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Colección “Revisión Cultural” (desde 1978) (página 9)




Enviado por Ramon Ramonet Riu



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25

Mientras Arnau estuvo ejerciendo de Maestre provincial
en este lado del Mediterráneo la situación en
Tierra Santa se complicó a partir de 1166 cada día
más. Siempre era debido a la obsesión por Egipto
del rey Amalrico I de Jerusalén quien, en un raro giro de
su obsesivo pensamiento, estuvo eventualmente empeñado en
firmar la paz con los cairotas,… claro está que para
volver a romperla poco tiempo después.

Arnau al recibir las noticias de las continuas
expediciones de los francos contra Egipto, recordaría
aquellas alianzas que, con menos entidad, habían sucedido
en 1082 en vida del Cid Campeador. Recuérdese que
éste, habiéndole ganado los castillos de
Monzón y Tamarite al califa de Tortosa, enfrentado a su
hermano el califa de Lérida, éste había
pedido ayuda al conde de Barcelona Berenguer Ramón II "el
Fraticida" (1076-1096), quien en poco tiempo fue hecho prisionero
de Rodrigo Díaz de Vivar, pagando muy cara el
catalán su libertad. Mi biografiado que nació con
posterioridad, sabría, como toda la nobleza hispana, de la
legendaria fama de la espada del Cid, cuya hoja mide 78,5 cm. y
tiene escrito: "Io soi Tisona", la cual por cierto hasta
el año 2007 ha permanecido junto a la tumba del Cid en la
catedral de Burgos. En Cataluña Rodrigo Díaz de
Vivar interesaba, y mucho, pues una de sus hijas se había
casado con el conde Ramón Berenguer III
(1096-1131).

Volvamos a cuando, por ignorados motivos, el Gran
Maestre Arnau de Torroja de Solsona, en 1167 y 1168 dio de nuevo
dinero a su soberano natural, y posteriormente aún le dio
más, recibiendo el rey 5.000 escudos en otras dos
ocasiones. (Fue el dicho año 1168 cuando Arnau
lamentó que Nuradín, el sultán de Siria,
expulsase de El Cairo al rey Amalrico I de Jerusalén). En
la Península también había mucha actividad
bélica, pues una vez en 1169 se conquistó Teruel (y
el año siguiente Albarracín, aunque los musulmanes
de allí conservaron su autonomía), quedaba abierta
la expansión de los cristianos dentro de Al- Andalus, y
los templarios participaron activamente en todas aquellas
campañas. No tengo reparos en referir aquí unos
acontecimientos tan separados dentro del marco
mediterráneo, pues trato de presentar a un hombre que
vivió los avatares de dos alejados mundos y a la vez dos
diferentes culturas, y ambos en plena ebullición
belicista.

Al poco tiempo de haber regresado Arnau de Torroja a
Cataluña le sorprendería también saber de la
existencia de un intrigante y peligrosísimo líder
ismaelita de Siria, llamado Preste Juan. Su reino los cruzados
creyeron entender que se extendía hasta más
allá de la Torre de Babel, en Babilonia, y como
parecía que trataba de ser amigo de los francos, algunos
cruzados al verse acorralados, debieron morir en la vana
esperanza de que aquellos guerreros cristianos "amigos"
aparecerían en el horizonte para salvarles. En efecto, en
una misiva del año 1165 un tal Preste Juan de las Indias
envió tres copias de la misma carta al emperador de
Bizancio Manuel Comneno, al Papa Alejandro II y al emperador del
Sacro Imperio Romano-Germánico. El Preste Juan desde
algún lugar de Oriente les informaba de su deseo de vivir
en amistad y también de su intención de visitar
oficialmente el Santo Sepulcro, puesto que se consideraba
seguidor de las verdaderas palabras de Jesucristo.

SITUACIÓN PREVIA A QUE ARNAU FUESE
ELEGIDO "GRAN MAESTRE"

La Orden de Sión, a la cual cuando escribo
siempre tengo en mente por haber sido la matriz de la Orden del
Temple, sigue siendo actualmente tan misteriosa como lo fue en
sus orígenes. Son bastantes los autores que incluso niegan
que su creación se remonte más allá de hace
unos pocos años. Por mi parte, en la prevista
continuación de esta investigación,
encontraré el modo de referirme a dicha Orden-Madre,
porque aquí me limito a presentar los probables hechos de
Arnau de Torroja, y aún limitando mi investigación
tanto como me sea posible a cuando sucediesen durante su vida.
Otra cosa será ofrecer el debido contexto para su
óptima comprensión.

Los templarios humildemente se consideraban "Pobres
soldados de Cristo y del Temple de Salomón". Por tal
contradicción hoy día aún siguen siendo
popularmente conocidos, pues desarrollaron muy novedosas ideas
para su tiempo, las cuales abarcaron todos los ámbitos
sociales, desde enseñar nuevos métodos para
intensificar la agricultura hasta planificar unos mucho
más esbeltos templos cristianos, los cuales después
de morir Arnau de Torroja se elevaron a miles sobre los cimientos
de los existentes en estilo románico.

La Orden del Temple había sido reconocida
oficialmente por la Santa Sede el año 1128 en el Concilio
de Troyes consolidándose su función dentro de la
Iglesia y gozando del apoyo papal que posibilitó su
inserción en la estructura socioeconómica de su
tiempo. Fue posteriormente que los más nobles de los
caballeros templarios vistieron el dicho hábito blanco
propio de los monjes cistercienses, haciendo sus mismos votos de
pobreza, obediencia y castidad, pues también ellos eran
monjes a pesar de llevar espada. La Regla conocida de los
caballeros de Sión y del Temple era casi idéntica
en austeridad y rezos a la redactada para regirse los monjes
cistercienses que vestían de blanco, pero además
los templarios tuvieron su "Regla interna", la cual aún
hoy sigue siendo un secreto. No la conocían ni todos los
caballeros de la Orden, sino sólo sus superiores
más dignos. Así, cuando se habla de la
"Caballería de Tierra Santa", se remite en particular a
los templarios para quienes la enseñanza se divulgaba
según determinadas jerarquías.

Bertrand de Blanchefort trató esforzadamente de
adaptar las normas de su Orden a las especiales circunstancias
que en Palestina experimentaba diariamente en los más
diversos campos, sin excluir una desbordada cantidad de
donaciones y relaciones con gentes de otras creencias. Desde que
los nobles aspirantes a militar entre los templarios eran
admitidos, recibían unas enseñanzas de tipo
naturalista que eran muy antiguas. Ejercitaron un método
rápido para potenciar su espiritualidad. Para ello no
tenían reparo en adaptar al catolicismo lo mejor de cada
creencia, no importándoles si procedía de Egipto o
de la India y tampoco si era ajena al cristianismo. Su gran
aprecio por el sufismo (la masonería islámica),
explica que llegasen a confraternizar con los musulmanes al
extremo de realizar campañas bélicas contra
algún enemigo común. Lo que les distinguió
sesenta años después de su fundación, fue
que los nobles se enrolaban especialmente para consagrarse a la
búsqueda de Dios y, colateralmente, llevar a cabo una
específica función militar. A pesar de su permiso
para matar, rezarían las cinco veces diarias como estaba
prescrito, empezando con los "maitines" a las dos de la madrugada
(a las cuatro si era invierno), lo que justifica el que
debían dormir con las camisa y calzones
puestos.

Cuando Arnau llegó a Palestina por primera vez
realmente aún era muy poco probable que los países
vecinos pudiesen unir sus fuerzas dada la inexistencia del
imprescindible líder carismático unificador.
Hubiese sido lo único que habría amenazado la
presencia de un Estado cristiano en Oriente Próximo. Los
caballeros templarios residentes en la ciudad de Jerusalén
eran nobles muy escogidos a fin de prepararles para ser las
máximas jerarquías de la Orden en el futuro. Ellos
tenían la misión de hacer llegar la
comunicación jerárquica de las órdenes del
Gran Maestre hasta el resto de los templarios dispersos por
encomiendas y castillos del sector, unos quinientos en total. En
tiempos de Arnau de Torroja tuvieron comendadores territoriales
en Acre (costa de Palestina) y en Antioquía (Siria), de
los que dependieron los demás castillos regionales. Desde
1130 desde la base de Amanos tuvieron la custodia de la frontera
con el actual norte de Siria.

La "Milicia del Temple" tuvieron extraordinariamente
estructuradas sus jerarquías, tanto en lo que se refiere a
los tropas como a los clérigos y agricultores. Sólo
me interesa en esta primera parte su rama militar, siendo como
dije, controlados religiosa y organizadamente por mandos
intermedios. Mi limitación no impide que se expongan
aquí los objetivos que ambas órdenes, Sión y
Temple, persiguieron con gran afán a lo largo de su
historia y que debieron de hacerles tan peligrosos como para
buscar su condena en el siglo XIV. En efecto, su utopía
sinárquica los hizo realmente temibles para el resto de
poderosos de este mundo.

El Gran Maestre de las órdenes de Sión y
del Temple mandaba personalmente el ejército, disponiendo
de cuatro robustos caballos de marcha para uso cotidiano,
mientras que su montura en la batalla era un muy grande y brioso
corcel turcomano de elite que estaba a cargo de un escudero. A su
lado se encontraba en todo momento el intérprete y el
sacerdote. También contaba con su propio cocinero y otros
servidores de lo que debe considerarse "su casa". Entre
éstos tenía a su servicio a un capellán, a
un clérigo que disponía de tres caballos, un
redactor en lengua árabe que le hacía de
interprete, un soldado de las tropas ligeras de la orden, un
mariscal y dos sirvientes "de a pie", así como su propio
cocinero. Referente a los mandos de la tropa perfectamente
jerarquizados, entre ellos se distribuían las muchas
responsabilidades de toda campaña militar. Fuera del campo
de batalla el Gran Maestre tenía también entre sus
más allegados los servicios de un tesorero y un comendador
residente en Jerusalén para toda Tierra Santa.
(Cruzón, Henri de: "La Règle du Temple", en
Sociétéde l'Histoire de France, París,
1886).

