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Niños de la calle




Enviado por kucla



    Indice:
    Definición
    Contexto Actual De La Infancia Pobre
    Problemas De Los Chicos De La Calle
    Recorrido Histórico
    Conformación De La Subjetividad En
    Condiciones De Extrema Pobreza

    ¿Qué Pasa Con La Identidad Del
    Niño?

    Conclusión

     

    Definición:

    La definición más comúnmente usada
    proviene de UNICEF y distingue dos grupos:

    Niños en la calle: son aquellos que pasan
    la mayor parte del tiempo en la
    calle, pero que tienen algún tipo de soporto familiar y
    vuelven a su casa por la noche.

    Niños de la calle: pasan el día y
    la noche en la calle y están funcionalmente sin soporte
    familiar.

    Contexto
    actual de la infancia
    pobre

    Las estadísticas de las Naciones Unidas
    dicen que América
    Latina los niños de la
    calle sus edades oscilan entre 8 y los 17 años. Las
    niñas constituyen aproximadamente un 10 y 15%, ya que
    tienen más posibilidades de elaborar estrategias
    alternativas(cuidados de hermanos menores, trabajo
    doméstico, prostitución.)

    La pobreza en
    América
    Latina produce muerte,
    enfermedades
    evitables, causadas por las falencias, ausencia de sistemas
    sanitarios y educativos, el abandono y la falta de
    hogar.

    Es sabido que la pobreza y el
    desempleo de
    los adultos es fuente de desesperanza, complicando las relaciones
    entre padres e hijos y creando situaciones límite en la
    configuración familiar. Se intenta responsabilizar a los
    padres sin conciencia, pero
    si existe esa calidad de
    padres, por lo general soportan la misma marginación que
    sus hijos. Dice acerca de esto el padre Cajade: "La realidad
    de los chicos en riesgo es
    consecuencias de problemáticas que empiezan en sus
    familias. Cuando decís que a los chicos de Argentina les
    faltan sus derechos, estas diciendo que
    le están faltando los derechos a los padres de los chicos.
    En la medida que aumenta la franja de exclusión de los
    padres esto se reproduce sobre la niñez."
    (Diario Hoy,
    25/4/99)

    Aún cuando la problemática de los niños
    de la calle aparece ante la sociedad como un
    hecho crítico en aumento, su cuantificación resulta
    dificultosa. Ello se debe a que los mismos niños en
    general deambulan de un lado al otro de la ciudad y al hecho de
    que gran cantidad de niños van al centro de las ciudades
    en calidad de trabajadores, solos o con sus progenitores,
    distorsionando la evaluación
    de su situación.

    " La idea de mafias del sexo o de la
    droga, que
    manejan algunos grupos de chicos, niega la situación
    estructural que los arroja a los lugares vacíos de la
    ciudad. Quedan a merced de la calle y sus dueños, desde la
    policía hasta de los aprovechadores de su infancia y su
    soledad"
    (Reprtto, Carlos. Medico psiquiatra y Prof. de la
    UBA, Clarín 2/8/98)

    A partir de datos obtenidos
    por UNICEF, tomados de informantes clave, en el año 1991,
    se puede estimar en todo el país que habría
    alrededor 24.000 niños que trabajan en las calles y 6.000
    niños que viven en la calle, es decir sin vínculos
    familiares o con vínculos débiles. La gran
    mayoría (80%) son varones y su distribución etárea es la siguiente:
    15% son menores de 8 años de edad, 50% tienen entre 8 a 14
    años y 35% entre 15 y 18.

    Un elevado número de estos niños y
    adolescentes
    ya ha pasado por algún nivel de judicialización,
    presentando algunos un ciclo
    policía-juzgado-instituto-calle, proceso que
    los va deteriorando aún más.

    En la opinión del Director de Minoridad del
    Arzobispado, Jorge Herrera Gallo, el chico de la calle es alguien
    que más que vivir sobrevive. "En la calle el chico
    aprende a sobrevivir cada día que pasa, por lo cual
    tendrá que aprender el lenguaje,
    las conductas y las reglas de las "ranchadas" que son los lugares
    donde se juntan los chicos."
    (Clarín,
    2/8/98)

    Según estimaciones realizadas por INDEC/CELADE,
    la tasa de actividad de los niños entre 10 y 14
    años pasó de 8% en 1960 a 6,6% en 1980. En este
    último año, las tasas de los varones (8,3%) y del
    área rural (11,8%) fueron las más altas.

    En cuanto a la situación de las niñas, su
    inserción laboral tiende a
    ser subestimada ya que las que están a cargo de las tareas
    domésticas, no son consideradas como trabajadoras ni
    están remuneradas, lo que dificulta su
    relevamiento.

