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Ciclo vital humano




Enviado por dantemucciolo



     

    Indice
    1.
    Introducción

    2. Ancianidad: Una Cuestión De
    Edad

    3. Envejecimiento Y
    Muerte

    4. Las Enfermedades En La
    Vejez

    5. Etica Médica En La
    Enfermedad

    6. Aspectos
    Psicológicos

    7. Asistencia A Los
    Ancianos

    8. Epílogo
    9. Bibliografía

    1.
    Introducción

    El siguiente estudio se acerca a la ancianidad desde una
    perspectiva un tanto profunda en el tema salud y otro tanto
    inquisidora en el tema social. No quiere, sin embargo, poner de
    manifiesto lo ajeno de la sociedad con
    respecto a esta importantísima parte de la misma, sino que
    trata de dar una breve descripción de las causas, medios y
    consecuencias de la invaluable y desconocida vida de los
    ancianos.
    La multitud no envejece ni adquiere sabiduría: siempre
    permanece en la infancia.
    Johann Wolfgang von Goethe
    Se es viejo cuando se tiene más alegría por el
    pasado que por el futuro.
    John Knittel
    La iniciativa de la juventud vale
    lo que la experiencia de los viejos.
    Madame de Knorr
    Una vida lograda es un sueño de adolescente realizado en
    la edad madura.
    Alfred de Vigny
    Entenderás más tarde que uno sigue olvidando la
    vejez hasta el
    mismo umbral de la muerte.
    Colette
    En los rostros de aquellos que conocimos de jóvenes
    reconocemos lo viejos que nos hemos vuelto.
    Heinrich Bóll
    Teme a la vejez porque nunca viene sola. Canas, argumento son de
    edad y no de prudencia.
    Platón
    La felicidad suprime la vejez.
    Frank Kafka
    Se echa en cara la juventud el creer que el mundo empieza con
    ella. Cierto, pero la vejez cree aún más a menudo
    que el mundo acaba con ella. ¿Qué es peor?
    Friedrich Hebbel
    Cuando se es joven se vive creyendo que uno es lo más
    importante en la Tierra;
    cuando nos desengañamos de eso a base de golpes, estamos
    preparados para vivir el resto de la vida.
    Emma Thompson
    Todo lo débil es viejo, todo lo fuerte es joven.
    Cristina de Suecia
    La juventud quiere ser estimada más que ser instruida. Si
    la juventud es un defecto, uno se corrige muy pronto de
    él.
    Johann W. von Goethe
    En cuanto el alma pierde la aureola juvenil, los generosos
    torneos por el aplauso son sustituidos por las egoístas
    competencias
    por el dinero.
    Santiago Ramón y
    Cajal
    Juventud y adolescencia
    no son sino exceso e ignorancia.
    François Villon
    La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la
    ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos.
    Vicente Blasco Ibáñez
    En la boca del viejo todo lo bueno fue, y todo lo malo es.
    Baltasar Gracián
    Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora
    los buenos.
    Marco Tulio Cicerón
    A medida que un hombre entra
    en años, quiere vivir profundamente. Un sentimiento de
    triste dignidad invade su alma, y esto es fatal para un
    cómico.
    Charles Chaplin, Charlot
    Los ancianos gustan de darnos buenos preceptos para consolarse de
    no poder darnos
    malos ejemplos.
    François Alexandre, duque de La Rochefoucauld
    La vejez no mejora el corazón:
    lo endurece.
    Lord Chesterfield
    Los árboles
    más viejos dan los frutos más dulces.
    Proverbio Alemán
    La juventud es sólo un momento, pero encierra una chispa
    que se lleva en el corazón para siempre.
    Raisa Gorbachov
    La vejez no es una vergüenza… el hombre y
    la mujer cuyo
    amor, como el
    vino, ha adquirido la calidad con los
    años, han
    obtenido de la vida lo que puede dar de más intenso, de
    más delicioso y de más embriagador.
    Auclair
    La vejez es mala porque priva al hombre de todos los placeres
    dejándole los apetitos.
    Giacomo Leopardi
    Gran libro es la
    vejez. ¡Lástima que el hombre tenga que morirse
    cuando comienza a leerlo con provecho!
    José María de Pereda
    Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una
    bella vida.
    Pitágoras
    La vejez conduce a una tranquilidad indiferente que asegura la
    paz interior y exterior.
    Anatole France
    La vejez no significa nada más que dejar de sufrir por el
    pasado.
    Stefan Zweig
    Cuando un anciano fallece, una biblioteca se
    quema.
    Proverbio africano