En Tierra Santa mi biografiado debió de
sorprenderle comprobar que en Palestina los cristianos y los
musulmanes incluso se aliaban si se daba el caso. De hecho la
unión de los egipcios con los francos fue el detonante
para que el sultán Nuradín de Damasco fuese contra
la capital del país del Nilo, donde el rey de
Jerusalén y el visir de El Cairo, uniendo sus tropas le
harían frente en varias ocasiones. Arnau desde su llegada
debió de tener la oportunidad de robar su valor y ejemplar
sentido común, e incluso quizá desplegar ciertas
dotes de estrategia militar, aunque el éxito o fracaso de
cualquier conflicto bélico siempre fue responsabilidad
final del Gran Maestre. Los mandos de los templarios inspiraron
en los demás caballeros el "esperit de corps"
nunca antes experimentado en la Edad Media por otros
ejércitos.

Los musulmanes reconocieron que los francos sacaban una
gran utilidad al hecho de crear un Estado, ya que ni en el caso
de la muerte de los reyes de Jerusalén los cristianos
nunca luchaban entre ellos mismos. Esto les parecía una
cosa extraña, puesto que para los seguidores de Mahoma, al
morir un visir, califa, o sultán, padecían luchas
internas para merecer sucederlo. Es decir, mientras que lo
primero que previnieron los europeos al ocupar Palestina fue
institucionalizar la monarquía, los musulmanes eran
incapaces de un sistema como aquel, ni viendo lo útil que
era. Es paradójico, porque en tierra de Israel emergieron
instituciones monárquicas entorno al siglo X a.C., cuando
se separaron los dos reinos de Israel al norte (capital Siquem),
y el reino de Judá en el sur con capital en
Jerusalén. Claro que los hebreos supieron bien que ellos
eran un "puente" natural entre las dos grandes potencias de la
antigüedad, Mesopotamia y Egipto. En fin, la
explicación a tanta anarquía entre los musulmanes
es que, a partir del siglo IX, los seguidores del Profeta
perdieron el control de su destino. Los grandes líderes
que los gobernaron los años que Arnau de Torroja
vivió entre ellos, ya fueron incluso de origen turco (como
Nuradín), o bien kurdo, (como Saladino, según Amin
Maalouf "Las Cruzadas vistas por los
árabes").

A lo largo de su historia en Palestina, los templarios
tuvieron allí hasta 24 castillos. Las cuatro principales
capitales de aquellos siglos (de sur a norte) fueron,
además de Jerusalén: Acre, Trípoli y
Antioquía, porque Chipre fue su provincia posterior. Entre
Jerusalén y Jericó tenían un castillo y una
torre, y otro castillo en el monte "De la Cuarentena"; si bien el
más famoso estaba ubicado a orillas del río
Jordán (por cierto excavado en julio de 2006). Como los
templarios no podían nunca renunciar al combate si no eran
superados por un enemigo tres veces superior, se entiende que
muriesen unos 20.000 monjes-guerreros en aquellas campañas
de Tierra Santa, entre los cuales cinco de sus 22 grandes
maestros que tuvo la Orden del Temple en total. Entre dichos
mandatarios se cuentan Guillermo de Beaujeau y Gerard de
Ridefort, de la Cataluña Norte; y aún me complace
recordar que otros Maestres del Temple fueron oriundos de la
Corona de Aragón además de Arnau de Torroja:
Gilabert de Erall y Pere de Montagut. Sólo Arnau de
Torroja fue Gran Maestre universal catalán que tuvo bajo
su mando las dos órdenes conjuntas de Sión y del
Temple.

De hecho la gente musulmana entonces estaban a gusto en
Palestina aunque no se les permitía residir en el mismo
Jerusalén. En el resto del Reino franco los musulmanes
vivían incluso mucho mejor que bajo los intransigentes
gobiernos que les eran propios, porque no les daban un margen de
libertad personal sino que estaban sujetos a las normas
religiosas islámicas, las cuales aún hoy les siguen
dictando su modo de vida. Por aquel entonces los maronitas del
Líbano se retractaron de su herejía
monoteísta, imitándolos la mayoría de
musulmanes de la zona. Así llegaron a tener una
administración autónoma bajo magistrados llamados
reis, que eran la influyente clase media burguesa de sus
ciudades, en cuyos campos se cultivaba algodón y
caña de azúcar.

Al morir Bernard de Blanchefort (2.1.1169) Arnau de
Torroja que ostentaba la jerarquía de Maestre Provincial
para Hispania y Provenza, debió de embarcarse de nuevo en
Venecia para asistir al funeral de su amigo en Jerusalén.
Fue allí donde inmediatamente se reunieron para elegir a
su sucesor en el gobierno de las órdenes de Sión y
del Temple entre todos los que fuesen digno de ello. Previamente
varios altos cargos habían sido propuestos por
decisión de los capítulos reunidos en todos los
países donde tenían sus principales
encomiendas.

Dada la grave acusación de traidor que el rey
Amalrico I había dictado para con el Gran Maestre de los
templarios difunto, se procuró limar asperezas nombrando a
un templario que, a pesar de haber ingresado hacía poco
tiempo en la Orden, tenía méritos justos, pero
suficientes, y además contaba con la amistad del rey de
Jerusalén. Eligieron al caballero Felipe (Philippe) de
Milly, cuya candidatura se discutió desde el mes de enero
al mes de agosto del año que lo eligieron, pues era el
único Gran Maestre nacido en Palestina. La candidatura de
Felipe de Milly prosperó porque, además de haber
participado del las campañas de Egipto de 1167 y de 1169,
era un experto en cuestiones islámicas y hablaba
casí todas las lenguas del Oriente Próximo.
Extrañamente este Gran Maestre dimitió el mes de
enero de 1171, muriendo el mes de abril del mismo año sin
dejar rastro en la historia. Sucedió mientras
acompañaba al rey Amalrico I en su viajé a
Constantinopla.

Felipe de Milly había sido un señor feudal
de insidiosa memoria, siendo bajo su mandato cuando más
dividida estuvo la gente de armas del reino de Jerusalén.
Su contiunador en el cargo de Gran Maestre, llamado Odón
de Saint- Amaud, siguió su misma línea, aunque
gozó rompiendo los pactos entre el rey de Jerusalén
y Saladino. En efecto, expresamente hizo construir castillos en
tierra prohibida, lo cual fue considerado alta traición
por los musulmanes, por lo que a orillas del Jordán
éstos hicieron una gran matanza de caballeros
templarios.

Odón (Eudes) de Saint-Amaud, antes senescal del
Gran Maestre, era de origen provenzal, que en aquel tiempo era
casí decir catalán, por lo que hay que suponer que
a pesar de ser relativamente nuevo en la Orden (en 1169
aún no era caballero templario), debió de conocer
bien a Arnau de Torroja, desde 1166 era Maestre de Provenza e
Hispania, y quien fue su sucesor. Odón de Saint Amaud fue
un personaje enérgico que de nuevo tuvo muy serios motivos
para llevarse mal con el rey de Jerusalén. No pudo admitir
que pactase con la secta de los "hashahashin", de quienes los
templarios por haberlos vencido tiempo antes, seguían
cobrando de ellos un regular tributo. Es más, Odón
había querido olvidar que la primera organización
de la orden del Temple fue copiada de los odiados "asesinos", con
los que compartieron los mismos objetivos espirituales. De los
"hashahashin" los templarios incluso les copiaron el color del
gorro y los cinturones rojos, así como su capa blanca, si
bien los templarios le dieron un corte de estilo
europeo.

El rey Amalrico I quiso castigar personalmente al
templario Gautier de Mesnil, que asesinó al enviado de los
"hashahashin" dispuesto a pactar una rara alianza con el dicho
soberano de Jerusalén. Tal castigo éste no pudo
efectuarlo porque el Gran Maestre se negó a entregarle a
su valiente hombre, por lo cual el rey de los "franys"
quedó entonces muy desprestigiado. Con la decisión
del rey Amalrico I de pactar con los "hashahashin" se
perjudicaban los ingresos de los caballeros templarios, puesto
que al fin tenían vocación de grandes prestamistas.
El Gran Maestre Odón tampoco se avenía con los
caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén (los
cuales, para dar muestra de su moral, si tiempo atrás
acompañaron al rey a invadir Egipto, después fueron
incluso capaces de aliarse con los mongoles). Los templarios y
los hospitalarios no congeniaron ni después de que el
mismísimo pontífice de la Iglesia romana escribiese
a Odón intentando suavizar sus divergencias. Por cierto
que el Papa aprovechó el escrito para felicitar a los
templarios (2.8.1179) por su renuncia a los lujos y demostrada
"valentía al marchar por la vía del Señor".
Quizá se debió de referir a la única gran
victoria que consiguieron los francos de Balduino IV ayudados por
las órdenes de Sión y del Temple contra los
egipcios (un siglo después llamados mamelucos) en la
batalla de Montgisart (1177; una victoria
pírrica).

Fue memorable, pues hay que tener en cuenta que en
Jerusalén los templarios de elite no pasaron de ser medio
centenar. Allí de hecho estaban solamente los destinados a
instruir los neófitos que un día gobernarían
su doble Orden, y entretanto servían eventualmente como
emisarios que se abrían en abanico por todos los caminos
del entorno para llevar instrucciones a otros destacamentos
vecinos. Luego otros caballeros, distribuyéndose por la
geografía como las ramas de un gran árbol, llegaban
hasta los más recónditas encomiendas de Europa. Es
obvio que merced a su efectiva red de comunicaciones
podían llamar a la masiva concentración para las
batallas a todos sus aliados, entre los cuales tenían
lugar destacado los llamados "turcoples", que eran el grueso de
su ejército, y a los cuales reclutaban de entre los
católicos de Armenia.

A los templarios se les recordará siempre por
demostrar una valiente y ejemplar conducta propia de quienes
lucharon para defender su particular idea de la divinidad. Como
era de temer, Bertrand de Blanchefort , siendo el Gran Maestre
cierto día fue hecho prisionero y permaneció en una
mazmorra de la ciudad de Alepo encarcelado durante tres largos
años. Pago su rescate el emperador Manuel I Comneno,
emperador de Bizancio, quien lo apreciaba particularmente, tanto
como Arnau de Torroja o el mismo rey Luís VII de Francia.
Este último incluso le otorgó el título
"Elegido por la gracia de Dios" que todo Gran Maestre
llevó después de él con la mayor dignidad.
Es de suponer que con mayor emoción que ningún otro
lo ostentaría su amigo Arnau de Torroja cuando
décadas después, precisamente por los
méritos hechos al lado de Bertrand de Blanchefort ,
él también fue nombrado en1181 Gran Maestre
conjunto de las órdenes del Temple y de Sión
(1181-1184).

