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Estancias, mansiones y fantasmas: La Estancia Montelen (página 2)



Partes: 1, 2

"Pero, ¿qué hay de cierto
detrás de toda esta historia? ¿Qué es lo que
se esconde entre los pliegos de tan tremendo, exótico y
cautivante relato?

"La respuesta es contundente.

"Según la institución encargada de
conservar y transmitir la memoria del palacio (Comisión
Permanente de Homenaje al general don Eustoquio Díaz
Vélez) no hay nada de cierto en toda la historia que
transcribimos.

"Nunca hubo una hija. Eustaquio (h) engendró
únicamente varones (Carlos y Eugenio), por lo tanto
jamás existió una mujer enamorada, ni novio atacado
por un gran gato africano en pleno corazón de Barracas.
Además, el propietario de la mansión nunca
mató animal alguno, ni hubo leones deambulando libremente
por el parque. Por otro lado, Eustoquio (h) murió en 1910,
no en 1927, razón por la cual le habría sido
imposible asistir al drama, fechado por el rumor en
1916.

"El "desencanto" no podría ser
mayor.

"Pero, ¿por qué una fantasía de
ese tipo, una mentira de cabo a rabo, arraigó de manera
tan honda y duradera en el imaginario porteño? ¿De
dónde salió todo ese delirio? Respuesta: de un
libro publicado en España hace unos treinta
años,
Crónicas Absurdas de Buenos Aires
(editorial Saritnem, 1987) y escrito por un tal Manuel Vasco
da Fonseca. Según este autor, la historia de Manuela
/Mathilde fue relatada por un testigo presencial, el Barón
Adam Folkner, en su libro de memorias, publicado en
1939.

"Un absurdo tras otro. El propio título de
Fonseca lo indica sin pelos en la lengua. Una fantasía que
alimenta más fantasías. Pero a las casas encantadas
nada de esto les preocupa. Todo lo contrario. Encuentran en la
exageración, en lo exótico, en los sucesos
insólitos, su principal alimento. Y si éstos
refieren, solapadamente, arraigados temores de clase (como el
hecho de que sea una simple cocinera, un miembro de la
servidumbre, el enemigo interno, la causante del desastre) tanto
mejor
".[18]

He ahí una historia que nunca ocurrió.
Falsa de cabo a rabo, pero que se sigue repitiendo en los
portales de Internet, libros y visitas guiadas a
turistas.

¿Por qué el deseo de que un suceso tan
desafortunado y falso como ése sea cierto?

¿Romanticismo puro y llano?

¿Morbo colectivo?

Tal vez haya algo de eso. Pero lo que es extraño
y llama la atención es el esfuerzo que aún se
invierte en difundir la leyenda. ¿Será para
justificar a posteriori la aparición de fantasmas?
¿O acaso lo que se pretende es indicar que (como
decía el título de una vieja telenovela) "los
ricos también lloran
"?

Claro que el hecho de que los asesinos hayan sido
leones, y no otros animales salvajes, genera
también algunas dudas.

En ambos dramas (en el de la mansión Barracas y
en el de la estancia "La Matilde"/Montelen), son esos felinos
africanos
los catalizadores de las truculentas
muertes.

Lo foráneo, lo raro, acarrea
distinción, pero también dolor y sufrimiento. Por
eso lo raro genera miedo.

¿O estamos frente a un simple relato moralista,
una mera fábula proto-ecológica que nos alerta
sobre los peligros de alterar el hábitat de animales que
nacieron para vivir en la sabana?

Lo cierto es que el felino aparece, como en
tantísimos cuentos del siglo XIX, representando la
traición
. El león actúa de manera
inesperada. Sin aviso. Por detrás. Y en ese
accionar rompe con toda una batería de ideas y valores muy
difundidos en aquellos días de optimismo burgués:
la previsibilidad, la seguridad y la creencia en el progreso
indefinido.

El león, específicamente en estos dos
relatos, actúa de manera anárquica. Se sale de la
norma. No obedece, como lo haría un perro, un caballo o un
gaucho devenido en peón. El gran gato africano
genera incertidumbre. En pocas palabras: encarna dos de los
temores más profundos de la burguesía ganadera de
fines del siglo XIX y principios del XX: la desobediencia y
la rebelión
.

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Pero volvamos a la estancia de Bragado y, partiendo de
la experiencia recabada en Barracas, preguntémonos:
¿aconteció realmente ese luctuoso
episodio? ¿Fue real la decapitación de la
niña, o es producto de la imaginación colectiva,
del boca a boca y la tradición oral?

