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El Cani Cruz. La presencia masónica en la conquista del Valle del Mantaro (página 2)



Partes: 1, 2

La ceremonia de ejecución de las
víctimas era prolongada y a veces, dependiendo del
número de ajusticiados, podría tomar todo el
día pues era obligación de los inquisidores leer la
lista de crímenes imputados a cada uno de los herejes.
Había un altillo con bancos donde las víctimas se
sentaban para recibir, de los fieles asistentes, toda clase de
insultos de los asistentes, escupitajos y hasta proyectiles como
piedras con lo que se demostraba ser buen católico ante
los ojos de la Inquisición. Luego de la lectura, de la
boca de un sacerdote brotaba un larguísimo discurso de
ocasión mientras monjes vestidos de blanco urgían a
las víctimas por un arrepentimiento de último
momento.

Rodeados de cruces verdes los inquisidores se
sentaban en un proscenio adyacente mientras el ambiente era
perfumado con humos de incienso como una precaución para
evitar el hedor de cuerpos desenterrados que tenían que
ser quemados. Se celebraba una misa y otro sacerdote pronunciaba
otro prolongado sermón. Cuando terminaba la misa los
inquisidores liderados por el Inquisidor Principal se
ponían de pie y se dirigían a la multitud que
debía estar de rodillas y presta para jurar defender al
Santo Oficio de todos sus enemigos. Se estima que entre las
atrocidades de la Santa Inquisición murieron quemados unos
2200 tan sólo en España y una cantidad mayor en
todas sus colonias, principalmente en la del Perú. Casi
todos los archivos del Tribunal del Santo Oficio en Lima fueron
destruidos por la soldadesca chilena durante la Guerra del
Pacífico de 1879.

(ANEDOCTARIO,
http://elementosdelperu.com/ANECDOTARIO/Anecdotario.htm
).

Entre 1569 (creación) y 1820 (fin) la
Inquisición en el Perú condeno a muerte a 32
ciudadanos, la mayoría eran extranjeros: Portugueses,
españoles, ingleses, franceses, tucumano (Argentino) y un
limeño, por los delitos de judaizantes, protestantes
luteranos, proposiciones y alumbrados.

Entre 1570 a 1600 de 498 procesados 391 fueron
españoles, 86 extranjeros, 21 mestizos, negros o mulatos.
Esta información es proporcionado por el Congreso del
Perú en su página.
http://www.congreso.gob.pe/museo/right03-1b.htm de
idéntica manera dice que entre 1569 y 1820 se juzgaron
1294 hombres y 180 mujeres.

Lo curioso de estas cifras es que no se reportan a los
indios como llamaban a los peruanos, esto debido a que ellos eran
juzgados por el Tribunal de Extirpación de
Idolatrías, cuyos datos de culpables no se conocen. De
otra parte las mujeres eran acusadas de delitos sexuales y de
hechicería. Algunos curas fueron acusados del delito
sexual de "solicitación" que consistía en la
seducción del cura a la feligrés contradiciendo el
principio de la castidad.

Tampoco esta información menciona nada de 1736 a
1820, como si en ese periódo no hubiese habido ninguna
condena, sin embargo en el año 1758, en auto de fe,
por hereje, el tribunal del Santo Oficio, sentenció al
ciudadano francés, Pedro Fox por efectuar reuniones
secretas ligadas a la Francmasonería.

De otra parte Las primeras noticias
históricas sobre los masones en el Perú datan de
1751, cuando "una circular de la Suprema […] solicita la lista
de militares o políticos que se hubiesen presentado
voluntariamente a confesarse como tales". Sus miembros
generalmente eran europeos, por ejemplo, en el caso del cirujano
francés Diego Lagrange. (
Fernando Ayllón. El
Tribunal de la Inquisición. De la leyenda a la historia,
Pág. 499).

