Indice
1.
Definición de maltrato infantil
2. Tipos de maltrato
infantil.
4. Antecedentes históricos del
problema del maltrato infantil
5. Causas del maltrato
infantil
6. Formas o prácticas de
crianza
7. Consecuencias del maltrato
infantil
8. Consecuencias durante la edad escolar y
la adolescencia
9. Panorama del maltrato infantil a modo
de conclusión
1. Definición de
maltrato infantil
Desde hace varios años, diversos autores han
tratado de definir desde diferentes puntos de vista y diferentes
perspectivas al maltrato
infantil con el fin de buscar una solución al problema
y la definición más aceptada hasta ahora ha sido la
de Musito y García (1996) en la que se menciona que el
maltrato es cualquier daño físico o
psicológico no accidental a un menor, ocasionado por sus
padres o cuidadores, que ocurre como resultado de acciones
físicas, sexuales o emocionales o de negligencia,
omisión o comisión, que amenazan al desarrollo
normal tanto físico como psicológico del
niño"
2. Tipos de maltrato
infantil.
El maltrato infantil se subdivide en dos grupos:
1) Pasivo: Comprende el abandono físico, que ocurre cuando
las necesidades físicas básicas del menor no son
atendidas por ningún miembro del grupo que
convive con él. También comprende el abandono
emocional que consiste en la falta de respuesta a las necesidades
de contacto físico y caricias y la indiferencia frente a
los estados anímicos del menor.
2) Activo: Comprende el abuso físico que consiste en
cualquier acción no accidental por los padres o cuidadores
que provoquen daño físico o enfermedad al menor. La
intensidad puede variar desde una contusión leve hasta una
lesión mortal. También comprende el abuso sexual,
que consiste en cualquier tipo de contacto sexual con un menor
por parte de un familiar, tutor o cualquier otro adulto. La
intensidad del abuso puede ir desde el exhibicionismo hasta la
violación. El abuso emocional también entra en esta
categoría de abuso activo y se presenta bajo la forma de
hostilidad verbal, crónica (insultos, burlas, desprecios,
críticas, amenazas de abandono, etc.) y el bloqueo
constante de las iniciativas infantiles (puede llegar hasta el
encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto
del grupo familiar.
Otra forma de maltrato infantil es el caso de los niños
testigos de violencia,
"cuando los niños presencian situaciones crónicas
de violencia entre sus padres. Los estudios comparativos muestran
que estos niños presentan trastornos muy similares a los
que caracterizan a quienes son víctimas de abuso (Corsi,
1994).
Respecto a lo que se refiere a las agresiones psíquicas o
psicológicas, que están dirigidas a dañar la
integridad emocional del niño comprenden todo tipo de
manifestaciones verbales y gestuales, así como actitudes que
los humillan y degradan pero esto no es lo más grave, pues
las heridas del cuerpo duelen pero tienden a cicatrizar pero las
heridas del alma –que no dejan evidencia física– tardan mucho
más en sanar si es que sanan antes de que se le acumule
otra herida más, estas generan sentimientos de
desvalorización, baja estima e inseguridad
personal, los
cuales más tarde pueden manifestarse en violencia
social.
3. Actitudes y creencias
hacia el maltrato infantil
Papalia y Olds (1998) señalan que "Los
niños se ven afectados tanto por lo que sus padres hacen
como por lo que piensan", es decir por las actitudes y creencias
de los mismos, según este autor señala que "Podemos
definir una actitud como
una predisposición para responder a un estímulo en
particular de una manera particular. Una actitud representa una
mayor probabilidad de
que una persona reaccione
frente a una experiencia o comunicación dadas de una forma en
particular en vez de hacerlo en otra forma"(Manheim, 1983).
La actitud según Morales (1994), tiene tres componentes y
son los que siguen:
- Cognitivo: Consta de las percepciones de la persona
sobre el objeto de la actitud y de la información que posee sobre
él. - Afectivo: Si la evaluación surge más bien de
experiencias intensas, de carácter
positivo o negativo, con el objeto de la actitud, el proceso es
afectivo. Éste está compuesto por los
sentimientos que dicho objeto despierta. - Cognitivo-conductual: El tercero incluye las
tendencias, disposiciones e intenciones hacia el objeto,
así como las acciones dirigidas hacia él. Y
finalmente es conductual si la evaluación surge de
manera gradual de la implicación conductual de la
persona con el objeto.
A las actitudes a veces se les suele llamar creencias
pues según Manheim (1983) menciona que las creencias son
observaciones de hechos o realidades, no son lo mismo que la
realidad sino que representan la forma en que el individuo mira
la realidad, la descripción de sí mismo, de su
medio ambiente
físico y social, la forma en que percibe su contexto, el
medio dentro del cuál vive y acerca del cual se forma
juicios y valores.
