Arquitectura doméstica y decoración de interiores en Argentina: 1860-1936 (página 4)
HIPOTESIS CENTRAL 2: El Conventillo =
Barbarie-insalubre. En 1867 se había dado una
epidemia de cólera y fiebre amarilla que había
culminado en 1871. Se identificó a los conventillos
como el foco de la epidemia de cólera por la falta de
cloacas y las enfermedades infectocontagiosas como la
viruela, la fiebre tifoidea y gastro-intestinales; porque las
personas estaban hacinadas y mal alimentas, lo que revelaba
la falta de arquitectura y ambientes adecuados para vivir
debido a la insalubridad. Ejemplo: ver imagen (5) de un
conventillo y la imagen (6) del comedor de un conventillo
(comparar esta foto 6 con la foto 4).
Esta HIPOTESIS CENTRAL 2 no se utilizará
para generar hipótesis de trabajo. Solo se la
citó porque se desprende del Marco Teórico,
pero no se trabajará con ella porque no es un objetivo
prioritario.
Imagen ( 13 ): El Palacio Anchorena de Alejandro
Christophersen (1866-1946). Fue un alarde de gasto conspicuo,
gusto refinado y comodidad, ejemplo de arquitectura "civilizada".
El Palacio San Martín está ubicado en la calle
Arenales 761, en el barrio de Retiro, frente a la Plaza San
Martín hoy es la actual sede del Ministerio de Relaciones
exteriores y Culto de la Nación Argentina. Gran exponente
del clasicismo Belle Époque.
Metodología /
procesamiento cualitativo
Se trabajó con un plan (o estrategia de
investigación) o tipo de diseño explicativo
que favorezca la «comprensión» (típica
de las Ciencias Sociales) más que la
«explicación» (típica de las Ciencias
Naturales) tal cual lo aclara y debate Esther Díaz en
Metodología de las Ciencias Sociales
(1997). Por lo cual se buscó, para el desarrollo de esta
Tesis de Doctorado, un modelo de investigación
fundamentado en la comprensión (hermenéutica)
siguiendo una metodología cualitativa.
Sabemos que en la Belle Époque Argentina
(período 1860-1936), el comitente le proponía al
arquitecto y al artista-decorador, atrapar el "espíritu de
la época" con total libertad y desprejuicio (dado que no
había una tradición arquitectónica nacional
que le pusiera límites); para usar un término de
Giedion en La mecanización toma el mando
(1978) [140]
Adicionalmente, Fabio Grementieri en Grandes
Residencias de Buenos Aires. La influencia francesa
(2006) sostiene que algunas residencias de esta época eran
un buen reflejo del "espíritu de la época",
experimental y contradictorio en sus estilos. Pues poseían
algo del "alma de la nueva sociedad burguesa, equilibrada y
positivista" (luego de la Revolución Francesa) y
también poseían algo del "alma de la antigua
sociedad cortesana, noble y aristocrática" (del mundo
anterior a la Revolución Francesa), que remitían a
un contenido simbólico preciso e intentaban representar el
carisma de la nobleza, en el Barroco del Luis XIV y el
Rococó del Luis XV que expresaba los ideales y valores de
la aristocracia.
El denominado "espíritu de la época" de
Siegfried Giedion también lo podemos definir como
"espíritu del Iluminismo" o de la "ilustración
decimonónica" (el Gran Siglo de las Luces) que
había logrado mudarse a Buenos Aires de la mano de un
refinado cosmopolitismo que combinaba influencias sin prejuicios.
El "espíritu de la ilustración iluminista a la
francesa" hizo del retour à l´ordre la
clave de su cultura arquitectónica de la Argentina entre
1900 y 1939.
Piera Sauri en revista Summa. Nº
198 (1984), sostenía que los muebles, los
interiores, pueden revelar los "secretos de la época" que
los ha creado; la casa y su interior es un "espejo" que refleja
el carácter, los deseos, las aspiraciones de quien los
vive o de quien los ha vivido, sostiene Mario Praz en su libro
dedicado a la Filosofía
dell´arredamento -. Textualmente: "(…),
el mobiliario revela el espíritu de una época,
(…)" [141]Idea trabajada por Sigfried
Giedion.
Por lo que si partimos de Giedion en La
mecanización toma el mando (1978), uno de los
trabajos más interesantes e importantes sobre el
denominado "espíritu de la época" u:
"orientación del período, (…) ideas
rectoras y generales de una época"
[142]en el diseño, producción y usos
de artefactos, mobiliario y otros objetos. Asimismo podemos
confrontarlo con otros autores y obtener resultados interesantes.
Coincidente con lo que dice Rosario Bernatene
[143]
Sorprende que la afirmación de Mario Praz (1981)
-citada por Scuri y Baroni (1984)-, es coincidente con la
afirmación que efectuara Giedion (1978) y las relaciones
establecidas posteriormente por Bernatene (1996). Por lo cual, se
puede afirmar que son variadas las afirmaciones de los estudiosos
que confirman esta línea de investigación y
metodología de trabajo aquí seguida.
Podemos resumir la idea con la siguiente cita que
Eduardo Gentile en La Residencia Ortiz Basualdo, Sede de
la Embajada de Francia sostiene cuando dice que merece
transcribirse el texto que acompaña el conjunto de
ejemplos que reúne una de las láminas de una
publicación sobre la Argentina editada por Monte Domecq en
1940, que expresa que: "(…), la residencia particular
constituye el índice exponencial de la cultura de
un pueblo. (…)".
El subrayado es mío, para referirme a la
importancia del concepto de "índices" o "indicadores"
(científicos); en este sentido Juan Samaja, le dedica un
apartado especial al concepto de la construcción de
"indicadores", cuando desarrolla su obra:
Epistemología y Metodología, elementos para
una teoría de la investigación
científica (1993). Base de la metodología
de la investigación del Doctorado en Arte
Contemporáneo Latinoamericano, de la Facultad de Bellas
Artes, UNLP.
Para Michel De Certeau en La invención de
lo cotidiano. Tomo II (1999) el "indicador
hogareño" de la casa es: su ubicación
geográfica en la ciudad (microcentro, suburbio, etc.), la
arquitectura de la edificación y el estado de
conservación, la disposición de los ambientes,
piezas y habitaciones (en cuanto cantidad y tamaño), el
equipamiento de comodidades en cuanto cantidad y calidad de los
mismos (tipologías, diseños, estilos y materiales
de los objetos, artefactos, productos y muebles), etc. Son todos
"indicadores" económicos y de status social de sus
ocupantes.
Mas adelante, Eduardo Gentile sostiene: "La
presencia de arquitectos, artefactos culturales y
técnicos, modos de habitar, patterns formales
provenientes del reservorio cultural y humano de Francia
alcanzaron en el período 1890-1920 una intensidad que si
bien en puros términos estadísticos pudiera
resultar de relevancia relativa, no lo es así en
términos cualitativos. (…), su resultado, empero,
brindó los signos (…)".
Por lo que en este trabajo de investigación se
construyó un índice semiológico (o indicador
semiológico para hablar con mayor propiedad) del tipo
"signo iconográfico"; sobre el que se elaboró la
matriz de datos y los elementos constitutivos de todo dato:
unidades de análisis, variables, dimensiones o
sub-variables, valores posibles y los procedimientos para obtener
los indicadores.
Sostiene Gentile, citando a Guadet en
Eléments et Théorie de
l'Architecture (1910) que: "No tengo necesidad de
deciros que el salón o los salones concentran la riqueza y
los elementos de la representación entre las habitaciones.
Es esta la parte más decorada, la más
teatral.(…)". Por lo que nuestro "indicador de signo
iconográfico" deberá señalar (indicar) como
se manifiesta la riqueza (burguesa) en la pluralidad
ecléctica de estilos arquitectónicos y
artísticos; reflejados por su arquitectura, mobiliario y
equipamiento interior, sus obras de arte diversas y otros objetos
y artefactos u enseres domésticos.
Esto se encuentra en correspondencia con el denominado
indicador de la matriz de datos, señalada por
Juan Samaja en Epistemología y metodología.
Elementos para una teoría de la investigación
científica (1993).
8.1 – DISEÑO EMPÍRICO / DISEÑO
DE LA MATRIZ DE DATOS ICONOGRAFICA (Parte 1): Análisis
sobre los «indicadores» del mueble
utilizados:
ADVERTENCIA IMPORTANTE: A continuación, el
lector encontrará desde la página 82 y hasta la
página 136 un resumen que podrá obviar si posee
conocimientos de Historia del Arte y/o Historia de la
Arquitectura; que se resumen en el cuadro ( 4 ) de la
página 137. Este resumen en colores explica la historia
del arte y arquitectura aplicada exclusivamente a la historia del
diseño y manufactura de muebles (sillas, mesas, camas,
etc.) y se aplicará posteriormente en el ítem
8.2 – DISEÑO EMPÍRICO / DISEÑO DE LA
MATRIZ DE DATOS ICONOGRAFICA a la construcción de las
Fichas de la Matriz de Datos Iconográfica, para ser
sometida a un procesamiento cualitativo, como se explica
más adelante.
El diseño empírico de la Matriz de Datos,
según lo describe Juan Samaja en
Epistemología y Metodología. Elementos para
una teoría de la investigación
científica (2008), se realizó a partir de
investigar la teoría de los siguientes autores:
– Luis Feduchi: Historia del mueble
(1946).
– Sigfried Giedion: La mecanización toma
el mando (1978).
– Jesús Vicente Patiño Puente:
Historia del mueble hasta el siglo XIX
(2010).
