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Anatomía del poder en la Universidad de Sonora




    Anatomía del poder en la Universidad de Sonora –
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    Anatomía del poder en la
    Universidad de Sonora

    A pesar de ser un académico con amplia
    trayectoria en una institución de educación formal
    como lo es una universidad, no soy muy afecto a darle importancia
    a los títulos académicos porque aprendí de
    mis padres que todas las personas son importantes y merecen
    respeto por su simple condición de ser seres humanos y no
    por su posición económica o nivel
    educativo.

    Confieso que estoy en contra de poner un título
    antes de decir mi nombre cuando me presento ante alguna persona
    desconocida y simplemente digo mi nombre. Esperaría que
    los demás hicieran algo parecido, sin embargo estoy en un
    medio en el que la mayoría de mis compañeros
    avienta por delante sus credenciales antes de decir su nombre y
    es muy común ver en mi ámbito de trabajo que en el
    trato cotidiano se substituyan los nombres por los
    títulos, sobre todo en ese círculo reducido de
    aquellos que han hecho estudios de Doctorado y se llamen entre
    sí "Doctor" cuando se saludan, aparentemente para
    establecer una diferencia entre ellos y los
    demás.

    Ver esto me hace sonreír porque me lleva a
    recordar cuando inicié mis estudios de Psicología
    en la Universidad Veracruzana, ya que en aquella
    institución y en aquel tiempo, la facultad de
    Psicología pertenecía a la división de
    ciencias biológicas, por lo que los estudiantes de
    Psicología, Medicina y Biología compartíamos
    un curso propedéutico y usábamos batas blancas en
    nuestras prácticas en el anfiteatro diseccionando
    cadáveres, llamándonos entre nosotros mismos
    "Doctor" pues la mayoría iba a Medicina.

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    Por ello mismo, solo quiero decir que en mi experiencia
    de más de 34 años como profesional de la
    Psicología he aprendido que en las relaciones
    interpersonales la relación de igual a igual es lo
    más valioso, fructífero y satisfactorio que pueda
    existir.

    Retomo en este punto aquel dicho que plantea que la
    cualidad más importante de un sabio es la humildad (y yo
    le agrego la sencillez) y por ello trato de ser tan simple y
    sencillo como puedo, actuando con toda naturalidad y autenticidad
    evitando en todo momento la pedantería académica.
    Esta sencillez la reflejo en mi vestimenta cotidiana ya que
    siempre visto en forma casual sin llegar a lo
    desprolijo.

    Sin embargo, pido disculpas de antemano porque el tema
    que escogí como título de las presentes reflexiones
    me obliga a mostrar parte de mis credenciales y trayectoria
    laboral para respaldar lo que aquí
    escribiré.

    Empezaré por decir que estudié
    Psicología social en la Universidad Veracruzana, lo que me
    permitió comprender la interrelación e
    interinfluencia que existe entre el individuo y la sociedad. Es
    decir, mi formación académica me posibilita
    entender cómo el individuo influye a la sociedad y
    cómo la sociedad influye sobre el individuo.

    Lo anterior se puede lograr al reflexionar que todos los
    seres humanos somos seres sociales, que adquirimos ese
    carácter social al pertenecer a diferentes grupos formales
    e informales simultáneamente, que vivimos en una sociedad
    que basa su funcionamiento en la existencia de un
    sinnúmero de organizaciones que ofrecen productos y
    servicios y que coexistimos en diversas comunidades que tienen
    una cultura particular en el contexto de la globalización,
    por lo que vivimos un constante proceso de aculturación
    debido al desarrollo tecnológico que ha generado la
    tecnología de la información.

    Para comprender esta interinfluencia entre el individuo
    y la sociedad, tenemos necesidad de manejar un marco
    teórico que incluya el manejo adecuado de la teoría
    de grupos, un conocimiento profundo de una teoría de la
    organización y dominio suficiente de la psicología
    de las comunidades, o para ser más preciso, de la
    psicología comunitaria.

    Ingresé a la Universidad de Sonora, mediante un
    concurso de oposición en 1985, que me permitió
    ocupar la Jefatura del Área de Psicología
    Industrial en el marco de la Ley 103, impartiendo materias
    relacionadas con mi formación como Psicólogo social
    ya que su contenido incluía la formación del
    psicólogo para realizar intervención en grupos,
    organizaciones y comunidades. Cabe mencionar que me tocó
    diseñar los programas de las materias para ser impartidos
    por primera vez, ya que la Escuela de Psicología
    prácticamente iba naciendo cuando
    ingresé.

