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GEORG WILHELM FRIEDRICH HEGEL




Enviado por jpaulo29



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Vida Y Obra
    3. La Dialéctica
    4. La filosofía de la
    historia

    5. Conclusión

    1. Introducción

    Hegel (1770-1831) es el punto culminante del idealismo
    alemán. Con un portentoso dominio del saber
    y con una profundidad inigualable, Hegel emprende
    la empresa de
    mostrar el ser en su totalidad. La filosofía de Hegel es,
    pues, un idealismo absoluto.
    Después de Hegel, se producirá un brusco viraje del
    idealismo al materialismo. La
    izquierda hegeliana transfor­mará la grandeza del
    espíritu por la realidad concreta de la materia.
    Después de que Kant (1724-1804)
    expusiera su programa
    filosófico, toda la filosofía posterior
    tenía, inevitablemente, que partir de él. Kant era
    el punto de referencia inevitable, pero, a la vez, también
    era superar algunas de sus ideas en algunos puntos. Será
    Hegel el que logre superar el sistema de
    pensamiento
    kantiano.

    Hegelianismo
    Doctrina filosófica de Hegel, o pensamiento influido por
    este autor. Entre los hegelianos se distingue el ala derecha,
    ortodoxa o tradicional, que insiste en los rasgos nacionalistas y
    concibe el Estado como
    la síntesis
    perfecta entre lo privado y lo público, al tiempo que
    cultiva la visión teológica de las teorías
    de Hegel, y la izquierda («jóvenes
    hegelianos»), para la cual la religión aparece
    superada por la filosofía, y que se interesa en particular
    por el método
    dialéctico aplicado a la realidad (materialismo
    dialéctico); en esta última corriente se destacan
    autores como D. Strauss, B. Bauer, L. Feuerbach, K. Marx y F.
    Engels.
    Hegel, Georg Wilhelm Friedrich (1770-1831), filósofo
    alemán, máximo representante del idealismo y uno de
    los teóricos más influyentes en el pensamiento
    universal desde el siglo XIX.

    2.
    Vida Y Obra

    Nacido en Stuttgart el 27 de agosto de 1770, hijo de un
    funcionario de la hacienda pública, Hegel creció en
    un ambiente de
    pietismo protestante y estudió a los clásicos
    griegos y latinos mientras estuvo en el gymnasium de su ciudad
    natal. Animado por su padre para que se hiciera pastor
    protestante, en 1788 ingresó en el seminario de la
    Universidad de
    Tubinga, donde entabló amistad con el
    poeta Friedrich Hölderlin y el filósofo Friedrich
    Wilhelm Joseph von Schelling, de significada filiación
    romántica, compartiendo con ellos su entusiasmo por la
    Revolución
    Francesa y la antigüedad clásica. Después
    de completar un curso de Filosofía y Teología, y
    decidir que no quería seguir la carrera religiosa, en 1793
    comenzó a ejercer como preceptor en Berna (Suiza). En 1797
    consiguió un cargo similar en Frankfurt, pero dos
    años más tarde su padre falleció,
    dejándole un legado cuya cuantía económica
    le permitió abandonar su trabajo como tutor.
    En 1801 se trasladó a la Universidad de Jena, donde
    estudió, escribió y logró un puesto como
    profesor. Allí concluyó la Fenomenología del espíritu (1807),
    una de sus obras más importantes. Permaneció en
    Jena hasta octubre de 1806, cuando la ciudad, en el transcurso de
    las Guerras
    Napoleónicas, fue ocupada por las tropas francesas, por lo
    que se vio obligado a huir. Desde 1807 hasta 1809, una vez
    agotadas las rentas que le había proporcionado la herencia paterna,
    trabajó como redactor en el
    periódico Bamberger Zeitung de Baviera. Sin embargo,
    el periodismo no
    le agradó y en 1809 se trasladó a Nuremberg donde
    fue director de un gymnasium durante ocho años.
    Durante los años que residió en Nuremberg, Hegel
    conoció y contrajo matrimonio con
    Marie von Tucher, de quien tuvo tres hijos: una niña (que
    murió al poco de nacer) y dos varones (Karl e Immanuel).
    Antes de su matrimonio, Hegel había tenido un hijo
    ilegítimo (Ludwig) que acabaría viviendo en el
    hogar de los Hegel. Después de haber trabajado en su
    redacción durante siete años,
    publicó en Nuremberg otro de sus más afamados
    escritos, Ciencia de la
    Lógica
    (1812-1816). En 1816 aceptó la cátedra de
    Filosofía en la Universidad de Heidelberg y, poco
    después, publicó de forma sistemática sus
    pensamientos filosóficos en su obra Enciclopedia de las
    ciencias
    filosóficas (1817). En 1818 ingresó en la
    Universidad de Berlín, institución en la cual
    expuso y enseñó el conjunto de su pensamiento hasta
    su fallecimiento, ocurrido en esa misma ciudad el 14 de noviembre
    de 1831.
    La última gran obra publicada por Hegel fue La
    filosofía del Derecho (1821), aunque algunas notas de sus
    conferencias y clases, junto con apuntes de sus alumnos, fueron
    también publicadas después de su muerte. En el
    conjunto de estos trabajos (conocido por el nombre
    genérico de Lecciones o Lecciones de Berlín) se
    encuentran Estética (1832), Lecciones sobre
    filosofía de la religión (1832), Lecciones de
    historia de la
    filosofía (1833-1836) y Lecciones de filosofía
    de la historia
    (1837).
    Muy influido por las ideas de los grandes pensadores griegos,
    también conoció las obras del holandés
    Baruch Spinoza, del escritor francés Jean-Jacques Rousseau y de
    los autores alemanes Immanuel Kant, Johann Gottlieb Fichte y
    Schelling. Aunque muchas veces sus teorías discreparon de
    las de los mencionados pensadores, la influencia que ejercieron
    sobre él es evidente en sus escritos.
    La filosofía de Hegel surge estrechamente vinculada con la
    situación social, cultural y filosófica de su
    tiempo, a la vez que es una respuesta racional a los problemas
    plan­teados por esa
    situación.

