Indice
1.
Introducción
2. Capacidad De Trabajo
3.
Solidaridad
Tomado de la revista:
Capacitación y Desarrollo #
11
Asombra al mundo el ascenso del Japón a
superpotencia mundial y la constante expansión de su
economía.
Es en verdad sorprendente lo que ha hecho ese país, que
hoy cuenta ya con 120 millones de seres, pero cuya
extensión territorial es de solo 337,780 kms cuadrados es
decir menos que los estados de Coahuila y Chihuahua juntos, que
entre ambos suman 394,920 kms. Cuadrados. Debe además
tenerse en cuenta que las islas que forman el Japón
son de naturaleza
volcánica, con solamente un 14% de superficie cultivable,
y una carencia casi total de materias primas como el
carbón, hierro,
petróleo.
Y sin embargo, Japón ocupa hoy en día el segundo
lugar, después de los E.U.A. en términos del
valor de
exportaciones, y
el primer lugar en términos de la balanza
comercial.
¡Qué hay!, ¿Que existe detrás del
pasmoso éxito
económico del Japón, en los mismos momentos en que
Estados Unidos
parece quedar atrás, Europa permanece
adormecida en su comercio y
en industrias, y la
economía
rusa se convierte rápidamente en anacrónica?.
En el llamado milagro japonés intervienen toda una serie
de elementos históricos, culturales, sociales y
políticos que se han combinado de una manera
excepcionalmente benéfica para la economía y la
prosperidad del país del sol naciente. Examinar esos
factores resulta fascinante y está lleno de lecciones, lo
mismo para los países que para los individuos.
Hay 7 factores que han permitido el sorprendente éxito
económico del Japón, el tercer país
más grande en la economía mundial de
hoy:
2. Capacidad De
Trabajo
Los japoneses forman un pueblo extremadamente
trabajador. A tal grado, que el éxito de su país no
debe atribuirse tan solo a sus excelentes dirigentes
empresariales, sino sobre todo a sus millones de empleados y
obreros, animados por un ardor infatigable en sus tareas, por una
valiosa disciplina y
por una sobriedad difícilmente igualada en el occidente.
El desenvolvimiento económico de Japón es una
realidad percibida y apreciada en toda su importancia por el
pueblo, no de un modo pasivo, sino de una manera activa que
contribuye considerablemente a la grandeza industrial nipona.
Ningún otro pueblo ha demostrado tanta perseverancia y
fervor en el esfuerzo nacional.
La ética
japonesa de trabajo bien puede resumirse en esta frase del viejo
y desaparecido empresario Shibusawa Eiichi, fundador del Dai Ichi
Bank y de más de 500 negocios:
"Fomentar la productividad es
una manera de practicar la virtud".
Ahora bien, para entender al obrero japonés y la ética que
lo anima, hay que tomar en cuenta que en el Japón cada
persona que
entra a trabajar en una empresa
está consciente de poseer en ella una participación
social y moral muy
profunda. Así la relación amistosa del obrero
japonés suele circunscribirse a la gente de la empresa para
la que trabaja, excepción hecha de sus parientes y de
algunos amigos íntimos y por lo común antiguos
excondiscípulos.
La unidad de la fuerza
laboral se ve
reforzada por un sistema educativo
fundado en disciplinas de enseñanza básica, que ponen
énfasis especial en la importancia de participar con
entusiasmo en proyectos de
grupo. Ese
sentimiento de participación constituye un factor
significativo en las buenas relaciones entre los distintos
niveles de las empresas.
Alrededor de trece millones de trabajadores nipones pertenecen a
organizaciones
sindicales, las cuales existen en Japón desde la
época desde la época antigua. Los sindicatos
tuvieron un desarrollo
amplio en la década de los veinte; pero a finales de los
treinta los obreros fueron rigurosamente encuadrados en una
gigantesca organización manejada por el Estado,
aboliéndose los sindicatos no
oficiales. Pero al terminar la guerra mundial,
una de las reformas promovidas por la ocupación
norteamericana consistió en la promulgación de una
amplia serie de leyes y
reglamentos laborales. Una ley básica
estableció el derecho de los trabajadores a organizarse y
a negociar colectivamente.
La acción de los sindicatos laborales es sin duda poderosa
en Japón, si bien la mayoría de los obreros
pertenecen a sindicatos de empresa, es
decir, sindicatos organizados dentro de una sola
compañía, que corresponden al gran sentido
comunitario característico del trabajador
japonés, para quien la asociación con sus
compañeros y jefes significa mucho.
Los sindicatos japoneses de empresa
contribuyen indudablemente al desarrollo
económico de la nación,
pues tanto los líderes sindicales, como los trabajadores y
los directivos de una empresa
tienen por meta primordial la productividad.
Todas las diferencias se discuten y resuelven bajo esta
premisa.
Educación
El sistema educativo
del Japón ha servido y continúa sirviendo para
formar recursos
humanos calificados, fundamentales en el desarrollo de un
país que carece casi por completo de recursos
naturales.
Indiscutiblemente, una de las claves del éxito
japonés es el afán de un pueblo admirable por
instruirse y cultivarse.
Los japoneses de hoy se ven a sí mismo como el
pequeño país isleño que son y que, carente
de recursos
naturales pugna por avanzar paso a paso, venciendo los
obstáculos inconmensurables, saben que deben de seguir
juntos y de común acuerdo a fin de no quedarse a la zaga.
Esta visión realista permite que el gobierno, las
industrias, las
empresas
comerciales y financieras y el pueblo enfoquen con acierto sus
energías y almacenen éxitos cada vez más
espectaculares. Fue esta visión del Japón acerca de
sí mismo y de las circunstancias en que se mueve su
economía, lo que le permitió ser el primer
país que comprendió todo el significado que
había detrás de los aumentos de precios
fijados al petróleo
por la OPEP, de su
situación precaria, y percatarse de que la era de la
energía barata terminaba; reorganizó su
economía dando el paso a los productos de
alta tecnología y bajo consumo.
