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Análisis de la situación lingüística de los países del Mercosur y de Chile




Enviado por chareille



    1. Las lenguas
      indígenas.
    2. Las lenguas oficiales del Mercado
      común.
    3. Las otras lenguas resultantes de la
      inmigración.
    4. Los contactos
      lingüísticos.
    5. Desigualdad de las posibilidades
      de supervivencia de las lenguas.
    6. Balance.
    7. Resumen

     

    Contrariamente a una serie de prejuicios, el panorama
    lingüístico de América latina, lejos ser
    homogéneo, se caracteriza por la cohabitación de
    numerosas lenguas autóctonas de origen amerindia con el
    español, el portugués,
    otras lenguas europeas y variedades a menudo no fijadas. De estos
    contactos surgió una serie de cuestiones como la
    estratificación de prestigio lingüístico o
    también las pretensiones etnoculturales. En efecto, la casi
    totalidad de los grupos no hispanohablantes o no
    lusohablantes está actualmente en una situación
    crítica ante la omnipresencia de las lenguas oficiales
    dominantes indispensables para las comunicaciones fuera del hogar
    de la comunidad lingüística.
    Las posibilidades para las lenguas minoritarias de gozar de un
    prestigio más elevado, como factor de autodefinición
    social, son por decirlo así nulas. En la mayoría de los
    casos, es la supervivencia incluso de la lengua y la definición
    cultural del grupo que está en
    juego.

    Emprender un estudio de las lenguas del Mercosur y de
    Chile no fue una tarea
    fácil, en particular, debido a la ausencia de datos sobre las numerosas lenguas
    minoritarias y los distintos pueblos y grupos étnicos de
    esta región del mundo. Si es aún posible obtener listas
    y cifras relativas a las distintas lenguas amerindias habladas en
    Paraguay, raros son los
    países que incluyeron sistemáticamente la variable
    lingüística en sus censos. A pesar de los esfuerzos de
    la O.N.U. para establecer en todos los países un sistema de censo decenal conforme
    a las normas mínimas de
    precisión y comparación, numerosos son los países
    que aún no consiguieron insertar sistemáticamente este
    tipo de información. Los datos
    oficiales sólo son para la mayoría simples estimaciones
    o previsiones y pueden a menudo inducir a error.

    Pues a menudo hemos debido satisfacernos con algunas
    cifras bastante antiguas publicadas por la U.N.E.S.C.O., el
    Britannica Book of the Year o por otros organismos que
    divergían a veces entre ellos. La ayuda aportada por algunos
    antropólogos y lingüistas de los países
    interesados nos fue también preciosa. Distintos estudios
    como las del Summer Institute of Linguistics de Dallas, el
    Statistical report on the languages of the worlld (Gyula
    DECSY, 1988) o también la obra de Grant MC CONNELL y Heinz
    KLOSS (1978) nos permitieron tener una idea más o menos
    precisa del peso de cada grupo de lenguas en
    presencia.

    No obstante, las investigaciones
    demolingüísticas plantean numerosos problemas que confieren a sus
    resultados un carácter dudoso. Algunas de
    estas dificultades emanan de la dimensión heterogénea y
    cambiante de la realidad que se debe cuantificar, de la
    complejidad metodológica que implica la aplicación de
    algunos métodos cuantitativos y,
    finalmente, de las lagunas de las fuentes disponibles tanto del
    punto de vista de la universalidad, de la fiabilidad como de la
    comparabilidad. Otros proceden de la falta de estabilidad de
    algunos conceptos teóricos fundamentales – lengua materna,
    segunda, bilingüismo, etc. Es necesario contar, por ejemplo,
    con las intervenciones políticas en los censos
    lingüísticos. Algunos países en los cuales
    conviven varias lenguas en situación conflictual no tienen
    ningún interés en hacer tales
    censos. Prefieren evitarlos por temor levantar controversias. En
    otros países, los cuestionarios se hacen para minimizar la
    importancia de las lenguas minoritarias en favor de la lengua
    mayoritaria. Del mismo modo, en numerosos países, se recogen
    informaciones estadísticas sobre las
    lenguas escritas o sobre las lenguas oficiales. Se ignoran
    entonces las lenguas habladas dentro de las fronteras, es decir,
    las que no gozan de un estatuto oficial y que sólo son
    orales.

    A continuación, los criterios utilizados son
    generalmente bastante rudimentarios ya que a partir del principio
    que es indígena toda persona que vive en una reserva o
    en una comunidad rural, conservando su método de vida tradicional
    (prehispánico) y hablando una lengua vernácula. Ahora
    bien, hoy día, se puede fácilmente constatar que en el
    conjunto de los países latinoamericanos que poseen un
    substrato indígena, los indios viven también en las
    zonas urbanas, se escolarizan, trabajan, hablan español y
    que algunos casi no utilizan ya su lengua. Derivándose
    directamente de lo que acabamos de mencionar, la tendencia de
    algunos indios a disimular su identidad debe también
    tenerse en cuenta en un censo. Algunos preliminares
    terminológicos nos parecen pues necesarios.

    La demografía
    lingüística utiliza como herramienta de trabajo el
    concepto de « grupo
    de lengua materna » (G.L.M.), definido como un conjunto
    de hablantes que comparten una lengua materna determinada. Una de
    las dificultades más considerables procede precisamente del
    sentido que se da a la palabra lengua con relación a la
    palabra dialecto. A nivel estrictamente lingüístico,
    los dialectos son lenguas, porque constituyen códigos
    sirviendo a la comunicación. Si se
    desea a pesar de todo establecer una distinción, se puede
    decir que « los dialectos son formas locales de una
    lengua, bastante particularizadas como para definirse de manera
    específica, pero cuya intercomprensión es más o
    menos fácil entre las personas que hablan otra variedad de
    la misma lengua » (C.I.R.A.L.).

    En la realidad, la línea de demarcación entre
    dialecto y lengua es bien vaga debido a las interpretaciones
    posibles. El criterio de la intercomprensión permanece
    así en la práctica muy difícil de aplicar. Esta es
    la razón por la que se recurre a otros criterios para
    distinguir una lengua de un dialecto que depende aún
    más de consideraciones históricas,
    socioeconómicas, políticas y demográficas que
    lingüísticas. Así pues, un Estado considerará un
    habla A como una lengua mientras que el Estado vecino lo considere
    como un dialecto. Se imagina pues sin esfuerzos cuánto se
    vuelve difícil, en estas condiciones, contar muy
    precisamente las lenguas. A continuación, es necesario
    destacar el problema de la distinción de las lenguas
    habladas con relación a las lenguas escritas. Muy pocas
    lenguas se escriben en el mundo. Se cuenta al máximo dos
    cientas sobre más de seis mil siete cientas lenguas
    existentes (C.I.R.A.L.). Ahora bien, es menos fácil
    contabilizar lenguas habladas que lenguas escritas.

    Para volver de nuevo al problema de definición de
    « lengua materna », si para algunos la lengua
    materna o nativa es enseñada por los padres durante la
    infancia, generalmente antes
    de los tres años; para otros, se trata de la lengua más
    utilizada, de la que prevalece en la vida de un individuo aunque
    su adquisición no datara de la prima infancia. Por
    último, especialistas consideran, por su parte, que la
    lengua materna es la que se domina mejor fuera de todas las
    consideraciones que dependen de su utilización y de su
    adquisición. El problema es de importancia, es necesario
    reconocerlo, ya que mucho bilingües tienen dificultades para
    definir su propia lengua materna, en particular, en
    situación lingüística compleja como es el caso de
    Paraguay.

    Por lo que se refiere al comunidad
    lingüística, william LABOV (1974) lo define como
    comunidad que se caracteriza « por un acuerdo
    explícito en cuanto al empleo de los elementos de la
    lengua ». Jean-Baptiste MARCELLESI y Bernard GARDIN
    (1987, p.146-147), basándose en esta definición,
    critican su concepción unificando de la norma:

    Ainsi, nous appuyant sur les données
    mêmes de Labov, nous semble-t-il
    impossible de garder la définition de la communauté
    linguistique que donne celui-ci : comme
    « unifiée par un ensemble de normes ». Nous préférons plutôt
    la définir du point de vue linguistique comme un ensemble
    de groupes, qui entrent en rapports dialectiques dans le
    même processus de création d’un ensemble de
    normes dominé par la norme de la classe dominante mais sans cesse remis en
    cause. Nous avons vu [chez Labov]
    qu’en opposition au phénomène lié
    à une profonde insécurité linguistique, la classe
    ouvrière était moins encline à abandonner sa
    propre structure de variation linguistique.

    En cuanto a la caracterización del
    bilingüismo, cuestión que no dejará de plantearse
    en el momento de mencionar los hablantes de lenguas
    indígenas, allí aún las opiniones divergen. Se
    extienden sobre una escala que va de un extremo (las
    definiciones que ofrecen una concepción estricta del
    fenómeno del tipo « el bilingüismo consiste
    en una soberanía total,
    simultánea y alternante de dos lenguas ») que
    designa el bilingüismo como el hecho de hablar una segunda
    lengua cualquiera que sea su grado de conocimiento. Nos parece pues
    razonable definir el bilingüe como una persona que posee
    competencias casi equivalentes
    en dos lenguas y capaz de utilizar una u otra en cualquier
    circunstancia con la misma eficacia. Esta definición no
    esquiva por supuesto completamente otros problemas como la
    « medida » del bilingüismo.

    A pesar de las dificultades encontradas, vamos a
    intentar, con este artículo, eliminar de los espíritus
    representaciones a menudo simplificadoras que se dan de América latina (dos
    grandes lenguas y vestigios de lenguas indias, guaraní
    aparte en la zona en cuestión) poniendo de relieve la diversidad y la
    complejidad de un subcontinente multilingüe con todas las
    formas que este multilingüismo puede tomar: las lenguas de
    substrato indígena primeros hablas del continente
    (guaraní, quechua, aymara, mapuche y numerosas variedades
    araucanes y tupies), las lenguas
    « oficiales » causa del retroceso de las
    primeras (portugués y español), las variedades criollas
    nacidas en las zonas de contactos culturales y
    lingüísticos español-portugués (el
    portuñol y otras lenguas híbridas) y las lenguas
    resultantes de la inmigración.
    Señalaremos las tensiones posibles y sobre todo intentaremos
    hacer comprender que la adaptación lingüística, en
    cada entidad nacional – como para el Mercosur y Chile en su
    conjunto – no puede considerarse sobre el método de la
    simplicidad por razones que se deben a que el respeto de la diversidad implica,
    en primer lugar, el conocimiento de este
    último sino también la de los factores que contribuyen
    al mantenimiento o al retroceso
    de las lenguas.

     

    1. Las lenguas
    indígenas.

    La situación de las lenguas indígenas del
    Mercosur es bastante compleja. Aparte de la implantación del
    español y del portugués, Sudamérica sufrió
    dos olas de conquistas lingüísticas entre el XIVº
    y el XIXº siglo. En primer lugar, la
    « quechuisación » nacida de la
    extensión imperial de los Incas luego perseguida por los
    misioneros y los conquistadores que veían en ella un medio
    de comunicar con todo el pueblo indígena. Luego, la
    « araucanisación » debida a la
    extensión mapuche de Chile hasta Cuyo, la Pampa y Patagonia. Estos dos procesos hicieron que
    numerosas variedades y lenguas regionales
    desaparecieron.