    Una investigación realizada en 1987,
    utilizó un cuestionario
    con preguntas adicionales a las habituales con el objetivo de
    mejorar la captación de la extensión del trabajo
    infantil (6 a 14 años). Al mismo tiempo,
    permitió conocer algunas relaciones del trabajo infantil.
    Aquí también se confirmó que la tasa de
    actividad de los pobres (3,6%) es superior a la de los no-pobres
    (1,5%). Asimismo, la actividad laboral aumenta con la edad y la
    pobreza: mientras 6,8% de los niños pobres de 11-14
    años trabajan, ese porcentaje desciende a 1,2% entre los
    niños pobres de 6 a 10 años. Por otro lado, los
    resultados indicaron que los niños trabajadores pobres
    realizan sus actividades laborales fundamentalmente como cuenta
    propia o empleado doméstico, y a medida que disminuye el
    nivel de pobreza, predominan las actividades de "ayuda familiar"
    o asalariadas. O sea, los niños de familias más
    pobres realizan los trabajos más marginales.

    El lugar marginal y la poca solución que les da
    la sociedad les permite(o les obliga) a elaborar estrategias de
    urgencia que les proporcionan algún recurso
    económico(limpieza de parabrisas, venta de
    estampitas, robo) A las cuales el imaginario social1
    llama trabajo infantil, pero que en realidad no pueden llamarse
    trabajo, ya que son solo actividades destinadas a la
    supervivencia.

    Hoy podemos pensar a estos niños de la calle como
    un excluido más del mercado.

    La consistencia imaginaria de la infancia(niñez
    como inocencia, fragilidad y docilidad) concebida en el mundo
    burgués persiste hoy, y por lo tanto hay un desacople
    entre este discurso y lo
    que ocurre en la realidad, ya que ha habido un cambio
    histórico, ya sea desde los modelos de
    acumulación, como en el mundo del trabajo, la
    heterogeneidad de la pobreza, la vida cotidiana, etc.

    La autora Cristina Corea plantea, que los niños
    pobres, la marginalidad en
    que están subsumidos, los chicos de la calle, y las
    situaciones violentas que ellos mismos protagonizan son un
    síntoma del agotamiento de las instituciones
    que forjaron la infancia, la escuela, la familia, el
    juzgado de menores, las instituciones de asistencia a la familia, por lo
    cual estas ya no producen su objeto: la infancia.

    Los chicos en y de la calle son un síntoma social
    principalmente de la falta de trabajo que ha pasado a ser en la
    sociedad actual un bien escaso y precario.

    Históricamente, los chicos que trabajaban cuando
    el trabajo
    requería tomar a todos los adultos era mal visto(ya que
    está condición de trabajador estaba reservada al
    mundo adulto, el cual tenía acceso al trabajo); hoy,
    podría pensarse que el trabajo de los niños es un
    mal menor dentro de todos los problemas que
    enfrentan los chicos de la calle.

    El trabajo hoy a pesar de todo sigue estructurando la
    vida cotidiana, ya sea económicamente,
    simbólicamente y como estructurador de
    subjetividades.

    PROBLEMAS
    DE LOS CHICOS DE LA CALLE

    Salud física: los
    traumatismos y algunas infecciones(parasitosis), son más
    las más comunes entre los chicos de la calle. El 80% usa
    droga regularmente, las más frecuentes usadas son los
    adhesivos de contacto(tipo poxiran) muchas veces para matar el
    hambre, iniciándolos así en la droga, siguiendo en
    frecuencia la cocaina y la marihuana. La
    actividad sexual comienza a edades tempranas, los embarazos en
    adolescentes son muy frecuentes.

    Salud Mental: Los niños realizan actividades
    intermitentes. Lavar o cuidar autos, venta
    ambulante, pedir limosna, robar o caen la prostitución.
    Algunos forman bandas que presentan una estructura de
    tipo jerárquico, pero la mayoría forman grupos
    menos estables y con roles menos definidos, y consecuentemente
    más adaptables a los problemas de la calle.

    Muchos son correos para pequeñas dosis de
    drogas, que
    son pagadas con un sándwich y la cuota de pegamento o
    marihuana.

    En América Latina, el periodismo,
    policía, justicia,
    negocios y la
    sociedad en general, consideran a los niños de la calle
    como un grupo
    irredimibles de delincuentes, que representan una amenaza
    moral para la
    sociedad civilizada(por ejemplo en Brasil la
    conformación de escuadrones de la muerte para
    el exterminio de estos niños. El Movimiento
    Nacional de niños de la calle en Brasil encontró
    457 asesinatos de niños entre marzo y agosto de
    1989.)

    El gobierno toma
    como única solución a este problema el encarcelar a
    los niños de la calle.

    Tanto el gobierno como el periodismo y la sociedad
    entera debería tomar conciencia del valor de estos
    niños y la contribución que cada uno pueda hacer
    para resolver la situación.

    Frecuentemente los niños callejeros viven
    momentos en los que desean dejar la vida en la calle. Sin
    embargo, el arraigo que tienen a la vida en la calle es muy
    fuerte y les ha generado un deterioro físico y emocional
    que no les permite proyectarse a futuro y tomar la
    decisión de modificar su vida. Si llegan a tomar esta
    decisión en un momento de crisis, es muy
    poco probable que logren mantenerse fuera de la calle por
    más que unas cuantas semanas o meses. Esto se manifiesta
    claramente en la itinerancia de los niños callejeros a
    través de diversas instituciones sin lograr establecerse
    en ninguna de ellas.

