Indice
1.
Introducción.
2. Dignidad del matrimonio y de la
familia.
3. La universal promoción del
matrimonio y de la familia.
4. Fecundidad del
matrimonio
5. Familia y Estado.
6. Conclusión.
7.
Bibliografía.
En esta monografía
se trata de dilucidar la validez teológica de la familia y
del matrimonio, y a su vez dilucidar tanto las preocupaciones
familiares como sociales, en lo que respecta a control de
natalidad, aborto y otras
cuestiones que rozan a la familia.
2. Dignidad del matrimonio y
de la familia.
El matrimonio y la familia en el mundo actual.
El bienestar de la persona y de la
sociedad
humana y cristiana esta estrechamente ligado a la prosperidad de
la comunidad
conyugal y familiar.
Sin embargo, la dignidad de esta institución no brilla en
todas partes con el mismo esplendor, puesto que esta oscurecida
por la poligamia, la epidemia del divorcio, el
llamado amor libre y
otras deformaciones; es mas, el amor
matrimonial queda frecuentemente profanado por el egoísmo,
el hedonismo y los usos ilícitos contra la
generación. Por otra parte, la actual situación
económica, socio-psicologica y civil son origen de fuertes
perturbaciones para la familia.
En determinadas regiones del universo,
finalmente, se observan con preocupación los problemas
nacidos del incremento demográfico.
El carácter
sagrado del matrimonio y de la familia.
Fundada por el Creador y en posesión de sus propias
leyes, la
intima comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la
alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento
personal e
irrevocable, del acto humano por el cual los esposos se dan y se
reciben mutuamente, nace, aun ante la sociedad, una
institución confirmada por la ley divina.
Dios el autor del matrimonio, al cual a dotado con bienes y fines
varios, todo lo cual es de suma importancia para la
continuación del genero humano,
para el provecho personal de cada miembro de la familia y su
suerte eterna, para la dignidad, estabilidad, paz y prosperidad
de la misma familia y de toda la sociedad humana. Por su
índole natural la institución del matrimonio y el
amor conyugal están ordenados por si mismo a la
procreación y a la educación de la
prole, con las que se ciñe como con su corona propia.
El marido y la mujer, que por
el pacto conyugal, ya no son dos, sino una sola carne, con la
unión intima de sus personas y actividades se ayudan y se
sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su
unidad y la logran cada vez mas plenamente. Esta intima
unión, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su
indisoluble unidad, y esta formado a semejanza de su unión
con la iglesia.
En cuanto a los esposos, ennoblecidos por la dignidad y la
función
de padre y de madre, realizaran concienzudamente el deber de la
educación,
principalmente religiosa que a ellos, sobre todo,
compete.
Del amor conyugal.
Muchos contemporáneos nuestros exaltan el amor autentico
entre marido y mujer,
manifestado de varias maneras según las costumbres
honestas de los pueblos y las épocas. Este amor es capaz
de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del
cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como elementos y
señales especificas de la amistad
conyugal.
Este amor, ratificado por la mutua fidelidad y, sobre todo, por
el sacramento de Cristo, es indisolublemente fiel, en cuerpo y
mente, en la prosperidad y la adversidad, y, por lo tanto, queda
excluido de él todo adulterio y divorcio.
Fecundidad del matrimonio.
El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su
propia naturaleza a la
procreación y educación de la prole. Los hijos son
el don más excelente del matrimonio y contribuyen al bien
de sus propios padres. Dios que dijo: no es bueno que el hombre este
solo, y desde el principio hizo al hombre
varón y mujer, queriendo comunicarle una
participación especial, en su propia obra creadora,
bendijo al varón y a la mujer diciendo: creced y
multiplicaos.
En el deber de transmitir la vida humana y de educarla, los
cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios
Creador y como sus interpretes.
En su modo de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de
que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben
regirse por la conciencia, la cual ha de ajustarse a la ley
divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que
interpreta auténticamente esa ley a la luz del
Evangelio.
Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la
procreación, sino que la propia naturaleza del vinculo
indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren
que también el amor mutuo de los esposos mismos se
manifieste, progrese y valla madurando ordenadamente. Por esto,
aunque la descendencia, tan deseada muchas veces, falte, sigue en
pie el matrimonio como intimidad y comunión total de la
vida y conserva su valor e
indisolubilidad.
El amor conyugal debe compaginarse con el respeto a la vida
humana.
