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Una revisión del tiempo




Enviado por alejandro_alv



  1. Vida y tiempo
    creativo
  2. El papel del
    observador
  3. La
    lingüística del "hacer"
  4. Intersubjetividad

Vida y tiempo
creativo

¿Habrá algo más omnipresente que el
tiempo?… El repaso sobre los aspectos filosóficos,
físicos o psicológicos del tiempo indica claramente
que estamos ante uno de los ejes más importantes sobre los
que gira la propia civilización humana. Como sabemos, son
innumerables los distintos puntos de vista desde los que se puede
abordar el tema, y por supuesto, yo mismo no he sido capaz de
sustraerme al análisis de un concepto tan
sustancial.

El empeño en tratar de no emponzoñar un
asunto ya de por sí complejo me ha llevado a intentar
exponer mis razonamientos con simplicidad y claridad, siendo
consecuente con sus resultados. Eso no insta para que el enfoque,
desde mi modesta opinión, sirva de punta de lanza para la
apertura de nuevas vías que traten de acercarse más
a la realidad.

Pues bien, sin más rodeos, parto de un
símil que tiene que ver con lo más sustancial de
nosotros mismos, cual es el propio desarrollo humano.

Piaget estudia en profundidad el tema, pero para lo que
nos ocupa sólo es preciso partir de una cuestión
básica: ¿Qué hay más inocente que la
visión del niño?… Y como si de niños se
tratase, adoptemos la intuición del
niño.

El niño, en su apertura al mundo, a semejanza de
otras criaturas vivas, experimenta su vivencia en el presente, no
se pregunta sobre el tiempo, simplemente lo vive. Un desarrollo
presencial en el presente, al que van "adosándose" retazos
del pasado inmediato, y del futuro en el deseo…
Así, y evidentemente, acelerando etapas, empieza a vivir
en un presente "transcurrente", definido oportunamente en el
primer capítulo de este trabajo ("El tiempo desde la
filosofía").

En resumen, para el niño, su desarrollo personal
le hace adquirir una intuición en forma de
sensación, de los aspectos temporales de la vida, lo que
conduce a una "extracción" casi primordial, sustancial, de
la temporalidad, de que todos los fenómenos que le rodean
y que va comprendiendo están inmersos en esa especie de
"sustancia" que lo empapa todo, que se mimetiza con el movimiento
y de la que es imposible sustraerse… Y es una
intuición de vida, no una abstracción racional de
algo que, por supuesto, aún no comprende. Como
intuición de vida, vivencial, si en sí pudiera ser
que ese tiempo no estuviese dotado de tal sustancialidad, para el
niño está encarnado ya en su propio ser:
¡"siente" esa sustancial temporalidad, sin adivinar de
donde procede!… Para él, esa "sensación" se
enmarca en su propia evolución, en su desarrollo hacia el
ser adulto que será en el futuro…
¿Habrá algo "más sustancial" para ese
niño, que eso que le va a acompañar toda su vida, y
que marcará los "hitos" de su propia historia?… Pocas
cosas serán más sustanciales, más
básicas para la criatura en crecimiento que esa
sensación de temporalidad. Es más, precisamente el
humano se caracteriza (como he expuesto con claridad
anteriormente), él sí (entre los animales), por
saber de su finitud, del tiempo, de su propia muerte
Otras cosas serán importantes en su vida, pero pocas
tendrán esa trascendencia, que le supondrá, ni
más ni menos que un proyecto de vida, su proyecto
vital.

Pues bien, este trabajo se refiere o está
enfocado desde tal punto de vista, el propio tiempo de la vida,
asumido intuitivamente por su protagonista: el hombre. Y en
particular, no el hombre en general, sino como "tú
hombre".

Claro que ese "tú hombre" tiene connotaciones que
se refieren a lo que denominamos "observador" en las ciencias
físicas, pero no adelantaré
acontecimientos.

El enfoque defendido en este ensayo es, por supuesto,
uno más de los posibles, pero, en mi modesta
opinión, crucial.

