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Dos casos de falsificaciones históricas en Hispanoamérica




Enviado por Jorge G. Paredes M.



Partes: 1, 2

     

    Indice
    1.
    Falsificación de cartas entre san martín y
    bolívar referentes a la entrevista de
    Guayaquil

    2. Falsificación de
    cartas de personajes peruanos de la guerra del guano y del
    salitre

    3.
    Bibliografía

    1. Falsificación de
    cartas entre
    san martín y bolívar referentes a la entrevista
    de Guayaquil

    En un anterior trabajo analizamos la problemática
    historiográfica en torno a la
    denominada Carta de Lafond.
    Aparte de dicha controvertida misiva, no se conocía
    ninguna otra carta en la que los libertadores de América
    se hubiesen escrito sobre lo tratado en Guayaquil. Esto era
    así hasta 1940, año en el cual apareció el
    libro de
    Eduardo Lástenes Colombres Mármol (padre), titulado
    "San Martín y Bolívar en la entrevista de
    Guayaquil, a la luz de nuevos
    documentos
    definitivos". Entre estos "nuevos documentos" figuraban nada
    menos que misivas cursadas entre los libertadores, en las que se
    referían a dos aspectos de gran trascendencia. Uno de
    ellos era el referente al problema político generado en
    torno al destino de Guayaquil, que habiendo proclamado su
    independencia
    el 9 de octubre de 1820 había dejado pendiente su
    incorporación a Perú o a Colombia e
    incluso la posibilidad de constituirse en un estado
    independiente, pero que Bolívar zanjó, manu
    militari, el 13 de julio de 1822, al decidir la
    incorporación del territorio de Guayaquil a Colombia. Y el
    otro tópico era el concerniente a lo que ellos trataron en
    sus conferencias realizadas en la ciudad de Guayaquil, los
    días 26 y 27 de julio de 1822.
    Entre esas misivas, presentadas no sólo como «nuevos
    documentos» sino «como definitivos»,
    reseñaremos las siguientes:
    a) Misiva de Bolívar a San Martín, fechada en Cali
    a 29 de enero de 1822. En esta carta Bolívar le
    señala a San Martín los derechos de Colombia sobre
    Guayaquil, pero le expresa que ambos pueden solucionar el
    problema.
    b) Misiva de Bolívar a San Martín, fecha en
    Guayaquil a 25 de agosto de 1822. En ésta le señala
    la inconveniencia de los regímenes personalistas; arguye
    la conveniencia de adoptar su sistema de la
    Confederación General, que lo compara al de los Estados Unidos.
    Le expresa que la unión de sus ejércitos se
    podría llevar a cabo, siempre y cuando el Perú se
    comprometiese a hacerse cargo del aspecto económico de la
    campaña.
    c) San Martín a Bolívar, fechada en Lima a 10 de
    setiembre de 1822. Ésta es contestación a la que
    recibió del libertador caraqueño con fecha 25 de
    agosto. El Protector del Perú le comunica que él no
    podría reconocer la soberanía de Colombia sobre Guayaquil,
    estando esta provincia bajo el protectorado del Perú. Le
    anuncia su renuncia ante el Congreso.
    d) Bolívar a San Martín, fechada desde Cuenca a 27
    de setiembre de 1822. Constituye respuesta a la enviada por San
    Martín el 10 de setiembre. Bolívar le transmite a
    San Martín su lamento por la renuncia que ha hecho del
    gobierno del
    Perú. Asimismo le manifiesta lamentar mucho el que no se
    hubiese aceptado su propuesta de la unión de los dos
    ejércitos, lo cual se lo había expresado en la
    misiva del 25 de agosto.
    Además de estas misivas aparecía otra de San
    Martín a Bolívar, fechada desde Bruselas el 28 de
    mayo de 1827; de Bolívar a Santander, de Sucre a
    Santander, de Sucre a Bolívar y de éste a
    Sucre.

    La polvareda que vino a levantar el hallazgo y publicación
    de estos supuestos documentos suscritos por San Martín,
    Bolívar y otros personajes de aquella época,
    vinculados a la Entrevista de Guayaquil, constituye uno de los
    sucesos más raros de la historiografía
    americana.
    Al poco tiempo de
    circular la mencionada obra de E..L. Colombres Mármol, la
    Academia Nacional de la Historia de
    Venezuela y el renombrado historiador venezolano don Vicente
    Lecuna, impugnaron como apócrifos todos los presuntos
    "nuevos documentos" que aportaba la obra de Colombres
    Mármol.
