorismo,
    pero esta vez, la importancia que América Latina
    representa no se debe a su capacidad de producir hechos
    terroristas en otros países sino por los ataques sufridos
    (especialmente por Argentina) y su
    incapacidad de contenerlos.

    Si bien respecto de estos temas la Presidencia de
    Estados Unidos ha tomado la iniciativa, la decisión reside
    mayormente en el Congreso de aquél país, donde
    mayor influencia ejercen las
    constituencies.42

    Es respecto de estos intermestic issues que
    Norteamérica ha de actuar en forma unilateral, buscando la
    mayor eficacia, tanto
    más cuánto mayor sea el peligro que perciba para
    sus sistema político.

    V. Pero el status no tiende a mentenerse
    quo y esto lo evidencia la historia. Así como el
    final del siglo pasado observó el crecimiento de tres
    potencias que luego serían rivales (Estados Unidos,
    Japón y Alemania), el
    final del presente siglo atestigua la restauración del
    imperio ruso, las alianzas entre los países de
    regímenes islámicos, la creación de bloques
    económicos en Europa y parte de
    Asia, la
    creciente importancia de China y la
    mayor apertura de los regímenes políticos y
    económicos de América Latina con visos de desorden
    social y retroceso a etapas históricas
    anteriores.

    La gran estrategia
    internacional de los Estados Unidos ha sido concebida desde
    distintas perspectivas. Joffe identifica dos modelos de
    actuación internacional según sea más o
    menos similar a cómo se comportaron Gran Bretaña o
    la Alemania
    bismarkiana43. Kennedy, Chase y Hill conceptualizan la
    posible política exterior norteamericana según la
    teoría
    de los Estado-Pivote44.

    Ambas posibilidades de acción tienen un
    sólo objetivo:
    lograr que el status permanezca quo.

    La estrategia
    británica a consideración de Joffe fue oponerse a
    las pretensiones de hegemonía de cualquier potencia en el
    Continente Europeo sin presentarse como una amenaza. Cuatro
    medios
    instrumentales eran utilizados con ese fin: poder marino
    sobre poder
    terrestre; combinaciones flexibles en lugar de alianzas
    rígidas; balancear y no conquistar; y, en última
    instancia, intervención en lugar de obstaculizar. Observa
    el autor que la situación posterior a la Guerra
    Fría en la que se encuentran los Estados Unidos es muy
    similar a la que Gran Bretaña disfrutaba en su
    período de hegemonía, considerando que
    Norteamérica tendría mucho que ganar si aplicara su
    poderío económico sinergéticamente en lugar
    de unilateral y masivamente.

    La estrategia
    bismarkiana fue signada, por oposición a la
    británica, por las alianzas estratégicas.
    Consideraba Bismark, según Joffe, que su Alemania era
    capaz de enfrentar a cualquiera de las amenazas pero no todas al
    mismo tiempo. Famosa es
    ya su frase "en un mundo de cinco hay que jugar con, por lo
    menos, tres actores". El prusiano no construyó su sistema
    de alianzas para conseguir mayor poder agregado sino para
    devaluar el poder de las potencias que lo
    amenazaban.45

    Para Kennedy, Hill y Chase, la gran estrategia
    norteamericana tiene que ser caracterizada por la elección
    de Estado-Pivote
    que son definidos por su capacidad de afectar la estabilidad
    regional e internacional. Los autores identifican como Estados
    pivote en América Latina a México y a
    Brasil. El
    primero por su creciente importancia en las relaciones
    comerciales norteamericanas y el segundo por su importancia en el
    Cono Sur del Continente. Este modelo de
    acción es correspondiente al británico expuesto por
    Joffe, modelo que el
    autor considera inservible por dos razones: las amenazas al poder
    mundial norteamericano no son intermitentes sino constantes lo
    que obligaría a aquel país a mantener relaciones
    constantes con los mismos países; y la estabilidad de los
    regímenes políticos no deviene de la acción
    de actores extranjeros sino de sus propias constituciones
    sociales, así no interesa la mayor ayuda de Estados Unidos
    brinde a un país sino su constitución interna en términos de
    amenaza al status quo del sistema internacional (v.g.
    Afganistán).

    El modelo
    bismarkiano conducido por los Estados de la Unión puede
    sintetizarse en: ligar a todos de forma tal que estén
    atados y dependientes del centro. El ideal es mantener mejores
    relaciones con cada uno de los actores de las que ellos tienen
    entre sí
    .