Al morir Bernard de Blanchefort los templarios
seguirían los consejos de los habituales asesores del Gran
Maestre como cuando estaba prisionero. Reunidos en
capítulo, la Orden aún sin cabeza visible, era
suficiente democrática para sustentarse con un comandante
interino que eventualmente llevase en su mano el "Bastón
de mando". Un bastón que, por cierto, ya entonces era muy
parecido al que vemos en manos de los faraones egipcios, y que
posteriormente se dio en llamar bastón pitagórico.
En definitiva una especie de ábaco, con una cruz templaria
grabada decorándolo. Los monjes-guerreros puede que
entonces, dada la ausencia de su verdadero Gran Maestre, tomasen
también en cuenta las opiniones de Arnau de Torroja,
puesto que además de ser reconocido como su gran amigo,
tampoco se ha de descartar que quizá él ya fuese un
mítico guerrero muy digno de tener incluso una leyenda
propia. Con mente abierta puedo suponer que Arnau de Torroja tuvo
desde aquel momento un lugar destacado entre el grupo de los
místicos dirigentes que inventaron el tan famoso lema:
Todos para uno y uno para todos.

CUANDO ARNAU EJERCIÓ DE "GRAN
MAESTRE" DE LA ORDEN DE TEMPLE

Los problemas que le tocó vivir a Arnau de
Torroja durante su última etapa en Jerusalén se los
había encontrado tan pronto estuvo de regresó a
Palestina, pues los ataques de los musulmanes cada vez más
compactados por Saladino, parecían ser inminentes.
Así y todo, lo agobiarían quizá más
las maquinaciones encubiertas de los nobles aspirantes al poder,
En Jerusalén sucedió que, dado que al rey Amalrico
I (difunto desde 1174) le habían concedido la
anulación de su primer matrimonio, su heredero al trono de
Jerusalén fue el joven Balduino IV" el Leproso"
(1174-1185). Se le diagnosticó el terrible mal poco
después de haber sido coronado rey y después,
debido a su mal aspecto, él joven monarca evitó
siempre aparecer en público. Lo peor fue que vio como el
reino de Jerusalén se dividió en dos facciones
enfrentadas entre si y su única solución fue
nombrar heredero del trono a un niño-rey llamado
"Balduinito". Las muchas intrigas palaciegas para conseguir los
nobles ser sus regentes, probablemente le darían
más preocupaciones morales que todas sus batallas
anteriores. A buen seguro que, como monje vocacional, nuestro
hombre se postraba muy sentidamente a rezar para que la
solución a tanta incertidumbre se resolviese lo menos mal
posible.

El reino de Jerusalén, establecido como resultado
de la primera Cruzada papal oficial, fue un intento de
colonización de la Palestina por los europeos. La
economía alcanzó allí su máximo
desarrollo en el siglo XII, siendo uno de los más
prósperos reinos de la cristiandad. Los mercaderes del
Reino Franco tenían el monopolio del comercio entre Europa
y Oriente, y cargaban sus barcos con las exóticas
mercancías que las caravanas traían de Asia, igual
que sucedió con los productos agrícolas, la
fabricación de materiales de seda y algodón, las
tintorerías y las fábricas de vidrio de Tiro, etc..
Eran tiempos cuando los navíos occidentales proporcionaban
a Palestina productos europeos necesarios para los colonos. Cada
año dos veces, por Pascua y por san Juan, barcos cargados
de productos necesarios abastecían Palestina desde Europa.
Las industrias particulares de Siria ayudaban a alimentar aquel
floreciente comercio, pues en el Reino Franco de "Outremer" todo
era negocio.

Los reyes de Jerusalén durante el siglo XII
estaban rodeados por sus altos oficiales y mantenían una
corte bastante numerosa donde regía la etiqueta bizantina,
la mayor parte de los reales ingresos se destinaban a la defensa
del Reino franco. Cada vasallo cobraba por cumplir un servicio
militar ilimitado y además el rey enrolaba también
extranjeros concediéndoles una renta o un feudo, si bien
su falta de disciplina los hacía bien diferentes a los
caballeros de los órdenes monástico-militares. Los
belicosos voluntarios que llegaban eventualmente de Europa, una
vez se habían desahogado peleado contra los sarracenos, ya
consideraban cumplidos sus votos y regresaban de nuevo a sus
casas, …lo cual representaba un alivio para los musulmanes
vecinos. Fue así que pudo contar con una cosmopolita tropa
formada por caballería ligera de turcos, arqueros
maronitas del Líbano, e infantería armenia y siria
que en total sumaron unos veinte mil hombres. De todos ellos tan
sólo unos seiscientos eran caballeros templarios, a los
que reforzaron continuamente nobles europeos.

En Palestina se vivió normalmente en la mayor
tolerancia, pues los caballeros occidentales en sus casas les
gustaba de rodearse de ricos enseres árabes, y
además se apropiaron de un incalculable número de
feudos y castillos, como los templarios más tarde hicieron
en toda Europa. Éstos en la Palestina del siglo XII
tuvieron muy diversas fuentes de ingresos, ya que, al al igual
que el rey, también cobraron por el derecho de
tránsito de todas las caravanas. Obviamente las dos
órdenes co-hermanadas tuvieron diversos gastos
inesperados, como cuando en 1182, al mando de Arnau de Torroja,
en Tierra Santa pagaron un impuesto del 2% de los ingresos de la
Orden, destinado a sostener la guerra contra Saladino.

Aunque el arzobispo de Tarragona Guillermo de Torroja ya
hubiese muerto, puede entreverse que la influencia de Arnau de
Torroja, su muy poderoso hermano aunque viviese en el otro
extremo del Mediterráneo, se dejarían sentir en la
Corona de Aragón, porque no es de creer que Arnau quedase
al margen de la política catalana. Y menos cuando el
soberano catalán cedió el Valle de Arán al
conde de Bigorra para que le rindiera vasallaje y luego lo
acompañase a ocupar Narbona para ofecérsela sus
habitantes. No acabó allí, sino que después
de ver humillados a los de Niza, los unió a la corte
provenzal cobrándoles 25.000 sueldos melgoreses y
también exigió que cincuenta caballeros le
escoltasen hasta Roma. Todo ello por el miedo que infundió
en la zona el castillo construido por los genoveses sobre la roca
que hoy es el principado de Mónaco. En 1179 el rey de
Aragón cedió al conde Roger II Trencavel muchos
castillos en las provincias catalanas del Norte de los
Pirineos.

Sabiendo que los catalanes estaban ocupando sus flancos,
el conde de Toulouse no podía permanecer inactivo, y menos
viendo a los pisanos bajo las órdenes del rey de
Aragón cuando consolidaron la posición de Niza en
1177. Arnau de Torroja aunque dicho año se sabe que
otorgó Carta Puebla a la villa de Encinacorba, y
también concedió fueros a los de Zaragoza, su
movilidad le permitió capitanear buena parte de los
templarios en tierras del Mediodía de Francia al ser una
zona conflictiva que le obligó a mantener allí un
difícil equilibrio;.. y no sólo político,
sino de obediencia a uno u otro pontífices romanos. El
auge de los considerados herejes hay que datarlo entre 1139 y
1179 y a Arnau lo afectó de lleno en el Sur de Francia.
Aunque no parezca posible, con el tiempo todo se
complicaría aún mucho más con la
intransigente conducta del Sumo Pontífice de atacar
militarmente a los bautizados cátaros (1181), con cuyas
ideas de seguir las palabras de Jesucristo más fielmente,
los templarios congeniaron como lo prueba que ni en pleno
genocidio se aviniesen a perseguirlos.

Arnau de Torroja vivió relativamente tranquilo en
la Corona de Aragón hasta ser elegido Gran Maestre de las
órdenes de Sión y del Temple en 1181 cuando estuvo
obligado a residir para siempre en Tierra Santa. Sabía que
ello representaba no volver a ver su tierra natal a la cual,
mientras vivió cerca, había procurado favorecer,
pero la proximidad terminó, y en 1181 seguramente ya no
tuvo tiempo ni para lamentar que el castillo que su padre
había reconstruido en la cima del "Mont Vell" de Solsona
(luego reconstruido de nuevo por su sobrino) hubiese sido ganado
a su familia por el obispo de Urgel en un pleito. Por otra parte,
no puede dejarse de ver la mediación de Arnau para
favorecer la Iglesia de su ciudad natal en 1180. Los monjes
recibieron entonces la buena noticia de que el pontífice
Alejandro III confirmaba los privilegios antiguos de la iglesia
de Santa María de Solsona sobre las más de setenta
posesiones que tenía dispersas, escribiendo además
una expeditiva repulsa a cuantos nobles se habían opuesto
a ello. UNA BULA DE EUGENIO III ( INÉDITA de Santa
María de Solsona)

El Dr. Riu (el 14 de Agosto de 1891) no se
contentó con ilustrar su libro con el texto de las bulas
de Urbano II y de Eugenio III, existentes en el archivo
242 de la catedral de Solsona (celsonense – pág.
45 y 46), sino que además citó cuatro cartas
desconocidas enviadas a Loewenfeld, las cuales todavía
siguen inéditas. Anagni, 12 Marzo de
1159:

Alejandro III, en bula al Prepósito
Guillermo, le da facultad para nombrar los clérigos que
hayan de servir las iglesias de su patronato, con tal que los
presente á los Ordinarios respectivos de los lugares en
que estén situadas dichas iglesias. 18 de Mayo de
1180:

Alejandro III en otra bula, dirigida al
prepósito Bernardo de Pampa, aprueba y confirma el
patronato de la iglesia de Solsona sobre las setenta y cinco
iglesias que enumera; y concede que el prepósito y
canónigos puedan nombrar sacerdotes para el régimen
de dichas referidas iglesias, debiendo éstos dar cuenta en
lo espiritual á sus respectivos Diocesanos, y en lo
temporal á los prepósitos de
Solsona.