De inmediato, iniciaron un vasto programa de
conservación energética. Sus fábricas de
autos
empezaron a producir grandes cantidades de carros de bajo
consumo de
gasolina. El país comenzó a sentar los cimientos
eventuales de su tecnología. Todos los
cambios que siguieron pudieron ser realizados gracias a la unidad
de propósitos existentes entre los distintos sectores de
su población.
Existe un proceso
informal y continuo de intensa comunicación entre el ministerio de
comercio
Internacional e Industrial (MITI), las empresas principales,
los sindicatos y las estructuras
gubernamentales. Casi todos los ejecutivos japoneses se
reúnen con funcionarios sindicales y del gobierno, para
comentar noticias, puntos de vista y tendencias
económicas. Los estudiantes universitarios también
mantienen vínculos estrechos entre sí, al mismo
tiempo guardan
excelentes relaciones con las empresas y los distintos
departamentos del gobierno.
Por lo demás, los altos ejecutivos se interesan mucho en
sus trabajadores, los cuales a su vez colaboran arduamente con
los directivos con el propósito de lograr
altos rendimientos en la producción. La alta productividad nipona se
alcanza por medio de la mutua lealtad, el compromiso
común, la identificación de los individuos con el
éxito de las empresas, y la buena relación que
existe entre el trabajador y los mandos superiores.
La solidaridad
existente entre los japoneses tiene raíces muy profundas.
Lo mismo en la familia que
en la escuela y los
lugares de trabajo, los japoneses viven siempre en grupos. Cada
japonés sirve a un grupo, el que
por su parte le ayuda, brindándole calor humano y
ofreciéndole seguridad
económica. Se estudia, se vive y se trabaja en un
círculo de compañeros y amigos. Resulta
significativo que en las fábricas, las decisiones se tomen
de abajo para arriba, lo que solamente es posible gracias a la
profunda integración de los trabajadores a sus
empresas. Una vez tomada una decisión, todos la apoyan y
emplean lo máximo de sus habilidades para hacer que se
convierta en un éxito.
Poseedor de un gran sentido solidario, el gobierno japonés
considera su obligación el hacer avanzar a las industrias
del país, en vez de ponerles trabas que las obstaculicen,
como ocurre en otras naciones, y reducir al 0 sus
gravámenes.
Japón constituye el ejemplo de una democracia de
libre empresa que ha sabido planificarse su futuro y avanzar
hacia metas comunes, sin desviarse hacia el estatismo, la
violación de los derechos humanos
o el desmantelamiento del libre mercado.
4.- Ahorro
El ahorro
japonés posee en alto grado la virtud del ahorro. Con base
en ella, el país alimenta su poderosa máquina
económica, habiendo construido una estructura
organizativa que absorbe los ahorros nacionales y los canaliza
hacia las industrias. Esta captación de ahorros aporta al
gobierno alrededor de 40 millones de dólares por
año, que de inmediato convierte en créditos a largo plazo y de bajo interés,
para fomentar el crecimiento de las industrias y las exportaciones.
Esta estructura fue
creada después de la guerra para
asegurar el flujo continuo de crédito
barato, destinado a la reconstrucción de las empresas
desbastados por la guerra. Estos
ahorradores satisfechos con el pago de intereses libres de
impuestos,
representan un gran peso en el desarrollo
económico del país, puestos que las empresas
japonesas no han tenido que preocuparse mayormente a causa de los
altibajos en los mercados de
valores.
Siempre ha tenido capital
disponible de sobra para ponerlos en marcha.
5.- Imitación Y Perfeccionismo
Hay aun muchos que piensan que los japoneses únicamente
son hábiles para imitar, que se aprovechan de las ideas de
los demás solamente.
En realidad, Japón dispone de una rica
tradición de investigación básica, y es un hecho
poco conocido que ocupa la vanguardia
normal mundial en ramas como el cálculo de
probabilidades, la física estadística, la física de los
metales y la
microbiología. Además revelan una
gran capacidad de inteligencia y
sentido práctico, el hecho de valerse de
tecnologías importadas, y terminar
mejorándolas.
Es bien conocido que después de la guerra los japoneses
comenzaron a obtener toda la información técnica y
científica disponible. Compraron patentes
tecnológicas al occidente y adquirieron la maquinaria
más moderna de aquellos tiempos. Lo mismo hicieron los
soviéticos, pero pronto se arruinaron por falta de
mantenimiento
o por la utilización inadecuada a que fueron sometidas.
Los japoneses al contrario, la desarmaron para estudiarlas y
descubrir hasta sus menores defectos y fallas. Luego empezaron a
producir mejores modelos a
menor precio que los
originales.
De acuerdo con una estadística publicada en Tokio, este
país pagó entre 1950 y 1978 solamente 9;000
millones de dólares para un total de 32 mil convenios para
construir bajo licencias y técnicas
de vanguardia.
Esta cantidad representa alrededor de la quinta parte de lo que
gasto Estados Unidos
por año durante este período. Muy sensatamente, los
japoneses prefieren pagar por las tecnologías
occidentales, lo que resultó mucho menos costosos que
invertir en el desarrollo de una tecnología propia.
La capacidad excepcional de los japoneses para utilizar
tecnología importada y producir con base a ella productos
mejores y más baratos, así como su capacidad para
innovar, han conducido poderosamente a la milagrosa
expansión de su economía.
6.- Estructuras
Empresariales Sui Generis
Al finalizar el fenómeno del espectacular desarrollo
económico del Japón, necesariamente se deben tomar
en cuenta las estructuras tan características de sus empresas, destacar
los siguientes aspectos: el grupo desempeña un papel de
verdadera importancia en los distintos niveles de la empresa. Ello
corresponde a la antigua y arraigada tendencia a agruparse,
inclinación que las empresas aprovechan para alcanzar las
realizaciones de sus objetivos.
El principio de consenso es decisivo en la toma de
decisiones, y es de tenerse en cuenta la aversión de
los japoneses por todo acuerdo que pueda resultar nocivo
para cualquier minoría.