    Este modelo
    bismarkiano pareciera ser imperativo en el desarrollo de
    las relaciones de la región latinoamericana con los
    Estados Unidos. La existencia de intermestic issues hace
    imposible una política á la británica
    o la, más moderna, elección de Estado-Pivote.
    La producción de drogas en Bolivia no es
    influenciable por una mayor estabilidad de Brasil, como
    tampoco las amenazas al régimen político de
    Nicaragua pueden verse evitadas por un crecimiento más
    dinámico de México, así como la
    creación de una zona de libre comercio de
    dimensiones continentales no puede verse favorecida por la mayor
    ayuda e interés recibido por sólo dos países
    de la región.

    VI. La política exterior norteamericana del
    período que nace en 1989 no es consecuencia de una
    construcción teórica, fue,
    propiamente, la consecuencia de acciones que
    en su superficie aparentan estar desvinculadas, sin embargo entre
    todas existe un hilo de oro.

    El fin de la Guerra Fría originó la
    necesidad de replantear la política exterior de los
    Estados Unidos y América Latina no se encuentra exenta de
    este replanteamiento. En los tiempos de la post-Guerra
    Fría la importancia de las regiones del globo
    terráqueo es evaluada, necesariamente, de forma distinta a
    cómo se evaluaba en tiempos de la confrontación.
    Pareciera ser cierto que, de ahora en más, para la
    política exterior norteamericana los países valen
    lo que sus intereses y necesidades.

    En estos términos, la importancia de la
    región ha crecido en relación a otras áreas
    del mundo. Sin embargo, estas otras áreas del mundo
    demandan la atención más inmediata de la
    superpotencia supérstite.

    América Latina no es una región free
    rider
    , Irak y Corea
    del Norte sí lo son, asimismo Rusia presenta aún
    hoy día peligros inmediatos por su posesión de
    armas de
    destrucción masiva que los países al Sur del
    Río Bravo no poseen.

    Tratando específicamente sobre el subcontinente
    latinoamericano, una política exterior norteamericana que
    atienda a sus intereses y necesidades estará signada por
    relaciones bilaterales en la que los Estados Unidos se
    esforzarán por lograr el establecimiento definitivo de los
    regímenes democráticos y, de manera más
    imperativa, la apertura de los mercados
    económicos al tiempo que
    favorecerán las inversiones en
    esos mercados que
    accedan a sus pretensiones.

    A pesar que aún se la vea como una posibilidad
    remota, no es descartable, tal como lo experiencia la historia, la posibilidad de
    acciones
    militares en pos de la defensa de las ventajas económicas
    obtenidas por Estados Unidos46. Al respecto escriben
    Rourke, Carter y Boyer:

    "Una característica de la actividad de Estados
    Unidos en el sistema internacional ha sido la voluntad del
    país de luchar, si era necesario, para defender sus
    intereses económicos. La guerra no oficial con Francia en
    los 1790´s, la Guerra de 1812 con Gran Bretaña y
    la Primera Guerra
    Mundial con Alemania son
    sólo tres ejemplos que envuelven la libertad de
    los mares y del comercio.
    … La voluntad de defender el comercio,
    los recursos y
    otros elementos económicos claves en el sistema
    internacional permanece como principio en la política
    exterior norteamericana como quedó demostrado en las
    acciones de
    Estados Unidos en la región del Golfo
    Pérsico"
    47.

    Evidentemente, ningún país
    latinoamericano, excepto tal vez Venezuela y
    México, es capaz por su sola acción desestabilizar
    la economía norteamericana al extremo de obligarlo a
    actuar unilateralmente por razones meramente
    económicas.

    Otras razones han sido esgrimidas para actuar de forma
    tal. El narcotráfico, intermestic issue, fue
    la razón de la acción unilateral de Estados Unidos
    sobre el Panamá de
    Noriega. La defensa de la democracia y
    la absorción de movimientos sociales,
    neowilsonianismo, fueron las razones de la acción
    unilateral sobre Haití.

    Pero así como fue una intermestic issue la
    que provocó la invasión norteamericana a Panamá, no
    debe descartarse la posibilidad de una acción
    desestabilizadora a gobiernos free riders, que por sus
    dimensiones no pueden sin pérdidas importantes ser objeto
    de invasiones, y el emplazamiento de gobiernos
    autocráticos más propensos a satisfacer las
    expectativas norteamericanas.

