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Organos de los sentidos




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    Indice
    1.
    Introducción

    2. Sentido de la vista
    3. Sentido del tacto
    4. Sentido del olfato
    5. Sentido del gusto
    6. Sentido del
    oído



    8.
    Bibliografía

    1.
    Introducción

    Se entiende por "sentidos" las funciones
    mediante las cuales el hombre
    recibe las impresiones de los objetos exteriores por intermedio
    de los órganos de relación.
    Para recibir estímulos externos, el sistema nervioso
    cuenta con receptores sensoriales denominados exteroceptores.
    Las sensaciones que producen se denominan exteroceptivas.
    Se entiende por sensación, a la imagen o
    representación cociente de estimulo.
    Los receptores están localizados en los órganos de
    los sentidos:
    en la piel para la
    sensibilidad táctil y termolgesia, en la boca para el
    gusto, en las fosas nasales, en las fosas nasales para el olfato,
    en los ojos para la visión y en los oídos para la
    audición.
    El impulso nervioso producido por un estimulo, es conducido al
    cerebro por el
    sistema nervioso
    parasimpático, que es el encargado de establecer la
    relación del individuo con el medio donde es elaborado en
    los centros y transformado en sensación táctil,
    térmica, dolorosa, gustativa, olfativa, visual y
    auditiva.

    Las funciones
    sensoriales se realizan en tres etapas:

    • Recepción
    • Transmisión
    • Percepción

    Los estímulos necesitan una determinada
    intensidad para ser captados por los receptores, esta intensidad
    mínima se llama umbral de excitación. Además
    para que actúen con eficacia deben
    ser específicos por ejemplo: el ojo es estimulado por la
    luz y el
    oído por
    el sonido.
    De acuerdo con la naturaleza del
    estimulo, los receptores pueden ser químicos
    (quimioreceptores), mecánicos (mecareceptores) o luminosos
    (fotoreceptores).
    Los quimioreceptores son los que captan estímulos como las
    sustancias alimenticias y los olores. Los mecareceptores son los
    que captan estímulos mecánicos como roces, presión,
    dolor temperatura y
    sonido. Los
    fotoreceptores son sensibles a la luz y se localiza
    a los ojos.

    2. Sentido de la
    vista

    El ojo es el órgano de la visión en los
    seres humanos y en los animales. Los
    ojos de las diferentes especies varían desde las estructuras
    más simples, capaces de diferenciar sólo entre la
    luz y la oscuridad, hasta los órganos complejos que
    presentan los seres humanos y otros mamíferos, que pueden distinguir
    variaciones muy pequeñas de forma, color,
    luminosidad y distancia. En realidad, el órgano que
    efectúa el proceso de la
    visión es el cerebro; la
    función
    del ojo es traducir las vibraciones electromagnéticas de
    la luz en un determinado tipo de impulsos nerviosos que se
    transmiten al cerebro.

