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Colección “Revisión Cultural” (desde 1978)




Enviado por Ramon Ramonet Riu



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25

  1. Bóvedas góticas: ofrecen una
    imagen subliminal de "rostro" en la
    crucería
  2. El
    arte gótico de la Cataluña en plena
    reconquista
  3. Magnetismo de las formas de rostro
    colección "Revisión cultural" (desde
    1978)
  4. Megalitos sonoros
  5. Atención a ciertas piedras curiosas en
    la naturaleza
  6. Los
    templos de las culturas precolombinas
  7. Auge y
    caída de la cultura occitana
  8. María Magdalena
  9. Merovingios: herederos de la dinastía
    davídica
  10. El
    Santo Grial y su dispersión
  11. Vírgenes negras: imágenes que
    aparecen y desaparecen
  12. El
    anillo de Moisés descifrado
  13. Arnau
    de Torroja, Gran Maestre de las Órdenes del Temple y
    de Sión
  14. Dos
    Emperadores: Bizantino y Alemán (Entre 1165 y
    1180)
  15. Luchas por la ciudad de "El Cairo" antes y
    después del 1167
  16. Brunisenda de Foix (s. XIV)
  17. Vertiente norte de Montserrat con escultura
    natural de toro desafiante
  18. Guiza, en Egipto: enorme rostro en foto
    aérea
  19. ¿De quién aprendieron tanta
    ciencia?
  20. El
    sincretismo religioso
  21. El
    "Osireión" del templo de Abydos
  22. Símbolos iniciáticos
    eternos
  23. Novedades religiosas en la V
    Dinastía
  24. Consideraciones residuales
  25. Reliquias de San Pedro
    encontradas
  26. Machu
    Picchu: el misterio de su fundación
  27. Estrellas de Marte
  28. Sidonia y las pirámides
    vecinas
  29. La"antimateria" y la
    "antigravedad
  30. Las
    tres coronas de Arnau de Torroja (2ªparte) ensayo
    escritura "transponedora"
  31. Templos con simbolismo
    geométrico-matemático
  32. Los
    sanjuanistas, seguidores de San Juan "El
    Precursor"
  33. El
    Baphomet
  34. El
    nacimiento de Cataluña
  35. El
    futuro que Arnau de Torroja no pudo
    conocer
  36. Rex-Deus, y las reliquias de Pedro
    Apóstol (Con nombres del linaje
    s.VI)

Bóvedas
góticas: ofrecen una
imagen subliminal de "rostro" en la
crucería

Voy a exponer un hecho que nunca ha sido escrito en
libro alguno de cuantos se ocupan de presentar la arquitectura
gótica. Se admite que existe un enigma tras la
construcción de las catedrales aunque nunca antes del mes
de abril de 2013 se han acercado a la que es mi solución
acerca de la ocultación de inmensas imágenes de
rostros de varón en las bóvedas de las catedrales
góticas. Los expertos se han limitado a enumerar los
diversos piadosos misterios que a dichos templos se les atribuye,
además de recopilar datos históricos,
técnicos y otras peculiaridades.

Aunque la verdad no necesita ser defendida, me
esforzaré en hacerlo, primero porque una tan chocante idea
ha quedado absolutamente olvidada debido, principalmente, a la
poca capacidad de abstracción de la muy materialista
sociedad medieval, siempre agobiada por miedos y penurias; y
después lo divulgaré porque para mi representa un
sano ejercicio intelectual tratar de descubrir dónde y
cuando surgió la dicha idea, además de cómo
evolucionó y al fin qué pasó para que fuese
olvidada.

Empezaré por recordar al profano, que un techo es
lo más necesario de cualquier tipo de vivienda. Sin una
cubierta, un recinto también es inhabitable para los
indigentes. Lo dicho aún es más evidente al
aplicarlo a las magníficas bóvedas de
crucería de las catedrales construidas entre los siglos
XII al XIV.

En estas páginas afirmo que las bóvedas
decoradas con nervaduras, y semejantes a "venas de piedra",
alineadas sobre la nave del templo, arqueadas y
entrecruzándose, fueron, decorativamente hablando, la
razón de ser de toda catedral gótica europea
durante los oscuros siglos medievales, porque discretamente se
pretendió reflejar lo etéreo del rostro del
Mesías; y, al menos para mis ojos, su esquematizado rostro
aún sigue siendo visible en muchas catedrales. A nadie le
puede extrañar. Por novedosas que sean, las
técnicas constructivas de nada sirven si no están
al servicio de un ideal humanista. Ello se resalta más al
edificar una catedral gótica, pues son tan altas que
parecen querer alcanzar el cielo.

Lo indudable es que fue un arte que logró elevar
edificios altísimos vacíos por dentro, con el
único propósito de que el rostro subliminalmente
presentado resultase más concentrado y por ello más
identificable. Según la Biblia informa: "Dios está
en la altura de los cielos". Dentro de la catedral hubo un tiempo
que conseguía el específico propósito de
encontrarse en presencia de Dios.