    El Marco Histórico
    – Social

    La filosofía de Hegel supone una lucha por la falta de la
    libertad y de
    la razón. A su juicio, la situación
    histórico – social en que vivía estaba
    necesitada de una mayor libertad.

    La Situación de
    Alemania.

    La guerra de los
    Treinta Años dejó a Alemania atrasada tanto
    política
    como económicamente. No existía un estado
    moderno, sino un estado carente de justicia
    centralizada y fundamentado sobre un despotismo feudal.
    Además, el cam­pesinado aún era muy numeroso,
    la industrialización era mínima y carecía de
    una clase media poderosa que pudiese transformar ese estado de
    cosas.
    Alemania no era un Estado. La libertad estaba sometida y la
    censura atenazaba la libertad de
    expresión. Se atacaba la cultura y todo
    lo que significaba "ilustración".
    Hegel vivió la Alemania de su tiempo como un ataque a sus
    aspiraciones democráticas y a la libertad, y
    concibió la necesidad de un Estado moderno y racional. Era
    preciso también, pues, una idea o concepto de
    Estado racional.

    El Ideal de la "Polis"
    Griega.

    La "polis" griega aparece como un modelo frente
    a la situación de Alemania. En la polis griega se
    cumplía la armonización del individuo con la
    sociedad: la
    vida del hombre
    nacía, se desarrollaba y moría en la vida y en el
    "espíritu" de la polis, hasta el punto de que el individuo
    no era nada separado de la comunidad
    política, social y cultural de la ciudad.
    En relación con esto, es muy importante el concepto de
    Volkgeist (espíritu del pueblo). Este espíritu es
    el único concreto y
    efectivo, ya que el espíritu individual no es sino
    abstracto. Para Hegel el espíritu del pueblo da plenitud
    al individuo. Sin embargo, al parecer de este filósofo,
    está realización y armonía resulta
    deficiente y meramente "formal", ya que el individuo
    todavía no ha descubierto la conciencia de su
    propia individualidad y de su libertad. En la polis griega
    sólo algunos llegaron a ser realmente libres.

    El Cristianismo y
    el Descubrimiento de la "Subjetividad" y de la "Conciencia".
    Con respecto a la polis griega, el Cristianismo viene a
    significar, negativamente, la disolución de la vida
    armónica y en comunidad social. Positivamente, significa
    el descubrimiento del concepto de "subjetividad", que será
    interpretado por Hegel como un momento absolutamente necesario
    para la realización plena de la libertad y el desarrollo y
    per­fección del espíritu. La religión
    constituye para Hegel un aspecto fundamen­tal de la vida de
    un pueblo. El concepto de subjetivi­dad vendrá a
    significar, en último término, una crítica y
    un opuesto al concepto "positivización" que puede hacerse
    de la vida político – social. El término
    "positividad" viene a significar un 'límite' que se le
    impone a la vida desde una realidad impuesta de un modo exterior
    y por la fuerza de la
    tradición, sin estar fundada y justificada ante la propia
    razón. "Positividad" vendría a equivaler a
    "alie­nación". El hallazgo de la subjetividad y
    su carácter
    de principio racional y libre representará para Hegel un
    principio rector en la
    organización social y política de la vida del
    espíritu.