Dada la preeminencia del tiempo de la física en
nuestra época, no puedo dejar de hacer referencia especial
a tal hecho. Ciertamente es un campo enorme, que para algunos se
presenta como el único digno de un estudio
científico serio… Y yo no voy a quitar relevancia a
tal planteamiento, máxime después de las
aportaciones de la teoría relativista tras la
irrupción del genial físico Albert
Einstein.

No obstante, este campo inmenso, no exento de sus
correspondientes connotaciones negativas ("problema del tiempo"),
no es el objeto de este estudio, yo diría que ¡queda
un tanto al margen!… ¿Un tanto al margen, una cosa de
tal importancia?

Pero, si se prescinde de ese tiempo físico, tan
omnipresente en los tiempos actuales, ¿qué queda?
¿Una parte mínima de todo el amplio "concepto" de
tiempo?

No, ¡queda el "resto"! Contra el paradigma actual,
afirmo: ¡El tiempo trascendental para el hombre y desde el
hombre, es el "tiempo creativo" al que se refiere esta
obra!

Y es que, en verdad, el tiempo "mecánico" de la
física sólo es un "tiempo de relaciones"
(relacional), que simplemente "conecta" los diversos tiempos
"sustantivos", "creativos" de cada viviente.

Así que toda la "parafernalia" temporal, las
precisas y exquisitas medidas que nos proporcionan nuestros
complejos aparatos técnicos se refieren a las
interrelaciones entre los verdaderos "tiempos propios",
"creativos" que todos poseemos en nuestro interior. De la vivida
intuición de temporalidad que nos es tan propia, tan
familiar, parten unas "conexiones", un lenguaje común
preciso para la construcción, para la elaboración
del mundo que nos rodea, y una de esas conexiones se viste con el
carácter de tiempo como medida que nos presenta la
física, o más ampliamente, con el marco
espaciotemporal relativista tanto especial como general. Y en
él se encuadra el tiempo mecánico, el reversible
que participa en las leyes físicas, ese tiempo ya no
absoluto de Newton, y que no es más que una
dimensión dentro de las coordenadas generalizadas dentro
del invariante línea del universo, o línea del
mundo.

El tiempo de la física es, pues, una
dimensión de "engarce" entre otros tiempos mejor
representados por la "durée" de Bergson, mucho más
sustanciales para la evolución de la vida, más
acordes con nuestra sensación o conciencia de
temporalidad. Y para mí, que este tiempo es el que
más nos interesa, pues es el que va unido al desarrollo de
todas nuestras potencialidades, en cierto sentido "a nuestra
propia creación", de aquí la acepción de
"tiempo creativo".

Lo más cercano al "tiempo creativo" desde la
física sería el llamado "tiempo propio" que
acompaña a toda partícula con validez incluso en
relatividad general. La diferencia mas sutil entre ambos es que
el tiempo creativo es también el "tiempo propio" del
observador y sólo del observador, lo que conlleva otras
importantes características lo suficientemente "mollares"
para poder construir sobre ellas toda la argumentación de
la teoría defendida en este trabajo.

El papel del
observador

De la unión entre "tiempo propio" y "observador",
en particular el "observador cuántico", nace el concepto
del sustancial "tiempo creativo".

En esta teoría se produce una nueva
revalorización del papel del observador, escalando a un
nivel superior en el camino que empezó antaño con
la hipótesis relativista de la equivalencia entre todos
los observadores situados en sistemas inerciales y que supuso,
nada menos, que la indisoluble conexión espaciotemporal,
de acuerdo con las ecuaciones de Lorentz, y que siguió con
la singular y básica influencia del observador en la
medida de cualquier magnitud física ("observables") con la
subsiguiente "decantación" (decoherencia) de un cierto
estado físico del sistema.