La empresa da una gran importancia a los años de servicio, en
el momento de determinar sueldos y
salarios. Con ello se garantiza a todos los trabajadores de
una empresa, empleo
vitalicio, seguridad
económica y social así como prestigio personal.
Las relaciones obrero-patronales están concebidas bajo la
idea de pertenecer a una misma familia. Cada
trabajador se siente integrado a esa segunda familia en la que
se convierte para la empresa, familia que se hará cargo de
el hasta el día de su jubilación. Trabajará
celosamente y dará los mejor de sí para valerse una
promoción. A sus superiores les
exigirá ser buenos "hermanos mayores", y al patrón,
ser un buen "padre". Cuando consideran necesario sustituir a sus
viejos obreros por otros más jóvenes, lo hacen sin
vacilación, entrenándoles para nuevos puestos.
El concepto
japonés de empresa, basado en la columna o pueblo, es
totalmente distinto al criterio empresarial del occidente, para
los comunes. Los directivos tienen su mayor responsabilidad en trabajar por el bienestar del
personal de la
empresa.
En las empresas de Japón no predomina la filosofía
del dinero. El
enriquecimiento de una firma industrial o comercial, raramente es
el objetivo
primordial de sus directivos. Prefieren el progreso al provecho
monetario, buscan la expansión de la empresa, la
modernización de su equipo y por ocupar un buen sitio
dentro de la competencia
nacional y mundial.
Otra característica de las empresas japonesas en su
flexibilidad. Las fábricas son cascarones adaptables al
cambio
inmediato de actividad industrial. Se puede rehacer cuantas veces
sea necesario por medio de pequeñas innovaciones,
adaptaciones y agregados de maquinaria. Con la introducción de robots industriales, las
fábricas cambian en cuestión de horas y se dedican
a nuevas actividades productivas.
La flexibilidad en las instalaciones industriales existe
también en lo que respecta a los obreros. Los obreros
pasan de una tarea a otra sin dificultades de ninguna clase, lo
que le importa es el trabajo, no
la tarea particular. Dado el sistema de empleo
permanente, la automatización de las empresas no
representa una amenaza para la base trabajadora.
Las constantes reconversiones industriales, para las que siempre
hay flexibilidad y se cuenta con la solidaridad de
los trabajadores y sus sindicatos, están situando al
país a la vanguardia de la era de la alta
tecnología.
7.- Valores
Espirituales
De los 7 factores que hemos enumerado creo que el profundo
valor
espiritual de los japoneses es lo que ha fomentado el desarrollo
de los otros 6.
Para empezar, los japoneses tienen 3 religiones que practican e
influencian su vida sin presentar conflictos de
ideología ni rivalidad.
El Shinto es la religión oficial que
rige con el nacimiento de un niño, el matrimonio de una
pareja y el entierro de un anciano, además de participar
en la apertura de una empresa o cualquier evento de importancia
de gobierno.
El Confucionismo que es la base moral del
japonés, que ha prestado muchas de las
características sociales con los cuales viven los
japoneses actuales: el valor del grupo sobre el valor
individual, la necesidad de mantener una relación
armónica y solidaria con los demás. Esta forma de
pensar se filtra y ampara a la sociedad
industrial y mercantil nipona.
El Confucionismo es de carácter
racional y rechaza el misticismo y las conjuras de otras religiones. La habilidad de
los japoneses para asimilar la tecnología occidental con
rapidez y sensatez se debe en buena parte a su educación bajo el
Confucionismo.
Aún tienen otra poderosa fuente de influencia que
fortalece el espíritu japonés: El Zen Budismo. Esta es
un antigua disciplina que
formó los samurai en el pasado y actualmente entrena
a los gerentes y directores de empresas japonesas
además de los jefes y supervisores de línea.
El Zen les enseña a meditar, a canalizar su
energía, a relajarse y a encontrarse a si mismo. Su
entrenamiento
es antilógico, contrapuesto a lo intelectual, basado
en el aquí, no en el pasado o el futuro.
En un terreno estructural, desde hace algunos años,
se ha hecho notar la fuerte diferencia, en el terreno de la
economía mundial, entre las esferas productiva, la
comercial y la financiera. Sobre todo, la inmensa
separación de esta {ultima con relación a las
anteriores. En el propio terreno financiero, ya de lleno en la
situación de las bolsas de valores, se percibe
también una considerable distancia entre los valores
derivados, en relación a los valores
subyacentes. En crisis
anteriores, que también han tenido gatilladores locales,
se ha hecho notar la importancia de estas diferencias. Las
crisis, las
rasgadutras de la esfera financiera se han dado sin
exccepción en lugares "recalentados", sobresaturados por
la compresión de valores trillonarios que no encuentran un
exponente de multiplicación, o que han perdido desde hace
tiempo toda
relación con la producción real En este sentido puede
recordarse el meltdown del milagro japonés, de comienzos
de los 90, derivado del estallido de su economía"burbuja"
fundada precisamente en el mercado de
derivados y de la especulación de la propiedad
raíz; o la crisis mexicana, con tantas dimensiones
especulativas, que todavía se conmemora y viene a
incertarse en la actual crisis que sopla desde el sudeste
asiático. Esta sucesión dada como ejemplos, no
implica que cada uno de esos lugares en donde se vió con
alguna claridad desde hace algunos años la debilidad del
sistema, estén ya vacunados frente a la crisis que
comienza a desplegarse. Ya que ésta más que
orientarse hacia una tranquila recesión, tiene potencial
suficiente para poner en cuestión la operatividad del
sistema
financiero en su conjunto, a través de una serie de
episodios explosivos, que como lo demuestra la debilidad revelada
en esta ocasión por países como Argentina, Brazil
o Indonesia, son bastante probables.