     Algunos funcionarios públicos piensan en
    una propuesta que ahora parece tener eco entre ciertos
    legisladores: llevarse por la fuerza a los
    niños que viven en la calle a los centros de atención en los que deben de permanecer de
    manera obligatoria.

    Esta visión parte del supuesto de que los
    niños, por su deterioro y grado de adicción no
    pueden tomar decisiones y es necesario "pensar por ellos". Dentro
    de esta lógica,
    la única manera de iniciar un proceso educativo con estos
    niños es obligándolos a desintoxicarse y alejarse
    de su ambiente
    callejero. Las estrategias más comunes para tratar con
    niños pobres y de la calle son:

    • Concebir al niño como un enfermo e incapaz,
      por lo que desconocen toda capacidad de reflexión y
      acción de éste y enfatizan únicamente su
      "anomalía". Lo grave es que no se determinan los
      criterios de evaluación y procedimiento
      para determinar tal incapacidad.
    • No hacer distinciones entre los niños y los
      problemas específicos que presentan, asumiendo que todos
      requieren del mismo tipo de intervención. Esto lleva a
      criterios poco claros que permitan definir cual tipo de
      alternativa puede ser la más adecuada para determinados
      niños y bajo que circunstancias (casa hogar, albergue,
      psiquiátrico, familia sustituta, su propia familia,
      etc.)
    • Tender a "criminalizar" o "penalizar" la vida en la
      calle.
    • Situar al niño como materia
      "dañada" y al adulto redentor como poseedor de la
      salud y
      bienestar. Esta situación genera graves estragos en el
      autoestima
      del niño, dejándolo en una situación de
      dependencia.
    • Normalmente el niño aprende rápidamente
      a "decir lo que el adulto quiere escuchar" para obtener la
      posibilidad de escapar.
    • Colocan el problema "dentro del niño" sin
      tomar en cuenta los diversos factores externos que
      influyen.
    • Construyen un "mundo falso" para el niño
      dentro de la institución, sin brindarle la oportunidad
      de relacionarse con su entorno.
    • Al ubicar el problema únicamente como interno
      presupone dos posibilidades: el niño deja la
      institución y se encuentra inhabilitado para
      desarrollarse adecuadamente o bien, el niño requiere de
      una institucionalización indefinida.
    • Califican de nocivo la totalidad del ambiente del
      niño: familia, comunidad, etc.
      por lo que busca alejarlo y desvincularlo de él. En
      otros casos no existen elementos que permitan supervisar y
      garantizar la construcción de una vida fuera de la
      institución y el vínculo con su
      familia.

    Al centrar la definición de los chicos callejeros
    a sus dimensiones básicamente individuales olvida entre
    otras cosas:

    • La historia personal de
      niño (lo que incluye además su tránsito
      por las instituciones).
    • Sus redes subjetivas
      (contactos interpersonales con su contexto)
    • El acceso a las substancias: uso, abuso y utilidad. Los
      abusos físicos, sexuales y emocionales sufridos y
      cometidos.
    • Características de relación con su
      grupo (roles, funciones,
      valores,
      códigos, etc.) Fuerte sentido de pertenencia con un
      grupo callejero.
    • Que a una misma zona siguen llegando nuevos
      niños que se integran a este sistema
      callejero

    Para caracterizar el tipo de población al que se dirigen los diferentes
    programas
    públicos o privados (y aún en las comunidades
    terapéuticas), se exige un diagnóstico previo que tome en cuenta de
    manera profunda y detallada todas las particularidades necesarias
    que nos permitan precisar y comprender el terreno de
    intervención y sus modalidades.

     Lo anterior implica reconocer aspectos como el
    grado de arraigo de los niños con la calle o el tipo de
    relación que guardan con sus familias de origen, entre
    otras cosas.

     

    RECORRIDO
    HISTÓRICO

    Explicación del desarrollo
    histórico de las instituciones dedicadas a controlar la
    niñez en la Argentina y como eran considerados los menores
    durante el siglo XIX y principios del
    XX. Cárcel, manicomio, reformatorio, y orfanato
    surgieron como instrumentos equivalente de control social
    reales y simbólicos, para reproducir un orden autoritario.
    Así fueron a la cárcel no solo los delincuentes,
    sino los que pensaban distinto, tanto como el orfanato se
    erigió en destino de los niños sin familia o de los
    repudiados por ella. Con esto ser malo, ser huérfano se
    tornaron equivalentes y asimilables como en un continuo a ser
    loco o delincuente. Es decir fuente de peligro.

    Como se consideraba al niño pobre:

    Durante el siglo XIX y hasta 1899, el menor era
    considerado un enfermo más susceptible de curación
    que de castigo, y el menor absuelto por habérselo
    declarado incapaz de imputabilidad (según lo
    establecía el Código
    Penal),- no debla ser abandonado si no instituido. Suprimida la
    idea del castigo, la reforma de los menores debía estar a
    cargo de la comunidad.

