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Pensar geográficamente la historia, pensar históricamente la geografía




Enviado por gabybuque



     

     

    1. Geografía e Historia en
      Braudel
    2. El tiempo y el espacio: una
      invención humana, una creación
      social.
    3. Algunas consideraciones sobre las
      tesis de Milton Santos.
    4. Una clasificación
      general.
    5. Reflexión
      final.

     

    El título de este breve ensayo
    sintetiza lo que aprendí en las lecturas, debates y
    tutorías de la materia
    Historia y Sociología. La que, como tantas otras, no
    corresponde su contenido con su nombre, sino a la relación
    de la Historia y la Geografía.

    En realidad se inserta el título de este ensayo y
    conclusión del curso en una tesis
    epistémica más amplia, no tanto como derivada de
    una tesis general, revelada por la sabiduría de
    científicos sociales contemporáneos. Se trata de un
    fruto del análisis de la geografía y su
    desenvolvimiento que la lleva a expresarse históricamente,
    como dialéctica del concreto
    geográfico y de la historia que es geográfica o es
    especulación y abstracción pura.

    Ya Braudel lo planteaba en general cuando decía:
    "las ciencias
    humanas se interesan todas en un solo paisaje: el de las acciones
    pasadas, presentes y futuras del hombre
    serán otros tantos observatorios, con sus miras
    particulares, sus croquis de perspectiva diferentes, sus colores y sus
    crónicas".

    Por lo demás, por lo que a mi toca y creo que al
    enfoque real del plan de estudios
    de Historia en SUAFFYL, en muchas asignaturas se ven cuestiones
    de sociología y de otras disciplinas parientes de la
    historia, pero ninguna se había dedicado
    explícitamente a la Geografía. Así pues, por
    la vía de los hechos se mejoró en este punto el
    Plan de estudios original. ¡Enhorabuena!

    Pero hay más. En el curso de
    otoño-invierno, 2001-2002, de "Historia y Sociedad hubo un
    cambio en el
    plan de estudios. Habiendo asistido como oyente hace un
    año a las tutorías de esta asignatura,
    constaté un cambio en el programa de la
    materia: pasó de ser un repaso sobre la Geografía y
    las grandes tendencias geográficas desde el siglo XVIII
    (cuando empezó la geografía a conformarse como
    ciencia) a la
    actualidad, deteniéndose, en particular, en propuestas de
    Annales y un mexicano (Angel Bassols Batalla), a un
    estudio sobre el objeto de la geografía, la construcción teórica y social del
    espacio (José Ortega Valcarcel); los conceptos de medio o
    entorno físico, el paisaje, el territorio, la
    región (Juan José Palacios L.); una visión
    de caso, el espacio geohistórico mexicano en el siglo XIX
    (Marcello Carmagnani); las diferentes concepciones del binomio
    espacio-tiempo (Immanuel
    Wallerstein); y la propuesta de Milton Santos de marco
    teórico y método de
    análisis del espacio social, bajo la perspectiva
    teórica del marxismo en la
    glosa y desarrollo del
    filósofo checo Karel Kosík.

    Por otro lado, el 11 de septiembre del año
    pasado, casualmente misma fecha del ataque y destrucción
    de las Twin Towers de Nueva York, Historia a Debate, como
    tendencia historiográfica en busca de la
    construcción de un nuevo paradigma en
    la Historia, publicó su Manifiesto de 18 propuestas
    metodológicas, historiográficas y
    epistemológicas. Si bien es una valiosa síntesis
    desde la práctica y la teoría,
    y postula en su Tesis I que "La creciente confluencia entre las
    'dos culturas', científica y humanística,
    facilitará en el siglo que comienza la doble
    redefinición de la historia, como ciencia social y como
    parte de las humanidades, que necesitamos", es de notar que no
    menciona el tema que nos ocupa, el de espacio-tiempo sino
    sólo tangencialmente.

