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Representantes de la Literatura Colombiana




Enviado por latiniando



      

    • INTRODUCCIÓN 8
    • 1. HERNANDO DOMÍNGUEZ
      CAMARGO 9
    • 1.1. EL POEMA HEROICO DE SAN IGNACIO DE
      LOYOLA 9
    • 1.2. LA TRADICIONAL MIOPÍA DE LA
      CRÍTICA 10
    • 1.3. A UN SALTO POR DONDE SE DESEMPEÑA EL
      ARROYO DE CHILLO 10
    • 2. FERNANDO FERNÁNDEZ DE
      VALENZUELA 11
    • 2.1. LAUREA CRÍTICA 11
    • 3. ANTONIO NARIÑO 13
    • 4. JOSÉ EUSEBIO CARO 14
    • 5. RAFAEL NÚÑEZ 16
    • 6. RAFAEL POMBO 17
    • 6.1. LOS TRES CICLOS DE POMBO 18
    • 6.2. OTROS POEMAS DE
      POMBO 18
    • 6.3. 222 APÓLOGOS, 22 CUENTOS
      MORALES, 7 CUENTOS
      PINTADOS 18
    • 7. GREGORIO GUTIÉRREZ
      GONZÁLEZ 20
    • 8. EPIFANIO MEJÍA 22
    • 9. RICARDO NIETO 24
    • 10. JOSÉ ASUNCIÓN
      SILVA 25
    • 10.1. EL PRECURSOR DEL MODERNISMO
      EN COLOMBIA 25
    • 10.2. LOS ÁRBOLES CENTENARIOS DE JOSÉ
      ASUNCIÓN SILVA 26
    • 10.3. VENTANA ABIERTA A JOSÉ ASUNCIÓN
      SILVA 26
    • 11. LEÓN DE GREIFF 28
    • 12. JORGE ZALAMEA 30
    • 13. JORGE ISAACS 31
    • 14. EUGENIO DÍAZ 34
    • 15. JOSÉ MANUEL
      MARROQUÍN 35
    • 16. JOSÉ MARÍA VERGARA Y
      VERGARA 36
    • 17. TOMÁS CARRASQUILLA 37
    • 18. JOSÉ EUSTASIO RIVERA 39
    • 18.1. ESTRUCTURA
      DE LA VORÁGINE40
    • 19. MANUEL MEJÍA VALLEGO 41
    • 19.1. PREMIACIONES 42
    • 19.1.1. Internacionales para sus cuentos 42
    • 19.1.2. Premios nacionales y extranjeros de novela 43
    • 19.1.3. Premios nacionales de cuento 43
    • 19.1.4. Premios internacionales de ensayo 43
    • 20. GABRIEL GARCÍA
      MÁRQUEZ 44
    • 20.1. OBRAS 45
    • 20.1.1. Novelas 45
    • 20.1.2. Cuentos 45
    • 20.1.3. Periodismo 45
    • 20.1.4. Cine 45
    • 21. FOTOGRAFÍAS DE ALGUNOS AUTORES
      COLOMBIANOS 46
    • BIBLIOGRAFÍA 48

    INTRODUCCIÓN

    En Colombia, nuestro
    país, existen muchos precursores y representantes de las
    diferentes áreas que existen en el desarrollo
    humano. Esta vez estoy mostrando a ustedes algunos de los
    mayores representantes de la historia de la literatura colombiana, y
    esto con el fin de que conozcamos de dónde vienen en
    verdad aquellas historias que leemos por gusto, necesidad u
    obligación; para saber porqué se hicieron, con
    qué propósito y qué pensamiento
    tenía su autor.

    Espero que sepamos reconocer y aprender la importancia
    que tiene la historia de la literatura colombiana en la
    actualidad. Pienso yo –no sé ustedes- que conociendo
    ya las raíces y los propósitos verdaderos de los
    autores de nuestros libros
    comprenderemos mejor aquel mensaje que nos quieren transmitir a
    través de la lectura, un
    mensaje que podría cambiar nuestras vidas y/o nuestra
    manera de pensar.

    ÁLBUM DE REPRESENTANTES DE
    LITERATURA
    COLOMBIANA

    1. HERNANDO DOMÍNGUEZ
    CAMARGO

    Nació en 1606 en Santa Fe y murió en Tunja
    en 1659. Educado por los jesuitas, finalmente se ordenó
    sacerdote y actuó como beneficiado de la iglesia de
    Santiago de Tunja. Visitó Lima en donde frecuentó
    las academias de los ingenios del Perú. En Quito sostuvo
    una gran amistad con su
    condiscípulo Jacinto Evia, personaje que publicó un
    Ramillete de flores poéticas en el cual está
    incluido nuestro autor. Su formación fue muy rica. Estaba
    basada en los ejercicios humanísticos, pedagógicos,
    teológicos y filosóficos. Se puede considerar como
    el primer poeta nacional de la Colonia.

    1.1. EL POEMA HEROICO DE SAN IGNACIO DE
    LOYOLA

    Versa sobre la vida del santo español desde su
    nacimiento hasta la fundación de la Compañía
    de Jesús. Este poema de tono épico tiene cinco
    partes fundamentales:

    • El nacimiento, bautismo, infancia,
      juventud;
      Capitán en Pamplona, la defiende del francés.
      Herido, lo visita San Pedro y lo sana.
    • Su conversión, penitencia y singulares favores
      que le hizo el Cielo en ese tiempo.
    • Las peregrinaciones que realizó entonces por
      Roma,
      Génova, Jerusalén y su regreso a España.
    • Los estudios y la persecución en
      ellos.
    • Reúne discípulos y da principio a la
      religión
      ilustre de la Compañía de
      Jesús.

    El poema heroico quedó inconcluso en buena parte.
    No obstante, se puede admirar como un palacio suntuoso y
    magistral por donde la biografía personal de uno
    de los santos más interesantes de todos los tiempos. La
    imaginación del autor es desbordante. El hilo barroco que
    satura el poema realza la figura del protagonista.

    1.2. LA TRADICIONAL MIOPÍA DE LA
    CRÍTICA

    En numerosos estudios, se le ha tildado de ser engendro
    gongorista lleno de oscuridades. Pero estas visiones personales
    no logran estremecer las bases estilísticas sobre las que
    se yergue uno de los poemas
    más bellos de su época. Por entonces no
    existía una profunda conciencia
    americana sino hispánica. Hernando Domínguez
    Camargo comienza a nombrar el mundo universal del continente. El
    uso del humor, de la elipsis, son, entre otras, las armas que nos
    aproxima a la vida del santo. Hoy en día el poema es un
    fresco recobrado que no pierde actualidad y que en sí,
    marca un hito
    en la literatura
    latinoamericana moderna. Veamos algunos ejemplos:

    Al David de la casa de Loyala,

    al rayo hispano de la guerra
    canto,

    al que imperiales águilas
    tremola

    y es, aún vencido, del francés
    espanto;

    al que sufrió de la celeste
    bola,

    sin fatigas el peso, Alcides Santo,

    al que el Empíreo hollando
    triunfante

    habitador es ya del que fue atlante

    1.3. A UN SALTO POR DONDE SE DESPEÑA EL ARROYO DE
    CHILLO

    Constituye este romance uno de los más felices
    que escribió el beneficiado de Tunja. Bajo la
    tónica arroyo-potro, el autor deja sentir la fuerza
    pasional de la naturaleza. En
    este poema fluyen con rapidez lo dinámico, la materia
    sensorial y la riqueza ornamental y suntuaria. El Chillo es un
    arroyo ecuatoriano que es transformado en la metáfora del
    potro.

    La estructura del
    poema consiste en la descripción superlativa de lo vivo,
    del agua, del pez,
    de los sinónimos que representa tanto el arroyo como el
    mismo potro. Así como el arroyo tiene mirtos, espuma,
    espinos, sonidos, asimismo el potro tiene pelo, acicates,
    relinchos, etc., que perfeccionan con profundo ingenio la
    antítesis
    arroyo-potro.

    2. FERNANDO FERNÁNDEZ DE
    VALENZUELA

    Fernando Fernández de Valenzuela nació en
    Santa Fe de Bogotá en 1616. Fue discípulo jesuita,
    doctor en teología, predicador general, maestro de artes,
    notario del Santo Oficio y juez asistente de los exámenes
    de beneficios curados. Su peregrinación hacia la carrera
    eclesiástica es una de las más intensas de su
    tiempo.
    Después de llevar a España el
    cuerpo aromático del arzobispo Almansa, se hace cartujo en
    1640 y entra al monasterio real de Santa María del Paular
    de Segovia, con el nombre de fray Bruno. Murió
    aproximadamente en 1677. Muchos años antes, cuando
    concluye sus estudios de latinidad (1628), nuestro pionero del
    teatro ya tiene
    escrita su obra clave: Thesaurus lingua latinae. Su
    vocación literaria se hace posible en muchas sendas: los
    estudios de gramática, los versos a su padre, y
    finalmente, su tendencia al teatro. A
    principios del
    siglo XVI se cultivaba en las universidades españolas, un
    teatro de
    intención didáctica. Según José Juan
    Arrom y José Manuel Rivas Sacconi, dicha tradición
    pasó a los colegios peninsulares de los jesuitas. Como es
    natural el efecto no se hizo esperar y se hizo extenso a los
    colegios americanos. Sobre esta base, Fernando Fernández
    de Valenzuela funda su experiencia e inicia su sátira al
    gongorismo bajo el título Laurea crítica en
    términos españoles.

