Indice
1.
Introducción
2. Bibliografía
Los medios masivos
de información han publicado en fechas
recientes, los resultados sobre aprovechamiento escolar que se
han llevado a cabo en nuestro país; para nadie ha sido
sorpresa el bajo rendimiento de los alumnos en todos los niveles
educativos, dado que esta situación ha prevalecido desde
hace décadas sin cambios.
Investigar cuáles han sido los motivos por los cuales
existe tal rezago parecería ser empresa
fácil, pero para ello se tendrían que llevar a cabo
evaluaciones transparentes, libres de tabúes y trabas
administrativas que mostraran en forma veraz las fallas y los
aciertos del sistema educativo
imperante.
Sin embargo, vivimos en una sociedad reacia a
practicar o a sujetarse a un simple proceso de
evaluación y aceptar los resultados
emanados de éste; quizás se desconozca que por
desalentadores que fueran, son el instrumento que
permitirá tomar decisiones para mejorar el curso de la
acción.
Por tal motivo, el propósito principal de este ensayo, es
presentar un breve esbozo de la evaluación, qué es
y para qué sirve.
Existe temor y rechazo generalizado al escuchar hablar de
evaluación; sin embargo, todos llevamos a cabo este
proceso en nuestra vida cotidiana. En sentido amplio, evaluar es
simplemente una forma de estimar, de apreciar o calcular un
objeto, una situación o un hecho; evaluación hace
referencia al término "valor" y
supone un juicio o valoración de algo.
La acción de evaluar es habitual, ya que todos los
días realizamos evaluaciones sobre nuestras necesidades
personales, sobre nuestra profesión, sobre política y sobre un
sinfín de temas ligeros que saltan a la
conversación a lo largo de la jornada; valoramos casi todo
lo que hacemos y las decisiones que tomamos, especialmente cuando
éstas implican riesgos. Tan
sencillo como evaluar si el cielo nublado amerita sacar el
paraguas o si el día soleado nos permite salir sin abrigo.
¡Así de fácil!
Hay momentos en que debemos valorar lo que más nos
conviene y decidir cómo y cuándo cambiar el rumbo
de algo que va mal: en esto consiste la evaluación
informal.
Cabría entonces preguntar:
¿Ha realizado usted alguna evaluación a lo largo
del día?
Usted tiene la respuesta…
Decididamente, sí.
Ahora bien, para evaluar un servicio o una
actividad profesional, se requiere de algo más que una
evaluación informal. Es entonces cuando recurrimos a
métodos
elaborados y técnicas
específicas que son utilizados en la investigación
social: a esto se le denomina evaluación
sistemática o investigación evaluativa.
La evaluación informal y la evaluación
sistemática tienen los mismos propósitos, pero
utilizan diferentes métodos.
En la evaluación informal los criterios que se emplean son
totalmente subjetivos, por lo que cada persona puede
obtener un juicio de valor distinto. En la evaluación
sistemática en cambio, se
determinan criterios, indicadores y
parámetros bajo los cuales diferentes observadores de un
mismo proyecto o
actividad, llegarán normalmente a conclusiones
equivalentes o por lo menos compatibles.
El término evaluación se relaciona usualmente a la
idea de medición; sin embargo, medir significa
determinar la extensión y/o cuantificación de una
cosa, en tanto que la evaluación implica valorar la
información, emitiendo un juicio de valor.
Pero… ¿para qué sirve esta valoración?
La respuesta constituye la finalidad de la
evaluación:
- Para la toma de
decisiones que habrán de marcar el curso de la
acción - Para la toma de decisiones que promuevan
mejoras
De tal forma, se comprende que la evaluación
consiste en recopilar datos para emitir
un juicio de valor (valoración), con la finalidad de tomar
decisiones, las cuales en la evaluación sistemática
por lo general no parten de los evaluadores, sino de las personas
a las que habrán de remitirse los resultados (las
autoridades).
Entre los conceptos más claros y a la vez más
completos sobre la evaluación sistemática o
investigación evaluativa se señalan los
siguientes:
"Es el proceso sistemático de recolección y
valoración de información útil para una
eventual toma de decisiones"
(Cronbach)
"Es el proceso de recolección y análisis de información relevante en
el que se apoya un juicio de valor sobre la entidad evaluada,
sirviendo de base para una eventual toma de decisiones"
(Flor –Angeles Cabrera)
"Operativamente se entiende que la evaluación es
una forma de investigación social aplicada,
sistemática, planificada y dirigida; encaminada a
identificar, obtener y proporcionar de manera válida y
confiable, datos relevantes que apoyen un juicio de valor sobre
los componentes de un programa o de un
conjunto de actividades que se realizan, a fin de que sirvan de
base para la toma de decisiones en el curso de una acción;
para la resolución de problemas y/o
para la comprensión de factores asociados al éxito o
fracaso de sus resultados".
(M. J. Aguilar y Ezequiel Ander-Egg)
Para realizar este tipo de investigación, existen
métodos cuantitativos y cualitativos, que merecen un
estudio aparte; sin embargo, cabe señalar en esta
ocasión, que la evaluación cuantitativa está
centrada en la búsqueda de hechos o causas de los
fenómenos sociales, prestando poca atención a los estados subjetivos de los
individuos. Está basada en una medición objetiva,
controlada y reduccionista, orientada hacia un resultado.
