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El arte en los primeros años de la revolución cubana



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones
  5. Referencias
    bibliográficas

Resumen

En el presente trabajo se fundamenta el papel primordial
que ocupa el arte durante los primeros años de la
revolución, no solo desde la creación de diferentes
instituciones sino desde la perspectiva de sus diferentes
manifestaciones, esencialmente el séptimo arte.

Palabras claves: revolución, cultura,
intelectuales, ideología, cine,
comunicación

Introducción

El triunfo de la Revolución Cubana, el primero de
Enero de 1959 posibilitó una reestructuración
radical de todos los campos sociales en nuestro país; el
ambiente ideológico y cultural no estuvo exento a estos
cambios.

Desde el propio año 1959 se produce una
Revolución Social que priorizaría el papel de la
cultura como forma de educar a las masas. Para ello era
imprescindible contar con el apoyo de la intelectualidad, estos
serían los encargados de realizar una cuidadosa labor de
transformación cultural que propiciara la
sustitución de los valores ajenos a la realidad
imperante.

Dentro de este proceso de cambio y transformación
en busca de la conformación de un nuevo ideal social, la
intelectualidad, asumió diferentes posturas.

Desarrollo

En el plano internacional, el triunfo revolucionario
constituyó un ejemplo y trajo consigo una
renovación total de la superestructura ideológica
de toda la sociedad, produciéndose así una
revolución social como única vía de mantener
la victoria alcanzada.

Con el triunfo revolucionario se desintegra el aparato
estatal burgués y se toman una serie de medidas para crear
el nuevo Estado que respondería a los intereses del
pueblo, integrado por los diferentes sectores que participaron en
la lucha, dirigidos por la vanguardia revolucionaria. Poco a poco
se iría fortaleciendo el aparato estatal revolucionario
sobre las bases de unir a todas las fuerzas populares y
revolucionarias.

Para lograr esto se pone en marcha el cumplimiento del
programa del Moncada, ajustándose a las necesidades reales
del país, se efectuaron una serie de medidas
económicas, políticas y sociales, cuyo objetivo
principal era elevar el nivel de calidad de vida del pueblo sobre
la base de rescatar la soberanía nacional, eliminar el
subdesarrollo y establecer la justicia.

Las medidas de beneficio popular comienzan desde los
primeros meses del año 1959, medidas que buscaban elevar
el nivel cultural de la población dada la importancia
conferida a la cultura en el ámbito ideológico de
la nueva revolución. Importancia que Fidel enfatiza en sus
discursos cuando expresa la necesidad de que se produjera una
Revolución Cultural dentro del proceso revolucionario,
como mejor alternativa de educar a las masas e ir creando en
ellas, por esta vía, una conciencia de clase que les
permitiera enfrentar la tarea de transformar la sociedad en una
superior y más justa.

Se crea el Instituto Cubano de Arte e Industrias
Cinematográfica (ICAIC), dirigido por Alfredo Guevara,
siendo el cine la forma más eficaz de difundir e
incentivar la labor revolucionaria, la Imprenta Nacional de Cuba,
dirigida por Alejo Carpentier.

Luego, se funda la Casa de las Américas, bajo la
dirección de Haydee Santamaría, importante centro
cultural que promovería la literatura tanto cubana como
latinoamericana y se encargaría de crear estrechos puentes
de intercambio cultural con otros países de
América.

Se da una desarticulación de las viejas
instituciones y se sustituyen por otras nuevas, en la prensa
también surgen nuevos periódicos como lo fue
Revolución y su suplemento cultural Lunes de
Revolución
, la revista Cine Cubano y una
organización clave en este proceso como lo fue el Consejo
Nacional de Cultura.

Una de las medidas más importantes que
tomó la revolución fue la puesta en marcha de la
Campaña de Alfabetización, la implementación
de un plan de becas que incluyó institutos
tecnológicos agrícolas industriales y escuelas de
arte. Se nacionalizan los medios masivos de comunicación,
aunque no se puede dejar de mencionar la incansable lucha de la
revolución con la prensa de derecha.

Dentro de esta prensa de derecha se encuentra El
Diario de la Marina, Información, Prensa Libre
y otra
de posición centro derecha como Bohemia, que
tergiversaban la situación real del país,
expandiendo una campaña de mentiras a países de
América Latina y el Caribe.

El objetivo era hacer creer a estos pueblos que el
gobierno cubano quería exportar la Revolución,
realmente era necesario hacerla mundial, pero no precisamente con
el sentido que le daban a la misma.

Se le brinda apoyo al Ballet de Cuba, a la Orquesta
Sinfónica y a la Biblioteca Nacional. Dentro de este
proceso de cambio y transformación en busca de la
conformación de un nuevo ideal social, juega un rol
fundamental la intelectualidad cubana, que asumió
diferentes posturas frente al debate cultural de los primeros
años de revolución.

La irrupción de la intelectualidad al ambiente
ideológico que imponía la Revolución fue
controversial.

La intelectualidad en Cuba se movía bajo un
fuerte debate, en relación a un profundo dilema
ético, que se vincula a todo el movimiento de ideas de
esta etapa. Se movían entre la necesidad de ser fieles a
la revolución y por otra parte criticarla.

