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Corrupción en la administración de justicia: ética y moral (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

No habrá progreso en la vida espiritual mientras
no amemos al prójimo y a nosotros mismos. La
característica fundamental de la familia debe estar basada
en virtudes y valores como la responsabilidad, amor, dialogo,
sinceridad, respeto, solidaridad, trabajo, entre
otros.

No olvidemos, que en manos de los padres de familia,
está la posibilidad de que nuestro país cuente con
ciudadanos que contribuyan con su buena marcha sin contravenir
las normas y las leyes, como hasta hace, fuimos testigos de uno
de los gobiernos más corruptos de la historia del
Perú (1990-2000).

Si bien es cierto que el hogar es la Primera. Escuela,
no debemos dejar de lado al colegio, el Maestro,
institución acertadamente denominada "el segundo hogar
para los niños y adolescentes que asisten a sus
clases
".

  • c) El Colegio.

EL Colegio, cultiva con asiduo cuidado las facultades
intelectuales, desarrolla la capacidad del recto juicio,
introduce en el patrimonio de la cultura conquistada por las
generaciones pasadas, promueve el sentido de los valores, prepara
para la vida profesional, fomenta el trato amistosos entre los o
alumnos de diversa índole y condición contribuyendo
a la mutua comprensión; además, se constituye como
un centro de cuya laboriosidad y de cuyos beneficios deben
participar juntamente las familias, los maestros, las diversas
asociaciones que promueven la vida cultural, cívica,
religiosa, la sociedad civil y toda la comunidad
humana.

Al igual que los padres, los profesores deben no solo
educar impartiendo sus clases sino también sus acciones
ejemplares donde demostraran el respeto y consideración
hacia sus discípulos, preocupándose de su
educación integral, tanto en conocimientos como en valores
y virtudes.

El maestro deberá erigirse en el segundo pilar
–el primero son los padres–, donde se sustentaran las
acciones de los futuros hombres y mujeres que
engrandecerán nuestra patria.

Básicamente, el colegio no solo será
fuente de conocimiento sino también de sentimientos
positivos, para enfrentar a este mundo "globalizado" en
que la feroz competencia ha hecho que los valores y virtudes
humanas hayan ido decayendo a una velocidad
vertiginosa.

  • 8. La Virtud.

La virtud es una disposición habitual y firme a
hacer el bien. Permite a la persona no solo realizar actos
buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus
fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende
hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones
concretas.

Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones
estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la
voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y
guían nuestra conducta según la razón y la
fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida
moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica
libremente el bien. Fuerza, vigor o valor, integridad de
ánimo y bondad de vida, habito y disposición del
alma para las acciones conformes a ley moral (moral
ética). Hábito de obrar bien, independientemente de
los preceptos de la ley, por la sola bondad de la
operación y de conformidad con la razón
natural.

  • 9. Las 4 Virtudes cardinales.

Cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental,
las demás se agrupan en torno de ellas. La
"prudencia", la "justicia", la
"fortaleza" y la "templanza". Las virtudes son
el fruto de nuestros esfuerzos, pues nos forjan la templanza y la
prudencia para aplicar con fortaleza la justicia.

  • a) La Prudencia.

Es la virtud que dispone la razón práctica
a discernir y distinguir en toda circunstancia nuestro verdadero
bien y a elegir los medios rectos para realizarlo .Buen juicio
para huir del mal y evitarlo El hombre cauto medita sus pasos" la
prudencia es la regla recta (medida) de la acción, escribe
Santo Tomas, siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni
con timidez o el temor, ni con el doblez o la
disimulación. Es la prudencia quien guía
directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y
ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta
virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos
particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos
hacer y el mal que debemos evitar.

b) La Justicia.

Es la virtud que consiste en la constante y firme
voluntad de dar al prójimo lo que es debido. Virtud que
inclina a dar a cada uno lo que le pertenece y corresponde La
justicia dispone respetar los derechos de cada uno y establecer
en las relaciones humanas la armonía que promueve la
equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre
justo, evocado con frecuencia en las virtudes y valores, se
distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su
conducta con el prójimo.

c) La Fortaleza.

Es la virtud que asegura en las dificultades la firmeza
y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la
resolución de resistir a las tentaciones y de superar los
obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza
hace capaz de vencer el temor, huir de la temeridad, incluso a la
muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones.
Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrifico de la propia
vida por defender una causa justa.

  • d) La Templanza.

La templanza es la virtud
cardinal que recomienda moderación en la
atracción de los placeres y procura el
equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de
la voluntad sobre los instintos y mantiene
los deseos en los límites de la honestidad. En un sentido
más amplio, los académicos la definen como
sinónimo de "moderación, sobriedad y
continencia
".

10. Los Valores Morales.

Los valores morales se arraigan en las virtudes
espirituales que adaptan las facultades del hombre a la
participación de su naturaleza interior y exterior. Son
disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad que
regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían
nuestra conducta según la razón (conciencia) y la
fe.

Las virtudes morales crecen mediante la
educación, mediante actos deliberados y con el esfuerzo
perseverante, se agrupan en torno a las 4 virtudes cardinales:
Prudencia, Fortaleza, Templanza y Justicia.

Los valores Morales son, la "Amistad",
"Autodominio", "Bondad",
"Compasión", "Comprensión",
"Decencia", "Generosidad", "Gratitud",
"Honestidad", "Laboriosidad",
"Lealtad", "Magnanimidad",
"Obediencia", "Optimismo", "Orden",
"Paciencia", "Patriotismo",
"Perdón", "Perseverancia";
"Pulcritud", "Respeto";
"Responsabilidad", "Sencillez",
"Sinceridad", "Sobriedad",
"Solidaridad", "Superación",
"Tolerancia" y "Valentía". La
Verdad.

a) La Amistad.

Es un valor universal. Está claro que
difícilmente podemos sobrevivir en la soledad y el
aislamiento. Necesitamos a alguien en quien confiar, a quien
llamar cuando las cosas se ponen difíciles, y
también con quien compartir, convicciones
políticas, religiosas, sentimientos, gustos, aficiones,
opiniones, ideas, creencias. La vida pone a prueba la
generosidad, la lealtad, el agradecimiento. La amistad es el
regalo más bonito y costoso jamás confiado al ser
humano. La amistad es libre, es libre, espontánea y no
obligada. La amistad es llevada con simpatía,
consideración y bondad.

b) Autodominio.

Es el valor que nos ayuda a controlar los impulsos de
nuestro carácter y la tendencia a la comodidad mediante la
voluntad. Nos estimula a afrontar con serenidad los contratiempos
y a tener paciencia y comprensión en las relaciones
personales.

El autodominio nos ayuda a reconocer los distintos
aspectos de nuestra personalidad y nuestra forma de reaccionar
ante determinadas circunstancias. Debemos cambiar nuestras
disposiciones en sentido positivo. Este cambio no es sencillo,
requiere atención y esfuerzo para anticipar nuestras
reacciones, lo cual significa remar contracorriente para corregir
este mal hábito.

El autodominio también ayuda a ser más
sencillos, hombres y mujeres de acción y no de palabras
inútiles. En la familia este valor es indispensable para
la sana convivencia, pues implica aprender a tolerar y pasar por
alto las pequeñas fricciones cotidianas. No se trata de
desentenderse, sino de dar ejemplo de serenidad,
comprensión y cariño.

En el contexto de las relaciones personales, el
autodominio nos impulsa a ser discretos y maduros para evitar la
murmuración, la crítica y la difamación de
los demás por cualquier situación que es
incompatible con nuestra forma de pensar.

La persona que aprende a controlarse interiormente tiene
el privilegio de vivir una alegría autentica, pues
jamás se deja llevar por los disgustos y contratiempos,
además, tiene la tranquilidad del deber cumplido, pues por
el control que tiene sobre la comodidad, es capaz de cumplir por
sus deberes oportunamente. Consecuentemente, todo esto le ayuda a
tener excelentes relaciones personales, por la cordialidad y
delicadeza que mantiene en su trato.

c) Bondad.

La bondad no es debilidad, ni el bueno del que todos se
aprovechan, bondad es la fortaleza que tiene quien sabe controlar
su carácter, sus pasiones y sus arranques para
convertirlos en mansedumbre. La bondad es una inclinación
natural a hacer el bien, con una profunda comprensión de
las personas y sus necesidades, siempre paciente y con
ánimo equilibrado. La bondad tiene tendencia a ver lo
bueno de los demás, no por haberlo comprobado, sino porque
evita enjuiciar las actitudes de los demás bajo su punto
de vista, además de ser capaz de sentir de alguna manera
lo que otros sienten, haciéndose solidario al ofrecer
soluciones.

Ser bondadoso no es ser blando, condescendiente con la
injusticia, o indiferente ante lo que está bien o mal en
las actitudes y palabras de quienes nos rodean. Por el contrario,
el bondadoso sigue siendo enérgico y exigente, sin dejar
de ser comprensivo y amable. Del mismo modo, jamás
responde con insultos y desprecio ante quienes así lo
tratan, por el dominio que tiene sobre su persona, procura
comportarse educadamente a pesar del ambiente adverso.