La Evaluación Cualitativa por el contrario, está
interesada en la comprensión de la conducta humana
desde el propio marco de referencia del sujeto actuante; es
subjetiva y esta orientada al proceso.
Aunque cada método
tiene su campo específico de acción, cuando son
empleados en conjunto con el mismo propósito, se pueden
obtener resultados más amplios y reveladores, los cuales
no sería posible alcanzar utilizando un solo
método.
Las instituciones
educativas en el país, no han implementado procesos de
evaluación que en verdad arrojen luz sobre lo que
pasa con el aprendizaje de
los alumnos y con la educación en
general.
En las escuelas se mide, no se evalúa; se toma como
parámetro una escala
numérica para cuantificar alguna potencialidad del alumno,
pero no resulta relevante la solución de problemas, la
creatividad,
el autodescubrimiento, los valores
adquiridos, las actitudes y el
desarrollo de
hábitos, cuando en realidad todos estos aspectos deben ser
tomados en cuenta.
A pesar de la utilidad de la
evaluación, en la actualidad resulta complicado organizar
procesos evaluativos, dadas las trabas y los bloqueos impuestos a estas
investigaciones, ya que los responsables de las
instituciones o programas, se
sienten frente a una auditoría, ante Hacienda o ante un fiscal general
cuando se intenta realizar una evaluación dentro de su
área de trabajo (hay que tener presente que las
evaluaciones son utilizadas en ocasiones como elementos de
poder
político); por otra parte, cuando existe viabilidad para
la acción, sucede frecuentemente que los resultados no son
difundidos, contribuyendo de esta forma al estancamiento o
discontinuidad (en el mejor de los casos), de las condiciones
prevalecientes.
Isaías Álvarez ha dado en considerar a este hecho
como la "subcultura de resistencia a la
evaluación" o "la subcultura del fraude y de la
evasión".
Ante tal panorama, el resultado es obvio: no se implantan mejoras
en la calidad de
vida, en la elevación de los niveles de eficiencia y
calidad de los
programas, ni en los proyectos de
desarrollo educativo institucional o de carácter
nacional.
Pero, ¿qué hacer ante tal situación? …
El fomento de una cultura de
evaluación que de inicio en las plantas docentes
y las autoridades educativas, parece ser una alternativa viable;
promover el interés
por llevar a cabo evaluaciones y autoevaluaciones constantes,
transparentes y confiables que den pauta al replanteamiento de
métodos y contenidos dentro del sistema educativo
nacional.
Para ello, se presentan a continuación algunas
propuestas:
- Fomentar una actitud
reflexiva y a la vez propositiva en cada uno de los integrantes
de una empresa,
evaluando diariamente las actividades que realiza - Promover la autoevaluación como ejercicio
diario, lo cual redundará en una mayor productividad
en todos los órdenes - Difundir lecturas básicas sobre el
tema - Capacitar al personal de una
empresa y/o institución para realizar sus propias
evaluaciones - Motivar a los diferentes departamentos para evaluar
en forma interna, conjunta y permanente las actividades que
realizan - Cuando la evaluación sea externa, dar a
conocer en forma clara y precisa las acciones que
se van a emprender y la finalidad implícita en cada uno
de ellos
Por ende, es imperante incrementar las evaluaciones en
el ámbito de la educación en México,
asumiendo éxitos y fracasos con responsabilidad y madurez, ya que sólo a
partir de ello será posible tomar decisiones, corregir
acciones y mejorar resultados; en otros términos, adoptar
una cultura de evaluación que aporte información
necesaria para implementar cambios y modificaciones sustanciales
que redunden en un mayor aprovechamiento escolar y una mejor
calidad educativa en México.
AGUILAR, M.J. y Ander-Egg, Ezequiel. (1992).
"Evaluación de Servicios y
Programas Sociales". Editorial Siglo XXI: México. Pp.
3-21.
ÁLVAREZ, García Isaías. (1995). Cultura de
Evaluación y Desarrollo Institucional de Posgrado. En:
Revista de
Investigación Administrativa, No. 1, mayo, 1995. E.S.C.A.
– IPN: México.
CASSIGOLI, Perea Inés Elisa. (2001). "Evaluación
Institucional" IPN-ESCA: México. Apuntes.
CASSIGOLI, Perea Inés Elisa. (1998). "Condiciones de la
Evaluación en las Instituciones Educativas". IPN-ESCA:
México. Documento.
COOK, T.D. y Ch. S. Reichardt. (1997). "Métodos
cualitativos y cuantitativos en Investigación Evaluativa".
Ediciones Morata, S.A.: España.
Pp. 25-53.
SANTOS, Guerra Miguel
Ángel. (1993). " La Evaluación: un proceso de
diálogo,
comprensión y mejora.". España: Ediciones Aljibe.
Pp. 15-31.
Autor:
Ma. de Lourdes Sánchez Franyuti
Instituto Politécnico Nacional (Maestría en
Administración y Desarrollo de la
Educación)
Dirección General de Educación
Física (Departamento de Investigación)
México