    El ojo humano
    EL ojo en su conjunto, llamado globo ocular, es una estructura
    esférica de aproximadamente 2,5 cm de diámetro con
    un marcado abombamiento sobre su superficie delantera (figura
    nº 1). La parte exterior, o la cubierta, sé compone
    de tres capas de tejido: la capa más externa o
    esclerótica tiene una función
    protectora y se prolonga en la parte anterior con la
    córnea transparente; la capa media o úvea tiene a
    su vez tres partes diferenciadas: la coroides – muy vascularizada
    continúa con el cuerpo ciliar, formado por los procesos
    ciliares, y a continuación el iris, que se extiende por la
    parte frontal del ojo. La capa más interna es la retina,
    sensible a la luz.
    La córnea es una membrana resistente, compuesta por cinco
    capas, a través de la cual la luz penetra en el interior
    del ojo. Por detrás, hay una cámara llena de un
    fluido claro y húmedo (el humor acuoso) que separa la
    córnea de la lente del cristalino. En sí misma, la
    lente es una esfera aplanada constituida por un gran
    número de fibras transparentes dispuestas en capas.
    Está conectada con el músculo ciliar, que tiene
    forma de anillo y la rodea mediante unos ligamentos. El
    músculo ciliar y los tejidos
    circundantes forman el cuerpo ciliar y esta estructura
    aplana o redondea la lente, cambiando su longitud focal.
    El iris es una estructura pigmentada suspendida entre la
    córnea y el cristalino y tiene una abertura circular en el
    centro, la pupila. El tamaño de la pupila depende de un
    músculo que rodea sus bordes, aumentando o disminuyendo
    cuando se contrae o se relaja, controlando la cantidad de luz que
    entra en el ojo. Por detrás de la lente, el cuerpo
    principal del ojo está lleno de una sustancia transparente
    y gelatinosa (el humor vítreo) encerrado en un saco
    delgado que recibe el nombre de membrana hialoidea. La presión
    del humor vítreo mantiene distendido el globo ocular.
    La retina es una capa compleja compuesta sobre todo por células
    nerviosas. Las células
    receptoras sensibles a la luz se encuentran en su superficie
    exterior detrás de una capa de tejido pigmentado. Estas
    células tienen la forma de conos y bastones y están
    ordenadas como los fósforos de una caja. Situada
    detrás de la pupila, la retina tiene una pequeña
    mancha de color amarillo,
    llamada mácula lútea; en su centro se encuentra la
    fóvea central, la zona del ojo con mayor agudeza visual.
    La capa sensorial de la fóvea se compone sólo de
    células con forma de conos, mientras que en torno a ella
    también se encuentran células con forma de
    bastones. Según nos alejamos del área sensible, las
    células con forma de cono se vuelven más escasas y
    en los bordes exteriores de la retina sólo existen las
    células con forma de bastones.
    El nervio óptico entra en el globo ocular por debajo y
    algo inclinado hacia el lado interno de la fóvea central,
    originando en la retina una pequeña mancha redondeada
    llamada disco óptico. Esta estructura forma el punto ciego
    del ojo, ya que carece de células sensibles a la
    luz.

