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Transformaciones Químicas, Bioquímicas y Análisis del Vino




Enviado por hmurn



     

    Indice
    1.
    Introducción

    2. Historia de la Fermentación
    Alcohólica

    3. Las Levaduras

    4.
    Fermentación Alcohólica

    5. Fermentación
    Maloláctica y las Bacterias
    Lácticas

    6. Análisis Químico del
    Vino

    7. Evolución del Vino en la
    Botella


    9. Bibliografía

    1.
    Introducción

    La palabra Enología etimológicamente
    proviene del griego: oinos, que significa vino, y logos, que
    equivale a palabra, discurso.
    Técnicamente, el diccionario
    vitivinícola internacional define a la Enología
    como "ciencia que
    trata de todo lo relativo a los vinos y a los mostos de uva".
    Comprende por lo tanto, el estudio de los productos
    vínicos y no vínicos; es decir, los
    analcohólicos,
    como el mosto concentrado, el jugo de uva y los subproductos de
    su elaboración: destilados, ácido tartárico,
    aceite, etcétera.
    La ley nacional
    define que "solo se consideran vinos genuinos a los obtenidos por
    la fermentación de la uva fresca, elaborados
    dentro de la zona de producción". En otros países, la
    elaboración de vino con pasas de uva o jugo de uva
    concentrado está permitida, claro está que la
    calidad de los
    mismos no es la de un vino elaborado con uva fresca.
    El clima y el
    suelo son
    fundamentales para conseguir vinos de calidad, pero no
    menos importante es el proceso de
    vinificación. Tanto es así que dependiendo de los
    procedimientos
    enológicos empleados en la elaboración, de la mejor
    uva puede salir un mal vino y de una uva deficiente un vino
    excelente.
    Seguidamente la uva sana es transportada al lagar de la forma
    menos agresiva posible, poniendo especial cuidado en que el grano
    no se deteriore por una excesiva presión,
    provocando una fermentación prematura.
    La descarga de la uva se realiza sobre la "tolva de
    recepción", una especie de pirámide invertida que a
    modo de embudo, irá depositando la uva sobre un sin fin
    que la conducirá directamente a la estrujadora, previo
    análisis del fruto para determinar su
    estado
    sanitario y su contenido en azúcares y ácidos. La
    estrujadora presionará el grano lo justo para evitar que
    pepitas y raspones (soporte estructural del racimo) se rompan y
    contaminen el mosto.
    La pasta resultante es trasladada por medio de la "bomba de
    impulsión de pasta" hasta las prensas, sin entrar en
    contacto con el aire para impedir
    el inicio de la fermentación. Si se trata de un vino
    tinto, antes de proceder al prensado hay que despalillar la
    pasta. A partir de aquí el proceso
    tomará distintos caminos bien se trate de tintos, blancos
    o rosados.

    "El vino humedece el alma y calma nuestras penas"
    El proceso más complejo de la elaboración de vino
    es el de la fermentación, a partir de este
    fenómeno, el jugo o mosto pasa a ser vino.
    ¿Qué cambios químicos se producen en ese
    simple jugo o mosto para que se transforme en esa bebida que
    apasiona al hombre casi
    desde su existencia? En este trabajo nos profundizaremos en este
    fenómeno de la fermentación y en los cambios
    físicos y químicos de todo el proceso.

    2. Historia de la
    Fermentación Alcohólica

    El origen de las bebidas fermentadas debe buscarse en
    los albores mismos de la vida humana. Según algunos
    autores, la miel de abejas silvestres aguada y abandonada a
    sí misma, debió ser la primera bebida fermentada.
    En una etapa no mucho más avanzada, debió seguir la
    elaboración del vino. La Biblia recuerda a Noé
    embriagado con el vino hecho de su propia vid.

    El fenómeno de la fermentación
    debió llamar la atención del hombre desde
    las épocas más remotas, pero sin el
    conocimiento de la naturaleza de los
    fenómenos químicos y biológicos que rigen
    las manifestaciones de la vida, no se puede dar una
    explicación, ni lejanamente probable sobre este
    fenómeno, y su realidad quedó envuelta en los velos
    del misterio hasta mediados del siglo XIX. Para entonces, sin
    conocer las causas ni los agentes que determinaban su
    formación, se sabía que los líquidos
    azucarados, una vez fermentados, contenían alcohol y
    anhídrido carbónico.
    "La fermentación es una de las operaciones
    más chocantes y más extraordinarias de todas las
    que la química
    nos presenta"
    LAVOISIER

    Hace apenas un siglo, Pasteur demostró que la
    fermentación se produce por medio de las levaduras cuando
    éstas viven sin aire, por
    supuesto que se puede hacer vino sin conocer todos los mecanismos
    de la fermentación, pero cuando estos mecanismos se
    conocen y se comprenden es más fácil seguirlos,
    reproducirlos y dirigirlos.
    "La fermentación es una correlación de la vida, y
    son las levaduras, hongos
    microscópicos unicelulares, las que descomponen el
    azúcar
    en alcohol y
    gas
    carbónico".