El valor de la bondad perfecciona a la persona que lo
posee porque sus palabras están cargadas de aliento y
entusiasmo, facilitando la comunicación amable y sencilla;
sabe dar y darse sin temor a verse defraudado; y, sobre todo,
tiene la capacidad de comprender y ayudar a los demás
olvidándose de sí mismo.

d) Compasión.

Compadecerse es una forma de compartir y participar de
los tropiezos materiales, personales y espirituales que aquejan a
los demás, con el interés y la decisión de
emprender acciones que les faciliten y ayuden a superar las
condiciones adversas.

Diariamente ocurren todo género de desgracias:
las fuerzas naturales, la violencia entre los hombres y los
accidentes. Ante todo, debe quedar claro que tener
compasión y sentir lastima no es lo mismo. Por otra parte,
pasa el tiempo y vemos con asombro la indiferencia que poco a
poco envuelve a los seres humanos, los contratiempos ajenos
parecen distantes, y mientras no seamos los afectados todo parece
marchar bien. Este desinterés por los demás se
solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en
propio bienestar.

Con el valor de la compasión se reafirman y
perfeccionan otros valores:

Generosidad y Servicio por poner a disposición de
los demás el tiempo y recursos personales: Sencillez,
porque no se hace distinción entre las personas por su
condición, Solidaridad, por tomar en sus manos los
problemas ajenos haciéndolos propios; Comprensión,
porque al ponerse en el lugar de otros, descubrimos el valor de
la ayuda desinteresada.

e) Comprensión.

El comprender es escuchar y compartir sentimientos e
ideas en un momento determinado. Cuando nos sentimos comprendidos
entramos en un estado de alivio, de tranquilidad y de paz
interior. Pero, ¿somos capaces de comprender a los
demás?

La comprensión es la actitud tolerante para
encontrar como justificados y naturales los actos o sentimientos
de otro. Es entender los motivos y circunstancias, es saber que
pasa, es poner de nosotros mismos. La comprensión debe
traducirse como la confianza que tenemos en los demás para
que superen sus obstáculos.

La comprensión se vive cada día en cada
momento de nuestra vida, con todas las personas, en los detalles
más pequeños y en apariencia insignificantes, es el
acto de generosidad, aprendemos s disculpar, a tener confianza en
los demás. Comprensión es aprender a
comunicarse.

f) Decencia.

Decencia o Pudor, es el valor que nos hace conscientes
de la propia dignidad, por él se guardan los sentidos, la
imaginación y el propio cuerpo, de exponerlos a la
morbosidad y al uso indebido de la sexualidad. En la decencia hay
responsabilidad, hay fidelidad, respeto.

Cuando una persona deja de vivir este valor, su
personalidad sufre una transformación poco agradable:
muchas de sus conversaciones hacen referencia al tema sexual;
continuamente busca algo que estimule su imaginación y
sentidos.

La falta de decencia es búsqueda de placer,
infidelidad, divorcios, madres solteras, orfandad,
irresponsabilidad, pornografía, violaciones al honor, etc.
Sin normas morales.

g) Generosidad.

Es entregar al que necesita, en sus necesidades, es la
caridad, es escuchar al amigo en sus venturas y desventuras, es
llevar un vaso al sediento, es pensar y actuar hacia los
demás, hacia fuera. No hacia adentro.

Dar sin esperar nada a cambio, ofrecer y entregar la
vida, volcarse a los demás, ayudar a los que nos
necesitan, dar consuelo a los que sufren, es puerta de la
amistad, el cimiento del amor, la estrella de la sociedad. Todos
somos importantes.

h) Gratitud.

Ser agradecido es más que saber pronunciar unas
palabras de forma mecánica, la gratitud es aquella actitud
que nace del corazón en aprecio a lo que alguien
más ha hecho por nosotros. La gratitud no es devolver el
favor, el agradecimiento es reconocer la generosidad ajena, no es
el pago de la deuda.

La persona agradecida busca tener otras atenciones con
las personas, no pensando en pagar por el beneficio recibido,
sino en devolver la muestra de afecto o cuidado que tuvo. Las
muestras de afecto son una forma visible de agradecimiento; la
gratitud nace por la actitud que tuvo la persona, más que
por el bien (o beneficio) recibido.

Nuestro agradecimiento debe surgir de un corazón
grande. La persona que más sirve es la que sabe ser
más agradecida.

i) Honestidad.

La honestidad es una forma de vivir congruente entre lo
que se piensa y la conducta que se observa hacia el
prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada
quien lo que le es debido. Podemos ver como actitudes deshonestas
la hipocresía, aparentando una personalidad que no se
tiene para ganarse la estimación de los demás:
(demagogia, hablar a favor actuar en contra); el mentir
continuamente; el simular trabajar o estudiar para no recibir una
llamada de atención de los padres; el no guardar en
confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de
no revelarlo (secreto profesional); no cumpliendo la palabra
dada, el compromiso hecho y siendo infieles.

Faltar a la honestidad nos lleva a romper los lazos de
amistad, establecidos en el trabajo, la familia y en el ambiente
social en el que nos desenvolvemos; pensemos que de esta manera
la convivencia se hace prácticamente imposible, pues esta
no se da, si las personas somos incapaces de confiar unos en
otros. Para ser honesto hace falta ser sinceros en todo lo que
decimos; fieles a las promesas hechas. Los politiqueros son
demagogos, los políticos cumplen sus promesas. Todos
esperan de nosotros un comportamiento serio. Correcto, justo,
desinteresado, con espíritu de servicio, pues saben que
siempre damos un poco más de lo esperado.

Los administradores de justicia, sean los jueces o
gobernantes debemos empezar por enfrentar con valor nuestros
defectos y buscar la manera más eficaz de superarlos, con
acciones que nos lleven a mejorar todo aquello que afecta a
nuestra persona y, como consecuencia, a nuestros semejantes,
rectificándose cada vez que nos equivocamos. La
práctica de la honestidad no es fácil, pero
más difícil es ir por la vida arrastrando las
consecuencias de nuestra falta de honestidad.

j) Laboriosidad.

La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las
tareas, labores y deberes que son propios de nuestras
circunstancias. El estudiante va a la escuela, el ama de casa se
preocupa por los miles de detalles que implican que un hogar sea
acogedor, los profesionales dirigen su actividad a los servicios
que prestan. Laboriosidad no es cumplir nuestro trabajo implica
ayudar a quienes nos rodean en la escuela, universidad, trabajo,
incluso durante nuestro tiempo de descanso; los padres deben
velar por el bienestar de toda la familia y el cuidado material
de sus bienes; (en los sectores más necesitados) los
hijos, además del estudio, proporcionan ayuda en los
quehaceres domésticos.

Para ser laborioso se necesita estar activo, hacer cosas
que traigan un beneficio a nuestra persona, o mejor aún, a
quienes nos rodean: dedicar tiempo a la buena lectura, pintar,
hacer pequeños arreglos en casa, ayudar a los hijos con
sus deberes y tareas.

La vida se construye con pequeñas decisiones,
donde todas y cada una cuentan, aun las más
pequeñas…mañana será el resultado de
sus actitudes y elecciones hechas hoy.

k) Lealtad.

Todos esperamos la lealtad de los demás. A nadie
le gusta ser traicionado, o saber que un amigo hablo mal de
nosotros, la lealtad es un corresponder, una obligación
que se tiene al haber obtenido algo provechoso. Es un compromiso
a defender lo que creemos y en quien creemos. Por eso, el
concepto de la lealtad se da en temas como la defensa patria, el
trabajo, la familia o la amistad. Cuando algo o alguien nos han
dado algo bueno, le debemos mucho más que
agradecimiento.

La lealtad es un valor, pues quien es traidor se viuda
solo. Debemos ser leales manteniendo nuestros principios con
quien nos ha ayudado, sean amistades que nos defienden,
país que nos acoge como patria, una empresa que nos da
trabajo. La lealtad es defender a quien nos ha ayudado. Lealtad
es un compromiso en los buenos y malos tiempos. La lealtad al
prójimo es demostración de nuestro humanismo de ser
mejores humanos.

l) Magnanimidad (Mahatma).

El valor de la magnanimidad es poco conocido, poco
entendido y su definición formal tampoco nos lleva
demasiado lejos. Todas las definiciones nos hablan de
ánimo grande o espíritu grande (gran alma). Nos
quedan más claros los conceptos contrarios de la
magnanimidad: mezquindad, tacañería, pusilanimidad.
La magnanimidad (Mahatma, título religioso que se otorga
en la India a personajes ilustres, como el caso de
"Gandhi"), es una disposición a dar más de
lo que se considera normal, de entregarse hasta las
últimas consecuencias, de emprender sin miedo, de avanzar
pese a cualquier adversidad. El ánimo grande, la
magnanimidad, es el valor que convierte a un simple ser humano en
un héroe.

No debemos confundir una grandeza de ánimo con
una motivación extraordinaria e impulsiva para realizar
algo, los valores se practican independientemente del buen humor
y entusiasmo con que recibimos el día y de la
simpatía que tengamos por las personas.

Un ánimo grande aleja de si toda envidia y
resentimiento, supera el temor a ser criticado por hacer algo que
considera bueno, tiene la capacidad de afrontar grandes retos con
paciencia y perseverancia, y sobre todo alegría y los
buenos modales son rasgos característicos de su
personalidad.

