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Telecomunicaciones hasta el año 1950




Enviado por Pablo Turmero



  1. El
    telégrafo
  2. El
    teléfono
  3. Radiodifusión (radio y
    televisión)

El crecimiento y la maduración de las
telecomunicaciones, la disminución de los costos reales de
los servicios, y el aumento en disponibilidad, confiabilidad,
seguridad y conectividad de los servicios ofrecidos, no han sido
producto de desarrollos aislados y espontáneos de las
comunicaciones como áreas científica y
tecnológica independiente; han sido resultado de avances
muy importantes en diversos campos del conocimiento como la
ingeniería espacial y la aeronáutica, pasando por
la ciencia de materiales y la física, hasta la
tecnología digital, o sea, la electrónica y la
computación. Muchos de estos avances, como ya ha sido
mencionado, se lograron a partir de fines y propósitos
militares, pero muchos otros, tuvieron sus orígenes en
aplicaciones civiles; específicamente, en el caso del
teléfono, la meta original ni siquiera fue resolver un
problema de telecomunicaciones, sino que fue producto de
experimentos conducidos por Bell para ayudar a su esposa, quien
tenía problemas auditivos. De hecho, lo que Bell
pretendía era obtener un sistema que permitiera visualizar
las señales de voz para auxiliarlo en sus labores de
enseñanza a personas sordomudas.

Se puede observar una evolución paulatina que
tiene su origen en los sistemas más rudimentarios, los
cuales hoy nos parecen obsoletos. Incorporando de manera
sistemática los adelantos permitidos por los avances
científicos y tecnológicos se generan nuevos
sistemas y servicios que con frecuencia dejan asombrado no
únicamente al lego en la materia, sino también a
ingenieros y usuarios familiarizados con sistemas de "otras
generaciones" tecnológicas.

Las telecomunicaciones se han convertido en un
satisfactor de necesidades cotidianas de un importante
número de habitantes y corporaciones de este planeta. Pero
a pesar de esto, solamente unos cuantos se habrán
preguntado cómo opera algún sistema en especial.
Asimismo, pocas personas están conscientes de
cuáles han sido los verdaderos fundamentos de las
comunicaciones, los cimientos sobre los cuales se han construido
las telecomunicaciones de fines de este siglo.

Con objeto de estudiar con cierto detalle algunos
conceptos importantes de este fascinante mundo de la
transmisión de información a distancia, iniciamos
este capítulo presentando de manera esquemática los
sistemas tradicionales de las telecomunicaciones, desde el punto
de vista más sencillo, aclarando que los adelantos fueron
introducidos lentamente, mejorando poco a poco todo lo existente
hasta ese momento, conforme la ciencia y la tecnología lo
iban permitiendo. Se explicará el funcionamiento del
sistema telegráfico más simple, el del
teléfono, el de la radio y el de la televisión
monocromática (blanco y negro). Sin estas experiencias no
se hubiera podido evolucionar al sistema global de
telecomunicaciones con que hoy se cuenta, y que permite
establecer prácticamente de manera instantánea y
automática la comunicación entre dos aparatos
telefónicos cualesquiera del planeta. Tampoco se
contaría (o se hubiera contado, en su momento) con el
servicio de télex, ni existirían ahora el correo
electrónico, la televisión cromática, las
transmisiones de FM estereofónica, las
transmisiones de televisión de alta resolución con
sonido de alta fidelidad, o el facsímile. Por supuesto, no
podríamos pensar ahora tampoco en las redes de
computadoras.