Dado que Arnau de Torroja regresó a Palestina hay
que presentar el contexto de la Iglesia i el Estado con los que
estuvo obligado a entenderse. Los justos y comprensivos se
darán cuenta de que mi investigación acerca de
Arnau de Torroja me ha sido muy difícil, pues no hay
más remedio que especular con base histórica
aquellos tiempos que le tocó vivir. Otro recurso que nos
acerca al personaje es el bagaje cultural y patriótico que
debió de acompañarle en su muy comprometida
dirección de aquella embrionaria empresa multinacional
que, en la alta Edad Media, fueron las órdenes de
Sión y del Temple.

En Jerusalén el año 1174 el rey Amalrico I
había muerto prematuramente, causando el consiguiente
altibajo en toda la palestina cristiana. Lo sucedió su
hijo Balduino IV (1174-1185), un muy bien dotado joven, alumno de
Guillermo de Tiro. Al joven monarca sin embargo inesperadamente
se le diagnosticó lepra, por lo que quedó pronto
incapacitado para gobernar directamente. Primero el rey leproso
fue asistido por Milón de Planci y por Reinaldo de
Châtilion. Este último fue Señor de Montreal
en 1174 e hizo una política individual opuesta a la del
rey Balduino IV. Su mayor hazaña había sido
derrotar a Saladino en Ramala (1177). Reinaldo de Châtilion
se presentó ante el emperador Manuel I de Bizancio
lanzándose a sus pies, y a pesar de ello no le
prestó atención hasta pasados unos minutos de
charlar tranquilo con otros asistentes al acto. Luego Manuel I le
hizo erguirse y escuchó sus suplicas de perdón.
Reinaldo, estaba muy desprestigiado por sus barbaridades, pero no
obstante le concedió seguir gobernando el principado de
Antioquía.

Aquel fue un periodo de graves intrigas por la
sucesión al trono de la corte de Jerusalén, pues
mientras Saladino (cuyo nombre árabe: ib Yusuf Ayyub Salah
al-Din, significa "Justicia por la fe"), aunaba voluntades de los
diferentes líderes musulmanes para enfrentarse juntos a
los cristianos, éstos en la corte de Jerusalén
acabarían dando el poder al muy intrigante Guido de
Lusignan después de casarse con la viuda del rey Balduino
IV. En vano el regente Raymundo de Trípoli había
tratado de impedir que reinase Guido, desistiendo al darle la
espalda cuantos feudales creía que lo
respaldarían.

Es decir, a pesar de la gran amenaza del unificador
Saladino, los francos continuaban enfrentándose entre si.
Para colmo, todo fue aún mucho más trágico
cuando murió al haber muerto el rey Amalrico I de
Jerusalén, quien, siguiendo su obsesión, si hubiese
vivido tenía prevista otra invasión de Egipto
ayudado por la flota siciliana. Su ex suegro Manuel de Bizancio,
que por el NW. de Europa dominaba desde Venecia a Kiew, antes de
ser derrotado por los turcos en 1176 también
intentó invadir Egipto en solitario, resultando un
completo fracaso. Lo había empezado a notar cuando el
año anterior los venecianos le dejaron muy clara su
hostilidad. Con ello habría comenzado para Manuel su annus
horribilis porque Venecia se alió con Guillermo III de
Sicilia (y en 1184 con Germania, al haber casado en la catedral
de Milán Enrique II con la princesa heredera). No obstante
Venecia volvió a la obediencia de Manuel Comneno antes de
su muerte, aunque hasta el año 1183 no formó parte
de su Imperio. Para entonces Alejo II (1180-1183) ya era nuevo
emperador, siendo con quien Arnau de Torroja (que lo
sobrevivió) debió de tratar asuntos
políticos como Gran Maestre general desde 1181.

Disciplina y arrojo en combate fue la única forma
de ganar ascensos entre los templarios, y destacarse en el fragor
de la batalla parece haber sido para ellos una obsesión.
Es de suponer pues, que nuestro Arnau de Torroja debió de
arriesgar ostensiblemente su vida en Egipto y en Siria entre los
años 1163 y 1164; así como probablemente Arnau
también debió de distinguirse en las
campañas de la Península Ibérica. Él
fue un ferviente católico que estaba convencido de haber
encontrado la mejor forma de cumplir con su fe. Así fue
como llegó a estar sujeto tan sólo a las
órdenes del Papa de Roma e independiente del Rey de
Jerusalén. El Patriarca de Jerusalén era otro poder
independiente del rey, por ser el representante del Vaticano
más importante del Reino Franco de "Outremer". Al
asentarse en Palestina el patriarca Daimberto se enemistó
con el rey Balduino I, y actuó independiente de la
realeza, si bien convivieron en harmonía.

Cuando en 1180 los máximos dirigentes de la orden
de Sión y del Temple se reunieron en capítulo para
elegir de entre todos los que más méritos hubiesen
demostrado, y el más idóneo para oponerse al
imparable y astuto Saladino, se impuso la personalidad de Arnau
de Torroja. Lo conocían muchas viejas glorias y los
jóvenes por sus idas y venidas a Jerusalén para
informar personalmente del estado de la situación en las
provincias a su cargo.

Arnau de Torroja vivió muchas intrigas,
suponiendo que estaría preocupado porque tal
situación debió de parecerle casí suicida
para el futuro del Reino de Jerusalén; y por otra parte,
la muy rígida estructura feudal existente en todos los
niveles se hacía asfixiante para el pueblo llano. En
cuanto a las intrigas cortesanas por enlaces matrimoniales, fue
causa de social bochorno el que Sibila, la viuda del rey difunto,
se volviese a casar con Guido de Lusignan, el regente nombrado
por su ex marido el rey Balduino. Sin embargo, como Guido
resultó ser muy incompetente, los barones le quitaron su
cargo y confiaron la regencia al conde Raymundo de
Trípoli. También María de Antioquía,
la viuda del emperador Manuel Comneno de Bizancio, agudizó
la tradicional rivalidad entre latinos y griegos, la cual
culminó con la masacre de mercaderes latinos en 1182. El
partido latino quedó abolido al ser nombrado emperador el
muy enérgico Andrónico (1183-1185), quien
había llevado una vida errante llena de aventuras desde
que raptó a la viuda del rey de Jerusalén Balduino
III.

Tal vez Arnau de Torroja fuese nombrado por las
exigencias de algún tipo de compromiso, teniendo en cuenta
su edad, pues tendría sesenta años lo que por aquel
entonces era ya bastante avanzada. Lo evidente es que, a pesar de
haber residido en el otro lado del Mediterráneo bastantes
años, él había seguido al corriente de la
situación que se vivía en el Reino Franco. Arnau de
Torroja debió de hacer viajes a Palestina previos a su
elección.

Al intentar saber la fecha de la elección de
Arnau de Torroja a la máxima jerarquía de las
órdenes de Sión y del Temple, tan sólo se
puede seguir un débil rastro. En marzo de 1180 Alfonso II
aún lo trató de Magister Maior de España y
Provenza al hacerle una donación para las órdenes
de Sión y del Temple. El 26 de noviembre de 1180 Arnau
aún estaba en Miravet (Tarragona), donde concedió a
sus habitantes el gran privilegio de no pagar peajes y usajes, ni
por tierra ni por mar. El rey Alfonso II el mes de marzo de 1181,
en Tortosa, hizo otra donación a la Orden del Temple, y en
realidad a su amigo Arnau de Torroja. En aquella ocasión
además de Arnau, también se cita a su sucesor
Berenguer de Aviñón como Gran Maestre de
España y Provenza.

Para situar aquel concreto periodo cultural en que Arnau
de Torroja empezó a ejercer su más alta dignidad,
recordaré que aquel mismo año murió el
genial poeta Chrétien de Troyes, entre cuyas obras
más famosas se encuentra: "Perceval, o el cuento del
Graal" (cuyo editor reunió de dos diferentes manuscritos
inacabados). En la novela de Chrétien otro romance
titulado "Lanzarote, o El caballero de la Carreta",
Chrétien lo dedicó a su protectora Maria de
Champagne, reconociendo que ella le había sugerido el tema
del Grial, (una reliquia que luego se ha querido creer en
posesión de los templarios, pero que en la trama de su
novela tan sólo se refiere a un vaso misterioso
relacionado con una leyenda celta). En otro romance el
eclesiástico Roberto de Borón ya presentó el
Santo Grial como eje central de la historia del cáliz que
usó Jesucristo en su Última Cena; un recipiente
donde, después de la Crucifixión, José de
Arimatea recogió su sangre.

Arnau era un noble muy prudente e inteligente, quien
entonces fue el responsable de una muy especial hermandad de unos
33.000 monjes-guerreros en total, regidos con férrea
disciplina y que tuvieron muy sincero afán de servicio. Su
geográfica dispersión llegaba desde Portugal
(país donde fueron prematuramente apoyados por la realeza)
hasta Hungría. Quienes se han limitado a dar de mi
biografiado sólo el año y lugar de su
necrológica, debieron de haber supuesto muchas de las
condicionantes que se le exigió para alcanzar tan alto
cargo. Por ejemplo, debía tener experiencia en abrir y
cerrar las "encomiendas" de la Orden, o sea las casas
fortificadas con diseño rectangular y almenadas de todas
partes donde se establecieron los templarios. Así mismo,
el Gran Maestre era el responsable de que se admitiese a tal o
cual caballero, y sólo repasando las solicitudes que le
llegaban Arnau de Torroja debió de tener mucho trabajo,
porque en aquellos tiempos los nobles se le ofrecían a
centenares. Si lo solicitaban para servir de simples sirvientes,
Arnau podía delegar la tarea en otro mando inferior, pero
a los nobles debió examinarlos y autorizarlos
personalmente, …llevando buena cuenta de sus donaciones (el
dote) al permitirles ingresar.

