Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Memorias autobiográficas, historico-políticas y de caracter social (página 17)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17

De ahí las constantes reclamaciones
de las secciones, las subvenciones a los Departamentos y
Municipios pobres, y de ahí las acusaciones contra las
ordenanzas seccionales. Así, pues, un estudio serio y
profundo de la situación económica de la
nación, de las fuentes auténticas de su riqueza y
de sus productos y un catastro bien formado, para poder expedir
las leyes sobre impuestos y establecer un buen sistema
tributario, se imponen inexorablemente a Colombia, no menos que
una reforma constitucional que ponga un dique al Cuerpo
Legislativo, a fin de evitar los abusos que cometen los
congresistas en su prodigalidad para disponer del Tesoro
público en favor de las secciones.

Hay en Colombia la creencia errónea
de que el Congreso tiene por la Constitución facultades
omnímodas y dictatoriales. El Congreso es una rama del
Gobierno, constituye uno de los tres Poderes públicos en
que está dividida la Administración, y sus
facultades están limitadas tanto como las del Poder
ejecutivo y las del Poder judicial. La reforma constitucional que
estableciese los límites del Congreso en materias fiscales
podría tener como sanción (ya que no era posible
hacerla efectiva a cada uno de sus miembros corno a. los del
Poder Ejecutivo y del Poder Judicial), la nulidad de los actos
legislativos transgresores de la prohibición
constitucional. Esta nulidad podría ser decretada por el
Consejo de Estado" o por la Corte Suprema Nacional.

Además de la ignorancia, es causa
del atraso de nuestro pueblo el abuso de las bebidas
alcohólicas, que envenenan los organismos mejor
constituidos y atrofian los órganos de los desgraciados
que caen bajo su perniciosa influencia. En el pueblo de Colombia,
se halla muy extendida ese funesto abuso. En las regiones
cálidas se bebe el alcohol como excitante de la
transpiración para refrescarse, y en las regiones
frías como excitante para entrar en calor. En la Costa, en
el Cauca y en el Tolima por ejemplo, se toma aguardiente
destilado de la caña de azúcar en muy malas
condiciones o el guarapo, que es un fermento de azúcar
negro con malas aguas. En la altiplanicie de Bogotá se
consume la funesta chicha, bebida fermentada del
maíz con aguas en lo general impotables.

Los aguardientes excitan
extraordinariamente los centros cerebrales y nerviosos de los
individuos, quienes en lo general tienen una corta existencia y
mueren intoxicados con delírium tremens o
afecciones cerebrales. Los que consumen la chicha son atacados
por disenterías infecciosas y por tuberculosis intestinal.
El envenenamiento proviene de las malas aguas con que se forman
los fermentos tóxicos.

La gente rica, los jóvenes
especialmente, consumen los licores extranjeros, los cuales se
venden a un precio extraordinario, porque además de los
fuertes gastos de transporte pagan altísimos derechos de
Aduana. No obstante esto, el consumo, en vez de disminuir,
aumenta y mientras mas caro es el artículo se considera
que es de mayor tono el consumirlo. En Bogotá una botella
de coñac Martelí o Hennessy cuesta por lo menos 40
francos, y una botella de champaña 50.

A pesar de estos fuertes derechos, repito,
el consumo aumenta. Un comisionista de esta ciudad, muy conocedor
de las estadísticas de las exportaciones de licores, me
decía que de Francia se exportaban los coñacs o
brandys en tanta cantidad para Colombia como para las
demás repúblicas españolas de la
América reunidas, y el Comandante del vapor «
Labrador », quien había hecho muchos viajes
a Colombia, exclamaba alguna vez en conversaciones de a bordo :
« Oir, les Colombiens soní dévorós
par l "alcool el par la politique

La introducción a Colombia de
licores y vinos extranjeros y el expendio de esos
artículos por mayor y en detalle, han sido la fuente de
grandes fortunas en la República. Es extraordinario, me
decía alguna vez el Dr. Camacho Roldan, fundador de una
gran librería en Bogotá, que en Colombia se vendan
cien veces mas las botellas de brandy que los libros.

Ya que no es posible prohibir el consumo de
licores alcohólicos en Colombia, como se ha hecho respecto
de los ajenjos en Suiza

y en Francia, debería
establecerse el monopolio de esos artículos

y de la introducción y venta de los
cigarrillos como se hizo en

tiempo del General Reyes, elevando los
derechos de Aduana para

derivar una pingue renta
nacional.

CAUSAS PROVENIENTES DE FALTA DE EDUCACION
POLITICA,

O DE VICIOS SOCIALES.

Repito que la política es en
Colombia una de las industrias nacionales, y quizá no hay
un pueblo en donde se ocupen mas de lo que propiamente se llama
la política. Es tan grande la afición que
se tiene a las discusiones y controversias e intrigas de
carácter político, que todo se subordina e este
sentimiento rayano en manía. El comerciante olvida sus
intereses para acudir a las juntas electorales o
políticas. El médico abandona la cabecera del
enfermo, aunque se halle muy grave, porque llega la hora de
asistir al Consejo de la asociación política a que
pertenece, y hasta el humilde artesano deja de cumplir sus
compromisos para leer un periódico en la parte que trate
de política, mirando con desprecio algún otro
artículo que contenga enseñanzas referentes a su
industria.

Lo que dejo escrito se refiere a los
individuos que no son profesionales de la política. Estos
no piensan en otra cosa que en obtener puestos públicos y
en escribir periódicos para alcanzar notoriedad social y
popularidad electoral.

La política, que ha envenenado la
Sociedad colombiana, es una de las causas eficientes de nuestro
atraso industrial porque inteligencias brillantes y actividades y
energías geniales, no se aplican al desarrollo de empresas
útiles y benéficas para la sociedad, por estar
consagradas casi exclusivamente a las infecundas e ingratas
labores políticas,

La política ha extraviado los
criterios en Colombia, y ya los partidos no luchan por cuestiones
sociales o de carácter nacional o colectivo, sino por los
intereses personales de sus miembros, o de la propia existencia.
Tengo a la vista un periódico conservador de Colombia, en
que se dice « que hacen muy bien los liberales, (partido
caído) en no entrar a la lucha electoral próxima
con candidato propio porque, si por desgracia,
aprovechándose de la división del partido
conservador imperante, llegasen aquellos a triunfar en las
elecciones, los conservadores deberían impedir por todos
los medios el advenimiento al Poder del adversario ». Hace
poco un Senador de la República dijo en pleno Senado que
se necesitaba una guerrilla, aunque fuese corta, para
consolidar en el Poder al Partido conservador y evitar que tome
demasiado ascendiente en la conciencia pública el
liberalismo colombiano.

Asi, pues, se explica solamente por la
consideración de que los partidos no luchan por principios
o por ideales políticos y si por intereses personales, el
que las Comunidades llamadas políticas hayan mantenido y
sostengan aun esta guerra encarnizada y a muerte no estando
separadas por ninguna diferencia substancial en materias de
organización y de legislación, puesto que todos
somos republicanos y demócratas, con amplitudes o
expansiones mas o menos concretas e intensas. Nadie piensa en
Colombia en establecer la Monarquía, ni nadie piensa en
falsear las instituciones democráticas que hoy rigen. Las
grandes reformas de la Constitución para dar a ésta
la vestidura liberal, han sido obra en parte del Jefe del partido
conservador que hoy rige los destinos de la.
República.

No es posible suponer que se haga guerra y
se destruya y anarquize el país porque rija en Colombia el
sistema federal o cl centralismo, ni porque haya o no pena de
muerte, ni porque los magistrados de la Corte sean vitalicios o
rió, ni por otros pequeños detalles de
legislación. Se puede luchar. ir a los campos de batalla y
consumar actos de heroísmo y grandes sacrificios para
sostener la integridad, el honor y la independencia de la
República, o para fundar la verdadera república
democrática, aliando la libertad con el orden en
equilibradas proporciones; pero no para obtener el predominio
político en la República, y poder disponer del
Tesoro de la Nación.

En las naciones civilizadas y de marcado
adelanto político como Inglaterra y los Estados Unidos,
por ejemplo, no existen partidos políticos propiamente
dichos, porque allí no tienen razón de ser. Con
instituciones diferentes y aun contrarias, la Gran Bretaña
y los Estados Unidos marchan a la cabeza del Comercio y de la
Civilización del mundo y hacia un progreso
indefinido.