En este sentido, Jesús Vicente Patiño
Puente explica:
Podemos considerar como mueble cualquier
construcción humana que sirve a las personas para realizar
acciones relativas a su vida cotidiana y que tienen la
peculiaridad de poderse mover (de ahí lo de "mueble"),
cambiar de sitio, ya sea sin tocar su estructura o desmontado.
También consideramos como mueble cualquier elemento
existente en el interior de las viviendas humanas destinado a
hacer la vida cotidiana más fácil y
cómoda. [144]
Cuadro ( 2 ): Primera parte del
cuadro de Jesús Vicente Patiño Puente en
Historia del mueble hasta el siglo XIX
(2010).
Cuadro ( 3 ): Segunda parte del
cuadro de Jesús Vicente Patiño Puente en
Historia del mueble hasta el siglo XIX
(2010).
El mueble de
estética feudal – monacal (800-1500)
1 – EL MUEBLE MEDIEVAL:
1.1 – La Edad Media:
El Imperio Romano constituyó una estructura
política y social que se extendió enormemente tanto
en el tiempo (desde el siglo V A.C. hasta el V D.C.) como en el
espacio, ya que unificó la cultura y las expresiones
artísticas de Europa Occidental, Norte de África y
Oriente Próximo. La lengua oficial y del pueblo fue el
latín, aunque la lengua de cultura fue el griego. A partir
del siglo V D.C. el Imperio se dividirá en dos
mitades.
La mitad oriental constituirá el Imperio
Bizantino, que se prolongará hasta el siglo XV y que se
caracterizará por la religión cristiana ortodoxa y
una cultura de herencia griega y romana.
La mitad occidental sufrirá las invasiones de los
pueblos germánicos o bárbaros (suevos, alanos,
anglos, vándalos, visigodos, francos, ostrogodos,
burgundios, etc.), que constituirán en cada región
un estado propio que evolucionará al
feudalismo.
El feudalismo es una estructura política, social
y económica propia de la Edad Media (el periodo de la
Historia que abarca, aproximadamente, los siglos V al XV D.C.)
caracterizada por lazos personales de fidelidad y vasallaje entre
un señor y un vasallo, que se somete al anterior a cambio
de protección y está obligado a una serie de
prestaciones personales y económicas. La sociedad se
divide en tres estamentos (grupos sociales cerrados y con leyes
propias), de los cuales dos -la nobleza y el clero- son
privilegiados (no pagan impuestos, ejercen el poder, etc.) y el
tercero, llamado tercer estado o pueblo llano (pueblo a secas:
plebeyos, campesinos, siervos, mercaderes, artesanos) no tienen
ningún privilegio, mantiene con su trabajo a los otros dos
y están alejados de los círculos del poder. Al
principio, este tercer estado está compuesto en su mayor
parte por campesinos, pero con el discurrir de los siglos (la
Edad Media dura 1000 años) se revitalizarán las
ciudades y surgirá una nueva clase social dentro del
estado llano que será la burguesía y que se
dedicará a labores artesanales (agrupados en gremios) y
comerciales, y que con el tiempo irán acaparando poder
económico y social y, ya en el siglo XIX, tomarán
el poder político con el advenimiento del sistema liberal
o capitalista.
Durante el feudalismo las rutas comerciales colapsan y
los contactos culturales cesan casi por completo, de manera que
los intercambios de todo tipo tienen un corto radio de
acción al no haber una autoridad de ningún tipo que
garantice la seguridad de dichas rutas. Las monarquías
dejan de tener un poder efectivo y son los señores de cada
región o comarca los que dictan y ejecutan su propia ley.
La cultura, el arte y la artesanía, así como la
lengua, evolucionan de manera aislada, con lo que se da lugar en
cada región a los modernos lenguajes de raíz latina
como el francés, el castellano, el catalán, el
rumano, etc., o de raíz germánica como el
inglés, el holandés, etc.
Durante siglos el poder se atomizará y no
será hasta bien entrado el siglo VIII o IX cuando empiecen
a aparecer las primeras monarquías fuertes, como el
imperio Carolingio fundado por Carlomagno a partir del Reino
Franco, y hasta el siglo XII o XIII cuando tengan el suficiente
poder para enfrentarse a los señores feudales y
convertirse en monarquías autoritarias. Además,
este periodo estará marcado por las constantes luchas en
el Mediterráneo entre los cristianos y los musulmanes, ya
que desde la aparición de Mahoma y la fundación del
Islam como nueva y pujante religión, el mundo
circunmediterráneo se divide en dos ámbitos: el
cristiano en Europa y en Bizancio y el musulmán en Asia y
en el norte de África.
Si nos centramos en el mundo cristiano, la única
institución de carácter universal será la
Iglesia (de hecho, católico significa, precisamente,
universal), y será ésta la que mantendrá
viva, en sus monasterios, la llama de la cultura. De hecho, la
religión cristiana será la que marcará toda
expresión cultural. El arte se hará expresivo y
perderá las proporciones clásicas, de manera que lo
único importante será el mensaje de Cristo y que
llegara al pueblo, esencialmente analfabeto. El milenarismo
(creencia de que el Fin del Mundo sobrevendrá el
año 1000) marcará las expresiones culturales ya que
el arte se convertirá en vehículo de los mensajes
de salvación.
A medida que pase el tiempo, a través de las
rutas de peregrinación, de las que la más
importante será el Camino de Santiago, se va
intercambiando información y tecnología, de manera
que hacia el año 1000 y hasta el siglo XIII
(aproximadamente) se desarrolla el primer estilo cultural
unificado en Europa Occidental, el Románico.
1.2 – Factores que influyen en el mueble
medieval:
Todo lo anterior influirá de una manera
determinante en la fabricación de muebles en la Edad
Media.
Al colapsar todas las rutas comerciales, el mueble se
fue regionalizando y haciéndose más tosco. Los
materiales se fueron también empobreciendo y se usaron
aquellos de mayor duración y facilidad de trabajo y que se
encontraran con mayor facilidad, por lo que se trabajó la
madera esencialmente, reservándose el metal para los
herrajes. El mueble se tendió a construir empotrado en la
estructura de la casa para abaratar costos. Sólo la
Iglesia, que, como se ha visto, conservó cierta
organización suprarregional, encargará muebles de
alta calidad que incluyan metales preciosos o materiales
exóticos (como el marfil, por ejemplo).
El trabajo también se fue haciendo más
rudimentario y las técnicas involucionando a las
primarias, ya que incluso las herramientas de metal se
convirtieron en artículos casi de lujo. El mueble pierde,
por tanto, variedad y gana en robustez, ya que un objeto caro
debía ser duradero, lo que conectaba con el sistema
gremial.
Con el desarrollo de las grandes rutas de
peregrinación y las ferias, se dinamizaron de nuevo los
intercambios y el mueble, a su vez, fue ganando de nuevo en
cuanto a técnica y esbeltez de formas. La talla se va
generalizando y se tiende al adorno zoomorfo y antropomorfo, en
la tradición de los canteros medievales. Y prima, ante
todo, la tradición: para los artesanos medievales el ideal
de la perfección era la copia de los modelos antiguos, no
la innovación. En este sentido, se consolidan formas y
tipologías y se recuperan modelos de la Antigüedad
clásica conservados en ilustraciones de manuscritos
trasmitidos por los iluminadores de los monasterios.
El mueble corriente será sólido,
cúbico, funcional y estereotipado. Sólo el
mobiliario encargado por el clero o la monarquía (que se
va consolidando) tendrá una importante calidad
técnica. Por otra parte, el mobiliario que conservamos de
esta época será esencialmente cortesano y
litúrgico. No será hasta bien entrado el
gótico, a partir del siglo XIV, cuando el mueble se vaya
generalizando entre las capas sociales del Tercer Estado,
esencialmente entre la burguesía ciudadana, que poco a
poco irá cobrando importancia y poder. Gran parte de la
información que poseemos sobre el mueble medieval viene
dada por las representaciones pictóricas
góticas.
1.3 – Tipología del mueble
medieval:
Como dijimos, muchas piezas de mobiliario medieval se
inspiran en modelos romanos y los emulan. En muchas ocasiones, el
influjo viene dado por el Imperio Bizantino, heredero del Imperio
Romano Oriental, que ejercerá mucha influencia sobre
occidente hasta prácticamente el final de su historia, en
1452, cuando Constantinopla es conquistada por los turcos
otomanos.
Existen representaciones, en relieves pétreos y
sobre placas de marfil, de tronos que se inspiran en la
cátedra, con escalones o escabel
[145]para acceder a él. Otros tronos, como
la silla de san Dagoberto (siglo VII), es en esencia una sella
curul [146]a la que el abad Suger
añadió en el siglo XII un respaldo.
A partir del siglo XII empezamos a tener
información sobre el mobiliario, esencialmente a
través de pinturas. Aunque este mobiliario era sólo
el de la clase alta (que es la que podía hacer estos
encargos), podemos hacernos una idea de los tipos y de su
evolución. De hecho, el mobiliario constituía una
expresión de primer orden de la posición social, y
en algunas fiestas o ceremonias tenían una función
de primer orden a la hora de exteriorizarla.
El trabajo fino en madera no tenía demasiada
consideración. Por el contrario, se prefería
demostrar el lujo mediante la posesión de tapices, telas y
sedas, así como de objetos de orfebrería. Entre
otras razones, se debía a que eran bienes que se
guardaban, desmontaban y montaban con facilidad y que se
adaptaban a cualquier entorno. La excepción eran los
monasterios y las iglesias, ya que al ser territorio sagrado, se
hallaban en teoría libres del saqueo y poseían un
mobiliario más rico y variado.
Se trabajaba cualquier madera, pero se tenía
preferencia por el roble, cuyos tablones se obtenían
cortando el tronco longitudinalmente, desde fuera hasta la
médula, a modo de gajos.
