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Características físicas de los dinosaurios




Enviado por fcuenca



Partes: 1, 2

     

    Indice
    1.
    Introducción

    2. Calentándose Y
    Enfriándose

    3. El
    Camuflaje

    4. Muelles Y
    Tendones

    5. Las
    Colas

    1.
    Introducción

    Los dinosaurios
    tenían varias características. Recorreremos primero las
    características exteriores, desde la cabeza a la cola y
    desde el cuerpo a las patas. Luego veremos el interior, desde el
    cerebro al
    estómago y desde la columna vertebral a los
    pulmones.

    La Cabeza
    Los dinosaurios cornudos y los grandes carnívoros
    tenían enormes cabezas con poderosas mandíbulas.
    Los saurópodos que tenían un tamaño de
    algunos elefantes su cabeza no pasaba del tamaño que la de
    un caballo. Los pequeños terópodos y la mayor parte
    de los ornistiquios tenían cabezas y mandíbulas de
    un tamaño moderado. Por debajo de la piel, en los
    lados de los cráneos estaban perforados por unas ventanas
    como en otros arcosaurios.
    Ahora nos fijaremos en distintos puntos concretos de la cabeza,
    como puede ser la cresta, el pico…

    Las Crestas
    Los dinosaurios con cresta a menudo tenían vistosas
    protuberancias, crestas o púas en la cabeza. Al igual que
    los lagartos exhiben sus vivos colores y las
    aves se
    engalanan con sus plumas, algunos dinosaurios también
    destacaban gracias a su cresta de curiosa forma.
    ¿Por qué querían llamar la atención con su cresta? Los dinosaurios con
    cresta vivían en rebaños y, como otros animales sociales
    actuales, se comunicaban con otros miembros del grupo. Para
    eso, primero tenían que atraer su atención. Si
    quieres destacar en medio de una multitud, lo mejor es llevar un
    sombrero de copa. En lugar de sombrero, los dinosaurios con
    cresta tenían protuberancias en la cabeza.
    El Oviraptor era un dinosaurio con cresta que robaba huevos de
    los nidos desprotegidos de otros dinosaurios. No todos los
    cráneos suyos encontrados tenían cresta. Los
    científicos creen que sólo los machos la
    poseían. Podía distinguir si otro miembro de su
    especie era macho o hembra fijándose en la cresta.
    Imagínate que vives en un rebaño de dinosaurios,
    todos muy parecidos. Sería fácil verte separado de
    tu familia. La
    cresta ayudaba a estos dinosaurios a identificar a otros miembros
    de su grupo familiar. Las crías de hadrosaurio presentaban
    pequeñas protuberancias, mientras los adultos
    tenían crestas completas.
    En la época de apareamiento, los machos de las aves
    intentan llamar la atención de las hembras. Se atusan las
    plumas y exhiben sus bellos colores. Los machos de los
    dinosaurios quizá usaban su cresta con idéntica
    finalidad.
    Algunos dinosaurios tenían crestas muy curiosas. El
    Dilophosaurus era un carnívoro que recibió su
    nombre por el extraño bulto de su cabeza; significa reptil
    con dos crestas porque presentaban dos rebordes altos y estrechos
    que recorrían todo su cráneo. Probablemente usaba
    esta cresta para indicar a los amigos dónde estaba y con
    el fin de ahuyentar a los enemigos.
    En muchos libros sobre
    dinosaurios, el hadrosáurido Tsintaosaurus aparece con una
    cresta espinosa en la cabeza. También se han reconstruido
    maquetas de este dinosaurio chino, a partir de un hueso que
    sobresale de su hocico. Los científicos creen ahora que
    este largo y delgado hueso en realidad recorría
    horizontalmente el hocico y no se considera un dinosaurio con
    cresta.

    Los Cuernos
    Largos y amenazadores o sólo ornamentales, había
    cuernos de dinosaurio de todos los tamaños y formas.
    Armados con un inquietante despliegue de cuernos, los
    ceratópsidos, dinosaurios con cuernos, parecían
    guerreros prehistóricos, pero no eran los únicos
    dinosaurios con cuernos, ni estaban siempre buscando pelea.
    Los cuernos de los dinosaurios eran de hueso y estaban cubiertos
    de una capa córnea protectora. En el cráneo
    fósil de un dinosaurio con cuernos se ve sólo la
    parte ósea; el revestimiento del cuerno no se ha
    fosilizado.
    A primera vista, algunos ceratópsidos parecerían
    rinocerontes. Tenían largos cuernos en el morro y otros
    menores en la frente. Los cuernos del morro estaban situados para
    ensartar por el vientre a sus enemigos como los terribles
    tiranosáuridos.
    Sus impresionantes cuernos y su corpulencia convirtieron al
    ceratópsido más grande, el Triceratops, en uno de
    los herbívoros más poderosos. Si pusiéramos
    un hipopótamo y dos vacas en una balanza pesarían
    lo mismo que este animal. Pertenece al grupo de los que
    tenían cuernos en la frente, apuntando hacia delante y
    arriba; eran unas defensas extraordinarias, que dirigían
    al rostro o al cuello.
    Casi todos los dinosaurios con cuernos eran herbívoros que
    vivían pacíficamente en pequeños grupos. Aunque el
    antes mencionado Triceratops tenía cuernos dos veces
    más largos que una raqueta de squash, un poco más
    de 1 metro de largo, probablemente intentaba evitar las peleas
    antes de atacar y arriesgarse a ser herido de gravedad. Como un
    toro dispuesto a embestir, agachaba la cabeza, sacudiendo los
    cuernos para hacer huir al depredador. Los que tenían un
    sólo cuerno muy largo en la nariz, quizá se
    limitaban a mostrar su costado al agresor esperando asustarlo.
    Los cuernos largos tal vez atraían también a las
    hembras.
    Los ceratópsidos probablemente luchaban sólo si se
    veían obligados a defenderse o proteger a su grupo. En un
    mismo grupo se producían lugar entre machos rivales por
    obtener la jefatura o por aparearse con las hembras;
    entrechocaban las cabezas y los cuernos, como los carneros
    actuales.
    Los ceratópsidos no eran los únicos dinosaurios con
    cuernos. El Carnotaurus, entre algunos otros carnívoros,
    era un carnosaurio que tenía unos pequeños cuernos
    en la frente. Los del macho probablemente eran más largos
    de los de la hembra. Ello, seguramente era lo que los
    distinguía.

