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Filosofía moral: la ética social actual



  1. Introducción
  2. Sobre la
    genealogía de las normas
    éticas
  3. Desintegración de los sistemas de
    valores
  4. El hombre nuevo: su
    necesidad
  5. Bibliografía

Introducción

En el código secular de valores, "la
libertad
" está en el punto más alto. De hecho
es un valor fundamental, pues sin la libertad el individuo no
puede desarrollar su personalidad. El polo opuesto de la libertad
es el orden. El individuo tampoco puede vivir sin este, pues la
libertad ilimitada es el fin de toda seguridad; acarrea el caos.
El orden es el hermano gemelo de la libertad y el enemigo jurado
de la voluntad arbitraria. La relación entre la libertad y
el orden es de tensión –una situación no poco
común entre hermanos y hermanas– y el problema a
solucionar afecta a los principios de autoridad y la estructura
sobre la que debería cimentarse la sociedad para que estas
categorías se unieran en una relación
armónica y equilibrada.

En la actualidad este punto de vista ya no parece ser
la "communis opinio" (opinión
común). La gente ha sido testimonio del culto
excesivo al estado, el ejercicio ilimitado del poder y la
pérdida total de la libertad en el estado fascista, y la
consecuencia es que la ley y el orden han perdido su
reputación. Para Dahrendorf, sociólogo y
político alemán–británico, no son
"el conflicto y el cambio, sino la estabilidad y el orden los
que constituyen lo patológico de la vida
". Para
muchos, los términos ley y orden parecen ser las consignas
políticas de un estado que suprime la libertad, para
muchos son parte de un vocabulario inhumano, y así la
teoría de la anarquía, que tiene sus raíces
en el liberalismo extremo y no debe equipararse al terrorismo de
nuestros días, se revive alegremente. Durante algunos
años no sólo se han atacado formas
específicas de norma, sino la misma existencia de la
norma. Se mantiene que la norma de los hombres sobre los hombres
no es una cosa natural, sino la consecuencia aún efectiva
de la Caída del Hombre, por la cual se perdió la
condición de inocencia natural del Paraíso, de
libertad de la dominación, una condición a la que
los anarquistas de todas las épocas volverían. Los
que piensan de este modo consideran al estado el "terrorista
legislativo
".

Herbert Marcuse, filósofo y
sociólogo judío nacido en Alemania, y otros
consideran ilegal toda forma de soberanía. Exigen el
desarrollo sin ningún obstáculo de todos los seres
humanos –libres de norma, anarquistas en el sentido
literal, sin ninguna restricción vinculante procedente de
instituciones legales intrusas– como única forma
aceptable de sociedad. Así aspiran a una forma de sociedad
en la que el "poder de unos hombres sobre los
demás
" y con él la explotación de unos
por otros sean atajadas, en la que será posible una
"existencia pacífica" y una "vida
próspera
". Este concepto utópico imagina una
sociedad sin escasez o pobreza, una sociedad en la que cada cual
sea liberado "de la lucha diaria por la existencia, del
ganarse la vida
", y en la que, por tanto, sea abolido el
trabajo. "En esta tierra de ocio y lujuria existirá un
grado más elevado de racionalismo, justicia, libertad,
belleza, felicidad y humanidad, y el hombre será capaz de
conseguir la auténtica autodeterminación
". El
objetivo es el hombre nuevo, que ha crecido sin autoridad y que
es espontáneamente creativo. Este postulado de que los
hombres no deberían dirigir a otros hombres puede
entenderse en último término como el deseo del
hombre de infinito, como el deseo de ser como Dios: Dios
es "anarchos" (sin principio, sin un líder,
único), no está sometido a la voluntad de
nadie.

Sobre la
genealogía de las
normas éticas

¿Qué es la justicia? Como la pregunta de
Pilatos, "¿Qué es la verdad?", esta es una
de las eternas preguntas de la humanidad. El filósofo y
pensador jurídico Hans Kelsen comenta que ninguna
otra pregunta ha hecho reflexionar tan profundamente a las mentes
más eminentes desde Platón a
Kant, que ninguna otra pregunta ha costado tanta sangre
valiosa, tantas lágrimas amargas, y afirma: "Y sin
embargo, esta pregunta no ha sido hoy contestada más de lo
que nunca haya sido
". Los versículos de
Bahá"u"lláh, fundador de la Fe
Bahá'í, citados aquí, son la respuesta a
esta pregunta de la justicia. Son la base teológica del
establecimiento de toda ley y toda moral personal en la
tierra.

