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A propósito de -Semana Santa-




Enviado por Francisco Munguia



Partes: 1, 2

  1. Los
    últimos días de Jesús
  2. Aprehensión, juicio y ejecución
    de Jesús
  3. Notas
    marginales a: la desaparición de
    Jesús

Extracto del texto original "La Verdad
Negada
", por publicarse, sobre la revisión de las
escrituras, su significado y su sentido. Una revisión
independiente con registro de autor formal. Versión libre
sin compromisos, que solo invita a pensar. Este extracto toma la
parte final del ministerio de Jesús para hacer un balance
de las posibilidades reales.

Los
últimos días de Jesús

Los Evangelios relatan este último
tiempo en la vida de Jesús casi sincrónicamente,
excepto Juan: Mateo XXIV: 1-46;Marcos XIV: 1-42; Lucas XXII:
1-45; Juan XI: 45-57, XIII: 2-38, y XVIII: 1-11.

Queda entendido que este lapso ocurre en
Jerusalén. ¿Cuántos días? Con
precisión no se sabe, puesto que los mismos evangelistas
no coinciden: mientras Mateo y Marco lo sitúan a dos
días de la Pascua oficial, Lucas tan solo refiere,
vagamente, que "se acercaba la Pascua"… Y Juan por su
parte, lo sitúa a seis días de aquella festividad.
Por lo tanto, ¿a quién creer? A cualquiera,
quizá, puesto que es pensable que no ubican este lapso
desde la misma óptica, y tomando en cuenta que el
desenlace de los acontecimientos está, como sea, en el
umbral de aquella celebración. Además, y como
consideración de escenario, puede constatarse que, a
momento actual, las cosas habían estado empeorando para
Jesús al grado de que el mismo Juan reconoce que el
Maestro tenía que andar con cuidado en la ciudad, de
incógnito y pernoctar fuera. En redondo, lo mismo dejan
asentado los Sinópticos, que dibujan un profundo malestar
en los dirigentes de Jerusalén.

Los acontecimientos que se narran
correspondientes a este lapso son todos de carácter
"consumativo" en todos los autores. ¿Cómo se
desencadenan los hechos? Según la secuencia de cada
testimonio, con la conspiración para arrestar a
Jesús, que más que tal, era la determinación
política de frenar al que consideraban, antes que nada, un
sedicioso. El resto son adornos o florituras para promover el
"significado trascendente" según cada narrador:
unción previa para Mateo y Marcos, que en el sentimiento
judaico tenía el valor de una consagración; y
unción de pies para Juan con su intención
esotérica de "lavar" el contacto de la divinidad con el
suelo del indigno mundo…

Un elemento central en este relato previo
al arresto lo constituye la celebración pascual que
Maestro y discípulos cumplimentan de acuerdo con la
ordenanza judaica. El hecho es notable, dicen los corifeos
doctrinales porque viene a ser la consumación definitiva
del "viejo Pacto" y la instauración e inauguración
de uno nuevo sobre nuevos elementos… Y se pone así
a Jesús proclamando "la Eucaristía" tal que nuevo
rito: pan y vino de inicio, en medio de la comida ritual o al
final de ella. Resulta sorprendente la disposición
expuesta de Jesús para cumplir con un rito a pesar de que,
como ya se vio antes, el Maestro no tenía buena
disposición para la ritualidad: ni siquiera las
disposiciones sanitarias levíticas le merecían
consideración meticulosa en tanto que "ritos"…
¿Será que en este caso la cosa era distinta? Porque
la Pascua se volvió en centro de la identidad electiva
judaica… A nadie se le escapa que cumplir con esta
exigencia equivaldría, más aún en el caso de
Jesús, a un refrendo, y esto a la vez, se volvería
un mentís de los propios pronunciamientos previos del
Maestro… ¿O es que en realidad él sí
quería hacer esto para estatuir su nuevo rito por sobre el
judaico? Jesús, en un "nuevo rito"… ¿Por
sobre sus palabras? Por de pronto, no se nos dice si a lo largo
de su ministerio el Profeta vivió una Pascua y la
cumplió…

A pesar de todo y como haya sido, los
Evangelios presentan la Celebración como un hecho aunque,
para principiar, algo salta fuera de tono: los discípulos
no sabían dónde se podría hacer. Ellos al
igual que Jesús eran ajenos a la ciudad. Eran forasteros.
Por eso se les pone preguntando: ¿dónde…? La
respuesta de Jesús tiene un aire de disposición
mística que a los redactores evangélicos les
resulta como postiza, pero deja a Jesús semejante a un
Ente supra natural que dicta ordenamientos ya previstos "en lo
Alto": Mateo solo acierta a musitar que se trataba de ir con
cierto hombre, pero no da más detalles, lo que deja en el
aire el punto…Marcos y Lucas por el estilo, aunque tratan
de darle al asunto un acento quasi profético que no
resuelve ni clarifica nada. Parecería más bien un
arreglo planteado para hacer celebrar a Jesús algo que no
hizo… Juan por su parte no se detiene en esta
nadería: para él no existía problema. Se
entiende que, como fuese, Jesús contaría en la
ciudad con más de un seguidor o simpatizante que
allanaría el inconveniente, lo cual es, por supuesto,
perfectamente posible…

