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Renacimiento




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    Indice
    1.
    ¿Que fue el renacimiento?

    2. Leonardo Da
    Vinci

    3. Nace el
    humanismo

    4.
    Bibliografía

    1. ¿Que fue el
    renacimiento?

    Se denomina Renacimiento al
    movimiento
    cultural que surge en Europa el siglo
    XIV, y que se muestra como
    característica esencial su
    admiración por la antigüedad grecorromana. Este
    entusiasmo, que considera las culturas clásicas como la
    realización suprema de un ideal de perfección, se
    propone la limitación en todos los ordenes, lo que explica
    el calificativo de Renacimiento,
    pues en verdad, se trataba de un renacer, de un volver a dar vida
    a los ideales que habían inspirado aquellos pueblos.
    El Renacimiento,
    desde luego no fue una simple exhumación de las artes
    antiguas. El interés
    por el arte grecorromano
    fue una consecuencia. En principio, se aspiro a una
    renovación en todas las parcelas de la cultura
    humana, filosofía, ética,
    moral,
    ciencia,
    etc… encaminada a la hechura de un hombre que
    fuera comprendido y resumen de todas las perfecciones
    físicas e intelectuales. El hombre
    integral, el genio múltiple, en el que se concilian todas
    las ramas del saber en una actitud
    fecunda, fue la gran creación del Renacimiento que
    cristalizo en figuras que mantienen viva la admiración
    atravez de los tiempos, como un Leonardo da
    Vinci, un Miguel Angel, un Rafael.
    En los últimos años del siglo XV y a lo largo de la
    totalidad del XVI se desencadenó un conjunto de procesos de
    todo orden que ha recibido el nombre de Renacimiento. Desde la
    perspectiva del hombre
    contemporáneo, este período se caracteriza por un
    cambio en la
    visión del mundo y en los sentimientos que en muchos
    sentidos puede ser interpretado como una anticipación
    inmediata de lo que hoy es el ser humano. Por primera vez se nos
    presenta la posibilidad de conocer con una cierta profundidad el
    aspecto físico y el medio de vida de los hombres de un
    tiempo pasado:
    las técnicas
    realistas en la pintura y en
    la escritura nos
    han hecho llegar descripciones pormenorizadas de rostros, casas y
    ciudades. Por lo demás la correspondencia personal, la
    costumbre de escribir autobiografías y la invención
    de la imprenta han facilitado también la investigación posterior.
    Esta época se caracteriza, en otro sentido, por una
    ampliación de los horizontes históricos y
    geográficos. Renacimiento quiere decir ante todo,
    resurrección de las antiguas civilizaciones de Grecia y de
    Roma. La lengua griega
    hacía tiempo que era
    enseñada en Italia y
    parecía como si la curiosidad y el espíritu de
    libre investigación que había
    caracterizado a la cultura
    ateniense resurgieran con el estudio del idioma.
    El influjo de la cultura romana, por su parte, se hizo sentir
    también de una manera especial en Italia, el
    núcleo geográfico en el que la revolución
    cultural renacentista se haría sentir más fuerte. A
    este hecho no eran ajenos fenómenos como la preponderancia
    del derecho
    romano, la utilización del latín por parte de
    alguno grupos
    sociales y la conservación de un gran número de
    edificios antiguos.
    Pero también el horizonte geográfico del hombre
    renacentista se había visto ensanchado: aventureros,
    comerciantes y misioneros habían descubierto tierras hasta
    entonces desconocidas, alcanzando al tiempo las costas orientales
    de Asia tras
    circunnavegar el continente africano.
    El desarrollo de
    los conocimientos científicos había puesto en duda
    verdades que antaño se consideraban tan importantes como
    la forma de la Tierra o el
    lugar del hombre en el universo. En
    este mismo contexto se produjeron importantes cambios en lo que a
    la vida se refiere. El principal de ellos fue provocado por la
    reforma protestante.
    ¿Cómo fue la llegada del renacimiento a los
    diferentes paises de aquel mundo?

    Llegada del Renacimiento a Italia
    Con la llegada del Renacimiento apareció una nueva e
    influyente clase social constituida por los
    humanistas. Hasta entonces, la Iglesia
    había condicionado toda la vida cultural, pero ahora
    la ciencia
    llegaba directamente al ciudadano, gracias al aristotelismo, en
    boga durante los comienzos del Renacimiento. Ésta
    filosofía fue cediendo terreno al platonismo y el arte
    empezó a basarse sobre la propia ciencia. La
    geometría y otras ramas de las matemáticas ocuparon un lugar esencial en
    la nueva concepción de la cultura, se desecho el arte
    puramente lineal y se busco con ahínco la forma
    tridimensional.
    La pintura
    italiana de los comienzos del siglo XV es todavía
    narrativa y escoge los muros de las Iglesias. La técnica,
    en especial con el fresco, es de gran sencillez. Sin embargo, con
    la pintura al óleo, el artista abandona la limitada
    temática religiosa y se complace en mostrar el esplendor
    de la forma, la luz y el espacio
    infinito.