    La Revolución
    Francesa
    La Revolución Francesa significó para Hegel el
    triunfo de la Razón. La Revolución Francesa
    estableció el principio de que el pensamiento debe
    gobernar la realidad y el orden político – social;
    Hegel también tenía la concepción de que
    sólo puede considerarse como verdadera realidad aquella
    que realiza las exigencias y los fines de la Razón.
    Además, la Revolución Francesa se proponía
    aunar la vida en comunidad con el principio de subjetividad: la
    realización de la libertad y el sentirse libre.
    Sin embargo, la experiencia del Terror en la época de
    Robes Pierre mostró a Hegel la tremenda dificultad de
    conjugar racionalmente la libertad del hombre y la organización político – social
    en un equilibrio en
    el que ninguno de los polos sea reducido y disuelto en el otro,
    pues en tal caso se acabaría con la libertad objetiva y
    con la vida del Espíritu.

    El Marco
    Filosófico
    La obra de Hegel puede considerarse como la madurez
    filosófica y cultural de la tradición occidental.
    Su filoso­fía pasa por ser el último gran
    sistema filosófico, en el que confluyen
    prácticamente todas las filosofías anteriores. El
    propio Hegel interpretó así su sistema, como el
    estado de maduración y unidad interna de todo el
    pensamiento anterior a él (así lo hace en sus
    Lecciones sobre la historia de la filosofía).
    La filosofía de Hegel se basa en la relación entre
    los dos conceptos fundamentales de la filosofía anterior:
    la Naturaleza (en
    la filosofía griega) y el Espíritu (en la
    filosofía cristiana y, a partir de Descartes, en
    la filosofía
    moderna). Hegel pretende la unidad interna y la
    conexión entre Naturaleza y Espíritu, de modo que
    pueda elaborarse una teoría
    unitaria, total y cerrada sobre la realidad en su totalidad. Pero
    para ello Hegel necesitaba revisar y superar la filosofía
    de Kant, que era la que había alcanzado mayor madurez pero
    que, en cambio,
    ofrecía mayores dificultades para ese proyecto de
    sistema filosófico unitario, cerrado y total.

    Kant veía como insuperables las siguientes
    cuestiones:
    – La distinción entre el entendimiento y la razón.
    El entendimiento para Kant sólo alcanzaba a los
    fenómenos, a lo finito y limitado. La razón, aunque
    tiende hacia lo absoluto y lo infinito, no puede alcanzar esa
    plenitud.
    – La distinción entre fenómeno y noúmeno.
    Esta distinción supone que el orden de la realidad
    está dividido, sin que sea posible elaborar una
    teoría absoluta y total sobre la realidad en su
    integridad.
    – La distinción entre el ser y el deber ser. Esta
    distinción establecía una radical distinción
    entre la teoría (el pensamiento) y la praxis (la
    acción).
    – La escisión entre lo finito y lo infinito (mundo –
    Dios, Naturaleza – Espíritu).
    Aristóteles concebía la
    filosofía como la tendencia a un saber universal y
    necesario de la realidad de lo total. Para Kant esta tarea
    será algo inalcanzable para la limitada razón
    humana (y por eso para Kant la filosofía era una
    crítica). Hegel, corrige a Aristóteles afirmando
    que la filosofía tiene que dejar de ser "tendencia" al
    saber para ser un efectivo y pleno Saber; y corrige a Kant
    diciendo que tiene que ser ciencia (y, por lo tanto, no
    crítica, sino sistema): el sistema absoluto de la
    totalidad de lo real (un sistema racional.

    3. La
    Dialéctica

    Sentido De La
    Dialéctica

    El término "dialéctica", aunque no fue Hegel el
    prime­ro en utilizarlo (lo habían hecho ya, por citar
    dos ejemplos, Platón y
    Kant), sirve para caracterizar toda su filo­sofía
    llamándola método dialéctico o
    naturaleza dialéc­tica de
    la realidad.

