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El autismo infantil como psicosis



     

    Indice
    1.
    Introducción



    3. Autismo como
    cuarta estructura

    4. El autismo como
    psicosis

    5.
    Conclusiones y Reflexiones

    1.
    Introducción

    El trabajo intenta clarificar algunos puntos oscuros que
    hacen a la constitución subjetiva y diagnóstico del niño autista en
    tanto que estructura
    psicótica, desde una perspectiva
    psicoanalítica.
    Mucho se ha escrito y especulado sobre el autismo infantil, pero
    nada ha dejado claro la estructura y constitución de un
    sujeto autista.
    Generalmente es incluido dentro de los trastornos del desarrollo
    pero sin hipotetizar acerca de la estructura. Algunos autores lo
    incluyeron dentro de las psicosis
    infantiles, pero repetidas veces ha sido confundido con la
    esquizofrenia.
    Hay muchos puntos oscuros acerca de qué sucede en la
    constitución del niño autista. ¿Qué
    pasó en esos primeros tiempos, donde un adulto, sea quien
    fuere, era mediador de las necesidades del sujeto y el mundo?;
    ¿dónde se produjo la falla que desgarró la
    relación del niño con el mundo simbólico en
    el que nos movemos?.

    2. Autismo y
    Estructura

    Frente a la pregunta ¿Qué es el autismo
    infantil?, nos encontramos con varias posturas. En sus comienzos
    fue incluido dentro de las esquizofrenias, como un tipo
    más de ellas. Luego se lo incluyó dentro de las
    psicosis infantiles.
    Actualmente podemos definir dos corrientes o tendencias
    fundamentales de clasificación: una que ubica al autismo
    dentro de la estructura psicótica, tal como es
    conceptualizada desde la escuela
    lacaniana; y la otra, que define al autismo como una cuarta
    estructura, una nueva estructura.
    A continuación veremos cuáles son los fundamentos
    de estas dos posturas.

    3. Autismo como cuarta
    estructura

    Entre sus defensores nos encontramos con el matrimonio
    Lefort. Rosine Lefort afirma que el niño autista
    estaría excluido del campo del Otro, y quedaría
    como un sujeto inconstituído.
    También formulan un Otro inconstituído, en tanto
    que no alcanza con la existencia del Otro, para afirmarlo como
    tal, sino que además es necesario que el Otro tenga una
    hiancia, un agujero que sea significante de un deseo que
    posibilite la constitución de un sujeto.
    "Si la relación con el Otro no permite la
    inscripción significante del sujeto sobre el cuerpo
    tórico de ese Otro, el sujeto queda agujereado: es la
    psicosis".
    Para Lefort el Otro es esférico y no permite la entrada
    del sujeto al campo del Otro, por lo que desde lo que podemos
    leer, quedaría fuera del lenguaje y del
    discurso.
    Entonces nos encontramos con diferencias
    fundamentales:

    • No hay sujeto: pues no está
      constituido
    • No hay Otro: quien también es
      inconstituído y no es portador de la estructura del
      lenguaje

    Pero desde este lugar no habría posibilidades de
    dialectizar y metaforizar la estructura o de encontrar una
    suplencia del Nombre-del-Padre. ¿Cómo hacer entrar
    al sujeto inconstituído dentro del campo del Otro
    constituido o barrado? Y en un campo de preguntas fundamentales,
    ¿es posible la existencia de un sujeto que no es sujeto,
    de un sujeto inconstituído?. ¿Es posible la
    existencia de un sujeto que nunca fue deseo de un Otro?
    Lacan dice el Otro completo no existe, no existe Otro del Otro
    que nos dé garantías porque el Otro está
    siempre agujereado. El Otro es siempre deseante y el sujeto no es
    sin Otro.