Sería absurdo pensar que este valor excluye otras
realidades de nuestra vida, que también son empresas y
retos a alcanzar, como perfeccionar y acrecentar nuestros
conocimientos, aspirar a un mejor puesto laboral y alcanzar una
posición económica desahogada. ¿Es que estas
aspiraciones van en contra de la magnanimidad? No, se
desvirtúan por la intención con que se realizan.
Todo aquello a lo que aspiramos, dinero, conocimientos,
posición, influencia, debe tener como finalidad un
servicio para el prójimo.

La magnanimidad es un excelente medio para robustecer
nuestra comprensión, el espíritu de servicio, la
generosidad, el perdón y el optimismo. Todas nuestras
acciones se ennoblecen cuando están al servicio de los
demás: el consejo, la ayuda, la compañía y
hasta el mismo trabajo, son los medios ordinarios que tenemos al
alcance para hacer de nuestras labores y aspiraciones algo
grande, algo fuera de lo común, algo que pocos
están decididos a hacer. Hay que tener la fuerza de la
voluntad para acrecentar los conocimientos y descubrir en el
saber, los errores insospechados, pues es grande el arte y en
él puede penetrar más y más el
espíritu del hombre.

ll) Obediencia.

Una de las cosas que más trabajo no cuesta es
someter nuestra voluntad a la orden de otra persona. Vivimos en
una época donde se rechaza cualquier forma de autoridad,
así como las reglas o normas que todos debemos cumplir. La
soberbia y el egoísmo nos hacen sentir autosuficientes,
superiores, sin rendir nuestro juicio y voluntad ante otros,
pretextando la defensa de nuestra libertad.

Debemos evitar caer en el error de sentir que
obedeciendo nos convertimos en seres inferiores y sumisos,
caracterizados por una libertad mutilada. Por el contrario, la
obediencia nos lleva a practicar una libertad más plena,
porque echamos por la borda el pesado lastre de la soberbia y la
comodidad.

Debe quedar claro, la obediencia no hace distinciones de
personas y situaciones; para que sea realmente un valor, debe ir
acompañada de nuestra voluntad de hacer las cosas,
agregando nuestro ingenio y capacidad para obtener un resultado
igual o mejor de lo esperado. Por tanto, el obedecer es un acto
consciente, producto del razonamiento, discriminado todo
sentimiento opuesto hacia las personas o actividades.

La obediencia nos hace sencillos porque nos enfocamos en
la tarea a realizar y no en criticar subjetivamente a las
personas; generosos por la disponibilidad de tiempo, el
interés y entusiasmo que ponemos al servicio de los
demás, generando confianza al actuar responsablemente
podemos ver que la obediencia es una actitud responsable de
colaboración y participación, dejando atrás
el hacer para cumplir, porque eso lo hace cualquiera. Poner lo
que está de nuestra parte es lo que hace de la obediencia
un valor, no solo importante, sino necesario para las buenas
relaciones, la convivencia y el trabajo productivo. Al enfrentar
la disyuntiva de obedecer o no una orden, caemos en crisis de
conciencia que solo el análisis y el buen juicio nos
ayudaran a superar.

m) Optimismo.

El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las
dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo
lo positivo que tienen las personas y las circunstancias,
confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la
ayuda que podemos recibir. La principal diferencia que existe
entre una actitud optimista y su contraparte –el
pesimismo– radica en el enfoque con que se aprecian las
cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y
dificultades nos provoca apatía y desanimo. El optimismo
supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones,
ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero
tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas
nuestras actitudes.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia
lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y
sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como
deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de
recomenzar, de volver al análisis y al estudio de las
situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas,
errores y contratiempos, solo así estaremos en condiciones
de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no
fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta
ser optimista.

Cualquiera que ha sido campeón de ajedrez u otra
disciplina, llego a colocarse en la cima por su esfuerzo,
perseverancia y sacrificio, pero pocas veces, o mejor dicho
nunca, se alude a su optimismo, a esa entrega apasionada por
alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en
las personas que colaboraron para su realización. El
optimismo refuerza y alienta a la perseverancia.

No es más optimista el que menos ha fracasado,
sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un
estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y
empeño; y en los errores y equivocaciones una experiencia
positiva de aprendizaje.

n) Orden.

El orden externo de la persona, de su espacio de
trabajo, de su casa o incluso de su automóvil, son muy
importantes, es cierto, pero lo más importante es el orden
interior y es el que más impacta en la vida. Sin duda,
todos conocemos a gente desordenada que olvida pagar sus cuentas,
o que no sabe colocar sus prioridades adecuadamente en la vida y
que termina generando un desastre en su propia vida y en la de
los demás.

Adquirir el valor del orden va mucho más
allá que acomodar cosas y objetos, es poner todas las
cosas de nuestra vida en su lugar. El orden interior se refleja
en todas las cosas. Si recreamos nuestra imaginación en
fraguar proyectos un tanto inalcanzables, nos entrenemos en
pensar que haremos el próximo fin de semana, o en los
nuevos accesorios para nuestro automóvil,
difícilmente nos concentraremos en las cosas importantes
que debemos hacer y perdemos un tiempo valioso. En este ambiente
ficticio esta la pereza, no nos extrañe que nos cueste
mucho trabajo recoger las cosas o terminar a tiempo cualquier
actividad.

La falta de orden se presenta muchas veces con el
activismo: dar la apariencia de hacer sin hacer. Algunas personas
no tienen el interés o la conciencia de la importancia de
este valor porque todo lo tienen resuelto, tienen a su alrededor
personas (en la casa, la oficina, el colegio, la universidad,
etc.) que se ocupan de la limpieza y disposición de las
cosas para crear un ambiente agradable. Esta comodidad en nada
favorece a quienes cuentan con este servicio.

Por el contrario, toda persona que vive el orden en
extremo (más que meticuloso, un perfeccionista molesto)
dificulta la convivencia y manifiesta poca comprensión
hacia las personas, yeso aniquila su actitud de intención
en este valor, suplantándolo por la soberbia y la
intolerancia. El orden debe tener un equilibrio.

Es tan importante en todos los aspectos de la vida el
valor del orden que vale la pena el esfuerzo por cultivarlo:
formalidad, eficacia, pulcritud, cuidado. El valor del orden
puede cambiar significativamente nuestras vidas, pero aún
más importante, la vida de quienes nos rodean.

o) Paciencia.

La paciencia es el valor que hace a las personas
tolerar, comprender, padecer y soportar los contratiempos y las
adversidades con fortaleza, sin lamentarse; moderando sus
palabras y su conducta para actuar de manera acorde a cada
situación. Uno de los grandes obstáculos que
impiden el desarrollo de la paciencia es, curiosamente, la
impaciencia de esperar resultados a corto plazo, sin detenerse a
considerar las posibilidades reales de éxito, el tiempo y
esfuerzo requeridos para alcanzar el fin.

La persona que vive el valor de la paciencia, posee la
sensibilidad para afrontar las contrariedades conversando la
calma y el equilibrio interior, logrando comprender mejor la
naturaleza de las circunstancias, generando paz y armonía
a su alrededor.

p) Patriotismo.

Es le valor que procura cultivar el respeto y amor que
debemos al Perú, mediante nuestro trabajo honesto y la
contribución personal al bienestar común. El
verdadero patriotismo se vive en un sentimiento permanente y
conmemorativo en fiestas patrias.

La conciencia parece despertarse cuando aparecen los
desastres, conflictos y sucesos extraordinarios resaltando la
solidaridad y el patriotismo, debemos tener capacidad de entrega
y trabajo gustoso por los demás.

Debemos asumir que el desarrollo y construcción
de un país que logra con el esfuerzo y trabajo personal
sumado al de todos los compatriotas.

El patriotismo se manifiesta por los valores que
transmitimos como ciudadanos conscientes: trabajo, conducta,
modales, respeto a las normas y costumbres, pero podemos suponer
que de poco sirve tener una actitud recta cuando se transige con
la trampa, el abuso y propone los medios para poder
solucionarnos, pues no es correcto contemplar como el país
se hunde cada día más sin que hagamos algo al
respecto.

q) Perdón.

En los momentos en que la amistad o la convivencia se
rompen por cualquier causa, lo más común es la
aparición de sentimientos negativos: la envidia, el
rencor, el odio y el deseo de venganza, llevándose a
perder la tranquilidad y la paz interior. Al perder la paz y la
serenidad, los que están a nuestro alrededor sufren las
consecuencias de nuestro mal humor y la falta de
comprensión.

Sin embargo, no debemos dejar que estos aspectos nos
invadan, sino, por el contrario, perdonar a quienes nos han
ofendido, como un acto voluntario de disculpar interiormente las
faltas que han cometido otros.

En ocasiones, estos sentimientos son provocados por
acciones o actitudes de los demás, pero en muchas otras.
Nos sentimos heridos sin una razón concreta, por una
pequeñez que ha lastimado nuestro amor propio. El
perdón enriquece al corazón porque le da mayor
capacidad de amar; si perdonamos con prontitud y sinceramente,
estamos en posibilidad de comprender las fallas de los
demás, actuando generosamente en ayudar a que las
corrijan.