Así, la base de los valores éticos
fundamentales radica en la revelación divina. No hay ley
moral independiente de Dios, ni ninguna ley natural a la que Dios
esté comprometido. La suposición de que existe un
orden natural pre ordenado de la moral independiente de Dios
sería, en el sentido coránico, "shirk" (En
el Islam, es la idolatría y
el politeísmo, los cuales son considerados como
heréticos. El Corán enfatiza
que Dios no comparte sus atribuciones con ningún
intermediario "sharik" y advierte que aquellos que crean
en ídolos, serán severamente condenados
el Día del Juicio. El concepto de "shirk",
se ha expandido considerablemente a través de la
evolución dogmática del Islam y ha venido
usándose como lo opuesto
a "tawhid" –la unicidad de Dios–.
Diferentes grados de "shirk" han sido señalados
mediante la Ley islámica; entre los cuales se
encuentran la creencia en la superstición, la
adoración de objetos (por ejemplo, rendir honor a los
santos) y la fe en aquellos que profesan conocer el futuro,
aunque todo esto carece de importancia ante la gravedad del
politeísmo.), el mayor de los pecados, que Dios no
perdona.

Únicamente la voluntad divina decide qué
es bueno y qué es malo: "Pero Dios hace lo que
quiere
". "No debe ser preguntado acerca de sus
actos
". Para el tipo de pensamiento religioso basado en una
religión monoteísta revelada, esta
concepción voluntarista es la lógicamente
obligatoria. Para la religión mosaica, el Tora es la ley
revelada fundamental del mundo moral puro y simple. Para el
musulmán, el Corán y la sunna del profeta son la
quintaesencia de toda moral y toda ley. También San Pablo,
y San Agustín y Juan Duns Scoto, este último
teólogo escocés, partiendo de él,
mantuvieron esta opinión: "Pero no hay ninguna ley por
encima de Dios, su voluntad crea primero todas las leyes que
existen, por esto su acción es tal como Él obra,
siempre y necesariamente correcta y ordenada. Dios actúa,
tal como actúa, siempre justamente. No está
comprometido a ningún orden ideal previo, sino que todas
las leyes son ordenanzas contingentes de la voluntad de
Dios
". Calvino también considera que el
origen de toda ley es la insondable voluntad de Dios; por lo
tanto, la obligación no se encuentra, como
enseñó Santo Tomás de Aquino,
teólogo y filósofo italiano, en el ser sino en la
voluntad de Dios. No es la realidad sino la ley divina el
fundamento de la Ética. La Ética no debería
ser gobernada por las cosas como son, sino por normas
relacionadas con valores supremos. El papel de la razón en
la esfera de la moral revelada es reconocer el énfasis de
los valores prescritos y supremos, y su relación de
tensión recíproca, y materializar estos valores en
la multiplicidad de la vida práctica y las situaciones
históricas cambiantes.

La concepción aquí sostenida está
en contradicción directa con la "Filosofía
Moral
" de Emmanuel Kant. Según
Kant, las exigencias del imperativo categórico
son sólo reconocidas por la razón. Dios no es el
creador de la ley moral; el orden moral está por encima de
Él. Su existencia es simplemente un postulado de la
razón práctica para completar la ley moral
–¡no para establecer su base!–. Por tanto, para
Kant la religión es simplemente la
continuación de la filosofía moral hasta el
"conocimiento de todos nuestros deberes como mandatos
divinos
".

Según Kant, la moral conduce
"directamente a la religión, por medio de la cual se
desarrolla hasta la idea de un despótico legislador moral
sin el hombre
". El desarrollo descrito al principio de este
libro, la emancipación de la moral en la sociedad secular,
demuestra lo contrario: no es la moral lo que conduce a la
religión, sino la religión a la moral, y la
estructura de la moral se derrumba cuando se destruye su base, la
religión.