    2.1. LAUREA CRÍTICA

    Entre sus múltiples trabajos, Fernando
    Fernández Valenzuela ha dejado para la posteridad una obra
    teatral de mediano calado, más interesante por ser la
    primera obra esencialmente colonial que por otras virtudes
    excepcionales. Eduardo Camacho Guizado nos resume así su
    significación básica: "Es una sátira contra
    una clase social, contra cierto tipo de intelectuales, pero
    principalmente contra cierto tipo de estilo literario: el
    gongorismo". Sobre los rasgos de esta pequeña obra, anota:
    "Miser Protasio llega a ‘comisión de
    exámenes’. Ante él se presentan aspirantes a
    diversos títulos; un caballero, un necio, un preguntador,
    un acatarrado y, por último, un crítico, don
    Velialís de Lúbrisis. La mayor parte del
    entremés consiste en el diálogo entre éste y
    Miser Protasio, y constituye la sátira contra el
    gongorismo". Sobre la parodia al gongorismo, se esboza un doble
    plano: parodia de las formas barrocas y parodia de sus
    símbolos sociales. Por un lado, Fernando Fernández
    de Valenzuela ejecuta la demolición del léxico y de
    la sintaxis de los culteranos. Por otro lado, más
    allá de esta farsa grotesca

    lingüística, arremete contra los modelos
    sociales determinados por el caballero, el necio, el
    interrogador, el crítico fatuo y Miser Protasio, el autor
    que se burla de este continente de figuras risibles y
    chinescas.

    Los elementos de la obra son sencillos. Se realiza en el
    interior de una casa. La utilería son dos sillas y una
    mesa. Esto nos recuerda la economía de recursos del
    teatro pobre.
    Allí se desenvuelve la acción estática.
    Los personajes hablan sin actuar. El protagonista es la palabra
    paródica.

    3. ANTONIO NARIÑO

    Nació en Santa Fe en 1765 y murió en Villa
    de Leiva en 1823. Estudió en el Colegio Mayor de San
    Bartolomé. Fue un autodidacta profundo. Los estudios los
    perfeccionó con su biblioteca y con
    la lectura. Su
    vastedad alcanza los linderos de la historia, del cual era un
    gran conocedor. Fundó un centro de estudios
    filosóficos. Concibió la idea de la libertad y
    toda su vida se entregó a realizarla. Esto le costó
    prisión y destierro. El 20 de julio lo sorprendió
    en los calabozos de Cartagena. Siendo presidente de Cundinamarca
    se trocó en militar para vencer al ejército del
    Congreso. Emprendió una campaña hacia las
    provincias del sur. Aprisionado en Pasto, fue conducido a las
    cárceles españolas para regresar después de
    1820. En 1823, para defender su vida, realizó su propia
    defensa ante el Congreso.

    Nariño es uno de los periodistas más
    profesionales de su tiempo. Tradujo
    del francés Los derechos del hombre y del
    ciudadano
    , lo que le costó ser declarado conspirador,
    enjuiciado y castigado por el gobierno
    español. Iniciada la revolución
    de independencia
    fundó la hoja periódica La Bagatela, de
    carácter político. Entre sus principales noticias
    figuraban especialmente Noticias muy gordas, que dio en
    tierra con un
    gobierno y lo
    hizo árbitro de la situación. Establecida la
    República, fundó Los toros de Fucha para
    entrar en polémica con El patriota, periódico
    del general Santander. Su obra mayor es su admirable defensa ante
    el Senado. Allí brillan las cualidades del buen escritor,
    la fragancia de las imágenes y
    la riqueza de los giros idiomáticos para expresar sus
    sentimientos frente a la patria y ante sí mismo. Sin lugar
    a dudas, Antonio Nariño fue el más hábil
    prosista de la independencia.
    Él se nos presenta armado de un estilo muy marcado,
    detrás del cual alienta una personalidad
    vigorosa.

    4. JOSÉ EUSEBIO CARO

    Nació en Ocaña en 1817 y murió en
    Santa Marta en 1853. Su existencia está atada a la
    política.
    En las operaciones
    militares de 1840-1842 reanima con su Granadino el
    principio de fortalecer el gobierno y de
    pacificar el país. Publica sus primeras poesías en
    La Estrella Nacional (1836). De allí en adelante
    iniciará sus ciclos. La vida de José Eusebio Caro
    está marcada por un contexto histórico y a la vez
    por un contexto trágico: fue uno de los fundadores del
    partido conservador, periodista, defensor de la religión, patriota,
    guerrero, descendiente de padres que tenían poder en el
    virreinato, opositor del gobierno radical,
    representante a la Cámara y hombre
    preocupado por la cultura. Su
    destierro voluntario lo conduce a dos regresos. En el segundo,
    muere en las playas de Santa Marta. Su existencia se refleja en
    su poética.

    La formación del poeta transcurre por cuatro
    fases:

    • Una etapa inicial (1836) basada en la
      formación clásica. Apenas emerge el perfil
      romántico, la fantasía y el ímpetu de la
      juventud.
      Entre sus poemas se
      destacan: La mañana, El ciprés,
      Desesperación, La despedida de la patria, En boca del
      último inca
      y el soneto Héctor. El
      centro: la imaginación.
    • La segunda etapa (1837-1840) lo muestra en una
      posición anticlasicista. Progresa hacia la
      filosofía. Experimenta en el ritmo y en nuevas
      expresiones estilísticas. El centro: el sentimiento.
      El amor se
      refleja en: Declaración, Eterno adiós,
      Lágrima de felicidad, El hacha del proscrito
      y otros
      más.
    • En la tercera etapa (1843) ofrece poesía filosófica, moral,
      espiritual. Meditaciones sobre el hombre:
      su ser, su origen, su naturaleza. El
      centro: la razón. Se destacan en su obra La
      bendición nupcial, A mi primogénito, El
      bautismo
      .
    • Sobre el umbral de su muerte deja
      inconcluso el ciclo político. El centro: lo social. Deja
      su oda política: La
      libertad y
      el socialismo
      .

    Dentro de este recorrido, podemos fundamentar el mundo
    poético de José Eusebio Caro como sigue:

    • Exaltación del sentimiento
      religioso.

    – Exaltación del sentimiento
    patriótico.

    • Exaltación del sentimiento del amor
      (Laura de Petrarca, Delina, Beatriz de
      Dante).
    • Exaltación del sentimiento de la libertad
      (individual, política,
      poética).
    • Optica a través del dolor de la soledad, la
      patria, el amor, los
      regresos.
    • En el ámbito formal, ejerce en su poesía el sentimiento del
      ritmo.
    • Poesía centrada en el sentimiento, la madurez
      y la reflexión.

    No elude la naturaleza, la
    constituye en su eje: la naturaleza tanto
    humana como geográfica.

    En torno al verso de
    José Eusebio Caro se ha dicho que es un verso duro, donde
    no hay imágenes
    millonarias, cimentado en lo matemático y lo rotundo.
    Rafael Pombo afirmaba: "Cada verso de Caro es una idea". Otros
    críticos apuntan que los versos del poeta son "tan duros
    que producen la impresión de haber sido forjados por un
    martillo". En realidad, en Caro no hay lugar para lo
    lacrimógeno. El sepulcralismo no existen con esos tonos
    grises y desgarradores.

    José Eusebio Caro se inscribe dentro de una doble
    vía: el romanticismo
    castellano y el
    francés. Básicamente el poeta fundador del primer
    romanticismo
    es un lírico sostenido con un estrato
    filosófico.

    5. RAFAEL NÚÑEZ

    Rafael Núñez nació en Cartagena en
    1825 y murió en la misma ciudad en 1894. Su carrera tiene
    muchos escaños: liberal, periodista, ministro de Guerra,
    promotor de la abolición de la esclavitud, 4
    veces presidente de la república. Fundó el periódico
    La democracia. Se caracterizó por su estilo
    polémico, por su trabajo crítico y
    ensayístico.

    Rafael Núñez tiene una obra poética
    que está centrada en Todavía, Psiquis, Ideales,
    Dulce ignorancia, El mar Muerto
    . Incursiona por la
    filosofía con acentos pesimista. Sus versos se mueven
    entre la duda, el amor y
    la muerte. Se
    observa en su poética, rigidez y falta de melodía.
    Rafael Núñez escribió el Himno
    Nacional
    , para algunos su mejor poema. Su obra está
    ahí, a la discusión. Preguntas para ahondar en su
    palabra no sobran. ¿Fue Rafael Núñez un
    verdadero poeta? ¿Su poesía
    a tenido trascendencia en el sentido universal? Ante dichas
    preguntas, podemos decir que Rafael Núñez no fue
    muy afortunado. Dejó versos inolvidables pero no una obra
    sólida.

    6. RAFAEL POMBO

    Con Rafael Pombo no surge tan sólo el poeta
    maestro del romanticismo sino
    también el poeta profesional y el poeta creador. Su obra
    no caduca en un poema. Comienza en una fábula y atrapa una
    constelación. Posiblemente es el poeta más
    representativo en toda la historia literaria de
    Colombia en la
    medida en que es un demiurgo y por lo tanto autor de un universo tan rico
    y maravilloso como el de Ándersen, La Fontaine, Cervantes
    y Tolstoi. Sus fábulas viven hoy como ayer y con la mejor
    vida: esa vida cotidiana de las palabras que toman cuerpo entre
    los infantes y los abuelos. Es el poeta de las edades del
    hombre:
    seductor de la naturaleza, la
    flora y la fauna.

    Rafael Pombo nació en Bogotá en 1833 y
    murió allí mismo en 1912. Doctor en matemáticas, ingeniero, dirige con Vergara
    y Vergara La siesta, hojas culturales que renovaron la
    cultura
    nacional. De la milicia pasa a la diplomacia y posteriormente a
    la instrucción pública. Combatió la dictadura de
    Melo, ocupó la secretaría de la legación en
    estados
    Unidos, puesto que perdió en la revolución
    de 1860 en Colombia. Durante
    muchos años permaneció en Estados Unidos
    dedicado al oficio literario. Al regresar a Colombia, se
    desempeña como secretario de la Academia de la Lengua en 1905
    es coronado en el teatro
    Colón. De allí partirá hacia las tinieblas
    de su casa donde persistirá en ponerle una raya más
    al tigre de su obra.

    Rafael Pombo no fue ni mucho menos un bachiller de las
    letras ni un aficionado a ellas. Sencillamente era un poeta por
    vocación y por acción. Tradujo a Virgilio, Horacio,
    Goethe, Byron y una dinastía de clásicos. Nadie
    mejor que él supo infundirle densidad a esos
    muchos maestros mediante un idioma bello y sugestivo. Fue un
    hombre
    fecundo. Franquea las 400 poesías, más sus
    fábulas y otros cuentos
    pintados. En realidad esto sólo es importante en la medida
    en que la fertilidad de Rafael Pombo no lo disminuye sino lo
    aumenta. No hay mucho desliz en su obra. Solamente poesías
    vulneradas por sus improvisaciones.