El
telégrafo

La telegrafía eléctrica, iniciada hace un
siglo y medio, fue durante largo tiempo una buena alternativa
para el correo, puesto que ofrecía una transmisión
prácticamente instantánea, aunque limitaba su uso a
mensajes cortos. Como intervenían operadores, no era
posible transmitir información confidencial o secreta.
Utilizaba una codificación del texto a símbolos que
pueden llamarse "puntos" y "rayas" eléctricos u
ópticos, realizada por alguien en forma manual. Si bien la
transmisión de las señales telegráficas
ocurría entonces a la misma velocidad que las
transmisiones de datos con las redes de informática de hoy
(¡la física no ha cambiado!), la diferencia entre un
sistema del siglo pasado y uno de fines del
siglo XX radica en la cantidad de información
que se transmite en el tiempo: antes eran unos cuantos
símbolos por minuto, mientras que los sistemas de ahora
son capaces de transmitir millones de símbolos por
segundo.

La telegrafía se originó antes de que la
física y la electricidad alcanzaran la madurez para
explotar cabalmente los beneficios de este invento. Existe
documentación acerca de telégrafos ópticos,
basados en sistemas similares a los semáforos, que
operaban en 1794 en la primera República Francesa, y en
Gran Bretaña en 1795. En 1793, C. Chappe desarrolló
un telégrafo óptico que permitió la
transmisión de mensajes por medio de señales
obtenidas con la ayuda de brazos articulados y cuyas posiciones
indicaban el símbolo de que se trataba. Incluía
torres repetidoras de la señal, separadas de 5 a 10 km
entre sí. Con ello, si había buena visibilidad, se
podían transmitir entre Tolón y París, a
través de 120 torres, aproximadamente 50 símbolos
por hora, y se requerían 40 minutos para que un mensaje
cubriera la distancia citada. Esto fue un enorme logro, puesto
que eran transmisiones cuyas velocidades eran 90 veces mayores
que las de los mensajeros con cabalgaduras. Para apreciar de
nuevo la importancia de las comunicaciones en el aspecto militar,
cabe mencionar que precisamente por medio de un telégrafo
de semáforos se transmitieron las noticias acerca de las
victorias francesas sobre Austria en 1794. En menos de una
década proliferaron telégrafos tipo Chappe en
Rusia, Suecia, Dinamarca, Prusia, India y Egipto.

Sin embargo, para que el sistema telegráfico
fuese explotable por medio de sistemas eléctricos, fue
necesario dominar primero la electricidad. Tuvieron que pasar
muchos años para que Morse, alrededor de 1844, hiciera las
primeras demostraciones, enviando mensajes entre Baltimore y
Washington, y después entre Boston y Nueva York.
Más tarde, ya con la posibilidad de la electricidad, es
decir, enviando los mensajes por medio de cables
metálicos, el servicio penetró cabalmente en el
mercado. Los cables fueron instalados en forma paralela a las
vías de los ferrocarriles, fundamentalmente para facilitar
su mantenimiento y para reparar las líneas dañadas
(situación que se presentaba con bastante frecuencia). En
las transmisiones alámbricas se envían
señales eléctricas utilizando para ello el
código Morse, representando los "puntos" y las "rayas" con
diferentes valores de voltajes.

En el primer año de este siglo, se introdujo la
telegrafía inalámbrica, siendo el pionero G.
Marconi, quien logró transmitir exitosamente
señales telegráficas a través del
Atlántico. Con ello se estableció la posibilidad de
sustituir los cables metálicos por emisiones
electromagnéticas, dando así a este sistema una
mayor libertad de acción, y, sobre todo, la posibilidad de
cubrir mayores distancias a un costo mucho menor por no tener que
instalar postes ni líneas metálicas entre los
lugares que se deseaba comunicar. La mayor ventaja de la
telegrafía inalámbrica sobre la alámbrica
reside en que la primera se realiza por medio de transmisiones
tipo punto a multipunto, encargándose el medio
atmosférico de transportar la información desde la
fuente al destino.

Por otra parte, la desventaja de este sistema consiste
en que, por estar la señal en el canal atmosférico
disponible para todos, se pierde privacía en la
comunicación, ya que todo aquel que así lo desee y
que cuente con los equipos específicos, puede recibir e
interpretar la señal. Esto creó la necesidad de
proteger la información que sería transmitida por
este medio, utilizando sistemas de
criptografía.