El fenómeno que estamos presenciando desde hace una
semana, iniciado mediante una baja dramática de los
valores, vale la pena enfatizar esto, no fue ni casual ni
inadvertido. Desde 1995, se ha venido examinando muy de cerca el
curso que tomaba el proceso
económico y financiero en el sudeste asiático. En
numerosas reuniones del FMI, del Banco Mundial,
de comisiones especiales y de grupos de
interés, como la Fundación RAND,
amén de los informes de
ministerios y bancos de la
zona, se venía expresando el temor de una
catástrofe inminente en el terreno financiero, la negociación de nuevas fórmulas en la
paridad monetaria, y el examen del entorno social y
político que eventualmente pudiera tornarse adverso a la
continuidad de los negocios. En
lo que ha sido una larga y a veces agotadora inquisición a
las estructuras económicas del Asia, se ha
estado
monitoreando muy de cerca los comportamientos económicos y
financieros de Japón, de Hongkong, de Thailandia, de
Indonesia, de Birmania, Filipinas, Ceilán, Taiwan,
Cambodia, y China. Lo
curioso es que todos los dictámenes vienen a coincidir en
señalar en todos ellos, causas de inestabilidad y hasta
condiciones abiertas a la provocación de crisis muy
serias.
Estos exámenes no se agotan con un diagnóstico regional; proveen
también alcances y advertencias para otras zonas de las
esferas productivas, comerciales y financieras involucradas, como
los EEUU, Europa o América
Latina. La llamarada de Hongkong puso todos estos alcances en
perspectiva.
El estancamiento japonés.
Hace unos días un ministro japonés intentando
definir la situación económica de su país,
utilizó el término "estancamiento". Lo que pudiera
ser sólo un eufemismo ministerial para evitar un enfoque
menos optimista, ya que desde hace unos diez años
Japón viene experimentando una serie de contracciones, y
efectos que han quitado toda dinámica a su planta productiva. Un
resultado del fracaso de un modelo fundado
en la expansión acelerada del capital
financiero, consolidado de manera hegemónica sobre el
resto del sistema corporativo. Al menos desde 1980 y hasta 1990,
esa economía podía definirse como "economía
burbuja", caracterizada por la elevada especulación de la
propiedad raiz
y de los stocks de la bolsa, sobre todo en aquéllos rangos
descritos como "derivados", lejanos a la "economía
subyacente", esa economía de base que llegado un momento
ya fue incapaz de sostener los valores especulativos, originando
la primera gran crisis de la economía japonesa. El
descenso de los valores en la propiedad raiz, provocó en
una economía donde los bancos
poseían gran parte de los stocks, una corrida que al cabo
de cuatro años, hacia 1994, habia dado origen a una baja
de los precios en la
bolsa de casi un 50% en relación a 1989. La
reacción posterior, ante una declinación de los
ingresos
bancarios, ha sido la concentración, que ha dado origen a
inmensas entidades de crédito, verdaderas bombas en
potencia si se
estima la envergadura de las deudas.
Pero antes, muchos bancos fueron a la quiebra: Tokyo
Kyowa Credit (1994),el Yuei Credit (1995), el Kyodo bank (1995),
el Osaka Credit union (1996),etc.
Diversas maniobras politicas, como la recomendación de
fusiones,el
financiamiento
de los jusens, la reducción de tasas de descuento,etc.,
han buscado sin exito
reenderezar la situación de los bancos, pero sin lograr
levantar el horizonte a largo plazo. Actualmente las cifras de la
deuda de las instituciones
financieras japonesas, oscila según los cálculos de
diversas organizaciones
bancarias en cifras que van de los 233 mil millones a los 656 mil
millones de dólares. Esta situación no sería
del todo comprensible sin la fuerte presión en
torno al valor
del yen, que desde 1985 se ha sostenido, permitiendo con ello una
más fácil captura de créditos externos, sobre todo con respaldo
gubernamental. La economía burbuja japonesa
comprometió de este modo a la burbuja financiera mundial.
La situación se agravó en los últimos
años, con la extensión de las insolvencias. Hace un
año, la deuda que no se estaba sirviendo alcanzaba a los
53,4 mil millones de dólares. Existe pues a la fecha una
considerable debilidad en el sector financiero japonés, y
a la cual no se le ve una solución fácil. Por una
parte ha originado un efecto depresivo en la economía real
en su conjunto, y medidas como un alza de los intereses,(que
podría contribuir aún más a la depresión)
o la devaluación del yen podrían
desestabilizar aun más a los mercados
(demasiado deprimidos) y tener un efecto boomerang sobre la
maltrecha economía japonesa.
De todos modos, la percepción
de esta crisis que podemos llamar larga, de la economía
japonesa, produjo una migración
de parte del capital especulativo hacia otras riberas del sudeste
asiático, y si por un momento tonificó lo
suficiente a esas economías como para contribuir al
surgimiento de los Tigres de Asia, al reponer
alli su experiencia burbuja, creó esos otros dispositivos
críticos que ahora están estallando.
En estos días y en los que sigan, por estas razones, no se
puede esperar un impulso "bull" desde el interior de las finanzas
japonesas, y su bolsa seguirá con gran fidelidad las
declinaciones a que están llamando el resto de las bolsas
del sudeste asiático.
Reseña del éxito del Japón,
la tierra en
que se dan la mano el futuro y el presente
La cadena insular, aislada del resto del mundo durante buena
parte de su historia y vista por muchos
como país enemigo, es hoy en día la envidia del
mundo moderno.
Pocos años después de salir de la
devastación de la Segunda Guerra
Mundial, el Japón disfrutaba ya de una
supremacía económica indiscutible y se había
transformado en algo sin paralelo en el mundo: una superpotencia
económica que crece y progresa sin necesidad de tener un
imperio militarista.
En las postrimerías del siglo XX, el Japón era el
primer acreedor del mundo, marchaba a la vanguardia de la
tecnología y poseía una sólida unidad
monetaria, el yen, producto en
buena parte de los enormes saldos favorables de su balanza de pagos.
Su imperio inmobiliario piramidal incluía inversiones en
todo el mundo, desde Australia hasta México y
el Hawaii y los rincones más distantes del planeta.