    Rafael Pombo es un camino. De él
    sólo conocemos lo que fulgura más: sus historias
    encantadas. No obstante, en la otra cara, yacen los rasgos del
    poeta múltiple: amor y
    muerte,
    filosofía y canción natural, vitalidad y
    sueño.

    Como sus personajes, tuvo la propiedad de
    exhibir una fisonomía hermosamente fea y también la
    faz del camaleón. Su popularidad ya no le pertenece: es de
    los infantes.

    6.1. LOS TRES CICLOS DE POMBO

    Las fases de Rafael Pombo corresponden a su ciclo vital.
    Curiosamente, en él se cumple la madurez en su momento
    exacto: vida y poesía
    se mezclan en un punto maravilloso. Sus 158 traducciones de los
    clásicos encierran una fuerza
    exploradora que la recibe a su vez su poesía.

    • Primer ciclo. Romanticismo
      intenso donde lo amatorio juega su rey de corazones.
      Allí tenemos: Mártir de amor,
      Súplica, Hora de tinieblas
      . Los temas se concentran
      en los interrogantes sobre el ser, la muerte,
      el dolor, el libre albedrío, la Divina Providencia. Todo
      en estas poesías es vendaval admirativo.
    • Segundo ciclo. La vendimia. Plenitud de su
      creación. Creación rica, múltiple en la
      elección de recursos
      expresivos. Figuran: En el Niágara, Angelina,
      Éxtasis,
      etc.
    • Tercer ciclo. Emoción sublime, gravedad
      y austeridad. Atemperamiento del sentimiento. Entre otras:
      Adiós de enero, Abisag, "¡Decíamos ayer,
      siempre!"
      .

    6.2. OTROS POEMAS DE
    POMBO

    Elvira Tracy, María, Dios: lírica
    religiosa. Lo que vieron los viejos, Sucre derrotado,
    Patria:
    lírica patriótica. El bambuco,
    Torbellino a misa, La casa del cura, La cruz de mayo:

    lírica popular. Meditación descriptivo-amorosa:
    Noche de diciembre. Meditación
    descriptivo-filosófica: En el
    Niágara
    .

    6.3. 222 APÓLOGOS, 22 CUENTOS MORALES, 7 CUENTOS
    PINTADOS

    En esta veta Rafael Pombo logra una consagración
    especial. Muchos lo comparan con Samaniego. Es más
    saludable compararlo con Pombo. Su ternura, su alfabeto
    dúctil y enamorado reside en la memoria
    popular. Sus cuentos están pintados en los sueños
    de los infantes y los guerreros en reposo. Muchos críticos
    y entre ellos Andrés Holguín dicen sobre ellos:
    "Hay otra faceta de este fecundo escritor que no debe olvidarse.
    Son sus poemas
    infantiles. (…) la plástica imaginación de Pombo
    hizo de él una especie de Walt Disney". Dos cosas hay que
    anotarse al respecto. Primero: muchos críticos nacionales,
    graves, severos, trascendentales, preocupados por la literatura
    de hombres mayores, parecen desdeñar la literatura
    infantil. No sabemos en realidad qué es lo que
    menosprecian: la popularidad de las fábulas de Pombo o ese
    mundo aparentemente simple. Por otro lado, es inaudita la
    comparación entre Rafael Pombo y Disney. El primero era un
    creador que tomó como materia prima
    los Nursey Tales y otros temas de la antigua
    tradición universal y les infundió una elegancia y
    un significado valioso. El segundo era un imitador que
    esbozó en su celuloide la alienación y el despojo
    de los valores
    (identidad) que
    ostentan los infantes del mundo actual. Así pues, ni Noel
    ni Pluto tienen mucho que ver con los personajes de Pombo. Tales
    personajes son auténticos no simples marionetas para
    transmitir el sistema de vida
    americano y su desprecio a los hombres oprimidos. Más
    coherente es relacionarlo con el mundo legítimo de Esopo,
    La fontaine, Ándersen y muchos más. No es lo mismo
    comprar a Irving Wallace con Marcial la Fuente Estefania que
    compararlo con Miguel de Cervantes.

    7. GREGORIO GUTIÉRREZ
    GONZÁLEZ

    Gregorio Gutiérrez González es el primer
    poeta no sólo del Grupo
    Antioqueño sino de la poesía popular de Colombia
    desde el punto de vista estético y temático. Es el
    poeta con más cualidades. Los demás, presentan
    más orillas hacia el defecto.

    Antioquia constituye un espacio muy especial para la
    poesía romántica. Igualmente para asumir la
    naturaleza y la sociedad con
    tonos épicos. No se toman los elementos naturales con
    exotismo sino con el sentimiento de quien vuelve a un lugar
    cotidiano para revelarnos la vida, el amor, la
    nostalgia. Este grupo se
    unifica por la sencillez, la originalidad, el lugar sagrado del
    hogar, la reconciliación del mestizo con su ambiente y con
    su identidad. El
    maíz, corazón
    vital de Antioquia, deja a un lado sus barbas y habla en la voz
    de estos poetas con mítica sabiduría.

    Gregorio Gutiérrez González nació
    en 1826 en la Ceja del Tambo (Antioquia) y murió en 1872
    en Medellín en medio del relámpago trágico
    de la locura. Su vida pública caminará entre dos
    paralelas: seminario de
    Antioquia-seminario de
    Bogotá. Filosofía-Literatura. Estudios de jurisprudencia. Magistrado del Tribunal Superior
    de Antioquia. Prestigio-pobreza.
    Gloria-locura. Hogar-solar nativo. Fracasos en los negocios-éxitos en su trabajo
    poético. Su esposa, doña Julia de Isaza,
    ocupará el centro de su poética. De este hombre
    bondadoso nos queda la senda por donde transita la americanidad
    en su más puro acento.

    La poesía natural de Gregorio Gutiérrez
    González apenas comienza a confirmar una sospecha: es una
    poesía ya clásica, auténtica y singular. La
    crítica ha sido unánime en reconocer su valor. En su
    poética hallamos lo rural, lo didascálico, la
    espontaneidad, la sobriedad, la sencillez. Sus temas son
    concéntricos y elementales: el hogar, el amor,
    el trabajo, la
    naturaleza. La popularidad del poema del maíz sólo
    tiene un punto de referencia: el Martín
    Fierro.

    Gutiérrez González abandona aquí el
    culto a Zorrilla y Espronceda, el romanticismo
    tétrico, el trascendentalismo de la rima, la fanfarria
    retórica y artificial. Muchos comparan este poema con
    Las Geórgicas de Virgilio. Sólo que nuestro
    canto tiene tal singularidad que apenas es posible reducir el
    paralelo a una temática y no a una personalidad.
    Despojado de toda referencia cultural, este autor asume su
    universo con
    las manos desnudas y de ahí nace la belleza de su obra. No
    porque excluya elementos referenciales sino porque la misma
    dimensión del símbolo edénico no admite otro
    lenguaje para
    nombrarlo que el de su propia raíz. He ahí su
    clave. Si añadimos a esta frescura poética, un
    humor festivo, una ironía de la

    tristeza y la pesadumbre, encontramos la alquimia de una
    bella canción. Como romántico, no posó de
    "triste". Era en sí un hombre triste. De ahí
    deviene esa nostalgia tan dulce de lo perdido. Él no es un
    poeta del sentimentalismo: es un poeta del sentimiento. Los que
    critican su dulzura, critican la condición humana de la
    palabra. Nuestro poeta no necesitaba almidonar el verso.
    Sencillamente era un versificador nato. No se puede confundir la
    magia de su palabra con el verbo fácil e improvisado.
    Gregorio Gutiérrez González es el poeta más
    próximo a Rafael Pombo. Y dentro de la tradición
    poética popular de Colombia el número
    uno.

    Menéndez y Pelayo dice sobre él:
    "Sentimiento profundo de trabajo humano que todo lo ennoblece…
    Poesía sabia, primitiva, saludable y agreste, llena de
    ternura y de impresión directa de lo exterior, percibida y
    mejorada por su alma íntegra y buena", y añada: "Es
    uno de los poetas más americanos que han existido". Su
    elocuencia por fin encuentra un acierto real. En un país
    de falsos prestigios es difícil reconocer al verdadero
    prestigio y aún más: sentar un precedente para que
    lo dicho no sea demagógico. Es la lucha de la ética
    profesional.

    El poema mayor de Gregorio Gutiérrez
    González gira sobre sí mismo involucrando su propio
    ciclo natural y también el social, el familiar, el
    intimista. Mediante este fruto, estructura de
    un símbolo de nacionalidad. En este poema aparecen las
    tradiciones del campo, las costumbres de sus hombres, su gesta de
    trabajo, el combate contra la naturaleza, la
    reconciliación con el cultivo, la identificación
    con la tierra y
    el hombre a
    través del trabajo. Antioquia, Colombia, América
    Latina y el planeta quedan sedimentados en una experiencia
    épica que la constituye la misma existencia. Allí
    surge la vida humilde del peón, su corazón,
    su energía constructora. El viaje por la siembra es la
    revelación del universo. Todo
    nos habla: el árbol y su duda. Todo tiene un hálito
    vital, misterioso y hermoso. Si Pascal dijo: "Me
    espantan los vacíos del universo
    infinito", alguien puede responder ante el universo del
    maíz: "Me asombra el fluido maravilloso de la savia
    (sangre y
    raíz) que es hombre y es fruto. Hasta el mismo insecto
    alcanza su dimensión y su reino entre los árboles
    de su autor".

    8. EPIFANIO MEJÍA

    Epifanio Mejía complementa la línea
    nativista de Gregorio Gutiérrez González. Frente al
    cosmopolitismo entroncado en parámetros europeos, el
    criollismo nacionalista pretende ante todo exaltar el paisaje
    americano. No llegan tanto al individuo como a la naturaleza
    brutal, inhóspita y grandiosa de nuestra tierra
    continental. Dentro de este contexto regional-antioqueño,
    se inscribe la obra del poeta triste.