La moral católica también extrajo las
normas de una vida moral de la fuente de la revelación
divina y de la ley natural reconocida por la razón. En la
"Enciclopedia Christliche Religion" (Enciclopedia de la
Religión Cristiana) publicada por Fischer en
1957; Heinrich Fries, teólogo alemán, se
refería a la revelación y describió una
doctrina moral filosófica interpretada exclusivamente como
"completamente inapropiada" para la salvación
sobrenatural del hombre, ya ha tenido lugar un cambio fundamental
en la teología moral católica bajo la influencia
del pensamiento secular. Ya no hay normas cristianas de moral
inalterables. Los conceptos éticos son autónomos y
reconocidos por la razón. Según el teólogo
moral católico Alfons Auer, de nacionalidad
alemana, que enseñaba en Munich, fallecido el 2005,
decía que: "la autonomía de la moral" no
es sólo una aproximación posible para el
teólogo, sino, al menos en la sociedad actual, la
única sensata
". Su tesis: "El hombre alcanza
cierto conocimiento de su ser y así también del
orden moral a través de su razón. La racionalidad
de la moral surge de la naturaleza racional del hombre. La
racionalidad de la moral implica su autonomía
". El
hombre puede "entender perfectamente bien la naturaleza
entera de su existencia en el mundo y por tanto también la
esencia decisiva de la moral sin el conocimiento expreso de
Dios
". La referencia para el reconocimiento de los valores
genuinos, para la distinción entre el bien y el mal,
según Auer, radica en la "consonancia o
disonancia
" de nuestros modelos de comportamiento "con
la dinámica fundamental de la evolución
".
Pero, ¿cómo puede alguien saber con tanta
precisión qué es lo verdaderamente consonante con
su dinámica fundamental?

El teólogo católico de Tubinga (Alemania),
Herbert Haag, natural de Suiza, también considera
que el hombre averigua, a partir de su conocimiento de las
condiciones históricas y sociales, "cómo
dirigir su vida para que triunfe
" y concluye: "Los
jóvenes teólogos de la moral están de
acuerdo en que, en cuanto al contenido, no puede haber ninguna
moral específicamente cristiana
". El comportamiento
moral de un cristiano no difiere en ningún sentido del
comportamiento moral de un no cristiano que vive bajo las mismas
condiciones culturales y sociales. En consecuencia, la conciencia
moral del cristiano se basa en el "Humanun" (del
latín "libro del humano". En la concepción
de Auer, la articulación de las obligaciones
morales sólo es posible "en el diálogo de las
ciencias
". Puesto que las diversas disciplinas de las
ciencias humanas transmiten un conocimiento de principios que a
menudo es sustituido al cabo de sólo una década,
Auer considera "puesta de manifiesto toda la miseria de
la teología moral y la ética", pues el desarrollo
creativo de la conciencia ética a la luz del conocimiento
científico, que está en continuo cambio y nunca es
libre de ambigüedades, conduce a un "continuo estado de
reflexión ética
" que sólo unas pocas
personas "pueden alcanzar sin riesgo de neurosis". La
cuestión es entonces si queda algo específicamente
cristiano en la doctrina moral cristiana. La respuesta es:
"El horizonte del sentido y la motivación de la
moral
".

El congreso internacional de los teólogos de la
Moral alemanes en Munich en septiembre de 1979, también
refleja esta reorientación teológica, que
Auer describió allí como una
"evolución impuesta por la historia". Este cambio
de concepción en los problemas teológicos
fundamentales demuestra en qué medida las posiciones
antaño inconciliables del pensamiento católico y el
"moderno", que en los años veinte aún
provocaban una violenta controversia, han sido niveladas por la
incursión del modernismo y el constante avance de la
secularización.

También para la teología evangélica
el ethos cristiano no significa vivir bajo la ley de unas normas
reveladas y absolutas, sino "muy simplemente la vida vivida
en el reconocimiento de la realidad de Dios y en comunidad con
Él. Todo lo demás se sigue del hecho de que podemos
estar junto a Él en su amor
". El teólogo
Alemán protestante (Luterano) Eberhard
Jüngel
profesa en consecuencia la opinión de que
"el ethos cristiano no es gobernado por una ética de
valores, porque "vivir de la verdad" es lo mismo en el Evangelio
que "existir en amor"
".