Una sociedad, una familia o un individúo lleno de
resentimientos impiden el desarrollo hacia una esfera más
alta. Perdonar es más sencillo de lo que parece, todo
está en buscar la forma de mantener una convivencia sana,
de la importancia que le damos a los demás como personas y
de no dejarnos llevar por los sentimientos negativos.

r) Perseverancia.

La perseverancia es hermana de la fortaleza. Con
frecuencia en muchos aspectos de la vida, existe una verdadera
lucha. Desde la escuela, el aguantar a un jefe lleno de defectos,
tener una novia o un novio que hace cosas que nos desagradan,
tener un marido o una esposa que hace cosas que nos desagradan,
tener un marido o una esposa que a veces nos rompe los nervios y
muchos otros momentos de la vida son difíciles. Desde
pequeñas crisis hasta grandes huracanes, la vida nos
depara un hecho innegable; la vida es hermosa, pero no
necesariamente sencilla.

Si somos como un barquito de papel, la menor llovizna
nos hunde irremediablemente. Hace falta la fortaleza. La
perseverancia es un esfuerzo continuado. Es un valor fundamental
en la vida para obtener un resultado concreto. El combustible
para que la perseverancia pueda moverse largamente es el de la
visión de largo plazo y la profundidad. La perseverancia
requiere sentido común. A cambio de contar con el valor de
la perseverancia obtendremos el gozo de luchar por lo que
queremos. Tal vez no lo logremos de inmediato, incluso tal vez no
logremos algo en el final, sin embargo es importante disfrutar el
camino. La perseverancia brinda estabilidad, confianza y es un
signo de madurez.

A veces nos olvidamos de la sabiduría popular,
pero no sería mala idea reflexionar solo un momento sobre
el viejo refrán: "El que persevera alcanza". No dejarse
vencer ante las dificultades y caídas.

s) Pulcritud.

El valor de la pulcritud es la práctica vital de
la limpieza, con la práctica diaria mostrando nuestra
personalidad y costumbre a través de nuestro arreglo
personal el esmero para trabajar el cuidado para utilizar las
cosas y en general, en la limpieza que procuramos mantener en
nuestra vivienda y lugar de trabajo.

En algunos momentos de nuestra vida nos preocupamos en
dejar una buena impresión entre las personas: elegimos con
cuidado nuestro atuendo, peinamos nuestro cabello al detalle,
acomodamos al interior de nuestro portafolio, y esto lo hacemos
cuando vamos a solicitar un empleo, asistir a una reunión
de negocios o cualquier otro acontecimiento que consideramos
importante para nuestra vida.

Desafortunadamente, muchas veces esa impresión
positiva dura poco tiempo, pasan los días y comienza a
notarse cierto descuido en nuestra forma de vestir.

Orden, disciplina, perseverancia y congruencia, son
valores que se complementan con el ejercicio de la pulcritud, por
que dejamos de presentar una personalidad ficticia y de
apariencias, para convertirlo en un modo de vida que demuestre
educación, y buenos modales. El vivir el valor de la
pulcritud nos abre las puertas, nos permite ser más ser
ordenados y brinda en quienes nos rodean una sensación de
bienestar, pero sobre todo de buen ejemplo.

t) Respeto.

Hablar de respeto es hablar de los demás es
establecer hasta donde llegan mis posibilidades de hacer o no
hacer y donde comienzan las posibilidades de los
demás.

El respeto es la base de toda convivencia en sociedad.
Las leyes y reglamentos establecen las reglas básicas de
la que debemos respetar el respeto no es sólo hacia las
leyes o la actuación de las personas. También tiene
que ver con la autoridad, como sucede con los hijos y sus padres,
o los alumnos con sus maestros. El respeto es también una
forma de reconocimiento de aprecio y de valoración de las
cualidades de los demás, ya sean por su conocimiento,
experiencia o valor como persona.

El respeto también tiene que ver con las
creencias religiosas dada la formación religiosa,
ideológica o política, es tan íntima la
convicción religiosa que es una de las fuentes más
comunes en la historia de la humanidad.

Aquí viene entonces el concepto de pluralidad es
decir, de las diferencias de ideas y posturas respecto de
algún tema, o de la vida misma. Sin embargo, cuando la
pluralidad entra en el terreno de las convicciones
políticas, sociales y religiosas las cosas se ponen
más difíciles. Así es como llegamos al
concepto de intolerancia, es decir, el no tolerar.
Fácilmente, ante alguien que no piensa, no actúa,
no vive o no cree como nosotros, podemos adoptar una actitud
agresiva. Esta actitud, cuando es tomada en contra de nuestras
ideas, se percibe como un atropello a uno de nuestros valores
fundamentales: la libertad. La intolerancia puede ser tan
opresiva, que hace prácticamente imposible la convivencia
humana. El respeto parte, de no hacer a otro lo que no queremos
que nos hagan a nosotros mismos.

u) Responsabilidad.

La responsabilidad (o la irresponsabilidad,
antónimo de responsabilidad) es fácil de detectar
en la vida diaria, especialmente en su faceta negativa: la vemos
en el trabajador que no hizo correctamente su trabajo; que no
cumplió, que no realizo lo que prometió. Plantearse
que es la responsabilidad, parte de que es cumplir con nuestro
deber, la responsabilidad es una obligación, ya sea moral
o incluso legal, de cumplir con lo que se ha comprometido. La
responsabilidad tiene un efecto directo en otro concepto
fundamental: la confianza; confiamos en aquellas personas que son
responsables. Ponemos nuestra fe y lealtad en aquellos que de
manera estable cumplen lo que han prometido.

La responsabilidad es un signo de madurez, pues el
cumplir una obligación de cualquier tipo no es
generalmente algo agradable, pues implica esfuerzo ¿Por
qué es un valor la responsabilidad? Porque gracias a ella
podemos convivir pacíficamente en sociedad, ya sea en el
plano familiar, amistoso, profesional o personal.

La responsabilidad debe ser algo estable. Todos podemos
caer fácilmente alguna vez en la irresponsabilidad.
Empero, no todos toleraremos la irresponsabilidad de alguien
durante mucho tiempo. La confianza en una persona en cualquier
tipo de relación (laboral, familiar o amistosa) es
fundamental, pues es una correspondencia de deberes.

La responsabilidad es un valor, porque gracias a ella
podemos convivir en sociedad de una manera pacífica y
equitativa. La responsabilidad, en su nivel más elemental,
es cumplir con lo que se comprometido, o la ley hará que
se cumpla. Pero hay una responsabilidad mucho más sutil (y
difícil de vivir), que es la del plano moral.

Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestras
acciones y decisiones. Ser responsable también es tratar
de que todos nuestros actos sean realizados de acuerdo con una
noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos
los sentidos. Debemos actuar con responsabilidad y consecuencia
ante cualquier circunstancia de la vida.

v) Sencillez.

Probablemente no hay nada más chocante que una
personalidad "inflada" o quienes se vanaglorian constantemente de
sus propios logros, cualidades y posibilidades. Una personalidad
sencilla a veces puede pasar inicialmente desapercibida, pero su
fortaleza interior y su encanto son mucho más profundos y
perdurables.

La personalidad sencilla es única, recia, sin
adornos ni artificios, no le hace falta mostrar y poner en un
escaparate sus posesiones y cualidades, porque son evidentes y
naturales. La sencillez nos enseña a saber quiénes
somos y lo que podemos.

La persona humana está dotada de inteligencia,
cualidades y habilidades. Pero, ¿Para qué convertir
nuestra vida en una eterna competencia? ¿De qué
sirve estarme comparando constantemente con los demás? El
progreso interno, donde nosotros crecemos, es en verdad lo
importante. No debemos centrar nuestra vida en querer impresionar
a los demás.

La persona sencilla no se exalta ni menosprecia, aprecia
a las personas por lo que son, lo cual permite un dialogo amable
y una amistad sincera. Todos sus bienes y posesiones están
a disposición de los demás.

El valor de la sencillez nos ayuda a superar el deseo
desmedido por sobresalir, sentirnos distinguidos y admirados solo
por la apariencia externa. Nuestro interior, nuestro
corazón, es lo que verdaderamente cuenta. Una persona
sencilla gana, más corazones. La sencillez y la humildad
brillan con luz propia cuando son auténticas, no importa
la apariencia y el esplendor.

w) Sobriedad.

El valor de la sobriedad nos ayuda a darle a las cosas
su justo valor ya manejar adecuadamente nuestros apetitos,
estableciendo en todo momento un límite entre lo razonable
y lo inmoderado.

El problema en una sociedad consumista no es la
comercialización de los productos, sino la forma en que
nos vemos afectados por la publicidad y la propaganda consumista,
el adquirir un producto innecesario para nuestro organismo nos
convierte en seres dependientes del sistema consumista. Y damos
por cierto que la felicidad está en nuestra vanidad
consumista, en nuestras satisfacciones, ahí estamos bajo
la influencia de agentes externos. La sobriedad nos ayuda a saber
comprar solo lo verdaderamente necesario, indispensable y de
utilidad; por el contrario, aprendemos a obtener el máximo
uso y provecho de todo lo que tenemos, sin dejar de lado las
cosas prácticamente nuevas y sin utilizar.

