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DERECHOS HUMANOS DE LAS VÍCTIMAS DEL DELITO




Enviado por je_suisaligator



     

    Indice
    1.
    Derechos humanos de las víctimas del
    delito

    2. Síntesis
    3. Conclusión

    1. Derechos humanos de las
    víctimas del delito

    Cuando se es estudiante de derecho nadie explica a uno a
    detalle el porqué la Constitución Política de los
    Estados Unidos
    Mexicanos tiene una parte dogmática y otra parte
    orgánica que se refiere a la
    organización y funcionamiento del Estado. Con el
    tiempo y
    estudiando de manera autodidacta se entiende que la primera parte
    de la Constitución comprende los Derechos Humanos; y la
    segunda se refiere al sistema de
    gobierno, al
    poder
    dominante en un momento histórico dado, ya que ha sido
    variada la forma en que se ha presentado el poder, han existido
    la monarquía, el parlamento dominante, el
    comunismo, el
    presidencialismo, la democracia,
    entre otras formas de poder.
    Todo cambia, los sistemas de
    gobierno, las de poder, las relaciones de sometimiento o de
    gobierno cambian, pero los Derechos Humanos no cambian,
    permanecen inalterables, todo sistema de gobierno que no se base
    en esa parte dogmática, en los derechos humanos, es
    ilegítimo porque atentará contra el propio ser
    humano.
    La Constitución es el documento básico de
    gobernabilidad de un pueblo, porque es el freno al abuso de la
    autoridad
    gubernamental o del poderoso que puede ser o no ella misma; y por
    otra parte la Constitución es el piso, no el techo, del
    cual parten todos los derechos, su desarrollo y
    base.
    La Constitución es un instrumento legal que usa para
    gobernarse asimismo un pueblo, por lo tanto es un instrumento
    práctico que no puede ni debe ser algo petrificado y que
    no funcione.
    Los Derechos Humanos no cambian, pero sí el sistema
    jurídico-político-económico, por lo cual la
    defensa o protección de los Derechos Humanos es lo
    único que evoluciona. Desde el Código
    de Hamurabi hasta la carta Magna de
    Inglaterra bajo
    el reinado de Juan Sin Tierra pasando
    por los Fueros Juzgos españoles y llegando a la ya
    cincuentona Declaración Universal de los Derechos Humanos,
    se ha planteado la instauración de Organismos Protectores
    de Derechos Humanos tanto Jurisdiccionales como
    No-jurisdiccionales.
    Ciertamente que la legislación constitucional abarca
    aquellos aspectos que a la sociedad
    interesan, y de ello deriva que se vincule el ejercicio del
    poder, de la autoridad a la sanción contra aquellos que no
    respetan la ley, que la
    violan, pero no se trata luego de sancionar solo al violador de
    la ley porque sí, por la falta a la ley, sino por el
    daño ocasionado a otro ser humano, al que se le pueden
    perpetrar entre otras situaciones delitos, y
    así aparece la víctima del delito.
    Cada sistema político o de poder, cada nueva
    civilización tiene sus propias víctimas del delito,
    así que nunca será por lo tanto valorado el mismo
    delincuente para todas las épocas históricas.
    Así, para la época Teocrática, el que viole
    mandamientos sacros o falte a una ley sagrada será
    considerado un delincuente y sancionado en consecuencia. La
    víctima del delito será el sacerdote, los
    utensilios sagrados, las sustancias consagradas y Dios mismo.
    En la época de la Guerra
    Fría la víctima del delito era el ciudadano
    aprisionado por las ideologías que lo estigmatizaban por
    atentar supuestamente contra ellas.
    La valoración de la víctima del delito implica la
    evolución de las realidades culturales.
    La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948
    establece en el artículo 8º que "toda persona tiene
    derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales competentes
    que le amparen contra actos que violen sus derechos fundamentales