    Muchos años antes de ingresar a la Universidad de
    Sonora desarrollé amplia experiencia como psicólogo
    organizacional, actuando como capacitador laboral inicialmente y
    posteriormente como consultor organizacional ejerciendo la
    práctica privada.

    Esta actividad profesional la continué
    desarrollando ocasionalmente a mis funciones como maestro
    universitario, realizando intervenciones de carácter
    psicosocial en diferentes organizaciones que fungieron como
    clientes de mis servicios como consultor
    organizacional.

    Todo lo anterior me permitió establecer un
    vínculo entre lo que enseñaba teóricamente
    en clases a mis alumnos dentro de la universidad, con la
    práctica profesional que realizaba fuera de la misma, por
    lo que puede decirse que tanto los alumnos como un servidor
    salimos beneficiados de esta unión entre la teoría
    y la práctica. En esa misma línea de desarrollo
    personal y profesional, estudié la Maestría en
    Administración en la Universidad de Sonora lo que me
    permitió fortalecer aún más mi labor
    académica y mi práctica profesional
    privada.

    Cuando se impuso por la fuerza la Ley 4 en la
    Universidad de Sonora, desaparecieron las áreas de
    Psicología y surgieron las academias, por lo que la
    antigua área de Psicología Industrial
    desapareció para dar lugar a la Academia de
    Psicología organizacional.

    Debido a mi perfil académico se me otorgó
    el nombramiento de Presidente de la academia de Psicología
    organizacional. Con el cambio de plan de estudios de
    Psicología en el primer lustro de este siglo se me
    asignaron materias en dos ámbitos de
    intervención:

    Por un lado en el campo de la Psicología
    organizacional (en el mal llamado ámbito de
    producción y consumo), en el cual mi función es
    formar psicólogos para realizar intervenciones en
    organizaciones formales con el objeto de realizar un
    diagnóstico integral de las mismas y diseñar planes
    de cambio planeado que conduzcan al mejoramiento continuo de sus
    procesos.

    En el campo de la Psicología social (llamado
    ámbito de Convivencia social) las materias que imparto
    contribuyen a la formación de psicólogos para
    implementar cambios planeados en grupos, organizaciones y
    comunidades, poniendo énfasis en estas
    últimas.

    Una vez dicho lo anterior, le pido una disculpa al
    lector por esta larga descripción de mi trayectoria y
    funciones, pero lo consideré necesario ya que este escrito
    será publicado más allá de las fronteras de
    la Universidad de Sonora.

    Reconozco que el título de este artículo
    es ambicioso, pues requiere de una explicación integral de
    un proceso de interacción social que forma parte de una
    dimensión particular del sistema
    organizacional.

    Por cuestión de procedimiento debemos partir de
    la consideración de que el estudio del comportamiento
    humano en las organizaciones debe ser realizado en base a un
    enfoque integral, que utilice la teoría de sistemas para
    reconocer que las organizaciones son sistemas sociales que
    conforman un todo, pero que están conformadas por
    dimensiones internas que son interdependientes entre sí y
    que ejercen una mutua interinfluencia, de tal forma que debemos
    reconocer que el éxito o fracaso de una
    organización está en función del grado de
    colaboración y armonía que alcancen cada una de sus
    partes.

    Para ilustrar esta interdependencia podemos retomar la
    definición de Psicología organizacional de Fernando
    Zepeda que nos dice "La Psicología organizacional es la
    rama de la psicología que estudia el impacto que la tarea,
    la estructura y la tecnología tienen en el comportamiento
    individual y grupal de los integrantes de una
    organización".

    En ese sentido podemos decir que las organizaciones son
    las personas, no los edificios o los activos fijos. Lo que la da
    vida a las organizaciones son las personas que interactúan
    dentro de ellas.

    Esto lo podemos entender mejor al ver que el desarrollo
    de las ciencias sociales ha permitido construir un concepto de
    organización en los términos siguientes: "Una
    organización es el conjunto de personas que en el marco de
    una estructura, utilizando tecnología, interactúan
    entre sí para lograr objetivos comunes".

    Partiendo de la premisa de que toda organización
    formal surge para ofrecer un servicio o un producto a la
    sociedad, podemos ubicar la función social que tiene la
    Universidad de Sonora.