    2. Ancianidad: Una Cuestión De
    Edad

    Durante el imperio romano el
    límite de la vida oscilaba alrededor de los 23
    años; en el siglo pasado, una mujer de 30
    años se hallaba en los umbrales de la vejez, y a comienzos
    del siglo XX el promedio de vida no pasaba de los 47
    años.
    Sin embargo, durante los últimos años esa cifra ha
    ido en un aumento progresivo y notable: hacia 1930 la expectativa
    media para los varones sobrepasaba los 60 años, en 1940
    los 63 y en 1970 los 70. En nuestros días, la esperanza de
    vida media ha llegado a 81 años en la mujer y 75
    años en el varón.
    La finitud de la vida humana es probablemente su carácter
    más universal. Entre las metas de la medicina,
    especialmente a partir del siglo XIX, siempre se ha encontrado su
    superación; y en el deseo del hombre se encuentra a lo
    largo de toda su historia. Los relatos
    bíblicos permiten concluir que en una remota y supuesta
    época áurea, sin guerras ni
    enfermedades, se
    concibieron longevidades como Adán de 930 años,
    Matusalén 969, o Noé 950; aunque ya en los
    últimos libros del
    Antiguo Testamento se citan cifras marcadamente disminuidas
    (Moisés 120 años).
    Para el mundo científico prolongar la vida humana ha
    traído aparejado mantener su salud y ha debido tener
    presente el principio ético por el cual dicho
    desafío no sea una conquista en sí misma.
    La población mayor de 85 años ha
    crecido en los últimos 30 años un 231%; mientras
    que las tasas de natalidad caen abruptamente, la longevidad
    creciente tiene exigencias propias que no pueden desconocerse y
    debemos asegurarnos que el alto costo necesario
    para llegar a viejo se vea compensado con una calidad de
    vida adecuada.
    Existen varios motivos para que la idea ancestral de una vida
    ilimitada y en buenas condiciones de salud no sea factible. En
    primer lugar, el límite biológico de la especie
    humana debido a su historia evolutiva. En segundo, la modernidad, si
    bien parece producir vidas más placenteras que en el
    pasado, no conduce necesariamente a una longevidad feliz; el
    progreso técnico se asocia a numerosos peligros y
    amenazas: polución ambiental, dietas malsanas,
    sedentarismo. En tercer lugar, aunque el desarrollo
    tecnológico permite condiciones favorables para la
    prolongación de la vida, ellas no son accesibles a
    segmentos amplios de la población mundial por oportunidad
    y costo.
    Uno de los hechos que más preocupa a los especialistas es
    que, para el año 2020, siete de los 10 países
    más viejos estarán aún en vías de
    desarrollo. La
    Organización Mundial de la Salud ha llamado la
    atención sobre el envejecimiento progresivo
    de la población y nos insiste en que debemos asumir esa
    transición sin dramatismos. En abril de 1995 la OMS
    asumió el reto de concienciar al mundo acerca de los
    problemas que
    podrían surgir si la población mundial se
    hacía cada vez más vieja. Elaboró un
    programa
    llamado Envejecimiento y Salud que enfatizaba el hecho de que si
    este sector gozaba de buena salud, podría contribuir a un
    mejor funcionamiento de las sociedades
    modernas e insiste en que para lograr una vejez saludable y tener
    en este ciclo una buena calidad de vida, lo más importante
    es el cuidado de la salud desde la niñez, aunque
    también deben intensificarse los esfuerzos por mejorar la
    calidad de atención sanitaria destinada a la tercera edad,
    un punto que suele descuidarse en favor de los cuidados
    médicos de los más jóvenes.