    Se ha hablado mucho, por lo menos en los cursos de nuestra
    carrera en el Sistema Abierto,
    de la relación de la historia con la economía, la
    sociología, la antropología, pero no tanto con la
    geografía, a pesar de que prácticamente la Historia
    y la Geografía nacen como hermanas siamesas en la Grecia
    antigua, pues desde las primeras obras de historia, desde
    Herodoto mismo, es muy frecuente, por no decir inevitable,
    encontrarse con una apartado de descripción geográfica que ubique el
    escenario y los condicionamientos, valga la redundancia,
    geográficos o ambientales de los acontecimientos que se
    describen. Y, sin embargo, este es uno de los temas abiertos al
    debate, pereciera que en mucho circunscrito a geógrafos, y a la
    construcción teórica en la perspectiva de un nuevo
    paradigma historiográfico.

    Geografía e Historia en
    Braudel

    La perspectiva iniciada por el francés Fernand
    Braudel en El Mediterráneo y el mundo
    mediterráneo en la época de Felipe II y
    enriquecida por el norteamericano Immanuel Wallerstein me parece
    muy sugerente para hurgar por ese camino.

    En el Mediterráneo… nos aparece un Mar,
    complejo de mares, como documento y como personaje
    histórico y con ello se abre a la historia una perspectiva
    original que ejercita la multidiciplina de las ciencias
    sociales. Encontramos un historiador que, a la vez, es
    economista, sociólogo, antropólogo y hasta
    geógrafo presentando superpuestas una historia
    inmóvil, la historia del hombre en sus relaciones con el
    medio que lo rodea, una historia de ritmo lento, la historia
    estructural y social y una historia tradicional, de tiempo corto,
    a la medida del individuo. Una historia que imbrica la tierra, el
    mar, el clima, y el
    medio
    ambiente, ecológico, diríamos en nuestros
    días, con la concepción braudeliana del tiempo como
    muy largo (geográfico), largo (social) y corto
    (individual).

    Construye Braudel una geografía muy sui
    generis
    , "atenta especialmente a cuanto concierne a los
    factores humanos. Y no sólo eso: es también un
    intento de dar con una particular especie de historia", con una
    geografía que nos ayuda a recrear la más lenta de
    las realidades estructurales y el movimiento
    casi imperceptible de la historia.

    Aprovechando los aportes de la escuela
    geográfica de Paul Vidal de la Blache que veía a la
    Geografía como "verdadera ciencia de las relaciones del
    hombre y la naturaleza:
    relaciones presentes o antiguas y pasadas" y su tratamiento de la
    región y el paisaje, se eleva a niveles superiores y
    más generales ofreciéndonos una teoría de la
    geohistoria que postula la síntesis total de
    geografía e historia y supera la visión atemporal,
    y como algo dado, de la primera. En esta síntesis los
    elementos de la base geográfica se descubren como actores
    y protagonistas reales, renovando así las explicaciones
    históricas habituales hacia mediados del siglo
    pasado.

    Bajo la influencia de Marc Bloch, se asume
    conscientemente en constante ejercicio de análisis y
    razonamiento comparativo; siguiendo la huella de Lucien Febvre se
    aboca a su estudio eligiendo un problema (el
    Mediterráneo) de estudio y, finalmente, construye un
    modelo de
    explicación abierto a diferentes posibilidades pero
    determinado en el marco de opciones limitadas: "los hombres y las
    sociedades
    construyen diversas "estrategias de
    respuesta" a las presiones y desafíos de esa base
    geográfica, estrategias que a la vez delimitan una
    "elección de civilización" particular dentro de ese
    campo de posibles y terminan influyendo también
    activamente sobre el propio juego de
    combinaciones posibles, y por lo tanto, sobre los mismos límites
    originales de ese campo de posibilidades". Liga, de esta manera,
    su síntesis geohistórica a la propia de las
    civilizaciones que posteriormente desarrollaría ofreciendo
    claves de una interpretación general de la
    historia.

    No en balde sería considerado como el heredero
    del esfuerzo intelectual e historiográfico de los
    fundadores de Annales y dirigiría la revista de esa
    tendencia historiográfica por cerca de veinte
    años.

    Al mismo tiempo que Braudel construía nuevas
    brechas y avenidas para la historia y su relación con las
    otras ciencias sociales, estas dialogaban entre sí y se
    cuestionaban bajo diferentes tendencias, perspectivas y escuelas
    teóricas. Las propias ciencias del hombre, en particular
    las sociales, también se desarrollan, los conceptos se
    afinan y enriquecen, a partir de sus propias limitaciones y
    gracias a sus propias crisis,
    imbricaciones y perspectivas. Se repiensan y reubican, en
    particular, la historia y la geografía en la
    reflexión sobre el binomio que subyace en sus fundamentos:
    el tiempo y el espacio, como irremediablemente unidos y
    constituyendo una sola dimensión.