    reconocidos por la constitución o por la ley". La
    interpretación de éste artículo desde la
    proclamación de la Declaración fue en el sentido de
    promover la protección jurídica al individuo, en
    cualquier parte del mundo, señalado como responsable de la
    comisión de un delito, considerando a priori que la
    autoridad estatal actuaba casi siempre violando derechos humanos
    de esa persona, consistentes en detención ilegal, tortura
    y procesos
    viciados que culminaban en una condena injusta.
    Y para corroborar esta afirmación, los artículos 10
    y 11 del mismo instrumento internacional en comento
    señalan respectivamente que: "Toda persona tiene derecho,
    en condiciones de plena igualdad, a
    ser oída públicamente y justicia por
    un tribunal independiente e imparcial, para la
    determinación de sus derechos y obligaciones o
    para el examen de cualquier acusación contra ella en
    materia
    penal", "1) Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se
    presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad
    conforme a la ley y en juicio público en el que se hayan
    asegurado todas las garantías necesarias para su
    defensa… 2) nadie será condenado por actos u omisiones
    que en el momento de cometerse no fueron delictivos según
    el Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá
    pena más grave que la aplicable en el momento de la
    comisión del delito".
    La actitud de los
    gobernados frente a la autoridad estatal durante la segunda mitad
    del siglo XX era la de sospechar que aquél sujeto sometido
    a una detención y aprehensión procesal penal
    tenía como antecedente una violación a sus derechos
    fundamentales, estaba relacionada con el hecho de vivir en una
    realidad económica-política socialista o
    capitalista. La Guerra
    Fría que se desarrolló entre las dos potencias
    mundiales, Estados Unidos de América
    y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas
    Soviéticas, influyó en la apreciación legal
    que las autoridades judiciales competentes de los distintos
    Estados hacían de los gobernados, catalogándolos
    como buenos ciudadanos a aquellos que actuaban conforme a las
    reglas del sistema político vigente y que no
    exhibían oposición alguna, en cambio,
    aquellos hombres y mujeres que se atrevían a alzar sus
    voces contra los regímenes de poder, eran señalados
    como delincuentes y su persecución era implacable.
    Las ideologías gobernaban a las naciones, la Guerra
    Fría no se libraba sólo a través de las
    armas en los
    distintos frentes de batalla sino también por medio de la
    literatura, de la
    prensa y del
    terror contra aquellos que se inconformaban con los modelos del
    Estado, fuesen estos marxistas o liberales-funcionalistas. Los
    gobernados no se atrevían a enfrentarse a la autoridad
    estatal en los dos bloques
    económicos, permanecían sin embargo como
    inconformes silenciosos y observaban lo que les sucedía a
    aquellos que sí decían o actuaban su
    oposición, eran sometidos y encerrados en la cárcel
    o a veces simplemente desaparecidos. La defensa de los Derechos
    Humanos en materia penal se centró entonces por los
    organismos que abogan por la dignidad humana en buscar
    garantizarles a los oprimidos acusados de algún delito,
    sobre todo político o de otro carácter
    que se suponía era generalmente inventado, el objetivo era
    garantizar que no se cometiera una injusticia en su contra.
    Actualmente las estructuras
    económicas, políticas
    y sociales han cambiado y los Derechos Humanos ya no se
    concentran sólo en la defensa legal de los acusados de
    algún delito y ampliando su margen de acción, se
    dan cuenta quienes defienden los Derechos Humanos que quienes han
    cometido algún delito sobre todo del orden común y
    que ese hecho no tuvo nada que ver con las estructuras