Y así, se nos dice, los
discípulos preparan la Pascua. Resulta un poco
enigmático que ni para este evento aparezca la presencia
de ninguna mujer, como si tuviesen que permanecer ajenas del
todo, a pesar de que varias damas eran discípulas de
Jesús sabidamente. Y es también notable que el
Rabí no haya participado de esta celebración en
Betania donde se deja sentir que pernoctaba… O, ¿no
fue invitado? ¿O él no quiso hacerlo? ¿Por
qué?*1 Estos escuetos datos son muy cortos, como puede
constatarse, como para sobre ellos construir toda una
teoría que involucre algo tan definitivo como "la
Salvación"… ¿Cómo buscar presentar el
cumplimiento de un rito central sin tener los elementos contantes
para que ocurriera? Como para poder precisarlo, pues…
¿Cómo? En la realidad de fondo los Evangelios no
sienten dilección por mostrar un Jesús conforme con
la celebración: se busca presentar el hecho para situarlo
como telón de fondo, en que lo importante es justificar
con ello otra temática como en efecto se hizo.

Es prudente puntualizar que, por lo que se
relata, se trataba del tiempo de preparación del rito,
quizá 14 de nisán… Y por los documentos
extras –el Libro de los Jubileos, el Manual de Disciplina y
el Documento de Damasco- así como por certificaciones de
la posteridad ya cristiana –el Didaché, la
Didascalia- debió tratarse de un martes, de acuerdo a como
la más antigua y original tradición invocaba los
Deberes. Pero el asunto ya no es tan claro cuando quiere decirse,
como los cleros lo sostienen modernamente, que "la
preparación" (que incluye el sacrificio del cordero)
sería efectiva hasta el viernes, para cumplimentar el rito
el sábado, como correspondió a las dataciones
posteriores –incluido el tiempo de Jesús- del
calendario sacerdotal vigente incluso hasta hoy día.
¿Por qué esto? Porque había un corrimiento
de fechas en el calendario sacerdotal con respecto a la
asignación original según un calendario anterior al
destierro sostenido por los fundamentalistas. Y esto es
histórico, no especulativo. Pero, además, a los
paulistas les venía bien esto porque hacían
coincidir la muerte de Jesús con el sacrificio pascual, de
modo que "espontáneamente" aparecía "la Cruz" como
sustituto… Aunque entonces quedaba en entredicho la propia
celebración de Jesús: adelantada, fuera de
fecha… O peor aún: ligada a una tradición ya
proscrita…

Los tres temas en la celebración
jesuítica de la Pascua son: primero, el anuncio de la
delación de Judas; segundo, la negación de Pedro y
la dispersión discipular; y tercero, la
instauración de la Eucaristía.

La delación de Judas es presentada
por los Evangelios en conjunto en una de dos vertientes: Mateo y
Marco exponen, de modo inicial, que el discípulo
decidió perder a su Maestro. Y para este efecto, se
entrevista con los dirigentes de la ciudad quienes se comprometen
a recompensarlo monetariamente. Pero para Lucas –y luego
también Juan- la explicación de esta conducta pasa
por el expediente del diablo: éste se posesiona del
Apóstol, lo que viene a ser casi una justificación
y una exculpa… ¡Una elección ajena a su
voluntad plena!

Para todos los evangelistas en su
totalidad, por otra parte, Judas es definitivamente responsable
con o sin diablo: Mateo hace todo un cuadro explicativo de la
suerte de ese hombre que, una vez ejecutada su felonía,
viene a arrepentirse y se ahorca tras regresar el importe pactado
de su traición en un encuadre "profético" que alude
a Jeremías… Marco y Juan no vuelven a ocuparse del
asunto; pero Lucas, aunque en su Evangelio tampoco vuelve al
caso, en el posterior Hechos de los Apóstoles da su
versión: Judas se compró, con el dinero de su
traición, un campo donde murió al caerse, se puede
entender que "accidentalmente"… Mateo también
menciona el campo, pero como adquisición de los sacerdotes
que no se atrevieron a re-ingresar el importe devuelto al tesoro
del Templo, "por pudor", se supone…Por lo tanto, ¿a
quién y qué creeremos? ¿Cuál fue la
verdad? Como no se tienen elementos consistentes de
verificación, esto ha de quedar así, como dos
versiones distintas que dejan ignoto el destino real del
ex-apóstol pero que al menos clarifican el hecho de que
hubo más de una versión que se ocupó del
tema en aquella época. El hecho históricamente real
parece ser la traición del ex apóstol
independientemente de la posibilidad de la reunión que lo
compromete, que solo parece ser un arreglo para darle sentido
místico al caso.