Se utilizan ensamblajes a caja y espiga, y su estructura
evoluciona de manera que si en el siglo XIII todos los laterales
son de gruesas tablas, ya hacia el XV se produce una
división del mueble en dos partes: un armazón
fuerte, rectangular, que soporta la decoración tallada, y
paneles más delgados engargolados o insertos en el
armazón, de cierre.
El estilo del mueble siguió en líneas
generales el del estilo arquitectónico. Así, el
mueble románico es robusto y sobrio, mientras que el
mueble gótico es estilizado, tallado e imitando las formas
arquitectónicas como rosetones, gabletes, doseletes,
cresterías caladas, etc. La decoración suele ser
geométrica o zoomorfa, y siempre arquitectural, pero no
desborda nunca el perfil ni la forma del mueble. Los herrajes se
integran bien en la estructura, y protagonizan, a veces, la
propia decoración.
1.4 – El mueble de almacenamiento
medieval:
En una época marcada por la inseguridad, los
monarcas y señores feudales llevaban una vida
nómada, por lo que el mobiliario era, o bien tan
sólido que podía dejarse sin temor a que fuera
robado, o bien de fácil transporte. Abundan por ello las
arcas y cofres de considerable tamaño,
muchas de ellas con una función polivalente (como cama,
como, banco, como mesa, etc.), muy consistentes y robustas, con
fuertes herrajes y con cerradura (a veces más de una). Las
había de dos tipos:
• Las destinadas al transporte, con cubierta
abovedada para que corriera el agua.
• Con tapa lisa y con patas, para almacenamientos
estables, muy robustas, bajas y alargadas. Cuando se
transportaban, éstas se cubrían con una especie de
cobertura o bahut, hecha de mimbre o madera cubierta de
tapicería o cuero o incluso de madera.
Algunos relicarios solían tener, también,
forma de cofrecitos, a veces con la tapa abovedada o a dos
aguas.
También se documenta la existencia de grandes
armarios, con puertas -accionadas por goznes [bisgagras
metálicas] y sujetas con grandes clavos-, muchas veces
dorados y policromados, según el poder adquisitivo de su
propietario. Un caso especial de estos armarios eran los
destinados a guardar documentos, que solían tener cajones,
a veces, a su vez, protegidos por puertas.
Existían también aparadores, llamados
dressoir [147]en Francia, que
consistían en muebles que, en las ceremonias, se
cubrían de paños o telas. Se estructuraban en forma
escalonada, con estantes abiertos, y el número de
escalones dependía del rango del propietario (dos los
barones, tres los marqueses, etc., hasta llegar al dressoir real,
que tenía seis). Eran sólo objeto de
exhibición, sobre el que se disponía todo tipo de
objetos decorativos o vajilla de oro, plata o pedrería.
Existía otro tipo de aparador, más pequeño y
práctico, que no se cubría con telas pero estaba
ricamente tallado, predecesor de los modernos, que se usaba para
servir bebidas y comidas a los comensales que se encontraban
más cerca, y que tenía apartados para exhibir y
otros para guardar. Existían otros muebles de lujo, como
los aguamaniles, dentro de esta categoría de
muebles de almacenamiento, pero eran sumamente raros y, por
tanto, lujosos.
No obstante, la tendencia general era que se
construyeran adosados o empotrados en la estructura de la casa,
que solía ser de entramado de vigas de madera, de tapial o
de adobe. Sólo las grandes mansiones o palacios se
construían con mampostería. Las casas eran
generalmente de estructura sencilla y pobre, con un
habitáculo único (a veces compartido por los
animales) con suelo de tierra pisada, con escasos
muebles.
1.5 – El mueble de asiento medieval:
La silla se consideró en el medievo como un
mueble de lujo, y como tal se reservaba a las autoridades, que en
las ceremonias se situaban sentadas en ellas, a veces sobre una
tarima, con escabel y bajo un dosel
[148]
Conforme pase el tiempo, incluso algunas sillas
góticas incluirán el dosel [techo] cónico o
baldaquín -tela de seda que se suspende a modo de
dosel sobre una silla trono- integrado en la estructura de la
silla en el caso de tronos de obispos o reyes. Estos tronos
estarán ricamente labrados, dorados y policromados, y en
algunos casos, como en la Silla del rey Martín, se
realizan tallas profundas y profusión de calados, imitando
los motivos de arquitectura gótica. Los más
primitivos están constituidos, como el
arquibanco, por un arca a la que se le añade un
respaldo y, a veces, brazos.
Las sillas y los taburetes solían ser de tijera,
al modo romano, a la que se añadía el respaldo y
brazos, según la importancia del propietario, aunque
también se fabricaban con tablas, como el Trono de san
Eduardo (ha. 1200), empleado en la coronación de los reyes
ingleses, con sus patas torneadas. Los taburetes de tijera
también se suelen llamar faldistorios
[149]por su aspecto una vez recubiertos por
acolchados y colgaduras. Solían emplearse cojines, aunque
se documentan (ya en 1390) muebles tapizados, en cuero o en tela,
y con relleno de plumón. Se decoraban a veces con motivos
tallados en forma de pergaminos, pliegues de tela,
etc.
Sin embargo, los asientos más corrientes eran los
taburetes como asiento individual y los bancos, generalmente de
elaboración tosca y robusta, como asiento colectivo. Era
corriente que estos bancos fuesen la adaptación de un arca
(arquibancos), tipología que evolucionará a la
banca castellana, o que se adosasen al muro como banco corrido,
bien exento o integrado en el mismo.
El medievo es también el periodo del cual
conservamos las primeras tipologías de mueble tradicional,
llegadas a nosotros a través de la pintura mural. Es
curiosa, en este sentido, la pervivencia de las sillas de medio
tonel, o la aparición en Centroeuropa de sillas y
taburetes de asiento triangular y tres patas torneadas, que ha
llegado hasta nuestros días en infinidad de
versiones.
1.6 – Las camas y las mesas
medievales:
Las personas que vivieron en la época medieval
solían dormir en el suelo, en simples esteras o
jergones (paja o hierba), aunque a veces existían
tarimas empotradas en la estructura de la casa, como lo estaban,
también, las mesas, a veces sencillas estructuras
integradas en la pared, formadas por tablones. Existían
mesas exentas de formas variadas, desde la más corriente
rectangular hasta redondas (como la que se conserva en
Winchester, de seis metros de diámetro, llamada la Tabla
del Rey Arturo) de cuatro patas o de un solo pie o poligonales,
aunque la mayoría de las veces consistía en
tableros portátiles sobre patas desmontables, ya que la
comida se servía, según las ocasiones, donde se
creyera más conveniente.
Al ser la cama un objeto de lujo, de existir tomaba
formas y proporciones monumentales, soliendo tener barandillas
bajas que se abrían en un punto para acceder, un dosel muy
elaborado (a veces independiente de la cama), con soportes
torneados y tallados y montantes que sobresalían del
colchón. El dosel empezó a evolucionar en el siglo
XIII y a partir del XIV se generalizará en las camas de
los poderosos, tomando en el siglo XV la forma que nos es
más familiar, integrándose en la estructura de la
cama y con el cabecero elevándose hasta la altura del
propio dosel. De éste pendían cortinajes y tejidos
que no sólo aislaban de la mirada sino del frío.
Existen varios tipos de dosel, desde el compuesto por cuatro
soportes, el cónico, el medio dosel, etc., hasta el que
era soportado sólo por el cabecero, a modo de
sombrilla.
Muchas de estas camas eran sólo objeto de
exhibición, las llamadas lit de parement, y se
dormía realmente en otros lechos menos fastuosos.
Existían, además, otras camas más
pequeñas, a veces con ruedas, llamadas couchettes
(que a veces tenían su propio dosel), que podían
ser plegables.
Para los bebés, también había
cunas. Un poema francés del siglo XV nos indica que las
más lujosas se colgaban de dos anillas de hierro situadas
en postes de madera y poseían baldaquín. Por lo
general, también existían de dos tipos, una para
exhibición y otra para dormir propiamente, más baja
y articulada para ser mecida por una persona sentada al
lado.
1.7 – El mueble monástico y
eclesiástico medieval:
Dentro de este período Gótico, se
expresó la grandeza de lo divino, fue la fuerte
expresión de la concepción geocéntrica, pues
la monumentabilidad quedaba casi exclusivamente para la
veneración de lo divino. Fue un mueble
arquitectónico, pero asimismo fue un estilo religioso; es
decir que los muebles eclesiásticos fueron verdaderas
catedrales en miniatura.
Los respaldos de las sillas se ornamentaban con figuras
geométricas, conocidas como tracerías, decorados
bajo relieve. Fue un mobiliario vertical, alto, de
respaldos rectangulares cuyos doseles tocaban el cielo. El
mobiliario trató de elevar al hombre a las mismas alturas
del Dios que proclamaba.
Como bien lo describe Giedion, el mobiliario medieval
procedía de una concepción monacal de la vida, la
postura fue desatendida (ya que sus vidas se basaban en la
mortificación de la carne). La vida ascética (de
perfección cristiana) de los monjes se vio manifestada en
todo el mobiliario.
Así nace el mobiliario monacal que con su
ética estoica (su esfuerzo por alcanzar la virtud,
dominando las pasiones de la carne, impasible e insensible a lo
que no depende de él, sino de la providencia), impuso las
sillas cathedras.
También habían banquetas, y bancos largos.
Y algunos sitiales, como el de plata cincelada, que
representaban autenticas catedrales en miniatura. Algunos como el
sillón cajón, que eran la combinación del
arca (mueble más importante del medioevo, en la
Baja Edad Media) más una silla. Otros bancos arcones,
poseían una cerradura en la parte inferior para guardar
cosas personales en su interior.