    Como el caso ameritaba una investigación muy seria, los mencionados
    documentos fueron analizados, con suma meticulosidad, por una
    Comisión Nacional Argentina, la
    cual concluyó por pronunciarse en el mismo sentido que la
    de su par, la venezolana. Debemos señalar que durante la
    investigación realizada en Argentina, don Ricardo Levene,
    prestigioso historiador, presidente de la Academia de la Historia de Argentina y
    asimismo presidente de la comisión especial para el
    estudio de los documentos cuestionados, recibió una carta
    del Sr. José M. González Alfonso, suscrita en
    Buenos Aires
    el 15 de octubre de 1941, en la cual, el mencionado personaje, se
    reconocía como el verdadero autor de la obra que E. L.
    Colombres Mármol había publicado sobre la
    entrevista de Guayaquil, con los documentos ahora probadamente
    apócrifos, de conformidad con las conclusiones de las
    Academias Nacionales de la Historia de Venezuela
    Argentina.
    El eximio historiador peruano Rubén Vargas Ugarte,
    comentando sobre el problema del verdadero autor de la
    cuestionada obra y asimismo sobre la procedencia de los
    documentos que ella pretendía aportar, como nuevos y
    definitivos, para solucionar los «enigmas» de la
    entrevista de Guayaquil, nos dice:
    "Tuvimos ocasión de conocer al primero, (se refiere a
    Colombres Mármol) cuando estaba en Lima de Embajador de su
    país y por lo poco que le tratamos nos persuadimos que sus
    conocimientos en historia no pasaban de lo vulgar. Por desdicha,
    el señor Colombres, víctima de un traficante
    inescrupuloso, se prestó a darle la mano para que saliese
    del país la valiosa documentación, propiedad del
    Estado (se refiere al estado peruano), que custodiaba Emilio
    Gutiérrez de Quintanilla, Director del Museo Nacional, a
    quien se había encomendado la tarea de reunir los materiales
    para la obra "La Acción Peruana en la Independencia". Esos
    documentos reunidos en más de treinta tomos en folio
    salieron del país (Perú) subrepticiamente y fueron
    luego puestos a la venta en Buenos
    Aires"(Vargas Ugarte, R "Historia General del Perú", tomo
    VI, pp. 227-228, infra).
    ¿Cómo llegaron a manos del Sr. Colombres
    Mármol los controvertidos (en realidad apócrifos)
    documentos?. El propio embajador nada dijo al respecto e incluso
    creó todo un gran misterio en torno a la obtención
    de esos materiales. La defensa acerca de la autenticidad de los
    mencionados documentos correría a cargo del reconocido
    historiador argentino don Rómulo Carbia, que había
    sido nada menos que el encargado del prólogo de la obra.
    Carbia también echó luces sobre la procedencia de
    la documentación, señalando que los documentos
    pertenecían al archivo de
    Gutiérrez de Quintanilla. Rómulo Carbia incluso
    llegó a publicar una obra titulada "San Martín y
    Bolívar frente al hallazgo de nuevos documentos", donde
    defendió la autenticidad de los impugnados documentos,
    esgrimiendo algunos argumentos que pretendían rebatir la
    demoledora crítica de don Vicente Lecuna.
    Pero quien más ha aportado para dilucidar acerca de la
    obtención de los documentos ha sido E. L. Colombres
    Mármol (hijo), el cual publicó una obra titulada
    "En defensa de las discutidas cartas del general San
    Martín". Señala Colombres Mármol (h), que
    desempeñándose su padre como Embajador en el
    Perú, llegó a saber y conocer de la existencia de
    una gran cantidad de documentos sobre la etapa separatista,
    existentes en el archivo del historiador peruano Emilio
    Gutiérrez de Quintanilla . A comienzos de 1939
    llegó a Buenos Aires el Sr. Fernando Gutiérrez de
    Quintanilla, llevando consigo varios miles de manuscritos. El
    gobierno argentino, informado de esto, designó una
    comisión especial para que, previo minucioso análisis, dictaminara el valor de los
    mismos y de considerarse importantes y convenir a las partes,
    adquirirlos para que fueran incorporarlos a los archivos
    argentinos. Esta comisión estuvo integrada por R. Levene,
    Presidente, .A. C. Escobar, C. De Estrada, E. L Colombres
    Mármol(p), R. J. Cárcamo, R. Zavala, E. Ravignani y
    F. Best. El Sr. Fernando Gutiérrez de Quintanilla puso a
    disposición de dicha comisión seis mil documentos.