Por otra parte, y en función del
propio hecho, siguiendo los textos, aparece otra posibilidad:
Jesús mismo puede resultar responsable de la
traición y entrega. Durante la cena –señalan
todos- se hace claro hincapié en la asignación o
encargo que se confiere al Apóstol por el propio Maestro:
Mateo lo dibuja señalándole, indicando a Judas lo
que debía hacer o tenía que hacer, dicen los bien
intencionados que porque sabía lo que estaba en el alma de
su Discípulo, como en Juan, en que Jesús mismo le
da el bocado de culpabilidad a Judas, más que para
señalarlo, para asignarle la tarea, para "decidirlo a
actuar" se dice… Esto, como quiera que haya sido, deja en
suspenso el que, si en efecto Jesús sabía la clase
de Apóstol que era, por qué no lo separó de
sí antes… Otros pensadores insisten en que
efectivamente fue Jesús quien eligió a quien
habría de entregarlo: Esto da pié a pensar que pudo
tocarle a cualquier otro… Lo que pone el caso en una
especie de juego sucio en que lo único que importaba era
el cumplimiento de un destino manifiesto místico muy a
pesar de la suerte del ejecutante (que en este supuesto, parece
no importar) víctima del "espíritu enemigo" y por
lo mismo solo eso: víctima. O sea, tan solo pieza de
cumplimentación, lo cual debiera eximirlo de culpabilidad
real, tal y como se presenta el hecho en el Evangelio
recién dado a conocer…

Segundo punto de la sesión: la
negación de Pedro. Por regla general se le considera
profético en tanto se cumple durante el arresto, juicio y
ejecución de Jesús, en la siguiente etapa –en
el día siguiente- de este "drama sacro" que está
iniciando y que para las dirigencias clericales se cumple y
concluye en sí mismo: es puramente coyuntural en
relación al difícil trance que enfrenta el Maestro,
y carece de implicaciones posteriores, pues solo sirvió
como acrisolamiento para el cobarde Apóstol… Los
eclesiásticos no quisieron, como no quieren aún,
darse cuenta del alcance de este ítem que se refiere, no
tanto a la conformación de un núcleo cohesivo
resultante de la tragedia del Maestro, sino exactamente a lo
contrario: su dispersión, su diseminación por el
mundo y que no está significando el fin de esta aventura
sino la difusión de la doctrina en un sistema de
conocimiento que, a diferencia de la identidad material que fue
Israel, los seguidores de Jesús –los
auténticos seguidores- se constituirían en grupo
virtual, como decían las Profecías, disperso entre
las naciones y cuya identificación estaría definida
solo por la testimonialidad de conciencia.

De hecho, y por necesidad de
precisión, hay que acotar que desde el señalamiento
de Judas se marca el rompimiento de la composición
apostolar desde que queda el hueco del delator que no puede ser
ya contado como Discípulo, y por lo tanto la figura
emblemática de los Doce queda rota con todo su contenido
alegórico respecto de la totalidad: no queda ya tal cosa.
Ni se trata de eso, ni tiene sentido ni es lo que cuenta. Como
preludio del Fin, Jesús muestra que todos esos
significados están vacíos. No tienen razón
de ser… ¡Como tampoco antes sirvieron!

Y, otra vez entonces: ¿y todo el
movimiento cristiano? ¿Y la Iglesia? Bien, hay que decirlo
claramente: esa estructura militante corresponde a un
desenvolvimiento de segunda etapa en que la Doctrina ya no es la
del Maestro: se la ha sustituido con una visión distinta.
Esto está en relación directa con la emergencia de
un pensamiento hostil a la Verdad y que se constituye en Poder
terrenal a partir de la invocación de Derecho que le erige
en sucesor hereditario de lo que fue la Primogenitura
Israelí y a partir de ésta, como una mueca
sustitutiva. Es el cumplimiento de la Profecía
añeja que hizo su aparición en el post exilio y que
vendrá a consumarse desde la proximidad temporaria a la
escena que tenemos ahora a consideración, hasta el final
de los tiempos, como fue predicho.

Finalmente, el propio rito pascual que los
Evangelios presentan casi con las mismas palabras, pero que viene
a resultar en otra institución, distinta –y
sustituta-: Se presenta a Jesús partiendo el pan y
dándolo a sus Discípulos al tiempo que declara que
es su carne y los insta a comerlo; y luego, con la copa de vino
en la mano, asienta que se trata de su sangre e igual los invita
a beber… Una irrebatible institución de
antropofagia mística, de canibalismo ritual… Muy
extraña ceremonia asumiendo con seriedad el entorno y el
contexto de la celebración en que estaban… Es Lucas
quien hace distinción o separación entre las dos
propuestas allí presentes por la vía de
señalar una "copa vieja" y otra "copa nueva"…
Valdría la pena preguntarse, a todo esto, qué
hacía "la carne del Maestro" allí, cuando toda la
propuesta explicada es que se trataría –en todo
caso- de un "sacrificio" plenamente ritual donde el tema era el
vino tal que figura representativa de "sangre propiciatoria" que,
si hubiese sido ofrecida en el suelo, tendría un
equivalente lógico (aunque no racional) con la figura
antecedente que era el Olah judaico. Pero,
¡beberla…! Además, se supone que, de origen,
el vino no estaba considerado formalmente como parte del ritual
de Pesach (aunque en la actualidad la judaidad tradicionalista
sí lo incluye. Así va cambiando todo, a pesar de la
rigidez con que los celebrantes se empeñen en conservar un
rito cualquiera).