En Inglaterra nadie piensa en
República como nadie piensa en Monarquía en Norte
América, y una y otra nación son las mas ricas y
prósperas del orbe. Los partidos en esas dos naciones
luchan por cuestiones económicas y de carácter
social mas que político ¿ Por qué nosotros
en Colombia no imitamos los pueblos que nos ofrecen modelos tan
hermosos?

Pero sin pretender copiar las instituciones
de las grandes potencias, podemos siquiera imitar a Suiza, la
nación pequeña por su territorio, pero grande por
la excelencia de sus instituciones, por la moralidad de sus
costumbres y por la perfecta educación de su pueblo. En
Suiza se halla establecida la República sobre bases
sólidas e incomovibles. Suiza es la victoria
histórica mas espléndida de la. Democracia.
Allí la libertad marchando bajo la protección del
orden, ha hecho de ese pueblo feliz el objeto del respeto y de la
admiración del mundo.

Si el fanatismo político en Colombia
es una de las causas primeras del atraso de la República,
también lo es en parte el fanatismo religioso. Nada hay
tan santo, noble y respetable como la religión, ese
vínculo sagrado entre Dios y sus criaturas esa
comunicación, según la expresión de Victor
Hugo, del Infinito de abajo, que es el alma, con el Infinito de
arriba, que es Dios. « Si no

hubiera infierno, era menester
inventarío, decía Voltaire, y aun cuando yo soy
demoledor del edificio religioso deseo que mi mujer y mi sastre
sean creyentes, la una para que me sea fiel, y el otro para que
no me robe »

La Historia, desde que existe nos
enseña que el hombre es animal esencialmente religioso y
que en todos los pueblos, edades y latitudes, han existido y
existen las confesiones religiosas y las prácticas del
culto que de ellas se derivan. El hombre en su natural
aspiración a no desaparecer después de su muy corta
existencia, se ampara bajo las creencias religiosas y se escuda
con la fé contra el aniquilamiento de ese motor
indefinible que se llama el alma, o sea el espíritu
humano.

La religión es tan necesaria y tan
útil a los pueblos como pueden serlo la libertad y el
orden a las sociedades organizadas en forma de Estado. La clase
ignorante, especialmente, que carece de las sanciones que
establece la Sociedad y de los sentimientos del honor, no menos
que de la conveniencia personal, necesita, para apartarse del
camino del vicio y del crimen, del temor del castigo
religioso.

Pero de estas consideraciones o verdades
incontrovertibles respecto de la excelencia y conveniencia de la
religión en los pueblos, no se deduce que los Ministros de
ella tengan el derecho

-de inmiscuirse activamente en las
cuestiones puramente políticas o administrativas de las
sociedades en que deben ejercer su sagrado ministerio, olvidando
las palabras del Fundador del Cristianismo: « Dad a Dios lo
que es de Dios y a César lo que es de César
» y los sabios consejos y la doctrina que
contienen las Encíclicas de Leon XIII y de Pio
X.

Durante el Pontificado de Leon XIII, la
Cátedra de San Pedro vino a ser el primer Trono del orbe,
y ese gran Pontífice fue mas de una vez el Arbitro de la
paz del mundo.

Quiera Dios que en Colombia los Prelados y
Sacerdotes, miembros del clero católico, traten de
purificar sus espíritus y de desinfectarse de la
ponzoña de la política para poder ejercer con mas
libertad, autoridad, prestigio y eficacia la sublima
misión de paz y de amor que les está encomendada
por el Fundador del Cristianismo, y ojalá que el Gobierno
de la Republica, inspirándose en estos nobles sentimientos
recabe, por medio de alguna reforma discreta del Concordato, la
alta y decisiva influencia de la Santa Sede para que el clero
colombiano marche siempre sobre la vía sagrada, y no sobre
los senderos manchados de la política.

Permita Dios que el virtuoso y respetable
clero colombiano se penetre de que su misión sobre la
tierra es absolutamente evangélica y proviene de mandato
divino a fin de que nunca descienda de su dosel sagrado para
enlodarse entre las miserias terrenales.

Desgraciadamente en Colombia, la
política también, en su invasión corrosiva a
todos los organismos y en todos los campos, la logrado falsear el
ánimo de muchos sacerdotes católicos, virtuosos,
ilustrados y sin reproche, pero que, dominados por el
espíritu de partido toman parte activa en las luchas
políticas y eleccionarias y han llegado hasta predicar y
enseñar que los intereses grandes y sagrados de la Patria
deben subordinarse a los intereses religiosos.

« La religión primero que todo
y aun que la Patria » ha dicho en la Cátedra sagrada
uno de los sacerdotes de mayor ilustración y de virtud que
tiene en su seno el clero colombiano.

Esto no deja de ser un despropósito,
porque el Credo religioso es un atributo de los individuos que
forman esa grande y sagrada unidad que se llama Patria. La
Religión es una de las piedras angulares de la Patria.
Puede haber Patria sin religión; pero no puede haber
sentimiento religioso sin Patria por carencia de individuos que
lo abriguen.

Ojalá que esos ilustres sacerdotes
no olviden la respuesta que el gran Prelado de la Iglesia Romana,
Monseñor Amette, Cardenal Arzobispo de París, dio
al Secretario de S. S. Benedecto XV cuando aquél le
aconsejaba que observara en Francia la neutralidad de la Santa
Sede durante la guerra actual: « No puedo seguir los
consejos de V. Eminencia, contestó el gran Prelado,
"porque antes que Príncipe de la Iglesia y que Arzobispo,
soy Francés y todos los intereses deben subordinarse a los
de la Patria. Así, pues, soy partidario decidido de los
Aliados que luchan por la causa de la justicia y de la libertad,
pregonadas por Jesús Cristo, y por la Civilización
fundada sobre sus doctrinas sublimes ».

« El Cristianismo es mas grande y mas
respetable de rodillas en el Gólgota que coronado en el
Vaticano.» dijo Castelar en histórica
oración. Nunca ha alcanzado el Pontificado romano mayor
esplendor que, cuando despojado del Poder temporal que lo
deprimía, se ha colocado en su plaza sagrada como Vicario
de Cristo, y ocupando un trono mas alto que todos los tronos
terrenos del orbe.

CAPITULO XXXIX.

Resúmenes y
Conclusiones

SEGUNDA PARTE.

SUMARIO. Después de expedida la
Constitución de 1886 tuvieron lugar en Colombia dos
guerras civiles. – El General Reyes gobierna la República
de modo excepcional durante cinco años. – Suceden las
Administraciones constitucionales del General González
Valencia y de los Doctores Carlos E. Restrepo y José
Vicente Concha. – Homenaje al venerable Magistrado Dr. Manuel
Antonio Sanclemente. – Los partidos se subdividen después
del quinquenio. – Sus hombres principales.

Después de expedida y puesta en ejecución
la Constitución de 1866, hubo un período de nueve
años de paz durante las Administraciones de los
Señores Miguel Antonio Caro y Carlos Holguín,
porque el Dr. Nuñez, Presidente titular, se separé,
con singular desprendimiento, del ejercicio del Poder
público para que los expresados Señores, el uno
como Vice-Presidente, elegido popularmente y el otro como
Designado, nombrado por el Congreso, desempeñaran las
funciones del Poder Ejecutivo.

No obstante que durante esa época no
ocurrió revuelta armada y por consiguiente hubo paz,
propiamente dicha, el Gobierno acudió a algunas medidas
muy fuertes para prevenir los desórdenes, cuales el
extrañamiento del territorio nacional de hombres
distinguidos del liberalismo, como el Sr. Santiago Pérez,
por ejemplo, de supresiones de periódicos, de
allanamientos de imprenta, de trashumancia de Magistrados
judiciales y otras por el estilo, en virtud de las autorizaciones
que le concedía la llamada « Ley de los caballos
», conforme a la cual podía el Poder
Ejecutivo desterrar, fusilar, allanar imprentas, en una palabra
violar todas las libertades sociales, por medio de órdenes
verbales, cuando, a su juicio y de sus Ministros, hubiera temores
fundados de perturbación del orden público. No
entro en detalles sobre estos asuntos, porque de ellos me
ocuparé mas tarde extensamente.

