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Lo que el proceso nos dejó…




Enviado por glago



    Un análisis de las consecuencias políticas, económicas y sociales
    del Proceso de
    Reorganización Nacional de Argentina

    • 2.A. Contexto
      Internacional
    • 2.B. Contexto
      Nacional
    • 4.A. Aspecto
      político
    • 4.B. Aspecto
      económico
    • 4.C. Aspecto
      socio-cultural

    1.
    Introducción

    Cuando recordamos al Proceso,
    pensamos en los desaparecidos, la plata dulce, la guerra de
    Malvinas, etc. Lo que mucha gente no sabe, es que estos
    hechos y muchos más fueron piezas de un macabro
    rompecabezas destinado a reformar, o reorganizar a la
    Argentina, para
    volver a convertirla en un país agroexportador con
    participación política
    restringida a una élite. Los hechos destacados
    anteriormente son los resultados de las medidas tomadas para
    convertir a este país altamente movilizado y con el
    ingreso muy distribuido en una granja productora de materias
    primas de riqueza concentrada.

    Estado Terrorista y modelo
    económico neoliberal fueron las dos caras de una misma
    moneda: el ejército se encargó de destruir
    físicamente las bases de apoyo y resistencia de
    los sectores progresistas, sindicatos y
    organizaciones
    de izquierda, y Martínez de Hoz se ocupó de
    acabar con sus fuentes de
    alimentación: el Estado
    Benefactor y la industria. Y
    "si la industria
    sobrevivía a su ataque, era probable que lo lograse en
    bloques aún más concentrados".

    Lo que intentaré demostrar es que
    el Estado
    terrorista ha pasado, y no hay perspectivas de que vaya a
    volver, pero sus consecuencias están entre nosotros:
    dependencia, caída del salario
    real, desocupación, concentración
    económica, desindustrialización,
    etc.

    2. El contexto
    de la época

    2.A. Contexto
    Internacional

    Desde la segunda posguerra el mundo vivió
    dos décadas de bonanza económica que hicieron
    creer que el crecimiento sostenido indefinido era posible. El
    consenso keynesiano imperante en el momento permitía una
    alta redistribución hacia los sectores de bajos recursos,
    necesario para poder
    consumir la gran cantidad de productos
    generados por el fordismo.

    Sobre fines de la década del ‘60 y
    principios
    del ‘70 se empezó a frenar este ritmo de
    crecimiento, y el mundo se sumó en una recesión,
    sacudido por crisis
    múltiples: energética, de productividad,
    del Estado
    Benefactor, etc. El capitalismo
    debió transformarse para fortalecerse y surgió un
    nuevo patrón tecnológico-productivo, que a su vez
    provocó una mayor concentración de capitales
    necesaria para afrontar estas transformaciones. Es en esta
    época en que comienza a agrandarse la brecha entre ricos
    y pobres, contrarrestando el efecto de acercamiento de las
    décadas pasadas. Los sectores conservadores toman
    fuerza
    cuestionando la ineficiencia del Estado
    distribucionista y así ascienden los gobiernos de
    Margaret Tatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en
    EEUU.

    A mediados de la década del ‘70, el
    mundo industrial enfrentaba dos problemas:
    la sobreabundancia de petrodólares, producto de
    la crisis del
    petróleo de 1973, y el exceso de stock
    por la recesión mundial. Alguien encontró la
    solución: se concederían préstamos a bajo
    interés a los países periféricos para que comprasen
    mercaderías importadas. Desde 1975 hasta 1981 la
    deuda
    externa de América
    Latina creció un 25% anual, representando en
    1982 el 80% del PBI de la
    región.

    Además de destruir con las importaciones
    gran parte de la industria
    nativa, el producto de
    la deuda externa
    fue una mayor dependencia de los países deudores con
    respecto a sus acreedores, que cada vez con más poder
    pudieron decidir y vetar las políticas económicas
    periféricas que no convenían a sus intereses.
    También las multinacionales; Jacqes Maisonrouge,
    ex-presidente de la IBM, afirma "¿cómo puede un
    gobierno
    nacional establecer un plan
    económico con un mínimo de confianza, si un
    Consejo Directivo reunido a ocho mil kilómetros puede
    estar modificando la política de
    compras o de
    producción de un modo que debe afectar
    fundamentalmente la vida económica de un
    país?".

    2.B. Contexto
    Nacional

    Desde la muerte de
    Perón el
    1º de julio de 1974 y la asunción de su esposa
    María Estela Martínez bajo la conducción
    derechista de López Rega, el país se fue
    sacudiendo cada vez más. El frente peronista se
    fracturó y la actividad guerrillera se consolidó
    y agrandó. Los Montoneros decidieron "volver a la
    resistencia"
    clandestina, abandonando
    definitivamente la esfera legal, acercándose cada vez
    más al ERP y al
    terrorismo
    político, cuyas víctimas muchas veces eran
    civiles que no integraban el gobierno ni las
    fuerzas de seguridad.

    A principios de
    1976, cada cinco horas se cometía un asesinato
    político y cada tres estallaba una bomba. Además
    de la violencia
    política
    reinante, la inquietud obrera se estaba generalizando de nuevo.
    A pesar de que las huelgas estaban prohibidas, importantes
    sectores del movimiento
    obrero recurrieron a ellas, así como a marchas de
    hambre, trabajo a reglamento y manifestaciones callejeras, en
    un esfuerzo destinado a cambiar la política
    económica del gobierno. Con
    una inflación mayor a la de Alemania en
    el período 1921-1922, y al borde de la cesación
    de pagos internacionales, el gobierno constitucional
    había perdido el control de
    las variables
    claves del manejo económico.

    Ante el caos económico, político y
    social, las FFAA lideradas por Videla actuaron sagazmente, sin
    intervenir hasta que la situación empeoró hasta
    tal punto que los civiles fueron a golpear las puertas de los
    cuarteles. Así probaron la absoluta falencia del
    régimen constitucional y lograron que la opinión
    pública apoyase o se resignase nuevamente ante la
    opción militar.

