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La educación en el Siglo XIX



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La
    educación en el s. XIX
  3. El
    interés
  4. La
    graduación de la enseñanza
  5. La
    pedagogía científica
  6. La
    experimentación educacional
  7. La
    pedagogía católica
  8. Conclusión

Introducción

La Educación en el Siglo XIX tuvo
una revolución en cuanto a la necesidad de conocer al
niño de cara a su educación. Varios pensadores
desde Platón y Aristóteles, pasando por Luis Vives
y Locke llegando a Rousseau, quién impuso la
Sicología basada en la experiencia de cada ser humano,
produciéndose así el cambio más evidente en
la forma de la educación: "La Pedagogía
Sicológica
". Esta vertiente está representada
por Pestalozzi y Herbart.

Pestalozzi se inclinaba más
hacia la individualidad del niño, postulaba que el
individuo es una unidad de inteligencia, sentimiento y moralidad,
y que sin uno de estos elementos la educación no
sería integral.

Herbart era riguroso en sus
estudios acerca de la Educación y la Pedagogía, su
trabajo siempre se basaba en investigaciones previas, con
resultados comprobables; es decir, una investigación
científica, orientada a la educación que recibe el
niño.

La
educación en el s. XIX

La pedagogía de Rousseau va a influir
decisivamente en el siglo XIX, aunque cada autor tomará un
camino peculiar dando entrada a un cúmulo distinto de
opiniones sobre todo referentes a los fines de la
educación. La corriente psicológica que preconiza
Luis Vives y que impulsó el realismo
pedagógico alcanzó su cénit en
Rousseau, que basa las etapas de la educación en
el desarrollo psicológico del

sujeto. A pesar de todo, en la etapa siguiente la
psicopedagogía va a alcanzar edad de adulta y por eso
durante este siglo se perfila una corriente conocida con el
nombre de pedagogía psicológica.

Hoy día no se duda de la necesidad de un
conocimiento psicológico, pero esta ideología parte
de los finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Hay que tener en cuenta que la necesidad de conocer al
niño de cara a su educación es una idea muy vieja
que podemos ya encontrar en Platón y
Aristóteles. Será Quintiliano
quien vuelva por los antiguos fueros para olvidar todo y caer en
una concepción masificante. Después de este olvido
hay que esperar a Luis Vives y posteriormente a
Locke para llegar a Rousseau que impone una
psicología empírica, pero no por eso falsa, aunque
sólo sea por haber implantado los principios esenciales.
De allí nace la necesidad de conocer al niño, de
diferenciar la psique del niño, de la del adulto y, en
fin, acomodar la educación a las etapas del desarrollo
humano.

Dos autores y pedagogos que por ellos solos representan
toda la educación de esta vertiente: Pestalozzi y
Herbart.

Si hiciéramos caso de la necesidad de buena
presencia física para poder educar, tendríamos que
eliminar a Pestalozzi. Endeble, feo, enfermizo,
desaliñado y con un aspecto ingenuo, hay que considerarlo
como el gran genio pedagógico «conocido en los
cinco continentes».
Sus ideas triunfan dentro de su
misma patria (Suiza), donde los Institutos Hofwil son modelos de
escuelas filantrópicas dedicadas a la
experimentación agraria. Pasan a Alemania y a Prusia,
donde Humboldt inicia una

reforma inspirada en la obra de Pestalozzi.
Todos los países se abren a la influencia pestolizziana y
en España comienzan a funcionar escuelas de la misma
tendencia en Tarragona, Santander y Madrid.

1.1 Bases de la pedagogía de
Pestalozzi

El fin de la educación según este autor es
asegurar a cada niño el desarrollo integral al que por
haber nacido tiene derecho. Este fin lo llevará a
fundamentar su pedagogía, en la que nada se olvida. En
primer lugar aboga por el respeto a la individualidad del sujeto,
teniendo en cuenta que el individuo es una unidad de
inteligencia, sentimiento y moralidad. Cuando una de estas
características cae en el olvido, se produce la
desarmonía y por tanto la nulidad de la educación
integral.

Lo importante es la experiencia del educando que
está garantizada por su misma curiosidad intelectual
(recordar la tesis de Rousseau). Por esta razón Pestalozzi
no tiene horario fijo para la actividad educativa: respeta al
máximo los intereses del niño y aprovecha en todo
momento su deseo de aprender. Para ello plantea una
educación progresiva y uniforme de la que se descarta en
ocasiones lo espiritual y la moral. Alguien le achacó esta
deficiencia, pero Pestalozzi queda a salvo, ya que cree
que la educación religiosa y moral debe llevarse a cabo en
el seno de la familia.