Y lo que es especialmente admirable es que el Japón, este
titán económico, carece de recursos
naturales propios. Occidente contempla atónito como
los japoneses negocian sin pelear y comercian sin abogados.
Según un análisis publicado en U.S. News and World
Report, "el Japón no creó sus oportunidades; antes
bien, las vio y ha sabido aprovecharlas . . . El llamado 'milagro
japonés' de la posguerra es testimonio elocuente del
poder de la
observación. El Japón
reconoció –y sigue reconociendo– un mundo de
superpotencias que alardeaban de armas capaces de
acabar con la civilización, pero que, al mismo tiempo,
habían perdido ese ingenio, esa iniciativa a los que
debían su condición de superpotencias. Como suele
hacerlo, el Japón advirtió lo que faltaba y
aprovechó esa carencia".
El éxito sin paralelo del Japón es ejemplo del
pragmatismo
supremo de su pueblo. Porque, ante todo, los japoneses se dedican
a lo que da resultados.
En su libro El Siglo
el Pacífico, Frank Gibney ha llamado al Japón
—y a las otras potencias comerciales del Asia, Corea del
Sur y Singapur— "confucianos capitalistas". Estos
países florecen con valores tradicionales que ensalzan la
importancia de la educación, la
lealtad familiar y la armonía social. Como Gibney
atinadamente señala, es ahí que radica la
auténtica fuerza motriz
de estos países; son estos valores lo que hace que sus
economías sean tan dinámicas y lo que explica la
formidable competencia de
sus países.
La estima de que el Japón goza en el mundo quedó de
manifiesto en marzo de 1989, cuando 163 países enviaron
representantes especiales a las exequias del emperador Hirohito.
Nunca antes en todo el siglo XX se habían reunido tantos y
tan distinguidos dignatarios para unos funerales. Ante 10.000
invitados especiales, los nuevos monarcas, el emperador Akihito y
la emperatriz Michiko —que habían honrado con su
presencia los Congresos Mundiales de la JCI celebrados en Osaka y
Nagoya—, rindieron su último homenaje al hombre que
durante más de 60 años ocupó el trono del
Crisantemo.
En las últimas décadas, la economía japonesa
se ha expandido rápidamente. La base industrial del
país, que antes se basaba en las industrias ligeras, recae
ahora en las industrias pesadas, químicas y
electrónicas, que juntas constituyen al menos los dos
tercios del valor total de las exportaciones anuales. En 1997 el
producto
interior bruto (PIB) fue de
4.190.233 millones de dólares, uno de los mayores del
mundo. La renta per cápita es de 33.230 dólares. El
presupuesto
nacional estimado para 1993 establecía unos ingresos de
892.795 millones de dólares y 1.013.103 millones de
dólares de gastos.
Antes y durante la II Guerra Mundial,
la mayor parte de la economía japonesa estaba controlada
por una docena de familias acaudaladas, denominadas
colectivamente como zaibatsu (‘camarillas ricas’).
Las familias más importantes fueron Mitsui, Iwasaki
(operando bajo el nombre de la compañía
Mitsubishi), Sumitomo y Yasuda; controlaron la mayoría de
las industrias de carbón, hierro, pulpa
y aluminio. En
1945 y 1946, las autoridades aliadas de ocupación
disolvieron la propiedad familiar de estos inmensos consorcios
industriales, aunque las empresas permanecieron intactas y
aumentaron incluso en poder
económico al englobar otras actividades, como los
transportes por vía marítima, la banca y otras
industrias.
Los productos japoneses, desde diminutos juegos
electrónicos hasta automóviles y enormes buques
petroleros, son mundialmente valorados por sus altos niveles de
calidad. Las
empresas japonesas tienden a reinvertir una parte sustancial de
sus ventas en
investigación, lo que favorece la
creación cada vez mayor de productos más eficientes
y avanzados. Las industrias japonesas sufrieron graves
daños en la II Guerra Mundial. Después, el
país acometió una reconstrucción que dio
como resultado la completa modernización de las
instalaciones industriales, poniendo el énfasis en las
industrias químicas y petroquímicas y en la
industria de
maquinaria pesada. A mediados de la década de 1950, la
producción industrial había superado los niveles
anteriores a la guerra; el crecimiento industrial alcanzó
el 9,4% anual durante el periodo comprendido entre 1965 y 1980 y
el 6,7% al año durante el periodo de 1980 a 1988. A
mediados de la década de 1990, Japón era el
principal país constructor de barcos del mundo y se
encontraba entre los productores más destacados del mundo
de productos eléctricos y electrónicos, acero y
vehículos de motor. La
producción de acero crudo en el
mismo periodo era de unos 109,7 millones de toneladas; y la
producción de hierro en lingotes, de 80 millones de
toneladas. La industria
nipona también producía 9,8 millones de turismos,
7,6 millones de camiones y grúas, 47,7 millones de
relojes, 28,2 millones de vídeos, 14,3 millones de
televisores en color, 18
millones de cámaras de 35 mm, 6,1 millones de hornos
microondas,
5,2 millones de refrigeradores, 4,3 millones de faxes, 2,6
millones de ordenadores, 2,3 millones de copiadoras y otros
muchos aparatos eléctricos y electrónicos para el
hogar y para el trabajo.
Gracias a la fuerza del yen, las compañías
japonesas han invertido de forma creciente en plantas
industriales fuera de Japón.