Tal y como están las cosas, la teología
moral cristiana se encuentra en un dilema doble. Por una parte,
la descristianización del mundo anteriormente cristiano ha
avanzado hasta tal punto que el cristianismo moderno ya no
está preparado para aceptar normas prescritas sin
justificación racional, lo cual significa que ya se han
descartado las normas menos accesibles para la
justificación racional. Por otro lado, la teología
cristiana es prisionera de su punto de vista de exclusivismo e
irrevocabilidad. Puesto que la totalidad de lo divino se
manifestó a la humanidad a través de Jesucristo,
tiene que arreglárselas con lo que tiene. Una ética
social que depende de los tiempos cambiantes no puede
fundamentarse sobre normas bíblicas, que fueron moldeadas
para adaptarse a unas condiciones completamente diferentes. Para
el cristianismo sólo pueden ser concebidas racionalmente.
Los valores tradicionales de la ética personal se han
vuelto anticuados con el transcurso de dos mil años y se
han vuelto tan difusos como consecuencia de muchas
interpretaciones divergentes que existe obviamente una gran
tentación de, en lugar de seguir manteniéndolos de
un modo fundamentalista, estipular una moral autónoma y
fundamentada racionalmente con un sentido cristiano y
motivaciones cristianas. Hay otra cosa más que debe ser
reconocida en este contexto: aquel que se haya convencido de la
posibilidad de una ética racional autónoma, y que
no esté molesto por el pluralismo actual de los valores y
la desaparición de las ideas éticas, será
también incapaz de ver ninguna necesidad de nueva
guía de Dios, de una nueva Revelación.

Desintegración de los sistemas de
valores

Para que la gente trabaje unida debe haber en primer
lugar un objetivo común y unos valores comunes. Nuestro
dilema es que no tenemos ni el uno ni los otros. La ciencia, que
nos permite aterrizar sobre la Luna, demuestra ser notablemente
ineficaz en el campo de la actividad social del hombre. La
creencia de que la ciencia puede curar todos los males es,
según el sociólogo suizo Theodor
Leuenberger
, una "superstición". La ciencia
es casi impotente contra las fuerzas irracionales que amenazan
cada vez más a la humanidad. Poca cosa puede hacer o nada
contra el fenómeno de la criminalidad creciente y el abuso
de las drogas, y no hay ni una teoría aceptable en
términos generales que explique la causa de estos
problemas. La integración de todos los pueblos en un
cuerpo unificado capaz de actuar está siendo reconocida
como absolutamente vital, porque los problemas de la existencia
humana solo pueden resolverse sobre una base mundial o no pueden
resolverse en absoluto. Pero al mismo tiempo nos enfrentamos a un
nuevo peligro que amenaza privarnos de la capacidad de
acción unificada: la sociedad se está desintegrando
rápidamente y perdiendo su estructura. La vida en
común con los demás se hace cada día
más difícil, surgen cada vez más conflictos
y los vínculos que mantienen unida a la sociedad son cada
vez más débiles. Una sociedad que se está
desgarrando por sus propias contradicciones y que está
perdiendo su coherencia no puede solucionar los problemas
materiales de la humanidad. De todos los peligros que nos
amenazan, éste es ciertamente el más grave, pues
estorba nuestra capacidad de actuar. ¿Cuál es el
motivo de este proceso y cuáles son sus
síntomas?

La razón de la decadencia de nuestra sociedad
debe hallarse en la decadencia de nuestro sistema de valores. En
unas pocas décadas, ha tenido lugar un cambio de velocidad
casi pasmosa en la manera de pensar de las personas. Puede
realmente describirse como una revolución cultural, si se
consideran sus consecuencias a largo plazo. Las normas y los
valores que la religión había establecido, que
habían sido apoyados, mantenidos con vida y considerados
absolutamente válidos durante más de dos mil
años, y que incluso los racionalistas de la
ilustración en el siglo dieciocho reconocían como
valores racionales fueron barridos en unas pocas décadas y
reemplazados por un variado pluralismo de nuevos conceptos de
valor.

Así como en el curso de la enfermedad hay dos
componentes que trabajan juntos –la susceptibilidad del
organismo bajo el ataque y el germen que produce la
enfermedad–, hay dos condiciones en las que debe hallarse
el motivo de la desintegración cultural: por un lado la
debilidad del sistema de valores existente que ha perdido su base
trascendental y se ha expuesto al cuestionamiento crítico
y, por otra parte, un racionalismo unidimensional, una actitud
que no permite dar por válida cosa alguna a no ser que
pueda establecerse la razón empírica. Esta forma de
pensar, que ha demostrado su valor en los campos de la ciencia y
la tecnología y que asegura nuestras demandas materiales,
se hace problemática cuando se aplica a los valores y las
normas culturales. Wolfgang Brezinka, pedagogo
alemán, ha descrito las características de "un
racionalismo unidimensional
" del modo siguiente: "El
pensamiento racional es crítico, utilitario e
individualista. Pone en tela de juicio las formas tradicionales
de soberanía, religión, ley, moral, ética y
costumbre. Despoja de su naturaleza vinculante a todo
"Weltanschauung"
, frase alemana que significa:
cosmovisión o visión del mundo, no
racional. Afloja los lazos emocionales del orden convencional de
la vida, de sus ideales y de los que ostentan su autoridad. Por
un lado esto se experimenta como liberación, como un
avance en el conocimiento y en vistas a la acción, o como
progreso moral e intelectual. Pero, por otro lado, el hombre
necesita una visión estable de la vida y el mundo, una
seguridad emocional en una comunidad de almas semejantes en
cuanto a su mentalidad, una certeza en lo que respecta al estado
de su alma y un objetivo bien definido en la vida; y una actitud
racionalista deja insatisfecha esta necesidad
".