La enseñanza debe partir de los objetivos y de la
observación para elaborar racionalmente los datos
universales de forma, número y nombre. Parte de la idea de
Rousseau: no enseñaréis nunca nada
a un niño si éste no lo puede ver
. Pero, a
partir de aquí, elabora una doctrina más concreta
sobre la intuición de los objetos, base de la
intuición intelectual que es a la que pretende llegar. El
sujeto capta la forma del objeto (dibujo geométrico), sus
partes y sus números (aritmética) y asocia entera
la nueva experiencia a un sonido articulado o nombre (lenguaje y
gramática práctica). De esta forma pone de relieve
la experiencia como base de la intuición y, en
último término, de la intuición
intelectual.

La ideología expuesta le lleva a atacar el
verbalismo excesivo imperante en la escuela tradicional:
«No agobies al niño con un torrente de
palabras antes de haber modelado su inteligencia en las
realidades
». Con esta frase se coloca a
Pestalozzi en la postura contraria al
memorismo.

La educación integral no busca sólo el
cultivo de las facultades superiores; por eso Pestalozzi
es un defensor de la educación física. Aboga por la
gimnasia y la natación como medios de fortaleza y
resistencia corporal, cerrando así el ciclo de una
educación integral que va desde lo más espiritual a
lo puramente corporal.

Su obra maestra: "Cómo Gertrudis
enseña a sus hijos
", es una obra escrita en
estilo epistolario, donde a través de catorce cartas
dirigidas a un amigo expone su método de enseñanza.
Lo fundamental de la obra es el método que implanta
sustituyendo «las reglas fijas -como dice Dante Morando- de
la pedantería

artificiosa tradicional con otras reglas también
fijas, pero fundamentadas en la psicología del educando.
Durante toda la obra sigue los pasos de Rousseau en el
enfoque naturalista, aunque da a la palabra "Naturaleza" un
sentido distinto». Para Pestalozzi «es la vida
la que educa»
y la educación debe seguir el
desarrollo natural del hombre, de tal suerte que sólo
será durable aquella educación que se base sobre la
Naturaleza. Porque, en definitiva, la educación no es sino
el desarrollo de las facultades que el niño posee en
germen. La enseñanza debe ayudar, en perfecta
armonía con la Naturaleza, al desenvolvimiento de
ésta.

La característica naturalista de la
pedagogía pestalozziana busca en la ley natural el
desarrollo de los conocimientos, para aplicar una
enseñanza que funcione naturalmente. Queda así
aclarada la diferencia entre uno y otro autor respecto al
término «Naturaleza».

Al principio de la obra remarca la necesidad de libertad
en la educación del niño a la vez que critica a la
escuela tradicional por cuanto priva al sujeto de esta
libertad.

Mientras el niño está libre de
escolarización actúa a su modo, rige por sus fueros
y está en contacto íntimo con todo lo que le rodea,
pero a los cinco años se le quita de su vista toda la
naturaleza que hasta ahora ha sido su maestra.

En las cartas sexta, séptima y octava desarrolla
los tres elementos de la intuición – forma, número
y palabra-, y expone el método que les corresponde. Lo
fundamental del método es empezar por lo simple y
más próximo a la experiencia, seguir unos pasos
graduales y no dar un paso nuevo sin asegurarse que
los

anteriores están plenamente
conseguidos.

En la carta número once comenta el principio de
la intuición. La enseñanza de la verdad es la meta
de la pedagogía. En la carta doce describe el
funcionamiento de una escuela profesional y todos los problemas
que se le plantearon. En la trece y catorce aborda el problema
religioso. Cree que previo al nacimiento de la

comunicación con Dios deben nacer en el
niño los sentimientos de gratitud, amor, caridad y
obediencia. A través de la religión y la moral
intenta mantener la relación natural madre e
hijo.

La obra comentada está presidida por la actividad
de la madre. «La madre, satisfaciendo las necesidades
legítimas del niño, hace nacer en él el
reconocimiento y la confianza
». La vida afectiva, que
es el primer estadio en la educación del niño, debe
ser cuidada de tal forma que la escuela de párvulos ha de
estar imbuida de un aire de afecto maternal, parecido al que el
niño encontraría en su propia madre.

Da importancia a la educación física, el
trabajo manual, el cultivo de la tierra y las excursiones, paseos
y recreos.

La educación intelectual está regida por
la intuición y ésta en sus tres formas de lenguaje:
de formas, de números y de nombres. Para el número
comienza por el cuadrado; para la forma el dibujo, y para los
nombres usa el método analítico comenzando por las
palabras escritas en tarjetas, para pasar luego a la
frase.

La educación moral y religiosa está basada
en la bondad natural del niño, en el aprecio de los
valores eternos, en la lectura de la Biblia.

Pestalozzi queda justificado dentro de la
Historia de la educación por toda su obra, pero solamente
por la revalorización social del niño y por la
forma de enseñanza activa puede ya figurar en cualquier
tratado de esta ciencia.