Las dotes diplomáticas de Arnau de Torroja en
1180 fueron consideradas imprescindibles en la dirección
religioso-militar más famosa de todos los tiempos, pero
sin duda Arnau aportaba también una muy probada
experiencia militar, por no decir que pudo haber sido incluso de
cierto de renombre dentro de dichas hermanadas Órdenes.
Por supuesto que era un hombre bastante inferior en estrategia
militar a la del entonces temible Saladino, pero tal desventaja
valía para cualquier otro candidato.

Arnau de Torroja es un personaje que, aún estando
tantos siglos muy olvidado, pertenece a la historia grande de las
órdenes militares de la Edad Media, a quien por ser Gran
Maestre universal de las órdenes de Sión y del
Temple no se le ha podido olvidar. Omito las etapas que
debió de pasar desde que ingresó en la Orden hasta
que ostentó la máxima jerarquía durante los
cuatro últimos años de su vida. Puedo entender que
se librase de ser inicialmente un sirviente, pero después
debió ser sargento e ir quemando etapas, siendo de toda
lógica que al designarlo tuviesen en cuenta, no
sólo las normales exigencias, sino que tal vez incluso
pudieron haber recordado de su campaña en El Cairo, u otra
que ignoramos,… y ¿por qué no?, protagonizada con
heroicidad. Otro motivo más a considerar para haberlo
elegirlo Gran Maestre pudo ser que, al saber Arnau de Torroja que
Jesucristo nuestro Señor hablaba el mismo idioma arameo,
que él pudo escuchar hablar a los cristianos de Palestina
mientras convivía con ellos, su innata piedad seguramente
le hizo desear aprenderlo, poniendo en ello muy sincera
atención.

En 1181 Arnau de Torroja como nuevo gran mandatario
internacional de su Orden, tuvo muchas y muy graves asuntos que
resolver de los que podamos sospechar. Por ejemplo, bajo el
mandato de Arnau de Torroja los templarios se comprometieron a
reinstaurar en su trono al depuesto rey Manelic de Etiopia, dado
que , por ser un descendiente directo del rey Salomón y la
reina de Saba. Manelic a cambio les prometió el Arca de la
Alianza, a pesar de que allí aún sigan creyendo que
la conservan bien guardada, por el hecho de que se hicieron una
copia exacta de la misma. Los ingenuos y muy antiguos dibujos de
hombres blancos barbudos con hábitos de templario llevando
el Arca en procesión dejan pocas dudas de dicha
tradición, y además está el hecho
histórico de que en 1185 Manelic ocupaba de nuevo su trono
en Lalibela. Allí en agradecimiento a los templarios que
le ayudaron Manelic hizo excavar en el suelo de peña once
iglesias que sorprenden por estar bajo tierra imitando los
templos habituales. Para convencerse de dicha colaboración
basta ver tan sólo el diseño de una cruz templaria
a ras de suelo, que es la forma de la cubierta de cada uno de
dichos templos. El principal beneficio de los templarios en
Etiopía, aparte de diversas ideas, fue la posesión
de la sagrada reliquia que es el Arca. De ella son conservados en
Ucero (Soria) idénticos dibujos de las que la recuerdan en
aquellas iglesias etíopes. Según F.J.B. Manzano,
adentrarse en San Bartolomé de Ucero, un templo construido
en el cañón de Río Lobos, es viajar a la
lejana Etiopía a través de los símbolos
allí existentes. El aspecto positivo de su cargo fue tan
sólo de índole espiritual y cultural, ya que Arnau
también conoció anticipadamente inventos como la
pólvora, la brújula, etc.. Todavía debo
sospechar que Arnau se benefició precozmente del uso del
monóculo para compensar una vista cansada por la edad,
puesto que no hay que olvidar que aunque las gafas fuese un
invento del siglo XIII, las Órdenes que gobernó se
dedicaron a recopilar saberes herméticos heredados por las
culturas clásicas, para luego desarrollar ciertas ideas
discretamente entre sus miembros más capacitados. El
"Teorema de Pitágoras" a los iniciados les fue "familiar",
tanto como a los antiguos egipcios.

También vivió la gran novedad de dejar de
contar los años partiendo de los que llevase reinando cada
rey de Francia, y seguro que residiendo Arnau en Jerusalén
se anticipó a la nueva forma de computar el tiempo a sus
propios familiares del sur de los Pirineos, porque la verdad es
que el sistema que hoy nos parece tan normal, tardó mucho
en generalizarse en toda la Europa Occidental. Los antiguos
condados catalanes, como vasallos de los herederos de Carlomagno,
habían medido el tiempo desde el reinado de dicho
emperador. Había sido (y durante años siguió
siendo) el calendario cronológico habitual en casí
toda la larga vida de Arnau de Torroja, pues sólo se
modificó aquel mismo año en que fue nombrado Gran
Maestre de las órdenes de Sión y del Temple de
Jerusalén. Por su alta jerarquía religioso-militar
y por su fe, le convenía computar los años a partir
de la concepción de Jesucristo, tal como lo adoptó
el obispo Berenguer de Vilademús en el Concilio Provincial
de la Iglesia Tarraconense. Además, el hecho de ser una
cronológica disposición de un obispo
catalán, a Arnau aún lo enorgullecería
más si cabe, y lo adoptaría con gran entusiasmo
inmediatamente para sí y para todas las encomiendas de su
Orden dispersa por muy vastos dominios. (Aunque no fue hasta el
1350 cuando, por orden de Pedro III, entre el pueblo llano se
contaron los años a partir del nacimiento de Jesucristo
"Anno Dni", significando Anno Jucar Domini).

Los Templarios quedaron muy afectados al conocer la
muerte en cautiverio de su Gran Maestre. Muerto Odón
debían elegir una nueva cabeza suprema y no podían
equivocarse. Se exigieron que no hubiese intervenido antes en la
política de la corte de Jerusalén tan marcada por
deslealtades. Dado que no se pusieron de acuerdo, no tuvieron
más remedio que nombrar un cargo de Gran Maestre interino,
en cuyo período la orden del Temple había sido
gobernada eventualmente por el arzobispo de Bourges, llamado
Philippe Berruyer, tío de Odón de Saint-Amand.
Dicho alto cargo de la jerarquía eclesiástica, como
Gran Maestre templario tan sólo fue un cargo interino. Su
destino fue ser un "segundón", pues ya había
desempañado anteriormente el cargo de Maestre de
Hispania y Provenza
.

La elección de Arnau de Torroja
supuso una derrota para los partidarios del enérgico
Odón (según Melvillé: "La Vie des
Templiers", p.107). Arnau de Solsona fue llamado Arnaud de
Toroge
(1181-1184) por los caballeros francos a los que
capitaneó. La historia informa al menos de que mi
biografiado dejó constancia de varios logros
diplomáticos de máxima urgencia, pues ya en 1181
consiguió la firma de un tratado de paz en
Antioquía Guillermo de Tiro, 22.7, ps. 1015-1016), y con
igual éxito firmó otro tratado semejante en Acre
tres años más tarde ("Eracles", vol. II, ps. 2-3.
Se trata de la traducción al francés de la obra de
Guillermo de Tiro, nacido hacia 1130 en Palestina. Dicho cronista
del rey escribió durante su reinado. A él se debe
las primeras informaciones sobre las órdenes de
Sión y del Temple, acabando su obra antes de
1173).

En efecto, Arnau de Torroja lo primero que
consiguió al llegar a Jerusalén y ser cabeza de las
órdenes de Sión y del Temple, fue poner fin a los
conflictos que tenían con la orden hermana de los
hospitalarios, exponiendo claramente que las ordenes religiosas
armadas como ellos todos debían dar ejemplo de hermandad y
tolerancia, especialmente de cara a los enemigos musulmanes.
Así consiguió la reconciliación, siempre
antes fracasada, y ello por la experiencia que tenía Arnau
en el suelo patrio (J. Forey "The templars in the Corona of
Aragon", Oxford; U.Pres,
London 1973 p. 420-431). Firmaron
la paz con cláusulas y condiciones, tal como la
harían con un verdadero enemigo, y posteriormente aquella
concordia todavía fue confirmada por escrito papal (J.
Miret Sanç: "La casa dels Templers…" Barcelona
1910, p.113).

Arnau de Torroja al salir elegido cabeza de la "Orden
con dos cuerpos" se comprometió a propiciar el
entendimiento con el rey Balduino IV de Jerusalén y con
los hospitalarios, pues ambas órdenes
monástico-militares, fuese por avaricia, orgullo, o
ambición, el caso es que en aquel periodo rivalizaron
entre si. El mismo Papa de Roma se vio obligado a amonestar a
ambas órdenes por sus continuas rencillas entre ellos,
así como por luchas internas en el seno de cada Orden. Tan
en discordia vivían, que donde fuese que en Palestina se
encontrasen templarios y hospitalarios, entre ellos mismos
incluso se atacaban. Bajo el mandato de Arnau de Torroja, en
cambio, ambas fuerzas religioso-militares se comprometieron a
respetarse y acentuar su humildad. Sin duda fue un mérito
de Arnau de Torroja, dado que existe una carta donde se lee que
el sumo Pontífice le felicitó por haberlo
conseguido. El nombramiento de Arnau es evidente que dio los
esperados frutos pacificadores, ya que el día 5 de enero
de 1182 el pontífice Lucio III, al renovar las
disposiciones de la bula de su predecesor Alejandro III, lo
dejó muy claro al referirse a él como: Dilectus
filius Arnaldus.

Se vuelve a encontrar por última vez a Arnau de
Torroja en funciones, en un acto que presidió el patriarca
Heralcio de Jerusalén, en 1183, con motivo de un acuerdo
entre los monjes de la abadía de Nuestra Señora de
Josafat.

Como Gran Maestre de las órdenes de Sión y
del Temple, tuvo un poder político-espiritual de
máximo alcance, pero lo más imperioso sería
cultivar la entonces muy zarandeada moral de los caballeros de su
Orden, de lo cual pienso ofrecer una síntesis en un
futuro. De sus creencias y conocimientos heterodoxos, al mundo
tan sólo trascendieron indicios y muy veladamente. Incluso
después de abolirse la Orden de los templarios,
remitiéndose a sus iniciáticos saberes, siguieron
siendo fundadas centenares de órdenes de presuntos
neotemplarios, practicantes de discretos rituales que resultaron
ser capaces de llegar hasta nuestro siglo. El espíritu de
los fundadores de la Orden de Sión y luego el de la Orden
del Temple, se mantuvo, siendo ello posible gracias a rememorar,
sobre todo, la gran eficacia y efectiva comunión entre sus
correligionarios.