A mediados de la década de 1990 Japón se encontraba
también entre los principales productores mundiales de
materias primas químicas básicas, de industrias
textiles y de fibra sintética. Sin embargo, durante este
periodo, la producción de seda y algodón
disminuyó. Antes de la II Guerra Mundial,
Japón ocupaba el quinto puesto en el comercio
mundial con una balanza
comercial favorable; la mayor parte de las exportaciones
japonesas se dirigían a territorios que formaban parte del
Imperio, como Dongbei Pingyuan (Manchuria) y la China ocupada;
sin embargo, las relaciones comerciales con algunos países
desarrollados como Estados Unidos y Gran Bretaña eran
desfavorables. Las autoridades aliadas de ocupación
permitieron a las empresas privadas que continuaran con el
comercio exterior
en 1946. En 1996, las importaciones
anuales totalizaron 349.152 millones de dólares y las
exportaciones 410.901 millones, lo que hace de Japón el
tercer país exportador del mundo. Los bienes
manufacturados aportaron el 94,9% del total de las exportaciones;
respecto a las importaciones, la
partida de combustible fue la mayor y supuso el 17,4%. Otras
importaciones son alimentos,
animales
vivos, manufacturas básicas (como tejidos, hierro y
acero) y materias primas como madera o
minerales
metálicos. Hasta 1993 se prohibieron las importaciones de
arroz, pero las escasas cosechas de 1993-1994 obligaron a
realizar una importación de emergencia de 1
millón de t procedentes de Tailandia, Australia y Estados
Unidos; la conclusión de la ronda de negociaciones del
Acuerdo General sobre Aranceles y
Comercio (GATT), celebrada en 1993 en
Uruguay,
impuso una relajación gradual de las restricciones al
libre
comercio.
El comercio exterior
es esencial para la economía japonesa, pues el mercado
interior es capaz de absorber por completo los bienes
manufacturados que produce la industria nipona. Por otro lado,
como Japón tiene que importar la mayoría de las
materias primas de las que depende su industria, el país
también debe exportar una buena proporción de su
producción anual, con el fin de mantener una balanza
comercial favorable. Japón ha invertido los grandes
excedentes comerciales acumulados durante las décadas de
1970 y 1980 en el exterior, de manera que se ha convertido en la
principal nación
acreedora del mundo.
A principios de
la década de 1990, el comercio con los países
asiáticos suponía cerca del 42% de las
importaciones japonesas y el 33% de sus exportaciones. Los
principales socios comerciales asiáticos de Japón
eran Corea del Sur, China, Taiwan, Hong Kong, Indonesia, Arabia
Saudí y Singapur. Durante el mismo periodo, los
países de la Unión
Europea —en especial Alemania,
Francia y Gran
Bretaña— aportaban el 13% de las importaciones
japonesas y compraban el 17% de sus exportaciones. Estados Unidos
absorbe el 28% de las exportaciones japonesas y aporta el 22% de
sus importaciones. Otros socios comerciales destacados de
Japón son Australia, Canadá y los países de
la antigua Unión Soviética. Crecimiento
económico La economía japonesa
ocupó el primer puesto mundial por su tasa de crecimiento
en 1964. En su desarrollo comercial, el gobierno japonés
estableció un acuerdo con China por el que cada
país establecería oficinas de enlace comercial no
oficiales en la capital del otro; mientras, se acordó con
la URSS la venta de una
planta de fertilizantes como pago a los créditos
soviéticos. El primer ministro Ikeda dimitió como
primer ministro a finales de octubre por razones de salud y fue sucedido por el
antiguo ministro de Estado Sato
Eisaku (hermano del anterior primer ministro Kishi Nobusuke),
también perteneciente al PLD. Los XVIII Juegos
Olímpicos se celebraron en Tokio en octubre, lo que
supuso una mejora de sus infraestructuras.
En marzo de 1965 el ministro de Asuntos Exteriores de Corea del
Sur pasó a ser el primer coreano que obtuvo una audiencia
con el emperador japonés desde la II Guerra Mundial.
Durante su visita los gobiernos de Japón y Corea del Sur
alcanzaron un importante acuerdo de relaciones mutuas. A finales
de la década de 1960, Japón fue el escenario de
manifestaciones generalizadas y a veces violentas llevadas a cabo
por los estudiantes radicales que protestaban por el apoyo
nipón a la política exterior de
Estados Unidos. Las relaciones entre ambos países entraron
en un periodo de estancamiento en 1971, en 1972 Okinawa fue
devuelta a Japón.
En la década de 1960 Japón superaba a todas las
naciones de Europa Occidental en el producto nacional bruto y
seguía a Estados Unidos como potencia
industrial mundial. La Exposición
Mundial de Osaka, que tuvo lugar en 1970, demostró que el
país había restablecido su posición en el
comercio
internacional: en 1971 Japón era el tercer país
exportador más importante del mundo, después de
Estados Unidos y de Alemania
Occidental (ahora parte de la unificada República Federal
de Alemania), y el quinto en importaciones.
Resumen:
El ¿Por qué? Del llamado "Milagro"
Esto se debe a que luego de la derrota en la segunda guerra
mundial, ciertos países como por ejemplo Alemania y
Japón iniciaron un espectacular crecimiento
económico, político y social de sus
naciones.
Este increíble crecimiento luego de una derrota se le ha
llamado Milagro, en este trabajo analizaremos con detenimiento el
Milagro Japonés:
Antes de comenzar el análisis del ascenso de Japón como
potencia mundial luego de su derrota en la segunda guerra,
debemos recordar sus consecuencias; tanto en la guerra como luego
de terminada la misma, también quienes fueron
derrotados.
En Japón el esfuerzo militar que se formó, no tuvo
semejantes en el resto del mundo, esta movilizó toda la
industria principalmente la pesada, se obtuvo una gran
experiencia en temas de organización industrial y de
formación de mano de obra, sobre todo la femenina. Las
consecuencias de la derrota, y la gran miseria de las poblaciones
en el período inmediato a la post-guerra, han hecho que la
renovación económica se apoyará, al inicio,
sobre un nivel de vida muy bajo, con costes saláriales, en
consecuencia, particularmente competitivos.
En segundo lugar, Alemania y Japón, dispusieron de una
gran fuerza de trabajo, con un nivel récord: de todos los
miembros de la OCDE (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico), son los
únicos que en los años sesenta tenían mas
del 60% de la población ubicada en edades comprendidas
entre los 15 y 59 años.