    El Cerebro
    Los dinosaurios se consideran animales lentos y torpes, pero las
    investigaciones científicas han desmentido
    esta idea anticuada.
    El cerebro es el centro de control en todo
    animal. Envía órdenes por ciertos conductos, los
    nervios. Sin estos mensajes, los dinosaurios ni ningún
    otro animal no habrían podido ver, oír, comer,
    moverse o reproducirse.
    Es probable que algunos dinosaurios fueran más listos que
    otros. Para distribuir el grado de inteligencia
    de un dinosaurio, los expertos necesitan comparar el
    tamaño del cerebro con el resto del cuerpo. En efecto,
    examinan el molde del cerebro y determinan su peso.
    Después calculan el peso del cuerpo, y cuando disponen de
    ambos catos, sólo tienen que sumar para saber qué
    porcentaje del peso total del animal corresponde al cerebro.
    Para saber el peso de un cerebro los científicos obtienen
    moldes de la cavidad craneana de los distintos dinosaurios para
    estudiarlos. Rellenan el espacio hueco del cráneo de un
    dinosaurio con un líquido que al endurecerse toma la forma
    del cerebro.
    Un dinosaurio con un cerebro relativamente pesado en
    comparación con su cuerpo sería probablemente
    más inteligente que otro con un cerebro más
    ligero.
    Unos de los carnívoros pequeños, conocidos como
    la familia de
    los troodóntidos, tenían el cerebro más
    desarrollado que otros dinosaurios, y por tanto eran más
    rápidos y más listos que los grandes
    saurópodos, los dinosaurios con el cerebro
    comparativamente más pequeño.
    Entre los últimos dinosaurios existió entre grupo,
    unos depredadores muy listos, del tamaño de perros. Si no se
    hubieran extinguido, su cerebro habría seguido
    evolucionando durante unos 70 millones de años. Con una
    ventaja tan grande los dinosaurios quizá nos
    superarían hoy en inteligencia.
    Un gran dinosaurio carnívoro, el Tyrannosaurus rex,
    tenía la cabeza muy grande, pero la parte del cerebro que
    empleaba para pensar era minúsculo, comparada con la del
    cerebro de un niño de 10 años.

    Si calificáramos los dinosaurios en cuatro
    niveles en inteligencia serían más o menos como
    vamos a ver a continuación:

    1. Los mejores del grupo eran carnívoros
      pequeños. Eran rápidos, con agudos sentidos y
      hábiles para atrapar animales más
      pequeños.
    2. Después vendrían los grandes
      dinosaurios carnívoros y los ornitópodos. Los
      últimos mostraban habilidad para descubrir a sus
      enemigos, y algunos podían huir corriendo sobre dos
      patas.
    3. A continuación todo tipo de dinosaurios
      acorazados, tireóforos y ceratópsidos. No
      necesitaban tan buenos reflejos. Ante una amenaza, quedaban
      protegidos por sus cuernos, púas y
      armaduras.
    4. Los últimos serían los
      saurópodos. Con sus ligeros cerebros, pasaba casi toda
      su vida buscando comida, siempre en movimiento.

