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Operaciones del mercado



  1. Cobertura
  2. Especulación
  3. Arbitraje
  4. Información

Como aspecto de precisión nos parece
interesante iniciar esta pregunta indicando que las operaciones
con derivados presentan rasgos comunes, a nivel mundial, los
cuales exponemos de manera resumida:

1. Hay operaciones a plazo. Son operaciones
en las que, entre el momento de la contratación y el de la
liquidación, transcurre un período de tiempo
suficientemente dilatado como para hacer posible y conveniente la
existencia de un mercado sec u n d a r i o.

2. Hay operaciones «a medida».
Esta característica equivale a que las partes contratantes
eligen libremente el activo subyacente seleccionado, la cantidad
del mismo, su precio y la fecha de vencimiento. Este nivel de
concreción permite, siempre que se encuentre
contrapartida, una adecuación sumamente exacta a las
necesidades de cada operador, garantizándole un precio de
compraventa para el instrumento deseado, en la cantidad precisa y
exactamente en la fecha futura buscada.

3. Ser operaciones con riesgo de
liquidación. Con las características antes citadas,
las dos operaciones con derivados presentan suficientes niveles
de riesgo de liquidación como para tener que seleccionar
cuidadosamente el otro participante en la
operación.

4. Operaciones con fuerte apalancamiento.
Esta característica se pone de manifiesto considerando que
ambas operaciones ofrecen la posibilidad de beneficios
teóricamente ilimitados sin ningún desembolso
inicial, en el caso de las compraventas a plazo, o pagando una
prima relativamente pequeña, en el caso de la compra de
opciones.

5. Pese a lo indicado en el número
anterior, pueden ser operaciones relativamente caras, si se
tienen en cuenta los siguientes costes, no siempre
explícitos: de búsqueda, al no existir un mercado
organizado; de liquidez, por la ausencia de un mercado
secundario; y los imputables a los riesgos comentados.

Las principales posibilidades de
utilización que presentan los mercados organizados de
futuros y opciones están ya presentes en las operaciones a
plazo «a medida» y son las siguientes:

Cobertura

La primera función de los mercados a
plazo es la de proporcionar un mecanismo de cobertura[1] frente
al riesgo de mercado, es decir, ante la posibilidad de que el
precio de mercado de un instrumento financiero varíe
ocasionando pérdidas o menores beneficios. Atendiendo a
las causas de esta variación, significativas para el tema
tratado, cabe hablar de tres variantes del riesgo de
mercado[2].

La primera de ellas, el riesgo de tipo de
interés, mide las posibles pérdidas, o menores
beneficios, que puede generar una variación en el nivel o
estructura de los tipos de interés. A su vez, este riesgo
sólo se asume si se mantienen posiciones abiertas, que son
aquellas en las que el plazo de vencimiento (o de
modificación de los intereses, si se trata de un
instrumento financiero con tipo de interés variable) de un
activo no coincide con el del pasivo con el que se financia[3].
Cuando el plazo del activo es superior al del pasivo, la
posición se denomina larga y produce pérdidas,
cuando los tipos de interés se elevan, o beneficios,
cuando los tipos de interés descienden. Ante variaciones
de igual signo de los tipos de interés, una
posición corta (plazo del pasivo superior al del activo)
origina resultados contrarios[4].

La segunda modalidad de riesgo de mercado
es el riesgo de tipo de cambio, que mide las pérdidas, o
menores beneficios, que pueden originar variaciones en el tipo de
cambio de la moneda nacional frente a la moneda en la que
están denominados los distintos activos y pasivos[5]. En
este caso, la posición frente a una moneda se considera
larga cuando, para una determinada fecha, el importe de los
activos supera al de los pasivos, en ambos casos denominados en
ella, y corta, en caso contrario. Es evidente que con una
posición larga respecto a una moneda, una elevación
del tipo de cambio de la moneda nacional frente a ella
(depreciación de la moneda extranjera), producirá
una disminución de beneficios, y un aumento si la
posición fuese corta.