    ideológicas en las que se presentó, ese sujeto que
    delinquió, el victimario, de alguna manera ha causado un
    daño, un perjuicio a otros hombres y mujeres, que no se
    habían considerado como partes del todo jurídico,
    solo se les consideraba a estos últimos como ofendidos,
    como acusadores, pero no como víctimas de un delito.
    La transformación de la visión jurídica
    actual, ha llevado a los juristas a caer en la cuenta de que las
    víctimas del delito han estado allí esperando se
    les auxilie, se les repare el daño y se les atienda con
    justicia resarciéndoles aunque sea parcialmente aquello
    que se les quitó, aquello que padecieron,
    reintegrándoles su tranquilidad y la intención de
    que las cosas vuelvan al
    estado anterior al que sufrieron un ataque o violación a
    sus derechos.
    La víctima es la nueva figura central del delito, ya no es
    el delincuente, de alguna manera la creencia o presunción
    de la inocencia del acusado de delincuente ha cambiado junto con
    los cambios mundiales en los distintos ordenes culturales,
    actualmente es la víctima del delito quien desplazó
    al delincuente de la era de la Guerra Fría,
    situación irónica, como víctima del delito
    del sistema político.
    Este nuevo planteamiento del
    problema es saludable en virtud de ubicar a la víctima
    del delito, sea quien sea actualmente el delincuente o
    señalado como tal, como el verdadero afectado por las
    conductas ilícitas de quien hoy día ya no puede o
    encuentra cobijo para justificar su actuación.
    Es entonces el Estado de Derecho
    el marco que la justicia debe ofrecer para la víctima del
    delito.
    Sin embargo, en la época actual, donde el dinero, el
    Mercado Mundial,
    el Libre Comercio,
    el Neoliberalismo
    es el centro de atención y de adoración de toda esta
    civilización, llamada por Spengler "Mágica", quien
    no paga por adquirir algo que es propiedad de
    los grandes magnates de la computación, de la tecnología, de
    los medios de
    comunicación, quien atenta contra los ídolos de
    la mercadotecnia
    y el dinero es
    considerado delincuente y la víctima del delito
    será, el dueño de Televisa y de Sky, Bill Gates y
    Carlos Slim serán las víctimas del delito, y todos
    los globalifóbicos serán por lo tanto los
    delincuentes, todos los pobres en situación extrema que no
    piensan como el selecto grupo de los
    deshumanizados inversionistas de capitales golondrinos y socios
    accionistas de Wall Street y de las Bolsas Mundiales, son los
    enemigos, los delincuentes.
    Así que la víctima del delito resulta del modelo de
    poder en voga.
    A pesar de todo esto, hay verdaderas víctimas del delito,
    aquellos que son vulnerados en sus derechos humanos, en su vida,
    libertad,
    igualdad y seguridad
    jurídica aún por los modelos de poder que pueden
    enfrentarse a estas víctimas verdaderas
    presentándose ellos a su vez también como
    víctimas del delito.
    Por ejemplo, Carlos Slim y Emilio Azcárraga pueden
    pretextar que son víctimas del delito porque algunas
    personas se roban información del "cable" o por medio de
    aparatos de alta tecnología bajan la señal de Sky
    para informarse, sin pagar.
    Estos magnates, se autonombran víctimas del delito porque
    además el código penal vigente les da la
    razón en sus pretensiones, pero si observamos con
    atención y pensamos con claridad nos percataremos de que
    teniendo el derecho a la información, pocos son los que
    tienen acceso a ella, porque los grandes magnates han
    monopolizado la información y los medios para
    acceder a ella, y solo a través de un pago se puede tener
    la posibilidad de informarse, siendo que es un derecho. Se tiene
    derecho a la información sin tener porque haber
    limitaciones para acceder a ella, sobre todo al precio que se
    ofrece y por otra parte las oportunidades para acceder a esa
    información.