    Carácter Concreto e Histórico de la
    Dialéctica.
    Ya habíamos hablado de que la filosofía de Hegel
    nacía unida a un marco histórico y social
    determinado, en el que Hegel denunciaba la falta de libertad del
    hombre. El término "dialéctica" es utilizado por
    Hegel para comprender y expresar la situación real del
    mundo. En la dialéctica de Hegel queda patente, pues, una
    voluntad de actuación sobre una realidad escindida,
    contradictoria y alienaba que lucha por superar esa
    situación.
    La dialéctica expresa, pues, tanto la contradicción
    del mundo existente cuanto la necesidad de superar los límites
    presentes en un afán de superación movido por la
    necesitad de una realización total y de un modo efectivo
    de la libertad y de la infinitud.

    La Dialectica como Estructura de
    la Realidad.
    Pero también habíamos visto
    que la filosofía de Hegel estaba inserta en un marco
    filosófico muy preciso. En ese sentido, en cuanto
    expresión de la filosofía de Hegel,
    dialéctica significa la radical oposición de Hegel
    a toda interpretación fragmentaria de la realidad y del
    conocimien­to.
    El carácter dialéctico de lo real significa que
    cada cosa es lo que es, y sólo llega a serlo en interna
    relación, unión y dependencia con otras cosas y, en
    último término, con la totalidad de lo real.
    La dialéctica de Hegel concibe la realidad como un todo,
    sin que ello afecte para nada a la relativa independencia
    de cada cosa en su singularidad.
    Esta concepción se opone a la interpretación
    empírica de la experiencia. Frente a la supuesta
    autonomía de los hechos tal y como son dados en la
    experiencia, la estructura dialéctica de lo real acaba por
    mostrar que los hechos no son sino el resultado de un juego interno
    de relaciones que son las que, en última instancia,
    constituyen las cosas, a pesar de que aparentemente pueda parecer
    que los hechos tengan una independencia.
    Pero el carácter dialéctico de lo real no
    sólo significa que tenga una relación interna,
    sino, más profundamente aún, que cada cosa
    sólo es lo que es en un proceso
    continuado. Es decir, la realidad, en cuanto dialéctica,
    no es fija ni determinada de una vez por siempre, sino que
    está en un constante proceso de transformación y
    cambio, cuyo motor es, a la
    par, tanto su interna contradicción, limitación y
    desajuste en relación con su exigencia e intención
    de tota­lidad, infinitud y absoluto, como la interna
    relación en que está con otra realidad, que aparece
    como su contrario.
    La realidad en cuanto dialéctica está, pues, regida
    y movida por la contradicción, internamente relacionada y
    constituida como oposición de contrarios. De este modo,
    cada realidad particular remite a la totalidad, al todo, y
    sólo puede ser comprendida y explicada en relación
    al todo. Y, por otra parte, cada realidad, casa cosa, no es sino
    un momento del todo, que se constituye en el todo, pero que
    también queda asumida y disuelta en el todo. Según
    sus propias palabras, "lo verdadero es el todo".

    La Dialéctica como
    Estructura del
    Conocimiento.
    El carácter dialéctico de la filosofía
    hegeliana tiene igual alcance en lo que se refiere al
    conocimiento o al saber ("conocimiento dialéctico" o
    "método dialéctico").
    Para Hegel, por su propia concepción de la
    filosofía como "el
    conocimiento efectivo de lo que es en verdad", la
    teoría acerca de la realidad requiere indagar lo que es el
    conocimiento, el saber, el pensar (recuérdese que la
    relación ser – pensar ha sido una cuestión
    fundamental a lo largo de la historia de la filosofía.
    Para Hegel el conocimiento tiene una estructura
    dialéc­tica. Y tiene esa estructura, en definitiva,
    porque la realidad es dialéctica y, por tanto, el
    conocimiento también es dialéctico, en cuanto que
    es una dimensión de lo real y en cuanto que se configura
    dialécticamente al manifestar adecuadamente la naturaleza
    dialéctica de la realidad. Pero, en verdad, las
    distinciones entre conocimiento y realidad, pensar y ser, etc.,
    son, según Hegel, inadecuadas, justamen­te en
    razón del carácter dialéctico de la realidad
    en general y del principio hegeliano de que "lo verdadero es el
    todo". Lo que hay, en cualquier caso, es la relación
    interna y estructural entre el ser y el pensar, o, lo que es lo
    mismo, entre el objeto y el sujeto.