    Epifanio Mejía nació en Yarumal en 1838.
    Allí mismo murió en 1913, después de haber
    vivido varias décadas en el manicomio. La muerte
    civil del poeta es una de las historias más tristes de
    aquella época. Todo en él era intenso y
    nostálgico. Espíritu bondadoso y noble que
    después de los 31 años ingresó a las
    tinieblas de la memoria. Se
    desempeñó como comerciante y siempre estuvo
    vinculado a los derroteros de su tierra
    natal.

    Entre sus principales obras merece destacarse Canto
    del antioqueño
    . Si bien no es una obra maestra, por lo
    menos tiene un hálito vital y sencillo, genuino y no
    artificial. Al lado de Antioquia o la mano de Dios (La
    retirada de los héroes), constituye la exaltación
    del vigor y a la nobleza de su pueblo. La vena emotiva del
    nativista es considerada superior a la de Gutiérrez
    González. Sus versos son realistas, transparentes,
    naturales. El cóndor, las selvas antioqueñas, las
    tradiciones y la pugna de una raza en su constante sobrevivencia,
    son sus temas esenciales. No hay en su versos tremendismo sino
    suave ansiedad y melancolía. Y aún más: un
    sentimiento armónico del paisaje: de ese paisaje donde se
    construye la vida, el amor, el trabajo.
    Curiosamente, Antioquia ha dado una cuna de poetas que se
    unifican en su canto épico a lo rural, a las sendas
    abiertas por donde transita el progreso. El héroe no es
    mitológico. Es un héroe anónimo, silencioso,
    que realiza diariamente sus ceremonias de canto y
    dolor.

    La ceiba de Junín, La muerte del
    novillo, Anita, La historia de una
    tórtola
    completan lo mejor de su obra. En realidad, la
    producción de Epifanio Mejía no fue
    muy numerosa. Sólo nos dejó más o menos 70
    poemas.

    La muerte del
    novillo
    es un poema sugestivo, pulcro y sentido. La
    emoción (dolor humano) se encuentra con el dolor del
    animal. Una comunión de sangre y muerte. Es su
    fidelidad a la realidad la que limita las posibilidades del
    poema. El novillo no llega al perímetro de lo
    simbólico. La realidad oprime al poema por su dinámica formalista. No obstante, al igual
    que en La historia de una tórtola, el verso
    duele.

    Epifanio Mejía nos deja también su poema
    Amelia. Poema que no fue el mejor y que concluyó de
    manera definitiva. Al igual que a Gregorio Gutiérrez
    González, podemos expresar para Epifanio Mejía: "Lo
    triste es así, como su locura". Un factum de
    muerte a
    sitiado a los poetas colombianos: accidentes,
    suicidios, demencia, asesinatos. Las poéticas ambiciosas
    que estaban por consagrar fueron malogradas por la
    muerte.

    9. RICARDO NIETO

    Nació en Guacarí en 1878, y murió
    en Cali en 1952. Poeta romántico por actitud,
    modernista inicial por la forma. Abogado, parlamentario,
    educador, hombre con vocación pública. Entre sus
    libros
    figuran: Cantos de la noche, La oración del
    rocío, Tierra
    caucana, En la oscura lejanía, Voces de la selva
    . Este
    autor tuvo un poema que hizo época llamado En el
    crepúsculo
    . Fue coronado el 31 de mayo de 1930 en
    Cali.

    Religión, patria y terruño son los caminos
    de Ricardo Nieto. Como ejemplo de su visión del mundo,
    viajemos sin ánimo simplificador por su camino:

    ¡No sé si estás
    afuera

    o estás dentro de mi alma! ¡Oh, si
    pudiera

    pabellón de la patria
    colombiana

    que entre los brazos de sus hijos
    flota

    y la gloria no inclina con su peso

    convertir en estrella cada nota

    y clavar cada estrella con un beso!

    HIMNO A LA BANDERA

    En estos versos contemplamos a un romántico de
    época, siempre en su ánimo de exaltar los
    símbolos patrios. Probablemente su limitación
    radica en que no incorporó otros elementos del mundo en su
    poesía para densificarla y otorgarle una mayor riqueza y
    vitalidad. Ricardo Nieto recogió la melancolía del
    fin del siglo y logró reflejar un "estado del
    ánimo" con acentos finos.

    10. JOSÉ ASUNCIÓN
    SILVA

    10.1. EL PRECURSOR DEL MODERNISMO EN
    COLOMBIA

    La vida trágica y apasionante de este hombre es
    esencialmente romántica. Es el poeta más ambicioso
    y más estable que ha dejado la literatura colombiana. Es
    un auténtico creador y con un puñado de poemas se
    tomó por asalto la inmortalidad. En él, nuestro
    romanticismo pudo ser (estabilidad de la forma y el sentimiento)
    y, a partir de él, el modernismo no
    lo pudo superar, sólo complementar. Analizar e interpretar
    su obra, al igual que la obra de Gabriel García
    Márquez, en breves páginas es un acto, de
    hecho, perdido. Por eso, sólo totalizaremos las arterias
    fundamentales de su universo personal mediante
    una síntesis y una valoración.

    La sola historia de su vida es una novela
    fatídica. José Asunción Silva encierra en su
    funeral todos los funerales de nuestros infortunadamente
    silenciados en su plenitud. Comencemos por el principio.
    Nació en Bogotá en 1865. Hijo de una familia ilustre,
    se educó en colegios privados. Por su belleza física varonil le
    decían los amigos: "José Presunción". El
    padre de Silva poseía una tienda de porcelanas y
    artículos de arte,
    además era escritor costumbrista y miembro de la Academia
    de la Lengua. El
    joven José frecuentaba las tertulias literarias que se
    realizaban en su casa. De 1863 a 1886 emprendió un viaje a
    Europa,
    entabló amistad con la
    obra de los simbolistas franceses y con Tennyson. En sí
    fue un autodidacta que leyó
    ávidamente sobre temas literarios, filosóficos,
    psicológicos, y que aprendió algunos idiomas
    (francés, inglés).

    En 1886 regresó a Colombia. Al morir su padre
    ejerció el poder familiar
    y económico. No obstante, las deudas heredadas lo dejaron
    con saldo en rojoy fracasa. A los pocos años, Elvira, su
    amada hermana, presencia de su arte, muere
    (1891).

    El gobierno nacional
    decide ayudarlo y lo designa secretario de la legación en
    Caracas (1894). Allí, Silva se aísla y confronta
    con furor las faenas de la burocracia. Para
    gravar su tragedia, cuando regresa a Colombia en el navío
    Amérique éste naufraga cerca de nuestros
    costas y, con él, algunas de sus obras
    inéditas.

    Apenas se reinstala en Bogotá, intenta de nuevo
    recuperar su fortuna y el prestigio familiar. Establece una
    fábrica de baldosines y fracasa. Los sucesos que ha vivido
    –la muerte de su padre, de Elvira, la pérdida de sus
    poesías- son de carácter

    irremediable en su existencia. Hundido en la
    desesperación hace marcar su traje. El lugar: sobre el
    corazón. El balazo suicida
    desangrará el corazón de
    la poesía colombiana. Refieren que en su dormitorio se
    hallaron libros que
    probablemente había estado leyendo
    el poeta. Fue enterrado con su traje nocturno. La fecha
    histórica: mayo 23 de 1896. A partir de entonces
    José Asunción Silva comienza a vivir
    definitivamente.

    10.2 LOS ÁRBOLES CENTENARIOS DE JOSÉ
    ASUNCIÓN SILVA

    Las fases de la obra poética de Silva
    son:

    • Formación. Tendencia hacia el
      romanticismo becqueriano. Crisálidas, Ars, Al
      oído del lector, Juntos los dos, Resurrecciones,
      Mariposas, Luz de luna,
      Obra humana, La respuesta de la tierra
      , conjunto
      éste donde navega el sentimiento suave, la
      fantasía, música
      asordinada, la evocación, el romanticismo depurado. No
      existe el sepulcralismo ni lo melodramático. Sólo
      un dolor hondo, suavemente bañado de amargura. Silva no
      era reaccionario, como muchos lo piensan; su actitud era
      antiburguesa. Por ello perdió su posición social
      y económica. En estos poemas, el poeta se pregunta por
      el destino del hombre después de la tierra,
      duda de la fe y pregunta más a la naturaleza que la
      divinidad, afirma que el hombre es
      el que transforma la naturaleza y no la divinidad.
    • Fase dos. Encuentro con el simbolismo y
      estilización. Los poemas de esta fase son: Nocturnos,
      Día de difuntos, Crepúsculos, Los maderos de San
      Juan, Muertos, Midnight dreams, Vejeces.
      Expresión
      personal en
      ritmos y metros, musicalidad, corrección,
      precisión.
    • Fin del conjunto. El mal del siglo, El
      recluta, Serenata, Al pie de la estatua, Egalité,
      Filosofías.
      Fondo amargo y desencantado, realismo
      duro, pesimismo, amarga ironía.