    4. El autismo como
    psicosis

    Lacan como vimos postula tres estructuras:
    neurótica, psicótica y perversa. Las tres se
    encuentran dentro del lenguaje, aunque no todas dentro del
    discurso. Para Lacan no hay sujeto fuera del lenguaje, en tanto
    que el lenguaje lo
    preexiste y lo constituye como tal. Dice en el Seminario La
    Identificación que incluso su perra Justine está
    bañada por el lenguaje.
    "Mi perra, a mi juicio y sin ambigüedad, habla. Mi perra
    tiene la palabra sin duda alguna. Esto es importante pues no
    quiere decir que tenga totalmente el lenguaje…"
    La psicosis está fuera del discurso, en tanto no excluye
    la relación sexual como imposible y no excluye su ausencia
    como real.
    Para el psicótico si existe la relación sexual,
    porque al no operar el Nombre-del-Padre y no producirse la
    significación fálica, no ha operado la
    represión que deje la necesidad como pérdida, que
    deje algo como perdido. La forclusión del Nombre-del-Padre
    como significante es correlativa del acceso al goce en tanto que
    interdicto.
    Pero entonces ¿qué es lo que diferencia al sujeto
    del animal?. Lacan responde:
    ¿Qué es lo que distingue este uso, en suma muy
    suficientemente logrado por los resultado que se trata de obtener
    en mi perra, de la palabra, de una palabra humana?… a saber: la
    relación a la identificación…
    Si hay algún elemento de progreso en las vías por
    las que intento conducirlos, es llevarlos a percibir que, de
    tomarlos por otro, el sujeto los ubica a nivel del Otro, con una
    gran O.
    Es justamente lo que le falta a mi perra: no hay para ella
    más que un pequeño otro".
    La diferencia está en que su perra Justine (ni
    ningún otro animal) no toma al hombre como
    Otro. El sujeto toma a "uno por otro", esto es lo que lo coloca a
    nivel del Otro. Este es uno de los dos puntos que lo alejan al
    hombre de la animalidad. El otro punto es la posibilidad de
    transferencia.
    Entonces si no hay posibilidad de existencia fuera del lenguaje,
    fuera del campo del Otro; no podemos pensar el autismo sino como
    una estructura psicótica.
    Entonces, ¿hay sujeto en la psicosis?
    Sí, en un sentido, hay más sujeto en la psicosis
    que en la neurosis. Porque,
    justamente lo que el psicótico hace es retener el
    significante que él cree que lo nombra, mientras que en la
    neurosis, este significante está forcluído.
    Nadie puede escapar, en mayor o menor medida de la
    determinación significante, de la captura por el
    significante. Captura gracias a la cual nos constituimos como
    sujetos.
    En la psicosis hay sujeto porque es el entrecruzamiento de por lo
    menos dos significantes que se articulan en la demanda el S1
    y el S2. Así también lo es, aunque quede
    petrificado en el I(A), ya que este es un significante
    aislado.
    Los defensores de esta postura afirman que el significante
    Nombre-del-Padre está forcluído para el sujeto.
    Pero esto no significa que el sujeto tenga problemas con
    la Ley, ya lo dice
    Lacan en "De una cuestión preliminar…"
    "Pero sobre lo que queremos insistir es sobre el hecho de que no
    es sólo la manera en que la madre se aviene a la persona del padre
    de lo que convendría ocuparse, sino del caso que hace de
    su palabra, digamos el término, de su autoridad,
    dicho de otra manera del lugar que ella reserva al
    Nombre-del-Padre en la promoción de la ley".
    Es decir, que el Nombre-del-Padre tiene que ver con la autoridad,
    es decir con el valor de
    augurio que tenga esa ley. Hace falta estar investido de
    autoridad para poder obtener
    creencia del otro. Eidelsztein afirma:
    "Quien fue el representante del Otro para determinado sujeto, si
    se posicionó o no con relación a la autoridad, el
    padre será el representante de esa autoridad y si el que
    representa al Otro no se somete a sí mismo a la autoridad
    de lo dicho, está excluyendo la función
    paterna para quien es influenciado por ese dicho".
    Esto es lo que sucede también en el autismo como psicosis.
    El Otro no se posiciona con relación a esta autoridad, y
    excluye el Nombre-del-Padre para el niño.
    "Lo dicho primero decreta, aforiza, es oráculo, confiere
    al Otro su real y oscura autoridad"
    El sujeto autista queda petrificado en este primer dicho del
    Otro, dotándolo de omnipotencia y una autoridad a la que
    él mismo (el Otro) no se somete, por eso es oscura.
    Dice Lacan en "Una cuestión preliminar a todo tratamiento
    posible de la psicosis" que la condición del sujeto, ya
    sea neurosis o psicosis, depende de lo que tiene lugar en el
    Otro.
    Y dice que elemento que falta en el Otro es el Nombre-del-Padre,
    el significante que representa la ley en el lugar del tesoro de
    significantes.
    Esta carencia produce una especie de desanudamiento de la cadena
    significante, lo que hace que los significantes drenen hacia el
    registro de lo
    real y retornen bajo la forma de fenómeno
    psicótico. Así es como se crea la condición
    del sujeto psicótico.
    Esto explica lo anteriormente dicho, de que hay sujeto y que a
    pesar de la exclusión del significante de la ley en el
    Otro, el psicótico no está excluido de la
    relación al Otro del significante, aunque sí esa
    relación esté seriamente perturbada por la
    exclusión del Nombre-del-Padre.
    Skiadaresis habla de que los padres de niños
    autistas, Lacan los llama "padres unilaterales". Aquellos, son un
    fraude de la ley.
    Se constituyen como una fachada de ser el representante
    más legítimo de la ley, lugar al cual nadie puede
    acceder como absoluto. Desde que se identifican a ese lugar
    absoluto ya están fraguando la ley. Esto es lo mismo que
    "ser la Ley y no estar sometido a ella", lo que presentifica el
    segundo tiempo de la
    estructura edípica.