    Veamos ahora tres puntos fundamentales de la estructura
    dialéctica del conocimiento:
    El conocimiento, estructuralmente, consiste en la relación
    sujeto – objeto, de modo que cada uno de los momentos de
    esta relación sólo lo es por beneficio o
    consideración del otro. Pero con la peculiaridad de que
    cada uno de ellos niega y contradice al otro, dándose
    entre ellos una desigualdad y desajuste (que de ser definitivos e
    insuperables harían imposible una plena verdad),
    desigualdad que impone un proceso de transformación en el
    que se tienda a la igualdad o
    identidad.
    El proceso encaminado a superar la dife­rencia entre objeto y
    sujeto tiende a la identidad de ambos. Es decir, se tiende a la
    reducción de uno al otro. Sólo en la identidad
    total que se alcanza en la total reducción es posible
    alcanzar uno conocimiento total y absoluto, es decir, un
    conocimiento que sabe la totalidad de lo real. Hegel, pretende
    hacer de la filosofía un sistema para llegar a un
    conoci­miento absoluto. Sólo un conocimiento total y
    que sepa la totalidad de un modo absoluto merece, según
    Hegel, el nombre de verdadero conocimiento (él lo llama
    ciencia). El conocimiento dialéctico es un conocimiento
    absoluto; y no sólo porque llega a saber la totalidad de
    lo real, sino porque además sabe cada realidad particular
    "en relación al todo y como formando un momento del todo".
    Así sólo gracias al conoci­miento o saber
    absoluto adquiere validez y sentido cada conocimiento
    provisional, relativo y parcial. El conocimiento
    dialéctico es, pues, un conocimiento absoluto. Esta
    tesis
    epistemológica está conecta­da estrechamente
    con la tesis ontológica de que lo verdadero es el
    todo.
    En la reducción a la identidad absoluta en que se alcanza
    el verdadero y pleno conocimiento dialéctico tiene lugar
    la disolución de uno de los momentos estructurales del
    conocimiento en el otro. Hegel interpretará está
    disolución y reducción como la reconversión
    del objeto en el sujeto: será, pues, en el sujeto y como
    sujeto como se alcance la identidad absoluta. La identidad
    será una identidad en y del sujeto. Pero con esa
    reducción no sólo se cumple una reducción
    epistemológica (del objeto de conocimiento al sujeto de
    conocimiento), sino también una reducción
    ontológica (del ser en el pensar). Y siendo el Sujeto del
    saber, en último término, pensamiento, razón
    o idea, la reducción al sujeto, la reducción del
    ser al pensar, convierte la filosofía hegeliana en un
    idealismo absoluto. No se trata tanto de la reducción del
    ser al pensar, cuanto de la interpretación de lo real, del
    ser, como Idea o Razón: "Todo lo real es racional"; "el
    que lo verdadero sólo es real como sistema o el que la
    sustancia es esencialmente sujeto, se expresa en la
    representación que enuncia lo absoluto como
    espíritu, el concepto más elevado de todos y que
    pertenece a la época moderna… Sólo lo espiritual
    es lo real".

    Estructura De La
    Dialéctica

    Hemos visto que para Hegel la dialéctica no se limita a
    ser un método del conocimiento, sino que es algo
    más. La dialéctica constituye la naturaleza y
    estructura de lo real, y por ello es por lo que constituye el
    modo de proceder del conocimiento.
    La estructura y esencia de la dialéctica es un todo
    complejo constituido por tres momentos o aspectos implicados
    entre sí (y es ésta la auténtica
    interpretación, y no que sean tesis, antítesis y
    síntesis –términos, por otro lado, que Hegel nunca
    utilizó– tres pasos sucesivos):

    • Lo que se ha llamado tesis (el aspecto o momento
      abstracto o intelec­tual). Suele interpretarse la tesis
      como una afirmación cualquiera, una realidad, un
      concepto. Pero esta afirmación lleva en su
      entraña un contrario, ya que la realidad no es estática, sino dinámica.
    • Lo que se ha llamado antítesis (el aspecto o
      momento dialéctico o negativo –racional). Suele
      interpretarse como la negación de la afirmación
      anterior, ya que es esa contra­dicción el motor de
      la dialéctica. Este momento negativo es lo que hace
      dinamizar la realidad.
    • Lo que se ha llamado síntesis (el aspecto o
      momento especulativo o positivo – racional). Suele
      interpretarse como la superación del conflicto,
      la negación de la negación anterior. Los dos
      momentos anteriores son a la vez eliminados y conservados, es
      decir, elevados a un plano superior. La síntesis
      conserva todo lo positivo que había en los momentos
      anteriores. Por eso la síntesis es enriquecimiento y
      perfección, es la seguridad de
      que la realidad está en constante progreso. La
      síntesis se convierte inmediatamente en tesis del
      proceso siguientes, a la que se opondrá la
      antítesis para dar lugar nuevamente a una
      síntesis que será a la vez la tesis del proceso
      siguiente: todo está en constante progreso
      dialéctico.