    10.3 VENTANA ABIERTA A JOSÉ ASUNCIÓN
    SILVA

    • Parentesco. Lo obra poética de
      José Asunción Silva ha sobrevivido al olvido.
      Silva se inicia como romántico (Campoamor, Bartrina y
      Querol) y propiamente con un sesgo decadente, saturado de
      ingenio y amargo filosofismo. En América
      Latina sólo un creador le disputa el título
      fronterizo de seductor de dos épocas para trascenderlas
      y darles un nuevo molde: José Martí. En el fondo
      poético de Silva hallamos un estrato de influencias
      universales: interés
      por los simbolistas franceses, renovación por los temas,
      el aristocratismo de su actitud, la
      sugestión como forma elíptica, lo irónico
      y lo humorístico, el impresionismo,
      la musicalidad del verbo, el verso eneasílabo y el
      empleo del
      verso libre.
    • Psicología y poesía. El poeta
      hizo a su poesía y la poesía hizo al poeta. El
      primero le dio la vida, la segunda lo mató. Silva era un
      hombre neurótico, un dandy, un corazón
      agobiado. Su tristeza lo sedimenta todo con un velo
      mágico y lunar. Su melancolía es fina como el
      invierno de sus versos. En Silva siempre está
      lloviendo
      . Fue un total desadaptado: nunca estuvo muerto en
      ningún lugar. Da la depresión pasaba al ímpetu.
      Fracaso de negocios,
      instauración de empresas.
      Viajes y
      regresos. Las manos del fatum lo fueron encaminando por
      encima de sus muertes familiares y estéticas hacia su
      última muerte. Su poesía es el hilo posible de su
      existencia errátil, misteriosa y
      plenilunada.
    • El nocturno Una noche. Este tercer nocturno es
      la obra maestra del modernismo.
      Una noche es un poema matemático, einsteniano, donde se
      asienta el decálogo de la vanguardia
      modernista. Este monolito policromo, sinfónico, con
      pausas silenciosas, no fue una presencia en su época:
      fue una Biblia y lo sigue siendo. Su estructura
      es tan simple como la de una red de araña:
      evocación, musicalidad, sentimiento y, ante todo, un
      natural hábito vital.

    11. LEÓN DE GREIFF

    El maestro León de Greiff nació en 1895 en
    Medellín y falleció en 1976. Su larga vida es un
    testimonio de la aventura. Fue ingeniero, ejerció
    múltiples actividades en la banca, en los
    ferrocarriles, en la dirección de extensión cultural,
    fundó la revista
    Panida y dirigió la Revista de las Indias.
    ¿Cómo definirlo no con el ánimo de
    simplificarlo sino de comprenderlo en un punto de partida? Es
    posible que podamos hacerlo. León de Greiff no era un
    hombre: era y seguirá siendo un mito. Porque
    sólo murió en un hombre y dejó otros para
    prolongarlo: Ramón
    Antigua, Leo le Gris, Matías Aldecoa, Guillaume de Lorges,
    Gaspar von der Nacht, Miguel Zulaibar, Beremundo de Lelo, Lope de
    Aguinaga, Erik Fjordson, Diego de Estúñiga, Sergio
    Stepansky, Harold el Obscuro, Beremundo el Skalde, Propicio,
    Claudio Monteflavo, Grunar Tromholt, Gaspar de la Nuit, Sirg-el
    Oel, Bogislao, Abdenagodonosor el Tartajoso (o Tartamudo), Alipio
    Falopio y Pantono Bandullo. La inteligencia y
    la audaz creatividad de
    León de Greiff no necesitan epítetos porque los ha
    devorado todos. Es la invención misma.

    León de Greiff es uno de los poetas americanos
    más intensos y originales, que sólo tiene un punto
    de referencia: Pablo Neruda. La
    vasta rueda de su imaginación crea un mundo
    legítimo, coherente, sincrético, gobernado por sus
    alter egos. En su obra se acentúa lo
    autobiográfico: la soledad, las pasiones
    demoníacas, la bohemia del músico y el
    músico de la bohemia. La muerte como la vida, la nostalgia
    como el mundo, anudan los cabellos lunares de sus textos. Con
    León de Greiff la poesía colombiana se hace mayor:
    es decir, ya no deja una hoja del árbol de las gracias,
    sino deja un árbol con buena sombra. Leerlo es la mejor
    manera de vivirlo. No existe otra mediación.

    Sus obras: Tergiversaciones de Leo le Gris, Primer
    mamotreto, Libro de los
    signos, Variaciones alrededor de nada, Prosas de Gaspar,
    Fárrago, Relatos de los oficios y menesteres de Beremundo,
    Nova et Vetera.

    Su obra se organiza con un dominio audaz del
    idioma, en una profunda sensualidad, un amor sin
    claudicaciones, y con una independencia
    desesperada.

    Su poética, satírica y saturnal centra
    cuatro ángulos: la naturaleza (el mar, el cielo, la tierra y el
    aire), el amor
    (la mujer, la
    juventud, los
    amigos, las presencias del mundo), lo demoníaco (la
    soledad, la muerte, la locura, la angustia) y, finalmente, la
    música
    (el universo,
    la estética, la ideología y la cultura
    –arte, literatura,
    la cultura
    musical y el mito).

    En el centro de este trono reina León de Greiff
    en medio de su coro de dobles. No existe una metafísica
    líquida en nuestro melómano. Existe un universo en
    expansión, que se va viviendo. Es igual al mundo real pero
    dentro de dimensiones más simbólicas y
    potentes.

    12. JORGE ZALAMEA

    Nació y murió en Bogotá
    (1905-1969). Todo en Zalamea fue ilustre en el sentido
    clásico de la palabra: sus lecturas, sus viajes, sus
    disputas, sus amores, sus libros.
    Ministro y diplomático, hombre de aquí y de
    allá, inquieto promotor cultural, presencia
    polémica ardiente. Sus libros son el
    reflejo de su baraja temible. No era un hombre: era un arsenal de
    personalidades brillantes, no mediocres, sino mitológicas.
    El periodismo,
    el ensayo, los
    libros maravillosos, son testimonio de su palabra bravía y
    elocuente, recia e irreductible.

    Su obra no ha sido valorada porque es una
    pirámide que los indiferentes no pueden subir. Y
    además, porque allí, hay un desafío: el
    mundo y su diabólica comedia. Eludir a Zalamea en un
    libro como
    éste, es eludir nuestra identidad.
    Porque Zalamea tiene lo mejor de los poetas colombianos:
    creación, alto vuelo y universalidad.

    Del verbo tradicional construyó una
    expresión crítica en América
    Latina, tan galvánica como la de José
    María Vargas Vila. La palabra del Tuerto
    López
    es frágil ante el acento
    zalaméico, capaz de romper paredes y blindados muros
    invisibles. Este verbo tensa lo puso al servicio de su
    arte: la
    estética de la demolición, donde las palabras
    chillan, lloran, cantan, gimen y preguntan. El objetivo de la
    épica de Zalamea: las dictaduras y la pobreza del
    Tercer Mundo.

    Sus obras principales son: La vida maravillosa de los
    libros
    , obra para enamorarse del mundo literario. La
    metamorfosis de su excelencia
    y El gran Burundún
    Burundá a muerto
    (1949-1952), díptico del
    dictador. La poesía ignorada y olvidada, hermosa
    flor del indio y la mula, y otros estudios, ensayos que
    han llenado de fuerza y
    robustez las letras nacionales. Imprecación del hombre
    de Kenya
    y La queja del niño negro.

    13. JORGE ISAACS

    Nació el 1º de abril de 1837 en Cali.
    Desciende de una familia
    judía inglesa de Jamaica y de una familia criolla.
    Después de realizar sus estudios de secundaria en
    Bogotá, regresa a Cali en 1852. Como guerrero, interviene
    en las guerras
    civiles del país. Combate al general Melo y al general
    Mosquera. Son los tiempos sombríos de la segunda Patria
    Boba, en que la nación es centro de la anarquía
    partidista. En 1856 se casa y comienza su ejercicio
    poético. Algunas de sus poesías, inscritas en El
    manifiesto romántico
    , son leídas en el grupo El
    Mosaico. Hace publicar algunos trabajos.

    En el Cauca acepta un puesto de inspector en la construcción del camino público de
    Cali a Buenaventura. En los campamentos viales padece el paludismo. Por
    entonces ya había comenzado a escribir su novela
    mitológica María, que continuó en los
    meses de su convalecencia, en el Peñón, una villa
    mirador de la ciudad de Cali.

    Tan pronto como es elegido diputado por el partido
    conservador, se radica en Bogotá y publica su novela, gracias a
    la colaboración del señor Caro. El éxito fue
    fulminante: continental y nacional. Y más aún:
    inicia su carrera universal. Sin pulsarlo en sus horas de
    creación, estaba escribiendo una de las novelas
    más hermosas del país y la primera del romanticismo
    latinoamericano.

    Después de 1857, modifica sus ideas políticas
    y se liga al partido liberal. Nuevamente es elegido diputado y,
    en 1870, se marcha a Chile con el
    cargo de cónsul. Cuando regresa a Colombia, obtiene en
    compañía de un amigo chileno una hacienda
    próxima a Cali, con el ánimo de recobrar la perdida
    fortuna familiar, pero al igual que José Asunción
    Silva, fracasa.

    Oprimido por la derrota, se marcha a Cali por el camino
    del no retorno y se establece en la nostálgica
    Popayán, donde trabaja en la inspección escolar. Se
    desempeña como maestro en la escuela normal y
    redacta un diario liberal (1875). En los años venideros lo
    hallaremos en medio de las pugnas políticas,
    entre las escaramuzas y las revoluciones sin revolución, ya encabezando una de ellas
    (1880).

    Escribe su poema Saulo con una dedicatoria al
    presidente argentino Julio Roca, actitud que
    encuentra eco en el caballero pampeño y que lo mueve a
    invitarlo a su país. Los factores políticos
    vetarán este viaje. En la pobreza,
    solitario, se refugia en

    el ambiente
    familiar. Las aventuras han quedado atrás. Las minas que
    exploró ya no le darán el dorado. Y para
    ironía del destino (¿fatum o azar?) conoce a
    José Asunción Silva. Dos fracasados parciales: dos
    vidas auténticamente románticas. Pocos meses
    después el gobierno decide otorgarle los derechos de descubridor
    minero, hecho que le permitió formalizar un contrato
    ventajoso con una compañía norteamericana
    (1894).

    Ya enfermo, lleno de proyectos
    literarios, muere en Ibagué en 1895: año de los
    nocturnos. El paludismo no le
    permitió sobrevivir a su gloria. Unos años
    más y habría escrito Camilo o Alma negra y
    Fania
    , novelas
    proyectadas sobre la gesta emancipadora y sobre la
    disolución de la Gran Colombia.