El Concilio sabe que los esposos, al ordenar armoniosamente su
vida conyugal, con frecuencia se encuentran impedidos por algunas
circunstancias actuales de la vida, y pueden hallarse en
situaciones en las que el numero de hijos, al menos por cierto
tiempo, no
puede aumentarse, y el cultivo del amor fiel y la plena intimidad
de la vida tienen sus dificultades para mantenerse. Hay quienes
se atreven a dar soluciones
inmorales a estos problemas.
Dios Señor de la vida, ha confiado a los hombres la
insigne misión de
conservar la vida, misión que ha de llevarse a cabo de
modo digno del hombre. Por tanto, la vida desde su
concepción ha de ser salvaguardada con el máximo
cuidado; el aborto y el
infanticidio son crímenes abominables.
No es licito a los hijos de la Iglesia, fundados en estos
principios, ir
por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina,
reprueba sobre la regulación de la natalidad.
La vida de los hombres y la misión de transmitirla no se
limita a este mundo, ni puede ser conmensurada y entendida a este
solo nivel, sino que siempre mira el destino eterno de los
hombres.
Misión educativa y sacramental del
matrimonio.
Obra creadora como misión. Ministerio de la Iglesia
resulta el ámbito matrimonial. Santo Tomás lo
compara con el ministerio de los sacerdotes. Engendrar la prole y
educarla en el culto de Dios, en la familia de los bautizados,
identificada como Iglesia y Madre nuestra.
La primera experiencia de la Iglesia.
La misión de la educación nace con la fe en
Jesucristo buscando la Gracia divina, el Concilio Vaticano II,
nos dice que además de la maduración propia de la
persona humana, se busca que los bautizados concientisen en los
aspectos de la fe, dando así testimonio de la esperanza.
Aquí encontramos que el nivel ministerial en el que se
enrola la familia, es la base para la iniciación cristiana
y escuela de los
seguidores de Cristo. Iniciando a la prole en la oración
conjunta, se cumplimenta con los designios sagrados de la
Iglesia. Los Padres Sinodales piden que se confeccione un
catecismo para la familia, breve y claro, para su
asimilación y guía.
Relaciones con otras funciones
educativas.
Coordinar las funciones educativas es misión de las
comunidades cristianas, se asegurará a los padres la
elección de la educación de sus hijos en la fe que
profesen. El Estado y la
Iglesia deben ayudar a ese fin, como subsidiaridad el Estado debe
proteger a las familias. Los padres deben colaborar con los
docentes en la ardua tarea de formar a esta niñez en el
actual contexto que nos toca vivir.
Un servicio
múltiple a la vida, es orientación en el amor al
hombre, donación a los demás, Amor a los
integrantes de otras familias es grabar a los hijos el mandato
del Señor. Respecto a los necesitados, evitar la
marginación. Enaltecer la adopción,
así se ensancha el mandato de la paternidad y maternidad
Cristiana. La pastoral familiar en los casos difíciles,
circunstancias particulares. Categorías especiales de
personas, que tienen mayores necesidades que el común de
la gente. Emigrantes y sus familias en cuánto a motivos
laborales, aquellos familiares que deben soportar largas
ausencias de alguno o de varios de sus integrantes, caso de
militares, navegantes, viajeros, causas penales que obligan al
abandono del centro familiar, ausencias obligadas por
algún tipo de discriminación. Familias con mayores
necesidades en su entorno, por disminuciones en sus integrantes
de posibilidades.
3. La universal promoción del matrimonio y de la
familia.
Escuela es la familia de una comunidad mejor. Para
alcanzar su misión requiere comunicación constante de los padres con
los hijos. La presencia activa del padre y de la madre
llevarán a feliz término esta amorosa tarea.
Elegirán su vocación, incluso la del magisterio de
la Iglesia, aquellos hijos que encuentren en el seno de la
familia responsable, ejemplos claros de unión y cordura.
Todos deben apoyar la promoción del matrimonio, célula
principal de la familia y la comunidad toda. Los padres tienen
derecho a tener hijos y educarlos en el ambiente de la
familia. A este fin contribuyen: el sentido cristiano, la
conciencia moral y la
sabiduría de los especialistas en las disciplinas
sagradas, también los especialistas en la ciencia.
Los sacerdotes deben animar la vocación de los
cónyuges a la vida conyugal y familiar. Los esposos,
testigos del amor, creados a imagen y
semejanza del Dios vivo estarán unidos con afecto,
espíritu y la mutua santidad, fieles a aquel misterio de
amor que el Señor por su muerte y su
resurrección reveló al mundo.