    El quattrocento
    Durante el siglo XV, la Florencia de los Medicis vivió un
    momento culminante de la pintura.
    Fra Angélico represento los primeros esbozos del
    Renacimiento, de su maestro Fray Lorenzo de Mónaco asimilo
    el brillante colorido. Toda la temática es religiosa y lo
    más notable de las obras, frescos y retablos, se
    encuentran en el convento de San Marcos, en Florencia.
    Masaccio represento mucho en la conquista de valores
    táctiles. Gran parte de sus obras se han perdido, pero aun
    se pueden admirar los frescos que realizo en la Iglesia del
    Carmen de Florencia.
    Fra Filippo Luppi realizo bellísimas Madonas. A Andrea del
    Castagno se le deben los frescos del convento de Santa Apolonia,
    los más monumentales del arte Florentino. En éste
    artista se nota la influencia del escultor Donatello y del pintor
    Masaccio. El siglo XVI, señala el apogeo de la pintura
    renacentista italiana y constituye una de las épocas
    más brillantes del arte universal. No podía ser de
    otra manera con la coincidencia en el tiempo y en el espacio de
    maestros de la talla de Leonardo da
    Vinci, Miguel Angel, Rafael y Corregio.
    Así como Florencia ejerció la homogénea
    artística en la centuria anterior, ahora es Roma la que
    irradia al mundo entero el poderoso influjo de estos artistas.
    Los pintores posteriores se limitaron a seguir las normas trazadas
    por los grandes maestros.
    Solamente Venecia mantuvo un estilo original, basado en el
    intenso cromatismo y en una pincelada ancha decidida que buscaba
    llegar a una especie de vibración luminosa de colores.
    Hasta cierto punto esta ciudad permaneció al margen de la
    creación artística de los grandes maestros
    romanos.

    España
    Aunque la pintura española de la baja edad media
    acusa el influjo de las escuelas Sienesa y Florentina, hasta el
    siglo XVI no puede hablarse de una arte contemporánea
    renacentista. Algunos pintores españoles viajaron a
    Italia, mientras que artistas italianos fueron a la
    Península Ibérica, y este intercambio unido a la
    influencia de los maestros Flamencos, permitió la
    divulgación de las nuevas tendencias
    estéticas.

    Portugal
    Durante el siglo XVI, Portugal contó con una escuela
    pictórica que se movió dentro de las normas del arte
    Flamenco, pero acabo nacionalizándose. Los retratos de la
    iglesia de San Francisco están firmados por Francisco
    Enríquez de quien apenas se tiene noticias.

    Alemania
    En la primera mitad del siglo XVI, Alemania
    cuenta con varias figuras de primer nivelen la pintura universal.
    Los artistas trabajan en este país para los burgueses y no
    para los de la corte, y en el arte del grabado se encuentran
    abundantes temas civiles para complacer precisamente a esta clase
    social.

    Países Bajos
    La influencia italiana también alcanzo a estas tierras,
    reflejándose en los diversos trabajos de los grandes
    maestros Flamencos. Avanzando el siglo XVI, como la escuela de brujas
    había perdido la importancia que tenia, la de Amberes la
    sustituyó en el lugar que ella ocupaba.