El paso del lenguaje escrito al "código" Morse,
tal como lo indica su nombre, es precisamente una etapa de
codificación, en la cual a cada símbolo del
alfabeto escrito se asigna una sucesión de símbolos
binarios (lo cual quiere decir que únicamente existen dos
posibilidades, que en este caso son "puntos" y "rayas"). Este
concepto, aunque rudimentario, es la primera versión
estructurada, según los conceptos modernos, de un sistema
de comunicaciones digitales. Para ejemplificar esta idea,
asígnesele un "uno" al punto eléctrico y a la
"raya" eléctrica, un "cero".

Entonces, la palabra "COMUNICACIONES" se
codifica con la clave Morse en el conjunto de puntos y
rayas

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Nótese que si tanto el transmisor como el
receptor conocen los símbolos que serán usados, la
información codificada es independiente de dichos
símbolos y sólo depende de sus posibles
combinaciones. De hecho, si cambiamos todos los puntos por rayas
y viceversa, la estructura de la palabra codificada no cambia; si
el receptor hace lo mismo, la comunicación puede llevarse
a cabo sin ningún problema. La palabra consistente en unos
y ceros, de hecho, también es una versión
codificada con el código de Morse de la
palabra "COMUNICACIONES"; más
específicamente, es una versión que utiliza un
código digital binario (es decir, que sólo utiliza
dos posibles símbolos digitales binarios).

En la telegrafía más simple se transmiten
las señales por medio de cables metálicos
inyectando en ellos voltajes de distinta duración para el
punto y la raya. En el receptor, es necesario detectar la
presencia de esas señales así como su
duración para poder diferenciar entre ambos posibles
símbolos. En la telegrafía inalámbrica la
codificación se realiza igual que en la alámbrica,
pero en lugar de tener conductores metálicos (cables) que
realizan la función del canal de comunicaciones, se
inyectan las señales, en este caso
electromagnéticas, a la atmósfera, siendo
ésta el canal de comunicaciones.

Con el desarrollo del telégrafo eléctrico
se dispuso, por primera vez en la historia de la humanidad, de un
sistema de telecomunicaciones que, a diferencia de los
telégrafos ópticos que lo precedieron, estaba
disponible 24 horas al día, independientemente de las
condiciones climatológicas y de la hora del día. Si
a esto se le agregan aspectos de tipo económico y el hecho
de que el nuevo sistema podía prestar servicio al
público en general, se puede ver el impacto del nuevo
servicio: a través de él se instauró la
presencia de las telecomunicaciones en la vida cotidiana de la
sociedad.

El
teléfono

Este sistema, tal como se conoce en la actualidad, fue
producto de muchos trabajos desarrollados de manera paralela,
fundamentalmente en Europa y en Estados Unidos. Tiene sus
orígenes en los experimentos de J. Fourier (1768-1830) y
R. Willis (1800-1875) sobre la naturaleza de las señales
de voz, y de C. Bourseul (1829-1907), quien concibió la
posibilidad de transmitir voz por medio de cables, usando una
membrana metálica para generar corrientes
eléctricas (señales eléctricas con contenido
de información similar al de las señales de voz).
La factibilidad de este concepto fue demostrada experimentalmente
por P. Reis (1834-1874), quien dedicó su vida a estudiar
las propiedades mecánicas del oído humano. En
Europa, a pesar de haberse realizado demostraciones exitosas de
estas innovaciones, se juzgó que el sistema, si bien
novedoso, no tendría mayor aplicación y por tanto
no tuvo el impacto que debió haber tenido.