    Porque quien no tiene computadora no
    puede acceder , por ejemplo a internet.
    Se castiga al pobre por no formar parte del grupo potencial de
    los clientes de los
    magnates, es el delincuente del modelo de poder actual.
    Sin embargo los Derechos Humanos son los Derechos Humanos, y esos
    no se sujetan al vaiven de las transformaciones y
    evolución de los sistemas de gobierno, permanecen
    inalterables y dado que se fundamentan en la dignidad humana todo
    aquél que atente en su contra será considerado como
    verdadero victimario, la víctima del delito es solamente
    el ser humano, individual o colectivamente, el victimario puede
    ser también el ser humano individual o agrupado e
    igualmente se extiende al gobierno cuando con sus actos viola
    derechos humanos; también son victimarios los grupos
    organizados que no forman parte del Estado o del gobierno como
    son los paramilitares, los mercenarios, los terroristas y los
    empresarios que se enriquecen indebidamente, los inversionistas
    sin escrúpulos y los grandes magnates internacionales que
    vulneran la ecología y los
    derechos fundamentales en su afán de lucro y se incluye un
    tercer victimario: el sistema de poder imperante que es formado
    tanto por el gobierno como por los que se alían con ese
    gobierno, o los que lo manipulan.
    Como actualmente los que detentan el poder son los magnates, los
    industriales, que son unos cuantos y que usan al gobierno como su
    "garrote" o su "gendarme" para golpear a los que se le oponen a
    sus planes, utilizando las estructuras legislativas para crear
    derecho positivo,
    pueden entonces hacerse aparecer como víctimas del delito
    cuando en realidad no son verdaderas víctimas del
    delito.
    Aquí la existencia de los Derechos Humanos es
    trascendental, porque definirán en primer lugar
    quién es la verdadera víctima
    del delito, segundo, quitarán todo el humo de la mentira y
    aclararán en qué consiste la violación a la
    verdadera víctima del delito y tercero, propondrán
    el freno a esa violencia
    hacia la víctima del delito y la sanción debida al
    victimario.
    Sin los Derechos Humanos la víctima del delito va a ser
    siempre el victimario, con los derechos humanos no hay inversión de papeles, la víctima
    verdadera será siempre la víctima del delito y
    será descubierto el otro como lo que es, victimario,
    delincuente, violador de Derechos Humanos.
    La dignidad humana, el ser humano es la base del derecho. Todo
    derecho creado a través de los órganos
    legislativos, el
    derecho positivo que atente contra la persona humana, contra su
    dignidad será una injusticia y no podrá llamarse
    "derecho" puesto que si se aplica afectará a una nueva
    víctima del delito.
    Cuando se escriben líneas como éstas para un ensayo
    sobre la víctima del delito es ineludible escaparse de la
    propia realidad social mexicana que nos ha afectado a todos los
    que vivimos en este país, heme aquí que me resulta
    difícil intentar abstraerme como penalista que no soy,
    para ilustrar estas cuartillas sobre el tema del delito y su
    consecuencia: la víctima del delito, sin poder evadir esta
    lacerante realidad socio-política y económica que
    me invade el cuerpo y el alma como la humedad que penetra por
    todos los resquicios sin dejar lugar alguno como
    inalcanzable.
    ¿Cómo olvidar hechos lamentables acaecidos estos
    últimos lustros en México
    tales como los magnicidios, los secuestros y los atentados contra
    personajes importantes de la vida política y
    económica y una creciente inseguridad
    pública y jurídica?
    ¿Cómo entender el regocijo de los medios masivos de
    comunicación, radio, prensa y
    televisión
    exclamando que "los derechos humanos defienden delincuentes", sin
    aclarar siquiera a qué se refieren con eso de "los
    derechos humanos", si al concepto de
    Derechos Humanos o a los organismos no-jurisdiccionales
    protectores de Derechos Humanos?
    ¿Cómo olvidar lo dicho por el candidato
    priísta Montiel en la campaña de 1997 por la
    gubernatura del Estado de México señalando, en uno
    de los tantos spots televisivos que lo hicieron famoso, a unos
    individuos tras unas rejas y comparandolos con las ratas?
    Decía el entonces candidato, ahora Señor
    Gobernador, que "Los Derechos Humanos son de los Humanos, no de
    las ratas".
    Qué lamentable exhibición de ignorancia en un
    líder
    político y lo que es peor, candidato a la gubernatura de
    uno de los estados de la República Mexicana donde los
    Derechos Humanos deben promoverse con mayor ahínco para el
    bienestar de sus pobres y paupérrimos habitantes. Pobres
    mexiquenses no sólo por las carencias económicas