No obstante es de considerar, ante todo ese
despliegue de nueva misticidad, que para Juan no existe el
establecimiento de la Eucaristía… ¡Juan no
presenta, en su texto, la ejecución de ese ritual! A
cambio de ello, presenta el lavatorio de pies como fórmula
que Jesús implementa, cosa que los Sinópticos
desconocen, a su vez… ¿Será que éste
Evangelista no menciona la novedad porque –como mencionan
los clérigos- "ya estaba dicho y bien dicho"? Y en todo
caso, ¿por qué, a su vez, los Sinópticos
desconocen el Lavado de pies? ¿Por la misma razón?
Eso ya no suena congruente cuando en otro tipo de citas menos
trascendentales inclusive, siempre algún otro redactor
repite… ¿No será en realidad que se trataba
–en su momento- de grupos distintos que desarrollan
diferentes ritos, cada uno en concordancia con su propio kerigma?
Y claro: al surgir la necesidad de fusión, en la
posteridad, sus místicas particulares hubieron de
superponerse una a otra como "partes" de un todo común en
que Jesús "lo hizo todo" aunque no se lo mencione
exhaustivamente…

Como quiera que haya sido, resulta menos
sorprendente la instauración del rito eucarístico
cuando se desconoce que ésa "Eucaristía" era un
ritual común a varias doctrinas iniciáticas de la
época empezando precisamente con el mitraísmo, en
cuyo corazón evocativo estaban "los sagrados alimentos":
Pan y Vino*2, sustitutos místicos y representación
de las dádivas del Toro primigenio que aludía a
Mitra, como lo canta un himno que se entonaba en sus ceremonias:
tú nos has redimido al derramar tu sangre eterna…
Suena conocido, ¿no? ¿No es demasiada
coincidencia?

Es por esto mismo que el filósofo
Celso acusaba a los cristianos de ser plagiarios, y el emperador
Juliano –apodado "el apóstata"- calificaba a la fe
cristiana de ladrona… ¿Jesús, que no era
ciudadano de la gentilidad pagana, propuso como
sustitución del ritual que rememoraba el rescate de Israel
un rito extraño, iniciático, como emblema de
sí mismo? A la luz de los acontecimientos que siguieron,
esta ceremonia se volvió, entre los mismos cristianos, un
verdadero punto de conflicto porque la Iglesia de Roma
decidió que la ejecución no quedaba solo en
símbolo, sino que efectivamente, real y materialmente el
pan se volvía carne y el vino sangre, fenómeno
paranormal que se convirtió en dogma de fe hasta hoy
día, causa y pretexto de persecución a las
"herejías" que no aceptaron semejante
fórmula… Este injerto, al igual que otros que ya se
detectaron previamente, asienta puntos doctrinales perfectamente
extravagantes para la Revelación; Pero como eran
fórmulas con sentido para las teorías paganas, se
constituyeron en una buena forma de atraer a los candidatos de la
gentilidad a "ser redimidos"… Cosa de re-enfocar los
ritos…

El corolario de todo esto, el drama de
Getsemaní: Mateo y Marco describen un Jesús que
entra en pánico y hasta por tres veces ora, por ver si
evitaba el martirio mientras sus discípulos
"dormían", acotación que reduce a inconsciencia la
condición de los Apóstoles respecto de la crisis
que estaba ya presente, a pesar de las advertencias del Maestro;
para Lucas, el cuadro se vuelve francamente patético,
porque Jesús, angustiado hasta el stress más
acabante, ora y suda sangre mientras lo consuela un
ángel… Ni Juan fue capaz de semejante tremendismo:
para este autor o redactor Jesús resulta altivo, seguro y
firme. Un dios. No decae, sino que, antes bien, la oración
del Maestro aparece tal que oda testimonial de misión
cumplida*3.

Es, o debió ser que, a esta hora,
Jesús conocía que la tolerancia para él se
había agotado y tendría que enfrentar las
consecuencias de un régimen político intolerante y
coactivo, medroso además por las actitudes romanas,
muestra de lo cual Juan presenta el discurso de Caifás.
¿Significa esto que Juan puede ser más preciso que
los demás? No exactamente. Pero sí presenta la
puntualización de cargo contra las autoridades
judías que los demás disimulan y que se resume en
un punto: conveniencia política. No hay en esta actitud
–presente en todos los Evangelios- una condición de
procedencia estrictamente jurídica. Se trata de un
conciliábulo, un acuerdo de extra judicialidad para
suprimir, de "buena fe" ante la faz romana, a un subversor de la
paz pública. La agitación judía contra la
dominación iba en ascenso y venía muy bien la
figura de un predicador que si bien no era netamente
político, tenía aceptación más o
menos pública a partir de los postulados de la
tradición, a cuya sombra se le podía identificar
con cierta facilidad con las esperanzas populares de
reivindicación que, eso sí, representaría un
claro peligro para la paz del momento.

