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LA CAPITALIZACIÓN, PARADIGMA DEL NUEVO MODELO DE ESTADO (página 2)




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La primera pregunta que se hacen los ciudadanos de
nuevas generaciones, es ¿qué es la
capitalización? ¿qué significa para nuestro
país? ¿cómo contribuirá a la
edificación de la Bolivia del
nuevo tiempo?
Capitalización es un paradigma/respuesta a un modelo de
Estado
liquidado. Surge a partir de la situación de quiebra
institucional –y en muchos casos financiera- de empresas
públicas estatales, y por la marcada incapacidad del
Estado en liderar la Nación
por rumbos de la modernidad.
En ese momento, determinado no habían respuestas a la
situación de emergencia de las empresas del
Estado. Si bien habían cumplido un primer rol de
integradoras y articuladoras del desarrollo
territorial de la Nación,
por otro lado se relegaron a tal punto que eran cargas
insoportables para el Estado que
–entrada ya la década del noventa- recibía
los ventarrones de un nuevo modelo comercial, económico,
político, social y de integración regional y subregional:
la
globalización y los mecanismos impuestos por
capitalismos a gran escala que no
hubieran permitido, de todos modos, la subsistencia de empresas
estatales tal y como se las conocía/concebía antes
de la capitalización.
En esa nueva lógica
la falta de capitales del Estado, cuyas arcas se habían
agotado prácticamente tras serios procesos
no-responsables de "modernización" y "privatización" de empresas estatales,
imposibilitaba a que sea el propio Estado el que responda a la
crisis de
ENDE, LAB, ENFE, YPFB y ENTEL.
En el lado privado nacional, de igual forma, los siempre mal
apoyados empresarios no podían hacerse cargo de esas
empresas estatales que si bien es cierto prometían
rentabilidad a
largo plazo, exigían la inyección inmediata de
dineros frescos no sólo para rehabilitarlas y relanzarlas
como competidoras en el mercado interno,
sino para hacerlas atractivas a ojos de empresarios extranjeros
interesados en inversiones en
rubros emergentes: exploración de hidrocarburos,
comercio de
aeronavegación y telecomunicaciones.
Por tanto: ni el Estado ni
los privados podían, en ese momento, y en un escenario de
desesperación nacional tras un manejo discrecional del
aparato estatal que ahogaba a Bolivia y la
constreñía a encerrarse en un siglo XX amargo y
atrasado, dar respuestas técnico/políticas
a una realidad concreta: el aparato estatal productivo y de
servicios
estaba a puertas de su propia muerte.
La capitalización surge, entonces, como el paradigma que
en el siglo XXI rescata las otrora poderosas empresas estatales
nacionales y las convierte en eficientes, eficaces y altamente
competitivas empresas de servicios al
ciudadano administradas con modelos de
gerencia de
fuerte liderazgo
sinérgico y proactivo.
Lógicamente de no haberse puesto en marcha la
capitalización y al gozar los capitales extranjeros de
suficiente racionalidad y movilidad jamás hubieran
dirigido sus inversiones a
empresas estatales en condiciones deficitarias. Ni menos invertir
en empresas sin posibilidad de rentabilidad
mediata.
Para entender y aprehender el proceso de
capitalización en Bolivia es necesario, comprender el
entorno social, político y particularmente
económico en el que se encontraba la República
antes de la capitalización.
La crisis del
aparato productivo boliviano junto al agotamiento de su modelo
agrícola de explotación, además de la
virtual quiebra del
sistema de
mono-producción de minerales no
competitivos para mercados
internacionales, y sin que existiera la posibilidad de
diversificarlos, configuraron un escenario con indicadores
macroeconómicos en negativo. Acorralando de esta forma
cualquier iniciativa que no parta por una profunda reforma del
propio Estado.
A ello se sumó la crisis del sistema privado
de producción, por la paralización del
aparato institucional estatal que fungía como principal
demandante de bienes y
servicios. La reforma al Estado introducida en 1993 redujo
fundamentalmente la concepción de Estado
prebendal/consumidor,
dando así los primeros pasos de lo que años
más tarde –hacia fines de 1995- se
consolidaría como Estado normador y regulador.
Otro de los factores que aceleró la inserción del
proceso de
capitalización como instrumento
económico-político de transformación del
Estado boliviano fue la galopante globalización y especialización de
la economía,
devastadores en un país sin "modelos"
modernos en gerencia,
administración, gestión
de las finanzas y de
larga tradición burocrática.