Si la demostración racional es el único
instrumento de evaluación de una norma ética,
entonces una norma que exige la acción positiva
sólo puede reconocerse si se demuestra que es ventajosa
para todos y una norma que tiene una función de
prohibición sólo puede reconocerse cuando el
daño social del acto prohibido sea evidente para todos.
Esta "actitud crítica de la mente", que
sólo reconoce valores racionales, rechazará
automáticamente la noción de deber incondicional y
la existencia de normas universalmente vinculantes. Cada ser
humano es entonces el juez supremo de las normas de su estilo de
vida y del orden social. Este es el significado del nuevo ideal
de "autodeterminación" y "madurez",
mientras que el reconocimiento de una autoridad que no pueda ser
cuestionada y la observación de sus instrucciones es
rechazado expectativamente como "inmadurez": "Se
fomenta la ilusión de cada uno, mediante sus propios
esfuerzos mentales, será capaz de darse cuenta de lo que
debería hacer y será capaz de libre elección
a favor o en contra de lo que debería hacerse. Así,
el individuo, con sus deseos subjetivos, sus experiencias
azarosas, su conocimiento restringido y su comprensión
limitada, es investido con el derecho de considerarse a sí
mismo la medida de todas las cosas
", dice Brezinka.
Él mismo describe las consecuencias: "La fe en deberes
absolutos es reemplazada por una adaptación calculadora a
las contingencias del momento. El amor por los ideales que exigen
al hombre que venza su egocentrismo no puede surgir en una
sociedad en que se considera "progresista" durar de todo
".
En la medida en que este amor disminuye, disminuye también
la motivación para ejercitarse en áreas
éticas y la energía para dedicarse sin
egoísmo a tareas más elevadas.

En un clima espiritual así, el crecimiento del
egoísmo va acompañado de la difusión del
pesimismo y el presentimiento de la destrucción. "Uno
se hace indiferente al bienestar de los demás y
sólo se preocupa de conseguir lo mejor para sí en
la medida en que esto aún sea posible
".

Además de eso, el "poder normativo de los
hechos reales
" también ha afectado a los modelos
morales: después de darse cuenta de la magnitud de la
brecha entre el código moral imperante exigía
demasiado de la gente y, por tanto, no podía acceder a la
validez. Después de que la etnología y la
sociología hubieran demostrado la relatividad de los
valores y conceptos morales, virtudes honradas por el tiempo como
la decencia, la humildad, la obediencia, el respeto, la modestia,
la autodisciplina, la pulcritud, la auto negación, la
fidelidad, la integridad, etc., fueron
"desenmascaradas", bajo el eslogan de
"Emancipación", como moralidad de la clase
explotadora, y los términos barridos del vocabulario
común. La educación de los niños
según estos ideales fue rechazada como
"condicionante", "manipuladora" y
"paternalista". La familia fue denunciada como forma de
dominación gastada y pasada de moda, como el "sistema
autoritario de dominación social
", como "la familia
dictatorial burguesa", como un "vacío
pedagógico
", como "completamente
putrefacta
"; se dijo que debería reemplazarse por
"formas alternativas de paternidad". El matrimonio fue declarado
un obstáculo para una relación amorosa genuina y
debería relegarse "a un museo como el torno para
hilar
": "Una institución para los gansos grises,
no para las personas
". La relación sexual ya no
estaba restringida al matrimonio y, según el lema:
Tu cuerpo te pertenece!", la satisfacción
del impulso sexual fue declarada un asunto completamente privado.
La jerarquía natural entre la gente, como la de
padre–hijo o maestro–alumno, fue condenada como un
obstáculo que frustra todas las emociones más
cálidas. Cualquier forma de institucionalización de
los valores morales fue tildada de represión: "La
moralidad dominante es la moralidad de los que
dominan
".