Unidad del matrimonio.
Tanto la unidad, la fidelidad e indisolubilidad son las tres
propiedades esenciales del matrimonio, estas en nuestros
días se ponen en tela de juicio afirmando que el hombre
tiene instintos poligámicos.La unidad responde al
matrimonio monogámico (unión entre un hombre y una
mujer). Pero hay cierta deformación a esta propiedad del
matrimonio como es la unión poligámica en sus dos
formas: la poligamia y la poliandria.
Poligamia: En el pueblo musulmán esta legalizada; los
hombres pueden tener hasta cuatro esposas, pero no debe mostrar
preferencia por ninguna. El marido le debe a su mujer el mismo
nivel de vida que la misma tenia cuando vivía con sus
padres. El velo y la reclusión en el harén son
algunas de las costumbres en este pueblo.
Pero la poligamia no es exclusiva de este pueblo ya que se da en
otras culturas. El caso más frecuente es el de la
poligamia por razones de procreación, motivada por la
falta de descendencia a causa de la esterilidad de la mujer.
También hay poligamia por razones de tipo económico
y social, hay tribus donde los hombres tienen necesidad de muchas
mujeres, porque ellas realizan las tareas agrícolas.
Poliandria: El origen de esta se da en la India con la
leyenda de MAHABNARATO. Sus formas son: Poliandria Fraternal, que
es la mas frecuente, una mujer casada con varios hermanos;
Poliandria Ocasional, que se da por razón de
esterilidad.
Monogamia es el estado habitual en un matrimonio, en
Turquía, con neta tradición musulmana, es digno de
destacar que ha desterrado de su legislación la
poligamia.
Razones en favor de la monogamia:
Argumentos que no la prueban:
- Igual numero de mujeres y de hombres.
- Predominio del matrimonio
monogámico. - La poligamia daña la procreación y
educación de los hijos.
Argumentos validos:
- El hombre y la mujer buscan y pueden alcanzar en el
matrimonio la comunión de vida, la mutua ayuda y la
satisfacción de los instintos, que se desprenden del
amor conyugal en inseparable conexión con la
procreación y la educación de los hijos. No es lo
mismo la intimidad y unión entre un hombre y una mujer,
que entre un hombre y varias mujeres o viceversa. En la
concepción poligámica del matrimonio la esposa no
es compañera sino que es objeto de placer. - La igualdad no
se respeta en la poligamia, la mujer es dominada por el
varón, y lo mismo ocurre con las mujeres concubinas que
no tienen el mismo nivel que la mujer casada. La poligamia
viola la igualdad esencial entre el hombre y la mujer privando
a la esposa de una serie de derechos que le pertenecen
e impidiendo la plena comunión de vida y amor entre los
cónyuges. - La poligamia, la poliandria y el matrimonio en
grupo son
contrarios a la monogamia, y esta es la única forma
matrimonial en conformidad con la ley natural y la ley
divina.
La unidad matrimonial beneficia directamente
a:
- Cada cónyuge.
- La pareja conyugal.
- Los hijos.
- La sociedad.
La unidad se hace visible en la fidelidad diaria, pues
la fidelidad es el aumento constante del amor al
cónyuge.
La unidad exige a los esposos superación constante de
sí mismos, conocimiento
constante del otro cónyuge y maduración constante
en la responsabilidad.
Indisolubilidad del matrimonio.
La legislación más antigua que se conoce con
respecto al divorcio está contenida en el Código
de Hammurabi (1700 A. C.); el divorcio en esta legislación
era concebido por esterilidad de la mujer, abandono,
dilapidación de bienes y otras causales.
En Roma el
divorcio era inexistente al comienzo; pero luego las grandes
personalidades del Imperio eran divorciadas. Más adelante,
con Constantino, el divorcio unilateral sin consentimiento del
otro cónyuge era castigado; y con Justíniano se
pena el divorcio, incluso el de mutuo acuerdo, salvo en aquellos
casos de impotencia o de votos de castidad, donde se comienza a
ver el influjo del cristianismo.
El pueblo judío tampoco de pudo sustraer de la influencia
de los países vecinos con los que tuvo que convivir,
Moisés en el Deuteronomio reconoció el divorcio
pero lo limitó en su uso.
En Rusia con el Código de 1926 se abre paso al divorcio.