En principio todo parecería indicar que
sí ocurrió
; pero hoy conocemos muy bien los
mecanismos y la tremenda fuerza que tienen los
rumores.[19] Por ese motivo, nos vamos a permitir
plantear la hipótesis contraria, ya que detectamos algunas
contradicciones importantes que queremos expresar.

En primer lugar, no tenemos el nombre ni el apellido
certificados del hombre que atendía a los animales. La
tradición nos habla de que la niña (víctima)
se llamaba Amalia, pero esto de por sí no
significa nada. En el caso de los Díaz Vélez, como
hemos visto, se dan muchos nombres y apellidos y sabemos que la
historia es apócrifa por completo. Además, el grado
de parentesco entre el cuidador y la niña varía en
dos de las versiones conocidas. En una es la hija. En otra, la
nieta. Nada es seguro. Lo más probable es que el nombre
"Amalia" sea un injerto sin base alguna. A no ser en el
imaginario que la historia generó.

En segundo término, no hay certeza de la fecha
exacta de la tragedia. Como dijimos anteriormente, el
artículo publicado en la Revista Historias Para ser
Contadas
de 1999[20]no da ningún marco
cronológico exacto o aproximado. Ni un solo año.
Únicamente se afirma de manera vaga que ocurrió
"en época de los Salaberry". En tanto que en un
reportaje posterior emitido por televisión, el responsable
del artículo sostiene (ahí sí con
algo de precisión) que el ataque y
decapitación ocurrió "entre 1904 y 1911…
o 1912
".

Demasiada ambigüedad. Hay casi una década de
diferencia. Es mucho tiempo para que una fluctuación de
ese tipo se sostenga, máxime con un hecho tan inusual y en
una zona donde no deberían abundar leones matando
niños de un zarpazo sin llegar a la prensa o a los
juzgados.

Pero hagamos un paréntesis en la
crítica.

Convengamos provisoriamente que el accidente haya
ocurrido, en efecto, entre 1904 y 1912 (como dice la
tradición oral) y pasemos al tema de las jaulas. Que no es
un tema menor.

((

Según dijimos en la primera parte de este
trabajo, las famosas jaulas (leoneras) de la estancia
"La Matilde"/Montelen se habrían construido con
las antiguas rejas que rodeaban la Quinta de los Lezica,
en el actual barrio porteño de Caballito, y que Salaberry
comprara cuando la quinta fue vendida y desmantelada.

Pero, ¿cuándo ocurrió
eso?

Ambrosio Plácido Lezica fue un poderoso y
reconocido comerciante/terrateniente argentino del siglo XIX.
Político, y con contacto en las más altas esferas
del orden conservador, supo tener una coloquial relación
con el presidente Sarmiento, quien visitó al menos en una
oportunidad la quinta que don Ambrosio había empezado a
construir desde 1860 y que disfrutó hasta el día de
su muerte, acaecida en 1881.

Tras el deceso de su propietario, el predio quedó
abandonado a la buena de Dios y, tanto la casa principal, el
majestuoso invernadero y el cerco perimetral enrejado, empezaron
a deteriorarse lentamente, sin mantenimiento alguno. Hacia el
año 1900 su estado era calamitoso. Entonces, en 1908, la
viuda y heredera le encomienda a su hijo la venta de la
propiedad, que es ofrecida en primera instancia al gobierno
municipal porteño. Pero las tratativas no anduvieron. No
hubo acuerdo en el precio y la quinta siguió concentrando
maleza y destrucción durante los siguientes veinte
años. Recién en 1927 el municipio decidió
dictar una ordenanza expropiando el terreno y, meses más
tarde, con fecha 10 de julio de 1928, inaugurar una plaza
pública (hoy Parque Rivadavia).[21]
Recién entonces debieron removerse las rejas perimetrales,
ya que en el archivo fotográfico de la familia Lezica hay
tomas de la década de 1920 que muestran claramente que las
rejas seguían en su sitio.

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Por ende, ¿cómo es posible que el
accidente de la niña ("que asomó su cabecita
por los barrotes
") pueda haber ocurrido casi 16 años
antes de que la jaula fuera construida?

Una de dos: o la tragedia ocurrió después
de 1928 (y no entre 1904/1912) o… nunca
ocurrió.

¿Cuál es el posible origen de esta
confusión?

Al parecer, la historia de "Amalia" (sic)
proviene de la tradición oral, afortunadamente recopilada
en la zona de Bragado; y el principal
(¿único?) informante ha sido un vecino de
apellido Ciancaglini, citado en el artículo de la
Revista Historias para ser Contadas y en un reportaje de
televisión.[22]

Pero, ¿fue ese informante, testigo directo
del drama
?

Dicen que sí.[23]

Pero, una vez más, los años no
cierran
.

Se cuenta que Ricardo Ciancaglini era hijo del
administrador de la estancia y que de muy chico, viviendo en la
propiedad, fue testigo de las jaulas, de los leones y del
accidente sufrido por la niña. Pero he aquí el
problemita (y cito textualmente):

"Cuando se produce el quiebre de la estancia,
entra en escena en 1934, la Compañía
Argentina de Bienes y Raíces", subsidiaria del banco
Argentino Uruguayo, de la cual Osvaldo, el padre de Ricardo
Cincaglini
, era
administrador
".[24]

Una vez más nos alejamos de la fecha otorgada
(1904/1912), siendo imposible, por lo tanto, que Ricardo
Ciancaglini haya podido ver algo que ocurrió en
el lugar por lo menos 24 años antes de que él
llegara a "La Matilda".

Y hay más.

La tradición también sostiene que el
cuerpo sin cabeza de la niña fue enterrado en las
cercanías de la Capilla neogótica del Sagrado
Corazón
. También aquí hay un desfasaje:
la capilla se construyó en 1914, dos años
después del supuesto accidente. ¿O fue al
revés, y levantaron el templo católico en
cercanías de la tumba de la pequeña
mujercita
?

Por último: si las jaulas fueron parte del parque
diseñado por Charles Thays (o montadas inmediatamente
después del mismo), ¿cuándo el famoso
paisajista francés fue contratado por los
Salaberry?

Tampoco hay fecha cierta de eso, ni se sindica a la
estancia "La Matilda" en el listado completo de obras
(contrataciones) privadas (estancias/jardines de residencias)
realizadas por Thays.[25]

En el universo de la historia oral muchas cosas son
posibles, en especial los errores de la memoria. El pasado es una
combinación interesante de hechos reales, fantasías
y mentiras que con el tiempo se funden en un todo indiscernible
que hace imposible la separación entre lo ocurrido y lo no
ocurrido.

Pero aún no siendo cierta, la historia
de la niña decapitada se acopla perfectamente al moderno
rumor de fantasmas deambulando por las ruinas de la propiedad;
enriqueciendo el patrimonio intangible del lugar.

Y ese patrimonio también es
historia
.

Vayamos ahora al segundo suceso morboso que alimenta la
idea de que el bosque de Montelen está
encantado.

((

El 19 de noviembre de 1938 la opinión
pública cordobesa, y más tarde la de todo el
país, se vio conmocionada por la desaparición de
una niña de 9 años de edad en el barrio San
Martín de Córdoba (capital). Se llamaba Marta
Ofelia Stutz (Martita, para medios de
comunicación) y su caso mantuvo en vilo a la Argentina
durante largo tiempo, convirtiéndose en un ejemplo
temprano y emblemático de cómo la prensa manipula
la sensibilidad de las masas, generando una psicosis colectiva y
convirtiendo el crimen en un show por entregas.

Nosotros ya estamos acostumbrados a eso. Pero hacia
fines de la década de 1930 no era algo a lo que la gente
estuviera habituada. Por entonces, "si salía en los
diarios, era verdad
". Las opiniones del periodismo, sus
hipótesis, sentencias e intereses
políticos, no se discutían del mismo modo que hoy.
El sentido crítico de la mayoría de los lectores
era otro y la falacia del experto funcionaba mucho
mejor.[26]

En resumidas cuentas, el caso Stutz (del que hay una
ingente bibliografía) se sintetiza del siguiente
modo:

Martita sale a comprar una revista. No regresa.
Desaparece. Su familia (humilde) no recibe ningún pedido
de rescate. Se descarta el secuestro. Surgen otras dos
hipótesis: venganza o crimen sexual. La primera se desecha
rápidamente. Los padres de Martita no tienen enemigos ni
andan en asuntos turbios. La segunda hipótesis empieza a
cobrar fuerza. Gana los medios. Empiezan a aparecer "testigos".
Dos niños dicen que la vieron en un auto
(voiturette) color verde, en dirección a Pajas
Blancas (a la afueras de Córdoba). Iba con dos hombres,
dice uno. El otro: solo con uno y era gordo. La policía
rastrilla toda la ciudad. Aparece el auto verde en
cuestión y detienen a su propietario (un hombre gordo).
Nada tenía que ver con el asunto (de todos modos estuvo
preso 3 años). Surge otro sospechoso, un tal José
Bautista Barrientos (conductor de tranvías y proveedor de
menores para fiestas sexuales), quien complica a su vez a otro
sujeto (Vidoni de apellido) dueño de un horno en el que
encuentran restos humanos. Pero no eran de una niña.
Vidoni muere como consecuencia de las torturas recibidas por la
policía en diciembre de 1938. Había que encontrar
un culpable. El gobernador de Córdoba (Amadeo Sabattini,
UCR) exige una resolución pronta. Teme que el gobierno
nacional (conservador) aproveche el crimen e intervenga la
provincia. Se inicia una caza de brujas. Dos prostitutas acusan a
un cliente de "andar pidiendo nenas para fiestitas". Es
cuando aparece en esta historia Antonio Suárez
Zabala
. Desde entonces, el "Vampiro de
Córdoba
". El acusado es incomunicado. Se le dicta
prisión preventiva. Aún bajo tortura se declara
inocente. La prensa lo destruye. En abril de 1939 se cierra el
sumario. No pueden inculparlo del crimen, pero sí por
proxeneta (rapto y violación de Marta). En 1941, tras un
juicio sumamente mediatizado, es condenado a 17 años de
prisión. En 1943 la sentencia (apelada por la defensa) es
revisada. Dos votos contra uno, el tribunal decide dejarlo libre
por falta de pruebas y desaparición del cuerpo del delito.
Suárez Zabala, tras 4 años encarcelado, deja el
penal. Se muda a Chile y no regresará más de ese
exilio. El crimen de Martita quedó irresuelto.

Entonces se inició la leyenda y la estancia
Montelen entra en escena.

((

Las creencias populares de los últimos
años dejan flotando el rumor de que en el tupido bosque de
Montelen no sólo hay una tumba, sino
dos
.

La primera, se correspondería con la de la
niña muerta por la leona en el parque y zoológico
privado de los Salaberry.

La segunda, no oficializada por la ciencia forense y
arrastrando una historia aún más truculenta,
sería, nada más ni nada menos, que la de Martita
Stutz. Claro que para aceptar un cuento como ese,
primero hay que creer a pie juntillas en una maquiavélica
conspiración, fomentada por la "certeza" de que
hay fantasmas rondando la estancia.

Pero, ¿cómo es que llegó esa
infortunada niña, desaparecida en Córdoba, hasta
Montelen?

Antonio Suárez Zabala trabajaba para
GENIOL. Gerenciaba la distribución del famoso
analgésico en la provincia mediterránea. Ingeniero,
casado, con esposa e hijos, tenía también mucho
tiempo libre para frecuentar prostitutas jóvenes. Ese fue
su mayor pecado y el inicio de su calvario. Dos de esas mujeres
serían, como ya vimos, las que lo involucrarían en
la desaparición y crimen de Martita. Pero eso no hubiera
sido tan llamativo sin un dato adicional, que la prensa
explotó al máximo: Antonio no sólo
era empleado de GENIOL, sino hermano de Francisco
Suárez Zabala
, inventor del analgésico y
dueño de la estancia Montelen de la región de
Bragado.

Para algunos investigadores, este dato fue el que
terminó de hundir al sospechoso. Que un miembro de una de
las castas más ricas y poderosas del país estuviera
involucrado en un asunto tan escabroso como lo es la pedofilia,
no pudo ser obviado. Y no lo hicieron. Adujeron que la familia
Suárez Zabala "embarró" el proceso
judicial haciendo uso de sus influencias y poder
económico, amén de contratar al abogado defensor
más prestigioso de la época (Dr. Deodoro
Roca).

Habrían actuado como clan, protegiendo su
imperio. Se cuidaron de no dejar nada librado al azar. De esta
forma, siguiendo este punto de vista conspirativo, Antonio y sus
encubridores tomaron los recaudos necesarios para hacer
desaparecer el cuerpo de la víctima,
trasladándolo bien lejos de la escena del crimen e
incinerándolo en un horno de ladrillos de la estancia
Montelen,
en el corazón de la provincia de Buenos
Aires.

De este modo, la supuesta complicidad de los hermanos,
el exilio posterior de Antonio en Chile (de donde nunca
más volvió), su silencio y los convenientes
contactos familiares, habrían sido los responsables de un
crimen casi perfecto. El rumor se difundió como reguero de
pólvora, y la pretendida ubicación de los huesos
(cenizas, en realidad) de Martita Stutz en la estancia fue para
muchos una realidad incuestionable.

El tiempo se encargó de adornar el hecho con
supuestos sucesos paranormales.

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Una vez más, las exageraciones y fabulaciones,
dichas y repetidas hasta el cansancio a la vera de un
fogón (real o digital), se solidificaron con el tiempo,
convirtiéndose en verdades a medias que, acriticamente
abordadas una y otra vez, terminaron transformándose en
"verdades completas".

"Recorriendo las instalaciones de Montelen, no
pocos (te diría entre 8 y 10 personas) me aseguraban que
en uno de los hornos de ladrillos que tenía la estancia
había desaparecido Martita Stutz.
Esto en
función del testimonio de antiguos trabajadores de la
estancia que hoy prácticamente han desaparecido, porque
esto que te estoy contando sucedió hace 15 años
Entonces, no me extraña a mí que haya una
aparición. Que ande por ahí rondando algo
etéreo. Que existe y está vagando por el
lugar
".[27]

El testimonio anterior, captado después de que se
hiciera pública la "misteriosa" foto de la niña en
la capilla abandonada, se complementa con una serie de
comentarios publicados en una página de Internet (un blog,
en realidad), en la interactúan varías personas,
discutiendo sobre el tema.[28] Reproduciremos dos
de esos dichos ya que, de ser ciertos, le estarían dando a
la hipótesis Stutz un peso interesante a la hora
de evaluar el mecanismo de la difusión de rumores (no de
los hechos realmente acaecidos, que todavía están y
seguirán estando en penumbras).

"A mí me impresionó mucho ese rapto y
asesinato –
dice una tal Inés en agosto de
2009-. Yo tenía 8 años y era sobrina de uno de
los dueños de la Farmacia Franco-Inglesa, en ese entonces
la mayor del mundo. Mis tíos eran amigos de los
Suárez Zabala. Yo conocí la estancia de ellos y
vi el horno para hacer ladrillos donde Suárez Zabala, "el
asesino", quemó a Marta Stutz. La esposa del dueño
de GENIOL
estaba muy apesadumbrada, ya que se trataba de su
cuñado. Delante mío, contó a mi
tía, su amiga, todo.
Se pueden imaginar que esas cosas
nunca se olvidan. La estancia era muy linda. Yo era una
nena de 8 años. Jamás me olvidé de lo
qué escuché. Hoy tengo 79 años y recuerdo
todo como si fuera ayer".

El segundo testimonio, en primera instancia no es
anónimo (aunque no tenemos manera de probar la verdadera
identidad de la persona que dice ser):

"10 de enero de 2012. Hola gente interesada en la
vida y obra del bioquímico y farmacéutico Francisco
Suárez Zabala. Soy nieta del creador de GENIOL. Mi
nombre es Lucía María Suárez. Hay muchos
hechos contados en este sitio dolorosamente ciertos. Otros no. Y
afectaron mucho a mi padre, quien murió el año
pasado. Mi abuela, "Meme- Elida Rodríguez Blanco de
Zorrilla de San Martín (educada en un selecto colegio de
Londres, era de una familia muy paqueta de Montevideo). Ella me
dejó escritos, diarios, recortes, fotos, estatuillas, etc.
Mi familia (madre, padre, hermanos) nunca tuvimos nada de esa
fortuna que hizo mi abuelo, al que llamábamos Dady. Mis
padres hicieron una opción ideológica para que no
nos criáramos en ese ambiente falso, cínico y de
doble moral.
(…) El asesinato de Martita fue el primer
caso de trata de la Argentina y nunca se supo dónde
está su cuerpito. Fue mi tío abuelo, Antonio
Suárez Zabala, según las crónicas policiales
y las pruebas tajantes.
Pero mi abuelo le puso los mejores
abogados y quedó libre. Aunque mi abuelo jamás
quiso volver a verlo."

¿Quemaron el cuerpo de Martita Stutz en la
estancia Montelen?

No lo creemos. Pero no es importante lo que nosotros
creamos, sino lo que el imaginario popular cree que efectivamente
ocurrió, a pesar de las discordancias que existen en la
historia. Y la primera de ellas tiene que ver (una vez
más) con la cronología.

Si la desaparición de Marta Stutz se produjo en
1938, es poco probable que "el asesino y sus cómplices" la
hayan llevado a Montelen para incinerarla, ya que los
Suárez Zabala compraron la estancia recién en 1942.
A menos que hayan estado con el cadáver o la niña
secuestrada de un lado para otro durante 4 largos años.
Por otro lado, el casco y los hornos de ladrillos no están
cerca de Córdoba capital. Finalmente, no creemos que un
hecho aberrante como ese haya podido pasar desapercibido en una
estancia que por entonces tenía unos 160 empleados
trabajando permanentemente en ella.

Tiempo, fantasías, propagadores de misterios,
datos inciertos, miedos y prejuicios, redes sociales y medios de
comunicación, se amalgaman y reconstruyen el pasado de un
modo muy particular. Algunas veces para avalar sucesos del
presente (¿fantasmas?). Otras, lisa y llanamente,
para inventarlos. Y no importa la lógica del discurso
cuando el poder de la creencia es infinito. Casi siempre es la
razón la que pierde la partida y aquello de empieza con un
"se dice" se transforma, con el paso de los días,
meses o años, en verdades que nadie pone en tela
de juicio y aceptan sin cuestionar. Máxime cuando, como en
el caso de Martita Stutz, se sugiere la existencia de una
operación conspirativa, ya que, como dice Jorge
Halperín, "Si creemos en la conspiración ya no
necesitamos evidencias
".[29]

PARTE 3

Lo que el viento
se llevó

Las ruinas de la estancia
Montelen

"Cada ser es un himno
destruido."

E. M. Cioran

El viernes 4 de enero de 1974 un tremendo tornado
terminó con dos de los edificios más
emblemáticos de la estancia Montelen: la Escuela N° 2
y la capilla del Sagrado Corazón, ambas inauguradas en
1914.

Nunca se reconstruyeron. Terminaron devoradas por las
plantas y árboles de un antiguo vivero insurrecto. Libre
del control humano. Desaforado, sublevado, se tragó
todo.

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La destrucción es jactanciosa. Llama la
atención. Nos atrapa y seduce. Su exuberancia corruptora
pide a gritos que la observemos. Que pensemos. Que nos
cuestionemos sobre el impagable precio del presente. Así
de sencilla es la cosa. Exasperante.

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Todo se retuerce, se quiebra, se descascara, tambalea y
cruje. Todo es mentira, ilusión. El monarca de la mente es
una mera fantasía afirmada en un trono de clavos oxidados
y sedas que se pudren y deshacen por el abandono. Meras vigas que
se sintieron eternas y hoy son un amasijo de pintura caída
y blanda. Aquel que soñó con la perennidad, se ve
subsumido en el ocaso; muchas veces antes de lo imaginado o
previsto.

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El silencio es quien somete, como un tiránico
rey, a los lugares abandonados, condenándolos al solo
sonido de las aves intrusivas que los anidan y
regentean.

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En los lugares abandonados rara vez los colores mantiene
su brillo. Lo opaco señorea por doquier y una
pátina de tristeza cubre absolutamente todo, dejando
—en larga agonía— espacios otrora llenos de
vida, de proyectos y esperanzas. Descoloridos, olvidados,
sólo les resta esperar su completa
desaparición.

Manchados, sucios, vestidos de polvo y mugre, humedad y
óxido, los sitios abandonados son los muestrarios
descarnados de la decadencia material de las cosas. Un anuncio.
Una profecía autocumplida que dispone de todo el tiempo
que existe para terminar de concretarse.

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El deterioro no respeta a ninguna institución, ni
siquiera a los templos, capillas o iglesias. No hay fuerza
universal que lo resista, ni voluntad omnisciente que lo detenga.
Ante él los dioses se vuelven vanos.

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Taperas. Con este nombre se identifican en Argentina a
las construcciones, generalmente humildes, que han sido
abandonadas en el medio del campo. Ranchos, cascos de estancias,
puestos ganaderos o pulperías, se transforman en taperas
cuando la soledad las conquista y empieza su lento proceso de
deterioro. No hay forma de que pasen desapercibidas. Con el
tiempo se convierten en mojones de una geografía desolada
y puro horizonte. El ojo entrenado no puede dejar de verlas y
aún así las ignora. Se convierten en una parte
más del paisaje. Acaban naturalizándose. El campo
las fagocita y con ellas desaparece también la
memoria.

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Para los ingenieros civiles (constructores de edificios
y puentes) los lugares abandonados se convierten en laboratorios
donde es posible estudiar de manera directa la
«resistencia de los materiales». Allí
cada elemento se pone a prueba, mostrando sus miserias y
reducidas capacidades de sobrevivencia. No importa cuán
duros fueron. El tiempo los termina deteriorando,
ablandándolos, facilitando así la
comprensión de los procesos que han llevado a la
decadencia material de imperios y civilizaciones del pasado. Las
cosas adquieren su propia historia y lo que muchos consideran
"eterno" se vuelven perecederos y susceptibles a "morir" como si
fueran elementos orgánicos.

Los lugares abandonados fueron/son como espejos en los
que nosotros podemos reflejarnos.

Esperamos que este trabajo sobre Montelen haya servido,
al menos, para eso.

 

 

Autor:

Fernando Jorge Soto
Roland*

FJSR

FEBRERO 2014

[1] La información recabada de la
estancia y las historias locales de la zona de Bragado han
estado siendo publicadas desde hace quince años, en la
excelente Revista Historias Para ser Contadas, dirigida por el
investigador Juan Luján Caputo. La temática sobre
Montelen, específicamente, salió en el VOL.5,
año 1, de agosto/setiembre de 1999, pp.5-31. De
ahí hemos sacado los principales datos y referencias
para la primera parte este trabajo.

[2] Testimonio recabado por el P. Meinrado
Hux de boca del comerciante y vecino de Bragado Don Electo
Urquizo, Revista Historia Para ser Contadas,”El Hombre
que inició la historia de Montelen”, Op.cit.
pág.8.

[3] Op.cit., p.10.

[4] Según el P. Meinrado Hux, sus
hijos varones tuvieron un destino un tanto peor. Raúl
falleció siendo joven producto de un aparente coma
alcohólico. Pepe, endeudado hasta el cuello,
debió vender sus tierras a muy bajo precio. Maximillo
hizo lo mismo y falleció en 1915.

[5] Para una cronología sencilla
véase: Ávila, Leonel G., Salaberry entre ruinas y
¿fantasmas?, Cuarto Poder, Bragado, sábado 5 de
mayo 2012. Disponible en Web: http://archive.is/WAAy8.

[6] Para una historia bien detallada y
documentada sobre el tema, véase: Losada, Leandro,
Historias de las Elites en la Argentina. Desde la conquista
hasta el surgimiento del peronismo, Sudamericana, Buenos Aires,
2009.

[7] Caputo, Juan Luján, “Dos
historias, dos destinos” en Revista Historias Para ser
Contadas, Vol.5, año 1, agosto/setiembre 1999, Bragado,
Argentina, pág. 24.

[8] Fue conocido como el Jardinero Mayor de
Buenos Aires. Su obra en el territorio argentino se
desarrolló desde 1889 hasta bien entrado el siglo XX.
Aunque francés de nacimiento y formación,
adoptó a la Argentina como patria, estudiando y
valorando su acervo natural y cultural. – Construyó
parques y paseos determinantes para la conformación de
la imagen urbana nacional, incorporando flora extranjera y
nativa y abarcando una amplia paleta de colores. – Como
Director de Paseos de la Ciudad de Buenos Aires concretó
y remodeló la mayoría de sus espacios verdes:
parques 3 de Febrero, Los Andes, Ameghino, Colón,
Patricios, Chacabuco, Pereyra, Centenario, Lezama, Avellaneda e
Intendente Alvear así como las plazas del Congreso, de
Mayo, Rodríguez Peña, Solís, Castelli,
Brown, Balcarce y otras. – También construyó
jardines en hospitales, regimientos, edificios públicos
y arboló las calles con 150.000 ejemplares. – La figura
de Thays también fue clave en la protección del
patrimonio natural, la producción de la yerba mate y la
botánica científica. – Cuando comenzó su
gestión como Director de Parques, los Bosques de Palermo
tenían unas 180 hectáreas. Él logró
triplicar su extensión. Además de dibujar parques
y plazas, también diseñaba el mobiliario,
incluidos los bebederos y las casas de los guardianes.
También diseñó invernaderos y luminarias
que mandaba a traer desde París. – La obra del
arquitecto y paisajista Carlos Thays no se agota en los
parques, el arbolado y calles de la Ciudad. Puede verse en
distintos pùntos de la Argentina y otros países,
como el Parque Sarmiento (Córdoba), el 9 de Julio
(Tucumán), el Independencia (Rosario), el San
Martín (Mendoza), el Urquiza (Paraná), la
urbanización balnearia de Mar del Plata, los parques de
estancias emblemáticas como La Candelaria de Lobos o La
Porteña de San Antonio de Areco, el barrio de Carrasco
(Montevideo) y el Maranhao (Brasil). – Además de paseos
públicos, construyó parques para estancias y
residencias privadas.

[9] Caputo, Juan Luján, “Dos
historias, dos destinos” en Revista Historias Para ser
Contadas, Vol.5, año 1, agosto/setiembre 1999, Bragado,
Argentina, pág. 24.

