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Inmigrantes Riojanos




Enviado por maaiscurri



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    Indice
    1.
    Esquema de mis abuelos

    2. La identidad de don jose
    marinic.

    3. Paulino
    obejas,


    5. Los saez

    1. Esquema de mis
    abuelos

    Buenos Aires, 20 de marzo de 2001
    No era saludable pensar que toda la información sobre mis antepasados igeanos
    debiera provenir de Igea. Al fin de cuentas, buena
    parte de la historia del pueblo se
    escribió aquí en la Argentina.
    Expongo primero un pequeño esquema de mi grupo familiar
    para que sepan quién soy y de dónde
    vengo:

    Paz Sáez
    Sáenz

    ESPAÑOLES

    Juan Jiménez Lerín

    Natividad Obejas Alvarez

    Sebastián Espada Sáez

    Agustina Toledo

    Eugenio Aiscurri Arnedo

    ARGENTINOS

    Apolonia Jiménez

    Santiago Espada

    Alfonso Espada

    Oscar Espada

    Carlos Espada

    Angélica Espada

    Héctor Aiscurri

    Mario Alberto Aiscurri (este soy yo)

    Se recuerda en Igea que, en 1911, aproximadamente 70
    jóvenes de alrededor de 20 años se vinieron para la
    Argentina, dejando una calle del pueblo totalmente vacía.
    Bien, me puse a reconstruir la lista con recuerdos familiares de
    los hijos de aquellos jóvenes. No todos los datos que poseo
    son precisos; pero puedo resumir algunos de mis hallazgos, a
    saber:

    1. Paz Sáez Sáez y Juan Jiménez
      Lerín (al que llamaban "el Picoles"), vinieron
      alrededor de 1911, no sé si juntos, no sé si
      casados o se casaron aquí (Paz puede haber venido con
      sus hermanos Juan y Abundio).
    2. Mis abuelos maternos, Natividad Obejas Alvarez y
      Sebastián Espada Sáez (al que llamaban "el
      Conejo" y era primo de Paz), vinieron entre 1911 y 1913, tal
      vez separados. El único dato confiable es el que me
      proporcionan desde Igea acerca de que su casamiento se
      había celebrado en la Arquidiócesis de La Plata
      en 1913 (mi tío Santiago Espada nació en
      1914).
    3. Agustina Toledo Fadrique (mi abuela paterna) vino a
      los 12 años en 1912 con su padre Julián Toledo,
      su madre Luisa Fadrique y sus hermanos Julián, Fidel y
      Severino. Con lo cual calculo que Julián padre y
      doña Luisa tendrían alrededor de 30
      años.
    4. Eugenio Aiscurri Arnedo (mi abuelo paterno) vino
      con su hermano Juanito Arizcurre (al que llamaban "el
      Batanero") en 1908 (había nacido en 1890 y mi padre
      recuerda que mi abuelo siempre decía haber llegado a
      la Argentina a la edad de 18 años). También
      vinieron a la Argentina tres hermanas mayores de Eugenio:
      María, María "la Roja" y Natividad o Paz (mi
      padre no se acuerda de los nombres exactos de sus
      tías) que vinieron casadas con paisanos y con hijos
      españoles. María, casada con un Sáez de
      Guinoa, vivió en el pueblo de Smith en el municipio de
      Carlos Casares de la Provincia de Buenos Aires.
      El marido de María "la Roja" se llamaba Juan
      León y el de Paz o Natividad se llamaba Alvarez. Estos
      tres matrimonios y el hermano menor de Eugenio, el tío
      Cecilio, vinieron a la Argentina en fecha que no pude
      determinar.

    Sé que a veces todo se debe hacer muy
    difícil encontrar datos en España o
    en la Argentina porque no sabemos las fechas exactas de los
    nacimientos, ni los pueblos, porque las familias iban de uno a
    otro y habría que rastrear en varias parroquias;
    además de que la memoria
    puede flaquear.
    Lo que te relaté es el núcleo central de mi
    familia, pero
    he descubierto otras cosas sobre las que me gustaría
    aclarar:

    1. Un primo de mi abuela Natividad, don Paulino
      Obejas, vivió casa por medio de mi abuelo
      Sebastián. Yo conocí a su nieta, Susana que es
      de mi edad, pero hace 33 años que no la veo. Paulino
      Obejas es uno de los creadores de un invento del que los
      argentinos nos sentimos muy orgullosos: el transporte
      de pasajeros que llamamos "colectivo". No sé la fecha
      en que Paulino llegó a la Argentina.
    2. También vinieron alrededor de 1908, Ricardo
      Sanz y su hijo Jesús. En tío Jesús
      tenía entonces 14 años. En 1929, Jesús
      Sanz se casó, en Igea, con Pilar Sáez Alvarez
      (prima de él y de mi abuelo Sebastián y,
      posiblemente, también de Natividad). Jesús y
      Pilar tuvieron dos hijas en la Argentina: la mayor, Elsa que
      vivió 3 o 4 años en España en los
      años ’50; Pilar, la menor, es monja y vive en un
      suburbio del Gran Buenos Aires.

    El rompecabezas comienza a cobra sentido. Ya tengo como
    20 nombres de los que llegaron entre 1908 y 1913.

    Pero tengo algo más, un viejo álbum de
    fotos que
    pertenecía a mi abuelo Sebastián. Hay
    fotografías que van desde 1920 hasta 1960. Entre varias de
    interés, encontré las de Isaac,
    José María, Jesús, Angel y María
    Toledo Espada. Son fotos fechadas en los años ’50 y
    representan jóvenes de entre 20 y 30 años. Algunas
    están dedicadas al tío y a los primos (mi abuelo y
    sus hijos y, entre ellos, mi madre). ¿Quiénes son?
    ¿Viven? ¿Tienen hijos?

    2. la identidad de
    Don Jose Marinic.

    Buenos Aires, 6 de mayo de 2001
    Yo viví mi infancia en la
    calle José León Suárez entre San Pedro y
    Francisco Bilbao (hoy se llama Justo Suárez) en el barrio
    de Mataderos de la Ciudad de Buenos Aires. A cuatro cuadras de
    allí, se elevan las imponentes (así lo eran, por lo
    menos, en la percepción
    de mi infancia) tribunas del estadio del Club Atlético
    Nueva Chicago.
    Catorce familias vivían en la cuadra; nueve, seguro, fundadas
    por inmigrantes: "gallegos" (como llamamos en la Argentina a casi
    todos los inmigrantes españoles) y "tanos" (llamamos tanos
    o gringos a los inmigrante italianos) en su mayoría; pero
    también un portugués, un vasco y don José
    Marinic.
    Don José (de apellido, rasgos y acento eslavo)
    parecía estar muy confundido con respecto a su identidad:
    "cuando nací era austriaco, luego fui italiano y ahora
    yugoeslavo", solía decir. Había nacido en Goritzia
    (actualmente, Eslovenia), a principios de del
    siglo XX (tal vez entre 1900 y 1904).
    La colectividad eslovena en la Argentina fue siempre refractaria
    hacia la constitución de Yugoeslavia, las organizaciones de
    esa colectividad sostuvieron permanentemente su vocación
    irredentista. Pero, para sorpresa mía, hablando con una
    goritziana, empleada en una de esas instituciones,
    puede enterarme que sostienen un irredentismo similar hacia la
    propia Eslovenia porque quieren ser italianos.
    Todo muy complicado nada decía, don José, de
    Eslovenia y se refería a Goritzia como al lugar en donde
    había nacido. Pero ¿Cuál era su lugar en el
    mundo, el que le transmitía identidad?
    En algún momento, supongo que en la década del `20,
    don José se instaló en Mataderos. Allí
    formó una familia y allí construyó un hogar.
    Allí se criaron sus hijos, nietos y bisnietos. Allí
    la familia se
    reunía invariablemente para las fiestas; incluyendo a su
    hijo mayor que vivía en Bernal.
    A mí me cuesta creer que un eslavo tenga capacidad para
    expresar sus pasiones (por lo general su gesto ante la vida es
    frío o, por lo menos, contenido); pero, don José
    las manifestaba claramente. ¿Dónde?
    ¿Cuándo? En el fútbol, cuando de
    fútbol se trataba. Delante de él no se podía
    hablar de Nueva Chicago, sin que la pasión tomara forma en
    sus palabras, crispara su rostro e inyectara sus ojos.
    El club tiene una historia de fuerte arraigo popular. Pero una
    larga historia lo condenaba a permanecer en la segunda
    división. Se hacían grandes campañas, pero
    en los últimos partidos de cada campeonato, los resultados
    impedían que fueran coronadas con un ascenso.
    Recién en los campeonatos de 1982 y 1983, Chicago
    jugó en la primera división del fútbol
    argentino. Con bronca y fastidio, los hinchas atribuían
    esas frustraciones a la desidia, los negocios y las
    políticas incorrectas de los dirigentes
    (entre los más recordados estaban Ruiz y Callero).
    Cada vez que alguna de estas situaciones se presentaban, don
    José estallaba en broncas y destruía su carnet de
    socio, no sin antes jurar y perjurar que jamás
    volvería a ir ver a Chicago. Pero, invariablemente en
    marzo del año siguiente, volvía con humildad a
    la
    administración del club y pedía que le
    renovaran el carnet porque lo había perdido.
    Un domingo por la mañana, hacia fines del año 2000,
    me dispuse a escuchar el partido que Chicago jugaría con
    Platense. Sintonicé la emisora del barrio (Frecuencia
    Especial) y, mientras esperaba el comienzo del partido,
    anunciaron que tenía que dar la infausta noticia de
    la muerte de
    un socio vitalicio del club: don José Marinic.
    Su nieto Jorge, en la página web
    oficial del club (www.nuevachicago.com), tiene un artículo
    en donde cuenta su experiencia del ascenso del año 1981.
    Allí agradece que su abuelo haya pintado su corazón de
    verde y negro.
    ¿Cuál es el lugar en el mundo que tuvo José
    Marinic? ¿Qué lugar le transfiere su identidad?
    ¿Goritzia, en Eslovenia o el barrio de Mataderos en la Ciudad de Buenos Aires?

    3. Paulino Obejas,
    Un Igeano Inventor Del
    Colectivo.
    Buenos Aires, 24 de mayo de 2001
    Conversaba con mi padre, buscando datos sobre el pasado familiar,
    siguiendo mi obsesión de reconstruir la historia de una
    identidad, la de los igeanos que vivieron en la Argentina.
    -Había uno, ahí –arrancó diciendo, de
    pronto, como si un recuerdo lo hubiera asaltado de golpe-
    vivía casa por medio de lo de don Sebastián, en lo
    de don Araujo… Era medio pariente de tus abuelos…
    Tenía una hija llamada Esther y la nieta venía
    mucho a ver a tu madre… No sé como se llamaba…
    Tenía un taxi y llevaba gente de Lacarra y Rivadavia a
    Primera Junta.
    -¿Cuándo? –dije, sin poder reprimir
    la excitación.
    -No sé, hace muchos años… a mí me lo
    contaron.
    -Es uno de los inventores del colectivo.
    -¿Qué va a inventar, ese? Si vivía
    ahí, al lado de casa… preguntale a Alfonso.
    Cuentan los que de estos saben (www.loscolectivos.com.ar) que, en
    setiembre de 1928, un grupo de taximetreros, hartos de "yirar"
    sin levantar pasajeros, seguramente porque el servicio era
    caro, se reunieron en un bar de la esquina de Carrasco y
    Rivadavia. Allí decidieron que, entre varios,
    podían establecer un recorrido fijo, separados por una
    determinada frecuencia y llevando hasta 6 personas por coche que
    podían subir o bajar en cualquier parte del recorrido.
    Esta era una posibilidad de explotación de esos autos
    taxímetros porque los pasajeros podían compartir el
    costo de un
    pasaje que, de otra manera, resultaría muy onerosos.
    Así nació la primera línea de colectivos en
    la Ciudad de Buenos Aires. Unía la esquina de Carrasco y
    Rivadavia con Primera Junta (aproximadamente 35 cuadras), desde
    donde se accedía al centro de la ciudad con el Subte
    (así se llama el metro en la Ciudad de Buenos Aires). La
    urbe carecía de los servicios de
    buses que su población necesitaba, y el "auto colectivo"
    fue una solución criollísima (aunque entre los
    fundadores hubiera una mayoría de inmigrantes o argentinos
    de primera generación). Pero la historia no fue
    fácil, los colectivos tuvieron que competir con grandes
    empresas de
    transporte, mayoritariamente inglesas.
    En los años ‘30; cuando, como consecuencia de la
    crisis
    mundial, el Estado
    Argentino decide intervenir en la economía con una
    política
    de concentración económica y preferencia por las
    grandes empresas, se crea la Corporación Argentina de
    Transporte como única empresa
    prestataria de ese servicio. La corporación queda en manos
    de las empresas inglesas que controlan el paquete accionario. Los
    colectiveros son obligados a integrarse en una posición
    obviamente desventajosa, como accionistas absolutamente
    minoritarios. Los que siguieron la aventura de los "autos
    colectivos", sufrieron persecuciones que los colocó al
    borde de la ilegalidad y de la quiebra total.
    Pero la resistencia y la
    tenacidad de los inventores, les permitieron triunfar y esas
    empresas son hoy un de los subsistemas más importantes de
    servicio.
    La historia oficial de los colectiveros habla de 15 fundadores,
    pero sólo nombran a unos 10, es probable que el resto de
    los nombres se haya perdido en la memoria. Yo me
    animo a agregar el nombre de mi tío abuelo: Paulino
    Obejas, primo de mi abuela materna y uno de los tantos paisanos
    que, a principios del siglo XX, se vinieron a la Argentina.
    Ignoro si fue de la partida en aquella reunión en el bar
    de Carrasco y Rivadavia, en setiembre de 1928; pero el relato de
    mi tío Alfonso no deja ninguna duda acerca de su
    participación en la invención del colectivo.
    No sé durante cuánto tiempo
    participó de la aventura de los colectiveros, tal vez fue
    corrido por la crisis de los años ‘30. lo cierto es
    que, ya en 1937, trabajaba como obrero textil en la
    fábrica que la empresa
    SUDAMTEX había abierto en el barrio de Chacarita de la
    Ciudad de Buenos Aires. Tal vez, ha pasado un breve tiempo en el
    transporte de pasajeros y es por ello que su nombre se ha perdido
    en la memoria. Sólo puedo establecer conjeturas porque los
    recuerdos de mi tío no contiene todas las respuestas.
    Estábamos hablando con Alfonso, mi hermano José
    Luis, mi cuñada Roxana y yo; cuando le sacamos el tema.
    Era la sobremesa de un almuerzo de domingo en la casa de mi
    infancia, en el barrio de Mataderos (esa casa que Alfonso vio
    levantarse ladrillo a ladrillo).
    -Ese que dicen ustedes era Paulino Obejas –arrancó,
    Alfonso– era primo de su abuela. Vivía en lo de don
    Araujo. Era el dueño de todos los terrenos de por
    acá, después hicimos la subdivisión…
    -¿De qué vivía? –preguntó
    José Luis.
    -Durante mucho tiempo fue capataz de un horno de ladrillos a
    cuatro o cinco cuadras de aquí… para el lado de
    Villa
    Insuperable.
    -¿Un horno de ladrillos por acá?
    -Sí, sí.
    -Y después, ¿qué hizo?
    -Después entró a trabajar en la fábrica.
    -¿En SUDAMTEX?
    -Sí, fue él el que me hizo entrar a mí en
    1937.
    -Pero, ¿cómo es la historia de los taxis?
    -Eramos pibes, nosotros… no sé cuando podría
    ser… el tío Paulino tenía un cachivache… y le
    cambiaba el recorrido cada vez que le parecía…
    -¿Cómo que cambiaba el recorrido?
    -Tenía un taxi, cuando recién salieron los
    colectivos… pero el que se ocupaba más era Santiago
    (hermano mayor de Alfonso)… él era el que le pintaba los
    carteles…
    -Pero ¿no eras vos?
    -Usted nos dijo que pintaba los carteles –terció
    Roxana, aludiendo a una charla anterior.
    -El que hacía los cartelitos era Santiago, era más
    grande que yo -en 1928 Santiago tenía 14 años y
    Alfonso 10.
    -¿Carteles? ¿Para qué?
    –preguntó José Luis, retomando el hilo de la
    indagación.
    -Aprovecharon los taxímetros y después hicieron los
    colectivos con eso… le ponían un cartel en el
    parabrisas, una madera
    pintada a mano, que decía de tal lado a tal lado… por
    ejemplo, de Corro y Rivadavia a Plaza de Mayo o Primera
    Junta.
    -¿Había Subte o tren, entonces?
    -Sí.
    -Quiere decir que hacían la combinación con el
    Subte y el tren.
    -Claro, era así.
    -Quiere decir, entonces, que tu tío Paulino,
    inventó el colectivo.
    -No –dijo Alfonso, con un énfasis que bordeaba el
    enojo, nada le disgusta más que abandonar el perfil bajo
    –fue uno nomás de
    esos… no recuerdo bien, sé que era taximetrero… pero,
    cuando usaba el auto de colectivo, seguía un recorrido
    fijo y no usaba el reloj…
    -¿Cobraban una tarifa fija?
    Sí, claro, pero no sé de cuanto sería, tal
    vez de 20 centavos… no sé cuánto
    cobrarían, porque el tranvía 78 le cobraba 5
    centavos el viaje a los obreros.
    -Y éste, como era un servicio diferencial, ¿lo
    cobraban…?
    -Sí, pero no me acuerdo el detalle.
    -Y ¿a cuántas personas llevaba?
    -Entraban como 6 personas… eran coches grandes.
    -Y el tío ¿A dónde fue? ¿se
    volvió a España?
    -No, no, murió acá… está enterrado en el
    cementerio de San Justo como tu abuela.
    -¿En qué año habrá venido el
    tío Paulino a la Argentina? –Pregunté,
    procurando alguna precisión para mis apuntes.
    -No sé… lo único que sé es que en el 22,
    cuando nosotros vinimos a Mataderos, él ya estaba.
    -Así que el tío Paulino inventó el
    colectivo.
    -No, no –reiteró, Alfonso –formó parte
    de los que tenían taxímetros y los hicieron
    colectivos; pero no fue "el" inventor.
    -Yo leí una historia que habla de una reunión de 15
    taximetreros en un bar de Carrasco y Rivadavia; pero en la lista
    sólo había unos 8 o 10 nombres. El tío
    Paulino ¿puede estar entre los nombres que se perdieron en
    la memoria?
    -Era de los que empezaron, puede no haber estado en la
    reunión; pero era uno de los primeros.
    Desde luego que puede haber sido así. No tengo otra cosa
    que los relatos de mi padre y de mi tío para asegurar que,
    durante algún tiempo, entre 1928 y 1937, Paulino Obejas,
    igeano el hombre,
    tenía un taxi que transformó en "auto
    colectivo".

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