    3. Las
    Levaduras

    La vinificación, industria de
    la transformación de un producto de
    la tierra, de
    un fruto, en una bebida fermentada, no es una industria de
    fermentación banal. Escapa a las reglas industriales. El
    vinicultor no es dueño de la composición de la
    materia prima,
    ni de las cepas, ni de las regiones, ni del estado de
    maduración, ni de los agentes de transformación que
    habitan en la microflora natural de la uva. El solo puede
    modificar las condiciones de esta transformación.
    Como ya se ha dicho, las levaduras son los agentes de la
    fermentación. Se las puede cultivar como vegetales
    microscópicos. Se encuentran naturalmente en la superficie
    de la uva. El suelo es su
    principal hábitat en invierno, se encuentran en la capa
    superficial de la tierra. En
    verano, por medio de los insectos y del polvo que levantan los
    arados, son transportados hasta el fruto. La distribución de las levaduras se produce al
    azar. No hay, por lo tanto, levaduras específicas de la
    uva, ni mucho menos de las cepas.
    Existe un gran número de especies de levaduras que se
    diferencian por su aspecto, sus propiedades, sus modos de
    reproducción y por la forma en la que
    transforman el azúcar.
    Las levaduras del vino pertenecen a una docena de géneros,
    cada uno dividido en especies. Las especies más extendidas
    son Saccharomyces ellipsoideus, Kloeckera apiculata y
    Hanseniaspora uvarum, las cuales representan por sí solas
    el 90% de las levaduras utilizadas para la fermentación
    del vino.
    Como todos los seres vivos, las levaduras tienen necesidades
    precisas en lo que se refiere a nutrición y al medio
    en que viven. Son muy sensibles a la temperatura,
    necesitan oxígeno, una alimentación
    apropiada en azúcares, en elementos minerales y en
    sustancias nitrogenadas.
    Las levaduras tienen ciclos reproductivos cortos, lo que hace que
    el inicio de la fermentación sea tan rápido, pero
    así como se multiplican, pueden morir por la falta o el
    exceso de las variables
    mencionadas.

    4. Fermentación
    Alcohólica

    Temperatura
    La temperatura es
    un factor preponderante para la vida de las levaduras, no se
    desarrollan bien más que en una escala de
    temperaturas relativamente corta, hasta 30º C como
    máximo y por debajo de 13 ó 14º C el inicio de
    la fermentación de una vendimia es prácticamente
    imposible.
    Las temperaturas máximas y mínimas
    dependerán de la especie de levadura que se use, si es
    resistente o no y cual es la temperatura óptima para su
    desarrollo.
    También se deberá manejar la temperatura
    dependiendo del vino que se quiera obtener. Si se quiere obtener
    un vino con baja graduación alcohólica, se
    deberá hacer una fermentación a alta temperatura,
    por el contrario, si se quiere obtener un vino con alta
    graduación alcohólica se deberá proceder a
    una fermentación a baja temperatura.
    En general, la temperatura ideal para la vinificación en
    tinto se sitúa entre los 25 y los 30º C, en función de
    la necesidad de conseguir una fermentación suficientemente
    rápida, una buena maceración y evitar el cese de
    fermentación. Para la vinificación en blanco la
    temperatura recomendada es más baja, alrededor de los
    20º C.
    La temperatura crítica de la fermentación es el
    grado por encima del cual las levaduras ya no se reproducen y
    acaban muriendo, lentificando y deteniendo la
    fermentación. Es muy difícil decir cual es el
    límite exacto, sin embargo, es posible indicar una zona
    peligrosa que depende de la aireación, la riqueza del
    mosto, los factores nutritivos de las levaduras y la naturaleza de las
    mismas. En regiones templadas, la temperatura crítica se
    fija, generalmente, por encima de los 32º C; en regiones
    más cálidas puede ser un poco más alta. Esto
    no significa que cuando un depósito alcance estas
    temperaturas su fermentación se vea ya comprometida y que,
    forzosamente, deba detenerse, pero si indica que hay peligro de
    detención y que hay que intervenir a tiempo para
    evitar ese peligro.

