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Consolidación de la Cultura Nacional Popular (1925-1940)




Enviado por Ramón Guerra Díaz



  1. Resumen
  2. Desarrollo

Resumen

Este es uno de los período más fecundo y
fructíferos de la Historia de Cuba, es el momento en que
entran a la vida nacional nuevos grupos sociales dispuestos a
cambiar la situación de entreguismo y corrupción de
la República Mediatizada, los que protagonizaron la
Revolución del 30, esa nuevamente frustrada por el
entreguismo de las clases burguesas, la injerencia yanqui y la
división de las fuerzas populares.

Desarrollo

La crisis iniciada en 1920 genera un movimiento de
inquietud social que dará surgimiento a nuevas fuerzas
políticas en la sociedad cubana, esto unido a la crisis
económica que afectó profundamente a la industria
azucarera y a la burguesía cubana en particular,
provocó en este sector un sentimiento de defensa en
oposición a su desplazamiento por los inversionistas
extranjeros.

Esto da lugar a la vertebración de un movimiento
nacionalista burgués de derecha que capitaliza la
candidatura de Gerardo Machado a la presidencia de la
República, apoyado también por los intereses
financieros de los Estados Unidos, con lo que el "nacionalismo
burgués" se torna tibio y frustrante.

El fracaso de este reformismo burgués a
través del gobierno de Gerardo Machado culminó en
la dictadura, incapaz por un lado de representar el poder real de
la burguesía cubana y por otro, de detener el movimiento
revolucionario popular en auge.[1]

Gerardo Machado gana las elecciones e inicia su primer
mandato en 1925, viene acompañado de un programa de
gobierno que pretendía una regeneración
política, prometiendo que no se iba a reelegir, que
lucharía por la eliminación de la Enmienda Platt,
procuraría un nuevo tratado comercial con los Estados
Unidos, eliminaría la Lotería Pública,
fuente de corrupción y enriquecimiento de los
políticos; que no aumentaría la deuda
pública; que haría una reforma en la
educación, incluyendo la autonomía universitaria y
un amplio programa de obras públicas que incluyó la
carretera central y el Capitolio Nacional y un amplio plan
urbanístico de La Habana. Todo esto hizo que diversos
sectores sociales se esperanzaran con un cambio.

Junto a esto el presidente Machado no esconde la mano
dura para lidiar con un movimiento social que cobra auge y se
hace fuerte. En 1925 se funda el Partido Comunista de Cuba en el
que militan figuras como Julio Antonio Mella y Carlos
Baliño, el primero dirigente estudiantil de fuerte arraigo
entre los trabajadores y el segundo veterano luchador obrero en
la emigración de Cayo Hueso, donde se une al Partido
Revolucionario Cubano de José Martí.

Mella había fundado la Federación
Estudiantil Universitaria (FEU) y encabeza la lucha por las
reformas de la Universidad, pero además desplegó un
arduo trabajo para unir a todas las fuerzas de izquierdas,
incluyendo a los trabajadores que también en 1925 crean la
primera Confederación Nacional Obrera de Cuba, liderada
por Alfredo López.

El gobierno de Gerardo Machado sirvió, como todos
los anteriores a los intereses de la oligarquía yanqui,
pero lo que va a distinguir a esta administración es que
sistematizó el crimen político, mantuvo la
represión brutal como un estado permanente y aplicó
una política de centralización del poder y de
reforzamiento de los medios represivos.

Acabó con las facultades de los municipios para
recaudar ingresos, que pasaron al gobierno central;
sustituyó la policía local por la Policía
Nacional y los supervisores militares suplantaron a los alcaldes
y otros funcionarios elegidos. Todo esto hizo el gobierno de
Machado, en el que se agudizaron todos los males del sistema
neocolonial de la República.

En 1927 Gerardo Machado plantea abiertamente su
pretensión de lograr una prórroga de poderes por
seis años más, esto fue muy mal visto por los
sectores populares y por los estudiantes que se lanzaron a las
calles y retomaron el protagonismo político que
habían tenido desde los tiempos de Julio Antonio Mella.
Pese a las protestas Machado sobornó a los legisladores e
impuso la prórroga de poderes.