    Se consideraba que la falta de educación tanto de
    los menores como de sus padres, el deseo de lucro,
    el vicio, el abandono, la falta de moralidad, el
    vagabundeo y la mendicidad fueron consideradas causas de la
    criminalidad, y por ende, un peligro para la sociedad frente a
    las cuales la única era la educación, la
    instrucción, el trabajo y la disciplina.

    En 1916 se presentó un proyecto de
    código de menores, en el cual se establecía que el
    juzgado de menores con competencia
    podían privar de la patria
    potestad, acusar de abandono material o moral del menor u
    otras circunstancias que constituyan un peligro mas o menos
    permanente para su salud o moral.

    Todas las instituciones del nuevo derecho penal
    debían ser creadas con el fin de educar, de ahí,
    que no solo debiera atender la ley al menor
    delincuente, si no también al abandonado, al vago, etc,
    porque no se veía en todos ellos más que un futuro
    delincuente adulto.

    En 1950 y durante toda la década del sesenta
    comienza un proceso de institucionalización y
    sociologización del problema del menor, sin ningún
    tipo de modificaciones a nivel jurídico. En estas
    décadas se sigue manteniendo una ideología y práctica
    represivo-asistencialista. Se ve al menor como objeto de
    derecho.

    En las décadas de los setenta y ochenta se
    produce todo un crecimiento y consolidación con respecto a
    la figura del menor, el mismo pasa a ser de objeto a sujeto de
    derecho. Se intentó superar el nivel de la cultura
    jurídica de la ideología
    asistencialista.

    Instituciones que se ocuparon de la niñez en
    "abandono" o pobre:

    En el año 1779 se crea la Casa de Niños
    Expósitos para recoger y educar a los niños
    abandonados.

    En 1870 la Sociedad de Beneficencia creó un Asilo
    de Corrección para las mujeres jóvenes y adultas y
    por causa de la fiebre amarilla en el año 1871 f
    fundó el Asilo para Huérfanas.

    Los Asilos creados hasta el momento, estaban a
    cargo de los Defensores de Menores, quiénes se ocupaban
    del juicio sucesorio y de los bienes de
    éstos. Transcurridos dos años, la Sociedad de
    Beneficencia se hizo cargo de los Asilos.

    Se decidió crear en el año 1905 "La
    Colonia de Marcos Paz", para menores condenados, habituales y
    abandonados. Este era el único Reformatorio que
    poseía el Gobierno Nacional. El reglamento que
    dictó el poder Ejecutivo, para la misma,
    tenía por objetivo la educación e
    instrucción de los menores, con el propósito de
    educarlos moral y físicamente.

    En 1913 se creó el "Departamento de Menores
    Abandonados y Encausados", el fin del mismo era proveer a la
    mejor instalación de los menores encausados y abandonados
    que se alojaban en condiciones perjudiciales para su salud en el
    departamento de Policía.

    En 1918 el Departamento fue suprimido y los menores
    fueron enviados al Instituto Tutelar de Menores, éste
    estaba dividido en dos sectores-. por un lado, el legal para
    menores encausados, y por el otro lado, tutelar. Los menores bajo
    tutela eran los abandonados por sus padres o aquellos cuyos
    padres certificaran que les era imposible su
    educación.

    El Asilo Correccional de Mujeres de la Capital o
    Cárcel Correccional de Mujeres, estaba dividido en dos
    departamentos: el primero era para mujeres y menores presas, y el
    segundo, para menores encausadas por los defensores. El
    establecimiento estaba a cargo de las religiosas de la Caridad
    del Buen Pastor.

    De acuerdo con la ley Orgánica 1893, se
    estableció que los Defensores de Menores debían ser
    argentinos, mayores de 50 años y con las siguientes
    atribuciones: como cuidar de los menores huérfanos y
    abandonados por los padres, tutores o encargados, en caso de
    bienes, tomar las medidas necesarias para su seguridad y para
    proveer la de los tutores; atender las quejas por malos tratos a
    los menores, dadas por los padres, parientes o encargados y dar
    cuenta a los asesores letrados para que elevaren las quejas a los
    jueces o tomaran por si medidas para evitar tales hechos;
    etc.

    Por su parte Roberto Bullich, coautor de un proyecto de
    código del niño, estableció que era
    necesario implementar nuevos métodos y
    que en vez de reprimir que se establezca la tutela del estado por
    medio de los jueces, que se individualicen los procedimientos y
    se adopten medidas convenientes ya que los menores son pocas
    veces anormales y si lo son puedan reformarse, esos jueces
    utilizarán en vez de penas, medidas de seguridad, para
    hacer del menor un ciudadano útil.

    Según la ley orgánica de los tribunales de
    la Capital la guarda y la protección oficial de los
    menores estaría a cargo de los defensores y asesores
    letrados, coincidiéndoseles a los primeros amplia
    facultades para proteger a los menores y también se les
    concedan atribuciones para imponer penas de reclusión
    correccional a menores que tuvieran mala conducta.