    Se puede decir que el golpe del 24 de Marzo fue,
    a grosso modo, la reacción militar al período
    abierto con las grandes movilizaciones populares de fines de la
    década del ‘60 (Cordobazo, etc.) ante la
    incapacidad de las gestiones peronistas para neutralizarlas. Ya
    que la evolución de estas luchas no
    pretendía sólo provocar la caída de un
    gobierno, sino más bien, y fundamentalmente, transformar
    las relaciones socio-económicas del país y
    reubicar a la Argentina en el
    plano internacional, ésta no fue una intervención
    militar como tantas en la historia
    argentina contemporánea. Esta vez las FFAA y sus
    aliados decidieron que el "problema argentino" era estructural,
    por lo que aplicaron soluciones
    estructurales.

    3.
    Diagnóstico de los
    hombres del Proceso

    Para estos hombres, la historia
    argentina del siglo XX se definía como la
    confrontación entre dos proyectos
    antagónicos de desarrollo
    nacional. Por un lado, el modelo
    agroexportador, que, inspirado en las ideas liberales de la
    Generación del ‘80, había llevado a la
    Argentina a ser
    el "granero del mundo". Por el otro, el modelo de
    industrialización "artificial", basado en un Estado
    interventor y benefactor, el cual tenía en el peronismo a su
    mayor impulsor y que había creado una industria
    ineficiente sobreprotegida de la competencia
    externa. Este último proyecto
    determinaba la existencia de un empresariado y un proletariado
    urbanos que usufructuaban al Estado en su
    propio provecho, discriminando al sector agropecuario,
    verdadero depositario de las ventajas comparativas
    naturales del país. De esta asociación espuria
    surgía el populismo y la demagogia de los
    políticos profesionales, el campo propicio para el
    surgimiento de ideologías
    subversivas.

    La visión de la política interna
    del país como "caótica" y "desordenada"
    hacía añorar la época anterior a la
    Ley
    Sáenz Peña. Había un deseo, por parte de
    los golpistas, de recuperar los valores,
    instituciones y articulaciones políticas y sociales de la
    República restrictiva de Alberdi. Se
    quería reinstalar la concepción individualista y
    competitiva de la sociedad,
    quitándole al Estado el rol de planificador, regulador y
    garante de derechos sociales,
    poniendo en práctica el Darwinismo social, que
    justificaba la eliminación de lo no competitivo e
    ineficiente en pos de la evolución del más capacitado y la
    purificación de una sociedad
    "enferma". Justamente, en el documento Consideraciones sobre
    el Proceso de Institucionalización y el Movimiento
    de Opinión Nacional
    , entre las causas que afectan la
    legitimidad de un régimen, se encuentran "La
    admisión de los estratos culturalmente inferiores (sic)
    de la población, como ‘ciudadanos
    políticamente completos’, mediante el sufragio
    universal", "La admisión de los sectores asalariados en
    la ‘ciudadanía económica completa’
    mediante el derecho a la concertación de los contratos
    colectivos de trabajo" y "La distribución del ingreso
    nacional".

    Para volver al país a su momento "ideal",
    el Estado
    Terrorista se justificó sobre la base de la Doctrina
    de Seguridad
    Nacional
    , un mecanismo estratégico mediante el cual
    todos los sistemas
    defensivos del continente americano se subordinan al "supremo
    interés defensivo" de EEUU. Al ser un
    combate ideológico (Oriente-Occidente), el enemigo puede
    atacar no sólo con armas sino
    también mediante la infiltración de ideas, por lo
    que, mientras EEUU asegura las fronteras geopolíticas de
    cada país de América
    Latina, las FFAA de estos países deben concentrarse
    en combatir al enemigo interior: académicos, docentes,
    sindicalistas, etc., mediante el ataque directo, la propaganda y
    la penetración cultural.

    Enrique Vázquez, en su libro "La
    Ultima", afirma que la única ideología genuina
    del PRN era la Doctrina de Seguridad
    Nacional, y en función de ella se calzaron como un
    guante las políticas neoliberales que determinaban
    la necesidad de concentrar la producción y el capital,
    para sofocar todo intento de resistencia de
    las clases populares (que retrocedieron en su nivel de vida) y
    de las medianas burguesías locales (que fueron
    absorvidas o eliminadas por los monopolios). Luis A. Romero
    coincide con él al afirmar que el ministro
    Martínez de Hoz "logró ensamblar la
    prédica de la lucha antisubversiva con el discurso
    contra el Estado, e
    incluso contra el industrialismo. Un Estado fuerte y regido
    democráticamente resultaba un peligroso instrumento si
    estaba, al menos parcialmente, en manos de los sectores
    populares (…) pero aun sin ser democrático generaba
    inevitablemente relaciones espurias entre grupos de
    empresarios y sindicatos,
    lo que por otra vía llevaba al mismo
    resultado".

    La doctrina neoliberal había
    resurgido con fuerza en
    los años ‘70 en todo el mundo, teniendo en la
    Escuela
    monetarista de Chicago y en el Premio Nóbel de Economía Milton
    Friedman a sus mayores exponentes. La restauración del
    mecanismo autorregulador del mercado
    mediante la desregulación y el desmantelamiento del
    Estado Benefactor (visto como un factor dañino y
    entorpecedor del desarrollo
    económico) eran sus banderas. Para justificar la
    restauración del "país granja" dependiente y
    periférico a los "talleres" de los países
    centrales, el PRN se inspiró en la Teoría de
    las ventajas comparativas
    , desarrollada en el siglo XVIII
    por David
    Ricardo. Así se lee en las Pautas de la Junta
    Militar al PEN (para el ejercicio de la acción de
    gobierno 1979/81)
    : "(EL DESARROLLO
    DEL POTENCIAL DEL PAIS implica) priorizar aquellas actividades
    económicas para las que, desde una perspectiva mundial,
    disponemos de dinámicas ventajas
    comparativas".

    El objetivo
    central era destruir las bases del caos y el desorden: las
    identidades políticas del sector popular, sus
    sindicatos,
    sus servicios
    sociales (educación pública, hospitales
    públicos), etc. El disciplinamiento de los trabajadores
    implicó la creación de una desocupación
    estructural, el deterioro de sus ingresos, el
    desconocimiento de la legislación laboral y,
    obviamente, el ataque físico a los activistas y
    delegados. Era imperiosa la reubicación de las fuerzas
    sociales en el sistema
    político, la destrucción de la capacidad de
    organización y acción política y social
    de los sectores populares de manera irreversible y la
    restitución del mecanismo autorregulador del mercado como
    único árbitro de los conflictos
    sociales.