En el lugar de las normas establecidas por la
religión se han puesto puntos de vista, conceptos de valor
y modelos de comportamiento desarrollados por psicólogos y
sociólogos del comportamiento. Las escuelas, en las que la
educación emancipadora está liberando a los
jóvenes de la obligatoriedad de ciertas normas y
convicciones religiosas, deben actuar de catapulta para el cambio
social deseado. Deben liberar a los jóvenes para
conducirlos a la autodeterminación, la madurez, la
autonomía y la libertad sin restricciones tradicionales ni
institucionales, sin reconocimiento de los que ostentan la
autoridad. Tal educación también pretende preparar
a los jóvenes para vivir en una sociedad emancipada en la
que cada cual decida por sí mismo, pero en la que, sin
embargo, esté garantizada la coherencia social o, cuando
la ilusión de la persona autónoma y auto
determinante no es muy relevante, esta forma de educación
pretende vincular la persona a los nuevos ostentadores de la
autoridad. En lugar de dar una orientación básica y
formar la conciencia según ciertas normas, una forma de
educación se auto describe como
"antiautoritaria", enseña un escepticismo
profundo respecto a los valores tradicionales y una desconfianza
permanente respecto a la sociedad y respecto a todo tipo de
modelo, institución y autoridad que imponga limitaciones a
nuestra libertad individual. Los principios básicos de
toda educación "progresista" afirman que la
autoridad es "tan dañina para la sociedad perfecta
como lo es para el desarrollo del individuo
". Sin embargo,
el resultado de todo ello es la inseguridad, la falta de
orientación, la destrucción de todos los valores,
la arrogancia por parte de los así educados, "nuevos
conflictos de conciencia, nuevos sentimientos de inferioridad, un
nuevo temor a la vida, síntomas de todos ellos que pueden
observarse en una gran proporción de antiguos escolares y
universitarios
", y que conducen a la descomposición
moral de la sociedad. La verdad llana sobre la educación
ya no se percibe: "Sólo cuando una persona ha
experimentado un largo período de obediencia a la
autoridad, ha sido forzado a sacrificar la satisfacción de
sus impulsos básicos, ha obedecido y ha experimentado la
recompensa y el castigo, es capaz de adquirir una conciencia
independiente y la capacidad de
autodeterminación
".

El hombre nuevo:
su necesidad

Los dos grandes filósofos decimonónicos,
Friedrich Nietzsche y Karl Marx, esperaban la
llegada de un hombre nuevo. Nietzsche, que pidió
el fin de la "moral esclava" cristiana y el retorno a la
"inocencia de la existencia", previó la llegada
del "superhombre". Marx proclamó el fin
de la moral tan pronto como la sociedad fuera suficientemente
moral como para que el hombre pudiera prescindir de la moral, del
Estado y de la religión.

El alejamiento del cristianismo anunciado por ambos
pensadores, y puesto ahora en práctica por innumerables
personas, "dio de hecho origen a la decadencia de la vieja
moral sin crear un nuevo ethos social: el nacimiento del hombre
nuevo es ahora más cuestionable que nunca
"; y sin
embargo cada día se hace más evidente que la
supervivencia de la humanidad no es, en el fondo, un problema de
tecnología sino de las concepciones de los valores y
objetivos de los individuos y los pueblos y del advenimiento de
una conciencia humana nueva. Esto es algo que hoy se reconoce con
cada vez mayor claridad. En su tiempo, Albert Einstein ya se
pronunció al respecto: "Nuestro mundo está
amenazado por una crisis de tales dimensiones que parece haber
dejado atrás a aquellos cuyo poder incluye, para bien y
para mal, las decisiones más importantes. La fuerza
liberada del átomo lo ha cambiado todo salvo nuestro
pensamiento. Por consiguiente, nos dirigimos hacia una
catástrofe sin precedentes. Si la humanidad debe
sobrevivir, necesitaremos un modo de pensar substancialmente
nuevo
". Resumió nuestra era como un "tiempo de
medios consumados y fines caóticos
". El erudito
americano Grover Foley tampoco ve el problema
básico de nuestra crisis existencial en la
tecnología, sino en el hombre mismo, que es
tecnológicamente "un gigante, moralmente un
enano
", que tiene "el conocimiento de la era
atómica y la madurez emocional del Neandertal
":
"Nos hemos convertido en dioses antes de aprender a ser
hombres
".