"Amor libre" propiciaron, cualquiera se podía divorciar
sin comunicárselo al otro cónyuge. Pero en 1936 se
intente volver a la familia. Y en 1944 se pone punto final
declarándose a la familia la "valuarte del nuevo orden
socialista", se prohibe el aborto y el divorcio.
E.E.U.U. tendrá una legislación variada
según cada Estado que autorice o no el divorcio. Como nota
atípica es de destacar que en el Estado de Reno Nevada se
autoriza el divorcio por "incompatibilidad de caracteres".
Las razones del aumento del número de divorcios en la
actualidad, se deben a diferentes razones que aquí
evocamos:
Doctrinas liberales: el bien supremo es la libertad.
Sostienen que es justo que para la felicidad del hombre, cuando
uno de los esposos no la encuentre en la vida en común, se
divorcie.
Industrialización: favorece la disgregación de la
familia dejando de lado las costumbres.
La defectuosa preparación con la que se va al matrimonio:
la falta de formación y las condiciones de vida moderna
que facilita entre jóvenes relaciones precoces que se
disuelven con la misma rapidez con la que se crearon.
Argumentos de los defensores del divorcio:
- Sostienen el derecho a la libertad y a la felicidad,
suelen decir que si el matrimonio es un contrato, no
puede obligar contra la voluntad de las partes. - Los partidarios de la indisolubilidad dicen que el
divorcio atenta contra el fin del matrimonio; la
procreación y la educación de los hijos y la
mutua entrega y perfeccionamiento.
En cuanto a que es un contrato, y como tal disoluble, se
dice que no es un contrato cualquiera, porque su estructura
está preordenada por la misma naturaleza del hombre.
Pío XI en "Casti Connubii" dice: "La naturaleza del
matrimonio está totalmente fuera de los límites de
la libertad del hombre, de tal suerte que si alguien ha
contraído matrimonio se halla sujeto a sus leyes y
propiedades esenciales".
Es frecuente escuchar que aunque la ley no lo admita al divorcio,
muchas parejas jóvenes se separan, las cuales se unen en
concubinato, tiempo después, por lo que sería mejor
que la ley lo acepte. Pero frente a este argumento hay que pensar
que las leyes no se hacen para aprobar la inconstancia, la
injusticia o el incorrecto proceder de los ciudadanos.
Argumentos en favor de la indisolubilidad:
- Todos se basan en el terreno del derecho
natural, en los fine del matrimonio y sostienen que "lo que
Dios unió no lo separe el hombre". - Los divorcios se dan con más frecuencia en
matrimonios que no tienen hijos, o que los tienen pero en menor
numero. Y por ello hay menos elementos de unión entre
los esposos; se busca en otro matrimonio los hijos que no se
pudo tener en este. - Los matrimonios con varios hijos van a tener mayores
dificultades para formar un nuevo hogar y defienden con
más interés
el que tienen. - Hay en nuestra opinión dos argumentos
válidos en favor de la indisolubilidad: uno se apoya en
los derechos de los hijos y otro en la estabilidad de la
familia. Los hijos tienen derecho a un hogar normalmente
constituido y el divorcio destruye ese hogar y debe ser
rechazado. Los hijos también tienen derecho a
desarrollarse con su padre, madre y hermanos. El divorcio
significa la privación a los hijos de sus derechos
esenciales.
¿El divorcio solo reducido a "casos extremos"?
¿Cuáles son?. Porque si se admite el adulterio
¿porqué no también por homicidio o por
cualquier otro hecho infamante que mate el amor del
cónyuge inocente?
Si se admite por enfermedad mental ¿por que no por otras
enfermedades
incurables?
Países donde se comenzó estableciendo el divorcio
"solo por casos extremos": Inglaterra,
Rusia, E.E.U.U. y en Alemania.
Augusto Comte
y Hegel eran
defensores de la indisolubilidad: "la sola posibilidad del
cambio
constituye ya una privación al mismo".
León XIII: "una vez concedido el divorcio ningún
freno podrá detenerlo dentro de los límites que se
había creído poderle fijar".
Nuevo Testamento: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el
hombre".