También debemos ser sobrios en nuestra forma de
vestir (vestimenta estrafalaria, donde se pierde la elegancia),
de hablar, (gusto de sentirse escuchados) de comportarnos (sin
caprichos, sin ser dominados para no vivir bajo su dependencia).
Hay que fortalecer nuestra voluntad y desarrollemos este valor
necesario para aprender a administrar nuestro tiempo y nuestros
recursos, además de construir una verdadera
personalidad.

x) Solidaridad.

Pensamos en la solidaridad como una actitud que debemos
asumir en emergencias y desastres, sin embargo, la solidaridad es
local, nacional, internacional una característica de la
sociabilidad que inclina al hombre a sentirse unido a sus
semejantes y a cooperar con ellos. No podemos reducir el concepto
de solidaridad a un simple servicio extraordinario.

La solidaridad es la ayuda mutua que debe existir entre
las personas, no porque se les conozca o sean nuestros amigos,
simplemente porque todos tenemos el deber de ayudar al
prójimo y el derecho a recibir la ayuda de nuestros
semejantes. Que agradable es el momento en que un desconocido se
ofrece a ayudarnos, es la voluntad de servir a los demás
desinteresadamente y fraternalmente.

Debemos descubrir y comprender que en cada lugar de
trabajo y de convivencia todos aportan y enseñan, debemos
aprender a interesarnos por el bienestar de todos, y que estamos
en condiciones de ayudarles y prestarles un mejor
servicio.

Si queremos que la educación mejore debemos
decidirnos a tomar el problema en nuestras manos, no esperemos
que las cosas cambien por si mismas. Debemos encontrar las
personas solidarias que coincidan con nuestros
objetivos.

Generalmente, el bien común va planteando nuevas
necesidades, consecuentemente la labor no termina, pero se crea
un ciclo en el cual se va haciendo más efectiva la ayuda y
participación de todos. En resumidas cuentas, para vivir
la solidaridad se requiere pensar en los demás como si
fuera otro yo, pues no vivimos aislados y nuestros conciudadanos
esperan que alguien se preocupe por el bienestar y seguridad de
todos, tal vez de alguien como nosotros, como líderes
emprendedores. En las circunstancias más adversas, la
naturaleza humana se impone y surgen las grandes manifestaciones
solidarias.

y) Superación.

La superación es el valor que motiva a la persona
a perfeccionarse a sí misma, en lo humano, espiritual,
profesional y económico, venciendo los obstáculos y
dificultades que se presenten, desarrollando la capacidad de
hacer mayores esfuerzos para lograr cada objetivo que se
proponga. Si la superación es un deseo innato de los seres
humanos, ¿Por qué en ocasiones nos detenemos? El
principal obstáculo es nuestra persona, con temores
encubiertos de excusas, con la vana esperanza de una oportunidad
"de oro" o el momento adecuado para cambiar de vida; la
pereza y el pesimismo es parte del conformista.

Las personas que constantemente hablan de sus planes y
el noble afán que tienen por darle un nuevo y mejor rumbo
a su vida, sin embargo, todo se queda en las palabras y en el
deseo, argumentando dificultades y contratiempos no previstos,
los cuales han impedido concretar los objetivos
planeados.

La superación personal se encuentra en la persona
misma y no en los bienes materiales, como tampoco es exclusivo de
una determinada edad; existen hoy en día jóvenes y
personas mayores capaces de lograr grandes empresas, observando
como sus sueños se hacen realidad y sin detenerse a
considerar la falta de experiencia o el cansancio natural que
traen los años. Renunciar a mejorar equivale a una vida
triste, gris y con falta de aspiraciones, en una palabra
conformismo.

En esta vida nada es fácil, todo lo que vale la
pena requiere de perseverancia y paciencia para alcanzarlo, es
entonces cuando la superación se hace sublime alejada de
toda vanidad y soberbia con el gozo interior de acercarnos cada
vez más a la cima de la humana
perfección.

z) Valentía.

La valentía es un valor universal que nos
enseña a defender aquello que vale la pena, a dominar
nuestros miedos y a sobreponerlos en la diversidad. Sin la
valentía, en los momentos difíciles nuestras vidas
podrían irse a la deriva. Sin embargo, la fortaleza
interior conducida por una conciencia recta, pueden llevarnos
más lejos de lo que podríamos imaginar. Ser
valiente no es sencillo. En ocasiones, la valentía
significa afrontar las consecuencias de nuestros actos, los
productos de nuestros errores. El niño que admite ante sus
padres sus faltas, el empleado que admite no haber hecho su
trabajo como era debido, el padre de familia que acepta ante sus
hijos que debió haber pasado más tiempo con ellos,
ejemplos de personas que han tenido la fuerza de aceptar su error
y de afrontar sus consecuencias.

La vida misma no es sencilla y puede ser, en ocasiones,
sorprendentemente dura: la muerte de un ser querido, una
enfermedad, la ruina de un negocio son ejemplos de momentos
tremendamente difíciles. La valentía es la
diferencia entre hundirse o seguir nadando, seguir luchando, sin
rendirse.

La valentía también tiene que ver
directamente con defender lo que sabemos que es correcto. La
conciencia con frecuencia nos indica que se está
cometiendo una injusticia, o que se está violentando
algún derecho. En esos momentos, es necesaria una
posición concreta para actuar como es debido y para
defender lo que está bien

Z1) Sinceridad.

La sinceridad es un valor que caracteriza a las personas
por la actitud congruente que mantienen en todo momento, basada
en la veracidad de sus palabras y su realización en las
acciones. Para ser sinceros debemos procurar decir siempre la
verdad, esto que parece tan sencillo, a veces es lo que
más cuesta trabajo.

Utilizamos las mentiras piadosas en circunstancias que
calificamos como de baja importancia, donde no pasas nada: como
el decir que estamos avanzados en el trabajo, cuando aún
no hemos comenzado, por la suposición de que es
fácil y en cualquier momento podemos estar al corriente.
Obviamente, una pequeña mentira llevara a otra más
grande y así sucesivamente…Hasta que nos
sorprenden.

Decir la verdad es un aparte de la sinceridad, pero
también actuar conforme a la verdad es requisito
indispensable.

El mostrarnos como somos en la realidad nos hace
congruente entre los que decimos, hacemos y pensamos, esto se
logra con el conocimiento y la aceptación de nuestras
cualidades y limitaciones. En algún momento la sinceridad
requiere valor, nunca se justificara el dejar de decir las cosas
para no perder una amistad o el buen concepto que se tiene de
nuestra persona. Si por ejemplo, es evidente que un amigo trata
mal a cualquier persona todos los de su entorno familiar,
amistades o de trabajo tendrán la obligación de
decírselo, señalando las faltas en las que incurre
y el daño que provoca, no solamente a las personas, sino a
la buena convivencia que debe hacer.

La persona sincera dice la verdad siempre, en todo
momento, aunque le cueste, sin temor al qué dirán.
Vernos sorprendidos en la mentira es más vergonzoso. Al
ser sinceros aseguramos la amistad. Somos honestos con los
demás y con nosotros mismos, convirtiéndonos en
personas dignas de confianza por la veracidad que hay en nuestra
conducta y nuestras palabras.

Z2) La Verdad.

Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas
forma a mente. Conformidad de lo que se dice, con lo que se
siente o se piensa. Es el Reflejo fiel, acertado, de la realidad
en el pensamiento, reflejo comprobado, en última
instancia, mediante el criterio de la práctica. Lo
característico de la verdad es el pertenecer precisamente
a los pensamientos y no a las cosas mismas ni a los recursos de
su expresión por medio del lenguaje. Tenemos la Verdad
objetiva, Verdad Absoluta y verdad relativa, Verdad concreta,
Criterio de la verdad. La suma de las verdades relativas forma la
verdad absoluta.

El término verdad se usa frecuentemente
para significar el acuerdo entre una afirmación y los
hechos o la realidad a la que dicha afirmación se
refiere, o la fidelidad a una idea. El uso de la
palabra verdad abarca también desde la
honestidad, la buena fe y la sinceridad humana en
general, hasta el acuerdo de los conocimientos con las
cosas que se afirman como realidades:
los hechos o la cosa en
particular; así como la relación de los hechos
o las cosas en su totalidad en la constitución del
Todo, el Universo.

A medida que la ciencia avanza, vamos descubriendo cada
vez con mayor profundidad y plenitud las propiedades de los
objetos y las relaciones entre los mismos, nos vamos acercando al
conocimiento de la verdad absoluta, lo cual se confirma a
través del éxito (victoria) en la aplicación
de la teoría en la práctica (en la técnica,
en la tecnología de la producción,
etc.).

La doctrina acerca de la verdad absoluta y la relativa
se concreta en la ciencia en el principio de correspondencia
"toda ideología es históricamente condicionada
pero es incondicional que a toda ideología
científica (a diferencia de las ideologías no
científicas y religiosas) corresponda una verdad objetiva,
una naturaleza absoluta
". V. I. Lenin. "Es
así que para llegar a la verdad es necesario el
conocimiento racional, sistemático, exacto verificable,
por medio de la investigación científica, el hombre
ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que,
es cada vez más amplia profunda y exacta
".