    Influencia de la Aireación
    Las levaduras necesitan oxígeno
    para multiplicarse. En ausencia completa de aire, en un mosto de
    uva, se producen sólo algunas generaciones y su reproducción se detiene.
    La vinificación se conduce, normalmente, al abrigo del
    aire y el oxígeno es entonces el factor que limita la
    multiplicación de las levaduras. La rapidez del arranque
    de la fermentación depende de las condiciones de
    aireación. Generalmente con los trabajos previos a la
    fermentación (estrujado, despalillado, bombeo, etc.) se
    asegura una primera aireación útil para el
    arranque. La aireación se realiza bien por contacto
    continuo con el aire, por la operación de remontado. Para
    evitar el cese de la fermentación por asfixia de las
    levaduras se necesita airear cuando se opera en depósito
    cerrado y más cuanto mayor sea el contenido de
    azúcar de la vendimia.

    Remontado
    Es una práctica antigua y desde siempre muy recomendada.
    Consiste en sacar mosto en fermentación a través de
    una espita colocada en la parte inferior de la cuba,
    dejándolo caer desde cierta altura a una cubeta o cubo. La
    fuerza de la
    caída produce una emulsión que facilita la
    disolución del oxígeno. También se
    recomienda dejar correr el mosto a lo largo de una plancha, para
    aumentar la superficie de contacto con el aire. Existen grifos
    provistos de una tobera especial que provoca una emulsión
    enérgica. El mosto aireado se remonta por medio de una
    bomba hasta la parte superior de la cuba y
    rocía el sombrero de hollejos. De este modo se establece
    un circuito continuo.
    La duración de un remontado se calcula de acuerdo con el
    contenido del depósito a remontar. Está admitido
    que el bombeo de un tercio o la mitad de un mosto de la cuba es
    un volumen necesario
    y suficiente. El remontado se emplea para activar el trabajo de
    las levaduras, por lo cual debe realizarse al principio de la
    fermentación. La necesidad de aire de las levaduras es
    mayor cuando la temperatura es elevada, por lo cual,
    también es necesaria cuando la cuba de fermentación
    se calienta. Es recomendado en general hacer remontados
    preventivos, cuando las levaduras están en plena
    multiplicación, en la fase exponencial del crecimiento que
    corresponde a las primeras horas de la fermentación. En
    ese momento es cuando las levaduras pueden aprovechar el
    oxígeno que se les proporciona.

    Necesidades Nutritivas
    A las levaduras les es totalmente necesario encontrar ciertos
    alimentos en
    el mosto donde se desarrollan. Sus necesidades de azúcar y
    minerales son
    fácilmente satisfechas, pero los mostos están peor
    provistos de sustancias nitrogenadas asimilables.
    Las levaduras de vinificación están constituidas
    por un 25 a un 60% de sustancias nitrogenadas. Por lo que para
    desarrollarse y multiplicarse necesitan encontrar en el medio en
    que viven suficiente nitrógeno asimilable.
    El nitrógeno amoniacal (catión amonio) es el primer
    alimento nitrogenado consumido por las levaduras, le siguen
    ciertos aminoácidos libres, como el ácido
    glutámico. En treinta y seis horas de fermentación,
    las levaduras agotan literalmente el nitrógeno asimilable
    del mosto, así como también otros factores
    nutritivos.
    La vendimia puede ya de por sí ser pobre en
    nitrógeno asimilable, debido a una excesiva
    maduración o un índice elevado de podredumbre, que
    agota los elementos nitrogenados.
    La adición de nitrógeno amoniacal en forma de sal
    de amonio es indispensable en algunos casos y nunca está
    contraindicado, ya que si las levaduras se benefician, las
    bacterias no
    la utilizan. Añadiendo a una vendimia de 10 a 20 gramos de
    fosfato amónico por hectolitro, casi siempre aumentan las
    colonias de las levaduras y se acelera la fermentación. En
    los mostos ricos (vinos licorosos o similares), esta
    adición permite que la fermentación alcance un
    grado de alcohol más elevado.
    Si se decide enriquecer la cosecha con nitrógeno
    amoniacal, la adición debe hacerse preferentemente al
    iniciarse la fermentación. El nitrógeno adicionado
    de este modo es íntegramente consumido por las levaduras.
    Son indispensables una disolución previa y una buena
    mezcla. Si se efectúa la adición al segundo
    día de fermentación, las levaduras sólo
    utilizan dos tercios;’después de cuatro días,
    sólo la mitad, y hacia el término de la
    fermentación, apenas un tercio. Si se agrega para reavivar
    una fermentación perezosa o para reactivar una
    fermentación detenida, la adición debe ser
    pequeña, no sobrepasando los 10 g por
    hectolitro.

    Influencia de la Acidez
    Las levaduras hacen fermentar mejor los azúcares en un
    medio neutro o poco ácido. Cuando una fermentación
    se detiene no se debe a una falta de acidez, sino a un exceso de
    temperatura que asfixia las levaduras. Sin embargo, una acidez
    débil puede convertir en muy graves las consecuencias de
    esa detención, pues las bacterias de
    enfermedades se
    desarrollan más fácilmente cuanto mayor es el
    pH. La acidez
    debe ser tal que no favorezca el desarrollo de
    las levaduras, pero que perjudique a las bacterias peligrosas en
    caso de cese de la fermentación.