    Hoy día, si en el conjunto de América latina,
    la lengua, la religión, la arquitectura, la educación y otros aspectos diarios
    son el reflejo de la cultura europea, las
    tradiciones africanas e indias siguen presentes a través de
    las manifestaciones culturales y algunos elementos de la vida
    corriente excepción hecha sin embargo de Uruguay donde ya no es posible
    encontrar comunidades indias según las informaciones
    proporcionadas por la Asociación Indigenista del Uruguay
    (A.I.D.U.) y la Asociación de Decendientes de Charruas
    (A.D.E.N.C.H.).

    Con el fin de elaborar esta sección, debimos
    consultar una serie de clasificaciones filológicas por
    grupos y familias de lenguas a menudo incompletas y pasadas y es
    sin precisar que los autores asignan a veces nombres diferentes
    para la misma lengua o el mismo grupo étnico. Brasil constituye un caso
    típico: aunque se trate del país más que posee
    lenguas, los datos demográficos, cuando existen, se limitan
    generalmente a simples estimaciones y se observan divergencias
    obvias entre las cifras que emanan de fuentes oficiales y las de
    las fuentes privadas. Examinamos también estudios relativos
    a los grupos étnicos en presencia en cada país
    suponiendo que algunos de ellos habían debido conservar
    sus(s) lengua(s) materna(s).

    Pues decidimos utilizar al mismo tiempo las informaciones que el
    conjunto de los institutos indígenas de la región
    quisieron enviarnos, los datos que pudimos obtener en Internet y sobre todo la obra que nos hizo
    llegar Grant MC CONNELL, profesor de la Universidad Laval, La
    composition linguistique des nations du monde,
    volume 3 :
    « L’Amérique centrale et
    l’Amérique du Sud » (1978).

    Añadamos por otra parte que, como pudimos verlo
    durante esta primera sección, la situación de las
    lenguas autóctonas de la región es muy variable. Si se
    intenta establecer una correlación entre el grado de
    resistencia de una lengua a la
    precarización y el número de sus usuarios, se constata
    que lenguas como el quechua y el guaraní gozan de una
    posición cómoda en comparación con
    algunos otros hablas amerindios como el anambé, lengua de
    Brasil, que sólo conta con siete hablantes según el
    Summer Institute of Linguistics de Dallas. Si se toma
    precisamente para marco el caso de Brasil, se constata que la
    mayoría de las dos cientas lenguas indias habladas en el
    país sólo está utilizada por muy pequeñas
    comunidades, lo que deja mal augurar de la suerte de las que son
    aún válidas. Muchas lenguas de la familia tupi antes
    presentes a lo largo del Amazona y en el Estado de Rondônia,
    cerca de la frontera boliviana, ya desaparecieron, en particular
    el apiaká y el puruborá. De la gran familia gê que antes
    incluía un gran número de lenguas, queda pocos
    miembros. Se puede esperar que estas distintas lenguas serán
    aún válidas durante un relativamente largo
    período. No obstante, permanecen expuestas a la peligrosa
    competencia del español y
    del portugués, en particular en el ámbito de la
    escuela donde casi nunca se
    enseñan.

     

    2. Las lenguas oficiales del
    Mercado común.

    Según Louise Dabène (1994, p.p. 41-42):

    On qualifiera ainsi de langue officielle la
    langue utilisée par les institutions d’un Etat,
    aussi bien dans ses usages intérieurs que dans ses
    relations avec les autres pays, de
    langue nationale une langue parlée sur le territoire
    national. Bien que les deux notions se recoupent en partie
    (Jucquois, 1991), elles ne sont cependant
    pas absolument synonymes
    […] Les critères qui
    peuvent jouer dans le choix, par un Etat, de sa langue
    officielle relèvent de considérations très
    variées : idéologiques, politiques, sociales,
    voire économiques, et le linguistique n’y occupe
    qu’une part très restreinte.

    Todos los Estados soberanos del mundo adoptaron al menos
    una lengua oficial dentro de sus fronteras respectivas. En varios
    casos, la lengua oficial corresponde a la lengua mayoritaria de
    la población. A veces, es
    una lengua minoritaria nacional que se impone al conjunto de la
    población. A menudo, es una lengua minoritaria extranjera
    que hace las veces de lengua oficial de la nación. En todos los
    Estados donde la lengua oficial no corresponde a la lengua de la
    mayoría de la población, la lengua impuesta es la de la
    élite política. Por último sucede que
    Estados reconocen más de una lengua oficial, es decir
    conceden al menos jurídicamente el estatuto de igualdad a dos o varias
    lenguas.

    La lengua nacional, concepto bastante reciente en
    América latina, se define por su parte como la lengua
    reconocida como expresión de una etnia que forma parte de la
    nación. Se entienden por « lengua
    nacional » no sólo la oficialización y la
    normalización de una
    variedad escrita sino también su difusión a todos los
    ciudadanos sobre el conjunto del territorio nacional y en todos
    los ámbitos de la vida pública.

    Ahora, si se deja de lado la situación
    lingüística de los países que se crearon al margen
    de los imperios españoles y portugueses, se constata que son
    las lenguas habladas en estos países que dominan
    América latina en general y en el Mercosur en particular.
    ¿Cómo explicar este fenómeno? Es lo que vamos a
    intentar hacer a lo largo de esta sección abordando a su vez
    la introducción de estas dos
    lenguas en el territorio sudamericano, su peso respectivo en el
    mundo actual y su evolución.

    La lengua española es resultante de una gran mezcla
    de lenguas. Superponiéndose a los hablas de los antiguos
    asentamientos de la Península Ibérica, la invasión
    latina (218 antes de J.-C.) dio lugar a la formación de un
    latín vulgar hispánico que constituye la base del
    español. Las invasiones germánicas comenzadas en 409
    dejaron a continuación numerosos rastros en el léxico
    y, en 711, las tropas árabes aportaron nuevos conocimientos
    y técnicas que perpetuaron
    su vocabulario. la reconquista cristiana sobre los árabes
    que duró ocho siglos (hasta la caída de Granada en
    1492) creó fronteras dialectales esencialmente orientadas
    norte-sur. Las grandes zonas así creadas dieron nacimiento
    al ámbito catalán, aragonés, navarro, castellano, asturoleonés y
    gallego. Las palabras cogidas existieron a lo largo del siglo
    XVIII durante el afrancesamiento de las costumbres y de la
    lengua. La difusión de la lengua y la cultura españolas
    en Sudamérica por su parte se efectuó a partir del
    siglo XV, a través de la colonización.

    El primer viaje del navegante genovés
    Cristóbal COLON no habría sido más que una
    hazaña marítima – de importancia ciertamente – si no se
    hubiera inscrito en la política expansionista del reino de
    Castilla. Es con su segundo viaje que comienza realmente la
    colonización española gracias a la bula pontifical
    Inter Cætera (1493) y el Tratado de
    Tordesillas
    (1494). En 1494, Cristobal COLON funda en la isla
    española Hispaniola, hoy Haití, un factoría. En
    1496, crea la Isabelita en Santo Domingo todavía sobre el
    modelo comercial de los
    contadores portugueses en África. No obstante, sólo es
    a partir de 1502 que España se compromete en una
    verdadera política de colonización. La ocupación
    de las tierras se extiende a Puerto Rico (1508) luego a
    Cuba y Jamaica (1511). A
    partir de 1519, el empuje español se concentra en la
    conquista del continente. CORTÉS somete al imperio azteca en
    1521, y de esta posición estratégica, los
    españoles se dirigen hacia el Pacífico y
    Centroamérica.

    La conquista de Sudamérica sólo comienza a
    partir de 1529. Del corazón del imperio de los
    Incas, los conquistadores se incorporan a Alto Perú luego
    combaten la difícil conquista de Chile, para sobrepasar la
    vertiente oriental de los Andes. Es de España en cambio que van las
    expediciones para el río de la Plata y Paraguay. Esta
    empresa colonial es la
    más original y su herencia más duradera ya que
    la estructura política y
    social de la América española durará más de
    tres siglos.

    Al principio de la colonización se mezclan hombres
    procedentes de todas las regiones de España. Comienza
    entonces la gestación de la lengua hispano americana. Las
    experiencias vividas en ultramar, un contacto con un diferente
    contexto geográfico y las lenguas de las poblaciones nativas
    modifican el esquema lingüístico de los colonos.
    América aporta en intercambio una serie de neologismos a
    España. Los siglos XVII y XVIII ven la dimensión
    americana del español intensificarse. En el siglo XIX, la
    independencia y el nacionalismo acentúan
    aún más esta tendencia que termina por reducirse
    durante el siglo XX mediante la nivelación
    lingüística creada por los medios de
    comunicación: libros, cine, radio, prensa y televisión.

    El portugués por su parte nació del latín
    cuyas alteraciones fonéticas dieron al portugués
    galaïco. Esta lengua misma se dividió en dos a causa de
    las influencias germánicas y árabes. Una rama se
    convirtió en el castellano. El portugués galaïco
    era una lengua de tribunal y poesía para eso ofrecida
    a la doble influencia francesa: la lengua de Oc y la lengua de
    Oïl. Al final del siglo XIII, el sexto rey de Portugal
    (1270-1290), declara al portugués lengua nacional y crea a
    la primera universidad, lo que contribuye de una manera decisiva
    al desarrollo y a la
    fijación de la lengua.

    Durante el siglo XV comienzan los viajes de descubrimiento de
    los portugueses en el Atlántico. En casi todos los lugares
    donde los portugueses llegan, establecen depósitos e inician
    relaciones comerciales con el pueblo local. Así el
    portugués es la primera lengua europea que se extiende por
    el mundo: la lengua de los primeros pasos diplomáticos en el
    en ultramar y la lengua del comercio intercontinental.
    Durante el siglo XVI, gracias a su red de puertos-factoría, Portugal tiene
    el conjunto del comercio en el océano índico, el Golfo
    Pérsico y el de Bengala, los mares de China y Japón. En 1500, Pedro
    ALVARES CABRAL descubre Brasil. La explotación del país
    comienza realmente a partir de este tiempo gracias a la madera tintórea, pau
    brasil
    , dando su nombre a Brasil y a la caña de azucar. Las poblaciones
    indígenas que son poco numerosas e inaptas en los trabajos
    agrícolas que se les piden, los Portugueses adoptan, como
    alternativa para los indios, la importación de esclavos
    negros de África que da lugar a un mestizaje tanto
    negros/indios como blancos/negros. Gracias al Tratado de
    Tordesillas
    , los bandeiras de São Paulo exploran las
    tierras brasileñas en busca de recursos mineros. La empresa que se revela
    rentable, da lugar a numerosas contribuciones de poblaciones
    blancas y negras en el resto del país. Es notable constatar
    que a pesar de este crisol de razas, una nación
    brasileña se constituye con sus propias lenguas y culturas,
    influidas por supuesto por la contribución africana.
    Contrapeso de esta implantación, las tribus indígenas,
    como los indios de Amazonia, son en vías de extinción
    tanto a nivel demográfico como cultural,
    lingüístico e industrial (0,14% de la población
    global).