En 1895 y bajo la. Presidencia del Sr.
Caro, el liberalismo se lanzó a una insurrección a
mano armada inoportuna y descabellada, porque en esos momentos el
partido regenerador imperante se hallaba profundamente dividido y
porque la Regeneración se había podrido en
flor,
según la expresión espiritual del Dr.
Nuñez. Esta revolución terminó muy pronto
por la actividad y espíritu conciliador del General Rafael
Reyes, quien, en el lapso de cuarenta días,
recorrió la mitad de la República, marcando su
marcha por la victoria en los campos de batalla, y por la
pacificación por medio de arreglos con los rebeldes. El
resultado de esta revolución, fue el mismo que siempre ha
alcanzado el liberalismo guerrista e impaciente cuando ha buscado
por medios violentos la reivindicación de sus derechos: la
unión de los conservadores contra el enemigo común,
y la consolidación del adversario en el Poder.

En 1899 tuvo lugar una revolución
terrible y sangrienta, que duró hasta 1903 y tuvo por
remate la desmembración del territorio colombiano y la
pérdida del Istmo de Panamá.

En 1904 fue elegido Presidente de la.
República el General Rafael Reyes, quien se hallaba
ausente en Europa durante la contienda.

Dicen en los círculos
eclesiásticos de Roma que en cada elección de un
nuevo Papa, el Espíritu Santo inspira el nombre del
Pontífice que debe convenir a las necesidades de la
Iglesia Católica.

Tal pudiera ser el criterio
filosófico para juzgar la elección del General
Reyes en 1904, porque, después del terrible movimiento que
había trastornado y arruinado el país hasta en sus
cimientos y cuando los colombianos todos, vencedores y vencidos,
habían depuesto las armas por haber experimentado el
cansancio de la sangre, la República necesitaba de un
hombre que, ausente del país durante largo tiempo, de
espíritu conciliador, y activo y enérgico como el
General Reyes, tuviese a su cargo la inmensa tarea de reconstruir
el País después de la catástrofe, y cuyo
advenimiento al Poder no entrañase las cóleras ni
las amenazas para ninguna colectividad
política.

La obra del Quinquenio, que después
estudiaré detenidamente, es muy compleja y trascendental y
debe ser analizada y juzgada con espíritu frío por
el historiador imparcial y justiciero. Me concreto a decir que,
si en esa administración, de carácter excepcional,
porque tal vez así lo exigían las circunstancias
que sucedieron a la guerra trienal, se cometieron grandes
errores, abusos desastrosos en política fiscal,
supresión de la prensa,

– represiones violentas y violaciones de la
Constitucicri y las leyes, no puede negarse que la obra del
General Reyes y de la Asamblea Nacional que, á
imitación de Nuñez en 1885 respecto del Consejo de
Delegatarios, convocó, no para anular la
Constitución, sino para hacerle convenientes retoques,
está saturada de notables reformas entre las cuales
culminan el restablecimiento de la circulación de la
moneda metálica, la extinción del papel moneda, la
libertad en los contratos, y, sobre todo, la disposición
constitucional que establece la representación
proporcional de las minorías por medio del voto incompleto
en todas las corporaciones nacionales, departamentales y
municipales de la República. Nadie duda hoy de que el
principal factor del largo período de paz de que ha
disfrutado la República, desde 1903 hasta la fecha, ha
sido esta saludable institución electoral que ha eliminado
una injusticia de treinta años, y que, haciendo efectivos
los derechos políticos de una gran parte de la sociedad
colombiana que se llama el liberalismo, ha establecido la
verdadera república democrática sobre su base
fundamental, que es el sufragio popular. También datan de
la época del Quinquenio importantes mejoras materiales,
como son el mejoramiento de la navegación del Magdalena,
las carreteras del Norte, la prolongación del ferrocarril
de La Dorada y del del Norte, el impulso al Ferrocarril del
Pacifico y sobre todo la terminación del Ferrocarril de
Girardot, que resolvió el problema de comunicar a la
República con el Exterior por medio de trenes y vapores y
no por el anticuado y primitivo de las mulas.

A la administración del General Reyes
sucedió en 1909 el General Ramón González
Valencia, elegido por la Asamblea Nacional para el tiempo que
faltaba del período sexenal fijado por la
Constitución.

La Administración del General González
Valencia que también ocupara mi pluma mas tarde,
fué pacífica y se distinguió por el respeto
al derecho de los ciudadanos y a la Constitución y leyes
de la Nación.

El General González Valencia es un hombre honrado
prestigioso y patriota. Recuerda al Cincinato romano, pues con el
mismo entusiasmo y abnegación con que, en los tiempos de
paz, toma el arado para buscar su fortuna personal y subvenir a
los gastos de su respetable familia en las labores
agrícolas, empuña victoriosamente la espada en
tiempo de guerra para servir con valor y decisión la causa
política de sus convicciones.

Sucedió al General González
Valencia el Dr. Carlos E. Restrepo, hijo distinguido del
Departamento de Antioquia, quien reunía al espíritu
práctico y laborioso de los antioqueños,
inteligencia esclarecida y cultivada y una honorabilidad
perfecta. Su administración fue pacífica y
legalista.

Durante esas administraciones, que pueden
llamarse de la Restauración del orden constitucional y
legal, se hicieron importantes reformas a la Constitución,
la cual fué depurada de algunos cánones
despóticos. Se amplié la responsabilidad
presidencial y se redujo el período del Jefe del Poder
ejecutivo a cuatro años. También se confirmaron
algunas de las buenas disposiciones dictadas en la época
del General Reyes, como la abolición de la¿
Vice-Presidencia de la República, que creaba un Jefe
constitucional permanente de los descontentos y oposicionistas al
Presidente. Desgraciadamente la centralización
administrativa no fué eliminada, y se derogó la
sabia disposición de elegir al Presidente por el
Congreso.

Como sucesor del Dr. Restrepo fué
elegido Presidente de la República, casi por unanimidad,
por la Unión conservadora,, es decir por la fusión
de las dos grandes ramas en que se había dividido el
partido conservador bajo los nombres de nacionalistas e
históricos, y además con el concurso de la mayor
parte del liberalismo, el Dr. José Vicente Concha,
intelectual de sólida instrucción, orador
elocuente, escritor castizo y vibrante y modelo" de probidad
pública y privada, quien había contribuido
eficazmente a la reforma de la Constitución en sentido
liberal y justiciero.

La Administración del Dr. Concha que
ocupará muchas de las páginas de la segunda parte
de esta obra ha tenido que luchar contra las desastrosas
consecuencias económicas de la guerra actual que afecta,
aflige y escandaliza al mundo entero. No obstante, la actual
Administración ha podido dominar la difícil
situación fiscal y resolver dos grandes problemas
diplomáticos de grande trascendencia para el país
como son el Tratado de límites con el Ecuador, y una
Convención – con Venezuela, que han: puesto término
a viejos litigios y a motivos constantes de intranquilidad por
falta de armonía de intereses entre Colombia y nuestros
dos vecinos. Aun cuando no fuera sino por estos dos éxitos
diplomáticos, la administración Concha
habría obtenido ya los galardones históricos que
merece.

En la Administración del Dr. Concha
han colaborado principal y eficazmente los Dres. Abadia
Méndez y Marco Fidel Suárez, Ministros de Gobierno
y Relaciones Exteriores.

Abadía Méndez es una
personalidad emérita y cuya modestia corre parejas con la
ilustración y la honradez. Espíritu equilibrado,
tranquilo, justiciero, se ha hecho notable por el acierto y
rectitud que han distinguido sus procederes y resoluciones en el
sillón de Gobierno, que ha ocupado varias
veces.

El Dr. Suárez es uno de los hombres
mas distinguidos de la República. Sabio filólogo,
internacionalista esclarecido, y de intachable honorabilidad,
puede también llamársele espartano por la virtud y
ateniense por la sabiduría. Cómo escritor castizo y
elegante podía haber figurado con distinción en la
edad de oro de la vieja Castilla. Su pluma es limpia y correcta
como su conducta.

Después de la caída del
partido liberal y del establecimiento de un régimen
político completamente reaccionario en 1885, las
parcialidades políticas se descompusieron y se
subdividieron.