    3. Envejecimiento Y
    Muerte

    La asociación entre envejecimiento y la muerte en tan
    natural que casi es consubstancial a la cultura. El
    proceso de
    "desvalimiento" en tanto obsolescencia individual y social
    caracteriza el "reloj cultural": a medida que se envejece se
    espera que cambien las obligaciones,
    los papeles y las expectativas. Las limitaciones físicas e
    intelectuales hacer sentir su peso.
    Así, el proceso de envejecer es aludido ambiguamente: por
    un lado como fuente de respeto y
    aprecio; por otro, como factor de marginación: se pone de
    manifiesto el "rechazo a los viejos". Esta actitud no es
    nueva: entre los Shilluks de Nilo Blanco, los jefes ancianos son
    matados al primer síntoma de debilidad. Entre los Dinka,
    en el sur de Sudán, algunos viejos que tuvieron un rol
    importante son enterrados vivos en una ceremonia ritual. Los
    Koryak, de Siberia del Norte, matan a los viejos en presencia de
    toda la comunidad
    después de complicadas ceremonias. Los Chukchee,
    estrangulan a los viejos con una anillo en una gran fiesta donde
    se bebe, se canta, se baila y se toca el tambor.
    Hoy por hoy, aún en las sociedades con estructuras
    familiares más cohesionadas, los ancianos significan una
    carga no siempre deseada.
    Al igual que los niños,
    los ancianos constituyen un grupo
    vulnerable que obliga a que se les dé un trato
    preferencial, ¿supone esto que también se les
    dé un trato paternalista tratándose de su salud?.
    El grandioso Gabriel García
    Márquez nos dice refiriéndose al Dr. Juvenal
    Urbino en un pasaje de su vida diaria: "Ya para entonces se
    bastaba muy mal de sí mismo, y un resbalón en el
    baño que pudo ser fatal lo puso en guardia contra la
    ducha. La casa, con ser de las modernas, carecía de la
    bañera de peltre con patas de león que era de uso
    ordinario en las mansiones de la ciudad antigua. Él la
    había hecho quitar con un argumento higiénico: la
    bañera era una de las tantas porquerías de los
    europeos que sólo se bañaban el último
    viernes de cada mes, y lo hacían además dentro del
    caldo ensuciado por la misma suciedad que pretendían
    sacarse del cuerpo. De modo que mandaron a hacer una batea grande
    sobre medidas, de guayacán macizo, donde Fermina Daza
    bañaba al esposo con el mismo ritual de los hijos
    recién nacidos. El baño se prolongaba más de
    una hora, con aguas terciadas en las que habían hervido
    hojas de malva y cáscaras de naranjas, y tenía para
    él un efecto tan sedante que a veces se quedaba dormido
    dentro de la infusión perfumada. Después de
    bañarlo, Fermina Daza lo ayudaba a vestirse, le echaba
    polvos de talco entre las piernas, le untaba manteca de cacao en
    las escaldaduras, le ponía los calzoncillos con tanto amor
    como si fueran un pañal, y seguía
    vistiéndolo pieza por pieza, desde las medias hasta el
    nudo de la corbata con el prendedor de topacio. Los amaneceres
    conyugales se apaciguaron, porque él volvió a
    asumir la niñez que le habían quitado sus hijos.
    Ella, por su parte, terminó en consonancia con el horario
    familiar, porque también para ella pasaban los
    años: dormía cada vez menos, y antes de cumplir los
    setenta despertaba primero que el esposo".
    Por supuesto que no todas las personas de la tercera o de la
    cuarta edad regresan a la época infantil. Algunas
    mantienen lucidez mental y pueden valerse por sí mismas,
    es decir, conservan sus capacidad de autodeterminación.
    Con ellas el médico no tendrá mayores dificultades.
    En cambio, con
    otras, con las que han llegado a la situación del Dr.
    Juvenal Urbino, la relación médico-paciente y
    médico-familia
    podrá ser conflictiva. No por el hecho de ser viejo, y por
    falta de paciencia de quienes lo rodean, debe ser segregado de su
    entorno familiar para confinarlo en un desván, como se
    hace con las cosas inservibles e insensibles, para que se las
    coman las polillas y el olvido. Sin duda, el problema de la
    vejez, más que un problema de salud
    pública, es un asunto de carácter social y como
    tal debe ser encarado.
    Corresponde, pues, no tanto al personal de salud
    como sí a la sociedad y al Estado
    propiciar los mecanismos que brinden seguridad
    social a los ancianos y les permitan que la etapa final de la
    existencia transcurra de un manera tranquila, ojalá
    viviendo de manera útil, gratificante. "Si el
    envejecimiento es un proceso, la vejez es una situación
    social".
    Las notas que caracterizan el envejecer son:

    • Deterioro de los sistemas y
      las funciones:
      originados por el desgaste de los años
      vividos.
    • Menor adaptabilidad: por disminución de los
      mecanismos de reserva de los órganos.
    • Mayor enfermabilidad: favorecida por la
      incrementada vulnerabilidad orgánica y
      psíquica.
    • Disminución del valimiento personal: causado
      por la reducción en la capacidad de ser
      autónomo.
    • Tendencia al aislamiento: al no disponer de
      suficientes recursos
      psicofísicos para permanecer en la corriente social
      dominante.
    • Sensación de acabamiento: sostenido por la
      menor vitalidad y disponibilidad personal y la amenaza que
      representa la última edad.