    4. El
    Proceso

    Es imposible dividir de forma seria los objetivos,
    acciones y
    efectos logrados por el Proceso, ya que no hay
    reorganización económica sin
    reorganización política y cambio de
    mentalidad cultural, (y viceversa); pero lo he hecho por el
    beneficio que al estudio teórico del Proceso trae dicha
    segmentación. Por tanto, para una mejor
    comprensión teórica y coherencia explicativa,
    diferencié los aspectos políticos de los
    económicos y de los socio-culturales. Es importante
    aclarar que la interrelación que hay entre los tres
    aspectos es tal que se hace indispensable comprender
    correctamente a los tres para tener una sólida idea de
    lo que el Proceso de Reorganización Nacional
    significó para el país.

    4.A. Aspecto
    político

    La situación de la Argentina a
    mediados de los ‘70 era muy particular: el proletariado
    gozaba de una situación económica y
    política considerablemente positiva, tomando en cuenta
    variables
    tales como la participación del salario en
    el ingreso nacional (que llegó a su punto más
    alto en la historia
    argentina en 1973, cuando el salario
    participaba de la Renta Nacional en un 45%) y la incidencia de
    los sindicatos y
    otras agrupaciones obreras en el poder
    político. En suma, el país estaba muy movilizado
    políticamente; las guerrillas eran sólo la
    porción más radicalizada de todo el espectro
    social que directa o indirectamente apoyaba cambios en
    la estructura
    socio-económica de la Argentina.

    Las FFAA asumieron el poder con el
    objetivo de
    "terminar con el desgobierno, la corrupción y el flagelo
    subversivo". Pero hay que examinar con detención
    qué es la "subversión" para estos hombres para
    comprender su accionar sobre la sociedad
    argentina. Videla dijo alguna vez que "un terrorista
    no es sólo el portador de una bomba o una pistola, sino
    también el que difunde ideas contrarias a la
    civilización cristiana y occidental".
    Aclarando
    más el panorama, el entonces gobernador de la provincia
    de Bs. As., general Ibérico Saint Jean, declaró:
    "Primero vamos a matar a todos los subversivos,
    después a sus colaboradores; después a los
    indiferentes y por último a los
    tímidos"
    .

    El esquema político-institucional que las
    FFAA querían aplicar necesitaba de un modelo
    político que evitara la
    organización y los reclamos sociales y que
    desmantelara las estructuras
    gremiales, por lo tanto entre las primeras medidas de gobierno
    se encontraron la suspensión, por tiempo
    indeterminado, de las actividades políticas y gremiales
    de todo orden. Se intervino la CGT, la CGE, las 62 organizaciones
    y la Cruzada de la Solidaridad.
    Luego se eliminó el fuero sindical, se suspendió
    el derecho de huelga y se
    prohibió, en forma absoluta, la actividad de los
    partidos de izquierda, como ser: Comunista Revolucionario,
    Socialista de los Trabajadores, Política Obrera, etc. Se
    depuró la administración pública de
    agitadores mediante la Ley de
    Prescindibilidad y se intervinieron todas las asociaciones
    gremiales.

    Se comunicó a la población que "será severamente
    reprimida toda manifestación callejera; […] que todas
    las fuentes de
    producción y lugares de trabajo estatales
    y privados, a partir de la fecha serán considerados de
    interés militar", y que "se
    expulsará del territorio nacional a extranjeros que
    afecten la paz social" . Por el comunicado Nº 19 se
    informó a la población que serían recluidos por
    tiempo
    indeterminado todos aquellos que "difundieran actos, palabras o
    imágenes
    de personas o grupos
    considerados subversivos o terroristas" . También se
    sacó de circulación a la prensa
    política: Nuevo Hombre,
    Nuestra Palabra, Tribuna Popular, Posición Nacional,
    etc. Si no eran cerrados directamente, eran "advertidos" e
    insinuados para que discontinúen su trabajo, como fue el
    caso de la revista
    Sucesos del Partido Intransigente, o de Cuestionario, revista que
    por entonces dirigía Rodolfo Terragno.

    La noche anterior y el mismo día del
    golpe, los militares ocuparon los principales complejos
    fabriles con listas negras en las manos. Allí
    comenzó la cacería de toda una generación
    de dirigentes medios y
    activistas de base que fueron secuestrados, torturados y
    asesinados en la clandestinidad. Aquí reside una de las
    claves del Proceso de Reorganización Nacional: este
    conjunto social de individuos movilizados políticamente
    tarda décadas en aflorar nuevamente. Si a esto le
    sumamos el implante del miedo y el "no te metás", no es
    difícil entender la posterior
    desmovilización de la sociedad.

    Tal como señala Luis Romero, "los
    sindicalistas se agruparon, de manera cambiante, en dos
    tendencias: los dialoguistas y los combativos". El gobierno
    militar supo distinguirlos y actuó en consecuencia.
    Según Arturo Fernández, el objetivo fue
    "exterminar a la minoría combativa, clasista o
    contestataria, cuya influencia era local y radicaba en las
    comisiones internas de un cierto número de empresas. En
    cambio la
    mayor parte de los dirigentes ‘moderados’
    nacionales eran implícitamente acusados de corrupción… La prisión de
    Lorenzo Miguel fue la quintaescencia de este tipo de
    represión preventiva y sutil pero cargada de
    advertencias amenazadoras" . Alvaro Avós indica que "el
    régimen colocó en la cartera de Trabajo al
    general Tomás Liendo, un militar
    ‘dialoguista’ que, simultáneamente a la
    feroz purga de la dirigencia y el activismo sindicales,
    ofrecía brumosas perspectivas de una futura normalización a los sindicalistas
    dispuestos a ‘hacer buena letra’" . Uniendo el
    párrafo anterior con este, no puede dejar de advertirse
    que se reprimió sangrientamente a los más duros,
    mientras que se dejó la prisión y las amenazas
    para los representantes de la dirigencia peronista ortodoxa; de
    esta manera se conformó un sindicalismo
    burocrático y conformista
    .