La verdad llega con una ideología, un cuerpo de
ideas coherentes verdaderas, acerca de la realidad o de un sector
de esta. Hay ideologías que se refieren a cuanto existe:
son las cosmovisiones otras restringidas como el
psicoanálisis que se limita a los seres humanos, otras
sobre la naturaleza y las ideologías sociopolíticas
que tienen una visión del mundo social.

La verdad como ningún sentimiento viene
arraigando en el hombre desde hace tanto tiempo como el
"miedo a las fieras", a la suya propia, "la bestia
por dentro
". Pues el miedo es nuestra excepción.
Todos los antecedentes del hombre se me antojan "valor"
y aventura y deleite de la incertidumbre, de la empresa
jamás aventurada.

A los animales más salvajes y bravos les ha
envidiado y arrebatado todas sus virtudes; solo así se
convirtió en hombre.

Este valor, vuelto al fin sutil, clerical, espiritual;
este valor humano dotado de alas de águila y
sabiduría de serpiente, tengo entendido que se llama
(ciencia) (verdad)*

La Búsqueda de la Verdad, en realidad no hay
nada, no existe nada, salvo la verdad (para otros solo el Poder).
Siendo la verdad lo que es, no puede ser jamás destruida.
La verdad subsiste, aunque las gentes no crean en ella; subsiste
por ella misma. La verdad no se convierte en error porque nadie
la ve… todos proclaman al unísono que nada es real
en este mundo salvo la verdad.

Pero, ¿Qué es la verdad? Es lo que nos
dicta la voz interior, y que en todos tienen ideas diferentes y
contradictorias, puesto que la mente humana trabaja por
innumerables medios y no evoluciona de la misma manera en todos,
se deduce que lo que es verdad para uno puede ser error para otro
(verdad objetiva y subjetiva) y después de todo,
¿Quién posee la verdad absoluta? (que son la
sumatoria de las verdades relativas).

En la vida corriente es solo un término relativo;
lo que para mí es verdad puede no serlo para otros. La
regla de oro de la conducta es la mutua aceptación, puesto
que nunca compartiremos todas las mismas ideas
(ideologías) y puesto que solo entreveremos la verdad
fragmentariamente o desde distintos ángulos. El hombre es
un ser falible. No puede estar nunca seguro de no equivocarse.
Cualquier cuestión puede ser examinada desde al menos
siete puntos de vista, todos exactos en sí, pero no a un
tiempo ni en idénticas circunstancias. La verdadera
moralidad no consiste en seguir los caminos trazados, sino en
buscar la auténtica vía para uno mismo y seguirla
intrépidamente.

Para llegar a la verdad y hacer justicia, "cada uno
de nosotros tenemos la responsabilidad de actuar como si todos
nuestros pensamientos, palabras y actos tuvieran una real
importancia, porque, en realidad, la tienen. Nuestras vidas
tienen tanto un propósito como un significado
". Con
orientación moral a partir de la espiritualidad y la
compasión como modelos de conducta humana.

  • 10. La Ética y el
    Derecho.

No podemos entender el derecho sin un imperativo
axiológico que oriente su creación, su desarrollo y
su transformación. Pues, si el derecho fuera solamente
normas y la administración de justicia se limitase a la
aplicación de estas normas, tendríamos un saber
pobre y pusilánime. No valdría el esfuerzo de
transformación, sino bastaría saber técnicas
de encasillamiento de la realidad en normas y conocer el derecho
no exigiría seis años de estudio, sino seis meses
para memorizar normas.

El Derecho exige un magistrado con una escala de valores
que le pueda dar criterios de la naturaleza humana, de las
aspiraciones e ideales sociales. Así como nuestra
noción del derecho no puede desligarse de determinados
valores, la administración de justicia no puede desligarse
de la práctica de los mismos.

El Derecho tiene un implícito contenido de
justicia, la magistratura implica ser justo. La ética es
la dimensión práctica de la labor
jurisdiccional.

La ética es un actuar de acuerdo a los valores
imperativos del Derecho. La administración de justicia
exige jueces justos y que puedan practicar los mismos valores que
se exige a los usuarios de la administración de
justicia.

  • 11. La Ética y Principios Generales
    del Derecho.

Las normas, hemos indicado antes, tienen poco sentido si
es que no se orientan a la realización de valores. Los
principios generales del derecho, los principios establecidos en
la Constitución Política del Estado y en los
Títulos Preliminares de los principales códigos de
nuestro ordenamiento orientan el cómo debe entenderse las
normas, cómo debe aplicarse las normas y qué es lo
que se quiere al solucionar conflictos. Así la
ética del magistrado se hace una labor técnica
orientada a la plasmación de los valores en cada caso
particular.

Los Principios Generales del Derecho pasan a ocupar un
lugar importante en el actuar ético de los magistrados.
Pues, implican una valoración y una filosofía
específica.

Los principios son en su naturaleza –y al mismo
tiempo– preceptos normativos, orientaciones de
interpretación y presupuestos filosóficos; son la
fuente de valores que permitirán la creación,
comprensión y suplencia de las normas
jurídicas.

De allí que la conducta ética del Juez
además deberá plasmarse en sus resoluciones, y en
los casos específicos se podrá observar la
preferencia por determinados valores al momento de resolver
conflictos. Así, los principios del derecho son una de las
fuentes más importantes para plasmar valores y el
último reducto ético ante orientación
normativa impropia.

  • 12. Ética del
    Magistrado.

La economía de mercado nos da un margen cada vez
más limitado al actuar de los jueces, entendiendo que su
labor es la solucionar y componer conflictos sociales en el marco
del derecho. El margen que nos da la economía es el de la
eficiencia y la equidad, el ceder ante una expectativa, para
conseguir otra, social y económicamente aceptable teniendo
como principios orientadores los de la economía de mercado
y el menor costo de riesgo.

La ética entonces deja de ser una exclusiva
actitud personal para orientarse a una actitud socialmente
eficiente, y cuya finalidad es la composición de
conflictos sociales teniéndose como referencia los
principios de la economía del mercado: libre y leal
competencia; igualdad y pluralismo económico y
empresarial; protección del consumidor; libre iniciativa
privada, entre los más importantes.

Frente a la transformación de la estructuras
económico–sociales, corresponde hacer una escala de
los valores que socialmente se imponen como orientadores en la
solución de conflictos, aunque no corresponde ceder
esencialmente en los criterios de justicia y respeto a la
persona, la labor del magistrado además de tener
funcionalidad social exige un compromiso moral. La eficiencia no
es un valor; es el resultado de la composición del
conflicto y donde el magistrado determinará la justicia de
cada acto.

La postmodernidad ha generado ya la polémica
sobre quienes hacen el discurso jurídico y que condiciones
hacen prevalecer la validez de los valores, así mismo, la
necesidad de precisar valores irreductibles como el respeto a la
libertad y a la persona misma, que es titular de dicha libertad.
No está demás indicar que la democracia como modelo
político para la plasmación de valores es tema de
atención para establecer que solamente puede garantizarse
un actuar ético y que garantice derechos dentro de un
sistema político que distribuya suficiente poder a los
jueces para hacerlo.

Finalmente, la sociedad competitiva exige también
que la administración de justicia sea un servicio de
excelencia–perfeccionamiento permanente de la
administración de justicia, donde la plasmación de
valores implica perfeccionamiento moral y técnico
permanente del magistrado.

La Ética, entendida en este contexto, se
manifiesta en tres aspectos de la administración de
justicia:

a) La conducta ética del magistrado en el
ámbito personal. Ello como piedra angular para construir
un sistema donde la confianza en la persona del magistrado como
actor de las transformaciones implique además su autoridad
moral para el respeto de los usuarios.

b) Los valores de la institución (Poder
Judicial) como una organización destinada a la
satisfacción de necesidades de un servicio. Lo que implica
la formación colectiva de criterios y conductas que puedan
distinguir a la institución de otras, por la
creación de una cultura de servicio al usuario.

c) La responsabilidad del producto final (La
sentencia u otras resoluciones) de plasmar valores en las
relaciones sociales, orientando la aplicación y
promoción de determinados valores y sancionando su
contravención.

Como ya hemos señalado líneas arriba, la
palabra "Ética" proviene del
griego "ethikos" ("carácter").
Se trata del estudio de la moral y del accionar humano
para promover los comportamientos deseables. Una sentencia
ética supone la elaboración de un juicio moral y
una norma que señala cómo deberían actuar
los integrantes de una sociedad.

Por profesión se entiende una ocupación
que se desarrolla con el fin de colaborar con el bienestar
de una sociedad. Para realizar dicha labor es necesario que
el profesional (persona que ejerce la misma)
actúe con responsabilidad, siguiendo los requisitos que la
ley vigente plantee para el desarrollo de esa
actividad.

La Ética profesional pretende regular
las actividades que se realizan en el marco de una
profesión. En este sentido, se trata de una disciplina que
está incluida dentro de la ética
aplicada ya que hace referencia a una parte
específica de la realidad.