La tercera forma del riesgo de mercado que
va a ser considerada, se refiere a las posibles pérdidas
originadas por variaciones en el precio de los valores de renta
variable. Es evidente que si estas variaciones se deben
únicamente a modificaciones de los tipos de
interés, se tratará del primer caso de los antes
mencionados. Sin embargo, las cotizaciones de esta clase de
valores dependen de un conjunto de factores mucho más
amplios, entre los que destaca la solvencia de su emisor, que
incluye su capacidad de generar beneficios, que normalmente no
influyen en el precio de mercado del pasivo con el que se
financia la inversión. Se trata, por tanto, de una forma
de riesgo de mercado heterogénea respecto a las
anteriores.

Frente a todas estas formas de riesgo de
mercado, el procedimiento de cobertura es el mismo, ya que
consiste en realizar operaciones que contribuyan a disminuir la
exposición al riesgo, es decir, compraventas a plazo o
adquisición o emisión de opciones, de forma que las
posiciones abiertas previas se cierren total o parcialmente, es
decir, el procedimiento de cobertura consiste en asegurar hoy el
precio de las operaciones financieras, activas o pasivas, que van
a tener que realizarse en el futuro. Por ello, la
perfección de la cobertura será tanto mayor cuanto
más exactamente coincidan para la posición abierta
y para la operación de cobertura:

a) los importes,

b) las fechas o plazos, y

c) la variabilidad del precio del
instrumento financiero en el que se registra la posición
abierta y del activo subyacente en la operación de
cobertura, si no son el mismo.

Es por ello, obviamente, siempre que se
encuentre exactamente la contrapartida buscada, las operaciones
«a medida» presenten el mayor grado de
precisión en las coberturas.

Es evidente que, si el activo subyacente de
la operación de cobertura no es el mismo que el que
origina el riesgo, al menos los factores que influyen en la
variabilidad del precio de ambos y en la magnitud de ésta,
han de ser lo más similares que sea posible. De ahí
que de las tres formas de riesgo de mercado citadas vayan a
surgir, tras el proceso que luego se comenta, los tres mercados
organizados de futuros y opciones financieros más
importantes: sobre tipos de interés, sobre divisas y sobre
valores o índices bursátiles.

Queda claro por tanto, que las operaciones
de cobertura vienen dadas por el deseo de reducir o eliminar el
riesgo que se deriva de la fluctuación del precio del
activo subyacente.

De igual manera señalar que como
regla general, una posición compradora o "larga" en el
activo al contado se cubre con una posición vendedora o
"corta" en el mercado de futuros. La situación inversa, es
decir, una posición "corta" en el activo al contado, se
cubre con una posición compradora o "larga" en el mercado
de futuros.

La cobertura es más efectiva cuanto
más correlacionados estén los cambios de precios de
los activos objeto de cobertura y los cambios de los precios de
los futuros. Es por ello por lo que la pérdida en un
mercado viene compensada total o parcialmente por el beneficio en
el otro mercado, siempre y cuando se hayan tomado posiciones
opuestas.

Dentro del conjunto de usuarios de los
mercados de futuros y opciones se encuentran las entidades de
depósito (bancos, cajas de ahorros y cooperativas de
crédito), compañías de seguros, fondos de
inversión, fondos de pensiones, sociedades y agencias de
valores y bolsa, sociedades de financiación y
leasing[6].

La breve descripción realizada de
los mecanismos de cobertura pone de manifiesto dos aspectos
importantes. El primero es que la necesidad de cubrirse no deriva
del volumen de operativa en los mercados, sino muy especialmente
del volumen y estructura de las carteras y de la forma de
financiarlas. El segundo es que, siempre que la magnitud y causas
de la variabilidad de su precio sean similares, es decir, siempre
que sus respectivos mercados estén suficientemente
integrados, pueden realizarse operaciones de cobertura basadas en
un activo subyacente para disminuir los riesgos derivados de
posiciones abiertas en otros instrumentos diferentes. Esto
explica la posibilidad de utilizar como subyacentes activos
nocionales, que no existen en la realidad, o cestas de activos,
en las operaciones de cobertura.