    En 1918 el Presidente Irigoyen dictó un decreto
    por el cual se otorgó al Consejo General de la Sociedad de
    Conferencias de Señoras de San Vicente de Paul el
    Patronato de los Menores Varones de la Colonia de Marcos Paz y
    del Instituto Tutelar de Menores, con atribuciones para visitar
    periódicamente los establecimientos citados; para
    gestionar la admisión en instituciones particulares de
    menores huérfanos y abandonados que no pudieran ser
    alojados en los oficiales; etc. .

    En el mismo año se establece que las causales de
    la privación de la patria potestad para los padres de los
    menores de 18 años, en casos de delitos cometidos
    contra sus hijos, o cuando fuesen delincuentes profesionales o
    peligrosos o de ebrios, o en los casos en que se maltrate al
    menor, o cuando el menor se encontrara moral o materialmente
    abandonados(esto incluye también estar en la calle). En
    los casos en que se privare de la patria potestad al padre, los
    jueces se la otorgaban a la madre, ya que la misma en esa
    época no gozaba de la titularidad como del ejercicio de la
    patria potestad, o nombrarle un tutor o confiar el menor a la
    tutela del Estado, ejercida por medio de los
    defensores.

    Con la tutela estatal se establece la disposición
    definitiva del menor, después de la absolución o
    del sobreseimiento o de la resolución definitiva respecto
    de un delito en que
    hubiese sido víctima, por tiempo indeterminado y hasta la
    mayoría de edad, en caso de abandono material o moral,
    agregándose aquí el supuesto de "peligro moral". Se
    define a éstas situaciones como la incitación al
    menor a la realización de actos perjudiciales para su
    salud física o moral.

    También en esta época se autorizaba al
    Poder
    Ejecutivo a invertir una suma para construir una escuela para
    la detención preventiva de menores y un reformatorio para
    menores delincuentes a de mala conducta.

    El niño diferenciado del adulto; tomando fuerza
    la infancia como categoría psicológica se
    desarrolla a partir del siglo XVIII. Este reconocimiento
    está ligado a la instauración de la familia
    moderna, basada en el amor
    conyugal, reconocimiento de roles parentales y filiales, el
    instinto materno, derechos sucesorios como garantía de
    transmisión de los bienes y en la preocupación por
    la salud y educación de sus miembros.

    Como es considerado, hoy el niño, y como
    funcionan las instituciones de la sociedad entorno a
    él:

    En la Argentina tanto la Ley Nacional que regula la
    protección a la infancia por parte del Estado(10.903) como
    el régimen penal de menores son instrumentos
    jurídicos se encuentran en una contradicción con la
    Convención de los Derechos del
    Niño y la Normativa Internacional. Si bien la
    Convención de loa Derechos del Niño es ley nacional
    desde 1990 y desde agosto de 1994 tiene rango constitucional,
    aún no se han realizado ningún tipo de
    modificaciones con respecto a las leyes de fondo
    por lo que el poder judicial se
    sigue rigiendo con las leyes anteriores.

    Con respecto a lo anterior, la mayoría de las
    provincias tiene su propia ley de protección pero siempre
    siguiendo los parámetros de la ley nacional, y sus
    organismos administrativos depende del ejecutivo provincial
    (direcciones de Minoridad y Familia), las mismas funcionan como
    brazo ejecutor de las decisiones de la Justicia. Pero cabe
    destacar que la instancia nacional es el Consejo Nacional del
    Menor y la Familia, el problema que se presenta con respecto a
    esto es, que el mismo al reducir sus competencias al
    ámbito de la Capital Federal no establece una coordinación de políticas
    a nivel federal.

    Los modelos de atención que se llevan adelante en
    todo el país revela que los programas y proyectos de
    acción social destinados a las familias, los niños
    y las niñas, y los adolescentes responden a demandas
    puntuales a través de dos variantes, la asistencia
    directa, en forma de comida, ropa, medicamentos u otros bienes de
    sobrevivencia, distribuida tanto por los estados como por
    organizaciones
    no gubernamentales de caridad; y la otra variante es la
    atención institucional, la misma se construyó en la
    oferta
    gubernamental y no gubernamental de "protección" a la
    infancia en extrema pobreza.

    En lo que respecta al tema institucional, creo necesario
    establecer una diferencia, ya que el sistema penal para mayores
    no es el mismo en el caso de los niños, dado que la
    entrada al sistema no sólo se da cuando éstos son
    autores de delitos, sino que también por temas
    'asistenciales" o 'tutelares', es decir que muchas veces los
    chicos que están en o de la calle, o ejerciendo
    algún tipo de trabajo son un blanco para institucionalizar
    en nombre de esta doctrina.

     

    Conformación de la subjetividad en
    condiciones de extrema pobreza

    El ser humano debe tener alguna estructura capaz de
    contenerlo y sostenerlo hasta que este entre en su edad
    productiva(adulto) lo cual la mayoría de las veces esto es
    llevado a cabo por la familia, la escuela, la medicina, la
    caridad, el sistema jurídico y el aparato estatal. Estas
    instituciones permiten así producir las subjetividades del
    niño. Pero como dije anteriormente los chicos de la calle
    y en extrema pobreza, se les dificulta el paso por dichos
    lugares(exceptuando el sistema jurídico), por lo cual su
    subjetividad construida a partir del OTRO, se realizara a partir
    de la calle y los institutos de menores, alejándolo de la
    familia de su comunidad, sin tener acceso al sistema educativo ni
    sanitario.