    En las personas ancianas suele observarse una
    declinación de las funciones físicas y cognitivas.
    Muchos de estos cambios se deben al proceso de envejecimiento en
    sí mismo, pero otros se deben a la presencia de enfermedad
    y/o a factores psicosociales. En muchos casos, el envejecimiento
    y la patología pueden interactuar.
    Evans escribía: " dibujar la distinción entre el
    envejecimiento normal y el patológico es como separar lo
    indecible de lo inefable".
    Cuando un fenómeno es universal, progresivo e
    intrínseco (no está influenciado por el ambiente o por
    la auto limitación), puede
    ser considerado un efecto directamente relacionado con el
    envejecimiento. El proceso de envejecimiento normal es
    relativamente benigno, ya que se caracteriza por una
    declinación gradual de la función de
    órganos que mantienen una notable capacidad de reserva. La
    tasa de declinación suele variar enormemente entre
    individuos y aun entre distintos órganos del mismo
    individuo. Por ello, si bien las funciones básicas se
    encuentran preservadas, esta homeostasis
    puede ser fácil y seriamente perturbada como resultado del
    stress o de las
    enfermedades. Esto ocurre especialmente en sistemas que requieren
    una integración compleja, como por ejemplo las
    funciones cognitivas.
    La aptitud intelectual de los ancianos sanos tiende a conservarse
    en forma adecuada hasta la octava década de la vida. Las
    funciones atencionales no muestran cambios significativos. Tanto
    la atención sostenida (la vigilancia) como la
    atención selectiva (la capacidad de discriminar los
    estímulos relevantes de los irrelevantes) se encuentran
    relativamente preservadas. Los aspectos fonológico y
    semántico del lenguaje no
    presentan alteraciones. Sin embargo, el procesamiento del
    material de sintaxis compleja resulta afectado, aunque en forma
    leve.
    Podemos observar, además, cambios mínimos en
    la memoria
    sensorial y de corto plazo y cambios evidentes en la memoria de largo
    plazo más reciente. Estos últimos
    obedecerían a dificultades en la búsqueda de la
    información y no a problemas en su almacenamiento.
    Por último, existe evidencia de que las praxias
    constructivas y la capacidad de análisis visuoespacial declinan con la
    edad.
    Es interesante destacar la influencia de la educación sobre el
    grado de deterioro cognitivo. La prevalencia de déficits
    cognitivos significativos es mayor en grupos de
    ancianos con escaso nivel de educación formal que
    en aquellos con más años de estudio. La
    educación aumentaría el número y la
    complejidad de las conexiones sinápticas, y por ende los
    sujetos más instruidos tendrían mayor reserva
    funcional.
    En la población de edad avanzada, el déficit de las
    funciones mentales superiores está entre los más
    temidos porque se asocia con la pérdida de
    autonomía, de la misma manera que las situaciones de
    incapacidad física. Estas
    condiciones pueden provocar vivencias de desamparo, impotencia y
    depresión.
    El bienestar y la calidad de vida se encuentran
    intrínsecamente relacionados con la salud, los factores
    socioeconómicos y el grado de interacción
    social.
    La percepción subjetiva de la calidad de vida
    es una característica estable asociada con
    la
    personalidad de los sujetos. En la mayor parte de los
    estudios se ha observado que si se controlan los factores antes
    mencionados, no hay cambios entre la sensación subjetiva
    de bienestar y la edad. La influencia de otros factores
    ambientales, así como la de factores genéticos y
    constitucionales, es objeto de un renovado interés en
    el área de investigación de la
    gerontoneuropsiquiatría.

    4. Las Enfermedades En La
    Vejez

    Según la evolución, la enfermedad en el anciano, lo
    mismo que en otras edades, puede clasificarse en:
    – Enfermedad aguda, de corta duración, con un incremento
    en sus atenciones, y que dará lugar, en ocasiones, el
    internamiento hospitalario.
    – Enfermedad crónica, de larga duración, con curso
    estable o con frecuentes descompensaciones, y que pone a prueba
    al medio asistencial, tanto al enfermo, como a la familia y a
    los recursos sanitarios. Algunas de estas enfermedades se
    convierten en invalidantes, con reducción o pérdida
    de las capacidades para la movilización o el cuidado
    personal. Son numerosas en esta edad, y precisan de un prolongado
    esfuerzo asistencial. Una buena proporción de estos
    enfermos incapacitados han de ingresar en Centros Residenciales
    para dependientes, las Residencias Asistidas.
    – Enfermedad terminal, de naturaleza
    irreversible, con previsible corto final, aunque a veces
    prolongado. Son enfermedades que obligan a planteamientos
    asistenciales específicos, tanto en los domicilios y
    residencias como en las Unidades de Paliativos.
    No hay enfermedades exclusivas de la vejez, pero sí
    existen ciertas enfermedades y procesos que
    aparecen de modo prevalente en esta edad y con unas
    características diferenciales bien definidas. Resulta
    obligado destacar al Complejo en O de la Geriatría, tal y
    como lo señalaba hace dos décadas Cape. Este lo
    constituyen la incontinencia, la confusión mental, los
    deterioros de la homeostasis, las caídas y los trastornos
    iatrogénicos. También Isaacs denominaba los
    Gigantes de la Geriatría a la inmovilidad, a la
    inestabilidad, a la incontinencia y al deterioro cognitivo. Y
    sostenía que poseían de común el que
    tenían una causalidad múltiple, un curso
    crónico, una privación de la independencia
    y una terapéutica compleja. Un simple examen de estos
    cuadros permite reconocer el hecho básico de que su
    presentación se hace principalmente en la edad avanzada y
    que su desarrollo, tratamiento y cuidados son distintos a cuando
    suceden en otra época de la vida. Como ejemplo
    tómense tres de ellos: la incontinencia, las caídas
    y la confusión mental. Cualquiera de ellos pueden ser
    considerados procesos edad-dependientes, y su prevalencia en la
    patología geriátrica es muy elevada. La
    incontinencia, a partir de los 80 años, en la mujer, la
    padecen una cuarta parte de la población, más en la
    institucionalizada. Las caídas, de intrincada
    etiología, donde se añaden a trastornos
    intrínsecos los del entorno, son el origen de las
    fracturas y de la mayor parte de la hospitalización
    traumatológica junto a los accidentes de
    automóvil. La confusión mental o delirium es un
    proceso que acompaña comúnmente a los ancianos
    cuando se encuentran hospitalizados por cualquier motivo, y
    condicionan un notable incremento en las medidas
    terapéuticas y en su cuidado.
    Las enfermedades que poseen una más frecuente
    presentación en los ancianos son las degenerativas, las
    tumorales, las infecciosas, las autoinmunitarias, las
    disregulativas, las traumáticas y las iatrogénicas.
    Las degenerativas tienen por base principalmente la
    ateroesclerosis y buena parte de las cardiocirculatorias
    pertenecen a este grupo. Han cobrado gran importancia en las
    últimas décadas las enfermedades degenerativas
    cerebrales. De ellas la enfermedad de Alzheimer es
    la más conocida, aunque hay que situar entre ellas a la
    demencia frontal, la demencia por cuerpos de Lewy, la enfermedad
    de Parkinson y a los procesos degenerativos
    multisistémicos encefálicos.
    Cuando se examinan por órganos, sistemas y aparatos, los
    cuadros patológicos que más a menudo aparecen en el
    anciano son:
    – Aparato
    digestivo: reflujo gastroesofágico, ulcera
    gastroduodenal, colecistopatía calculosa, colecistitis,
    cáncer de colon.
    – Aparato
    respiratorio: neumonía, gripe, bronquitis
    crónica, enfisema, EPOC, cáncer de
    pulmón.
    – Aparato cardiocirculatorio; infarto de miocardio, angina de
    pecho, insuficiencia cardíaca, enfermedad embólica,
    hipertensión, hipotensión ortostática,
    arterioesclerosis obliterante, tromboflebitis, síndrome
    varicoso.
    Sistema Nervioso:
    síndrome demencial, enfermedad de Parkinson, ictus
    cerebrales con hemiplejías, epilepsia, neuropatías
    periféricas.
    – Aparato sensorial: cataratas, glaucoma, sordera,
    síndrome vertiginoso.
    – Aparato urinario: hiperplasia prostática, incontinencia
    urinaria, infecciones urinarias, cáncer de
    próstata, litiasis urinaria, cáncer de vejiga,
    insuficiencia renal.
    Sistema
    osteoarticular: Artrosis, fracturas, osteoporosis,
    artritis metabólicas, enfermedad de Paget.
    – Enfermedades endocrinas y metabólicas: Diabetes,
    hipotiroidismo, deshidratación, hipokalemia, obesidad,
    malnutrición.
    – Sistema psíquico: depresión, ansiedad,
    síndromes delirantes.