    Funcionamiento del ojo
    En general, los ojos de los animales
    funcionan como unas cámaras fotográficas sencillas.
    La lente del cristalino forma en la retina una imagen invertida
    de los objetos que enfoca y la retina se corresponde con la
    película sensible a la luz. (figura nº2)
    Como ya se ha dicho, el enfoque del ojo se lleva a cabo debido a
    que la lente del cristalino se aplana o redondea; este proceso se
    llama acomodación. En un ojo normal no es necesaria la
    acomodación para ver los objetos distantes, pues se
    enfocan en la retina cuando la lente está aplanada gracias
    al ligamento suspensorio. Para ver los objetos más
    cercanos, el músculo ciliar se contrae y por
    relajación del ligamento suspensorio, la lente se redondea
    de forma progresiva. Un niño puede ver con claridad a una
    distancia tan corta como 6,3 cm. Al aumentar la edad del
    individuo, las lentes se van endureciendo poco a poco y la
    visión cercana disminuye hasta unos límites de
    unos 15 cm a los 30 años y 40 cm a los 50 años. En
    los últimos años de vida, la mayoría de los
    seres humanos pierden la capacidad de acomodar sus ojos a las
    distancias cortas. Esta condición, llamada
    presbiopía, se puede corregir utilizando unas lentes
    convexas especiales.
    Las diferencias de tamaño relativo de las estructuras
    del ojo originan los defectos de la hipermetropía o
    presbicia y la miopía o
    cortedad de vista.
    Debido a la estructura nerviosa de la retina, los ojos ven con
    una claridad mayor sólo en la región de la
    fóvea. Las células con forma de conos están
    conectadas de forma individual con otras fibras nerviosas, de
    modo que los estímulos que llegan a cada una de ellas se
    reproducen y permiten distinguir los pequeños detalles.
    Por otro lado, las células con forma de bastones se
    conectan en grupo y
    responden a los estímulos que alcanzan un área
    general (es decir, los estímulos luminosos), pero no
    tienen capacidad para separar los pequeños detalles de la
    imagen visual. La diferente localización y estructura de
    estas células conducen a la división del campo
    visual del ojo en una pequeña región central de
    gran agudeza y en las zonas que la rodean, de menor agudeza y con
    una gran sensibilidad a la luz. Así, durante la noche, los
    objetos confusos se pueden ver por la parte periférica de
    la retina cuando son invisibles para la fóvea central.
    El mecanismo de la visión nocturna implica la
    sensibilización de las células en forma de bastones
    gracias a un pigmento, la púrpura visual o rodopsina,
    sintetizado en su interior. Para la producción de este pigmento es necesaria la
    vitamina A y su deficiencia conduce a la ceguera nocturna. La
    rodopsina se blanquea por la acción de la luz y los
    bastones deben reconstituirla en la oscuridad, de ahí que
    una persona que entra
    en una habitación oscura procedente del exterior con luz
    del sol, no puede ver hasta que el pigmento no empieza a
    formarse; cuando los ojos son sensibles a unos niveles bajos de
    iluminación, quiere decir que se han
    adaptado a la oscuridad.
    En la capa externa de la retina está presente un pigmento
    marrón o pardusco que sirve para proteger las
    células con forma de conos de la sobre exposición
    a la luz. Cuando la luz intensa alcanza la retina, los
    gránulos de este pigmento emigran a los espacios que
    circundan a estas células, revistiéndolas y
    ocultándolas. De este modo, los ojos se adaptan a la
    luz.
    Nadie es consciente de las diferentes zonas en las que se divide
    su campo visual. Esto es debido a que los ojos están en
    constante movimiento y
    la retina se excita en una u otra parte, según la atención se desvía de un objeto a
    otro. Los movimientos del globo ocular hacia la derecha,
    izquierda, arriba, abajo y a los lados se llevan a cabo por los
    seis músculos oculares y son muy precisos. Se ha estimado
    que los ojos pueden moverse para enfocar en, al menos, cien mil
    puntos distintos del campo visual. Los músculos de los dos
    ojos funcionan de forma simultánea, por lo que
    también desempeñan la importante función de
    converger su enfoque en un punto para que las imágenes
    de ambos coincidan; cuando esta convergencia no existe o es
    defectuosa se produce la doble visión. El movimiento
    ocular y la fusión de
    las imágenes
    también contribuyen en la estimación visual del
    tamaño y la distancia.

    Estructuras protectoras
    Diversas estructuras, que no forman parte del globo ocular,
    contribuyen en su protección. Las más importantes
    son los párpados superior e inferior. Estos son pliegues
    de piel y tejido
    glandular que pueden cerrarse gracias a unos músculos y
    forman sobre el ojo una cubierta protectora contra un exceso de
    luz o una lesión mecánica(figura nº 3). Las
    pestañas, pelos cortos que crecen en los bordes de los
    párpados, actúan como una pantalla para mantener
    las partículas y los insectos fuera de los ojos cuando
    están abiertos. Detrás de los párpados y
    adosada al globo ocular se encuentra la conjuntiva, una membrana
    protectora fina que se pliega para cubrir la zona de la
    esclerótica visible. Cada ojo cuenta también con
    una glándula o carúncula lagrimal, situada en su
    esquina exterior. Estas glándulas segregan un
    líquido salino que lubrica la parte delantera del ojo
    cuando los párpados están cerrados y limpia su
    superficie de las pequeñas partículas de polvo o
    cualquier otro cuerpo extraño. En general, el parpadeo en
    el ojo humano es un acto reflejo que se produce más o
    menos cada seis segundos; pero si el polvo alcanza su superficie
    y no se elimina por lavado, los párpados se cierran con
    más frecuencia y se produce mayor cantidad de
    lágrimas. En los bordes de los párpados se
    encuentran las glándulas de Meibomio que tienen un
    tamaño pequeño y producen una secreción
    sebácea que lubrifica los párpados y las
    pestañas. Las cejas, localizadas sobre los ojos,
    también tienen una función protectora, absorben o
    desvían el sudor o la lluvia y evitan que la humedad se
    introduzca en ellos. Las cuencas hundidas en el cráneo en
    las que se asientan los ojos se llaman órbitas oculares;
    sus bordes óseos, junto al hueso frontal y a los
    pómulos, protegen al globo ocular contra las lesiones
    traumáticas producidas por golpes o choques.