Sin embargo, A. G. Bell, quien en 1876 patentó en
Estados Unidos un invento similar, tuvo mayor tenacidad (y los
recursos económicos suficientes) para llevar su invento
hasta sus últimas consecuencias. A pesar de que al ofrecer
en venta su patente a la Western Union Telegraph Company en 100
000 dólares, la reacción fue similar a la europea,
Bell siguió adelante con sus trabajos. Presentó su
invento en la Exposición Mundial de Filadelfia en 1876, y
poco tiempo después la misma Western Union le
ofreció 25 millones de dólares por la patente. Bell
declinó la oferta y fundó su propia empresa (Bell
Telephone Company), que se convertiría en una de las
empresas más grandes y poderosas del planeta (tan
sólo en los primeros tres años de su
operación instaló más de 50,000 aparatos
telefónicos).

El sistema telefónico consiste fundamentalmente
en tres elementos: 1) El aparato
telefónico, que consta a su vez de circuitería
electrónica, un sistema que convierte voz en
señales eléctricas para su transmisión y un
sistema que convierte señales eléctricas en
señales acústicas. Los circuitos
electrónicos del aparato telefónico son los
encargados de hacer la señalización, es decir, de
activar el timbre a la hora de recibir una llamada, o de
seleccionar el número al cual se desea hacer una llamada.
Esta última operación se realiza en México,
y en países con tecnología similar, enviando
pequeños pulsos eléctricos que permiten a la
central seleccionar al destinatario. La manera en que esto ocurre
es la siguiente: a cada número del disco dactilar le
corresponde el mismo número de pulsos eléctricos.
En otras palabras, al seleccionar el número 123-4567 con
el disco dactilar, se envían del aparato a la central 7
sucesiones de pulsos separados cada uno por el mismo intervalo de
tiempo, y cada sucesión a su vez está separada de
la precedente y la sucesiva por un intervalo más largo; en
este ejemplo se tendría un pulso, seguido de dos pulsos,
tres, y así sucesivamente. No hace mucho la
selección del número por medio de pulsos fue
sustituida por una selección por medio de distintas
frecuencias, donde a cada número le corresponde un tono
distinto. Con esa información se establece un circuito
eléctrico entre los aparatos de ambos usuarios, es decir,
el del que marca el número y el del que recibe la
llamada. 2) Un sistema de transmisión,
por medio del cual se hacen llegar las señales de voz
convertidas a eléctricas de uno a otro de los usuarios. En
el trayecto entre ellos hay una gran cantidad de conductores
eléctricos (aunque también contienen fibras
ópticas, enlaces satelitales, canales de microondas,
cables submarinos) y de dispositivos electromecánicos o
electrónicos que garantizan la continuidad de la
trayectoria de los dos aparatos entre los que se desea sostener
la conversación. 3) Un sistema de
conmutación, por medio del cual se seleccionan las rutas
que debe seguir una llamada para llegar de la fuente al destino.
La información acerca del número seleccionado es
proporcionada a la red por medio del usuario (al "marcar" un
número), para posteriormente ser procesada en las
centrales telefónicas ubicadas en los extremos de los
canales. De esta manera se selecciona la ruta que debe seguir una
llamada.

El elemento de transmisión junto con el de
conmutación podrían llamarse también red de
transmisión o red telefónica.

El sistema de conmutación consiste en un conjunto
de centrales telefónicas enlazadas por medio de canales.
La función de las centrales consiste en establecer un
circuito o canal ininterrumpido entre los dos aparatos en que se
sostiene una conversación. Es evidente que no es posible
tener un canal de comunicaciones entre cualquier par de usuarios
del servicio telefónico. Por ejemplo, para comunicar a
cuatro usuarios entre sí, con canales dedicados (es decir,
un cable que sale de las instalaciones de uno de ellos y llega a
las instalaciones del otro), se requerirían seis canales
dedicados, lo cual sí parece factible; para enlazar a 200
usuarios, el número de canales sería de 19 900, lo
cual tampoco parece imposible; pero para enlazar a 1000 usuarios
el número de canales requeridos es de 1000 x 999/2, es
decir, cercano a 500 000. Si se considera que en México
hay actualmente más de 8 millones de usuarios del servicio
telefónico (hogares o empresas), y que, además, en
el mundo existen cerca de 1000 millones de usuarios, el
número de canales que se requerirían es
exorbitante.