Es en ese contexto que se dan los alegatos
de legalidad o ilegalidad sobre el caso, del mismo modo que se
hace ruido sobre la "culpabilidad", o hebrea o romana, por el
veredicto de muerte final culminación de todo este
proceso. Resulta obvia, en principio, la instigación de la
autoridad hebrea, que ganaba por partida doble con esto: en
primer lugar, quedaba como respetuosa, aliada, partícipe y
conforme con los dominadores dentro del status claramente
definido por ellos; y por otro lado, se eliminaba con ello a un
crítico decidido de las instituciones del judaísmo,
un crítico muy acervo, cuya fama se iba extendiendo, y con
ello, el entredicho de los principios y postura oficiales
tendientes a la "preservación del pueblo", lo que
generaría a la larga riesgo para la posición
dominante de sus clases privilegiadas.

También se ha sostenido –antes
que nada, por algunos clérigos- que la "gota que
derramó el vaso" fue el episodio narrado por Juan sobre la
resurrección de Lázaro. Esto, sin ambages,
presupone un pueblo y unas autoridades estúpidas,
incapaces de aquilatar las dimensiones y el alcance de una
ejecución semejante… ¿De dónde
sacaría Juan tal historieta? Porque ningún
Evangelio conoce un caso así, salvo Lucas –con la
cuestión de la viuda de Naín-… Nadie puede
responder a esto con solvencia, por lo que se infiere que se
trata de una de las muchas historias mágicas
–"piadosas", pues- que se generaron por ahí andando
el tiempo relativas a la exaltación de Jesús. A
título exegético no puede aceptarse semejante
historia por el propio y ya citado desconocimiento original, y a
nivel histórico menos aún, puesto que no hay
–porque no puede haber- ninguna constancia de consistencia
real de una ejecución semejante: tendría que ser
"solo por fe"… ¡Y ya sabemos lo que eso
significa…! De haber ocurrido algo así, hubiera
colocado a Jesús más que en un predicamento de
muerte, en un dilema político de alcances similares o
mayores a lo ocurrido en el año 70…

El elemento sui géneris que
está presente en todas las narraciones de esta historia es
la participación de Judas como efectivo traidor:
¿será que la autoridad de aquel tiempo
quería victimar al agitador pero no tenía ni idea
de quién era o dónde encontrarlo?
¿Será que para la institución
jurídica de la época se requería por fuerza
la entrega expresa del delincuente? O sea, que la autoridad,
pues, ¿no tendría imperio para detener por
iniciativa propia a un indiciado? Nadie habla sobre esto…
¿Por qué? Las explicaciones más socorridas
que se dan van en el tenor de que como no había cargo
específico ni definido contra Jesús, se
requería por fuerza una delación que era una forma
de acusación… Tal vez, para aceptar sin
conceder…Pero la autoridad, nunca, en ningún
tiempo, ha sido tan escrupulosa con sus detractores… Y en
todo caso y por eso, posteriormente Jesús les echa en cara
no haberlo aprehendido cuando libremente predicaba por ahí
o cuando acudía al Templo. Así que no era el caso.
Juan sugiere –y solo así- que fue hecho de tal
manera "para que se cumpliesen las Escrituras"… Pero no
hay ninguna remisión a texto alguno que reclame una
ejecución semejante…

Aprehensión, juicio y ejecución
de Jesús

Mateo XXVI:47-68, y XXVII: 1-66; Marcos
XIV: 43-65 y XV: 1-47; Lucas XXII: 47-71 y XXIII: 1-56; Juan
XVIII: 3-28 y XIX: 1-42.

Tenemos los reportes de la
aprehensión de Jesús de forma escueta y con algunas
variantes entre Sinópticos y, por supuesto, Juan.
¿Qué encontramos o podemos encontrar aquí?
Poco que no nos haya sido relatado por la tradición
habitual de las catequesis.

Pero… Revisemos el caso:
según los Sinópticos, Jesús recibe la
aprehensión con el sentimiento propio de la
traición. Pero, ¡un episodio antes se dice que el
propio Jesús señaló e instruyó a
Judas sobre su entrega! ¿Entonces…? Juan
abiertamente señaló a Judas, de modo que verlo
ahora acompañado del batallón no sorprende…
Judas debió estar harto de la impasibilidad de su Maestro
por la dominación romana al punto que explotó: con
todo y ser uno de los doce, descubre que en ese terreno no hay
nada que hacer… Más que un traidor, Judas resulta
un infiel: no creyó nunca a Jesús, no lo
entendió. En el fondo, ¡no era un seguidor del
Maestro! Y, curiosamente, o quizá más aún,
sintomáticamente, Judas es señalado como "el que
tenía la bolsa"… los "haberes"… ¡El
tesorero del grupo…!