1.2 La obra de Herbart

Herbart fue el autor que dio base teórica a la
pedagogía mediante un riguroso estudio que le ha valido el
título de «fundador de la pedagogía
científica». Su preparación teórica
tanto en Filosofía como en Psicología supera a los
autores anteriores. No es de extrañar que sus dos obras
capitales: La pedagogía general

deducida del fin de la educación y Ensayo de un
curso de pedagogía, sean dos estudios rigurosamente
científicos en los que plantea una serie de puntos
inexistentes hasta el momento: el verdadero campo de la
conciencia, la definición previa de los fines, los
medíos educativos y la posibilidad de la educación,
que hoy

día constituyen los temas capitales de la
educación.

Hemos dicho que la obra de Herbart es fruto de una
completa preparación psicológica y
filosófica y es precisamente de estas dos ciencias de
donde parte su concepto pedagógico. Por tanto, resumiendo
a Moreno, proponemos brevemente sus ideas filosóficas y
psicológicas. «La metafísica de Herbart
postula que "existe, efectivamente, fuera de nosotros, una
cantidad de entes de los que desconocemos

la naturaleza simple y propia, pero sobre cuyas
condiciones internas y externas podemos adquirir una suma de
conocimientos que puede aumentar al infinito.»

La metafísica de Herbart es importante a la hora
de comprender su pedagogía, pero es necesario adentrarse
en su concepción psicológica para llegar a
entenderla en todas sus partes. «Las ideas fundamentales de
la psicología de Herbart podríamos sintetizarlas
así: el alma es un ser simple, carente de facultades
originales, como una "tabla rasa" en que "todos los conceptos,
sin excepción, son producto del tiempo y de la
experiencia»; en su origen el alma no tiene ni
pensamientos, ni sentimientos, ni deseos. La vida del
espíritu, su contenido, surge poco a poco merced a las
"representaciones" que aportan las sensaciones o percepciones
sensibles.»

En este sentido Herbart se coloca en la línea de
Locke para el que no existen las ideas innatas y todo lo que
está en la inteligencia ha tenido que pasar antes por los
sentidos.

Dados estos presupuestos es fácil comprender
qué será para Herbart la
educación.

Por lo pronto, al negar el innatismo, todo será
un proceso de asimilación que parte de cero y que va
tomando cuerpo gracias a la experiencia que el sujeto adquiere de
su contacto con la naturaleza, las relaciones espirituales y
sociales.

Todo este mundo de relaciones puede ser beneficioso o
perjudicial para el sujeto y por tanto, su forma de conducta no
dependerá de cómo es, sino de cómo se ha
hecho. En realidad es una doctrina que enlaza directamente con el
experiencialismo, o dicho de otro modo, tiene más
importancia el ambiente que rodea al sujeto que su
herencia.

Pedagógicamente habrá que tener en cuenta
tanto el intorno y entorno como las facultades innatas del
sujeto. Uno de los factores envolvente de la personalidad del
educando es el profesor, cuya influencia es directa, intencional
y sistemática; de aquí la importancia que esta
figura tiene en la pedagogía herbartiana.

A pesar de todo, el sujeto no es algo determinado: queda
la voluntad. Entramos aquí en uno de los puntos esenciales
de la psicología de Herbart, porque en realidad para
él la voluntad no es más que una forma especial de
deseo y por ende la libertad, al menos en todas sus formas, no
existe para Herbart. La voluntad para el autor está sujeta
a las sensaciones y representaciones y por este principio el
carácter no existe, ya que el hombre que ayer era el
mejor, a causa de estas sensaciones o representaciones, puede ser
el peor.

¿Cómo ha de actuar, según lo dicho,
el educador? Dante Morando lo resume así:

«El maestro conseguirá plasmar el
carácter del alumno cuando sepa hacerle asimilar las ideas
oportunas para la formación de un organismo espiritual
coherente, lo que significa, con otras palabras, que él
debe hacer de modo que las percepciones se conviertan en
apercepciones (percepciones asimiladas a la

experiencia anterior) y que la educación moral
esté estrechamente vinculada a la instrucción, del
mismo modo que la instrucción tiene un verdadero valor
educativo") solamente cuando el nuevo conocimiento, formando un
todo armónico con los conocimientos pasados, provoca la
aparición de nuevos grupos

de ideas coherentes y por tanto es fecundo en otro saber
y en otros actos espirituales.»

La enseñanza, pues, constituye el corazón
de la obra de Herbart. Es verdad que también nos habla del
«gobierno» del alumno, pero solamente lo considera un
medio. También toma importancia la cultura moral pero se
considera como simple auxiliar.

La instrucción que proclama Herbart no cae en el
memorismo, es una instrucción educativa en la que domina
la idea de moralidad. ¿Qué notas
características demanda este tipo de instrucción
educativa?

El
interés

Herbart considera el interés como el fin de la
enseñanza y niega todo tipo de aprendizaje si desde un
principio, sea cual sea la causa, no se ha conseguido el
interés. Este debe ser el medio más eficaz y el
único instrumento de la enseñanza.

No es extraño que Herbart niegue los castigos y
que en sus Aforismos Pedagógicos diga que la
enseñanza debe ser constantemente interesante: debe
mantener al niño siempre en constante gozo y no producirle
jamás lágrimas.

El interés puede excitarse por medios ficticios,
pero esta clase de interés no sería verdadero y el
resultado de la instrucción nulo. El verdadero
interés es el que nace de las mismas cosas que se
enseñan. Uno y otro tipo de interés coinciden con
las actuales vertientes de la didáctica, aunque no se le
conozca con nombres idénticos.

Al interés que nace de la misma cosa
enseñada lo llama interés directo y hoy día
se conoce más con el nombre de motivación
intrínseca. Tal interés provoca a su vez la
atención involuntaria o espontánea que se apodera
del espíritu del alumno llevándolo a la verdadera
instrucción educativa.

El interés indirecto (motivación
extrínseca) se provoca mediante los premios o castigos,
que hoy día llamamos refuerzo o incentivo, según
sea la fuerza que el premio o castigo tiene en la acción y
en relación con la personalidad del sujeto.

Este tipo de interés falsea la verdadera
educación y lo que más puede conseguir es suscitar
la atención voluntaria, pero ésta no es constante,
sino que fluctúa, y como consecuencia no consigue un
aprendizaje integral.

La
graduación de la enseñanza

El tema había ya preocupado a algunos autores
anteriores y lo vimos claramente expuesto por Pestalozzi.
Herbart, precavido, opina que si al alumno se le presentan muchos
conocimientos es fácil que se sienta abrumado o bien que
decaiga su interés, lo cual, según su
teoría, significaría la negación de la
enseñanza, o mejor, del aprendizaje. Lo importante es
mantener la conexión de los conocimientos aprendidos, para
lo que es necesario profundizar en esos conocimientos y
reflexionar posteriormente sobre ellos. De aquí nacen las
cuatro etapas del aprendizaje que a continuación se
exponen:

a) Clarificación: para conseguirla es necesario
un análisis exhaustivo a la vez que se mantiene el
espíritu del alumno dentro del interés necesario
para que lo comprenda.

b) Asociación: se lleva al niño a que
consiga la conexión de todos los elementos estudiados.
Reconoce Herbart que el mejor sistema para lograr este grado es
la conversación personal con cada niño para que
llegue a la libre disposición de los materiales
previamente estudiados.

c) Sistema: en este momento las partes analizadas
adquieren un sistema dentro del que se diferencia lo sustancial
de lo accesorio, lo principal de lo secundario. Todo lo aprendido
aparece englobado dentro de un sistema donde cada cosa aprendida
ocupa su justo medio.

d)Método: una vez adquirido el sistema es
necesario que el alumno lo aprenda y por tanto debe saber moverse
dentro de él. A este momento se le llamó
«aplicación».

La aplicación práctica de estos cuatro
momentos puede resumirse así: mostrar los objetos y llevar
al alumno al examen y posterior análisis de sus partes
integrantes hasta los mínimos detalles. Conversar con el
alumno para que asocie las partes integrantes. Exponer
sistemáticamente -este es el momento de la
enseñanza en su pleno sentido pues lo lleva a cabo el
profesor- cada uno de los puntos. Ejercitación por parte
del alumno y aplicación racional del método en
todas las ocasiones similares.

La innovación de Herbart al analizar el proceso
de enseñanza y deducir una serie de pasos lógicos
será imitada por los autores posteriores como Decroly,
Kerschensteiner y Parkhurts.

La ideología que el autor plantea al principio de
su obra la mantiene a lo largo de ella y es consecuente a los
principios propuestos. No busca almacenar conocimientos o formar
mentes predeterminadas a una especialización, aunque luego
haya especialistas, sino que intenta formar el espíritu y
en último término

busca la estructura del carácter y, podemos
decir, de la personalidad del sujeto. Por eso se dijo al
principio que la instrucción planteada por Herbart era
educativa.

La
pedagogía científica

4.1 El sociologismo.

En esta visión de la Historia de la
educación pretendemos dar un repaso panorámico y
general de las principales ideas y hechos educativos que el
hombre ha desarrollado a lo largo de su devenir histórico.
Este objetivo obliga a pasar por alto muchos autores que, sobre
todo a partir del siglo XIX, han ampliado el campo de las ideas
pedagógicas quedándonos en los más
destacados. Como se ha hecho con muchas escuelas,
podríamos olvidarnos del sociologismo, pero las
repercusiones actuales de esta doctrina obligan a tratar el tema,
aunque no sea necesario profundizar en él.