En enero de 1928 se celebra en La Habana la Sexta
Conferencia Panamericana con la asistencia del presidente de los
Estados Unidos Calvin Coolidge, quien llamó a Cuba,
"independiente, libre, próspera y
pacífica".[2] La posición del
gobierno de Machado no pudo ser más entreguista y lacayuna
en esta conferencia cuando en voz de su paladín Orestes
Ferrara se declaró paladín, en cumplimiento de
compromisos inconfesables, de la intervención
norteamericana en los asuntos internos de Hispanoamérica.
Trece delegaciones lideradas por Argentina se opusieron a tal
servilismo.[3]

En 1929 se produce se produce una quiebra bancaria, los
norteamericanos imponen la tarifa azucarera Hawley-Smooth, lo que
junto con la crisis mundial en pleno desarrollo provoca una
caída del poder adquisitivo de la población,
disminución de los ingresos fiscales y un saqueo
continuado del tesoro público, llevará al gobierno
a una bancarrota. El Plan de Obras Públicas se ha tragado
unos 200 millones de pesos y la convulsión social va en
aumento, teniendo por respuesta una cruenta represión y
una ruptura del orden democrático y jurídico. Este
período de crisis e inestabilidad interna
entroncará con la depresión general capitalista
(1929-1932), la más profunda crisis que ha conocido el
capitalismo en su historia.

Desde 1927 la Universidad de La Habana se convierte en
escenario de lucha abierta contra la dictadura de Gerardo
Machado, el detonante fue la maniobra por lograr la
prórroga de poderes que encontró en el estudiantado
una fuerte oposición manifestado en mítines y
tánganas que más tarde se fue radicalizando con una
lucha abierta y por todos los medios, incluyendo atentados,
colocación de bombas, ajusticiamientos de figuras del
régimen, etc. Al frente del estudiantado universitario
estaba la FEU, creada por Mella y ahora liderando el
enfrentamiento contra la dictadura.

Con la fuerte oposición de todos los sectores
populares la farsa reeleccionista de Machado continuo en el
Congreso de la República, donde todos los miembros del
mismo se complotaron para pedirle al presidente, que a
"título de excepción" accediera a la candidatura
presidencial para un segundo mandato. Las elecciones se
efectuaron en noviembre de 1928 y Gerardo Machado fue candidato
único, en una farsa que le dio el poder por otros seis
años (1929-1935). El segundo mandato lo inicia el
régimen machadista arreciando la persecución de los
comunistas, a muchos de los cuales mando a matar, incluyendo a
Julio Antonio Mella, asesinado el 10 de enero de 1929 en la
Ciudad de México.

En lo social, el inicio del segundo mandato coincide con
la crisis económica mundial, que repercute en Cuba con una
caída del precio del azúcar, el cierre de centrales
azucareros y otras empresas, lo que acrecentó el desempleo
dejando en la calle a cerca de medio millón de
trabajadores en una población que tenían unos
cuatro millones de habitantes.

El 30 de septiembre de 1930 marca un hito en esta lucha,
ese día una manifestación estudiantil se
dirigía al Palacio Presidencial para exigirle la renuncia
a Machado. La policía los intercepta y reprime
violentamente, en la lucha cuerpo a cuerpo cae mortalmente herido
el estudiante de derecho Rafael Trejo. La revista de la FEU,
"Alma Mater" arenga:

"¡Arriba muchachos, que la dignidad de Cuba es
hoy menor de edad! Cae Trejo en las calles de La Habana
(…) Cae no. Se levanta más alto que una estatua
inmensa y desde lo alto del granito, forjado por su valor y la
cobardía de sus asesinos, lanza un poderoso grito que
despierta todas las conciencias dormidas: ¡Abajo la
tiranía y la opresión! ¡Arriba
muchachos!"[4]

A este momento histórico muchos historiadores
cubanos le atribuyen el punto de comienzo de la lucha abierta
contra el régimen de Machado y la FEU se ganó un
lugar de vanguardia en esta lucha frontal, aunque en 1931 se
produjo una escisión en el movimiento estudiantil al
separarse de la FEU el grupo más radical para formar el
"Ala Izquierda Estudiantil (AIE)"