Especulación

Al contrario que en las operaciones de
cobertura, con las que disminuye el nivel de exposición al
riesgo de mercado previamente existente, con las operaciones
especulativas se asumen nuevos riesgos, es decir, se abren
posiciones.

Siempre que, por problemas relativos a su
propia solvencia, no perturben la marcha de los mercados, la
actuación de especuladores dispuestos a asumir riesgos es
indispensable para que puedan realizarse operaciones de cobertura
con costes que no resulten prohibitivos. En gran parte,
especulación y cobertura son las dos caras de una misma
moneda, dado que, en definitiva, la función básica
de los mercados a plazo es la de lograr una redistribución
de riesgos lo más eficiente que sea posible entre agentes
que desean desprenderse de ellos y agentes que, a cambio de una
rentabilidad dada o en expectativa, desean
adquirirlos.

Es evidente que cabe casar dos operaciones
de cobertura (al igual que dos especulativas), pero es evidente
también que, sin la presencia de especuladores, la
posibilidad de encontrar contrapartida sería mucho
más remota y las oscilaciones de los precios serían
mucho mayores en un teórico mercado al que sólo
concurrieran agentes en busca de cobertura.

Queda por tanto claro, que se trata de una
actuación que pretende obtener beneficios por las
diferencias previstas en las cotizaciones, basándose en
las posiciones tomadas según la tendencia esperada. El
especulador pretende maximizar su beneficio en el menor tiempo
posible, minimizando la aportación de fondos
propios.

Cuando se posee o se prevé detentar
una posición firme de contado y no se adopta cobertura
alguna, también se está especulando. Dicha
actuación debe calificarse de especulación pasiva o
estática, a diferencia de la anteriormente enunciada, que
se refiere a especulación activa o
dinámica.

El elevado grado de apalancamiento
financiero o "efecto leverage" que se consigue en los contratos
de futuros hace especialmente atractiva para el especulador la
participación en dichos mercados; por ello, quienes
realizan operaciones de carácter especulativo
dinámico saben que el importante efecto multiplicativo de
las plusvalías va a resultar muy gratificante cuando se
prevea correctamente la tendencia de las cotizaciones.
Precisamente por el alto grado de apalancamiento que incorporan
los contratos de futuros y por su evolución de
carácter simétrico respecto a la generación
de pérdidas y ganancias, los especuladores deben conocer
que el mismo efecto multiplicativo, pero en sentido inverso, se
produce al prever erróneamente la tendencia de las
cotizaciones, siendo por ello conveniente adoptar medidas de
precaución como complemento de la operación
especulativa.

La especulación es muy positiva para
el buen funcionamiento del mercado, dotando al mismo de mayor
grado de liquidez y estabilidad, así como de un mayor
grado de amplitud, flexibilidad y profundidad en la
cotización de los contratos. Debe considerarse que la
contrapartida negociadora de un especulador es, en numerosas
ocasiones, alguien que realiza una operación de
cobertura.

Arbitraje

Dado que las operaciones comentadas son
«a medida» y no se negocian en mercados organizados,
es lógico que el mercado presente numerosas imperfecciones
que, teóricamente, podrían ser aprovechadas por los
arbitrajistas. Una operación de arbitraje consiste en la
compra y venta simultánea de un mismo instrumento
financiero en diferentes mercados o diferentes segmentos de un
mismo mercado, con el fin de obtener beneficios ciertos,
aprovechando las imperfecciones del mercado y sin asumir
riesgo[7]. De ahí deriva la función básica
que cumplen los arbitrajistas en todo mercado: contribuir a
hacerlo más integrado, limando las imperfecciones que
puedan producirse en la formación de precios.

En este sentido, una operación
típica de arbitraje se basa en la ejecución de una
estrategia cruzada de intercambios con las siguientes
características:

· No requiere inversión
inicial neta, ya que la operación se realiza con
financiación ajena, pero si se realizara con fondos
propios deberá considerarse el coste de oportunidad
correspondiente.