    Su vida es misteriosa. Puede definirse como una
    parábola aventurera. El desengaño lo
    persiguió durante toda la vida. Fue parlamentario,
    periodista explosivo, guerrero, poeta, novelista, investigador
    antropológico en la Guajira, explorador del carbón
    y del petróleo y
    presencia ilustre. ¿Qué ocurrió con Jorge
    Isaacs para que no hubiera escrito otra novela? Todos
    piensan que no podía escribir una obra desastrosa. Por lo
    menos una obra rica en facetas humanas de su época.
    ¿Entonces? Un crítico responde la pregunta de
    Isaacs y de María, un libro de
    ensayo:
    "Perdida aquella concepción del mundo (su
    María
    ) originaria, ninguna realmente le será
    posible, pues su existencia se absorbe en la verdadera
    dimensión de la historia nacional: el anacronismo generado
    bajo las condiciones neocoloniales"

    Sobre Jorge Isaacs se han escrito múltiples
    libros que, al recopilarse, podrían formar un infolio
    infinito. Igualmente acontece con María. Este mundo
    de amor y muerte ha sido una y otra vez simplificado, una y otra
    vez interpretado. María ya no es un libro
    solitario: es todo cuanto se ha dicho sobre ella: las
    maldiciones, los elogios, las lecturas amorosas, los silencios.
    En el presente, muchos procuran socavar su dimensión
    reprochándole su tono lacrimógeno. Las
    sensibilidades cambian con las épocas pero
    María sigue presente, invicta, porque en ella nos
    vivimos con o sin pañuelos, llenos de prejuicios o
    sin ellos. Sólo una obra capaz de resistir tantos
    años de pruebas
    penosas, es una obra de hecho clásica. María
    no es una novela artificial: artificial es la época en que
    la leemos. María no es un libro absurdo:
    absurdo es el tiempo en que la
    asumimos. Para llegar a ella, como dice X-504, sólo basta
    estar desnudos. Entonces otra vez será posible "el
    paraíso" y también la historia de nuestra propia
    identidad: esa
    libertad que
    se muere y que renace. Esos sueños humanos que se agrietan
    y se recomponen. María, océano para todas
    las voluntades y para todas las teorías. Pero he aquí la
    reflexión del crítico, del psicólogo, del
    sociólogo, del marxista, del sacerdote, del positivista,
    no la han simplificado sencillamente porque la vida no es
    reducible, tampoco la poesía, mucho menos el amor del
    hombre.

    Apenas delinearemos los rasgos de este mundo apasionante
    llamado María. Su lectura es la
    única razón de esta exploración sencilla.
    Más allá no existe nada. De algún modo y del
    sentido más profundo, María la mujer, es el
    paraíso perdido del pasado y de algún modo el
    paraíso recobrado del futuro: el hombre
    nuevo. Esta novela tendrá un lugar de honor en el reino de
    la alegría, porque sólo comprendiendo nuestra
    muerte comprenderemos lo que fuimos y lo que seremos.

    14. EUGENIO DÍAZ

    Eugenio Díaz nació en 1803 en Soacha y
    murió en 1865 en Bogotá. Campesino por ejercicio,
    estudiante en el colegio San Bartolomé, fundador de El
    Mosaico, poeta en el diario vivir del campo, mente atenta para
    capturar la psicología del
    habitante rural. Con Juan Rodríguez Freyle, Vargas Tejada
    y Gregorio Gutiérrez González, se une a la mirada
    nacional.

    Su presencia pervive hasta el presente. Lo que
    María vale para el realismo
    romántico (la más traducida, la más
    americana, la más universal, la que dejó una
    escuela y, ante
    todo la mejor novela del siglo XIX en nuestro continente),
    asimismo Manuela lo es para el realismo
    costumbrista (la más novela, la más profunda, la
    que por sus imperfecciones no puede ser considerada una obra
    maestra, pero sí una obra sugerente y mucho más
    notable que mil novecientas cuarenta novelas del
    país). Eugenio Díaz es el fundador, al igual que
    Jorge Isaacs, de nuestra tradición narrativa. Con los dos
    comienzan los aciertos y los yerros, pero también la
    fundación de una realidad. Manuela y El Rejo de
    enlazar
    afirman su legado.

    La densidad de
    Manuela, y la semilibertad de sus personajes la convierten
    en una novela relativamente coherente. El profundo conocimiento
    de la vida social le sirve a Eugenio Díaz para capturar un
    testimonio sociológico.

    Se le apunta el hecho de no ser una novela
    histórica. Mejor aún: una crónica novelada.
    Eugenio Díaz refleja la realidad pero también la
    interpreta en una acción y unos personajes. Ése es
    su mérito y ése es su legado. Por eso aún
    sobrevive aunque sea con un pie sobre el abismo. Frente a las
    novelas
    sociales, entre ellas, las indigenistas, guarda un nivel sino
    igual, por lo menso sí más rico en otras facetas.
    No se deja sentir la voz panfletaria y esto la
    favorece.

    15. JOSÉ MANUEL
    MARROQUÍN

    Nace y muere en Bogotá (1827-1908). Su lira es
    festiva pero rodeada por el escarnio y las tinieblas.
    Huérfano, aventurero en sus primeros años,
    apasionado por el ambiente
    rural, siempre cumplirá tres trabajos: la lectura, la
    faena agrícola y la enseñanza. Es el fundador del
    grupo El
    Mosaico y de la Academia Colombiana de la Lengua. No es
    extraño que nos haya legado manuales de
    urbanidad y de ortografía. Su familia
    tenía parentesco con importantes señores vinculados
    al virreinato. Su fuga del colegio, su relación social con
    las tías, ejemplifican el origen de su veta afable y
    audaz. Su vida está inscrita en el torbellino del poder.
    Asumió la presidencia de la República en 1900
    ignorando el gobierno de Sanclemente. Bajo su régimen se
    libró la cruel Guerra de los Mil Días, en la
    cual triunfó su mano de hierro.
    Inmediatamente vino la separación de Panamá.
    Tristes hitos para un poeta presidencial que en el fondo de la
    gloria del poder ocultaba
    un ser festivo.

    La perrilla es la única obra que ha
    sobrevivido a las tinieblas de José Manuel
    Marroquín. Es popular desde el río Bravo hasta la
    Patagonia.
    Como fábula tiene una estructura muy
    bien ajustada, tanto en el metro como en la sintaxis del ritmo.
    Su nivel de contenido está cimentado en una estructura
    filigranada. Los críticos que escriben el mismo libro de
    la historia de la literatura nacional con los mismos tonos
    pasivos, dicen que este poema es un juguete gracioso, una obra
    maestra del género, que trabaja las más
    difíciles asonancias y que parodia símbolos
    literarios. Otros consideran que su obra más meritoria es
    El Moro, autobiografía de un caballo. Lo cierto es
    que en esta fábula se deja sentir el encanto, al
    festividad y la complicidad con esta perrilla que pertenece a los
    personajes animales
    antihéroes. Entra a formar parte de la galanura de los
    rocinantes y Gatos Bandidos. Más placentero resulta leer
    esta fábula de La perrilla que someterla no a un
    análisis sino a una interpretación,
    dado que la anécdota es muy elemental y no admite
    más recodos que aquél que se ve visitado por
    ríos encontrados.

    16. JOSÉ MARÍA VERGARA Y
    VERGARA

    Nació y murió en Bogotá
    (1831-1872). Hombre público. Intelectual de valía.
    Fundó los periódicos: El Mosaico y La
    Siesta
    . Fue uno de los fundadores de la Academia Colombiana
    de la Lengua. Es uno
    de los pioneros de la crítica literaria con su obra
    Historia de la literatura de la Nueva Granada.

    Entre sus cuadros costumbristas dejó: Las tres
    tazas, Consejos a mi potro, El chino de Bogotá
    y otros
    más. Entre sus novelas figuran: Jacinta, Olivos y
    aceitunos, todos son uno, Mercedes, Un odio a muerte, Un
    chismoso
    . Su novela Dramas domésticos
    quedó inconclusa.

    Su obra más celebrada es Olivos y
    aceitunos
    , todos son unos. Secuencia de cuadros
    costumbristas que se concentran alrededor de un drama de amor.
    José María Vergara y Vergara deja sentir su humor
    finísimo, su palabra irónica e ingeniosa, para
    revelar los vicios políticos de aquella época que
    emergía de la Colonia y llegaba a la República en
    medio de pasiones y guerras sin
    fin. La novela
    costumbrista se enriquece con este tono burlón y
    cáustico que utiliza el santafereño para demoler
    las máscaras de aquellos políticos corruptos y
    necios. José María Vergara y Vergara tenía
    una fuerte conciencia social
    que le permitía comparar a los encomenderos con los
    hacendados de la naciente república: todos juntos una
    dinastía de hombres ambiciosos y crueles.

    17. TOMÁS CARRASQUILLA

    La tradición literaria antioqueña
    encuentra en don Tomás Carrasquilla su esplendor.
    Nació el 17 de enero de 1858 en Santo Domingo, Antioquia,
    y en 1940 muere en Medellín. Sastre, empleado
    público, bohemio, conquistador de la palabra regional,
    hombre dedicado a su obra literaria, mal estudiante y excelente
    novelista, oído atento del latido popular de su comunidad.
    Algunos críticos citan en sus ensayos sobre
    él, que es el primer novelista regional de América
    y establecen esta cita con el asombro de saberlo. El hecho es
    bien sencillo: Tomás Carrasquilla era un novelista por
    encima de sus fisuras. Las aseveraciones de Federico Onis o de
    Cejador no tienen nada de sorprendente. Carrasquilla es antes de
    ellos y después de ellos. Si Jorge Isaacs es el
    conquistador de la novela
    colombiana, Tomás Carrasquilla es su fundador. Regatearle
    la consagración es un modo de vergüenza. Carrasquilla
    está por encima de nuestro complejo de inferioridad: es un
    novelista monumental con todo y sus abismos menores. Por eso no
    necesitamos demostrarlo en este estudio. Sencillamente llegar a
    él a través de su obra que de por sí se
    adelantó a su tiempo y es
    actual como un recién nacido.