La solución que se instrumentó para
resolver este problema es la siguiente: considerando que se
requiere un enlace dedicado entre todas las posibles parejas de
usuarios, para hacer llegar la llamada proveniente de ese usuario
desde su hogar u oficina hasta la red telefónica, se
establece un canal entre el usuario y la central más
cercana. Entre las diferentes centrales existen suficientes
canales para que un buen número de usuarios puedan
sostener conversaciones simultáneamente. Estos canales se
asignan a conversaciones, de acuerdo con el orden en que se
solicitan por los usuarios. Es decir, al "descolgar" el aparato
telefónico, uno recibe la invitación a marcar (lo
que se conoce como "línea"), se transmite el número
al que se desea hablar, y la central se encarga de buscar un
canal para establecer la llamada. Si el usuario fuente escucha el
tono de "ocupado", esto puede deberse a que el aparato destino
está en otra llamada, o bien, a que en algún
segmento de la ruta seleccionada no se pudo encontrar un canal
disponible para la conversación.

Las llamadas de larga distancia por selección
automática reciben un tratamiento similar. La diferencia
está en que, al seleccionar lo que se conoce como el
acceso de larga distancia, la central busca una ruta hacia una
central que está enlazada a otras centrales de larga
distancia. Estas rutas, a diferencia de las locales, que
están basadas principalmente en cables de cobre, son
vía satélite, o usan enlaces de microondas, y
recientemente se basan en cables de fibra óptica. Al
llegar la llamada a la ciudad destino, se entrega la llamada a
las centrales locales, para completar la llamada
localmente.

La primera central telefónica comercial fue
instalada en 1878 (tan sólo dos años después
del invento del teléfono) en Connecticut, y daba servicio
a 21 aparatos telefónicos. Sin embargo, el número
creció de manera muy acelerada, al grado de que en 1880 ya
había 138 en Estados Unidos, las cuales enlazaban
más de 30 000 usuarios. Diez años después de
la patente de Bell ya había en Estados Unidos más
de 150 000 suscriptores; 12 000 en Canadá; 26 000 en Gran
Bretaña; 22 000 en Alemania; 12 000 en Suecia; 9 000 en
Francia, y 7 000 en Rusia.

Radiodifusión
(
radio y televisión)

Las transmisiones de radio y televisión tuvieron
sus inicios en las dos primeras décadas de este siglo. En
este período fueron sentadas las bases para la
radiotransmisión, que a la postre daría origen a
las transmisiones comerciales de radio, así como a las de
la transmisión y recepción de señales de
video, sobre las cuales se basa la televisión moderna. En
este proceso, participaron principalmente E. H. Armstrong
(1890-1954), con sus trabajos en radiorreceptores; V. Zworykin
(1889-1982), quien trabajó en cámaras de
televisión; J. L. Baird (1888-1946), quien por primera vez
logró transmitir la imagen de un rostro humano a
través de la televisión, con calidad "reconocible"
(en blanco, negro y distintos tonos de grises). Las transmisiones
regulares de estaciones de televisión también se
iniciaron en esa época: en 1928 la WRNY de Nueva
York; en 1929 laBBC de Londres; la CBS y
la NBC de Estados Unidos en 1931. En 1951 había
en Estados Unidos más de 15 millones de
televidentes.

En 1941 se iniciaron transmisiones regulares de radio
con la técnica FM (modulación de
frecuencia), bajo la dirección de E. H.
Armstrong.

Tanto para el sistema de radio como para el de
televisión (conocidos genéricamente como sistemas
de radiodifusión) es necesario que las señales
originales, que contienen la información que ha de ser
transmitida, sean convertidas en señales
eléctricas, para posteriormente, a su vez, convertirlas en
señales electromagnéticas, mismas que serán
depositadas en la atmósfera para su
transmisión.