Con respecto a lo anterior, cabe señalar que no todas las
creencias están sujetas a prueba y para ello se
señalará a continuación las dos clases de
creencias.
Pueden existir al menos dos clases de creencias según
menciona Manheim (1983) y son las siguientes:
La primera es una creencia en algo, la segunda una creencia
acerca de algo. La diferencia entre las dos consiste en que la
creencia en algo no se puede comprobar ni impugnar por observación, por lo menos no brevemente.
Tampoco existe una manera física de medirla, aunque mucha
gente cree que este tipo de creencias existe y esto influye en su
conducta. Por
otro lado, las creencias acerca de algo son constantemente
sujetas a pruebas. Cada
una de estas creencias pueden ser comprobadas. Cada creencia de
este tipo puede ser juzgada a través de hechos observables
y se pueden evaluar sus méritos empíricamente por
tanto, este tipo de creencias son las que se evaluarán en
el presente estudio.
Las creencias paternas, que son las que aquí interesan
según Papalia y Olds (1998) tienen origen en la cultura pues
se encontró que un estudio realizado en California
relacionó creencias de los padres sobre crianza, inteligencia y
educación,
con el desempeño escolar de sus hijos (Okagaki y
Steinberg, 1993). La identificación de este estudio de
diferencias culturales en las creencias de los padres puede
ayudar a los profesores y a los mismos padres a entender un poco
más a los niños, a desarrollar una forma de vida
diferente a las de ellos y darse cuenta de su propia
situación.
4. Antecedentes
históricos del problema del maltrato
infantil
Según varios autores, que aquí se
abordarán, este fenómeno del maltrato infantil
ocurre desde los inicios de la humanidad; "la historia de maltrato a
menores ocurre desde que el ser humano se encuentra en la faz de
la tierra. Por
lo tanto, debe entenderse y aceptarse que éste es un
fenómeno tan antiguo como la humanidad misma y no una
característica peculiar de la sociedad
moderna"(Loredo 199 ), diversas culturas a lo largo de la
historia de todo el mundo lo han utilizado como una forma de
educación y crianza para los hijos.
El maltrato infantil aparece como una forma de interacción
humana muy difundida. Hoy en día la violencia hacia los
niños reviste formas más sutiles, se ejerce de
manera silenciosa en el hogar, la calle o la escuela, y se ha
convertido en una práctica común y socialmente
aceptada.
Sin embargo, hasta hace muy poco se le ha puesto el interés
debido al problema, se le ha clasificado y considerado como tal y
ha incrementado la atención en éste, como lo menciona
"El fenómeno de la violencia y el maltrato dentro del
ámbito familiar no es un problema reciente. Los análisis históricos revelan que ha
sido una característica de la vida familiar tolerada,
aceptada desde tiempos remotos. Sin embargo, algunas
décadas atrás, expresiones tales como niños
maltratados, mujeres golpeadas o abuso sexual tal vez
habían sido comprendidos pero no consideradas como
sinónimo de graves problemas
sociales" Corsi (1994), según este autor, la violencia
familiar comenzó a abordarse como problema social
grave a comienzos de los 60, cuando algunos autores describieron
el "síndrome del niño golpeado", redefiniendo los
malos tratos hacia los niños; también el abordaje
periodístico de estos casos, contribuyó a generar
un incremento de la conciencia
pública sobre el problema. También Cortés y
Cantón (1997) mencionan que el abuso infantil ha existido
siempre aunque ha sido durante los últimos 150 años
cuando ha ido emergiendo como un problema social y una
considerable cantidad de instituciones
sociales y legales se han ocupado de él y que en un
principio, este fenómeno no recibió atención
como tal, sino que dentro del esfuerzo por acabar con el problema
de los niños vagabundos e indigentes se encontraron
diversos casos de maltrato infantil.
Berk (1999) señala un aspecto muy importante y decisivo en
la aceptación del problema del maltrato infantil como tal
y señala que este problema es tan viejo como la historia
humana, pero solo recientemente ha habido aceptación
amplia de que el problema existe, investigación centrada en entenderlo, y
programas
dirigidos a ayudar al niño maltratado y a las familias y
quizá este aumento de interés público y
profesional es debido al hecho de que el maltrato infantil es muy
común en grandes naciones industrializadas o desarrolladas
como las no desarrolladas y en vías de desarrollo, es
decir que la incidencia de este problema se ha incrementado tanto
mundialmente que se ha salido del control social.
Esto resaltó claramente cuando Marcovich(1981)
señaló que cada minuto un niño sufría
maltrato físico o verbal por parte de alguno de sus
padres.