    Los discursos
    familiares, el trabajo y otras prácticas sociales que
    otorgan sentido al hacer humano y conforman la subjetividad
    tomando a la misma como la definen, Gima,J.M y Le Fur,A. : "la
    subjetividad como el conjunto de efectos, variables
    histórica y situacionalmente de discursos socialmente
    instituidos que ofrecen modelos identificatorios o tipos ideales,
    a través de los cuales los sujetos se perciben a si mismos
    según las representaciones que les otorgan esos
    dispositivos. Es ésta la instancia imaginaria del
    psiquismo(pág 37)."
    Una vez internalizados los
    discursos como subjetividad, son percibidos por el imaginario del
    sujeto como su SER.

    Cuando el niño nace es prematuro y exige que unos
    brazos(otro humano) lo reciban, le den una palabra y lo
    reconozcan. El sujeto necesita determinadas condiciones para ser.
    Lo histórico social va a conformar la subjetividad del
    niño. Para que el individuo venga al mundo y se conforme
    como sujeto debe venir a un lugar preestablecido(ya sea amor u odio)
    sino, no puede advenir como sujeto. Es lo que Piera Auglanier
    denomina la "sombra hablada", es decir un conjunto de
    significaciones dichas, anhelos, rechazos que van conformando
    este lugar(soliloquio a dos voces entre madre e hijo) que
    establecerá el lugar previo a la ocupación real del
    mundo.

    Para la conformación de la subjetividad es
    necesaria la función
    materna, que dará el conjunto de cuidados necesarios que
    el niño requiere en el periodo de prematuración. Es
    la portavoz de la cultura. Este niño no es consciente de
    los limites del mundo que le es ajeno, donde termina o empieza su
    cuerpo. Hay un préstamo de la madre de su aparato
    psíquico(del infans-sin palabra) que requiere del otro
    para que lo interprete(signifique) sus necesidades. Si nadie dice
    nada de él no tiene como construir su campo
    simbólico.

    La autora citada sitúa esto en un proceso
    originario(1-4 meses) donde es el origen del advenimiento del yo,
    donde no hay discriminación entre objeto y sujeto. Este
    está seguido por un proceso primario donde ya pueden
    elaborar representaciones en ausencia del objeto. Los primeros
    rudimentos de la representación especular posibilitando la
    discriminación frente al espejo, que tiene que ver con
    algo que está fuera de mi que me posibilita pensar: "ese
    soy yo". La presencia del otro me devuelve una imagen que me
    confirma o no la representación que yo tengo de mi
    mismo(triangulación especular, la mirada del otro) Por
    último el proceso secundario permitirá una nueva
    identificación idéica, el niño ya ingresa al
    mundo simbólico gracias al otro que se lo posibilita,
    realiza un proceso de apropiación del leguaje, de la
    cultura. Esto hace que pueda fijar el afecto en términos
    de libertad a los
    sentimientos(registro
    conciente del afecto) Se establece un contrato
    narcisista entre el niño y el otro, hay una
    aceptación del niño(enfans) que ha resignado algo
    de su narcisismo para someterse al mundo simbólico. Ha
    aceptado el lenguaje de la
    cultura como propio. Es decir que la sociedad me ofrece
    pertenencia a un lugar de la misma. Este niño ya
    estará en condiciones de vivir en autonomía del
    otro.

    Aulagnier sitúa al lenguaje como una violencia
    necesaria, ya que el mismo hace a las cosas, este poder de
    denominación de ponerle nombre a las cosas tiene un
    sentido preformador de la realidad(lo construye, le da un nombre)
    También el lenguaje es causa del sujeto, no es posible
    pensar al mismo sin lenguaje(sin cultura), todo deseo necesita
    articulación con la palabra(así también
    ocurre con el deseo materno)

    Este breve desarrollo teórico es para dar cuenta
    de la importancia del OTRO en la conformación de la
    subjetividad, identidad, y
    el psiquismo. Para así poder pensar las dificultades a las
    que se ven expuestas los chicos de la calle, muchas veces
    abandonados desde edades tempranas, alejados de sus
    familias(institucionalizados), sin la posibilidad de que este
    OTRO ejerza óptimamente la función materna, paterna
    y familiar, haciendo que su subjetividad se vaya conformado, a
    los tropezones en el ambiente callejero, sin una comunicación, ni uso del lenguaje
    fluido(muchos de estos niños presentan problemas de
    lenguaje, vocabulario, expresión), sin un apoyo constate
    de aquel otro que lo signifique como sujeto e interprete sus
    necesidades. La calle o una institución cerrada no son los
    ámbitos propicios para este desarrollo. Si construir un
    vínculo madre-hijo, que posibilita el acceso al mundo
    humano, no es algo espontáneo, ni instintivo, cabe
    preguntarse como ha de gestarse un vínculo con el chico de
    la calle, en cuanto su historia (signada por la miseria) le
    permita difícilmente articular un vinculo madre-hijo,
    niño-adulto para proyectarse en la vida.