Foley pide un "cambio total en nuestros
objetivos y valores, tan radical como una antigua
conversión religiosa
", y pregunta:
"¿Quién creará un hombre nuevo para
nosotros
?". Su referencia a una "antigua
conversión religiosa
" indica que no espera que este
cambio trascendental provenga de la ciencia. Declara con
resignación: "La teoría de que la
solución final radica únicamente en la
creación de hombres nuevos no es exactamente alentadora;
de hecho es más inquietante que todas las demás
realidades. Comparada con la tarea de cambiar a los hijos de
Adán, la desintegración del átomo parece un
juego de niños
". Foley busca valores nuevos,
una nueva ética y una nueva religión. Este
reconocimiento está aumentado. Carl Friedrich von
Weizsäcker, físico y filósofo alemán,
pide un "cambio global de conciencia que comprenda la persona
en su conjunto
", y, como ya se ha dicho, Erich
Fromm
, psicoanalista, psicólogo
social y filósofo humanista, ve la
única posibilidad de supervivencia del hombre en un cambio
de conciencia radical y motivado religiosamente, en un
pensamiento nuevo, en un hombre nuevo.

El hombre nuevo, lo único en que podemos situar
nuestras esperanzas si queremos escapar al impulso que, como un
ratón, nos aproxima a la autodestrucción, al deseo
paranoico de extinción y a la catástrofe pre
programada, es un hombre capaz de sobrevivir, adaptado a las
nuevas condiciones. Con seguridad no será la
"personalidad emancipada", el ser humano que está
alienado de todas las normas y las convicciones religiosas, sin
moral ni Weltanschauung (ya lo dijimos que significaba
cosmovisión o visión del mundo). Lo que ya existe
puede ser destruido con el arsenal de actitudes negativas a su
disposición, tales como la desconfianza, la
búsqueda del conflicto, la crítica negativa y la
impaciencia por la acción, pero no puede construirse nada
nuevo con ello.

Tampoco la ciencia puede crearnos al hombre nuevo. Hay
algunas teorías disparatadas sobre la posibilidad de
engendrar un nuevo tipo de ser humano por medios
biológicos, por ejemplo manipulando los genes o, como
Heinrich Himmler, Militar alemán, Jefe de la
Gestapo, vanamente imaginara en la organización de la SS,
mediante la selección racial. Estas ideas proceden de una
concepción materialista del hombre que lo reduce a su
naturaleza biológica e instintos animales. La
manipulación de los genes o la ilusión de la
selección racial son incapaces de contribuir al asunto de
que se trata, que es el de un modo de pensar substancialmente
nuevo: "Mens agitat molem", frase latina que significa
"la mente mueve materia". "El espíritu da
forma al cuerpo para habitarlo
".

La ciencia no puede acusar un cambio de conciencia ni
discernir nuevos modelos de valor, y mucho menos establecer
modelos absolutos. Las religiones reveladas son las que siempre
han triunfado en llevar a cabo un cambio en el hombre. Cada una
de ellas ha causado un cambio así y ha producido un nuevo
tipo de hombre, ha reorientado la vida de la comunidad hacia
objetivos y valores nuevos, venciendo así lo que estaba
socavando a la sociedad, a saber, el pensamiento
antagónico sobre las cuestiones centrales de la vida, el
pluralismo de opiniones no comprometidas y el carácter no
obligatorio de todas las normas y objetivos. Un mundo rodeado por
difíciles problemas encaminado a la rotura de la sociedad
tal y como la conocemos: el diagnóstico es algo
común, pero la presentación que de ello hace el
Dr. Schaefer no lo es. Tomando parte de las tradiciones
de la filosofía europea moderna desde Marx, Nietzsche y la
"muerte de Dios" hasta la presente día, y
haciendo un uso extensivo de cita y estadísticas de
reportajes actuales, discute algunos de los principios vitales
del corazón de esta rebelión celestial. Propone
soluciones extraídas de las enseñanzas de
Baha'u'llah, fundador de la Fe Bahá'í, y analiza la
aparición de nuevas ideas y estructuras en esta
religión mundial como un posible modelo para el
renacimiento de la sociedad.