    5. Etica Médica En La
    Enfermedad

    El principio de beneficencia, que obliga al
    médico, hace relación al servicio que
    debe prestarle al paciente para favorecer SUS mejores intereses
    que son, sin duda, su vida, su salud y su felicidad. Sucede, no
    obstante, que esos, que son bienes
    preciados para el individuo y valores
    morales para el médico, pierden valencia y sentido
    para el anciano, a tal punto que los desdeña, que los mira
    con indiferencia, o no los quiere conservar. Una enfermedad
    insoportable, o el simple hastío de vivir, son factores
    que afectan el ánimo del viejo y conspiran
    desfavorablemente para que el médico cumpla con éxito
    su labor beneficiosa. Se trata de pacientes en plena lucidez
    mental, con absoluto conocimiento
    de causa, que se niegan a colaborar con su curador y, mejor,
    imploran que éste les facilite los medios para alcanzar su
    deseo, que no es otro que precipitar el final. Aquí entra
    en juego el
    discutido "paternalismo", pues si el médico acatara el
    principio de autonomía, es decir, la
    autodeterminación de su paciente, no le quedaría
    otro camino que complacerlo, bien mediante la eutanasia o
    bien mediante el suicidio
    asistido, procedimientos
    ambos que unos defienden y otros rechazan. Lo cierto es que
    frente a este dilema, el médico debe optar por acercarse
    espiritualmente a su paciente, ser amigo antes que médico,
    o, mejor, ser amigo-médico, y compartir con él su
    angustia existencial. Esa forma de amistad tiene
    mucho de paternalismo, lo cual puede ser muy útil, pues el
    sentir la compañía y el apoyo de "alguien" en
    momentos tan difíciles, es sentirse amparado, protegido,
    como se siente el niño cuando su padre lo abraza. Es
    probable que esta actitud paternalista haga reflexionar al
    paciente acerca de su deseo fatalista y le incline por otra
    determinación menos radical. Mitigar el dolor espiritual y
    hacer cambiar así la decisión, es, ciertamente, una
    actitud humanitaria, paternalista. No creo que pueda
    descalificarse tal proceder, no obstante aparente reñir
    con el derecho de autonomía, interpretado como un
    principio categórico, apodíctico. Dice Jay Katz que
    "el derecho a la autodeterminación es el derecho del
    individuo a tomar sus propias decisiones sin que otros se
    entremetan". En circunstancias como las que pueden contemplarse,
    podría defenderse la actitud paternalista aduciendo que
    una persona adolorida
    física y espiritualmente carece de autonomía
    psicológica, la cual es indispensable para reflexionar de
    manera correcta. El entremetimiento, entonces, tendría
    validez moral.
    Pero, si ese entremetimiento fracasa y el paciente persiste en su
    deseo de morir, ¿qué debe hacer el médico?
    No sería correcto abandonarlo a su propia suerte.
    Habría entonces que buscar el apoyo de otro profesional
    (psicólogo, psiquiatra, sacerdote) o de varios a la vez,
    si se cuenta con recursos para ello. Asimismo, sería
    prudente la permanencia del enfermo en el sitio más
    adecuado a su situación, donde encuentre apoyo
    médico y calor humano.
    El manejo del dolor -del dolor físico- se ha convertido
    hoy en una especialidad, de gran ayuda en los estados terminales
    de una enfermedad. Puede advertirse que en situaciones tales el
    humanitarismo médico desempeña un papel
    trascendental. Razón existe para que se lo tenga como la
    principal virtud de las muchas que debe poseer el personal
    sanitario.