    que pudieran afectarles, sino porque eligieron a un sujeto para
    gobernarlos que no sabe distinguir entre el concepto de Derechos
    Humanos y los Organismos Protectores de Derechos Humanos. La
    imagen que
    tiene de éstos últimos al parecer no logra
    discernirla claramente, no sabe cual es su función
    específica. Porque resulta que si su ambigua referencia
    tenía que ver con la intromisión de la
    Comisión de Derechos Humanos para observar que se
    respetaran los derechos fundamentales y la dignidad de las
    personas de los detenidos o internos por la comisión de un
    delito o sujetos a arresto con motivo de una falta
    administrativa, pues entonces el ahora Señor Gobernador
    quedó exhibido como probable responsable, candidato a
    delincuente por los delitos de calumnia y difamación, por
    afirmar cosas falsas por demás sobre una persona, no
    dejando de lado un tendencioso manejo de palabras que involucran
    a la institución que defiende la dignidad de la persona
    humana, los derechos humanos , por encima del prejuicio vulgar de
    una autoridad abusiva que no se constriñe a la ley, que se
    le olvida que el Estado debe
    actuar en el límite que el derecho le señala, en el
    clima
    jurídico: Estado de Derecho.
    Y es menester dejar claro el punto, que aquellos que
    señala que "Los Derechos Humanos defienden delincuentes"
    no solo mienten falazmente sino que su premura los arroja a
    delinquir por calumnia y difamación y he aquí que
    si su afirmación fuese cierta entonces los organismos de
    protección no jurisdiccional de Derechos Humanos
    tendrían la obligación de defenderlos como viles
    delincuentes que son, pero da la casualidad que la
    Comisión de Derechos Humanos no es defensor de oficio y
    mucho menos de delincuentes, pues defiende sólo a las
    personas, a seres humanos, y en cuanto al mote de delincuentes
    sólo un juez a través de la culminación de
    un proceso
    debidamente seguido ante el tribunal competente y una vez
    agotados los recursos legales
    puede indicar con su resolución si un individuo es o no,
    delincuente. Razón de peso para que midan sus palabras
    aquellos que gustan de extender sus cómicas, ingenuas e
    ignorantes frases y aseveraciones de pésimo gusto sobre
    esta materia.
    Pero en fin, nunca es tarde para quienes denostan la labor de los
    organismos que promueven y defienden los Derechos Humanos para
    que reflexionen y comprendan que nadie puede excluirse del goce y
    ejercicio de estos derechos, pues la Libertad de
    expresión permite equivocarse cuando las ideas fluyen
    sin analizarse y esa misma libertad es el camino para atender el
    sentido correcto de los derechos humanos.
    Ciertamente es grave que desde el poder político se
    convoque a creer falsedades, pero esa actitud no es mas que un
    síntoma de lo que ocurre en nuestro país, la
    constante comisión de delitos como el secuestro, el
    robo a bancos, las
    matanzas de grupos étnicos y la hostilidad contra
    opositores a las medidas económicas que el orden mundial
    del libre mercado impone escudándose en el proceso natural
    de la
    globalización, lo que no implica el que sea el
    neoliberalismo sinónimo de globalización, todo esto mezclado con el
    ingrediente más peligroso, violento y corruptor: el
    narcotráfico.
    Las autoridades encargadas de la seguridad nacional en
    México a toda costa niegan que la nación
    se encuentre asolada por un especie de "colombianización",
    término que se emplea para designar el proceso violento en
    que ese país, Colombia, ha
    vivido a consecuencia de la combinación de varios
    elementos y prácticas delictivas, narcotráfico,
    secuestros de personas adineradas, terrorismo,
    corrupción
    policiaca, guerrilla, exterminio de grupos étnicos y
    pobreza
    extrema como resultado de la implantación de
    políticas económicas contrarias a la dignidad
    humana y preocupadas sólo por las cifras
    macroeconómicas y por la economía virtual,
    intervención de los Estados Unidos de América
    invadiendo soberanía de aquella nación a efecto
    de actuar como mejor le parezca incluyendo la comisión de
    delitos por parte de sus agentes y nacionales. La ciudad con el
    mayor índice de asesinatos es Bogotá, la capital de
    Colombia con 8,600 homicidios al año, en donde la
    violencia es la principal causa de mortalidad para las personas
    entre 10 y 60 años, aunque el país que tiene la
    tasa más alta de asesinatos es Estados Unidos, en donde
    ocurren alrededor de 25 mil homicidios al año.
    Las comparaciones exhiben que efectivamente México vive la
    ola delictiva que el mar del narcotráfico desde Colombia