Normalmente hallamos las famosas lanzas, que
reemplazaban al arco de medio punto, talladas en los respaldos.
Aquí, dado su importancia, encontramos el banco con
respaldo reversible.
Como se ha dicho, la Iglesia conservó tanto una
organización suprarregional como un estatus privilegiado,
lo que hizo posible que fuera acumulando posesiones (entre ellas
muchos muebles) y, a la vez, que la variedad de éstos
fuese mucho mayor.
Destacan en la Historia del Mueble las bibliotecas
monacales. En ellas se desarrollaron unos muebles
específicos destinados a exhibir, guardar, mostrar o
sujetar: atriles (para mostrar libros abiertos),
facistoles [150](como los atriles, pero
para varias personas y de forma troncopiramidal, generalmente),
aparadores, armarios, estanterías, repisas, etc. Existe
una gran cantidad de representaciones pictóricas que
muestran a san Jerónimo en el interior de bibliotecas que
muestran cómo sería, de una manera idealizada,
dicho entorno, así como los muebles que
tendría.
También era importante el scriptorium.
En esta especie de taller donde se elaboraban y copiaban los
códices y manuscritos medievales también
encontramos, en representaciones alusivas, mobiliario
específico, desde pupitres hasta atriles, sillas,
etc.
También existe mobiliario específico de
las iglesias. En este sentido, debemos recordar que las sillas se
reservaban a altos dignatarios.
Hay que mencionar las sillas episcopales, los sitiales o
bancos adosados de las iglesias (como el que se conserva de san
Climent de Taüll) y, sobre todo, las sillerías de
coro, obra cumbre del arte del mueble medieval, cuyos recursos
estéticos y técnicos se basaban en la arquitectura
gótica.
Destacan dentro de las sillerías de coro las
llamadas misericordias, cuyas tallas solían ser
magníficas e imaginativas, con motivos fantásticos
y mundanos.
El mueble de
estética cortesana – monárquica
(1500-1789)
2 – EL MUEBLE RENACENTISTA:
2.1 – Formación de la sociedad burguesa y
formulación del urbanismo:
El Renacimiento ocupa un espacio de tiempo muy amplio y
no homogéneo en sus etapas (siglos XV y XVI). De la misma
forma, hay que recordar que el Renacimiento se nutre de una
tradición medieval que había conjugado dos mundos,
el real y el sobrenatural, en los que jugaba un importante papel
la idea de perfección, de eterna belleza, etc.
En la Edad Media nos encontramos con un orden social
inmutable que será cuestionado en la época
renacentista por:
? El poder de los reyes.
? El Humanismo.
? La Reforma.
? La reorganización de los Estados.
? Los adelantos científicos, técnicos y
geográficos.
El Renacimiento surge en las sociedades europeas donde
más influencia tiene la incipiente burguesía, es
decir, en Flandes y en los pequeños estados italianos (con
Florencia a la cabeza). Una serie de factores favorecieron su
desarrollo:
? Se consolida el sistema gremial, pero al mismo tiempo
el artista se convierte en un artesano prestigioso a la cabeza de
un gran taller.
? Aparece la burguesía, con un nuevo concepto del
orden de la vida y gran poder económico.
? Comienzan los grandes viajes (iniciados con las
cruzadas), posibles gracias a la existencia de entidades
bancarias y masas de capital comercial móvil y disponible,
con la puesta en contacto de las civilizaciones cristiana e
islámica, que introduce gustos más refinados
(especias, telas, etc.) a la vez que nuevos usos, ciencia,
curiosidades, etc.
? Aparece el Humanismo, movimiento filosófico y
literario con derivación artística que se basa en
el estudio, el desarrollo del ser humano y la recuperación
del legado clásico grecorromano (como en Flandes no
existía este substrato se crea alrededor del burgo una
estética y una fuente de inspiración). En este
sentido, es importante la labor de Petrarca o de Bocaccio,
partícipes de la recuperación de textos latinos, y
de los exiliados bizantinos tras la invasión turca en la
recuperación de los autores griegos (Platón,
Pitágoras, etc.). El Humanismo plantea una nueva
estética, con el hombre como centro, con un arte no
exclusivamente al servicio de la religión, con la
antigüedad como modelo y con gran preocupación por la
cultura en general, favorecida en gran medida por la
aparición de la imprenta.
El Humanismo se asocia con un fenómeno de
expansión de la cultura por amplias capas de la
población de las ciudades, parejo con la creación
de las Universidades y con la eclosión de líneas de
pensamiento entre las que se encontraría la
aparición de la Reforma protestante. Al calor de las
discusiones filosóficas desencadenadas por el
aristotelismo o por el neoplatonismo emergieron las distintas
corrientes del reformismo cristiano (tanto católico, como
el erasmismo, por ejemplo, como protestante, ya sea luterano,
calvinista o de cualquier otra índole) y se publicaron
cientos de libros de gran difusión, al mismo tiempo que la
novela empezaba a popularizarse. Esta demanda creciente de libros
funcionó como una presión selectiva en la
dirección de la confección y copia masiva de
libros, lo que desembocaría en la imprenta. El
conocimiento se propagó rápidamente y la capacidad
de leer y escribir se incrementó como resultado de la
extraordinaria invención.
2.2 – El concepto de Renacimiento:
Hay que distinguir dos ámbitos geográficos
en este Renacimiento:
1. Por una parte, los Países Bajos (Flandes y
Holanda), donde los avances e innovaciones se centraron en la
pintura (uso del óleo, experimentación, etc.) y en
la edición de libros, constituyendo una evolución
refinada del gótico.
2. Los pequeños estados italianos, en especial
Florencia, que fueron testigos del Renacimiento propiamente
dicho. Este Renacimiento italiano se puede separar en tres
momentos bien diferenciados:
1. El siglo XV (quattrocento), caracterizado por la
innovación y el desarrollo en los focos primigenios de la
península itálica.
2. En el siglo XVI (Cinquecento) se refinarán las
técnicas, surgirán los grandes maestros como Miguel
Ángel, Rafael o Leonardo, y el fenómeno se
extenderá por toda Europa desde el foco de la Roma de los
papas.
3. El manierismo, que será una época de
cansancio, de no innovación, de copia de los grandes
maestros o de relajación de las normas.
Evolucionará al barroco del siglo XVII.
Al contrario que anteriores momentos de la Historia, los
artistas del Renacimiento eran plenamente conscientes de que su
actividad planteaba una deliberada ruptura formal radical con
toda la tradición artística anterior y que buscaban
la consecución de un nuevo clasicismo a través de
la interpretación (que no la simple imitación) e
inspiración en los modelos clásicos grecorromanos.
Al mismo tiempo, varió la forma de considerar la
valoración que el propio artista tenía de su
trabajo, de su estatus, comportamiento y proyección
social, ya que, aunque nacida en un entorno de artesanos en el
sistema gremial, su actividad se alejaba diametralmente de
él. En relación al arte se dio una reacción
análoga: se exaltó el ideal de belleza y
proporción del mundo clásico en
contraposición de la fealdad del arte bárbaro
medieval.
2.3 – El retorno a la Antigüedad:
La Antigüedad se convirtió en una constante
referencia cultural para los artistas del Humanismo renacentista,
unas veces imitando sus modelos y, las más, intentando
superarlos. Se retornó a los órdenes
clásicos, al arco de medio punto, a las tipologías
arquitectónicas romanas, como la planta central, la
cúpula semiesférica (modelo del Panteón de
Agripa), al arco triunfal o al repertorio decorativo grecorromano
(tímpanos, medallones, frisos, etc.) Algunos pintores,
como Mantegna, tuvieron un auténtico interés
arqueológico, que plasmó a modo de citas en sus
pinturas. Se generalizaron los álbumes de dibujos tomados
de ruinas antiguas, y se profundizó en el estudio de los
estilos escultóricos y arquitectónicos para su
aplicación inmediata en las proporciones de edificios y
esculturas. En este sentido jugó un gran papel la
recuperación de obras latinas, como "Los diez libros de
Arquitectura", de Vitrubio, que se convirtió en referencia
continua en la obra de teóricos como Alberti.
Paradójicamente, el estado fragmentario de las ruinas de
edificios clásicos dio lugar a interpretaciones diversas e
incluso a equívocos que favorecieron la diversidad de las
creaciones.
Todo ello se plasmaría también en el mundo
del mueble, que adquirirá un aspecto arquitectónico
con el repertorio ornamental renacentista.
Sin embargo, no se desdeñó totalmente la
tradición artística medieval: tanto las
tipologías arquitectónicas, de mobiliario, etc.,
como técnicas, soportes, iconografía, etc.,
sirvieron como base para las obras renacentistas. De hecho, en
muchos muebles de la primera época se aprecia una gran
influencia medieval, bien por la técnica (uso del
torneado, ensamblajes a espiga, etc.), bien por el soporte
(armazones laterales, uso preferente de la madera de roble,
etc.).
Paralelamente, el arte cobra importancia como elemento
de prestigio, como arma política y de ostentación,
por lo que el trabajo del artista cobra una nueva
dimensión: éste pasa a tomar un papel protagonista
y su labor se transforma por completo. Ahora, la obra de arte no
es una mera ejecución, una técnica. No es tan
importante la técnica como la idea. Así, el
verdadero valor artístico de las vidrieras florentinas no
se adjudica a los artesanos que las realizaron, sino a los
cartones sobre las que se hicieron diseñados por
Ghirlandaio, Ucello o Donatello.
Los grabados de Durero son la obras de un Humanista. El
artesano gremial pasa a ser un artista liberal que goza de la
consideración ciudadana y se inserta en una elite
intelectual.