    5. Conclusiones y
    Reflexiones

    Para develar los interrogantes que motivaron el trabajo
    tuvimos que remontarnos a lo que Freud y Lacan
    marcan como el comienzo, el origen del sujeto, si me permiten
    hablar de origen.
    Para ambos no hay sujeto sin Otro o sin prójimo, que cuide
    del sujeto, dirá Lacan, que lo desee. Y este es el punto
    clave: no hay sujeto que no sea deseo del Otro.
    El sujeto para poder ser tal debe haber encontrado Otro que
    realice la acción específica por él, ya que
    este nace totalmente indefenso y desvalido para colmar sus
    propias necesidades. A partir de esta dependencia física, surge una
    dependencia psicológica, una ligazón al Otro que
    condenará al sujeto para toda su existencia. Condena
    gracias a la cual, el sujeto existe.
    El sujeto es recibido en un mundo simbólico de
    significaciones dadas, en un mundo de lenguaje, al cual
    accederá con autorización del Otro; es decir, el
    Otro es quien da entrada al sujeto en lo simbólico, en el
    campo del Otro como lugar de la Ley, lugar del lenguaje.
    ¿Qué implica la entrada en el campo del Otro?
    Implica saber que el Otro no es completo, que el Otro es deseante
    y que por tanto está barrado por la misma barra del
    significante, ley primordial del no todo, ley por la cual algo
    está perdido por estructura.
    Si el Otro permite la entrada del sujeto en su campo es porque
    algo le falta y cree que el sujeto puede obturar ese agujero.
    El encuentro con el Otro es desencuentro en tanto, el Otro no
    puede colmar nuestra necesidad, por cuanto esta debe atravesar el
    molino de los significantes, y en este recorrido, se transforma
    en demanda, que deja tras sí un resto no simbolizado,
    imposible de significar, que circulará eternamente. Este
    resto eterno es el deseo. Por esto decimos que el deseo, y
    nosotros puntuamos del sujeto, es el deseo del Otro.
    El sujeto descubre rápidamente el lugar del objeto del
    deseo del Otro y pronto se identificará a él, el
    falo, para ser mirado por el Otro y obtener una imagen de
    completud otorgada en el espejo por el Otro.
    Esta es la primera identificación, identificación a
    lo que al Otro le falta.
    Lacan en el Seminario IX, utiliza el toro para explicar la
    identificación.
    Se llama toro a la superficie de revolución
    engendrada por la rotación de una circunferencia en
    torno a un eje
    que no la toque en ninguno de sus puntos. Si bien esta
    definición es geométrica, las propiedades
    topológicas del toro son de gran importancia. En especial,
    la propiedad de
    tener un asa, o agujero, que determina que existan en el toro
    lazos no reducibles. Un importante teorema de la topología combinatoria asegura que toda
    superficie cerrada y orientable es un toro con n agujeros. El
    caso n = 0 corresponde obviamente a la esfera, si se la piensa
    como un "toro sin agujeros", y el caso n = 1 es el toro usual. En
    la topología combinatoria, el toro bidimensional se define
    identificando dos a dos los lados opuestos de un
    rectángulo, como muestra la
    figura:
    a b
    a´ b´
    Y entonces obtenemos lo siguiente:
    El toro delimita un interior y un exterior con la particularidad
    de presentar un centro exterior, un centro agujereado, pero
    igualmente es el que permite el anudamiento. El toro es la
    organización de un agujero en una esfera.