Dentro de un templo gótico, que se presentaban
como verdaderas fortalezas del espíritu humano, era donde
tenía sentido la convergencia entre el cielo y la tierra.
Debajo de sus bóvedas, los fieles, orando, esperaban ver
cumplida la promesa del sacerdote de conectar con Dios, pero
antes había que merecer poder gozar de su verdadera
presencia. Transcribo un párrafo de Kircher, un
especialista en los ritos de antiguos misterios, quien en su obra
"Edipo" escribió acerca de la evolución de las
luces y las sombras: "En una manifestación que
jamás debía ser revelada, aparecían masas
difusas de luz en la muralla del templo, las cuales, al
concentrarse, asumían la apariencia de un rostro,
evidentemente de aspecto divino y sobrenatural, pero con un toque
de amabilidad, por lo que resultaba muy placentero contemplarlo:
Los alejandrinos honraban aquella aparición como si fuese
el rostro de Osiris, o de
Adonis". Por otra parte, el
filósofo Yámbico escribió: El fin de la
magia no es tanto crear seres, sino imágenes que se les
parezcan, y luego se desvanezcan sin dejar el menor rastro tras
de si
." Tal como actualmente se nos presentan en las
bóvedas de las catedrales y claustros, parece imposible
que en otros siglos fuese una experiencia espiritual capaz de
explicar el significado de nuestra fe.

Mis observaciones admito que aún no pueden ser
concluyentes, porque, por ejemplo, ignoro si el efecto de
descubrir un rostro en esquema sería más
fácil desde la altura donde se sitúa el coro. Tal
es el caso concreto de la iglesia Nuestra Señora del Pi,
ubicada en el casco antiguo de la capital de Cataluña. La
perspectiva de un rostro subliminal desde el coro, ubicado sobre
la puerta de la entrada principal, es óptima y me tiene
confuso. En mi lengua vernácula, al coro (allí
donde se reúnen los fieles que cantan junto al
órgano de un templo) lo llamamos "cor", que significa
corazón, y ello hace pensar que, en aspectos de fe, las
mejores respuestas se obtienen desde el corazón. Me
limitaré a exponer una bella metáfora. Para
descubrir en la bóveda de una catedral gótica el
rostro de Jesús, quizá debemos saber elevarnos por
encima del resto de la opinión general. En mi
opinión, la dicha forma de rostro que se distingue en las
bóvedas, acogió desde el siglo XII, y sigue
teniendo debajo suyo, a los fieles cristianos que, esperanzados,
se congregan en las catedrales góticas a rezar. Algo
parecido a como una gallina protege a sus indefensas polluelos
bajo sus alas. En fín, como bien escribió el gran
filósofo contemporáneo Angel Livraga: "Un hombre
tiene la medida de aquello que se atreve a
soñar".

A fin de superar nuestra insignificancia, sabemos al
sincerarnos desde el corazón que por otra parte tenemos
algo de inmortal. La materia podemos trascenderla si buscamos
mayor relación con la suprema armonía, o
conciencia, de relación con la Unidad Primordial con el
todo simbolizada por Jesucristo. En una catedral, o bien en otro
templo, sabiendo lo que se va allí a buscar,
también se entiende lo que se encuentra.

Los símbolos nos trascienden. Se reza para hallar
respuestas verdaderas y poder superar el sufrimiento. El
desarrollo espiritual de cada persona podrá incrementarse
a través de una simbología específica, cuyos
resultados pueden llegar a beneficiarlo con mayor eficacia que
los rezos. Por ejemplo, el rosetón que inunda la catedral
cada tarde de sol con una luz colorística, se
habría previamente explicado que su belleza y dibujos,
además de su significado bíblico, también
refleja el "Fuego solar" que excita la conciencia primordial; lo
cual sin duda también era la creencia de nuestros
ancestros.

Mi interpretación del descubrimiento de unas
formas de rostro (alguien la considerará: Pareidolia,
al por mayor
) obviamente es subjetiva, y no puede aplicarse
a todas las catedrales góticas. Me limito a proponer unas
imágenes obtenidas de mi observación de algunas
bóvedas, y las más antiguas son mis preferidas. Ni
tan sólo necesitaban contrafuertes y refuerzos externos,
que tanto las afean exteriormente. Otros obtendrán mejores
fotos que las aquí reunidas. Al no ocuparse los
demás de su aspecto al degenerar la idea inicial,
podrán ser todas fotos muy figurativas y entonces la forma
de rostro en esquema será más evidente. Yo he
buscado ofrecer el contraste.

Para exponer debidamente la idea que presento, no me
cabrían aquí ni las fotos de las bóvedas
"humanizadas" que se descubren en los templos de una capital
mediana. Me guardo muchas experiencias de esta apasionante
investigación. Por ejemplo, la sala capitular del
monasterio de Sant Domenech, en Girona, al visitarlo
personalmente, coincidí en estar presente justo cuando el
sol atravesaba el vitral bajo la bóveda, por cuyo
fenómeno diré que, metafóricamente, me
pareció como si fuese la palabra convertida en luz a
través de lo que me parecía ser una boca. No
seguiré por esta vía, pues, a pesar de mis
limitaciones de todo tipo, quiero ofrecer una síntesis
ilustrada de las muestras más variadas que existen en el
continente europeo.

Escribió Juan Fernando Selles:"La tesis de los
filósofos del siglo XIII", que debatieron entre ellos
sobre la existencia del intelecto "agente", que se distingue del
inactivo, o sea un intelecto más pasivo o tranquilo (CSIC,
nº 38-Enero-Junio-pg.445-474, en Instituto de Estudios
Medievales). Es curioso que fuese el tema "de moda" cuando se
construyeron la grandes catedrales góticas europeas.
Averiguar quién promovió tal inquietud, para mi ya
sería motivo de investigación.

CARACTERÍSTICAS DE LAS
BÓVEDAS DE LAS CATEDRALES GÓTICAS

Desde que yo era niño y frecuentaba la catedral
gótica de Solsona, me maravillaba el entramado de piedras
en relieve que decoraban el techo de las bóvedas. En mi
ignorancia obviamente creía que sin tales nervios de
piedra aquella techumbre se caería. Mi sorpresa fue saber
que tanto esfuerzo en hacer resaltar, entrelazadas, las dichas
nervaduras aéreas de piedra, después de todo, eran
en gran parte prescindibles, pues con su forma arqueada, o
cóncava, la bóveda se sostendría casi sin
"costillas". Entonces mi pregunta fue ¿Por qué
están ahí? Por otra parte ¿por qué
tanta altura? Los caballeros templarios se llevaron su secreto a
la tumba en 1312. No obstante, a partir de hoy, y para siempre
más, ya podemos saberlo.

Para empezar, admítase que sólo ellos
tenían el imprescindible dinero para construir tales obras
gigantescas en unos tiempos que no existían los bancos.
Los cristianos siempre antes habían tenido prohibido
practicar la usura, cosa que enriqueció enormemente a las
comunidades judías de cada localidad.
Paradójicamente, fue con dinero de los hebreos, prestado a
un muy elevado interés, que siempre antes se habían
costeado las grandes obras del catolicismo; para evitar lo cual,
excepcionalmente se permitió que los templarios
practicasen también una moderada usura. El resultado fue
que construir las grandes catedrales fuese menos caro. Para
muchos autores el desarrollar este sólo aspecto ya les
motivaría para escribir un voluminoso libro. No es mi
estilo, quizá porque mi padre me enseñó
desde muy joven, que: "Muchas letras y poco jugo, también
las escribiría un burro".

Todo europeo ha visto muchas y muy complicados
diseños de bóvedas decorando los techos de las
catedrales góticas. Aquí mencionaré lo
imprescindible de lo que ya consta en las enciclopedias que
tratan de la arquitectura medieval. Pretendo desvelar para
siempre el secreto mensaje oculto de las maravillosas
bóvedas de las grandes catedrales europeas del periodo
medieval.

Posteriormente copiaron la técnica mirando
aquellas bóvedas construidas durante el siglo XIII. En
ocasiones incluso se revela una forma esquemática de
rostro en espacios pequeños, con tal que las
bóvedas sean inmediatas al espacio sobre el altar mayor, o
en el otro extremo, sobre el coro. El presbiterio de la catedral
de Girona, y el Panteón de Sant Pere, de la catedral de
Lleida son buen ejemplo de ello. Por cierto, a partir del
año 1203 la Seu Vella de Lleida, tan admirable en sus
proporciones, desde sus comienzos fue planificada para cubrirla
con bóveda de crucería. Su aspecto es parecido al
experimentado en Tarragona que entonces era
predominante.

El cielo, para quien se inspira en el rostro del "Gran
Arquitecto" que es Dios, era una alusión al
espíritu, y lo dibujaron mediante espaciosas
bóvedas. Para atraer la atención de los fieles
hacia las bóvedas se pensó en situar en sus cruces
unos enormes botones de piedra colgados que ofrecen escenas
bíblicas en vivos colores, siendo por su belleza que estas
"Llaves de Bóveda" se están volviendo a restaurar
en la actualidad, dejando el resto de la nave con la piedra
vista. Habitualmente las bóvedas estaban pintadas, y
muchos templos también exteriormente, pues los analfabetos
eran mayoría y se motivaban mirando escenas del Evangelio.
De hecho, la obra perdía así parte de su
carácter constructivo para engrosar la imaginería
del Medioevo. Por algo dejó escrito el filósofo
empirista David Hume (1711-1776), cuando opinó respecto a
la belleza: "No es una cualidad inherente a las cosas en si
mismas; solamente existe en el espíritu que la contempla,
y cada uno la percibe diferente". El filósofo Kant lo
corroboró con las mismas palabras en su libro: "Critica
del juicio" (1804).

Las catedrales góticas, siendo la mayor
aportación al mundo de la arquitectura, se levantaron para
engrandecer lo que se ofrecía por amor a Dios, y sus
plantas se trazaban en forma de cruz, la misma que, por la forma
de sus tejados, puede verse sobrevolándolas. El plano de
la catedral lo diseña la figura de un cuerpo humano,
recogiendo vibraciones del hombre cósmico con el que se
pretendió remachar una sintonía con el cosmos. Eran
tiempos cuando entendían, mejor que hoy que el objetivo de
la sociedad es la igualdad moral, y que para ayudarnos la
naturaleza tiene leyes que iluminan el camino de la convivencia
social, con tal de superar la visceral "mente de
reptil".

El arte gótico no fue evolución del
románico anterior, ni tampoco surgió de la nada. Lo
gestó el hecho de advertir que dibujando un rostro con
líneas entrecruzándose se conseguía obtener
un aspecto abstracto de cara humana. Con ello se hizo realidad
una idea referente a las catedrales que estaba muy extendida
entre los fieles de la Edad Media: Unos (arquitectos) la plantan,
otros (los fieles) la riegan, pero como todas las plantas
demuestran, sólo Dios hace crecerlas hasta lo más
elevado. Es una metáfora que visualizaba quien lo
merecía, pues el rostro de Nuestro Señor estuvo
depositado subliminalmente en la forma de las bóvedas
sobre las cabezas de los orantes en la gran nave.

Aunque arriba he escrito que el estilo gótico no
evolucionó del románico, puedo argumentar que la
imagen del rostro en las bóvedas sí que lo hizo, y
aportaré argumentos y fotos para demostrarlo. Me remito a
la iglesia románica de Sant Vicenç de Cardona (de
influencia lombarda, fue consagrada el año 1040) al ser
una población cercana de donde yo nací en el centro
de Catalunya, y porque encima del arco de la gran nave tienen ese
tipo de "capillas altas" que pretendieron ser inaccesibles para
los que entraban con intención de saquear los tesoros y
reliquias del templo. Dicho recurso anti-robo ya lo emplearon los
constructores de las iglesias de estilo visigótico en el
siglo X. Lo tienen en su gran nave los templos vallisoletanos de
San Cebrián de Mazote, y San Miguel de la Escalada, ambas
con arcos de herradura califal (que es más cerrado que el
visigótico).

Tal prevención se comprende mejor en las iglesias
cerca de la playa, pues recuerdo la sorpresa que me causó
contemplar con mis propios ojos una hornacina ubicada en el
centro del arco de medio punto que domina toda la gran nave.
Actualmente, por no correr peligro, y declinar el fervor
religioso, dichos espacios se llenan con una imagen que domina a
todos los que rezan debajo de las bóvedas. La más
impactante de estas hornacinas la vi en la iglesia fortificada de
Saintes Maries-de-la-Mer, en las playas de la Camarga, cerca de
la ciudad de Arles "la-Romana" (Fr.). En aquel alto escondite
anti-robos a prueba de los piratas, y que cuando lo vi estaba
vacío, explican que se protegieron reliquias de algunos
seguidores del mismísimo Jesucristo desde que gobernaba el
muy docto rey René d'Anjou.

Las nervaduras de piedra consolidaron las juntas entre
diferentes bóvedas, y condujeron mejor los empujes hacia
los arbotantes, que son los contrafuertes actuando desde el
exterior de los muros. Se trata de normas auxiliares que
facilitan la construcción, si bien en la actual catedral
de Solsona al construir la magnífica bóveda, con un
tan figurativo aspecto de cara de monje con capucha,
todavía no se emplearon dichos apoyos laterales. La
presión ejercida por la velocidad del viento se incrementa
drásticamente cuando los muros van alcanzando mayor
elevación, porque su empuje es proporcional al cuadrado de
la velocidad del mismo; de ahí que los arbotantes
exteriores acabasen siendo dobles y gigantescos. No se han
conservado escritos ni planos de los maestros "arquitectos" del
siglo XII, excepto un par de obras. El dibujo más antiguo
que se conoce sólo registra ideas. La primera
transmisión acerca de la repercusión del viento, se
hizo hacia el año 1225, cuando, por cierto, ya empezaba a
declinar el furor constructivo que había hecho proliferar,
como setas, las catedrales en estilo gótico por todo el
continente europeo.

El arte
gótico de la Cataluña en plena
reconquista

El arte gótico rompió la monotonía
de los arcos de medio punto del arte románico. En
Cataluña el gótico embrionario se desarrolló
a finales del siglo XII y durante casi todo el XIII. Sin acabarse
de desprender del espíritu del arte románico, el
llamado proto-gótico se desarrolló en las tierras
al sur de Barcelona ganadas a los musulmanes, siendo llamadas
Cataluña Nueva. Se repoblaron con la colaboración
de las órdenes del Temple de Jerusalén y de los
monjes cistercienses. Ambas comunidades emplearon criterios
nuevos, y hasta monumentales, para construir todo tipo de
edificios, gran parte de los cuales adoptaron experiencias
autóctonas bien definidas. Dado que los cistercienses
venían de su casa madre en Borgoña, siempre
predominó el influjo francés.

La orden del Cister fue la que también introdujo
el arte gótico en España, no sólo en el
llamado Camino de Santiago, cuando esta capital del Finisterre
competía con Roma para ser la sede del cristianismo, sino
que construyeron catedrales en toda capital de la
Península Ibérica que quería distinguirse.
Se sabe hoy que los esquemas de sus plantas, a pesar de dibujar
ellas misma una forma de cruz, las catedrales góticas de
los primeros años encerraron conocimientos ocultos
detrás de una decoración llena de simbolismo.
Pitágoras, durante las décadas que vivió en
Egipto en el siglo IV a.C., habría recogido compendios de
su sabiduría, tanto numérica como
filosófica, siendo un divulgador idóneo al regresar
a Grecia. Aquella ciencia, fue la misma que él
enseñó en Crotona, fue heredada por la cultura
clásica, de donde pasaría a Europa. La
masonería medieval desarrolló especialmente la
geometría especulativa a pesar de los recelos de los
eclesiásticos.

Aunque las bóvedas de crucería se
considera que fueron traídas a Europa por los maestros de
obras de la Orden del Temple, y más al ser expulsados de
Palestina para crear sus principales encomiendas en el Sur de
Francia (cuando el Midí era todavía independiente),
los verdaderos constructores del arte gótico fueron los
monjes cistercienses, de hábito blanco como los
templarios. Si éstos planificaron catedrales inmensas,
nunca antes imaginadas, y quizá superiores a las mejores
obras arquitectónicas clásicas, fueron los monjes
cistercienses quienes, además de servirles de intendencia
y de cirujanos, edificaron las catedrales. Expertos en construir
siempre antes unos muy regios monasterios románicos, los
cistercienses ofrecían mayores garantías para que
se aguantasen las bóvedas de crucería. Era una obra
experimental muy comprometida, que tuvo como eje fundamental la
llamada ojiva. Su definición informa que se trata de un
arco diagonal de refuerzo que forma arista bajo una
bóveda. Aunque las ojivas, no son sinónimo de
gótico, ya que tan sólo se perfeccionaron,
sí que en un primer periodo a todos admiraba contemplar su
novedosa aplicación, siendo gracias a ellas que fueron
capaces de elevar las bóvedas de las naves de las
catedrales hasta una altura nunca imaginada hasta el siglo XII.
Reconozco que yo me pasé la infancia y juventud
recapacitando a que se debía tanto esfuerzo, sin ser capaz
de entender cómo podría justificarse..

He superado la idea de que unos y otros, y la Iglesia en
general, todos querían dejar constancia de su
poderío, y lo consiguieron, pero se olvidó la
verdadera razón oculta. Enfrentarse íntimamente, de
forma visual, con el rostro de la divinidad. Lo vemos tanto en
los monasterios cistercienses de Poblet, y el de Santes Creus,
así como en las catedrales urbanas de Tarragona y Lleida,
esta última comenzada por un "arquitecto" oriundo de
Solsona. Fue una transición importante, tanto porque
dejó muchos edificios en estilo gótico, como porque
era su semilla para lograr más plenitud en el futuro. El
arte gótico de entonces estuvo muy abierto a la
innovación artística, pero precisamente ello lo
desvirtuó.

La catedral de Girona, en Cataluña, presenta la
mayor nave gótica de esta parte del Mediterráneo.
Mide 23 m. de ancho, y fue iniciada el día 29/4/1307 (ACG
Llibre Verd, folio CCI). Se efectuó una única nave
porque era más barato que construir tres. A la
bóveda se llegó el año 1416, sin tener ya
conciencia de esquematizar el rostro del Mesías tal como
antes siempre se pretendía. O quizá sí que
la tuvieron, pues la catedral de Girona la promovió el
obispo Berenguer de Anglesola, que era miembro de una familia
tradicionalmente cátara, y es bien sabida la
relación de dichos librepensadores con los caballeros
templarios catalanes.

Me he referido a los herejes exterminados en el Sur de
Francia, porque ellos supieron bien que hasta el siglo III los
cristianos no dispusieron de lugares, específicos donde
celebrar juntos sus divinos oficios. Hasta el concilio
Vaticano II
los sabios eclesiásticos tampoco
explicaron la razón de ser de sus magníficos
templos catedralicios. Son obras arquitectónicas que al
construirse se han ido adaptando al estilo predominante de cada
diferente periodo histórico. En cuanto a su naturaleza
intrínseca, las catedrales están destinadas a
expresar con obras humanas, la belleza de la divinidad y
así contribuir a su mayor gloria (DOM). Se trata, en fin,
de conducir piadosamente el espíritu de los hombres a Dios
sin despreciar ningún recurso, por sutil que
fuese.

San Agustín (354-430), obispo de Hipona
(Argelia-Africa) dejó escrito en "Las
Confesiones":
Tener fe en cosas invisibles no es irracional,
al contrario, forma parte esencial de la naturaleza humana. Hoy
los telescopios, microscopios, radiaciones, etc, lo confirman,
pero la idea ya presidió todo el pensamiento
teológico medieval, y además inspiró a los
filósofos modernos.

EL MISTERIO DEL ARTE GÓTICO
ESTÁ EN SU OJIVA DE LA ENTRADA

Para muchos fieles, el frontispicio está tan
sobrecargado de decoración estatuaria, que puede asustar.
A algunos les impone mucho respeto. !Y lo merece!. De hecho
están ante la clave de un verdadero misterio, pero tan
pronto traspasan el umbral ya se experimenta una cierta
relajación, a parte de admiración, por encontrarse
ante unas muy altas columnas y anchas bóvedas.
Además hay bellos vitrales, que al jugar con la luz solar
parecen ser calidoscópios cuando los traspasa.
Éstos permitieron iluminar mejor los templos que las
anteriores reducidas aberturas de los pesado muros del arte
románico.

Hasta mi contribución nunca hubo
explicación al hecho de que se dejase de construir en arte
románico para continuar la construcción de una
catedral en arte gótico, que parecía querer llegar
hasta las estrellas. El caso era embellecer la cátedra (de
ahí: catedral) donde cada obispo tenía su sede
(silla, viene de Seo). Es la opinión de los
católicos, que en la cátedra de los obispos se
puede descubrir a Dios. Pues bien, en el siglo XII, además
de dicha idea espiritual, se pudo crear el aliciente
arquitectónico de dar forma a un rostro esquematizado
gracias a las bóvedas. Con dos espacios triangulares
opuestos éstas pueden reforzar la visión de una
cara.

En toda obra de arte ante todo se deberá
considerar el cuándo y el por qué se hizo. No
debemos dejarnos influir por no compartir el gusto del artista,
ni el significado que tenga, y más cuando se trata de una
obra arquitectónica. Ésta la realiza alguien que no
es la misma persona que la diseñó. Ante una obra
que, como es el caso de las bóvedas góticas,
combinando lineas y colores, se anticiparon ocho siglos al arte
que actualmente llamamos Arte abstacto, se deberá valorar
especialmente su adecuación plástica al significado
de su contenido.

Nunca tan exactamente los materiales empleados por los
arquitectos han tenido tan equilibrada su función
constructiva con la parte puramente ornamental para llegar a
ofrecer un resultado tan discreto como elegante. Se superó
la representación bidimensional del arte pictórico,
y la tridimensional del escultórico. La función del
rostro que ofrecen, su objetivo final dicho sea sin tapujos, era
el afán de traspasar el espacio-tiempo, a fin de que quien
estuviese realmente atento esperanzado bajo aquella obra tan
inmensa como audaz, realmente después fuese capaz de
recibir ayuda exterior para guiarle a saber gestionar bien su
propio espacio-tiempo (suponiendo que al menos partiese de estar
bien consigo mismo).

Con la llegada del siglo XXI cualquier "buscador" de
Internet nos ofrece al instante cientos de fotos mostrando
complicados dibujos de bóvedas, pero de ellas a mi actual
presentación sólo le interesan las construidas a
partir de mediados del siglo XII y comienzos del siglo XIII,
porque es mi presunción que fueron las diseñadas
por los sabios arquitectos a las órdenes estrictas de la
Orden del Temple, después de haber aprendido ciertas ideas
durante su permanencia en Palestina. Las convirtieron en piedra
en suelo francés entre 1137 y 1162.

Hay que distinguir la bóveda de las nervaduras.
Una bóveda con forma arqueada cóncava se construye
a ras del suelo, y en cambio, para la construcción de un
arco es necesario un soporte temporal o encofrado, mientras los
bloques de piedra se colocan en posición. Sin él se
deberían tomar más precauciones. Así pues,
hasta que el arco aéreo de piedra se sostiene solitario,
un encofrado estrecho, o cimbria, soporta la piedra hasta que
todo el arco se completa. Un arco tras otro formará parte
de las "costillas" de la bóveda, evitando que las juntas
entre ellas presenten irregularidades.

La tendencia a aumentar el número de "costillas"
en algunos casos condujo a resultados singulares, como en el coro
de la catedral de Gloucester, donde las costillas diagonales
normales se convierten en meras molduras ornamentales en la
superficie de una bóveda de cañón apuntado.
Es decir, muchas nervaduras son de adorno. Ciertamente otras son
muy necesarias. Por ejemplo, en Inglaterra se logró
simplificar la construcción de una bóveda mediante
la introducción de nervios intermedios entre la pared y la
costilla diagonal, y entre ésta y los nervios
transversales. Otras posteriores, como en la capilla de King
College, en Cambridge, para aumentar la resistencia fue necesario
introducir costillas transversales debido a las grandes
dimensiones de la bóveda.

LA CLAVE DE LAS BÓVEDAS DEL
GÓTICO TÉCNICAMENTE EXPLICADA

La clave del enigma arquitectónico de un templo
gótico se nos anticipa ante su puerta, o puertas, de
acceso principal, exactamente en el centro de su fachada. No se
pretendía engañar a nadie, al contrario, se daban
facilidades para que, una vez traspasado el imponente umbral
lleno de imágenes de todo tamaño, todos pudiesen
alcanzar la iluminación. Insisto, se ofrece "la clave" en
la forma de ojiva, ("punto de almendra" o "arco apuntado"), ya
desde antes de acceder a la catedral gótica.

Los franceses no emplearon la nervadura intermedia,
hasta el siglo XV, y fue más como un elemento decorativo,
que una característica. En Italia, Alemania y
España se adoptó el método francés de
la construcción de la bóveda mediante una plantilla
inferior. La primera costilla en "arco apuntado", o de almendra,
típico del gótico, tuvo lugar en la catedral de
Durham en Inglaterra, y precedió a la abadía de
Saint Denis, en París. Fue en la iglesia de Vézelay
(1140) donde se desarrollaron las grandes bóvedas antes de
la introducción de la costilla de arco apuntado. El
inmenso tamaño de la bóveda de la nave hacía
necesario algún apoyo adicional, por lo que fue
introducido un "nervio" intermedio.

En este punto voy a remitirme a mi presentación
del que llamé "Anillo de Moisés". Su diseño,
siendo simple, es el que conforma cada uno de los
rectángulos que dividen las largas bóvedas
góticas de las catedrales medievales. La línea
central divide el espacio rectangular del aspa simbólica
del "Anillo de Moisés", en el estilo gótico
pasó a ser substituido por la viga más importante
de todas, ya que además de soportar peso, actúa
como tirante. Así pues, cuando el diseño del anillo
lo situamos allí en el lugar correspondiente, la
línea central se corresponde con la arista de cada una de
las sucesivas cerchas maestras. Es la base del triángulo
isósceles de vigas acopladas para soportar el peso del
tejado. Este es un punto crucial, el cual tan sólo puede
ser explicado por quien haya trabajado en la construcción.
He comprobado que las encilclopedias ignoran su verdadera
importancia.

El gran invento de las bóvedas de estilo
gótico fue su estructura, consistente en dos arcos
ojivales diagonales que se entrecruzan (de ahí su nombre:
crucería). El tal cruce permitió aliviar
enormemente el peso de la cubierta, ya que en el estilo
románico sustentaban mediante ladrillos formando tabiques
desde cada bóveda hasta la cubierta. Empleando el estilo
gótico construyeron muros mucho menos gruesos, e incluso
con espacios para grandes ventanas, o vitrales. En la
bóveda de crucería toda la longitud de la arista
central superior que formaban los cruces de ojivas fue su
único apoyo entre los muros laterales. Por no
experimentarse con pilares ni columnas en la gran nave de la
catedral de Solsona, aquí ignoro cualquier otro soporte
arquitectónico posterior. Una estrecha base, larga y
horizontal, contacta con toda la hipotenusa de la cercha de
madera con forma triangular en aquel punto que, vista por debajo
es una línea invisible al no adornarse con nervaduras. Sin
este soporte, las tejas de la cubierta con doble pendiente
convencional (a "dos aguas") se caerían.

En una catedral gótica es donde, más que
en otro espacio interior, todos pueden mirar pero muy pocos
podrán ver. Lo escribo pensando en los principios
pitagóricos de medida y ritmo que no ve el visitante.
Quien sea buen observador puede tener la sensación de
sentirse conectado con la tradición de los tiempos
más obscuros de nuestra historia, cuando todo era misterio
y magia. Las bóvedas góticas de la nave se apoyan
en un arco como el de la entrada. Ésta no es cuadrada ni
semicircular; es el arco apuntado, o "punto almendrado"; es la
ojiva que nos ha de guiar hasta descubrirnos "los empujes".
También los más íntimos de nuestras
querencias.

En la vida es obvio que incluso el mejor dotado se puede
plantear mal aquello que no comprende. Por ello, después
de haberse superado, nadie ha de encontrar defectos, por raros
que sean, en sus semejantes. Todos serán una de sus
propias caras. La geometría de los templos góticos
pretendió recuperar y transmutar la energía sutil
de los fieles que habían construido y rezado debajo de
aquellas mismas bóvedas. En efecto, sus predecesores
habrían sido más conscientes que ellos de las
ventajas de rezar recogidamente para sentirse más cerca de
la divinidad. Sabían que bajo aquellas pesadas piedras que
parecían ingrávidas, además de mucha
sabiduría, también se guardaba el lenguaje
simbólico de tradiciones ancestrales. Al ocuparme de hacer
evidente su metáfora más secreta, yo trato de
exponer en estas páginas su certeza en los misterios que
nuestros antepasados atribuían a la propia
catedral.

Se ha explicado mal que pretendiesen dar mayor esbeltez
y claridad al interior de la catedral. Las técnicas
precarias de construcción hacía muy difícil
situar un techo abovedado complicadísimo a tanta altura.
Sólo puede justificar su evidente sacrificio, su deseo de
plasmar un rostro mesiánico gracias a ganar altura. Los
contrafuertes exteriores al templo se utilizan para añadir
mayores apoyos cuando se empleaban bóvedas de
intersección.

ARNAU DE TORROJA TOMÓ LA CRUZ
ETÍOPE PARA LOS TEMPLARIOS

Arnau de Torroja era Gran Maestre de la Orden. Lo
presenté en dos biografías (la
Parte,
es una trilogía). Nació el año
1122, cuando por fin había un tregua entre el Sumo
Pontífice y los reyes europeos, siempre antes en guerra
unos contra otros. El año 1184, el último de la
vida de Arnau de Torroja siendo Gran Maestre de los caballeros
templarios, fue cuando ayudó a la restitución del
trono al rey etíope refugiado en Jerusalén.
Presuntamente, los templarios desplazados a Etiopía
copiaron una cruz que aún hoy se puede ver allí
grabada en semirrelieve sobre la roca de una cuevas de
oración. Apreciaron tanto su diseño, que a partir
de entonces la eligieron para ser el logo de su Orden, siendo la
más conocida de cuantas utilizaron. Habría sido
grabada por una comunidad cristiana etíope del siglo III.
Fue un gran hallazgo, que merecía ser promocionada en
todas partes, ya que la Orden del Temple siempre actuó
deseando regenerar la moral social, y aquella geometría
sirvió incluso para que obtuviesen de sus trazos su muy
peculiar alfabeto secreto.

El mayor de sus logros arquitectónicos se
mezcló con otras varias técnicas útiles. La
sed de conocimientos de los arquitectos al servicio de los
Grandes Maestres de los caballeros templarios, quienes
habían leído a Euclides, Pitágoras y
Tolomeo, se manifestó en construir con afán para
reconducir todas las cosas a un orden impecable. En la nave
central de las catedrales, comenzando por sus criptas (donde
germina semilla que será una planta), y hasta la cubierta,
todo debía tener su significado oculto. Todo debe estar en
su sitio.

Dando un vuelco a las normas, de pronto, sobre los
cimientos de un templo románico los albañiles a sus
órdenes elevaron sus bóvedas maravillosas, porque
se superaron exponiendo el rostro más secreto
haciéndolo visible. ¡Que gratificante es trabajar
siendo plenamente consciente de la trascendencia de una generosa
y piadosa idea!. Diseñaron los nervios de la
bóvedas para resaltar en esquema el rostro del
Mesías, y así resulta ser que, de forma subliminal,
en el continente europeo se anticiparon ocho siglos en producir
el "Arte abstracto". Su anhelo fue lograr configurar una imagen
aérea de rostro de varón circunspecto, tipo monje,
mediante la disposición de las piedras de la
bóveda, y nada les paró, al ser su gran
motivación secreta.

Existió una tradicional geografía
"sagrada" para mejor ubicar los templos religiosos dentro de una
región. Ello se ha demostrado que fue practicado tanto por
los constructores de megalitos, como por los antiguos egipcios
para ubicar sus principales pirámides. Los templos
megalíticos de Hagar Qim y Mnajdra, en la isla de Malta,
se construyeron hace seis mil años siguiendo una
alineación estelar antes que otros templos sagrados del
mundo antiguo. Hagar Qim se enfocó hacia las estrellas
Alfa y Beta Centauros (2ª y 9ª estrellas más
brillantes de las noches del Neolítico en el
Mediterráneo). El de Mnajdra, en cambio, miró hacia
las Pléyades. Quiero informar al respecto de que
actualmente, al haberlas protegido con una gran lona
sintética, paradójicamente en este caso, a ambos
templos aún se les ha alejado más, si cabe, de su
originaria razón de ser.