La teoría pasó a ser el requisito previo a
la realización de la obra. El artista no es ya un artesano
con una cierta técnica, sino una mente que planifica y
diseña para luego realizar la concreción material
de la idea, hasta el punto que muchos de los grandes maestros
tenían en su taller una serie de técnicos que se
encargaban de ejecutar las tareas rutinarias para reservarse
ellos el trabajo correspondiente al diseño,
elección de materiales y planificación, así
como el retoque y el acabado. Todo ello fue posible porque se
liberaron del rígido sistema gremial, sin lo que hubiese
sido imposible que tomaran esa nueva dimensión.
Como consecuencia, el artista pasó a adquirir
unos nuevos comportamientos: se empezaron a firmar las obras,
aparecieron los primeros autorretratos, o los artistas
aparecían representados entre la elite de la sociedad en
frescos y pinturas, se escribieron las primeras biografías
de artistas (como la famosa obra de Vasari), etc.
2.4 – El nuevo entorno urbano:
El centro de gravedad de la vida política, social
y económica bascula en esta época del campo y de la
Corte hacia la ciudad, que configurará el nuevo marco en
el que florecerá la burguesía (porque habitaban en
burgos, ciudades). Estos ciudadanos enriquecidos
construirán sus moradas con una nueva proyección,
de manera que, por ejemplo, los palacios renacentistas italianos
integrarán en su construcción todos los avances e
investigaciones novedosas del Renacimiento, y articularán
sus viviendas de una manera más funcional. En el norte de
Europa, donde triunfará la Reforma protestante, se
consolidará también una burguesía que ya
desde épocas tempranas aspirará a conquistar el
poder y cuya forma de vida, de inspiración protestante,
incluirá ambientes sobrios pero cómodos y
habitables, a la medida humana.
2.5. Aportaciones italianas a las tipologías y
a la gramática ornamental del mueble
renacentista:
En Italia aparecieron los primeros muebles
típicamente renacentistas. Se construían casi
siempre en madera de roble o, a veces, de nogal. El más
característico era el arcón de bodas, o
cassone, de ricas tallas y decoración abigarrada,
a veces tallada y a veces, incluso, pintada en grandes paneles
(algunos de los pintores más famosos, como Botticelli,
pintaron cassone). Solían poseer patas torneadas
o zoomorfas.
La decoración del mueble renacentista italiano,
muy influida por las teorías del arquitecto Jacopo Tatti,
llamado Sansovino, incluía todo el repertorio ornamental
de la arquitectura renacentista, desde los capiteles de pilastra
de los órdenes clásicos, especialmente el corintio,
grutescos, hasta guirnaldas, roleos, putti, etc. Sin embargo, la
reina de la decoración será la talla, que
enseñoreará por encima de cualquier otro tipo de
ornamentación.
A veces se doraba la madera sobre un fondo rojo que se
bruñía, alcanzando bellas y sorprendentes
combinaciones, o se incluían tallas en relieve aplanado
(pastiglia) en yeso o en estuco, que se doraban, e
incluso se hacían bellas incrustaciones muy trabajadas de
mármol, nácar, carey, metal (latón, plata,
oro, etc.) u otras maderas. La intarsia, tarsia o
certosina consistía en la incrustación de
marfil, conchas o hueso, y dio paso a la taracea
[151]en madera, con la que se hacían
grandes composiciones. La pietre dure era el trabajo equivalente,
pero esta vez con mármoles pulidos, ágatas o
lapislázuli.
Con el tiempo y el afianzamiento de la moda de la
pintura al fresco, los cassone se dejaron de pintar y se
inspiraron en los antiguos sarcófagos paleocristianos, con
motivos geométricos como los estrígiles,
con lo que su forma abombada evolucionaría con el tiempo a
las cómodas [152]que aparecieron a
finales del siglo XVI.
Los arcones se solían colocar ya, además
de en su tradicional posición a los pies de la cama, a lo
largo de las paredes. Por influjo de esta costumbre se
empezó a añadir un respaldo y brazos al
cassone, dando lugar a la
cassapanca.
También dieron lugar al armadio, una
especie de armario de reducidas dimensiones.
El mobiliario empezó a adoptar formas
monumentales de la arquitectura, como es el caso de los primeros
escritorios, inspirados en los arcos de triunfo, aunque
proliferaron también los muebles pequeños
totalmente tallados de manera profusa y abigarrada, como en el
caso de los sgabelli, sillas o taburetes
decorativos.
También las sillas se fueron generalizando,
recuperándose modelos romanos, como las sillas Savonarola
o Dante, inspiradas en la silla curul.
Las mesas eran móviles, ya que no existía
el comedor como habitación fija, y se instalaba el tablero
donde mejor parecía, sobre patas ricamente talladas,
zoomorfas o en forma de jarrón en muchos casos.
Pronto empezarán a aparecer mesas fijas, algunas
sobre pie único. Las que eran de piedra se solían
adornar con quimeras mitad humanas mitad animales y con motivos
decorativos del elenco renacentista. En las casas más
ricas existían mesas fijas de mármol con
incrustaciones y patas zoomorfas o torneadas.
Existían a lo largo de las paredes suntuosos
aparadores –credenzas [153]de madera
tallada y decorados según los órdenes
arquitectónicos y típicas garras de
león.
En cuanto a las camas, se puso de moda la llamada cama
toscana, con columnas retorcidas en sus cuatro vértices,
rematados por jarrones clásicos, y un cabecero pintado y
tallado. Otras camas se elevaban sobre una amplia
tarima.
2.6 – Peculiaridades nacionales. Proyectistas
europeos del mueble Renacimiento:
El Renacimiento se extendería por toda Europa a
partir del siglo XVI, con algunas peculiaridades en cada
país. Por ejemplo, en Inglaterra tendremos el estilo
Tudor, con muchos resabios góticos, mientras que la
Francia de Carlos VIII y Francisco I, reyes involucrados en la
política italiana (fueron los rivales de Fernando de
Aragón en el Reino de Nápoles y las llamadas
Guerras de Italia) adoptó enseguida el nuevo lenguaje, si
bien al principio sólo en la ornamentación, ya que
las estructuras seguirán siendo góticas.
Algo parecido ocurrirá en el caso español,
aunque las particularidades de los reinos peninsulares dieron
lugar a formas eclécticas donde tuvo mucha influencia el
estilo mudéjar y su técnica de trabajo de la
madera, y, sobre todo, el escaso poder adquisitivo de la nobleza
y la corona hispanas, embarcados en aventuras
imperiales.
Sin embargo, ya se empiezan a producir particularidades
en cada región que hacen que podamos hablar de estilos
nacionales, cada uno con su peculiaridad. Dentro de estos estilos
nacionales destacan cinco ámbitos distintos:
? Italia (de la que hemos hablado), inmersa ya de lleno
en el Renacimiento.
? La Francia de Carlos VIII y Francisco I, hasta Luis
XIII, que adoptará el estilo clasicista importado de
Italia.
? España, que atravesará varios periodos
superpuestos, desde el gótico al plenamente renacentista,
pasando por el mudéjar y el plateresco.
? Inglaterra, donde cada monarca dará nombre a
los estilos (Tudor, Isabelino, etc.).
? El norte de Europa, donde destacarán los focos
holandés y alemán, que se incorporarán al
Renacimiento con cierto desfase temporal pero que
proporcionarán el estilo más puro y de
líneas más arquitectónicas.
? Las camas se suelen hacer con dosel, unos sobre recios
soportes arquitectónicos (pilastras o columnas) o
torneados, y otros clavados en el techo directamente, y poseen un
cabecero con arquerías (a veces un solo arco) o
frontón.
En este periodo aparecerán los primeros artistas
reconocidos del arte mobiliario, los cuales gozaron de fama y
reconocimiento y de los que conservamos grandes obras maestras
que marcaron en muchos casos la tendencia futura del mueble en
cada una de sus naciones de origen. Estos primeros proyectistas
pertenecerán al mundo de los gremios, pero gracias al
patronazgo regio gozarán de cierta autonomía. Entre
los más importantes destaca el teórico y arquitecto
Jacopo Tatti (861570), conocido como Sansovino, que, aunque no
fue proyectista de muebles, sí influyó sobremanera
en la concepción de la decoración, hasta el punto
de que la moldura a base de cariátides y volutas se llama,
de hecho, sansoviana.
Sin embargo, existen ciertos denominadores
comunes:
? En general, el mueble renacentista será
escultórico, dando sensación de gran lujo y
riqueza, con la decoración desbordando la estructura, con
chapados, sólida armazón y paneles tallados, con
incrustaciones o relieves.
? Otras veces, será plenamente
arquitectónico, con aspecto de un edificio en miniatura
cuya decoración son columnas, frontones, capiteles, etc.,
sobre todo en aparadores, credencias y
armarios.
? Se suelen dividir los paneles verticales más
grandes en cuerpos, mediante molduras convexas, como el
godrón. Los muebles suelen coronarse con
cornisas.
? Los pies imitan modelos antiguos: garras de
león, bolas, cabezas de animales, etc., y siempre llevan
un zócalo asociado.
? Se usa la madera de nogal, preferentemente, aunque en
el norte se seguirá usando el roble hasta
prácticamente el siglo XVII.
? La decoración se hace a base de motivos
clásicos, como bucráneos, grutescos, guirnaldas,
veneras, roleos, clípeos, quimeras, cariátides,
bamboches (niños regordetes al modo de putti), etc., los
mismos que se usan en arquitectura. Excepto en Francia (hasta el
siglo XVI), se usa la taracea y la incrustación, que dota
al mobiliario de policromía.