    Esto tres momentos de la dialéctica hegeliana
    están vertebrados y constituidos en una estructura cuya
    adecuada comprensión se alcanza mediante lo que
    podríamos denominar categorías fundamentales de la
    dialéctica:

    • Inmediatez – mediación.
    • Totalidad.
    • Negatividad – contradicción.
    • Superación.

    4.
    La filosofía de la historia

    Hegel intenta comprender dialécticamente lo que
    ha sucedido en la historia y para ello somete y contrasta toda su
    armazón doctrinal con los sucesos históricos de
    cada época.
    Para Hegel la reflexión sobre la historia supone una
    interpretación: la imparcialidad es imposible . Hay que
    interpretar la historia desde la racionalidad; hay que atender a
    los hechos para discernir el proceso racional que se da en la
    historia.
    La filosofía de la historia es la consideración
    reflexiva de la historia en cuanto que es el espíritu el
    que dirige esa historia. Hay que contemplar los hechos, pero
    interpretándolos a la luz del
    espíritu tal como se desenvuelve en el tiempo.

    La visión racional de la
    historia. Las categorías

    Para Hegel la razón rige el mundo y, por tanto, la
    historia ha transcurrido racionalmente. La razón es, pues,
    la sustancia de la historia. Si la historia ha transcurrido
    racionalmente, esto significa que ha transcurrido de acuerdo con
    unas categorías o leyes, y es
    necesario que el historia­dor se enfrente a la historia con
    esas armas para
    poder explicar
    de forma convincente y racional la historia.

    Esas categorías son las siguientes:

    1. Variación. Se pone de manifiesto si nos
      fijamos en el cambio de individuos, pueblos y Estados que se
      van sucediendo: "Vemos un ingente cuadro de acontecimientos,
      pueblos, Estados e individuos en incesante sucesión.
      Cuando uno desaparece viene otro al momento a ocupar su
      puesto".
    2. Negatividad. El espíritu en su andadura
      histórica no cesa de destruirse y construirse
      constantemente. Esto significa que las etapas históricas
      tienen un desarrollo interno dialéctico que las hace
      desaparecer para transformarlas en otras más ricas y
      potentes: es la dialéctica aplicada a la historia. Cada
      estadio histórico se muestra como un
      individuo y, como tal, nace, florece, madura, decae y muere. En
      la muerte de
      un estadio reside el motor de cambio del proceso
      histórico, pues lleva en sí el germen de un nuevo
      estadio. En este sentido hay que entender la frase "De la
      muerte surge la vida". Esta idea la explicaban antiguamente a
      través del ave Fénix: de sus cenizas surge una
      vida rejuvenecida y fresca.
    3. Razón. La historia se desenvuelve en el
      terreno del espíritu. El espíritu es una
      conciencia no sólo del sujeto, sino también del
      objeto (Hegel llamaba a esto "conciencia de sí". Y esta
      conciencia de sí es la libertad, es decir, la
      autoconciencia.
    4. Libertad. Es el principio fundamental que hace
      posible la historia. Sólo teniendo conciencia de la
      libertad se puede ser libre (de los tres tipos de libertad que
      distingue Hegel –natural, de capricho y racional–, Hegel se
      refiere a la libertad racional). Pero no basta con tener
      conciencia de la libertad, sino que es necesario hacerla
      realidad, objetivarla. Esta libertad se objetiva a
      través del Estado.