    6. Aspectos
    Psicológicos

    El anciano debe realizar un trabajo interno que le
    permita aceptar la propia historia como la única posible y
    comienza a comprender más profundamente la vida; comprende
    "lo que soy yo" y "lo que son los demás", adquiriendo un
    nuevo grado de madurez psicológica.
    El grado de desarrollo de la personalidad
    influye en cómo el individuo enfrenta los cambios de la
    vejez (declinación física, jubilación,
    pérdida de status, de las relaciones sociales) y un yo
    fortalecido permitiría una buena vejez; dejando entrever
    los procesos de duelo característicos.
    La identidad debe
    reestructurarse nuevamente en medio de una crisis
    abatidora: integridad vs. Desesperanza (respecto a la muerte).
    Aquí se ponen en juego dos percepciones de la misma: la
    correcta dejaría ver a la muerte como el final del camino
    recorrido, mientras que una percepción errónea la
    vería como una interrupción en el camino, como algo
    que todavía se puede cambiar.
    Siendo conscientes de los cambios biológicos sucedidos y
    de la menor capacidad de reacción, los ancianos comienzan
    a responder a los estímulos más lentamente para
    evitar errores; sin que esto provoque que les importe el
    éxito, la fama ni la efectividad de los actos. Estos
    cambios biológicos captan su atención y pierden a
    conexión con el mundo externo: se concentran en los
    cambios a los que está sometido su cuerpo.
    La sexualidad
    comienza a vivirse de otra manera: mientras que en la mujer
    aparece la menopausia, trayendo aparejado varios cambios
    hormonales, le aparecen manchas, más arrugas y diminuye la
    lubricación vaginal (lo que trae como consecuencia
    relaciones sexuales más dolorosas); en el hombre disminuye
    la testosterona, pierde pelos; la eyaculación se vuelve
    más lenta y distanciada y disminuye el impulso sexual.
    A pesar de todo esto, igual viven su sexualidad (nunca somos
    seres asexuados, pero la sexualidad se va modificando a lo largo
    de la vida)
    Los cambios se producen rápidamente y hay poco tiempo para
    asimilarlos. Se confronta con la realidad biológica y la
    acepta. La aceptación significa asumirla responsablemente,
    lo que implica autocuidado.
    Abuelidad: última fase de la parentalidad.
    Aquí se pone en juego el sentido de trascendencia. El rol
    de abuelo es el más importante en la ancianidad, va a
    modificar la personalidad del anciano.
    Las características sobresalientes que se ven del abuelo
    lo enumeran como: sabio, respetuoso, representante del pasado de
    la familia. Es un educador, pero no de la misma manera que el
    padre, sino que en una relación más libre y los
    niños tienden a la idealización con el abuelo,
    quienes son portadores del mundo ético.
    Generacionalmente se da una alianza nieto-abuelo, desplazando a
    los padres a veces con un poco de hostilidad; el sentido de
    trascendencia se hace mucho más notorio en los nietos que
    en los hijos.
    Funciones de la abuelidad:

    • Gratificadora: por la idealización del nieto
      aún ante tanta pérdida. Hay consentimiento
      mutuo ® no
      hay hostilidad.

    El nieto colabora en el sentido de trascendencia, de
    dejar algo en este mundo.
    El tener un nieto los ayuda a mantenerse vinculados con la
    realidad. Además, pasa a ser su rol en la ancianidad (ser
    abuelos).

    • Reparadora: pueden reparar con los nietos aspectos
      negativos que cometieron con los hijos. Ej: tolerancia (no
      es sólo por sabiduría). Se puede compensar entre
      el rol parental y de ancianidad.
    • De continuidad: (de trascendencia)