    4.B. Aspecto
    económico

    El plan
    económico de Martínez de Hoz puede sintetizarse
    en los siguientes puntos:

    • Rebaja de un 40% en los salarios,
      comparados con el quinquenio anterior.
    • Reformas a la Ley de
      Contrato de
      Trabajo y eliminación de las convenciones
      colectivas.
    • Establecimiento de una creciente regresividad
      en el sistema
      impositivo, mediante el aumento de los impuestos
      indirectos (IVA, etc.)
      y la disminución de los indirectos (ganancias,
      riqueza).
    • Eliminación de las retenciones a las
      exportaciones agropecuarias y de los subsidios
      a las exportaciones no
      tradicionales.
    • Progresiva reducción de los aranceles
      a la importación.
    • Apertura total a los capitales extranjeros:
      igual trato al capital
      nacional que al extranjero y reducción de los plazos
      de entrada y salida de dichos capitales.
    • Liberación de los mercados
      de cambio y
      financiero.
    • Reducción del gasto público a
      través de la racionalización del empleo y
      la privatización de empresas
      nacionales.
    • Presupuesto Nacional: Aumento en Defensa y
      Seguridad
      y reducción en Educación, Salud y
      Vivienda.
    • Política de transferencias del Estado
      hacia los grupos
      económicos, mediante los mecanismos de
      estatización de la deuda privada, la Ley de
      Promoción industrial y las
      políticas de compra del Estado.

    Aunque de orientación neoliberal
    ("el Estado
    perturba el desarrollo
    económico y es responsable de la inflación"),
    el Proceso utilizó al Estado para imponer sus reglas de
    juego,
    gracias a que era un "gobierno autoritario y terrorista, que
    contaba con pleno poder
    estatal, con partidos
    políticos disueltos y sindicatos
    intervenidos". De este modo, aplicó una
    "intervención pervertida", poniendo al Estado como
    garantía de especulación y negocios de
    las fracciones más concentradas de las clases
    dirigentes.

    Las FFAA, tradicionalmente estatistas, pusieron
    algunas condiciones al plan neoliberal
    de Martínez de Hoz: Por cuestiones de seguridad
    interna, el descabezamiento del sector popular y la
    reducción de sus ingresos
    debía conjugarse con el mantenimiento del pleno empleo. En
    las palabras de David Rock "El
    gobierno se mostraba reacio a provocar un desempleo
    abierto, por miedo a que las guerrillas ganasen nuevos
    adeptos". Si bien la desocupación no aumentó
    significativamente, sí cayó el empleo
    industrial, lo que puede expicarse mediante el aumento del
    cuentapropismo, que también tiene un efecto
    de-socializante.

    El sistema
    financiero tuvo un rol fundamental en la ubicación y
    reasignación de recursos en
    contra de los asalariados y a favor del sector más
    concentrado del capital. "La
    reforma financiera acabó con una de las herramientas
    del Estado para la transferencia de recursos entre
    sectores: la regulación de la tasa de interés,
    la existencia de crédito a tasas negativas y la distribución de este subsidio
    según normas y
    prioridades fijadas por las autoridades". Las altas tasas de
    interés superaban por mucho a las de
    ganancia (por producir), por lo que "ninguna actividad era
    rentable ni podía competir contra la
    especulación".

    Una de las consecuencias más características del PRN fue la
    concentración de capital, la
    cual se estimuló a través de la
    estatización de la deuda privada, la
    implementación de las leyes de promoción industrial y la
    política de compras del
    Estado
    :

    Estatización de la deuda privada:
    La situación imperante en el mundo y principalmente la
    política
    económica del gobierno militar favorecieron el
    endeudamiento privado y la fuga de capitales al exterior. La
    vigencia de la "tablita" cambiaria y la eliminación de
    los plazos mínimos que obligaban a los capitales a
    permanecer en el país fueron los responsables de que la
    deuda privada creciera vertiginosamente de 4.139 millones de
    US$ en 1973 a 12.703 millones en 1980. En 1981, en medio del
    agotamiento del financiamiento externo y de una profunda
    crisis
    económica, el gobierno se hizo cargo de la deuda
    exterior de las empresas
    privadas que él mismo había estimulado a crear,
    transfiriendo una enorme masa de recursos al
    sector privado. Esto produjo el acrecentamiento de la deuda
    estatal con el exterior y la "depuración" de los
    sectores dominantes, que desde ahora estarán más
    concentrados y diversificados. "Los sectores que más se
    favorecieron con esta operación fueron un conjunto de
    empresas
    nacionales, los grupos
    económicos y ciertas empresas
    extranjeras".

    Promoción industrial: Este
    mecanismo, que fue concebido originariamente para promocionar
    ciertas áreas geográficas y de producción y para fomentar el desarrollo
    de la pequeña y mediana empresa
    industrial bajo el último gobierno peronista, fue
    utilizado por el Proceso para favorecer la concentración
    industrial en manos de unos pocos propietarios con fuerte
    posición fiscal:
    "Muchas plantas y
    pocas empresas". Sólo el 7,2% de los 692 proyectos
    promocionados acaparó el 70,1% de la inversión. Los regímenes de
    promoción industrial "posibilitaban
    importantes reducciones impositivas, avales para
    créditos baratos, seguros de
    cambio para
    los créditos en dólares, monopolización
    del mercado
    interno […] o suministro de energía a bajo costo
    […]". La Promoción Industrial ocupó el 2%
    del PBI, que se pagó con más impuestos
    indirectos y una reducción del gasto social y la
    inversión
    pública.

    Algunos grupos
    económicos favorecidos por la Promoción Industrial fueron Celulosa,
    Alpargatas, Acindar, Bridas, Loma Negra, etc. Las empresas
    extranjeras utilizaron poco y nada la Promoción
    Industrial, lo que ocasionará una división entre
    la alta burguesía local (Grupo de los
    Ocho) y los capitales extranjeros (representados en el FMI y en el
    Banco
    Mundial). Esta división estará fundada en el
    reclamo de los organismos internacionales, bancos
    acreedores y multinacionales por la filtración de
    recursos en la
    Promoción Industrial que afectan al cumplimiento de los
    pagos de la Deuda
    Externa.