    Cuba es un ejemplo de desestabilización
    deliberada. Las normativas penalizadoras de inversiones
    directas, así como su aislacionismo internacional
    promovido por los Estados Unidos y la constante acción que
    intenta provocar movimientos de protesta, son actos disruptivos
    del sistema político y social de la
    isla.48

    Pareciera ser entonces que la estrategia bismarkiana de
    contenido neowilsoniano de carácter pragmático ha
    de ser la política exterior que norteamérica
    desarrolle hacia los países de la región
    latinoamericana en tiempos posteriores a la confrontación
    entre las superpotencias vencedoras de la Segunda Guerra
    Mundial.

    octubre de 1997.-

    Por Ignacio T. Gariboldi

    Licenciado en Ciencias
    Políticas con Especialización en
    Relaciones Internacionales

    Universidad Católica Argentina "Santa
    María de los Buenos
    Aires"

    gariboldi[arroba]ciudad.com.ar

    1 Bizzozero, Lincoln: "Viejos y nuevos muros
    en el sistema internacional". Estudios Internacionales, Nº
    110, abril-junio 1995, I.E.I., Universidad de
    Chile,
    págs. 223 y ss.

    2 Al respecto, James Schlesinger sostiene que
    "el orden mundial del futuro será como el que
    existió antes de 1939, y más notablemente al que
    existía después de la Primera Guerra
    Mundial"
    , caracterizado por políticas
    de poder, rivalidades nacionales y tensiones étnicas. El
    autor resalta también la actitud de los
    Estados Unidos con los tres satélites
    descontentos de la Unión Soviética: "Durante
    cuarenta años Estados Unidos afirmó a
    Checoslovaquia, Hungría y Polonia que el día que
    rompieran con la Unión Soviética podrían
    contar con su ayuda. Ahora, ese día llegó … y la
    administración utiliza el slogan
    ritualístico: comercio, no ayuda".

    Schlesinger, James: "New instabilities, new priorities".
    Foreign Policy, N. 85, Winter 1991-92, págs. 5 y
    ss.

    3 Nye, Joseph: "The changing nature of
    power". New World Politics: Power, Ethnicity and Democracy –
    Essays from Political Science Quaterly, The Academy of
    Political Science, New York, 1993, págs. 39 y
    ss.

    4 Atkins, G.: Latin America in the
    international political system. Westview Press, Oxford, 1995,
    pág. 112

    5 Pastor, Robert: U.S. foreign policy
    toward Latin America and the Caribbean. Princeton University
    Press, New Jersey, 1992, pág. 221

    6 Op. Cit. 5, págs. 222 y
    ss.

    7 Johnson, Loch: "Smart intelligence".
    Foreign Policy, N. 89, Winter 1992-1993, pág.
    58

    8 Rourke, John; Carter, Ralph; Boyer, Mark:
    Making American Foreign Policy. Brown & Benchmark,
    Dubuque, 1996, págs. 75 y 76

    9 Gilboa, Eytan: "The Panama invasion
    revisited: lessons for the use of force in the post cold war
    era". Political Science Quaterly, Winter 1995-96, págs.
    539 y ss.

    10 Mandelbaum, Michael: "Foreign policy as
    social policy". Foreign Affairs, January-February 1996,
    pág. 22

    11 Atkins encuentra que desde el principio de
    las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina
    hasta finales de los años ochenta la política
    exterior de aquéllos fue continua y consistente: mantener
    las influencias hostiles extranjeras fuera del hemisferio.
    Schoultz denomina esta política como "negación
    estratégica". Dentro de este marco
    teórico deben entenderse las cambiantes posiciones de
    norteamérica respecto de la democracia y los derechos humanos
    en el continente latinoamericano. (Al respecto: Atkins, G.:
    Op. Cit. 4; Pastor, Robert: Op. Cit. 5).

    12 Rielly, John: "Public opinion: the pulse
    of the ´90s". Foreign Policy, N. 82, Spring 1991,
    pág. 83

    13 Omestad, Thomas: "Why Bush lost?". Foreign
    Policy, N. 89, Winter 1992-93, pág. 76

    14 Maynes, Charles: "Bottom-up foreign
    policy", Foreign Policy, N. 104, Fall 1996, pág.
    53

    15 Discurso
    pronunciado por el Secretario de Estado de los Estados Unidos,
    Warren Christopher durante la Cumbre Hemisférica celebrada
    en la Ciudad de Miami los días 10 y 11 de diciembre de
    1994. Granillo Ocampo, Raúl (comp.): La relación
    entre Argentina y los
    Estados Unidos, 1989-1995. CARI – El Cronista, Buenos Aires,
    1996, pág. 224. Al respecto, afirman Rourke, Carter y
    Boyer que: "The willingness to defend trade, resources, and
    other key economic elements in the international system remains a
    principle of U.S. foreign policy, as was demonstrated by U.S.
    actions in the Persian Gulf region", Op. Cit. 7,
    pág.
    81

    16 Christopher, Warren: "America´s
    leadership, America´s future". Foreign Policy, N. 98,
    Spring 1995, pág. 16

    17 Op. Cit. 8, pág.
    77

    18 Estefanía, Joaquín: La
    nueva economía. Debate –
    Dominós, Madrid, 1995, págs. 72 y ss.

    19 Bergsten, C. Fred: "The primacy of
    economics", Foreign Policy, N. 87, Summer 1992, págs. 4 y
    ss.

    20 En 1960 el PBI de EUA representaba el 38%
    del total mundial, mientras que en 1993 sólo era del 22%
    habiendo aumentado drásticamente la participación
    de países no pertenecientes a la tríada
    (E.U.A.-U.E.-Japón) de 28% al 50%.

    Respecto de la importancia del comercio
    internacional para los Estados Unidos, escribe Jeffrey Garten
    (Subsecretario de Comercio para
    el Intercambio Internacional hasta fines de 1995): "[La]
    expansión del comercio es más crítica hoy
    para el futuro de América que en cualquier otro momento
    del siglo. La exportaciones y
    las importaciones se
    han más que duplicado desde 1970, de 11 por ciento a 23
    por ciento del PBI. En los últimos dos años las
    exportaciones se
    han incrementado en más de 100 mil millones de
    dólares, más que el total de exportaciones de
    Australia, Suecia o Corea del Sur. Si esta tendencia continua,
    como es la creencia de los economistas del Departamento de
    Comercio, las exportaciones de
    Estados Unidos treparán de 650 mil millones de
    dólares en 1994 a 1,2 billones de dólares en el
    año 2000
    ", lo que significa que para el año
    2000, dieciseis millones de puestos de trabajo dependerán
    del comercio exterior
    de los Estados de la Unión.

    Garten, Jeffrey E.: "Is America abandoning multilateral
    trade?", Foreign Affairs, November/December 1995, págs. 51
    y 52

    21 Espinosa Carranza, Jorge: "La
    economía mundial y de América Latina en 1994.
    Perspectivas e interrogantes para 1995", Estudios
    Internacionales, Nº 112, octubre-diciembre 1995, I.E.I.,
    Universidad de
    Chile,
    págs. 556 y ss.

    22 Inter-American Development Bank –
    Institute for European-Latin American Relations: Foreign
    direct investment in Latin America in the 1990s, Madrid,
    1990, Apéndice Estadístico.

    23 Ibíd. nota 22

    24 Op. Cit. 5, pág.
    226

    25 Ibíd. nota 22

    26 Op. Cit. 4

    27 Op. Cit. 5, págs. 226 y
    ss.

    28 Para el año fiscal 1997,
    el total destinado a asistencia externa a través de la
    Agency for International Development asciende a 3.115.953.400
    dólares, a concretar de la siguiente manera: en primer
    lugar Europa y
    países recientemente independizados: $1.236.300.000; en
    segundo lugar Africa:
    $970.870.000; en tercer término América Latina y
    el Caribe: $568.140.000
    ; y por último Asia y el Cercano
    Oriente: $341.642.400.

    29 Pormelau, Claude: "Moral y
    política exterior de Estados Unidos en el mundo de la
    post-Guerra Fría", Estudios Internacionales, Nº. 109,
    enero-marzo 1995, I.E.I., Chile,
    pág. 94

    30 Patrik J. Lehaly (senador): presidente del
    Sub-Comité de Operaciones
    Externas del Senado de Estados Unidos.

    31 Diamond, Larry: "Promoting democracy".
    Foreign Policy, N. 87, Summer 1992, págs. 27 y
    ss.

    32 Hodgson, Godfrey: "American ideals, global
    realities". World Policy Journal, Vol. X, Nº 4, Winter
    1993/94, pág. 3

    33 Tucker, Robert: "The triumph of
    wilsonianism?". World Policy Journal, Vol. X, Nº 4, Winter
    1993/94, págs. 83 y ss.

    34 Diamond, Larry: "The global imperative:
    building a democratic world order". Current History, January
    1994, pág. 1

    35 Evangelista, Matthew: "The paradox of
    state strengh: transnational relations, domestic structures, and
    security policy in Russia and the Soviet Union". International
    Organization, Vol. 49, N. 1, Winter 1995, págs. 1 y
    ss.

    Lasagna, Marcelo: "Las determinaciones internas de la
    política exterior: un temas muy descuidado en la teoría
    de la política exterior". Estudios Internacionales,
    Nº 111, julio-septiembre 1994, I.E.I., Universidad de
    Chile,
    págs. 387 y ss.

    36 Op. Cit. 33, págs. 2 y
    3

    37 Calle, Fabián: "El paradigma
    neoconservador de las relaciones
    internacionales". Estudios Internacionales, Nº 110,
    abril-junio 1995, I.E.I., Universidad de
    Chile,
    pág. 160

    En el mismo sentido: "Bridging Centuries. Fin de
    Siécle All Over Again
    ". The National Interest, Number
    47, Spring 1997, págs. 3 y ss.

    38 Op. Cit. 5, pág.
    225

    Entre 1990 y 1992 el total de asignaciones
    presupuestarias que el Gobierno Federal
    de Estados Unidos destinó a la lucha contra el
    narcotráfica fuera de sus fronteras aumentó 20%,
    destacándose los aumentos de asistencia humanitaria y
    militar (43% y 41%, respectivamente). El total de las
    asignaciones presupuestarias de este gobierno
    destinadas a la lucha contra el narcotráfico, su prevención y
    tratamiento se multiplicó por diez veces en el
    período que corre entre 1981 y 1992, alcanzando un total
    de 11.700 millones de dólares en el año que cierra
    el período.

    Casa Blanca – Servicio
    Cultural e Informativo de los Estados Unidos: Estrategia
    nacional de control de
    drogas, EUA, julio de 1991.

    39 Lee, Rensselar III: "Global reach: the
    threat of international drug trafficking". Current History, May
    1995, págs. 207 y ss

    40 Ibíd. pág.
    207

    41 Op. Cit. 15

    42 Barsamian, David: Noam Chomsky
    interviewed by David Barsamian: secrets, lies and democracy.
    Odonian Press, Arizona, 1995. También: Terrorism in
    Latin America/AMIA bombing in Argentina. Hearing before the
    Committee on International Relations, House of Representatives,
    One houndred fourth congress – September 28, 1995, U.S.
    Government Printing Office,
    Washington, 1996.

    43 Joffe, Josef: "´Bismark´ or
    ´Britain´? Toward an American grand strategy after
    bipolarity". International Security, Vol. 19, N. 4, Spring 1995,
    págs. 94 y ss.

    44 Kennedy, Paul; Chase, Robert; Hill, Emily:
    "La estrategia internacional de los Estados Unidos: los Estado
    pivot". Archivos del
    Presente, Año 2, Nº 4, págs. 61 y
    ss.

    45 Massot, Vicente G.:Un mundo en equilibrio. La
    realpolitik en la Europa de Bismark. Grupo Editor
    Latinoamericano, Buenos Aires,
    1994.

    46 En este sentido, Joshua Muravchik (autor
    de Exporting democracy, AEI Press, Washington 1991) al
    referirse a la política de Estados Unidos hacia el nuevo
    régimen de Irán dijo que "Even people like me
    who believe that promoting democracy or human rights deserves a
    central place in U.S. foreign policy must acknowledge that it
    can´t be the only issue"
    "After all
    -continúa– the bedrock of our policy is keeping
    the country safe. There will be times when security interests
    pull one way and democracy interests pull another way"
    . En
    Barbara Crossette: "Democracies love peace, don´t they".
    The New York Times – Week in Riview, June 1, 1997, pág.
    E3

    47 Op. Cit. 8, pág.
    81

    48 Alzugaray, Carlos: "La seguridad de
    cuba en el
    mundo de la post-Guerra Fría: viejos y nuevos
    desafíos y oportunidades". Estudios Internacionales,
    Nº 107/108, julio-septiembre/octubre-noviembre 1994, I.E.I.,
    Universidad de
    Chile, págs. 586 y ss.

     

     

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