Pues bien, ahora ese observador también "escribe"
el tiempo, entendiendo esa "escritura" como una
congelación del mismo, a resultas de otra
"decantación"… Aquel tiempo, t, evanescente, sin
sustancialidad física, tan reversible en su indiferencia a
caminar hacia adelante (pasado-presente-futuro), como hacia
atrás (futuro-presente-pasado), al igual que en una
película proyectada al revés, queda, entonces,
"adornado" de una dirección, del sentido que apunta
siempre hacia el futuro, en la dirección que supone un
crecimiento de la entropía universal. Así que,
¡es el observador quien dirige la entropía hacia su
maximización!

Es, pues, el observador el que dota de "sustancia" al
tiempo, a partir de su propia sustancialidad, su ser propio. En
este punto se unen teoría física, filosofía
y hasta una metafísica. Y esas tres visiones requieren su
propio análisis, que no obviaré.

Primero abordaré el tema desde un plano
más cercano a la física habitual; desde allí
me implicaré en las subsiguientes connotaciones
filosóficas de mayor o menor calado.

La
lingüística del "hacer"

Llegado aquí y sin más dilación,
expondré la idea clave que, en mi opinión, me
llevó felizmente a concebir el concepto de "tiempo
creativo".

Sorprendentemente, dicha idea clave no vino del campo de
la ciencia como habría de suponerse, sino de otro
más prosaico, el de la
lingüística…

Hay un verbo clave en español, que aúna
tanto el movimiento como la acción; se diría creado
precisamente en relación o sobre tal unión, y
éste es el verbo HACER.

HACER tiene connotaciones puramente temporales, acerca
de un tiempo "activo", de un tiempo de la acción. Y sus
tres tiempos verbales de pasado (HECHO), presente (HACIENDO) y
futuro (POR HACER –o la intencionalidad "haré"), en
inglés, DONE-DOING-BY TO DO, se constituyen en la
verdadera clave del "tiempo creativo".

A partir de aquí ya estamos en disposición
de abordar la parte más física de la
hipótesis sobre el tiempo creativo. Para ello debemos
establecer un sistema de coordenadas, ahora sí,
"privilegiado", con origen en el punto O representado por el
observador. El "clasicismo" temporal se identifica, obviamente,
con el tiempo propio del observador, sobre su propio
acontecimiento personal (su localización y su
momento)…Pero, ¡es que ese observador soy yo mismo,
tú mismo! ¡El mundo se radicaliza sobre tu
persona!

El sistema de coordenadas al que he llamado
"privilegiado", precisamente bautizado así por ser el
mismo en que coinciden el sistema de coordenadas definido en la
teoría relativista –para estos menesteres
"equivalente" al clásico- y el mecánico
cuántico (ver al respecto mi artículo
"Prevalecencia cuántica", publicado en el Blog
Simbiotica), es único y en ningún modo fijo, pues
acompaña en todo momento al observador O. (En realidad, es
una especie de coordenadas comóviles, propias del
observador).

Pues bien, sólo allí tiene sentido el
presente-gerundio "HACIENDO", y sólo desde allí el
tiempo se configura en los "espectros": HECHO, HACIENDO y POR
HACER.

Ahora viene la pregunta: ¿Desde ese punto O
privilegiado, con qué se mimetizan "físicamente"
esos tres espectros?

Y la respuesta: el espectro temporal HECHO se mimetiza
prácticamente con el pasado de O, que en primera
aproximación corresponde al pasado configurado en la
representación de Minkowski (ver Apéndice II y la
siguiente figura).

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Y como pasado ("realizado") está totalmente
configurado, es en realidad "Historia" (no únicamente la
historia de O, sino todos los acontecimientos "ya sucedidos", es
decir, "hechos", se interrelacionen o no con ese pasado de O, y
me estoy refiriendo a la posible influencia del futuro sobre
eventos del pasado, cuando se generan nuevas líneas de
tiempo que no afectan a la línea del presente, de acuerdo
con las últimas experiencias cuánticas –ver
al respecto el Capítulo II de esta misma obra).