    La Vista
    Los dinosaurios necesitaban mantener los ojos bien abiertos.
    Tenían que evitar el peligro, encontrar comida y reconocer
    a los de su propia especie o a su pareja. Como las aves y los
    reptiles actuales, los dinosaurios eran animales con buena
    vista.
    La familia de los carnívoros troodóntidos
    incluía al Troodon, el cual probablemente era el
    dinosaurio con la vista más aguda. Sus ojos eran muy
    grandes. No sólo veía perfectamente a la luz del
    día, sino que probablemente también veía muy
    bien de noche.
    Las pupilas de tus ojos son redondas. Cuando oscurece, se
    agrandan para dejar pasar más luz. Cuando luce un sol
    radiante, se encogen. Los gatos y muchos reptiles actuales, como
    el geko nocturno, tienen la pupila alargada. Un dinosaurio que
    pudiera ver bien en la oscuridad también podía
    haber tenido las pupilas alargadas.
    Algunos dinosaurios tenían unas prominencias óseas
    circulares alrededor de los ojos que soportaban los globos
    oculares y ayudaban a enfocar la vista.
    Los científicos creen que es bastante posible que algunos
    de los dinosaurios cazadores de grandes ojos tuvieran una vista
    parecía a las modernas aves rapaces. El halcón
    peregrino, una rapaz actual, tiene una vista tan buena que puede
    distinguir una paloma a 8 kilómetros de distancia.
    Los reptiles y muchas aves modernas ven en colores. Quizá
    los dinosaurios también. Tal vez cambiaban de color para atraer
    a su pareja o para camuflarse. Si así fuera, eso
    significaría que los dinosaurios podían distinguir
    los colores.
    Los depredadores como, por ejemplo, los felinos, las lechuzas y
    los seres humanos tienen los ojos situados en la parte delantera
    de la cara, mirando hacia delante y un poco a los lados. Las
    presas, como los conejos, tienen los ojos en los lados de la
    cara. Pueden ver en casi todas direcciones, y a menudo se dan
    cuenta del peligro. Los ojos de los dinosaurios herbívoros
    estaban situados a ambos lados de la cabeza para descubrir los
    peligros, pero los de los depredadores carnívoros,
    apuntaban hacia delante para divisar a sus presas con
    facilidad.

    El Olfato
    Los dinosaurios usaban el olfato para descubrir un depredador
    peligroso y localizar los alimentos
    más sabrosos. Estudiando moldes del cerebro de los
    dinosaurios, los científicos han averiguado que la parte
    del cerebro donde reside el sentido del olfato era bastante
    grande. Esto significa que casi todos los dinosaurios
    tenían bien desarrollado este sentido.
    El olfato es muy importante en el mundo animal, tanto para
    reconocer el terreno como para distinguir a los enemigos de los
    amigos. Los gatos y los perros marcan el territorio con su olor y
    las mofetas ahuyentan a los animales expeliendo un desagradable
    hedor.
    Como los animales actuales, los dinosaurios se valían de
    sus fosas nasales para olfatear el peligro. Los
    hadrosáuridos probablemente podían oler a los
    depredadores como lo hacen los ciervos actuales. Es casi
    imposible acercarse a un rebaño de ciervos sin ser
    descubierto.
    Algunos dinosaurios usaban las fosas nasales para localizar su
    próximo almuerzo. Los depredadores, como los
    carroñeros, cazaban de olfato. Pero aunque la
    mayoría de los dinosaurios tenían bien desarrollado
    este sentido, no podían seguir un rastro tan bien como
    nuestros perros.
    Algunos saurópodos tenían las fosas nasales muy
    grandes. En lugar de estas situadas al final del hocico las
    tenían en la frente. Los expertos no están seguros por
    qué se encontraban tan arriba, pero algunos sospechan que
    esta particularidad permitía a los enormes dinosaurios
    comer plantas
    acuáticas y respirar aire fresco.
    Los dinosaurios que luchaban a cabezazos, los paquicefalosaurios,
    necesitaban tener la nariz muy dura, ya que usaban la parte
    delantera del cráneo para embestir a otros
    dinosaurios.
    Algunos dinosaurios usaban la nariz para emitir sonidos. Muchos
    de los pico de pato sin cresta, quizá hincharan una bolsa
    de piel situada sobre sus fosas nasales cuando querían
    trompetear a otro dinosaurio. El elefante marino actual
    actúa de modo parecido, con su gran hocico hinchable.
    Algunos dinosaurios tenían bultos y prominencias en el
    hocico. Los científicos creen que quizá
    distinguieran las hembras de los machos. Algunos también
    tenían cuerno.

    El Oído
    Los dinosaurios no tenían orejas carnosas externas en la
    cabeza, como tú. Al igual que las aves y los reptiles,
    sólo tenían orificios auditivos muy pequeños
    y muy próximos al punto donde la cabeza se unía al
    cuello.
    Los fósiles de algunos dinosaurios están tan bien
    conservados que los científicos han podido estudiar los
    minúsculos huesos del
    interior de su oído. Por
    las pruebas
    encontradas, los expertos creen que probablemente podían
    oír bastante bien.
    Imagínate que intentas acercarte silenciosamente a un
    cocodrilo. Este animal tiene un oído muy fino y
    sería algo arriesgado. Los túneles de su
    oído se parecen a los de los oídos de los
    dinosaurios, por lo que es probable que éstos tuvieran un
    buen sentido del oído.
    Un buen oído era fundamental para sobrevivir en el mudo
    prehistórico. Resultaba difícil acercarse a los
    dinosaurios sin ser descubierto, siempre podían oír
    acercarse a un enemigo. Los hadrosaurios pasaban gran parte del
    tiempo
    alimentándose, con la cabeza gacha; quizá la
    subían de vez en cuando para vigilar.
    Si los hadrosaurios oían un ruido
    peligroso, daban la alarma a los otros miembros del
    rebaño. Los hadrosaurios crestados también
    emitían su bramido con su cresta en la época de
    celo. Los dinosaurios hubieron de tener un buen oído para
    distinguir estos mensajes acústicos.
    El interior del oído de un ave quizá era muy
    parecido al de un dinosaurio. El sonido penetraba
    por el orificio lateral del cráneo del dinosaurio y
    descendía por un breve conducto hasta tropezar con el
    tímpano. Las ondas sonoras
    hacían vibrar el tímpano, y este movimiento se
    transmitía a un huesecillo del oído medio que
    transportaba las vibraciones hasta el oído interior,
    recubierto de terminaciones nerviosas. Estos nervios
    transmitían los mensajes sobre los sonidos al cerebro del
    dinosaurio.
    Algunos reptiles actuales carecen de tímpanos pero pueden
    oír perfectamente, como por ejemplo las serpientes. Oyen
    captando las vibraciones que se transmiten por el suelo.
    Así, pueden saber si se acerca otro animal. La serpiente
    de un encantador indio no oye la música para bailar,
    sino que observa el movimiento de la flauta del encantador y lo
    reproduce.

