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El desarrollo de las comunicaciones y el proceso de desarrollo (página 2)




Enviado por Pablo Turmero



Partes: 1, 2

En nuestro país, la TV educativa importa un
"enriquecimiento". En un país en desarrollo, un aparato de
televisión en cada aldea podría equivaler a toda
una escuela. Un segundo multiplicador es la
autoinstrucción programada. En nuestro país
ésta representa solamente un instrumento interesante y
promisorio, algo que debe ser puesto a prueba y examinado a fondo
antes de decidir dónde se lo necesita. En un país
en vías de desarrollo, dar al pueblo un recurso por el
cual pueda obtener por sí mismo los conocimientos y las
informaciones que más necesita, podría ahorrar
años en el proceso de crecimiento económico.
Finalmente, existen los multiplicadores de maestros que conocemos
como ayuda voluntaria o semiespecializada. Los países
comunistas han demostrado cómo se usa esta clase de ayuda;
se supone que China tenga entre cinco y diez millones de
voluntarios de este tipo. No hay razón para que la gente
que ha aprendido a leer y escribir no deba, con ayuda de la
televisión, la radio o el cine, ayudar a otros a leer; o
para que, por medio de la auto-instrucción programada, los
legos no deban ayudar a otros legos a asimilar habilidades
técnicas; para que, con la ayuda de estos nuevos recursos,
las personas de cierta cultura no deban soportar buena parte de
la carga de enseñar a los jovencitos. (…)

Algunas implicaciones
políticas

Examinaremos algunas de las inferencias políticas
de la interacción de la economía y las
comunicaciones.

En primer lugar el poder es inseparable del
control
. No es necesario recordar este hecho a un
científico de la política o a un político,
pero en un país en evolución, donde los canales de
comunicación son en su mayoría de corto alcance y
de carácter personal, el control de los canales de largo
alcance se torna vitalmente importante. En una aldea que tiene
solamente un receptor de radio, su poseedor es a la vez un
símbolo y un instrumento de poder. Éste se halla en
condiciones de saber lo que está ocurriendo en la capital,
o en las capitales extranjeras, o en el mercado, antes que lo
sepan otros. Además, puede compartir con quien desee la
experiencia de usar la radio o la información que proviene
de ésta. Cualquiera que haya viajado a una aldea del Medio
Oriente, donde el jefe posee el único receptor de radio
existente, no habrá podido menos que impresionarse al
comprobar cómo ese aparato contribuía al status de
su poseedor y a su posibilidad de conceder favores. Del mismo
¡nodo, la posesión de un diario por parte de
políticos en un país en desarrollo constituye un
hecho mucho más importante que en un país como
Estados Unidos. Los gobiernos que se desarrollan siguiendo las
líneas del marxismo-leninismo han subrayado esto al
mantener la posesión de todas las comunicaciones. En los
países en evolución de tendencia no leninista hay
una larga historia de incautaciones de diarios, censura de prensa
y otros actos que reflejan el reconocimiento de la gran
influencia, de cualquier comunicación de vasto alcance en
medio de una situación fluida y cambiante.

En segundo lugar, la comunicación de masa
confiere status
. Lo vemos en nuestro propio país,
donde los actores de televisión se hacen muy conocidos con
una especie de seudointimidad y donde las voces que causan
impacto se confunden frecuentemente con las de los hombres
ilustrados. Este fenómeno se observa también en una
escala exagerada en ciertos países en desarrollo. De todos
modos, en varios países se han realizado aparentemente
serios esfuerzos para determinar a qué personalidades se
les permitiría salir del anonimato gracias a la radio y
cuáles debían ser mencionadas en las noticias. En
un país adelantado, el mundo inmediato se mezcla casi
imperceptiblemente con el mundo lejano; los problemas del propio
hogar se entremezclan con los de la propia comunidad, y los de
ésta con los del estado o provincia, con los de la
nación y con los de la comunidad internacional. Hay un
lapso, empero, durante el proceso de desarrollo de un
país, en que el mundo que uno puede ver con sus propios
ojos y su experiencia directa se ¡hallan netamente
separados del mundo distante. Durante este período de gran
tensión sistemática, existe a menudo un conflicto
político entre las lealtades locales y otras lealtades
más amplias, y reina una sensible incertidumbre en torno
de la política y conducción del país. En
este período, durante el cual se difunde la
alfabetización y los receptores de radio se tornan
más accesibles en gran escala, la posibilidad de los
medios de masa de conferir status se hace particularmente
importante, porque los medios representan casi los únicos
contactos directos del aldeano con figuras prominentes a nivel
nacional, y trazan casi el único panorama de un contorno
que ofrece una verdadera alternativa frente al contorno basado en
la experiencia local.