    Es aquí donde se anuda la reflexión y la
    propuesta de Immanuel Wallerstein, como un desarrollo,
    maduración y superación de la propuesta braudelina
    en la visión de la historia como historia del
    sistema-mundo.

    El tiempo y el espacio: una
    invención humana, una creación
    social.

    En realidad las ciencias sociales tienen pocos
    años de vida: unos ciento cincuenta años. Su
    nacimiento, desarrollo y evolución como ciencias, o disciplinas
    distintas, están permeadas e influidas por los cambios
    ideológicos, políticos y económicos que ha
    vivido el mundo desde la generación del imperialismo,
    su consolidación y transformación en globalidad
    neoliberal al mismo tiempo que las ciencias "naturales",
    pretendidamente exactas, experimentales y físicas
    también crecían, se desarrollaban, eran
    cuestionadas y se superaban, acercándose unas y otras. Los
    avances de la física
    contemporánea atómica y subatómica, tanto la
    teoría del campo unificado como el principio de
    indeterminación dan cuenta de ello.

    El profesor Wallerstein, fundador del Centre Fernand
    Braudel
    de la Universidad de
    Columbia at Binghamton, N.Y., hace una recapitulación de
    este período, explica la dificultad para el éxito
    de la Geografía como disciplina y
    nos presenta una propuesta de categorización de cinco
    formas de interpretar el binomio tiempoespacio, ligadas al
    nacimiento, evolución e interés de
    las ciencias sociales, bajo su concepción del desarrollo
    de nuestro sistema histórico contemporáneo, el
    sistema-mundo actual, y su convicción de que está
    llegando a su fin. Da como resultado un manejo particular la
    concepción braudeliana del tiempo muy largo, el largo y
    lento y el corto.

    Habiendo nacido las ciencias sociales bajo la
    égida del positivismo y
    en el período del surgimiento del imperialismo, de por
    sí, se colocan bajo el proceso de
    dominación y hegemonía reinante: el de la sociedad
    occidental liberal-capitalista y una tendencia a la
    diferenciación entre ellas y la especialización.
    Esto hace que la concepción tiempoespacio eterno se
    ligue a la Economía, la Sociología y la Ciencia
    Política y
    a la concepción tiempoespacio geopolítico
    episódico e influya en la Historia, la Antropología
    y los llamados Estudios Orientales. La geografía, como
    transitaba entre estas dos concepciones, en consecuencia, se vio
    en dificultades para madurar con un perfil propio.

    Y es que para la visión dominante del mundo, la
    de los imperialistas occidentales, convenía postular la
    irrelevancia del tiempo y del espacio en las condiciones de
    dominación de unos países y unas clases sobre otros
    consideradas como "naturales". Sólo consideraba importante
    el tiempo y el espacio con relación a eventos y
    acontecimientos individuales e inmediatos con significado
    sólo en función de
    sí mismos y no del contexto general, social e
    histórico de largo plazo. La historia y la
    geografía se consideraban como algo dado y externo, en lo
    general no cambiante, y sólo con cambio en lo
    "evenementielle" y con referencia al "tiempo
    corto".

    Pero un número importante de científicos
    sociales rechazó esta reducción, entre ellos los
    historiadores de Annales, Febvre, Bloch y Braudel que
    pusieron énfasis en el tiempoespacio
    ideológico cíclico y el tiempoespacio
    estructural. "El centro de su argumentación, dice
    Wallerstein, era que los conceptos, herramientas
    clave que utilizamos para hacer un análisis comparativo,
    no son eternas, pero son una función de construcciones que
    hacemos del tiempoespacio. Sí, las explicaciones
    son posibles desde el punto de vista de reglas generales del
    comportamiento, pero solamente dentro del contexto
    de estructuras
    específicas del largo plazo, que prefiero llamar sistemas
    históricos".