    3. Sentido del
    tacto

    La piel es una membrana que recubre toda la superficie
    del cuerpo. A nivel de las cavidades que se abren –fosas
    nasales, boca, etc.- se continúan con el epitelio que las
    reviste.
    Contiene numerosos receptores con terminaciones nerviosas
    adaptadas para recibir diversos estímulos, que producen
    sensaciones táctiles, térmicas o dolorosas.
    La piel es una túnica exterior, resistente y flexible, que
    presenta eminencias y surcos.
    Su extensión es superior a la superficie del cuerpo que
    recubre, a causa de numerosos repliegues que aumentan su
    recorrido. Se calcula que en un hombre de
    talla media oscila alrededor de los 16.000 centímetros
    cúbicos.
    Su espesor es variable, de 1 a 2 mm en promedio siendo más
    gruesa en lugares sometidos a presiones y roces como en las
    palmas de las manos (2 a 3 mm) y en la planta de los pies (4 a 5
    mm), donde alcanza su mayor espesor. En la palma de la mano la
    piel tiene gran cantidad de crestas que forman el diseño
    de las impresiones digitales, el cual es exclusivo de cada
    individuo y constante durante toda la vida.
    Su resistencia es
    considerable y su color varía según las edades:
    Blanco-rosada: al nacer
    Blanco: niño y adulto
    Amarilla: en la vejez

    Varía según las regiones y las razas. El
    color de la piel depende de tres factores:
    Del tinte amarillento de las células superficiales,
    De la transparencia de estas células, que permiten
    entrever el rosado de los vasos sanguíneos,
    El pigmento negro o melanina, que se distribuye en forma de
    granulaciones por las células mas profundas.
    La piel consta de dos zonas, una superficial y delgada sin vasos
    sanguíneos, denominada Epidermis, y otra profunda y gruesa
    con numerosos vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas
    llamada Dermis (figura nº6).
    Epidermis: deriva del ectodermo, su espesor varía entre
    los 0,05 mm como mínimo y 1.5 mm como máximo.
    Está formada por tejido epitelial estratificado. Se
    considera que tiene una cara externa, en relación con el
    exterior y una cara interna, que descansa sobre la dermis.
    A partir de ésta cara hacia la superficie se le describen
    cinco capas o estratos celulares que son:
    Estrato germinativo o basilar: limita con la dermis, está
    formado por una capa de células cilíndricas, que
    tienen melanina (pigmento negro que le da color). La
    función de este estrato es orinar constantemente
    células. Estas células experimentan modificaciones
    y van integrando sucesivamente los otros estratos, hasta
    constituir el estrato corneo, en donde caen por
    descamación.
    Estrato espinoso o de malpighi: esta formado por varias capas de
    células, irregularmente poliédricas y de contorno
    espinoso.
    Estrato granuloso: integrado por varias capas celulares que
    provienen del estrato anterior. Sus células contienen
    granos de Queratohialina, sustancia que interviene en la
    formación de la queratina. A nivel de esta capa mueren las
    células de la epidermis.
    Estrato lucido o transparente: constituido por células
    muertas, aplanadas que contienen Eleidina, sustancia producida
    por la Queratohialina, es una capa delgada, transparente y
    homogénea.
    Estrato corneo: es la capa más externa de la epidermis.
    Sus células (muertas), tienen aspecto de escamas corneas,
    formadas por queratina. Estas escamas son eliminadas por
    descamación.
    Lo que demuestra los anteriormente mencionado es que la piel se
    renueva constantemente.
    Dermis: deriva del mesodermo. Su espesor oscila entre 1/3 de mm y
    3 mm. Esta formado por tejido conectivo fibroelástico con
    abundantes vasos sanguíneos y linfáticos que la
    irrigan, y los nervios que la inervan.
    Debajo de la dermis hay una capa e tejido celular
    subcutáneo o hipodermis, que la separa de los
    músculos subyacentes.
    En la dermis se encuentran los anexos de la piel y las papilas
    dérmicas. Los anexos de la piel son:

    • Glándulas sudorípadas: son
      exócrinas, muy numerosas. Están distribuidas por
      casi toda la superficie de la piel. Tienen el aspecto de un
      largo tubo. Su extremidad profunda se pliega formando una
      especie de ovillo: el glomérulo. Su extremidad
      superficial, despues de espirilizarse, se abre en la superficie
      de la piel donde elimina el sudor. Su función es la de
      intervenir en la regulación de la temperatura
      y en la eliminación de productos de
      catabolismo de metabolismo
      celular nocivos para el organismo.
    • Glándulas sebáceas: son
      glándulas exócrinas cuyo producto de
      secreción e una sustancia llamada sebo, que lubrica los
      pelos y la superficie de la piel, otorgándoles
      flexibilidad. Son glándulas arracimadas que
      comúnmente desembocan en un folículo
      piloso.
    • Pelos: son filamentos córneos, delgados, de
      origen epidérmico y de crecimiento continuo que se forma
      en el interior de presiones epidérmicas profundas,
      excavadas en la dermis y llamadas folículos pilosos. El
      pelo consta de dos partes: una raíz o bulbo,
      formada por células vivas y en contacto con una papila
      dérmica vascular, y un tallo, formado por células
      muertas. Los pelos reaccionan por músculos erectores,
      que pueden ponerlos rígidos.
    • Uñas: son formaciones laminares,
      córneas y traslúcidas, de origen
      epidérmico, y de crecimiento continuo que se originan en
      depresiones de la epidermis. Cubren el extremo libre dorsal de
      los dedos de la mano y de los pies, protegiéndolos.
      Están formadas por una zona semicircular llamada
      lúnula, una parte adherida al dedo y un extremo
      libre.

    Las papilas dérmicas son abundantes elevaciones
    que se encuentran en la capa superficial de la dermis,
    distribuidas por todo el cuerpo. En su interior se alojan vasos
    sanguíneos o corpúsculos receptores de la
    sensibilidad cutánea, denominándose papilas
    vasculares a las primeras, y papilas nerviosas a las segundas.
    Las papilas nerviosas le permiten al hombre captar
    los cambios que se producen en el medio donde viven, como
    variaciones de temperatura, roces mecánicos, presiones,
    golpes, etc.
    Las papilas nerviosas son las que están en relación
    con el sentido del tacto, porque en ellas se encuentran los
    corpúsculos receptores o las terminaciones
    libres.

    • Terminaciones libres: son fibras nerviosas
      ramificadas que se distribuyen por la piel captando los
      estímulos dolorosos.
    • Corpúsculos receptores: según su forma,
      su ubicación y su función se reconocen cuatro
      tipos de corpúsculos:
    • Corpúsculos de Meissner: se localizan en las
      papilas dérmicas de las palmas de la mano, pulpa de los
      dedos y planta de los pies. Son de forma ovoide y la fibra
      nerviosa se dispone en forma espiral emitiendo ramificaciones.
      Los corpúsculos táctiles son los
      corpúsculos táctiles por excelencia.
    • Corpúsculos de Pacini- Vater: se encuentran en
      el tejido celular subcutáneo de todo el organismo,
      principalmente en los dedos de la mano y del pie, en las
      mucosas, en el peritoneo, en las vísceras y en las
      articulaciones. Son ovoideos, traslúcidos
      y están formados por varias capas concéntricas.
      Estos corpúsculos captan excitaciones de presión
      (peso) y se cree que son receptores de excitaciones de hambre y
      sed.
    • Corpúsculos de Ruffini: se encuentran en la
      zona mas profunda de la dermis y en la hipodermis,
      principalmente en la palma d las manos, en la planta de los
      pies y en la yema de los dedos. Pueden ser fusiformes o
      cilindroides, y las terminaciones nerviosas terminan en un
      botón. Captan excitaciones térmicas de calor.
    • Corpúsculos de Krause: se localizan en la
      dermis, en la conjuntiva del ojo y en la mucosa bucal. Son
      redondeados, o alargados; en los primeros la fibra nerviosa se
      ramifica, mientras que en los segundos no captan excitaciones
      térmicas de frío,