Como se puede evidenciar sucede entonces una
contradicción entre su condición individual como
intelectual y su deber, el deber para con la revolución.
Contradicción avalada por Ambrosio Fornet cuando dice: "El
intelectual está obligado a ser crítico de si mismo
e instrumento crítico de la
sociedad."[1]

El llamado séptimo arte, durante esta etapa y
fundamentalmente por la creación antes mencionada del
ICAIC, ocupa un lugar primordial dentro del acontecer no solo
artístico sino ideológico en nuestro
país.

Si por revolución entendemos el cambio de todo
aquello que el momento histórico exija cambiar,
comprenderíamos por qué en este contexto el cine se
volvía un instrumento de inmensa importancia dentro del
nuevo proyecto social en su doble carácter de arte e
industria.

En cuanto arte, el cine es el que más accesible
le resulta al gran público y quizás también
el que más profundamente le influye prefijando no solo
patrones de gusto estético sino incluso conductuales,
estereotipos y opiniones.

Así le considera desde muy temprano el cineasta
Tomás Gutiérrez Alea: "El cine, como
manifestación de la cultura de un pueblo, es la actividad
más comprometida con intereses ajenos a la cultura. Es por
lo tanto la actividad que refleja más rudamente los
factores reales que condicionan una sociedad."[2]
De ahí también su importancia desde el punto de
vista ideológico.

El cine cubano, con Alfredo Guevara en la primera
línea, se enfrentaba a una compleja problemática,
romper con los esquemas que había impuesto el colonialismo
cultural y acercar al público, dentro del cual se
encontraba el deformado por gustos esencialmente comerciales, al
arte y a la realidad que se estaba viviendo.

Y aquí se comprenden las causas del creciente
rigor artístico en la selección de los filmes
programados; porque mientras más lograda esté la
obra de arte más profunda y duradera será la
influencia que puede ejercer en la conciencia de las personas que
entren en contacto con ella.

El quehacer intelectual de estos años influye
también en la producción musical y junto a sus
máximos dirigentes, promueven la idea de una
intelectualidad comprometida con su momento histórico que
fuera capaz, a través de la música, de apoyar la
forja de la conciencia social.

El valor del proceso revolucionario encuentra en el arte
una expresión creativa. La canción protesta, como
se le solía llamar al movimiento vinculado a las canciones
de corte social y político, y que más tarde se
constituyó en Cuba como la Nueva Trova,
insistió en la necesidad e importancia de una
canción que hiciera pensar y que reflejara los problemas,
contradicciones y sueños de la Revolución
Cubana.

A tono con esto surge también en estos primeros
años de revolución, el Grupo de
Experimentación Sonora del ICAIC (GESI), vinculado a este
movimiento, como paso pionero en el esfuerzo de revolucionar el
contenido y la forma de la expresión musical dentro de la
cultura cubana.

Como forma artística, la música es
portadora de una ideología más o menos evidenciada
en el hecho artístico, quiéralo o no el artista,
por lo que se hizo énfasis en la necesidad de una
canción que fuera expresión de los sentimientos y
las emociones de tipo político y sociales de nuestro
pueblo.

Aunque la música es en sí neutra,
apolítica, posee connotaciones ideológicas
estrechamente vinculadas al lugar, tiempo y coyuntura
histórica en que surge, y de acuerdo a distintos
códigos que los músicos y los pueblos se van
creando: una música puede esgrimirse como símbolo
de la identidad nacional y de resistencia. (3)

Conclusiones

La Revolución de forma rápida y efectiva,
debía canalizar la difusión del ideal que
defendía, por lo que se hacía necesaria la
creación colectiva de todos los grupos sociales. Esta
forma no sería otra que la propaganda revolucionaria a
través de los medios de difusión y las distintas
manifestaciones del arte para forjar una cultura de masas capaz
de educar política y culturalmente al cubano sobre la base
del nuevo ideal.

Se trataba entonces de no sólo utilizar la
vía de promoción a través de panfletos y
discursos, se necesitaban acciones concretas por parte del
gobierno revolucionario.

De ahí que en el ámbito cultural, se puede
decir que los sesenta marcan una época donde
existió un movimiento dirigido a una mayor
liberación humana, donde las artes no solo en los casos
señalados del cine y la música sino el arte en
todas sus expresiones jugaron un papel primordial, en respuesta
al ideal social de la revolución.

Referencias
bibliográficas

  • (1) Fornet, Ambrosio. "El intelectual en la
    Revolución". En: Revolución, Letras,
    Arte
    . Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana,
    1980.p.35

  • (2) Gutiérrez Alea, Tomás. "El
    cine y la cultura." Año 1, No. 2 P.6

  • (3) Leonardo Acosta. Música y
    descolonización
    . Editorial Arte y Literatura,
    Ciudad de La Habana, 1982

 

 

Autor:

Lic. Leticia Rojas Viera

 

[1] -Fornet, Ambrosio. “El intelectual
en la Revolución”. En: Revolución, Letras,
Arte. Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana,
1980.p.35

[2] Gutiérrez Alea, Tomás.
“El cine y la cultura.” Año 1, No. 2 P.6

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