     

    ¿Qué pasa con la identidad del
    niño?

    Desde esta perspectiva, la vida en la calle más
    que una patología individual, representa un sistema de
    relaciones y representaciones
    construidos a partir de una
    realidad concreta por un grupo específico y cumple, entre
    muchas otras cosas, la función de brindar un sentido de
    identidad que es necesario para la construcción y
    supervivencia del sujeto en lo individual y lo
    colectivo.

    La permanencia en la calle, las estrategias para
    sobrevivir, la violencia e incluso la droga misma, son
    componentes de esta vida en la calle y, pese al daño que
    muchos de estos elementos causan a los niños, cumplen la
    función de integrar y dar sentido a este grupo.

    De ahí que, actualmente, cada vez más
    programas busquen formas para abordar a los niños de la
    calle de manera que este sistema de relaciones en el que se
    insertan sea modificado y reconstruido paulatinamente, se oriente
    hacia fortalecer una identidad diferente a la que los mantiene en
    la calle y no termine por reforzarla.

    Si bien desde esta perspectiva se van construyendo
    modelos y revisando los actuales, existen evidencias de que hay
    modelos que terminan por reforzar la estancia en la
    calle.

    En el desarrollo de una identidad alternativa a la
    callejera, va quedando claro la necesidad de construir modelos
    que faciliten un ambiente en donde los niños se sientan
    integrados, escuchados, participantes y seguros. Los
    modelos masivos aún con las mejores intenciones, presentan
    de origen una dificultad para lograr este proceso y terminan casi
    siempre convirtiéndose en bodegas de
    niños.

    Creo que el Padre Luis Farinello expresa muy bien esta
    problemática: "El chico de la calle es un pibe que
    sufre y que vive de frustraciones. Atrás de ellos no hay
    mafias: hay familias desnutridas, sin trabajo, un papá
    alcohólico, una mamá golpeada. Está expuesto
    al desprecio de la gente y de la policía que lo cataloga
    como negro, sucio, feo y chorro"
    (Diario Clarín,
    2/8/98)

    Nuestra identidad se funda y se desarrolla dentro de una
    familia. Esta a su vez pertenece a una cultura, a una lengua, a una
    historia y una geografía particular
    y, fundamentalmente a una comunidad con sus hábitos y
    valores. Un padre, para cumplir la función esencial de la
    paternidad debe cumplir el lugar de transmisión de la Ley,
    de un orden no arbitrario ni creado por él, sino que lo
    trasciende y que, a su vez legará al hijo con la
    posibilidad de transmitirlo. El niño es en relación
    a ese lugar, donde se formula la pregunta de la identidad: quien
    soy para.

    La crianza del niño en el ámbito familiar
    constituye un vínculo proveedor de identidad,
    complementado por quienes representan una continuidad afectiva,
    cultural o social(ej: la comunidad) El soporte material es
    esencial para el funcionamiento de la trama familiar. Las
    condiciones socio-económicas se articulan directamente con
    la posibilidad efectiva de alcanzar el pleno derecho a la
    identidad. En el contexto de la pobreza, el fenómeno de
    abandono aparece como un componente de la geografía
    social, desde el cual no es posible atribuir responsabilidad primaria a los padres abandonantes
    del hijo gestado.

    Por lo antedicho, vemos que necesitamos la palabra del
    otro, para ser historizados como sujetos. Es decir debe haber
    alguien que nos vaya contando nuestra vida ¿de donde
    vengo?(una creencia), la función de la
    historización del otro adulto requieren de la creencia,
    este otro así abre la posibilidad de construcción
    de proyectos de pensar el futuro. ¿Qué pasa cuando
    esto no se da?

    Estos niños pierden la posibilidad de saber su
    propia historia(no conocen a su madre, padre ni tienen registro
    de que el existió en el pasado) No tienen a nadie que les
    cuente su historia(a lo sumo su paso por la calle, o institutos)
    Existe la ausencia de ese adulto que "los expulso" a la calle,
    impidiéndoles pensar en proyectar en un futuro. El hacer
    una inscripción simbólica de la vida les queda
    cercenado, por lo cual su vida se limita al hacer, la inmediatez,
    y en muchos casos a la desesperanza y descreimiento.

    Distintas instituciones no gubernamentales durante
    momentos estratégicos de sus programas educativos se valen
    de centros en los cuales coinciden cantidades considerables de
    niños, sin embargo, cuando se trata de consolidar los
    procesos
    primarios siempre disponen de centros conformados por no
    más de 20 niños que han vivido en la calle, pero
    que han pasado por un proceso paulatino de
    desincorporación de la misma y que, por ende requieren
    fortalecer su nueva identidad.