Dentro de este espectro, sí tiene plena validez
la clásica secuencia: pasado-presente-futuro. Me
explicaré.

Primero observemos la siguiente figura, que es la
representación de Minkowski muy simplificada.

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Pues, dentro del espectro HECHO (lo que puede observarse
en la siguiente representación de Minkowski, un tanto
rectificada) puede definirse para cualquier proceso la
reversibilidad del tiempo, con su secuencia
pasado-presente-futuro, y la contraria (futuro-presente-pasado).
Como ejemplo paradigmático ya citado, el de una
película de cine. Al proyectar una película sobre
una pantalla, podemos decir que el presente serían las
imágenes instantáneas de la proyección, su
pasado (el pasado de la película –proceso
secuencial) el que transcurre desde el principio de la
película hasta el instante en el que estamos observando la
pantalla, y su futuro el que va desde este último
instante, al fin de la película. Indudablemente, la
película puede ser proyectada al revés.

Todo proceso localizado en el interior de ese espectro
(el pasado en la representación de Minkowski) tiene la
misma secuencia: tiene un origen, posee la "llama" del instante
presencial de la medida, y un final, que define plenamente un
pasado, un presente y un futuro.

Se observa claramente, en los ejemplos presentados, que
la característica básica del tiempo aquí
considerado y que corresponde al espectro HECHO, es la
reversibilidad, Como ya apunté es el tiempo de la
física, clásica o relativista (que incluiría
todo lo relacionado con los agujeros negros- ver el
Capítulo II al respecto- con las consecuencias sobre el
pasado y el futuro que supone la transposición de tiempo y
espacio). Y es que todo proceso físico no tiene definido
un sentido o una flecha del tiempo: las leyes físicas
pueden reescribirse tanto considerando el tiempo en sentido
positivo, de 0 a t, como en sentido negativo, de –t a 0. Es
decir, existe una completa reversibilidad de las leyes
físicas respecto al tiempo.

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Y esto es así porque en este espectro los
procesos están perfectamente "determinados"
–HECHOS-, hay un antes –la causa- y un después
–el efecto-, es decir, tiene plena vigencia el "principio
de causalidad". Esa estricta determinación hace posible la
reversibilidad de la secuencia temporal,
futuro-presente-pasado.

El espectro del pasado, pues, es "mecánico" como
sinónimo de "mecánico físico".

Sólo un apunte metafísico, aprovechando
que seguimos aún en este espectro: El espectro HECHO es la
"morada" del Ser-hecho, pues el Ser tiene historia, entidad,
esencia.

Pasando al siguiente espectro, al que corresponde al
HACIENDO por parte del observador, decir que
correspondería al clásico "presente" del
observador, con un papel bastante claro relativo a la
ACCIÓN, por lo que lo analizaré con
posterioridad.

Entonces, nos fijaremos en el tercer espectro del
tiempo, el "POR HACER", que en principio sería asimilable
al futuro de O.

Pues bien, para abordar el mismo es indispensable
introducirnos en otros campos de la física, los más
recientes, que supone aplicar decididamente la "lógica
cuántica". La razón es que el futuro (y,
quizás no sólo el futuro) se "enmarca" o tiene su
evolución dentro de la onda probabilística definida
por la función de onda de Schrödinger, a la que
aplicaremos la interpretación clásica de la
cuántica adoptada por el nobel Max Born.

El futuro de O no viene, en principio, determinado, sino
que sólo se dan ciertas "tendencias a existir" (ver las
consideraciones físicas del Capítulo II). Y es que
no existe un único resultado o "camino", sino tan solo la
probabilidad de cada uno de esos caminos, posibles resultados o
estados, es decir, estamos ante una "nube" de posibilidades (lo
que viene indicado en el esquema anterior, dentro del espectro
del futuro o el POR HACER). La integral de caminos elaborada por
Feynman (recordemos lo expuesto en el Cap. II sobre el "principio
de acción") es todo lo que podemos adivinar acerca del
"camino clásico" o del futuro posible de O: ¡Son
sólo posibilidades "decantadas" por decoherencia o
"colapso" de la función de ondas!