    Entre tanto, en Lima, el encargado de analizar los restantes
    manuscritos de la familia
    Gutiérrez de Quintanilla fue el señor César
    Galdós Vergara. Fue este señor Galdós el que
    informó haber hallado treinta documentos vinculados al
    año 1822 y a la entrevista de Guayaquil. La
    comisión argentina mencionada consideró que dentro
    de este grupo de
    treinta documentos, solo dieciocho eran realmente
    importantes.
    El porqué fue el señor Colombres Mármol y no
    otra persona la que
    utilizara los documentos en cuestión, se explica por el
    hecho de que el mencionado personaje había pagado, de su
    propio peculio, el cincuenta por ciento del valor de los
    documentos y es por ello, que con el debido permiso de la
    familia
    Gutiérrez de Quintanilla comenzó a preparar o hacer
    preparar un trabajo sobre la entrevista de Guayaquil, obra que
    vería la luz en 1940, con el título ya mencionado
    de "San Martín y Bolívar en la entrevista de
    Guayaquil, a la luz de nuevos documentos definitivos". Colombres
    Mármol llegaba a las siguientes conclusiones, en base a
    dichos «novísimos y trascendentales documentos", con
    relación a la entrevista de los libertadores.
    a) No hubo acuerdo entre San Martín y Bolívar, ni
    en el fondo ni en la forma.
    b) San Martín, consultado sobre la anexión
    colombiana de Guayaquil consumada por Bolívar, la
    desconoció de plano y ratificó después su
    disconformidad en carta posterior a la entrevista.
    c) Aceptó, en nombre del Perú, incondicionalmente
    la ayuda ofrecida por Colombia, si este estado tomaba a su cargo
    la parte correspondiente a la financiación de la
    campaña.
    d) San Martín se condenó voluntariamente al
    ostracismo, sacrificando el prestigio y la gloria de su carrera
    militar en aras de la paz y de la libertad,
    así como para evitar una guerra
    fratricida.
    e) Las leyendas
    forjadas en torno de la entrevista de Guayaquil se desvanecen por
    completo, imponiéndose el desahucio de multitud de
    historias improvisadas, carentes de seriedad y consistencia
    científica, así como el reajuste crítico
    indispensable en otras, aquellas en las cuales la
    exaltación del héroe o el encono han tergiversado
    la verdad.
    El libro de Colombres Mármol causó un gran impacto
    en el ámbito historiográfico americano, no tanto
    por el enfoque en sí que presenta la obra sobre la
    conferencia de
    Guayaquil, sino por el aparato documental sobre el cual se
    había elaborado. El diplomático argentino
    llegó a rodear de tanto misterio el hallazgo de los
    documentos , que incluso llegó expresar que había
    sido obra de la providencia el que dichos documentos llegasen a
    sus manos.
    Los historiadores venezolanos tomaron el asunto con cierta
    inquietud y un gran escepticismo, aunque se debe reconocer que lo
    hicieron con mucha seriedad y espíritu crítico. El
    mismo año de la publicación del novedoso libro de
    Colombres Mármol, la Academia Nacional de la Historia de
    Venezuela, con fecha 7 de noviembre de 1940, emitió un
    informe,
    rubricado C. L. Mendoza, P. M. Arcaya, Mons. Nicolás E.
    Navarro y Lucía L. de Pérez Díaz, en el cual
    se dictaminaba que los documentos incluidos en la obra de
    Colombres Mármol eran apócrifos. El dictamen
    consideraba que los siguientes factores demostraba
    fehacientemente su inautenticidad.
    a) Carácter
    acientífico al referir el hallazgo de los manuscritos.
    b) Todas las cartas, curiosamente, persiguen un solo fin:
    demostrar la autenticidad de la carta de 29 de
    agosto de 1822.
    c) Existen diferencias graves en el lenguaje
    escrito de las misivas atribuidas a Bolívar y Sucre.
    d) Las cartas atribuidas a Bolívar contienen graves
    contradicciones con las ideas manifestadas por él, en
    otros documentos de esa misma época.
    e) En la carta atribuida a Bolívar de 25 de agosto de
    1822, el Libertador hace referencia a «la República
    de Francia», cuando en aquel momento gobernaba
    el rey Luis XVIII.
    f) Se atribuye a Bolívar una misiva suscrita en Cali, a 29
    de enero de 1822. Sin embargo para esa fecha Bolívar no se
    encontraba en Cali sino en Popayán.