ARNAU DE TORROJA Y SALADINO "EL
UNIFICADOR"

Presentar lo mejor posible a Saladino será una
forma de penetrar en el pensamientos de Arnau de Torroja, ya que
ambos procurarían conocerse bien. Saladino se interesaba
por todos los cambios en el Reino Franco, y más aún
por el nuevo Gran Maestre de las órdenes de Sión y
del Temple, siendo gracias a su buen servicio de espionaje por lo
que finalmente triunfó. Por su parte Arnau debió de
admitir que dicho enemigo era digno de ser temido, sin dejar de
reconocer que se le consideraba un hombre de honor incluso por
los cristianos. Con guerreros kurdos y turcos, y posteriormente
egipcios, formó el núcleo duro de su
ejército, siendo capaz de recuperar Jerusalén
después de que lo hubiesen ocupado casí un siglo
los cristianos. Saladino desde 1169 fue visir de El Cairo y
pacificador de Egipto al anular la dinastía fatimí,
el año siguiente ya había recuperado el castillo de
La'Aqaba (la bíblica Elath) en la costa del Mar Rojo. Al
ser una muy transitada ruta de caravanas entre Siria y La Meca,
era una estratégica posición, por lo cual en 1182
aquel castillo fue atacado por Renaud de
Châtilion.

Reinaldo era un hombre que había viajado a Tierra
Santa relativamente hacía pocos años, y
según él: un buen patriota debía matar
musulmanes como fuese. Quien habría debido frenarle era
Heraclio, otro recién llegado para ejercer de gran
Patriarca en Jerusalén, pero que demostró ser un
iletrado y además un libertino, pues incluso hizo
ostentación pública de la belleza de su
novia.

La personalidad de Saladino mereció numerosos
libros, y en estas páginas interesa mucho al haber
coincidido tan carismático líder musulmán,
en el espacio y en el tiempo, con Arnau de Torroja. Saladino
debió sentir un gran respeto por mi biografiado con el
que, previsiblemente se debería enfrentar. Arnau por su
parte supo de la fama de Saladino y sin duda que, a pesar suyo,
en el fondo lo admiraría. Sería imposible demostrar
hoy por hoy que ambos se entrevistaron con objeto de procurar
entendimiento mutuo, así como pactar treguas, pero
probablemente así debió de suceder aunque al
parecer con pocas consecuencias, exceptuando la paz que
consiguió en todas partes.

Si de Arnau de Torroja ya no se recuerda nada, en cambio
Saladino pasó a la historia como uno de los mayores
líderes del Islam entre 1138 y 1193. De origen kurdo (unos
desdeñados tanto por árabes como por turcos),
finalmente con sus victorias elevó la dignidad de todo el
mundo musulmán. Haré un breve repaso a su vida que
remite a los años de la decadencia de
Costantinopla.

Aunque el visir de El Cairo, llamado Shawer,
utilizó a unos y a otros con tal de poder aferrarse a su
trono, no sería él el beneficiario final de tan
repetidas alianzas con los francos, sino aquel joven
treintañero que ha pasado a la historia como Yusuf, al que
llamaban Saladino (Salah-al-Din, significando "la justicia de la
fe"). Se recuerda de él que fue un hombre piadoso, gentil
y por cierto un excelente jugador de polo, ya que desde joven
mereció el alto honor de figurar en el equipo de
Nuradín, su sultán, que en aquel tiempo era la
máxima autoridad en el mundo islámico. Saladino
además de ser un gran experto en caballos, también
era un sobresaliente estratega militar, pues consiguió
reunificar el Islam hasta disponer de un ejército de
60.000 hombres, de ellos la mitad jinetes, para cruzar el
río Jordán el mes de Junio de 1187 y expulsar a los
cristianos de Palestina (aunque regresaron en 1229 y 1244; pero
eso no me extenderé en referirlo porque Arnau de Torroja
murió varios años antes).

Saladino empezó las campañas de Egipto
como acompañante de su tío, el mejor de los
generales del turco sultán Nuradín que dominaba el
sur de Siria, pero al final el tío Shirkuh, quizá
cansado de los devaneos del visir egipcio al cual acababa de
restablecer en el trono, lo mató proporcionándole
una gran comilona (18.1.1169), quedándose después
con el trono y los bienes del difunto. Le sirvió de poco a
Shirkuh quitarlo de medio porque él también
murió a los pocos meses y quedó como cabeza del
ejército sirio el joven general Saladino.

A la muerte del legítimo califa fatimí de
Egipto, en el mes de septiembre de 1171 Saladino fue elegido el
quinto sultán de Egipto en seis años. Probablemente
lo nombraron por considerar que sería un joven
fácil de manipular, pero ignoraban la personalidad del
hombre con quien estaban tratando. Inicialmente Saladino
gobernó en El Cairo con disimulada rebeldía, pues
se negaba a obedecer al sultán Nuradín, su jefe
natural, por creerse él mismo predestinado para liberar
Jerusalén. Nuradín no pudo aceptar que un
subordinado suyo en El Cairo se comportase como su igual y lo
amenazó con acudir allí para castigar personalmente
su osadía, …y ello a pesar de que Saladino, previniendo
la reacción de Nuradín, le había enviada
cartas de su fingida sumisión. Era el año que
además el califa de Bagdad había concedido a
Nuradín la dignidad de sultán de Siria y Egipto,
pero hasta su muerte en mayo de 1174 Saladino se resistió
a obedecerle.

Con su insumisión al sultán
Nuradín, Saladino estuvo en clara rebeldía y era
inminente una guerra entre ambos líderes musulmanes.
Entonces coincidió en morir el rey Amalrico I
prematuramente en Jerusalén en 1174, con el consiguiente
altibajo en toda la Palestina cristiana. A pesar de ello,
Saladino lo único que hizo fue conquistar Baniyas.
Nuradín en cambio fracasó en su empeño de
quitar Jerusalén a los francos y se tuvo de conformar con
conquistar Damasco y la parte de Siria central, si bien por
entonces obtuvo del califa de Bagdad la nominación de
sultán de Egipto, Palestina, Nubia, y en 1175
sultán de la Cirenaica.

Saladino desde el año 1171 había abolido
el califato de Egipto y se erigió primer sultán
aiubí de aquel país, donde se preparó para
guerrear contra su propio soberano, pues Nuradín ya le
había avisado que iba a castigarle, pero que murió
muy oportunamente pocos días después (15 de mayo de
1174) de un paro cardíaco. Aquello fue el fin de la
dinastía selyúcida que había durado un
siglo.

Saladino tuvo una idea del mundo muy superior a la que
tenían sus correligionarios contemporáneos. Al rico
país de Egipto Saladino lo veía como la mejor
fuente de ingresos para sus guerras contra ocupación de
los europeos cristianos, pero también contra los sectas
musulmanes disidentes que en su tiempo dividían todo el
Islam. Él quiso que El Cairo fuera el núcleo de un
renacimiento cultural, así como la despensa necesaria para
la unificación de sus correligionarios a fin de lograr la
expulsión de cristianos de Tierra Santa. En el fondo
Saladino defendió tanto una cultura como un territorio, y
para sus fines substituyó la burocracia fatimí por
un sistema feudal que dio a sus oficiales militares control
directo sobre las regiones agrícolas de todo
Egipto.

Saladino habría peleado contra el heredero de
Nuradín, pero públicamente presumía de
querer protegerlo. El hijo sucesor de Nuradín,
después de un lógico rechazo, acabó por
reconocerle su autoridad en el país de los faraones.
Así y todo, sólo faltó que hubiese
disturbios políticos en Siria y en Yazira, para que
Saladino con su ejército se impusiese también en
Damasco. De hecho desde que salió de El Cairo para luchar
contra los cruzados en Siria, ya nunca volvió a la capital
del Nilo. Dejó Egipto bajo el gobierno de su hermano
Al-Malik al-Ádil, y marchó a capitanear
personalmente la guerra contra los cruzados. Conquistó la
ciudad de Trípoli en 1172 y el Yemen en 1173, atacando por
primera vez Jerusalén en 1174 animado por las disputas
sucesorias de la familia del difunto Amalrico I. Saldino con
anterioridad no había querido participar en las
campañas contra Jerusalén ordenadas por
Nuradín (1171-1173) con objeto de sitiar el Reino Franco
entre dos estados musulmanes.

Saladino era el líder musulmán al que el
nuevo Gran Maestre Arnau de Torroja debió tratar de
pactar, o si no era posible, debía esforzarse en
derrotarlo. No lo creería imposible, pues Saladino ya
había sido vencido en 1177 en la gloriosa batalla de
Montgisard, cerca de Ramala (Gaza) gracias al coraje de los
templarios, porque allí hicieron gala de una rápida
evolución de su caballería, por lo cual a Saladino
le forzaron a firmar la paz,… paz que él
aprovechó para dominar parte de Mesopotamia y hacerse con
la muy bien fortificada Alepo. Pues una cosa es que no fuese
fanático y sintiese respeto incluso por los cristianos, y
otra diferente es que Saladino no rentabilizase sus desgracias
para convertirlas en ventajas. Hay una prueba de ello.

Saladino sentía miedo por la secta de los
"hashahashin" al mando de un líder quien pensaba como los
sufíes pero en versión negativa. Ciertamente
llegaron a herirle en dos ocasiones en 1175, y no lo mataron
gracias a que Saladino siempre iba cubierto con una cota de malla
debajo de su capa, tal como copió de los francos. Para
protegerse Saladino había creado un cuerpo policial que lo
protegía de las canalladas de amigos y enemigos. Una
decisión suya inesperada fue cuando cambió de
actitud y procuró tener por aliado a los "hashahashin"
utilizando eventualmente a sus sectarios, quizá como otra
forma más de minar la resistencia de los francos con los
que mantenía constantes refriegas. En efecto hizo un
extraño pactó con la secta de los "hashahashin"
(vizaries ismaelitas) que por aquel tiempo estaban en su apogeo.
Y lo más extraño de todo fue que Saladino en 1176
renunció a destruirlos, levantando el sitio de su
principal castillo, lo que quizás obedecía al temor
que sintió por sus temidas maldiciones psíquicas
(telebulia) capaces de hacerle daño incluso a
distancia.