El movimiento huelguístico alcanzó su
clímax en marzo de 1930 con una huelga general que
abarcó a doscientos mil trabajadores en La Habana y las
principales ciudades del país. En 1931 se extendieron por
todo el país los incendios intencionales de
cañaverales, como expresión de la lucha la lucha de
los campesinos y trabajadores agrícolas. Particularmente
tensa se hizo la situación en la región oriental
del país, en las que surgían "marchas de hambres"
de aparceros y braceros, como expresión de rebeldía
ante la situación económica, social y la dura
represión del régimen.

En medio de esta situación, comienza a
manifestarse la lucha armada como expresión de lucha
contra la dictadura, en este aspecto serán los estudiantes
universitarios, con la universidad clausurada y duramente
reprimidos, quienes toman la vanguardia.

No solo fueron los sectores populares quienes
manifestaron su oposición a la dictadura, sino
también algunos sectores de la burguesía en el
país, descontentos con el modo en que Machado había
conculcado la democracia y el alejamiento del poder de
determinados sectores de la intelectualidad, la política
tradicional y sectores influyentes como los veteranos de la
guerra de independencia. Muchos de ellos temían al auge de
la presencia popular en la política y procuraron la
injerencia de los Estados Unidos para mediar con el dictador para
que compartiera el poder, en manos de poderosos grupos nacionales
y extranjeros, que veían en él al defensor de sus
intereses.

Uno de estos grupos se nucleó en una
organización de corte fascista, el ABC, que
desvirtúa el sentido de la lucha popular, apostando por el
terrorismo como método de lucha y provocando la
creación de la "Porra", grupo paramilitar apoyado por el
gobierno, que impuso el asesinato y el terrorismo como
política de estado.

La lucha contra el régimen dictatorial de Machado
no se limitó a las demandas democratizadoras sino que se
radicaliza en un movimiento revolucionario en el que aparecen las
reivindicaciones históricas de las masas populares:
solución del problema agrario, reconocimiento de derechos
y representación en el gobierno para solucionar los
grandes problemas de Cuba.

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A fines de 1932 y comienzos de 1933 la situación
política en Cuba era cada vez más convulsa. Los
tiroteos y la explosión de bombas en las ciudades y la
quema de cañaverales en el campo, era algo cotidiano, en
tanto la respuesta gubernamental era más represión,
tortura y muerte. En febrero de 1933 en medio de la zafra,
vuelven las huelgas a paralizar los centrales azucareros y hasta
se llega a la ocupación de los mismos por sus
trabajadores.

En La Habana y en otras ciudades del país no
cesan las manifestaciones contra el gobierno y reivindicativa de
trabajadores, artesanos y pequeños propietarios, muchos de
estos últimos negados a pagar los impuestos.

En marzo había grupos armados en los campos de
las seis provincias y la lucha armada era ya una opción
aceptada por todos los sectores de la sociedad. En San Luis,
Oriente, Antonio Guiteras ataca el cuarte y ocupa el pueblo. En
La Habana el Directorio Estudiantil y el ABC mantienen en jaque a
las fuerzas de Machado, con atentados y bombazos, que son
respondidos con una represión feroz y la supresión
de todas las garantías.

En marzo de 1933 asume la presidencia de los Estados
Unidos Franklin Delano Roosevelt, quien trae un programa de
"Nueva Política" para América latina y que incluye
la sustitución del desprestigiado régimen de
Gerardo Machado, por otro gobernante que cumpliera con las
indicaciones de Washington. A cumplir esa misión es
enviado a Cuba Benjamín Sumner Welles, que traían
como prioridad el frenar el movimiento revolucionario en alza y
negociar un cambio de gobierno conveniente a los Estados
Unidos.

Welles comenzó a dialogar con las fuerzas
conservadoras y de derecha que enfrentaban a la dictadura:
partidos tradicionales y el ABC. El Directorio estudiantil y el
Ala Izquierda Estudiantil, rechazaron la mediación del
embajador yanqui. En tanto las organizaciones obreras y populares
ni siquiera fueron invitadas por Mr. Welles.