El liberalismo, decapitado por la muerte de Murillo y de
Zaldúa, vencido en los campos de batalla, desterrado de
los puestos públicos y del predominio político en
la Nación, quedó por algún tiempo anonadado
y abatido. Poco a poco, bajo la suprema dirección del Dr.
Aquileo Parra y del ilustre Robles, empezaron a reunirse los
cuerpos francos en que se había fraccionado la gloriosa
Comunidad histórica, después del desastre. Bajo la
acción de la pluma valiente de Santiago Pérez, el
liberalismo empezó a adquirir fuerzas para prepararse a la
lucha. El destierro del Dr. Pérez, la supresión de
los periódicos liberales, el alejamiento
sistemático de toda participación en la cosa
pública (herencia patrimonial de todos los individuos de
la misma patria) y la aplicación de las leyes
despóticas vigentes, lo exasperaron, le hicieron perder la
paciencia y lo lanzaron a la descabellada guerra de
1895.

Vencido de nuevo en los campos de batalla
tuvo la desgracia de dividirse. El elemento popular, el
más numeroso, siguió animado de un espíritu
belicoso no buscando otro medio para la restauración de
los principios liberales que la guerra o la revuelta a mano
armada. Los otros, que teníamos fé en la
acción lenta y gradual de las ideas y en su
propagación por la prensa, la enseñanza y el
ejemplo, para que cobrando ascendiente sobre la opinión
popular puedan traducirse en cánones e instituciones
políticas por los Cuerpos Constituyentes y Legis lativos,
elegidos libremente, nosotros, repito, los que creemos que la
libertad no es un fin sino un medio para alcanzar la felicidad
social y resolver los grandes problemas políticos de la
Nación, formamos un grupo, menos numeroso, pero fuerte por
sus principios, que pudo llamarse el civilismo o el liberalismo
doctrinario. En unión de Juan Evangelista Manrique,
José María Ruiz, Carlos Arturo Torres, José
Camacho Carrizosa. Clímaco Iriarte y otros tomamos la
iniciativa para la formación de esta agrupación
política que siempre trabajó, bajo la suprema
dirección del Sr. Parra, por calmar las impaciencias de
los guerristas y por tener fé en la acción de los
principios en los campos de la paz.

En 1898, entró a ejercer la Presidencia de la
República, en virtud de elección popular, la mas
respetable personalidad del partido nacionalista, el venerable
Doctor Manuel Antonio Sanclemente, que había sido Ministro
de Gobierno y Guerra en la Administración del Dr. Mariano
Ospina, y hombre que, hasta por su figura, memoraba a los
patricios de la primera República romana. Este hombre,
espejo de todas las virtudes públicas y privadas, ha sido
el mejor Presidente de la Regeneración en la rama
nacionalista. Desde su advenimiento al Poder reveló sus
dotes de energía para reprimir el mal y procurar el bien.
Su espíritu conciliador dio prendas al liberalismo, al
cual hizo entrever el porvenir de una restauración
pacífica por medio de las elecciones.

La historia de la Administración Sanulemente
merece un estudio detenido, con criterio elevado e imparcial. Por
ahora bástame recordar que, cuando yo fui enviado a
Anapoima en comisión de los comerciantes para hablar con
el Presidente sobre los medios que podían adoptarse para
evitar el alza alarmante del cambio sobre el Exterior y las
nuevas emisiones de papel moneda, que había sido el
cómodo, fácil y desastroso remedio

para solventar las dificultades fiscales de los
gobiernos anteriores, me dijo, al despedirse de mí, con
emoción sincera, y moviendo su hermosa cabeza coronada de
cabellos blancos con ese gesto patricial que le
distinguía, estas hermosas palabras que nunca
olvidaré:

« Dígale Ud. a los
comerciantes de Bogotá que yo les prometo que me
contaré la mano antes que firmar un decreto
sobre

nuevas emisiones, salvo perturbación
del orden público, y dígale a los liberales que
tengo el propósito de dar garantías al sufragio y
de facilitar los medios de que vayan a las Cámaras
legislativas los liberales, siquiera en una tercera parte de la
totalidad de los miembros. Tengo ambos pies en el sepulcro y no
aspiro sino a realizar dos cosas durante mi Gobierno: libertar al
país del flagelo del papel moneda y hacer efectivo el
respeto al sufragio popular, para que el liberalismo tenga la
debida participación en la dirección de la cosa
pública y termine esta enorme injusticia de- tantos
años »

No obstante que yo repetí estas promesas a los
principales corifeos del liberalismo guerrista, este se
lanzó a la revolución en 1899 y produjo la horrible
catástrofe que duró hasta fines de 1902,
época luctuosa que merece un estudio serio de parte del
historiador filósofo de Colombia.

En la guerra de 1899 a 1902 sobresalieron dos figuras en
el liberalismo, quienes, a pesar de ser jefes de la
revolución, fueron dos tipos opuestos, de méritos y
cualidades antagónicas. La una fué el General
Rafael Uribe Uribe, hombre dotado de inteligencia superior, de
bastante instrucción, valeroso, audaz, emprendedor de
grandes energías y no menores ambiciones, y de" actividad
y laboriosidad insuperables. No fué siempre feliz en los
campos de batalla, pero en la paz se distinguió en el
Parlamento, en el periodismo y en la diplomacia. Constante y
tenaz, logró agrupar en rededor suyo la parte mas numerosa
y popular del liberalismo belicoso, del cual vino a ser el jefe o
Director único. Presté eficaces servicios a la
Administración y fué traidoramente asesinado, como
César, al llegar a los salones del Senado.

Sobre este hombre de altas dotes y de obra extensa en la
Historia de Colombia se ha escrito mucho, que no es posible
repetir en este libro.

La otra figura sobresaliente del liberalismo, revelada
también durante la última guerra civil, fué
el General Benjamin Herrera, a quien, por hallarse aun vivo, no
puedo dedicar, (siguiendo mi propósito de no ocuparme
extensamente sino de los muertos)las páginas que merece su
biografía; pero no puedo prescindir de decir que el
General Herrera es el tipo del repúblico honrado, de
espíritu equilibrado, de inteligencia de buena clase y del
militar, civil y doctrinario. Por el estilo del General La
Fayette, su espada nunca se ha puesto al servicio de sus
personales ambiciones, ni de ninguna forma de despotismo, y ella
siempre se ha doblado ante el ara de la ley, del honor y la
justicia. Modesto, noble, desprendido y valeroso, Herrera ha
tenido, como ambición sobresaliente, la de ver implantados
en el país los principios de la pura doctrina liberal. En
la revolución de 1899 fue el mejor jefe desde el punto de
vista de la estrategia y de los conocimientos
militares.

Entre las varias figuras del liberalismo doctrinario
señalaré, además, como a hombre civil muy
respetable, tanto por sus años como por su eximia labor
periodística, a Fidel Cano, en cuyo cerebro hay tanta luz
como nobleza y fé de doctrinario liberal en su
corazón.

Desde el año de 1857, el General Mosquera
echó las bases de un nuevo partido político llamado
el nacional y formado por elementos liberales y conservadores
disidentes, o desprendidos del gran tronco de las dos Comunidades
históricas.

El partido nacional de 1857 tenia por principal objetivo
la elección de Mosquera para Presidente de la
República y vino a ser el núcleo principal de la
revolución de í86o, porque a él se
unió todo el partido liberal de la
República.

Fundido ese pequeño partido en la gran masa
triunfadora en 1863, desapareció por completo como entidad
histórica.

En 1 88~, Nuñez revivió el nacionalismo
con los elementos liberales que le eran adictos personalmente o
contrarios al radicalismo y con todo el partido
conservador.

Este poderoso partido, bajo la suprema
inspiración o dirección de Nuñez, primero, y
después de Caro, goberné el país desde 1885
hasta 1900 y fueron sus figuras sobresalientes Miguel
Antonió Caro, Carlos Holguín, Manuel Antonio
Sanclemente, Rafael Reyes, Antonio Roldán, Marco Fidel
Suárez, Jorge y Hernando Holguín digno hermano el
uno y digno hijo el otro de Carlos Holguín.