La historia de dicha secta de los "hashahashin" la
escribieron sus enemigos y merece poca fiabilidad, pero
subsistieron en la figura del carismático Aga-Kan. En sus
últimos tiempos (siglo XIII) el señor del castillo
de Alamut en Siria era llamado Sinán y también "el
Viejo de la Montaña", del que aún hoy se dice que
drogaba a sus adiestrados asesinos prometiéndoles alcanzar
el Paraíso si morían. (La secta ismaelita de los
"hashahashin" fueron masacrados en 1268 por Balbeys que
vivió entre 1223 y 1277, cuando gobernó el mundo
islámico con brazo de hierro).

Aunque Saladino comenzó su carrera en el Egipto
fatimií, intentó reeducar a los egipcios para que
aceptasen la ortodoxia Sunní, y sus sucesores consolidaron
Egipto como el centro de dicha fe. En El Cairo admira
todavía hoy la ciudadela construida por Saladino sobre la
colina Mokattam. Es llamada Salah Eddín El-Ayubi, y tiene
la ciudad de El Cairo extendida a sus pies. Toda la fortaleza se
hizo para disuadir a los cristianos de nuevas ocupaciones y fue
elevada en vida de Arnau de Torroja, y éste a buen seguro
que se se hiría informando de una tan magnífica
defensa para la ciudad que había conocido años
antes.

Mi biografiado debió saber también que, a
pesar de todo, la mayor aportación de Saladino en Egipto
fue de tipo cultural pues hizo edificar la universidad (Madrasa)
donde se interpretaba la religión y el dogma shií
en lugar de la ley islámica. Con este fin convocó
en El Cairo a profesores sunnís del Este para proveer de
personal sus nuevas escuelas. Durante once años mando
construir cinco universidades y una mezquita. Sin embargo en
tales centros de cultura, además de la religión, se
enseñaba: administración, matemáticas,
geodesia, física y medicina. Y es que Saladino, en El
Cairo no edificó ningún palacio fabuloso, pues
quiso que fuese una ciudad comercial y procuró hacerla un
polo cultural sin recintos privados. Todo lo que dispuso fue para
disfrute de sus habitantes, por cuyo espíritu abrió
las estancias del palacio Al-Qahira y vendió su fabuloso
tesoro, incluido un rubí de 2.400 quilates y una esmeralda
como un puño, así como la biblioteca
espléndida de los califas, con cuyo dinero pagó a
sus tropas turcas.

Saladino era generoso y nada avaricioso llegando a
recordarle cual máximo representante de la nobleza
caballeresca del islam ("Futuwa", muy anterior a las de los
francos). Corría la idea de que para él: el oro
valía tanto como la arena. Saladino fue recordado cual
personaje de la caballería romántica medieval,
debido a que sus admiradores más ardientes fueron los
propios biógrafos cristianos, al elegirlo modelo de
virtudes humanas como también hicieron los propios
árabes, a lo cual contribuyó el que, cuando tomaron
Jerusalén en 1099, los cristianos habían pasado a
cuchillo a todos los habitantes, fanfarroneando muchos
años de su masacre. En cambio cuando Saladino en 1187
conquistó Jerusalén, no mató a los
defensores. La creyó una ciudad santa, entendiendo que su
victoria fue la consecuencia de su guerra justa.

Cuando Arnau de Torroja estuvo a la cabeza de los
religiosos con espada, Saladino casí había
conseguido unificar a los egipcios sirios y mesopotámicos
contra los francos en gran medida gracias al infame
comportamiento de Reinaldo, regente del condado de
Trípoli, quien atacó naves sarracenas saqueando sus
puertos y caravanas como haría cualquier pirata. Cuando el
rey Balduino IV de Jerusalén firmó una tregua con
Saladino, hubo un periodo de entendimiento mútuo, pero en
1181 Reinaldo de Châtillon atacó una caravana de
musulmanes que iban de Egipto a Siria y Saladino lo
consideró un acto muy ofensivo, por lo que declaró
rota la paz.

El malvado Reinaldo exasperó hasta el
límite a Saladino, que lo acosaba sin tregua, por lo cual
reclamó ayuda al rey Balduino de Jerusalén, quien
el mes de setiembre de 1182 defendió Alepo y logró
hacer retroceder a Saladino. Otra cosa es que, ante la
mediocridad de Guido de Lusignan, la ciudad de Alepo
cayése poco después en poder de Saladino como una
fruta madura.

En 1182 la lepra había debilitado tanto que al
joven rey Balduino ("le Mesel") que se decidió
coronar rey al hijo de su hermana Sibila y del conde de
Monferrat, y le llamó Balduino V. Fue el principio del
fin, pues cuando el Estado Franco de Palestina quedó
cercado, la expulsión de los europeos de Tierra Santa a
todos les parecía ser cuestión de meses.

ARNAU VIVIÓ SUS ÚLTIMOS
AÑOS SOPORTANDO REGENTES RIVALES

Aunque Arnau de Torroja en España ejerció
además de recaudador a fin de enviar dinero al centro
supremo de su Orden en Jerusalén. Tanto esmero
debió de desarrollar también en dicha tarea que,
como sabemos, llegó a ostentar el máximo poder
universal de los templarios siendo en poder comparable a un
verdadero rey, aunque mucho más internacionalmente
reconocido. Es hora pues de olvidarse de su cargo de recaudador y
tratar de verlo como un poderoso gobernante.

A Arnau de Torroja, en toda su gloria, puedo
imaginármelo, sólo cuando la solemnidad del acto lo
requería, con su cetro y vestido con un hábito
impresionante, que él luciría por ser alto de
talla, con un porte impecable. En tales ceremonias se presentaba
acompañado de su séquito, lo que le
acabarían de dar el tono de autoridad que ostentó
como Gran Maestre, al mismo nivel que los grandes soberanos,
tanto europeos como del otro extremo del Mediterráneo. Sin
duda en la cúpula del mando supremo de la orden los
templarios cuidaron mucho el efecto imponente para dar una imagen
de gran sobriedad, y ello siguió siendo válido
después de separarse de la orden-madre de
Sión.

En la intimidad tendrían también sus
debilidades, pero a cada caballero templario se le
reconoció el valor de un guerrero, la gallardía del
noble y la bondad de un monje;…monjes, aunque que en realidad
no eran. Imperiosamente en los actos oficiales se moverían
con gran cuidado de no parecer ni feroces, impulsivos, ni mostrar
otra debilidad que la oración exige a todo religioso,…
aunque ciñéndose una espada.

Tal es el cuadro que me complace imaginar y seguramente
me quedo corto, aunque me condiciona la humildad que emana de mi
protagonista y paisano. Sin duda hay que reconocerle que hoy
día sigue siendo el hombre más socialmente
encumbrado y de máximo prestigio internacional nacido en
Solsona. Esta es una aproximación de la época
cuando, con los años, él ya habría
enriquecido mucho su inicial espiritualidad. Le pasa normalmente
a todo el mundo, pero en Arnau de Torroja podemos creer que su
evolución fue sobresaliente.

Es cierto que los grandes maestros, incluso los
provinciales, dispusieron también de asesores de la propia
Orden en todos los campos que era necesario para tomar las
decisiones más difíciles con máximas
garantías. Arnau de Torroja además se
carácterizaría por su gran prudencia y sentido de
la oportunidad, lo cual era exigible a quien debía llevar
a buen fin no sólo para la gloria de su Orden, sino para
el bien de la cristiandad entera. Su mayor éxito no
obstante fue llegar a convencer al rey de Jerusalén de la
necesidad de pactar una tregua de dos años con Saladino
(con el cual debió de tratar y parlamentar hasta 1182), lo
cual fue un gran logro del muy diplomático Arnau de
Torroja, y lo consiguió tan pronto fue nombrado Gran
Maestre.

Los conocimientos del Gran Maestre de las órdenes
de Sión y del Temple, sobrepasaban mucho a cualquier otra
orden militar del siglo XII (y se le exigía que el fuese
el más experto en simbología iniciática),
puesto que los musulmanes que combatían también
hacían alarde de conocer bien al enemigo de turno, con
óptimos resultados. Sin duda que Arnau y Saladino el jefe
de los musulmanes enemigos congeniaron bien a nivel particular,
así como seguro que también despreciaron al mismo
tipo de nobles que les fueron contemporáneos.
Lamentablemente sólo Saladino vio reconocido su
mérito por la Historia, pero ello no significa que deba
ser olvidado Arnau de Torroja de quien, al menos desde 2007, ya
tendrá dedicada esta pseudobiografía.

Ambos mandatarios tenían un aspecto físico
completamente diferente. Saladino era más bien bajo de
estatura, muy vivaz y de ojos y cabello negro, luciendo una barba
corta. La diferencia de edad aún era más
considerable, pero tenían en común su
interés por el estudio de la Genealogía propia de
la cultura de cada uno. Ambos honestos líderes
compartieron también las muy elevadas ideas humanistas de
los sufíes.

Por mucha diplomacia que desplegase Arnau de Torroja
siendo Gran Maestre de la Orden del Temple de Jerusalén,
él no debió permanecer al margen de los
acontecimientos tan intrigantes por motivos de la sucesión
que alteraron aquella corte en 1182. Las familias de nobles
cercanos al rey Balduino IV pugnaban entre sí para
sucederle en el trono, siendo en el período de tales
intrigas cuando más agobiado vivió Arnau de
Torroja, …en momentos puntuales, seguramente cabiló
mucho más por ello que si encontrase en medio de una
batalla.

Por Joscelin de Courtenay y su hermana (madre de
Balduino IV, y abuela de Balduino V, y cuyas intrigas de entonces
podrían presentase cual precursoras de las atribuidas a la
famosa Lucrecia Borgia), sabemos de las nefastas influencias que
recibía el leproso rey Balduino IV de Jerusalén.
Con la elección de 1180, los diferentes bandos acabaron de
tomar sus posiciones y en tal estado llegó Arnau de
Torroja a la máxima jerarquía de la más
poderosa de las órdenes militares de su época, con
su mente esperanzada de buscar el entendimiento entre todos
ellos. En principio los templarios y el clero católico
estaban de parte del patriarca de Jerusalén y de la
familia Lusignan, porque el rey había disgustado a los
poderosos de la Iglesia católica.