    Fisiología del tacto
    La función de la piel es la de proteger el cuerpo y servir
    de asiento a numerosos receptores cutáneos o
    exteroreceptores, que captan los estímulos
    táctiles, térmicos y dolorosos.
    Sensibilidad táctil: nos permiten tener noción
    sobre el tamaño, consistencia, forma, caracteres de la
    superficie, etc. de un objeto. Los estímulos
    táctiles son reconocidos preferentemente por las
    extremidades de los dedos, pero hay receptores del tacto
    distribuidos por toda la piel. Los estímulos que
    determinan esta sensibilidad son mecánicos y los
    órganos receptores que los captan son los
    corpúsculos de Meissner, aunque en algunas ocasiones
    actúan los corpúsculos de Paccini, sobre todo
    cuando dichos estímulos son muy intensos.
    La sensibilidad táctil se desarrolla ejercitándola,
    un claro ejemplo de esto son los ciegos que reconocen personas y
    objetos con solo tocarlos.
    Caracteres de los estímulos: los estímulos
    táctiles para ser percibidos por los receptores
    correspondientes, necesitan tener cierta intensidad. La
    intensidad mínima es el "umbral", el cual varía
    según la región del cuerpo. Los estímulos
    táctiles son producidos por sólidos,
    líquidos o gases.
    Agudeza táctil: hay regiones de l piel con mas
    sensibilidad táctil que otras, es decir, con mayor agudeza
    táctil. Esta es medible y para ello se utiliza el
    estesiometro o compás de Weber.
    El máximo de agudeza táctil se encuentra en el
    extremo de la lengua
    (permite una distancia de 1,1 mm); el mínimo de agudeza
    táctil se encuentra en el dorso del cuerpo, donde
    aproximadamente alcanza los 7 cm.
    Vías de conducción de la sensibilidad
    táctil: se realiza por los haces de Goll y de Burdach.
    Otra parte es conducida por los haces espinotalamicos.
    Sensibilidad térmica: es la sensibilidad con respecto al
    frío y al calor.
    Varía según los individuos y en ellos según
    la región del cuerpo, la edad, la estación del
    año, la raza, etc. Los receptores de frío son los "
    corpúsculos de Krause" y los receptores de calor son los "
    corpúsculos de Ruffini".
    Sensibilidad dolorosa: se produce cuando la acción del
    estímulo es persistente, los estímulos son muy
    variados y pueden ser mecánicos, físicos,
    químicos, biológicos, etc. Los órganos
    receptores son terminaciones nerviosas libres.
    Vías de conducción de la sensibilidad
    térmica y dolorosa: es atribuida a las haces
    espinotalamicas.

    4. Sentido del
    olfato

    Olfacción. Los quimioceptores olfativos se
    encuentran localizados en una zona especializada de la mucosa del
    techo de la cavidad nasal, el epitelio olfatorio(figura nº
    4).
    Este epitelio es de tipo columnar seudopluriestratificado y esta
    formado por tres tipos celulares: las células de
    sostén, que son prismáticas, anchas en su
    ápice y más estrechas en la base; en su superficie
    presentan microvilli que se proyectan al interior de la capa de
    moco que cubre el epitelio. Estas células tienen un
    pigmento castaño, responsable del color marrón de
    la mucosa olfatoria. Las células básales son
    pequeñas, redondeadas, o cónicas y forman una capa
    única en la región basal del epitelio entre las
    células olfatorias y de sostén; son las
    células puente del epitelio olfatorio. Las células
    olfatorias son neuronas bipolares que se distribuyen entre las
    células de sostén.