Doctrina de la Iglesia: hay dos momentos: 1- Antes del Concilio:
la difusión del matrimonio civil por influencia de la
Reforma favoreció la introducción del divorcio en
las leyes de los estados. La Iglesia a través de los Papas
se opuso, aún en el plano civil. Como ejemplo podemos
citar la carta del Papa
Pío VI de 1789 dirigida al Obispo Erlan de Hungría;
León XIII en 1880 en la Encíclica "Arcanum
Divínae Safientiae" dijo: "Cristo nuestro señor
perfecciono el amor natural y robusteció el vinculo de la
caridad divina, la unión de suyo indisoluble entre el
marido y la mujer"; Pío XI en la Encíclica "Casti
Connubii". 2- En el Concilio: reafirma la doctrina sobre la
indisolubilidad "Esta intima unión, como la
donación mutua de dos personas y el mismo bien de los
hijos, exige la plena fidelidad de los esposo y urge su
indisoluble unidad" (Mt. 19,6; n0 48 Gaudium et
Spes).
Después del Concilio Pablo VI en 1967
manifestó:"… la triste impresión que siempre nos
ha producido el ansia de quienes aspiran a introducir el divorcio
en la legislación y en la vida de las naciones que tienen
la suerte de estar inmunes a él, como si fuera deshonra no
tener hoy esta institución, índice de una
perniciosa decadencia moral".
Juan Pablo II, en su discurso de
1979 en Linerik (Irlanda) dijo: "El divorcio, sea cualesquiera
las razones por las que es introducido, es inevitablemente cada
vez más fácil de conseguir y gradualmente tiende a
ser aceptado como algo normalmente de la vida. La misma
posibilidad del divorcio en la esfera de la legislación
civil dificulta la estabilidad y permanencia del matrimonio.
Ojalá continúe siempre Irlanda dando testimonio
ante el mundo moderno de su tradicional empeño por la
santidad e indisolubilidad del vinculo matrimonial. Ojalá
los irlandeses mantengan siempre el matrimonio a través de
un compromiso personal y de una positiva acción social y
legal".
La postura de la Iglesia no puede ser más clara, considera
que la indisolubilidad es, por derecho natural, una propiedad de
todo matrimonio (no-solo del cristiano) y que ninguna autoridad
civil tiene potestad para disolver ese vínculo.
Hay quienes dicen que no se trata de legitimar con el divorcio un
mal moral, sino permitir o tolerar un mal menor para evitar males
mayores. Pero quienes argumentan así olvidan que una cosa
es tolerar y otra, muy distinta, autorizar y aprobar
positivamente. El derecho jamás podrá aprobar
positivamente lo que la moral
prohibe, ni podrá prohibir lo que esta autoriza.
Ni en el plano doctrinal, jurídico o social, encontramos
argumentos convincentes que pueden hacer vacilar las
enseñanzas del Magisterio de la Iglesia sobre la
indisolubilidad de todo matrimonio legítimo: "El
matrimonio es intrínsecamente indisoluble". El divorcio
destruye la familia y engendra más divorcios.
La unidad y la indisolubilidad del matrimonio y en consecuencia
la fidelidad, son propiedades esenciales al matrimonio, no
sólo al cristiano, sino a todo matrimonio legitimo. Y esto
deviene de la misma naturaleza humana.
La indisolubilidad es exigida por:
- La procreación de los hijos
- La educación de los mismos
- El bien de la familia
- El bien de los esposos
- El bien de la sociedad.
Fecundidad.
El matrimonio y el amor conyugal, por su naturaleza misma, se
encaminan a la procreación y educación de la prole.
El regalo más hermoso y preciado de los padres y por ende
del matrimonio son los hijos, los mismos contribuyen al bien de
los padres.
"El mismo Dios que dijo: No está bien que el hombre
esté solo (Gn.2, 18) y que desde el principio hizo al
hombre varón y hembra (Mt. 19, 4), queriendo concederle
una participación especial en su obra creadora, bendijo al
varón y a la mujer, diciendo: Creced y multiplicaos (Gn.
1, 28)".
El verdadero cultivo del amor conyugal y la familia tiende a que
los esposos estén dispuestos a cooperar con cl amor de
Dios, que por medio de ellos mantiene y enriquece día a
día su familia.
El deber o misión propia de los esposos es cooperar con el
amor del Señor; ellos cumplirán su deber con
responsabilidad humana y cristiana, y con esfuerzo, respeto a
Dios y deliberación común tratarán de
formarse un recto juicio, mirando al bien de sí mismos y
el bien de sus hijos, considerando para eso las condiciones
materiales o
espirituales de cada tiempo o de su estado de vida, y teniendo en
cuenta los valores de
la familia, la sociedad y la Iglesia.