[10] La cronología de esta tragedia no
aparece consignada en el artículo publicado en la
Revista Historias Para ser Contadas (pág.25 y
pág.31) sino en una nota periodística local de la
ciudad de Bragado. Disponible en Web:
http://www.youtube.com/watch?v=EWUF8w0asMk

[11] Dato consignado en entrevista
periodística antes citada.

[12] Caputo, J.L., op.cit. p.31.

[13] Véase: Soto Roland, Fernando
Jorge, Visitantes de la Noche, Editorial Martín, Mar del
Plata, 1997. Disponible en Web:
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/visitantes_de_la_noche.htm

[14] Véase: Errantes y abandonados.
Disponible en Web:
/trabajos97/errantes-y-condenados-barcos-fantasmas/errantes-y-condenados-barcos-fantasmas

[15] Véase: Soto Roland, Fernando
Jorge, El Abandono y el Olvido. Cuaderno de reflexiones sobre
lugares abandonados en Argentina, Editorial Virtual Libroptica.
Disponible en Web:
http://www.libroptica.com.ar/AbandonoyOlvido.html

[16] Véase artículo disponible
en Web :
http://www.yumpu.com/es/document/view/19494196/articulo-el-universo-onirico-de-la-criptozoologia

[17] Pareidolia: La pareidolia (derivada
etimológicamente del griego eidolon (e?d????):
‘figura’ o ‘imagen’ y el prefijo para
(pa??): ‘junto a’ o ‘adjunta’) es un
fenómeno psicológico donde un estímulo
vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido
erróneamente como una forma reconocible. Disponible en
Web: http://es.wikipedia.org/wiki/Pareidolia

[18] Véase:
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/casas_encantadas.htm

[19] Véase: Sunstein, Cass R.,
Rumores. Cómo se difunden las falsedades, por qué
nos las creemos y qué se puede hacer contra ellas,
Debate, Uruguay, 2009.

[20] Sin referencia a ninguna fuente escrita,
y basándose sólo en el testimonio oral de un
habitante de la estancia.

[21] Véase: Nogués, Germinal,
Buenos Aires ciudad secreta, Editorial Sudamericana, Buenos
Aires, 2003.

[22] Caputo, J.L., op.cit. pág.
23.

[23] Véase testimonio oral de Juan
Luján Caputo. Minuto 3’59’’ disponible
en Web: http://www.youtube.com/watch?v=EWUF8w0asMk

[24] Caputo, J.L., op.cit. pág. 23.
Las negritas son mías.

[25] Véase: disponible en Web
http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Thays#Obras_privadas

[26] Falacia del experto: determinadas
afirmaciones no pueden ser discutidas racionalmente porque se
consideran avaladas por un supuesto consenso académico.
Con frecuencia, este consenso es más una
invención periodística que una realidad, pero
incluso aunque existiera, no justifica la clausura de
ningún debate. Es tan real el efecto que tiene la manera
como una persona luce en su credibilidad profesional, que hasta
a ese fenómeno se le ha dado un nombre científico
"la falacia del experto" y es que la existencia de este
fenómeno demuestra que para bien o para mal, la
apariencia puede ser igual o incluso en algunos casos hasta
más importante que el conocimiento especializado o
especifico en determinada área. Pero, ¿Qué
es la falacia del experto? El mundo en que vivimos es tan
complejo, estamos inundados de tantos mensajes,
imágenes, y sonidos permanentemente lo que hace muy
difícil descifrarlo, es por eso que nuestro cerebro nos
ayuda buscando algunas señales que nos permita
interpretar de una manera ágil y confiable una realidad.
Dada esta necesidad, nuestro cerebro construye su
percepción de lo que ve, usando unas ideas preconcebidas
y nos hace confiar en aquellas personas que dan una imagen de
estabilidad (El Médico y su bata blanca, o el abogado
que usa traje y corbata por ejemplo). Por lo tanto, confiamos
mas en lo que nos dicen, porque el cerebro envía un
mensaje de confiabilidad por la interpretación que le
da, a la realidad que ve.

[27] Véase testimonio disponible en
Web:
http://www.discusionez.com/paranormal/1345938-fantasma-en-montelen.html?langid=1#.UvrV7GKSyP8

[28] Véase:
http://principiodeidentidad.blogspot.com.ar/2008/11/la-desaparicin-de-marta-stutz.html

[29] Halperín, Jorge, Mentiras
Verdaderas. 100 historias de horror, lujuria y sexo que
alimentan la mitología urbana de los argentinos,
Editorial Atlántida, Buenos Aires, 2000,
pág.269.

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