Por otro lado, "tanto el maltrato infantil como la violencia
intrafamiliar son fenómenos sociales que han gozado de
aceptación en nuestra cultura, a pesar de que en los
últimos tiempos estas conductas han sido condenadas por
constituir algunas de las formas de violencia más comunes
penetrantes en nuestra sociedad todavía miles de
niños y mujeres sufren de manera permanente actos de
maltrato físico, psicológico y sexual en su propio
hogar. Hasta ahora ha habido una separación
histórica entre la violencia doméstica y el
maltrato infantil, la primera salió a la luz
pública debido al trabajo de las organizaciones de
protección a las mujeres".
La revista
Boletín (1996) en el artículo llamado el castigo
corporal en la niñez: ¿endemia o epidemia?,
afirma que los años sesenta marcan un hito en la historia
referente a la violencia contra los niños, ya que durante
este ese periodo se describió el síndrome del
niño maltratado y se le acuño este nombre y desde
entonces se han multiplicado los trabajos sobre el tema pero a
pesar de las investigaciones
realizadas, aún queda mucho por aclarar sobre la
epidemiología de la violencia contra los niños, sus
causas y sus mecanismos y las medidas más eficaces para
prevenirla. Sin embargo, los conocimientos acumulados hasta ahora
constituyen suficientes bases para la acción y justifican
la formulación de programas de intervención sobre
las bases científicas.
Por tanto, cabe aclarar que este tema en la actualidad ha cobrado
interés pero no el necesario para actuar de manera
participativa, es decir, para implementar nuevos programas de
prevención y ayuda psicológica para padres
así como poner en marcha los ya existentes.
5. Causas del maltrato
infantil
Las fuentes
revisadas concuerdan en que el maltrato infantil es un problema
multi factorial, es decir multi causal y multi disciplinario y de
todos ellos, los que aborda el tema exhaustivamente y de manera
más acertada son el II Congreso sobre Maltrato Infantil
(1998) y Cantón y Cortés (1997) quienes determinan
lo siguiente.
Entre las causas principales que generan el maltrato a menores,
se pueden mencionar las siguientes:
- Personalidad o modelo
psiquiátrico/psicológico (Cantón y
Cortés, 1997) postulaba una relación entre el
abuso/abandono infantil y la presencia de enfermedades mentales o de
algún síndrome o desorden psicológico
específico, en la actualidad varios autores admiten que
solo entre un 10 y un 15% de los de los padres abusivos ha sido
diagnosticado con un síntoma psiquiátrico
específico. Estudios que se han hecho, indican que los
padres abusivos tienen dificultades para controlar sus
impulsos, presentan una baja autoestima,
escasa capacidad de empatía, así mismo, se ha
encontrado que el abuso infantil se relaciona con la depresión y con la ansiedad de los
padres, entre otras características y rasgos de personalidad
como el alcoholismo
y la
drogadicción. - Económicas. Esto es a partir de la crisis que
prevalece en nuestra entidad federativa y el desempleo que
trae consigo que los padres que se encuentran en esta
situación desquiten sus frustraciones con los hijos y
los maltraten ya sea física o psicológicamente,
el maltrato infantil se presenta en mayor medida en los
estratos de menores ingresos,
aunque se ha encontrado en diversas investigaciones que esta
conducta no es propia de determinada clase social y se suele
dar en todos los grupos socioeconómicos, estas
características se encuentran dentro del modelo
sociológico mencionado por Cantón y Cortés
(1997). - Culturales. En este rubro se incluye a las familias
donde los responsables de ejercer la custodia o tutela de los
menores no cuenta con orientación y educación
acerca de la responsabilidad y la importancia de la
paternidad y consideran que los hijos son objetos de su
propiedad. A
estos tutores les falta criterio para educar a sus hijos. La
sociedad ha desarrollado una cultura del castigo, en la cual al
padre se le considera la máxima autoridad en
la familia,
con la facultad de normar y sancionar al resto de los miembros,
en esta concepción, el castigo se impone como una medida
de corrección a quien transgrede las reglas,
además no se prevén otros medios de
disciplina y
educación de los hijos, además de que la
información existente acerca de este problema social no
se hace llegar a los padres de familia ni se
promueven los programas de ayuda para éstos y
así, estos a su vez son ignorantes pues carecen de
información, orientación y educación al
respecto (modelo sociológico). - Sociales. Cuando entre los padres se produce una