    Su limitación en el espacio universal no le resta
    méritos a su novelística. Si hubiera tenido un
    boom publicitario, sería más conocido en el
    planeta mas no por eso sería mejor Carrasquilla. A un
    autor no lo hace el número de sus lectores, sino la
    coherencia y la calidad de su
    obra. No se trata aquí de disfrazar sus limitaciones por
    su lenguaje
    regional. Tampoco de otorgarle una consagración
    inmerecida. Él ya la tiene y suficiente, y aún
    más: es un novelista en la dimensión magna de la
    palabra: un novelista épico. No fue un visitador de la
    literatura. Dejó un mundo carrasquilliano. Una
    trilogía de espacios novelísticos y un
    cúmulo de cuentos sólidos.

    Sus homilías demuestran irrebatiblemente que no
    era un turista. Era un intérprete, fronterizo en el nivel
    de la creación, que dejó como legado algunas
    proposiciones importantes. Entre ellas destacamos:

    • Proclama la virtud de lo autóctono y lo
      terrígeno frente a lo erudito y lo extranjero. Rechaza
      el modernismo
      escapista y asume la nacionalidad y la americanidad en sus
      consecuencias máximas.
    • Propone un 20 de julio literario: emancipación
      literaria y emancipación política. Es con
      José Martí el pensador que busca su identidad en
      su propia cultura
      mestiza. Dice "no" a los modelos
      importados y ensamblados artificialmente. Si

    erró, erró siendo honesto, siendo buzo
    primigenio en su aventura regional. Su frase que podemos
    resumir en "la literatura colombiana para los colombianos y no
    para los europeos" es revolucionaria. ¿Qué
    significa esto? Que no podemos escribir en europeo para ellos,
    sino en americano para nosotros y para el mundo. Sólo
    siendo nosotros mismos podemos ser en todas partes.

    • Tomás Carrasquilla era muy consciente de que
      sólo por la comarca se puede llegar al mundo. Muchos
      años después, los novelistas mayores del medio
      siglo afirmarían este concepto. Entre
      ellos Mario Benedetti, ese creador plural de nuestros
      pueblos.
    • Cuando Tomás Carrasquilla escribe sus
      homilías, también establece una base fundamental:
      atrapar la nacionalidad en el paisaje, costumbres, psicología y clases
      de nuestra sociedad,
      espacio geográfico, luz y ambiente,
      alimentos y
      rituales, ya no como espectáculo sino como escenario de
      amor y muerte.

    Otras de sus obras. En novelística: Frutos de
    mi tierra
    (1896), Grandeza (1910), La Marquesa de
    Yolombó
    (1928), Hace tiempos
    (1935-1936). En cuentos destacamos: Simón el
    mago, En la diestra de Dios Padre, Salve Regina.
    Una idea de
    peripecia narrativa y temática de Carrasquilla la ofrecen
    cinco planos: Estudiantes, Mineros, Vagabundos, Campesinos y
    Salutaris.

    De este modo, el universo
    antioqueño se hace colombiano, americano y universal.
    Tomás Carrasquilla es en sus novelas hombre y tierra,
    costumbre y canto, ser confrontado con la ternura, el vicio, la
    soledad y el destino. Ésa es su clave.

    18. JOSÉ EUSTASIO
    RIVERA

    José Eustasio Rivera nació en Neiva,
    Huila, en 1889 y murió en Nueva York en 1928.
    Después de concluir sus estudios primarios, viaja a
    Bogotá. En 1909 se gradúa de maestro en la Escuela Normal
    Superior de Bogotá. En 1917 obtiene el título de
    abogado de la Universidad
    Nacional de Colombia. Entonces ingresa a la diplomacia. Marcha a
    México,
    Perú y Cuba
    (1921-1928). Por su trabajo legal, hizo parte de la
    comisión que habría de trazar los límites en
    la frontera colombo-venezolana. Agregado a esto, José
    Eustasio Rivera era propietario de un negocio de ganado, lo que
    le permitió conocer a fondo no sólo el mundo
    llanero sino también el invierno verde de la Orinoquia y
    las selvas amazónicas. Muchos años después
    habría de concluir ese trabajo épico en una casa de
    Sogamoso, el umbral del Llano. Este expedicionario silencioso,
    explorador de los problemas
    dramáticos de las caucherías y de los obreros del
    petróleo,
    hará estallar la novela
    americana. Para hacerlo, recurrirá a todas sus destrezas y
    sus vínculos con la literatura universal. Puede decirse
    sin titubeos que con él se instaura la novela de la
    identidad.

    José Eustasio Rivera escribió dos libros:
    una hermosa colección de versos de estilo parnasiano:
    Tierra de promisión (1921) y su novela
    poemática La vorágine (1924).

    Tierra de promisión está
    constituido por 55 sonetos. Desde la misma adolescencia
    se fijó el plan de expresar
    la vida de Colombia, particularmente su faz tropical (fauna y flora).
    Enamorado de este proyecto lo hizo
    realidad con la pasión de un Arturo Cova. Estos
    alejandrinos y endecasílabos fueron apareciendo en
    revistas y diarios de la capital y no
    se hizo tardar su consagración nacional, especialmente
    entre los intelectuales de mayor valía. El tema de sus
    sonetos atrapa la
    personalidad del mundo amazónico y sus
    geografías aledañas. En la galería de sus
    personajes desfilan escarabajos y volcanes
    míticos, águilas y cóndores del reino azul,
    tigres y palomas, siempre en movimiento,
    penetrados por un hábito sugerente y maravilloso. No son
    meras traducciones naturalistas de museo, sino sonetos con alas,
    temblorosos como los remolinos perdidos, que exhalan la vitalidad
    torrencial de la geografía americana.
    La estructura de sus poemas es matemática
    y perfecta. Ritmo, rima y metro marchan a la par orquestando la
    sinfonía tropical en 55 variaciones. Sensorialidad,
    sentimiento y vitalismo son las fuentes por
    donde salen a la luz estos sonetos
    encantadores, donde ya existen presagios terribles. No obstante,
    en Tierra de promisión, el mundo aún es
    posible para la contemplación y el canto dulce. Más
    tarde, ese universo se convertirá en un rival supremo e
    implacable. Resultado de esta batalla será La
    vorágine
    (1924).

    18.1. ESTRUCTURA DE LA VORÁGINE

    Tanto la forma del libro como la misma acción del
    relato se complementan en una unidad perfecta.

    La estructura formal es la siguiente: un prólogo,
    narración de Arturo Cova en tres partes y un
    epílogo. Tanto el prólogo como el epílogo
    representan los sellos del infierno verde: el sello del
    descubrimiento y el sello del silencio. De este modo, el autor de
    los sellos es el novelista José Eustasio Rivera, el
    mensajero que trae el texto del
    apocalipsis escrito (y pulido) por el protagonista Arturo Cova.
    De aquí surge entonces una educación triangular
    del mundo negro: el averno no de Dante sino de la vida americana.
    Ahora bien, cada una de las etapas, a su vez, tiene otro
    triángulo: los tres cantos a la selva que hace el
    narrador-protagonista antes de continuar en su expedición.
    De esta manera, Arturo Cova se distancia de la selva y se sumerge
    en ella. Es consciente de ser víctima y no es consciente
    cuando vive las circunstancias de su destino trágico. La
    estructura triangular además se da entre la sierra
    (paraíso), los Llanos (purgatorio) y la selva (infierno).
    Igualmente a nivel de personajes: Clemente Silva y Arturo Cova,
    Alicia y Griselda, Barrera y Zoraida Ayram. Los primeros son los
    ángeles en descenso al infierno. Alicia y Griselda los
    ángeles del purgatorio. Y los dos últimos: los
    príncipes del infierno.

    Los personajes, la acción y la selva se muerden
    la cola. Así llegamos a una definición riveriana de
    lo que significa vorágine: infierno verde que se
    devora a sí mismo para renacer, animal que resurge de su
    propia sangre. Nadie
    pierde pie en La vorágine. Su ingeniería es un reto a la
    imaginación.

    19. MANUEL MEJÍA
    VALLEGO

    Nació en Jericó (Antioquia) el 23 de abril
    de 1923. Su existencia ha girado en torno al periodismo, la
    cátedra universitaria, los viajes por los
    caminos del mundo, la poesía, el cuento y
    la novela.
    Bohemio profundo, mente reflexiva y creadora, presencia discreta.
    Nada traiciona a Manuel Mejía Vallego: cuando la virgen no
    se le aparece ante su escritorio, él se le aparece a la
    virgen. Su dedicación a la literatura tiene un sentido
    profesional: vive para la ficción aunque no de ella. Pero
    en sí, es un diestro del oficio, que ha conquistado uno de
    los estadios más respetables en las letras nacionales. Su
    obra permanece fresca y de manera excepcional va de mano en mano
    del lector colombiano. Aunque actualmente no ha sido valorada con
    la profundidad suficiente, por lo menos la tradición del
    silencio no ha podido demolerla.

    Por el espacio del realismo
    crítico cruza el tema de la violencia
    colombiana. Antes de llamarlos novelistas de la violencia,
    preferimos ubicarlos en un territorio más vasto: el mundo
    del realismo
    crítico, mundo que inscribe no sólo el
    fenómeno de la violencia
    (1948-1958) sino también la épica del hombre
    nacional frente a su destino histórico. El criterio de la
    violencia
    sirve más para desvalorizar a los novelistas de este
    conjunto que para interpretarlos en su riqueza universal. No son
    cronistas de un hito histórico: son creadores e
    intérpretes del mundo contemporáneo. El
    fenómeno de la violencia es
    una materia prima
    pero también lo son el sueño, los conflictos
    familiares, la soledad de una comunidad.
    Creemos que este grupo de
    novelistas tiene la capacidad de trascender el apocalipsis
    de los 300.000 muertos y de alcanzar nuevas dimensiones. Ellos
    exploran la nacionalidad, la identidad, el mestizaje y la
    conciencia de
    nuestro pueblo actual. Por eso, subrayamos que su
    clasificación e un tema de la violencia, es una camisa muy
    estrecha para ellos. Del mismo modo como a Mario Benedetti no lo
    contiene el aspecto político, asimismo la hecatombe
    partidista no contiene a nuestros escritores del medio siglo.
    Estos marcos históricos simplifican muchas veces la
    realidad y no permiten evidenciar el mundo diverso y
    pluridimensional de los consagrados.