En su proceder los esposos no pueden obrar a su propio arbitrio,
sino que se deben dejar gobernar por la conciencia, que la misma
se ha de dejar guiar por la ley divina a través del
Magisterio de la Iglesia.
Los esposos cristianos glorifican al Creador y caminan hacia la
perfección en Cristo cuando cumplen con su deber de
procrear. Pero el matrimonio no es una institución
destinada solamente a procrear, sino que por su propia naturaleza
de contrato indisoluble entre los esposos, exige que el mutuo
amor entre los cónyuges se manifieste, perfeccione y
madure según un orden recto. Y aunque los hijos falten de
la vida conyugal el matrimonio no debe dejar de existir como
institución y comunión de vida y conservar su
unidad e indisolubilidad.
El amor conyugal debe compaginarse con el respeto a la vida
humana.
El Concilio conoce que los esposos, al ordenar su vida conyugal,
se ve muchas veces impedidos de aumentar el número de
hijos y por lo tanto de acrecentar el núcleo familiar,
ello se debe a ciertas condiciones o circunstancias de la vida
moderna; consecuentemente esto acarrea dificultades conyugales y
en la comunidad de vida. Y por esto, también, puede sufrir
menoscabo la fidelidad y el bien de la prole.
Ante esta situación surgen algunos aventurados a dar
soluciones deshonrosas e incluso no les repugna matar a la prole.
Si bien Dios confió al hombre la noble misión de
perpetuar la vida, le enseño que lo haga de una manera
digna. La vida se debe respetar desde la concepción en el
seno de la madre, y se la debe cuidar del aborto y el
infanticidio que atentan contra la misma.
Los actos de la vida conyugal, cuando son ordenados según
la autentica dignidad humana, se han de mirar con gran
respeto.
Paternidad responsable.
El amor entre los esposos es siempre fecundo, despierta entre
ellos valores
escondidos, porque con la unión de los cuerpos, la
expresión más profunda de su amor, llaman a los
hijos a la existencia.
Hijo es el amor de los padres encarnado en una nueva vida. Los
hijos van a marcar en lo material, en lo espiritual y en la
diaria convivencia de la vida de los padres.
Actitudes
diversas ante la paternidad.
En los hijos los padres ven su plenitud como hombre y mujer, el
perfeccionamiento de su amor de esposos, la donación mutua
más preciosa hecha, la preeminencia de sí mismos en
ese niño que de ellos ha nacido. Y es raro ver que un
matrimonio no desee tener hijos, pues su llegada es un
acontecimiento feliz y deseado.
El hijo único. La llegada de un hijo no es tan de color rosa como
se pensaba, hay desvelo, gastos,
restricciones, sustos, etc. La vida del matrimonio se ve
afectada, ahora existe la verdadera familia.
A veces hay familias que quisieran ser numerosas pero por
diversas razones, ajenas a su voluntad, no pueden llegar a serlo
y se quedan con un solo hijo:
- A consecuencia del primer parto la
mujer no puede o se le impide tina nueva
maternidad. - Un nuevo parto pone en peligro la vida de la
madre. - Varios embarazos no llegan a buen
término. - O por accidentes
desgraciados.
Pero a veces algunos padre, por su propia voluntad,
dicen ¡NO! a la llegada de un nuevo hijo por una
educación mejor, por un nivel de vida mejor, por
egoísmo, pero no se dan cuenta que con ello perjudican a
su único hijo y le hacen daño por:
- El hijo único suele convertirse en un adulto
en pequeño, no puede disfrutar de un ambiente infantil y
esta rodeado siempre de personas grandes. - El hijo único suele hacerse
egocéntrico, el cariño y protección de los
padres lo tienen como exclusivo, es objeto único de
atención. - El hijo único suele volverse
supersencible. - El hijo único suele ser disputado por sus
padres. - El hijo único suele estar sobre
protegido. - El hijo único desconoce la realidad y la
solidaridad que
se da en un grupo de hermanos, no experimenta que sus derechos
se vean limitados por los derechos de los demás, ni se
da cuenta de que en ocasiones, hay que saber compartir,
aguantarse y ceder. Acostumbrado a recibir le es desconocido
dar. - El hijo único carece de hermanos, de mayores
para que le aporten su experiencia, de menores para
enseñar. Los hermanos enseñan solidaridad y los
protegen de roces e injusticias que vendrán con el
correr de la vida; y al mismo tiempo le despiertan sentimientos
de lucha y rivalidad.