Una vez establecido el papel de cada una de los tres
"espectros" del tiempo de la hipótesis sobre el tiempo
creativo, estamos en condiciones de dar un paso más,
introduciéndonos en el mundo de la filosofía rayana
con la metafísica. Estamos ente un HACIENDO-presente que
"transforma" (a través de la medida o la simple
posibilidad de la misma) un "NO-existente" (la "aún" no
realidad del futuro) en "existente" (realidad) por medio de la
medida, transformándolo en un suceso o acontecimiento,
historia, un HECHO ya en el pasado. Desde este punto de vista,
podemos considerar al observador O, en su HACIENDO la fuerza
capaz de construir o crear desde el NO SER al SER.

Es sorprendente el hecho de la trastocación
temporal del tradicional sentido de la "creación".
Secularmente existía y existe el "mandala" de que en la
creación se pasaba de la nada-pasado al futuro-ser creado.
Pues bien, ahora, sorprendentemente acontece lo contrario: desde
la "posibilidad" del futuro (una nada), se "crea" (HACIENDO) la
esencialidad histórica del pasado.

Se me antoja que no está demás hacer
hincapié o resaltar este hecho, al menos llamativo, del
paso de una evolución original, o creación que
desde un origen (incierto y desconocido) se dirige hacia el
futuro (igualmente incierto y misterioso), a otra
"creación", u otra metafísica que desde la
seguridad de nuestro de nuestro propio yo –el HACIENDO
"creativo"- decanta las posibilidades potenciales del NO-SER, en
el SER-PASADO-HISTORIA.

Y lo trascendental entreverado: ¡Somos una
"potencia" creativa!… Cada observador es un creador: ¡No
necesitamos remontarnos a un pasado-origen en la nada,
indefinido, infinitamente lejano, ni imaginarnos un futuro
igualmente lejano y desconocido! El nuevo paradigma abandona el
tiempo absoluto, fuera de nuestra comprensión,
sustituyéndolo por una fuerza de la naturaleza capaz de
crear, pero limitada en el tiempo, llena de vida, y que
¡somos nosotros mismos!

Y esa fuerza está enmarcada en un tiempo avalado
por el hecho incontestable de nuestra propia vida, por un tiempo
de creación: el "tiempo creativo".

Yo diría que, con estos presupuestos, la
necesidad de un tiempo extendido entre dos infinitos, el del
origen y el del futuro, si no en un solo ciclo como el de nuestro
universo conocido o del Big Bang, sí en los posibles
innumerables universos que nos presenta la filosofía india
(eterno retorno, etc.), pasa a ser superflua ante la evidencia
del mundo finito en todos los órdenes que nos rodea: es
finita la vida de cualquier criatura viva, la edad o
duración de cualquier proceso físico estudiado por
la ciencia, etc. Y si todo es finito, choca con nuestra
inteligencia e intuición una cosa como un tiempo extendido
desde el -8 al +8. Para la filosofía cristiana y
bíblica se precisa un origen desde el que contar los
tiempos.

Mucho más fácil para nuestro entendimiento
es hacer partir, todo lo que se refiera a cualquier aspecto de la
temporalidad, de nuestro tiempo propio establecido como origen
desde el evento "autotransmitido" de nosotros mismos, de
mí mismo en cuanto observador (como dije, una especie de
coordenadas comóviles que acompañan a cada
observador). A partir de aquí y como seres limitados,
podemos establecer edades, tanto hacia el pasado como hacia la
especulación futura, tan unida a nuestra aspiración
de permanencia, a su esperanza. El concepto de duración, o
de edad de cualquier proceso físico o vital, desde esta
consideración, es totalmente natural, fácilmente
asumido por nuestro entendimiento.