    g) En una carta atribuida a Sucre, de 9 de diciembre de 1824,
    aparece este personaje dándole la noticia de la victoria
    de Ayacucho a Santander. Se sabe, por carta auténtica de
    Sucre a Santander, de 13 de diciembre del mismo año, que
    fue en esa carta (la del 13 de diciembre) que Sucre por vez
    primera le escribía a Santander dándole la noticia
    del triunfo obtenido en
    Ayacucho.
    h) En la carta atribuida a Bolívar y dirigida a Santander,
    de 13 de octubre de 1822, se hace referencia a la Gran Colombia,
    cuando en aquel tiempo nadie utilizaba dicha
    denominación.
    i) La impugnada misiva de Bolívar a Sucre, de 7 de
    noviembre de 1824, no termina con la frase de rutina: "Dios
    guarde a V.S. muchos años" como era de rigor, sino con un
    "Señor General" antes de la firma, fórmula
    empleada, en aquella época, sólo de inferior a
    superior. Asimismo, en esta misiva se antepone al nombre de Sucre
    la palabra «Don», cuando el Libertador nunca usaba
    dicho término al dirigirse a sus generales colombianos.
    También aparece la fórmula U.S.(abreviatura de
    Usía), que no era utilizada por la secretaría de
    Bolívar, la cual empleaba la fórmula V.S. (Vuestra
    Señoría). Sólo en copias y reproducciones
    suele, a veces, utilizarse la primer abreviatura mencionada.
    El eximio bolivarista don Vicente Lecuna hizo un estudio acucioso
    de los documentos cuestionados, llegando la conclusión de
    que eran apócrifos. En realidad hay que reconocer, que fue
    don Vicente Lecuna quien cerró en forma definitiva el
    problema de los documentos dados a conocer por Colombres
    Mármol, pues son tantos los elementos esgrimidos por
    él, y de las más diversas índoles, que ya no
    queda la menor duda acerca de la apocricidad de los mismos y son
    ya muy pocos los historiadores que se atreven a sostener lo
    contrario, porque ello implicaría tener que responder
    todas las críticas hechas por Lecuna, y que, como veremos,
    son, casi sin temor a equivocarnos, definitivas. La propia
    Comisión especial argentina
    encargada de estudiar los controvertidos documentos,
    dictaminó, con fecha 1 de noviembre de 1941, que ellos
    eran apócrifos.
    Pasemos una breve revista a
    todos los factores señalados por don Vicente Lecuna que
    prueban, en forma definitiva, la inautenticidad de los
    manuscritos utilizados por Colombres Mármol:
    a) La carta de Bolívar a San Martín de 29 de enero
    de 1822 aparece suscrita en Cali, cuando en aquella fecha
    Bolívar se encontraba en Popayán.
    Carbia intentó contrarrestar este argumento diciendo que
    en realidad en el manuscrito existe una rayita debajo de la parte
    ovalada del 9, (cosa que no se podía apreciaren la
    reproducción),lo cual significaría
    que la carta fue realmente del 21 de enero, fecha en la que
    aún Bolívar se encontraba en Cali. Carbia nos dice
    que la Secretaría de Bolívar no debió
    despachar la carta en aquella oportunidad, terminando por
    llevarla a Popayán, por lo que allí se
    enmendó la fecha.
    Lecuna, por su parte, replicó en el sentido de que dicha
    supuesta enmienda era inadmisible en una carta dirigida a una
    autoridad de
    la investidura de don José de San Martín, Protector
    del Perú.
    b) En esta misma misiva de 29 de enero se escribe
    «Calí», cuando en aquellos tiempos se
    escribía «Caly».
    c) En la misiva de Bolívar a San Martín de 25 de
    agosto de 1822, Bolívar aparece citando como modelo de su
    «Confederación General» a los Estados Unidos
    de Norteamérica, cuando bien se sabe que él nunca
    pensó de tal manera.
    d) En esta misma carta, Bolívar ofrece su alianza al
    Perú, cuando ya existía dicha alianza, la cual
    había quedado materializada con el tratado de 6 de julio
    de 1822.
    e) Bolívar (siempre en esta misiva) habla de la
    República de Francia, siendo como era en esa época
    una monarquía.
    f) Entre la carta de Bolívar de 25 de agosto y la
    respuesta a ella dada por San Martín, el 10 de setiembre,
    sólo existe un periodo de apenas 16 días, cuando en
    aquella época de Guayaquil a Lima se empleaba casi un mes
    de viaje..