Pero hay que destacar las ventajas que también se
dan ser el hijo único:
- Padres "para él solo", les evita problemas,
calor y
resentimiento. - Su inteligencia
se puede desarrollar precozmente. - Puede tener mejor rendimiento escolar y modales
más cultivados. - Puede gozar de una serie de comodidades.
Concluimos que esta serie de ventajas dan mayor
comodidad, que no es buena, ya que la familia numerosa es
más educativa por la rivalidad, la sana competencia y
autoridad que se da en su seno.
Los padres al elegir tener un solo hijo se condenan a una
solitaria vejez, a vivir
dependiendo de lo que le puede pasar, a desconocer el
enriquecimiento de los distintos hijos, y a ver como el hijo se
Convierte en objeto precioso de disputa entre los padres.
Buscar el hijo único pudiendo tener más hijos, es
una forma equivocada de concebir una paternidad.
Familia "demasiado" numerosa. Es incorrecta la actitud de
quienes se abandonan irreflexiblemente al instituto. Hay ejemplos
de familias donde los hijos llegan para sufrir. La misión
de los esposos es poner en el mundo Cuantos hijos puedan criar y
educar razonablemente dentro de las posibilidades de cada
cual.
Las ventajas de una familia numerosa son:
- No se sobreprotege a los hijos.
- Mutuo enriquecimiento.
- Solidaridad entre hermanos.
- Los hijos pequeños ven en sus hermanos mayores
sus padres supletorios. - Sentido de la realidad y de la
solidaridad. - Espíritu joven en los padres.
- Casi no hay egoísmo, en estas familias se
desarrollan personalidades ricas y pujantes.
Pero, también encontramos desventajas: que se
pueden presentar por las crisis
económicas de hoy en día, no es fácil
educar, dar vivienda digna, alimentar adecuadamente a tantos
hijos; tampoco es fácil que todos los hijos reciban la
atención adecuada a cada uno de sus problemas, ya que le
es imposible a los padres multiplicarse. Tales inconvenientes
deben ser analizados por los padres para lograr una paternidad
responsable.
La familia de medianas dimensiones. Son las familias de tres,
cuatro o cinco hijos. Todos los matrimonios deben contemplar la
posibilidad de llegar a este tipo de familias. Estas familias,
además de sus múltiples valores, tienen una
misión a cumplir, ya que constituyen para otros
matrimonios un llamamiento al deber, un motivo de aliento y un
estímulo ante las dificultades.
Estas familias son una verdadera bendición de Dios para la
Iglesia, la Patria y para los mismos esposos e hijos.
Concluimos diciendo, que si bien estas familias de medianas
dimensiones son las más optimas, el numero de hijos por
matrimonio hay que evaluarlo de acuerdo a cada familia en
particular, pues no se puede fijar arbitrariamente una cifra
ideal de hijos, cada madre y cada padre sabrá cual es la
cantidad necesaria, en su familia, de hijos.
¿ Qué es la Paternidad responsable?
Este interrogante es referido por primera vez en una
encíclica por Pablo VI, expresando que esta paternidad
responsable era producto de
una misión consciente por parte de los integrantes de la
pareja, la cual debe asumir una actitud de aceptación
deliberada y razonable respecto del número de hijos que
puedan los conjugues engendrar.
Esta actitud se funda en el
conocimiento y respeto de los procesos
biológicos, dominio racional
de las pasiones, respeto a la ley moral y reconocimiento de las
obligaciones
con Dios, la familia y la sociedad.
No deben dejar de mencionarse los elementos que inciden sobre la
paternidad responsable en nuestros días, estos elementos
fueron enunciados en la HUMANAE VITAE, y son: el rápido
desarrollo
demográfico, las condiciones laborales y sociales, la
consideración personal de la mujer en la sociedad, la
valoración del amor conyugal y la racional organización de los ciclos naturales.
Con respecto al crecimiento demográfico, Pablo VI
proclamó no controlar artificialmente los nacimientos, y
sí preocuparse por evitar que en la mesa de la humanidad
no falte el pan.
Métodos para ejercer la paternidad
responsable.
Analizadas las ventajas e inconvenientes de las familias de
diversas dimensiones, vistas sus propias circunstancias
personales y el entorno social en que se hallan, los esposos
pueden plantearse esta pregunta:
¿Qué podríamos hacer, para ser fieles a una
autentica paternidad responsable? El hombre no tiene un dominio
absoluto sobre su cuerpo sino que existen límites morales
infranqueables en el ejercicio de ese dominio.
