SI ENSEÑAMOS A AMAR DE VERDAD, TODA OTRA
ENSEÑANZA QUE IMPARTAMOS TENDRÁ
SENTIDO.
Los educadores llevamos muchos siglos enseñando
muchas cosas, impartiendo muchos conocimientos, investigando y
desentrañando muchos misterios del universo y
gracias a ello se puede decir que científicamente la
humanidad ha avanzado mucho, es innegable el desarrollo
científico que hemos alcanzado pero tenemos que reconocer
que humanamente seguimos estancados pues nos seguimos odiando,
maltratando, discriminando, matando, engañando, robando de
la misma manera que hace miles de años, las masacres,
guerras y
vejaciones se siguen repitiendo a través de toda la
historia, ese
afán de sometimiento de los unos por los otros se continua
dando como un marcador repetitivo fundamentado en el deseo de
poder.
Supuestamente los avances científicos
tendrían por objeto mejorar la calidad de
vida del ser humano, pero se observa que muchos de estos
logros nunca estarán al alcance de un sinnúmero de
personas, por lo tanto estos progresos científicos o
tecnológicos lo que han hecho es ahondar más las
divisiones entre los seres humanos, pues la humanidad se
encuentra cada día más dividida, hemos creado
divisiones de toda índole, tenemos divisiones políticas,
religiosas, económicas, raciales que hemos estado
sosteniendo y alimentando desde hace mucho tiempo, creando
así un monstruo más para la humanidad. Los humanos
no comprendemos aún el poder tan inmenso que tenemos como
especie humana, este poder nos permite seguir viviendo o
autodestruirnos, a través de él hemos inventado
cosas grandiosas así como también cosas
desastrosas, al comienzo de la humanidad inventamos la muerte,
cuando un humano mató a otro humano y es ese mismo
instante inventamos otras arandelas tales como, la tristeza, la
soledad, la desesperanza, la impotencia ante el dolor y la
muerte, el
deseo de venganza, entre otras. Así mismo hemos inventado
cosas maravillosas, tales como las telecomunicaciones que permiten conectarnos en
segundos con cualquier lugar del mundo, pero a su vez hemos
inventado armas tan
mortíferas, tenemos un arsenal tan grande que si lo
detonáramos al mismo tiempo, terminaríamos con la
vida sobre el planeta en cuestión de doce minutos, esto
muestra cuan
grande es el poder de la especie.
La humanidad ya ha ensayado de todo para recuperarse,
desde tiempos inmemoriales ha intentado buscar soluciones
desde la política, la ciencia, la
tecnología, la economía, las
religiones y nada
de esto ha servido para dar soluciones a los problemas
más graves que nos aquejan.
Para encontrar solución a un problema se debe
reconocer la existencia del mismo, por ende se debe admitir que
estamos mal y no sólo ahora sino desde el comienzo de la
humanidad misma, un síntoma de que andamos mal es el hecho
de que tengamos que cargar llaves, no confiamos los unos en los
otros, y no hemos entendido que andamos mal es debido al
egoísmo que hemos vivido desde siempre, ese egoísmo
que mantiene a todo el género
humano anestesiado o incluso sabiendo que hay un problema pero
sin saber como salir de él, ese egoísmo que nos
tiene a todas horas pensando en: " Primero yo, segundo yo, y
tercero yo. Y lo que sobre para mí también ". No
hemos tomado conciencia de que
este egoísmo ha ido generando dentro de nosotros la
envidia y que esta a su vez genera traición,
engaño, mentira, falsedad, corrupción, indiferencia, intolerancia,
codicia, ambición, odio y rencor que nos llevan a generar
la violencia, y
esta violencia la ha vivido la humanidad a través de
guerras, masacres asesinatos, matanzas, violaciones, vejaciones
de toda índole. Es tan cierto esto que ningún ser
humano puede decir que nunca ha sido egoísta, todos lo
hemos sido en alguna forma; ningún ser humano puede
afirmar que nunca ha vivido la mentira, que no la dicho o se la
han dicho; nadie puede decir que no ha vivido la violencia en
alguna de sus formas, recordemos que somos violentos hasta con el
silencio.
Este egoísmo que hemos vivido los humanos nos ha
impedido ver lo grandiosos y maravillosos que somos como
creación, y esto no es religión ni
esoterismo ni cosa rara, es la pura realidad que vive la
humanidad. El egoísmo que tenemos arraigado en nuestro
corazón
nos ha impedido entender que en el universo no
hay más que una sola ley " amarnos
todos los unos a los otros", amarnos todos por igual, sin
discriminar a nadie, sin excluir a nadie, pensando en que cada
uno de nosotros hace parte de un todo que es la humanidad y a su
vez la humanidad hace parte de un todo mayor que es el universo.
Por no cumplir esa ley universal es que estamos mal y lo hemos
estado desde hace mucho siglos.