    g) En la pretendida misiva del Libertador al Protector de 27 de
    setiembre de 1822, aparece insistiendo que el Congreso del
    Perú debe reconocer la soberanía de Colombia sobre
    Guayaquil. Bolívar nunca solicitó dicho
    reconocimiento.
    h) En la misiva dirigida a Santander de 13 de octubre de 1822,
    Bolívar usa el término Gran Colombia, cuando en esa
    época nadie utilizaba dicho concepto.
    i) En la carta de Bolívar a Sucre de 7 de noviembre de
    1824 no figura la fórmula sacramental «Dios guarde a
    V.S. muchos años», sino «Señor
    General», expresión esta última utilizada de
    inferior a superior.
    j) En la misiva mencionada en el párrafo
    anterior se utiliza el término «don», cuando
    se sabe que Bolívar no lo utilizaba al dirigirse a sus
    generales colombiano. El Libertador, en carta dirigida a su amigo
    Vicente Rocafuerte, con fecha 10 de enero de 1821, le dice: "No
    le pongo sus títulos porque no sé cuales son y con
    el Don estamos peleados".
    k) Sucre, en la pretendida misiva de 9 de diciembre de 1824, se
    dirige a Santander con la fórmula V.E. y a la vez
    «Mi querido general y amigo», forma empleada
    sólo en cartas privadas y no en notas o comunicaciones
    oficiales, donde se utilizaba la fórmula V.E. Sucre no
    incurrió nunca en semejante mezcolanza.
    l) Es inverosímil que Sucre escribiera a Santander el 9 de
    diciembre, en pleno campo de batalla, mientras que a
    Bolívar lo hiciera al día siguiente. Por otra
    parte, se conoce la carta auténtica de Sucre a Santander
    de 13 de diciembre de 1824 en la cual recién le comunica
    sobre la victoria obtenida en los campos de Ayacucho.
    m) Sucre al dirigirse a Bolívar en la misiva del 26 de
    marzo de 1827 emplea la fórmula V.E., cuando ella no se
    utilizaba en cartas privadas. Además le aplica el
    desterrado «Don». Asimismo se utiliza el vocablo
    «bolivariano», totalmente moderno, cuando en aquella
    época solo se utilizaba «boliviano». Y, para
    remate, se emplea el título «Libertador y
    Presidente», cundo se utilizaba «Libertador
    Presidente»
    n) San Martín, desde Bruselas, con fecha 28 de mayo de
    1827, aparece dando consejos a Bolívar para que no
    estableciese la Confederación Boliviana, cuando ya (y esto
    desde octubre de 1826) había desistido de dicho
    sistema.
    ñ) En cinco firmas de los facsímiles reproducidos
    por Colombres Mármol (p), el nombre íntegro de
    Simón Bolívar tiene matemáticamente el mismo
    tamaño y las rúbricas son idénticas.
    o) En las pretendidas firmas de Bolívar no figura el punto
    sobre la letra «i» de la palabra Simón y
    aparece la palabra Bolívar acentuada, cuando en aquella
    época no se a acentuaba y solo se ponía un punto
    sobre la «i».Rómulo Carbia intentó
    rebatir a Lecuna, argumentando que el punto sobre la
    «i» de Simón si existían en los
    manuscritos, aunque no aparecía en los facsímiles,
    debido a su tamaño reducido. En cuanto al acento en la
    «i» de Bolívar, Carbia señalaba que
    realmente era un punto con forma de acento. Vicente Lecuna le
    replicó que ello resultaba un elemento más a favor
    de la apocricidad, puesto que si bien es cierto que en algunas de
    sus firmas Bolívar pusiera el punto ancho, por la violencia al
    asentar la pluma, siempre éste aparece horizontal en las
    firmas auténticas y nunca vertical como en las
    apócrifas.
    p) Las letras de las cartas apócrifas no pertenecen a
    ninguno de los amanuenses de que Bolívar se servía
    en aquella época para la escritura de
    su correspondencia oficial y privada, es decir de su secretario
    J. G. Pérez y de los amanuenses Juan Santana y José
    Domingo Espinar.