    Para saber cómo se objetiva la libertad, es
    nece­sario saber lo que es el espíritu objetivo. El
    espíritu subjetivo concluye en la conciencia de libertad,
    pero hace falta que se den las condiciones objetivas que hagan
    posible el ejercicio de la libertad. Estas condiciones son el
    derecho, la moralidad y la eticidad, de las cuales no vamos a
    hablar, que constituyen el espíritu objetivo. El Estado es
    la perfecta expresión de la racionalidad y de la libertad,
    y, por tanto, representa la forma más alta del
    espíritu objetivo.
    El Estado representa para Hegel la única realidad capaz de
    lograr y realizar plenamente la libertad. En el Estado se inserta
    plenamente lo individual y lo universal. El capricho individual
    no es libertad. Sólo en el Estado el hombre
    tiene existencia racional. Estas ideas de Hegel han motivado que
    algunos lo acusaran de totalitarista. Hegel dice que pensar que
    el Estado no hace más que coartar la libertad de los
    individuos es pensar de forma negativa e idealista, ya que
    sólo el Estado es la única garantía de la
    libertad y de que los individuos vivan libremente. Lo
    demás sería pensar que el capricho individual puede
    ser elevado al rango de libertad. Esto hizo que Hegel criticase
    algunas de las teorías sobre el Estado de pensadores
    anteriores (crítica de los que piensan que el hombre era
    libre en el estado de naturaleza y que el Estado no hace sino
    coartar la libertad, y crítica de la teoría de
    Estado Patriarcal).

    La historia como
    explicitación del espíritu en el tiempo

    Para entender mejor esta noción de historia, veamos por
    separado los conceptos de "espíritu" y
    "explicitación en el tiempo"

    Espíritu
    Espíritu no es lo opuesto a la materia. Es lo más
    fuerte, profundo y real de lo existente. Es el espíritu
    del mundo o espíritu universal, la fuerza de todas las
    fuerzas, la profundidad de todas las profundidades. Es la
    reconciliación del hombre con la realidad, la
    reconciliación del sujeto pensante con el objeto
    pensado.
    No es nada estático. Por el contrario, va evolucionando
    dialécticamente: espíritu subjetivo (descubrimiento
    de sí), espíritu objetivo (realización
    práctica: aquí hay que colocar a la historia) y
    Espíritu Absoluto (encuentro definitivo del hombre con la
    realidad, del sujeto con el objeto).

    Explicitación en el tiempo
    El espíritu poco a poco se va desarrollando, se va
    expresando en medio de un proceso siempre progresivo, sin poder
    volver atrás.
    Por eso la historia es:

    1. El paso de todo la parcial hacia la
      totalidad.
    2. El tiempo que dura el enriquecimiento progresivo de
      los seres, de la verdad, de la libertad…
    3. El encuentro y reconciliación del sujeto con
      el objeto, del hombre con la realidad.

    La historia es la cumbre en el Espíritu Absoluto:
    es la total superación de todo proceso, la máxima
    unidad de contra­rios, la
    culminación y la plenitud de todo ser, la expresión
    máxima de la Libertad, de la Verdad, del
    Pensamiento…

    La Historia Como Escenario De
    Dios En El Mundo

    La razón dialéctica es la que rige el mundo, y, por
    tanto, la historia
    universal ha transcurrido racionalmente.
    La comprensión filosófica de la Historia se
    convierte para Hegel en una justificación del protagonismo
    de Dios en la Historia, en lo cual todo lo negativo aparece como
    algo subordinado al Todo, al plan total del Espíritu.
    Hegel tiene una visión teológica de la historia que
    implica que todos los acontecimientos crueles, injustos y
    bárbaros que se han producido en la historia no tuvieron
    más remedio que hacerse. Fueron unos instrumentos en manos
    del Espíritu del Mundo.
    Esa Razón infinita es la que opera en la historia de la
    humanidad por la cual esa Razón infinita se realiza a
    sí misma.
    Hegel no se fija en lo penoso del camino histórico, sino
    en la meta, en el
    fin con que se han llevado a cabo esos sucesos desagradables.
    Para Hegel, esa meta, es el Espíritu, y e fin que persigue
    el Espíritu es la conquista de la libertad.