    Francia
    La pintura Francesa de esta época se caracteriza por la
    acción de corrientes distintas: La italiana y la flamenca.
    Aunque en Francia
    residieron temporalmente Leonardo da Vinci y Andrea del Sarto, en
    realidad la influencia italiana se produjo en este país a
    raíz de la llegada de los manieristas que difundieron el
    estilo de Parmesano y de Rafael.
    Tambien otras artes tuvieron lugar en el renacimiento.
    Aquí vemos un claro ejemplo con la alquimia durante este
    periodo temporal:
    Durante el renacimiento alquimista se había convertido en
    químico y alquimia había pasado a ser la ciencia
    llamada Química. Surgió un nuevo interés
    por las teorías
    griegas sobre el tema. Las investigaciones
    realizadas por los alquimistas de la edad media
    fueron usadas para fundar las bases de la química moderna.
    El
    conocimiento químico se amplió
    considerablemente y los científicos comenzaron a explicar
    el universo y sus
    fenómenos por medio de la química.
    Comienzan a aparecer obras qúimicas en el sentido moderno
    de las palabra. Por otro lado la alquimia alcanza su apogeo, y se
    asocia cada vez más con la cábala, la magia y la
    teosofía
    Todos los conocimientos químicos desarrollados durante la
    edad media comenzaron a ser vistos desde otra perspectiva mas
    científica y se formaron las bases sobre las cuales la
    química moderna se apoya. Sin embargo muchos
    químicos aceptaron algunas doctrinas de la época
    como marco de trabajo lo cual retrasó el desarrollo de
    la química aunque esta avanzó a grandes pasos
    durante ésta época.
    En el brillante nacimiento de esta ciencia, uno de los primeros
    genios fue Robert Boyle, quien formuló la ley de los
    gases que hoy
    lleva su nombre. En su obra "El Químico Escéptico"
    (1661), Boyle fue el primero en establecer el criterio moderno
    por el cual se define un elemento: una sustancia básica
    puede combinarse con otros elementos para formar compuestos y que
    por el contrario éstas no pueden descomponerse en una
    sustancia más simple.
    Sin embargo, Boyle conservaba aún cierta perspectiva
    medieval acerca de la naturaleza de los
    elementos. Por ejemplo creía que el oro no era un elemento
    y que podía formarse de algún modo a partir de
    otros metales. Las
    mismas ideas compartía su contemporáneo Issac
    Newton, quien
    dedicó gran parte de su vida a la alquimia.
    Un siglo después de Boyle, los trabajos prácticos
    realizados por los químicos empezaron a poner de
    manifiesto que sustancias podían descomponerse en otras
    más simples y cuales no. Henry Cavendish demostró
    que el Oxígeno
    se combina con el hidrógeno para formar el agua, de
    modo que ésta no podía ser un elemento. Más
    tarde, Lavoisier descompuso el aire (que se
    suponía en ese entonces un elemento), en oxígeno
    y nitrógeno. Se hizo evidente que ninguno de los elementos
    de los griegos eran tales según el criterio de Boyle.
    En cuanto a los elementos de los alquimistas, el mercurio y el
    azufre resultaron serlo en el sentido de Boyle. También lo
    eran el hierro, el
    estaño, el plomo, el cobre, la
    plata, el oro y otros no metálicos como el fósforo,
    el carbono y el
    arsénico. El elemento de Paracelso, la sal, fue
    descompuesto en dos sustancias más simples.
    Desde luego, el que un elemento fuera definido como tal
    dependía del desarrollo alcanzado por la química en
    esa época. Mientras una sustancia no pudiera descomponerse
    usando las técnicas
    disponibles debía seguir siendo considerada como un
    elemento. Por ejemplo, la lista de 33 elementos formulada por
    Lavoisier incluía entre otros, los óxidos de cal y
    magnesio. Pero catorce años después de la muerte de
    Lavoisier en la guillotina durante la Revolución
    Francesa, el químico inglés
    Humphry Davy, empleando una corriente
    eléctrica para escindir las sustancias, descompuso la
    cal en oxígeno y en un nuevo elemento, el calcio; hizo lo
    mismo con el óxido de magnesio obteniendo oxígeno y
    un nuevo elemento: el magnesio.
    A pesar del gran giro de esta ciencia en el renacimiento,
    todavía quedaba el gran objetivo de
    hacer oro en estudio, fenómeno que recien fue desaprovado
    científicamente en el siglo 19. Al estar basado el
    poderío
    de un país en la cantidad de oro que poseía en La
    metrópolis de la Alquimia, Praga, los emperadores
    Maximiliano II y Rodolfo II financiaban y entretenían a
    todos los alquimistas de Europa para
    mantenerlos en su poder y de
    poderse hacer oro ellos serían los dueños de
    éste.
    Esto no Era una ventaja para los alquimistas. En 1595 Edward
    Kelley, alquimista inglés
    junto con John Dee, famosos astrólogo, alquimista y
    matemático, perdieron su vida en un intento de escapar de