Cabe destacar que la ética, a nivel general, no
es coactiva (no impone sanciones legales o normativas). Sin
embargo, la ética profesional puede estar, en cierta
forma, en los códigos deontológicos que
regulan una actividad profesional.
La Deontología forma parte de lo que se conoce
como ética normativa y presenta una serie de principios y
reglas de cumplimiento obligatorio.

Podría decirse, por lo tanto, que la ética
profesional estudia las normas vinculantes recogidas por la
deontología profesional. La ética sugiere aquello
que es deseable y condena lo que no debe hacerse, mientras que la
deontología cuenta con las herramientas administrativas
para garantizar que la profesión se ejerza de manera
ética.

  • 14. Ética de la Abogacía:
    Defender causas justas.

"Defender una causa justa es, pues, sostener por
medios correctos lo que la ley y la moral permiten a un hombre de
bien afirmar o defender
"; Theo
Collignon
.

"La conciencia es él arbitro supremo de
nuestras acciones. Seguir su dictamen cierto nos libra de pecado,
aunque la solución errónea, siempre que no hayamos
tenido la culpa en el error
"; Antonio De
Luna.

El fundamento sobre el que descansa la validez del
derecho es la moral, porque hace posible que garantice una meta
al orden jurídico. Toda persona es sensible a la falta de
moralidad, cuando ella es la víctima. Por eso, siempre ha
existido un principio evidente que corresponde al
perfeccionamiento natural del hombre a buscar su propia
felicidad, de acuerdo al estado de la conciencia personal, lo que
comúnmente se expresa en la frase: "obra aquello que
te hará feliz y evita lo que te hará infeliz
".
Lograr la felicidad, como estado subjetivo de la persona, se
identifica con la realización objetiva del
bien.

La Ética es la ciencia que elabora y
sistemática reglas o normas respecto de la conducta humana
para su perfeccionamiento personal y comunitario; dichas normas
son las que afirman o niegan que una conducta sea debida o
prohibida.

Los deberes éticos de la función
profesional, pueden distinguirse de otros deberes por el modo
como se exige su cumplimiento por Vías de
aceptación o rechazo social y la correspondiente
sanción por la corporación a que
pertenece.

En el caso específico del ejercicio de la
función de abogacía sus actos deben circunscribirse
en cumplimiento del Código de Ética establecido por
la entidad gremial y además como complemento se debe tener
presente algunos adagios de la convivencia humana: "Vivir
honestamente, no dañar a nadie, dar a cada uno lo
suyo
"; "Solo sobre un terreno sanamente moral puede
florecer la cultura
".

La moral o la ética busca la perfección
del hombre como su último destino, pero este objetivo se
logra realizando los actos conforme a los deberes preestablecidos
y de acuerdo al buen criterio de la conciencia
individual.

Hay que motivar el cumplimiento de los deberes
éticos en el ejercicio profesional. La difusión de
la doctrina, la aplicación del código de
ética.

  • 15. Principales Reglas del
    Abogado.

  • a) El Abogado debe alegar con razones, y no con
    denuestos.

  • b) El error de los abogados no debe perjudicar
    a los litigantes.

  • c) El Abogado no patrocina malas
    causas.

  • d) Las alegaciones formuladas por los abogados,
    en presencia de aquellos cuya causa defienden, deben ser
    consideradas como pronunciadas por los
    patrocinados.

  • e) Por Abogado debemos entender todos los que
    de alguna manera trabajan en la defensa de las causas; pero
    no deben contarse en su número a los que suelen
    recibir emolumentos por algún servicio no
    prestado.

  • f) No es lícito al Abogado vender ni
    develar los secretos de sus patrocinados.

  • g) Es cosa vergonzosa para el Abogado ignorar
    las leyes en que se apoya.

  • h) Los defensores de las causas deben andar
    más solícitos de la verdad que del
    triunfo.

  • i) Los Abogados no deben prorrumpir ciegamente
    en ultrajes y maledicencias, más allá de lo que
    exija la utilidad de los litigios.

  • j) El Abogado no acusa.

  • 16. Los Mandamientos del
    Abogado.

  • a) ESTUDIA: El Derecho se transforma
    constantemente, si no sigues sus pasos, serás cada
    día un poco menos Abogado.

  • b) PIENSA: El Derecho se aprende estudiando,
    pero se ejerce pensando.

  • c) TRABAJA: La Abogacía es una ardua
    fatiga puesta al servicio de la justicia.

  • d) LUCHA: Tu deber es luchar por el Derecho;
    pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con
    la Justicia, lucha por la Justicia.

  • e) SE LEAL: Leal para con tu cliente, al que no
    debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti.
    Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal
    contigo. Leal para con el Juez que ignora los hechos y debe
    confiar en lo que tú dices; y que en cuanto al derecho
    alguna que otra vez, debe confiar en el que tú le
    invocas.

  • f) TOLERA: Tolera la verdad ajena en la misma
    medida en que quieras que sea tolerada la tuya.

  • g) TEN PACIENCIA: El tiempo se venga de las
    cosas que se hacen sin su colaboración.

  • h) TEN FE: Ten fe en el Derecho, como el mejor
    instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como
    destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo
    bondadoso de la Justicia; y, sobre todo, ten fe en la
    libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni
    Paz.

  • i) OLVIDA: La abogacía es una lucha de
    pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de
    rencor, llegara un día en que la vida será
    imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu
    victoria como tu derrota.

  • j) AMA TU PROFESIÓN: Trata de considerar
    la Abogacía de tal manera que el día en que tu
    hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor
    para ti proponerle que se haga Abogado.

Eduardo J.
Couture
.

  • 17. Deontología Jurídica:
    Deberes Morales de Abogados.

Es aquella parte de la ética profesional que se
ocupa de los deberes morales de los abogados, de los deberes de
estos servidores del Derecho.

La doctrina ha elaborado numerosas definiciones de
deontología profesional; todas tienden a configurarla como
conjunto de reglas de comportamiento, basadas en la costumbre
profesional y subrayan su carácter moral. Por ello se
conceptúa que la Deontología es
"aquella parte de la filosofía que trata del origen,
la naturaleza y el fin del deber, en contraposición a la
ontología, que trata de la naturaleza, el origen y el fin
del ser
". En consecuencia, la Deontología es la
esencia del deber y se refiere, en particular, a los deberes que
corresponden a determinadas situaciones sociales.

  • 18. Ética del Abogado.

La Ética de la Abogacía consiste en la
aplicación de los principios básicos de los valores
culturales de su misión y sus fines en todas las esferas
de su actividad. La historia señala que ya en la
época de los grandes jurisconsultos romanos,
existía una sistematización de prácticas
profesionales que se consideraban ajustadas a los principios de
moral.

La Ética abarca un campo más amplio que el
derecho, por cuanto se considera que la violación de
algunos principios morales no implica necesariamente la
trasgresión de una norma positiva legal ni el consiguiente
castigo. La aplicación de estas reglas busca la
realización de la coexistencia pacífica entre los
hombres mediante el perfeccionamiento espiritual de cada
persona.

Por tales razones, se considera que la Ética y el
Derecho, por su estrecha relación en su esencia, se
complementan. Es también por eso que se conceptúa
que las reglas deontológicas están destinadas a
garantizar, por su aceptación libremente consentida, la
buena ejecución por parte del abogado de su misión
reconocida como indispensable para el buen funcionamiento de toda
sociedad humana.

La no observación de estas reglas por el Abogado,
tendrá como consecuencia, en última instancia, una
sanción disciplinaria. Las normas particulares de cada
Colegio se refieren, a pesar de ello, a los mismos valores y
tienen su origen en una base común.

La Ética de la abogacía en la
legislación universal Los legisladores de casi todos los
países han adoptado, como base de sus organizaciones
gremiales, estatutos y/o códigos de ética,
documentos que contienen las principales normas de ética a
cuyo cumplimiento se someten los Abogados en su ejercicio
profesional. En la elaboración de los estatutos y/o
códigos de ética se ha considerado como fuente de
primer orden la opinión de los abogados y la
jurisprudencia de los tribunales.

Estas instituciones tienen competencia legal para
vigilar la conducta de los Abogados en cuanto al cumplimiento de
las normas de la Ética y la Moral en sus labores
profesionales con sus clientes, sus colegas y los funcionarios
públicos; verifican además las actuaciones que
denotan en el abogado un excesivo afán de lucro, falta de
sentido de responsabilidad y carencia de lealtad y veracidad
tanto en la defensa como en el ataque.

En base a estas normas, cada corporación gremial
aplica sanciones a sus afiliados. Estas entidades ejercen una
especie de labor de vigilancia sobre la conducta de los abogados
en cada país. Sus miembros están obligados
a:

a) Cumplir el Estatuto del Colegio, así
como los acuerdos, disposiciones y decisiones de las Juntas
Directivas, que se adoptan dentro de su respectiva
competencia.

b) Respetar los órganos de Gobierno y a
los miembros que la componen, cuando intervengan en tal calidad,
aceptando las disposiciones emanadas de aquellos órganos,
en el ejercicio de sus funciones.

c) Contribuir a las cargas colegiales, estar al
día en el pago de las cuotas, y soportar todas las
contribuciones económicas de carácter corporativo a
que la profesión se halle sujeta.

d) Prestar a la Junta Directiva la
colaboración que sea necesaria.