    El nieto representa el sentido de la vida y
    también la muerte cercana. Representa la trascendencia
    (fuente de descendencia).
    Para aceptar a muerte se debe reconocer que la existencia de
    hijos y nietos es totalmente diferente a la muerte, que existen
    no para evitarla, sino para trascender.
    Relación de pareja: están juntos, compartieron toda
    una historia y ya no les queda mucho. Aparece el fantasma de la
    viudez, y
    sienten que ya no les queda mucho por compartir.
    Se logra una mejor adaptación a todos los cambios si han
    logrado una diferenciación (intimidad), una identidad de
    pareja.
    La convivencia diaria aumenta considerablemente, lo que obliga a
    que la rutina diaria debe sufrir un cambio importante, se tiene
    que crear espacios mutuos y para lograrlo la pareja necesita
    pasar por discusiones, que los ayude a resolver los conflictos
    sobre la privacidad que aparecieron en este etapa.
    Las restricciones económicas implican un cambio de vida
    bastante brusco ®
    desesperanza, angustia, temor, sentimiento de
    vulnerabilidad física y económica
    ® fuerte
    sentimiento de dependencia
    Comienzan a dejarse de lado las relaciones sociales y se vuelcan
    sobre la familia y el barrio.
    Con respecto a la sexualidad en la pareja, se persigue el
    contacto con el otro más que el sexo.
    Prefieren un encuentro cercano con el otro mediante otras
    maneras. Y aunque los impulsos agresivos son más fuertes
    porque hay manejo de la expresión de la agresividad como
    algo constructivo, ya que se sabe que el amor
    persiste.
    La tarea principal de la relación de pareja es la
    preparación para la muerte cercana. El duelo con la muerte
    de un par es el más doloroso y largo. Si son muy unidos,
    la mitad que ha quedado viva muere al año siguiente.
    Logro de identidad: aceptar el logro de pareja como la
    única posible. Implica aceptar aspectos positivos y
    negativos, recordarlo como una
    historia, con satisfacción.

    7. Asistencia A Los Ancianos

    Es importante considerar la asistencia a los ancianos,
    ya sea un familiar o un asistente profesional. Es correcto
    destacar algunas formas para promover la salud mental en
    los ancianos, como por ejemplo:

    • Motivar el contacto social con amigos y familiares a
      través de visitas, llamadas telefónicas o
      cartas
    • Organizar momentos alegres como fiestas o
      excursiones
    • Ayudarle a iniciarse en un nuevo hobby o revivir
      viejos pasatiempos favoritos
    • Escuchar, hablar, y compartir
      sentimientos
    • Asegurarle su privacidad
    • Tratarle con respeto, no como un pequeño
      niño que no puede pensar por sí mismo
    • Motivarle a ejercitarse y moverse
    • Encontrar maneras en que pueda ser útil a
      otros
    • Tratar de mantener abiertas las líneas de
      comunicación

    Hay estudios que muestran que el tiempo de
    reacción de las personas mayores puede ser lento, pero que
    aún pueden aprender. Los familiares y amigos tienen que
    tener paciencia al esperar respuestas. Es importante recordar que
    la memoria temporal puede no ser lo que fue un día.
    El cerebro ayuda a
    conectarse al mundo exterior. Nuestras experiencias pueden tener
    mayor significado si podemos procesar y comprender lo que vemos,
    oímos y absorbemos a través de nuestros
    sentidos.
    Algunas veces a las personas mayores se les etiqueta
    incorrectamente como "seniles"; el malentendido es que ya no
    pueden pensar por sí mismos. Sin embargo, generalmente,
    las personas mayores continúan haciendo buen uso de sus
    poderes creativos, y de la misma forma que sucede con otras
    partes del cuerpo, el cerebro funciona mejor si se le usa
    regularmente.
    El aprendizaje
    continuado es el proceso de explorar nuevas ideas, ya sea a
    través de la lectura,
    escuchando radio o televisión, intentando un nuevo hobby o
    pasatiempo, o probando una nueva receta de cocina. Puede incluir
    conversación estimulante con amigos y la familia. En
    resumen, es la disposición de seguir explorando las tantas
    aventuras que la vida puede ofrecer. Los beneficios del aprendizaje
    continuado incluyen un mayor entusiasmo por la vida, menos
    aburrimiento y depresión, un mayor sentimiento de estima y
    respeto propios, más interés en el mundo que nos
    rodea, y nuevas ideas que compartir con la familia y amigos.
    Las siguientes actividades son especialmente indicadas para
    aquellos ancianos que viven en casa:

    • coser o tejer
    • llamar a amigos por teléfono
    • cuidar de un niño por un tiempo
    • escribirse con personas en otros lugares
    • leer a grupos de niños en escuelas
      elementales
    • guardar sellos de correo para otros
      coleccionistas
    • escribir sus recetas favoritas en tarjetas y
      compartirlas con otros
    • leer libros, revistas, periódicos
    • resolver acertijos, crucigramas, hacer
      rompecabezas
    • intentar algún arte:
      caligrafía, pintura,
      dibujo
    • escribir o grabar sus memorias,
      poemas o
      pensamientos
    • mantener un libro de chistes
    • cuidar de alguna mascota o plantas
    • escuchar música
      suave
    • tomar cursos por
      correspondencia
    • tocar un instrumento musical
    • empezar o re-acondicionar un álbum familiar de
      fotografías
    • servir como voluntario en bibliotecas,
      hospitales, museos, escuelas
    • hornear pasteles o pan para sí mismo y para
      otros
    • planificar una comida por contribución en su
      casa
    • visitar o servir como tutor a niños y
      jóvenes
    • pasar documentos a
      máquina para sí mismo y para otros
    • participar por teléfono en programas de
      radio
    • aprender a usar una computadora