    Hoy día, el portugués de Portugal conoce una
    importante influencia brasileña que, mediante su
    difusión de información,
    « contamina » el léxico peninsular. Como
    contrapartida, las metamorfosis lingüísticas a las
    cuales el portugués dio lugar, de Brasil a África y al
    Oriente, en el punto de pasar a ser durante los siglos XVI y XVII
    una lingua franca en los puertos de la India y del sudeste
    asiático, lo ilustran bien. Las modificaciones de la lengua
    portuguesa se continuarán tanto hasta el siglo XX en la
    grafía como en la evolución fonética.

    Históricamente, se ha enfrentado el portugués
    y el español. Durante el siglo XVI, el portugués
    atraviesa una grave crisis: el país pasa en
    1580 bajo la férula española lo que se continuará
    hasta 1640. No obstante, ya antes de este tiempo, numerosos
    intelectuales se han vuelto hacia el italiano y el español,
    algunos olvidando simplemente su propia lengua como el famoso
    autor Jorge DE MONTEMAYOR. La restauración causa numerosos
    alborotos lingüísticos y la influencia francesa
    comienza a surgir.

    Estas dos primeras partes sobre las lenguas oficiales e
    indígenas del Mercosur y de Chile ya nos permiten plantear
    un primer problema. La lengua no desempeña siempre un
    papel unificador o de
    cohesión. Un simple vistazo a la situación de las
    lenguas indígenas de América latina basta para
    desmontarnos el contrario y el efecto a veces devastador que
    puede tener una lengua sobre otros. Para las comunidades
    minoritarias el español desempeña en primer lugar un
    papel de imposición, luego de lengua de trabajo o incluso de
    instrumento de defensa personal (en el sentido
    jurídico del término). Al igual que el portugués,
    el español no permitió unificar a una comunidad
    nacional sino sirvió bien el proceso de colonización
    interno y sometimiento las grandes comunidades indígenas. La
    hispanización y la lusonización se revelaron formas
    más agresivas de destrucción cultural.

    Este aspecto debe por supuesto tenerse en cuenta en el
    marco de una educación que se da por objetivo la difusión del
    español y el portugués en la región del Mercosur.
    En primer lugar porque eso corre el riesgo de conducir al no
    desarrollo cultural, personal y psicológico de la
    población infantil de dichas comunidades. Luego, porque eso
    hará del español y el portugués las lenguas
    dominantes de una organización política y
    social que no incluye a estas comunidades. Es en el sentido que
    las lenguas españoles y portugueses en América latina
    causan un proceso de oferta social,
    colonización interna y discriminación: en
    algunas regiones indígenas, las familias no quieren que sus
    niños siguen aprendiendo
    su lengua ya que sienten que se prepararán mejor con el
    español y el portugués.

     

    3. Las otras lenguas resultantes
    de la inmigración.

    Basta con echar un vistazo a la historia de las lenguas oficiales, de las
    lenguas indígenas y hablas de los países de la
    región para darse cuenta del papel fundador jugado por las
    migraciones. Además de la colonización española y
    portuguesa que generó nuevas situaciones
    lingüísticas en América latina, la
    inmigración contribuyó mucho a heterogenizar la
    situación sudamericana.

    Es difícil cuantificar las migraciones si no se
    dispone de investigaciones o estudios especializados y éstos
    son raros. Las estimaciones de los censos sólo proporcionan
    instantáneos de un flujo más dinámico de personas.
    Gran parte de la investigación y la atención de los
    responsables se orienta hacia las migraciones de los rurales
    hacia las ciudades. En algunas partes del mundo, sin embargo,
    como en América latina, las migraciones intrarurales
    constituyen un flujo mucho más importante. Las migraciones
    entre las ciudades y de las ciudades hacia el campo complican
    aún más los esfuerzos desplegados para incluir las
    migraciones a partir de una información sobre la
    localización de las personas durante los tiempos de
    censo.

    Con el fin de dar cuenta de la situación de las
    otras lenguas dominantes de la región, de nuevo utilizamos
    los pocos materiales existentes, en
    particular, los censos establecidos por algunos Ministerios de
    Interior y las investigaciones de Heinz KLOSS y de Grant MC
    CONNELL. Esta obra que contabilizaba las lenguas habladas en
    América latina aún nos planteó una serie de
    problemas. El más importante es la antigüedad
    incuestionablemente de sus datos que datan del final años
    setenta. Por otra parte, no siempre se sabe exactamente a
    qué clasificación se refieren las cifras citadas,
    representando a veces el número de extranjeros que hablan
    dada lengua, a veces, el de las personas teniendo por lengua
    materna la lengua citada, etc.

    Varios factores deben considerarse. Algunas lenguas
    parecen ser más resistentes que otras. El tamaño de la
    comunidad, la reagrupación, el aislamiento de los hablantes,
    la política del país de residencia, el estatuto de las
    lenguas, el de los hablantes, el papel de la escritura, el de las religiones son entonces tantos factores que
    se deben tener en cuenta. Pero todos estos elementos pueden
    actuar en direcciones diferentes y a veces el mismo factor puede
    jugar en los dos sentido. Una lengua minoritaria podrá
    desaparecer porque es minoritaria desde un punto de vista
    instrumental o al contrario durar porque minoritaria y amenazada
    simbólicamente. No olvidemos tampoco que en las parejas
    lingüísticamente heterogéneas (uno que habla la
    lengua del país de residencia y el otro no), cuando
    solamente uno de los padres lleva todo el peso de la
    transmisión, la lengua extranjera tiene todas las
    oportunidades de desaparecer.

    El emigrante que se instala en una sociedad diferente a la suya se
    somete a una doble presión. Por una parte, debe
    integrarse a la sociedad y del otro, sintiéndose diferente,
    tiende a buscar la compañía de sus compatriotas. De
    hecho, más difícil será su integración, más fuerte
    será su tendencia a codear con los que comparten sus
    prácticas culturales. De hecho, si es importante conocer el
    volumen total de los
    inmigrantes que residen en un país o en una ciudad, es
    igualmente esencial distinguir la diversidad de situación en
    que viven. Así pues, existe una primera diferencia entre los
    que llegan con un trabajo estable o con posibilidades
    profesionales bien remuneradas y los que llegan, por ejemplo,
    huyendo de la miseria y buscando un empleo precario que les
    permitirá subsistir. La divergencia entre estas dos
    categorías da lugar a una multitud de situaciones
    intermedias. El círculo vicioso que se establece –
    ignorancia de la lengua que limita los contactos y falta de
    contacto que impide la adquisición de la lengua – puede sin
    embargo ser compensado con la escolaridad (por lo que se refiere
    a los niños muy al menos). Aún es necesario que un
    conjunto de medidas se tome con el fin de acoger a estos
    alumnos.

    Precisemos finalmente que de manera general, las
    minorías inmigrantes no obtienen ningún derecho
    lingüístico. Cuando pueden contar con derechos, se trata de derechos civiles
    concedidos en el mismo concepto que a todos los demás
    ciudadanos sobre una base personal, como el derecho de voto, el
    derecho a hacerse oír en un curso de justicia por medio de un
    intérprete, etc. A veces, algunos Gobiernos concluyen
    acuerdos con otros Gobiernos con el fin de favorecer el aprendizaje de la lengua
    materna en las escuelas del país de recepción. Así
    pues, el Gobierno francés
    aceptará que niños de origen marroquí aprenden
    árabe en la medida en que ciudadanos franceses
    obtendrán las mismas ventajas en Marruecos. En resumen,
    normalmente, solamente las minorías nacionales gozan
    derechos lingüísticos.

     

    4. Los contactos
    lingüísticos.

    La introducción alrededor de los años 1950 del
    concepto de contacto en el ámbito de la
    lingüística abrió el campo a numerosos estudios
    sobre los bilingüismos y sobre la influencia que una lengua
    puede tener sobre otra, sobre todo por las palabras
    cogidas.

    Cuando se menciona el tema de los contactos
    lingüísticos, conviene recordar que estos últimos
    pueden tomar distintas formas: contacto de una lengua oficial y
    de una lengua indígena, contacto de dos lenguas oficiales,
    contacto de dos lenguas indígenas, o incluso de dos lenguas
    oficiales y de una lengua vernácula como es el caso de la
    provincia de Misiones (espagnol-portugais-guaraní), etc. Por
    esta razón las lenguas y las variedades comunes a los
    países del Mercosur y a Chile, no son tan homogéneas
    que se podría pensarlo. Por ejemplo, cuatro de los
    países sobre los cuales lleva nuestro estudio son
    hispanohablante. Sin embargo, basta con escuchar hablar un
    argentino, un chileno, un paraguayo y un uruguayo con un
    mínimo de atención para darse cuenta de que si hablan
    en teoría la misma lengua,
    variaciones fonéticas y léxicas la vuelven plural. Si
    estas particularidades lingüísticas consustanciales a
    cada país no obstruyen generalmente la
    intercomprensión, nos parece sin embargo importante de
    mencionarlos en el marco de una interrogación sobre la
    elección de la norma lingüística que debe
    difundirse (norma peninsular o de otro país).

    Este problema está por supuesto vinculado
    íntimamente al concepto de lengua standard (aplicable a
    todas las lenguas), sobre todo estudiado por los lingüistas
    de Europa central y oriental del
    círculo de Praga en los años treinta y que se opone al
    habla popular y a los dialectos regionales. Éste se define
    en primer lugar por sus funciones y difiere de la lengua
    popular en lo que puede desempeñar un mayor número de
    papeles, que se utiliza en los más de ámbitos de empleo
    y que ejerce más funciones que la lengua popular. En otros
    términos, « la lengua standard suministra las
    necesidades espirituales y materiales de la colectividad cuyo
    lenguaje popular no puede
    satisfacer. Son sobre todo las necesidades de expresión que
    colocan las esferas características de una
    civilización avanzada, como las cartas y las Bellas Artes, las
    ciencias y la tecnología, la ley y la
    administración » . Y el mismo autor
    añade: « es pues su papel cultural más bien
    que su normalización, en el sentido de uniformidad
    codificada (aunque este último también se aplica), que
    caracteriza una lengua standard ».

    La lengua standard se basa en una estructura estable,
    sobre todo desde el punto de vista de las normas gramaticales y
    ortográficas, lo que es esencial para el papel cultural y
    educativo que desempeña, ya que debe servir de marco de
    referencia seguro ante la variación
    dialectal y a las alternativas del lenguaje popular. Para la
    microvariación, se llega a esta estabilidad por la
    codificación que, idealmente, debe ser bastante flexible
    para no obstaculizar toda evolución. Los lingüistas del
    círculo de Praga tienen mucho hecho hincapié en este
    último aspecto y lucharon contra los puristas que intentaban
    imponer una norma rígida. La lengua standard debe permitir
    expresarse de manera exacta, rigurosa y abstracta. Esta tendencia
    a una precisión cada vez más grande en la
    formulación del pensamiento se refleja sobre
    todo en la estructura léxica y gramatical de la lengua: a
    nivel léxico, por el desarrollo de los vocabularios
    especializados; a nivel gramatical, por el perfeccionamiento de
    mecanismos sintácticos permitiendo la formación de
    frases completas y lógicamente estructuradas.