La presencia de los masones como refiere el R:.H:. Juan
Manuel Velásquez Calderón V:. M:. de la B:. L:. S:.
Piedra Blanca de la Perfección No. 98 del Vall:. De Tacna
al referirse a los masones de la casa de Pilatos dice: "en la
llamada "Casa de Pilatos" funcionaba un Templo Masónico,
templo que era una especie de Sinagoga Judía, y en
él se reunían en secreto el rico judío
portugués Manuel Bautista Pérez y cien de sus
paisanos, pero que, luego fueron denunciados y sentenciados a
muerte, éste y diez de sus miembros por el Tribunal del
Santo Oficio siendo todos sus bienes confiscados por la Iglesia
Católica
". (Juan Manuel Velásquez
Calderón, Breves Apuntes Sobre Masonería, Setiembre
2005)

EL CANI CRUZ.

Estas experiencias también se vivieron en el
Valle del Mantaro, cuya parte final del proceso y castigo tuvo
como escenario al Cani Cruz.

En wanka-quechua, Cani significa morder y el Cani Cruz
es la Cruz que muerde.

En efecto este nombre es el más apropiado, por el
uso que se dio en cumplimiento al edicto antes trascrito.
Numerosos wankas fueron torturados en el Cani Cruz, esta tortura
se iniciaba en la plazoleta de la Capilla del Copon, en cuyo
centro se conserva una picota de castigo, usada por los
inquisidores.

Hasta hoy en Chongos Bajo, en el mes de julio se celebra
la fiesta de los "infieles", rememorando la fatídica
presencia de la Santa Inquisición en el Valle del Mantaro
que mato a los "abuelos".

Luego del castigo en la plazoleta, los ingresaban al
túnel subterráneo que comunica este con la Iglesia
Matriz de Chongos Bajo. Este pasadizo subterráneo
tenía dos salidas, una de ellas era llenado con abundante
paja de trigo o cebada, que era prendido con los ajusticiados en
el interior del túnel, para que estos se declaren
culpables. Si sobrevivían los pasaban a la última
prueba, que consistía en colocarles la mano debajo de la
cruz que muerde, para castigarlos con sadismo, luego de ello eran
obligados a realizar la señal de la cruz cristiana que los
curas enseñaban en las misas. Este castigo se aplicaba si
la falta era leve, si era más grave, el inquisidor
esperaba que del subsuelo una voz diera la respuesta. Este
engaño a los wankas fue descubierto posteriormente, ya que
la voz, supuestamente de Dios, provenía de una persona que
se ocultaba debajo de la cruz.

Actualmente el Cani Cruz es visitado por un
número importante de personas que respetando sus
costumbres y tradiciones le dedican a la santa Cani Cruz y
conforme a la tradición, los devotos encienden llamativas
velas de colores en señal de veneración. Aunque
cada cirio tiene un significado diferente, al fundirse,
supuestamente impregnan el vaticinio, algunos son para la
felicidad, prosperidad y otros propósitos menos
espirituales.

Los fieles, afirman que la forma que adopta la cera al
derretirse, encierra y se encuentra escrito el futuro de
quién lo consulta. Por ello, una vez consumida la vela,
los devotos llevan la cera disuelta a los maestros "videntes" que
se hallan en la cercanía de la cruz para que pueda
descifrar el mensaje divino.

Para lograr el "milagro" hay que seguir algunas reglas.
Por ejemplo, si va un viernes, debe continuar yendo el mismo
día de las siguientes semanas. Al cumplir siete visitas,
tiene que ir a la colina de Viscos, ubicada a una hora de
caminata, y allí rezar a las tres cruces. Pero, si no
puede caminar, debe ofrecer una misa y una ofrenda. Solo
así se cumplirá el milagro de cristalizar su
petición. "Misterios de la fe".

Todas las medidas para erradicar la fe ancestral, fueron
burlados por los nativos de diferentes formas, habiendo llegado
hasta hoy sus ritos e idolatrías a sus dioses incas,
wankas o waris, algunas veces en su expresión pura y en
otras "cristianizada" de tal forma que en el Valle del Mantaro lo
católico esta influenciado por las creencias populares de
origen inca o wanka.