    Política de compras del
    Estado:
    Los regímenes de "Compre argentino y
    contrate nacional", concebidos originalmente para desarrollar
    la industria
    nacional, fueron utilizados como fuente de supervivencia y
    reproducción sin inversión por los grupos
    económicos. Los contratos a
    través del Estado fueron la "principal fuente de
    obtención de ganancias (de los grupos
    económicos), llegando éstos a crear empresas
    únicamente para satisfacer la demanda
    estatal". (Gracias a las políticas de transferencias a
    los grupos económicos), "estos grupos pudieron crecer
    sin riesgos, al
    amparo del
    Estado, y en un contexto general de estancamiento. Acumularon
    una fuerza tal,
    que en el futuro resultaría muy difícil revertir
    las condiciones en que actuaban, y junto con los acreedores
    extranjeros se convirtieron en los nuevos tutores del
    Estado".

    Los resultados de estas políticas
    fueron:

    • Aumento de la especulación en
      detrimento de la producción
    • Desindustrialización
    • Deuda externa
    • Concentración
      económica
    • Institucionalización de la
      inflación
    • Caída del salario
      real
    • Deterioro de los servicios
      públicos
    • Incremento en los niveles de
      pobreza

    Con respecto al segundo punto, a mediados de la
    década del ‘70, las exportaciones de manufacturas habían
    alcanzado por primera vez en la historia económica
    nacional el 50% de las ventas
    totales del país, pero la industria no pudo superar la
    pérdida de su protección, la competencia de
    las importaciones,
    el encarecimiento del crédito, la supresión (o
    "reubicación") de los mecanismos de promoción
    industrial y la reducción del nivel adquisitivo de la
    población. El nivel industrial
    cayó un 20% en los primeros cinco
    años.

    Para marzo de 1981 "existía una
    férrea concentración industrial, una fuerte
    capitalización del campo, la comercialización de los granos estaba en
    manos de grandes empresas cerealeras y el Estado argentino
    estaba endeudado en más de 17.000 millones de
    dólares, a los que se sumaba un endeudamiento
    ‘privado’ -por parte de las empresas residentes en
    el país- de casi 12.5000 millones de dólares. En
    total, una deuda bruta, al 31 de marzo de 1981, de 29.587
    millones de dólares." Queda claro que la apertura
    económica de Martínez de Hoz significó
    abrir el mercado
    interno a la competencia
    exterior, y no expandir la producción local con destino al mercado
    externo.

    La brecha tecnológica que en los veinte
    años anteriores se había reducido, volvió
    a ensancharse de manera irreversible. "Al final de la
    transformación que condujo Martínez de Hoz, el
    poder económico se concentró de tal modo en un
    conjunto de grupos empresarios, trasnacionales y nacionales,
    que la puja corporativa y la negociación ya no fueron siquiera
    posibles"

    4.C. Aspecto
    socio-cultural

    El objetivo de
    la acción antisubversiva de los militares era clara: no
    sólo se debía exterminar a los guerrilleros, sino
    que se debía acallar a la sociedad toda,
    mediante un bombardeo psicológico destinado a romper los
    lazos de solidaridad que
    unían a la sociedad para instalar el individualismo y el
    "sálvese quien pueda". Esto se logró mediante
    diversas acciones:

    • Desaparecidos: Mientras que la dictadura
      chilena tiraba al río a las víctimas del Estado
      terrorista para que todos los vieran, el proceso militar
      argentino inventó una nueva figura jurídica. La
      "desaparición" de una persona
      llevaba a sus familiares y amigos a una situación de
      incertidumbre, inacción y temor por lo que sus
      propias acciones
      pudieran causarle al detenido-desaparecido, en caso de que
      éste estuviese con vida. O sea, había temor a
      que la denuncia, la búsqueda y la movilización
      de sus seres queridos causaran daño al desaparecido,
      si este se encontraba con vida.
    • Programa económico de
      especulación y desindustrialización:
      Buscó romper con la tásita alianza de las
      clases medias con las bajas.
    • Represión cultural: Censura y
      promoción de la autocensura, quema de libros,
      violencia
      contra profesionales de relevancia social (periodistas,
      párrocos populares, psicólogos, abogados,
      educadores, escritores, actores, etc.)

    El sistema
    educativo fue reformado para que encajara con el régimen
    y su programa:
    Listas de antecedentes en los ingresos a las
    facultades, represión en los establecimientos,
    modificación del sistema
    pedagógico, etc. Se prevenían "futuros
    subversivos" retrasando el aprendizaje
    de la lectoescritura hasta tercer grado (sólo
    "podían" aprender 13 letras por año) y
    prohibiendo la enseñanza de la teoría de los conjuntos en
    matemáticas. A los universitarios,
    demasiado grandes para reformarse, se los reprimía y
    exterminaba.

    La inserción de "terror" es comentada por
    Victor de Gennaro en un debate
    organizado por el diario Página/12 con motivo del
    vigésimo aniversario del golpe militar: "[…] Hubo un
    proyecto
    sistemático de meternos el terror en cada célula, en cada hueso, para que no nos
    acordemos de lo fundamental que significa querer ser, con
    autodeterminación, defensores de un proyecto
    nacional y popular. Querían quebrarnos esa capacidad de
    construir lo nuestro, ese derecho que tenemos a ser poder en
    nuestro propio país. Había que quebrar esa
    capacidad, había que imponer un modelo
    económico, social y cultural del sálvese quien
    pueda. Para sobrevivir había que mentir, había
    que desconocer la identidad,
    el de al lado era un peligro, era alguien que
    comprometía, había que pensar nada más que
    en uno, como si esa fuera la opción."