    El papel social que tiene asignado es ofrecer un
    servicio de educación universitaria a la comunidad
    sonorense para contribuir al desarrollo social de Sonora y de
    México formando profesionistas que con su práctica
    profesional contribuirán a su vez en el mejoramiento de
    sus comunidades.

    La Universidad de Sonora tiene un largo historial, mas
    de 70 años de existencia durante los cuales se ha
    posicionado en forma indiscutible no solo como la Alma Mater
    sonorense, sino también como una de las mejores
    universidades de México.

    Como parte de su historia, ha experimentado una
    dinámica interna que la llevó en un pasado reciente
    a la implementación de un cogobierno que mantuvo cerca de
    20 años en el marco de la Ley 103 universitaria que
    incluía un sistema de elección de autoridades
    basada en el voto secreto, directo y universal, a través
    de la cual los trabajadores, los maestros y los estudiantes
    mediante un voto igualitario elegían al rector de esta
    universidad.

    Esta estructura de gobierno permitió hablar en su
    momento de la Universidad de Sonora como una de las universidades
    más democráticas del país y sobre esa base
    desarrolló una cultura universitaria de
    participación activa en la que cada trabajador, cada
    maestro y cada estudiante era tomado en cuenta en las decisiones
    relevantes de la institución.

    Por ello mismo la estructura organizacional era de tipo
    horizontal, cuya máxima autoridad era un Consejo
    Universitario en el cual estaban representados todos los
    integrantes de la comunidad universitaria, es decir, los
    trabajadores, los maestros y los estudiantes.

    Sin embargo esta democracia universitaria terminó
    de un plumazo con la imposición de la Ley 4 en 1992 por
    parte del Gobierno del Estado encabezado por Manlio Fabio
    Beltrones Rivera y con la complicidad de autoridades
    universitarias encabezadas por el entonces Rector Marco Antonio
    Valencia. Esta nueva ley universitaria enfrentó la
    oposición y rechazo de la comunidad universitaria, por lo
    que sólo se logro imponer mediante el uso de la fuerza
    pública que fue utilizada para reprimir a estudiantes,
    maestros y trabajadores que rechazaban esta nueva Ley que ellos
    no solicitaron.

    En base a una mirada retrospectiva podemos ver que la
    aplicación de la Ley 4 en la universidad de Sonora
    representó un retroceso histórico, académico
    y social:

    1.- Por un lado observamos que en un sentido contrario a
    los vientos de cambio que circulaban por el mundo en esa
    época, cuando diversos movimientos sociales enarbolaban
    las demandas de mayor libertad, mayor democracia y mayor
    participación social, en la Universidad de Sonora se dio
    un retroceso histórico en su funcionamiento al imponer
    una ley universitaria que acabó con la
    participación y democracia que formaban parte de la
    cultura universitaria.

    2.- Por otro lado, podemos decir también que la
    imposición de la Ley 4 en la Universidad de Sonora
    reflejó un total desconocimiento y negación de los
    descubrimientos científicos en ciencias sociales (sobre
    todo en Psicología) que recomendaban el ejercicio de un
    liderazgo democrático y participativo en los grupos y
    organizaciones para que estas funcionaran mejor
    , recordemos
    aquí los resultados del experimento de los tres climas de
    Kurt Lewin.
    http://www.monografias.com/trabajos93/intervencion-psicologica-grupos-sociales/intervencion-psicologica-grupos-sociales

    Aún más todavía, también se
    ignoró las aportaciones de los estudiosos de la
    teoría de la motivación, sobre todo de la
    teoría "Y" de Douglas McGregor que plantea que a mayor
    PARTICIPACION de los miembros de una organización en la
    toma de decisiones relevantes para la misma, habrá mayor
    SATISFACCIÓN y en consecuencia esto generará una
    mayor PRODUCCION.

    http://servicios.educarm.es/templates/portal/images/ficheros/etapasEducativas/secundaria/16/secciones/270/contenidos/5880/teoria_x_e_y_teoria_z.pdf

    3.- Los estudiosos de la psicología de las
    organizaciones recomiendan en sus textos que es necesario cambiar
    la estructura piramidal tradicional de las organizaciones, en las
    que se observan tres niveles: altos mandos, mandos medios y
    personal de base, porque esto impide e inhibe los procesos de
    comunicación y participación de los integrantes de
    la organización.

    Recomiendan el diseño de organizaciones que
    tengan una estructura más horizontal, con el ejercicio de
    un liderazgo más distribuido y compartido, para propiciar
    el logro de las metas que persigue la organización al
    mismo tiempo que se incrementa la satisfacción de los
    integrantes de la misma.

    Entonces nos encontramos con la situación
    irónica, contradictoria e inaceptable de que en la
    universidad de Sonora se dio marcha atrás al inhibir la
    participación universitaria en tiempos de cambios sociales
    que reclaman mayor participación social y se ignoraron las
    aportaciones de las ciencias sociales en una institución
    de educación superior que tiene científicos de
    primer nivel que a su vez forman científicos para
    incorporarlos a la sociedad.

    Es por ello que puede afirmarse que la
    implementación de la Ley 4 en esta institución
    educativa sonorense representó un retroceso
    histórico ya que con esta nueva ley se eliminó la
    participación de los universitarios en la elección
    del Rector de esta institución y se redujo la
    participación en esta importante decisión a tan
    solo 5 universitarios y (el colmo) se incluyó la
    participación de 9 personas ajenas a la universidad de
    Sonora en este importante proceso de decisión para
    seleccionar a quien "representaría" a miles de
    universitarios.

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    Aquí y en China eso se llama autocracia ya que
    miles de universitarios, trabajadores, maestros y estudiantes
    quedaron marginados de este proceso, por más que intenten
    disfrazarlo de democrático con las farsas de
    "auscultación universitaria" que han utilizado como
    mecanismo previo a la designación de rector.

    Desde hace 21 años que entró en vigencia
    la Ley 4 en la Universidad de Sonora, en todos estos años
    la junta universitaria ha elegido tan sólo a 3 personas
    para ocupar el cargo de rector por un período de 4
    años cada uno.

    Por si había dudas de la autocracia en la
    Universidad de Sonora, mencionemos que curiosamente los 3
    rectores fueron reelectos por la misma junta por otros 4
    años, por lo los dos primeror (Jorge Luis Ibarra
    Mendívil y Pedro Ortega Romero) disfrutaron del ejercicio
    del poder durante 8 años.

    El tercer rector en el marco de la Ley 4, Heriberto
    Grijalba Monteverde va en su primer año de
    reelección o sea por su quinto año y su sola
    presencia refleja ya en estos momentos la existencia de la
    antidemocracia y el autoritarismo en la Universidad de
    Sonora.

    En el marco descrito anteriormente al analizar el tema
    del poder en esta institución educativa es inevitable
    ubicarlo en dos niveles, el primero en el contexto de la
    imposición de la Ley 4 y en el segundo, como parte
    integrante de una de las dimensiones de estudio de toda
    organización formal, el liderazgo, es decir, el ejercicio
    del poder como la expresión de un liderazgo
    organizacional.

    Para realizar la anatomía del poder dentro de una
    organización, debe tomarse como punto de partida la
    psicología de dicha organización. Es por ello que
    puede hablarse de una "anatomía psicológica" de la
    misma.

    Cuando se estudia a los grupos y a las organizaciones se
    puede identificar que ambos tienen una estructura que es el
    resultado de su cultura que les caracteriza, les da vida y de la
    cual se desprende su funcionamiento.

    En la Universidad de Sonora curiosamente esto no sucede
    así, ya que al imponer la Ley 4 en 1992 no cambió
    en forma automática la cultura universitaria. A
    veintiún años de existencia de la Ley 4, puede
    observarse un divorcio entre la estructura universitaria que
    impide la participación de maestros, trabajadores y
    estudiantes y la cultura de la misma institución, cuyos
    integrantes demandan cada vez mas ser tomados en cuenta en el
    proceso de toma de decisiones relevantes para esta
    institución.

    Para entender porqué no cambió la cultura
    de esta institución, debemos definir previamente el
    concepto de cultura, la cual entenderemos como el conjunto de
    experiencias, hábitos, valores, costumbres que
    caracterizan el funcionamiento de un grupo o de una
    organización.

    La imposición de la Ley 4 por la vía de la
    fuerza, encontró gran resistencia por parte de la
    comunidad universitaria, sobre todo estudiantil, una resistencia
    que podemos llamar activa expresada en el rechazo público
    y en manifestaciones de protesta que fue eliminada y reprimida
    gradualmente.

    Pero también existe otro tipo de resistencia de
    tipo pasivo que ha permanecido aún después de 21
    años de haber entrado en vigor y se manifiesta en labor de
    boicoteo "hormiga" de parte de un sector de los universitarios a
    los procedimientos establecidos en esta nueva ley.

    Existen elementos dentro de la comunidad universitaria
    (sobre todo académicos y trabajadores) que han resistido
    durante estas dos décadas a este proyecto
    antidemocrático que fue la Ley 4 y que conservan en su
    memoria los recuerdos y vivencias de cómo se dio el cambio
    de la ley 103 por la Ley 4.

    Estos recuerdos y experiencias han sido la
    inspiración para generar protestas y demandas de mayor
    participación universitaria en cada ocasión que se
    da el cambio de Rector por parte de la Junta
    Universitaria.

    El cambio legislativo en la Universidad de Sonora dio
    origen a una estructura burocrática, caracterizada por un
    verticalismo en su ejercicio y por un crecimiento exagerado. La
    Ley 4 y la burocracia universitaria rigen la actividad interna,
    determinan su funcionamiento pero después de dos
    décadas siguen sin consolidar el cambio total de la
    cultura universitaria.

    Como bien es sabido la Junta universitaria (este
    grupúsculo de 15 integrantes), actuando como una verdadera
    "Junta militar", ha ignorado las peticiones de amplios sectores
    universitarios en el sentido de participar en la toma de
    decisión del nombramiento de Rector y jamás ha
    tenido un contacto directo con la comunidad universitaria que
    dice representar. Como delincuentes organizados se reúnen
    cada cuatro años en cónclaves para actuar bajo
    consigna y elegir y reelegir sin justificación alguna a la
    persona que ocupará el cargo de rector.

    Bajo este cobijo y modelo a seguir las autoridades
    administrativas de la Unison, de manera creciente han optado por
    el ejercicio del poder adoptando un estilo de liderazgo
    autocrático y excluyente mientras que continúan
    disfrutando de canonjías, privilegios y sueldos
    amorales.

    En este proceso de manera creciente han perdido contacto
    cada vez más con quienes dicen representar, los
    trabajadores, los maestros y los estudiantes, es decir, la
    comunidad universitaria.

    Conducen vehículos de modelo reciente, tienen
    oficinas lujosas, mientras que a los académicos les
    restringen cada vez más sus derechos y prestaciones.
    Utilizan la mayor parte del presupuesto universitario para
    pagarse a sí mismos altos sueldos, mientras que escamotean
    ridículos aumentos de sueldos a trabajadores y maestros
    con el argumento de la política de tope
    salarial.

    Aumenta cada vez más la distancia entre el
    líder formal (rector) de la Universidad de Sonora y sus
    "seguidores" (que nunca lo han sido) los universitarios. Si
    retomamos la veracidad del dicho de que no hay líder sin
    seguidores, el rector de la Universidad de Sonora cada vez
    está más solo y únicamente está
    acompañado de aquellos que comparten su ambición
    por el reparto del pastel de los recursos universitarios y de
    pequeñas cuotas de poder.

    El conflicto actual de huelga impulsada por los
    trabajadores universitarios en la Universidad de Sonora llega a
    sus 40 días sin solución, mientras que crece la
    amenaza del estallido de huelga por parte de los
    académicos universitarios ante la intransigencia de las
    autoridades universitarias. No cabe la menor duda de que este
    panorama refleja la existencia de un vacío de liderazgo al
    interior de la máxima casa de estudios
    sonorense.

    En esta línea las autoridades universitarias han
    perdido de vista la misión fundamental de la universidad
    de Sonora que se desprende de su carácter público,
    que consiste precisamente en su contribución al desarrollo
    social de la entidad y país a través de la
    formación integral de profesionistas calificados para
    elevar el nivel de vida de sonorenses y mexicanos.

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    Las autoridades administrativas, a pesar de que varios
    de ellos proceden de las filas del sindicalismo y del grupo de
    académicos, han perdido la mística de servicio y se
    han enajenado con el poder al que han tenido acceso y que
    disfrutan a tal grado que no desean dejarlo ni mucho menos
    compartirlo.

    Han descuidado y perjudicado el desarrollo profesional y
    la estabilidad laboral de los académicos, lo cual
    repercutiría en la elevación del nivel de la
    calidad educativa en beneficio de los estudiantes y de la
    sociedad en general y han optado por desviar buena parte de los
    recursos universitarios en su beneficio personal.