Además, al asunto del beso:
¿no era suficiente con señalar al individuo sobre
el que recaía acusación? ¿Por qué un
"beso"? Y, ¿por qué en Juan no aparece tal
señalamiento? Según Juan, Jesús no es
"atrapado": él se entrega. Tan viene a cuento esa actitud
resuelta, que los mismos gendarmes –dice Juan- "caen a
tierra", es decir, se desvanecen ante la infamia que estaban
cometiendo… Ninguno de los otros Evangelios es tan
romántico… Antes bien, Lucas propone el reproche
sentido de Jesús al traidor con una denostación que
le sublima por encima de la pequeñez humana de la cual
participa para dejar, garantemente sugerida, su deicidad…
¡El preludio a Juan!

Ajenos a tales pretensiones, los otros
evangelistas refieren la aprehensión de Jesús en
términos razonablemente humanos: los guardias de los
escribas, de los fariseos y de los sacerdotes guiados y
conducidos por Iscariote se presentan y arrestan al Maestro
Jesús tras ser identificado a plenitud por el traidor. Los
estudiosos del tema se avocan, en este ítem, a averiguar
si la gendarmería apresadora era una "guardia legal" o una
turbamulta, como si no fuera claro que se trataba de la guardia
del Templo, no de una cohorte romana: los romanos no intervienen
aquí, ahora. Y una canalla tendría menos sentido
aún. Además, poco se habla y poco se explica, casi
ni se menciona la agresión a los gendarmes por uno de los
del grupo de Jesús, como si se lo quisiera pasar de largo:
en el punto de la detención, "alguien" saca una espada
para hacer defensa hiriendo a uno de los guardias. Todos los
Evangelios –excepto Juan- señalan esto. ¿Por
qué no se nos explica? ¿Esto, qué fue?
¿Algo incontable o no "considerable"? En una
detención, una agresión es resistencia a la
autoridad… O, ¿en aquella época no? Y,
¿quién sacó la espada? ¿Pedro? Y,
¿por qué Pedro? O sea, que después de todo,
Jesús andaba acompañado de gente armada… O
de un núcleo, de un cierto número, de algunos, de
"unos pocos", armados… Una espada era, en aquella
época, el equivalente a traer hoy día un
arma… ¿No será esto un resabio de un relato
original más cruento, más específico, en que
Jesús resulta ser un líder Ungido y por lo tanto
depositario del "derecho real" a Israel, aspirante a la
liberación de Israel?

No, hay que aquilatar que no: durante su
exposición y ejemplo, Jesús dejó bien claro
que no era la rebelión su punto. Que quizá –y
de modo eventual, por las aspiraciones que corrían- le
hubieran seguido algunos individuos armados no es del todo
improbable, pensando sobre todo en los radicales. Pero de eso a
que "Pedro" anduviera por allí armado como un
mílite, hay un trecho, pensando sobre todo en la
personalidad de ese discípulo…

Por lo dicho, queda Jesús
aprehendido. Preso, detenido. Convicto, pues. Y en el relato, en
todos los relatos, se procede a su enjuiciamiento inmediato.
¿Un juicio sumario? ¿Por qué esa prisa, si
la hubo? El proceso judicial llevado a cabo apretadamente en una
noche y la mitad del día siguiente es contrario a las
disposiciones formales de la Institución hebrea… Y
de la Autoridad romana, que parecería estar sujeta a los
caprichos del Sanedrín… Por lo pronto, el juicio se
realiza, según lo presentan los relatos, y con veredicto
adverso: ¿qué tenemos de todo ello? Por como nos
son presentados los hechos, un enjuiciamiento que para unos
resulta parodia en tanto que para otros, juzgamiento en toda
forma al menos con valor jurídico aceptable. Por lo tanto,
si revisamos, grosso modo, el proceso preámbulo del
veredicto conocido, podremos tener un criterio más o menos
próximo a lo que realmente pudo haber sucedido
allí.

De inicio, ¿se trata entonces de un
juicio formal o de una mascarada? Atendiendo a los cánones
de la época, se trató de un juicio en forma por
más que las teatralidades que se presentan no demeritan su
validez, considerando –para más datos- que
aún hoy día, en los llamados juicios orales se
encuentra este tipo de desplantes en los partícipes de los
debates, verdaderos chantajes orientados a conmover el
ánimo de los Jurados. Queremos ordinariamente hacernos a
la idea de solemnidad procesal impoluta cuando ni en nuestros
tiempos ni en nuestros juicios ocurre, del mismo modo que el
carácter del enjuiciamiento antiguo estaba anclado siempre
en las veleidades interpuestas. Ante este pensamiento surge otra
idea casi maliciosa: los Evangelios parecen indicar, tienden a
hacer pensar, inducen la idea de que el juicio, el juzgamiento de
Jesús fue subrepticio, de noche: ¡por la noche!, la
misma noche de su detención, un conciliábulo
maligno para perder al Maestro… ¿Es justo eso? Y
sí: la intención sí era terminar con el
Profeta, es correcto. Pero, pese a todo ello y más
aún, contando con ello, ¿tiene sentido hacerlo
así, con ánimo subrepticio, delincuencial? Y la Ley
romana… ¿Qué? Por partes:

Jesús es llevado a juicio
"inmediatamente tras su detención" según Mateo,
Marcos y Juan; pero Lucas no se hace parte de esa
apreciación y aclara que los apresadores se burlaron y
mofaron del Profeta como ocurre siempre en todo arresto. Pero, de
esto no puede uno sorprenderse, como tampoco se puede concluir
por ello que ya estaba siendo sometido a juicio. El detalle
importante es que Lucas declara que el Sanedrín, el
aparato juzgador, se reunió al abrir el día, lo
cual es perfectamente congruente con la Ley hebrea y desmiente lo
que los otros textos relatan. Ahora, ¿por qué creer
a uno solo contra los otros tres? Por la lógica
constitucional del Derecho establecido. Y por las proclividades
de la manipulación. Lucas, en todo caso, sabía que
podía sostener la objetividad de su declaración
porque se atenía al suceso real de acuerdo con los
tiempos, con el tiempo suficiente para centrar los
acontecimientos de acuerdo al proceso objetivo real sin necesidad
de alterar los procedimientos, sabedor de las exigencias
jurídicas del momento.

Surge así otra cuestión
central: ¿por qué el atentado evangélico de
proponer el juicio de Jesús como sumarísimo, por la
noche? Entran en eso diferentes consideraciones para tal
declaración que viola a sabiendas el principio de la Norma
que prohíbe la constitución de jurado en horas
nocturnas para conocer un caso… La estimación
más notoria para hacerlo es exhibir "la maldad" de la
Gobernación hebraica de la época; de primer orden
también, y asociado a lo anterior, es tratar de presentar
el caso de Jesús como de verdad, único,
excepcional, fuera y aparte de cualquier otro: un caso aparte, de
alcances sobrecogedoramente ilimitados y por tanto, irreductible
a nada que fuera convencionalmente terrenal. Sobre este
considerando mágico se asienta, en lo general, toda la
percepción cristiana del proceso y justifica, a la vez, el
siguiente supuesto que da por hecho la irrealidad e invalidez del
juicio que más que tal, debió tratarse de una farsa
intencionalmente montada por la Autoridad con la finalidad de
justificar, y solo eso, la gana de deshacerse de Jesús. O
sea: que los gobernantes de Judea odiaban a Jesús hasta el
grado de plantearse la ventolera maligna de su muerte,
forzosamente y a como diera lugar, actitud que aparece inscrita
en varios perícopes de los Evangelios que justifican ese
punto de vista que a su vez está en estrecha connivencia
con un tercer interés que "explica" el improbable proceder
de la Autoridad jerosolimitana: había que hacer morir a
Jesús el propio día de la preparación de la
Pascua, que era cuando el cordero era inmolado y al cual,
según la doctrina mistificada de la posteridad,
Jesús suplía: un desfase implícito que ha
perdido, a todas luces, la ubicación del tiempo como para
no saber si la Pascua que ha celebrado ya Jesús (si de
verdad lo hizo) es la correcta, o lo es "la que viene", la
oficial, en cuyo caso –y Lucas vuelve a tener razón-
había tiempo para un juicio normal…

¿De dónde sacó la
posteridad paulista semejante exigencia? ¿Qué
intención –sacra, por supuesto: ¡pía!-
se escondía en semejante "misterio"? Hemos de llegar a
ella… Por ahora, podemos hacernos cargo del punto central
según fue ordenado por el credo cristiano formal:
Jesús-dios es rechazado por la judaidad y ejecutado en
seguida con la mediación romana. Esto, en cierto modo,
exculpa a los romanos y recarga la responsabilidad de toda esta
truculencia en el pueblo como conjunto que se decía
vicario del Señor. Y, ¿era así, fue
así?

El tono general que los relatos transpiran
de la reunión judicial a la que es llevado y presentado
Jesús, es de animadversión: todos –o casi
todos- contra el indiciado. El sumo Sacerdote –que funge
como fiscal– aparece como sobradamente interesado en demostrar la
culpabilidad del Reo. Y ello no debía de ser motivo de
alarma: ¡es la función de todo fiscal! Pero este
fiscal, en este caso, parece no poder ser certero… Y ni
siquiera encuentra dos testimonios coincidentes como
mínimo, como pide la Ley, para constituir un delito
jurídicamente soportado que permita remitir al acusado a
sentencia de culpable… Esto desespera a Caifás
–que por cierto, no se llamaba así: era un apodo. Su
nombre real era José- que, en su irritación,
termina por increpar directamente a Jesús… Eso no
debió ocurrir, pues la Ley decía, con toda
claridad, que ningún reo podía ser acusado por
testimonio propio: en tal caso el indiciado se haría
merecedor, a lo sumo, de unos azotes. Y hasta
allí.

Pero entonces, ¿por qué
actúa así el fiscal? ¿Solo por
animadversión? Seguro que no: él es hábil.
No por gusto se mantuvo dieciocho años en el puesto cuando
era elegible cada año… ¿Entonces?
¿Acaso esperaría una confesión? No: buscaba
un indicio que involucrara al acusado con el interés
romano, quienes sí castigaban severamente a sus
detractores… ¡Y eso obtuvo! ¡Y eso le
permitió manipular a toda la asamblea!