La inercia en mecanismos de integración regionales y subregionales y
los obsoletos niveles de tecnología y competencia de la
información forzaron a re/pensar la marcha
de la sociedad a partir
de una profunda revolución
propiciada, cabalmente, por la capitalización que
permitió desechar el modelo de Estado que desde 1952,
alentaba: una política de
intervención estatal a la producción, anulando
así la imaginación privada y dando pié a una
gama de "empresas" del Estado, manejadas con criterios sectarios
antes que técnicos.
Las economías a escala
propiciadas por el paternalismo estatal configuraron un cuadro
situacional donde la economía se centraba
únicamente sobre la base de producción y servicios
a empresas estatales, manejadas sin criterios de rentabilidad,
mucho menos de responsabilidad.
Con la –a la larga- irreal "soltura" financiera propiciada
por largos años por principales empresas del Estado que
mantuvieron por décadas a ineptos gobiernos de turno, la
presión
tributaria sobre la sociedad civil
decayó virtualmente a nivel "cero", dejando de lado esa
fuente principal como son los tributos para
el sostenimiento del Estado, generándose un discrecional
manejo de excedentes de entidades públicas.
En ese proceso de irresponsabilidad y dilapidación de
fondos, COMIBOL e YPFB absorbieron la insolvencia de todo el
aparato estatal, lo que a llevado a una casi quiebra
técnica/financiera de COMIBOL y en el atraso en investigaciones y
desarrollo de
exploraciones en YPFB.
No es falso destacar un pernicioso crecimiento vegetativo de la
administración
pública pero sin instrumentos de competitividad
y liderazgo.
Ante la desintegración de la otrora poderosa CBF y la
inviabilidad de las corporaciones de desarrollo en los
departamentos unidos a la polaridad social entre un claro
planteamiento de retorno a las dictaduras, y la incapacidad de
los partidos en llevar adelante modelos de Estado que respondan
requerimientos ciudadanos de nuevo tiempo, surge el
proceso de capitalización como modelo-respuesta y
paradigma del nuevo Estado boliviano

¿Capitalización es privatización? La capitalización se
contrapone a aquellos criterios que la tildan de
privatización en razón a que el Estado, en ese
momento, garantizó a las nuevas generaciones de
bolivianos/as poder contar
con empresas "estratégicas" en un porcentaje que promueva
una soberanía moderna y viable, porque la
inversión en capitalización es en
paquetes accionarios compartidos entre inversores internacionales
con el Estado.
La privatización es, por el contrario, un procedimiento en
el que el Estado vende sus empresas consideradas
estratégicas y administre –de la noche a la
mañana- un capital
gigantesco por el valor de
venta de las
empresas estatales y que ese capital sea
despilfarrado en gasto social no sostenible en un lapso muy
corto, produciéndose entonces un efecto devastador para la
República: deshacerse de empresas monopólicas
fundamentales (hidrocarburos,
transportes, telecomunicaciones) e inviabilizar el futuro de
nuevas generaciones por falta de recursos
financieros.
En todo caso, en Bolivia se ha intentado hacer procesos de
privatización de empresas estatales, entre el periodo
gubernativo 1989-1993, mismo que no sólo ha generado
profundas insatisfacciones ciudadanas, sino que se han cubierto
de un velo de corruptela repudiable.
La principal característica de la capitalización
es la asociación de esfuerzos: por un lado capitales
extranjeros, frescos, y en base a inversiones planificadas y en
búsqueda de rentabilidad. Por otro lado la sociedad civil,
los propios ciudadanos que se han convertido en actores del
proceso por primera vez en la historia de la
República, al ser considerados accionistas de las empresas
capitalizadas.
Hoy existen idóneos mecanismos de administración de esas acciones
manejadas por Administradoras de Fondos de Pensiones, cuya
responsabilidad es cuidar el dinero de
las acciones que
representa casi 1500 millones de dólares, mismos que por
el efecto multiplicador de economías de escala en
servicios y productos de
las capitalizadas pueda multiplicarse, fácilmente, en un
capital de 5000 millones de dólares en los próximos
seis años.
Con la capitalización el Estado no ha vendido nada. No se
ha deshecho de ninguna de sus empresas estatales
estratégicas
como hubiera ocurrido en una venta o
"privatización", lo que hizo fue adquirir nuevos capitales
internacionales, conservando las empresas, incrementando sus
patrimonios y relanzándolas como empresas competitivas en
sus respectivos rubros.

La Ley De
Capitalización Varios han sido los ciudadanos que han
liderado movimientos para descalificar la Ley de
Capitalización, y el proceso mismo, llegándola a
tildar de "ley maldita", cabalmente porque no comprendían
que la capitalización no significa la enajenación
de empresas estatales.