    Es de reconocer, subraya Immanuel Wallerstein, la
    no-neutralidad de las conceptualizaciones que no reconocen
    categorías que explican la historia inmediata en un lapso
    de tiempo mayor. Es decir, que implican una definición de
    la situación derivada de una evaluación
    de la ubicación de grupos
    particulares en el tiempo y el espacio (tiempoespacio
    cíclico ideológico); o que son categorías
    por medio de las cuales tratamos los fenómenos de un plazo
    más largo; y que, de hecho, son definiciones de la clase
    de sistema que vivimos, así como sus fronteras en el
    tiempo y el espacio (tiempoespacio estructural). Lo que
    lleva a reconocer una quinta concepción
    tiempoespacio sumamente importante y olvidada en la
    ciencia social y la ideología dominante, la transformacional
    que subraya la excepcionalidad del acontecimiento, su calidad especial
    y su profundo efecto en todas las grandes instituciones
    de nuestro mundo, y recalca los efectos de los acontecimientos en
    el cambio de los sistemas históricos.

    Naturalmente, circunscribirse al tiempoespacio
    eterno y al geopolítico episódico, e incluso al
    estructural, se convertía en una herramienta
    política para justificar una situación dada y que
    podía justificar una visión cíclica
    ideológica. Recoge, así, Wallerstein la triple
    visión de tiempo postulada por Braudel, corto, largo y muy
    largo, pero las interrelaciona con la dimensión espacial
    para, postular, no sólo el cambio evenementielle,
    ni siquiera sólo el cambio estructural dentro de un
    sistema, sino la inevitabildad del cambio de sistema
    histórico, este también no eterno.

    De una historia y geografía que cuando nacieron,
    con su enfermedad de origen: las tendencias deterministas, eran
    consideradas en la educación primaria
    y secundaria el pilar de la formación de ciudadanos
    nacionales y la integración del estado
    nacional, esto es, una herramienta política, para la
    creación de las bases de dominación
    ideológicas; de una geografía como investigación y exploración para
    ubicar recursos
    naturales y humanos, sostén y reproducción del sistema social, se pasa a
    postular una historia y geografía que ya no expliquen las
    diferencias y la realidad en función del enfrentamiento de
    civilizaciones y lugares, como hacía Braudel, sino como el
    conflicto
    entre sistemas históricos-sociales.

    "El tiempoespacio eterno nos da un modelo en el
    cual el comportamiento humano siempre obedece las mismas reglas.
    El tiempoespacio estructural subraya la continuidad,
    sí, pero solamente pone límites al tiempo en la
    continuidad. Las estructuras continúan hasta que sus
    contradicciones internas, sus trayectorias evolutivas, fuerzan
    una bifurcación, y entonces estallan o se extinguen y
    ocurre el cambio real" (el tiempoespacio
    transformacional), si se revela dentro del tiempoespacio
    estructural su componente de tiempoespacio
    ideológico.

    Bajo esta argumentación, se descubre la
    creación humana del tiempoespacio, la
    manipulación política del mismo, la realidad de la
    inevitabildiad e indeterminabilidad de los cambios de sistema, y
    la historia y la geografía como ciencias abiertas a un
    cúmulo de posibilidades que se concretan por la
    acción humana y la elección de una visión
    específica de tiempoespacio y de futuro. Pero esto
    último es ya una elección moral y
    política, es concebir una utopía y sujetarnos a
    nuestra voluntad de construirla. La historia y la
    geografía pasan, entonces, en Wallerstein, de un
    instrumento de dominación a un instrumento de cambio y
    brincan de ciencia a un sostén, impulso y retroalimentación de una práctica
    social y política.

    En estos esquema y visión, naturalmente, ciencias
    sociales dedicadas, desde arriba y el poder, a los
    "otros", como la antropología y los estudios orientales se
    replantean radicalmente. La historia constata que no hay pueblos
    "sin historia" y que primitivo es una categoría
    autorreferencial, que a los orientales no tiene por qué
    esperarles su ajuste a una modernidad
    occidental, modernidad, por lo demás, profundamente
    cuestionada en nuestros días. Y la economía, la
    ciencia política y la sociología,
    nomotéticas por definición, más que ser
    pensadas como ciencias de las leyes de
    dominación y la estabilidad, deberían ser
    concebidas, como ya a mediados del siglo XIX había
    postulado Carlos Marx, como
    ciencias que explicaban el cambio. La geografía,
    cenicienta en los primeros años de las ciencias sociales,
    resurge ahora con un perfil propio y una dimensión que la
    hermana, en pie de igualdad, con
    las demás ciencias sociales y con ellas se interrelaciona.
    Todas ellas, por lo demás, en busca de su
    redefinición, no bajo la férula de una de ellas
    sino en un diálogo
    entre todas en la búsqueda de un nuevo paradigma.
    Así lo plantea, coincidentemente, la tesis IV del
    Manifiesto de Historia a Debate.

    Algunas consideraciones sobre las
    tesis de Milton Santos.

    La reflexión sobre la geografía y su
    relación con la historia nos ha llevado a una serie de
    consideraciones sobre el nacimiento, evolución y crisis de
    las ciencias sociales y su sustrato político e
    ideológico. Pero es tiempo de que volvamos a nuestro
    propósito inicial: la reflexión sobre el objeto de
    la geografía y su imbricación con la historia. El
    punto que nos religa es el vínculo entre teoría
    social y concepto de
    espacio que nos aleja de aquella intención de identificar
    el espacio sólo como contenedor y no como una
    dimensión de la experiencia humana, como
    representación subjetiva y como objeto y materialidad
    social y, por lo tanto, como producto
    social, como objeto social, vinculado a la naturaleza espacial de
    la sociedad humana, esto es, vinculado a la producción, como espacio
    construido.

    El prestigiado geógrafo y maestro
    brasileño, Milton Santos, abunda y desarrolla un
    método de análisis del espacio concebido como un
    factor de la evolución social, como "instancia de la
    sociedad, al mismo nivel que la instancia económica y la
    instancia cultural-ideológica", continente y contenido de
    las demás instancias, pues la esencia del espacio es
    social.

    Así, se concibe el espacio como objetos
    geográficos, naturales o artificiales, más la
    sociedad. Y, como la sociedad está en permanente cambio y
    sólo se entiende con su perspectiva histórica y en
    su manifestación espacial, no queda más remedio que
    pensar geográficamente la historia y concebir
    históricamente la geografía
    y asumir el binomio
    espaciotiempo como una unidad
    dialéctica.

    Par ello hay que acudir al mejor método de
    análisis geográfico, como de la historia y de las
    demás ciencias sociales, al del análisis concreto
    de la realidad concreta, al análisis de lo concreto como
    "síntesis de múltiples determinaciones, o sea, la
    unidad de la diversidad. Para el pensamiento
    constituye un proceso de síntesis y un resultado, no un
    punto de partida. …el método que consiste en elevarse de
    lo abstracto a lo concreto es, para el pensamiento, la manera de
    apropiarse lo concreto, o sea, la manera de reproducirlo bajo la
    forma de concreto pensado".

    Bajo este principio epistemológico, Milton Santos
    retoma a Karel Kosik en una cita que me permito transcribir desde
    el principio de su párrafo
    y no sólo en su parte conclusiva: "El principio
    metodológico de la investigación dialéctica
    de la realidad social es el punto de vista de la realidad
    concreta, que ante todo significa que cada fenómeno puede
    ser comprendido como parte del todo. Un fenómeno social es
    un hecho histórico en tanto y por cuanto se le examina
    como elemento de un determinado conjunto y cumple, por tanto, un
    doble cometido que lo convierta efectivamente en hecho
    histórico: de un lado, definirse a sí mismo, y, por
    otro lado, definir el conjunto; ser simultáneamente
    productor y producto; ser determinante y, a la vez, determinado:
    ser revelador y, a un tiempo descifrarse a sí mismo;
    adquirir su propio auténtico significado y conferir
    sentido a algo distinto. (La cita que hace Santos la inicia a
    partir de aquí:) Esta interdependencia y mediación
    de la parte y del todo significa al mismo tiempo que loo hechos
    aislados son abstracciones, elementos artificiosamente separados
    del conjunto, que únicamente mediante su acoplamiento al
    conjunto correspondiente adquieren veracidad y concreción.
    Del mismo modo, el conjunto donde no son diferenciados y
    determinados sus elementos es un conjunto abstracto y
    vacío" .

    Con este marco teórico Milton Santos nos ofrece
    un método de análisis geográfico que
    considera al espacio como un sistema de sistemas o como un
    sistema de estructuras y nos plantea un esquema de
    aproximación a la dimensión temporal
    (histórica) y a los sistemas espaciales en el tercer
    mundo, esto es, en los países subdesarrollados y
    dependientes, como el nuestro. Según este, "el espacio,
    considerado como mosaico de diferentes épocas, sintetiza,
    por una parte, la evolución de la sociedad y, por otra,
    explica situaciones que se presentan en la actualidad. (Y), sin
    embargo, no se puede hacer una interpretación
    válida de los sistemas locales desde la escala local…
    La noción de espacio es así inseparable de la idea
    del sistema temporal". Pues, como el mismo Santos asienta, "el
    espacio es un sistema complejo, un sistema de estructuras,
    sometido, en su evolución, a la evolución de sus
    propias estructuras".

    De esta manera, la propuesta geohistórica de
    Santos se conecta teóricamente, aunque no se identifique
    totalmente, con la de Wallerstein y Braudel, pues sostiene que
    cada sistema temporal coincide con un período
    histórico y los tres coinciden también en la
    concepción del espacio como una construcción
    social.

    Una clasificación
    general.

    La exposición
    sobre la geografía, la relación de ésta con
    la historia y otras ciencias sociales, el concepto de espacio y
    el binomio tiempoespacio que arriba se exponen no son las
    únicas posibles. Desarrollan las de una corriente que
    postula la convergencia en las bases teóricas de ciertas
    tendencias geográficas e históricas y de la
    multidisciplinaridad de las ciencias sociales. Es de las
    más recientes, pero existen otras formas, métodos,
    aspectos, enfoques y bases teóricas para acercarse al
    problema planteado. La presentada misma significa una especie de
    columna vertebral o eje fundamental de una determinada
    visión que tiene diversas ramificaciones en algunos puntos
    particulares dependiendo de la importancia que se le den a
    determinadas categorías.

    Explica Ortega Valcarcel cómo, a pesar de que el
    uso del espacio como concepto central es nodal en las ciencias
    sociales, en realidad se da durante el siglo XX con una serie de
    acepciones distintas y no sin ausencia de precisión
    conceptual. Lo que, por otro lado, no impide cierta coincidencia
    en el manejo del concepto. Situación que a nuestro autor
    le permite ofrecer una clasificación de las grandes
    tendencias de enfoque en esta materia a partir de las diferentes
    representaciones geográficas del espacio.

    Una concepción material del espacio que se
    desdobla en un enfoque naturalista que domina la geografía
    ambiental positivista inicial y que subyace en el enfoque
    paisajista de la geografía regionalista y del
    paisaje.

    Una concepción del espacio como extensión
    y ubicación del espacio diferenciado o "espacio como
    diferencia" en el que se encuentran propuestas distintas, pero
    coincidentes en el papel que le
    otorgan a la ubicación. Tal hacen la geografía
    regionalista, siguiendo cierta tradición kantiana, que usa
    al espacio, como factor clasificatorio de los fenómenos;
    la geografía anglosajona, sobre todo norteamericana de la
    primera mitad del siglo pasado, vinculando el espacio a la
    localización de los fenómenos sociales; aquella que
    define al espacio como localidad y surge también entre
    aquellos que consideran que el espacio condiciona el desarrollo
    de los procesos
    sociales e identifican a la formación social con el
    espacio mismo. En esta tendencia existe la coincidencia de ver el
    espacio como contenedor o escenario y por ello acude con
    frecuencia a una referencia al espacio absoluto o
    geométrico de tradición helenista. También
    pueden inscribirse en esta gran tendencia las vertientes
    idealista y subjetiva que arraiga entre existencialistas y
    fenomenológicos de los primeros treinta años del
    siglo XX pero que acentúan la dimensión social de
    los seres humanos y sus prácticas sociales. A estas
    últimas se adscriben esfuerzos por la recuperación
    del paisaje y de lo local desde filosofías subjetivas,
    así como los que consideran el espacio como ámbito
    de lo vivido, como identidad,
    como texto y
    conjunto de símbolos. Estos últimos se relacionan
    de algunas maneras con aproximaciones teóricas de
    influencia estructuralista y neomarxista.

    El último enfoque, de desarrollo más
    reciente, es el de la geografía de filosofía
    marxista en el que el espacio tiene una consistencia real y
    material, como espacio construido y que se identifica como
    capital fijo
    producido en el proceso de acumulación capitalista. Se
    integran a la tendencia que define al espacio como producto
    social y destacan las prácticas sociales a partir de su
    entorno material-no natural-, con sus distintos elementos y
    estructuras, desde las construcciones e infraestructuras hasta
    la
    contaminación.

    Me parece que a esta tercera gran tendencia pertenece al
    brasileño Milton Santos. Immanuel Wallerstein, en cierta
    manera, también pudiera ubicarse en ella, pero
    habría que precisar que el propósito del
    norteamericano es más bien un acercamiento crítico
    e histórico de conjunto al binomio tiempoespacio,
    no sólo al espacio, y en la perspectiva de las ciencias
    sociales también asumidas como conjunto y como abiertas;
    ciertamente, el maestro bruadeliano no es un marxista ortodoxo o
    que acepte un determinismo unívoco.

    Reflexión final.

    Las primeras discusiones en las tutorías de esta
    materia, tanto en las del semestre que termina como en las que
    asistí hace un año fueron sobre la noción de
    espacio. En las dos empecé yo con esa visión
    empirista que en el ensayo que
    precede se critica. O lo que es lo mismo, aunque yo me preciara
    de ser alguien con formación de influencia marxista, en
    este tema y, en general, en lo que tiene que ver con la
    Geografía, mi visión adolecía de
    inconsistencia teórica y herencias de la escuela primaria
    y secundaria. Cuando leía el texto de Wallerstein
    reviví mi formación de aquellos años y,
    aunque me atraía sin entender plenamente las
    interpretaciones de Ortega Valcarcel, no fue sino hasta que
    estudié a Santos, por cierto mi tocayo de apellido, que
    entendí el tamaño de mi error y tuve que releer y
    reestudiar a Ortega Valcarcel y a Palacios para volver, de nuevo,
    a Wallerstein. A Braudel acudí para ver los antecedentes
    en Annales con los que se conectan tanto el norteamericano
    como el brasileño.

    El semestre es tan corto y las actividades
    extraescolares tan absorbentes que no tuve tiempo de hacer un
    ejercicio concreto de las propuestas geohistóricas que
    aquí se reseñan y que considero las más
    acertadas y útiles. Al final de mis estudios de
    licenciatura, me siento como si me dijeran: "¡ojo!, no te
    sientas seguro ni creas
    que ya sabes todo lo necesario para ser un buen historiador. Hay
    muchas cuestiones necesarias para ello, como la geografía,
    a las que no te has acercado, aspectos que, como señal de
    alarma, se te presentaran en el estudio y el ejercicio
    profesional".

    El curso, como quiera, me ha servido para sentar las
    bases de una visión que exija tomar en cuenta todos los
    aspectos de la realidad, sus interconexiones y e interrelaciones,
    sus estructuras, condicionamientos múltiples e
    interinfluencias, aunque uno deba centrar el objeto de su estudio
    y precisar sus objetivos. Con
    relación a la geografía, la reflexión y la
    precisión del concepto de espacio como construcción
    social ha sido muy iluminadora. El reconocimiento de que el hombre se
    mueve en dos dimensiones de una misma realidad el
    tiempoespacio, que luego se manipulan de acuerdo a
    intereses políticos, sociales y económicos e
    inciden en las prácticas correspondientes,
    permitirá en la práctica profesional asumir a los
    hombres en sociedad como un todo, con su mundo y su tiempo,
    así sea imposible, como individuo, construir una historia
    total. La multidisciplina se abre como una necesidad a satisfacer
    colectivamente y lleva a uno a concebirse como un ladrillo de la
    gran construcción humana de las ciencias sociales, en
    particular de la historia.

    Termino el curso con una serie de herramientas
    teóricas a aplicar y ejercitar como historiador,
    recordando aquella definición de Tomás de Aquino
    del tiempo: "medida del movimiento".

    Y, como movimiento es una característica del espacio, tiempo y
    espacio no son sino dos dimensiones de la realidad una que como
    aspirante a científico social, historiador, en
    específico, tengo que tomar en cuenta si quiero
    comprenderla para transformarla como político que
    soy.

     

    Gabriel M. Santos V.

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