En tercer lugar, el decaimiento económico; monetario y
financiero de post-guerra se convirtió en una
desaparición casi completa del ahorro nacional. En
años siguientes la reconstrucción de este ahorro
permitirá la realización de tasas de inversión excepcionales que
alcanzarían el 30% en Japón.
El japonés ahorra mas del 17 por ciento de sus ganancias,
mientras que el francés solamente el 8%, el norteamericano
el 6%, el inglés
el 5%. El japonés ahorra por 5 motivos fundamentales:
1.- Previsión para enfermedades y accidentes.
2.- Fondos para educación y matrimonio
3.- Previsión para la vejez
4.- Fondos para la adquisición de la vivienda
5.- Porque su gobierno le ha aconsejado hacerlo.
En términos nominales el ingreso per. capita en
Japón fue de $ 382 dólares en 1960,
habiéndose elevado más de 20 veces en 23
años: $ 7,982 dólares en 1983.
La alta tendencia de los japoneses al ahorro refleja la realidad
de una sociedad
previsora y colocada siempre de frente hacia el futuro.
En cuarto lugar, el apogeo de estos países es, como
consecuencia del auge industrial. Se demuestra que Alemania y
Japón son los dos países de la OCDE en que la
producción industrial global en los años 70’
superaba el 50%. Esta industria repercute en todo el mundo y
alcanza los mayores márgenes de crecimiento.
Además, como los productos industriales son los motores del
intercambio internacional, ambos países ocupan una
posición de potencia comercial de primer orden.
La capacidad excepcional de los japoneses para utilizar
tecnología importada y producir con base a ella productos
mejores y más baratos, así como su capacidad para
innovar, han conducido poderosamente a la milagrosa
expansión de su economía.
Como quinto punto tenemos el tema de la educación en
Japón anterior a la ocupación y el de hoy en
día, en el Japón ocupado por los aliados, los
dirigentes del gobierno consideraban que era suficiente para el
pueblo una instrucción básica: leer, escribir y
contar; y que salvo para una minoría, no era conveniente
superar la educación primaria, con el fin de evitar el
espíritu de crítica y oposición, y disponer
de una masa dócil y fácil de gobernar. El
Japón de hoy, por lo contrario, se preocupa por dar al
mayor número de japoneses una educación tan elevada
como sea posible. Actualmente la enseñanza es obligatoria consta de 9
años: 6 en la primaria y 3 en la secundaria inferior. La
totalidad de los niños
de 6 a 14 años estudian. El porcentaje de los alumnos que
ingresan a la secundaria es superior al 95%, y poco más de
la mitad de los egresados de ellas pasan a alguna
institución de enseñanza más alta.
Los padres japoneses realizan grandes sacrificios para educar a
sus hijos, sabiendo que el nivel social que alcancen estos en sus
vidas dependerá, más que nada de su
preparación. Además, el gobierno y las empresas
importantes tienen sus propios cursos de estudio
y entrenamiento
para preparar a sus empleados. Son muchas las
compañías que consideran que el mejor diploma de
técnico o ingeniero existente es el que ellas mismas
otorgan.
Las empresas niponas consideran que la preparación de sus
trabajadores es parte fundamental del éxito de su negocio.
"Es una necesidad competitiva ". Algunos consideran
insuficientes los cursos
establecidos por el gobierno y las empresas privadas, y sin dejar
de concurrir a ellos forman grupos de estudio integrados por
amigos y compañeros de trabajo.
Por lo que concluimos que el sistema educativo del Japón
ha servido y continúa sirviendo para formar recursos
humanos calificados, fundamentales en el desarrollo de un
país que carece casi por completo de recursos
naturales. Es indiscutible, que una de las claves del
éxito japonés es el afán del pueblo
admirable por instruirse y cultivarse.
Por último, es conveniente recordar la cuestión de
los gastos militares
y, en forma mas general, la de la soberanía.
La diferencia que encontramos entre el Milagro Alemán y el
Japonés, es que el primero es sumamente equilibrado,
controlado, moderado sin embargo el crecimiento del Japón
es un crecimiento muy diferente en el que podemos destacar que es
desequilibrado, incontrolado.
En sí se sabe que no se trata de un milagro propiamente
dicho, el proceso puede explicarse; se unen dos corrientes,
elementos claramente japoneses, y circunstancias de tipo
internacional que le favorecen. La actitud
norteamericana es un factor fundamental. Como país vencido
de la Segunda Guerra
mundial sufrió la ocupación decidida por los
vencedores; de hecho estuvo en manos de las fuerzas
norteamericanas dirigidas por el general Douglas Mac Arthur.
Según las potencias ocupantes, el objetivo de la
ocupación era impedir que Japón se convirtiera
nuevamente en una amenaza para la paz y seguridad del mundo. Las
medidas que se utilizaron para conseguir estos objetivos
fueron las siguientes:
-Se realizó la desmilitarización del país;
destrucción de las instalaciones militares, del material
de guerra y aviación.
-Se cerraron las fabricas de material bélico.
-Se desmovilizó el ejército; se repartieron 6
millones de japoneses (la mitad militares) de los territorios
ocupados.
-En la nueva constitución se aprobó a la renuncia
para siempre a la guerra y violencia como
medio de solucionar disputas internacionales. Luego se
castigó a los responsables de los delitos de
guerra. Se juzgó a los principales dirigentes y se los
condenó a muerte.
Mas tarde se estableció una nueva constitución en el año 1947, esta
estableció una monarquía parlamentaria y la
separación de los poderes. Poder
Legislativo en dos cámaras elegía al Primer
Ministro (Poder
Ejecutivo).
El impulso fundamental para el cual Japón logró
este llamado Milagro provino de la guerra de Corea. En el cual
los Estados Unidos apoyaban la industria pesada, y permite la
rehabilitación de las personas comprometidas con el
antiguo régimen, a estos procesados como <criminales de
guerra> se les reintegra a la vida civil para ocupar cargos
políticos o dirigir empresas, se expulsó a los
comunistas de los cargos administrativos, en la industria y
enseñanza.