    Los Picos

    Por supuesto, no todos los dinosaurios tenían
    pico. Algunos tenían tantos dientes, que no necesitaban
    pico. Pero el pico era un instrumento esencial para los
    dinosaurios que comían hojas y ramas duras.
    Helechos, cicadáceas, palmeras y robles crecieron durante
    el período Cretácico. Aunque esas plantas
    tenían hojas bastante frágiles, sus tallos eran
    duros y leñosos. Al igual que los jardineros usan
    cuchillas para podar los arbustos, algunos dinosaurios estaban
    provistos de un pico afilado para cortar los tallos.
    El Psittacosaurus se considera el primer miembro del grupo de los
    ceratopsios. Sus dientes no estaban tan desarrollados como sus
    parientes posteriores, pero tenía un pico curvo y afilado,
    lo mismo que el resto del grupo. Su hocico era tan parecido al de
    un ave, que los expertos que los descubrieron lo llamaron reptil
    loro.
    Con el tiempo, los ceratopsios o dinosaurios con cuernos
    desarrollaron picos más eficaces. A finales del
    período Cretácico estaban ya perfectamente
    diseñados para su objetivo.
    Muchos de los fueron unos de los últimos dinosaurios
    conocidos que caminaron sobre la tierra. Sus
    picos troceaban plantas grandes y duras, como una cizalla.
    Un dinosaurio con cuernos podía almacenar hojas y tallos
    en sus carrillos. La comida se trasladaba entonces a la parte
    posterior de la boca, donde hileras de dientes la trituraban
    antes de que el dinosaurio la engullera.
    Al igual que nuestro pelo y uñas, el pico de los
    dinosaurios estaba en constante crecimiento. De lo contrario,
    toda una vida comiendo hojas y ramas lo hubiera desgastado hasta
    hacerlo inservible.
    El interior de un pico de dinosaurio era de hueso, cubierto por
    una capa córnea que, como las garras y la piel de los
    dinosaurios, no se fosilizaba bien. Tenemos conocimiento
    de ella porque los paleontólogos han encontrado algunos
    cráneos poco comunes con la capa córnea cubriendo
    todavía el pico.
    Algunos expertos piensan que los dinosaurios con pico
    solían ser delicados comiendo. Los dinosaurios de pico
    estrecho debieron de elegir brotes y cogollos de aspecto sabroso.
    Los de pico de pato eran menos selectivos. Probablemente usaban
    sus amplios picos para partir vegetación mezclada.
    Los dinosaurios con pico podían morder con mucha fuerza. Esto
    se ha mantenido en algunos animales actuales. Algunas tortugas,
    como la tortuga mordedora, son famosas por los dolorosos
    pinchazos que propinan. Durante la Segunda Guerra
    Mundial, una tortuga mordedora atacó con su pico curvo
    una barcaza hinchable llena de soldados británicos. Al
    igual que los dinosaurios, las tortugas no son agresivas y,
    probablemente, el animal consideró que la
    embarcación era una amenaza.