La dirección sociológica considera al
sujeto como un ente social, pero más que eso parte de la
base de que todo el contenido de la educación es una
realidad social y por lo tanto algo que debe estudiarse dentro de
las ciencias sociales. Para los sociologistas: «La
educación tiene por misión desarrollar en el
educando los

estados físicos, intelectuales y mentales que
exigen de él la sociedad política y el medio social
al que está destinado» (Durkheim).

Esta tesis, que muy bien puede recoger todo el
espíritu sociológico, parece negar la
individualidad de la persona, al menos en toda la
panorámica que atañe a la sociedad. Si socialmente
se requieren unas tipologías especiales, la
educación intentará lograrlas sin tener en cuenta
cómo es el individuo y sólo buscando el
interés social. Esta es la tesis de Durkheim cuando dice
que: «El hombre que la educación debe realizar en
nosotros no es el hombre como lo ha hecho la naturaleza sino como
la sociedad quiere que sea». En esta teoría se
encuentran dos problemas capitales:

  • Desaparece la individualidad de la persona y por lo
    tanto la libertad.

2. El fin de la educación sería engendrar
una sociedad masificada y en cierta forma inmanentista. El
progreso social sólo puede surgir de la crítica de
una situación dada.

Estas dos características no representan dentro
del sociologismo nada negativo por cuanto parten del principio de
sociedad, y para ellos lo único que constituye la esencia
de la vida del sujeto es su inserción social. El sujeto
solo no tiene valor mientras no se integre completamente a la
vida del grupo.

Existe una educación social, pero no se puede
reducir todo a ella porque el sujeto es primero individual e
incomunicable, aunque se complemente cuando entra en contacto con
los otros. Además, para poder aceptar el sociologismo
educativo sería conveniente demostrar dos cosas: 1º
que existe primacía del ciudadano sobre el hombre y
2º que la sociedad puede concebirse como una entidad
independiente del individuo. La primera demostración es
poco menos que imposible, porque el progreso, no sólo en
el campo educativo, sino en el cultural, moral e incluso
religioso, tiende indudablemente a afirmar una primacía
del hombre, entendido como completa personalidad individual,
sobre el ciudadano que es uno de sus aspectos
particulares.

Metodología de la formación
social

1.º Existe una educación que aunque dimana
de la misma sociedad, no goza de las características de
intencionalidad y sistema, pero sí de una actividad y por
lo tanto conseguirá un cambio conductual en el sujeto. La
tan traída y llevada «idiosincrasia de los
pueblos» puede provenir de este tipo de
educación.

2.º Hay otro tipo de educación que nace del
grupo primario, es decir de aquel número de personas que
están unidas por lazos afectivos y que tienen el fin de su
contacto social dentro del mismo grupo. Existe una conciencia
social que va educando a los sujetos y constituyendo un sistema
permanente.

3.° Existe, por fin, un tipo de sociedad más
complejo, caracterizada por el reparto de funciones y trabajo con
el fin de conseguir algo que permanece fuera del
grupo.

Es lo que se denomina grupo secundario. En este caso
cada miembro aporta un número de motivaciones, pero
también de inhibiciones que chocan con los demás
elementos del grupo. Entonces se requiere una acción
educativa intencional y sistemática encamina a conseguir
la unidad de miras de todos los miembros.

El peligro del sociologismo es reducir al hombre a una
masa informal que como tal carecerá de
«movimientos» propios y se convertirá en ciego
instrumento de las masas dirigentes. A este punto llegó
Gentile cuando admite que el individuo es un «momento
didáctico» del Estado que absorbe en sus fines
particulares los fines humanos.

Al referirnos al sociologismo pedagógico,
aparecen los nombres de Natorp, autor de la famosa
Pedagogía social, Krieck, Barth, Weiss y, sobre todo,
Durkheim, autor de Educación sociológica y
Educación moral.

4.2 El biologismo.

El biologismo encuentra su origen en las tesis
materialistas nacidas como contrapunto del idealismo
postkantiano. A su promulgación contribuye el
método del positivismo científico y las nuevas
ideas evolucionistas. Esta vertiente interpretativa de la
educación alcanza su punto más elevado a finales
del XIX y principios del XX, donde se intenta reducir la
Pedagogía a una rama de la Biología.

En el siglo pasado se descubre la composición
celular de la materia viva, lo cual impulsa los estudios sobre el
metabolismo, el peso y la altura, y como colofón las
teorías de la herencia. Para los biologistas el educando
es un ente que depende, en todas sus reacciones, de su propio
cuerpo. La Pedagogía debe partir del estudio de la
biología del ser para deducir desde allí los
principios que rigen la educación; en caso contrario
quedaría reducida al estudio del crecimiento, de las
secreciones endocrinas, de la adaptación, del sistema
nervioso, de las leyes de la herencia, etc., lo cual equivale a
equipararla con la pura Biología, si bien la
función de la primera no termine aquí. Si este es
el objeto formal de la Pedagogía se ha de aceptar que no
tiene entidad como ciencia y queda relegada a una biología
aplicada. Esta es la tesis de dos autores contemporáneos
máximos representantes del biologismo: Demoor y Jonkheere,
quienes sostienen que la Pedagogía tiene como objeto el
estudio del «niño, su génesis, su desarrollo
y su capacidad de adaptación, y deducir, de los datos
obtenidos, los métodos y las técnicas que hay que
utilizar para permitir a la vida manifestarse con el
máximo de facilidades y de intensidad ».

No cabe duda que la Pedagogía no puede reducirse
a la Biología, pero hay que admitir que el estudio
biológico ha contribuido decisivamente en la mejora de la
acción educativa. Al fin y al cabo ella fue la que dio los
primeros pasos en el estudio científico encaminado al
conocimiento del educando y puso en guardia a la Pedagogía
acerca de la importancia de la herencia y el ambiente en todo el
campo educativo.

El biologismo vino a fundamentar tesis antiguas que se
encuentran en Quintiliano sobre el momento en que debe comenzar
la educación. Esta idea continuó en el Renacimiento
y alcanzó su máxima promulgación en
Rousseau. Pero es el biologismo el que le da carácter
científico al estudiar los
«porqués».

La Biología de la educación queda como una
ciencia de la educación, pero no como la única
ciencia como pretenden los biologistas. Los fines de la
educación quedarían reducidos a formar hombres
vigorosos y fuertes para el trabajo, pero nada más. El
campo de la educación quedaría muy empobrecido y el
concepto de hombre empequeñecido.

4.3 El psicologismo.

Ya se ha visto anteriormente el movimiento
psicológico en educación representado por aquellos
autores que consideran al niño como tal y no como un
adulto en pequeño. Esta vertiente ideológica que
comienza Locke sigue con Rousseau, Pestalozzi y Herbart. Pero
estos autores consideran necesario el estudio del
niño

bajo el aspecto psicológico para adaptar a cada
etapa la educación más concorde.

En realidad consideran a la Psicología como una
de las ciencias coadyuvantes de la educación, pero no la
confunden con la Pedagogía. Por eso afirmaba Reid en el
siglo XVIII que es más importante conocer la historia
clara del desarrollo del niño desde su nacimiento
«hasta que la razón se ha constituido en
él», porque nos ayudará más en el
desarrollo de sus facultades que todos los sistemas
filosóficos.

Se nota claramente la idea de «ayuda» que
los autores dan a la Psicología respecto a la
educación.

Entre esta corriente y la que nace de la
Psicología experimental, que también se declara
coadyuvante de la educación, surge el psicologismo que
intenta reducir la Pedagogía al campo de la
Psicología. Lo importante, para ellos, es conocer el
desarrollo evolutivo de la personalidad del sujeto y la
única solución que la Pedagogía tiene para
mantenerse es adoptar los métodos de la
Psicología.

Otra cosa muy distinta es tener en cuenta la
evolución psicológica del educando, conocer el
estado de sus facultades, saber qué sentimientos
predominan, etc., con el fin de llevar a cabo una
educación más racional y más concorde a sus
etapas madurativas.

En último extremo el psicologismo es una doctrina
determinista por cuanto no admite otra cosa que la forma de ser
del sujeto. La educación, como acción de
perfeccionamiento, no tiene sentido ya que nunca
conseguirá nada distinto a aquello que sea
específico de la psique de la persona.

El biologismo, el sociologismo y el psicologismo son
tres ideologías extremas en cuanto a la concepción
educativa. Sin embargo, en la realidad, no ha habido ninguna que
las haya separado, sino que más bien se ha hecho un
entente cordial y se han aprovechado las ideas aportadas por cada
una de ellas. Este afán desmedido por adscribirse a una
ciencia parte de unas ansias científicas y, según
el espíritu de la época, de admitir como
científico solamente lo que pudiera conducir a reglas
generales y a ser posible matematizables. Pero gracias a estos
movimientos va a surgir la pedagogía científica y
posteriormente, gracias a los métodos aplicados en las
otras ciencias, la investigación educacional. La
mentalidad científica dominante, llevada al terreno
educativo, trató de despojar a la pedagogía de
cualquier finalidad trascendente, de liberarla de los
presupuestos metafísicos y colocarla en el terreno
experimental como a todas las demás ciencias, para
convertirla de este modo en verdadera «ciencia» y
«ciencia experimental».