De forma que aquellos orígenes del tiempo, en el
-8, y final del mismo, en el +8, dejan de presuponer ninguna
problemática desde el punto de vista científico,
pasando a integrarse con naturalidad en el campo
metafísico, es decir, en un terreno, fuera ya de la
especulación científica, de donde nunca debieron
salir.

Y qué puedo añadir, ahora, a la apuntada
"flecha del tiempo".

Se ha hecho uso del término físico
"entropía" para explicar esta flecha del tiempo dirigida
siempre hacia el futuro…, pero no sabemos por qué
nuestro universo siempre camina hacia el aumento de
entropía, que es a su vez la causa de la dirección
hacia el futuro de la flecha del tiempo. Pues bien, en la
hipótesis del tiempo creativo, no es preciso acudir a tal
ley de incremento de entropía, definidora de la flecha del
tiempo, puesto que nos encontramos en el caso contrario, ya que
es la dirección del tiempo creativo la que establece la
ley entrópica creciente. ¡Es el HACIENDO de nuestra
acción, en la transformación de las posibilidades
del POR HACER en la realidad del HECHO, quien "mueve" la flecha
del tiempo, quien da su direccionalidad!

En mi opinión, y volviendo a entrar en un terreno
más filosófico, es curioso el paralelismo que
podemos establecer entre los presupuestos del tiempo creativo y
el sistema hegeliano de la Historia con su clásico
método de tesis, antítesis y
síntesis.

Para Hegel, el hombre no es una criatura pasiva, mero
observador de la historia, sino un sujeto partícipe que
crea o co-crea la historia junto a la divinidad, historia que
avanza mediante tesis, antítesis y síntesis. Y es
que los tres movimientos típicos de la dialéctica
hegeliana son: afirmación, negación y
negación de la negación.

En el tiempo creativo también existen los tres
"movimientos": el del pasado-HECHO (haciendo las salvedades que
se apuntaron antes sobre el pasado); el que puede considerarse el
"No hecho" cual es el POR HACER y el enlace que supone la
"acción-HACIENDO" del observador (¡Hace de la
posibilidad Historia, del NO-SER –todavía- al
SER).

El tiempo creativo es el tiempo que se ciñe
especialmente al fenómeno vital, como un guante a la mano,
con su dirección entrópica del tiempo hacia el
futuro. (La entropía negativa que supone el aumento de
complejidad en el desarrollo y evolución del ser vivo en
su aspecto local como sistema abierto, como sabemos, no va en
contra el aumento entrópico de todo el universo como
sistema cerrado global).

Es innecesario citar las connotaciones de todo tipo que
supone la adopción de este tiempo creativo, cuyos
antecedente podríamos encontrar en obras como "Ser y
tiempo" de Heidegger, o en el concepto de la "durée" de
Henri Bergson.

Y como señalé, no es nada extraño
que el tiempo creativo vaya consustancialmente unido al
vocablo-palabra-verbo HACER, que encierra en sí tanto el
"tiempo", como el "movimiento" y especialmente la
"acción".

Intersubjetividad

No obstante, aparentemente, en contra de este tiempo
creativo podríamos alegar su buena dosis de subjetividad
(me recuerda, por cierto, las mismas descalificaciones que
recibían las ideas de Bergson sobre las mismas
cuestiones), lo que no ayudaría, precisamente, a su
"consideración científica". Pues es aquí
donde acude en su ayuda, de la forma más oportuna el
concepto de "intersubjetividad", intersubjetividad que para
muchos estudiosos es sinónimo de objetividad. He de decir
que en verdad, aquí la intersubjetividad sí es el
marco necesario que nos proporciona la imprescindible
objetividad, lugar común, engarce o lenguaje universal de
todos los observadores (de por sí subjetivos).

Dada la trascendencia de la cuestión para el
tiempo creativo, conviene analizar la fenomenología de la
intersubjetividad con cierto detalle.