    Las Lenguas
    Como la lengua no
    tiene huesos, no puede convertirse en fósil.
    ¿Cómo sabemos entonces que los dinosaurios la
    tenían? La lengua está unida a los huesos de la
    garganta y se han encontrado muchos fósiles del cuello de
    los dinosaurios, pero nadie sabe con seguridad
    cómo era su lengua.
    ¿Te has preguntado alguna vez por qué los humanos
    tenemos lengua? La usamos para saborear y tragar la comida y nos
    ayuda a hablar. En la lengua hay minúsculos órganos
    sensoriales llamados papilas gustativas, que nos indican su algo
    es salado, dulce, amargo o ácido.
    El sabor les resulta muy útil a los animales porque les
    avisa si algo es venenoso. Si un animal o una planta tiene un
    sabor extraño, quien intente comerlo lo escupirá.
    Los dinosaurios quizá tenían papilas gustativas en
    la lengua para identificar lo venenoso.
    Nuestra lengua es vigorosa y ágil para trasladar la comida
    por la boca hasta darle la forma adecuada para tragarla. Los
    hadrosaurios y los ceratópsidos probablemente
    tenían también la lengua estrecha y vigorosa.
    Algunos dinosaurios quizá tenían la lengua
    asombrosamente fuerte y la usaban para tirar de su presa o
    agarrar ramas y hojas. Esta facultad se conoce como lengua
    prensil. La jirafa actual la tiene así.
    Como los lagartos actuales, por ejemplo el lagarto estinco o
    esquinco, los dinosaurios quizá olfateaban el aire con la
    lengua, gracias a los órganos sensoriales que
    recogían el olor de otros animales.
    Los gatos tienen la lengua rugosa y la usan para asearse y
    también para lamer hasta el último fragmento de
    carne de un hueso. Los dinosaurios carnívoros quizá
    tenían la lengua como los gatos por la misma
    razón.
    La lengua de los pingüinos está recubierta de
    minúsculas púas muy útiles para capturar y
    sujetar presas escurridizas, como
    los peces.
    Quizá los dinosaurios piscívoros también
    tenían esos pinchos en la lengua.
    Los osos hormigueros tienen la lengua increíblemente larga
    para introducirla en los termiteros. La superficie, pegajosa por
    la
    saliva, atrapa grandes cantidades de insectos. Algunos
    dinosaurios insectívoros quizá hacían lo
    mismo.

    Los Dientes
    Afilados como cuchillas, dentados como sierras o en forma de
    hoja, los dientes nos pueden contar mucho sobre cómo
    vivieron los dinosaurios. Si un científico encuentra una
    mandíbula tachonada de colmillos puntiagudos, enseguida
    sabrá que estos dientes no pertenecían a un
    pacífico vegetariano, sino a un carnívoro sediento
    de sangre.
    Al contrario que los humanos, obligados a cuidar su dentadura si
    no quieren visitar al dentista demasiado a menudo, los
    dinosaurios carnívoros se podían permitir olvidarse
    de sus dientes. Si uno se les rompía o se caía, les
    crecía otro en su lugar.
    Si mirásemos al microscopio un
    diente de un carnívoro veríamos que el filo parece
    el de una sierra. Los dientes estaban además dirigidos
    hacia el interior de la boca, para sujetar mejor la presa, que
    intentaría escapar. Una vez el dinosaurio hincaba los
    dientes en la carne de la víctima, a ésta no le
    quedaba ninguna esperanza de sobrevivir.
    Los dinosaurios vegetarianos poseían unos dientes muy
    adecuados para su dieta. Como los caballos y las ovejas actuales,
    tenían los dientes diseñados para arrancar ramas y
    desmenuzar y triturar plantas duras.
    Algunos dinosaurios, como ciertos saurópodos, no
    tenían dientes para masticar. Raían las hojas de
    las ramas con sus dientes, afilados como lápices, y se las
    tragaban enteras. El estómago se encargaba de
    descomponerlas.
    Los ornitópodos sí podían desmenuzar la
    comida. Sus mandíbulas inferiores se movían a un
    lado y a otro al abrir y cerrar la boca. Los ornitópodos
    más recientes también podían masticar. Tras
    el pico y las mandíbulas de algunos se escondían
    dos hileras de dientes afilados. La hilera superior y la inferior
    encajaban perfectamente al cerrar la boca, lo que ayudaba a
    desmenuzar la comida.
    Los ceratópsidos tenían cientos de dientes. Estaban
    anclados en la mandíbula con raíces en forma de V
    encajadas unas con otras. Cuando cerraban la boca, sus dientes
    superiores e inferiores se movían como una podadora,
    cortando la comida en trozos lo suficientemente pequeños
    para ser tragados.
    Los dinosaurios con pico pato tenían, algunos, miles de
    dientes fuertes con los que trituraban los vegetales hasta
    convertirlos en pulpa. Los dientes estaban unidos entre sí
    y formaban una pared sólida. Cuando el dinosaurio
    masticaba, esas paredes machacaban las plantas.

    Los Cuerpos
    Dentro de este apartado veremos el cuerpo por fuera y por dentro,
    incluyendo también el cuello, las patas, la cola, la piel,
    etc.