    5. Fermentación
    Maloláctica y las Bacterias Lácticas

    "En el transcurso de la elaboración y
    maduración de los vinos, pueden darse dos procesos
    biológicos de descomposición del ácido
    málico: uno protagonizado por levaduras, que fermentan el
    ácido málico, produciendo alcohol etílico y
    anhídrido carbónico, y se denomina
    fermentación maloalcohólica; y el otro es provocado
    por bacterias lácticas, que transforman el ácido
    málico, liberando ácido L(+)láctico y
    anhídrido carbónico, y se lo conoce como
    fermentación Maloláctica".
    Se trata de una fermentación por bacterias que se
    desarrolla después de la principal o tumultuosa, entrando
    en el concepto de
    fermentación secundaria. Se trata de una fase de acabado,
    donde se disminuirá la acidez fija y se
    suavizará.
    Durante esta etapa de transformación química, producida
    por bacterias, el ácido málico se
    transformará en ácido láctico y ácido
    carbónico. De esta transformación resulta una
    pérdida en la acidez fija, ya que el ácido
    málico contiene dos funciones
    ácidas mientras que el láctico contiene una sola,
    en pocas palabras, una parte de la acidez del vino se transforma
    en gas
    carbónico, el cual se desprende y desaparece.
    La fermentación del ácido láctico
    está provocada por el desarrollo de bacterias
    lácticas, éstas bacterias son mucho más
    pequeñas que las levaduras. Las bacterias se encuentran en
    los hollejos de las uvas maduras, al igual que las levaduras y
    los mohos.

    Mejora Gustativa
    En este aspecto, el vino sufre un cambio
    favorable, este aumento de calidad se debe a dos causas:
    disminución de los índices de los ácidos y
    sustitución de un ácido de sabor muy pronunciado,
    el málico, por otro ácido menos agresivo a las
    papilas gustativas, el ácido láctico.
    Un vino joven pierde así su sabor fuerte y duro para
    transformarse en uno suave. El color y el olor
    también se ven modificados en este proceso, deja de tener
    ese color rojo vivo,
    y su olor se aleja del de la uva, se enriquece y se llena de
    matices.

    Influencia del pH
    El factor primordial del vino es el pH. El pH
    óptimo para la proliferación de las bacterias se
    sitúa entre 4,2 y 4,5, muy por encima del pH de los vinos
    que va de 3,0 a 4,0. El pH límite absoluto se encuentra
    aproximadamente, en 2,9, valor por
    debajo del cual, la fermentación bacteriana no es
    posible.

    Influencia de la Temperatura
    La influencia de la temperatura es conocida por todos. La
    fermentación del ácido málico es lenta por
    debajo de los 15º C, mientras que a 20º C se
    efectúa en sólo unos días y a temperaturas
    de aproximadamente 10º C se necesitarían semanas o
    incluso meses a temperaturas inferiores.

    6. Análisis
    Químico del Vino

    Análisis de Alcohol
    El vino es una bebida moderadamente alcohólica. El alcohol
    del vino procede del proceso natural denominado
    fermentación y se realiza a costa del azúcar de la
    uva, dando cada 17,5 gramos de azúcar un grado de alcohol,
    que es un uno por ciento en volumen.