En el sistema de la radio este proceso se realiza de la
siguiente manera: las señales que contienen la
información que se ha de transmitir son señales
acústicas provenientes ya sea de voz o de algún
instrumento que genere música. La conversión de
estas señales acústicas a señales
eléctricas se realiza por medio de algún tipo de
micrófono, es decir, un sistema que acepta a su entrada
señales acústicas (vibraciones mecánicas del
aire) y que a su salida genera señales con las mismas
características en lo referente a la información
que contienen, pero que ahora son de tipo eléctrico. En
este caso, la información consiste en la forma de las
señales, ya sea como función del tiempo, o bien,
equivalentemente, en la manera en que está compuesta por
señales de tipo senoidal. Es importante resaltar que para
una reproducción exacta de la música es necesario
conservar toda la composición de la señal, es
decir, las frecuencias y las amplitudes a lo largo del tiempo, ya
que esto es lo que permitirá diferenciar entre sonidos
generados por una flauta, por un piano o por un coro, por
ejemplo. La reproducción de las señales (es decir,
la reconversión de señal eléctrica en
señal acústica) se realiza por medio del proceso
inverso: se inyecta la señal eléctrica en un
sistema que genera, a partir de las señales
eléctricas, señales acústicas (figura
III.1). Normalmente esto ocurre por medio de bocinas o altavoces,
los cuales tienen bobinas que mueven membranas de cartón,
mismas que, a su vez, mueven el aire y generan las ondas
perceptibles por el oído.

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Figura
III.1. Conversión de señales
eléctricas en acústicas.

En el caso de la televisión, la señal que
contiene la información es de mayor complejidad que la de
la radio, ya que las señales contienen, además de
información acerca de sonidos, información acerca
de composición luminosa de imágenes. En este
capítulo se explicará únicamente la
televisión monocromática, es decir, blanco y negro.
Los tres elementos que contienen información acerca de las
imágenes son los siguientes:

—la distribución de luminosidad, es decir,
la forma en que aparecen luces (blanco), sombras (negros) y las
distintas tonalidades de grises;

—la composición de la imagen en
función de las tres dimensiones espaciales; y

—los movimientos de los elementos
mencionado

Adicionalmente se tiene, desde luego, el sonido, mismo
que recibe un tratamiento similar al del caso de la
radio.

A través de cámaras de televisión
se integran los tres factores anteriores en una señal
eléctrica equivalente, cuya amplitud varía con
relación al tiempo. Esta conversión se realiza por
medio de un proceso de barrido: la cámara genera un haz
que se mueve horizontalmente de izquierda a derecha, detectando
las variaciones en las características luminosas de las
imágenes. Al llegar al extremo derecho de la imagen,
regresa el haz a la izquierda, se mueve ligeramente hacia abajo,
y repite el proceso hasta llegar a la parte inferior derecha de
la imagen. En ese momento el haz regresa a la esquina superior
izquierda de la imagen y repite el proceso (véase figura
III.2)

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Figura III.2. Barrido de una
imagen.

El número de líneas horizontales por
imagen determina la calidad de la imagen reproducida, y existen
diferentes normas internacionales al respecto. En el sistema
empleado en México se usan 525 líneas horizontales
por imagen. Por otra parte, al igual que en el caso del cine,
para dar al ojo humano la sensación de imágenes que
se mueven de una manera suave, se generan imágenes fijas a
razón de 60 por segundo. Cada imagen se genera por las 525
líneas horizontales mencionadas. Es evidente que las
señales que han de ser transmitidas, para no perder
demasiado detalle, requieren captar y transmitir aun las
variaciones más rápidas que sin la
televisión podría captar el ojo humano. Esto
requiere de un ancho de banda de 4.2 MHz. La parte de audio
necesita una banda adicional de 25 kHz. Para evitar traslapes
entre los canales, entre dos canales adyacentes (por ejemplo, el
4 y el 5), se deja un espacio libre, conocido como banda de
guardia. Las transmisiones se realizan en diferentes
países con distintas normas.