    ha impulsado corrompiendo a los cuerpos de seguridad nacional,
    pública y jurídica. El afán por cometer
    delitos por quienes deberían cuidar que no se cometan, las
    autoridades y servidores
    públicos, ha puesto en la opinión
    pública la duda sobre el papel que los
    gobernantes realmente tienen frente al delito. El delito es
    antónimo de los Derechos Humanos, y para hablar de la
    víctima del delito es necesario entender que tiene que
    generarse primero el delito, y que éste no se produce
    espontáneamente sin explicación alguna sino que es
    la culminación de todo un complejo proceso social,
    político y económico sin olvidar que el Derecho Penal
    sólo se refiere al delito como toda conducta que
    atenta o destruye la cultura,
    entendida ésta como proveedora de bienes en el
    desarrollo e integración de los individuos. Una
    acción que se opone a las leyes de una
    sociedad; y que se han desarrollado disciplinas que estudian el
    hecho delictivo como la Criminalística y la Criminología que identifica la parte
    subjetiva o interna del o los sujetos involucrados en la
    comisión del delito, amén de la Victimología
    que podría ser el área que en este ensayo tuviera
    que encumbrarse como lo principal. Los enfoques que se han
    observado acerca del delito han sido variados en el intento de
    explicar porqué se produce, ya Cesar Lombroso y sus
    alumnos, Enrico Ferri y Rafael Garofalo, estudiaron desde el
    positivismo
    biológico que "la principal causa de la tendencia al
    crimen es orgánica", afirmaban que "la herencia" es "la
    clave de las desviaciones". Es decir que el delincuente
    fatalmente lo es porque factores internos en su persona,
    biológicos y psicológicos, influyen para que su
    conducta sea dominada e impulsada a cometer delitos. Sin embargo
    el delincuente no nace, se hace y aunque en un individuo
    determinado sus tendencias sean hacia el delito, hacia la
    violencia, no deja de ser cierto que el condicionamiento social y
    el régimen de vida política y económica son
    finalmente quienes definen qué es delito, quién es
    el delincuente, quién es la víctima y qué
    sanciones reciben uno y reparaciones o auxilio el otro.
    Quienes ejercen el poder no están dispuestos a perderlo,
    Michel Foulcault señalaba que quienes lo detentan no dejan
    de emplear todos los medios posibles para retenerlo y aún
    cuando llegasen a perderlo no tardan mucho en recuperarlo, y este
    ejercicio del poder implica la posibilidad y la responsabilidad de organizar la aplicación
    de ese poder, y en los regímenes totalitarios,
    dictatoriales, fascistas la expresión más clara del
    ejercicio del poder se observa cuando el poderoso, que puede ser
    el gobernante y quienes lo sostienen, detiene, a veces juzga,
    pero siempre mete a la cárcel o desaparece, pulveriza a
    todos aquellos que le representan un peligro latente o actuante
    para conservar el orden establecido.
    No siempre la legislación penal representa la
    garantía de sancionar al delincuente y reparar a la
    víctima del delito en sus derechos, pues el sistema de
    poder imperante actúa más allá de su propia
    legislación a efecto de perseguir y exterminar a aquellos
    que le causan molestias y que extrajurídicamente, conforme
    a sus formas legales, considera delincuente pero que no puede
    sancionar porque la ley penal y procedimental no arropa como
    delito. Tenemos ejemplos en la Historia de la Humanidad de
    cómo esto que señalo se ha verificado, uno de los
    tantos casos es el del homicidio de
    Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, asesinado en ese
    país Centroamericano a principios de la
    década de los ochenta presuntamente por agentes
    gubernamentales, cuya intención era acallar las
    manifestaciones que el religioso hacía denunciando las
    atrocidades y violencia de la guerrilla y de los mercenarios
    tanto del propio gobierno salvadoreño como la de los
    contras patrocinados por el gobierno estadounidense. Aquí
    la víctima fue el considerado delincuente, precisamente
    por promover los derechos humanos.
    Es necesario señalar que hay delitos que no pueden
    encubrirse bajo ningún pretexto y que su comisión
    es resultado de la maldad, la saña y la violencia de seres
    perversos que no pueden justificar su conducta de ninguna manera,
    multihomicidas como Elizabeth Bathori, sobrina de Stephen
    Bathori, rey de Polonia en 1575, que mató a más de
    600 mujeres jóvenes para bañarse en su sangre, pues
    creía así conservaría su juventud; otro
    sujeto, un tal Pedro López, asesinó 300 mujeres
    jóvenes en Colombia, Perú y Ecuador, conocido
    como el "Monstruo de los Andes"; otros individuos criminales han