La capitalización no sólo ha dado resultados en
empresas sujetas al proceso, sino que ha permitido al Estado
realizar una tarea que hasta ese momento la mantenía
adormilada: la recolección de tributos, y el
ajuste de las altas cotas de evasión tributaria.
Lógicamente, es un proceso y como tal sujeto a
perfección. Pero antes de la capitalización era muy
fácil para los gobiernos de turno echar mano de fondos de
empresas estatales sin siquiera fijarse el nivel de tributos que
recaudaba, habiendo generado un círculo vicioso que
–como ya se analizó- derivó en la
práctica quiebra y auto-inviabilización de las
empresas estatales y a exasperantes niveles de evasión
fiscal.
La ley No 1544 sancionada por el Presidente de la
República el 21 de marzo de 1994, básicamente
otorgó al Poder
Ejecutivo el derecho de administrar activos de las
empresas citadas como parte de una sociedad
anónima mixta.
Permitió que el Estado se quede con el 50 % de las
acciones producto de
las empresas sujetas al proceso y el resto del
paquete accionario las puso a la venta a interesados del mundo
entero, previa determinación en valor en
libros del
patrimonio de
las empresas y reestructuración jurídica de las
mismas tornándolas en sociedades de
economía mixta con participación accionaria libre,
en donde los propios trabajadores se convirtieron en accionistas
(caso concreto de
YPFB donde ex asalariados son accionistas de empresas
capitalizadas) hasta el 50 % del paquete accionario, y la
emisión y venta del resto del 50% de las acciones a
inversores cuyas empresas hayan resultado seleccionadas en un
proceso de licitación internacional.
Los inversionistas que resultaron adjudicados con el paquete del
50 % de las acciones de cada una de las empresas estatales
pagaron el capital de las acciones al contado por un valor de
casi 1670 millones de dólares que a ojos de analistas
financieros constituyó el mayor flujo de dineros privados
al tesoro nacional en toda la historia de Bolivia.
El proceso de capitalización se completó cuando el
50 % de las acciones correspondientes al Estado en cada una de
las capitalizadas pasó a ser administrado directamente por
un banco
internacional de inversiones, el Cititrust Limited, en tanto
duró el plazo de ingreso en Bolivia de las Administradoras
de Fondos de Pensión.
Lógicamente los inversionistas internacionales recibieron
la
administración gerencial de cada una de las
capitalizadas, la garantía de sus inversiones para evitar
que el proceso se distorsione y además el Estado
legisló un sistema de regulación sectorial [SIRESE]
creando a ese efecto superintendencias de regulación
normativa en los sectores de telecomunicaciones, hidrocarburos,
electricidad,
transportes, agua, recursos
naturales y medio
ambiente.
Ese paso significativo rompió definitivamente el esquema
de Estado/empresario en Estado estrictamente normador y
regulador, garantizando tanto a inversionistas cuanto a
usuarios/ciudadanos que productos/servicios de empresas capitalizadas sean
elaborados bajo la égida de la competitividad
y criterios de calidad
total.
La regulación sectorial ha roto los esquemas arcaicos de
una frágil "institucionalidad" gubernamental, logrando
–como efecto colateral de la capitalización-
mediante la Ley 1600 de 28 de octubre de 1994 que tanto la
estructura de
tarifas en servicios y estándares de los mismos sean
decididos con un nivel de racionalidad técnica, en
contraposición al "sistema" de caprichos y paternalismos
que había en época de subvención de
tarifas.
Además, por vez primera, el rol del Estado está
direccionado a la supervisión como nuevo elemento que redunde
en la confianza de inversores internacionales, y el relanzamiento
del propio Estado por el que empezó a dedicarse a lo que
siempre debió haber hecho: atender a sus ciudadanos.
La capitalización incentivó también a viejas
generaciones de bolivianos/as con el pago del bono solidario
[BONOSOL], un monto anual y perpetuo pagaderos a mayores de 65
años, en cantidad de 220 dólares que en su primer
pago alcanzó a cubrir la cantidad de casi un cuarto de
millón de ciudadanos/as. Para la memoria
social colectiva no sólo significó una
reivindicación sino un claro efecto de un proceso hasta
ese momento renovador y desconocido.
NOTA: artículo elaborado con datos de
Ministerio de Capitalización 1994.

2. La
capitalización, paradigma del nuevo modelo de estado
[II]
Las Empresas Del Estado Antes De La
Capitalización
YPFB El caso de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos quizá es
más significativo dentro de todo el proceso de
capitalización.