    El alcohol del vino es el etanol o alcohol
    etílico.
    Los vinos, generalmente, se hallan entre valores de
    alcohol de 10 a 14° (diez a catorce grados). Los vinos tintos
    suelen estar comprendidos entre 12 y 13° y los blancos y
    rosados entre 10 y 12°. La cuestión no es simple para
    los blancos y rosados. Hace años gustaban estos vinos con
    13° y envejecidos en roble. Hoy este tipo de vino es
    minoritario, para consumidores limitados, mientras el mercado demanda
    blancos y rosados de menor grado.
    Para vino tinto del año puede ser suficiente un valor de
    12° de alcohol, mientras que para un vino tinto de gran
    reserva ha de ser de 12,5 a 13,5°. Un vino de 14° puede
    resultar grosero.
    Por estas razones, el análisis del alcohol del vino es
    importante. Los métodos
    son diversos y, desde luego, no es fácil determinar por
    cata el alcohol de un vino.
    Generalmente, considerando las diferencias entre el alcohol y
    el agua, se
    establecen diferentes métodos.
    El agua tiene de
    densidad 1,000
    y el alcohol 0,793. Cuanto más alcohol tenga un vino
    más baja será su densidad, pero
    intervienen los ácidos, azúcares y color que es
    preciso separar. Para ello se destila el vino, quedando como
    residuos sin destilar los ácidos, azúcares y color,
    y pasando al destilado sólo el alcohol y agua. En este
    destilado se introduce un densímetro calibrado en grados
    de alcohol, el cual nos da el grado del vino. Este tipo de
    densímetro se denomina alcohómetro y es un elemento
    de precisión contrastado. Sus medidas expresan hasta
    décimas de grado.
    El agua tiene
    densidad 1,000, un vino de 12° tiene en su destilado 0,984 y
    uno de 13° 0,9828. Si no realizáramos la destilación no podría desarrollarse
    esta determinación.
    Otro método se
    basa en la temperatura a que hierve el agua y el alcohol. Se
    llama método
    ebullimétrico y no es tan exacto como el anterior, pero es
    de valor práctico. El agua hierve a 100° C y el
    alcohol del vino a 76° C. Cuanto más alcohol tenga un
    vino, a más baja temperatura hervirá. Sin embargo,
    existe una leve complicación. No siempre el agua hierve a
    100° C. Depende de la altitud y de la climatología: a
    mayor temperatura en tiempo de alta
    presión, como heladas, y a menor
    temperatura en tiempo revuelto o baja presión, como en
    borrascas. Pero la variante principal se debe a la altitud, pues
    al nivel del mar hervirá a 100° C, teóricos, y
    en otros lugares no, dependiendo si se está por encima o
    por debajo del nivel del mar. Por lo tanto, cada día que
    se ponga en práctica este método es preciso
    comprobar la temperatura a que hierve el agua. Este método
    no precisa destilación, pero no sirve para vinos
    dulces.
    El grado alcohólico de un vino se expresa con el grafismo
    "°", que significa grado y separa unidades de décimas,
    y también se expresa como "G.L.", como abreviatura de su
    instaurador, el físico francés Gay Lussac.
    La expresión frecuente de un vino, según las
    normas
    internacionales, es el alcohol adquirido, que es el alcohol en
    grados que tiene en ese momento. Pero también exista la
    expresión de alcohol total que supone el grado que
    tendría ese vino si su azúcar se transformara
    también en alcohol.

    Análisis de Acidez
    La uva es una fruta ácida y, como consecuencia, el vino es
    una bebida ácida.
    La uva forma numerosas sustancias ácidas, generales en el
    mundo de las frutas, pero los ácidos principales de la uva
    son:
    Tartárico: prototipo de ácido de uva. Puede existir
    en maduración hasta 7 gr./Kg.
    Málico: es el ácido típico de la manzana. La
    uva verde tiene mucho y la madura muy poco.
    Al fermentar la uva, estos ácidos pasan al vino como se ha
    descrito anteriormente, pero además, se forman otros
    beneficiosos y algunos negativos como:
    Ácido Láctico: es el gusto ácido del yogurt
    y es beneficioso.
    Ácido Succínico: también beneficioso.
    Ácido Acético: es el ácido del vinagre y es
    negativo. Una buena elaboración debe dar un mínimo
    acético.
    La acidez del vino no suele expresar como el contenido de cada
    ácido, sino como la suma de todos los ácidos y
    referida al más importante, que es el tartárico.
    Así, se analiza toda la actitud
    ácida del vino y se engloba expresándola en
    ácido tartárico. Este concepto es la
    acidez total que generalmente suele ser de entre 3 y 7 gramos por
    litro.
    Pero esta determinación no nos indica sólo lo
    bueno, ya que engloba también lo que es negativo, como es
    el ácido acético. Este, al ser evaporable, se llama
    acidez volátil. Por lo tanto, la acidez volátil es
    algo malo, que interesa sea mínimo, y el resto de la
    acidez, que se llama acidez fija, es positivo. Por lo tanto, hay
    tres conceptos de acidez:
    Acidez total que es la suma de acidez fija y acidez
    volátil.
    La acidez volátil oscila desde 0,2 gr./l. hasta un gramo
    por litro. No se aprecia al paladar hasta ser más de un
    gramo por litro.
    Podemos decir que, de un modo general, los vinos se han valorado
    siempre por un factor positivo, el grado, y por otro negativo, la
    acidez volátil. Esto no ocurre en zonas de vinos de
    calidad, donde intervienen numerosos factores más.
    Uno se podría plantear si siendo el acético un
    componente negativo y siendo volátil, por qué
    razón no se trasiega el vino aireándose para que se
    pierda. Sencillamente porque el ácido acético es
    volátil, pero menos que el alcohol. Si lo
    aireáramos intensamente, perderíamos más
    alcohol que acético.
    Estos valores
    expuestos son normales en vinificaciones y conservación,
    pero un vino en barril o en botella puede ser mantenido
    inadecuadamente por temperatura excesiva y subir su acidez
    volátil.
    No existe ningún método eficaz ni legal para quitar
    acético del vino, por lo que es preciso extremar los
    cuidados para que no suba, ni en elaboración ni en
    crianza.