    8.
    Epílogo

    En estos días tumultuosos pensar en la ancianidad
    como un real problema social se hace bastante difícil;
    nuestra sociedad anda errabunda llegando a los puertos de todos
    los conflictos sociales, y, como era de esperarse, los pobres
    viejos no escapan del martirio de una implacable mano injusta que
    dicta sentencia a cuatro voces: LOS VIEJOS NO TIENEN
    ATENCIÓN MEDICA. Una vez más, la economía y la
    política
    son causa directa de una vida miserable para tantos ancianos como
    da a lugar nuestro país.
    En el noticiero de las 00 hs. vi a un señor muy mayor,
    apenas si podía hablar. Estaba con su señora, ambos
    esperando por la atención de un médico que curara
    sus males. Este hombre tenía un ojo vendado desde
    hacía ya mucho tiempo y casi resignado decía al
    periodista: "Cada vez que voy al médico pienso que me van
    a sacar la venda y me van a dar los remedios, pero el Dr. nunca
    está, nunca me atienden. Y bueno, qué v’
    hacer: paciencia". Si, paciencia para soportar la injusticia de
    nuestra propia gente.
    Sólo me queda una pregunta por hacer: todos estos
    políticos y economistas que dejan a todos nuestros viejos
    desamparados, ¿se darán cuenta de que pronto
    serán ellos los viejos?
    Una vez más, la bellísima pluma del Sr.
    García Márquez:
    "Lo despertó la tristeza. No la que había sentido
    en la mañana ante el cadáver del amigo, sino la
    niebla invisible que le saturaba el alma después de la
    siesta, y que él interpretaba como una notificación
    divina de que estaba viviendo sus últimos atardeceres.
    Hasta los cincuenta años no había sido consciente
    del tamaño y el peso y el estado de
    sus vísceras. Poco a poco, mientras yacía con los
    ojos cerrados después de la siesta diaria había ido
    sintiéndolas dentro, una a una, sintiendo hasta la forma
    de su corazón insomne, su hígado misterioso, su
    páncreas hermético, y había ido descubriendo
    que hasta las personas más viejas eran menores que
    él, y que había terminado por ser el único
    sobreviviente de los legendarios retratos de grupo de su
    generación. Cuando se dio cuenta de sus primeros olvidos,
    apeló a un recurso que le había oído a uno
    de sus maestros en la Escuela de
    Medicina: «El que no tiene memoria se hace una de
    papel». Sin embargo, fue una ilusión efímera,
    pues había llegado al extremo de olvidar lo que
    querían decir las notas recordatorias que se metía
    en los bolsillos, recorría la casa buscando los lentes que
    tenía puestos, volvía a darle vueltas a la llave
    después de haber cerrado las puertas, y perdía el
    hilo de la lectura porque
    olvidaba las premisas de los argumentos o la filiación de
    los personajes. Pero lo que más le inquietaba era la
    desconfianza que tenía en su propia razón: poco a
    poco, en un naufragio ineluctable, sentía que iba
    perdiendo el sentido de la justicia.
    Por pura experiencia, aunque sin fundamento científico, el
    doctor Juvenal Urbino sabía que la mayoría de las
    enfermedades mortales tenían un olor propio, pero ninguno
    tan específico como el de la vejez. Lo percibía en
    los cadáveres abiertos en canal en la mesa de
    disección, lo reconocía hasta en los pacientes que
    mejor disimulaban la edad, y en el sudor de su propia ropa y en
    la respiración inerme de su esposa dormida. De
    no ser lo que era en esencia, un cristiano a la antigua, tal vez
    hubiera estado de acuerdo con Jeremlah de Saint-Amour en que la
    vejez era un estado indecente que debía impedirse a
    tiempo. El único consuelo, aun para alguien como él
    que había sido un buen hombre de cama, era la
    extinción lenta y piadosa del apetito venéreo: la
    paz sexual. A los ochenta y un años tenía bastante
    lucidez para darse cuenta de que estaba prendido a este mundo por
    unas hilachas tenues que podían romperse sin dolor con un
    simple cambio de posición durante el sueño, y si
    hacía lo posible para mantenerlas era por el terror de no
    encontrar a Dios en la oscuridad de la muerte".

    9.
    Bibliografía

    • Materazzi, M. A. – Salud Mental. Enfoque
      transdisciplinario
    • Guijarro, J. L. – Las enfermedades en la
      ancianidad
    • Fernández Cruz, A. – El libro de la
      salud
    • Lolas Stepke, Fernando – Bioética
      del cuidado en la ancianidad
    • Astudillo Alarcón, W. – El cuidado
      paliativo en los ancianos
    • Dr. Vicario, A. y Dr. Taragano, F. – Sobre la
      vejez, el corazón y el cerebro
    • La Nación digital
    • Monografías.com
    • Rodríguez, A. –
      Geriatría
    • Ética médica y ancianidad
    • Páginas varias de Internet
    • García Márquez, G. – El amor en
      los tiempos de cólera

     

     

     

     

    Autor:

    Doormann Bermúdez, Flavia Sandra Selene

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