    sido los serial killer, o asesinos seriales, así
    denominados por el FBI en la década de los setenta, y que
    la cultura yanqui nos ha ofrecido. En cada uno de esos
    escalofriantes casos las víctimas del delito no
    sólo fueron aquellas a quienes se les privó de su
    vida, sino las víctimas del delito fueron las sociedad
    enteras, cada pueblo, cada ciudad, cada país sufrió
    el delito, más allá del dolor físico, la
    violencia psicológica, el impacto del hecho, y el temor e
    incertidumbre de convertirse en la siguiente víctima
    material del depravado sujeto.
    Pero vuelve lo mismo, cada sociedad lleva en su seno la semilla
    de la violencia si esa sociedad es dominada por un poder violento
    y contrario al respeto a los
    Derechos Humanos. Los secuestros en México a banqueros,
    dueños de grandes tiendas de autoservicio,
    políticos y artistas famosos y adinerados no son delitos
    casuales sin explicación alguna, mas bien el sistema de
    poder político y económico se ha encargado de
    producir sus propios delincuentes para convertirse ese mismo
    poder en el objetivo del delito, en la víctima del delito,
    y no resulta extraño conocer luego que las principales
    bandas de secuestradores son lidereadas por ex-policías,
    ex-servidores públicos, gente que debió garantizar
    el respeto a los derechos humanos pero que impotentes y
    frustrados de saberse inmiscuidos en una sociedad carente de
    valores y
    corrupta, comenzando por sus propios jefes y autoridades, se
    preguntaron porqué ellos no iban a ser capaces
    también de delinquir sin mayores consecuencias. Total, si
    los veinticuatro hombres más ricos de México se
    pueden enriquecer hasta de manera ilícita y sin
    ningún freno, si los grandes inversionistas explotan a los
    obreros y arrasan el medio
    ambiente, sin que nadie los detenga, porqué no
    podría un policía ser también rico y
    poderoso y disfrutar del poder económico que sin mayor
    pudor otros hombres y mujeres gozan frente a la mirada
    complaciente del gobierno, al cual controlan. ¿Con
    qué calidad moral
    podrían los magnates enriquecidos en la libertad ilimitada
    del mercado mundial tachar de delincuentes a policías que
    en lugar de dedicarse a velar por la seguridad pública
    prefirieran dedicarse a la industria del
    secuestro?
    El mismo sistema imperante produce sus propios victimarios y sus
    víctimas del delito, muchas víctimas verdaderas y
    otras, algunas, supuestas.
    Hay que entender finalmente que los victimarios, son los chivos
    expiatorios de una sociedad represiva que en ocasiones pisotea
    los Derechos Humanos y pasa por alto la dignidad humana con tal
    de satisfacer sus afanes de venganza que no de justicia.
    Por otra parte, cuando se aborda la designación de la
    víctima del delito, decir que Vox Populi, Vox Dei es
    exponerse al error, pues la masa no piensa, actúa guiada
    por las más bajas pasiones e instintos, lo que mueve a
    tomar venganza por propia mano mal llamada "justicia".
    Es así que la víctima del delito es toda persona o
    personas que padecen la violación a sus derechos humanos,
    a su vida, libertad, igualdad y seguridad jurídica, y
    aunque la legislación positiva restrinja el delito a
    ciertos preceptos formales y materiales que
    conforman el delito, no es menos cierto que la salvaguarda de los
    derechos humanos no se restringen a la opinión o intereses
    del poder dominante en turno.
    Cesar Beccaria, autor del monumental Tratado de los Delitos y de
    las Penas decía que "Si defendiendo los derechos de la
    humanidad y la verdad eterna pudiese arrancar a la
    tiranía, o a la ignorancia fanática, algunas de sus
    víctimas, las lágrimas de gozo y las bendiciones de
    un solo inocente vuelto al reposo, me consolarían del
    desprecio del resto de los hombres"

    2.
    Síntesis

    Cada cultura produce sus delincuentes y sus
    víctimas del delito, puede llegar a resultar relativa la
    postura de cada uno de estos agentes, por lo que la
    intervención de los Derechos Humanos es trascendental para
    distinguir quién es la verdadera víctima del delito
    y quién el violador de derechos humanos.

    3.
    Conclusión

    Los Derechos Humanos al defender la dignidad humana no
    se sujetan a intereses dolosos espacio temporales y por lo tanto
    la verdadera víctima del delito va a ser siempre la
    víctima de la violación a sus derechos
    fundamentales.

     

     

     

     

    Autor:

    Francisco Parra

    Estudiante de la Maestría en Derecho e Investigación, División de Posgrado
    de la Facultad de Derecho de la Universidad
    Autónoma de San Luis Potosí.

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