Además, para garantizar que la imagen en el
aparato receptor sea de buena calidad, que no se mueva
aleatoriamente, o que no aparezcan rayas horizontales o
verticales en la pantalla, se requiere de información
adicional en la señal; esta información se conoce
como información de control o de sincronía, y a
través de ella se garantiza que el aparato receptor
interprete cada imagen recibida como una imagen completa, es
decir, que no tome y reproduzca la mitad de una imagen y la mitad
de la siguiente para generar una imagen en el
receptor.

La reproducción se hace invirtiendo las
operaciones realizadas en la conversión inicial: se toma
la señal eléctrica y se inyecta en un sistema
(cinescopio) en el cual se realiza un barrido en la misma forma
que la descrita, generando a su paso puntos de diferente
luminosidad e intensidad en la pantalla (figura III.3). Esto es
lo que ve el hombre. Pero la reproducción es de la misma
forma que la transmisión: 60 imágenes fijas por
segundo, cada una de las cuales está compuesta por 525
líneas horizontales.

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Figura
III.3. Generación de imagen en el
receptor.

La generación de imágenes
cromáticas (es decir, de televisión a colores)
está basada en los mismos principios básicos,
aunque con procedimientos más complejos necesarios para el
envío y la recepción de la información de
los colores.

Una vez que se cuenta con las señales
eléctricas equivalentes, las transmisiones tanto de radio
como de televisión se realizan de una manera muy parecida.
Se emplean sistemas de transmisión que consisten
básicamente en las siguientes componentes:

     a) Modulador:
su función consiste en trasladar el espectro de la
señal a la banda en que debe realizarse la
transmisión. Cada canal que se transmite, tanto en radio
como en televisión, tiene una distinta frecuencia
portadora, y esto es precisamente lo que úbica a un canal
en el sitio adecuado del sintonizador del receptor. Por ejemplo,
en radio (AM) la portadora de una señal que se recibe en
600 kHz del cuadrante, tiene una frecuencia de 600
kHz.

     b) Transmisor,
cuya función consiste en amplificar la señal
proveniente del modulador e inyectarla en la antena de
transmisión.      c) Antena
de transmisión, encargada de inyectar en la
atmósfera la señal proveniente del
trasmisor.

Esto supone que la señal de entrada del sistema
es la señal eléctrica equivalente a la que contiene
la información, es decir, del equipo de audio o de la
cámara de televisión (véase figura
III.4).

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Figura III.4. Sistema de
transmisión de radiodifusión.

Existen muchas formas de modular una portadora, y
dependiendo del tipo de modulación la información
de interés estará contenida en distintas partes de
la señal modulada (y por tanto, recibida). Por ejemplo, en
radio de amplitud modulada, como su nombre lo señala, la
modulación es de amplitud, y por tanto la
información está contenida precisamente en la
amplitud de la portadora modulada.
En FM (modulación de frecuencia), la
información está contenida en la frecuencia de la
portadora; esto significa que a mayores amplitudes de la
moduladora (que contiene la información original) se
transmite una portadora modulada, cuya frecuencia es mayor que la
frecuencia nominal de la portadora, y cuando la moduladora tiene
una amplitud menor la frecuencia de la señal transmitida
también es menor (a amplitudes mayores de la moduladora
corresponden frecuencias mayores de la portadora modulada)
(figura III.5).

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Figura III.5. Amplitud
modulada (AM) y frecuencia
modulada (FM).

Para concluir, es conveniente resaltar que, si bien
estos tres sistemas de telecomunicaciones no son los
únicos que estaban disponibles durante la primera mitad de
este siglo, en ellos se conjugan las bases que posteriormente
serían utilizadas para desarrollar los sistemas más
modernos. Como puede observarse, los principios básicos de
operación de estos sistemas tradicionales de
comunicación tienen cada uno de ellos sus peculiaridades,
pero comparten, sin embargo, muchos elementos comunes.

 

 

Autor:

Pablo Turmero

 

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