Entre tanto Saladino tuvo serios problemas y durante
muchos meses dejó en paz al Rey de Jerusalén
yéndose a guerrear entonces contra los fanáticos
correligionarios musulmanes de Damasco. Saladino al principio
confiaba mucho en la caballería egipcia que luchaban
cuerpo a cuerpo respaldados por sus arqueros, pero dicha
táctica no servía ante los brutales choques de la
pesada caballería de los francos. De hecho Saladino no
obtuvo grandes victorias hasta variar su estrategia; la nueva
consistió en aprovechar la agilísima movilidad de
sus arqueros turcos a caballo. Inicialmente atacó Mosul
ayudado por el selyúcida líder de Anatolia, Kijil
Arslan II, evitando que pudiera unirse a los de Alepo.

En cambio, en la Palestina cristiana los
políticos se peleaban divididos en bandos rivales, unos a
favor de pactar con Saladino y otros en su contra. El primero era
capitaneado por Raymundo de Trípoli, quien ocupó
Damasco, que conservó para si, y también Alepo, una
ciudad que en 1183 también puso bajo su control Saladino
(cuando arquitectónicamente aún no tenía el
aspecto tan impresionante que le dio su hijo años
más tarde). Entró en Alepo con gran pompa, y desde
entonces Siria y Egipto ya fueron un mismo Estado.

Como el rey leproso además estaba ya casí
ciego, lo más sensato fue dar la regencia de
Jerusalén al conde Raymundo de Tiro, aunque Inés
consiguió evitarlo imponiendo como su regente a Guido de
Lusignan, quien popularmente era motejado: "el guapo esposo de la
princesa", pues se vio despreciado por todos los barones. En
efecto, al poco tiempo, dada su incompetencia supina, el cargo se
delegó de nuevo en Raymundo de Tiro. No quedaba más
remedio que hacerle renunciar al poder, y el propio rey enfermo
lo consiguió cuando ambos disputaron, por lo cual, con un
simple pretexto, el rey leproso en 1183 volvió a retomar
el poder delegado en un tan nefasto personaje. Gracias a dicha
estratagema, la armada real se salvó de un desastre
seguro. Sus errores fueron tan grandes cuando fue regente, que de
no haber intervenido el ejército del conde de
Trípoli a tiempo, Saladino habría podido dar el
paso definitivo en octubre de 1183. El rey leproso, a fin de
evitar que una vez muerto él Guido se perpetuase en el
poder, en noviembre del mismo año nombro rey con plenos
poderes a su sobrino aún muy niño, siendo llamado
Balduinito, el cual reinó al mismo tiempo que
él.

Raymundo de Trípoli esperaba que por su amistad
con Saladino, éste le ayudaría a recuperar el poder
que había ostentado antes en Jerusalén. De hecho,
el rey Balduino se sentía mejor protegido por él, y
ambos coincidían en tener a Guido de Lusignan por un falso
cristiano. A pesar de todo, como era su cuñado,
eligió a Guido como regente, a sabiendas que todos los
condes de Tierra Santa lo veían como un extranjero.
Raymundo y Guido habrían peleado entre si de no haberlo
impedido el propio rey, que mandó interponer una cruz
entre ambos. Después les hizo jurar que
colaborarían y sólo pelearían contra
musulmanes. Posteriormente fueron los propios barones quienes
nombraron al que debería ser su regente, recayendo la
responsabilidad de nuevo en el conde de Raymundo de
Trípoli, sin duda el más capaz para gobernar.
Entonces tenía 34 años y era partidario de pactar
con el carismático Saladino. Por ello de nuevo fue elegido
para la regencia a condición de que templarios y
hospitalarios, si llegaba el caso, defendiesen los castillos
cristianos que fuesen atacados. El ansia de poder político
de la Orden de San Juan del Hospital desequilibró
más aún la relación entre las órdenes
militares de Palestina. Fue en ese contexto cuando Arnau de
Torroja aceptó la mediación dque le encomendaron el
papa Lucio III y el rey Balduino IV a fin de poner término
a tan desastrosas luchas fratricidas.

En 1184, la situación política
degeneró todavía más, cuando Reinaldo de
Châtilion con el beneplácito de los Templarios y de
los Hospitalarios, asoló por su propia iniciativa las
posesiones de los musulmanes en Transjordania. Arnau siendo en
tal período Gran Maestre, dió testimonio
inequívoco de una gran sagacidad. Decidió negociar
una tregua con Saladino a pesar de la firme decisión de
éste de vengar las matanzas de Reinaldo de
Châtilion. Dicha tregua con Saladino fue rota por culpa de
los saqueos del depuesto Guido de Lusignan en 1183 sin que el rey
Balduino, ya con muy poco poder, pudiese reprobárselo.
Saladino, en venganza, atacó Damieta deportando 1.500
cristianos que naufragaron durante la batalla en la costa
egipcia.

Saladino cada vez capitaneaba mayor número de
líderes musulmanes y aprovechó la división
interna en la corte de Jerusalén para ocupar Galilea. El
señor del otro lado del Jordán, llamado Renaud,
pidió ayuda urgente a Balduino y fue admirable el
extraordinario coraje entonces del rey leproso dando
órdenes mientras sufría estoicamente su dolor.
Saladino debió retirarse de aquella orilla del
Jordán el mes de julio. En agosto del mismo año se
había empeñado en dividir en dos el Reino Franco de
Jerusalén y atacó Beirut en octubre, como otro
intento de separar de Palestina el condado de Trípoli. De
nuevo el rey Balduino acudió con los caballeros de las
órdenes religioso-militares de refuerzo, y Saladino
volvió a renunciar a sus planes. A pesar de su estado
yacente, en setiembre Balduino viajó a Alepo como una
forma tradicional de permanecer siempre en alianza con alguna
ciudad Siria. Al cabo de un año debió de acudir
otra vez allí para defenderla.

En septiembre de 1183, un año y medio
después de la muerte del heredero de sultán
Nuradin, por tercera vez el rey Balduino IV, muy esforzadamente,
lleno de llagas y sin apenas ver nada, acudió a Siria para
defender Alepo, como siempre transportado en una litera.
Consiguió la victoria, aunque Alepo al cabo de otro
año cayó de nuevo en manos de Saladino como una
fruta madura. Entonces aquel líder musulmán
empezó realmente la reunificación de las provincias
islámicas dispuestas a echar a los cristianos de
Palestina. Los francos debieron también empezar a
reaccionar, siendo lo primero apartar de la corte definitivamente
a Guido de Lusignan. A pesar de todo, en primavera de 1184 los
nobles se sublevaron cuando el rey leproso intentó, sin
éxito, que Guido se separase de su esposa Sibila.
Después de muchas protestas ante la corte judicial, el rey
leproso sólo consiguió quitar al conde Guido la
ciudad de Jaffa, la cual volvió a la jurisdicción
real.

Los doce años que Reinaldo de Châtilion
pasó en la cárcel de Damasco lo volvieron un ser
monstruoso, de quien decían que con entrañas de
judíos alimentaba sus jaurías de perros. Una vez
libre recuperó el señorío de la fortaleza de
Kerak (la má importante al norte de Petra). A partir de
1182 capitaneando a los más revoltosos nobles de Palestina
dominó con su flota todo el sur del Mar Rojo como
bucanero, abordando navíos musulmanes, cual si quisiese
limpiar el mundo de seguidores del Profeta. Tal era el belicoso
defensor de Jerusalén, que además procuraba
anexionar a su condado las posesiones sirias de Nuradín.
Ello fue así hasta que Saladino se las quitó en
1183. Reinaldo hablaba árabe con fluidez y era un
descendiente del conde franco que había expulsado a los
moros del sur de los Pirineos (el santificado Gil, de sobrenombre
"nariz-corta"). Por cierto, Reinaldo tenía una faz morena
cruzada por una gran cicatriz que lo afeaba mucho, y para colmo
una gran nariz aguileña.

Después de recobrar su libertad, Reinaldo de
Châtilion no paró de dar quebraderos de cabeza tanto
a los moros como a los cristianos del reino de Jerusalén,
porque influyó en el rey y su familia, procurando hacerle
romper todas las treguas con los musulmanes a los que
atacó siempre que pudo. La conducta de Reinaldo hizo
rabiar a los árabes, hasta decidirlos a llamar a la Guerra
Santa, un hecho que obligó a los franys de Palestina a
pedir ayuda al "Basileus" tan pronto pudieron. Saladino
sintió por Reinaldo más odio que nadie.

Guido de Lusignac escuchaba los consejos de
Châtilion, y si uno era malo el otro era peor. El caso es
que entre ambos desgobernaron el Estado Franco en Palestina,
dando mayor vigor a la unificación del mundo árabe.
El muy impetuoso caballero Guido era tan orgulloso como incapaz,
como ya lo había advertido Raymundo de Trípoli,
quien a pesar de ello le debió entregar el cargo de
regente porque en la votación la mayoría de nobles
feudales le fueron desleales. Reinando con una extravagante
conducta atacó incluso la Meca y Medina con las
máquinas de guerra, por lo que los árabes tuvieron
el mayor éxito al hacer un llamamiento a la "guerra
santa". Incluso los emires andaluces le ofrecieron entonces ayuda
de todo tipo a Saladino. Cuando los caballos de los cristianos
defecaron en las más sagradas mezquitas del islam, las
quejas de los infieles ante el rey de Jerusalén tampoco
les sirvieron de nada.

Además de los citados condes regentes y otros
aspirantes a mandatarios, Arnau debió de parlamentar con
otros nobles francos, como por ejemplo Aimerico de Lusignan
(hermano de Guido), Joscelin de Courtenay conde de Edesa (1159-
1200), quien por cierto se llevó a su ciudad la Sabana
Santa de Turín (La "Sindone", que fue botín de
guerra de los bizantinos en la Cuarta Cruzada 1200).

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