    No fue sólo miedo lo que provocó
    el individualismo, aunque este fue su ingrediente fundamental.
    La censura y la autocensura (se emitían avisos
    televisivos con la frase "El silencio es salud" como consigna) se
    combinaron con la nueva doctrina liberal impuesta desde el
    Estado. La ideología del "sálvese quien pueda" se
    acreditaba en el dinero
    fácil que las actividades especulativas proveían.
    El que producía, quebraba, el que "invertía" en
    la bicicleta financiera se salvaba. Al crecimiento
    industrializado colectivo, en el cual todos los sectores
    recogen los frutos del progreso, se oponía un nuevo
    modelo de "quita de ganancias" individualista, en el cual el
    progreso era personal y a
    costa de los demás. La "economía
    imaginaria" de la plata dulce y el "deme dos" sumado a la
    represión en todos los ámbitos de la vida civil,
    lograron romper muchos lazos de solidaridad que
    había en la comunidad.
    "Aunque los salarios y
    los beneficios de los industriales eran muy bajos, la prensa se
    hallaba amordazada y los sindicatos acobardados, gran parte de
    la población encontraba solaz en la
    especulación y la compra de artículos importados
    baratos". Si no, ¿cómo se explican las
    tristemente célebres frases "algo habrá hecho",
    "por algo será" y "no te metás" en una sociedad
    que no muchos años antes veía con algo de
    simpatía y mucho de esperanza las acciones
    guerrilleras que, al menos en sus prédicas,
    querían "cambiar el mundo"?

    5. Estado del
    país al término del PRN

    El estado del país al entregar Bygnone el
    gobierno demostró que la política
    económica y terrorista del Proceso había dado
    sus frutos. El PBI industrial de 1983 apenas alcanzó el
    85 % del de 1974. La cantidad de obreros ocupados en la
    industria se redujo en un 34,3 %. El salario real
    cayó un 50 %, y el costo
    salarial de los productos
    industriales disminuyó un 20 %. Si en 1974 la
    participación del salario en el PBI era mayor al 45 %,
    en 1983 esa cifra se había reducido al 32
    %.

    El Proceso implicó la subida de un
    grupo social
    dominante más concentrado y diversificado y una
    mayor marginación social y desmembramiento en los
    sectores subordinados. "La dictadura
    militar logró revertir un proceso histórico
    caracterizado por tener una estructura
    social homogénea por debajo, y heterogénea por
    arriba". La diversificación y la
    internacionalización formaron el perfil que tomó
    la búsqueda de rápidos beneficios en un contexto
    altamente especulativo, y dio génesis a los grandes
    conglomerados empresariales. Sólo sobrevivieron los que
    establecieron una relación ventajosa en torno al
    Estado; como consecuencia de esto, el Estado se vinculó
    más estrechamente con la dinámica de acumulación de los
    grupos económicos. Algunas características de estos grupos
    son:

    • Mayor importancia de los especulativo
      sobre lo productivo en la reproducción de sus
      capitales: Según J. Sábato y Shvartzer,
      esta ha sido una característica constante de la
      burguesía argentina desde su formación a fines
      del siglo pasado.
    • Internacionalización de las
      decisiones de inversión: Esto viene a
      colación de lo anterior: si era más rentable se
      invertía en el exterior. Esto explica una de las
      razones principales por las que la gran burguesía
      argentina impulsó el neoliberalismo: la necesidad de poder extraer
      sus capitales del circuito local, bajo la excusa de que en la
      Argentina no habían excedentes para invertir. La
      verdad es que excedentes había, pero no se
      invertían en actividades
      productivas.
    • Diversificación en diferentes
      rubros del sistema
      económico: Industria, comercio,
      finanzas,
      actividades agropecuarias, etc, para poder soportar crisis y/o
      diversificar los riesgos.

    El Proceso también dejó un aparato
    estatal elefantiásico, con sobreocupación, lento,
    ineficiente y poco transparente en sus prácticas, lo que
    contribuyó luego a la avanzada privatista que
    destruyó la capacidad operativa del Estado. Esto tuvo
    dos objetivos
    fundamentales: Por el lado económico, la
    reducción de la acción estatal implica la
    ampliación del campo de actividades de los grupos
    económicos privados. Y por el lado político, el
    desmantelamiento del Estado está relacionado con la
    precaución ante la posibilidad de que un grupo
    opositor asuma el control del
    mismo: sería poco lo que podría hacer con un
    Estado desprovisto de herramientas.

    6. El Gobierno
    de Alfonsín

    Alfonsín asumió en 1983 con un
    gran apoyo popular, pero no contó con la
    situación externa con la que contó el Proceso,
    que gracias al bloqueo cerealero a la URSS había
    obtenido excelente precios para
    los excedentes agrarios. Por otro lado, las tasas de
    interés se habían disparado en 1981, cuando EEUU
    subió las tasas de interés al 16% (en 1976 eran
    del orden del 6%), causando una reducción de la liquidez
    disponible. Esto, sumado a la recesión mundial y a la
    caída de los precios de
    los productos
    primarios, había ocasionado la reducción de los
    ingresos por
    exportaciones y la imposibilidad de América
    Latina de afrontar los pagos de la deuda, causando la
    situación que se conoce como la "Crisis de la
    Deuda Externa"
    y que fue uno de los factores que minó el apoyo al
    Proceso.

    El gobierno radical no comprendió de
    inmediato que la estructura
    socioeconómica de la Argentina había cambiado. El
    ministro de economía Bernardo
    Grinspun aplicó una política redistributiva, y
    endureció la posición argentina frente a la
    Deuda Externa.
    Los grupos económicos consolidados en el Proceso
    decidieron mostrar al gobierno quién tenía la
    "manija" de la situación y provocaron una escalada
    inflacionaria, gracias a su posesión del monopolio de
    los mercados.

    Con el Plan Austral de
    junio de 1985, el gobierno radical reconoce la situación
    y empieza a virar de la preocupación por la distribución a la acumulación de
    capitales. Sourrouille diseña un plan de
    modernización económica que comprende los grupos
    económicos como la fracción más dinámica de la burguesía: los
    Capitanes de la Industria. Por el lado político, busca
    un espacio de negociación con el nuevo bloque de poder
    y diseña programas
    conjuntos,
    asumiendo los costos de esta
    relación y apostando a la iniciativa inversora de estos
    grupos. En este marco se dan las primeras privatizaciones, Plan
    Houston (inversiones
    privadas en el área petrolera, que era casi monopolizada
    por YPF), integración con Brasil, todas
    dentro del esquema liberal que pasaba a ser el "oficial" desde
    entonces. Es así que comienza a plantearse la necesidad
    de una reforma del Estado. "Lo esencial era asociar a los
    grupos económicos a un proyecto de
    crecimiento industrial en democracia".

    "La estrategia de
    políticas acordadas con el gran capital, le
    demostraba al gobierno que entablar relaciones con el poder
    económico, sin hacerlo desde una posición de
    fuerza
    importante -sustentada en una base social movilizada y en una
    decisión política fuerte-, no podía
    terminar de otra manera que no fuera la subordinación.
    […] La política de concesión tras
    concesión al bloque dominante a la espera de que
    asumiera el liderazgo de
    una nueva era de crecimiento, fue debilitando al partido
    gobernante, hasta dejarlo preso de su propia estrategia."

    "Pensar en una solución populista
    resultaba prácticamente insostenible en las actuales
    circunstancias: las condiciones que imponía la crisis
    económica mundial, sumado al ordenamiento
    económico interno heredado de la dictadura
    militar, eliminaban la posibilidad de combinar, durante un
    plazo prudencial, crecimiento
    económico con justicia
    social."

    El fracaso del intento de abrir el camino
    político a los grandes empresarios conteniéndolos
    dentro de un régimen político con apoyo social,
    llevó al gobierno a colocarse en una posición
    más favorable a los acreedores externos, propiciando la
    apertura económica como forma de limitar la capacidad de
    los grupos para fijar los precios. Al
    mismo tiempo, la
    imagen del
    gobierno se deterioraba, soportando derrotas electorales como
    la de 1987, que reflejaba el reclamo popular por cambios en la
    economía, frente a los contínuos
    ajustes que los grupos de poder, nacionales y extranjeros,
    demandaban por su apoyo.

    En agosto de 1988, en una situación muy
    delicada económicamente y con el oficialismo en una
    crisis de apoyo político, se lanzó el Plan
    Primavera, el cual apostaba todas sus fichas a la
    exportación, los créditos externos
    y a la apertura económica. La intención de acabar
    con algunos privilegios de los holdings locales, mediante la
    competencia
    exterior, la progresiva sobrevaluación del Austral, las
    modificaciones a los regímenes de compre nacional y de
    promoción industrial, fue poniendo a estos grupos
    empresarios en la vereda de enfrente del
    gobierno.

    En febrero de 1989 el Plan Primavera se
    derrumbó, dando comienzo a una nueva etapa marcada por
    el agotamiento definitivo de cualquier política
    económica futura y la sumisión ante el poder
    económico. Hiperinflación, estallidos sociales,
    pánico financiero, pérdida del gobierno de todo
    apoyo popular y la renuncia inevitable de las autoridades
    nacionales.

    7. El Gobierno
    de Menem

    El empresario Julio Ramos fue el primero en
    decir, en 1989, que sólo un presidente peronista
    podría lograr la legitimidad política necesaria
    para un plan de ajuste económico neoliberal
    .
    Mariano Plotkin agrega: "Pareciera que un gobierno peronista
    por el hecho de serlo adquiere una legitimidad inercial
    que le permite hacer cosas que otros gobiernos aún con
    una base electoral mayor no pudieron realizar (tampoco los
    militares, para el caso)". Si a eso le sumamos la
    dramática situación socio-económica en que
    Menem
    asumió su mandato, se explica la fuerza y el
    campo de maniobras que tuvo su gobierno para imponer dichas
    políticas.

    Después de dos años de
    erráticas medidas económicas (que produjeron otro
    brote hiperinflacionario en el verano de 1991), la silla del
    ministerio clave fue tomada por Domingo Cavallo, quien
    lanzó ciertas medidas, como la Ley de
    Convertibilidad, que lograron aplacar la inflación,
    permanente problema que sufría la Argentina. La
    "estabilidad" encendió la llama del consumo (que
    recuerda a la "plata dulce", por su magnitud y por la catarata
    de importados) y dio pie para una lenta pero incesante
    transformación de las estructuras
    socioeconómicas argentinas.

    Las privatizaciones envueltas en casos de
    corrupción (como todo el gobierno de
    Menem), el
    achicamiento del Estado a la par del crecimiento del gasto
    público, la flexibilización laboral
    (pérdida de derechos adquiridos por
    los trabajadores, como la jornada de ocho horas), la
    desregulación del sistema económico, la
    subordinación a los intereses de Estados Unidos
    (relaciones carnales, según el ministro de RREE
    Guillermo Di Tella), la regresividad total del sistema
    tributario (que basa dos tercios de la recaudación en
    impuestos al
    consumo) y
    el espíritu especulativo que se esparce desde el
    gobierno, son algunas de las muestras del avance de las
    políticas neoliberales. Como para que no quedase ninguna
    duda, el 17 de marzo de 1996 José Alfredo
    Martínez de Hoz declaró al diario La Capital de
    Rosario que se sentía "reivindicado" por la política
    económica de Carlos Menem e
    implementada por Cavallo, que según él retomaba
    "las ideas centrales" de su programa. Pero
    hay una diferencia: mientras que la política
    económica monetarista de Martinez de Hoz se vio un poco
    atemperada por la postura tradicionalmente estatista de las
    Fuerzas Armadas, los ministros de Carlos Menem, en otro
    escenario, no tuvieron tal problema.

    Con el objeto de alejar a las Fuerzas Armadas de
    la función de control
    social que tradicionalmente ostentaban, se las inscribió
    en un proceso de profesionalización (eliminación
    del servicio
    militar obligatorio, misiones de paz de las Naciones
    Unidas) y disminución del presupuesto
    militar, lo que será analizado más
    adelante.

    Desde el punto de vista político y
    social, la relación de Menem con el Proceso fue ambigua:
    mientras que reflotó las teorías económicas en boga en la
    época, no suscribió oficialmente a los métodos
    terroristas con que se aplicaron. A pesar de ello,
    indultó a los jefes de las Juntas Militares y
    utilizó constantemente la amenaza del terror como
    desmoralizador de la población (amenaza constante de
    aplicación de la pena de
    muerte, comparación de manifestantes contra el
    modelo con futuros desaparecidos, utilización del miedo
    a la inflación y al desempleo,
    etc.)

    Los resultados pueden verse en el pico del 18,6
    % de desocupación, en el deshilachamiento del sistema
    productivo nacional, en la concentración
    económica, en el vertiginoso aumento de la deuda
    externa, en la destrucción de las economías
    regionales, en la pérdida de poder adquisitivo de las
    clases bajas y medias, etc.