    Esfera Toro
    De la misma manera en que el toro tiene un centro exterior, la
    identificación es la respuesta a como algo exterior se
    vuelve interior, exterior pero central.
    La identificación es la respuesta a como un significante y
    una imagen del Otro se vuelve constitutivo para el sujeto. El
    sujeto se identifica a lo que al Otro le falta, a un agujero, y
    este pasa a ser el centro del sujeto.
    Esto se asemeja al concepto de
    éxtimo que enuncia Lacan. Dice que la estructura del
    sujeto es una estructura externa pero íntima, de donde
    surge este concepto neológico pero muy gráfico.
    Podemos decir que el sujeto para ser sujetado por un Otro, debe
    salir de sí mismo y encontrar su sentido fuera de
    sí mismo.
    Rodolfo Iuorno citando a Lacan, dice que hay tres posiciones del
    niño en relación al deseo del Otro, o deseo
    materno.
    La primera posición es cuando el niño viene al
    lugar del objeto de deseo materno como falo, conocida con la
    siguiente representación:
    hijo

    falo

    La segunda posibilidad, es cuando el niño no
    entra en la atribución fálica; hay una falta de
    distancia entre la identificación con el ideal del yo y la
    parte tomada del deseo de la madre, falta la mediación de
    la función paterna, quedando el niño a expensas de
    todas las capturas fantasmáticas, convirtiéndose en
    objeto de la madre.

    $ à a š niño = objeto

    Y la tercera posición, es cuando el niño
    adviene como objeto metafórico del amor de la
    madre por un hombre, como un hijo de ese hombre y no de otro;
    donde el niño queda como metáfora de
    amor.