    Los Cuellos
    Largos, cortos, gruesos o finos, el cuello de cada dinosaurio
    tenía la forma más adecuada. Les permitía
    arrancar carne cruda de un hueso, llegar a las hojas más
    jugosas de un árbol, combatir a un rival o frenar el
    ataque de un enemigo.
    El cuello del Mamenchisaurus superaba al de una jirafa en 9
    metros y constaba de 19 vértebras. Los expertos pensaban
    que mantenía tiene el cuello del animal, como ocurre con
    el Diplodocus con 15 vértebras, pero los
    científicos actuales creen que mantenían la cabeza
    muy alta para alcanzar las jugosas hojas altas de los árboles.
    Un problema que tenían los pequeños
    terópodos era que sus presas, sobre todo insectos y
    pequeños reptiles, podían huir a gran velocidad. Los
    terópodos pequeños tenían el cuello largo y
    podían estirarlo en un segundo para atrapar a una presa.
    Su acción era como soltar de repente un muelle
    tensado.
    Los dinosaurios con pico de pato tenían un cuello parecido
    al de los bisontes modernos. Sus columnas vertebrales
    descendían bruscamente después de las paletillas y
    tenían el cuello muy encorvado. Eso significa que
    mantenían la cabeza pegada al suelo para poder comer
    matorrales.
    Los huesos reforzados del cuello evitaban lesiones a los
    paquicefalosaurios durante sus duelos a cabezazos. Sus
    cráneos muestran dónde los superpoderosos
    músculos unían el cuello y la cabeza. El cuello
    actuaba a modo de parachoques.
    La carne guisada se desprende con facilidad del hueso, pero la
    carne cruda hay que arrancarla con fuerza. Los carnosaurios,
    carnívoros, necesitaban un cuello musculoso para mantener
    bien sujeta su presa. Los músculos del cuello
    también les ayudaban a desgarrar la carne del
    cadáver.
    El cuello es una zona vulnerable del cuerpo de los animales; por
    él pasan muchos músculos y venas importantes. Los
    anquilosaurios presentaban hileras de placas óseas como
    defensa de los carnívoros.