    La obra de Manuel Mejía Vallego
    básicamente se proyecta entre el periplo social y las
    herencias culturales. Éstas son tango y
    violencia: amor y pesadilla, nostalgia y dolor, como en su
    poética Prácticas para el olvido y El viento lo
    dijo
    (1977-1981).

    Sus otras obras fueron: La tierra éramos
    nosotros
    (novela), Tiempo de Sequía (cuentos),
    Al pie de la ciudad (novela), Cielo cerrado, El
    Día señalado
    (novela),

    Cuentos de Zona Tórrida, Aire de Tango
    (novela), Las noches de la vigilia (cuento),
    Las muertes ajenas, Tarde de verano
    (novelas), Y el mundo
    sigue andando, La sombra de tu paso
    (novelas), El hombre que
    parecía un fantasma
    (reportaje), Hojas de papel
    (poemas), La casa de las dos palmas (novela), Memoria de
    olvido
    (coplas), Soledumbres (poemas), Los abuelos
    de cara blanca
    (novela), Otras historias de
    Balandú
    (cuentos), Los invocados, novela
    próxima a salir.

    Manuel Mejía Vallego ha publicado, hasta abril de
    1997, once novelas –pues está a punto de ver la
    luz Los
    invocados-, seis libros de cuentos, cuatro de poesía, un
    gran reportaje sobre el poeta Barba Jacob (El hombre que
    parecía un fantasma) y un libro de ensayos sobre
    los ecritores antioqueños de su generación. Ha
    escrito, asimismo, miles de artículos periodísticos
    y docenas de presentaciones y prólogos para libros
    diversos, incluidos los de algunos de sus alumnos del Taller de
    Escritores de la Biblioteca
    Pública Piloto de Medellín, que el escritor
    fundó en los albores de la década del
    ochenta.

    19.1. PREMIACIONES

    19.1.1. Internacionales para sus cuentos:

    1951: El milagro, Sexto Concurso anual de
    cuento.
    Caracas, Venezuela.

    1952: La guitarra, Séptimo Concurso anual
    de cuento.
    Caracas Venezuela.
    Tercer premio.

    1955: Tiempo de Sequía, Concurso
    internacional de cuento, auspiciado por el diario El Nacional, de
    México.
    Primer Premio.

    1956: Al pie de la Ciudad, Undécimo
    Concurso nacional de cuento, Caracas, Venezuela.
    Primer premio.

    1956: La muerte de Pedro Canales, Concurso
    centroamericano de cuento. El Salvador. Primer premio.

    1957: Riña para cuatro gallos, Concurso
    nacional de cuento autóctono de Manizales. Colombia.
    Primer Premio.

    19.1.2. Premios nacionales y extranjeros de
    novela:

    1958: Al pie de la ciudad, Concurso de la
    Editorial Lozada. Buenos Aires,
    Argentina.
    Segundo Premio.

    1963: El día señalado, Premio
    Eugenio Nadal. España.

    1972: Las muertes ajenas, Premio Casa de Las
    Américas, mención especial, La Habana, Cuba.

    1973: Aire de tango, Premio
    Vivencias en la I Benial Colombiana de Cali.

    1979: Las muertes ajenas, mención
    especial, primer Concurso nacional de novela Plaza y
    Janés.

    1989: La casa de las dos palmas, Premio
    Rómulo Gallegos. Caracas, Venezuela.

    19.1.3. Premios nacionales de cuento:

    1959: Aquí yace alguien, Segundo Premio en
    el Concurso nacional de cuento auspiciado por el diario El
    Tiempo, de Bogotá.

    1962: El sillón del forastero, tercer
    premio en el Concurso nacional de cuento, auspiciado por el
    diario El Colombiano, de Medellín.

    1963: La venganza, primer premio en el Concurso
    nacional de cuento de Bogotá.

    19.1.4. Premios internacionales de ensayo:

    1956: Breve elogio de la muerte, segundo premio
    en el Concurso centroamericano de literatura.

    20. GABRIEL GARCÍA
    MÁRQUEZ

    Gabriel García
    Márquez nació en Aracataca en 1928. Su
    existencia forma ya parte de la memoria
    popular. Sobre su pasado, su presente y su futuro y
    también sobre sus obras, se han escrito tantos libros que
    con ellos se podría construir una biblioteca
    fantástica. Su influjo ha destacado escuelas
    mágicas, un horizonte de embrujo y un soplo de insomnio
    sobre el pueblo latinoamericano. Sus personajes viven entre las
    pesadillas y los sueños felices de las doncellas, los
    adolescentes y
    los coroneles nostálgicos. Es el primer escritor nacional
    y uno de los más representativos de la literatura
    universal de todos los tiempos.

    Sus expediciones por el planeta están signadas
    por una misión.
    Entre las noches y los amaneceres, este humorista
    melancólico despierta en la Colombia de la violencia, en
    la dictadura de
    Trujillo, en el París de 1954, entre sus guayabos con los
    mitológicos obregones y el aire verde de
    México,
    donde escribió una de sus obras maestras. La revolución
    cubana y la defensa de los derechos humanos
    perfilan su trabajo político. La Alternativa de
    otros tiempos es hoy la "alternativa" del escritor colombiano. No
    hay espacio donde su pie esté ausente: el Chocó lo
    recuerda por sus reportajes sociales, los países
    socialistas por sus memorias de
    fuego, la ciudad de Barranquilla por sus mariposas amarillas. Sus
    frases son dignas del perpetuo resurrecto: "El deber de todo
    escritor es escribir bien", "La revolución
    no es para que el pobre sea más pobre sino para que sea
    más rico", "Los críticos son hombres muy serios y
    la seriedad dejó de interesarme hace mucho tiempo", "Lo
    único que sé sin ninguna duda es que la realidad no
    termina en el precio de los
    tomates", "Yo pienso que nuestra contribución para que la
    América
    Latina tenga una vida no será más eficaz
    escribiendo novelas bien intencionadas que nadie lee, sino
    escribiendo buenas novelas", "Toda buena novela es adivinanza del
    mundo", "Yo creo que tarde o temprano el mundo será
    socialista, quiero que lo sea y mientras más pronto
    mejor". "¿Y quién dijo que no vivo en Colombia?",
    "Lo único que me ha interesado desde niño: que mis
    amigos me quieran más".
    Gabriel García
    Márquez es un hombre comprometido con la
    vocación de ser del pueblo latinoamericano. Pero
    también como escritor es un hombre fiel a la
    creación. No produce libros en serie. Sus libros parten de
    una necesidad irrefrenable. En él vanguardia
    artística y vanguardia
    ideológica se dan la mano. Gabriel García
    Márquez ha sufrido dos experiencias notables: la
    primera marcada por la acusación de plagio que le
    hizo Miguel Ángel Asturias. La segunda, por su exilio de
    Colombia marcado por el punto de mira del poder. No
    obstante, tiene un poder de clarividencia que lo vence todo. Este
    hombre eternamente indocumentado y feliz, este mago escalador del
    cine, el
    periodismo,
    los viajes y los
    sueños, sigue hablando de su tierra natal, allí
    donde vivió sus verdaderos Cien años de
    soledad
    .

    Su invulnerabilidad radica en su modestia. La
    fama como montaje publicitario que rodeó al
    boom latinoamericano, no es una sombra que lo disminuye a
    la luz de los
    incrédulos. Al contrario: los vuelve crédulos.
    Porque su fama va más allá de las revistas y se
    hace auténtica. Aunque sus obras no son para dormir, por
    lo menos permiten un refresco de alegría para
    aquéllos que siguen construyendo el futuro entre sus
    muertes cotidianas y sus derrotas, pero también sus
    victorias calladas. En esa medida su Premio Nobel 1982 es
    un reconocimiento glorioso.

    20.1. OBRAS

    20.1.1. Novelas: La hojarrasca (1955), La mala hora
    (1961), El coronel no tiene quién le escriba (1958),
    Cien años
    de soledad, El otoño del patriarca (1975), Crónica de una
    muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del
    cólera (1985) y El general en su laberinto
    (1989).

    20.1.2. Cuentos: Ojos de perro azul (1952), Los
    funerales de la mamá Grande (1962), La increíble y
    triste historia de la cándida Eréndira y de su
    abuela desalmada, Doce cuentos peregrinos (1992).

    20.1.3. Periodismo:
    Relato de un náufrago, Cuando era feliz e
    indocumentado, Textos costeños, Entre chacaos,
    Crónicas y reportajes.

    20.1.4. Cine:
    Presagio (guión cinematográfico), La
    viuda de Montiel
    .

    BIBLIOGRAFÍA

    INSTITUTO COLOMBIANO DE NORMAS
    TÉCNICAS Y CERTIFICACIÓN. Norma Técnica
    Colombiana para la presentación de trabajos de investigación. Santafé de
    Bogotá D.C., ICONTEC, 1997, 104 p. NTC 1486

    AYALA Poveda Fernando. Manual de
    Literatura Colombiana. Santafé de Bogotá D.C.,
    EDUCAR EDITORES, 1994, 416 p.

    CORPORACIÓN FOMENTO DE LA MÚSICA. Manuel
    Mejía Vallego, una semblanza. Medellín,
    ,
    1994, 11 p.

    CAMILO ANDRÉS SANTOS RODRÍGUEZ

    FUNDACIÓN INSTITUTO TECNOLÓGICO DEL
    SUR

    DPTO. DE ESPAÑOL Y LITERATURA

    SANTAFÉ DE BOGOTÁ D.C.

    1998

    ÁLBUM DE REPRESENTANTES DE LITERATURA
    COLOMBIANA

    AGRADECIMIENTOS

    El autor agradece profundamente a:

    DIOS, por ser mi apoyo, mi amigo y mi instructor en todo
    momento.

    Ruth Yanira Urzola, mi "profe", que con sus clases
    llenas de enseñanzas y

    sabiduría, nos hace comprender cuál es la
    importancia del estudio en nuestras

    vidas y a la vez hace que con su genio y paciencia le
    tengamos mucho más cariño

    a éste.

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