Se ha descubierto que los templarios al construir en
determinada regíon del Sur de Francia las catedrales
góticas, siguieron el mismo patrón estelar
semejante a los constructores europeos que en la prehistoria
erigieron menhires, cromlechs y dólmenes. Yo mismo
descubrí que habían seguido una Ruta Visual Sagrada
en su búsqueda de la luz solar al ocultarse tras el lejano
N.W. geográfico. Fue hacia aquella dirección por
donde unos "misioneros" expandieron sus creencias vivicadoras
basadas en la fecundidad.

Unos y otros, en fin, parece ser que habrían
intentado anclar supuestas "energías estelares" a los
terrenos que por algún motivo especial resultaban dignos
de su estimación. En el caso de los egipcios interesa
porque veneraron a la negra (por fecunda) divinidad femenina
llamada Isis, la cual sostiene sobre sus rodillas a su hijo
Horus, el de la cara verde. Hay libros que presentan originarios
del Antiguo Egipto la mayor parte de cuanto consta escrito en el
"Nuevo Testamento", incluyendo el hecho que la gran diosa negra
Isis fue transformada por los caballeros templarios en "Nuestra
Señora", después llamada Santa
María.

En efecto, las numerosas copias que en Europa se
realizaron en los siglos XII y XIII de las obras atribuidas al
mitológico dios egipcio Asclepio (Esculapio para los
romanos) prueban que el misticismo cabalístico del Antiguo
Egipto pervivió entre los primeros cristianos. Un aspecto
de aquel simbolismo interesa especialmente a estas
páginas, al tratarse del artístico dibujo de un
perfil de rostro de varón que ocupa todo el enlosado de la
estancia más secreta del templo de Luxor, en Carnac. Fue
descubierto en el siglo XIX por Schwaller de Lubicx, cuando
investigaba el "sanctasactorum" del mayor templo a orillas del
río Nilo. Por ello sabemos que los hermetistas,
neoplatónicos y agnósticos, todos ellos dieron la
mayor importancia (suprema en Egipto) a la veneración de
la cabeza humana (los demás órganos del cuerpo se
distribuirían simbólicamente en el dicho templo de
Luxor por sus diferentes patios y estancias). El rostro de la
divinidad fue el aspecto principal de los religiosos egipcios, el
cual pasó a enriquecer el simbolismo de los primeros
cristianos, y más por ser un referente del tipo
"conocimiento resucitable" si se efectuaba el ritual adecuado,
teniendo en cuenta además el patrón
astronómico, puesto que también fue adoptado, como
lo demuestran las numerosas fiestas del calendario
católico.

La orden del Temple superó la idea que
impregnó la estancia suprema, o Naos, del templo egipcio
de Luxor, donde por cierto la vibración telúrica es
violenta (18.000 u.). Para conseguirlo recordaron en arquitectura
aérea el hecho de que "Jesús nació para
restablecer en el mundo la relación con Dios",
después de lo cual sería posible la fraternidad
humana.

En opinión de un famoso arquitecto del Antiguo
Egipto: "La arquitectura es también filosofía,
porque si no fuese así se limitaría a una simple
técnica".
No se puede negar que eran expertos en
elevar templos a sus divinidades, e incluso fueron los primeros
en instituir la idea del Dios único quince siglos antes
del nacimiento de Jesucristo.

En el siglo XII el responsable de diseñar una
catedral gótica, ayudado por uno o varios maestros de
obra, debió de tener mucha mayor responsabilidad de lo
nunca supuesto al tener que crear espacios interiores armoniosos.
Trataría de imitar a su modo una entelequia del cuerpo
humano. En una catedral gótica todo soporte material
serviría de base para resaltar en lo más alto de
sus bóvedas el querido rostro de nuestro Salvador. Es
así como se explica la desproporcionada altura de las
bóvedas en la gran nave de las primeras catedrales
góticas con respecto a su anchura. Lamentablemente, los
siglos posteriores se limitaron a copiar la inusitada altura,
olvidando que las muy altas columnas habían tenido su
razón de ser en sostener la "conciencia del lugar",
representada en el catolicismo por el rostro de Nuestro
Señor, que es el verdadero Templo. Al menos la planta de
las catedrales góticas no perdió la forma de
cruz.

Los caballeros templarios de Barcelona se instalaron a
tan sólo unos doscientos metros de la catedral
gótica del siglo XIII, y serían los primeros
beneficiarios de saber que el rostro del Salvador estaba sobre
sus cabezas, con lo cual potenciaban su esperanza de que sus
oraciones fuesen oídas. Se supone que la
planificación de un templo la tiene que efectuar el obispo
de la ciudad, pero dejando aparte que deberá siempre
confiar en verdaderos profesionales para construir su propia
catedral, (y más cuando se creía que por debajo de
aquel sector corría el río Taber), en ninguna parte
como en Barcelona, el obispo estuvo tan unido a la Orden del
Temple de Jerusalén, porque su propio hermano Arnau de
Torroja era Gran Maestre de dicha Orden.

Me remito a Arnau de Torroja, primero por conocer bien
sus inquietudes y su capacidad, y porque nadie como él
estuvo volcado en beneficiar al monasterio de Poblet,
también económicamente cuando más lo
necesitaban al empezarlo a edificar en 1166. Su bóveda de
crucería parece ser gótico puro, aunque se advierte
cierta timidez al construirla, pues no cubre la nave central sino
sólo las laterales, el dormitorio y el deambulatorio
detrás del altar mayor. El espacio destinado a refrectorio
(el comedor) ya presenta una bóveda de crucería del
segundo gótico, mucho más evolucionado.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25

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