    En su extremo se observan dilataciones de las que parten
    cilios los cuales son largos y no tienen movimiento, se
    consideran los verdaderos receptores, es decir, la porción
    celular excitable por el contacto con una sustancia
    odorífera. El segmento proximal de cada cilio muestra los
    axones habituales con nueve pares más dos microtubulos. La
    parte distal apenas posee microtubulos aislados. Los axones
    procedentes de estas neuronas se reúnen en pequeños
    aces dirigiéndose al sistema nervioso
    central.
    En la lamina propia de esta mucosa, además de abundantes
    basos y nervios, se observan glándulas ramificadas de tipo
    tubulo alveolar con células PAS- positivas, las
    glándulas de Bowman. Estas glándulas envían
    conductos que desembocan en la superficie epitelial y se admite
    que su producto de
    secreción provoca una corriente continua de liquido que la
    varia permanentemente la parte apical de las células
    olfatorias. De este modo se eliminarían los restos de los
    compuestos que estimulan la olfacción, manteniendo los
    receptores dispuestos para nuevos estímulos.
    El sentido del olfato permite percibir el olor de sustancias. El
    órgano receptor es la mucosa pituitaria, que reviste
    interiormente las fosas nasales; estas son dos cavidades
    estrechas ubicadas en la cara, a cada lado del plano medio, por
    debajo de la órbita y por encima de la boca. Muchas
    cavidades están separadas por un tabique nasal, y su
    superficie se halla aumentada por la presencia de tres pares de
    repliegues óseos llamados cornetes.
    Interiormente las fosas nasales están tapizadas por la
    mucosa nasal o pituitaria que presenta dos regiones de dicho
    color: uno inferior o región respiratoria y otra superior
    o región olfatoria. La primera es de color rojizo por la
    abundante irrigación sanguínea su función
    especifica consiste en calentar el aire inspirado
    impidiendo los enfriamientos bruscos.
    La segunda es de color amarilla – parduzco por el
    predominio de células y fibras nerviosas. Su
    función es exclusivamente sensorial.
    En la región olfatoria de la pituitaria se encuentran las
    células olfatorias que reciben los estímulos y los
    transmiten, por medio del nervio olfativo, al centro del olfato
    que se halla en la corteza cerebral (figura nº 5).
    Probablemente, el olfato es más antiguo y el menos
    comprendido de nuestros cinco sentidos. Atraves de la evolución se ha mantenido conectado con las
    partes del cerebro que se convirtieron en el archivo de la
    clasificación de nuestras respuestas emocionales, ligando
    íntimamente los olores de las cosas con nuestras emociones.
    Nuestro sentido del olfato juega también un gran papel en la
    atracción sexual, aunque su importancia ha disminuido
    considerablemente durante el desarrollo
    evolutivo del hombre. Sus funciones más importantes son
    las de sistema de alarma
    – ponernos en guardia frente al peligro – y de
    recolector de información – nos proporciona
    valiosos datos sobre el
    mundo exterior.
    No siempre nos percatamos el estrecho vinculo existente entre el
    sentido del gusto y el olfato. Solo cuando nos resfriamos, nos
    damos cuentas de que no
    solamente no podemos oler las cosas sino que también el
    gusto de los alimentos se ha
    desvanecido.
    El olfato es un sentido químico, actuando como estimulo
    las partículas aromáticas u odoríferas
    desprendida de los cuerpos volátiles.
    Por el aire que
    respiramos llegan a la región olfatoria de la pituitaria
    excitando a las células olfatorias. Pero para que puedan
    ser captadas tienen que estar previamente disueltas, misión que
    cumple el mucus que humedece esta membrana, y que es segregado
    por las glándulas que poseen.
    Al igual que muchos órganos del cuerpo, el aparato
    olfativo es doble y cada red de circuitos
    actúa en forma independiente. Los receptores sensoriales
    para el olfato se encuentran en el techo de la cavidad nasal,
    justo debajo de los lóbulos frontales del cerebro. Esta
    sección denominada área olfativa, esta densamente
    poblada de millones de pequeñas células olfativas,
    cada una de las cuales tiene cerca de una docena de finas
    velocidades, o cilios, que se proyectan hacia una capa de mucus.
    Los cilios expandes efectivamente el área de cada célula
    olfativa e incrementan asi nuestra sensibilidad frente a los
    olores, mientras que el mucus se encarga de mantenerlos
    húmedos, a la vez que actúa como una trampa para
    las sustancias aromáticas.
    No se ha establecido con precisión cómo las
    minúsculas cantidades de sustancias químicas con
    olores activan las células olfativas, pero se cree que
    estas sustancias se disuelven en los fluidos mucosos, se adhieren
    a los cilios y luego hacen que las células emitan
    señales eléctricas.
    Las fibras nerviosas olfativas canalizan estas señales
    atraves del hueso etmoidal hacia los dos bulbos olfativos del
    cerebro, donde se reúne y procesa la información para luego traspasarla por una
    compleja red de
    terminaciones nerviosas hacia la corteza cerebral. Aquí se
    identifica el mensaje y el olor se transforma en un hecho
    consciente. Sin embargo, se desconoce aún el mecanismo
    molecular preciso del sentido del olfato y la manera en que las
    células receptoras pueden receptar miles de olores
    diferentes y distinguir escasa variación entre ellos.
    No existe una verdadera clasificación de olores porque
    seria muy difícil reunirlos en grupos
    fundamentales, ya que la unión de dos o más olores
    da por resultado un olor diferente.
    La mayor o menor sensibilidad olfatoria (agudeza olfatoria) es
    muy variable según las personas y se miden con aparatos
    especiales llamados olfatometros.