A pesar de los obstáculos constitucionales, se
comenzó lentamente a la reconstrucción del
país con disciplina y tenacidad. Se firmó el
tratado de paz en San Francisco el día 8 de septiembre de
1951. Ese mismo día Estados Unidos y Japón firman
un tratado de seguridad, en el cual se dictó que el
segundo cedía bases al primero para mantener fuerzas
armadas en su territorio.
Luego de la guerra de Corea, es cuando Japón experimenta
un rápido crecimiento económico que cada vez toma
mas fuerza, alcanza su nivel máximo hasta entonces nunca
igualado en 1968, transformándose en la tercera potencia
económica mundial. La ayuda norteamericana se
demostró en los siguientes aspectos a mencionar:
-Una mano de obra abundante y barata, en su mayoría
técnicos y calificados obreros, todos ellos muy
trabajadores disciplinados, inteligentes y tenaces; el alto nivel
de educación, la realización de importantes
investigaciones; constantes innovaciones en la
miniaturización de aparatos; inexistencia de gastos
militares, este último es fundamental ya que los gastos
militares que otros países utilizan, en Japón es
utilizado para industrias pacíficas, y aumentar en estas
su nivel técnico-tecnológico.
El gran desarrollo financiero se debe a que hubo un gran
ahorro, que posibilitó que se produjeran inversiones
muy importantes. Este mismo desarrollo se fue orientando hacia el
desarrollo industrial por lo que podemos deducir que muchas
inversiones son principalmente para las industrias. Tanto
repercutió esto que hizo que Japón se convirtiera,
en el primer constructor naval en el mundo. Y en cuanto al acero,
a los automóviles, a las radios, los productos
químicos, cosas de este estilo también ocuparon
lugares muy importantes.
Otro de los factores que hizo que alcanzara el primer lugar fue
la pesca, debido
a que el desarrollo de la misma hizo que Japón alcanzara
el primer lugar de comercialización de pescado.
En lo que se refiere al comercio, aunque no lo crean EEUU se
convirtió en el principal cliente de
Japón. Y gracias a estas cosas y a otras Japón hizo
que su balanza comercial fuera favorable y que más
adelante llegara a invadir con sus productos, los mercados del
tercer mundo.
Gracias a todo esto lo que paso fue que se experimento un gran
aumento en el ámbito de la sociedad, ya que la misma llego
a tener 100 millones de habitantes que como cifras se le
calculó un crecimiento anual de 1 millón de
hab.
Pero todo esto duro hasta la década del 40’ ya que
en ese entonces el gobierno japonés estableció un
programa de
control de
natalidad con lo cual hizo que se redujeran los índices de
nacimiento.
¿Continua este milagro hoy?
Tenemos dos posturas frente a este tema, las cuales dan un
resultado muy diferente.
El primero y el mas certero es el siguiente:
-El milagro sigue existiendo debido a que fue un proceso que se
dio luego de una guerra, pero se mantiene en vigencia hasta
nuestros días. O sea, que por lo tanto es un proceso que
se dio bajo ciertas circunstancias y que continua actualmente a
pesar de que hoy en día todo es muy diferente a lo
ocurrido en el pasado (con respecto a la guerra).
Nuestra segunda postura es que:
-Como la definición del Milagro Japonés es que se
da únicamente en ciertos países que sufrieron ser
vencidos en la guerra, en este caso de la Segunda guerra
mundial, y luego se beneficiaron de esto saliendo
triunfadores en los campos económicos, sociales y
políticos, concluiríamos que Japón
pasó por este proceso pero el mismo no continua debido a
que se da luego de una guerra, y que hace tiempo no hubo una
guerra o un suceso mundial de este tipo que luego de ser vencido
un país, este saliera triunfador en otros campos de los
cuales ya mencionamos.
Pero lo que si sabemos sobre el Japón en el pasado cercano
son los siguientes datos:
Los productos japoneses, desde diminutos juegos
electrónicos hasta automóviles y enormes buques
petroleros, son mundialmente valorados por sus altos niveles de
calidad. Las
empresas japonesas tienden a reinvertir una parte sustancial de
sus ventas en
investigación, porque como ya habíamos mencionado
los japoneses no "gastan" su dinero en
material bélico y militar, lo que favorece la
creación cada vez mayor de productos más eficientes
y avanzados.
A mediados de la década de los 90 Japón se
encontraba también entre los principales productores
mundiales de materias primas químicas básicas, de
industrias textiles y de fibra sintética. Sin embargo,
durante este periodo, la producción de seda y
algodón disminuyó.
El comercio exterior es esencial para la economía
japonesa, ya que el mercado interior es capaz de absorber por
completo los bienes manufacturados que produce su propia
industria. Por otro lado, como Japón tiene que importar la
mayoría de las materias primas de las que depende su
industria, el país también debe exportar una buena
proporción de su producción anual, con el fin de
mantener una balanza comercial favorable. Japón ha
invertido los grandes excedentes comerciales acumulados durante
las décadas de 1970 y 1980 en el exterior, de manera que
se ha convertido en la principal nación acreedora del
mundo.
En 1996, las importaciones anuales totalizaron 349.152 millones
de dólares y las exportaciones 410.901 millones, lo que
hace de Japón el tercer país exportador del mundo.
Los bienes manufacturados aportaron el 94,9% del total de las
exportaciones; respecto a las importaciones, la partida de
combustible fue la mayor y supuso el 17,4%. Otras importaciones
son alimentos,
animales
vivos, manufacturas básicas (como tejidos, hierro y
acero) y materias primas como madera o
minerales
metálicos.
En 1997 el producto interior bruto (PIB) fue de
4.190.233 millones de dólares, uno de los mayores del
mundo. La renta per cápita es de 33.230 dólares. El
presupuesto
nacional estimado para 1993 establecía unos ingresos de
892.795 millones de dólares y 1.013.103 millones de
dólares de gastos.
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