Veamos el siguiente esquema. En el mundo clásico
tenemos:

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Si existe tal objetividad (realidad del mundo exterior)
la subjetividad de los distintos observadores –siempre y
cuando no existan errores de medida-, es decir, la
intersubjetividad de los distintos actores-observadores
será válida.

Pero, en general, en tal mundo clásico, lo que
sucede viene expresado en el siguiente esquema:

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Es decir, la intersubjetividad (pudiera haber distintas
intersubjetividades, según los distintos observadores) no
supone con certeza la existencia de esa objetividad, aún
cuando, como dije, algunos autores han tomado como principio tal
suposición.

Ahora bien, en el mundo cuántico, que en verdad
domina todo nuestro universo, y sobre el que está basado
especialmente el tiempo creativo, también se
tiene:

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Mas, en este mundo (véanse los razonamientos de
Max Born sobre la "invariancia" de la función de onda),
aquí sí, la intersubjetividad sí supone la
objetividad.

Y esto es clave en la cuestión que nos ocupa,
porque todos los observadores-actores tienen que ver o medir lo
mismo, y puesto que la "decantación" o "colapso de la
función de onda" sólo aparece en la
"realización" de una medida –o la simple posibilidad
de que pueda realizarse-, sólo uno de dichos observadores
es el "agente ejecutor" de tal medida, así que, en cierto
modo, podríamos decir que su mente-subjetiva "obtiene" una
medida que de alguna forma queda impuesta a los demás
observadores. Y no pueden hacer lo mismo dos observadores
distintos, sino que sólo uno de ellos tiene prioridad, tal
como ocurre, salvando la distancia, con el símil de la
dualidad onda-corpúsculo, donde uno de los aspectos
"revelado" anula el otro, aún cuando en este caso
intervengan más actores. Precisamente así se
salvaguarda la intersubjetividad, tal como lo expresa este
esquema:

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Y aquí no he expuesto el seguro papel del azar,
solapado en realidad con el desconocimiento del verdadero autor
de la "decantación" o decoherencia.

Por no dejar nada en el tintero, respecto al
símil de la llama que quema el papel, en alusiones a los
tres momentos temporales y que expresé cumplidamente en
varias de mis obras, procede cierta rectificación sobre lo
vertido con anterioridad: el presente sería la propia
llama, el pasado lo ya quemado y el futuro el papel por quemar.
Lo que cambia ahora, en lo que se refiere al tiempo creativo, es
que el observador (origen del sistema de coordenadas
"privilegiado") "iría acaballo" de la llama, algo en
apariencia banal, pero, sin embargo, básico en la
descripción del tiempo creativo.

Y si persistiese alguna confusión respecto al
espectro POR HACER, en cierto modo coincidente con el campo del
futuro en la representación de Minkowski, lo mejor
sería "dejar en blanco" tal campo como corresponde a la
representación de una inexistencia, la nada, sólo
con "aspiraciones" a existir, una esperanza o una "tendencia a
existir". (Un futuro "difuminado en humo", siempre, por supuesto,
desde el sistema de coordenadas "privilegiado" del observador, y
en ningún otro).

Respecto a lo que significa la nueva revisión del
tiempo que supone el tiempo creativo, no está de
más apreciar en su verdadera magnitud la trascendencia de
su impacto en el "hecho vital".

Su trascendencia se refiere sustancialmente a sus
aspectos creativos, de creación de "esencia" y con ello de
pura vida. Creo firmemente que lo más importante para
todos nosotros, y en verdad yo diría que para todo el
ámbito viviente, para la misma "Gaia", para el
pálpito vital universal, desde nuestra misma Tierra a esos
"exoplanetas" que vamos descubriendo por doquier, lo más
importante, repito, es la evolución de esas
insignificantes moléculas previtales
transformándose en vida, en hálito vital, en
psiquis cada vez más complejas Esa evolución que al
acceder a la mente humana llega a observarse a sí misma,
siendo consciente de ello, y que hace posible la acción
creativa de alumbrar nuevas formas vivientes capaces de extender
su semilla por todo el orbe. Es este aspecto del tiempo, pues, el
más importante, el más trascendente: ¡si no
hubiese habido quien observara todo lo creado, más
valía no hubiera sido creado! Lo creado necesitaba de un
observador, de observadores, ¡es así como madura la
creación!, máxime cuando ese mismo observador con
su acción (medida) es capaz de "consolidar" el ser, los
seres: con el "colapso" desde la posibilidad aparece lo "real".
¡se crean las cosas, los seres, las mentes, la
conciencia!… Por consiguiente, aquí el tiempo representa
la vida, es lo que posibilita la vida, y en su seno transcurre y
se consolida la vida.