En Italia, también hubo versiones que normalmente
fueron copias de Francia. Tenían unas versiones de los
sillones tijeras, los denominados escabeles del siglo
XVI, también taburetes en la primera mitad del siglo XVII
a lo Isabelino-Jacobino, con chambranas bajas al piso.
Otras versiones eran similares a los fraileros
[154]Españoles.
Había lo que se conocen como sgabellos
[155]que eran bancos silla taburete (los cuales
introducen un salto formal, ya que las patas estaban constituidas
por dos tablas laterales, de recortes perimetrales muy variados y
con tallados diversos. También aparece la silla pancheta
de tres patas, pionera en su clase, con un respaldo a lo
sgabello. Los denominados caqueteuse, de 1550
poseían una chambrana baja al piso, en forma de "H" y con
una disposición de las patas traseras (más angosto
de hombro que los delanteros), el respaldo era rectangular,
alargado hacia arriba. Hubo los denominados faldistorios
plegables, que eran similares a los curules. Y
finalmente bancos arca denominados también
cassone. Dentro de sus variaciones, no existen grandes
ventajas en sus concepciones que no produzcan otra cosa que una
variación formal.
2.6.1 – Francia:
El Renacimiento llegará a Francia por influjo
directo de la corte real, conocedora de las nuevas tendencias
italianas al girar la política internacional alrededor de
dicho país. Se trajeron artesanos italianos que
embellecieron los palacios de Amboise y de Fontainebleau, aunque
el resto de la nobleza no los contrató para decorar sus
châteaux por su profundo tradicionalismo, hecho
que propició también que se conservaran las
antiguas tipologías como el dressoir
(credenza o aparador).
El verdadero impulso al Renacimiento en Francia vino
dado por Francisco I, que inició la edificación de
un nuevo palacio en Fontainebleau, para el que llamó como
directores de obras a los renacentistas italianos Rosso
Fiorentino y Primaticcio. También habrá muchos
proyectistas que introducirán las formas italianas, como
Jacques du Cerceau o el tallista Hugues Sambin.
Las nuevas tendencias produjeron cambios de envergadura.
Por ejemplo, la profusión de la talla propició que
las mesas no se cubrieran ya con manteles y que se sustituyera la
madera de roble por la de nogal, más propicia para el
tallado.
En Francia aparecerán muchos tipos distintos de
silla. La chaise evolucionará desde la silla sobre
cajón heredada del gótico hasta los bellos tipos
con patas torneadas delante y de sección cuadrada
detrás, con asiento trapezoidal, generalmente con brazos
de suave curva (a bras), llamada caquetoire si es usada
por la mujer. Aparecerán muchas innovaciones en los
muebles de asiento, como el vertugadin, llegándose incluso
a fabricar sillas giratorias.
Las arcas francesas constarán de un frontal
dividido en dos paneles, con tres montantes y separados por
balaustres, y a finales del siglo XVI serán de un solo
panel antes de ser sustituidas totalmente en el siglo XVII por
los armarios, que constarán de cuatro puertas (a veces
sólo dos), y tendrán aspecto arquitectural, con
columnas o cariátides a los lados, coronados de un
frontón y dispuestos sobre patas en forma de
bolas.
La mesa se irá convirtiendo en un mueble fijo.
Surgirá así la table a l'italienne,
consistente en un amplio tablero con decoración convexa en
sus bordes (godrones) y que se hacía extensible a veces.
Existían dos tipos:
? Las de patas, que suelen ser columnas unidas por un
zócalo de molduras generalmente en forma de cruz o doble
cruz unida, ya que las patas solían ser de número
variable, generalmente de seis a ocho o nueve. Las columnas
descansaban sobre bolas o discos aplastados. Este tipo de mesa es
característica del gran proyectista Du Cerceau.
? Sambin solía hacer otro tipo de mesas, sobre
dos soportes laterales en forma de ménsulas con una
desbordante talla de motivos fantásticos, como quimeras,
volutas, etc., que descansaban sobre un zócalo.
2.6.2 – El caso especial del estilo Luis XIII en
Francia:
En Francia, durante el reinado de Enrique IV, Luis XIII
y la regencia de Mazarino, se dio un estilo intermedio entre el
Renacimiento y el Barroco pleno, que aunaba
características de ambos estilos.
Así, el aspecto de los armarios, por ejemplo,
seguirá siendo arquitectural, rectilíneo, con
salientes cornisas y sobre soportes en forma de pelota aplastada.
La talla, sin embargo, se hará más austera y
geométrica, abundando motivos como grandes cruces de
malta, diamantes, etc.
Se seguirá practicando la incrustación
(sobre todo de marfil, bronce y carey) y se empiezan a usar
maderas exóticas, como el ébano, y los
lacados.
Los muebles siguen teniendo la decoración
típica renacentista: pilastras, quimeras, leones,
guirnaldas, cornisas, estatuas, etc. Ahora muchos de ellos se
suelen forrar de tela o cuero, tapizándose con tejidos
bordados a gros point o con punto de Hungría,
añadiéndole flecos y acolchándose con crin
de caballo.
El tapizado se suele fijar con tachuelas de
latón. La ornamentación más
característica será la columnilla torneada (de
origen holandés), la mayoría de las veces en
espiral (salomónica), y las patas de mesas y sillas se
unirán por su parte baja con chambranas torneadas y en
forma de "H" o de "X". En este último caso, en el centro
de la "X" se sitúa un adorno pinjante.
Aparecen nuevas tipologías de muebles:
?Las sillas y los escabeles (o
tabouret) se hacen acolchados, tapizados con terciopelos
bordados a petit point y con flecos y tachuelas de latón y
travesaños torneados, que unen las patas con chambranas en
"H". Son también corrientes los pliants, sillitas
plegables en tijera con faja de tela o cuero para el
asiento.
? La poltrona (sillón butaca o fauteuil)
es como las sillas: cuadrado, asiento y respaldo anchos, tapizado
y acolchado, pero con brazos horizontales, curvados a
veces.
? La lit de repos. Es una especie de poltrona
cuyo asiento se proyecta hacia delante y presenta uno o dos
respaldos o alas laterales. Dio origen, al añadirle un
respaldo muy alto en uno de los lados más largos, al
canapé [156]una especie de
diván para dos personas, que dará lugar, al
acolcharse en su totalidad, al sofá.
El cabinet [157]es una
evolución del bargueño, por influencia de
la esposa de Luis XIII, Ana de Médicis, de ascendencia
española. Suele tener dos puertas que pivotan sobre ejes
verticales, y se suele decorar con incrustaciones de carey,
taraceas, etc. Por evolución, irá perdiendo la
parte superior, y dará lugar al bureaux o
escritorio, con un hueco para las piernas.
2.6.3 – Inglaterra:
El mueble inglés tendrá como peculiaridad
su eclecticismo. Si bien Enrique VIII introdujo el Renacimiento
de manera temprana, este no arraigó hasta más
adelante excepto en cierta decoración de sillas o arcones
en forma de paneles que representan una cabeza supuestamente
clásica, con yelmo, decoración llamada
romayne, o simulando pliegues de telas, llamado
linenfold.
El mobiliario inglés del siglo XVI pasará
por diversas etapas, que tendrán el nombre de la
dinastía o del monarca reinante, caracterizadas todas por
la influencia del estilo gótico y la progresiva
extensión del mueble tapizado y cada vez más
cómodo y de tamaño más reducido.
El periodo Tudor (1509-1558) es una etapa de fuerte
influencia gótica sobre la que se superpone el lenguaje
clasicista traído por Enrique VIII, que no llegó a
cuajar. Las sillas con tabla lisa para asiento y faldón
convivirán con las de tijera, las frailunas o las
italianas y con las de elementos verticales tallados y soportes
traseros cuadrados y delanteros torneados (en el Jacobino
alternarán bolas y recuadros).
Aquí aparece también el estilo Tudor
(1485-1558), donde el denominado bulbo Tudor, es uno de los
elementos más característicos (conocido
también como bulbo de melón). Algunos modelos eran
muy pesados (física y visualmente), similarmente a la
ejecución del conocido Gótico, de forma:
sillón arcón. Otros que perdían el
cajón, conservaron las chambranas bajas al piso (casi
tocándolo).
En el periodo isabelino o elizabethan (1558-1603),
proliferaron los muebles tapizados a juego, en conjuntos
unificados, así como las mesas con tablero de
mármol, con pie único (y tablero octogonal o
circular) o sobre sólidas patas torneadas en número
variable (dos, cuatro o seis), que solían reforzarse por
tirantes también de madera.
Proliferan las tallas planas, las arquerías con
columnas jónicas y las composiciones geométricas.
Se caracteriza por utilizar sólidos soportes con anchos
abultamientos bulbares y estrechas estrangulaciones, sobre todo
en camas con dosel, que pasarán a ser menos exagerados en
el periodo Jacobino (siglo XVII), donde los soportes
alternarán torneado con caras planas.
Entre los muebles con dichas características
destacan las camas y las credenzas o aparadores
(cupboards).
Adicionalmente en el estilo Jacobino (1603-1649), los
muebles son más pequeños que los del período
anterior, se aligera la ornamentación (esto generó
una mayor sobriedad). De aquí, nace el denominado estilo
colonial norteamericano. La utilización de las
clásicas hojas de acanto, palmetas, etc. Es un mueble de
pura ebanistería y una de las características son
sus chambranas bajas al piso. Respaldos tallados, siguiendo la
tradición del período anterior. Aquí
encontramos el sillón con respaldo abatible, que puede
transformarse en una mesa.
Luego aparece el estilo Cromwelliano o Republicano
(1648-1660), casi totalmente desprovisto de ornamentación,
lo que lo hizo más austero y menos lujoso.