inadecuada comunicación entre ellos y sus hijos, se da
pie a la desintegración familiar (modelo
psiquiátrico/psicológico). En la mayoría
de los casos, esta causa va paralela al nivel
socioeconómico de los padres y el ambiente que
rodea a la familia. Así mismo, es inducida por la
frustración o la desesperación ante el desempleo,
los bajos ingresos familiares y la responsabilidad de la
crianza de los hijos. El estrés
producido por estas situaciones adversas provoca otras crisis
de igual o mayor magnitud (modelo sociológico). Por otro
lado, los conflictos
que son ocasionados por el nacimiento de los hijos no deseados
o cuando la madre se dedica a la prostitución y deja en la orfandad a sus
hijos. En consecuencia el maltrato que se genera en estos casos
provoca un daño irreversible por la carencia de afecto
durante esta etapa de la vida del individuo(modelo
psiquiátrico/psicológico). - Emocionales. La incapacidad de los padres para
enfrentar los problemas,
su inmadurez emocional, su baja autoestima, su falta de
expectativas y su inseguridad extrema motivan que desquiten su
frustración en los hijos y no les proporcionen los
requerimientos básicos para su formación y pleno
desarrollo. Los estilos negativos de interacción que
generan la violencia doméstica; se ha comprobado que en
los lugares donde existe agresión y violencia entre el
padre y la madre suele haber también maltrato infantil y
esto produce a su vez incapacidad de socialización en los padres con el medio
en que se desenvuelven. No hay que olvidar que a través
de la familia se transmiten las reglas y costumbres
establecidas por la sociedad (modelo
psiquiátrico/psicológico). - La historia del maltrato de los padres. De acuerdo
con múltiples estudios, es muy alto el promedio de
padres agresores que sufrieron maltrato en su infancia.
Además, en la mayoría de estos casos, los
progenitores no reciben instrucción alguna acerca de la
forma de tratar a sus hijos y aunque la recibieran, sin una
intervención psicológica adecuada caerían
de nuevo en la misma forma de tratar a sus hijos; a esto se le
llama transmisión intergeneracional, malas experiencias
en la niñez, etc. (modelo
psiquiátrico/psicológico). - Biológicas. Se trata del daño causado a
los menores que tienen limitaciones físicas, trastornos
neurológicos o malformaciones. Por sus mismas
limitaciones, estos niños son rechazados por la sociedad
y por consiguiente sus padres o tutores los relegan o aceptan
con lástima. En estas circunstancias, el daño que
se ocasiona a los menores con discapacidad es
mayor, pues agrede a un ser indefenso que no puede responder en
forma alguna (modelo centrado en el niño, Cortés
y Cantón, 1997).
6. Formas o prácticas de
crianza
El maltrato infantil está relacionado con el
valor social
que se otorga a los niños, las expectativas culturales de
su desarrollo y la importancia que se da al cuidado de los
niños en la familia o en la sociedad (Saucedo, 1995 citado
en González, R.V. y Araiza, G.C. 1998) y esto a su vez se
relaciona con las pautas o formas de crianza y los mitos,
creencias y actitudes que los padres albergan en éstas,
entre ellas están las creencias acerca de la necesidad de
inculcar la disciplina mediante medidas de corrección
físicas o verbales inadecuadas, pues desde tiempos
inmemorables se ha aplicado la cultura del castigo y el miedo
para educar a los hijos y así desarrollar "hombres cabales
y de provecho, también existe la idea de que los hijos son
propiedad de los padres. Gracias a este mito que data
de la época romana, los progenitores creen que gozan de
poder absoluto
sobre sus hijos.
Papalia y Olds (1998), señalan que cuando los niños
son conscientes de su propia persona, su educación puede
ser un reto desconcertante y complejo; los padres de hoy educan a
sus hijos repitiendo los patrones que sus padres les aplicaron y
otros adoptan prácticas muy diferentes a las que
utilizaron con ellos y para ello, estos autores describen tres
clases de estilos de paternidad basándose en Baumrind,
(1971); Baumrind y Black, (1967) y son los siguientes:
- Los padres autoritarios cuyos valores primarios en la
crianza de sus hijos se basan en el control y la obediencia
incuestionables. - Los padres permisivos cuyos valores primarios en la
crianza de sus hijos son la autoexpresión y la
autorregulación. - Padres democráticos cuyos valores primarios en
la crianza de sus hijos mezclan el respeto por
la individualidad del niño con un deseo de transmitir
valores sociales en él.