La mediación injerencista de los yanquis buscaba
la salida pacífica de Machado en un breve plazo, pero el
dictador se negó a abandonar el poder antes de
1935.

El clímax revolucionario se alcanzó en
agosto de 1933, el 3 se inicia una huelga de choferes de
ómnibus secundada por otros sectores; el 7 de agosto una
multitud fue ametralla frente al Palacio Presidencial, con un
saldo de 150 muertos. El gobierno decretó el estado de
guerra en La Habana.

Presionado por el empuje popular y las maniobras del
embajador Welles, Machado abandona el país el 12 de
agosto. Sobrevino una explosión de júbilo
incontrolado del pueblo y durante varios días la
ingobernabilidad era manifiesta: saqueos, linchamiento de
"porristas" y de acólitos del régimen machadista,
eran signo del vacío del poder.

Las fuerzas populares y revolucionarias no tenían
un programa de lucha, era un cúmulo de fuerza con un fin
inmediato: el fin de la dictadura, pero sin una idea clara de
unidad, para el logro de objetivos más
profundos.

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En medio del caos el embajador de Estados Unidos, Sumner
Welles, maniobró con las fuerzas conservadoras para
restituir la "constitucionalidad" en el país y
circunscribir el movimiento popular a la salida de Machado, pero
la Revolución siguió su curso ascendente. Se hizo
cargo de la presidencia Carlos Manuel de Céspedes y
Quesada, hijo del Padre de la Patria y miembro del gabinete del
derrocado dictador.

La lucha popular continuó exigiendo la
destitución de las autoridades de la dictadura y aunque
Céspedes derogó la constitución machadista
de 1928 y restituyó la de 1901, no pudo mantenerse por
mucho tiempo.

La presión popular llegó hasta las filas
del ejército, donde las clases y soldados de procedencia
humilde, muchos de ellos campesinos, generaron en el cuartel
general de Columbia, en La Habana un movimiento encabezado por un
grupo de sargentos y clase, orientado a separar de los mandos a
los viejos oficiales del ejército.

El 4 se septiembre de 1933 se produjo este movimiento
militar al cual se fueron uniendo el Directorio estudiantil
Universitarios, el ala radical del ABC y números
intelectuales, los cuales formaron en Columbia la
Agrupación Revolucionaria de Cuba que el 5 de septiembre
nombró una Junta Colegiada para dirigir el país:
Sergio Carbó, Guillermo Portela, Ramón Grau,
Porfirio Franca y José Miguel Irisarri, conocido en la
historia como Gobierno de la Pentarquía.

Céspedes no opuso resistencia, aunque los grupos
oligárquicos del país pidieron la
intervención norteamericana y negaron el apoyo a la
Pentarquía que solo gobernó hasta el 10 de
septiembre de 1933.

Ese día asume la presidencia Ramón Grau
San Martín con un gabinete en el que estaban representadas
todas las tendencias que se movían dentro del movimiento
revolucionario: los radicales de izquierda, representados por
Antonio Guiteras, como ministro de Gobernación y el
recién nombrado coronel Fulgencio Batista como jefe del
ejército y representante de las fuerzas más
conservadoras. El gobierno de los Estados Unidos negó en
todo momento el reconocimiento al Gobierno Revolucionario, con lo
que este no logró estabilizarse por las fuertes presiones
que recibía tanto de los grupos populares, como de la
derecha. El Partido Comunista encabezado por Rubén
Martínez Villena hizo un llamado a tomar el poder y para
ello mantuvo un estado de agitación en todo el
país, que fue fuertemente reprimido por el
Ejército, encabezado por Batista a fin de mantener el
orden del estado burgués y los intereses económicos
de los inversionistas yanquis. Batista comenzó a
perfilarse como el "hombre fuerte" de la oligarquía
nacional y de los intereses de los Estados Unidos.

La derecha organizó varias intentonas contra el
gobierno revolucionario, como fueron la sedición de los
viejos oficiales destituidos por el golpe del 4 de septiembre,
que se atrincheraron en el Hotel Nacional (2/octubre/1933) y el
levantamiento de los grupos del ABC (8 y 9/noviembre /1933),
derrotados por el ejército y otras fuerzas leales al
gobierno. Tras estos hechos Batista reafirma su protagonismo
dentro del panorama político cubano.

Las fuerzas de izquierda y populares presionaban al
gobierno para que implementara reformas sociales, pero la
debilidad del mismo le impidió llevar adelante un programa
popular de largo alcance.

Una prueba de las contradicciones dentro del gobierno
revolucionario de Ramón Grau lo constituyó la
posición antimperialista asumida en la Conferencia
Panamericana de Montevideo en la que el delegado cubano
Ángel A. Giraudy, denunció la intervención
de los Estado Unidos en los asuntos de Cuba y a la Enmienda Platt
como instrumento del mismo.

Las posiciones progresistas dentro del gobierno
revolucionario las representaba Antonio Guiteras, quien pese a la
fuerte presión de la derecha logra que el gobierno apruebe
algunas medidas que satisfacían algunas demandas
populares, tales como la nacionalización del trabajo,
creación de la Secretaría del Trabajo,
autonomía universitaria, jornada de 8 horas de trabajo,
jornal mínimo, rebaja de un 45 % de la tarifa
eléctrica, repudio a la deuda con el "Chase National
Bank", derecho de tanteo del estado cubano en todas las subastas
de bienes muebles, disolución de los viejos partidos
tradicionales, ley contra la usura y un proyecto de ley de
reparto de tierras que inicialmente incluía las tierras
del estado y las expropiadas a personeros machadistas.

Indignados y atemorizados los representantes de la
oligarquía y la embajada yanqui conspiran junto a Batista,
quienes temían las posiciones radicales de Antonio
Guiteras. El 15 de enero de 1934 renuncia Ramón Grau San
Martín presionado por la evidente actitud golpista de
Batista. Carlos Hevia lo sustituye pero solo gobierna tres
días, el 18 de enero, el candidato de Batista y la
oligarquía, el coronel retirado Carlos Mendieta, asume la
presidencia. El verdadero poder está en manos de Fulgencio
Batista Zaldívar, el hombre fuerte de Washington, quien
marcará la historia política de Cuba en los
próximos 25 años.

El gobierno de Mendieta, que tiene a Batista como el
verdadero gobernante desde la jefatura del ejército,
enfrenta un poderoso movimiento obrero que orientado por los
comunistas, intenta desestabilizar el gobierno y tomar el poder,
es así que se organiza un gran movimiento de huelgas
durante la zafra de 1934 que puso en peligro la
realización de la misma y que recibió del
ejército una fuerte represión en todo el
país, principalmente en los centrales: Jaronú,
Senado, Tacajó, Baguano y Media Luna. "Habrá zafra
o habrá sangre", fueron las palabras amenazadoras de
Batista.

En política internacional el régimen de
Batista se anota un importante triunfo con la firma en mayo
de1934 de un nuevo Tratado de Relaciones Cuba-Estados Unidos que
anula la Enmienda Platt, aunque en realidad Cuba no fue
más libre por eso.

A principios de marzo de 1935 continúa la
movilización obrera en busca de mejorar gremiales, en
muchos casos capitalizadas por grupos políticos para
presionar al gobierno. En marzo de ese año entran en
huelga los maestros en busca de mejoras para su trabajo, pronto
fueron secundados por otros sectores y apoyados por los
opositores al gobierno de Mendieta-Batista, llamando a los
empleados públicos a unirse a la huelga, que se hizo
fuerte en La Habana y otros ciudades del interior. La
radicalización que iba tomando la huelga capitalizada por
las fuerzas de izquierda, quebró el frente anti
gubernamental al traicionar al movimiento huelguístico las
fuerzas de derecha, por lo que divididos y acéfalos,
fueron reprimidos cruelmente por la policía y el
ejército.

Tras el fracaso de la huelga de marzo de 1935 se
atomizaron los grupos revolucionarios y pistoleros en facciones
que se combatieron unas a otra, mientras enfrentaban al gobierno,
lo que provocó un desprestigio y debilitamiento dentro de
las fuerzas que habían luchado contra Machado. Los grupos
más revolucionarios y consecuente fueron perdiendo fuerza
lentamente desgastado por la represión y las traiciones.
Una de las más activas fue "Joven Cuba" fundada por
Antonio Guiteras, partidario de la lucha armada para derrocar a
las fuerzas oligárquicas representadas por
Batista.

Al morir Antonio Guiteras (8 de mayo de 1935)
desapareció lentamente el sentido revolucionario de este
movimiento insurreccional, disuelto en una violencia gansteril y
terrorista que dio pie a una mayor represión del
régimen de Batista, el verdadero ostentador del poder, con
anuencia de los inversores norteamericanos y el gobierno de
Estados Unidos.

Reprimida la huelga y en pleno dominio del poder el
gobierno de Batista-Mendieta promulgan una nueva Ley
Constitucional, 11 de junio de 1935, que devuelve a la
República al régimen constitucional de 1901, con lo
que quedaba consolidado el conservadurismo del gobierno y las
fuerzas oligárquicas que le secundaban. Por estos mismos
acuerdos políticos se decidió celebrar elecciones
en noviembre de 1935.

Se presentaron a estas elecciones, Miguel Mariano
Gómez y Mario García Menocal, pero no pudieron
celebrase en esa fecha por las pugnas partidistas y las presiones
del gobierno a favor de Miguel Mariano Gómez. Hubo
necesidad de nuevas negociaciones y los menocalistas exigieron la
renuncia del presidente provisional, Mendieta, para evitar
favoritismo.

Mendieta renunció en diciembre de 1935, su lugar
fue ocupado por José A. Barnet quien tenía la
misión de organizar las elecciones, celebradas en enero de
1936 en la que triunfó la candidatura de Miguel Mariano
Gómez y Federico Laredo Bru, quienes tomaron
posesión el 20 de mayo de 1936.

Miguel Mariano Gómez intentó hacer una
política interna independiente e ignorar al "hombre
fuerte", el que lo había llevado al poder. La pugna entre
ambos se desata al desaprobar el presidente un impuesto propuesto
por Batista[5]El veto presidencial lo condena y la
respuestas de Batista fue constituir una Junta Militar que
amenazó con disolver el Congreso, si no aprobaba el
impuesto. Ante la amenaza de golpe militar el Congreso acusa al
presidente de coacción y lo destituye el 24 de diciembre
de 1936, sustituyéndolo por el vicepresidente Federico
Laredo Bru.

El poder de Batista se apoya en su liderado en el
ejército y en un programa que se basaba en una serie de
reformas que no resolvían los grandes problemas de Cuba
pero le ganaban adeptos: una campaña de educación
rural, reparto de tierras y un "equilibrio" entre el capital y el
trabajo, que lo tenía a él como moderador de los
conflictos entre obreros y patronos. Paralelo a esto el humilde
"sargento taquígrafo", comenzó a acumular una
fortuna personal en razón a sus influencias y el
contubernio con los dueños del país.

Consolidado en el poder real Fulgencio Batista y las
fuerzas que le apoyan deciden convocar a una constituyente para
lo cual publican en diciembre de 1936 en la Gaceta Oficial un
proyecto de constitución que serviría de base para
una Asamblea Constituyente.

En 1937 las fuerzas de la oligarquía nacional
consolidan su poder agrupándose alrededor de la
Unión Social-Económica de Cuba, liderada por el
hacendado José Manuel Casanova a fin de mantener las
riendas del poder en contubernio con el gobierno y las fuerzas
represivas a fin de impedir el renacer de las fuerzas populares y
sus aspiraciones. Censura de prensa, tribunales de urgencia,
atentados, asesinatos y encarcelamiento de opositores eran los
métodos para reprimir una rebeldía que atomizada se
desgastaba frente a un poder cada vez mejor organizado y
fuerte.

Las tensiones internacionales que amenazan con una nueva
guerra mundial y la "Nueva Política" de Roosevelt para
América Latina, junto al auge innegable de las fuerzas de
izquierda en todo el mundo es un panorama que no deja de influir
en la política interna de Cuba.

En 1937 las organizaciones revolucionarias promueven
grandes campañas populares para hacer frente al bloque
reaccionario, una de estas campañas fue pro
amnistía de los presos políticos, que caló
en amplias capas de la población y logró la
promulgación de una Ley de Amnistía. La lucha
contra el fascismo también logró muchas
simpatías en los sectores revolucionarios y populares
cubanos, principalmente el apoyo a la República
Española que se enfrentaba a la reacción de ese
país liderada por el General Francisco Franco y apoyada
por los estados fascistas de Alemania e Italia.

Este renacer de las luchas populares contra la
reacción derechista determinó que determinadas
fuerzas moderadas e insurreccionalistas se incorporaran a
ella.

A fines de 1937 se discute una legislación
electoral para efectuar elecciones en 1938. Las fuerzas
más progresistas del país fundaron el Partido
Unión Revolucionaria en el que estaban representadas las
fuerzas de izquierda y populares, unidas en torno a las consignas
antifascistas.

Se crearon también el Bloque Revolucionario
Popular, formado por el Partido Revolucionario Cubano
(Auténticos) de Ramón Grau, el Partido Agrario
Nacional y el Partido Unión Revolucionaria.

Grupos de derecha opositores a Batista formaron la
Conferencia de Sectores (Frente Democrático de la
Oposición) en el que junta, el Partido Acción
Republicana, del depuesto presidente Miguel Mariano Gómez;
al Partido Demócrata Republicano, de Mario García
Menocal y el ABC.

La demanda principal de estos bloques era, las
elecciones simultáneas para el gobierno y la
constituyente.

Dentro del gobierno de Laredo Bru y con la anuencia de
Batista se flexibilizó la línea dura de gobierno,
por otra de corte más liberal, acorde a los nuevos
tiempos, dada la situación internacional y el apoyo de
Roosevelt a las fuerzas antifascistas.

Junto a esto se produce un auge del movimiento
progresista y popular en la isla que determina que el propio
Batista reconozca la necesidad de celebrar una Constituyente y
entre en negociaciones con el líder de los
abstencionistas, Ramón Grau para organizar la convocatoria
a la misma.

Se acordó entre ambos políticos suspender
las elecciones generales de 1940, que antes se convocaría
a una Constituyente y que en su momento se haría los
ajustes de manera transitoria entre la Ley Constitucional de 1935
y la nueva constitución. En abril de 1939 se aprobó
un nuevo código electoral, que introduce reformas a fin de
que las elecciones reflejaran los sentimientos populares. En
noviembre 1939 se convocó a elecciones para la
Constituyente.

Las fuerzas políticas para las elecciones de los
constituyentes se agruparon en dos bloques: La Coalición
Socialista Popular, que incluía a los partidos
tradicionales y el Partido Unión Revolucionaria Comunista;
y el Bloque de Oposición que agrupaba a el Partido
Revolucionario Cubano (auténtico), el ABC y el Partido
Democrático Revolucionario, de Menocal.

La Coalición ganó 36 delegados, 6 de ellos
de la Unión Revolucionaria Comunista; el Bloque
alcanzó 45 delegados, 4 de ellos del ABC. La Constituyente
se reunió el 9 de febrero de 1940 en dos etapas, la
primera bajo la presidencia de Ramón Grau San
Martín y la segunda presidida por Carlos Márquez
Sterling.

 

 

Autor:

Ramón Guerra
Díaz

 

[1] Ver Historia de Cuba. Jorge Ibarra.
Pág. 575. La Habana, 1981

[2] La generación inmolada.
Selección de Lectura sobre la República. Enrique
Moreno Pérez. Pág. 61. La habana, 1975

[3] Ídem

[4] Revista Alma Mater. Nov./1930

[5] Batista propuso un impuesto de 10 centavo
por saco de azúcar para llevar adelante su proyecto de
escuelas rurales

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