El YPFB pre capitalización representaba una empresa que
-fundada bajo la visión zahorí de excelsos
ciudadanos como Dionisio Foianini- llegó a explorar
únicamente el 10 % del territorio hidrocarburífero
del país.
Su burocrático y anquilosado "modelo" de gestión
le impedían mayores desafíos. Ni en lo
técnico mucho menos en lo institucional posibilitaron que,
por ejemplo, la producción supere la barrera de los 25 000
barriles diarios de crudo.
La infraestructura petrolera, en almacenaje, plantas de
gas, campos de
extracción y refinerías pese a representar
millonarias inversiones jamás estuvieron al alcance de su
capacidad real y al ser permanentemente infladas y
sobredimensionadas por planillas de asalariados con discrecional
manejo hicieron de YPFB una empresa estatal
absolutamente negativa en cuanto a gestión.
Otro factor que apuró un proceso de capitalización
para YPFB fue el hecho que en ese momento al Banco Mundial
no le era
atractivo financiar proyectos
estatales en hidrocarburos [exploración o
explotación], habida cuenta de las malas señas de
"corrupción" imperante de anteriores
gobiernos a 1993 y los altos costos que
representan en contraposición al sector privado.
Los altos niveles de obsolescencia en equipos, inversiones muy
bajas en exploración y una plantilla de empleados inflada
permanentemente por cargas de partidos
políticos terminaron por hacer de YPFB una verdadera
"empresa costosa",
matizada por un pseudo sindicalismo
que la ahogó hasta pocos días antes de la
capitalización.
Las inversiones en materia de
hidrocarburos patrocinadas por la capitalización han
arrojado resultados alentadores: ahora se ha comprobado que
Bolivia es un país de vocación gasífera,
el desafío que a YPFB se planteaba antes de la
capitalización era invertir, cabalmente, en ésa
línea de acción, sin embargo nunca se pudo cumplir
aquello, habida cuenta su incapacidad institucional para abrir
mercados,
concretar negocios y
transportar excedentes de gas con su infraestructura y estructura
institucional perforada por diferentes flancos.
Otra de las falencias del sector era la carencia de normas
reguladoras en hidrocarburos, reglas nada claras que
impedían inversiones extranjeras ya que el obcecante
monopolio de
YPFB no sólo fue inoperante, sino que evitó ingreso
de capitales frescos a un sector que es hoy por hoy el más
importante de la República.
ENTEL La empresa nacional de telecomunicaciones [ENTEL] nace a
partir de la necesidad de comunicar a las diferentes ciudades del
país entre sí, y fundamentalmente de estas con el
mundo entero, de ahí que en 1978 se inaugura la
estación terrena Tihuanacu y el sistema de discado directo
departamental.

A pesar de ello Bolivia siguió sumida como un
país de lento avance y desarrollo en
telecomunicaciones.
Para antes de la capitalización Bolivia apenas contaba con
250 000 líneas telefónicas en servicio,
altas cotas de demanda
insatisfecha y con densidad
telefónica de 3 por cada 100 habitantes.
Los datos
significativos antes de la capitalización son: que la
densidad de
telefonía por cada 100 habitantes era de
apenas factor 3,8 sobre 26,03 del índice del Continente,
el costo de
instalación de líneas fijas de US$ 1,500 contra los
menos de 70 dólares de costo en otros
países de la región, inversiones en desarrollo de
telecomunicaciones de 2,50 por habitante/año, contra
más de 46 US$ habitante/año en el resto del
Continente.
A ese cuadro se sumaba: el servicio
telefónico en Bolivia costaba casi diez veces más
que el resto de los países de la región, un
completo aislamiento en cuanto a tecnología por
obsolescencia de equipos con los que operaba ENTEL y una cota
máxima de US$ 68 millones de dólares de venta de
servicio en telecomunicaciones por año.
Pese a ello el desafío para ENTEL, fue entonces, muy
grande: abrir el país a las comunicaciones
e insertarlo a un mundo competitivo y globalizado de
rápido avance en telecomunicaciones, sin embargo los
escollos impidieron aquello ya que menos de 150 millones de
dólares en inversiones en el periodo 1990 y 1995 y una
importante plantilla de empleados no cualificados completaban el
cuadro de ENTEL pre capitalización, resultando que
sólamente 50 poblaciones de Bolivia estaban
comunicadas.
EL LAB El caso del Lloyd Aéreo Boliviano [LAB] es
aún más delicado de examinar. Esta empresa
comercial estatal creada en 1925 inicia operaciones a
partir de un avión alemán JU f13 junkers, donado
por residentes alemanes en La Paz.
Hasta 1994
acumuló importantes pérdidas por tramos no
rentables que fueron reducidos paulatinamente.
Para 1995 las pérdidas del LAB se habían acumulado
de tal forma que llegaron casi a 7 millones de dólares no
sólo por la falta de criterios administrativos de gestión
empresarial, sino que incurrían en costos elevados
de mantenimiento
realizados en Costa Rica, a un
millón de dólares por año !!
El LAB presentaba un cuadro institucional horroroso: absoluta
discrecionalidad con el manejo de boletos aéreos, con el
sistema de cargas, elevados niveles de reclamos por
pérdidas de equipaje, cero puntualidad en el servicio,
adquisición irresponsable y no técnica de repuestos
para aeronaves que generaba altos costos de mantenimiento,
deudas con AASANA, impuestos
internos y con YPFB por consumo de
combustible.
Su pequeña flota de aviones [boeings de la década
del sesenta] no sólo que ya no satisfacían
espectativas del servicio, sino que más de una vez
estuvieron en aprietos para seguir operando a Estados Unidos,
mercado
"estrella" del LAB. Aunque se debe rescatar que inclusive antes
de la capitalización el índice de seguridad en
vuelo nunca varió, siendo el LAB una compañia
aérea de las más seguras del mundo.
ENDE El caso de ENDE logra resumir el proceso de
capitalización desde dos ángulos: por un lado
rescata su gestión como empresa pública con
criterios de manejo gerencial privado, por que existía un
poder de veto
sobre ejecutivos y gerentes que mantuvo el Banco Mundial,
principal financiador de la misma, y por el otro se desecha la
arbitrariedad y unilateralidad con las que ENDE fijaba escalas de
precios de la
energía
eléctrica por la inexistencia de normas legales
reguladoras.
La capitalización surge como una preocupación en
buscar no sólo la incorporación de capitales
frescos a ENDE, sino, en todo caso, ejercitando un poder legal
ausente en ese momento reestructurar el sistema de concesiones de
energía
eléctrica a fin de hacerlo más barato para los
usuarios finales y con mayores metas de expansión en el
mercado boliviano tanto en generación cuanto en distribución, olvidando subvenciones a
sectores privilegiados.
ENFE El estado de los casi 3000 kilómetros de vías
férreas en el país era lamentable, más
aún el servicio que la empresa
nacional de ferrocarriles [ENFE] prestaba en sus dos ramales
fundamentales: red oriental, red occidental,
además que el material rodante representaba un conjunto de
máquinas que no sólamente eran
obsoletas, sino que al no haber sido renovadas nunca sus costes
de mantenimiento y reparación en la mayoría de los
casos no eran cubiertos con los propios ingresos de
la
empresa.
Las estaciones, tanto en lo operativo como en lo
arquitectónico no fueron pensadas, ni menos
reacondicionadas, como verdaderos ejes de desarrollo en
transportes. Eran simples galpones alejados de las ciudades.
Sin embargo la empresa se daba el lujo de contar con casi 5000
empleados sin los credenciales profesionales suficientes, un
personal poco
calificado y agrupado en sindicatos que
generaban un pésimo clima a
ejecutivos sometidos a una cuasi
dictadura
sindical.
La corrupción
y los altos niveles de manejo discrecional de la empresa
generaron que la red occidental llegue a situación de
quiebra, hecho financiero que casi arrastra a la red oriental. La
red occidental perdió -por su desatención al
mercado- de su exclusivo monopolio de
transporte de
cargas hacía Chile, ya que
los empresarios mineros empezaron a preferir por costos y por
menor tiempo el servicio por vía carretera.
Algunos importadores de trigo como exportadores de soya y
minerales
recibían trato preferencial en cuanto a tarifas, habiendo
perforado, prácticamente, las finanzas de la
de por sí alicaida empresa que llegó a acumular
pasivos por casi 200 millones de dólares!!
NOTA: comentario elaborado con datos de Ministerio de
Capitalización 1994.

3. La
capitalización, paradigma del nuevo modelo de estado
[III]
El Estado Post-Capitalización Con la
capitalización –y su sustento fundamental en la
regulación- un nuevo modelo de Estado inauguró el
siglo XXI.
Abre la nueva época en que otrora empresas estatales eran
absurdos modelos de una soberanía de lo imposible, y se liberan
fuerzas de un capitalismo
privado revolucionador/evolucionador, productivo y de efectos
multiplicadores.
Caso YPFB La capitalización de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales Bolivianos YPFB es
paradigmática.
Resulta ser la operación estrella de todo el proceso de
inyección de capitales a la economía nacional.
Inicialmente antes del proceso per sé, el Estado
definió por vez primera en la historia una verdadera
política
de Estado en materia de
hidrocarburos: un triángulo energético que
tomó en consideración una legislación de
hidrocarburos, las exportaciones de
gas y la capitalización del sector.
La espectativa fue enorme: casi 40 empresas y holdings
internacionales se presentaron al proceso de selección
de socios estratégicos para las unidades de
exploración, transporte,
comercialización y explotación de
YPFB.
Previamente se constituyeron tres empresas con acciones estatales
y privadas: la empresa Petrolera Andina SAM, capitalizada por el
socio estratégico liderado por el consorcio
YPFArgentina-Perez Companc-PlusPetrol con un aporte de 265
millones de dólares, superando en casi 200 veces el valor
en libros de esa
unidad de exploración y producción de YPFB.
La segunda empresa –también a cargo de
exploración y producción- fue la empresa Petrolera
Chaco SAM recibiendo de socio estratégico a la Amoco
Petroleum Corporation que realizó el mayor aporte de
capitales, superando los 305 millones de dólares el
equivalente a más de 200 veces el valor en libros de esa
ex unidad de YPFB.
Finalmente el tercer socio estratégico capitalista fue el
consorcio Enron – Shell Overseas Holding que aportó
263 millones de dólares para la capitalización de
la denominada Transredes (transportadora de ductos SAM).
Las inversiones internacionales en el sector hidrocarburos
representaron, únicamente en exploración,
producción y transporte por ductos, cifras que rondan los
850 millones de dólares inyectados en dos bloques
petroleros en los que está dividida Bolivia.
Los socios capitalizadores fueron elegidos con criterios
técnicos ampliamente debatidos y de exigencia
internacional: se les pidió contar con experticia en
operaciones de
hidrocarburos, un patrimonio
neto de 1000 millones de dólares (para el capitalizador de
Chaco SAM) y de no menos de 500 millones de dólares para
el capitalizador de Andina SAM, además de estar
certificados como productores de crudo por 20 millones de
dólares anuales. El socio que capitalizó los
ductos, de igual forma, debió probar un patrimonio neto
superior a 800 millones de dólares y tener experiencia en
administración y gestión de transporte de
hidrocarburos por ductos.
Impositivamente el Estado salió beneficiado, ya que las
regalías por producción representaron para arcas
gubernamentales el equivalente al 18 % del valor, habiendo
además un excedente impositivo a favor del Estado por la
venta de gas al Brasil y a otros
mercados.
YPFB Residual ha quedado con la
administración de las refinerías, servicios de
almacenaje, engarrafadoras, servicios de combustibles
aéreos y como un comercializador mayorista de
hidrocarburos en territorio nacional, unidades últimas que
con el concurso de socios estratégicos capitalizadores y
de los propios ex empleados y empleados se van a constituir en
unidades de negocio haciéndolas más eficientes y
competitivas.
La capitalización permite que hoy en día el
gobierno
negocie con empresarios de California-Estados Unidos
interesados en comprar gas boliviano a precios
competitivos, a la construcción de un segundo ducto al
Brasil y a la
apertura de mercados más a allá del Océano
Pacífico, operaciones que de ninguna manera se hubieran
abierto sin el aporte de capitales internacionales, habida cuenta
la incapacidad del YPFB precapitalización de invertir
fondos que eran imposible obtenerlos por cuenta propia.
Los dineros frescos para la economía nacional, la construcción de ductos y el efecto
multiplicador de la capitalización permitieron elevar
niveles macroeconómicos, además de señalar a
Bolivia la senda de país con vocación natural
gasífera, permitiendo a nuevas generaciones contar con
suficientes recursos que les
permitan seguir construyendo la Bolivia del nuevo tiempo.
El aporte tecnológico de los socios extranjeros avizora un
país competitivo en materia de hidrocarburos,
además que la responsabilidad del Estado como ente
normador y regulador por intermedio de la superintendencia
correspondiente patrocina competencias con
reglas claras, incentivo a la investigación y desarrollo de mercados, el
liderazgo en producción y servicios y fundamentalmente el
constante cambio que
beneficia tanto al sector cuanto a la sociedad en su
conjunto.
Caso ENTEL Son 610 millones de dólares aportados por la
Euro Telecom International NV Stet Italy como nuevo socio
estratégico de ENTEL.
La inversión del operador italiano
permitió incrementar la telefonía nacional incorporando más
de 300 poblaciones con más de 5000 teléfonos
públicos –antes inexistentes- satisfaciendo casi el
90 % del tráfico de llamadas internas y
externas.

El ingreso de telefonía
celular, transmisión de datos, conexiones a Internet y los sistemas GSM de
comunicación móvil han reemplazado
viejos equipos mantenidos hasta entonces por la ENTEL
estatal.

El desarrollo de proyectos de
fibra
óptica, expansión de servicios al usuario,
incremento geométrico de celulares y desarrollo de
redes de
tráfico internacional han catapultado al país a un
nuevo tiempo en telecomunicaciones.
De igual forma inversiones en telecomunicaciones propiciadas por
la capitalización han logrado que en un breve espacio de
tiempo 1995-2001 las nueve capitales de departamento y ciudades
intermedias importantes cuenten con acceso a celular, Internet, transmisión
de datos y tendido de fibra óptica
que permite a Bolivia ser país puente entre ambos
océanos.
Hoy –a un par de meses de la desregulación del
mercado monopólico de las telecomunicaciones en las
ciudades del país, controladas por cooperativas
el socio estratégico de ENTEL ha logrado no sólo
incrementar cotas de satisfacción de usuarios, sino que
propició una verdadera revolución
de acceso a comunicaciones
a poblaciones rurales antes aisladas.

En lo administrativo gerencial ENTEL ha evolucionado
de ser considerada la clásica postura de "botín"
partidario para convertirse en una operadora de excelentes
niveles de competitividad
y liderazgo gerencial, aprovechando el potencial de profesionales
bolivianos y extranjeros.

Con la desregulación del mercado se
podrá medir la magnitud total de la capitalización
y su efecto multiplicador en la economía nacional, ya que
incentivará la competencia entre
operadores y terminará con un mediocre sistema de cooperativismo
telefónico de tan cuestionado manejo en las principales
ciudades del país (ver las sucesivas intervenciones del
gobierno a Cotel,
en La Paz, por ejemplo).

La Euro Telecom International NV Stet Italy fue
seleccionada, en un riguroso procedimiento de
calificación que el Estado boliviano requería al
que viniera a ser socio estratégico una rentabilidad de
2000 millones de dólares, excelente nivel de
captación crediticia y una larga data de prestaciones
de servicio en telecomunicaciones.
Caso del LAB El proceso capitalizador continuó con el
Lloyd Aéreo Boliviano cuyo socio estratégico, la
Viacao Aérea de Sao Paolo VASP aportó en total 47
millones de dólares para fortalecer un alicaído
LAB.
Los aportes del socio brasileño fueron: 5 millones de
dólares en efectivo y al contado, adquisición de
una aeronave Boeing especialmente acondicionada para el LAB y
adicionalmente el alquiler de otras 2 aeronaves Boeing.
La capitalización significó al LAB un remozamiento
gerencial y de gestión, la recuperación de activos fijos
tenidos por chatarra (repuestos), la consolidación de un
centro de mantenimiento especializado (D check) en aeronaves
Boeing en Cochabamba, evitando así los costes generados
por las reparaciones antes verificadas en Costa Rica a
precios astronómicos para las finanzas de la línea
de bandera.
En el año 1995 el LAB perdió –en el ejercicio
de cierre poco antes de la capitalización 6 millones de
dólares-, y para fines de 1996 superó ese resultado
negativo habiendo obtenido una rentabilidad líquida de 1.5
millones de dólares. Los avances del LAB no sólo se
redujeron a su nuevo éxito
financiero, sino que además su participación
proactiva en el mercado boliviano e internacional le
permitió alcanzar nuevas cotas de seguridad,
puntualidad y atención al usuario.
El LAB capitalizado alza vuelo para la nueva década
afianzando mercados potenciales como Estados Unidos y sirviendo
en rutas secundarias del Continente, sirviendo a pasajeros en el
Mercosur y el
CAN.
Algunos problemas
surgidos en el LAB hace un tiempo atrás no cuestionan la
médula central de la capitalización, sino que
están motivados por una mala fiscalización de entes
correspondientes, situación que se corregirá en el
proceso de afianzamiento de la capitalización de esa
línea aérea.
Caso ENDE La capitalización del sector energía
eléctrica tuvo varios efectos colaterales de suma
importancia: inicialmente se abrió el mercado,
desregulándolo mediante la Ley de Electricidad No.
1604 de 31 de diciembre de 1994; formándose empresas
capitalizadas competitivas y garantizando así un mercado
de proveedores
(generadores) de energía con absoluta capacidad de
satisfacer el mercado nacional e inclusive proyectarlo a demandas
agregadas de mercados de la región.
La capitalización de las generadoras de ENDE estuvieron a
cargo de las empresas inversoras que en su conjunto han aportado
casi 140 millones de dólares de dineros frescos a la
economía nacional.
En el caso concreto de
Corani, el inversor estratégico es la Dominion Energy,
para Valle Hermoso Constellation Energy y para Guaracachi la
Energy Initiatives, socios estratégicos que han sido
seleccionados tras haber cumplido estrictos requisitos
técnicos internacionales para inversiones en
energía, tales como por ejemplo: patrimonio de más
de 100 millones de dólares, un mínimo de 200 MW en
capacidad de plantas
eléctricas y un factor de menos del 5% de endeudamiento
sobre sus patrimonios.
Los socios inversores internacionales han revolucionado no
sólo los modos de gestión, sino que han instalado
equipos de alta tecnología y capacidad reduciendo costes
operacionales a menos del diez por ciento, debiendo mantener un
compromiso de inversión en bienes de
capital por encima del 90 % del monto de acciones adquiridas.
Estas empresas de generación venden electricidad a
mayoristas en transmisión y estos a empresas de distribución, cuyo usuario y destinatario
final es el ciudadano.
Caso ENFE Las dos redes de ENFE que fueron
capitalizadas por el socio estratégico chileno Cruz Blanca
S.A. aportaron casi 40 millones de dólares para ambas
redes, la red andina recibió 13 millones de dólares
y la red oriental 25 millones de dólares.
Los derechos de
operación para el socio estratégico han sido
concesionados por 40 años, definiéndose que
–siguiendo la esencia misma de la capitalización- el
material rodante y activos en
equipos son transferidos a propiedad de
la capitalizada, pero tanto los tramos, vías, terrenos y
bienes inmuebles continúan en propiedad del
Estado boliviano.
El socio estratégico al igual que los otros fue
seleccionado previo cumplimiento de requisitos tales como
experiencia en el manejo y administración de redes
ferroviarias, capacidad y competitividad en gestión y
liderazgo gerencial, de manera que se garantice a los usuarios no
sólo puntualidad en servicios, sino también
regularidad, seguridad y fundamentalmente es un sector que ha
dejado de ser subvencionador y subvencionado.
Los capitales chilenos invertidos en ENFE si bien han sido
criticados –por las obvias diferencias
histórico/territoriales con Chile- no ha
sido factor fundamental para que el socio estratégico no
sea calificado, habida cuenta del nulo interés de
empresarios soyeros o mineros bolivianos en capitalizar este
sector de transporte que bien hubiera podido potenciar sus
cadenas productivas en el país.
Evidentemente la capitalización ha reconfigurada el
escenario empresarial ferrocarrilero boliviano, favoreciendo al
resurgimiento del criterio de integrar ambas redes (oriental y
occidental) por Aiquile.
El esfuerzo del gobierno de salvar los ferrocarriles bolivianos
de su quiebra e inutilización absoluta dieron frutos
inmediatos, habiendo generado la ENFE capitalizada –al
margen de su rentabilidad después de costos- impuestos al
Estado por valor superior a los 3 millones de
dólares.

4.
Conclusiones

El modelo de nuevo Estado propiciado por
la capitalización ha redundado en el éxito
del proceso mismo.
Se ha cumplido un caro objetivo: que
inversionistas extranjeros aporten capital, tecnología y
gerencia modernos a un país que sólo podía
ofrecer bienes de capital, en algunos casos obsoletos. En todo
caso la audacia del gobierno de ese momento ha podido hacer
atractivas las industrias y
empresas a capitales extranjeros de manera de relanzarlos a un
nuevo tiempo de investigación, desarrollo de nuevos
productos y servicios, competitividad y liderazgo en cada uno de
los sectores.
La idea de la capitalización ha dado un alivio a las
vacías arcas estatales sin comprometer patrimonio
nacional, re/pensando, redimensionando y revolucionando el Estado
mismo y sus relaciones con la sociedad y con capitalistas. A
partir de la capitalización el Estado paternal/prebendal
dio paso al verdadero Estado moderno: normador, regulador,
fiscalizador, supervisor. Se elevaron los tributos recolectados
por el Estado, se formalizaron miles de "empresarios" evasores,
se consolidó una élite de empresarios e
inversionistas nacionales y extranjeros que trabajan como
empresas satélite y de servicios al rededor de las
capitalizadas y se dio la mejor oportunidad al país:
descubrir su verdadera vocación productiva de país
gasífero, agrícola y de servicios. A partir de la
capitalización nuevos clusters de mercados se abrren para
los productos y servicios con valor agregado.

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