    La oposición a los modelos institucionalizantes,
    no significa dejar a los niños en su condición
    callejera, sino cuidar de no repetir modelos que tienen a todas
    luces más riesgos que los
    beneficios que se proponen. En este sentido, la oferta masiva le
    ofrece al niño una identidad abstracta: la
    institución. Dicha identidad es por naturaleza
    temporal. Aún si imagináramos los vínculos
    con los responsables del tratamiento como ideales, estos se
    construyen en torno a una
    acción laboral y no presentan una opción a largo
    plazo para el chico. Se le presta escasa atención al
    fortalecimiento de las capacidades de relación y
    vínculos del niño con su medio. Así mismo,
    es nula la atención que se presta al fortalecimiento de
    espacios que ofrezcan alternativas de desarrollo a largo plazo
    fuera de la institución.

    De tal suerte cuando llega el momento de que el chico
    deje la institución carecerá de los elementos
    necesarios para desarrollarse de manera independiente. Su
    trabajo, amigos, vínculos afectivos, red de apoyo etc.
    serán dependientes de la propia
    institución.

    Suele pensarse en este sentido que con brindarle abrigo,
    alimento, cariño, comprensión será
    suficiente par que el chico no vuelva a la calle, pero esto es un
    análisis simplista, ya que ser un chico de
    la calle implica haber aprendido a sobrevivir en ella. Esto
    quiere decir elaborar valores y referentes identificatorios que
    le dan sentido a ese "ser y estar en la calle" sin los cuales
    sería imposible tolerar el desamparo, convivir con el
    terror, el hambre, el frío, la violencia, la
    policía, la caridad y el desprecio reiterado. Esta
    vinculación con los otros y las cosas, el espacio y el
    tiempo, conforman su modo de ser y hacer su identidad, su
    cultura. Los cuales, al sacarlo de la calle ofreciéndole
    abrigo, afecto, protección y comprensión,
    deberá abandonar, lo cual hace tan difícil las
    estrategias de intervención con estos chicos.

     

    CONCLUSIÓN

    Concluyendo, se podría pensar que así como
    la caridad no resuelve la injusticia económica y social,
    tampoco lo hacen las instituciones tutelares, aún con su
    sofisticado marco legal y tecnocrático, puesto que a
    través de ellas se sigue negando, ocultando(es decir: es
    un claro síntoma), aislando las causas que producen el
    desamparo el maltrato y el abandono, lanzando a los niños
    a la calle, culpabilizando a los padres y a los niños
    mismos, de esta situación(siempre se siente más
    alivio al no admitir que todos tenemos responsabilidad en
    ello)

    A pesar de la crítica a esto, sería
    utópico pensar que estas formas de instituciones de
    control deben desaparecer o que el trabajo social(o
    cualquier otra disciplina) encontrará una solución
    al problema. Por lo cual estás son las formas, los
    recursos y las
    instituciones que tenemos para abordar la problemática de
    los chicos pobres y de la calle.(esto implicaría cambios
    estructurales)

    Lo que nos compete hoy, es ver como todas estas estructuras
    nos permitan elaborar intervenciones con los niños,
    más humanizadas, que no olviden que el niño es
    sujeto de derechos y sobre todo un ser humano como cualquier
    otro(aunque más vulnerable por su condición de
    niño). Saber que el niño de la calle se vio
    obligado a forjar su subjetividad e identidad en la calle o en la
    miseria, y lo cual es un proceso muy difícil de revertir.
    Ya que las tienen muy arraigadas.

    Entonces nos hallamos ante un desafío(pertinente
    también al trabajo social) de que para brindarle
    protección, comprensión, afecto y mejores
    condiciones de vida, estás serán necesidades que
    deberemos volver a crear en el niño, en
    contraposición a la identidad elaborada en la calle. Sin
    olvidar rescatar la historia de los niños que estos tienen
    un origen que merece ser contado por más que provenga de
    condiciones extremas de miseria, tratando de establecer
    vínculos con su familia, comunidad, por que en cierta
    manera son parte de él y no penalizarlo y encerrarlo por
    un destino que seguramente él no eligió.

     

    BIBLIOGRAFÍA

    • ALLIDIERE, Noemí: "Algunas observaciones
      sobre la infancia. Una categoría
      problemática". En "Cuadernos de Trabajo Social"
      N°1 UBA
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    • COREA, Cristina y LEWKOWICZ, Ignacio: "¿Se
      acabo la infancia? Ensayo sobre
      la destitución de la niñez."
      Edit.Lumen/Humanitas. Bs.As,(s/a)
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      1987.
    • Ficha de cátedra: "Algunas puntuaciones
      sobre la constitución del sujeto y lo
      histórico social."
    • FERNANDEZ, Ana María."De lo imaginario
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      Psicológica Nov.1992
    • GRIMA, J.M y LE FUR, A.: "¿Chicos de la
      calle o trabajo chico? Lumen/Humanitas,
      Bs.As.1999
    • GUIDO, Liliana y MORIACHETTI, Alberto: "Minoridad
      y violencia" (S/e, s/a)
    • DIARIOS:

    Clarín : Gambini, Hector. Informe
    Especial: 2/08/1998

    Revista del
    diario Hoy en la Noticia: "Tiempos de hoy:
    25/04/1999

     

     

     

    Autor:

    Clara Weber

    kucla[arroba]arnet.com.ar

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