    La Historia Como Avance De La
    Conciencia De La Libertad

    La historia es el proceso de desarrollo de la libertad. Este
    proceso es el mismo que el desenvolvimiento de la verdad parcial
    hacia la totalidad hasta llegar a la Verdad total. La historia
    universal es para Hegel un conjunto de fases o épocas
    históricas que se van sucediendo dialécticamente en
    un progresivo avance de la realización de la libertad a
    través del Estado, que no sólo no coarta la
    libertad de los individuos, sino que es la única forma de
    que los individuos vivan en libertad.
    Hegel distingue tres estadios en este progreso de la conciencia
    en libertad que constituye la trama de la historia:
    Oriente. Es el primer período, la infancia de la
    humanidad, que se caracteriza por la ausencia de libertad. Los
    orientales no saben que el hombre como tal es libre, y, como no
    lo saben, no lo son. Solamente un hombre era libre: el
    déspota. Es la época de despotismo en la que el
    poder del Estado se concentra en un solo individuo. El individuo,
    pues, está absorbido por el Estado. En la relación
    individuo – colectividad prevalece el elemento comunidad.
    Pertenecen a este periodo China,
    India, Persia,
    Asia Menor y
    Egipto.
    Occidente: Grecia y
    Roma. Es el
    segundo periodo, que contiene la historia del mundo grecorromano.
    Es la etapa de la adolescencia
    de la humanidad. Se inicia la conciencia de la libertad, y por
    ello se lucha por la libertad. Pero entre Griegos y romanos
    sólo sabían que algunos hombres eran libres, pero
    no que el hombre como tal lo fuera. Por ello se dio la esclavitud. Sigue
    prevaleciendo el elemento comunita­rio sobre el elemento
    individual (polis griega).
    Pueblos Germánicos. Representan la ancianidad de la
    humanidad. Es un periodo que se prolonga desde la llega­da
    del Cristianismo hasta la época actual (de Hegel, se
    entiende). La libertad, que surgió con el Cristianismo, no
    llegó a tener inmediata expresión en las leyes y en
    las instituciones
    porque con el triunfo cristiano perduró la esclavitud. Ha
    sido necesario un largo proceso de desarrollo de los pueblos
    antes del reconocimiento explícito de la libertad. Se
    produce la reconciliación de la escisión sujeto
    – objeto = individuo – colectividad. Sólo las
    naciones germánicas han llegado a la concien­cia de
    que el hombre es libre como hombre. Es la etapa de madurez de la
    Historia: todos somos libres. Todos los hombres se sienten y son
    libres (abolición de la esclavitud), y realizan su
    libertad a través del Estado.
    ¿Qué medios utiliza
    el espíritu para realizar este fin? A primera vista,
    pueden parecer los menos adecuados. Se trata de los
    pequeños intereses, necesidades y pasiones humanas que
    aparecen constantemente en la Historia. Hegel afirma incluso que
    sin pasión nada grande se ha realizado en el mundo. Pero
    ¿cómo puede el Espíritu, con esa enorme masa
    de intereses y pasiones individuales realizar el fin universal de
    la historia? Es verdad que sin pasión no se hace nada
    serio en la historia, pero las pasiones de las grandes figuras de
    la historia son utilizadas como instrumentos del Espíritu
    del Mundo y muestran la "astucia de la razón". La
    razón hace que el interés
    particular de la pasión sirva de cebo a la
    realización del interés universal. Sus instrumentos
    son los grandes personajes históricos, los hombres cuyo
    fin individual incluye el fin universal del Espíritu.
    Tales hombres (Alejandro
    Magno, Julio César, Napoleón) no tenían necesariamente
    conciencia de que sus fines particulares eran sólo
    momentos del fin universal.
    La institución que asegura la consecución del fin
    al que se dirige la historia es el Estado. Este es algo
    así como el material con el que se construye la historia y
    llega al fin último del Espíritu. El Estado es la
    realización de la libertad, la unión de la voluntad
    universal del Espíritu y de la voluntad subjetiva del
    individuo. Sólo en la obediencia al Estado es el hombre
    verdaderamente libre. Por eso los grandes individuos
    históricos han sido los creadores de los grandes
    Estados.
    En resumen, el pensamiento hegeliano se ha desplegado
    dialécticamente conforme a los tres momentos:

    1. Tesis: la meta de la historia universal es el
      progreso en la conciencia de libertad.
    2. Antítesis: los medios para lograr ese fin son
      las pasiones y egoísmos de los individuos.
    3. Síntesis: la unión de ambos momentos y
      el ámbito de realización de la libertad es el
      Estado.

    5.
    Conclusión

    Hay que tener muy en cuenta que:
    Hegel no intenta justificar ninguna forma política
    concreta. Lo único que intenta justificar es la
    racionalidad del Estado. El que algunos grupos
    políticos hayan querido justificar su propia doctrina
    (totalitarismo) apoyándose en Hegel es otra
    cuestión.
    La interpretación que hace Hegel del Estado hay que
    situarla dentro de una época determinada y tal vez no
    valga para otra época.

     

     

     

     

    Autor:

    Juan Paulo Ramírez
    Sánchez

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