    Confunden autoridad con el poder al actuar bajo la
    premisa de que al tener el poder deben ser respetados,
    confundiendo el respeto con la sumisión y el temor.
    Encuentran su complemento en aquellas personas que asumiendo un
    rol de obediencia acostumbran referirse a las autoridades como
    "el Señor Rector", el Señor Secretario", el
    Señor Director" etc.

    Hay un dicho que plantea que "el poder no cambia a las
    personas, sólo las muestra tal y como son". En el reparto
    de posiciones de poder desde el nivel más bajo dentro de
    la estructura de la Ley 4 que es las Presidencias de Academia
    hasta la posición de Rector, se observan personas que
    cambian radicalmente de actitud y comportamiento una vez que
    asumen alguna posición de poder.

    Si proceden del sindicalismo universitario vía
    STAUS o STEUS, asumen una posición antisindicalista y
    pagan el compromiso contraído al otorgarles posiciones de
    poder, golpeando a la organización que antes los
    protegía y a la cual le deben mucho de su desarrollo
    personal y profesional, esto es a los sindicatos.

    Sobre esto hay varios casos que podríamos tomar
    de ejemplos de conversión, empezando por Jorge Luis Ibarra
    Mendivil primer rector de la Universidad de Sonora en el marco de
    la Ley 4. Personaje que en su juventud se desempeñó
    en esta misma universidad como activista estudiantil radical,
    pero que en su madurez se integró al PRI, que lo
    premió con darle la Rectoría de la Universidad de
    Sonora, desde la cual ejerció un liderazgo
    autocrático y fomentó el culto a la personalidad
    que todavía algunos universitarios siguen cumpliendo. De
    las filas del PRI pasó al PAN cuando este partido
    ganó las elecciones para gobernador, y se desempeña
    como ferviente panista en el cargo de Secretario de
    educación y Cultura.

    Para no ir más lejos, veamos el caso del actual
    rector Heriberto Grijalba Monteverde, el Sindicato de
    Trabajadores Académicos (STAUS), le ayudó a
    conseguir una plaza de maestro de tiempo completo, a
    través de esta organización sindical obtuvo una
    casa habitación y otro tipo de beneficios. Sin embargo,
    esto no le ha impedido declarar públicamente sus
    aspiraciones de ser el rector que acabó con las huelgas en
    la Universidad de Sonora, aunque esto implique acabar con los
    sindicatos.

    En conclusión, el poder en la Universidad de
    Sonora es ejercido siguiendo el estilo de liderazgo
    autocrático, refleja una gran distancia entre el discurso
    y la acción y se ha llegado a la situación de que
    la Universidad de Sonora se encuentra en estos momentos en una
    crisis sin precedente que afecta considerablemente su
    dinámica interna y su imagen externa.

    La concentración excesiva de poder en la persona
    que ocupa el cargo de Rector, la falta de compromiso e
    integración de los integrantes de la Junta universitaria,
    la personalidad endeble y falta de principios morales de quien
    ocupa la silla de rectoría, han propiciado una
     L'ivresse du pouvoir es decir , borrachera de
    poder, cuya resaca tendrá consecuecnias graves para el
    conjunto de integrantes de la comunidad universitaria.

    La verdadera causa de todos estos males se encuentra en
    la Ley 4 que rige actualmente el funcionamiento de la Universidad
    de Sonora, que acabó con un modelo de participación
    universitaria, que acabó con la gratuidad de la
    educación universitaria, que lesionó seriamente a
    la educación pública, que crea las condiciones para
    que surja la corrupción al interior de la Universidad de
    Sonora a través de esta concentración excesiva de
    poder y que en momentos de crisis como la actual huelga
    universitaria no contempla una figura de contrapeso que pueda
    oponerse a los designios del actual rector en su ruta de
    conversión a dictador.

    Bajo la premisa de que algo bueno debe surgir de lo
    malo, el conflicto universitario actual nos debe conducir a la
    convicción de que necesitamos cambiar cuanto antes esta
    ley antidemocrática, represiva y excluyente por otra
    legislación universitaria que permita el retorno de la
    democracia y la participación de los universitarios en los
    procesos de toma de decisiones relevantes en nuestra Universidad
    de Sonora.

     

     

    Autor:

    Oscar Yescas
    Domínguez

     

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