Según Baumrind, citado por Papalia y Olds (1998)
el mejor de estos tres estilos de paternidad, en niños de
preescolar es
el de padres democráticos pues dirigen las actividades de
sus hijos en forma racional, prestan atención antes que al
miedo del niño al castigo o a la pérdida de
amor. Aunque
confían en su capacidad para guiar a sus hijos respetan
los intereses, las opiniones y la
personalidad de los niños. Son amorosos, consecuentes,
exigentes y respetuosos de las decisiones independientes de sus
hijos, pero firmes en mantener los estándares y la
voluntad para imponer castigos limitados. Explican las razones
que sustentan las posiciones que adoptan y favorecen el
intercambio de opiniones. Sus hijos, evidentemente se sienten
seguros al
saber que los aman y que esperan de ellos. Estos niños de
preescolar tienden a confiar más en sí mismos y a
controlarse, manifiestan interés por explorar y se
muestran satisfechos. Una investigación reciente
también relaciona la paternidad democrática con
el
aprendizaje. Estudios de andamiaje encontraron que los padres
democráticos son más sensibles para saber cuando
cambiar el nivel de ayuda, y que sus niños lograron
más éxito
en diferentes tareas (Pratt, Kerig, Cowan y Cowan, 1988 citados
por Papalia y Olds, 1996).
Alice Miller (1997), psicóloga suiza, afirma que la mayor
parte de la violencia y el dolor psicológico que se ve en
la actualidad surge de la privación psicológica que
experimentan los niños. Miller concluyó en su
ensayo
titulado Por tu propio bien, que existe la pedagogía negra y que la utilizan gran
cantidad de padres para educar a sus hijos inconscientemente,
como una reacción al daño emocional que ellos
sufrieron en su infancia y concientemente, al creer que ayudan a
sus hijos a ser más competentes y autosuficientes pero al
contrario, esto debilita el auto confianza y la curiosidad del
niño, lo ridiculiza por su falta de competencia y
suprime la expresión de sus sentimientos. Solo al romper
la transmisión de generación en generación
de la pedagogía negra, afirma, los adultos pueden
ayudar a los niños a crecer física y
psicológicamente saludables.
Alice Milller (1997), nos hace referencia de los problemas
principales que lleva implícitos la educación y que de
manera aberrante están justificados y permitidos tanto por
las instituciones como por los padres de familia, a esto le llama
la pedagogía negra.
Esta pedagogía esta llena de creencias y actitudes que
Miller (1997) enumera en el siguiente listado:
- Los adultos son amos ( y no servidores) del
niño dependiente. - Que dicen como dioses qué es lo justo y lo
injusto. - Que su ira proviene de sus propios
conflictos. - Que el niño es responsable de
ella. - Que a los padres siempre hay que
respetarlos. - Que los sentimientos vivos del niño suponen un
peligro para el adulto dominante. - Que al niño hay que quitarle su voluntad lo
antes posible. - Que todo hay que hacerlo a una edad temprana para que
el niño no advierta nada y no pueda traicionar al
adulto.
Los métodos en
que se ha trasmitido esta educación han sido de
generación en generación, tratando desde tiempos
muy remotos al niño como adulto chiquito, reprimiendo la
espontaneidad vital, construyendo una base de informaciones e
ideas falsas, que darán sustento a sus posteriores
creencias y actitudes.
Las principales informaciones e ideas falsas son:
- Que el sentimiento del deber engendra
amor. - Que se puede acabar con el odio mediante
prohibiciones. - Que los padres merecen respeto a priori por ser
padres. - Que los niños a priori no merecen respeto
alguno. - Que la obediencia robustece.
- Que un alto grado de auto estima es
perjudicial. - Que una escasa auto estima conduce al
altruismo. - Que la ternura es perjudicial (amor
ciego). - Que atender las necesidades del niño es
malo. - Que la severidad y la frialdad constituyen una buena
preparación para la vida. - Que la gratitud fingida es mejor que la ingratitud
honesta. - Que la manera de ser es más importante que el
ser. - Que ni los padres ni dios sobrevivirán a una
afrenta. - Que el cuerpo es algo sucio y repugnante.
- Que la intensidad de los sentimientos es
perjudicial. - Que los padres son seres inocentes y libres de
instintos. - Que los padres siempre tienen la
razón.
7. Consecuencias del maltrato
infantil
El maltrato infantil trae serias consecuencias tanto en
el individuo como en la como en la sociedad en general, pero
desgraciadamente existen muy pocas investigaciones acerca de este
tema y no obstante, poco o nada se hace en términos de
promoción de la salud mental y de
la detección y la prevención, tratamiento y
rehabilitación de los trastornos emocionales.
Únicamente se atienden las necesidades físicas de
los menores, así mismo, al agresor tampoco se les da un
tratamiento y en este caso sería indispensable llevarlo a
cabo a manera de prevención y de tratamiento más
sin embargo las autoridades de salud públicas pasan
de largo sin reconocerlos como individuos bio-psico-sociales. Por
tanto, la reintegración y adaptación de estas
personas nuevamente a la sociedad la llevan a cabo solos y, la
forma en la que lo hacen no siempre es la más
adecuada.