De ello se desprende que vida y tiempo están
sustancialmente interconectados, interrelacionados en la misma
esencia del ser, aún más allá del "Ser y
tiempo" de Heidegger… Y aquí radica la importancia
del tiempo, pues a partir de él nos "construimos", se
desarrolla nuestra propia vida. El HACIENDO es el momento de la
"acción"… Es un precioso misterio lleno de
potencialidad… En el HACIENDO actúa el ser, y
actúa creando, y ese proceso se llama vida:
¡ahí palpita la vida! El HACIENDO es la
acción creativa, la máxima expresión de la
"vitalidad"… Ahí se produce la maravilla de la
transformación de lo inexistente (nada) con cierta
"tendencia a existir", a la existencia plena, una verdadera
creación, la verdadera creación… Y eso es lo
trascendental: no es necesario conocer nada de un futuro que
aún no existe y de un pasado que no sabemos donde remonta
su origen. ¡Ni final, ni inicio son precisos; sólo
el instante creador es lo esencial!… El HACIENDO se vislumbra
como el rey dentro de los tres "espectros" temporales, lo que no
es nada extraño, pues "en él tan sólo habita
el ser", es su morada, es el campo de su actividad, de su
acción. Y es que para la vida lo es todo, es más,
ese HACIENDO es la propia vida, aunque va bien pertrechado del
imponente bagaje del pasado materializado en su memoria, y de la
"esperanza e impulso en dirección al futuro".

El tiempo creativo aparece con su esplendoroso potencial
de vida, resurgiendo como un lucero sobre el tiempo
mecánico de la física, el petrificado de la
historia, el transcurrente psicológico, los modos
descriptivos del mismo, etc. Para nosotros y las criaturas que
nos acompañan, este es el tiempo importante, sustancial,
vital, nuestra básica vestimenta, sin el cual aparecemos
desnudos, desprotegidos, condenados a la inmovilidad.

Y el tiempo como ser propio, como demiurgo es en esencia
éste, el que tiene una naturaleza que se identifica con la
nuestra en una autoconstrucción mutua: ¡en el tiempo
nos creamos, y a la vez, con ello, creamos el tiempo!

En verdad, podemos considerar el tiempo creativo como
nuestro tiempo, ya que lo demás o son dimensiones
cuantitativas físicamente medibles, o cualitativas
durables con sus distintos modos… El problema es que
utilizamos el mismo vocablo "tiempo" para cuestiones que no son
lo mismo, es más, en realidad son radicalmente
distintas… Ahora bien, al menos, tras estas disquisiciones
espero podamos clarificar la verdadera idiosincrasia del concepto
para poder separar lo que no es más que una
dimensión física, de la duración
(durée), la edad, la sensación psicológica
de transcurrencia y el instante vital (HACIENDO)
creativo.

El tiempo como demiurgo está trascendentalmente
unido al ser y la vida. Y desde ese tiempo queda "centrado el
mundo", al igual que desde el ser.

Así, podemos resumir:

  • Tiempo físico, reversible, coordenada
    temporal (dimensión).

  • Tiempo esencial, trascendental, creativo, vital,
    finito y real (tiempo creativo).

  • Tiempo infinito, absoluto, irreal,
    eternidad.

 

 

Autor:

Alejandro Álvarez
Silva

 

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