Le continúa el estilo Restauración
(1660-1685), las bases de las patas son en voluta, con curvatura
en "S" o doble "C" empalmadas, con chambranas en "H" (algunas
llevan una chambrana frontón, ricamente tallada como el
denominado estilo frailero Español, las patas traseras no
son verticales, sino que se inclinan hacia atrás en la
parte inferior). Una de las características a primera
vista más importantes es el alto respaldo, ejemplo: la
silla de la época de Jaime II (1685-1688).
Más adelante, surge el estilo Jacobino
Tardío (1685-1688) y es aquí donde el conocido
bulbo Tudor o de melón, se fracciona un tercio arriba
(dando un bulbo seccionado y alargado). Los travesaños de
las patas, están colocados muy bajos (al igual que el
Jacobino), las chambranas en forma de doble "C" o "S". Los
respaldos con la típica rejilla y un pequeño
frontón superior, constituido por tallas; a ambos lados de
la pala del respaldo están situados los barrotes
torneados. Este estilo se daría en llamar por algunos
autores como Barroco (aunque todavía no llega ha serlo),
fue un estilo de transición.
El mueble
barroco
3.1 – Integración del mueble en el concepto
espacial barroco:
A finales del siglo XVI se asistirá en Europa a
un profundo cambio en todos los sentidos: en lo político,
lo religioso, lo social, etc.
En el campo de lo político, la hegemonía
ejercida por la dinastía de los Austrias españoles
deja paso, tras la Guerra de los 30 Años, a la
hegemonía francesa, que marcará a partir de ahora
su dictado en el campo del arte, de la cultura y de la
moda.
En cuanto a lo religioso, se asiste a la
consolidación del protestantismo en el norte de Europa e
Inglaterra, y la aceptación de éste en Francia, al
concluir las Guerras de Religión con el ascenso al trono
de Enrique IV (1589-1610).
El protestantismo acarreará unos nuevos valores
que cristalizarán en las revoluciones burguesas de finales
del siglo XVIII y que influirán sobremanera en el arte en
general y en el mueble en particular, ya que la ética
protestante implica austeridad, ahorro y huida del lujo
innecesario y de los excesos. Por otra parte, asistimos en la
Europa católica a la Contrarreforma, la respuesta del
catolicismo al avance de la nueva religión, y que
propondrá el uso del arte como arma de primer
orden.
La corte dejará de ser itinerante, por lo que se
empiezan a fabricar muebles concebidos para estar fijos y
adaptados a cada espacio. Aparecen escritorios más
cómodos, consolas [158]de pared,
sillas con tapicería cómoda, etc. La nobleza ponto
empezará a imitar a la Corte y las nuevas
tipologías del mueble francés se difundirán
no sólo por el país, sino también por el
resto de Europa, de mano de los embajadores.
En cuanto al Arte, nos situamos en la plenitud del
barroco, el arte excesivo, ornamental, escenográfico y
propagandístico por excelencia. Todo ello se
traducirá también en las tipologías del
mueble. De hecho, en Francia, en el periodo Luis XIII, que abarca
los reinados de Enrique IV (1589-1610) y Luis XIII (1610-1644) y
la regencia de Mazarino hasta la toma de posesión del
joven Luis XIV en 1661; el mueble se convertirá en objeto
de lujo utilizado como instrumento para deslumbrar a la nobleza y
ayudar a someterla (durante este periodo la nobleza francesa se
organiza en la Fronda).
Sin embargo, en Francia no arraigará el barroco
de tipo italiano, muy ornamental, dinámico y artificioso,
sino un barroco más clasicista, de líneas
geométricas, que utiliza el espacio, la
escenografía y la gran escala como recurso y que prefiere
el lujo no de las formas retorcidas y curvilíneas sino el
proporcionado por el uso de los materiales más caros y
raros. Richelieu, por ejemplo, el primer ministro de Luis XIII,
embellecerá el Palacio de Fontainebleau con excelentes
muebles con taraceas e incrustaciones de mármoles,
conchas, o placajes, con evidente influencia española,
italiana u holandesa, fabricados con maderas exóticas y de
primera calidad, pero las formas seguirán siendo
arquitecturales, recordando mucho aún al mueble
renacentista, a no ser por las características columnas
torneadas en espiral o por las chambranas en "H" o en
"X".
Con la construcción del Palacio de Versalles no
se altera demasiado el esquema anterior excepto en la escala,
acorde con la megalomanía de Luis XIV, el Rey Sol. En
Versalles todo estaba dirigido a deslumbrar. El mueble
será el complemento perfecto para demostrar el lujo de la
corte versallesca, y los muebles alcanzarán una finura y
calidad sin precedentes, ya que se desarrollará la
ebanistería y las formas del mueble ganarán en
riqueza y diseño imaginativo.
El mundo se hace cada vez más amplio, con la
colonización y apropiación de grandes extensiones
de Asia, África, América y Oceanía por parte
de los europeos, que allegarán al Viejo continente grandes
cantidades de materias primas exóticas que se
usarán en carpintería y ebanistería, como el
ébano o el carey. El ébano, madera preciosa de
grano fino y apariencia tersa y suave, es, sin embargo, muy duro
y quebradizo, por lo que se trabaja mejor usándolo como
chapado, en finas láminas, sobre un armazón, lo que
originará la explosión de la ebanistería en
el siglo XVIII. En Holanda, por ejemplo, los viejos muebles
arquitecturales del Renacimiento empezarán a ser
reemplazados por muebles lacados traídos de China,
Japón y la India, y por toda Europa se extendería
el gusto por lo oriental, concretamente por el lacado y los
diseños fantásticos, tanto en formas como en
decoración. En la India, los artesanos aprendieron las
técnicas europeas y empezaron a fabricar muebles de estilo
europeo que introducían en grandes cantidades por su bajo
coste y que aportaban novedades autóctonas, como los
respaldos y asientos de junco, aunque este tipo de muebles era
despreciado al principio por las clases altas debido,
precisamente, a su baratura.
Además, se fue haciendo corriente la
importación de mobiliario entre las naciones europeas,
esencialmente de Holanda, Alemania o Italia. Se generalizó
la costumbre del barniz, sustituyendo a la madera pintada, y se
inventaron procedimientos de lacado para no tener que importar
los muebles ya lacados de Oriente.
Los muebles se hacen cada vez más cómodos,
y se suelen tapizar y acolchar. En Francia, por ejemplo,
será corriente el tapizado con tejidos de punto de
Hungría y el acolchado con crines de caballo, apareciendo
nuevas tipologías de muebles como los
canapés.
La mesa es quizás el mueble que mayor
evolución sufre, debido al cambio de las costumbres. El
los banquetes estaban concebidas para que los comensales se
situaran de espalda a la pared; sin embargo, en el siglo XVII se
empiezan a situar los comensales alrededor de la mesa, con los
anfitriones en ambas cabeceras. Además, cuando hay grandes
banquetes la mesa se precisaba de dimensiones más
reducidas. Esto hizo que las mesas abatibles se generalizaran.
Las había abatibles de varios tipos, generalmente de dos
tableros semicirculares que se abatían de varias maneras y
que tenían a veces patas batientes, y también las
había extensibles.
3.2 – El Estilo Luis XIV en Francia:
El Barroco coincide con un momento de esplendor de la
monarquía absoluta y de la contrarreforma católica,
hechos ambos que coincidirán y confluirán en
Francia en el reinado de Luis XIV, el Rey Sol. Este monarca se
dotó de un potente aparato propagandístico donde el
lujo tenía una importancia determinante. En los palacios
absolutistas todo estaba destinado a deslumbrar. El caso del
Palacio de Versalles es paradigmático, con su
disposición megalómana y escenográfica y sus
grandes estancias profusamente decoradas. Sin embargo, el Palacio
de Versalles sólo es el más deslumbrante de un
conjunto de palacios donde el Rey Sol reside según la
época del año: el conjunto se completa con los
palacios de Marly, Fontainebleau, Saint Germain y el Grand
Trianon.
El Luis XIV Fue un estilo potente, suntuoso y masculino,
propiamente Barroco. En épocas de las cortesías,
las grandes ceremonias, y el esplendor de la corte. Del Rey Sol,
que irradiaba esplendor, a partir de este concepto se generaron
muebles muy suntuosos; generalmente más anchos que los de
la corte de Luis XIII (con el objetivo de ser capaces de albergar
los voluminosos trajes de la época). El Rey fue la
encarnación del Poder en la tierra, adquiriendo la realeza
el aspecto de Gracia Divina de lo Sobrenatural. La potencia, como
criterio estético. Previamente se produjo el estilo Berain
(mezcla extraordinaria de motivos fantásticos, vegetales y
animales).
En el siglo XVII ya no se recibe a los invitados o los
embajadores en estancias privadas, sino que pasan al
ámbito público en grandes puestas en escena, de
modo que ahora las galerías y los salones pasan a ser la
pieza fundamental, sobre todo en los palacios. Grandes espejos y
las consolas que los acompañan pueblan las
paredes junto con enormes cuadros bellamente enmarcados,
iluminado todo el conjunto con enormes candelabros, llamados en
Francia torchères o guéridon
(pequeña mesita), de madera dorada, de plata o de bronce y
exuberantes lámparas, que como la vajilla, estarán
hechas de cristal de Sèvres.
Para mayor efecto deslumbrante, Luis XIV incluso
llegó a encargar una serie de muebles de plata destinados
a ello, de manera que todo en los palacios estaba destinado a
exhibir poder y magnificencia. Las paredes, al igual que los
muebles, se tapizan, y abundan cortinajes y colgaduras, de manera
que el dosel de las camas deja de tener importancia en favor de
las calidades de las telas. El mobiliario alcanza dimensiones
considerables para no resultar empequeñecidos por los
grandes espacios a los que van destinados, de manera que
irían acordes con el interior de los grandes salones y
galerías.