Por consecuencias entendemos toda serie de alteraciones en el
funcionamiento individual, familiar y social de las
víctimas de maltrato, siendo los aspectos más
conocidos la reproducción del mismo y las alteraciones
en el rendimiento académico, en el ajuste psíquico
individual y en el tipo de relaciones en las que el sujeto
participa (Friederich y Wheeler, 1982; Lamphear, 1986 citado en
Pino y Herruzo, 2000).
Los malos tratos que se llevan a cabo sobre los niños
pueden provocar daño o consecuencias negativas a dos
niveles: somático y psicológico (Martínez,
Roig y De Paúl, 1993; Querol, 1991 cit. en Pino y Herruzo,
2000).
Consecuencias somáticas.
- Abandono físico: retraso pondoestatural,
cronificación de problemas por falta de tratamiento
físico, vitaminopatías, eritemas de pañal,
aplanamiento del occipucio, aparición de ciertas
enfermedades prevenibles mediante vacunación y producción de quemaduras y otras lesiones
por accidentes
familiares debidas a una falta de supervisión. - Maltrato físico: lesiones cutáneas,
quemaduras, lesiones bucales (que pueden afectar a la
posición de los dientes), lesiones óseas (que
pueden afectar el crecimiento y la movilidad articular),
lesiones internas (traumatismos craneales y oculares) entre las
que destacan aquellas que producen edemas cerebrales puesto que
pueden tener secuelas neurológicas.
En cuanto a las anteriores consecuencias, sin restar
importancia, no nos compete abordarlas ampliamente, pues la
mayoría de este tipo de casos caen en manos del
médico, entonces en este caso, interesa abordar las
consecuencias psicológicas.
Según Pino y Herruzo (2000), al hablar de consecuencias
psicológicas se refieren a la variedad de comportamientos
que pueden aparecer, sean alterados o como ellos los llaman
"excesos conductuales" y también los retrasos o
"déficits" en ciertos repertorios que se esperarían
en los niños en función de
sus edades respectivas. Estas consecuencias pueden manifestarse a
corto, a mediano y largo plazo, es decir, en la infancia,
adolescencia y
edad adulta. Las consecuencias que estos autores plantean
serían las siguientes:
Consecuencias durante la infancia.
A corto plazo: Incluye los efectos que estos pueden tener sobre
el desarrollo físico del niño en el periodo
comprendido entre los cero y los ocho años de edad, esto
debido a que, según el autor este es el periodo en donde
los cambios más rápidos y drásticos se
producen en el periodo de cero a seis/ocho años.
La principal y secuela que los malos tratos producen en el
desarrollo de los niños es precisamente su retraso que se
nota alrededor de la edad de un año, y ya es muy claro a
los veinticuatro meses.
Las áreas comportamentales que se encuentran más
afectadas en este periodo son las siguientes:
- Area cognitiva: presentan un menor desarrollo
cognitivo, se muestran más impulsivos, menos creativos,
más distraibles y su persistencia en las tareas de
enseñanza aprendizaje es
menor. Son menos habilidosos resolviendo problemas y cuando
llegan a la edad escolar muestran peores resultados en las
pruebas de CI y tienen malas ejecuciones académicas. Los
niños maltratados funcionan cognitivamente por debajo
del nivel esperado para su edad, ya que sus puntuaciones en
escalas de desarrollo y tests de inteligencia son menores que
en los niños no maltratados, sus habilidades de
resolución de problemas son menores y hay déficit
de atención que comprometen el rendimiento en las tareas
académicas. - Area social: Pino y Herruzo (2000) mencionan que
estos niños, a los 18 y 24 meses sufren un apego ansioso
y presentan más rabia, frustración y conductas
agresivas ante las dificultades que los niños no
maltratados. Entre los 3 y 6 años tienen mayores
problemas expresando y reconociendo afectos que los controles.