    hijo

    amor

    El sujeto adviene tal por las dos operaciones
    fundamentales de la relación del sujeto al Otro, que son
    alienación y separación.
    La relación del sujeto al Otro se engendra en todo un
    proceso de
    hiancia, donde el sujeto surge por un agujero que da cuenta de
    que el Otro desea.
    La esencia de la alienación es la inscripción del
    sujeto en el campo del Otro. El Otro da al sujeto un lugar, el
    del S1 donde queda alienado y petrificado. El sujeto se realiza
    en la pérdida, en el objeto a, que se presentifica como
    consecuencia del inconciente del Otro.
    El objeto a es impensable in el deseo del Otro y se produce en la
    operación de separación, la cual le permite al
    sujeto escapar de la vacilación alienante. Su referencia
    es ahora el deseo del Otro y no más, el discurso del
    Otro.
    El sujeto, por la separación sale de esta
    cristalización en el Uno del Otro y descubre el intervalo
    entre los significantes del discurso del Otro, intervalo que
    denuncia el deseo del Otro, lugar donde se constituye el deseo
    del sujeto como deseo del Otro.
    Este es un deseo desconocido, en tanto que no se sabe que es lo
    que el Otro desea, pero no anónimo, en tanto que debe
    haber un representante concreto del
    Otro. De aquí, la posibilidad para el sujeto de situarse
    como objeto causa de deseo.
    Parece que el niño autista queda atrapado en el fantasma
    materno, donde la función tercera no interviene y queda a
    disposición de este deseo omnipotente y toda captura
    fantasmática, quedándole sólo la posibilidad
    de revelar ese objeto.
    Esto es distinto a lo que sucede con el niño
    neurótico quien es el síntoma de la pareja
    parental. El niño es metáfora, tal como lo vimos en
    la tercera posibilidad. El niño presentifica el
    síntoma de uno de sus padres o de ambos. Pero esto no es
    posible en el psicótico ya que no hay posibilidades de
    metaforización, de sustitución, ya que falta el
    Nombre-del-Padre que es el significante que da paso a la
    metáfora paterna.
    El niño autista como objeto a en fantasma materno satura
    el modo de falta en que se especifica el deseo materno, es decir,
    cristaliza el deslizamiento del deseo por distintos objetos,
    quedando el niño cristalizado en el a.
    Sabemos que lo que distingue al autismo como psicosis es la no
    operación de la función del Nombre-del-Padre, osea
    su forclusión, y por lo tanto falta el significante que
    ordene la cadena, que realice el corte necesario entre la madre y
    el niño.
    Entonces cuando el niño no está en el lugar del
    ideal para la madre, sin mediación paterna, aparece como
    valor de goce. Es válida la metáfora que Lacan
    introduce en El reverso del psicoanálisis, donde compara la madre con
    un cocodrilo devorador del hijo y el Nombre-del-Padre como el
    barrote que, colocado verticalmente en la boca del cocodrilo,
    impide que la madre devore al hijo.
    La ausencia del término Nombre-del-Padre pone en
    relación directa al Deseo de la Madre con el niño
    como objeto de goce, deja al niño a expensas del capricho
    del Otro.
    La forclusión del significante Nombre-del-Padre implica la
    no representabilidad del sujeto en la cadena, pues pierde el
    sentido y se queda con el ser. Esto es lo mismo que dice Lacan,
    que el psicótico y en este caso el autista, están
    fuera del discurso.
    En esta vertiente, la de la forclusión del
    Nombre-del-Padre, el niño no está representado en
    la cadena del deseo, en su lugar realiza el objeto del fantasma
    materno; en vez de existir como significante del deseo, es objeto
    de goce no ligado a la significación fálica, goce
    asexuado. Lo que implica la forclusión del
    Nombre-del-Padre es que no se produce el corte o
    separación del objeto de goce del Otro, puede ser en este
    caso un Otro materno.
    Podemos escuchar significaciones tales como silencio, repliegue y
    encierro; los cuales pensados en relación a la
    constitución del sujeto, son justamente contrarios a lo
    que debería suceder. Salir para encontrar algo de
    sí pero que en realidad es del Otro.
    ¿Es mejor salir que quedarse adentro?
    Sí, porque es una elección como la
    alienación. El significante que lo nombra está
    perdido, elija lo que elija. Si se queda en sí mismo,
    pierde el sentido que le da el Otro y por supuesto el
    significante que nombra. Si elige salir pierde el S1 pero
    encuentra el sentido que el Otro le da lo que le permite abrir
    una búsqueda infinita.