    Las Patas
    Las patas de los dinosaurios se adecuaban a su tamaño y su
    forma de vida. Los grandes y pesados herbívoros
    tenían patas anchas y de base plana para distribuir el
    inmenso peso de sus cuerpos. Los dinosaurios que se veían
    acosados de los depredadores necesitaban para adaptadas a la
    carrera para poder escapar con rapidez. Eran diferentes de otros
    animales prehistóricos. Fueron los primeros animales que
    caminaron erguidos sobre sus cuatro patas. A pesar de este rasgo
    común entre todos los dinosaurios, sus patas eran de todas
    las formas y tamaños, según sus diferentes estilos
    de vida. Algunos dinosaurios presentaban mortíferas garras
    en la punta de los dedos. Otros usaban las patas delanteras para
    cuando cazaban y sujetaban las presas, y para atacar y
    defenderse. Los dinosaurios desarrollaron las patas delanteras de
    formas distintas, algunas con sólo dos dedos, y las usaban
    de distintas maneras. Algunos tenían las patas anteriores
    fuertes, largas y prensiles; y otros pequeñas, cortas y
    débiles, prácticamente inútiles. Veamos
    varios tipos de patas.
    Los hadrosaurios eran dinosaurios con pico de pato que vivieron
    en diversas partes del continente. No tenían garras
    afiladas par ahuyentar a los depredadores. Se defendían
    huyendo, una manera menos espectacular. Confiaban en su velocidad
    para ponerse a salvo cuando percibían señales de
    peligro. Por fortuna, sus patas estaban perfectamente adaptadas
    para emprender una veloz retirada. En lugar de afiladas garras,
    los fuertes y gruesos dedos de sus patas acababan en anchos
    cascos de hueso. Estos cascos especiales les ayudaban a mantener
    el equilibrio y
    pisar con firmeza cuando se alejaban a la carrera de los
    depredadores. Aunque eran dinosaurios completamente distintos, su
    esqueleto y el de los grandes terópodos se asimilaban en
    cierto modo. Los dos se apoyaban sobre unas patas traseras muy
    fuertes, pero los hadrosaurios y otros ornitópodos
    grandes, no poseían brazos, sino patas delanteras. Cuando
    se cansaban de caminar sobre las patas traseras, se inclinaban
    hacia delante sobre las delanteras y descansaba. Al igual que un
    canguro y un gorila actuales, este dinosaurio también
    podía caminar a cuatro patas. Esto era especialmente
    útil si pastaba entre las plantas bajas mientras avanzaba.
    Lo sabemos porque en lugar de garras tenía pequeños
    cascos en la punta de los dedos, que utilizaba para soportar el
    peso de la parte delantera de su cuerpo. En un día, se
    creyó que estos dinosaurios tenían patas palmeadas.
    Hoy día, los expertos lo creen poco probable. Los primeros
    paleontólogos descubrieron huellas fósiles con
    marcas de piel
    entre los dedos. Pensaron que eran una prueba de que estos
    dinosaurios tenían las patas palmeadas, como los patos
    actuales. El Iguanodon era un pariente cercano de los
    hadrosaurios. Tenía cuatro dedos y un pulgar asombroso.
    Los primeros eran anchos y estaban provistos de uñas
    parecidas a cascos y estaban provistos de uñas parecidas a
    cascos que ayudaban al dinosaurio a caminar. Los cuatro dedos
    formaban un ángulo recto con la muñeca y los usaba
    para sujetar ramas. Su pulgar era una mortífera púa
    con la que el herbívoro se defendía.
    Cuando los científicos vieron los primeros fósiles
    de un pequeño ornitópodo llamado Hypsilophodon,
    creyeron que eran los de un ave prehistórica. Sus dedos
    eran tan largos, que algunos expertos pensaron que su
    dueño los usaba para colgarse de las ramas. Ahora creen
    que estaban perfectamente adaptadas para alejarse corriendo de
    los depredadores, Esas patas terminaban en cuatro dedos que
    podían extenderse y abarcar una amplia superficie. Las
    patas de sus pequeños parientes eran muy similares. El
    Heterodontosaurus era otro Ornitópodo pequeño. Los
    herbívoros no suelen estar bien equipados para la lucha,
    pero estos pequeños dinosaurios eran una excepción.
    Tenían las patas delanteras muy fuertes y podían
    forcejear con los atacantes. Usaban las patas delanteras para
    defenderse. Eran lo bastante fuertes para resultar útiles
    cuando un depredador se acercaba demasiado. El Psittacosaurus
    tenía cuatro largos dedos en cada pata delantera.
    Probablemente los usaba, sobre todo, para caminar, pero cuando
    divisaba un árbol apetecible, se incorporaba sobre las
    patas traseras, alargaba las delanteras y tiraba de la rama
    más apetitosa para acercarla a su pico de loro.
    Muchos dinosaurios primitivos, como los prosaurópodos,
    tenían cinco dedos, como las personas. El Plateosaurus,
    uno de ellos, doblaba hacia atrás sus cinco dedos
    flexibles para apoyarse en el suelo. También podía
    doblar los dedos hacia delante para sujetar y quizá
    excavar el terreno en busca de raíces jugosas.
    Algunos de los enormes saurópodos pesaban varias docenas
    de toneladas. Cada una de las inmensas patas de estos colosos
    podrían compararse a las de un elefante actual; de base
    ancha y circular, perfecta para evitar que los animales se
    quedaran clavados en el suelo. Los huesos de sus patas eran muy
    resistentes, y sus dedos podían abrirse para distribuir
    mejor el peso de sus enormes cuerpos. Como las catedrales, que
    necesitan pilares enormes para soportar techumbres tan pesadas,
    los saurópodos necesitaban patas como columnas para
    aguantar su peso. Los omoplatos eran una parte muy importante del
    esqueleto de los saurópodos. Unían las patas
    delanteras al cuerpo, y aguantaban sus enormes cuerpos rollizos.
    Un omoplato de la mayoría de ellos era tan grande como un
    humano adulto. Sus patas constituían además el
    único medio de defensa, pues algunas veces tenían
    que enfrentarse a coces a otros dinosaurios carnívoros. A
    pesar de que los había que alcanzaban el equivalente al de
    varias docenas de coches familiares sumados. Sus patas traseras
    los sostenían cuando alcanzaban las hojas de los
    árboles. El fémur, hueso del muslo, de sus patas
    traseras era completamente recto. Si hubiera presentado
    curvatura, aun en medida mínima, la pierna hubiera
    resultado muy débil.
    Los dromeosáuridos, como el Deinonychus, podía
    mantener su presa a distancia. En el extremo de sus patas
    delanteras este dinosaurio tenía tres garras parecidas a
    grandes garfios. Las patas delanteras eran lo bastante largas
    como para tener apartada a su víctima mientras le asestaba
    zarpazos. Las cicatrices encontradas en los huesos fosilizados
    muestran que tenía los omoplatos y los brazos muy fuertes.
    Muchos expertos están de acuerdo en que las aves
    evolucionaron a partir de un pequeño dinosaurio hace
    millones de años. Los científicos observan las
    patas de los dinosaurios e intentan adivinar cómo se
    convirtieron en alas. Donde las muñecas del Deinonychus se
    unían a sus brazos había un hueso en forma de luna,
    muy similar al hueso de las alas del Archaeopteryx, una de las
    primeras aves. Las patas delanteras del Deinocherius eran
    más largas que un adulto humano. Los expertos creen que
    era un dinosaurio muy parecido al avestruz. Quizá se
    asemejara al Gallimimus, un dinosaurio avestruz, con las patas
    delanteras bastante largas. Aunque las patas parecían
    letales, al Deinocherius quizá sólo le
    servían para alcanzar las ramas con las hojas más
    jugosas. Este dinosaurio comía además
    pequeños animales. El inteligente Dromiceiomimus, y otros
    ornitomimosaurios, eran unos veloces dinosaurios avestruz que
    cazaban pequeños animales de movimientos rápidos.
    Tenían tres largos dedos en las patas delanteras, que
    usaban para sujetar a sus víctimas. Es posible que
    arrancara frutos y bayas con sus dedos provistos de garras para
    variar su dieta.
    Los grandes terópodos no necesitaban huir del peligro
    corriendo. Normalmente, ellos eran el peligro. Pocos dinosaurios
    tenían alguna oportunidad contra sus afiladas garras.
    Contaban con cuatro dedos en cada pata trasera; uno de ellos
    armado con una garra que apuntaba hacia atrás, ideal para
    rasgar de un solo golpe el blando vientre de su presa. Los otros
    tres dedos también disponían de garras, pero
    orientadas hacia delante. Las usaban para despedazar a sus
    infortunadas víctimas. Algunos dinosaurios
    carnívoros bípedos eran muy veloces. Para su
    tamaño, algunos de los más pequeños
    tenían las patas más largas. Los dinosaurios de
    patas largas daban grandes pasos, como los corredores de atletismo, con
    lo que cubrían las distancias muy deprisa. Sus largos
    huesos y sus muslos musculosos alcanzaban notables velocidades.
    Pero, a diferencia de sus patas traseras, las patas delanteras de
    algunos eran ridículamente pequeñas. Uno de los
    dinosaurios más feroces, el Carnotaurus, tenía un
    cuerpo enorme, dientes para rasgar la carne y patas traseras muy
    fuertes, pero las delanteras eran cortas y regordetas, más
    débiles que las de otros grandes carnívoros.
    Probablemente no las usaba demasiado. En proporción a su
    tamaño, el Tarbosaurus tenía las patas delanteras
    más pequeñas que cualquier otro dinosaurio.
    Sólo contaba con dos dedos y muy débiles,
    inadecuados para luchar. Pero los expertos creen que pudo usar
    las garras como garfios para afianzarse sobre el terreno cuando
    se impulsaba para erguir su pesado cuerpo. También
    recurría a dedos y garras para sujetar las presas que se
    revolvían, mientras las desgarraba a
    dentelladas.