De idéntica manera, las reuniones
masónicas se hicieron en el más absoluto secreto,
los españoles que se afincaron en Chongos Bajo eran de
origen vasco, algunos se quedaron y otros emigraron a Lima y
Huancavelica. Se debe hacer hincapié, de que la Ciudad de
Huancayo, no tuvo creación española, esta se
formó por uso y costumbre de las actividades comerciales
de los habitantes del Valle del Mantaro y así continuo
durante el virreinato, hasta que brotaron las gestas libertarias
en las colonias españolas, y empezaron a mostrar su
presencia en ellas.

José Carlos Mariátegui en su principal
libro refiriéndose a la Conquista Católica, nos
dice:

He dicho ya que la Conquista fue la última
cruzada y que con los conquistadores tramontó la grandeza
española. Su carácter de cruzada define a la
Conquista como empresa esencialmente militar y religiosa. La
realizaron en comandita soldados y misioneros. El triunvirato de
la conquista del Perú, habría estado incompleto sin
Hernando de Luque. Tocaba a un clérigo el papel de letrado
y mentor de la compañía. Luque representaba la
Iglesia y el Evangelio. Su presencia resguardaba los fueros del
dogma y daba una doctrina a la aventura. En Cajamarca, el verbo
de la conquista fue el padre Valverde. La ejecución de
Atahualpa, aunque obedeciese sólo al rudimentario
maquiavelismo político de Pizarro, se revistió de
razones religiosas. Virtualmente, aparece como la primera condena
de la Inquisición en el Perú.

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Después de la tragedia de Cajamarca, el
misionero continuó dictando celosamente su ley a la
Conquista. El poder espiritual inspiraba y manejaba al poder
temporal. Sobre las ruinas del Imperio, en el cual Estado e
Iglesia se consustanciaban, se esboza una nueva teocracia, en la
que el latifundio, mandato económico, debía nacer
de la "encomienda", mandato administrativo, espiritual y
religioso. Los frailes tomaron solemne posesión de los
templos inkaicos. Los dominicos se instalaron en el templo del
Sol, acaso por cierta predestinación de orden tomista,
maestra en el arte escolástico de reconciliar al
cristianismo con la tradición pagana. La Iglesia tuvo
así parte activa, directa, militante en la Conquista.
(
José Carlos Mariátegui, 7 Ensayos De
Interpretación de la Realidad Peruana, Editorial Amauta,
Lima Perú), pero la conquista, ni el sojuzgamiento
español logro imponer la Fe como esperaron, solo se
yuxtapusieron hasta que llego la emancipación, luego del
cual cada manifestación cultural y de fe discurrieron por
sus propios causes "cholificando" lo español y tratando
aún de encontrar su propio destino.

Lima la Capital del Perú tiene en el cerro de San
Cristóbal una imponente cruz, que moviliza a millares de
habitantes a ella durante todo el año, pero seguro que
pocos saben cómo y por qué llego allí.
Originalmente de madera y hoy de metal, fue instalada por
Francisco Pizarro, luego que 25000 indios al mando del cacique
Titu Yupanqui se retiraran en forma milagrosa luego de pretender
expulsar a las huestes españolas de 500
hombres.

Pero el Cani Cruz, tuvo un origen y fin diferente. Esta
tallado en piedra con curiosas figuras de la iconografía
católica, pero hay una que difiere de ellas (la escuadra y
el compás), que puede ser materia de especulaciones
diversas, pero indudablemente, es una prueba de la presencia de
la masonería en el Valle del Mantaro.

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Autor:

Herbert Oré
Belsuzarri

Un Masón Para el Mundo.

Publicado en:

Fénix News

Dialogo Entre Masones

Gran Biblioteca Herbert Oré
Belsuzarri

Edición Digital en el Perú,
sin costo.

Lima 2012.

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