Los muebles se lacarán o se dorarán, y
tendrán un aspecto curvilíneo y delicado. Los
asientos serán siempre acolchados y tapizados, y las
superficies de mesas, armarios y gabinetes se cubrirán de
taraceas e incrustaciones riquísimas
[159]
Los muebles de Estilo Luis XIV presentan los mismos
tipos que los de su estilo predecesor, aunque modificados
según el gusto del periodo.
Como soporte, por ejemplo, se dejará de usar
prácticamente la pata torneada en espiral y se
introducirá el estípite. Los brazos de los
sillones, como las chambranas de mesas y sillas, se curvan,
aunque seguirán, a veces, con el esquema en "H" o en "X".
Los soportes de los armarios se alargan, tomando forma de cebolla
o de estípite achatado.
El mueble rey -del Rey Luis XIV- será el armario.
Se usará preferentemente el ébano, de manera que
los muebles más nobles tendrán un fondo oscuro
sobre el que se incrustarán metales y piedras
preciosas.
Destacan como novedad el espejo y la consola, con gran
profusión de talla y dorado, que irán a juego, y
las torchères.
Las camas se cubren por completo de colgaduras y telas,
por lo que la estructura casi nunca queda a la vista, y el dosel
se suele colgar directamente del techo -a la duchesse
[160]cubriendo sólo la mitad de la cama. Se
desarrolla el lit de repos, con uno o dos respaldos de
madera tallada o acolchados, complementados con cojines
cilíndricos.
Los sillones y sillas son parecidos a los del Estilo
Luis XIII, pero los brazos y travesaños se curvan y las
maderas se tiñen de rojo, verde o dorado, a juego con la
tapicería, de terciopelo, seda o tapiz.
El cabinet y el buffet se siguen
fabricando, con características análogas a los
muebles antes mentados (taraceas, incrustaciones, maderas
teñidas o de ébano, estípites o columnas
como soportes, exuberantes tallas, etc.). El bureau
[161]se consagra como mueble de uso general y
estiliza y sus frentes se curvan preludiando el Estilo Luis
XV.
El mueble más típico será, sin
embargo, la cómoda, con un frente cubierto con
cajones con tiradores y cerraduras de cobre o de bronce dorado
(ormoulu). Sus formas se irán dulcificando y curvando con
el tiempo y dará lugar a la cómoda o comodín
del posterior Estilo Luis XV, sobre las características
patas en cabriolé. Procede del
comó italiano.
Todos estos muebles eran en esencia muebles para
exhibir. Generalmente los muebles de uso cotidiano seguían
siendo robustos y de apariencia cúbica, aunque a partir
del siglo XVII cada vez más amplias capas de la
población tendrán acceso a estos objetos de lujo a
la par que se generaliza su uso.
El mobiliario Luis XIV, presentó un predominio de
la curva "S" o doble "C", con patas cabriolé
sujetas por chambranas en "H" y "X" serpenteada, terminadas en
forma de garra de león, con un pequeño simil
estípite y hojas talladas en la rodilla. Los
apoya brazos en voluta, profusamente tallados, con las ya
conocidas hojas de acanto y de olivo. Los respaldos suelen
terminar en su parte superior en un frontón tallado.
Algunos modelos acolchados, ya no presentan chambranas
(anticipando al Luis XV), con un frente de asiento decorativo.
Otros modelos tapizados, eran de respaldos rectos.
Fue un estilo pesado, de género curvo-masculino
(a diferencia del Luis XV que era de género curvo-femenino
y del Luis XVI que era de género recto-femenino). Como
vemos existen diferencias sustanciales, mientras el Luis XIII,
era del género recto-masculino. Por eso decimos que el
Luis XIV, fue morfológicamente pesado,
curvo-masculino.
En este período se introduce el sofá que
no analizamos porque representa más un mueble para
semi-sentarse, semi-recostarse que exclusivamente para sentarse.
Al igual, el canapé, son una clase de sofá
que poseen en el respaldo indicado el número de plazas. La
conocida chaise-longue (o silla-larga), era la suma de una
bergere + butaca (del tipo evolucionado a partir del
escabel). La marquise (marquesa), que era la
duchesse (duquesa) de 1760, en 1800 se
transformará en la psyche (o sofá canguro
norteamericano).
3.3 – Grandes tracistas del mobiliario en el estilo
Luis XIV en Francia:
Durante el reinado de Luis XIV se inauguran unas reales
fábricas en Francia cuyo objetivo principal es surtir a la
corte de objetos de lujo sin tener que recurrir a la más
costosa importación. En este contexto nacen las llamadas
Manufacturas de los Gobelinos, en 1667, dirigidas por el pintor
Charles Le Brun (1619-1690), que debe ser considerado el alma de
los Gobelinos y el auténtico creador del estilo
versallesco, ya que nada se hacía sin su consentimiento y
muchos de los diseños salieron, incluso, de su propia
mano. En los Gobelinos se producían no sólo muebles
sino también tapices, tejidos, cerámica,
platería, etc. La grandeza de Le Brun no fue tanto saber
gestionar una empresa tan inmensa como el hecho de crear un
estilo propio francés. Además, Le Brun tiene el
honor de ser uno de los primeros artistas que supieron dar la
importancia merecida a las llamadas "artes menores".
Con Luis XIV, la envergadura y suntuosidad de la vida
cortesana, proporcionaban un generoso mecenazgo a artistas y
maestros-artesanos, que culminó con la creación de
manufacturas financiadas y controladas por la corona; la
más famosa fue la de Los Gobelinos, fundada en 1667, donde
trabajaban ebanistas y orfebres. Charles le Brun, el principal
ebanista de la corte de Luis XIV, director de la manufactura de
Los Gobelinos (trabajó con un equipo de artistas,
decoradores y grabadores). Al Caer el sistema absolutista, bajo
el impacto de la Revolución Francesa (1789-1799), las
antiguas manufacturas reales que sobrevivieron, hubieron de
adaptarse a la competencia comercial (al tiempo que sus
diseñadores dejaban de ser funcionarios de la corte, para
convertirse en empleados independientes).
Charles Le Brun (1619-1690) diseñó el
mobiliario de Versalles como parte de un todo, que incluía
desde las consolas y los enormes espejos producidos por
la fábrica de vidrio creada por Colbert en 1668 hasta los
aparadores, las sillas, las torchères, las esculturas, los
techos pintados, etc. Además, combinó los motivos
decorativos renacentistas con otros de simbología alusiva
al Rey Sol: el gallo, la cabeza de Apolo, la flor de lis, las
"Ls" entrelazadas (inicial y final de Louis), entre otros
diseños.
En las Manufacturas de los Gobelinos desarrollaron su
trabajo los mejores ebanistas y tallistas de la época.
Algunos de ellos eran italianos, como Domenico Cucci (1637-1711),
excelente ebanista y tallador, o Filippo Caffieri, también
tallista y broncista.
A la muerte de Le Brun, en 1690, éste fue
sustituido por Jean Berain (1635-1704), quien, por su parte,
destacó como decorador y diseñador, de manera que a
él se debe prácticamente la totalidad del
diseño de los interiores de los grandes palacios de Luis
XIV. Se inspiró sobre todo en motivos más alegres y
desenfadados, combinando motivos orientales y renacentistas, como
los grutescos, diseños orientales o chinescos, monos,
etc., de manera que gracias a él el barroco francés
se alejó de su estilo marcadamente severo y clasicista,
dándole un aire precursor del rococó. A sus
órdenes trabajarían los más grandes
ebanistas de la época. El mejor de todos ellos será
sin ninguna duda André Charles Boulle
(1642-1732).
Hasta Boulle el mobiliario francés careció
de un estilo peculiar, trasluciéndose las influencias
holandesa, italiana y alemana, Boulle desarrolló
sobremanera la técnica de la marquetería
introduciendo novedades como la combinación de
latón y carey, obteniendo diseños uno como negativo
del otro (premièrepartie y
contrepartie), con los que decoraba la superficie de
parejas de muebles a juego o el interior y exterior de puertas o
paneles. Boulle usó todo tipo de ricos materiales para las
incrustaciones y usó el ébano como base,
produciendo los típicos muebles fondo negro y muy fina
factura. Para evitar que las láminas se desencolasen,
solía proteger las esquinas de los muebles con molduras y
anchas bisagras, de bronce dorado (ormoulu), muy recargadas.
Además, fue uno de los primeros ebanistas en introducir
líneas curvas. Su trabajo influyó sobremanera en
los ebanistas de su siglo y del siguiente, teniendo importantes
imitadores, como Jensen, citado más arriba como principal
ebanista del William & Mary.
Los muebles más típicos de Boulle son los
armarios guardarropa, de aspecto arquitectónico, y todo
tipo de librerías, aparadores y bufetes o escritorios,
para cubrir las necesidades de una nobleza que acusaba la moda
del coleccionismo de todo tipo de bellos objetos, desde libros
hasta monedas. Boulle desarrolló también la
cómoda, que empezó a sustituir al
escritorio: del escritorio de ocho patas con un cajón
central y tres cajones a los lados se pasó a un
bufete con sólo dos cajones largos, al que se dio
la forma, más tarde, de los sarcófagos romanos,
llamándose comodetombeau.
A partir de ésta se desarrollarían las
cómodas dieciochescas. La marquetería de
Boulle tuvo tanto éxito que se imitó en toda Europa
e incluso pasó a decorar suelos y paredes.
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