Por efectos de la dinámica política, que
es tan infalible como la dinámica física, el
partido imperante llamado cuando estuvo unido partido de la
Regeneración, se dividió en dos grandes grupos
denominados el nacionalismo y el historismo Al
primero pertenecieron los gobernantes que ya he mencionado, y al
segundo hombres eminentes, quienes quisieron conservar en toda su
pureza las viejas y tradicionales doctrinas conservadoras de los
tiempos de Marquez y de Herran, depuradas de los elementos mixtos
de la Regeneración. A este partido pertenecieron Sergio
Arboleda, Juan Antonio Pardo y posteriormente como figuras
sobresalientes que por el momento vienen a mi memoria:
José Manuel Marroquín, José Vicente Concha,
Alejandro Posada y Antonio José Uribe, jurisconsulto
distinguido, laborioso y fecundo escritor y autor de obras
didácticas y de carácter histórico que han
contribuido a formar su renombre, y José María
González Valencia, hermano del General Don Ramón,
abogado de merecida fama, profesor ilustrado en la Universidad
nacional, profundo conocedor del Código Civil y de la
filosofía del Derecho, que ha sido Ministro de Relaciones
Exteriores y Designado para ejercer el Poder
Ejecutivo.

En 1 909 se formé entre liberales y
conservadores una liga política para combatir al Gobierno
del General Reyes, bajo el nombre de Unión
republicana.

Tal alianza de carácter transitorio,
y de semejanza histórica a la que se formé en 1854,
dio nacimiento al partido llamado republicano que culminé
en 1910 y que cristalizó su actuación
política en importantes reformas de la constitución
y de las leyes del Quinquenio, y en la elección del
General Ramón González Valencia y del Dr. Carlos E.
Restrepo para Presidentes de la República. Durante la
Administración de este último, la mayor parte de
los elementos conservadores que formaban el partido republicano
abandonaron sus filas y se refundieron en la Unión
conservadora, la cual vino a ser el partido mas numeroso y mas
fuerte de la República, porque reunía todos los
elementos del historismo y del nacionalismo reconciliados y los
que se habían segregado del partido
republicano.

La elección casi unánime del Dr. Concha
fué la obra culminante de la Unión conservadora,
compacta en los Comicios y aliada para las votaciones al
liberalismo militante que se hallaba bajo la dirección
única del General Uribe Uribe.

Debilitado el partido republicano, no ha prosperado en
prestigio entre las masas populares a pesar de contar en sus
filas intelectuales esclarecidos, y de su bello programa. Este
partido que representa una hermosa aspiración
política, no tiene muchos elementos de vitalidad y
está llamado a desaparecer, juntándose los pocos
elementos conservadores" que le quedan a la Unión
conservadora, y refundiéndose los liberales, que forman la
gran mayoría del partido, en la masa general del
liberalismo, con el cual comulgan en los mismos ideales
políticos y a quien los unen tradiciones
gloriosas.

No mencionaré entre los hombres principales del
partido republicano sino a los dos eximios fundadores, figuras
proceras de la segunda época de la república que
tienen ya conquistada puesto de honor en la historia
política de la nación por sus méritos,
virtudes y merecimientos, Estos dos ancianos ilustres, personajes
de primera magnitud y que sobresalen entré sus
contemporáneos son los Señores General Guillermo
Quintero Calderón (conservador) y Dr. Nicolas Esguerra
(liberal).

CAPITULO XL

Reformas y
Corolarios

SUMARIO. Principales reformas que requiere
la actual situación de la República en la
Constitución y en las leyes. – Consideraciones sobre el
sistema federal. – Necesidad de dar la autonomía a los
Departamentos y a los Municipios, de reformar el Código
penal, y de establecer un sistema tributario científico y
adaptado a los recursos y necesidades del país. – CAMINOS
Y ESCUELAS deben ser los objetivos principales de los Gobiernos y
de las clases dirigentes de la Sociedad en Colombia – Voto
patriótico final.

Las reformas del Derecho constitucional y
administrativo, de la educación política y de los
ramos fiscal y económico de Colombia para que esta
nación llegue a ocupar el puesto que merece en el rol o
familia de los Estados civilizados, son, en mi opinión,
las siguientes

ORDEN POLÍTICO

Aceptada como se halla la
Constitución de 1886 por todas las parcialidades
políticas de la República y rigiendo, con
asentimiento general, el principio de la representación de
las minorías, los partidos políticos en que se
halla dividida la sociedad de Colombia, no tienen hoy
razón de ser porque carecen de misión
política propiamente dicha.

Conservadores y liberales, todos somos
republicanos y demócratas en Colombia, y todos estamos de
acuerdo en sostener la vigencia de las garantías sociales
y de los derechos del individuo que consagra nuestra
Constitución, con tanta amplitud como el Código
liberal mas avanzado. ¿Qué puede, pues, separar
hondamente a las dos grandes Comunidades históricas de la
República? Nada, absolutamente nada. Puede haber
divergencia de opiniones respecto de detalles administrativos o
constitucionales; pero esas discrepancias, comunes a todas las
Democracias, no pueden ser motivo

para continuar la lucha encarnizada que
hemos sostenido durante un siglo.

Los conservadores sostienen y practican hoy
como gobernantes los principios liberales de la
Constitución, y el liberalismo es apóstol de los
principios conservadores del orden y la paz.

¿ Por qué, pues,
continúan los partidos con esas añejas
denominaciones que pudieron explicarse en el comienzo de nuestra
nacionalidad y en la época de su desarrollo?

Los partidos políticos propiamente
dichos deben desaparecer, repito, porque ya no tienen
misión ninguna que desempeñar en la
República. Preciso es romper esos viejos y averiados
moldes para modelar sobre otros, limpios y nuevos, las
agrupaciones o parcialidades sociales en los campos
económicos o meramente administrativos, como acontece en
los países civilizados que tienen ya resueltos los
problemas de organización constitucional y
política. Federalistas o centralistas, partidarios del
régimen presidencial o del parlamentarismo; libre-
cambistas o proteccionistas, etc, etc. tales deben ser los
programas de los partidos en Colombia.

Menester es que los colombianos se recojan
en el sentimiento unánime del amor a la Patria y.
despojándose de las viejas vestiduras, varias veces
ensangrentadas y desgarradas por la guerra civil, escriban los
programas de los partidos sobre páginas
blancas.

ORDEN CONSTITUCIONAL.

Como llevo dicho la Constitución de
1886 que, con los retoques recibidos, satisface ampliamente en lo
fundamental, (o sea la Carta que garantiza los derechos
individuales) ha sido aceptada por todas las parcialidades
políticas y, desde ese momento, éstas han dejado de
ser agrupaciones rebeldes para convertirse en partidos
constitucionales y legales.

Así, pues, el Código de 1886
no necesita sino de reformas de detalles, o de carácter
simplemente administrativo.

En primer lugar, la Constitución
necesita ser reformada en un sentido descentralizador, sobre todo
en materia administrativa.

CENTRALIZACIÓN POLÍTICA
MODERADA y DESCENTRALIZACIÓN ADMINISTRATIVA debe ser la
fórmula constitucional para satisfacer las necesidades del
país.

Colombia, por su vasta extensión,
por su constitución topográfica, por su territorio
cruzado por tres ramales de los Andes, el cual es impropicio para
las comunicaciones, y por la diversidad de condiciones
étnicas en sus apartadas regiones, conviene estar regida
por un sistema federativo atemperado que no consagre la absurda
soberanía seccional de la Constitución de
Río Negro, ni la excesiva centralización de la de
1886.

Los departamentos deben ser subdivididos en
municipios, señalando a ambas entidades los límites
de sus facultades; pero otorgándoles una verdadera
autonomía para que puedan administrar, cumplida y
tranquilamente, los intereses de los asociados en sus respectivos
círculos, o radios de acción.

Los Gobernadores de departamentos deben ser
nombrados por el Presidente de la República en virtud de
una terna presentada por las Asambleas o Consejos
departamentales, como creo que alguna vez lo propuso el Dr.
Concha en su labor de reformas liberales. De esta manera, el
Gobernador de la Provincia o del Departamento recibiría el
mandato de la Corporación representante de los intereses
seccionales, y del Poder Supremo de la Nación. Así
podría llenar cumplidamente los derechos y atribuciones
que corresponden a su doble carácter de Agente del Poder
ejecutivo nacional y de Jefe de la Administración
departamental.

En la. Constitución está
dislocada la prohibición para el legislador de imponer la
pena de muerte o, por lo menos, de la manera absoluta que hoy
existe.