También expresan más emociones
negativas y no saben animarse unos a otros a vencer las
dificultades que se presentan en una tarea. Por último,
presentan patrones distorsionados de interacción tanto
con sus cuidadores como con sus compañeros. Según
Gaensbauer et al. (1979; 1980) citados por Pino y Herruzo
(2000) identificaron seis patrones distorsionados de
comunicación afectiva entre los niños maltratados
y sus cuidadores: eran retraídos o distantes
afectivamente, mostraban falta de placer o bienestar, eran
inconsistentes en la interacción, presentaban
ambigüedad, frivolidad y una comunicación afectiva
negativa. Estos niños se acercan menos a los cuidadores,
evitan más a los adultos y a los compañeros y son
más agresivos con los adultos. También otros
autores como Hoffman-Plotkin y Twentyman (1984) citados por
pino y Herruzo (2000), descubrieron que los niños
maltratados físicamente eran más agresivos que
los controles y que los que padecían abandono
interaccionaban menos de lo normal estos mismos autores, pero
en el año de 1988 indican que los niños
maltratados han mostrado falta de empatía. Son
niños que entre 1-3 años de edad no mostraban
interés por escapar a las situaciones molestas de la
guardería y cuando lo hacían eran violentos,
reaccionaban con ataques físicos, cólera o miedo
(Main y Georges, 1985) citados por Pino y Herruzo (2000),
también se ha visto que los niños maltratados son
menos recíprocos en las interacciones con sus iguales y
Elmer y Martin (1987) citados Pino y Herruzo (2000) mencionan
que estas dificultades en habilidades de empatía
perduran hasta la edad adulta. - Área del lenguaje:
Pino y Herruzo (2000) ha revisado varios estudios al respecto y
ha encontrado lo siguiente. Beeghly, Carlon y Cicchetti (1986)
descubrieron que los niños que padecen de maltrato
físico, a los 30 meses, no se diferencian de los
niños control en cuanto a lenguaje comprensivo pero si
en el productivo, en lo que se refiere a sensaciones,
sentimientos y necesidades y los niños que padecen
abandono y maltrato físico presentan un déficit
en la expresión de este tipo de verbalizaciones
referentes a estados internos. Coster, Gersten, Beeghl y
Cicchetti (1989) estudiaron la interacción verbal madre
e hijo en niños de 31 meses. Observaron que los
niños maltratados físicamente utilizan un
lenguaje menos complejo sintácticamente, tienen menos
vocabulario expresivo y conocen menos palabras que los
normales. Burguess y Conger (1978), observaron que las madres
de los niños que padecen abandono y maltrato
físico hablan menos con sus hijos que las controles, en
los casos de abandono físico las madres dan menos
recompensas verbales y aprobación a sus hijos, y se
muestran más propensas a criticarlos. En los casos de
maltrato físico se ha visto que utilizan menos
instrucciones verbales para ayudar a sus hijos a superar las
dificultades normales de su ambiente. Inician menos
interacciones de juego e
ignoran más a sus hijos. Estas dificultades de lenguaje
no desaparecen a lo largo del tiempo, sino
que perduran hasta la edad escolar. Los niños
maltratados, tal como lo señala Blager y Mártin
(1976), los niños maltratados presentan dificultades de
comunicación y de habilidades de
expresión. - Área de autonomía funcional. Pino y
Herruzo (2000) señalan que por un lado, puede haber
conductas de cuidado personal (aseo, vestido, nutrición, etc.)
que en condiciones normales deben ser aprendidas en el seno
familiar y, por otro lado, están las habilidades de la
vida en comunidad, es
decir, la capacidad que el sujeto tiene de funcionar de forma
independiente a sus progenitores o cuidadores y señalan
que los resultados de Egeland et al. (1981, 1983) muestran que
los niños que padecían diferentes formas de
maltrato presentaban un apego ansioso, en especial los que
sufrían abandono emocional. Estos niños
tendían a ser menos obedientes a sus padres y educadores
que los controles y presentaban menor repertorio de
autocontrol. El grupo de abandono físico resultó
especialmente dependiente del educador para aquellas tareas
propias de la nutrición que se llevan a cabo en el
colegio. Sin embargo en cuanto a los comportamientos de
funcionamiento independiente con respecto a los padres en su
medio, estos niños llegan a estar al nivel o por encima
de los controles (Pino, 1995). Esto podría ser
consecuencia directa del número de horas que estos pasan
solos, muchas veces en la calle, desde edades muy
tempranas. - Área Motora. Pino y Herruzo (2000) ha
encontrado diversas investigaciones al respecto y varias de
ellas son las siguientes. Esta es el área que se
encuentra menos afectada (Pino, 1995). En el estudio de Egeland
et al. (1981, 1983) los niños maltratados se mostraron
menos hábiles que los controles, en el uso de herramientas
a los 24 meses de edad. En Pino y Herruzo (1993) los
niños que padecían abandono físico se
mostraban más tardíos en adquirir la
locomoción y se apreciaban también
déficits en motricidad fina. - Problemas de Conducta. Se refiere a los problemas de
comportamiento en general (conductas agresivas,
hiperactivas y disruptivas). Como ya se ha mencionado, los
problemas de conducta agresiva se presentan principalmente en
los niños maltratados físicamente. Kazdin, Moser,
Colbus y Bell (1985) y Allen y Tarnowski (1989) citados en Pino
y Herruzo (2000) hallaron en estos niños más
síntomas depresivos (mayor externalidad en la
atribución de control, más baja autoestima y
desesperanza en cuanto al futuro). Pino y Herruzo (1993)
observaron una inusual aparición de comportamientos
sexuales precoces (frotis, masturbaciones con una alta
frecuencia, en presencia de otros niños) en niños
que padecían abandono (Pino y Herruzo,
2000).