En tercer lugar, tiene que ser obvio que la
comunicación puede usarse como estimulante o
tranquilizador nacional
. Según creencia general, los
poderosos medios de entretenimiento en este país ejercen
cierto efecto de escape tranquilizador sobre nuestros ciudadanos,
pero por otro lado el presidente puede usar los medios de una
manera muy eficaz e inmediata para atraer la atención
pública y ganar el apoyo público a una medida
política nacional. El hecho es, por consiguiente, que la
sola presencia de un sistema de comunicaciones no contribuye
necesariamente al desarrollo nacional. Es posible concebir una
red nacional de televisión que transmita solamente
programas de fantasía y de entretenimiento -ocupando
así un tiempo precioso que de otra manera podría
dedicarse al esfuerzo nacional-, para distraer la
atención de los problemas nacionales. Es posible pensar en
un sistema escolar nacional encaminado a guiar al pueblo de tal
suerte que viva alejado de los problemas nacionales y, en
consecuencia, a que dé poca importancia y aporte escasa
ayuda al programa de desarrollo económico nacional.
Así, pues, el contenido y el uso de los canales de
comunicación, más que su mera presencia, son los
factores de- terminantes. Esta posibilidad de servir de
estimulante o de tranquilizador será útil para un
gobierno que admita que la tensión debe ser controlada,
siendo necesario a veces elevarla y otras reducirla.

La cuarta cuestión es si el desarrollo de las
comunicaciones contribuye por sí solo a un control
más amplio y democrático del y gobierno nacional, y
si el desarrollo económico nacional contribuye de por
sí a un control más amplio y democrático de
las comunicaciones.

La segunda de estas posiciones es la sostenida por Nixon
quien demuestra que entre los países económicamente
desarrollados existe, en general, una mayor proporción de
prensa libre que entre los países menos evolucionados.
Esto, sin embargo, revela una utilización bastante poco
satisfactoria de simples datos estadísticos para probar un
punto sumamente complicado. Entre otras cosas, los países
comunistas no evidencian tal evolución hacia la libertad
de prensa, como se desprendería de las conclusiones de
Nixon. Siempre dentro del campo analizado por Nixon, existe tanto
control sobre la prensa en la Unión Soviética,
país altamente desarrollado, como en Albania, país
pobre y de escaso desarrollo. Si se analizan las Cosas más
sutilmente, se observan algunos indicios de una libertad de
prensa cada vez mayor en la Unión Soviética:
más critica, un poco más de espacio dedicado a las
noticias de acontecimientos extranjeros, un ligero abandono de
esa excesiva seriedad e intencionalidad de la prensa. En otros
aspectos, por ejemplo en los contactos con los extranjeros, no
cabe duda de que la Unión Soviética ha permitido
recientemente una mayor libertad de comunicación. La
conclusión más acertada que podemos inferir en la
actualidad es que el desarrollo económico nacional no
necesita
comportar una mayor libertad de comunicaciones. Una
nación puede muy bien desarrollarse pasando de, Sociedad
tradicional a sociedad industrial (como lo hizo la Unión
Soviética), sin cambiar su grado de control sobre la
prensa y sin atenuar su vigilancia paternalista sobre los canales
de comunicación de sus habitantes. Con todo, parece
completamente razonable creer que el desarrollo económico,
con la consiguiente mayor estabilidad política y menor
proporción de cambio social, provee las condiciones
adecuadas para una mayor libertad de prensa y ceteris
paribus
, para un probable aflojamiento de los
controles.

Hay otra manera de expresar lo mismo. Mientras -que para
un país evolucionado es más fácil tener una
prensa y comunicaciones completamente libres, lo es mucho menos
para un país en los comienzos de su desarrollo. La
libertad permitida en la India resulta del todo insólita
entre los países en evolución. En realidad, tal vez
sea erróneo de nuestra, parte esperar que un país
que está tratando de reunir recursos y movilizar su
población para un gran esfuerzo de transición
permita el mismo tipo de comunicación libre, competitiva y
a veces confusa a que nos tiene acostumbrados la India. Este es
un lujo que podemos darnos ahora. Podíamos dárnoslo
durante el período de nuestro desarrollo económico,
porque nos movíamos con lentitud y nos respaldaban los
recursos de un continente maravillosamente rico. Un país
comparativamente pobre, que trata de hacer en pocos años
lo que nosotros hicimos en un siglo, advierte que
difícilmente puede darse ese lujo. No puede permitirse
dispersar sus energías de cualquier modo. Debemos estar
preparados para aceptar de buen grado est 'e punto de vista y
esperar que,, cuando estos países se orienten hacia una
solidez económica y estabilidad política,
probablemente estimulen la libertad de comunicaciones.