La cuestión de penalidad no
corresponde en ningún caso al Código fundamental.
Esa es materia exclusiva del Código penal.

Una prohibición absoluta de imponer
cierta pena es un absurdo, pues¿ cómo se
castigaría en Colombia el supremo delito de
traición a la Patria, por ejemplo, que en todos los
países, aun en los que se hallan regidos por el mas
exagerado radicalismo, se castiga con la pena capital? Y
¿cómo podrían aplicarse en caso de guerra
exterior los principios del Derecho de Gentes para castigar a los
traidores y a los espías, si la Constitución no
permitía en ningún caso el castigo de los
delincuentes con la pena de muerte? Irrisorio será
respetar la vida de los traidores aun que éstos causen la
pérdida de la vida de los defensores de la
Patria.

Y ya que los partidarios de la
abolición de la pena de muerte declaran
constitucionalmente que la vida humana es inviolable ¿por
qué no establecen también los medios o
garantías para que los asesinos no la violen? Y¿
por qué no declaran inviolable la libertad, que se suprime
con las prisiones, cuando muchas veces, o casi siempre, la
libertad es mas amable que la vida?

La penalidad no es ni debe ser materia de
la Constitución de un país ni asunto de
sentimientos ni de filosofía filantrópica, sino de
estadística y de necesidades y defensa de la sociedad,
apreciadas en cada caso por el legislador. Si la
estadística demuestra que los delitos graves han aumentado
con la supresión de la pena de muerte,
restablézcase ésta. Así ha acontecido en las
Democracias mas avanzadas del mundo como son la Francia
republicana y la Confederación Suiza, y téngase en
cuenta que en estos países el restablecimiento de la pena
capital se ha hecho a petición de los pueblos.

Debe también derogarse la
disposición constitucional que prohibe el establecimiento
de la instrucción primaria obligatoria. La Ignorancia es
una de las principales causas de los males que aquejan a un
pueblo, y la causa primera de su marcha lenta en el camino del
progreso. Ese semillero de desastres públicos debe
extirparse por medio de la Instrucción, como se purifican
los lugares malsanos por medio de la
desinfección.

Hasta en los países regidos por
instituciones monárquicas, se tiene establecida la
instrucción obligatoria y en Suiza, la República
modelo en todo sentido, son obligatorios, so pena de la
pérdida de derechos civiles, el voto popular, la vacuna y
la instrucción primaria. Si se prohiben por ley todas las
acciones criminosas ¿por qué no suprimir
también la causa primera de los delitos que es la
ignorancia?

La Asamblea de 1910suprimió la sabia
disposición que atribuía al Congreso la
elección de Presidente de la República. Esta
disposición evitaba al país un año de
agitación y de malestar para los preparativos de la
elección popular, e impedía los desórdenes,
y aun movimientos de rebeldía durante las
votaciones.

El Congreso, o sea la congregación
de los individuos que han recibido del Pueblo el mandato para
administrar sus intereses y remediar sus necesidades, tiene
suficiente autoridad para elegir al individuo encargado de
ejecutar las leyes que el mismo Congreso dicta.

En todas las Corporaciones o Juntas de
carácter administrativo, es natural y conveniente que esas
mismas Congregaciones nombren al Gerente encargado de cumplir sus
resoluciones.

El voto popular presenta, además de
la agitación de las elecciones, el inconveniente de que se
presta a los fraudes electorales y a bastardear el sufragio. Por
último, el Gran Jurado escrutador, con las facultades que
tiene por la ley, viene a ser el árbitro inapelable de las
votaciones y quien puede en definitiva hacer la elección.
Cuánta mayor tranquilidad en la elección
presidencial debe esperarse de la Congregación de los
representantes, senadores o mandatarios del pueblo!

Digno es de observarse que la mayor parte
de los elegidos en Colombia para ejercer la Presidencia de la
República por los Congresos o Cuerpos de representantes se
distinguieron en su gobierno, y que varios de origen popular
fueron desgraciados en sus administraciones.

Don Camilo Torres, el General Santander (en
1819) Don Joaquín Mosquera y Don Domingo Caicedo, es decir
los mas lustres Magistrados de Colombia, fueron elegidos por
Congresos. Mas tarde, el General José Hilario
López, el General Gonzáles Valencia, y el Dr.
Carlos E. Restrepo, cuyas administraciones fueron honorables y
pacificas, debieron su elección al Cuerpo
Legislativo.

Verdad es también que el Dr. Concha
ha sido elegido popularmente y que su administración
modesta, pacífica y respetuosa de la Constitución,
la ley, el derecho de los ciudadanos y las disposiciones del
Cuerpo Legislativo, ha interpretado en la práctica el
genuino concepto o síntesis científica de la
misión del Gobierno, a saber: Dar seguridad a los
gobernados a fin de que éstos ejerzan libremente sus
derechos y desarrollen sus intereses y sus esfuerzos para proveer
a sus necesidades y a sus legítimas aspiraciones. Tal
fórmula es contraria a la que sostienen los partidarios de
los Gobiernos paternales o que involucran su actuación a
la que corresponde exclusivamente al interés y Iibertad
del individuo. Pero la actual administración emana de un
origen nacional excepcional, puesto que los dos grandes partidos
de la República votaron por Concha. En cambio ha habido
administraciones de origen popular como las de Marquez en 1837
del General Obando en 1853, de D. Mariano Ospina en 1957 y de
Mosquera en 1866, cuyos fastos históricos están
ensangrentados, o marcados por desastres.

En Francia y en Suiza, las Democracias
mejor constituidas y mas avanzadas del mundo, la elección
presidencial se hace por los Parlamentos.

Al retocar la Constitución en esta
parte, debería establecerse el período presidencial
de dos años, con facultad de reelección por una
vez. De esta manera al cabo de dos años de ejercicio del
Poder, el Congreso elector decidirá si es conveniente
prorrogar o no los poderes del Magistrado en ejercicio.
Correspondiendo al Congreso la elección del Presidente,
quedarían eliminadas las objeciones contra los
períodos cortos por la agitación que
acompaña a la elección popular.

Convendría establecer una serie de
prohibiciones al Congreso a fin de evitar que éste
disponga arbitrariamente de los dineros públicos, por
medio de leyes de pensiones, gracias, subvenciones,
condonaciones, y auxilios a los departamentos y distritos. Las
atribuciones del Cuerpo Legis1ativo deben circunscribirse
exclusivamente a dictar las leyes o reglas que requiere la
administración pública, y, en materias fiscales, a
discutir, reformar y aprobar los Presupuestos que presente el
Poder ejecutivo.

En la discusión y adopción de
esos Presupuestos, el Congreso debe tener facultad para aumentar
las rentas, si fuere necesario, pero no para disminuirías;
y en cuanto al presupuesto de egresos, conviene la facultad
contraria, o sea el derecho de disminuir los gastos, pero no de
aumentarlos.

En Colombia nunca se ha ensayado el
régimen parlamentario que, apesar de sus defectos, es la
mejor fórmula de gobierno que ha alcanzado la ciencia
constitucional en los países civilizados, ya sea en
monarquías, como en Inglaterra, España e Italia o
en repúblicas, como Francia, Suiza y Chile.

En Colombia existe un régimen u
organización del Poder ejecutivo que no tiene semejante en
ningún otro país.

El Presidente de la República tiene
un exceso de facultades, sobre todo en materia de nombramientos,
que no se compadece con los genuinos principios
republicanos.

Existiendo en la organización del
Poder ejecutivo un régimen representativo, que no
parlamentario, es impropio que los colaboradores del Presidente
se llamen Ministros, pues esto supone siempre que dependen del
Parlamento.

Más correcto es el nombre de
Secretarios como en los Estados Unidos, o en el Gobierno
pontificio, o Jefes de Departamentos administrativos, como en
Suiza.

En los países regidos por el sistema
parlamentario, la administración propiamente dicha y el
nombramiento de los empleados que ella exige, corresponden casi
exclusivamente al ministerio. De ahí el nombre de
Ministros (contracción de administradores) de los
individuos que forman aquél, designados por el Jefe del
Ejecutivo, de acuerdo con el Parlamento.