    Ya dijimos, el sujeto debe "salir" para encontrarse en el Otro, y
    en el autista y muchas veces en su familia
    descubrimos un movimiento
    reiterativo de "entrar" y encerrarse. El autista cristalizado en
    el fantasma materno, presentifica el movimiento familiar, es
    decir, se hace objeto a. Mientras que no se posiciona en el lugar
    del falo no puede identificarse a un significante.
    Si Lacan dice que toda identificación es
    identificación al significante, entonces podemos
    hipotetizar que en el autismo no habría
    identificación. ¿Qué hay entonces?
    Pues, hablamos de una cristalización en el Uno del Otro,
    que lo petrifica en el sin-sentido. El autista queda atrapado en
    el vel de la alienación y no puede escapar de ella porque
    no encuentra las fallas necesarias en el discurso del Otro, no
    encuentra su deseo.
    El S1 atrapa al sujeto, pero sabemos que este no es un
    significante, ya que si lo fuera estaría encadenado a
    otros, y esto es lo que en el autismo no sucede. El autista no
    puede hacer cadena porque falta el significante ordenador, falta
    el Nombre-del-Padre.
    Esta cristalización que sufre el niño autista
    está lejos del atrapamiento en la imagen narcisista del
    estadio del espejo. El Otro esta corrido y el sujeto no puede
    mirarse, porque no es mirado, no puede unificarse porque no
    encuentra un Otro agujereado donde ser el objeto que lo complete.
    Para el autista el espejo está roto.
    Si el Otro falta, falta la mediación de lo
    simbólico que ordene, y la imagen es un caos, pues lo que
    el sujeto ve es lo real, se encuentra con unas flores dispersas y
    un florero sin relación entre ambos.
    Falta la mediación y el sostén de la mirada del
    Otro, falta el espejo que devuelva una imagen de completud, una
    mirada que narcisice al sujeto.
    El autista queda a la deriva de lo real, sin mediación
    simbólica que acote el goce, que delimite un cuerpo, que
    lo sujete en el Otro. No hay para el autista un Otro que lo
    escuche y signifique su pedido en términos de demanda.
    Lacan en la Conferencia de
    Ginebra dice claramente que el autista se escucha a sí
    mismo. El problema es qué escuchan y como lo hacen, ya que
    lo que nosotros tenemos para decirles no lo escuchan. Lacan
    sitúa las dificultades del lado del que escucha, no del
    lado del autista y piensa que hay algo para decirles.
    ¿Qué lugar queda para un sujeto que no es
    escuchado, si se supone que no escucha porque no habla?
    ¿Qué lugar queda para un sujeto donde el Otro no le
    permite la entrada al discurso por medio del significante?
    ¿Podemos pensar en una nueva estructura para el autismo?
    ¿O es la posición de no escucha en que los
    ubicamos, donde surge la posibilidad de una nueva estructura? Con
    esto, ¿podemos hablar del autismo como una psicosis?.
    "… el mundo era una extensión de sí misma y su
    cuerpo se desplazaba y se reproducía; la preocupaban
    continuamente las maquinarias sobre todo las bombitas
    eléctricas, las veía como palabras, cada vez que se
    encendían, alguien empezaba a hablar. Consideraba entonces
    a la oscuridad, una forma de pensamiento
    silencioso. Una tarde de verano, a los cinco años, se
    fijó en un ventilador eléctrico que giraba sobre un
    armario. Consideró que era un objeto vivo de la especie de
    las hembras, la nena del aire con el alma
    enjaulada, Laura dijo que vivía ahí y
    levantó la mano para mostrar el techo. "Ahí", dijo,
    y movía la cabeza de izquierda a derecha. La madre
    apagó el ventilador; en ese momento empezó a tener
    dificultades con el lenguaje; perdió la capacidad de usar
    los pronombres personales y al tiempo, casi dejó de
    usarlos y después escondió en el recuerdo las
    palabras que conocía; sólo emitía un
    pequeño cloqueo y abría y cerraba los ojos."
    La posición que deberíamos tomar frente al autista,
    sería de escucha. Esto es posicionarlo en un lugar de
    sujeto hablante y permitir que algunos significantes comiencen a
    circular, al menos metonímicamente, para sacarlo del lugar
    de cristalización, en el Uno del Otro, en que quedó
    atrapado por la omnipotencia de un Otro que no dio lugar a la
    entrada de la ley, que no dio lugar a la entrada del sujeto en el
    campo del significante.
    Escuchar al otro es saberse en falta, es abrir el campo del deseo
    del Otro.

     

     

     

     

     

    Autor:

    Lic. Ivana Alejandra Polo. Psicóloga.

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