Sobre la otra parte de la cuestión -si la
expansión de las comunicaciones contribuye de por
sí a un control más amplio y democrático del
gobierno nacional-, debemos decir, como antes: no
necesariamente
. Es evidente ¡que puede utilizarse un
sistema de comunicaciones más eficaz para ajustar
más efectivamente los controles de la acción
política. Es verdaderamente posible usar un sistema
escolar más eficaz para adoctrinar a una generación
en una opinión política determinada. Un sistema
eficaz de comunicaciones funciona tanto para un dictador como
para un demócrata; en realidad, quizá mejor para el
dictador, porque éste tiene más oportunidad de
ejercer monopolio sobre el sistema. Pero por otro lado, en
cambio, es obvio que el desarrollo de las comunicaciones
provee las condiciones para una más amplia
participación, siempre que la filosofía
política lo permita.

¿El desarrollo de las comunicaciones contribuye
más a la democracia independientemente de la
filosofía política de los que gobiernan?
Ésta es una pregunta muy interesante que estamos en
condiciones de examinar ahora, utilizando a modo de laboratorio
de experimentación ciertos países como la
Unión Soviética. ¿Hay, por ejemplo,
algún signo de que la creación de un cuerpo
profesional de periodistas haya originado un mayor escepticismo
acerca de las noticias oficiales en la Unión
Soviética o una mayor probabilidad 'de un manejo objetivo
de las noticias, y que haya restringido la
«enseñanza" impartida 'por conducto de la
información? Si tales signos existen, son difíciles
de observar. Es verdad que hay síntomas de' cambio en la
prensa rusa. Profesionales como Adjubei se mostraron activos
procurando hacer de Komsomolskaia Pravda primero, y
luego de Izestia, diarios más interesantes en su
aspecto y su contenido. Ahora, se permiten las secciones
dedicadas a "intereses humanos". Hoy se exponen con más
frecuencia las opiniones occidentales que hace diez años.
Es posible que la profesionalización del cuerpo de
periodistas, sumada a una mayor estabilidad general del
país, influya en ello. En todo caso, este tipo de
desarrollo provee una condición para tal fin, ceteris
paribus
. El cuerpo de periodistas de la Unión
Soviética dista mucho todavía de ser un "tercer
estado", de ejercer una influencia activa sobre la
política y de hacer tina crítica activa del
gobierno. Pero ésta es la dirección hacia donde se
mueve el desarrollo de las comunicaciones, y sus efectos
deberían notarse más fácilmente en los
países donde el control sea menos efectivo que en la
Unión Soviética.

Podemos también preguntarnos si el gran
incremento de las noticias del exterior y de los contactos con el
extranjero no contribuyen a una mayor democratización del
gobierno y a una más amplia participación
política. En los países que evolucionan siguiendo
la línea marxista-leninista hay indicios muy
significativos de que esto está sucediendo. Las mujeres
abandonan las casas y los velos. Los hombres, cuyos horizontes
abarcaban pocos kilómetros, y que habitualmente no tomaban
por si mismos ninguna decisión política,
trascienden ahora intelectualmente el ámbito de sus aldeas
para interesarse por los problemas nacionales y tratan de decidir
por sí mismos. Los hijos de estos hombres, en las nuevas
escuelas primarias, piensan ahora en la geografía y en la
política mundial.

No cabe duda de que en estos países está
surgiendo un interés por las cuestiones políticas y
una confianza en los conocimientos propios.

Pero, ¿ocurre lo mismo en los países
comunistas? Una vez más nos resulta difícil
contestar, porque los países comunistas no se hallan
abiertos al tipo de investigaciones que necesitaríamos
para Poder dar una respuesta satisfactoria. Las escuelas y los
medios soviéticos aún enseñan la misma
demonología mundial. Pero están sucediendo algunas
cosas interesantes. En la Unión Soviética hay
pruebas palpables de un marcado interés por el mundo
occidental. La cantidad de contactos entre los ciudadanos de
Europa oriental y los de países occidentales ha aumentado
sensiblemente. En particular, los científicos han tenido
muchas ocasiones de hablar libre, mente con sus colegas
occidentales. En la Unión Soviética se han
emprendido recientemente investigaciones de opinión y de
audiencia, aunque ajenas a toda interpretación
teórica o política. A mi juicio, podemos suponer
que el aprender es algo contagioso, cual- quiera sea el terreno
en cuestión, y que un ensanchamiento del foco de
atención aporta una perspectiva más aguda de las
cosas que están a nuestro lado, ya sea bajo Jruschov,
Castro, Nasser o Nehru.

Cuando un sistema sale de su período de
rápido desarrollo y gran esfuerzo, y se lanza tras un
modelo de elevado metabolismo y menor esfuerzo, tales indicios
significan al menos un brillo de esperanza.

Fuente: Pye, Lucian W. (comp.), Evolución
política y comunicación de masas
. Buenos
Aires, Troquel, 1969.

 

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Pablo Turmero

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