    Las Garras
    Afiladas y letales o anchas y curvadas, las garras de los
    dinosaurios les servían para atacar a sus presas o para
    defenderse de otros dinosaurios. Muchos dinosaurios tenían
    garras de uno u otro tipo. Algunos herbívoros, como los
    iguanodontes o los saurópodos, las usaban para mantener a
    raya a sus enemigos. Sus temibles zarpas entraban en
    acción cuando percibían algún peligro para
    ellos o sus crías. Muchos carnívoros tenían
    garras afiladas como navajas y con ellas mataban a sus presas.
    Algunos, de ellos, como veremos a continuación,
    quizá las utilizaran para sacar a los peces fuera del
    agua. Ahora
    veremos algunos tipos de garras más detenidamente.
    Los iguanodontes eran herbívoros, tenían espolones
    en los pulgares como mortíferas púas, en forma de
    cuerno y sobresaliendo perpendicularmente a los lados de las
    patas delanteras. ¡Ay del agresor cuando algunos de estos
    dinosaurios lo acuchillaba! La punta, aguda como un alfiler,
    atravesaba la piel y la blanda carne hasta que la ancha base de
    la pata la detenía. El espolón tenía esta
    forma para extraerlo y clavarlo con rapidez.
    La afilada garra que los saurópodos presentaban en cada
    pata delantera entraba en acción como un resorte siempre
    que estos animales sufrían el ataque de una manada de
    depredadores hambrientos. Ni la armadura más gruesa
    sería de defensa ante un fuerte y lacerante golpe con esta
    zarpa de aspecto torpe. Estaba diseñada pata aturdir al
    agresor y, al mismo tiempo, clavarse en sus carnes. Una patada
    bien dirigida con una de estas garras, propulsada por toda la
    potencia de los
    voluminosos cuerpos de estos dinosaurios, haría retroceder
    a cualquier atacante.
    Los barioníquidos, una familia de extraños
    carnosaurios, sólo incluía a un dinosaurio llamado
    Baryonyx. Este dinosaurio tenía unas largas garras como el
    antebrazo de una persona adulta.
    Se curvaban desde la base y terminaban como una punta de lanza;
    con ellas podía rasgar la carne de un instante. Cuando
    salían a relucir, rebanaban la piel y los músculos
    de sus presas. La parte inferior era curva como una cuchara, lo
    que permitía a este dinosaurio atrapar peces como lo hacen
    los osos actuales.
    Los dromeosáuridos y otros pequeños dinosaurios
    terópodos, eran depredadores de veloz carrera.
    Tenían una zarpa en el segundo dedo de cada pata trasera
    que parecía una guadaña levantada. Con ella
    podían desgarrar la carne de sus víctimas con la
    misma facilidad que una guadaña bien manejada. Cuando
    clavaban sus garras curvas en una presa, a ésta le
    resultaba imposible zafarse de él. La ensartaban con una
    garra y la desgarraban con la otra.

    Las Púas
    Muchos animales de hoy día han desarrollado cuernos y
    garras, pero sólo unos pocos han desarrollado púas.
    Animales como el erizo y los puercoespines dependen de sus
    púas para defenderse. Sólo unos pocos reptiles
    modernos han conservado sus púas. El geko, un tipo de
    lagarto, eriza las púas de su dorso para asustar a sus
    enemigos. Pero las flexibles y móviles espinas del geko no
    son nada comparadas con las rígidas y punzantes que
    tenían los dinosaurios sobre sus cuerpos y
    corazas.

    Las Corazas
    Si crees que las armaduras eran sólo para los caballeros
    medievales, echa un vistazo a algunos dinosaurios acorazados, que
    desarrollaron su propia armadura para resguardarse de los
    peligros. Tenían cientos de placas óseas soldadas a
    la piel. Se cree que algunos, tenían hasta un millar de
    ellas.
    Los expertos creían que sólo tenían armadura
    los anquilosaurios. Pero en 1.980 cambiaron de opinión
    cuando se encontró un saurópodo acorazado, al que
    se llamó Saltasaurus.

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