    Anosmia
    La perdida del olfato o anosmia puede ser parcial o total,
    temporaria o definitiva.
    La anosmia parcial o total puede ser producida por una
    alteración o fatiga olfativa de la mucosa pituitaria, por
    vegetaciones, por lesiones de tipo infeccioso en la pituitaria o
    por inflamación provocada por un resfrío
    común. En estos casos la perdida del olfato suele ser
    temporaria. La anosmia definitiva generalmente es provocada por
    una lesión del nervio olfatorio.

    5. Sentido del
    gusto

    El gusto actúa por contacto de sustancias
    químicas solubles con la lengua. El ser
    humano es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como
    respuesta a la combinación de varios estímulos,
    entre ellos textura, temperatura, olor y gusto.
    La superficie de la lengua se halla recubierta por la mucosa
    lingual, en la que se encuentran pequeñas elevaciones
    cónicas llamadas papilas. Las principales son las papilas
    caliciformes y fungiformes, que mediante unos órganos
    microscópicos denominados botones perciben los sabores; y
    las papilas filiformes y coroliformes, que son sensibles al tacto
    y a las temperaturas (figura nº 8). Los botones constan de
    células de sostén y células gustativas, que
    poseen cilios o pelos comunicados al exterior a través de
    un poro y conectados con numerosas células nerviosas que
    transmiten la sensación del gusto al bulbo
    raquídeo. Considerado de forma aislada, el sentido del
    gusto sólo percibe cuatro sabores básicos: dulce,
    salado, ácido y amargo; cada uno de ellos es detectado por
    un tipo especial de papilas gustativas(figura nº 7).
    Las casi 10.000 papilas gustativas que tiene el ser humano
    están distribuidas de forma desigual en la cara superior
    de la lengua, donde forman manchas sensibles a clases
    determinadas de compuestos químicos que inducen las
    sensaciones del gusto. Por lo general, las papilas sensibles a
    los sabores dulce y salado se concentran en la punta de la
    lengua, las sensibles al agrio ocupan los lados y las sensibles
    al amargo están en la parte posterior.
    Los compuestos químicos de los alimentos se
    disuelven en la humedad de la boca y penetran en las papilas
    gustativas a través de los poros de la superficie de la
    lengua, donde entran en contacto con células sensoriales.
    Cuando un receptor es estimulado por una de las sustancias
    disueltas, envía impulsos nerviosos al cerebro. La
    frecuencia con que se repiten los impulsos indica la intensidad
    del sabor; es probable que el tipo de sabor quede registrado por
    el tipo de células que hayan respondido al
    estímulo.
    Luego de una exposición
    prolongada a determinado sabor, las papilas gustativas se
    saturan, y dejan de mandar información, por lo cual, al
    cabo de un tiempo
    determinado se deja de percibir el sabor.

    Partes: 1, 2

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