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Antropologia (página 2)




Enviado por samidejsj



Partes: 1, 2

4. Latinoamérica, como lugar de encuentro y
posibilidad
.

  1. América Latina Modernidad y
    Posmodernidad.
  2. La discusión de Modernidad y Posmodernidad
    afecta la comprensión de la realidad latinoamericana,
    sobre todo cuando de alguna manera se le ha concedido un
    papel
    central, bien sea para desenvolver el proceso de
    modernización no lograda o para combatirlo en
    búsqueda de un nuevo tipo de sociedad, en
    donde también un estado
    fortalecido temporalmente ejercería las funciones de
    ordenador. En ambos caso el Estado
    es concebido como colectividad organizada hacia fines de
    interés común.
    En América
    Latina llega el posmodernismo como un ruego de
    liberación, partiendo de liberar a los oprimidos de
    nuestra época. Pero esto se queda corto con la
    recreación que hacemos de los modelos
    imperialistas democráticos de nuestra sociedad-estado.
    La pobreza
    nos acompaña en casi todas las naciones y tenemos una
    dependencia casi total de los países llamados
    desarrollados, los cuales nos utilizan y desechan sin
    ningún tipo de prebenda. Es decir nos quedamos con un
    fragmento de la revolución de la libertad
    sin medida, puesto que somos libres para depender de
    países mucho más poderosos.
    Cada día nuestro pueblo pierde la posibilidad de tener
    una sociedad sin clases, estas injusticias se desembocan en
    la creación de grupos
    armados que buscan por la fuerza
    instaurar un código de justicia.
    El discurso
    de los posmodernistas plantea la imposibilidad de realizar un
    proyecto
    verdaderamente liberador y hasta de unificar un objetivo
    que de pie a una verdadera revolución de toda la
    sociedad.
    Latino América ya comienza a dar visos de
    remplazar lo ético por lo estético. En el
    sentido de que todo cuenta con la misma validez, creando
    situaciones de injusticia, que normalmente se degeneran en
    violencia.
    Aunque esta violencia a generado grandes conflictos, en Latinoamérica nos
    encontramos con un fenómeno extraño, y es que
    algunos conflictos se han solucionado por la vía del
    diálogo, esto da un reconocimiento a la
    búsqueda del otro, por medio del consenso.

    La realidad cultural latinoamericana lejos de ser
    una sola, presenta múltiples expresiones e impone
    indagar sus raíces históricas, desde el momento
    en que el conquistador atravesó el camino de las
    culturas autóctonas, cuando la espada y la cruz, en el
    flujo del poder de
    España, arribaron a las costas de
    América como símbolo de la dominación
    política y religiosa. Ese encuentro
    produjo una situación de dominio, a la
    vez que la coexistencia dentro de ella de formas culturales y
    sociales ambivalentes: española e indígena,
    criolla y mestiza, costa y montaña.
    En el aspecto social coexistieron elementos de la
    organización feudal junto a las singulares formas
    indígenas de producción y junto al repartimiento y
    la encomienda, también coexistieron la esclavitud y
    el salario.
    "Todos ellos contribuyeron a definir las características del modo de
    producción en las colonias, pero en su
    expresión externa el fenómeno venía
    determinado por los intereses y valores
    del mercantilismo que fue una importante vertiente
    en la formación del sistema
    capitalista".
    Las continuas relaciones con Francia e
    Inglaterra, la dependencia de las colonias
    frente a España, la formación de las sociedades
    nacionales y, posteriormente, las relaciones dependientes con
    los Estados
    Unidos, han ayudado a formar el tejido de nuestra
    cultura.
    Una cultura en muchos aspectos dispersa, marcada por el
    dualismo de los
    valores y la dependencia de ayer y de hoy. De ahí
    que el desafío de América Latina impone una
    doble condición: integración y liberación, ambas,
    se nos presentas ahora como exigencias necesarias para
    alcanzar su identidad
    Estos conceptos, integración, liberación e
    identidad,
    están en función de una realidad compleja cuyas
    raíces se afirman en el origen indohispano. La parte
    más visible de esa realidad, la punta del Iceberg, es
    –sobre todo– el fenómeno
    sociopolítico.
    Por ello, el problema social (y el político), es
    resaltado con mayor fuerza en la conciencia
    del escritor, del científico y del artista
    latinoamericano. Esa realidad ha constituido el tono
    dominante de nuestra labor creativa. De ella proviene en
    forma relevante, el motivo de su creación. El primer
    rasgo de integración e identidad, se da en la
    conciencia común de la liberación producida por
    esa situación determinada. Se puede decir que la
    acción sociopolítica y la consecuente
    conciencia común derivada de ella, contribuyen a un
    primer intento de integración cultural, a un
    acercamiento de los primeros rasgos de identidad.
    Pero este asomo de unidad histórica y temática,
    pese a su vigencia, no es por sí sólo
    suficiente para estructurar, en toda su dimensión y
    profundidad, la identidad de América Latina. Para eso,
    será necesaria la articulación y unidad de
    todos los elementos esenciales dispersos, los que,
    además del fenómeno sociopolítico, deben
    ayudar a nuestra identificación histórica.
    ¿Qué valores sobreviven de las culturas
    indígenas? ¿Qué significación
    histórica puede tener el mestizaje, entendido como un
    valor
    cultural y social de esa identidad, y no sólo como
    inevitable resultante biológica de un cruce de razas?
    ¿Qué puede aportar América Latina como
    parte del Tercer Mundo, ante la experiencia de
    deshumanización que ha corrido paralela a la
    industrialización y la tecnología? ¿Qué palabra
    puede decir sobre la posibilidad de un desarrollo
    que contribuya no sólo a hacer progresar al hombre
    sino hacerlo, a la vez, más humano? ¿Qué
    otros elementos de valor asoman de nuestro pasado o se
    proyectan para el futuro?.
    Las respuestas a estas preguntas implicaron e implican
    creación, reflexión y cambio.
    Creación, para que se exprese la potencia
    constructora y generadora del hombre latinoamericano a
    través del arte o de
    la
    ciencia; reflexión sobre ese mundo de realidades y
    posibilidades a través del pensar filosófico y
    cambio de esa realidad por medio del hacer teórico, de
    la praxis.
    De esa labor habrán de surgir nuevas formas que den a
    esta América su identidad y su ser. Esas formas que
    están ahí, bajo las aguas del tiempo,
    esperando salir para hacerse visible a todos.

  3. América Latina y La unidad Cultural.

    En relación con los distintos elementos que
    componen la cultura latinoamericana, cabe señalar, en
    una perspectiva mucho más cercana, las diferencias que
    existen entre la cultura, que podríamos denominar
    "rioplatense" y la cultura mestiza. La primera, producto
    de una transposición cultural de Europa a
    América y carente de una importante cultura
    indígena, se manifiesta por la ausencia del mestizaje,
    en la consolidación de una clase media sobre la base
    de una significativa inmigración europea y en el concepto de
    un nacionalismo, que en sus orígenes
    más pareciera explicarse frente al resto de la
    América mestiza que frente a la transferencia cultural
    proveniente de Europa y de los Estados Unidos.
    En cambio, la formación cultural de la América
    mestiza se manifiesta, por el encuentro de razas, por la
    presencia de una cultura indígena, en algunos casos
    muy significativa, por la ausencia de una clase media, que
    aparece después en algunos países de este tipo
    de cultura y por la reproducción en la colonia de un
    modelo de
    formación feudal que permitió una forma
    particular de explotación del indígena dentro
    de las formas sociales de producción que se
    encontraban dominadas por la necesidad de expansión
    comercial de la clase dominante.
    Lo anterior, por supuesto reconociendo la coexistencia de
    otras formas sociales como la esclavitud, la encomienda, el
    repartimiento y aun el régimen del salario, lo mismo
    que el espíritu mercantilista que estimuló el
    proceso histórico de la conquista y la colonia.
    Además de esta consideración, cabría
    hacer otra acerca de los diferentes grados de desarrollo
    cultural que existen entre los países de
    América Latina. Esto está relacionado con una
    serie de factores como el grado de desarrollo
    económico y social, el tamaño del
    país, los recursos
    de que dispone, y la expansión y desarrollo de su
    estructura
    cultural y educativa, como los colegios, universidades,
    bibliotecas, librerías,
    etcétera.
    Es pertinente también, tener presente la
    situación histórica peculiar de algunos
    países, con relación al grado de desarrollo de
    las culturas indígenas existentes al momento de la
    llegada de os españoles. Tal sería el caso de
    México y Perú. La
    relación que estas circunstancias tienen en el asunto
    que nos ocupan, se explica en la medida en que la existencia
    de un patrimonio
    cultural de tan importante envuelve las diferentes
    modalidades de un desarrollo posterior.

  4. La Cultura y Las Culturas

    Finalmente, cabe tener en cuenta la estructura
    social interna en cada uno de los países
    latinoamericanos, ligada tanto al fenómeno de la
    colonia como la nueva situación que plantean para
    América Latina las relaciones
    internacionales y la dependencia estructural.
    Sin entrar en un análisis riguroso sobre la
    formación de las clases
    sociales en América Latina, nos interesa apuntar
    la existencia fundamental de dos de ellas. Hay
    básicamente dos clases sociales determinadas por la
    situación de los individuos en las relaciones sociales
    de producción, por sus intereses y por las relaciones
    de dominación o dependencia que entre ellas se dan a
    través de la estructura de la sociedad. De la
    posición de clases depende en buena parte la
    ubicación personal en
    la sociedad y el acceso a la cultura, a la formación
    de hábitos y a la adopción de valores.
    Los grupos
    sociales intermedios, llamados también clase
    media, cuando actúan propiamente como grupo
    giran, por lo general, dentro de la esfera de la clase
    dominante y comparten sus valores e intereses.
    Durante la colonia, los peninsulares y los criollos
    constituyeron la clase dominante; indígenas, mestizos,
    mulatos, zambos y negros, la clase dominada. Las
    discrepancias de intereses entre criollos y peninsulares con
    relación a los beneficios de la colonia, determinaron
    los diferentes movimientos independentistas y la independencia.
    La cultura criolla y su correspondiente escala de
    valores se ha proyectado, sin mayores variaciones desde la
    colonia, hasta nuestros días. El sentido de patria, el
    concepto de cultura, los valores nacionales han sido
    conformados de acuerdo a la apreciación del criollo,
    que ha constituido la aristocracia latinoamericana y la clase
    terrateniente de la sociedad.
    Con el proceso de modernización, iniciado en
    América Latina a partir de la primera mitad del siglo
    XX, y que corresponde a la intención de los centros de
    poder de que los países periféricos adquieran cierto grado de
    tecnificación que les permita adecuarlos a los
    procesos
    de expansión del capitalismo mundial, un nuevo grupo, dentro de
    la clase dominante, comienza a cobrar forma en la
    región: son los representantes del capitalismo
    industrial, comercial y financiero. Todo ello estará
    en relación con aquellas teorías del desarrollo que proclaman la
    modernización, la productividad
    y el crecimiento
    económico, y que señalan como arquetipo del
    desarrollo a los países industrializados con el
    respectivo conjunto de ingredientes culturales y
    axiológicos.
    Todas esas teorías buscan sustituir el modelo de
    producción agroexportadora, por el de
    industrialización; significa la sustitución de
    la sociedad tradicional agraria, por otra moderna,
    tecnificada y de naciente capitalismo. Este cambio en el
    modelo productivo implicará también una
    transformación en la conducta
    social, hábitos y valores culturales.
    Este proceso histórico descrito sucintamente, ha
    contribuido a la heterogeneidad interna de las sociedades
    nacionales y a la fractura social y cultural de los elementos
    que la componen. Por ello, es más fácil
    identificar una mayor aproximación cultural,
    valorativa y de intereses entre las clases dominantes de
    América Latina y de las de los países
    desarrollados, que entre la población nacional, entendida
    globalmente. Por eso, al hablar de América Latina
    habrá que tomar en cuenta estas circunstancias
    históricas que la dividen y la diferencian, entre la
    cultura negra del Caribe, entre los diferentes grados de
    desarrollo cultural en cada uno de los países de la
    región y entre las diferencias sociales en las
    estructuras de cada uno de los países
    latinoamericanos.

  5. La Estructura Social Interna.
  6. La Búsqueda de la Cultura

Pero el término América Latina unifica en
un concepto una geografía cultural y
social diferente, al menos en los niveles que hemos mencionado.
Su universalidad radica en la diversidad de sus componentes que
al fin y al cabo es uno de sus alcances; la universalidad es
precisamente unidad de disimilitudes.
Hasta este momento hemos usado el concepto de cultura para
explicar tendencias generales arraigadas en una sociedad, las que
producidas por determinadas situaciones estructurales se traducen
en conductas individuales o colectivas, en hábitos,
intenciones y valores.
Ciertamente son diferentes las expresiones culturales en
América Latina y las posiciones que frente a ésta
se adoptan en cada región. Hemos señalado las
diversas variables que
intervienen en el problema por lo que conviene también
mencionar, que pese a sus diferencias por regiones, por
países y aun en la estructura interna de cada país,
hay un denominador común en el origen y en el destino de
América Latina. Este común denominador en el origen
se manifiesta principalmente en el hecho de formar parte de la
cultura occidental, en el mestizaje, en la lengua y en la
religión.
Con relación al destino, la conciencia más
lúcida de América Latina reclama por su
liberación en su sentido total, por la integración
de sus elementos constitutivos dispersos y por la identidad
histórica y cultural que exige una visión
crítica de Occidente.
América Latina es parte de una circunstancia
histórica específica y la autenticidad de su
pensamiento
está entrañablemente vinculada a esa realidad. La
formulación de la América Latina, como objeto de
reflexión histórica, filosófica y cultural,
imponen como tarea, dentro de ese marco, el planteamiento de
importantes asuntos. A Saber: asumir la crisis de
occidente, tomar conciencia de la situación desde la cual
nos incorporamos y contribuimos a la formación de una
historia y de una
cultura, contribuir al planteamiento de una nueva humanidad por
primera vez universal y plural simultáneamente y a la
traducción conceptual de un hombre nuevo, un nuevo
humanismo, y
una nueva escala de valores que dolorosamente la propia realidad
está formando. El hecho de que conserve, en la competencia y el
intercambio de culturas, la idiosincrasia esencial de sus
tradiciones vividas. Trabajar en este sentido, podría ser,
la contribución de Latinoamérica, no solo para el
futuro de ella, sino para el futuro de la humanidad. Es en fin,
aceptar un problema pero también una esperanza, una
perspectiva y un compromiso.

5.
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Follari Roberto y Lanz (Compiladores)
Enfoques sobre Posmodernidad en América Latina. Edi.
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Trabajo enviado por.
Samuel Darío Moreno Rincón

Partes: 1, 2
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