Bibliografía

  • 1) NAVARRETE O., Luis A.: "La
    Filosofía y su Historia
    ". 2011. Cajamarca,
    Perú. Ed. UNC.

  • 2) NAVARRETE O., Luis A.: "Apuntes de
    Filosofía: Ética y Moral
    ". 2014.
    Cajamarca, Perú. Ed. UNC.

Cajamarca, 12 de Mayo del 2014.

____________________________________

* Por Dr. Luis Alberto Navarrete Obando; Abogado;
Doctor en "Filosofía y Humanidades", por la Universidad
"La Salle", Barcelona-España; Doctor "Investigación
Universitaria", por la Universidad de La Habana-Cuba; Doctor en
"Ciencias de la Educación Superior y Universitaria", por
la Universidad de Sao Paulo – Brasil; Escritor, Escritor,
Ensayista, y Poeta; Miembro Numerario de la "Sociedad
Latinoamericana Iusfilosófica"; Miembro Numerario de la
"Sociedad de Leyes del Perú"; incorporado como "Honorarium
Member" por la Federal Association of Lawyers of Los Angeles
(EE.UU.); Catedrático Principal en la Escuela de Post
Grado de la Universidad Nacional de Cajamarca; Colaborador en el
Área de Investigaciones de la Universidad Nacional de
Cajamarca; Catedrático invitado de la Escuela de Post
Grado de la Universidad Nacional de Trujillo; Condecorado como
"Doctor Honoris Causa" por la Universidad Nacional de Trujillo
(La Libertad-Perú); Condecorado como "Doctor Honoris
Causa" por la Universidad Nacional Autónoma de
MéxicoUNAM – D.F. México; Ex –
Catedrático de la Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad Privada "Antonio Guillermo
Urrelo" (Cajamarca-Perú); Ex – Catedrático de la
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad
Privada "San Pedro" (Cajamarca-Perú); el autor del
presente trabajo de investigación se desempeña en
el dictado de las materias académicas de
"Epistemología de las Ciencias Jurídicas" [el autor
del presente trabajo es creador de esta materia jurídica,
reconocido por la "Scuola della destra dell'università di
Milano" (Milán-Italia)], "Filosofía del Derecho",
"Sociología Jurídica", "Antropología
Jurídica", "Deontología Jurídica y
Práctica Forense", "Investigación
Científica", e "Investigación Jurídica" en
las Universidades antes mencionadas; colaborador de las Revistas
Virtuales: Editor Exclusivo de la UNESCO https://es.unesco.org/?,
http://www.rie@oei.uh.cu, http://www.monografias.com,
http://www.derechoycambiosocial.com,
http://www.derechoypolítica@groups.msn.com; y otras;
colaborador en la elaboración del "Diccionario
Histórico Judicial de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación de México" y en el "Anuario de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación" de dicho país;
colaborador en el "Anuario" (Revista anual) de la Universidad
Nacional Autónoma de México D.F.
(UNAM-México); colaborador en la Revista Anual de la
Universidad de Milán (Italia); colaborador en la Revista
de edición mensual de la Universidad de Barcelona
(España); colaborador en la Revista de edición
mensual de la Universidad de Madrid (España); colaborador
en diferentes Diarios y Revistas especializadas en su país
(Perú); Director de la "FUNDACIÓN PARA EL
DESARROLLO Y BIENESTAR FAMILIAR" – FUNDEBIF,
http://www.fundebif.org.com.pe; Gerente General del ESTUDIO
JURÍDICO CONTABLE: NAVARRETE & OBANDO –
ASESORES, CONSULTORES & ANALISTAS,
http://www.navarreteabogados.org.com.pe,
navarrete_abog@hotmail.com, navarrete_abog@yahoo.com.

Nota.- El autor del presente trabajo es
Columnista periodístico: "Derecho y Sociedad", de
los Diarios "La República", http://www.larepublica.com.pe;
"El Comercio", http://www.elcomercio.com.pe; Diario Oficial "El
Peruano", http://www.elperuano.com.pe; Diario Oficial de
Cajamarca, "Panorama Cajamarquino", de circulación
Regional (Cajamarca),
http://www.panoramacaj@hotmail.com.

® Derechos reservados de Autor,
registrado en INDECOPI; "Derecho y Sociedad",
Código de marca registrada LANO-CPP-1420-P.

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Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete
Obando*

ABOGADO -DOCENTE UNIVERSITARIO
-ESCRITOR

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