    Carlos "Chacho" Alvarez, en un debate
    organizado por el diario Página/12 con motivo del
    vigésimo aniversario del golpe militar,
    manifestó: "[…] el presidente Menem empezó a
    plantear una línea argumental similar a las
    argumentaciones de los hombres del proceso. Empezó a
    argumentar en la misma lógica que los asesinos y los terroristas
    de Estado. Quizá no haya más 24 de marzo del
    ‘76. Pero la degradación institucional, la
    obstinación por mantener un proyecto de
    exclusión social y el monopolio
    del manejo de la economía, en el
    mismo pensamiento
    de los hombres que sirvieron a las dictaduras militares,
    está volviendo a generar condiciones de debilitamiento
    de la democracia
    argentina."

    Enrique Vázquez plantea: "El modelo que
    emergió del Proceso no es compatible con la democracia"
    . Depende de lo que entendamos por democracia,
    pero al menos la democracia
    formal demostró que puede convivir con el modelo: Chacho
    Alvarez continúa: "[…] Yo creo que hoy tenemos un
    problema, y es que Menem fue elegido democráticamente
    para hacer muchas cosas parecidas en el campo económico
    que lo que hizo Martínez de Hoz. Y que lo votó el
    50 por ciento de la gente. Ese es el problema: la
    política se ha ido rindiendo lentamente al poder
    económico concentrado, al poder financiero internacional
    y al poder económico local. ¿Lo que se percibe
    qué es? Un vaciamiento de la democracia, o un
    debilitamiento de la democracia, […] la política no
    puede modificar las relaciones de fuerza en la
    Argentina."

    8. Conclusiones
    finales

    Los cambios que el Proceso quería operar
    en la sociedad y que ya han sido explicados, requerían
    de la permanencia de un modelo económico neoliberal
    durante un tiempo
    suficientemente prolongado para poder causar transformaciones
    irreversibles. El Estado terrorista fue el sostén de
    dicho plan. Una vez retornada la democracia, el mecanismo
    disciplinador de la política económica fue
    ejercido por:

    • Los acreedores externos, que desde entonces
      han impuesto
      condiciones a la política económica
      local.
    • Los monopolios con poder para manejar el
      mercado a su antojo (como disparar la inflación para
      desestabilizar al gobierno por una política
      económica opuesta a sus intereses).

    Por otro lado, el hecho de que a fines del siglo
    XX no haya perspectivas para un golpe de Estado
    en la Argentina puede relacionarse con varios
    factores:

    • Se ha logrado una concientización del
      pueblo argentino sobre el valor de
      la democracia, entendida ésta al menos como un escudo
      contra el terrorismo
      institucional.
    • Las FFAA están desmantelándose
      en un proceso de profesionalización y alejamiento de
      la vida política, que también se relaciona con
      la disminución de su presupuesto y de su plantel
      activo.
    • La situación mundial actual es
      distinta de la de mediados de los setenta; el Primer Mundo
      ahora requiere e impone el sistema democrático para el
      mundo globalizado al haberse acabado la guerra
      fría y no haber peligro de revoluciones de
      izquierda en América
      Latina.
    • Y por último, y tal vez lo más
      importante, las clases dominantes locales ya no necesitan de
      una tosca y anticuada intervención militar: los nuevos
      métodos de manipulación son
      mucho más sutiles.

    Como dijo Horacio Verbitsky: "[…] a partir del
    gobierno radical y del gobierno menemista […] las clases
    dominantes que tradicionalmente habían recurrido al
    golpe militar, consiguen la cooptación de los partidos
    populares, que son quienes con matices llevan adelante, no la
    defensa de los intereses de aquellos que los llevaron al
    gobierno con su voto, sino la de los sectores
    tradicionales."

    Los párrafos que siguen a
    continuación, referidos a la actualidad del momento en
    que se finalizó este trabajo, pueden llegar a parecer
    desengachados del tema central. Lo cierto es que no lo
    están, ya que lo único a lo que hacen referencia
    es a cómo evolucionó la situación
    político-económica que dejó el Proceso. Y
    además, ¿de qué sirve el análisis del pasado si no ayuda a
    comprender el presente y el futuro?

    Desde mediados de 1996 puede observarse en el
    país cierta "dureza" en la recepción de las
    recetas neoliberales. Si bien no podemos concluir que la
    variante populista-conservadora-neoliberal del menemismo haya
    perdido su base electoral, no puede obviarse la masiva
    adhesión a los paros nacionales del 8 de agosto y 26 de
    septiembre y al "apagón" opositor del 12 de septiembre,
    el relegamiento al cuarto lugar del oficialismo en las
    elecciones del 30 de junio en la Capital Federal, las fracturas
    dentro del mismo gobierno, etc. La "gente" ya no parece confiar
    ciegamente en el gobierno menemista.

    También algunos factores de poder
    están sufriendo transformaciones, como ser el ascenso
    dentro de la CGT de los grupos disidentes del MTA y el recambio
    de la cúpula de la Iglesia, que
    presumiblemente estará más ligada a los reclamos
    sociales que su precursora. Las FFAA, mientras tanto,
    están lejos de ser la "variante" de poder que fueron
    anteriormente ante situaciones de inquietud como la actual.
    Estas pueden ser variables
    interesantes en el momento en que la situación
    evolucione.

    Este escenario de descontento y falta de
    alternativas es la clave del asunto. El malhumor social existe,
    pero aún no ha sido canalizado hacia otras opciones al
    modelo actual. La tarea de generar un nuevo consenso alrededor
    de ideas diferentes corresponde al elenco político que,
    para bien o mal, actúa en nuestro sistema. Pienso que
    nos encontramos en uno de esos momentos de transición en
    la historia que
    retrospectivamente se señalan como "el origen de tal o
    cual nuevo orden". Es en momentos como éste en que,
    aunque en la coyuntura no pueda percibirse, aquel que acierte
    con el mensaje correcto se quedará con todo. Aunque
    claro, como siempre, sólo el tiempo
    dirá.

    9.
    Bibliografía

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    Los cambios en la sociedad política (1976-1986),
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    Trabajo realizado
    por:

    Hugo
    Glagovsky

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