    Rudolf II. En 1603 Christian II torturó a Scotsman
    Alexander Seton quien había viajado por Europa haciendo
    transmutaciones. La situación era complicada ya que los
    alquimistas estaban dejando la transmutación o la medicina para
    convertirse en religiosos y científicos de las teorías
    griegas.
    Entre los libros
    más influyentes que aparecieron en esa época
    había trabajos prácticos sobre minería y
    metalurgia.
    Esos tratados
    dedicaban mucho espacio a la extracción de los metales valiosos
    de las menas, trabajo que requería el uso de una balanza o
    una escala de
    laboratorio y
    el desarrollo de métodos
    cuantitativos (véase Análisis químico). Los especialistas
    de otras áreas, especialmente de medicina,
    empezaron a reconocer la necesidad de una mayor precisión.
    Los médicos, algunos de los cuales eran alquimistas,
    necesitaban saber el peso o volumen exacto de
    la dosis que administraban. Así, empezaron a utilizar
    métodos
    químicos para preparar medicinas.
    Esos métodos fueron promovidos enérgicamente por el
    excéntrico médico suizo Theophrastus von Hohenheim,
    conocido como Paracelso. Al crecer en una región minera se
    había familiarizado con las propiedades de los metales y
    sus compuestos, que según él eran superiores a los
    remedios de hierbas utilizados por los médicos ortodoxos.
    Paracelso pasó la mayor parte de su vida disputando
    violentamente con los médicos de la época, y en el
    proceso
    fundó la ciencia de la iatroquímica (uso de
    medicinas químicas), precursora de la farmacología.
    Él y sus seguidores descubrieron muchos compuestos y
    reacciones
    químicas. Modificó la vieja teoría
    del mercurio-azufre sobre la composición de los metales,
    añadiendo un tercer componente, la sal, la parte terrestre
    de todas las sustancias. Declaró que cuando la madera arde
    "lo que se quema es azufre, lo que se evapora es mercurio y lo
    que se convierte en cenizas es sal". Al igual que con la teoría
    del azufre-mercurio, se refería a los principios, no a
    las sustancias materiales que
    responden a esos nombres. Su hincapié en el azufre
    combustible fue importante para el desarrollo posterior de la
    química. Los iatroquímicos que seguían a
    Paracelso modificaron parte de sus ideas más extravagantes
    y combinaron las fórmulas de él con las suyas
    propias para preparar remedios químicos. A finales del
    siglo XVI, Andreas Libavius publicó su Alchemia que
    organizaba el saber de los iatroquímicos y que se
    considera a menudo como el primer libro de
    química.
    En la primera mitad del siglo XVII empezaron a estudiar
    experimentalmente las reacciones
    químicas, no porque fueran útiles en otras
    disciplinas, sino más bien por razones propias. Jan
    Baptista van Helmont, médico que dejó la
    práctica de la medicina para dedicarse al estudio de la
    química, utilizó la balanza en un experimento para
    demostrar que una cantidad definida de arena podía ser
    fundida con un exceso de álcali formando vidrio soluble, y
    cuando este producto era
    tratado con ácido, regeneraba la cantidad original de
    arena (sílice). Esos fueron los fundamentos de la ley de
    conservación de la masa. Van Helmont demostró
    también que en ciertas reacciones se liberaba un fluido
    aéreo. A esta sustancia la llamó gas. Así
    se demostró que existía un nuevo tipo
    de sustancias con propiedades físicas particulares.
    En el siglo XVI los experimentos
    descubrieron cómo crear un vacío, algo que Aristóteles había declarado
    imposible. Esto atrajo la atención sobre la antigua teoría de
    Demócrito, que había supuesto que los átomos
    se movían en un vacío. El filósofo y
    matemático francés René Descartes y
    sus seguidores desarrollaron una visión mecánica de la materia en la
    que el tamaño, la forma y el movimiento de
    las partículas diminutas explicaban todos los
    fenómenos observados. La mayoría de los
    iatroquímicos y filósofos naturales de la época
    suponían que los gases no
    tenían propiedades químicas, de aquí que su
    atención se centrara en su comportamiento
    físico. Comenzó a desarrollarse una teoría
    cinético-molecular de los gases. En esta dirección fueron notables los experimentos del
    químico físico británico Robert Boyle, cuyos
    estudios sobre el 'muelle de aire' (elasticidad)
    condujeron a lo que se conoce como ley de Boyle, una
    generalización de la relación invrsa entre la
    presión
    y el volumen de los
    gases.
    A finales del renacimiento con el nacimiento de la química
    moderna, la alquimia se había transformado en una ciencia
    con objetivos
    religiosos ocupando su lugar la química moderna que
    llevaría a cabo descubrimientos sorprendentes durante los
    siglos 18, 19 y 20.

    En la epoca renacentista existieron grandes artistas que
    brillaron en esa etapa temporal.
    Aquí se los destaca:

    Rafael:
    Rafael nació en Urbino el 6 de abril de 1483. El padre,
    Giovani Santi, era un pintor de buen nivel y un poeta apreciado
    en la corte de Federico y Guidobaldo di Montefeltro,
    señores de la ciudad; de la madre, Magia di Battista
    Ciarla, se sabe que era hija de un comerciante de Urbino, que
    contrajo matrimonio en
    1480, y que murió en 1491, cuando el hijo tenía
    ocho años.
    Fue así como en la noche del Jueves al Viernes Santos de
    1483, hacia las tres de la madrugada, Magia dio a luz a un
    niño, que recibió el nombre de Rafael, el del
    arcángel de la primavera y de la hermosura.
    Rafael creció en el clima refinado y
    tranquilo de la pequeña ciudad de Urbino, que el duque
    Federico había querido transformar en una moderna capital, donde
    confluyeran arquitectos, pintores, literatos y escultores.
    Animado por su padre, Rafael comenzó a estudiar el arte de
    la pintura, ejercitándose en el dibujo y en la
    perspectiva, esa difícil ciencia cuyos teóricos
    más capaces se encontraban por entonces en los
    círculos intelectuales de Urbino. Trabajando en el taller
    paterno realizó sus primeras experiencias
    profesionales.
    El 7 de octubre de 1491 muere su madre y el 1 de agosto de 1494
    su padre, quedando Rafael bajo la tutela de un tío
    paterno, don Bartolomeo. A sus once años, tras haber
    perdido a sus padres y sus hermanas, fue confiado a una madrastra
    que no pareció interesarse por él, ya que se
    retiró a su familia y luego
    le promovió un pleito, que aun duraba en el año
    1500. Parece que su tutor tampoco quiso complicarse la vida
    'cargando' con un muchacho que no sabía más que
    pintarrajear candelabros y que le ponía en las manos un
    litigio. Simón Ciarla, hermano de su madre, fue el
    único amigo que Rafael encontró entre sus
    familiares. No se sabe si su tío Simón le tuvo en
    su casa o si estuvo algún tiempo con don Bartolomeo.
    Hacia 1495, un joven pintor, natural de Urbino, abandonaba el
    taller de Francisco Francia para
    volver a su país. Hablamos de Timoteo Viti, un joven que,
    apenas instalado en Urbino, desempeñó allí
    un papel
    semejante al de Leonardo da Vinci cerca de Ludovico el Moro, en
    Milán: espiritual y hábil para improvisar canciones
    que acompañaba con el laúd o el violín,
    pronto se convirtió en el favorito de la corte.
    En su casa fue donde Rafael entraría como aprendiz, donde
    el maestro le albergaba y le daba comida. Pero llegó el
    momento en que el maestro se vio incapaz de enseñar
    más a su discípulo, aconsejándole que se
    marchara a Florencia; pero Rafael era muy joven, su salud muy delicada, y la
    gran ciudad quedaba lejos.
    Pietro Vanucci, llamado el Perugino, uno de los pintores
    más renombrados de Florencia, había sido llamado a
    Perugia para pintar la lonja de los agentes de cambio.
    Perugia no estaba muy lejos de Gubbio, residencia de verano de
    los Montefeltros, donde también vivía Timoteo Viti.
    Fue a casa de Perugino donde se envió a Rafael cuando
    aún no tenía diecisiete años.
    Durante su estancia en el taller de Perugino Rafael
    aprendió ante todo las complejas técnicas
    pictóricas de finales del XV, desde la preparación
    de los pigmentos y del soporte, al empleo del
    óleo, método
    hacía poco importado de Flandes, que permitía
    nuevos efectos de transparencia. Al mismo tiempo se ejercita en
    el dibujo, que
    constituyó para él el medio de expresión
    más natural. A través de ese lento y paciente
    trabajo, el pintor asimila la gracia de Perugino, su capacidad de
    expresar los sentimientos y también el gusto decorativo de
    su compañero de taller, Pinturicchio.

    Boticelli:
    Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, alias Sandro
    BOTTICELLI (Florencia, 1445 – Florencia, 17 de mayo de
    1510), nace en el barrio de la Iglesia de Ognissanti en una casa
    de la calle de Vigna Nuova en la próspera ciudad de
    Florencia. La infancia de
    Botticelli, último de cuatro hermanos, transcurre entre
    las calles de su ciudad y el olor del cuero curtido del taller de
    su padre, donde al parecer trabajaba de aprendiz y
    aprendió la técnica del orífice y del
    dorador.
    Sobre el origen del seudónimo artístico bajo el que
    es conocido Botticelli existen diversas versiones. El primer
    biógrafo de Botticelli, Giorgio Vasari, afirma que procede
    del nombre de un compadre suyo, Botticello, con quien
    aprendió de orífice. Otros estudiosos opinan que el
    apodo puede derivar de su actividad artística, pues a los
    orífices y orfebres se les denomina "battigellos", es
    decir, batidores de oro y plata. La posibilidad más
    moderna y menos extendida esgrime que el seudónimo procede
    de su hermano Antonio que desempeñaba la misma
    profesión. La versión más defendida por la
    crítica procede del apodo de su hermano mayor, Giovanni,
    que debido a su gruesa cintura era llamado "botticelli", es
    decir, "tonelete", extendiéndose más adelante esta
    denominación a todos los miembros de la
    familia.
    Tras dedicar varios años de su vida a las profesiones de
    orífice y de dorador, Botticelli decide encaminar sus
    pasos hacia el mundo de la pintura. Ingresa en 1462 en el taller
    de Fray Filippo Lippi en Prato, a los dieciséis
    años. La influencia que ejerce su maestro sobre sus obras
    más tempranas se deja sentir tanto en el estilo como en el
    tratamiento pictórico, aunque en poco tiempo se observa
    una clara evolución personal. De
    Filippo Lippi no sólo adopta la gama cromática,
    sino también la gracia de sus figuras, inspiradas en
    formas de estilo gótico. A lo largo de esta etapa sus
    pinceles se ocuparán de abordar temas de carácter
    sagrado, como la Adoración de los Reyes Magos (1465), la
    primera obra que se le atribuye. En esta composición, de
    formato alargado, introduce fondos arquitectónicos para
    acentuar el efecto de la perspectiva, aunque demuestra su
    inexperiencia tanto en la distribución del espacio como en la
    desproporción de los personajes. Con motivo del viaje de
    Lippi a Spoleto, se baraja la posibilidad de que Botticelli
    abandonase el taller de su maestro y se marchase al de Andrea
    Verrocchio o bien que ambos abran el suyo propio. En 1469,
    trabaja en la nueva casa de sus padres situada en la calle
    Porcellana y colabora en el taller de Verrocchio, y al año
    siguiente ya tiene uno propio.
    En seguida recibe su primer encargo oficial, para el tribunal del
    Gremio de Mercaderes. Es entonces cuando entra en contacto con
    Tommaso Sorderini, quien mantenía una buena amistad con los
    Medici, el cual le encomienda que ejecute La Fortaleza, donde ya
    se observan ciertos rasgos pictóricos que hablan de una
    rápida evolución: de la suavidad que definen los
    colores de sus
    primeras obras pasa a un cromatismo mucho más rico, al
    tiempo que acentúa el volumen de sus figuras. Llegados a
    este punto, la mayor parte de los críticos coinciden en
    atribuir este cambio a las enseñanzas de Verrocchio, por
    la delicadeza con la que describe los objetos metálicos, y
    a Pollaiuolo en la intensidad del dibujo. Después, en
    1472, se inscribe como miembro de la Compañía de
    artistas de San Lucas. Botticelli continúa sus progresos y
    varios aprendices entran a su taller, entre ellos, el
    quinceañero Filippino Lippi, hijo de su anterior maestro,
    el fraile Lippi. La experiencia que va adquiriendo es notable y
    le permite resolver con gran maestría técnica sus
    obras. Un ejemplo de ello es cómo aborda la perspectiva en
    la Adoración de los Magos (1472) en la que gracias a la
    arquitectura
    que ampara al excesivo número de personajes, concentrados
    en la escena, logra salvar el punto de vista de esta
    composición circular, destinada a ser contemplada desde un
    lugar de gran altura.
    La vida de Botticelli transcurre mayoritariamente en la
    tumultuosa ciudad de Florencia, capital
    artística del Quattrocento. Abandona en contadas ocasiones
    la tierra que le
    vio nacer y cuando lo hace es por motivos de trabajo. Tras un
    viaje a Pisa en 1474, Botticelli comienza a trabajar para
    la familia
    Medici, relación que se mantendrá durante muchos
    años. Bajo la protección de estos importantes
    mecenas, el retrato será uno de los géneros al que
    mayor tiempo dedique. Uno de los primeros que se le atribuyen es
    el Retrato de un joven (1474), considerado un autorretrato; esta
    imagen,
    pintada al temple sobre una tabla y con un fondo plano, carece de
    elementos secundarios que sitúen al personaje dentro de un
    espacio con profundidad. Un año después, utiliza un
    paisaje de fondo para ubicar el Retrato de hombre con la medalla
    de Cosme el Viejo, al tiempo que muestra una
    original forma de introducir al personaje principal en el cuadro:
    pinta a un joven de medio cuerpo que sostiene una medalla con la
    efigie de perfil de Cosme I. Uno de los retratos más
    significativos de esta época, por su carácter
    alegórico, es el que realiza de Giuliano (1476); situado
    delante de una ventana entreabierta, muestra la imagen de un
    hombre sumido en la tristeza y, en el ángulo inferior
    izquierdo, una tórtola simboliza su castidad tras la
    muerte de su
    amada Simonetta. Los rostros de Cosme el Viejo, Lorenzo y
    Giuliano de Medici vuelven a protagonizar la escena de la
    Adoración de los Magos (1475), en la que Cosme el Viejo y
    sus hijos son identificados con los reyes mientras Giuliano
    aparece en el extremo izquierdo y la figura del pintor
    estaría situada en el lado derecho. El papel del
    donante es fundamental en este periodo, pues en todas las obras
    pagadas por particulares el pintor debía dar a conocer la
    generosidad de estos personajes, bien con sus retratos o bien
    reproduciendo el escudo de armas de la
    familia.
    Entrando en la década de 1480 y antes de su marcha a Roma,
    Botticelli decora la Iglesia de Ognissanti en Florencia con la
    figura de San
    Agustín (1480) por encargo de los Vespucci, una
    poderosa familia de burgueses florentina, y realiza
    también la Anunciación (1481) en el Hospital de San
    Martino della Scala. A lo largo de esta la década de los
    ochenta, el artista ilustra con diecinueve ilustraciones sobre
    pergamino una edición de La Divina Comedia de Dante,
    comentada por Landino, obra reeditada por los erúditos de
    la época pertenecientes a la Academia, que ven un
    carácter neoplatónico del que son partícipes
    en los versos de Dante. Su fama y éxito
    profesional van en aumento hasta el punto de que Botticelli es
    escogido por el Papa Sixto IV para ir a Roma con una comitiva de
    pintores encargada de ejecutar los frescos de la Capilla Sixtina.
    Ghirlandaio y Perugino, primero, y más tarde Piero di
    Cósimo, Signorelli y Pinturicchio fueron los artistas que
    junto con el florentino formaron tan excepcional séquito,
    acabando la decoración de la capilla en 1482. A Botticelli
    le corresponde poner en escena los episodios de Las Pruebas de
    Moisés, Las Tentaciones de Cristo y La Conturbación
    de Moisés. Fuentes de la
    época indican que ni él ni Ghirlandaio cobraron sus
    honorarios, por lo que las obras quedaron inconclusas. Una vez
    terminados estos frescos, el artista regresa a su Florencia
    natal, donde sus protectores, los Medici, le encargan en 1483 que
    decore las paredes de la villa de Lorenzo el Magnífico,
    situada en Spedaletto, localidad cercana a Volterra, trabajo que
    es ejecutado, de nuevo, junto con Perugino y Ghirlandaio y el
    joven Filippino Lippi. Botticelli también decorará
    la villa de Trebbio de Pierfrancesco de Medici en 1496. A su
    regreso a Florencia en 1482 su prestigio aumenta de forma
    notable, de manera que tiene que hacer frente a numerosos
    encargos. A esta década pertenece el grueso de su producción profana, como las pinturas sobre
    tabla del Decamerón de Bocaccio. Minerva dominando al
    centauro ( 1482), Venus y Marte (1483) y el Nacimiento de Venus
    (ap. 1485) serán tres de los cuadros más
    importantes que realiza en este periodo por encargo de Lorenzo
    Pierfrancesco, y que se piensa que acompañaban a La
    Primavera.

    La situación política se complica
    en Florencia. El fraile dominico Girolamo Savonarola llega a la
    ciudad en 1482, afectando en sumo grado a toda la sociedad toscana.
    Savonarola predica contra las obras de arte que sólo
    buscan el placer de los sentidos y
    propugna por la utilización del arte como medio para
    mostrar la grandeza y belleza divina de Cristo. Los Medici son
    expulsados de Florencia en 1494 y el poder del dominico se
    extiende cada vez con más fuerza por
    toda la región de la Toscana. La influencia del fraile
    preocupa al Papa, quien lo excomulga, y un año
    después, en 1498, Savonarola es quemado en la hoguera.
    Aunque Botticelli no era uno de sus seguidores, sus sermones
    influyeron no poco en su forma de pensar. De hecho, cuando en
    1497 arden en Florencia las llamadas Hogueras de las Vanidades, a
    las que los seguidores de Savonarola arrojaron obras de arte,
    artículos de lujo y toda muestra de fastuosidad que les
    pareciera contraria a su moral, parece
    ser que el pintor también entregó a las llamas
    algunos de sus cuadros. En estos días, además, se
    produce, debido a la fuerte influencia savonaroliana, un aumento
    importante de encargos de carácter religioso en detrimento
    de la obra profana. Así, pone ahora Botticelli sus
    pinceles al servicio de la
    concepción del arte que predicaba Savonarola, tratando en
    sus obras el tema religioso y abandonando su naturalismo y
    fastuosidad en favor del contenido del cuadro y la humildad y
    sencillez de las formas. En esta época, la actividad
    pictórica de Botticelli sufre algunos altibajos, pues, al
    margen de la situación política en
    Florencia, cada vez más revuelta con la subida al gobierno del
    antimediceo Soderini en 1502, el artista pasa por un periodo de
    fuerte crisis
    espiritual y sufre todo un conglomerado de problemas.
    Pero, a pesar de todo ello, en 1499 tiene suficientes encargos y
    dinero para
    inscribirse en el Gremio de los Médicos, a la vez que
    continúa perteneciendo a la Compañía de
    Pintores de San Lucas. Pese a su periodo de crisis, el
    prestigio de Botticelli como artista sigue en pie y su
    opinión es buenamente valorada por sus compañeros y
    mecenas, motivo por el cual Lorenzo el Magnífico consulta
    a este pintor junto a otros prestigiosos artistas de gran talla,
    como Perugino, Ghirlandaio, Sangallo, Filippino Lippi y Leonardo
    Da Vinci, sobre un proyecto
    importante para la ciudad de Florencia: la elección de un
    lugar donde colocar la famosa estatua de David esculpida por
    Miguel Ángel.
    Los cinco últimos años de vida de Botticelli
    carecen de datos relevantes.
    Parece ser que la miseria y el olvido son sus únicos
    compañeros. Giogio Vasari, importante biógrafo de
    artistas, escribe en sus Vidas que "finalmente se vio viejo e
    inútil y caminando con dos muletas porque no podía
    tenerse en pie". Así murió uno de los grandes
    artistas de la Historia, enfermo y
    decrépito. Sandro Botticelli fallece a los sesenta y cinco
    años de edad y su cuerpo es enterrado en el cementerio de
    la Iglesia Todos los Santos de Ognissanti en Florencia, en el
    barrio que le vio nacer, acompañado de una de sus obras
    más valoradas, San
    Agustín en su gabinete, cuadro que, curiosamente,
    recoge el momento de la muerte del
    santo.

    Su personalidad.
    Los historiadores del arte, en especial Vasari, definen al pintor
    como un joven inquieto y extravagante, muy dado a las bromas; un
    hombre lleno de imaginación y con una inteligencia
    viva, dispuesto siempre a experimentar con nuevos métodos;
    un espíritu curioso e indagador que llegó a afirmar
    que "con sólo arrojar una esponja empapada en distintos
    colores contra un muro, ésta deja en la pared una mancha,
    donde se ve un hermoso paisaje". Esta extravagancia y su
    retorcido sentido del humor parecen ser características parejas a la
    genialidad.
    Los lazos familiares que unen a Botticelli con sus seres
    más queridos son bastante intensos. El artista convive con
    sus padres en los primeros años de su vida y luego con sus
    hermanos y sobrinos. Una vez finalizada la etapa paterna del
    artista, Botticelli sigue manteniendo lazos muy estrechos con el
    resto de la familia, quizás porque nunca llega a casarse.
    Se dice que Botticelli tuvo un amor
    platónico en una joven genovesa llamada Simonetta, esposa
    de Guiuliano de Medici, muerta en plena juventud en
    1476. Muchas de las hermosas mujeres pintadas en sus cuadros se
    interpretan como inspiradas en esta amada suya. También
    hay quien dice que Botticelli era en realidad homosexual. De
    hecho, fue denunciado anónimamente por mantener
    prácticas sexuales con uno de sus discípulos en
    1502, aunque esta acusación por sodomía no
    llegó a tener repercusiones
    Una de sus obras mas importantes es El nacimiento de Venus, fue
    encargado a Sandro Boticelli por Lorenzo de Medici en 1482. Es
    una combinación mágica de Astrología y
    mitología clásica, emerge de ella un
    cúmulo importante de influencias cristianas. Estilos
    lineales, casi aéreos logran un efecto sutil,
    etéreo.

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