Ahora aparece todo más claro, porque es
lógico que si el estudio específico de la
Pedagogía es dar normas sobre la educación,
tendrá que echar mano de la Psicología que le
dará las ideas pertinentes sobre los distintos estados
evolutivos del sujeto y cómo es en cada uno de ellos.
También de la Biología porque el estado
físico está en íntima relación con la
psique y finalmente de la Sociología en cuanto que el
educando está inmerso en una sociedad regida por unas
normas específicas, y a la que va destinado.

Pero los fines y los medios que se necesitan para
alcanzar la educación dependerán exclusivamente de
las Ciencias de la educación, que amparándose en
los datos que le suministran las otras ciencias, buscarán
la normativa adecuada para que la educación se lleve a
cabo.

La
experimentación educacional

Los últimos años del siglo XIX se
caracterizan por el afán experimental, y llevar todo el
contenido de las ciencias a los laboratorios con el fin de
conseguir una rigurosidad y exactitud en todos los principios
generales. Ya no es suficiente la observación mediante la
que se puede encuadrar el comportamiento de la
persona.

Se requiere un nuevo paso metodológico: en esto
consiste precisamente el método experimental.

Los primeros pasos del método experimental se dan
en la psicología cuando Wundt crea en 1897 el primer
laboratorio de Psicología experimental en la Universidad
de Leipzig. No intenta derrocar nada, ni aportar contradicciones,
sino aplicar a la Psicología los métodos empleados
en las ciencias naturales.

«Su objetivo capital era descubrir los elementos
de la experiencia consciente, que creía compuesta de
pequeñas parcelas, las sensaciones, del mismo modo en que
la materia se compone de átomos… Al determinar el plazo
entre una excitación y una respuesta, o tiempo de
reacción, ya no estaba, en realidad,

investigando estados de conciencia, sino, en la
mayoría de los experimentos, una situación
adaptativa completa, o un comportamiento integral. La
introspección, por sí misma, ya no tenía
nada que hacer.»

La observación, como método de conocer al
individuo para aplicar una educación conforme a su forma
de ser, había cedido el puesto a la experimentación
sobre el comportamiento. Pero el estudio sobre el niño no
fue comenzado por los pedagogos, sino por personalidades
pertenecientes al campo biológico, médico
o

psicológico.

Es interesante puntualizar el cambio de método
que parte de este enfoque nuevo y que revoluciona la
concepción de la Pedagogía. Hasta el momento se
aplica un método deductivo, es decir, hay una normativa
general que se aplica a los casos particulares. Se fundamentan
unos constructos generales que se van aplicando a casos
específicos. La Pedagogía tenía que buscar
unas normas generales y con esto había cumplido su
misión. A partir de ahora el camino será inverso,
es decir, se analizarán una serie de situaciones parciales
y de ellas se construirá la ley o norma que regirá
la educación. La especulación da paso a la
experimentación.

En esta obra hay un tema dedicado a la
investigación educacional donde se aclaran los
términos y formas de hacer que pertenecen a la
metodología heurística en el campo educativo. No
está, sin embargo, de más explicar, ahora la
diferencia existente entre observación y
experimentación. Ambos métodos pertenecen
al

mundo de la investigación y mediante los dos se
puede llegar a aquilatar la realidad objetiva. Basta decir por
ahora que se aplica uno u otro según la realidad que
queremos conocer. En la observación el investigador anota
aquello que se da en su estado real; por ejemplo situaren una
clase y tomar nota de todas o de partes

de las situaciones que se han producido. En la
experimentación el investigador adapta el ambiente a lo
que quiere anotar, por lo que las condiciones del hecho que va a
investigar las conoce de antemano. Por ejemplo, el profesor que
da una clase de matemáticas a primera hora en el patio de
deportes y luego da la misma clase a última hora en el
laboratorio de química. En la observación se anotan
las circunstancias tal y como aparecen en una situación
normal; en la experimentación se cambian las
circunstancias para observar qué hechos
aparecen.

Ante esta situación los pedagogos comienzan a
experimentar debido a ambiente que se apodera de todas las
demás ciencias. Al principio el objeto de
experimentación son los temas que están más
cercanos a lo biológico psicológico.

Este es el caso de los trabajos sobre la fatiga escolar
en la que se conjugan los fundamentos fisiológicos del
trabajo con el rendimiento escolar. Esta experimentación
es la primera que se puede encuadrar, a toda luces, en la
investigación educacional.

A partir de este momento los estudios se multiplican y
más que centrarse en los aspectos biológicos se
concretan en el terreno de la Psicología. El primer
trabajo sobre la fatiga escolar se publica en 1898, aun cuando
los estudios comenzaron mucho antes. Pero Preyer, un verdadero
maestro de la Psicología publicó su
obra,

El alma del niño, en el año 1882. A esta
obra siguen la de Morro (La pubertad) y la de Stanley Hall
(Adolescencia).