El asunto es sutil –es decir, no
expuesto con obviedad- pero no por ello menos válido. Y
sin embargo, tiene también los elementos de una falacia:
La pregunta concreta, directa del fiscal según lo
presentan los Evangelistas, es una pregunta inválida en
Judea, prácticamente imposible por lo que implica y de lo
cual estaría a salvo cualquier judío que
mínimamente razonara como tal por la estupidez de lo que
significa. Caifás no podría haber preguntado una
cosa así… A menos que, conocedor de las
fantasías paganas, hiciera en efecto tal pregunta
capciosamente… La intención en ese caso
sería dual: por un lado, mostrar a su concilio la
atingencia de su acusación, que bien entendida,
llevaría la causa hasta los romanos, como ocurrió;
Y por la otra parte, se librarían del crítico
implacable mostrando su mejor buena voluntad a Roma… Todo
era cuestión de darle vuelta a la cosa: cualquier
judío podía entender sin mucha complicación
que un sujeto que se asume a sí mismo como "Ungido" es un
blasfemo, y en las circunstancias imperantes, un sedicioso desde
que esa denominación evoca distintivamente a un
líder… Y ese era el quid, aunque para los romanos
tanto "significado esotérico" no terminaba por serles
claro, como quedó obviado después.

¿Qué deja en claro que
Caifás obtuvo lo que quería? La sorprendente e
inesperada –por comprometedora- respuesta de Jesús,
que incluso parece haber sido arrollado por la astucia del
fiscal: hay quien piensa que, en efecto, Jesús fue llevado
por Caifás, obligado a "abrirse de capa", sorprendido
pues. Pero habiendo conocido la agudeza de Jesús, podemos
saber que esto resulta muy difícil. A la improbable
pregunta de Caifás: ¿"eres el Hijo de Dios"?, la
igualmente improbable respuesta de Jesús resulta curiosa:
"sí; y desde ahora verás al Hijo del Hombre sentado
a la diestra de Dios venir entre las nubes". No solo improbable:
inaceptable. Jesús no pudo decir tal cosa. Por lo tanto,
¿de qué se trata esto?

Es constatable sin embargo, que Lucas no
reseña la escena como los primeros dos sinópticos,
tanto en lo que se refiere al juicio propiamente dicho como a la
postrer pregunta y la inesperada respuesta; y Juan acota que se
le preguntó al Profeta sobre su doctrina, a cuya respuesta
un guardia abofetea a Jesús por irrespetuoso. Pero es
todo, lo cual lo pone a uno a pensar, porque en esto no
había causa de condenación… La respuesta
previamente consignada de Jesús a la pregunta capciosa de
su acusador parece más bien mordaz, una
socarronería. Es decir: Jesús se burla del fiscal;
exagera tanto la nota, según lo describe el cuadro, que de
ser una acrimonia se vuelve confesión de parte. El fiscal,
burlado –porque es obvio que no se le escapó la
burla del acusado- se irrita tanto que exhibe una teatralidad
para volver contra el acusado su burla y darle valor real, para
con ello desquitarse al conseguir condenar a
Jesús.

Por supuesto que los religiosos
convencionales se evitan tamaña conclusión porque
otorgan al Maestro la solemnidad doctoral propia de una divinidad
inconmovible y a sus juzgadores toda la maldad que pueda
imputárseles por su desafortunado veredicto en donde no
hay resquicios humanos: todo esto es una representación de
la lucha entre el Bien y el Mal, y los actores del momento son
solo eso: encarnan y representan un conflicto que trasciende las
fronteras terrenales. La función es
cósmica…

Pero no, no es así. No fue
así. Jesús responde con un sarcasmo a las insidias
de su fiscal. Que la situación no estaba para jugar queda
claro, pues hay que leer entre líneas, hay que colegir que
Jesús estaba, se sentía, se sabía tan por
encima de ese juego sanguinolento del gran Sacerdote, que no se
limitó en demostrarle desprecio. Jesús
también sabía que no estaba para ganar esa
causa… Que las comunidades del siglo I y las posteriores
no lo entendieran, no le resta valor al gesto. Fue una nueva
demostración vivencial, práctica, de los valores de
su doctrina. Y Jesús lo asume sin susto.

Pero, en este asunto hay otro problemita a
nivel de detalle: ¿cómo se sabe –o
cómo se supo- lo que pasó en aquel concilio?
¿Quién filtró o chismorreó los
pormenores que allí ocurrieron? Y atado a esta duda, queda
saber qué tan confiable pudo haber sido semejante
información… Ningún Apóstol estuvo
allí… Los religiosos empedernidos no tienen empacho
en ello: "la Inspiración" será la respuesta
indefectible que todo lo resuelve… Fácil,
¿no? Indemostrable e inobjetable… Pero,
objetivamente puestos en la realidad, ¿quién? Se
especula que con mucha posibilidad (sic) personajes como el de
Arimatea –y quizá algún otro miembro del
Sanedrín y a la vez simpatizante de Jesús-
confiaron las referencias del hecho… Porque, a final de
cuentas, no se tienen datos sobre el asunto en lo
particular…

Partes: 1, 2

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