8. Consecuencias durante la edad
escolar y la adolescencia.
Pino y Herruzo (2000) han revisado varias
investigaciones y deducen lo siguiente de cada uno de los
siquientes autores.
Cichetti y Olsten (1990) afirman que el maltrato infantil tiene
una serie de efectos en todas las áreas del desarrollo del
niño, lo que le coloca en una situación de alto
riesgo para
desarrollar problemas de conducta y posteriores
psicopatologías. Son diversas las alteraciones
conductuales que se engloban bajo la etiqueta general de conducta
antisocial las más relacionadas con el fenómeno de
los malos tratos. Azar, Barnes y Twentiman (1982) han encontrado
altos niveles de conducta violenta y delitos con uso
de violencia entre delincuentes y jóvenes con alteraciones
psiquiátricas que habían padecido malos tratos.
Engfer y Schnewind (1982) mencionan que el maltrato físico
está relacionado con la aparición de ansiedad e
indefensión y estas reacciones se deben principalmente a
las situaciones de rechazo (maltrato emocional/abandono
emocional), estos niños presentan un comportamiento
agresivo tal vez debido al mismo maltrato, lo cual crea un
círculo vicioso en la relación padres-hijo. Mc Cord
(1983) en un estudio retrospectivo encontró que el 20% de
los niños que habían padecido abandono o maltrato
físico, cuando llegaron a adolescentes
cometieron delitos graves y una vez que estos cometen delitos
ésta conducta suele cronificarse hasta la edad adulta.
También se ha estudiado el Coeficiente Intelectual y su
relación con los malos tratos y los niños con
abandono aparecen con un CI inferior al normal y las niñas
tienen CI infranormal ya sea que sufran maltrato físico o
abandono. Otra consecuencia de los malos tratos es que los
niños acaban adoptando una visión distorsionada de
la realidad, los adolescentes maltratados tienen una idea
distorsionada de la relación padre-hijo y ven a su padre
como perfecto al lado del hijo despreciable, también
suelen tener expectativas poco realistas sobre la conducta de
otros niños y piensan que los niños deben saber
hacer cosas que son poco adecuadas para la edad de
estos.
9. Panorama del maltrato
infantil a modo de conclusión
Vivimos en un mundo en el que predomina la violencia. Y
no debería extrañarnos que su dominio se inicie
en la familia, pues es ahí donde empieza a manifestarse.
La mayor parte de las agresiones graves a los niños se da
precisamente en el hogar y esto da lugar a que dicho problema del
maltrato a los niños se encuentre en personas y
circunstancias casi o totalmente fuera de control, este tema se
relaciona con el malinterpretado derecho de
corrección y de una u otra manera todos debemos
hacernos responsables para no seguir incubando en la sociedad ese
fenómeno tan desastroso y responsable de diversas
anomalías en la misma; pues tanto el maltrato infantil
como la violencia intrafamiliar son fenómenos sociales que
han gozado de aceptación en nuestra cultura. A pesar de
que en los últimos tiempos estas conductas han sido
condenadas por constituir algunas de las formas de violencia
más comunes y penetrantes en nuestra sociedad,
todavía miles de niños sufren maltrato
físico, psicológico y sexual en su propio hogar. La
familia es y debería considerarse como la
institución más compleja y la más importante
para nuestra sociedad, más sin embargo lo que sucede
dentro de ella puede tener efectos tanto positivos como negativos
en cada uno de los individuos que la integran y por tanto un
ajuste o desajuste en las relaciones intrafamiliares. Diversos
estudios en el tema han demostrado que los padres son los
principales autores del maltrato infantil y a pesar de las graves
consecuencias que este fenómeno desencadena no se debe
calificar a estas personas como pervertidas o anormales, ya que
sufren al igual que el niño o la niña agredidos ya
que en la mayor parte de los casos éstos desahogan sus
propias frustraciones que sus padres les hicieron sufrir de
niños en sus hijos y sin darse cuenta de que así
es, es decir, es un proceso inconsciente que se convierte en un
círculo vicioso y que coincide con la teoría
de frustración-agresión. Toda sociedad encuentra
los más hondos y sólidos cimientos de su futuro en
las generaciones jóvenes, que instruidas en forma adecuada
y educadas de manera integral, serán el sustento de una
nueva conciencia social y humana que es el único camino
hacia el desarrollo y la paz social en México y
en todo el mundo.
Autor:
Andreina Martinez
Caracas-Venezuela