Los grandes temas de la psicología evolutiva
están en marcha y el conocimiento de la realidad educativa
alcanza metas objetivas hasta entonces insospechadas.

Preocupa, desde este momento, la inteligencia como
factor del rendimiento escolar y comienza el estudio de la medida
mental. Sería prolijo enumerar aquí a los autores
que se han preocupado del tema; baste recordar a Catell, como
pionero, Galton, Bourdon, Baallard, Thorndike, Terman, etc.
Últimamente la experimentación insiste en el campo
de la Didáctica para centrarse en el estudio de la
tecnología educacional.

La experimentación educacional representa un paso
importante en el adelanto de las Ciencias de la educación,
pero no hay que considerarla como la única
metodología válida ya que esto significaría
confundir la ciencia en sí misma con el método que
usa. Los métodos basados en una reflexión
empírica o especulativa pueden de hecho conseguir, como a
través de la historia se ha demostrado, ampliar o corregir
los supuestos pedagógicos.

La
pedagogía católica

Durante el siglo XIX se produce una
reacción contra las corrientes filosóficas que
derivan hacia el panteísmo o el ateísmo. Así
nace la neo escolástica, que hace renacer la
filosofía de San Agustín y Santo Tomás.
Aparece en la panorámica del pensamiento humano la
concepción platónico-aristotelica y la doctrina del
cristianismo.

Existen unos ideales que superan la
temporalidad de la persona y unos valores morales y

religiosos que la obligan tanto en el plano
individual como en lo social.

Los teóricos de la educación
católica parten, pues, de una filosofía del
espíritu que avanza y se adentra cada vez más en la
filosofía de la Revelación.

Los tres pilares de la pedagogía
católica
:

  • Existencia y paternidad de
    Dios.

  • Doctrina de Cristo.

  • Existencia y actuación de la
    Iglesia.

Unas de las mayores figuras de la
pedagogía católica fue el cardenal ingles
Newman. Quiere adaptar la ideología católica
a la mentalidad pragmática de los ingleses. Impone la
condición de que las conclusiones estén sujetas a
la verdad católica sin desechar el pensamiento
razonador.

El Cardenal Mercier fundador del
Instituto Superior de Filosofía de Lovaina, encamina su
normativa a resaltar el valor de la practica. En el plano
educativo permite la formación del carácter y en el
didáctico facilita el aprendizaje del alumno ya que es el
único capaz de llevarlo a cabo. La misión del
profesor consiste en enseñarse a aprender.

San Juan de Bosco a través de
las Escuelas Salesianas, sistema que se basa en la
Educación preventiva, ya que para él lo importante
es prevenir, aunque no descarta la reprensión si no ha
dado resultado. Aboga porque los castigos no se apliquen en
público sino en privado y elimina todos aquellos castigos
que están prohibidos por la ley civil.

En España la pedagogía
católica tiene su máximo representante
Andrés Manjón, fundador de las escuelas del
Ave María en Granada, dedicadas a las clases más
humildes, especialmente los gitanos. Su ideología
pedagógica aparece en casi todos sus escritos. Lo define a
la educación como: "Educar es cultivar y desarrollar
cuantos gérmenes de perfección física y
espiritual ha puesto Dios en el hombre…en su doble
dirección hacia un destino temporal y eterno"

Analiza todo el proceso educativo y va
concretando las características fundamentales de la
Educación gradual, integral, continua, sujeta a la
tradición y a la patria, activa, etc. Considera que el fin
de la persona es la formación del carácter como
hombre, pero hombre cristiano.

El problema del educador lo plantea bajo
tres aspectos: familia, religión y sociedad. En cuanto a
la familia, el educando es el hijo y todo padre tiene la
obligación de educar a sus hijos, este "hombre hijo" es a
la vez un ser redimido por Cristo y como bautizado cristiano que
debe ser educado, esta misión le corresponde al sacerdote
como representante de la Iglesia. Finalmente el "hombre hijo y
cristiano" vive en una sociedad. Por eso la sociedad debe educar
y este papel le compete como máximo representante al
maestro.

Pio XI escribe la encíclica "Divini
illius Magistri" (1929) y en ella da el respaldo definitivo a la
línea católica de la Pedagogía.
Después de una introducción soluciona el problema
de las obligaciones y derechos de la familia, la Iglesia y el
Estado de cara a la educación.

Analiza al educando y rebate el naturalismo
al proclamar que el hombre es un ser caído, aunque
redimido. No pasa por alto la educación sexual y rechaza
la coeducación. También estudia el ambiente
educativo que rodea al niño y para terminar propone el fin
de la educación que consiste en imitar el modelo de
Cristo.

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