Es una realidad que si nos amaramos todos los unos a los
otros de verdad, venceríamos todos los problemas de la
humanidad, entre ellos el problema de la muerte, que ni la
ciencia, ni
las religiones lo han podido resolver, pues si nos estamos
amando, intensamente y extensamente, nadie mataría a
nadie, y así estaríamos venciendo una de las
muertes que maneja la humanidad, la muerte por homicidio, si nos
estamos amando no existirían situaciones conflictivas que
llevaran a una persona a auto
eliminarse y así estaríamos entre todos los seres
humanos venciendo una segunda muerte, la muerte por suicidio. La
muerte por enfermedad también sería vencida a
través de la fuerza del
amor generada
entre todos los seres humanos, por ejemplo, un caso particular,
el sida cobra
muchas victimas constantemente, pero si nos estuviéramos
amando de verdad, ya no nos acercaríamos a otro ser humano
con el fin de utilizarlo, sino con el fin de ayudarlo a crecer
como persona, con el fin de amarlo de verdad, y de esta forma
esta tercera muerte iría desapareciendo. Y así las
demás muertes por enfermedad que son todas producto de
nuestro propio egoísmo. La muerte por envejecimiento se
iría venciendo en la medida en que al no existir las
condiciones de estrés
reinantes, las células
del cuerpo no gastarían tanta energía para
sobrevivir, por lo tanto la longevidad del ser humano
sería mayor, hasta lograr la transfiguración
celular ocasionada por la fuerza de amor generada entre todos los
seres humanos, pues el poder de la especie es inmenso.
Todo ser humano tiene grandiosos poderes, entre ellos,
el poder de la libre elección, el libre albedrío,
otro poder inmenso es su capacidad de amar, pero este poder
está dormido por efecto del egoísmo, y nuestra
misión
como seres humanos es despertar esa capacidad de amar, ese poder
que está dentro de todos y cada uno, y hacer uso de
él, aprendiendo a amar de verdad y enseñando a amar
como Dios ama, universalmente, no como nosotros amamos, con un
amor egoísta, porque sólo amamos en un
círculo cerrado, o a quien nos proporciona un favor o un
beneficio. Amar de verdad es sentir que la alegría del
otro es nuestra propia alegría, sin discriminar al otro;
es sentir que el dolor del otro es nuestro propio dolor, que la
necesidad del otro es nuestra propia necesidad, que si le hacemos
daño al otro, nos lo estamos haciendo a nosotros mismos,
ya que nosotros hacemos parte del otro y el otro hace parte de
nosotros y juntos hacemos parte del cuerpo de la
humanidad.
Cada uno de nosotros es como una célula que
compone todo el cuerpo de la humanidad y la misión de una
célula es trabajar por el bien común de todo el
cuerpo a sabiendas de que si el cuerpo está bien, ella
como parte de ese cuerpo también estará bien. Si
trabajáramos por el bien de todos y todos llegan a estar
bien, no nos tendríamos que cuidad de nadie. Nuestra
misión como seres humanos es despertar en nuestro interior
esa gran capacidad de amar, luego despertarla en otros y aprender
a amar de verdad. Llegaríamos a comprender por ejemplo que
el enamoramiento no es verdadero amor, y así
plasmaríamos una página de la historia escribiendo:
Si el enamoramiento que tenía se acabó es porque no
era verdadero amor, el amor
verdadero no se acaba, es eterno, es infinito, es la esencia
creadora de Dios.
La humanidad no se ha recuperado porque no ha querido,
los humanos no creemos en el poder del amor y por lo tanto no lo
vivimos, nos parece cursi e irrisorio siquiera pensar en
despertar nuestra capacidad de amar, a veces lo creemos
imposible, cuando amar a los semejantes es tan sencillo, que
parece increíble que no lo hagamos. Es tan fácil
amar a los semejantes como pensar en algún ser querido o
mirar a cualquier persona conocida o desconocida, pues todos
somos iguales, y decirle " te amo" pero con la voz del
corazón y en lo posible acompañado de una
sonrisa.
Cada vez que decimos interiormente: " te amo" a alguien,
es como si un rayo de luz saliera del
corazón y fuera hasta el corazón del otro,
despertando en él su capacidad de amar o posibilitando en
él una actitud de
cambio
positivo. Al enviar el " te amo " no se cambia al otro, pues
él tiene libre albedrío, sólo se le brinda
la luz suficiente para que libremente tome la decisión de
cambiar si lo desea. Así se le ayuda al otro, a uno mismo
y a la humanidad. Algo tan sencillo como decir en el silencio del
corazón " te amo papá", " te amo mamá", " te
amo hijo", " te amo amigo", " te amo enemigo", pero tan valioso
para ayudar a la humanidad a salir de ese círculo vicioso
en que está girando desde siempre.
Somos los educadores los llamados a romper ese
círculo, pues sino lo hacemos ahora mismo seguiremos
reproduciendo ese estado de negatividad en que ha estado viviendo
la humanidad hasta el momento.
Surgen entonces una serie de preguntas:
- ¿ Porqué los educadores no
enseñamos lo que de verdad deberíamos
enseñar?. - ¿ Qué es lo que de verdad
deberíamos enseñar los educadores? - ¿ Porqué nos da miedo enseñar a
amar de verdad? - ¿ Qué es lo que nuestros estudiantes
quieren y deben aprender?. - ¿ Qué sentido tiene cualquier
enseñanza que impartamos, sino enseñamos a amar
de verdad?.
JUAN ELKIN VELÁSQUEZ GAVIRIA.