    q) El Libertador escribía sus oficios en papel grande,
    llamado florete, de oficio, de 30 a 31 cm de largo por 20 a 21 cm
    de ancho, milímetros más, milímetros menos,
    puesto que había variedad en las diversas resmas. Por otra
    parte, hacía su correspondencia personal en papel
    carta, cuyas dimensiones, en el año 1822, variaba
    según los bloques, de 23 por 18 cm y de 25 por 20 cm y los
    usaba sin ningún membrete o con el membrete
    «República de Colombia» y parte de la fecha
    impresa. Los oficios, en general, llevaban membrete, lo mismo que
    las cartas dirigidas a personajes o gobiernos extranjeros. Ahora
    bien, las cartas y oficios apócrifos están todos
    extendidos en papel grande, florete, sin encabezamiento, incluso
    los que aparecen dirigidos al General San Martín. La
    razón de que ello ocurra así, en los documentos
    apócrifos, se debe a que en los archivos de la
    época abundan hojas y pliegos en blanco de papel florete,
    por lo tanto fácil de extraer y ser utilizados para la
    falsificación. En cambio no
    existe, en blanco, papel tamaño carta ni papel timbrado de
    Colombia, por lo que a los falsificadores no los les quedó
    otra alternativa que usar solo papel florete para todos tipo de
    documento.
    r) Toda la correspondencia auténtica de Sucre está
    escrita de su puño y letra, a excepción de aquella
    redactada durante los meses que tuvo el brazo derecho
    inutilizado, a consecuencia de la herida recibida en el
    motín del 18 de abril de 1828, en Chuquisaca. La carta
    presentada por Colombres dirigida por Sucre a Santander, de 9 de
    noviembre de 1824, está escrita por amanuense. Por otra
    parte, Sucre escribía en papel carta de 26,2 cm por 20,3
    cm. La carta apócrifa señalada está
    extendía en papel grande de 31,5 cm por 21 cm.
    s) La proclama auténtica de Simón Bolívar de
    13 de julio de 1822, reproducida por Colombres Mármol (p),
    en la cual aparece la misma letra que la de los documentos
    apócrifos, pretendía presentar un documento
    auténtico, pero con letra de los falsificadores.
    Aún más, se sabe que en esa fecha había
    imprenta en Guayaquil, por lo cual es seguro que ella
    no circuló en forma manuscrita. Jerónimo Espejo,
    argentino, en su obra titulada "Recuerdos Históricos"
    asegura que dicha proclama circuló impresa.
    t) De ser auténticos los documentos presentados por
    Colombres Mármol (p), lo lógico sería que
    todos o por lo menos algunos de esos documentos debían
    encontrarse en los archivos de los personajes a quienes fueron
    dirigidas, pero ello no es así y ello es una prueba
    contundente de su apocricidad.
    u) El perito calígrafo, Sr. Ángel de Luca, miembro
    de la Comisión oficial nombrada por el poder
    ejecutivo de Argentina para dictaminar sobre los cuestionados
    documentos, señaló que ellos eran
    apócrifos.
    Decíamos, al comenzar este breve trabajo, que este
    fraude
    constituye uno de los sucesos más raros de la
    historiografía americana. La conclusión a la cual
    se ha llegado es definitiva: la documentación presentada
    por Colombres Mármol era apócrifa. La otra
    conclusión, que se deriva fundamentalmente de los
    análisis hecho por los historiadores venezolanos y muy
    especialmente por don Vicente Lecuna, es que esta masiva
    falsificación de documentos pretendía un fin en
    concreto:
    querer probar la autenticidad de la llamada Carta de Lafond. Si
    esa era la finalidad de la falsificación, el móvil
    para ello fue, sin lugar a dudas, el falso nacionalismo.
    Es innegable que las figuras de San Martín y
    Bolívar han creado, en torno de ellos, el muy estudiado
    culto al héroe. Es fácil darse cuenta de los
    enfoques nacionalistas de los historiadores venezolanos,
    colombianos,
    ecuatorianos y argentinos cuando tienen que tratar acerca de
    estos dos personajes. E incluso entre otras nacionalidades, como
    la peruana por ejemplo, se nota aún los sesgos
    sanmartinianos o bolivaristas de algunos historiadores de la
    etapa separatista.
    Queremos insistir en cómo el deseo de querer presentar una
    historia que refleje las simpatías hacia un personaje en
    desmedro de otro u otros, pueden llevar a falsificaciones como la
    analizada. En la historia peruana hay un caso similar, aunque no
    ha
    tenido la trascendencia del caso de los libertadores de
    América, por las razones obvias de ser un hecho que
    corresponde a una historia interna y de un hecho más o
    menos anecdótico. Brevemente expondré el caso
    peruano para que se pueda comprender las similitudes con el
    affaire Colombres.

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