    Teóricamente existe dos maneras de concebir la
    norma. En primer lugar, la concepción que se podría
    llamar « estadística » o
    simplemente « lingüística »: la
    lengua sin las divergencias, la idea que exista un uso no
    marcado, frecuente, medio, ni demasiado distinguido, ni demasiado
    popular. El concepto de lengua standard corresponde a esta norma.
    La segunda concepción hace referencia a la norma
    « prescriptiva », es decir: « no
    diga eso sino eso… ». Es generalmente a esta
    concepción que se refiere en el marco uso corriente. A este
    respecto William LABOV observa que existe una clase de consenso
    sobre « el bien hablar », cualquiera que sea
    el resultado efectivo de los hablantes. Es necesario pues
    distinguir el aspecto objetivo de la norma (factor de
    unificación de las prácticas lingüísticas) de
    su aspecto valorable (una gran diversidad en cuanto al resultado
    objetivo puede acompañarse de una completa identidad en
    cuanto a la evaluación
    subjetiva).

    A partir de estas explicaciones, se constata que durante
    mucho tiempo se tendió considerar el español y el
    portugués sudamericanos como dos conjuntos a la divergencia del
    español de Madrid y el portugués de Lisboa. Esta es la
    razón por la que en España, la lengua española no
    se llama español sino castellano, único
    término utilizado en los textos jurídicos de
    España, tanto para el Estado español como para las
    distintas comunidades autónomas, para hacer referencia a la
    lengua oficial del Estado. Cuando se utiliza una expresión
    como « lengua(s) española(s) », es para
    designar una de las lenguas habladas en el territorio
    español, la lengua hablada en Sudamérica o en otros
    lugares en el mundo.

     

     

    Constitución española,
    1978.

    Artículo 3.

    1. El castellano es la
    lengua española oficial del Estado.
    […]

    2. Las demás lenguas
    españolas serán también oficiales en las
    respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus
    Estatutos.
    […]

     

     

    Son estas interferencias lingüísticas que nos
    proponemos estudiar en la sección siguiente con el fin de
    dar cuenta, una vez más, de la diversidad
    lingüística de la región y plantear un problema
    importante: ¿cúal español/portugueses enseñar
    en el marco del acuerdo de reciprocidad lingüística del
    Mercosur y de Chile, ya que será esta variedad que se
    difundirá en las poblaciones a y que se integrará en el
    uso general?

     

    5. Desigualdad de las
    posibilidades de supervivencia de las lenguas.

    El trabajo de censo que acabamos de efectuar, para
    útil que esté en el marco del estudio de la
    situación lingüística del Mercosur y de Chile,
    sólo constituye un aspecto de la realidad. Es importante no
    sólo saber cuáles son las distintas lenguas en
    presencia sino también conocer sus posibilidades de
    supervivencia, los factores contribuyendo a hacerlos retroceder o
    incluso desaparecer y también las que tienden a hacerlas
    durar, elementos que no se pueden ignorar en el marco del estudio
    de la planificación
    lingüística del Mercosur y Chile.

    En efecto, como vamos a poder constatarlo a lo largo
    de esta sección, la concepción darviniana de la lucha
    para la vida puede transponerse en el ámbito de la
    lingüística. En el mismo concepto que los hombres,
    entre otras cosas, las lenguas están en competencia para
    mantenerse vivas y sólo lo logran una a costa de la otra. La
    soberanía de las unas sobre las otras y el estado de
    precariedad al cual estan conducidas las lenguas dominadas se
    explican por la insuficiencia de los medios de los que disponen
    para resistir a la presión de las lenguas dominantes. Nos
    proponemos pues durante esta quinta sección abordar
    brevemente los factores de extinción y mantenimiento de las
    lenguas.

    5.1. El factor físico.

    Como lo destaca Claude HAGÈGE en Halte à la
    mort des langues
    (2000, p. 15), « las lenguas vivas
    no existen en sí, pero por y para los grupos de individuos
    que las usan en la comunicación
    diaria ». Entendamos pues que si las lenguas
    acompañan a los grupos humanos, desaparecen con ellos o, al
    contrario, si son numerosos, ellas se difunden en su estela, como
    comenzamos a verlo con los casos del español y el
    portugués en la sección 2 de este artículo. En
    efecto, una lengua desaparece generalmente porque ya no tiene
    suficientemente hablantes para garantizar un mínimo de
    comunicación. Se constata así que si el quechua y el
    guaraní están en situación « más
    sana » que el wichí, es que son hablados por un
    mayor número de hablantes (el guaraní es hablado por
    más de los tres cuartos de la población paraguaya, al
    sur de Brasil y al noreste de Argentina). Así mismo
    citemos el caso del mapudungu, lengua de los Mapuches de Chile
    vigorosamente defendido por sus numerosos hablantes.

    El caso más simple de muerte de una lengua es la
    desaparición de sus hablantes. Citemos a este respecto el
    caso de Uruguay, un país sin indios, único caso de este
    tipo en América latina, ya que se exterminaron a las
    poblaciones de origen, en particular los Charrúas que el
    general CLAVARÁ atrajo en un guet-apens fatal en 1831 de
    ahí desaparición de toda lengua indígena en el
    territorio.

    Otros factores de carácter demográfico
    contribuyen también a la desaparición de las lenguas
    escasas aunque el número de hablantes de una lengua en
    absoluto no es siempre fácil de evaluar ya que, en muchas
    etnias donde la cultura está en perdición, los miembros
    del grupo que se reivindican como tales no son necesariamente
    hablantes de la lengua autóctona. Citemos sin embargo, la
    disminución de la natalidad – que, para los grupos
    minoritarios, tiene como efecto de acentuar la decadencia
    demográfica y, por consiguiente, reducir peligrosamente los
    factores de resistencia -, los matrimonios exogames (mixtos)
    favorecen las fuertes lenguas apresurando la tendencia a la
    asimilación, la inmigración extranjera masiva
    dañina para una lengua minoritaria a nivel nacional pero
    mayoritario localmente ya que pudiendo disminuir a un grupo
    lingüístico sobre su propio territorio (recordemos a
    este respecto que el minorisation por sumersión se
    practicó con éxito ante grupos
    autóctonos, en particular, por los Españoles y los
    Portugueses), los desplazamientos, reinstalaciones, deportaciones
    de los hablantes que tienen un un efecto negativo sobre la
    conservación de las lenguas, etc.

    5.2. El factor geográfico.

    De las relaciones de fuerza entre las lenguas se se
    pone en evidencia un constante: se expulsan una u otra en el
    mismo espacio geográfico para acercarse lo más posible
    del monolingüismo (el C.I.R.A.L. llama esta ley la
    « dinámica geográfica
    de las lenguas »). Jean LAPONCE especialmente
    desarrolló bien esta teoría:

    Les langues opèrent comme si elles
    étaient des espèces animales, et les individus qui
    les parlent des territoires à ressources restreintes.
    L’idéal, pour une langue, c’est de
    contrôler tout le terrain. A défaut d’obtenir
    cet idéal, une langue « cherchera »
    à s’assurer des positions stratégiques
    dominantes
    […]. (Langue et territoire, 1984, p.
    32)

    En una situación de cohabitación
    lingüística, la lengua dominante tiende a convertirse
    en la única, tanto en la función de comunicación
    interpersonal como en las funciones de definición, promoción social y unidad
    nacional. Normalmente, la lengua logra su objetivo si las
    relaciones de fuerza juegan en su favor y según la forma en
    que las lenguas se distribuyen en un territorio dado. De hecho,
    si una lengua minoritaria no llega a formar una masa territorial
    homogénea, le será casi imposible resistir a la
    asimilación. Por esta razón las lenguas pretenden
    agruparse para ejercer su predominio sobre
    « su » territorio. Ahora bien, lo vimos, se
    dividen a menudo las numerosas minorías del Mercosur y de
    Chile entre varios Estados: el quechua se habla en Perú,
    Chile y Argentina, mientras que el guaraní ocupa una extensa
    superficie continua que cubre parte de Brasil, Bolivia, Argentina y todo el
    Paraguay. Transfronterizas, estas lenguas están respaldadas
    ampliamente por los países vecinos donde el número de
    hablantes es muy importante. Minoritarias en un territorio dado,
    permiten a habitantes de país diferentes entenderse. Esta
    dispersión geográfica tiene un doble efecto: contribuye
    a reducir las fuerzas de resistencia a la lengua dominante y
    genera lo que Xavier ALBO llama la « plaga de la
    fragmentación dialectal »:

    Ces différents dialectes du quechua pourraient en fait être
    classés en deux groupes de « langues »
    ou plus, appartenant à la famille quechua
    […]
    si les démarches en vue de la reconnaissance officielle
    du quechua devait aboutir, il serait d’autant plus
    souhaitable d’arriver à une normalisation standard
    uniforme, assez flexible pour y
    faire entrer les variantes locales, raffermissant ainsi
    l’esprit de corps
    « panquechuiste ».

    Ciertamente, numerosas minorías consiguen
    permanecer geográficamente concentradas en un territorio
    dado. Con relación a un conjunto nacional, estas
    minorías se agrupan localmente, a veces regionalmente, en el
    punto formar mayorías allí donde se concentran. Estas
    minorías resisten entonces más fácilmente a la
    tendencia asimilativa de la mayoría nacional y conservan
    entonces su identidad y su lengua o son completamente olvidadas
    como, por ejemplo, algunas comunidades indígenas de Brasil.
    Por ello gracias a la protección del océano el rapa nui
    dañado se mantuvo durante tanto años a pesar de su
    número reducido de hablantes. Es también porque se
    extendió sobre un eje norte-sur, a lo largo de un pasillo
    interandino limitado al oeste por los llanos costeros de los
    colonos y al este por las cumbres de la cordillera que de el
    Aconcagua (7.021 m) en Argentina al Chiborazo (6.310 m) o al
    Cotopaxi (5.896 m) en Ecuador constituyen una barrera
    difícilmente pasable que el quechua se extendió y se
    mantuvo.

    De hecho, el aislamiento y la concentración
    geográficos constituyen otros factores no jurídicos que
    contribuyen a perpetuar la supervivencia de una lengua, ya que
    ellos permiten evitar la absorción de las lenguas
    minoritarias por las lenguas mayoritarias. Añadamos incluso
    que la concentración y el aislamiento deben hacerse fuera de
    las ciudades. En efecto, la ciudad es el lugar en primer lugar
    donde se concentra la administración y los
    funcionarios. Se trata también de un importante centro
    económico. Esto explica porqué los campesinos a menudo
    son atraídos por la vida urbana donde esperan encontrar una
    mejor situación económica. Cuando una población
    renuncia a su método de vida por razones
    socioeconómicas, renuncia al mismo tiempo a sus actividades
    tradicionales. La consecuencia lingüística a plazo
    más o menos corto es aquí también el retroceso o
    incluso la extinción puesto que la lengua de vehículos
    de estas actividades, la lengua autóctona, no encuentra ya
    su lugar.

    5.3. El factor económico.

    Las relaciones comerciales implican la comunicación
    lingüística y cuando no hay lengua en común, un
    lenguaje de relación se impone. La máquina
    económica y, por lo tanto, las estructuras administrativas
    coloniales y postcoloniales tuvieron en la región que nos
    interesa dos solos medios de expresión: el portugués en
    Brasil y el español en los otros países. Esto explica
    la decadencia de las lenguas amerindias. En efecto, las
    estructuras económicas establecidas por las poblaciones
    hispanohablantes y lusohablantes quienes se han convertido en
    mayoritarias volvieron el conocimiento del español y el
    portugués cada vez más necesario para las poblaciones
    autóctonas en cuanto estos últimos, que han quedado
    minoritarios y dominados en sus propios territorios, desearon
    entrar en relación verdadera con el nuevo sistema ha
    espacios de inserción profesional. Por consiguiente, la
    conservación de una aptitud bilingüe se volvió
    cada vez menos justificable (desde el punto de vista de las
    comunidades) en que la mayoría de los padres planteaban el
    problema del aprendizaje en términos de
    costes y rendimientos: la transmisión de las lenguas indias
    tendió juzgarse inútil respecto a la posibilidad de
    integración del niño

    En el mismo orden de ideas, el imperialismo del inglés ocupa un lugar
    destacado entre los factores de retroceso y muerte de las
    lenguas. Las causas económicas y sociales, en absoluto deben
    tenerse en cuenta antes de todas las otras. El inglés que,
    siendo la lengua de las sociedades más
    industrializadas, es el principal beneficiario del choque entre
    comunidades cuando una es económicamente más fuerte que
    otra, adquiere, gracias a esta supremacía, un peso aún
    más considerable, de carácter político, que, a su
    vez, aumenta su poder de presión. Una consecuencia de este
    estado de hecho es la supremacía del monolingüismo
    anglófono y la idea que asocia a los países
    multilingües al subdesarrollo y al retraso
    económico, social y político o considerado como una
    etapa negativa y breve sobre el camino que debe llevar al solo
    inglés (Claude HAGÈGE, 2000, p. 144). En efecto, el
    número de lenguas de un país y el nivel de vida de sus
    habitantes tienden a ser contrariamente proporcional (Joshua
    FISHMAN, 1968).

    5.4. El factor político.

    Se constata sobre la base de las cifras establecidas en
    1990 por Michael KRAUSS (1992, p.p. 4-10) que las mayores
    concentraciones de lenguas amenazadas se encuentran en las
    regiones del mundo donde dominan condiciones de subdesarrollo
    mientras que la mayoría de los ciento setenta Estados que se
    pueden considerar como soberanos, es decir, no dependiendo
    políticamente de ningún otro y constituyendo una
    entidad de derecho reconocida internacionalmente – tienen por
    única lengua, oficial o no, una de las siguientes, que
    están también en número de hablantes, entre las
    más habladaa del mundo: inglés, francés,
    español, árabe y portugués. En otros
    términos, las lenguas más extendidas son las de las
    entidades políticas más estructuradas. El
    establecimiento de poderes políticos centralizados
    preocupados de extender su control sobre todas las regiones
    que supuestamente estan incluidas en su autoridad no es siempre
    compatible con el mantenimiento de pequeñas etnias
    dispersadas en extensos territorios. La ideología de los Estados
    construidos en torno a la denominación de
    una nación no es favorable a la abundancia de las lenguas y
    a la concepción de la cohesión nacional vinculada a la
    unidad lingüística se extendió rápidamente en
    la zona a la cual se refiere nuestro estudio. Tal es así la
    historia de la colonización española y portuguesa en
    América latina. Las consecuencias lingüísticas de
    esta relación de fuerza son fácilmente
    concebibles

    Para aplicar la idea « una nación, una
    lengua », los poderes políticos no se contentan de
    medidas que limitan el uso de las lenguas minoritarias.
    Generalmente, no hacen nada para impedir la muerte que todo anuncia
    para algunas. Además, los Estados no se ven obligados en
    absoluto a tomar, contra las lenguas que condenaron, medidas
    administrativas explícitamente adaptadas a la empresa de
    exterminación. Disponen también de instrumentos de
    ejecución que para para ser más lentos, son igualmente
    eficaces como la escuela y los medios de comunicación.
    Por ejemplo, en el marco de los sistemas educativos formales, se
    constata que los Estados son capaces de adoptar medidas escolares
    que se destinan a la erradicación pura y simple de uno o
    más lenguas. Estas medidas explícitas de abolición
    o promoción sólo son uno de los aspectos del papel de
    la escuela en la situación de las lenguas. Al contrario, en
    todos los países donde domina una lengua, la ausencia de
    escuelas donde se enseña es una oportunidad para la lengua
    dominada, o incluso un elemento (negativo) de protección
    excepto en el caso de creación de escuelas que enseñan
    a las lenguas dominadas puede tener un efecto decisivo para
    salvarlos. Del mismo modo, los bombardeos de las masas por
    la radio y la televisión que se
    expresa en una o en otras de las algunas lenguas de difusión
    mundial (inglés, español, portugués, etc.) no
    puede tener sino un papel nocivo para las lenguas autóctonas
    que son ausentes y que se encuentran ser las de una parte de los
    auditores y espectadores.

    A nivel legislativo, el Estado fija las funciones y
    estatutos de las lenguas de su territorio. Por ejemplo, un
    reconocimiento oficial por el Estado significa la
    inscripción de una lengua en la Constitución de este
    último. « Se considera oficial una lengua que la
    ley apoya, que el Estado tiene el derecho a utilizar en sus
    relaciones diplomáticas y en la cual todo ciudadano
    está habilitado para pedir toda prestación judicial, de
    servicios, etc. »
    (Claude HAGÈGE, 2000, p. 247). dicho esto, muchas lenguas
    dominadas no gozando del estatuto de lengua nacional, para decir
    nada del oficial, llevan o llevaron un largo combate para el
    reconocimiento.

    Los criterios que juegan en la atribución de un
    estatuto y de las funciones de una lengua por un Estado
    varían mucho: ideológicos, políticos, sociales,
    económicos, y la lingüística sólo ocupa un
    lugar muy limitado. En este ámbito, uno se interesa
    generalmente al nivel de normalización de la lengua, a su
    nivel de elaboración funcional (permitiendo a la lengua
    funcionar como herramienta eficaz en el conjunto de las
    situaciones de comunicación) y al nivel de aceptación o
    difusión por el grupo de hablantes. Se hicieron una serie de
    tentativas para poner un índice las funciones ejercidas, en
    situaciones multilingües, por las distintas lenguas en
    presencia. Estos inventarios varían
    según las sociedades en cuestión, las principales
    funciones sociales de la lengua relativa a la esfera de actividad
    (la familia, la iglesia, la escuela, el empleo
    profesional), por medio de comunicación empleado (la prensa,
    la correspondencia privada, el sermón), al estilo, al tipo
    de tema abordado, a la distancia interpersonal (la existencia o
    no de una intimidad).

    Una lengua puede limitarse a una única
    función: la comunicación interpersonal dentro del hogar
    o de una comunidad local. Una lengua puede también ejercer
    varias funciones sociales: lengua de relación (lengua de
    comercio), lengua de enseñanza, lengua
    colonial, lenguaje diplomático, lengua científica,
    lengua inmigrante, lengua militar, lengua nacional, lengua
    imperial, lengua litúrgica, religiosa o consagrada, lengua
    oficial, lengua internacional. Ahora bien, cuanto más una
    lengua posee de funciones, más aumenta su estatuto. Cuanto
    más éste se aumenta, más aumenta a su vez la
    radiación y la longevidad de
    una lengua. Según el C.I.R.A.L., sobre más de 6.700
    lenguas, solamente dos ciento o tres cientos ejercen más de
    una función. una sesentena de lenguas posee varia: son las
    lenguas reconocidas oficialmente por los Estados. Son las
    verdaderas lenguas internacionales, que ejercen alrededor todas
    las funciones posibles. Entre estas cinco lenguas, una
    jerarquía puede establecerse, claramente por otra parte a la
    ventaja del inglés. La distribución del empleo de
    las lenguas en presencia implica una puesta en jerarquía y
    también de los juicios que afectan sus prácticas, al bi
    o al multilingüismo, la alternancia, las
    interferencias

    5.5. Los factores « prestigio » y « actitud ».

    Las actitudes
    lingüísticas ocupan desde los años sesenta un
    lugar central en los trabajos de psicolingüística (en
    particular los trabajos de Wallace LAMBERT), sobre todo los que
    se refieren al bilingüismo o el contacto de las lenguas.
    Estas actitudes, e incluso más ampliamente las ideas de los
    hablantes sobre las lenguas, aparecen también como un
    elemento importante en los trabajos sociolingüísticas,
    aunque su importancia teórica sea solamente en vía de
    ser reconocida. La evaluación de las formas de la lengua y
    las construcciones nocionales a las cuales se presta, son hechos
    sociales dotados con una determinada estabilidad, con una
    determinada eficacia, y cuya circulación influye sobre la
    lengua: a este respecto las « ideas
    lingüísticas » nunca no han sido indiferentes
    a los lingüistas, sino se imponen a fortiori al interés
    de los sociolingüístas. Por ejemplo, para William LABOV
    las representaciones normativas son el fundamento de la escala de
    los « estilos » de los hablantes tanto como
    la cohesión del vernáculo, y en la « paradoja
    del observador », es la conciencia de la presencia de un
    tercero que produce una inflexión en los resultados
    observados.

    5.5.1. La actitud.

    Que sea en las actividades diarias o en la
    enseñanza de las lenguas extranjeras, los contactos
    lingüísticos entre los individuos o los grupos de
    lenguas diferentes fueron a menudo contaminados por actitudes que
    transportaban sentimientos, gestos, de los hablas implicando que
    uno de los grupos en contacto que se considera como superior,
    avanzada, desarrollada, refinada, más eficaz, estructurado,
    etc, y en consecuencia que la lengua, la cultura, las
    prácticas, los valores, los referentes
    del otro individuo o el otro grupo son inferiores, avanzada y
    desarrollada. Por ello nacen malestar, descontentos,
    malentendidos o incluso denegaciones, rechazos más o menos
    conscientes, como pudieron mostrarlo explícitamente, la obra
    de Edward T. Hall, Au-delà de la culture publicada en
    1979 o de Geneviève Zarate, Représentations de
    l’étranger et didactique des langues
    , publicada en
    1995.

    « Hablo inglés con los comerciantes,
    italiano con las mujeres, francés con los hombres,
    español con Dios y alemán con mi caballo… »
    (Charles Quint, Emperador de Alemania, Príncipe de los
    Países Bajos, Rey de España y Sicilia),
    « hablar como los moros », estos estereotipos
    no se refieren solamente a las distintas lenguas pero
    también a sus hablantes, clasificados a lo largo de una
    escala de valores. En efecto, la
    relación entre lengua y hablante dista mucho de ser neutra.
    Existe todo un conjunto de actitudes, de sentimientos de los
    hablantes ante las lenguas y a los que los utilizan que hacen
    superficial el análisis de la lengua
    como un simple instrumento y tienen repercusiones sobre el
    comportamiento
    lingüístico. Del mismo modo, la división de las
    formas lingüísticas en « lengua »
    (o incluso « lengua pura » o « de
    referencia » opuestas a « lengua
    corrompida »), « patois »,
    « dialecto » está basado en otra
    visión peyorativa: la lengua es hablada por los seres
    civilizados, los dialectos y los patois por los
    « salvajes » quienes hablan mal.

    Estas « normas espontáneas »
    pueden tener dos tipos de repercusiones sobre los comportamientos
    lingüísticos: unas acerca de la manera consideran su
    propio habla y otros acerca de las reacciones de los hablantes al
    habla de otros. En un caso se valorizará su práctica o
    se intentará al contrario modificarla ver de demolerse para
    adoptar una forma prestigiosa, en el otro caso, se juzgará a
    la gente sobre su manera de hablar que los conducirá
    quizá a un sentimiento de inseguridad
    lingüística y de rechazo.

    Por ello, en la región incluyendo las provincias
    del Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones, la mayoría de las
    monolingües guaranís en contacto con el español se
    convirtió en bilingües subordinados. El uso del
    guaraní nunca se ha extendido fuera del marco familiar ya
    que sus hablantes siempre han tenido conciencia debido a que el
    español facilitaba la inserción social. De hecho, los
    padres no enseñan el guaraní a sus niños, lo que
    contribuye inexorablemente a su desaparición. Como
    contrapartida, transmiten un español a la vez muy limitado a
    los niveles sintáctico y semántico y cargado de
    interferencias con su lengua materna. Se cuestiona el prestigio
    de la lengua india en este punto que la comunidad comienza a
    creer que la transmisión de la lengua nativa es un
    obstáculo a la proyección escolar de los niños,
    que ella gene la promoción económica de los
    jóvenes y perpetúa la discriminación que pesa
    sobre el grupo entero. En otros términos, se creados una
    situación de inseguridad étnica y lingüística
    llevando los padres a utilizar exclusivamente la lengua dominante
    con su descendencia.

    5.5.2. El prestigio.

    Otro tema que debemos desarrollar, el concepto de
    prestigio. Ciertamente lenguas sin
    « reputación » particular se mantienen
    fácilmente en cuanto no se trata de factores
    económicos, sociales y políticos, cuyo poder es
    decisivo. El prestigio de una lengua no es inherente a esta
    última. Las lenguas no poseen nada en su fonología,
    morfología, sintaxis o
    léxico que sea portador de prestigio. El prestigio es
    realmente la reputación de valor asignada por los
    hombres. « Cuando pues se dice que una lengua es
    prestigiosa, se trata, realmente, de los que lo hablan o de los
    libros que los utilizan ». Por un proceso de
    transferencia, que es corriente en la relación del mundo y
    de los valores de los que se lo carga, el respeto o la
    admiración que inspira una colectividad o sus realizaciones
    se encuentran prorrogada encimas sus atributos. Ahora bien la
    lengua es uno de los atributos principales de toda comunidad
    humana » (Claude HAGÈGE, 2000, p. 155). Así
    el prestigio de una lengua corresponde al de sus hablantes el
    cual se funda sobre factores económicos, sociales y
    políticos. Las lenguas « prestigiosas »
    son las más pedidas, los hablantes juzgándolas más
    rentables. Al contrario, cuando en algunas sociedades las
    minorías son estigmatizadas, su lengua se encuentra en
    situación de fragilidad, sobre todo cuando el medio ambiente está
    constituido por una comunidad relativamente homogénea y muy
    consciente de su identidad lo que es el caso en todos los
    países que estudiamos. En otros términos, el concepto
    de prestigio es una moneda de intercambio en el mercado de las
    lenguas.

    5.6. El factor
    « equipamiento ».

    Por « equipamiento » de las lenguas,
    queremos decir a la manera de Louis-Jean CALVET en Les
    politiques linguistiques
    (1996, p. 44) el conjunto de lo que
    permite a una lengua ejercer una o más funciones. Sólo
    abordaremos a este respecto la escritura y el léxico, la
    normalización/standardización siendo ya mencionadas
    ampliamente.

    5.6.1. La escritura.

    La ausencia de escritura no está en sí una
    causa directa de retroceso o extinción de una lengua. Tan
    importante que sea su papel, se trata de una invención
    tardía y de un recubrimiento exterior. La existencia de una
    escritura no impidió lenguas que fueron antes prestigiosas y
    muy utilizadas apagarse. Dicho esto ante los riesgos de obsolescencia, la
    lengua que posee una escritura seré generalmente más
    armada que una lengua exclusivamente oral para resistir.
    Recordemos a este respecto que la escritura permite cuatro
    empresas que desempeñan
    un papel esencial en la conservación de la cultura: la
    literatura escrita, la
    escolarización, la difusión de impresos y la
    normalización. Añadamos también que es
    generalmente a falta de poseer una escritura que se califican
    tantas lenguas minoritarias de « dialectos »,
    método de expresión despreciado actuando a cambio sobre
    los hablantes y acentuando su ausencia de aprecio para su propia
    lengua.

    5.6.2. El léxico.

    Se considera generalmente que un léxico abundante
    es una riqueza y se habla de lenguas
    « ricas » y de lenguas
    « pobres ». En otros términos y como lo
    destaca Marina YAGUELLO (1988, p. 88), la abundancia de palabras
    en una lengua hace eco a una cultura diversificada y es la
    expresión de un pueblo dinámico y potente. Así
    mismo se puede decir que una lengua se empobrece cuando deja de
    crear en favor de palabras cogidas en una lengua hablada por un
    grupo más potente.

    Ahora bien, el desarrollo de las ciencias y
    técnicas así como la multiplicación de las
    comunicaciones hace que hoy solamente un reducido número de
    lenguas transportan la modernidad con ayuda de un
    vocabulario propio mientras que las otras se limitan a pedirlo
    prestado (p.e. la informática y el
    inglés). En otros términos, si la mayoría de los
    millares de lenguas existiendo sobre la tierra permiten a sus
    hablantes comunicar, es incapaz de garantizar una
    comunicación científica. Ciertamente se puede
    considerar que para algunas lenguas de tribus remotas de
    Amazonia, eso no tiene absolutamente ninguna importancia pero
    para la que, como el guaraní, pretenden ocupar un lugar
    sobre el tablero del Mercosur, el problema es otro.

    5.7. El factor
    « genético ».

    Se sabe que los lingüistas elaboraron métodos
    de clasificación de las lenguas en función de algunas
    características comunes de sus estructuras. Cuando las
    lenguas presentan semejanzas, se habla de proximidad
    lingüística. Al contrario, cuando son muy diferentes,
    se habla de distancia lingüística. Gracias a este
    sistema, se enteró de que la mayoría de los idiomas del
    mundo pertenecían a familias de lenguas. Se distingue, por
    ejemplo, a la familia de las lenguas romances o latinas (entre
    los cuales el portugués y el español) de la de las
    lenguas germánicas. La proximidad lingüística
    facilita el paso de una lengua a otra. Favorece pues el
    aprendizaje de una a partir de otra, e incluso la
    comprensión mutua con pocos esfuerzos previos. Esta
    proximidad favorece también las transferencias
    lingüísticas y, por consiguiente, las fuertes lenguas a
    costa de las lenguas escasas. Por ello, en España, la
    proximidad del catalán y del español, así como la
    del gallego y del español, facilita el aprendizaje de la
    lengua oficial del Estado español, y también la
    asimilación de los Catalanes y Gallegos, lo que no puede
    sino contribuir a la extensión del español. La
    distancia lingüística, al contrario, complicando en
    principio el aprendizaje y la comprensión mutua, perjudica
    la extensión de algunas lenguas. Estas variables desempeñan un
    papel importante en la medida en que obviamente otros factores
    económicos y políticos son preponderantes. En cuanto a
    mantenimiento de las lenguas indígenas, la distancia
    lingüística presenta una clara ventaja. En efecto, el
    aislamiento genético y tipológico de algunas lenguas
    juega en favor de su mantenimiento como es el caso del trumai en
    el Alto Xingu en Brasil.

    5.8. El factor « medio ambiente ».

    Una lengua puede retroceder o incluso morir en una
    comunidad bilingüe o multilingüe inestable: la lengua
    de la mayoría elimina la de una minoría en
    regresión. Esta sustitución de lengua implica una
    transición gradual entre un bilingüismo inestable y el
    monolingüismo, es decir, la eliminación de la lengua
    dominada.

    Dans une situation de domination et
    d’oppression, l’évolution de la langue en
    général est très peu dépendante de ses
    structures internes ou de l’analyse différentielle
    limitée aux structures respectives des deux langues en
    contact. Le facteur réellement déterminant est la
    position de chacune des langues et des groupes sociaux qui en
    font usage, à l’intérieur de la structure
    socio-économique générale, en tenant compte des
    quelques facteurs distinctifs susceptibles de produire des
    résultats différents dans chaque cas. Il est normal
    que dans une situation de contact de langues, la langue du
    groupe dominant prête généreusement son
    vocabulaire et produise en échange une atrophie croissante
    du vocabulaire de la langue parlée par le ou les groupes
    assujettis, y compris quelques mécanismes internes de la
    langue
    […]

    A este respecto, la interferencia y las palabras cogidas
    en otras lenguas no contribuyen directamente al retroceso y a la
    desaparición de las lenguas. Mientras no son invadiendo y
    dejan intactos algunos ámbitos estos fenómenos son
    hechos consustanciales al habla. En cambio, en situación de
    bilingüismo desigual, su afluencia puede revelarse temible.
    En efecto, la indeferencia frente a una lengua cuyo fondo
    léxico propio está en uso que declina está
    vinculado íntimamente a una desactivación de nuevas
    palabras lo que es el caso de la mayoría de las lenguas
    autóctonas escasas de la región que adoptan cada vez
    más elementos de los vocabularios españoles o
    portugueses. En paralelo las palabras autóctonas que hacen
    duplicación con las palabras importadas tienden a
    desaparecer.

    Como lo destaca Louis-Jean Calvet dans La
    sociolinguistique
    (1996, p. 23), el hecho de que el mundo sea
    multilingüe en cada uno de sus puntos y que las comunidades
    lingüísticos se codean y se superponen sin cesar
    implica que las lenguas estén constantemente en contacto. La
    introducción, hacia 1950, del concepto de contacto en el
    ámbito de la lingüística permitió estudiar
    los bilingüismos desde el punto de vista de la
    lingüística moderna, por contraste con el de la
    lingüística tradicional, ciencia histórica
    preocupada sobre todo del estudio de los cambios. En este
    sentido, la influencia que una lengua puede tener sobre otra,
    sobre todo por las palabras cogidas, fue y es aún el objeto
    de largos estudios. Así se constató que, excepto caso
    excepcional de purismo, el empleo de dos o de varias lenguas por
    un mismo individuo, y a fortiori por un grupo, lleva a la
    presencia, en un sistema lingüístico dado, de unidades,
    de modalidades de disposición o funcionamiento
    consustanciales a otro sistema. Es este tipo de interacción
    que se llama interferencia lingüística: léxica,
    gramatical, fónicos, etc.

    Le mot interférences désigne un
    remaniement de structures qui résulte de
    l’intrduction d’éléments étrangers
    dans les domaines les plus fortement structurés de la
    langue, comme l’ensemble du système phonologique,
    une grande partie de la morphologie et de la syntaxe et
    certains domaines du vocabulaire (parenté, couleur, temps,
    etc.).
    (Uriel Weinrich, 1953, p.
    1)

    Se pueden distinguir tres tipos de interferencias:
    fónicas, sintácticas y léxicas. No volveremos de
    nuevo sobre el primer caso. La interferencia sintáctica
    consiste en la ordenación la estructura de una frase en una
    lengua A según la de una lengua B. En el ámbito
    léxico, las interferencias se refieren sobre todo a los
    « falsos amigos », a la traducción
    palabra por palabra, etc. Según Louis-Jean CALVET (1996, p.
    26), si se empuja hasta el final de su lógica la interferencia
    léxica, es la causa del empréstito. Precisa
    también que si la interferencia es un fenómeno
    individual, el empréstito es un fenómeno colectivo:
    todas las lenguas piden prestadas a lenguas vecinas.

    5.9. El factor religioso.

    Como lo estudiamos ampliamente, uno de los problemas que
    se plantearon al XVIº siglo los colonizadores españoles
    y portugueses era saber en qué lengua evangelizar. La
    utilización del guaraní en Paraguay y, en una menor
    medida en la región que nos interesa, del quechua no es
    extranjera a la fortuna de estas lenguas. Se constata pues que
    aunque la relación entre catolicismo y guaraní por una
    parte o quechua por otra es aquí el fruto de la casualidad,
    el vínculo entre religión y lengua es extremadamente
    fuerte en particular cuando la primera posee un texto fundador como la Biblia.
    De hecho si los progresos de una religión pueden implicar
    los progresos de una lengua, su desaparición o su ausencia
    puede tener las consecuencias lingüísticas opuestas.
    Por ello un gran número de comunidades indígenas de la
    zona, aladoptar (de fuerza ciertamente) la religión
    católica, abandonó al mismo tiempo su habla.

    5.10. El factor militar.

    En el marco de la conquista de América latina, es
    también interesante analizar las relaciones entre la
    extensión de las lenguas de vehículos (portugueses y
    españoles) y la extensión militar. Las conquistas
    militares pueden ser determinantes para las lenguas perdedoras.
    No sólo las conquistas militares pueden reducir el personal
    del pequeño pueblo de manera draconiana, sino que dejan a
    menudo secuelas igualmente desastrosas: hambre, epidemias,
    pobreza, control,
    explotación, desplazamientos de población,
    represión, etc. A largo plazo, las pequeñas lenguas son
    llevadas hacia una ineludible extinción.

    En conclusión de esta sección, añadiremos
    que en margen de los factores lingüísticos mencionados
    de supervivencia, los lingüistas desempeñan un papel
    preponderante en cuanto a protección de las lenguas. Aparte
    de la masa de trabajos e investigaciones realizadas sobre el
    tema, el papel de los lingüistas se ejerce sobre los dos
    planes del trabajo lingüístico propiamente dicho y de
    la acción adjunto a los hablantes. Se trata por ejemplo,
    para una lengua X o Y, de redactar una fonología, gramática, un diccionario, de las
    recopilaciones de literatura escrita y oral a transcribir, cuando
    la lengua no posee un sistema de escritura, según un
    método de grafía que le corresponde fijar. Este aspecto
    ortográfico saca a la luz la importancia de la ayuda
    que es supuesto aportar a las poblaciones.

    Los responsables de las políticas de las lenguas
    también solicitan a los lingüistas, en particular en
    los países multilingües, para dar sus opiniones o sus
    sugerencias en cuanto al trabajo a menudo necesario de puesta a
    punto y promoción de una norma dialectal que sobresale por
    hablas dispersados. El lingüista tiene a menudo también
    por tarea el neologismo a veces solicitado por los propios
    hablantes. Finalmente los lingüistas que fueron en
    países alejados para describir lenguas saben también
    que a veces las autoridades políticas les invitan a
    colaborar técnicamente en la obra de edificación de una
    terminología moderna en numerosos ámbitos.

    Por otra parte, sabiendo que los hablantes de una lengua
    sólo toman conciencia del peligro donde se encuentra su
    lengua cuando es demasiado tarde, el papel del lingüista es
    también prevenir esta situación poniendo en pie, por
    ejemplo, de los programas de educación
    bilingüe revalorizando la lengua en cuestión. La
    formación de lingüistas profesionales entre los
    hablantes mismos es una posible solución a
    menudo.

     

    6. Bilan.

    Visto bajo su aspecto lingüístico, el Mercosur
    parece cada vez menos homogéneo. Por consiguiente, la
    dimensión unificadora de la expresión
    « América latina », se cuestiona
    completamente. No pensamos que el conjunto de los países
    sudamericanos constituye « una América »
    así tanto es que el adjetivo « latino »
    sea aplicable a todos sus habitantes. Por otra parte, cómo
    imaginar que América latina puede poseer una
    « unidad de cultura » solamente porque se
    habla mayoritariamente el español y el portugués que
    oculta así todas las culturas indias y negras y las
    múltiples lenguas que se hablan? Preguntemosnos pues lo que
    es exactamente la latinidad del Mercosur. Se debe considerar que
    existe una sola y única latinidad que agrupa a los usuarios
    de lenguas romanas o se debe considerar que a causa de su gran
    porcentaje de indígenas y africanos, la latinidad de
    América debe cuestionarse con el fin de ser considerada bajo
    un nuevo ángulo?

    La invención del concepto de América latina se
    remonta a 1861, suscitando numerosos rencores y animosidades en
    España donde se veía una estrategia de hegemonía
    cultural francesa para suplantar la herencia ibérica. Esta
    invención del concepto aparecido al principio de la
    expedición de México, en un número de
    razas latinas luego sistemáticamente utilizado por los
    Franceses permitió a las élites criollas que acababan
    de acceder a la independencia de plantearse en una tradición
    cultural prestigiosa, arraigar en la herencia europea, sobre todo
    francesa, deshaciéndose al mismo tiempo de los residuos de
    herencias indios o negros y del antiguo colonizador ibérico.
    la población criolla latinoamericana así pudo dotarse
    con una identidad cultural específica (americana) y con una
    genealogía, a nuestro sentido, imaginaria puesto que
    resultante de Francia, incluso de
    París. El vínculo de descendencia que une América
    latina a nuestro país se asemeja más a un complejo
    latinoamericano que a una verdadera filiación sobre todo
    teniendo en cuenta que Francia nunca tendrá realmente
    política « latina » por lo que se
    refiere a esta región.

    La cultura latina, por lo menos la del latín y de
    las lenguas que derivan de éste, también se
    perpetuó bajo la forma tan durable del latín de iglesia
    en una sociedad evangelizada de fuerza. La empresa tenía por
    primero objetivo someter a las poblaciones locales creando al
    mismo tiempo una mano de obra barata movilizada para toda una
    serie de trabajos molestos. Este dualismo etnocultural y esta
    voluntad de reunir separando al mismo tiempo a las etnias indias
    se encuentran en los métodos utilizados por las
    congregaciones religiosas ante las poblaciones nómadas o
    ambulantes de Paraguay y Uruguay. Del mismo modo, es fácil
    constatar que el vocabulario de la cristiandad católica
    bautiza incansablemente tanto la naturaleza como las creaciones
    humanas: las ciudades de Purificación, Asunción,
    Rosario y los innumerables San, Santo, Santa y São son
    tantas ilustraciones. La memoria de las poblaciones
    indígenas casi completamente analfabetas se cuelga a los
    relatos, leyendas y milagros de la
    religión católica tendiendo así a volver el
    continente homogéneo.

    Parece que desde la creación del concepto hasta la
    Gran Guerra, la
    « latinización » de Sudamérica fue
    un deseo recíproco por parte de Europa y de los países
    colonizados. Sin duda, el concepto de América latina se
    creó en comparación con la América anglosajona,
    amenazando debido su a avanzado en México. Este concepto es
    ambiguo ya que devuelve a la vez a la herencia
    lingüística de la colonización, a través del
    español y el portugués, y a la herencia religiosa
    (católica). Como lo vimos, divide el continente americano.
    Por una parte: la América anglosajona, blanca, desarrollada,
    la América « noble » respecto a la
    opinión. Los Estadounidenses no son los únicos
    habitantes del continente quienes llamamos
    « Americanos »? Del otro: el resto de
    América, apareciendo ridículamente simplificado a pesar
    de la pluralidad cultural que se encuentra en su territorio.
    Sólo tarde América se reivindicará múltiple,
    heterogénea y mezclada: « no somos Europeos, no
    somos indios, pero una especie intermedia entre los
    aborígenes y los Españoles ». Curiosamente,
    América latina terminó por utilizar su puesta afuera
    con el fin de reconocerse como comunidad con su cultura propia.
    Por lo tanto las relaciones con el antiguo colonizador surgieron
    otra vez y los intercambios económicos y culturales
    prosiguieron.

    Si para nosotros otros Europeos la identidad
    latinoamericana basta a englobar todas las nacionalidades
    sudamericanas, el sentimiento nacional se manifiesta de otra
    manera en los habitantes del nuevo mundo: para los
    Brasileños, América latina es una América sobre
    todo hispánica. Entre dichos hispánicos, se encuentran
    los Porteños que se identifican, al igual que los Uruguayos,
    principalmente a Europa: « no descendemos de nuestras
    montañas, sino del barco… ». La unidad cultural
    de América latina es una apariencia que oculta una realidad
    más bien compleja. Una mezcla de fondos amerindios,
    conquistadores ibéricos, esclavos africanos, de inmigrantes
    europeos y asiáticos dio nacimiento a la población
    latinoamericana. Añadamos a eso que, el tamaño del
    continente ayudando, la distribución y la proporción de
    las estas múltiples contribuciones no fue por todas partes
    las mismas. De estas diferencias se deriva una oposición
    entre países donde domina uno u otros de los componentes es
    decir, esencialmente entre regiones con una mayoría o, a
    contrario, con una fuerte minoría amerindia, africana o
    europea.

    Por lo que se refiere a la región que nos interesa,
    el Cono Sur permanece estallado y no posee imagen unificadora. La Pampa no
    podría representar Argentina en su conjunto, al igual que el
    bilingüismo paraguayo no podría ser representativo de
    toda la región. ¿Es necesario entonces asombrarse de
    que la indentidad mercosuriana sea tan difícil de
    establecer?

    Desde nuestro punto de vista, es más lógico y
    más realista utilizar la expresión
    « América latina » al plural. Si se
    remonta al Tratado de Tordesillas (1494) – división
    del nuevo mundo entre España y Portugal – se constata que a
    partir de la colonización, Sudamérica se dividió
    en dos culturas distintas a las cuales se intentaría
    añadir la modalidad jesuita. Además, el largo proceso
    de mestizaje entre colonos, amerindios y africanos resultantes de
    la transferencia de los esclavos sin olvidar las contribuciones
    europeas y asiáticas, posteriores a la colonización
    extendidas sobre un subcontinente de 90 grados de latitud, no
    habría sabido dar nacimiento a un mundo
    homogéneo.

    Sudamérica, plural tanto en las marchas de su
    historia como por su división en treinta y tres Estados,
    forma un mosaico heterogéneo de país. Todas las
    civilizaciones indígenas sudamericanas son diferentes tanto
    en la organización social como
    al nivel cultural. Algunos pueblos sedentarios dejaron una gran
    herencia arquitectónica (Mayas, Incas, Aztecas, etc.) y poseían una
    lengua que ha sobrevivido hasta nuestros días (quechua).
    Otros viviendo en los países del Mercosur como los Charruas,
    no llegaron al mismo grado de desarrollo y se dejaron destruir
    completamente por la presencia colonial. De hecho, lo que muchos
    llaman la cultura latina de Sudamérica, simplemente se
    impuso. A esta población indígena se añadió
    el componente africano resultante de los esclavos negros
    traídos para el trabajo en países como
    Brasil, Colombia y Venezuela. Mezclados con los
    indios, dieron nacimiento a los fenómenos de mestizaje que
    conocemos y que se manifiestan, en particular, en la
    religión, la danza, la música, etc. España y Portugal
    intentaron más tarde imponer en Sudamérica un modelo
    cultural que algunos historiadores califican de
    « mezcla compleja de valores mediavales anticuados y de
    proyectos universales
    consustanciales al renacimiento ».
    Imposición de un único dueño, una única
    religión, una única lengua (española o
    portuguesa).

    Ante las culturas dominantes, impuestas por los
    colonizadores con el fin de eliminar las culturas indígenas,
    las culturas dominadas subsistieron produciendo en algunos
    países de los fenómenos de aculturación o
    sincretismo bastante particulares. Esta aculturación en
    primer lugar pasó por la inculcación de la
    religión cristiana, intolerante pero universal. En Paraguay
    y Brasil, como en mucho otros países, la Iglesia impuso a
    las poblaciones locales sus fiestas y sus hábitos que,
    mezcladas a las creencias indígenas dieron nacimiento a
    numerosas prácticas
    « híbridas ».

    La « iberización » pasó
    también por todo un conjunto de dificultades
    administrativas, sociales llegando hasta la imposición de
    los nombres y sobre todo, detalle que tiene su importancia,
    siempre en el sentido « dueño
    blanco »-indígena. En esta época, los indios
    a menudo confinados en comunidades campesinas recogidas en ellas
    mismas, ya no se dedican a las prácticas indígenas que
    en fiestas o danzas, prohibidas, y abandonan cada vez más
    sus lenguas en favor de el español y el portugués o
    incluso a veces del francés.

    Sin embargo, en qué medida el parentesco de las
    lenguas se acompaña de un parentesco de las costumbres, de
    las mentalidades, de las culturas? ¿Cómo desbaratar la
    trampa de un concepto, latinidad cuya extensión es tan
    extensa que la comprensión es casi imposible? ¿Las
    lenguas en presencia son complementarias o mantienen una
    relación competitiva?

    En primer lugar vimos en la sección relativa a las
    variedades sudamericanas del español y el portugués que
    al volverse lenguas de la mayoría de los hablantes de la
    región, se compromete bastante la protección de las
    normas castellana y portuguesa. La península ya no es el
    centro de gravedad o autoridad lingüística. Si se tiene
    en cuenta que importa desarrollo de la literatura hispano y
    americano luso, el futuro hasta debería mostrar un
    deslizamiento de la norma peninsular hacia una norma cuyos si no
    se puede decir será mexicana o argentina sino en cualquier
    caso, seguramente americana. Trasplantados los idiomas europeos,
    se transformaron. Han sido alterados por nuevos hablantes y
    adaptados a sus nuevas tierras. Pues ya sa puede constatar que la
    relación de competencia se instaló entre las lenguas
    oficiales e incluso sus distintas variedades.

    Desde el punto de vista de las lenguas autóctonas,
    la situación actual es aún más compleja y puede
    resumirse así:

    v La población
    autóctona de la región se distribuye un número
    de lenguas extremadamente elevado, perteneciendo a familias
    lingüísticas distintas.

    v La dispersión de
    los hablantes de cada lengua sobre un extenso territorio y su
    escasa población, ponen estas lenguas muy vulnerables y
    favorecen su dialectalización. las lenguas autóctonas
    son, en los hechos, series de dialectos de ahí no surge
    ninguna norma standard que pueda guiar su empleo al escrito y
    en situaciones de comunicación formales, en lengua oral o
    escrita.

    v Por todas partes el
    número de los hablantes de las lenguas autóctonas
    disminuye regularmente lo que indica claramente que sus padres
    no siempre transmiten estas lenguas a los niños. La
    intensidad de este fenómeno varía de una comunidad
    lingüística a otra y también de una lengua a
    otra.

    v Los hablantes de las
    lenguas autóctonas son generalmente bilingües con el
    español o el portugués como segundo lengua. Los
    hablantes monolingües se convierten cada vez más en
    la excepción. Este bilingüismo implica una
    situación de diglosia, casi sobre la base de la
    distinción entre lengua hablada y lengua escrita:
    comunicación interpersonal y expresión de la cultura
    tradicional en lengua oral vernácula, comunicación
    escrita u oficial y participación del mundo moderno en
    lengua segunda.

    v El alejamiento que
    protegió durante mucho tiempo las lenguas autóctonas
    desaparece hoy con la generalización de los medios de
    comunicación y el uso de las tecnologías modernas de
    comunicación (avión, teléfono, fax, correo electrónico,
    inforutas, etc). Por otra parte, el tipo de escolarización
    aumenta regularmente y se hace en todo o en muy gran parte en
    segundo lengua. la enseñanza de la lengua autóctona o
    su empleo como lengua de enseñanza en general supone que
    se solucionan los problemas lingüísticos vinculados a
    la definición de una norma standard (ortográfica,
    gramatical y léxica) y que se pongan a punto las
    terminologías necesarias para la enseñanza de las
    distintas materias. Los debates y experiencias en este
    ámbito se continúan, la enseñanza en lengua
    autóctona no siempre recibiendo la adhesión de los
    padres.

    v Se observa que, por
    todas estas razones, la competencia en lengua maternal
    autóctona se erosiona de día en día, de manera
    continua.

    v Por último, la
    situación sociolingüística de las naciones
    autóctonas resulta tan compleja y diversificada que es
    casi imposible concebir y crear un plan de planificación
    lingüística que valga para todas pero es posible
    adaptar las soluciones a cada
    caso?

    Nuestro parecer es que el riesgo de desaparición de
    las lenguas autóctonas en el marco de la planificación
    lingüística del Mercosur y de Chile está
    principalmente vinculado al concepto de
    « instrumentalización », es decir, de
    « utilidad ». Pero
    cómo se define exactamente el valor de una lengua? ¿La
    diversidad lingüística debe valorizarse?

    Algunas de las minorías citadas anteriormente
    consiguieron imponerse suficientemente para compartir el poder
    con la mayoría. Al plan del estatuto político, se
    benefician del reconocimiento oficial de su lengua. Eso significa
    que el Estado del que forman parte es oficialmente bilingüe
    y se compromete a utilizar dos lenguas (o tres) competidoras en
    el conjunto del territorio nacional o en una porción de
    éste. En la medida en que el bilingüismo es aplicado
    efectivamente, se trata de una medida relativamente eficaz
    destinada a garantizar el mantenimiento de una lengua minoritaria
    nacional a los lados de una lengua mayoritaria. Se distinguen dos
    tipos de situación: aquélla dónde el Estado
    central es bilingüe, aquélla dónde solamente el
    Estado regional es bilingüe.

    En un reducido número de países, el Estado
    declaró el bilingüismo oficial con el fin de proteger a
    uno o más grupos minoritarios. En el caso de una
    federación, el Estado central comunica en la lengua
    mayoritaria o minoritaria, según la lengua utilizada por el
    remitente. De manera más precisa, se dirá que el Estado
    ofrece servicios en dos lenguas, prescindiendo de el hecho de que
    estos servicios estén garantizado de manera equitativa o
    estén también disponibles.

    Las numerosas lenguas y variedades habladas en la
    región distan mucho de ser complementarias. Pero se puede
    hablar realmente de competencia cuando « se
    enfrentan » lenguas mayoritariamente orales y no
    estandarizadas y las lenguas que gozan de un estatuto oficial o
    nacionalmente reconocido? ¿Cuál puede ser el futuro de
    estas lenguas minoritarias ante el español y el
    portugués o incluso el inglés?

    El objetivo de las políticas lingüísticas
    debe contemplar a procurar que la situación
    lingüística del Mercosur y de Chile no evolucione hacia
    un dualismo luso-hispanohablante pero hacia la cohabitación
    de hablantes de distintas lenguas quienes utilizan las lenguas
    oficiales con el fin de comunicar entre ellos en cumplimiento de
    la diversidad.

     

     

    Resumen:Contrariamente a una serie de
    prejuicios, el panorama lingüístico de América
    latina, lejos ser homogéneo, se caracteriza por la
    cohabitación de numerosas lenguas autóctonas de
    origen amerindia con el español, el portugués, otras
    lenguas europeas y variedades a menudo no fijadas. De estos
    contactos surgió una serie de cuestiones como la
    estratificación de prestigio lingüístico o
    también las pretensiones etnoculturales. En efecto, la
    casi totalidad de los grupos no hispanohablantes o no
    lusohablantes está actualmente en una situación
    crítica ante la omnipresencia de las lenguas oficiales
    dominantes indispensables para las comunicaciones fuera del
    hogar de la comunidad lingüística. Las posibilidades
    para las lenguas minoritarias de gozar de un prestigio más
    elevado, como factor de autodefinición social, son por
    decirlo así nulas. En la mayoría de los casos, es la
    supervivencia incluso de la lengua y la definición
    cultural del grupo que está en juego. A pesar de las
    dificultades encontradas, vamos a intentar, con este
    artículo, eliminar de los espíritus representaciones
    a menudo simplificadoras que se dan de América latina (dos
    grandes lenguas y vestigios de lenguas indias, guaraní
    aparte en la zona en cuestión) poniendo de relieve la
    diversidad y la complejidad de un subcontinente
    multilingüe con todas las formas que este
    multilingüismo puede tomar: las lenguas de substrato
    indígena primeros hablas del continente (guaraní,
    quechua, aymara, mapuche y numerosas variedades araucanes y
    tupies), las lenguas « oficiales » causa
    del retroceso de las primeras (portugués y español),
    las variedades criollas nacidas en las zonas de contactos
    culturales y lingüísticos español-portugués
    (el portuñol y otras lenguas híbridas) y las lenguas
    resultantes de la inmigración. Señalaremos las
    tensiones posibles y sobre todo intentaremos hacer comprender
    que la adaptación lingüística, en cada entidad
    nacional – como para el Mercosur y Chile en su conjunto – no
    puede considerarse sobre el método de la simplicidad por
    razones que se deben a que el respeto de la diversidad implica,
    en primer lugar, el conocimiento de este último sino
    también la de los factores que contribuyen al
    mantenimiento o al retroceso de las lenguas.

     

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    Trabajo enviado por Samantha
    Chareille.

    Doctora en Didactología de las lenguas y de las
    culturas.

    Université Paris III–la Sorbonne
    Nouvelle.

    Ecole normale supérieure de Lettres et Sciences
    humaines de Lyon.

    E.mail: chareille[arroba]hotmail.com

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