Los Colegios de Abogados no deben limitar su
acción solamente a sancionar las faltas, como lo han hecho
hasta ahora, sino también en función de
prevención, deben difundir por medio de conferencias,
cursillos o charlas las reglas de comportamiento del abogado con
el magistrado, con el colega y con el cliente.

Con la capacitación permanente, el cumplimiento
de los deberes éticos dará espléndidos
frutos permitiendo una mayor integración de la
abogacía, un reforzamiento de la ética profesional
reafirmando los valores de competencia e integridad del abogado,
en su excelsa misión de participación en la
administración de la justicia y en su perpetua tarea de
colaborar en la consecución de una sociedad más
libre y más justa dentro de un estado de derecho. Por
último, es indispensable tomar en cuenta que en el aspecto
humano no es solamente importante inculcar la letra de
códigos de ética, sino también se debe
analizar la disposición de ánimo del profesional,
que plasmó en parte la naturaleza de su misión, y
factores como el ambiente familiar y social en que vivió y
vive, lo que forja al verdadero abogado, a aquel que sabe sentir
y vivir, que lucha por dar a cada uno su derecho, para alcanzar
el ideal de justicia.

  • 19. Ética y Corrupción en la
    Administración de Justicia de
    Iberoamérica.

  • a) La Ética y la necesidad del
    Código de Ética del Funcionario Judicial de
    Iberoamérica.

Existe un consenso en el sentido de que la
transformación de la justicia es una prioridad
impostergable como medio para consolidar el estado de derecho a
que aspiran nuestros pueblos y que las reformas, la
renovación y la modernización de nuestros sistemas
judiciales hace surgir como prioridad urgente la necesidad de
elaborar un Código de Ética que regule las acciones
del Poder Judicial. Los elementos coincidentes en nuestras
legislaciones internas o con nuestros principios éticos
básicos, sobre los cuales puede descansar el Código
sugerido, entre otros: probidad, independencia e imparcialidad,
transparencia, eficiencia, prudencia, conciencia
democrática e institucional, protección de los
bienes públicos, discreción, idoneidad, etc. En
Iberoamérica debe permanecer libre de prevaricadores y que
debemos sentirnos orgullosos de nuestra judicatura, redoblando
nuestros esfuerzos para que, siendo humanos podamos superar las
flaquezas de esa condición, y mediante el estudio aplicado
de las normas que nos rigen, sigamos siendo para honra de
nuestros pueblos, una judicatura ejemplar:

El Código de Ética debe contribuir a
solucionar los problemas que afectan la justicia; el principal
problema que afecta a los Códigos es su
inaplicación, se deben identificar previamente las causas
que generan su inefectividad. No se debe repetir en los
Códigos Éticos lo que el derecho interno de cada
uno de nuestros países prevé y sanciona; que
encuentra algunas situaciones en el Código Ético
que contradicen el derecho positivo.

Debe existir una eficacia del Código de
Ética para que pueda resolver todo. La normativa
respectiva regula las faltas administrativas por un lado, y por
el otro regula las faltas a la ética judicial y que es
procedente diferenciar una cosa de otra, definiendo con exactitud
lo que queremos entender y lo que queremos sancionar con faltas a
la ética judicial. Los litigantes perdedores abusan con
las denuncias a funcionarios judiciales por falta a la
ética y que se debe pensar para actuar en la forma de
regular estos abusos. El introducir un punto de reflexión
en el sentido de que es un documento de trabajo, el cual no tiene
ninguna capacidad vinculante para Iberoamérica.

Es necesaria una proposición en el sentido de
incluir en las leyes respectivas de carrera judicial, o bien en
los instrumentos disciplinarios de control judicial, una
disposición que prevea el enriquecimiento ilícito
como causa de destitución. La idea de que se redacte o se
proponga un Código de Ética para
Latinoamérica, el tema de la ética no sólo
debe ser formal sino que debe transformarse en sistemas,
realidades; la idea de que los jerarcas de los Poderes Judiciales
deben tener la obligación de seleccionar a personas
idóneas para ocupar cargos en la administración de
justicia. ¿Hasta qué punto sería
indispensable la formulación de un Código de
Ética?: El problema de la corrupción en el Poder
Judicial esta magnificado. Existen formas de sancionar conductas
incorrectas de los funcionarios judiciales en las leyes de toda
América Latina y es necesario elevar el nivel intelectual
de dicho funcionario para mejorar los niveles éticos. Se
debe mejorar la formación de los jueces y endurecer los
requisitos de selección.

A los Magistrados y funcionarios judiciales se les hace
una exigencia mayor que a cualquier otro funcionario y que los
escándalos sobre corrupción son mayores sí
en ellos está implicado un juez. Se debe formular un
Código de Ética que establezca normas generales
como recomendaciones a los países latinos.

El Código de Ética es un conjunto de
principios que rigen en nuestros sistemas, con un planteamiento
mucho más general y menos detallado para no confundirlo
con un Código disciplinario que se preservaría para
la normativa interna de cada uno de los países
participantes. Es posible formular una declaración general
que sirva como un llamado de conciencia a nuestros funcionarios
judiciales, sin inmiscuirnos en lo que ya objeto de
régimen disciplinario. Se debe mantener un nivel de
principios y reformular algunos cánones en términos
que sean unos principios éticos que inspiran a cualquier
funcionario judicial.

Lo que se debe hacer es tratar de plasmar en unas
conclusiones los principios éticos que deben regir para
todo funcionario judicial, no teniendo en ese sentido un valor
residual en términos de los procedimientos disciplinarios
de cada uno de nuestros países. Se deben recoger los
principales principios generales para la elaboración de
una Declaración de Principios en base a los generalmente
aceptados o adoptados por cada uno de los países. Es
necesaria una declaración general que puede servir de base
para los Códigos de Ética de cada uno de los
países participantes en esta Cumbre. Se acordó
elaborar una Declaración de Principios que se recojan en
un Código de Ética.

  • b) Código
    Deontológico.

La función social de la Abogacía exige
establecer unas normas deontológicas para su ejercicio. A
lo largo de los siglos, muchos han sido los intereses confiados a
la Abogacía, todos ellos trascendentales, fundamentalmente
relacionados con el imperio del Derecho y la Justicia humana. Y
en ese quehacer que ha trascendido la propia y específica
actuación concreta de defensa, la Abogacía ha ido
acrisolando valores salvaguardados por normas
deontológicas necesarias no sólo al derecho de
defensa, sino también para la tutela de los más
altos intereses del Estado, proclamado hoy como social y
democrático de Derecho.

Como toda norma, la deontológica se inserta en el
universo del Derecho, regido por el principio de jerarquía
normativa y exige, además, claridad, adecuación y
precisión, de suerte que cualquier modificación de
hecho o de derecho en la situación regulada, obliga a
adaptar la norma a la nueva realidad legal o social.

  • c) Función trascendente: El Abogado
    precisa, más que nunca, unas normas que respondan a la
    defensa de los valores superiores.

Durante siglos, los escasos cambios operados en las
funciones del Abogado y en la propia sociedad motivaron reducidas
modificaciones en unas normas deontológicas que
venían acreditándose eficaces para la alta
función reservada al Abogado, casi siempre motivadas por
drásticas convulsiones sociales, pero que terminaron
devolviendo al Abogado su función y la normativa
deontológica con que la desempeña.

Es a partir de la segunda mitad del siglo XX, desde el
momento en que los Estados decididamente consagran la dignidad
humana como valor supremo que informa todo el ordenamiento
jurídico, cuando la función del Abogado alcanza su
definitiva trascendencia, facilitando a la persona y a la
sociedad en que se integra, la técnica y conocimientos
necesarios para el consejo jurídico y la defensa de sus
derechos. De nada sirven éstos si no se provee del medio
idóneo para defender los que a cada cual le
corresponden.

En una sociedad constituida y activada con base en el
Derecho, que proclama como valores fundamentales la Igualdad y la
Justicia, el Abogado experto en leyes y conocedor de la
técnica jurídica y de las estrategias procesales,
se erige en elemento imprescindible para la realización de
la Justicia, garantizando la información o asesoramiento,
la contradicción, la igualdad de las partes tanto en el
proceso como fuera de él, encarnando el derecho de
defensa, que es requisito imprescindible de la tutela judicial
efectiva. Por ello hoy el Abogado precisa, más que nunca,
de unas normas de comportamiento que permitan satisfacer los
inalienables derechos del cliente, pero respetando también
la defensa y consolidación de los valores superiores en
los que se asienta la sociedad y la propia condición
humana.

Recientemente, muchas han sido las reformas legislativas
y muchos también los cambios políticos y sociales
que han afectado al ejercicio profesional del Abogado en
España.

El Consejo General de la Abogacía, atento a estos
cambios, ha venido modificando, incorporando a las normas
deontológicas, las que daban respuesta a determinada
modificación legal o cambio social. La importancia de
alguno de estos cambios justificó incluso la
redacción de reglamentos y disposiciones autónomas
no incorporadas a nuestro Código Deontológico, aun
cuando su naturaleza y función fueran estrictamente
deontológicas, como el Reglamento de Publicidad aprobado
por la Asamblea de Decanos de 19 de diciembre de 1997, en el caso
peruano.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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