· Produce un beneficio neto
positivo.

· Está libre del riesgo de
sufrir pérdidas.

Las actuaciones arbitrajistas incluyen una
extensa gama de operaciones cruzadas, entre las que se incluyen
como más representativas y habituales los arbitrajes
futuro-contado, futuros-opciones, futuros y opciones de
diferentes vencimientos y futuros y opciones iguales o similares,
pero cotizados en diferentes mercados.

El arbitraje es una operación de
oportunidad que se suele dar durante períodos de tiempo
relativamente cortos; para ello, los arbitrajistas, atentos a la
evolución del mercado, deben actuar antes de que la
intervención de los restantes operadores elimine las
oportunidades de arbitraje.

El arbitrajista trata de obtener beneficios
aprovechando situaciones anómalas en los precios de los
mercados, donde es la imperfección o ineficiencia de los
mismos la que genera oportunidades de arbitraje. Sin embargo, a
través de dichas operaciones los precios tienden a la
eficiencia, por tanto, debemos considerar que la
intervención del arbitrajista resulta positiva y necesaria
para el buen funcionamiento del mercado.

Información

Como aspecto último hemos querido
precisar la gran importancia de la Información en general
y en particular en el mercado de derivados. En este sentido es
evidente, ante lo mencionado, que en la práctica, la labor
de cobertura, especulación y arbitrajista se ven
extraordinariamente dificultadas en mercados no organizados y
descentralizados, que no generan información, o lo hacen
de forma excesivamente dispersa, y en los que resulta
difícil encontrar contrapartida.

En consecuencia, estos mercados a plazo
«a medida», tampoco pueden cumplir adecuadamente otra
de las funciones tradicionales de los mercados organizados de
futuros y opciones, la de contribuir, a través de sus
precios, a reducir los costes de casación,
elaboración y difusión de la información,
contribuyendo así a mejorar la asignación de
recursos y, en definitiva, a elevar el bienestar.

——————————————————————————–

[1] El término cobertura aquí
empleado hace referencia al concepto seguridad, afianzamiento
ó garantía de cumplimiento.

[2] Obsérvese que cuando lo que
altera el precio de mercado del instrumento financiero es la
insolvencia de su emisor, estamos ante el denominado riesgo de
crédito

[3] De ahí que también se
denomine riesgo de posición. Con posiciones cerradas, se
producen pérdidas latentes que pueden llegar a
materializarse si, por cualquier motivo, se vende el activo o
amortiza el pasivo, reabriendo la posición.

[4] Por ejemplo, si con una posición
larga se elevan los tipos de interés, cuando vence el
pasivo caben dos alternativas, que, con mercados perfectos,
suponen la misma disminución de beneficios. La primera es
renovar la fuente de financiación, emitiendo un pasivo con
plazo igual a la vida residual del activo, que tendrá un
coste más alto al haberse elevado los tipos de
interés. La segunda es vender el activo, cuyo precio
habrá disminuido por la misma causa. Con una
posición corta, ante una elevación de los tipos de
interés, las dos posibilidades abiertas cuando vence el
activo son: adquirir uno nuevo, que será más
rentable, o, si ello es posible, amortizar anticipadamente el
pasivo, mediante su adquisición a un precio que ahora
habrá disminuido

[5] Pese a que es indudable la
relación entre las variaciones de los tipos de
interés, del tipo de cambio, y de las cotizaciones
bursátiles, habitualmente suelen tratarse por separado los
riesgos que implican

[6] Las empresas no finacieras
también pueden verse muy beneficiadas con su
intervención en los mercados de futuros y opciones,
especialmente aquéllas que por su tamaño y
estructura financiera tienen una alta participación en los
mercados financieros (compañías eléctricas,
fabricantes de automóviles, empresas públicas,
constructoras, petroquímicas, etc.).

[7] No es necesario que sea el mismo
instrumento financiero, pero es la situación más
sencilla.

 

 

Autor:

Jorge Aguilar Santoyo

 

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