No obstante que la formación y
actuación de nuestros Congresos deja mucho que desear,
sería conveniente ensayar discretamente algunos elementos
del régimen parlamentario, el cual es un gran factor de la
paz pública y de la alternación de los partidos en
el ejercicio del Poder.

En todo caso, la Constitución debe
quitar al Presidente de la República el derecho de hacer
todos los nombramientos el cual le procura medios para ejercer
indebidas influencias en la política y, sobre todo, en las
elecciones populares.

Natural es que el nombramiento de los
Magistrados de la Suprema Corte, por ejemplo, corresponda al
Senado, que es la primera entidad judicial de la.
República; pero con prohibición de elegir los
Senadores electores. La Corte Suprema debe elegir los Magistrados
de los Tribunales seccionales, y éstos los de los
subalternos y así sucesivamente hasta el último
peldaño del ramo judicial.

Por la misma razón, la Cámara
de representantes, primera Entidad del Ministerio Público,
es la llamada a elegir al Procurador General, Personero de la
República.

No deja de ser inexplicable que, conforme a
nuestro derecho constitucional, sean nombrados por el Gobierno
ejecutivo el fiscal y los jueces, llamados, en ciertos casos, a
acusar y a juzgar a los miembros del Gobierno que los
nombra.

Antes de terminar esta somera
exposición sobre la reforma constitucional,
insistiré en hacer otras ligeras reflexiones respecto de
la necesidad de establecer en Colombia un derivado del sistema
federativo, por considerar que es lo que mas conviene a la
República en las actuales circunstancias.

Tanto por las razones que he expresado,
como porque el régimen federal echó hondas
raíces en la nación durante los 25 años que
estuvo vigente en la República, ese sistema llena el alma
nacional de Colombia y esto es una de las causas por la cual las
diputaciones al Congreso, se consideran representantes de las
secciones que las han elegido y no de la
nación.

Si existieran departamentos
autónomos ron facultades para dirigir independientemente
los intereses y asuntos administrativos seccionales, no se
produciría ese mercado ominoso que se ha notado siempre
entre los miembros del Congreso para repartirse los dineros
públicos, ni se lanzaría nunca esa blasfemia
política abominable que se llama separatismo y
que de tiempo en tiempo se pronuncia como una afrenta, como un
escándalo indigno de la Patria colombiana.

El sistema federal es quizá el mas
antiguo que existe en el mundo, porque data desde la
organización de las doce tribus de Israel bajo la
dirección del gran Legislador hebreo.

Los griegos llegaron al apogeo de su
grandeza y de su gloria histórica, cuando formaron una
federación de sus diversas repúblicas y pudieron
enviar sus legiones, conducidas por Alejandro, a conquistar el
mundo asiático.

Y, sin entrar en largas disertaciones
históricas, ni hablar de la Heptarquia, solo haré
notar que hoy existen en Europa regidas bajo el sistema federal,
dos naciones muy respetables, la una por la fuerza militar y la
otra por la fuerza moral, a saber: el imperio Germánico
(I) y la Confederación Suiza; y en América
están regidas por el sistema federal las tres
repúblicas mas ricas y prósperas del mundo
americano, corno son Estados Unidos, Brasil y la
Argentina.

Concedida la autonomía a los
departamentos, éstos podrán administrar mejor sus
intereses, por propia iniciativa y actuación, que bajo la
dirección del Gobierno lejano de Bogotá, formado en
lo general por individuos que no conocen, o conocen mal, las
regiones apartadas del territorio colombiano. Al Gobierno General
deben corresponder los grandes asuntos políticos y
administrativos que se relacionan con la Soberanía
nacional, la representación diplomática ante los
Gobiernos extranjeros, el orden público, el servicio de
correos y telégrafos, el sistema tributario federal, el
ejército, la instrucción pública y las
vías de comunicación, entre unas y otras secciones.
Todo lo demás y aun los nombramientos de los empleados
subalternos del Ministerio Público y del Poder judicial,
deben quedar a cargo exclusivo de las Secciones
autónomas.

En política y en
administración, es preciso respetar siempre la ley de la
ponderación, que es la suprema ley conservadora en todos
los órdenes del Universo. La excesiva
centralización es un desequilibrio que puede conducir a la
atrofia de las Secciones y a la plétora del Centro, como
la afluencia de sangre a la cabeza del organismo humano, produce
la congestión y el enfriamiento y mortificación de
las extremidades. También el exceso de prerrogativas a los
Departamentos y el debilitamiento de las facultades del Poder
Central, produce un desequilibrio a la inversa, generador de la
anarquía y del desorden, como lo demostró en la
práctica la. Constitución de Rio-Negro.

Seria conveniente también que, al
reformar la parte de la Constitución que organiza el
Congreso, se estableciera, en las dos Cámaras que forman
el Cuerpo legislativo una notable diferencia en la
composición del Congreso y en las condiciones para la
elección de sus miembros. La Cámara de
representantes requiere ser numerosa y elegida popularmente por
el voto directo de los electores, para que ejerzan genuinamente
el mandato de todo el pueblo colombiano. No debe haber ninguna
restricción ni condición para la elección.
Todos los ciudadanos en ejercicio de la ciudadanía pueden
ser elegidos miembros de la Cámara de
representantes.

El Senado, menos numeroso que la
Cámara, debe ser, como en todos los Estados bien
organizados, un Cuerpo esencialmente conservador y si se quiere
con elementos aristocráticos, pero no derivados de linaje
o de privilegios, sino de la aristocracia o distinción que
forman en todos los países la virtud, el mérito y
las labores del trabajo honrado. Deben ser Senadores los
ciudadanos de edad madura y que gocen por lo menos de una renta o
producto de trabajo suficiente para vivir con decoro e
independencia. Nadie para este puesto escogido debe tener la mas
leve tacha a su honorabilidad, de tal manera que seria causal de
nulidad de su elección haber sido condenado por delito
político o común, aunque haya sido rehabilitado, o
estar sindicado de quiebra ilícita o de otras faltas de
esa especie aun que por ellas no haya sido castigado.

Los miembros del Senado no deben estar
remunerados por el Tesoro público, como no lo están
en Inglaterra, ni en España, ni en Chile, ni en otros
países, porque el honor que discierne la elección
es mucho mas apreciable que la remuneración
pecuniaria.

El problema crónico que han tenido
todos los Gobiernos en Colombia después de la
emancipación, ha sido el problema fiscal o sea él
desequilibrio entre las rentas y los gastos de la
administración. El problema fiscal es hijo del problema
económico. Si se registran los mensajes a las
Cámaras Legislativas y los programas de
administración, se encontrará en casi todos las
lamentaciones y observaciones del Poder Ejecutivo sobre la mala
situación fiscal de la. República.

Este malestar económico depende de
la falta de patriotismo y de cordura de los miembros del
Congreso, al discutir y votar los Presupuestos de rentas y gastos
que presenta el Poder Ejecutivo.

También han faltado entre nosotros,
preciso en confesarlo legisladores y administradores
públicos de conocimientos sólidos (que casi siempre
se adquieren por experiencia) en materias económicas y
fiscales. Por lo menos, nuestros hombres prominentes no han
tenido la paciencia de estudiar profundamente los sistemas
tributarios de otros países ni de buscar los medios
adecuados para establecerlos en Colombia. No es que en Colombia
falten capacidades y aptitudes para los estudios, por abstrusos y
enmarañados que sean; no: es que nosotros, sea por
atavismo o por haber sido civilizados con elementos latinos
únicamente, hemos descuidado los conocimientos de 105
asuntos prácticos y verdaderamente útiles para la
nación y hemos tenido inclinación irresistible a la
literatura, a la retórica y especialmente a los estudios
gramaticales. Con razón se dijo, que cuando se
partió en tres pedazos la Gran Colombia, Venezuela
formé un Cuartel; el Ecuador un Convenio y Nueva Granada
un Liceo de Literatos. Hoy por hoy, dicen los viajeros
observadores que todo colombiano nace con la gramática
debajo del brazo y que para él es mas afrentoso incurrir
en una falta de lexigrafía que en un hecho delictuoso. Yo
conocí a un individuo, gran personaje político, que
me decía: « Prefiero que me llamen ladrón a
que me motejen de incorrecto o ignorante en mis escritos
».