Esto es así porque hay una ley natural impresa por Dios en
el corazón y
en la razón del hombre, ley que descubre la conciencia
moral y que advierte que se debe practicar el bien y evitar el
mal. esto es la causa de que cualquier uso legítimo del
matrimonio debe quedar abierto a la transmisión de la
vida, ya que tal es el fin al que la naturaleza ordena sus
actos.
- Es ilícita la interrupción del proceso
generador de vida ya iniciado, y sobre todo el aborto querido y
buscado. aunque sea por razones
terapéuticas. - Hay que rechazar las prácticas atentatorias
contra el óvulo fecundado. - También se debe rechazar la
esterilización directa. - También todo procedimiento
que con anterioridad al acto conyugal o posteriormente se
proponga como fin o medio para hacer imposible la
procreación. - La Iglesia considera que puede ser lícito el
uso de ciertos medios
terapéuticos necesarios para curar enfermedades del
organismo, aun en el caso de que, en virtud de la acción
del doble efecto, pueda seguirse un impedimento, incluso
previsto, para la procreación, con tal de que ese
impedimento no sea directamente buscado.
La familia y el Estado son por naturaleza las piedras
angulares de la vida humana en la sociedad.
La familia tiene prioridad respecto al Estado por su esencia.
Para que el Estado corresponda a una verdadera patria y a una
sociedad más sana es indispensable que la familia
desempeñe su papel de
comunidad ordenada a la vida en intimidad.
El espíritu de confianza en la autoridad paterna y de
fraternidad debe desarrollarse primeramente en el medio familiar
para que esta experiencia pueda trasladarse a la estructura del
Estado.
La familia actual retorna a una sana autoridad que permite
esperar el desarrollo de una autoridad democrática sana en
el Estado. Una sociedad infundida en el amor, no precisa leyes, a
veces el sentido patriótico es influido por el exceso de
leyes y la burocratización de toda la vida estatal. Los
peores Estados son los que más leyes necesitan, pues le
son indispensables para unir a los ciudadanos que no tienen
ningún sentimiento en común. El Estado que esta
constituido por familias sanas y sin la falta de eslabones
intermedios necesarios en la sociedad, forma una serie que
culmina en el Estado, este no necesitará regirse por la
coacción, ya que la fraternidad y la paternidad son la
nota fundamental de su vida.
El Estado para ser humano necesita de la familia, y su deber
fundamental es proteger y velar por la vida de la familia, pues
se beneficia con esto.
El Estado a través de las organizaciones
intermedias coloca a la familia en situación de ejercer
por sí misma las funciones que corresponden a su
naturaleza.
6. Conclusión.
Con esto podemos concluir que la base de una familia se
forja con amor, compañerismo y mutua solidaridad, y que la
unidad, indisolubilidad y fidelidad son las tres patas de un
trípode llamado familia, el que tiene por finalidad el
amor y la educación de los hijos que van surgiendo fruto
de una paternidad responsable.
Advertimos con esto que con los elementos ya mencionados la
familia tiene basamentos sólidos, donde la sociedad
encuentra basamento moral, y que como pequeña unidad y
componente de la sociedad, tendremos que si la familia tiene
buenas bases morales y esta educada en la doctrina de la iglesia,
podremos ir desarrollando la madurez de nuestra
sociedad.
Constitutio gaudium et spes.
" El Matrimonio En Nuestro Tiempo", autor Bernard Haring, ed.
Herdev. 1973
"LA FAMILIA AHORA", Luis Riesgo Monguez y
Carmen Pablo de Riesgo, ed. Rialp 1980.
Documentos via
internet:
- Informacion Sobre La Familia Cristiana Catolica
(http://www.churchforum.org.mx/familia/infofam.htm - Casti Conubii
(http://www.churchforum.org.mx/familia/casti_connubbi/CASCONINT.htm
). - Problemática Viva: Comunion Conyugal,
Fundamento De La Comunidad Familiar (www.arconet.es/familia/
) - Familiaris Consortio Via Internet: Luces Y Sombras De
La Familia En La Actualidad (http://www.arconet.es/Familia/
). - Carta A Las Familias (http://www.arconet.es/FAMILIA/
)
Autor:
Juan Pablo Barroso