    Los valores de acidez fija son la diferencia entre la
    total y la volátil.
    La acidez volátil se expresa en gramos de ácido
    acético por litro, y la total en tartárico,
    así como también la acidez fija. Por esta
    razón, para realizar la resta es preciso hallar antes el
    equivalente del acético en tartárico para hacer una
    sustracción homogénea. Por ejemplo, si un vino
    tinto tiene un valor de acidez total de 5,4 y de acidez
    volátil de 0,4, para calcular su acidez fija hay que
    considerar que el 0,4 en acético equivale a 0,5 en
    tartárico, y así, ya homogénea, la
    diferencia o acidez fija es de 4,9.
    El ácido málico de la uva da al vino un sabor
    áspero desagradable. Por esta razón, la
    técnica aprovecha un proceso natural causado por
    microbios, llamado desacidificación maloláctica,
    que transforma el ácido málico del vino en
    ácido láctico (fermentación
    maloláctica), resultando el vino mucho más
    agradable al paladar. Para este ácido, el málico,
    se utiliza un método de análisis muy simple para
    determinar cuándo ha desaparecido, transformándose
    en láctico.

    Análisis de Extracto Seco
    En materia de
    análisis de los vinos existe un concepto interesante
    conocido como extracto seco y expresa la cantidad de materias
    disueltas que no se evaporan. Constituyen el extracto seco
    componentes como:

    Ácidos fijos 3-10 gr./l.
    Glicerina 4-7 gr./l.
    Azúcar residual 1-2 gr./l.
    Color natural 0,5-2 gr./l.
    Minerales de la uva 1-2 gr./l.
    Fuente: Cooke, G. M., Making table Wines at home, p.27

    Esto viene a totalizar unos 25 gr./l. en los tintos. Es
    un concepto muy importante, ya que una pobreza en estas
    materias hace presentarse a los vinos como flojos y ligeros de
    paladar, y un exceso como ordinarios.
    La determinación de este extracto seco es muy sencilla. Se
    puede llevar a cabo por dos métodos. Uno simple y exacto
    consistente en evaporar rigurosamente una cantidad de vino y
    pesar el residuo después de haber evaporado por completo a
    la temperatura de ebullición.
    El otro sistema es
    indirecto y se basa en que de los tres grupos
    fundamentales de componentes de los vinos (agua, alcohol y
    extracto seco) el agua tiene una densidad fija que es 1. El
    alcohol tiene una densidad fija que es 0,793, y el extracto, al
    estar disuelto, sube la densidad del vino proporcionalmente a su
    cantidad. Por lo tanto, sabiendo la densidad de un vino y su
    grado alcohólico sabemos la densidad que tendría si
    sólo fuera agua y alcohol, y por la densidad del vino el
    valor del extracto. Estos cálculos se hacen con tablas y
    son muy sencillos. La densidad de los vinos también se
    determina sencillamente por aerometría, colocando vino en
    una probeta o introduciendo un densímetro, que es un
    aerómetro cuyo vástago está graduado en
    densidad desde 0.98 a 1,000.
    Como puede considerarse lógicamente, estas medidas han de
    hacerse a temperatura muy definida, ya que varían, por
    dilatación y contracción, los volúmenes y,
    por lo tanto, las densidades.
    Un componente importante del extracto es la glicerina del vino.
    La uva no tiene glicerina, pero ésta se forma de un modo
    natural en la fermentación. Es normal que se formen de 3 a
    5 gr./l., pero en los buenos tintos la cantidad formada llega a
    los 7 gr./l.
    La densidad relativa de los vinos, generalmente, está
    próxima a 0,994, lo cual significa que el vino contenido
    en un barril de 225 litros no llega a pesar 224 Kg.
    Cuanto más alcohol tenga un vino menor será su
    densidad.

    Análisis de Color
    Las materias que suponen la coloración natural de los
    vinos pueden analizarse por sí solas, separadas, o bien
    globalmente, como sensación similar a la que percibe la
    vista.
    Para el análisis global, se actúa con aparatos
    denominados espectrofotómetros. Antes eran sencillos
    colorímetros. El fundamento es simple: se mide la cantidad
    de luz que atraviesa
    el vino. Cuanto más color tenga menor proporción de
    luz
    pasará. Se trata, por lo tanto, de un foco luminoso que
    envía luz a un fotómetro y entre ellos se interpone
    una cantidad de vino exacta, generalmente de un centímetro
    de espesor. No suele emplearse luz normal, sino la luz que en
    cada caso dé mayor precisión. Por lo tanto, ha de
    ser monocromática y opuesta al color que se quiere
    controlar.
    Los vinos blancos tienen sólo color amarillo, pero los
    tintos y rosados tienen rojo y amarillo. Para controlar el
    amarillo se envía la luz opuesta, el azul, y para
    controlar el rojo se envía la luz opuesta, el verde.
    Técnicamente, estas luces se definen por su longitud de
    onda, el azul como 420 y el verde como 520. Cuanta más luz
    absorba el vino en este control, mayor
    será su color. Este se expresa como una cifra que es la
    suma de la luz que el vino absorbe. Orientativamente puede
    expresarse del modo siguiente, para un espesor de vino de 1 cm,
    en cubeta de cuarzo:

     

    Color

    Agua

    0,00

    Vino blanco muy pálido

    0,03

    Vino blanco pálido

    0,05

    Vino blanco pajizo

    0,07

    Vino blanco dorado

    0,1

    Vino blanco muy dorado

    0,15

    Vino rosado "abierto"

    0,2

    Vino rosado normal

    0,3

    Vino rosado alto de color

    0,5

    Vino rosado fuerte de color

    1

    Vino tinto muy "abierto" de color

    1,5

    Vino tinto "abierto" de color

    2

    Vino muy viejo

    3

    Vino tinto de cosecha

    3,2

    Vino tinto "reserva"

    3,3

    Vino tinto del año "medio"

    3,5

    Vino tinto Crianza

    3,7

    Vino tinto del año desgranado

    4

    Fuente: www.infoagro.com

    Estos datos expresan
    cantidad de color, pero en los rosados y tintos es preciso,
    también, exponer la calidad de color, es decir, el tono,
    lo cual se logra considerando por separado, sin sumarlos, los
    datos de
    absorción de luz a 420 y a 520. Esta calidad o tono de
    color es la relación entre la absorción a 420 y a
    520. Cuando el vino es joven, predomina el color rojo sobre el
    amarillo. La relación 420/520 es menos de uno. Si el vino
    es muy viejo, predomina el amarillo sobre el rojo y la
    relación sobrepasa el valor uno.

    7. Evolución del Vino en la
    Botella

    Esterificaciones del vino en la botella
    Siendo el vino una solución hidroalcohólica
    ácida es normal la formación de ésteres. En
    las esterificaciones intervienen los ácidos del vino y
    fundamentalmente el etanol. Ester es combinación de
    alcohol y ácido.
    Las reacciones de esterificación son procesos muy
    lentos limitados por los inversos de saponificación.
    Se ha imputado a los fenómenos de esterificación
    una gran responsabilidad en el bouquet del vino. Y se
    consideran fundamentales para la calidad, a considerarlos un
    fruto de un proceso contenido y de corto alcance para el vino
    viejo, en el sentido positivo, y con marcada incidencia en
    procesos negativos. Y hemos pasado a imputar más responsabilidad al etanol o enranciamiento en el
    envejecimiento sobre el fondo común ineludible de las
    sustancias polifenólicas.
    Las esterificaciones en botella vienen condicionadas por los valores de
    acidez y la naturaleza del ácido, siendo fuerte la
    razón esterificante para el tartárico y el
    acético y baja para los otros ácidos. Ciertamente,
    el acetato de etilo es el éster dominante en numerosos
    vinos. Se le responsabiliza la característica de avinagrado más que
    al propio ácido acético y su umbral de percepción
    se estima entre 180 y 200 miligramos por litro.
    El acetato de etilo es básicamente un indicio de
    degradación de calidad y, al igual que la acidez
    volátil, al enólogo le interesa presentar al
    consumo con
    valores bajos, próximos 100 miligramos por litro. Por
    ello, es conveniente conocer las circunstancias que propician
    niveles altos o bajos de acetato de etilo.
    Los vinos al entrar en la botella tienen 60 a 100 miligramos por
    litro de acetato de etilo.
    Después, en la botella sube muy lentamente, según
    el tipo de sanidad anterior con fermentación y en la
    barrica.

    Los Sulfatos del Vino Embotellado
    Como objetivo
    orgánico se han estudiado los niveles de sulfatos
    contenido por el vino embotellado. Proceden de la uva y aumentan
    al envejecer. La evolución en botella tiende a incrementar
    el nivel de sulfatos en el vino.

    Los Compuestos Responsables del Color
    Los compuestos responsables del color, los compuestos
    fenólicos y fundamentalmente los polifenólicos,
    además de la responsabilidad del color del vino tienen, en
    gran medida, responsabilidad en el aroma y en el gusto del
    vino.
    Como síntesis
    evolutiva desde la uva a la entrada del vino en la botella
    suponiendo maceración normal en vino tinto y permanencia
    en barril de 225 litros de uno a dos años, exponemos un
    resumen imprescindible para entender la evolución en la
    botella, su encadenamiento con los antecedentes y sus
    consecuencias. El vino llega al proceso de embotellado
    después de haber perdido gran cantidad de los antocianos
    en la fase de envejecimiento en barril, y según sea
    ésta nueva o vieja, y habiendo iniciado el desarrollo de
    condensación de taninos por polimerización.
    En líneas generales, la evolución en botella es un
    proceso de continuidad de las actividades de la barrica,
    exceptuando la toma de tanino del roble. Continúan, por lo
    tanto, la desaparición de antocianos para proseguir
    incrementándose los taninos, todo ello en un ambiente
    definitivamente reductor, sin suponer el tapón de corcho
    más que estrictamente un cierre de defensa ante
    oxidación, siendo anómalo cualquier deterioro del
    poder reductor
    a través del corcho o del cierre del tapón.
    La caída del color rojo es por destrucción de
    antocianos y el amarillo sube por acoplamiento de
    moléculas o polimerización.
    Estos fenómenos de evolución de antocianos
    (decreciente) y de polimerización (creciente) son
    sensibles a la temperatura ambiental. A menos de 5 ° C se
    detienen y alcanzan su punto óptimo cerca de los 30 °
    C, pero en la práctica si existe una variación
    térmica en la conservación de las botellas no
    sólo interviene la temperatura en su variación,
    sino que provoca cambios de volúmenes (en saltos
    térmicos de más de 8 ° C), lo cual supone una
    interacción entre masa de vino y masa de corcho que
    podría originar en el vino un desequilibrio del nivel
    reductor normal. Una botella conservada a 20° C vive menos
    que a 10° C.
    El volumen de vacío entre vino y tapón de corcho es
    una necesidad para amortiguar moderados cambios térmicos.
    Una cámara excesiva orienta el vino en la botella hacia
    fenómenos oxidativos y una ausencia de cámara de
    aire al menor sobresalto térmico ocasiona regurgitaciones
    que alteran el vino por invasión y retracción a
    través del tapón.

    8.
    Conclusiones

    Las transformaciones químicas y
    microbiológicas del vino han sido el objeto de asombro del
    hombre por siglos. En este trabajo sintético se ha tratado
    de dar una imagen global de
    cuales son esas transformaciones y como modifican al producto
    final, y como, partiendo de una simple baya cuyo contenido es
    agua y azúcar mayoritariamente, llegar a una bebida tan
    compleja como es el vino.
    La elaboración de vinos tiene miles de años, en
    esos tiempos, los vitivinicultores no conocían que era la
    fermentación, ni que era lo que sucedía en la
    química de la vinificación, sin embargo, elaboraban
    vinos. Hoy en día con los avances
    tecnológicos y los estudios que ha tenido el vino,
    contamos con herramientas
    como las descriptas en este trabajo, para producir vinos
    conociendo que es lo que sucede en cada etapa del proceso de
    vinificación, pudiendo modificar ciertos factores que nos
    lleven a una mejora en el producto.
    El análisis de los vinos comprende una rama fundamental de
    la enología, y forma parte de la vinificación, para
    estandarizar la producción y asegurar la calidad al
    consumidor,
    así como también, su salud.

    9.
    Bibliografía

    Álvarez, La viña, la vid y el vino,
    Editorial Trillas, 1991.
    Amerine, M. A., The Technology of Wine Making, 4th
    Edition, The Avi Publishing Co., Inc., Westport Conn, 1980.
    Cooke, G. M., Making Table Wine at Home, University of
    California, Davies, Division of Agriculture and Natural
    Resources, http://www.ucdavis.edu
    De Rosa, Tecnología del Vino
    Tinto, Editorial Mundi-Prensa.
    Hawley, G., Diccionario de
    Química y de Productos
    Químicos, Ediciones Omega. 1975.
    Oreglia, F., Enología Teórico-Práctica,
    Volumen Primero, Tercera Edición, Ediciones Instituto
    Salesiano de Artes Gráficas, 1978.
    Oreglia, F., Enología Teórico-Práctica,
    Volumen Segundo, Tercera Edición, Ediciones Instituto
    Salesiano de Artes Gráficas, 1978.
    Peynaud, E., Enología Práctica – Conocimiento y
    Elaboración del Vino, Ediciones Mundi-Prensa, 1977.
    Rankine, Manual
    Práctico de Enología, Editorial Acribia.
    Ruiz, Vinificación en Tinto, Editorial Mundi-Prensa,
    1991.
    Internet:
    http://www.infoagro.com
    Internet:
    http://www.alfinal.com/vinos.htm

     

     

     

    Autor:

    Hernán Murno

    Estudiante de Ingeniería en Alimentos

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