Los sistemas tributarios y de
explotación de nuestras rentas, de aduanas y salinas
especialmente, son anticuados y empíricos, corno lo dejo
expresado en la primera parte de estas conclusiones.

Es menester, pues, acometer un estudio
serio sobre la situación económica de la
República y sobre las materias imponibles para establecer
un sistema tributario que satisfaga ampliamente a las necesidades
del pueblo colombiano y que haga recaer los impuestos sol)re la
riqueza, sobre las industrias de pingües ganancias, y no
sobre los pequeños capitales, o las pequeñas
industrias populares.

Los monopolios de las bebidas
alcohólicas y de los cigarrillos (objetos destinados al
consumo del rico, y fuentes de desgracias y de vicios) estuvieron
monopolizados en tiempo del General Reyes y proporcionaron una
pingue renta. Los miembros de la Asamblea Constituyente y
Legislativa de 1905 convinimos en votar la ley que los
establecía, a virtud de la promesa que hizo el General
Reyes de destinar la renta de los monopolios a la
amortización del papel moneda. Desgraciadamente en este
asunto, como en otros de su desastrosa política fiscal,
incurrió el Quinquenio en el grave error de destinar el
producto de los monopolios a aumentar la prodigalidad con los
amigos del Gobierno siguiendo la tradición de Núnez
y porque el General Reyes, quien había residido largo
tiempo en Méjico, creía que la larga paz de que
disfrutaba aquella república, se debía en primer
término a los principios o bases de administración
del General Porfirio Diaz, según su fórmula
favorita, a saber:

« Los pueblos ignorantes y de
índole rebelde de la América española deben
gobernarse con un pan en una mano y un látigo en la otra
»

Los monopolios son un recurso fiscal que
presenta graves inconvenientes porque se presta a
muchos abusos, sobre todo con las clases desvalidas, pero bien
administrados y recayendo sobre artículos que no son de
primera necesidad y sí mas bien de perniciosa influencia,
corno los licores y los cigarrillos, pueden ser fuentes fecundas
de rendimientos para el Tesoro público. Su producto
podía bien destinarse a garantizar el interés de
capitales extranjeros que se emplearan en construir los
ferrocarriles que necesita Colombia.

Si en Colombia existe el monopolio de la
sal (artículo de primera necesidad) ¿ por
qué no establecer el de artículos de consumo
perjudicial?

Pero al establecer los monopolios hay que
respetar religiosamente el derecho de propiedad y el de la
industria que anulan, haciendo equitativa y eficazmente las
debidas indemnizaciones.

Y a propósito. En Suiza, cuando
12000 o mas ciudadanos piden al Gobierno Federal la
expedición de una ley que juzgan conveniente para los
intereses de la nación, la Asamblea nacional se convoca
inmediatamente para acordar la ley solicitada. Una vez expedida
ésta se somete a un plebiscito para que sea confirmada o
rechazada por el voto popular. Lo mismo sucede con todas las
leyes expedidas espontáneamente por el Parlamento cuando
tienen un carácter substantivo, establecen contribuciones
o afectan de algún modo las garantías
sociales.

Ahora bien. En alguna época se
expidió y ratificó plebiscitariamente una ley para
prohibir la destilación, venta y consumo del licor
destilado del ajenjo, con el fin de evitar los efectos funestos
de ese licor que lleva por lo general sus víctimas a la
locura y al crimen.

Pero como la destilación y venta del
ajenjo era una de las principales industrias del país, la
ley previó las indemnizaciones que debían acordarse
a los industriales perjudicados. A los comerciantes vendedores de
ajenjos, se les compraron aí contado las existencias del
licor para destruirlas, y a los destiladores se fijó una
renta viajera equivalente al producto anual de su industria,
calculada en un promedio de diez años.

Este respeto a la propiedad y a los
derechos individuales que quizá no ha tenido ejemplo en
ningún otro país, debía tenerse presente en
nuestras Democracias cuando se establecen monopolios, o se hacen
expropiaciones por causa de utilidad pública:

Colombia ha sido fecunda en hombres de
letras, escritores castizos, retóricos
brillantes0 oradores elocuentes, poetas de alto númen,
médicos distinguidos, jurisconsultos ilustrados y, sobre
todo, filólogos, lingüistas y lexígrafos; pero
nunca ha producido un legislador genuinamente financista, ni un
verdadero Ministro de Hacienda.

– No obstante vastos y prolongados estudios
de Economía social jamás se ha acometido en
Colombia una reforma radical y substantiva del sistema tributario
que rige en la república desde los comienzos de su vida
independiente.

Colombia ha llevado de países
extranjeros arquitectos, químicos, ingenieros, pedagogos,
escultores, instructores militares y policiales, profesores de
derecho, de filosofía y de historia etc. etc.; pero nunca
ha llevado financistas, como hicieron dos de los pueblos
balcánicos cuando fueron constituidos en Estados
independientes. Yo considero que sería a todas luces
conveniente una misión francesa (porque Francia, patria de
Courceil Seneuil y de Leroy-Beaulieu, es indudablemente la
nación en donde ha progresado mas la ciencia
económica) compuesta de financistas prácticos para
que, después de hacer un detenido estudio de la riqueza de
Colombia, formule un proyecto de Código fiscal y
tributario calcado sobre principios
científicos.

NECESIDADES URGENTES DE LA
REPUBLICA.

Además del apaciguamiento de los
espíritus en materias de política, en los diversos
órdenes sociales, sin excluir el eclesiástico, para
que todos piensen mas en la Patria y menos en los intereses de
los individuos, gremios y partidos, – las dos grandes necesidades
de la República son, en mi opinión, el progreso
material y la instrucción popular. Hoy, mas que nunca,
Caminos y Escuelas deben ser la síntesis de los
programas de los Gobernantes y la aspiración suprema de
los patriotas colombianos. A extirpar la ignorancia, fuente de
todos los males que aquejan a las Democracias y que imposibilita
el sano desarrollo de la República, y a poner en
comunicación las vastas y ricas regiones del territorio
colombiano para fundirlas en la unidad de la Patria y desarrollar
sus industrias y su riqueza natural, deben convergir los
esfuerzos todos de los individuos de buena voluntad y de las
clases dirigentes de la sociedad colombiana. PAZ, PROGRESO e
INSTRUCCIÓN deben ser el lema que guíe al Pueblo
colombiano en su marcha al Porvenir.

He leído recientemente el
cálculo de lo que han costado las guerras civiles de
Colombia después de la emancipación, hecho por un
hábil escritor? Este cálculo hace montar ese costo
a la enorme cifra de 150 millones de dólares. Si esta suma
tan cuantiosa, unida a la energía e inteligencia de los
colombianos, pródigamente disipadas en nuestras luchas
políticas y en nuestras guerras fratricidas, se hubiera
empleado en construir ferrocarriles y en desarrollar industrias.
¿ no es verdad que Colombia ocuparía hoy el primer
puesto de la América del Sur, al lado de Chile, el Brasil
y la Argentina.?

Refiere un historiador italiano que, poco
después de la terrible erupción del Vesuvio que
destruyó las hermosas ciudades de Pompeya y Herculano, se
levantó un pilar para indicar el límite hasta donde
se podría construir nuevas casas o edificios y del cual no
podía pasarse, so pena de sufrir los efectos de nuevas
desgracias. Sobre este pilar se escribió la siguiente
inscripción: «Posteri, posteri vestra rex agitur
» (posteridad, posteridad, se trata de tu bien). Las gentes
no hicieron caso y he aquí que sobrevinieron otras
erupciones y nuevas catástrofes.

Plegue al Dios de las naciones que los
colombianos todos, viejos y jóvenes, militares y civiles,
eclesiásticos y laicos, gobernantes y gobernados, tengamos
presente y no olvidemos, como los habitantes de las
cercanías del Vesuvio, el recuerdo espantable de nuestras
guerras para que se prolongue indefinidamente la paz que
afortunadamente venimos disfrutando hace trece años.
Pleguez al Cielo que este período de tranquilidad que, por
primera ve después de un siglo, ha disfrutado Colombia,
sea indefinido, como están llamados a serIos su
engrandecimiento y su progreso en el seno del Orden, la Concordia
y la Paz.

Paris, 1915.

 

 

Autor:

José María Quijano
Wallis

 

[1]
http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/lablaa/historia/paperi/v1/v1_09.pdf

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter